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Terrazas y Sistemas Hidráulicos Prehispánicos en la Cuenca Media y alta del Chillón: Tecnología y Ritual Carlos Farfán Lobaton Resumen El valle del Chillón como todo valle costeño esta irrigado por las aguas captadas del río, en este caso, por medio de canales que distribuye hacia las partes planas del valle bajo. Pero en las zonas estrechas, donde es escasa las áreas de cultivo, se han utilizado las laderas para construir sistemas de terrazas irrigadas con una red de canales, cuya tradición se remonta al periodo Horizonte Temprano (Siglo II a. C) y su funcionamiento ha perdurado hasta la ocupación inca prolongándose hasta los primeros años del siglo XX. En este largo periodo, se han mantenido la tradición de cultivar en terrazas, bajo un control estricto y racional del agua a través de canales y arreglos sociales entre los asentamientos. Este control y racionalidad del agua estaba ligado a un sistema simbólico de creencias basado en ritos de propiciación y mitos integradores que sintetizan una

Sistemas hidraulicos en el valle del Chillon Canta Peru

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Terrazas y Sistemas Hidráulicos Prehispánicos en la Cuenca

Media y alta del Chillón: Tecnología y Ritual

Carlos Farfán

Lobaton

Resumen

El valle del Chillón como todo valle costeño esta irrigado

por las aguas captadas del río, en este caso, por medio de

canales que distribuye hacia las partes planas del valle

bajo. Pero en las zonas estrechas, donde es escasa las áreas

de cultivo, se han utilizado las laderas para construir

sistemas de terrazas irrigadas con una red de canales, cuya

tradición se remonta al periodo Horizonte Temprano (Siglo II

a. C) y su funcionamiento ha perdurado hasta la ocupación

inca prolongándose hasta los primeros años del siglo XX. En

este largo periodo, se han mantenido la tradición de cultivar

en terrazas, bajo un control estricto y racional del agua a

través de canales y arreglos sociales entre los

asentamientos. Este control y racionalidad del agua estaba

ligado a un sistema simbólico de creencias basado en ritos de

propiciación y mitos integradores que sintetizan una

cosmovisión de carácter dual, y relaciones de reciprocidad y

complementaridad. La tecnología, fuerzas productivas y los

medios de producción, son factores que condicionaron un nivel

de productivo y un manejo adecuado de los recursos. Sin

embargo, estos factores estaban articuladas a una estructura

mental lleno de creencias y simbologías muy arraigadas en el

tiempo. El valle medio y alto del Chillón es un ejemplo de

este fenómeno que no es ajeno a otros valles costeños. Razón

por la cual, esta actividad basada en la tecnología de

terrazas y control del agua, ha permitido a este valle, el

surgimiento de curacazgos muy poderosos, como los canta,

atavillos, huancayos, macas, collis, etc, que entre sí se

disputaban los recursos y espacios de cultivo y fue un

territorio muy codiciado por el estado inca durante su

conquista.

Palabras claves: Hidráulico, terrazas agrícolas, cultivo

Introducción

2

La tecnología y el ritual son aspectos que se relacionan

en la actividad del hombre en todos los andes desde

épocas muy tempranas. La tecnología está basada en el

manejo de los instrumentos y medios de producción para

construir terrazas y canales dentro de una racionalidad

del manejo del recurso suelo y el recurso agua. Los

asentamientos por más pequeñas que ellos sean, manejan

una tecnología tanto en la manufactura y construcción

como en la agricultura. Dentro de ello se halla

subyacente una significación simbólica traducida en

rituales propiciatorios ligados a mitos de origen y

rituales propiciatorios que generalmente son

manifestaciones que aún subsisten en las comunidades del

valle alto y se pueden encontrar en el calendario

agrario y la tradición oral. De este modo, el sistema

hidráulico como un recurso agrario en el valle medio y

alto, estaba ligado también a deidades del agua y la

fertilidad relacionadas a montañas convertidas en

oráculos.

3

Los tres espacios característicos del valle del Chillón

definidos por la altitud: valle bajo, medio y alto, han

definido las manifestaciones culturales a lo largo de

estos tres espacios. Pero, el espacio definido como

chaupiyunga o valle medio no ha sido abordado desde su

perspectiva de interacción económica con el valle alto o

bajo, debido a que el valle medio tiene una

configuración de escasas tierras para la agricultura

pero una población que puede estar sobrepasando el

equilibrio de consumo vs producción, no obstante que

climáticamente este espacio es benigno y muy cotizado.

En la actualidad, las faldas y conos de deyección son de

naturaleza desértica1 y árida donde se fundaron algunos

asentamientos y cementerios que datan desde épocas

tempranas. Las evidencias materiales y visibles son las

terrazas a lo largo de ambas márgenes y canales que

abastecían a las posibles áreas de cultivo en terrazas.

Es de suponer que en tiempos prehispánicos estas laderas

1 Pero por causas que obedecen a cambios climáticos y sequias prolongada,retiro de los hielos de las cordilleras, las aguas de puquios y caucesfueron paulatinamente secándose y con este fenómeno, también el uso delas terrazas fue abandonado.

4

estaban cuidadas y utilizadas como aéreas de cultivo

irrigadas con aguas abastecidas por canales y puquios.

Pero aun así, con esta realidad, es casi imposible

explicar la presencia de una alta concentración de

asentamientos, tanto en las faldas, cumbres y conos de

deyección del valle, realmente que factores han

contribuido a esta alta concentración de asentamientos?.

El problema radicaría en explicar el abastecimiento de

alimentos para estas poblaciones en los diferentes

periodos culturales. Solo en el Intermedio Tardío habían

una alta saturación en el valle con poblados

concentrados y dispersos, donde se puede notar una

suerte de disputas por el espacio habitacional y ni que

decir de las tierras de cultivo, nosotros hemos

encontrado murallas transversales hechas de piedra y

barro que delimitan los pequeños asentamientos de la

falda de los cerros hacia la zona de cultivo. El sitio

de Trapiche tiene murallas en su extremos hechas de

tapial, en Macas A y B que se erige sobre dos

promontorios también fueron diseñados para tener

5

murallas en todo su perímetro. Estos asentamientos, a su

vez, contienen materiales asociados que sugieren

secuencias ocupacionales en los asentamientos, que

dataría desde el Horizonte Temprano, (siglo II d.C.), lo

que explicaría una larga tradición de preferencia de

estos espacios.

En este contexto quedan solo dos opciones que explicaría

este fenómeno de alta concentración de asentamientos y

escasas áreas de cultivo: una es que debe existir

asentamientos con cierto poder político que estaban

controlando otros asentamientos en otros niveles

ecológicos lo que explicaría un predominio hegemónico

del valle medio, la otro opción era ganar

ingeniosamente las laderas de los cerros para crear

espacios productivos y establecer el equilibrio de

consumo vs. producción. Así proliferó la construcción

de terrazas en ambas márgenes del valle, que no solo

data del Intermedio Tardío, su presencia está registrada

desde épocas tempranas. Hemos hallado evidencias de

terrazas asociadas a cerámica Lima (600 d. C) en la zona

6

de Zapan y Pucara, una clara muestra que el valle ha

sido productivo desde esta época. Del mismo modo, hemos

detectado la presencia de canales matrices que se

proyectan por media falda de ambas márgenes, hoy

abandonadas. Esos canales son construidos en los

farallones de las faldas de los cerros que denotan un

alto esfuerzo y despliegue de mano obra que de ninguna

manera fueron construidas por un organismo simple, más

bien obedecería a una organización compleja de carácter

corporativo que comprometía a todos los usuarios del

valle. El agua se captó siempre del cauce del río a

través de un sofisticado sistema de redes hidráulicas

que abastecían de manera permanente. Pero también

existió algunos puquios o los llamados “ojos de agua” en

la parte media y baja del valle muchos de ellos secos en

la actualidad. Esto corrobora una dinámica productiva

basada en el manejo y control del agua y construcción

de terrazas. De este modo, no solo era las tierras del

lecho de valle las que abastecían a las poblaciones del

7

valle medio, eran las terrazas ganadas a la ladera

desértica.

Estas terrazas, también llamadas bancales, son un aporte a la

tecnología ancestral de la cultura andina. Su utilización,

como ya dijimos, se remonta hasta el periodo denominado

Horizonte Temprano (siglos II a. C.) con claras evidencias

que habrían convertido a estos poblados en abastecedoras de

una alta concentración humana, que incluso albergo gentes

provenientes del valle de Chancay. Tomando en cuenta estos

criterios para explicar el valle medio, surge un problema aun

no fue tocado por la mayoría de los investigadores. Nos

referimos al tema de lo sagrado. La administración del agua

no era un mero manejo basado en la tecnología, sino que

estaba dotado de otros elementos cognitivos de las costumbres

ancestrales. La arqueología no ha ubicado un indicador o

referente ligado a esto valores presentes en la cosmovisión

del hombre que habitó este valle. Nos referimos a las

deidades o huacas, adoratorios o cualquier elemento vinculado

a rituales y mitos propiciatorios del agua y fertilidad. Sin

embargo, hay algunos rasgos que hemos identificado, caso

8

Huarabi -margen derecha-, hemos detectado una plaza en forma

de “D” y se halla en la parte alta asociada a recintos

grandes y aun camino prehispánico. También es visible pucaras

en las partes altas, pero muy aisladas y poco significativas.

Dentro de los asentamientos grandes como Trapiche, Macas,

Huarabí, Huancayo Alto, Sapan y otros, no se han hallado

ningún componente arquitectónico visible que se relacione a

adoratorios, quizá con estudios más profundos de excavación

se pueda definir con certeza.

Tomando en cuenta la naturaleza agraria muy ligada al agua y

las lluvias de la sierra, estos poblados debieron tener

costumbres de propiciar rituales al agua y a las montañas

tutelares, solo que debido a factores de cambios bruscos en

la cultura por el impacto europeo se perdieron

irreversiblemente estas costumbres, pero en la zonas de la

cuenca alta aún persisten estas costumbres. Entonces, es

difícil de aceptar que en el valle medio no hubo también

estas costumbres. Creemos que todas estas poblaciones

estaban ligadas tanto al mar como a las montañas debido a su

posición media y dependientes del agua de las alturas, por lo

9

que las relaciones con la sierra es innegable. Por ello, el

valle medio estaba estructurado bajo una ambivalencia de su

sacralidad lo que se debería a su relación tanto con el mar

como con las lagunas de la sierra y ser nexos del tránsito

entre estas dos esferas, de manera que sus cultos y oráculos

estarían tanto en el mar como en las montañas. De otro lado,

cuando revisamos los trabajos arqueológicos con excavación en

el valle medio, vemos que hay una iconografía ligada a la

cultura Chancay lo que Aranguren a señalado como colonias

Chancay en el Chillón (Aranguren, 2005). Esto presupone una

relación más costeña, es decir al mar. Del mismo modo,

podemos afirmar que la presencia de evidencias de restos de

la cultura Lima propio de la costa, sería un indicador de

esta relación necesaria entre la costa y la sierra para

coexistir de manera racional en la explotación de los

recursos que dataría desde épocas muy tempranas.

De lo expuesto anteriormente, se podría afirmar que los

asentamientos prehispánicos de la cuenca alta del Chillón

fueron sociedades basadas en la economía agrícola y de

pastoreo, razón por la cual, se construyeron grandes

10

estalaciones basadas en terrazas sobre ambas márgenes del

valle. Su uso estaba condicionado, ya sea, para cultivo de

secano o riego. Los de secano solo funcionaron en las partes

altas de la región Quechua y Suni y los de riego, tanto en la

parte alta como en la parte media y baja del valle. La parte

alta estaba controlado por los canta con sede en Cantamarca

cuyos asentamientos se ubican en las partes altas de las

cumbres de la margen izquierda. Mientras que la margen

derecha era de dominio de los atavillos. La naturaleza

cultural y étnica era diferente en ambas márgenes, pero el

patrón de asentamiento y el patrón económico eran similares.

Construyeron terrazas y canales para el cultivo del maíz,

papa, oca, olluco, etc., de acuerdo al nivel altitudinal. En

los asentamientos de la parte alta, la tecnología hidráulica

estuvo basada en la construcción de terrazas, canales y

reservorios; control de las lagunas, construcción de diques

en las lagunas, caso de la laguna de Chalhuacocha que aún

existen los diques de embalse, o de Torococha y Antaycocha

en Cantamarca, de tal suerte que estaba garantizado el

abastecimiento del agua para los cultivos con riego. Esta

11

tradición del manejo y control del agua estuvo siempre

articulada a todo un calendario agrícola y ritos

propiciatorios como respuesta a la importancia en la vida de

estos asentamientos. En la actualidad aún perdura esta

costumbre ancestral, casi en todas las comunidades campesinas

de la cuenca alta y están ligados a creencias y mitos de

origen de canales y huacas consideradas dueñas del agua.

Estas huacas por lo general son parejas de ancestros

litificados denominadas huancas, tales como el caso de

Huaros, Huacos, Lachaqui, Culluhuay, etc. (Farfán 2002,

2007).

De esta manera el agua, siempre ha sido un recurso que ha

contribuido a los factores dinámicos de la producción como un

indicador del poder que contribuyeron en la formación de los

curacazgos como las de canta, atavillos, macas, huarabi,

etc. Por ello el sistema hidráulico en la esfera de los andes

centrales es un rasgo común conocido también como riego

artificial que en teoría es un rasgo característico de la

cultura peruana propuesto caracterizado hace algunos años por

Carl Troll basado en un estudio holístico de la cultura

12

andina (Troll, 1980). La disponibilidad del agua para el

valle del Chillón fue estudiado por Golte señalando que hay

superávit para 5000 hectáreas de suelo y comparado con otros

valles, es suficiente el agua para estas tierras disponibles,

pero hay menor espacio útil (Golte, 1980). Estas precisiones

es un diagnostico actual, pero al parecer en la antigüedad el

tamaño de espacios cultivables era mucho mayor debido a la

presencia de grandes instalaciones de terrazas, hoy

abandonadas por falta de agua.

Hay otras propuestas para explicar la hidráulica en las

sociedades antiguas y que fueron en cierto modo aplicadas al

mundo andino. Reinhard es uno de los autores que ha dedicado

innumerables estudios en relación al culto a las montañas

articulando con dos elementos adicionales que es agua y

fertilidad asumiendo que aún persisten creencias en la adoración

a las montañas consideradas divinidades (Reinhard, 1987).

Este mismo autor recopila información en torno al Cerro Blanco

de Nasca donde se cree que este cerro era esposa de un nevado

que se encuentra al Este de Nasca llamado Carhuarazo. Se dice

que Cerro Blanco bajo de la sierra a visitar a la costa, pero no regreso lo

13

suficientemente rápido a su esposo. El sol salió, la quemó y la transformo en

piedra y arena y ha permanecido cerca de Nasca hasta la actualidad (Op.

Cit.). Este cerro viene a ser la explicación del culto a las

montañas para la propiciación de la fertilidad, toda vez que

Nasca es un ejemplo de tecnología hidráulica con sus enormes

acueductos construidos en la época prehispánica y que aún son

parte de la subsistencia en la actualidad. Otro autor que se

refiere en términos de control estatal en sociedades antiguas

es Karl Wittfogel (1955), inspirado en el control de las

aguas por sociedades estatales al que se les denomino

sociedades hidráulicas. Esta teoría está fundamentada en un

determinismo ambiental como condicionante para el cambio

cultural, pero aun así hay muchos autores que se basan en

este enfoque. Randall propone también en relación a los

dioses del agua este principio (Randall, 1987). La revista

Allpanchis N°27, Año XVII, 1986, dedica íntegramente

publicando una serie de artículos relacionados al agua y

riego en la antigüedad. Entre ellos tenemos a Guelles

(1986). Este autor también fundamenta en relación a las

sociedades hidráulicas el principio de Wittfogel. En esta

14

discusión el autor trata de explicar la relación entre el

control institucional de la irrigación y la verticalidad de

una comunidad en este caso San Pedro de Casta (Huarochiri).

Su discusión se sustenta en reformular el concepto original

de la centralización del poder en una sociedad despótica

(Guelles 1986:103). En tal sentido, sostiene que no

necesariamente este control despótico de elites es la única,

sino que se podría incluir también un control igualitario y

sin embargo altamente organizado por parte de los usuarios

del agua local (Guelles 1986:105).). Esta propuesta está

basada en una posición extremista de un determinismo

geográfico encubierto por parte de Wittfogel, aunque Guelles

hace un esfuerzo para deslindar con este autor y plantear su

propia versión de una sociedad hidráulica. También tenemos a

Bunker y Seligmann quienes también se apoyan en esta postura

proponiendo que las factores topográficos medio ambientales

son esenciales para mantener un sistema de riego (Bunker y

Seligmann 1986)

De otro lado, el problema del agua está relacionado a un

pensamiento y cosmovisión ligada a rituales propiciatorios y

15

creencias en mitos de origen cuyos relatos fueron ampliamente

precisados en extirpación de idolatrías por Arriaga (Arriaga,

1920; Bunker y Seligmann, 1986). Se mencionan varios rasgos,

como el señalado por Bunker cuando relata sobre el origen del

riego relacionado al manante de Quewar en la comunidad de

Huanoqueti (Bunker y Selegmann 1986). Las comunidades

campesinas actuales mantienen ciertos rasgos ancestrales del

control, administración y mantenimiento de las aguas y están

relacionados a un orden racional del manejo del agua fijado

por códigos y normas incorporadas en costumbres (Valderrama y

Escalante, 1986; Claverias y Villegas, 1986; Farfán 2002).

Pero también, el tratamiento de los sistemas hidráulicos en

el Chillón, debemos verlos desde una dimensión política y de

poder. Si bien es cierto, que la construcción de canales y

terrazas obedecen a necesidades de los pueblos, también fue

un instrumento de control territorial que originaron disputas

y guerras entre grupos fueron obligados a delimitar sus

territorios (Rostworowski, 1986). Pero en el caso de las

aguas hubo un entendimiento racional puesto que su

construcción siempre fue de carácter corporativo debido a que

16

abastecía a varios pueblos quienes se beneficiaban

directamente, para lo cual, crearon calendarios de uso y

limpieza de canales y generalmente estaban cargados de

rituales y ofrendas a las deidades del agua, muchas veces era

el medio para instaurar el orden entre comunidades (Farfán

1995; 2000).

El valle del Chillón por su importancia económica ha sido

estudiado ampliamente por varios investigadores, desde el

enfoque etnohistórico o desde la visión arqueológica. Lo

cierto es que se ha avanzado mucho en la explicación de la

vida del pasado arqueológico de este valle. Rostworowski en

un amplio estudio de varios años nos presenta informaciones

documentales referentes al valle medio. Se dice que los

Huancayo estaban conformados por los grupos étnicos de los

Macas, Missais, Guarauni y Sapan con su sede en el actual

Yangas (Rostworowski, 1977). También se menciona que en

algunos casos estaba sujeto al señor de Colli, un señorío

ubicado en el actual distrito de Carabayllo cuyo territorio

se extendía desde el mar hasta el actual Quives, (AGN,

17

Justicia 413, Probanza de Canta {citado por M.

Rostworowski}).

Es sabido también que los canta de la parte alta, siempre

ambicionaron estas tierras bajas, por lo que estaban siempre

a la expectativa para invadir (Rostworowski, 1978). Esto

presupone un estado beligerante de estos pueblos y

esencialmente entre los centros de poder, en este caso los

Huancayo, los Collis y los Canta fundamentalmente por la

posesión de las tierras fértiles propicias para el cultivo de

la coca, ají y maíz morado2. Por esta razón los incas al

incursionar a este valle codiciaron este espacio para la

producción de coca. De otro lado, Tom Dillehay, basándose

en el registro arqueológico manifiesta que el sitio de

Guancayo Alto ubicado en la Chaupiyunga (valle medio), fue

poblado por varios grupos étnicos como parte de un esfuerzo

cooperativo quienes obtuvieron recursos no locales. Por lo

tanto la gente de las partes altas habitó en pequeñas

2 Estos tres productos, además de ser productos suntuarios también sonmedios para los rituales diversos en el mundo andino. Tanto la coca comoel maíz negro conforman elementos para los rituales de propiciación yfertilidad. El maíz en forma de chicha negra formando lacomplementariedad de oposición con la chicha blanca y la coca comoelemento cohesionador y como medio de ofrendas a la tierra.

18

poblaciones partes del valle medio del Chillón como una

muestra de prestación de servicios. Para lo cual se

identificaron cinco áreas de actividad, por lo que sugiere

que hubo dos centros administrativos conservando el mismo

diseño con un sistema administrativo dual, donde uno fue

controlado por administradores de la Chaupiyunga y otro por

administradores de las partes altas (Dillehay, 1976; 1987).

Esto se puede explicar, con la presencia de asentamientos con

modelos constructivos propios de las partes altas y fijados

en las cumbres de cerros, como los de Macas A y Macas B o el

de la ubicada en la desembocadura de la quebrada Carrizal,

también sobre cumbre y amurallado. Sin embargo, aún no hay

nada claro al respecto, debido a que no está probado

arqueológicamente con excavaciones. De este modo, el valle

medio era receptor de mano de obra de las partes altas y

quizá también del litoral. Pero es preocupante la presencia

arqueológica de rasgos propios de Chancay en el valle medio,

desde alfarería, sistemas constructivos, enterramientos

típicos, etc., lo que presupone una vida cotidiana y

doméstica en esta parte del valle. Este problema fue abordado

19

por Aranguren basado justamente en estas evidencias

contundentes por lo que se presume que los chancay

colonizaron esta parte del Chillón, (Aranguren, 2005)

De otro lado, Dillehay, basándose en sus investigaciones en

Huancayo Alto, define desde una perspectiva del modelo

económico a partir de una interpretación socioeconómica

refiriéndose a los patrones de almacenamiento de productos y

redistribución con arreglo sociopolítico multiétnico en el

valle. La función de almacenamiento-redistribución estipulaba

las diferente interacciones socio políticas y económicas a

través del tiempo, esta función servía como mecanismo de

centralización, de competencia sobre los recursos de la

Chaupiyunga y sirvió tanto como para asegurar la permanencia

de la transferencia hacia los productos del valle medio, como

para la integración social (Dillehay, 1976). A juzgar por el

tamaño de los asentamientos, Huancayo Alto es relativamente

pequeño en comparación por ejemplo con Trapiche y Macas y

peor aún si tomamos en cuenta los asentamientos del cerro

Macas donde es visible dos grandes asentamientos al mismo

estilo serrano, asentados sobre la cumbre del cerro. El

20

problema en este caso es cómo funcionaba este asentamiento

con respecto a Huancayo Alto, si tomamos en cuenta la

posición de Dillehay. Hay pues varios aspectos no resueltos

en forma fehaciente, tales como la territorialidad y

colindancia de los poblados del valle medio3 y la incursión

de los grupos chancay en el valle medio del Chillón. El otro

componente aun no valorado es el manejo del agua con el

control de los canales y las grandes construcciones de

terrazas que eran ya un signo de poder entre los pueblos.

Estos hechos y características de este valle nos conducen a

investigar los sistemas de asentamientos, sistemas

constructivos y principalmente la naturaleza productiva de

estos pueblos que estaría basado en la agricultura para lo

cual debemos evaluar las evidencias de canales, reservorios y

terrazas. Esta actividad, también genera la construcción de

espacios de actividad, depósitos o recintos de

almacenamiento, a partir de ello, inferir en la masa

3 Es visible entre asentamiento y asentamientos murallas, muros delinderación transversal al cerro, pero también caminos vecinales ytroncales que se proyectan por ambas márgenes uniendo cada pueblo.

21

poblacional como fuerza de trabajo y la capacidad de

excedentes de producción y sus relaciones ínter pueblos.

En este sentido, la presente investigación tiene como

objetivo principal la de identificar el potencial económico

basado en la construcción y manejo de terrazas agrícolas en

el valle medio y alto del río Chillón y los mecanismos de

control del agua que hicieron posible convertir el valle en

un abastecedor regional de maíz, ají y coca como productos

principales y la naturaleza ritual que rodea estas

actividades.

Este estudio no puede estar ajeno a definir también la

dimensión temporal, espacial y funcional de los sistemas

hidráulicos y la capacidad económica basada en la producción

agraria en el valle, para lo cual se cuentan con los

indicadores arquitectónicos y asociaciones de materiales de

superficie como el elemento más diagnóstico.

22

Fig. 1: Mapa del área de investigación

Terrazas y agua: visión tecnológica

La presencia de terrazas para la agricultura como alternativa

productiva en el valle del Chillón, estuvo condicionada a dos

factores muy importantes: el flujo de agua permanente en el

río, que permite captar el agua hacia los canales todo el

año; los puquios u “ojos de agua” que afloran entre los 0 y

2000 m.s.n.m. y que fue decisivo por ejemplo en tiempos de

23

conflicto cuando el río o los canales podían estar afectados

por los poblados de la sierra. Pero la presencia del rio y

puquios solos por sí mismo, no son fundamentales si es que no

interviene el nivel tecnológico basado en la construcción de

canales, reservorios y terrazas. La ausencia de agua en los

valles, en este caso, del valle del Chillón y las prolongadas

sequias cíclicas, obligaron a estas comunidades, desde épocas

tempranas el equipamiento de estas instalaciones para

incrementar o asegurar la subsistencia. Estos equipamientos

fueron uno de los pilares de la economía de los pueblos

prehispánicos de la cuenca. Se han identificado varios focos

de control territorial con instalaciones masivas de terrazas

y canales que discurren por media falda de los cerros

laterales del valle. Entre Yangas y Yaso, por la margen

izquierda, a media falda del cerro, surca un canal muy

elaborado que abastecía de agua a terrazas aisladas como las

que se encuentran entre la Quebrada Huerta Vieja y Pucara,

con abundante presencia de cerámica del estilo Lima. Al

parecer, esta zona estuvo densamente poblada durante el

Periodo Intermedio Temprano (fases tardías de la Cultura

24

Lima). Aquí las terrazas son muy antiguas a juzgar por las

evidencias asociadas que son básicamente cerámica y algunas

instalaciones rudimentarias con terrazas angostas de 1.50m de

ancho como promedio

Foto 1: Vista de los diques en la Laguna de Chalhuacocha, Huaros

Otro espacio con alta concentración de terrazas es la

Quebrada de Viscas, entre Racumani, Cucucha y Tacurme

donde pudimos comprobar las instalaciones casi de 3 km2

de área, que abarca ambas márgenes de dicha quebrada. Al

llegar a la carretera, en el paraje de Cucucha, se

pueden ver grandes espacios abiertos delimitados con

muros de piedra, asociados a un montículo a manera de

templete de 30m x 10m aproximadamente. Esto -sin duda-

nos abre un panorama muy importante para entender el

Dique prehispánico

25

manejo del espacio y su explotación que dataría desde el

Periodo Intermedio Temprano o quizá más temprano. En la

actualidad, ambas márgenes del Río Chillón presentan un

panorama inerte y árido; sin embargo, al ascender un

poco hacia sus cumbres, podemos notar las huellas de

canales y terrazas que fueron aprovechadas mediante un

cultivo controlado.

El otro espacio con alta concentración de terrazas son

las faldas del Cerro Tauripunku en la jurisdicción de

San José con una extensión impresionante que abarca

desde los 2000 hasta los 2900 m.s.n.m. Se estima que las

instalaciones de terrazas cubren aproximadamente 4 km2

de área que bordea la cumbre y las faldas. Entre las

terrazas se puede notar ciertas construcciones de planta

circular a manera de instalaciones de control, que se

repiten cada cierta distancia, lo cual estaría indicando

un sistema control tanto del agua, como de las áreas de

cultivo. En todo el sistema de terrazas se pueden ver

también, las redes de canales y reservorios hoy

abandonadas por falta de agua. Las terrazas están aún

26

conservadas y fluctúan entre 2m a 10 de ancho y

contornean la topografía del cerro, según cuentan los

comuneros más ancianos, estas terrazas estaban vigentes

en pleno funcionamiento hasta la décadas de los ‘20 y

’30 del siglo pasado. Siguiendo rio arriba, vemos

también que tanto Huacosmarca y Carcas antiguos pueblos

de Huacos y Obrajillo respectivamente, poseen terrazas

continuas que llegan hasta el rio. No solo estas

instalaciones son para cultivo, sino también forman

parte de los basamentos de sus viviendas, lo cual indica

una tecnología muy desarrollada que era natural en estos

pueblos. En este sentido es necesario resaltar que la

tecnología del manejo de pendiente es una práctica

cotidiana, tanto para agricultura como para crear

espacios planos para la vivienda lo cual, es un

indicador del control de pendiente, lo que comúnmente se

llama control de laderas.

En la jurisdicción de Huaros también existen espacios

con presencia de alta concentración de terrazas; éstas

estaban asociadas a dos asentamientos prehispánicos:

27

Aynas y Huishco. Aquí las terrazas están aún en uso -

casi al 80% de su totalidad-, con dos canales que

abastecen de riego permanente: el canal de Mirpo y el

canal de Runtu, relacionados a rituales de culto al agua

(Farfán: 2002). Las terrazas de Huaracaure y Aynas

presentan cámaras de enterramiento correspondientes al

periodo Horizonte Medio, lo que nos permite fechar su

antigüedad del uso de terrazas con fines agrícolas

relacionadas a la muerte, (Farfán, 1995).

Finalmente, hay otra concentración de terrazas en las

inmediaciones de la Quebrada Pasora en la jurisdicción de

Culluhuay, ultimo poblado del valle, está asociada al

asentamiento prehispánico de Cushpa Chica y Cushpa Grande

y la gran fortaleza de Ñaupajayan, sobre los 3950

m.s.n.m., que sería el último bastión de resistencia de

los Canta contra los grupos étnicos de Chinchaycocha y

Bombón. Estas terrazas están relacionadas también a una

deidad del agua, materializada en una piedra semejante a

una mujer, similar a las que hay en el canal de Runtu de

Huaros asociada al pueblo viejo de Aynas. Otro aspecto

28

relacionado a otro personaje mítico denominado, Wa-Kon y

los Willka, versión recogida por Villar Córdova (1933).

Este mito esta relacionado a la Pachamama que según el

relato tuvo dos hijos mellizos, varón y mujer denominados

Willkas, interviene como protagonista principal el genio

maligno Wakon que devora a la madre de los mellizos, el

ave Arahuay y los pájaros Huaychau delatores del crimen;

el Añas, madre de los zorrillos que protege a los

huérfanos; y la divinidad suprema Pacha kama que permanece

oculto en todo el discurso del mito apareciendo solo al

final enviando una soga desde el hananpacha donde suben

los Willkas transformándose luego en sol y luna, (Villar

Córdova, 1933:161). En Huaros existe un paraje denominado

Shotujaja donde se cree que es la morada del Wajun que no es

otra cosa que el Wa-Kon de Villar Córdova. Este lugar

está cerca de la carretera de acceso a Huaros. Se trata

de una formación rocosa a manera de abrigo rocoso. La

gente del pueblo lo considera lugar peligroso, los niños

le tienen mucho miedo, se cree que en tardes de lluvia y

neblina este personaje sale y se lleva a los niños.

29

Por esta razón, todo acto relacionado a canales, riego,

cultivo, lagunas siempre se menciona a deidades

denominadas huacas que podrían ser ancestros, personajes

malignos, puquios, cerros, lagunas y nevados.

a) Terrazas y agua: ritos propiciatorios

Los lugares con terrazas que hemos nombrado son las más

significativas, puesto que hay muchas más en ambas

márgenes, siendo una prueba contundente de un manejo

racional, tanto del agua como del espacio que determinó

la capacidad económica de los pueblos prehispánicos que

perduran hasta la actualidad.

Foto 2: Terrazas al pie de Tauripunku

30

De este modo, podemos decir que el poder económico en

esta cuenca ha estado centrado en el control de los

sistemas hidráulicos y la agricultura, que conllevan al

manejo racional del espacio, consecuentemente del agua.

Esta relación espacio-agua incorporado a la dimensión

simbólica, nos permite entender otra relación sociedad-

ritual. Ambas relaciones están imbricadas en el manejo y

control del agua y la agricultura en las prácticas

cotidianas de la comunidad.

No es casual que en la mayoría de los asentamientos

actuales de la cuenca alta del Chillón se practiquen aun

ritos propiciatorios y fiestas dedicadas al agua. Si

bien es cierto que estos rituales son parte de la

práctica cotidiana, también es cierto, en la memoria de

los pueblos subyace el factor simbólico en una

cosmovisión compleja y que estarían ligados a

situaciones de riesgo, como es las grandes sequias, o

las lluvias torrenciales con granizo, nieve y heladas

que serían dañinos para la agricultura y la vida de los

pueblos. Por esta razón el agua y sus fuentes se han

31

sacralizado transformándose a través del rito y del mito

en huacas o pacarinas. Este fenómeno es más propenso en

sociedades con escaso recurso de agua o sociedades

propensas a sequias cíclicas, en este caso, los actos

propiciatorios son un argumento de justificación cuyas

plegarias deben ser escuchados por los dioses del agua y

de la tierra. En este sentido, estos pueblos como

Huaros, Huacos, Culluhuay, San Miguel, San Buenaventura,

San José, Lachaqui y Arahuay, tan solo de la cuenca del

Chillón, son ejemplos de esta permanencia muy arraigada

de evocar los mitos de origen de las aguas y sus

pueblos. Al parecer en este límite se consagra los

valores de reciprocidad e intercambio y la instauración

del orden, principalmente la racionalidad y manejo del

agua y los recursos.

El control simbólico de las aguas cargadas de rituales y

mitos de origen, explican con claridad la circulación

del agua dentro de un calendario agrario ligado a la

cosmovisión altamente sofisticada (Farfán: 2002). De

este modo, las evidencias materiales de estos actos

32

aparecen en los cauces de los canales, como son las

huancas, plazas sagradas y un sinnúmero de espacios a lo

largo del canal al que se le denomina “paradas” que es

una especie de espacio ritual sacralizado en tiempo del

rito. Aquí se evocan los mitos de los héroes

civilizadores, constructores de canales, mallquis

litificados, etc. Estos parajes con estos atributos son

la sustentación material de estos actos que según la

narración oral pertenecería a épocas pretéritas, es

decir a la época prehispánica. Partiendo de este

principio, asociamos a los sitios arqueológicos y su

entorno y se explicaría la continuidad cultural de estos

pueblos.

Foto3: Espacios abiertos en las terrazas

33

En la época prehispánica el poder económico siempre ha

estado ligado a la producción agrícola en terrazas tanto

en el ámbito del valle medio, como en el valle alto,

aunque debemos advertir que la ganadería fue otro

aspecto que contribuyó en la consolidación de la

economía. Este fenómeno fue un factor determinante de

estos pueblos que originaron disputas con poder

hegemónico, tales como los canta, atavillos, collis,

etc. La red de canales en ambas márgenes y las

poblaciones rurales articuladas a caminos troncales por

ambas márgenes, nos conducen a plantear la existencia de

linderos territoriales de ciertos curacazgos como los

cantas para la margen izquierda y los atavillos para la

margen derecha, condicionada al control de los recursos.

Estos linderos generaron disputas por el cultivo y al

agua, siendo posiblemente el factor más determinante que

definió el poder político en esta cuenca. Sin embargo la

ritualidad y los mitos de origen, son dos factores

vigentes todavía en los pueblos actuales de la cuenca

del Chillón, que están ligados al agua a la

34

ancestralidad y consecuentemente a la muerte. En muchos

casos las terrazas de cultivo son la morada de los

ancestros, como en el caso de las terrazas de Huracaure

y Aynas en Huaros. Si a esto le agregamos la presencia

de huancas los denominados chacrayoc o dueños de la

chacra estaríamos hablando de una estructura simbólica

muy compleja que no solo denota un factor propiciatorio

dentro del discurso mítico o ritual, sino otro factor

ordenador donde se involucra lo social lo económico y

político. De ahí que tanto el rito como el mito se

convierten en medios de control ideológico capaces de

articular el funcionamiento económico y social de estos

pueblos.

35

Foto 4: Detalle de los muros de contención de las terrazas

Discusión

El corredor geográfico del valle del Chillón, tal como

hemos dicho encierra tres dimensiones de análisis, estos

son: el valle bajo, el valle medio y el valle alto, esta

forma de ver el escenario de esta cuenca no es una

novedad, ya fue planteado por T. Dillehay (Dillehay,

1987) y Jorge Silva (Silva, 1996). Porqué insistimos en

ver bajo estas tres dimensiones el valle, a sabiendas

que podemos caer en determinismos ya superadas

ampliamente o enfoques deterministas de décadas

pasadas?. Bien sabemos que el valle muestra un potencial

36

de evidencias contundentes de asentamientos muy

organizados, por lo menos desde el Periodo Horizonte

Temprano (siglo II a.C.), con presencia de templos o

edificios sagrados como las de Huacoy, Chocas,

Cocayalta, Huarabi, Pucara, etc. Las evidencias de la

cultura Lima, (siglo IV d.C.), con evidencias basadas en

presencia de asentamientos muy dispersos en las faldas y

cumbres de los cerros del valle medio. Esta ocupación

quizá sea la más conspicua, debido a que está asociada a

terrazas, tanto habitacionales, como de cultivo.

En este contexto cronológico de las formaciones sociales

en el valle, es factible platearse la posibilidad de una

cosmovisión basada en la circulación del agua, cuyos

componentes serian: las lagunas de las punas donde se

almacena el agua y de donde se reparten por acequias y

canales; los nevados, donde nacen las aguas, las lluvias

juntamente con el trueno y el relámpago, el rio, y los

puquios. Todo este conjunto de elementos son

conformantes de la cultura del agua y está estrechamente

ligado a la agricultura. Por tanto, es obvio que

37

aparezcan ritos y mitos en torno a estos elementos que

explican la racionalidad del manejo dentro de la

sociedades tanto del valle bajo, medio y alto.

Desde tiempos muy antiguos este valle, al igual que

todos los valles costeños funcionaron considerando una

especie tripartición del espacio basado en la altitud y

espacios de uso. Pero es en el periodo Intermedio Tardío

que el crecimiento poblacional es intenso, por lo que

los recursos no abastecían, por tanto, estos poblados

accedían a otros territorios a complementar los recursos

necesarios. Bajo este principio se inspiró propuestas y

enfoques basados en los aspectos adaptativos y

complementaridad dentro de una interacción

interregional, (Murra,, 1975; Dillehay, 1987; Nielsen,

2006). La complementaridad es un modelo interpretativo

para explicar justamente sociedades en ambientes

diversos, con oportunidades económicas limitadas, por

tanto, la regulación y equilibrio en el acceso a los

recursos, solo es posible cuando se han trazado las

reglas interacción económica y cultural entre sociedades

38

coetáneas. Estas reglas estuvieron basadas en la

reciprocidad, tanto en el intercambio como en la

prestación de servicios, solo así es posible explicar

las obras de envergadura como son los canales, caminos

troncales y vecinales pero también estuvieron

organizados por una estructura de simbolismo basada en

el agua y la tierra independiente de sus linderos

étnicos y territoriales. Pero aun así, no es convincente

cómo funcionaron estas sociedades en cuanto a la

territorialidad. Rostworowski encontró documentos que

explican los linderos territoriales a través de mojones

entre los canta, los atavillos y quive (Rostworowski,

1978). Si esto es así, el control del agua estaba sujeto

no solo a un pueblo sino varios que usufructuaban a lo

largo de ambas márgenes del valle, este hecho presupone

arreglos políticos de características reciprocas y de

complementaridad para solucionar las diferencias. De

aquí se podría desprender cuales asentamientos eran los

ejes que imponían el poder, quizá sean aquellos que por

su tamaño y extensión podían asumir el control, pero aún

39

no tenemos claro este problema, será motivo de la

continuar estas investigaciones en el futuro.

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