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  • De buena gana o no, preparados o no, todos estamos involucrados en unatriple competencia global, intensa, sin reglas que la limiten. Sin embargo, lamayora de nosotros no somos competidores. Somos las apuestas. Porquel o que est en competencia es quin establecer el primer sistema mundialde gobierno que haya existido jams en la sociedad de las naciones. Se tra-ta de quin poseer y ejercer el doble poder de la autoridad y el controlsobre cada uno de nosotros como individuos y sobre todos nosotros juntoscomo una comunidad, sobre la totalidad de los seis mil millones de per-sonas que los demgrafos estiman que habitarn la Tierra a comienzos deltercer milenio.

    La competencia es intensa porque, ahora que se ha iniciado, no hayforma de revertirla ni detenerla.

    Sin reglas que la limiten porque, una vez que la competencia se hayadecidido, el mundo y todo lo que est en l -nuestra forma de vida comoi ndividuos y como ciudadanos de las naciones, nuestras familias y nuestrostrabajos, nuestro comercio y dinero, nuestros sistemas educativos y nuestrasreligiones y nuestras culturas, hasta los smbolos de nuestra identidad nacio-nal, que la mayora de nosotros siempre hemos dado por descontados-,todo habr sido poderosa y radicalmente alterado para siempre. Nadiepuede quedar exceptuado de sus efectos. Ningn sector de nuestras vidaspermanecer intacto.

    La competencia comenz y contina como un asunto que presenta tresaspectos, porque se es el nmero de rivales con suficientes recursos comopara establecer y mantener un nuevo orden mundial.

    Nadie que est familiarizado con los planes de estos tres rivales tiene

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    LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    ninguna duda de que solamente puede ganar uno de ellos. Cada uno esperaque los otros dos sean dominados y devorados por el remolino de cambioque se acerca. Siendo se el caso, parecera ineludible que su competencia

    terminara como confrontacin.En cuanto al factor tiempo involucrado, aquellos de nosotros que tene-

    mos menos de setenta aos veremos por lo menos instaladas las estructu-ras bsicas del nuevo gobierno mundial. Aquellos de nosotros de menos decuarenta, seguramente vivirn bajo su autoridad y control legislativo, ejecu-

    tivo y judicial. De hecho, los tres rivales mismos -y, a medida que pasa eltiempo, muchos otros ms- hablan de este nuevo orden mundial no comoalgo que est a la vuelta de una distante esquina del tiempo, sino como algoque es inminente. Como un sistema que ser introducido e instalado ennuestro medio hacia el fin de esta dcada final del segundo milenio.

    De lo que estn hablando estos competidores, por lo tanto, es la modifi-

    cacin ms profunda y extensa de la vida internacional, nacional y local que

    el mundo ha visto en mil aos. Y la competencia en la que estn compro-metidos puede ser descrita simplemente como el juego final del milenio.

    Diez aos antes de que esta competencia se volviera evidente para elmundo en general, el hombre que estaba destinado a convertirse en el pri-

    mero, el ms inesperado y, por lo menos para algunos, el ms inoportunode todos los competidores en este juego final del milenio, habl abier-tamente sobre lo que ya entonces vea en el camino.

    Hacia el trmino de una extensa visita a Estados Unidos en 1976, unoscuro arzobispo polaco, de Cracovia, llamado Karol Wojtyla, se presentfrente a un pblico en la ciudad de Nueva York y pronunci uno de los

    discursos ms profticos que jams se hayan dado."Estamos ahora frente a la mayor confrontacin histrica que haya

    experimentado la humanidad", dijo; ". . . una prueba para los dos mil aosde cultura y de civilizacin cristianos, con todas sus consecuencias para ladignidad humana, los derechos individuales y los derechos de las naciones".

    Pero, advirti a sus oyentes ese da de septiembre, "amplios crculos de lasociedad norteamericana y amplios crculos de la comunidad cristiana no se

    dan cuenta plenamente de esto. . ."Quiz el mundo todava estaba demasiado inmerso en el viejo sistema

    de estados-nacin, y en todos los antiguos arreglos internacionales delequilibrio de poder, para escuchar lo que estaba diciendo Wojtyla. O quiz elpropio Karol era considerado nada ms que una figura aislada clamando

    desde un pas aislado que desde haca mucho haba sido inequvocamenteeliminado de la ecuacin del poder global. O quiz, despus de la masacreindustrial de millones de seres humanos en dos guerras mundiales y enciento ochenta guerras locales, y despus de los interminables terrores dela amenaza nuclear que han marcado el avance del siglo veinte, slo por-que la sensacin era de que una confrontacin ms o menos no iba a

    significar mucha diferencia.

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

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    Cualquiera que fuese la razn, parecera que nadie que escuch o pos-teriormente ley lo que Karol Wojtyla dijo ese da tuvo la menor idea de quel estaba sealando una competencia entre las tres nicas estructuras mun-diales de poder con base internacional por la verdadera hegemona global.,,,

    En agosto de 1976 Karol Wojtyla pudo haber sido una figura aislada, almenos para muchos occidentales. Pero dos aos despus, en octubre de1978, cuando emergi de la Capilla Sixtina de Roma como el papa Juan

    Pablo II, el sucesor nmero 264 del apstol Pedro, l mismo era la cabeza dela ms extensa y profundamente experimentada de las tres potencias glo-bales que se dedicaran, en poco tiempo, a terminar con el sistema denaciones de la poltica mundial que ha definido a la sociedad humana du-rante ms de mil aos.

    De hecho, no es demasiado decir que el propsito deliberado delpontificado de Juan Pablo -la mquina que impulsa su gran poltica papal yque determina sus estrategias da a da, ao a ao- es salir victorioso deesa competencia, que ahora ya se ha iniciado. Porque es un hecho que lasapuestas que ha colocado Juan Pablo en la arena del enfrentamiento geo-

    poltico lo incluyen todo, a l mismo, su persona papal, el antiguo OficioApostlico que ahora encarna, y toda su Iglesia universal, tanto como unaorganizacin institucional sin paralelo en el mundo cuanto como un cuerpode creyentes unidos por un lazo de comunin mstica.

    Los otros dos contendientes en la arena de sta, "la mayor confron-

    tacin histrica que haya experimentado la humanidad", no son adversariosdespreciables. Ms bien, son los lderes de los poderes seculares msprofundamente atrincherados, quienes, en un sentido colectivo, actan, porsu historial, como los autores y actores fundamentales del periodo de lahistoria que, tan ha sido la peor de las pocas, que la mejor cara que

    podemos ponerle es decir que no fuimos devorados por el apocalipsis de laTercera Guerra Mundial, como si eso fuera lo mejor que el hombre pudierahacer por su semejante.

    La primera de estas dos potencias, la Unin Sovitica, est ahora con-

    ducida por el adversario ms interesante de Juan Pablo, eslavo como l.Mijal Serguievich Gorbachov fue un lder tan inesperado e impredecible enl a nueva arena del mundo como el propio Karol Wojtyla. Un hombre forni-

    do todava en su plenitud, clamando desde la oscura ciudad industrial dePrivolnoye, en el sudoeste de Rusia, Gorbachov es ahora aquello para lo quefue preparado: el Amo del Estado-Partido marxista-leninista cuyo poder yposicin en la comunidad de las naciones fueron construidos sobre setentaaos de fratricidio fsico y espiritual, realizado en nombre de una visin

    puramente sociopoltica y una ideologa profundamente de este mundo.El contendiente restante en la competencia por el nuevo orden mundial

    no es un lder individual exclusivamente de una institucin o territorio. Es un

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    LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    grupo de hombres que estn unidos en el poder, la mente y la voluntadcomo si fueran uno solo, con el propsito de alcanzar una sola meta comn:salir victoriosos de la competencia por la nueva hegemona global.

    Aunque el lder pblico y vocero reconocido de este grupo es el actualpresidente norteamericano, los contendientes que componen esta reunin

    de individuos son norteamericanos y europeos quienes, en conjunto, repre-sentan a todas las naciones de la alianza democrtica occidental.

    I ncansablemente globalistas en su visin y en sus actividades, estos

    i ndividuos operan desde dos principales bases de poder. La primera es labase de poder de las finanzas, la industria y la tecnologa. Empresarios por

    ocupacin, los hombres de esta falange se califican a s mismos, y confrecuencia los dems se refieren a ellos, como transnacionalistas en suvisin. Lo que quieren decir con el trmino "transnacionalista", es que in-tentan ejercer su carcter empresarial a nivel mundial, y lo estn haciendoen forma creciente. Saltando por encima de todas las barreras del lenguaje,

    l a raza, la ideologa, el credo, el color y el nacionalismo, ven al mundo, concierta justificacin, como la ostra que contiene todo lo que desean, y laspreciadas perlas gemelas que buscan son el desarrollo global y una buena

    vida para todos.Los miembros de la segunda falange de este grupo de contendientes

    globalistas-internacionalistas, como son llamados frecuentemente, traen con-sigo una invaluable experiencia en el gobierno, en las relaciones intergubernamentales y en el aire enrarecido de la poltica internacional. Se inclinanhacia el desarrollo de relaciones nuevas y cada vez ms amplias entre losgobiernos del mundo. Su objetivo es auspiciar una creciente cooperacinsobre una base internacional, y hacerlo mediante el mantenimiento de lapaz, al mismo tiempo que logran lo que la guerra rara vez ha logrado: el

    derrumbamiento de todas las antiguas barreras naturales y artificiales entrel as naciones.

    En la actual competencia por establecer y encabezar un solo gobiernomundial, se puede decir que, para fines prcticos, los transnacionalistas y

    l os internacionalistas actan como uno solo, constituyen un solo contendien

    te principal. Los Genuinos Globalistas del Occidente. Ambos grupos sonproductos por excelencia del sistema del capitalismo democrtico. Ambos

    estn tan estrechamente entrelazados en cuanto a sus miembros, que losi ndividuos se mueven fcil y eficazmente de un papel internacionalista a unotransnacionalista, y viceversa. Y no es lo menos importante que, en la con-frontacin total que se est desarrollando, ambos grupos compartan lamisma filosofa sobre la vida humana y su significado final... una filosofa

    que parece, ante la mirada sorprendida de algunos observadores, estar mscerca de la de Miial Gorbachov que la del papa Juan Pablo.

    Hay una gran similitud compartida por estos tres competidores geopolti-

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

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    cos. Cada uno de ellos tiene en la mente un gran designio particular para elgobierno del mundo. De hecho, ahora cada uno de ellos habla casi en losmismos trminos usados por Karol Wojtyla durante su visita a EstadosUnidos en 1976. Todos pronuncian discursos acerca de un fin del sistema denaciones de nuestra difunta civilizacin. Su competencia geopoltica se

    refiere a cul de los tres formar, dominar y administrar el sistema mun-dial que remplazar al decadente sistema de naciones.

    Hay por lo menos otra similitud entre estos grupos que vale la penasealar, fundamentalmente porque conduce a malos entendidos y a la con-fusin. Y es el lenguaje que usa cada grupo para presentar su caso ante elmundo.

    Los tres contendientes usan ms o menos trminos agradables cuandohacen propaganda a sus proyectos individuales para el nuevo orden mun-dial. Los tres declaran que el hombre y sus necesidades deben ser la medidade lo que lograrn esos proyectos individuales. Los tres hablan de libertadi ndividual y de la liberacin del hombre; de la carencia y del hambre; de sudignidad natural; de sus derechos individuales, sociales, polticos y cul-turales; de la buena vida a la que cada individuo tiene un derecho fun-damental.

    Debajo de la semejanza del lenguaje, sin embargo, yace una vasta

    diferencia en el significado y en la intencin, e historiales enormementediferentes con respecto a los logros.

    El individuo en el nuevo orden mundial de Gorbachov ser alguiencuyas necesidades y derechos estn determinados por el gobierno monopo-l ar del marxismo-leninismo. Indudablemente, todos los derechos y libertady dignidad del individuo deben medirse por lo que necesita el Partido paraseguir siendo supremo y permanente.

    En el nuevo orden mundial de los Sabios de Occidente -los mspoderosos de los Globalistas Genuinos-, los derechos y libertades del indi-viduo estaran basados en el derecho positivo, es decir, en las leyes apro

    badas por una mayora de aquellos que tendrn derecho a votar en losdiferentes niveles del nuevo sistema de administracin gubernamental yorganizacin local. Sin embargo, el gobierno superior estar muy alejadodel individuo comn.

    La dificultad bsica para el papa Juan Pablo II en ambos modelos para elnuevo orden mundial es que ninguno de ellos se arraiga en las leyes mo-

    rales de la conducta humana, reveladas por Dios a travs de las enseanzasde Cristo, tal como propone la Iglesia de Cristo. Es inconmovible en un pun-to fundamental: ningn sistema asegurar y garantizar los derechos ylibertades del individuo si no est basado en esas leyes. ste es el principiomedular del nues - i orden mundial imaginado por el pontfice.

    En consecuencia, las similitudes en la retrica pblica contribuyen msa enmascarar que a clarificar las profundas diferencias entre los contendien-tes, y las consecuencias profundamente diferentes que tiene para nosotros

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    LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    el gran designio que cada uno propone para el ordenamiento de nuestrosasuntos humanos.

    Los tres estn contendiendo por el mismo premio; pero no estn tra-bajando en el vaco de una tierra del nunca jams. Ninguno de ellos esperaque los dems cambien. El seor Gorbachov sabe que sus competidoresoccidentales no renunciarn a su fundamental igualitarismo democrtico ni

    dejarn de ser capitalistas.Mientras tanto, los capitalistas saben que Gorbachov es un decidido y

    convencido leninista, su meta es el "Paraso de los Trabajadores" mar-xista... cualquiera sea la forma en que l ahora pueda configurar esa

    temible utopa.De manera similar, ninguno de estos contendientes espera que el papa

    Juan Pablo II renuncie a su ptica cristiana del mundo del hombre ni quedeje de ser catlico romano en su estrategia geopoltica.

    I ndudablemente, tan definitiva es la escisin y la diferencia entre los

    tres, que cada uno se da cuenta que slo uno de ellos puede finalmente salirvictorioso en el juego final del milenio.

    Cuando hablaba en 1976 de "una prueba para los dos mil aos de cultura yde civilizacin cristiana", Karol Wojtyla estaba tan consciente como podaestarlo cualquier ser humano de que los soviticos pre-Gorbachov del Orien-

    te, y los Globalistas del occidente, permanecan congelados en su puntomuerto poltico, econmico y militar.

    No importaba que el imperio marxista-leninista del Oriente se estuvieradeteriorando lentamente hasta el punto de derrumbarse sobre s mismo, enruinas.

    No importaba que el Occidente estuviera destinado a su monotona deli gualitarismo democrtico, decidido a mantener su posicin pero sin ningn

    movimiento posible hacia adelante.No importaba que innumerables naciones estuvieran atrapadas en las

    fauces del punto muerto Este-Oeste. Algunos pases de Occidente, y lamayora de los del Tercer Mundo, pagaron el precio de ser desvalidos

    peones. Se encontraron atrapados en guerras sustitutas, en la hambruna yla necesidad desesperanzada, en complots para desestabilizar l os gobiernosy las economas de pases y de regiones enteras. Hasta la prisin de nacionesenteras no era algo excesivo para soportar.

    Contra todo eso, los lderes del Oriente y del Occidente permanecantozudamente comprometidos en el antiguo ejercicio de la poltica inter-nacional, reducido a sus trminos ms groseros: el mantenimiento del statuquo por medio de la constante interaccin entre la amenaza y el uso delpoder descarado.

    Esa inaceptable e insostenible condicin mundial era algo que KarolWojtyla conoca ntimamente. Para cuando fue electo Papa, haba trabajado

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

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    durante casi treinta aos junto al spero y astuto cardenal de Varsovia,Stefan Wyszynski, un hombre que gan sus galones como el "Zorro deEuropa" al planear y ejecutar la nica estrategia geopoltica -la nica estra-tegia exitosa- realizada jams por una nacin oriental satlite contra laUnin Sovitica.

    Durante todos esos aos, los dos hombres de la Iglesia -el cardenal yel futuro Papa- ya pensaban y trabajaban en trminos de lo que Wyszynskillamaba l as "tres Internacionales". se era el trmino clsico que usaba parahablar sobre l os contendientes geopolticos por el verdadero poder mun-dial.

    Wyszynski acostumbraba decir que sobre la tierra existan solamentetres Internacionales. La "Internacional Dorada" era su denominacin abre-viada de los poderes financieros del mundo, los lderes globalistas, transnacio-nales e internacionales, del Occidente.

    La "Internacional Roja" era, por supuesto, el Estado-Partido marxista-l eninista de la Unin Sovitica, de la que l y Wojtyla y sus compatriotastenan una experiencia tan larga y dolorosamente cercana.

    El tercer contendiente geopoltico -la Iglesia catlica romana-, la "In-ternacional Negra", estaba destinada, en opinin de Wyszynski, a ser eltriunfador final en cualquier enfrentamiento con esos rivales.

    Seguramente, un pensamiento semejante le parecera extravagante agran parte del mundo, incluyendo a gran parte de la jerarqua catlica delVaticano y otras partes. De todos modos, era una opinin que Karol Wojtylano slo comparta. Era la que l haba contribuido a probar contra lossoviticos y que ahora llevara al mismo papado.

    De acuerdo con la visin que Wojtyla llev al cargo y al papel del

    supremo pontfice de la Iglesia catlica romana, era impensable que el Estemarxista y el Occidente capitalista continuaran determinando el estado decosas n*cnacional. Era intolerable que el mundo debiera estar congeladoen el punto muerto de la confrontacin ideolgica, humanamente infructuo-so y enormemente deshumanizador, unido a la convivencia permisiva que

    marcaba a todos los tratos entre esas dos fuerzas, sin salida a la vista.En una jugada que era tan totalmente inesperada en ese momento que

    fue mal interpretada por la mayora del mundo -pero una jugada que era

    caracterstica, en su manifestacin, de su independencia con respecto tantoal Este como al Oeste-, el papa Juan Pablo se embarc sin demora en sujuego papal para precipitar el cambio geopoltico.

    Afines de la primavera de 1979, hizo una visita oficial, como Papa recinelecto, a su tierra natal polaca, dominada por los soviticos. All, les mani-fest por igual a los amos del leninismo y del capitalismo que las situacionesnacionales que prevalecan en los satlites soviticos y el statu quo inter-

    nacional que prevaleca en el mundo entero, eran superados y trascendidospor ciertos asuntos de una naturaleza verdaderamente geopoltica. Asuntosque defini, una y otra vez, en trminos basados exclusiva y slidamente

  • 1 8 LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    sobre principios catlicos romanos, mientras los tanques y las armas soviti-

    cas retumbaban y resonaban intilmente a su alrededor.Es una muestra de las mentalidades congeladas de aquel momento que

    pocos en el Occidente comprendieran el enorme salto ejecutado por JuanPablo en el primero de sus muchos viajes papales. La mayora de losobsrvadores lo tom como el regreso de un lder religioso a su amadaPolonia, como una visita apostlica emotiva pero por lo dems intras-cendente, completa con todo y sermones y ceremonias, y multitudes exci-

    tadas y sollozantes.Sin embargo, un comentarista que escribi en el peridico alemn

    Frankfurter Zeitung, no slo interpret con exactitud el logro papal, sino quetambin interpret la intencin papal: "A la frmula actualmente aceptada

    de la contienda internacional, se le ha sumado un nuevo factor. Es un Papaeslavo. El desequilibrio de nuestro pensamiento ha sido corregido discretapero decisivamente y, tal como fue, en forma sbita por el surgimiento deJuan Pablo. Porque su persona ha reenfocado la atencin internacionalalejndola de los dos extremos, Este y Oeste, y dirigindola sobre el real

    centro de cambio, Mitte%uropa, el bloque central de naciones europeas".Prescientemente, as como por un propsito deliberado, el primer paso

    del pontfice en la arena geopoltica se dirigi hacia el Este, hacia Polonia, laparte sensible de la Unin Sovitica. En el anlisis geopoltico de Juan Pablo, Europa, del Atlntico a los Urales, es un gigantesco columpio de poder.Europa, desde el Bltico al mar Adritico, es el centro de ese poder. Labatalla del Santo Padre era por el control de ese centro.

    Por lo tanto, dejando a un lado el comentario y la opinin del mundo, elsignificado de la incursin de Juan Pablo en Polonia no era meramente quel era un lder religioso. El significado era que l era algo ms. Era un Papageopoltico. Era un eslavo que haba venido de una nacin que siemprehaba visto su propio papel y su destino dentro de un marco geopoltico,dentro del gran cuadro de las fuerzas mundiales. Ahora, l haba hecho la

    advertencia de que intentaba tomar y ejercitar efectivamente una vez msel papel internacional que haba sido central en la tradicin de Roma, y en elpropio mandato que los catlicos sostenan que Cristo le haba conferido a

    Pedro y a cada uno de sus sucesores.Durante ms de mil quinientos aos, Roma haba mantenido una mano

    tan fuerte como era posible en cada comunidad local alrededor del anchomundo. An as, como lo que poda ser ventajoso para un lugar poda serperjudicial para otro, siempre haba sido una prctica esencial para Roma

    tomar sus decisiones ms importantes sobre la premisa de que el bien de lageocomunidad debe tener precedencia sobre todas las ventajas locales. Lapoltica internacional podra ser impulsada y regulada de acuerdo con el

    beneficio que obtendran ciertos grupos o naciones a costa de otros. Pero lageopoltica apropiadamente conducida debera servir a las necesidadesabsolutas de toda la sociedad de naciones.

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

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    A grandes rasgos, y admitiendo algunas excepciones, sa haba sido laactitud de Roma hasta que las principales potencias seculares del mundo lehaban impuesto al papado doscientos aos de inactividad. A grandes ras

    gos, sa tambin haba sido la actitud polaca, hasta que esas mismas poten-cias les haban impuesto a los polacos, como nacin, unos doscientos aosde inexistencia oficial.

    La primera seal distintiva de la carrera de Juan Pablo como pontfice

    fue que arrojara la camisa de fuerza de la inactividad papal en los principalesasuntos mundiales.

    En su viaje -a Polonia en 1979, apenas ocho_ meses despus _de sueleccin, dio la seal de que se haba iniciado el_ juego final del milenio. ~~convirti en el primero de los tres jugadores que entr a la nueva arenageopoltica.

    - ----,

    El mentor de Karol Wojtyla, el cardenal de Varsovia, Wyszynski, acostum-braba decir que "ciertos acontecimientos histricos son deseados por elSeor de la Historia, y tendrn lugar. A otros muchos acontecimientos -en

    su mayora menos importantes-, el mismo Seor est bien dispuesto". Per-mite que los hombres tengan el libre albedro de elegir entre varias opciones,y l estar de acuerdo con esas elecciones; porque, al final, todas laselecciones humanas sern escogidas como grano para el molino de Dios,que muele lentamente pero siempre muele excesivamente fino.

    Desde ese punto de vista fuera de moda, no era de maravillarse que re-pentinamente, y sin ninguno de esos laboriosos cabildeos mundiales quenormalmente rodean tales cuestiones, Karol Wojtyla estuviese colocado a lacabeza de la nica institucin georreligiosa existente y plenamente operanteen el mundo: la organizacin universal de su Iglesia catlica romana.

    Desde ese punto de vista, de hecho, era el destino de Karol Wojtyla, co-mo pa pa Juan Pafzl II, ser el primer lder mu dial en tomar una posicin cn=tra~l en- l a arena geopoltic - de l a sociedad d asnciones en el siglo veinte-.Porque-su- mesprada supremaca en el liderazgo de la Iglesia catlica nislo lo puso inmediatamente dentro de la maquinaria de la geopoltica. Lai nclinacin de su mente, su entrenaam_iento com osacerdote_en la_Poloniaa_n_a-z

    e_n_Rom,aly su trabajo como miembro de la jerarqua catlica en laPo-lonia estalinista, todo le proporcionaba las armas ms nobles probascona

    l os sistemas sociopolticos ms abyectos que el mundo hubiera ima-ginado. Era uno de los relativamente pocos individuos en una posicin de

    gran poder en el mundo que ya haba sido preparado para lo que iba a venir.Aunque en cierto sentido su nueva vida como pontfice romano era

    muy pblica, otra dimensin de esa vida le daba a Juan Pablo una cierta einvaluable inmunidad a los ojos desconfiados y curiosos. Ese ropaje blancoy ese solideo, ese Anillo del Pescador en su dedo ndice, la panoplia de la li-

    turgia papal, los atributos de la vida pontifical, todo ello significaba que la

  • 20 LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    generalidad de los lderes mundiales, as como la mayora de observadores

    y comentaristas, lo veran casi exclusivamente como un lder religioso.Para Juan Pablo, haba algunas ventajas iniciales en esa inmunidad. Por

    una parte, su notable y nuevo punto de observacin era como una ventanapoltica con una sola direccin ante la que poda estar parado, por lo menosdurante un tiempo, relativamente sin ser observado a su vez y esencialmentesin que lo molestaran. Con toda la incomparable informacin de la oficina

    papal a su disposicin, repentinamente poda adiestrar su visin con ex-traordinaria exactitud sobre toda la escena humana. Poda tamizar todosesos acontecimientos histricos sobre los que Wyszynski haba reflexionado.Poda examinarlos en trminos de lo que dara resultado polticamente, y de

    lo que sera intil. Poda formarse una imagen exacta de las pocas -las muypocas- tendencias y fuerzas inevitables del mundo que estaban afectando

    lenta y seguramente, aunque todava disimuladamente, las vidas y fortunasde las naciones a medida que el mundo se diriga hacia la dcada de los 80.

    Ms an, poda distinguir claramente a todos los jugadores -los cam-peones de esas fuerzas inevitables- a medida que emergan y salan al

    frente en la confrontacin del juego final del milenio. Aun antes de que hubiera comenzado la competencia, poda predecir de dnde tendran que lle-gar los verdaderos competidores. En trminos generales, poda bosquejardnde estaran parados y en qu direccin planearan moverse. Finalmente,una vez que estuvieran en sus lugares todos los individuos que estaran en,verdadera y seria contienda -una vez que todos los jugadores tuvierannombres y rostros, as como ideologas y programas claros-, pens que

    simplemente podra juntar las ltimas piezas.Examinando la visin que tena cada contendiente en relacin con las

    supremas realidades que gobiernan la vida humana, y prestando cuidadosa-tencin a los proyectos que ellos diseaban y perseguan en el mundo;;Tctico, l se form una idea suficientemente clara de la clase de geopolti-

    cas que ellos intentaran desplegar, y del nuevo orden mundial que inten-

    taran crear.En suma, entonces, Karol Wojtyla estaba en una posicin priviiegiada,

    desde la que poda formarse la imagen anticipada ms exacta posible de la:cena del Juego final del milenio. Poda evaluar la disposicin del terreno,

    diferenciar las fuerzas bsicas de la historia que probablemente estaranactuando en la competencia, mirar en la direccin correcta para descubrir alos posibles campeones de esas fuerzas principales, y tomar en cuenta

    cules podran ser las probabilidades de xito de ellos.Una segunda ventaja que tena para el papa Juan Pablo la peculiar

    i nmunidad papal de la que gozaba, era que los campeones que l esperabaque ingresaran a la arena del juego final no esperaban qu l fuera un

    ,contendiente, No supieron interpretarlo a l en l os mismos trminos geo-polticos que l les aplicaba a ellos. No era visto como una amenaza nisiquiera en esos crculos polticos, culturales y financieros fuera de la Iglesia

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

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    catlica donde siempre ha habido un permanente temor al "csaro-papismo".

    Un temor que implicaba una fase sospechosa de ambiciones totalitarias yantidemocrticas en cualquier Papa, quienquiera que pudiera ser. El antiguopero todava mantenido temor de que si cualquier Papa romano se salieracon la suya, daara o abolira las libertades democrticas... sobre todo, lalibertad de pensar, de experimentar y de desarrollarse polticamente. Pareca

    no haber temor de Juan Pablo como un Csar potencial.v*IrtEn realidad, sin embargo, la ambicin de Juan Pablo llegaba muy lejos.

    (Tan lejos como su visin de s mismo como el siervo de Dios que len-tamente preparara a todos los hombres y mujeres, en su condicin terrenal,

    para la salvacin eterna en la gloria del Paraso de Dios, Para muchasmentes, la combinacin de tales metas trascendentes con el discernimientomundano de un astuto geopoltico hubiera sido un escndalo inaceptable_..:

    Tal como era, no obstante -y mucho antes de que el globalismo fuerani siquiera agregado al vocabulario de los altos funcionarios de gobierno y

    de los poderosos ejecutivos de las corporaciones en todo el mundo; muchoantes de que al mundo le brindaran el espectculo de Mijaf Gorbachovcomo el supremo empresario pblico de deslumbrantes cambios en elpanorama poltico del mundo; mucho antes de que las tendencias globalis-tas que ahora se dan por sentadas fueran evidentes para la mayora de loslderes del mundo- este Papa eslavo tuvo un cierto tiempo libre para reco-

    rrer la sociedad de las naciones, con una nueva mirada dirigida a un propsitotan antiguo como el propio papado. Con una mirada que no era meramentei nternacional, sino realmente global. Y con un propsito de desplegar susplanes papales de acuerdo con esos pocos y muy seguros acontecimientosde los que el cardenal Wyszynski haba hablado como "deseados por elSeor de la Historia". De acuerdo con esas tendencias que ya estaban

    moviendo a toda la sociedad de la humanidad en la forma en que los astrosse mueven a travs de los cielos... de acuerdo con la imponente inevitabili-dad de la inquebrantable voluntad de Dios.

    Tan claramente como si hubieran sido signos coloreados marcados en unmapa, el papa Juan Pablo reconoci las inevitabilidades de la geopoltica de

    finales del siglo veinte, que ya fluan como ros irresistibles a travs delpanorama del mundo en el otoo de 1978.

    La incapacidad de Estados Unidos de mantener su anterior hegemona

    mundial era innegable por su claridad. Igualmente clara era la similar inca-pacidad de la Unin Sovitica para retener en su estrecho abrazo a todos losmiembros no-naturales de su desgarbado cuerpo. Estos dos factores soloshacan necesario dar una nueva interpretacin a los esfuerzos para formar

    una nueva "Europa". Un alineamiento de poder diferente remplazara inevi-tablemente a la antigua alianza occidental que se haba integrado con elpropsito de contrarrestar la amenaza sovitica.

  • 22

    LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

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    Luego estaba la cuestin de la Repblica Popular China (RPC). Ni el Este

    En sus rasgos ms generales, sa era esencialmente la situacin cuandosovitico ni el Occidente democrtico podan permitirse ignorar la importan-

    Juan Pablo decidi viajar a Polonia en 1979. Si Dios estaba con l, usara a sucia de China, pero ninguno haba descubierto la llave para abrir su puerta.

    propia patria -la plaque tournante

    histrica de la Europa central- para

    Cierto, la Unin Sovitica estaba comprometida con la RPC en un tango

    alterar el inaceptable statu quo de los aos de posguerra. Alcanzado esto,

    i nternacional cuidadosamente planeado y ejecutado -Leonid Brezhnev, de

    delgados chorros de innovacin y de experimentacin seran la primera

    l a Unin Sovitica, mostraba el rostro ms suave de la negociacin hacia el

    seal de que las compuertas del cambio geopoltico se abriran lentamente.i gualitarismo democrtico, mientras que China se presentaba como el ame-

    nazador gigante del marxismo-leninismo de lnea dura para espantar alOccidente hacia el corral de Brezhnev.

    Aunque ciertos lderes occidentales -de los que Jean Monnet no era sino

    La alianza democrtica estaba interesada en la danza de la dtente de

    uno entre muchos- haban estado entusiasmados durante algunas dca-Brezhnev, ciertamente. Hasta cie rto punto, era estafada, y hasta cierto pun-

    das por una idea ms bien restringida de una Europa unida comercialmente,to, vea que serva a sus propios intereses al cooperar con algunas de las

    fue en realidad la Unin Sovitica la que se impresion primero y mspropuestas de Brezhnev, los Acuerdos de Helsinki de 1975, por ejemplo, y

    profundamente por el desafo de Juan Pablo de 1979 en Polonia. Dadas lasl as negociaciones START (Strategic Arms Reduccin Talks- Coriversaciones

    condiciones internas de la URSS, eso no era absolutamente sorprendente.

    sobre Reduccin de Armas Estratgicas).

    Al ao siguiente, los amos del marxismo-leninismo del Kremlin respon-Sin embargo, el Occidente no estaba abriendo un camino defensivo

    dieron al desafo papal dndoles luz verde a los acuerdos alcanzados enhacia la puerta de Mosc. Por el contrario, las democracias occidentales

    Polonia entre los trabajadores de los astilleros de Gdansk y el gobierno es-parecan ms interesadas en abrir su propio camino hacia Pekn. Usando su

    talinista de Varsovia. De esos acuerdos se deriv el nacimiento del sindicatomejor arma -la empresarial-, el Occidente se embarc en una campaa

    urbano de Solidaridad, seguido al poco tiempo por el sindicato rural de So-para alterar la ideologa del Oriente y del Lejano Oriente con un diluvio de

    li daridad. Eran las primeras gotas de innovacin, la primera resquebrajaduraKnow-how gerencia( y tecnolgico, y con la visin, si no con la realidad,

    experimental de la Cortina de Hierro.

    de una creciente marea de las buenas cosas de la vida capitalista.

    Aunque el experimento fracas -menos, debe decirse, por la obsti-Sumamente interesante desde el punto de vista del fomento del cambio

    nacin sovitica que por la convivencia occidental y el temor a perder unageopoltico en el corto plazo, toda esta actividad enfocada sobre China tuvo

    fuente de ruano de obra barata-, Juan Pablo supo que el tema de la innova-un efecto mayor sobre la relacin entre la URSS y las naciones occidentales

    cin geopoltica ahora estaba presente en las mentes de Mosc. La cuestinque sobre el liderazgo de la RPC. Porque si China intentaba permanecer

    slo aguardaba una aplicacin ms amplia por parte de un liderazgo so-esencialmente cerrada, entonces, por lo menos en Lis etapas iniciales del

    vitico crecientemente desesperado por un nuevo alineamiento de fuerzas.juego final del milenio, Europa Central seguira siendo lo que siempre haba

    El motivo que empujaba al inters de Mosc por el desafo de Juansido: el trampoln indispensable para el poder geopoltico.

    Pablo no era la innovacin por s misma, por supuesto. El motor que im-Haba otra inevitabilidad geopoltica ms que Juan Pablo enfrent al

    pulsaba su inters era su dilema -que se volva ms urgente mes a mes-entrar a su pontificado en 1978. Y aunque afectaba directamente a toda

    de cmo aliviar las tensiones que amenazaban a la URSS con la implosinEuropa y a toda Amrica, as como a todo el imperio sovitico, no le preocu-

    econmica, sin destruir el esfuerzo sovitico dirigido hacia la victoria prole-paba profundamente a ninguno de los contendientes geopolticos excepto

    taria final en todo el mundo.al Papa polaco. En todos los territorios del mundo que fueron una vez

    _Por una de esas interesantes coincidencias que a_menuudo _acompaan aprofundamente cristianos, la realidad era que hasta los ltimos vestigios de

    las grandes fuerzas de l a historia, Mijal Go_rb_a_ch_ov ascendi a la jer-rquTl as reglas morales del cristianismo para la vida y la conducta humanas

    de,

    p_d_i central sovitico el . mismo ao que Karol Wojtyla_se convirti enestaban quedando sumergidos por el creciente predominio de una "tica

    Papa. En 1 9_7_8, bajo la dire cc _ - prsoaTdf-fi

    _5cret_ario Ge_neraTd"humana" o "sistema de valores" en el manejo y la direccin de todos los

    Mosc, el ex

    fe de la KGB Yr Ad~pov, Gorbachov fuenombra r3oasuntos pblicos y de la mayora de los individuales. Durante toda su vida

    secretario de Agricultura Soviticay secreta o--d l Cmite Central (CC) deladulta, Karol Wojtyla haba vivido en un mundo dominado por tales ticas y

    Partido Comunista de la Unin Sovitica (PCUS).sistemas de valores. Polonia haba sido enterrada viva durante doscientos

    Como el protegido ntimo y ms confiable de dos lderes supremos so-aos por tales ticas y sistemas de valores. En la mente del papa Juan Pablo

    viticos -Andropov y su sucesor inmediato, Konstantin Chernenko-, elno haba ninguna duda sobre lo que aguardaba al mundo en semejante

    joven Gorbachov trat directamente, y desde el punto de poder ms alto,clima impo.

    con el estancamiento econmico de la URSS, su ineptitud industrial, su

  • 24

    atraso sociopoltico y su deficiencia tecnolgica. En el momento en queemergi un Gorbachov plenamente maduro, en 1985, como Secretario Ge-neral del PCUS y lder supremo del aparato y del imperio sovitico, l tenauna clara comprensin de los males internos que plagaban a la Unin So-vitica y que amenazaban la revolucin mundial marxista-leninista.

    Para el papa Juan Pablo, lo ms interesante de Mijal Gorbachov comoSecretario General era que no responda a esos males de la URSS, poten-cialmente letales, como lo haba hecho cualquiera de sus predecesores. Noignoraba los problemas, por ejemplo, como haba hecho Jrushchov en suconfidencia doctrinaria y sin imaginacin de que el Occidente estaba en susltimas etapas y se derrumbara bajo el peso de su propia corrupcin.Tampoco continuaba la econmicamente insana construccin de la supe-rioridad militar de Mosc, como haba hecho Brezhnev, preparndose atomar el Occidente por asalto si la desesperacin conduca en esa direccin.

    En cambio, Gorbachov comenz a hacer el tipo de jugadas que dei nmediato lo seal, en el libro mayor de Juan Pablo, como el campen geo-poltico del Este: el tipo de jugadas que un geopoltico esperara de otro.Porque empleando formas completamente nuevas, el nuevo lder soviticocomenz a activar el verdadero y hasta entonces desaprovechado potencialgeopoltico del Estado-Partido sovitico, el otro nico aparato global que yaestaba en su lugar mundial, y que podra levantarse y correr con relativafacilidad como rival de la institucin georreligiosa catlica romana de JuanPablo.

    Rpidamente, se hizo evidente para los analistas del Vaticano que Gor-bachov interpretaba los problemas de la Unin Sovitica como ntimamenterelacionados con las tres reas fuera de la Unin Sovitica, que ya eran elobjeto de la atencin geopoltica de Juan Pablo.

    En un flanco, Gorbachov se enfrentaba al hecho de que Europa Occi-dental, con Alemania Occidental en su centro, prometa convertirse prontoen una comunidad de trescientos millones de personas con enorme podereconmico.

    En un segundo flanco, la Repblica Popular de China no slo aventajabaa la URSS demogrficamente, con una poblacin de mil quinientos millones,sino que era ms que probable que tambin lo hiciera tecnolgica y econmicamente, si la Unin Sovitica permaneca estancada econmicamente.

    Finalmente, un Estados Unidos todava prspero, con su propia influen-cia militar incrementada, haba renovado el estigma de la inaceptabilidddi nternacional contra la Unin Sovitica. El epteto del presidente Reagan,frecuentemente repetido, de "imperio del mal", yaca como una mortajai nternacional sobre cada movimiento sovitico.

    sta no era la manera de alcanzar la meta geopoltica leninista. Enconsecuencia, como el segundo verdadero geopoltico en entrar a la arenadel juego final del milenio, Mijal Gorbachov inici un nuevo orden del damundial. Clamando por atencin, lanzando centelleantes chispas de di-

    LAS LLAVES DE ESTA SANGRE EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

    25

    namismo geopoltico y de puro genio tctico, se estableci en cada niveli mportante como progenitor y hroe pblico de una nueva perspectiva paral as naciones.

    A un nivel, dirigi una campaa personal de relaciones pblicas quedebe haber hecho que la Avenida Madison enrojeciera de envidia. Cortej yse gan a sus dos enemigos ms inexorables y conservadores entre loslderes del Occidente, Ronald Reagan y Margaret Thatcher, de Inglaterra.Cortej y se gan a las Naciones Unidas con una actuacin llena de bravura,cuya sustancia qued sumergida en la marea emocional de aceptacin quel cre. En viajes sucesivos e incansables, cortej y se gan a vastas po-blaciones en Estados Unidos, Alemania Occidental, Inglaterra, Francia eItalia, dejando detrs de s una marea verdaderamente global de gorbimana.

    A otro nivel, mientras tanto -al nivel de la mecnica de la innovacingeopoltica-, para 1989, a los cuatro aos de su ascensin al liderazgo de laUnin Sovitica, Gorbachov haba logrado lo que ningn lder soviticoanterior a l haba pensado hacer jams, y probablemente no hubiera credoposible. Haba obligado al Occidente a hacer un cambio de 180 grados en supoltica de setenta aos hacia la URSS. Forz al "Grupo de las Siete" nacioneseuropeas a celebrar una reunin seminal precisamente para considerar lapresencia y las propuestas de l en el escenario mundial, y luego literal-mente asalt la reunin sin ni siquiera sacar un pie de Mosc. Y, finalmente,forz a que las importantes reuniones de las naciones europeas de junio yoctubre de 1990 trataran cuestiones inauditas. Cuestiones absolutamente vi-tales para la solucin de los problemas de la URSS y para el xito del mar-xismo-leninismo. Cuestiones tales como la integracin de Europa Oriental, yhasta de algunas partes de la propia Unin Sovitica, en la nueva ecuacinde poder europea que supuestamente tomar forma a partir de 1992.

    Cada movida que haca Gorbachov, subrayaba para Juan Pablo la com-pleta comprensin que tena el lder sovitico del poder europeo como elprimer trampoln de su visin geopoltica; su comprensin de que tal poderyaca en una Europa que fuera del Atlntico a los Urales, y su comprensinde que la bisagra de ese poder reside, como siempre ha sido, en el rea deEuropa Central desde el Adritico al mar Bltico.

    En 1989, en una jugada de ajedrecista notable por su teatralidad y suaudacia, e impregnado de la confianza de un maestro del juego, Gorbachovcomenz lo que pareca ser la "liberacin" de sus satlites de Europa Orien-tal. De ese modo, de un solo golpe, logr un inmenso bien para su causa.

    Hizo desaparecer la imagen del "imperio del mal" de la vista inter-nacional. Le quit al armazn exterior de la URSS un insoportable ncuboeconmico, y en cambio, lo puso sobre el Occidente. Y, lo que no es lo menos importante, consigui transformarse a s mismo y a su liderazgo supre-mo de la Unin Sovitica en el sine qua non de la poltica exterior de las na-ciones occidentales. El seor Gorbachov tena que recibir ayuda en toda for-ma. No deba ser puesto a merced de los "conservadores de lnea dura" del

  • 2 6 LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    Kremlin. No se puede arriesgar ninguna crtica sincera de su cruel represindel nacionalismo en las inquietas repblicas soviticas de Armenia, Georgiay Azerbaijn, por ejemplo; ni de su brutalidad con los estados blticos deLituania, Letonia y Estonia. Hasta sus flagrantes violaciones al tratado entre

    Estados Unidos y la Unin Sovitica sobre misiles INF (Intermediate RangeNuclear Forces, -Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio), que nunca an-tes haba estado fuera de los lmites de los comentarios y las quejas, fueronpasadas por alto entre el ensordecedor silencio oficial.

    La actitud hacia Gorbachov a comienzos de la dcada del milenio fueresumida clara y hasta lricamente por una carta de un respetable profesornorteamericano de ciencia poltica, publicada en The New York Times el 27de abril de 1990. "El seor Gorbachov probablemente ha hecho mayorescontribuciones al bienestar de la humanidad que ninguna otra figura polticade la historia", escribi el profesor Reo M. Christenson de la Universidad

    Miami, en Ohio. ". . Terminar la guerra fra, revertir la carrera armamentista,li berar a Europa Oriental, introducir reformas democrticas y econmicas enl a Unin Sovitica tan rpidamente como era posible, retirarse de Afganis-tn y de la mayora de los puntos en que los soviticos crearon problemasen las recientes dcadas, y mejorar la atmsfera poltica, constituyen logrossin paralelo. No puedo pensar en ningn estadista en la historia que hayahecho tanto".

    Slo se puede describir el mayor triunfo de Gorbachov como una

    victoria fenomenal en la fase del juego final del milenio. Porque en los dasi niciales de 1990, no slo los acadmicos y comentaristas sino virtualmentetodos los lderes polticos y empresariales del Occidente, a ambos lados delAtlntico, no slo estaban considerando, sino hablando y planeando sobrel a propuesta de Mijal Gorbachov sobre una nueva comunidad "europea",que comprendera alrededor de ochocientos millones de personas y que se

    extendera hacia el Oeste, desde los patios de ferrocarril de Vladivostok,hasta las playas baadas de sol de California.

    Cualquiera sea el destino geopoltico que finalmente aguarde al gor-bachovismo, indudablemente Gorbachov haba recogido con entusiasmo eldesafo lanzado en Polonia por Juan Pablo. Haba hecho ms que abrir las

    compuertas del cambio geopoltico. Haba creado una mente nueva enOccidente. O, ms precisamente, haba hecho que el Occidente adoptara sumentalidad y satisficiera sus necesidades. Haba incluido exitosamente a laUnin Sovitica en las entraas mismas de la vida econmica y de la ma-

    quinaria del nuevo mundo que estaba naciendo. A partir de ahora, el gor-bachovismo -y el wojtylismo- sern factores potentes en la activacin del a sociedad de las naciones, aun cuando uno o ambos lderes dejen laescena humana o sean derrocados de sus puestos de liderazgo supremo.

    Como Papa que es, sera tpico que Juan Pablo rezara para que un da Mijal

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

    27

    Gorbachov entre a la casa de Dios que construy Pedro, no porque como

    leninista codicia la Iglesia romana como la herramienta de poder geopolticoque es, y no porque necesita la cooperacin del pontfice como eslavo y suigual geopoltico, sino como un penitente en oracin. Gorbachov fue bauti-zado de nio, despus de todo, y era un creyente que iba a la iglesia en suniez. Quiz no sea demasiado esperar que el lder sovitico no sea to-talmente insensible a la gracia de su antigua fe..4

    Como el geopoltico que es, no obstante, Juan Pablo, de manera igualmen-te tpica, no permitira que esas plegarias y esperanzas, aunque son profun-damente genuinas, nublaran o remplazaran su clara comprensin del proyec-to que Mijal Gorbachov ha formado para el nuevo orden mundial: el proyecto

    que l y sus colaboradores del Estado-Partido sovitico estn plenamenteconfiados que instalarn, como triunfadores en sta, "la mayor confron-tacin histrica que ha experimentado la humanidad".

    Para Juan Pablo, no hay ningn misterio en el designio de Gorbachov.

    Es la versin de finales del siglo veinte del viejo "Paraso de los Trabaja-dores" de Lenin, pero inteligentemente expurgada de las crudezas y estupideces que obstaculizaban la visin de Lenin. La definicin de Lenin de larevolucin proletaria, por ejemplo, ha sido extendida para abarcar algomucho ms amplio que las masas de trabajadores. La nueva revolucinl eninista liberar a todas las personas de la esclavitud y de la insignificancia

    de la vida cotidiana, incluyendo la insignificancia antes caracterstica delmarxismo. Compartir el terreno con los capitalistas en la solucin de losproblemas mundiales. Y har todo eso incansablemente, claramente, slopor amor al hombre. El hombre se llevar el crdito por todo ello, en la cer-teza de que el propio hombre es el creador de todas las cosas buenas yagradables.

    A nivel geopoltico, el designio gorbachovista para un nuevo ordenmundial contempla una situacin en la que todos los gobiernos nacionales,como ahora los conocemos, dejarn de existir. Habr un centro de gobiernol ocalizado en Mosc y dominado exclusivamente por el Partido Comunista

    del Mundo (PCM). Las estructuras gobernantes de las diferentes nacionesestarn llenas de personas designadas por el PCM, y sern reproduccionesdel PCM en su estructura, aunque no en poder.

    Todas las cuestiones militares y de seguridad estarn en manos del

    PCM y de sus representantes en todas las naciones. Mientras tanto, lageoeconoma del nuevo orden mundial incorporar todas las leccionesprcticas que los comunistas han aprendido de las economas de mercado

    de las democracias occidentales, pero conservar el principio centralizadordel marxismo-leninismo.

    El PCM tambin se har cargo del sistema cultural de valores del nuevoorden mundial. La religin ser abolida. Pero corno el espritu que hay en elhombre requiere un alimento especfico que proporcionaba , en el pasadol as religiones organizadas, ese alimento continuar como una cuestin de

  • 2 8 LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    necesidad prctica. Sin embargo, se asegurar que la columna vertebral delnuevo sistema de valores est constituida no por el valor de Dios y lascualidades de Dios, sino exclusivamente por el valor humano y las cuali-dades humanas.

    Con esta finalidad, la educacin del individuo debe ser un asunto que

    vaya de la cuna a la tumba. Por una parte, debe haber una revisin y unesfuerzo constantes, durante toda la vida, de la comprensin que tenga eli ndividuo del leninismo puro, con su nfasis en la total dependencia deli ndividuo con respecto a la direccin general del PCM. Por otra parte, un

    esfuerzo educativo paralelo eliminar todas las ideas sobre los derechosciviles y polticos que en la actualidad se renen en torno de la democraciacapitalista, fundamentalmente, la idea de que hay ciertos derechos inalie-nables del ciudadano que son superiores a las necesidades del PCM.

    El papa Juan Pablo est consciente de que tal interpretacin de la visin

    geopoltica de Gorbachov para el nuevo orden mundial va en contra de laesperanza retrica actual de Occidente. Retrica que por el momento secontenta con ronronear que la democracia ha ganado por fin su larga batallacon el marxismo-leninismo, que Gorbachov ha visto la luz en la cima de lacolina capitalista y est abrindose camino valerosamente ascendiendo poresa ladera.

    A pesar de eso, la realidad tal como la ve Juan Pablo parece inclinarse

    en otra direccin. Mijal Gorbachov le ha dicho directamente al mundo quel es leninista, y que seguir siendo un leninista. Casi con esas mismaspalabras, de hecho, Gorbachov les dijo a los cuadros del PCUS de Mosc,en noviembre de 1989: "Soy un leninista, dedicado a alcanzar las metas dell eninismo y la unin leninista mundial de todos los trabajadores bajo la

    bandera del marxismo". El papa Juan Pablo ha aprendido por una largaexperiencia cundo tomarle la palabra a un lder sovitico.

    Adems, Gorbachov tiene a su disposicin la maquinaria global de laestructura leninista para llevar a la prctica su proyecto, y tiene el combus-tible de una perdurable geoideologa que comparten innumerables millonesde hombres y mujeres en todo el mundo.

    Y finalmente, hasta entre la poblacin mundial que puede no compartirni interesarse por el ideal marxista-leninista, la visin materialista de la vida,que ha llegado a ser tan dominante, ya ha demostrado que es enteramente

    compatible en aspectos importantes con el leninismo clsico de Gorbachov,renovado como est a la luz de los acontecimientos histricos posteriores al a poca de Lenin.

    Mientras tanto, del otro lado de la moneda, dos debilidades principales

    persiguen a cada movimiento de Gorbachov. Primero, l se mantiene o caedependiendo del apoyo de la KGB, del apoyo del Cuerpo del ComandoCentral del Ejrcito Rojo dentro del supersecreto Consejo de Defensa de laURSS, y del apoyo del Comit Central del PCUS. Los tres son leninistasacrrimos. l tiene que asegurarse de que sus credenciales leninistas sigan

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

    29

    siendo impecables. Porque sin esa troika, el carruaje de la conquista geo-

    poltica de Gorbachov quedara inmovilizado. Estara terminado.Y segundo, no puede, con ningn grado de impunidad, echar por la

    borda la autoridad centralizada del Estado-Partido. Desprovista de esa auto-ridad, la URSS ya no tiene razn de existir. Y sin embargo, si quiere triunfar

    en el juego final, Gorbachov debe construir un puente practicable entre esaorganizacin centralizante y la economa de mercado de estilo occidental,

    sin la cual su Perestroika j ams despegar.Ambas debilidades le provocan dos preguntas torturantes: cun lejos

    es demasiado lejos? Cun lejos puede ir en la "liberacin" de los satlites y

    de las repblicas disidentes del Estado-Partido sin violar las exigenciasestratgicas de ese Estado-Partido? Hasta dnde puede liberalizar la econo-ma de la URSS sin su conversin de facto en un sistema capitalista, tan re-

    pugnante para sus partidarios leninistas?Desde el punto de vista del papa Juan Pablo, sin embargo, la mayor

    debilidad del proyecto de Gorbachov para el nuevo orden mundial reside ensu negacin de la existencia de Dios, en su inconmovible cultivo del hombrecomo una criatura completa y solamente de la naturaleza y del PCM. Cualquierproyecto basado en un principio semejante es al mismo tiempo inaceptable

    e impracticable, sostiene el Papa, por una sola razn. Es una cruel negacinde las aspiraciones ms altas del hombre. Es una violacin del instinto msprofundo del hombre... adorar a Dios, y de su deseo ms profundo. . . vivir

    eternamente, no morir jams.El Papa afirm abiertamente en Checoslovaquia, durante su visita de

    abril de 1990: "Ha quedado demostrado que la pretensin de construir un

    a

    mundo sin Dios es una ilusin... Tal esperanza se ha revelado como una

    0/

    trgica utopa... porque el hombre es incapaz de ser feliz si queda excluida

    l a trascendente relacin con Dios".'

    j~~'a

    r c ~ a

    A nrmera vista, parece que los campeones del capitalismo occidental -!ostransnacionalistas de Amrica y de Europa- son, con mucho, los arquitec-tos ms efectivos y poderosos de un nuevo orden mundial, por la simple

    razn de"que su base de poder se apoya sobre los pilares indispensables del

    dinero y la tecnologa.Dados sus antecedentes y su historia, estos Globalistas del Occidente

    han desarrollado un designio totalmente diferente del de Gorbachov, tantopara establecer un nuevo orden mundial como para nutrirlo y desarrollarlouna vez que est en su lugar. Su plan es ampliar el alcance de lo que hacen

    tan bien: explotar al mximo el capitalismo democrtico y el igualitarismodemocrtico. Ellos dicen que el nuevo orden mundial se desarrollarorgnicamente a partir de la idea fundamental de una democracia de Es-

    tado-nacin para convertirse en un sistema geopoltico de reglamentacin

    mundial.

  • 30 LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    El padre de esta versin del nuevo orden mundial ser la interde-pendencia de las naciones. Su madre ser ese proceso peculiarmente mo-derno llamado desarrollo internacional. Las parteras sern el empresario, elbanquero, el tecncrata, el cientfico y, finalmente, el abogado. Ser reci-bido entre las sbanas estampadas de pactos y acuerdos, coinversiones y

    fusiones, contratos y convenios y tratados internacionales, firmados y re-frendados por el burcrata poltico, y sellados con el sello de las NacionesUnidas.

    Es un tributo a la humanidad geopoltica de Mijal Gorbachov que hayauna coincidencia casi perfecta entre el marco que ha elegido como mtodo

    para acercarse a sus metas geopolticas y el marco adoptado por el presidenteBush y el secretario de Estado James Baker III, como lderes pblicos yvoceros de los Globalistas del Occidente, transr acionalistas-internacionalis-tas. Ellos expresan el marco en trminos de tres esferas concntricas deunidad internacional: la Comunidad Econmica Europea; la Gran Europa,

    compuesta por los Estados de Europa Occidental, los ex satlites orientalesde la Unin Sovitica y la misma URSS, y, finalmente, ambas geopolticamen-te soldadas con Estados Unidos.

    Nuevamente, como ha hecho Gorbachov, los lderes ms influyentes deeste grupo globalista, los Sabios de Occidente, han tomado en cuenta lasprincipales fuentes de desequilibrio que deben ser atendidas antes de quese pueda estabilizar su proyecto globalista para un nuevo orden mundial. La

    ominosa amenaza de una Repblica Popular de China aislada podra ser loque lo echara a perder, y por lo tanto, debe ser contrarrestada y desviada.Debe reglamentarse el papel de Alemania Occidental -ya poderosa y queahora se reunificar con su mitad oriental-, para apaciguar los temores del os soviticos y de la mayora de los europeos occidentales concernientes acualquier renacimiento del imperialismo alemn. Y -homenaje de homena-jes- debe ayudarse a Mijal Gorbachov para que sea capaz de reformar im-punemente la estructura econmico-poltica de la Unin Sovitica.

    Si se pueden remediar estas fuentes principales de desequilibrio, en-tonces -teniendo el tiempo- este tercer grupo contendiente en el juego

    final del milenio se ve a s mismo al alcance de una estructura geopoltica. Enrealidad, los Globalistas ya se ven a s mismos en el centro mismo de unatransicin ordenada -una evolucin orgnica- de la divisiva poltica de la

    nacin-Estado de ayer a un nuevo orden mundial. Ms an, ven todo el pro-ceso como si tuviera la naturaleza de una consecuencia lgica. Su suposi-cin es que el antiguo internacionalismo, aliado con el nuevo transnaciona-lismo de base capitalista, llevar el igualitarismo democrtico a un nivelgeopoltico. En resumen, suponen que el nuevo orden mundial ser una

    consecuencia lgica del modo de la poltica democrtica de ayer.Con esa fcil transicin ya visiblemente en camino en todo el mundo,

    l os Globalistas occidentales no sienten que se estn precipitando muchocuando hablan del futuro premio final. Precisamente sobre el horizonte,

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

    dicen ellos, todava fuera de la vista pero firmemente supuestas a estar all,esperndonos a todos, se extienden las sonrientes praderas de la abundan

    cia para todos; y, no mucho ms lejos de ellas, se extienden las ondulada!llanuras de la continua perfectibilidad del hombre.

    No hay duda de que en la mente de Juan Pablo los Globalistas occidentales

    son verdaderos y poderosos contendientes en el juego final del milenio, ode que ellos ya estn determinando ciertos contornos y aspectos de nuestravida global. Pero eso no significa negar que en la posicin occidental hay

    debilidades especficas y prcticas de importancia.De los tres principales contendientes en la lucha por formar un nuevo

    orden mundial, los capitalistas occidentales son los nicos que todavadeben formar una verdadera estructura geopoltica. En consecuencia, lacuestin ms seria que enfrentan es si puede haber en realidad una evolu-

    cin orgnica del igualitarismo democrtico del campo capitalista hacia un

    modo geopoltico.En este sentido, seguramente fue la reciente evolucin democrtica de

    Europa Oriental lo que impuls a Francis Fukuyama, un funcionario delDepartamento de Estado norteamericano que estudi en Harvard, a argumentar categricamente que no puede haber una evolucin orgnica del

    i gualitarismo democrtico hacia algo superior de su misma clase. A argu-mentar, de hecho, que no hay ninguna evolucin posible del pensamiento

    poltico ms all de la idea de la democracia liberal.Tan inflexible es el seor Fukuyama que su opinin equivale a nada

    menos que a un interdicto. Un argumento serio tomando seriamente que elpensamiento humano, en materia de gobierno democrtico, ha alcanzadoel lmite exterior. Un argumento serio de que si la historia puede definirse nocomo una serie de acontecimientos, sino como la fuerza viva de ideas nue-

    vas, encarnadas en instituciones polticas adecuadas para servir de vehculoa esas ideas, entonces la historia del igualitarismo democrtico ha ter-

    minado.La idea fundamental de la democracia (gobierno de, por y para el

    pueblo, con sus instituciones subordinadas que garantizan tanto la continui-dad en el gobierno como los derechos fundamentales al nivel personal y alnivel cvico de la vida) es inviolable en sus elementos estructurales. Quite-

    mos cualquier elemento -el derecho de voto, digamos, o el derecho de

    libre asociacin- y la estructura entera pierde su integridad. Volquemos labalanza en favor de un brazo institucional -el ejecutivo sobre el legislativo,

    o el legislativo sobre el judicial- y el sistema ordenado se estropea. Adop-temos slo una de las condiciones de la democracia -tomemos nuevamente

    la libre asociacin-, o hasta tres o cuatro, y como el seor Gorbachov estaprendiendo actualmente por la va difcil, no tendremos nada que se parezca

    al igualitarismo democrtico de Estados Unidos o de Gran Bretaa.

  • 32 LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    La realidad de asunto es, sin embargo, que cualquier estructura geo-

    poltica digna de ese nombre necesitara un rgimen enteramente diferentede derechos y deberes. En un orden realmente mundial, no sera posiblereglamentar una eleccin de altos funcionarios en la misma forma en que loexige el igualitarismo democrtico. Los referndums generales tambinseran imposibles.

    Tan obvia ha sido esta dificultad -y durante un tiempo mucho msl argo de que lleva el seor Fukuyama en el escenario- que desde hacemucho se han preparado guiones de advertencia en el propio campo democrtico capitalista. Guiones que muestran con considerable detalle cmoy por qu, en la transicin hacia un orden mundial, los diversos procesos dela democracia tendran que ser la carga de grupos selectos, escogidos a suvez por otros grupos selectos.

    Se necesita poca imaginacin para ver que una situacin semejante noes probable que conduzca al igualitarismo, democrtico o lo que sea. Tam-

    poco es probable que conduzca a las amplias llanuras onduladas ni a lassonrientes praderas del contento popular.

    Aun cuando sean correctas las ms austeras evaluaciones de la estruc-tura global que probablemente salga de proyecto capitalista, sa no es lanica debilidad que enfrenta el Occidente. Absortas como estn por venceren la competencia, las democracias occidentales tienden a ocultarse a smismas dos problemas adicionales que son de primordial importancia en laevaluacin que hace Juan Pablo de sus probabilidades de xito.

    El primero es el problema del tiempo. En el momento actual no hay unaestructura geopoltica -o siquiera el modelo para dicha estructura- propiadel igualitarismo democrtico o nacida de sus propios principios sociopolticos. Muy aparte de rgido interdicto de Fukuyama, que indica que tal elabo-racin de! ~:_3~~tarismo democrtico es ahora imposible, no parece haberningn tiempo d!sporlible para que los campeones de la democracia occi-

    der.n; intern hacer esa elaboracin. La rapidez y urgencia de los aconte-ci;nientos, unidas a la continua preparacin geopoltica del gorbachovismo,no concede tiempo libre para la experimentacin cautelosa. Un nuevo or-

    den mundial est prcticamente encima nuestro, exigiendo una estructurageopoltica en el aqu y ahora inmediatos.

    E! segundo es el problema de la moralidad: de una base moral como lasamarras necesarias para cualquier sistema de gobierno, sea nacional oglobal. En s y de s mismo, el capitalismo no tiene, ni lo requiere para su

    funcionamiento especfico, ningn precepto moral ni cdigo de moralidad.Lo que actualmente pasa por esa base moral no es nada ms que exigencia

    moral; las necesidades urgentes que exigen una accin inmediata recibenrespuesta caso por caso.

    Hablando en el Castillo de Praga el 21 de abril de 1990, Juan Pablo fuemuy claro en su advertencia a los checoslovacos recin liberados de que, alli brarse del comunismo, no deban remplazarlo con "el secularismo, la indi-

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

    33

    ferencia, el consumismo hedonstico, el materialismo prctico y tambin elatesmo formal que plagan al Occidente".

    Juan Pablo ya ve que las exigencias impuestas por Gorbachov y elgorbachovismo sobre las democracias occidentales pueden evocar, y evo-

    can en ellas, el mismo tipo de crueldad y de falta de compasin que lossoviticos han exhibido largo tiempo como conducta cotidiana. l ya havisto, por ejemplo, la actitud de Estados Unidos ante las violaciones y el

    genocidio en el Tbet, ante la cruel opresin de la democracia en Myanmar(antes Birmania) y en la RPC, ante el genocidio perpetrado por los indone-sios contra los de Timor Oriental, y ante la guerra de exterminio que HafezAssad de Siria ha lanzado contra las comunidades cristianas de su tierra.

    Por lo tanto, es suficientemente evidente, por lo menos para l papa

    Juan Pablo, que mientras Mijal Gorbachov elabora su posicin ideolgicadentro de la nueva arquitectura de Europa, las principales tendencias de lanueva sociedad global comienzan a tomar el color del designio marxista-

    l eninista de Gorbachov.Dicho de otra manera, es suficientemente evidente que, si hasta hoy el

    mayor triunfo geopoltico de Gorbachov ha sido la creacin de una nuevamentalidad en el Occidente, que es compatible con su gran proyecto leninista para el nuevo orden mundial, entonces la consecuente debilidad deldesignio capitalista reside en el hecho de que los Globalistas occidentales

    piensan que ellos estn al mando de las fuerzas de cambio.Es verdad que hay poca pelea entre Gorbachov y los capitalistas acerca

    de la necesidad que ambos ven de llenar nuestros estmagos con comidafresca, y nuestras mentes con conocimientos frescos, y nuestro mundo conaire y agua frescos.

    Sin embargo, la dificultad llega con la condicin leninista, incrustada en

    el gorbachovismo, de que jams debemos repetir el famoso grito del fil-sofo alemn Martin Heidegger: "S que slo Dios puede salvarnos".

    Aun concedindoles a los Globalistas occidentales el tiempo necesario

    para lograr su designio mundial, las cuestiones de la estructura y del apunta-l amiento moral llevan, por lo tanto, al papa Juan Pablo y a muchos otros, aanticipar cul ser el efecto total del modelo globalista occidental sobre lasociedad de las naciones.

    A pesar de l as buenas intenciones, uno puede prever la muerte deli gualitarismo democrtico tal como lo hemos conocido. Uno puede predecirel ascenso de enormes burocracias para gobernar cada fase del desarrollo

    cvico. Uno puede esperar la insercin del elemento estatista en todas lasfases de la vida privada, y la lenta eliminacin de la compasin, del buengusto, del fantstico optimismo que ha hecho a la humanidad aventurarseen este cosmos, y, finalmente, de la propia verdad como la regla bsica de la

    mente humana en su bsqueda del conocimiento.Desgraciadamente para todos nosotros, no se aprende rpidamente la

    leccin ,Je que en este nuevo plano globalista, una vez que se establece una

  • 34 LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    estructura geopoltica, se ponen al mando fuerzas poderosas que son difcilesde cambiar. Como ya ha observado el nuevo lder de Checoslovaquia,Vaclav Havel: "En los decretos organizativos, es verdaderamente difcil en-contrar a ese Dios que es el nico que puede salvarnos".

    El mundo contemporneo sobre el que el papa Juan Pablo lanza su miradacomprensiva, no es un lugar ordenado. Est abarrotado de todo tipo degrupos, grandes y pequeos, capaces de dirigir una mayor o menor pu-

    blicidad, todos manifestando sus propias pretensiones globalistas.De hecho, muchos de esos grupos ya haban reclamado un lugar en l a

    escena mundial mucho antes de que Karol Wojtyla ocupara su propia posi-cin en la arena geopoltica como Papa Algunos grupos fueron inspiradospor la creacin de las Naciones Unidas. Otros, a quienes les disgustaba lai nstitucin, propusieron su propia forma de globalismo. Otros grupos ms,

    antiguos y modernos, elaboraron extensos planes en nombre de algunacreencia religiosa o de alguna filosofa acerca de la vida humana.

    Comn a todos estos aspirantes a contendientes globalistas es el hechoque, por s mismos, carecen hasta de los instrumentos ms bsicos para unacontienda geopoltica prctica. No tienen una organizacin extensa, articul ada, y ni siquiera los medios para abarcar a todas las naciones, mucho

    menos el poder de encarrilar al mundo en la forma de vida globalista de sueleccin.

    Algunos de estos grupos simplemente han decidido soportar su propiai mpotencia geopoltica, en la creencia de que algn da, de algn modo,l ograrn un status global y una capacidad a la medida de sus ambiciones.

    De inters fundamental para Juan Pablo, en trminos de la influenciaque tienen actualmente, sin embargo, son ciertos grupos ms audaces, que

    planean conseguir un viaje hacia el status y la supremaca globales trepn-dose a cualquier vehculo que parece dirigirse en esa direccin.

    En particular, sos son los miles de grupos de la Nueva Era que hay en

    nuestro medio. Y tales son, tambin, los as llamados Mega-religiosos, aque-llos que estn persuadidos, y que trabajan para persuadirnos a todos nosotros, que todas las religiones del mundo se estn fundiendo en unamegarreligin de la humanidad que alcanza a todo el globo.

    Los miembros y voceros de ambos grupos se ponen poticos acerca desu visin. En su gran proyecto imaginario, el nuevo orden mundial ser ungran Templo del Entendimiento Humano. La verdadera casa global de todasl as naciones todava resonar con los lenguajes de cada raza y cada tribu,

    pero todos estarn armonizados en uno. Su Templo del Entendimiento Hu-mano estar techado con la lealtad omnicomprensiva hacia el bien comn.Sus paredes estarn decoradas con los iconos de los nuevos valores: paz,salud, respeto por la Tierra y devocin al medio ambiente. Pero por encimade todo, estar el gran icono del Entendimiento. La divinidad que exista ser

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

    35

    aceptada como encarnada en el hombre; la divinidad de, para y por -y noslo dentro de- la humanidad. Todas las otras formas y conceptos dedivinidad se derretirn, ya se estn derritiendo, fusionndose suave e irre-sistiblemente en el Entendimiento del propio poder divino e inherente a la

    humanidad de dar forma a su propio destino.Para Juan Pablo, el inters principal de estos grupos es que se pasan los

    das sangrando el poder geopoltico de los dems. Decididos a predisponertantas mentes como sea posible a la tarea de alcanzar el cielo en la tierra,

    han desarrollado la infiltracin hasta convertirla en un arte superior. Pareci-dos a los camaleones, se los encuentra tostndose al sol en la cima delpoder en todas partes del Occidente, en consejos de administracin transnacio-nalistas y burocracias internacionalistas, en las jerarquas de las iglesiascatlica romana, ortodoxa y otras iglesias cristianas, en los principales en-

    claves judos e islmicos que ya estn dedicados a la completa occidentali-zacin de la cultura y de la civilizacin.

    Ni los de la Nueva Era ni los Megarreligiosos son, finalmente, menosdesvalidos que cualquiera de los muchos pretendientes que se amontonan

    en los bordes de la arena, en la que el juego final del milenio ya se hatransformado en un juego de poder... poder entendido, poder posedo y

    poder ejercido.Acosados por imgenes de grandeza e ilusiones de un futuro geo-

    poltico favorable para ellos, los de la Nueva Era y Megarreligiosos no slocarecen de una geoestructura. Deben ir mendigando trocitos de georreli

    gin y pedazos de geoideologa, y estn totalmente desprovistos de un geo-marco-mental realista y redondeado.

    El efecto importante de estos soadores globalistas en la contiendageopoltica, es el peso que suman a las fuerzas ya decididas a disponer almundo hacia la idea de una utopa terrenal, alejndolo de todo conoci

    miento de la verdad trascendental de un Dios amante que, como est con-vencido Juan Pablo, tiene reservado un designio muy diferente de cualquiera

    que ellos sean capaces de imaginar.

    Entre los contendientes fundamentales que dominan los movimientos eco-nmicos y polticos para formar y controlar el nuevo orden mundial, el papa

    Juan Pablo permanece aparte en varios sentidos.Primero, l es nico de los tres cuya visin dl gran designio para ese

    orden mundial ha padecido una abrupta revisin del ms serio carcter. Yque, desde el primer momento de su ascensin al poder, ha enfrentadc un

    esfuerzo concertado interno de su propia organizacin; en realidad, porparte de algunos de los miembros de su jerarqua que detentan ms poderpara disputarle su total estructura georreligiosa y geopoltica de su controlcomo pontfice. Un esfuerzo atrincherado para quitarle las Llaves a Pedro, ypara dividir los despojos del poder que reside nicamente en su autoridad.

  • 36 LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    En contraste, y a pesar de todo el genio de Mijal Gorbachov comogeopoltico innovador e imaginativo, el lder sovitico es el heredero de unamentalidad y de una organizacin que permanecen comprometidas con laideologa y las metas leninistas, como sea que se vayan a alcanzar. Y, a pesarde todas sus dificultades al tratar de timonear a la Unin Sovitica hacia elro del progreso de Europa Occidental -evitando naufragar, lo mejor quepuede, contra la roca de la lnea dura estalinista, al mismo tiempo que ma-niobra alrededor del difcil lugar de la implosin y desintegracin del sistemal eninista-, nunca ha estado a merced de fuerzas de adentro de su propiacasa que claman por un resultado final que sea diferente al mismo que lpersigue. Ni los problemas que enfrenta Gorbachov, ni los medios audaces

    y sin precedentes que ha adoptado para superar esos problemas, le propor-cionan a Juan Pablo una evidencia realista y persuasiva de que la visin deGorbachov del gran designio final est en contradiccin, ya sea con la visinseminal de Lenin o con los objetivos de los elementos ms poderosos de supropio partido. La pelea en la URSS no es sobre el fin que debe desearse,sino sobre los medios para alcanzar ese fin.

    De la misma manera, los Sabios de Occidente proceden con la mismaesperanza que siempre han compartido, de que su espritu animador sersuficiente para propagar el igualitarismo democrtico a una estructura geopoltica coherente, y no irrrportan los contradictores. Son como uno solo ensu intento por desmentir la mxima medieval: "La esperanza es una buenacompaera, pero una mala gua". Hasta el hecho de que hayan sido forzadospor Gorbachov a hacer una profunda revisin de sus planes anteriores no es

    un cambio revolucionario en s mismo, porque con la mayor frecuencia hasido cierto, durante los ltimos setenta aos, que el,liderazgo sovitico ha si-do el agente activo en los asuntos internacionales, y que el Occidente haaprovechado su papel como poderoso agente reactivo. En el Occidentepuede haber tantas opiniones como hay en la Unin Sovitica sobre elcamino a seguir en cualquier situacin especfica. Pero acerca del resultado

    final que se desea y se busca, no hay desunin fundamental. Por lo menosen ese sentido, el Occidente no es una casa que est irreparablementedividida.

    Cuando Juan Pablo se lanz al juego final del milenio -cuando lo inici-,todas sus jugadas estaban ligadas a su visin clara, pero decididamente del argo alcance, de que podra sustituir los planes tanto de Oriente como

    de Occidente; y ms, que podra influenciar y finalmente suplantar esosplanes de las superpotencias con algn sistema que ya no ligara la condicindel mundo entero a los barmetros del xito de Mosc y de Washington,sino a las necesidades legtimas y absolutas de la humanidad entera.

    Aunque alguno de los lderes mundiales de 1978 y de 1979 hubierasabido lo que Juan Pablo tena en su mente en relacin con ellos, ninguno

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO

    37

    se hubiera aventurado a suponer que la Europa Central, semillero de lapoltica y de las guerras del siglo diecinueve, se transformara en la arenareal de la contienda por la hegemona mundial de fines del siglo veinte.

    Porque, en efecto, esos lderes aceptaban la Cortina de Hierro como unelemento permanente de la vida internacional, como una especie de centroconfiable con el que podan contar mientras ellos avanzaban con sus con-tenciosas agendas.

    La mayora esperaba que Estados Unidos, Europa Occidental y Japn

    continuaran como los gigantes trilaterales de su campo. Los propios gigan-tes esperaban que, con el tiempo, seran capaces de tejer y extender una redde cambio profundo en las condiciones de vida en todo el mundo. Se espe-raba que, con el tiempo, un cambio tan profundo conducira a la creacin de

    una casa geopoltica en la que la sociedad de las naciones vivira feliz parasiempre. Mas, se esperaba que, con el tiempo, a medida que el Occidenteconstruyera la estructura de un mundo nuevo sobre los cimientos de sudestreza tecnolgica, comercial y desarrollista, simultneamente agotara al a Unin Sovitica hasta rendirla con estos mismos medios.

    El programa de Juan Pablo estaba resuelto a barrer todos esos planes yhacerlos a un lado. El sufrimiento causado por la divisin Este-Oeste erademasiado intenso -demasiado urgente y demasiado extenso- comopara ser aceptable como el centro permanente o el elemento confiable del os planes de cualquiera. Por lo tanto, lleg al papado con la certeza de saberque el antiguo orden deba desaparecer.

    Ms an, la propia certeza del Santo Padre de que el centro de cambiodeba estar dentro de Europa Oriental no era mero capricho o terquedad odeseo personal. Ni siquiera era suerte o intuicin ineducada. Estaba basadoen la cuidadosa penetracin de lo que el Occidente haba considerado largo

    tiempo como el enigma sovitico. Estaba enraizado en los hechos de unai nteligencia prctica, hechos que analizaba sin el impedimento de una ideo-loga enraizada en los motivos del lucro o seducida por el canto de la sirenadel crudo poder.

    En consecuencia, el papa Juan Pablo no se sorprendi por su tempranavictoria en Polonia, en 1979. Tampoco lo sorprendi que no fuera el Oc-cidente, sino la Unin Sovitica -el constante catalizador de los asuntos del

    siglo veinte- quien viera su ventaja en el desplazamiento del centro de laactividad significativa, alejndolo de la agenda que haba sido fijada por losaliados trilaterales para su propia ventaja, y hacia Europa Oriental, donde la

    URSS necesitaba soluciones rpidas para problemas graves.Tal como lo plane entonces, primero introducira alteraciones paso a

    paso, cuidadosamente equilibradas, en las fuerzas socioculturales ya pro-fundamente activas en Polonia, no como una entidad gubernamental, sino

    como una nacin de personas. Su objetivo era proporcionar un modeloque la Unin Sovitica podra seguir para aliviar las crecientes presiones queasediaban a los Politburs de Varsovia y de Mosc; y hacerlo sin espantar-

  • 3 8 LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    los en las reas de su seguridad militar y de dominio poltico en ese sectorclave de Europa Oriental.

    Con ese delicado propsito en su mente, y con la cooperacin local del

    cardenal Wyszynski y su jerarqua polaca, quienes ya eran maestros con-sumados en tal actividad, el primer instrumento que el Papa foment-Solidaridad- fue ideado pura y simplemente como un modelo de liber-tad sociocultural. Inequvocamente, no pidi ni quiso para Solidaridad unpapel poltico, ni imagin para l ninguna accin que pudiera precipitar unarplica militar o de seguridad inspirada por los soviticos.

    El modelo sociocultural no era, en s mismo, una idea original. Se re-montaba por lo menos hasta el argumento expuesto por Toms de Aquino,hace setecientos aos, en el sentido de que los dos amores seminales ei nerradicables de cualquier ser humano son el amor a Dios y el amor al pasnativo de ino, y, ms an, que stos slo pueden vivir y florecer dentro delmarco de un nacionalismo religioso.

    Por lo tanto, la mayor significacin de Solidaridad sera su funcin comoun moderno laboratorio de libertad sociocultural, arraigada entera y sufi-cientemente en el nacionalismo religioso. Si lograba un xito total, sera uni mportante nuevo ingrediente introducido en la masa de los asuntos inter-nacionales, que producira una lenta fermentacin de la mente materialistaque dominaba tanto al Este como al Oeste.

    Sin embargo, aun sin un xito total, Solidaridad sera un campo de ba-talla incruento para hacer una eleccin que Juan Pablo estaba seguro quetendra que hacerse. Una eleccin, por una parte, en favor del nacionalismoreligioso sociocultural defendido en Polonia por el mentor del pontfice,

    Stefan Cardenal Wyszynski, y apoyado en la propia Unin Sovitica primeropor Aleksandr Solzhenitsyn, y ms recientemente por Igor Shafarevich. O,i nversamente, una eleccin por el modelo sociopoltico opuesto, personifi-cado en la Unin Sovitica principalmente por Andrei Sakharov, y en Polo-nia por los dos conocidos activistas Adam Michnik y Jacek Kuron: un mode-l o totalmente basado en el ideal occidental del igualitarismo democrtico.

    Hasta cierto punto, entonces, Solidaridad fue la primera arena inter-nacional en la cual hizo su debut la temprana idea de Juan Pablo -su tem-prana visin, si lo desean, del nacionalismo religioso como el vehculo paral a libertad sociocultural-, presentndose en el territorio hostil de la Unin

    Sovitica, y al mismo tiempo ponindose frente a frente con la premisabsica de la superpotencia capitalista.

    Solidaridad sola no sera suficiente, por supuesto. Ei derretimiento deli ceberg sovitico de intransigencia materialista, anti-Iglesia y anti-Dios, seraun intrincado tema de la poltica papal que, tal como Juan Pablo vea elasunto en 1979, l iniciara. Pero continuara en otro pontificado despusque l mismo se hubiera unido a sus predecesores en la cripta papal debajodel altar de la Baslica de San Pedro.

    EL SERVIDOR DEL GRAN DESIGNIO 39

    Aunque el tiempo no era el factor fundamental para el Papa en aquellos

    primeros aos de su reinado, an as no desperdici ni un momento paratrazar las lneas generales de su nueva poltica con respecto a la URSS. Y lamanera en la que procedi fue ilustrativa en relacin con su enfoque total de

    la poltica vaticana.

    La poltica hacia la Unin Sovitica iniciada en 1959-60 por el papa JuanXXIII, y posteriormente elaborada entre 1963 y 1978 hasta convertirse en laconocida Ostpolitik del Vaticano bajo el papa Paulo VI, presentaba a JuanPablo un problema prctico. Porque, bsicamente, era la misma poltica decontencin que haban adoptado las potencias occidentales hacia la URSS

    de Joseph Stalin en los cuarentas, y que haban seguido desde entonces. Suesencia era contener la agresin sovitica, reaccionar a los movimientos so-viticos y esperar alguna evolucin favorable dentro del sistema sovitico.

    Cualesquiera que fuesen los resultados de semejante Ostpolitik parala democracia capitalista, era una poltica estril para la religin y para laI glesia. Prometa solamente el martirio silencioso en medio de la lenta erosin de toda tradicin religiosa bajo las constantes presiones de una antirre-

    li gin profesional. Era un tnel aparentemente pe-petuo sin una luz al final,meramente lleno de la oscuridad invasora de la difusin del atesmo.

    De todos modos, el papa Juan Pablo dej en Taro que no abrogara laspolticas de sus predecesores. Hablando prcticamente, en cualquier caso,hacerlo hubiera sido difcil y hasta contraproducente, porque ya se habanfirmado protocolos diplomticos con algunos pases del este de Europa y

    otros estaban en camino.Para Juan Pablo, la solucin resida en el hecho de que no haba nada

    en la Ostpolitik del Vaticano, y nada en los protocolos vaticanos, que leimpidiera intentar un movimiento de flanco alrededor del Estado-Partidosovitico. Precisamente en una jugada as, el nuevo Santo Padre se dedic a

    construir lazos ms y ms estrechos con la Iglesia ortodoxa rusa y con laortodoxia oriental en general.

    Este movimiento del flanco papal inclua ciertas jugadas abiertas: JuanPablo visit el centro ortodoxo griego en Estambul, por ejemplo, y recibi, y

    abiertamente favoreci, las visitas al Vaticano por parte de prelados ortodoxos. Pero tambin haba constantes jugadas encubiertas que se origina-ban en Polonia e irradiaban hacia las partes occidentales de la URSS, ju-

    gadas que fomentaban un lazo religioso comn entre los catlicos romanosde Europa Oriental Y l as comunidades ortodoxas rusas.

    Historiadores futuros, con acceso a los archivos hoy inaccesibles, docu-mentarn los xitos de las polticas de flanco de Juan Pablo y de su premisabsica. Ahora es suficiente decir que, a pesar de la prostitucin oficial de laI glesia ortodoxa rusa en favor de las polticas ideolgicas del Estado-Partido,los esfuerzos de Juan Pablo alimentaron dentro de esa iglesia un ncleogenuinamente cristiano de prelados y de personas ansiosas, de una vez portodas, por reingresar a la corriente central del cristianismo europeo tal como

  • 40 LAS LLAVES DE ESTA SANGRE

    lo defenda la Roma papal; y tambin ansiosas por renunciar al papel desiervos del Estado-Partido sovitico en el fomento de la revolucin mundial,aceptado haca tiempo por las autoridades de la Iglesia ortodoxa rusa.

    A comienzos de los ochentas, cerca de la mitad de los prelados ortodo-

    xos ya estaban secretamente preparados a colocarse bajo la unidad eclesialdel Papa romano, si se presentaba la oportunidad. Dentro de la Iglesiaortodoxa rusa se haba producido una fermentacin sociocultural. Mientrasque la Ostpolitik oficial del Vaticano permaneca inalterada, se estaba efec-

    tuando un profundo cambio cultural encubierto dentro del cuerpo de creyen-tes rusos ortodoxos, que a largo plazo podra llevar -como lo hacen todos

    los cambios culturales profundos- al cambio sociopoltico.

    Otro factor con el que contaba el Papa mientras trabajaba para su nuevapoltica de estimular el cambio en la Unin Sovitica, era la revolucini nformativa que tena lugar en todo el mundo. Lanzada en Occidente, yproduciendo ya una invasin global de conocimiento prctico en el terrenodel entrelazamiento internacional y del desarrollo, ste no era un factor que

    estuviera bajo el control de Juan Pablo. Pero slo poda trabajar como carney ua con el cambio sociocultural, tan esencial para su estrategia en la UninSovitica. Porque la revolucin informativa inevitablemente significara elalborear, en las mentes de los ciudadanos soviticos, de la verdad fcticaacerca de las cosas. Verdad fctica sobre la historia pasada, por una parte, y

    sobre las actuales condiciones econmicas y sociales en el mundo. El tipode verdad que ayudara a esos ciudadanos de las sombras fatigas de laGran Mentira impuesta sobre ellos por el Estado-Partido.

    Juan Pablo alcanz algunos xitos notables en la dinmica persecucin

    de sus polticas independientes para sembrar las semillas del cambio so-ciocultural en el suelo geopoltico del Este. Sin duda, su asalto al monolitosovitico fue clave para la liberacin de los Estados de Europa Oriental en1989. Y en 1990 -casi de la noche a la maana, como les pareci a quienesno estaban atentos-, bloques enteros de creyentes rusos votaron por la

    vuelta al redil catlico romano de s mismos y de la propiedad de su Iglesia.Sin embargo, ste no era un Papa para empresas tmidas, ni para una

    poltica internacional tmida. Su movimiento de flanco alrededor de la buro-

    cracia no era un gambito religioso, sino una estrategia geopoltica, y por lotanto, iba unido a una poltica gemela hacia el Occidente. En otras palabras,su prgocupacin no slo era producir un cambio en la poltica de lo que elcardeal Wyszynski siempre haba llamado la Internacional Roja de laURSS, Por lo menos dedicaba la misma atencin, y mucho ms de suenerga fsica, a lograr un cambio en la postura crecientemente materialista,anti-19 esta y anti-Dios de la Internacional Dorada de las naciones capitalis-tas occidentales.

    A =se respecto, fue significativo que el experimento de Solidaridad, conel que el Papa estaba tan profundamente involucrado en su tierra polaca,encendera rpidamente la imaginacin popular y la profunda preocupacin

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    de todas las mentes verdaderamente democrticas de las naciones occiden-

    tales