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    N 104

    El pulpo, la mancha y la megalpolis.

    El urbanismo como representacin.Buenos Aires, 1927-1989

    Horacio E. Caride

    Relatores: Rafael IglesiaAlberto De Paula

    Marzo de 2000SEM

    INARIO

    DECR

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    EL PULPO, LA MANCHA Y LA MEGALOPOLIS

    El urbanismo como representacin. Buenos Aires, 1927-19891

    Horacio E. Caride.

    La vida como realidad es absoluta presencia: no puede decirse

    que hayalgo si no es presente, actual. Si, pues, haypasado,lo habr como presente y actuando entre nosotros.

    Jos Ortega y Gasset.Historia como sistema

    Introduccin: representar la ciudad

    El presente trabajo, desarrolla una revisin de parte de los discursos formulados

    durante el siglo XX en el mbito del planeamiento urbano, que han tomado al territorio del

    Gran Buenos Aires como campo de sus acciones o propuestas. Pulpo, mancha de aceite

    o megalpolis son algunas de las representaciones que los planes han utilizado para

    transmitir una idea sntesis de ciudad en el momento de comunicar un diagnstico o una

    propuesta determinada. A estas representaciones, su origen, desarrollo, permanencia y

    desaparicin se dedican las pginas que siguen.

    El enfoque perseguido, es tributario de una serie de trabajos anteriores que buscaron

    aportar nuevos elementos a las visiones tradicionales sobre el desarrollo urbano de BuenosAires. En este sentido, el anlisis de las ideas que construyeron el Gran Buenos Aires en la

    primera mitad del siglo XX, la revisin del tratamiento que aquel recibi como objeto de

    estudio histrico durante la segunda mitad y la evaluacin de los lenguajes y las palabras

    utilizados como sintetizadores de la problemtica suburbana, han sido los principales insumos

    de este breve estudio.2

    Al finalizar una revisin sobre los textos de los planes para Buenos Aires, elaborados a

    partir de 1948, se observuna tendencia a utilizar imgenes condensadoras que, con cierta

    recurrencia, eran presentadas como metforas para lo urbano. En tanto algunas surgan como

    1Este estudio, de carcter exploratorio, es una versin corregida de la ponencia presentada al Primer SeminarioLatinoamericano Les mots de la Ville, Programa de Ps-Graduaao em Histria da Universidade Federal do Rio Grandedo Sul y PROPUR, UFRGS, Porto Alegre, Brasil, septiembre de 1999.

    2Caride, Horacio, La idea del Conurbano Bonaerense, 1925-1947, Documentos de Trabajo N 14, Universidad Nacionalde General Sarmiento, San Miguel, 1999; Conurbano y metropolizacin, 1950-1995: apuntes de una revisinbibliogrfica, Buenos Aires, 1999 (mmeo); Novick, Alicia y Horacio Caride, La constitucin del suburbio en Buenos

    Aires, ponencia presentada en el 2me. Sminaire International "Les Mots de la Ville", Ecole de Hautes Etudes enSciences Sociales (EHESS), CNRS, UNESCO, Pars, diciembre de 1997.

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    condensadores de diagnsticos o propuestas, otras operaban como la figura que las diferentes

    disciplinas buscaban para caracterizar el heterogneo universo del fenmeno metropolitano.

    Esto sugiri la idea presentar una breve historia de los diagnsticos y planes urbanos para

    Buenos Aires a travs de su relacin con determinados representaciones o, ms bien,

    paradigmas interpretativos que los haban sustentado o definido.3

    La vigencia de ciertas representaciones urbanas, operando en imgenes condensadoras

    (y totalizadoras) para la ciudad, se mantuvo mientras persistieron las teoras urbansticas que,

    instaladas en el debate internacional de la disciplina, la visualizaron como campo de operacin

    total. La necesidad de una urbe homognea, y equilibrada propia de la modernidad,

    operaba como principal fundamento terico. Su desplazamiento y recusacin final, sobrevinocon la adopcin de nuevos paradigmas que no buscaron trabajar en una ciudad completa,

    apuntando en cambio a sus fragmentos.

    Desde el punto de vista metodolgico se procedi a:

    1. Identificar los registros de los discursos que constituyeron las metforas

    sntesis de lo urbano.

    2.

    Establecer el rol de estas metforas dentro del discurso, segn ciertas

    categoras de anlisis.

    3. Relacionar los registros con las ideas centrales de cada plan o diagnstico, con

    sus antecedentes y con las propuestas posteriores

    Se contemplaron dos mbitos territoriales diferenciados. El primero, atendi a las

    referencias particulares a la ciudad central, la Capital. El segundo, se dedic a las

    representaciones establecidas para los suburbios, entendidos como los municipios perifricos

    que conforman su conurbacin. El anlisis ha privilegiado este ltimo territorio, por entender

    que all es donde la metfora urbana revel sus verdaderos alcances, sus limitaciones

    conceptuales o decididamente mostr la crisis de su expresin.

    3En este caso se emplea la definicin de paradigma propuesta por Kuhn, entendido como (...) la realizacin cientfica

    universalmente reconocida que, durante cierto tiempo, proporciona modelos de problemas y soluciones a una comunidadcientfica. Kuhn, Thomas, p.13.

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    El alcance otorgado a la palabra metfora, est contextualizado por las afirmaciones

    de Gerald Holton, en cuanto sera una de las tres herramientas elementales del pensamiento

    cientfico, es decir, la imaginacin metafrica, junto con la imaginacin visual y la

    imaginacin temtica. Una definicin ms ajustada se acercara al pensamiento de Ren

    Thom, si convenimos con l en que la metfora manifiesta en s misma una teorizacin

    cientfica. Esta condicin se describira como aquella capacidad de introducir en determinado

    campo del conocimiento ciertas entidades -virtuales o imaginarias- de existencia potencial y

    no real.4La construccin de la metfora partira, entonces, de la observacin de la realidad a

    travs de una definicin explcita.

    Dentro de esta lnea interpretativa, la nocin de analoga puede entenderse comosinnimo de metfora. Ms all de la autorizacin que la Real Academia de la Lengua

    Espaola otorga para la transposicin de ambos conceptos, la teora de la metfora en la

    ciencias que propone Thom es en definitiva una teora de las analogas, como vehculo y

    manifestacin de aquella. Ms an, la analoga en el sentido aristotlico, constituye una de las

    dimensiones ms elementales de la metfora, en la medida que tiene la capacidad de dar

    nombre a lo que no lo tiene.5

    Las figuraciones, en cambio, supondran una escala menor de la mirada analgica, es

    decir, seran elementos singulares contenidos en el sistema o conjunto que la metfora /

    analoga representa. Dicho de otro modo, una metfora completa estara integrada por un

    conjunto semntico integrado figuraciones de los sustantivos, adjetivos y verbos, que se

    intercambian a nivel de similitud.6

    En base a esta exposicin, podemos definir como representaciones en elurbanismo

    de Buenos Aires, a un conjunto integrado por una serie metforas y figuraciones. Se adjudicaaqu a representacin uno de los sentidos adoptados por Chartier, en cuanto instrumento

    de un conocimiento mediato que hace ver un objeto ausente, al sustituirlo por un imagen

    4Cfr. Holton, Gerard, pp. 23 y 47; Thom, Ren, pp. 122 y 123.

    5En la Potica, Aristteles defina la accin de lanzar trigo como sembrar, mientras que lanzar el sol su luz no tenanombre. El poeta, entonces, estaba autorizado a decir sembrando la luz de un dios. Cfr. Rivano, Juan pp. 31 y 31.

    6 Esta interpretacin puede equipararse al concepto de smil. Cuando la Ilada seala que Aquiles se revolva como unlen, len es smil o figura de Aquiles. Si, en cambio, se dice Se revolva como len entre los guerreros, intercambiando

    el sustantivo y adjudicndole la accin, la construccin es ya una metfora. Aristteles, Retrica, 1407 b, pp. 20-27. Cit. ycfr. ibdem, p. 80. Al respecto, vase tambin, Ricoeur, Paul, p. 61 y ss.

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    capaz de volverlo a la memoria. 7Para el urbanismo de Buenos Aires, este conjunto se ha

    organizado segn la consideracin de una metfora y dos figuraciones, con distinta

    persistencia temporal:

    1. Una metfora funcional, provista esencialmente por las analogas biolgicas

    2. Una figuracin formal, aplicada a la morfologa de las plantas urbanas

    3. Una figuracin dimensional, en la definicin de los lmites de la ciudad

    El corpusde referencia fue construido a travs de siete planes y estudios urbanos y

    regionales propuestos para Buenos Aires, a los que se sumaron algunos textos de ciertos

    autores (bsicamente escritores, gegrafos e historiadores) entendidos como aportes

    significativos a la problemtica. Las fuentes principales definieron el perodo considerado. Se

    inicia con la primera formulacin del Plan para la Aglomeracin Bonaerense de Carlos

    Mara della Paolera en 1927 y termina en 1989 con la publicacin del Proyecto 90, de la

    Comisin Nacional para el Area Metropolitana de Buenos Aires.8

    De esta manera, y definida una aproximacin terica para este objeto de estudio,

    algunos planes o diagnsticos urbanos pueden ingresar intermitentemente en la narracinpropuesta, segn la metfora o la figuracin considerada., sin atender en forma directa a una

    lnea temporal. La historia de la planificacin urbana del Gran Buenos Aires es una trama

    elaborada con varios niveles de superposiciones, cruces y desplazamientos, de los que este

    trabajo pretende, en parte, dar cuenta.

    1. De pulpos, hombres y rboles

    Se podra establecer que un origen de la analoga biolgica de la ciudad est vinculadocon la formulacin moderna del trmino conurbacin en cuanto traduccin del

    neologismo inventado por Patrick Geddes a comienzos del siglo XX: conurbation.9 En

    7Chartier, Roger, pp. 57 y 58.

    8 Para los aspectos descriptivos y analticos generales de los planes, este trabajo se bas parcialmente en el estudiodesarrollado por Alicia Novick en 1992 (ver bibliografa), al cual remitimos para su profundizacin.

    9Sin embargo, la idea de asociar la ciudad con un organismo natural es de vieja data. Aparece ya en libro VII de la Poltica.

    Aristteles indicaba que ambos posean tanto cosas indispensables como accesorias. Cfr. Aristteles, p. 286. Aunque hemosatendido al origen de esta analoga entre ciudad y organismo en cuanto a lo funcional, es importante recordar que lavinculacin entre la ciudad y la anatoma de los seres vivos en cuanto a los formal es tanto o ms antigua que la anterior. La

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    asociacin a este concepto, Geddes tambin aport la idea de organismo viviente que

    frecuentemente caracterizaba una conurbacin, y con ella, su comportamiento y extensin. La

    imagen orgnica le proporcionaba el importante aparato cientfico que la disciplina requera o,

    como dira Kuhn, aquel cuerpo pertinente de reglas. El autor escocs -que era zologo y

    botnico por formacin- se refiri a la ciudad (en este caso a Londres) como a este pulpo... o

    mejor dicho, a este plipo...[de]un vasto desarrollo irregular sin paralelo en el mundo; y

    quizs a lo que ms se parece es a los desarrollos de un gran arrecife de coral . Bajo esa

    mirada, la ciudad era, en definitiva, un arrecife humano,de esqueleto ptreo y plipos

    vivos.10

    Desde su formacin de historiador, Marcel Pote construy una imagen semejante. Laciudad era (...) un ser viviente que debemos estudiar en su pasado para poder estabilizar

    el grado de evolucin: un ser que vive sobre la tierra y de la tierra; lo cual significa que las

    noticias histricas deben agregarse a las geogrficas, geolgicas y econmicas.11Con las

    influencias recibidas por Geddes, adems de Comte, Bergson y Vidal de Blanche, logr

    explicar la razn urbana, apuntando al alma de la ciudad, mediante figuras que

    solicitaban lo biolgico pero superaban lo elemental de la analoga, en cuanto traducan el

    suceder de lo orgnico (vida, evolucin), al acontecer de lo humano (noticias histricas),actividad cuyo escenario privilegiado era justamente la ciudad.

    Dentro de este circuito de ideas podra interpretarse el origen de las aproximaciones a

    la metfora biolgica en lo urbano para nuestro mbito, que fue indudablemente la ms

    persistente dentro de los discursos formulados para la ciudad de Buenos Aires y los suburbios

    conurbados, durante dcadas.

    Es el caso de los discursos iniciales en el campo del planeamiento cientfico para elterritorio de la capital argentina con argumentos extractados de la biologa, se deban acaso a

    los estudios de Carlos Mara della Paolera. Discpulo de Pote e ingeniero de profesin, haba

    formulado desde Europa un Plan Regulador para la Aglomeracin Bonaerense,

    forma urbana, como hecho sagrado, poda representar, explcitamente, la imagen de un dios o el atributo animal que lecorrespondiese.

    10Geddes, Patrick, 1960, p. 45.

    11Pote, Marcel, p. 25.

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    desarrollado en su tesis de doctorado en el Instituto de Urbanismo de la Universidad de Pars,

    entre 1922 y 1928.

    Tal como se debata en el medio europeo durante aquellos aos, su referente eran

    algunas grandes ciudades que ya consideraban, segn la "tcnica urbanstica moderna",

    adems del ncleo urbano original o rea fundacional de la ciudad, las reas conurbadas

    caracterizadas por Geddes. En el desarrollo del Plan, della Paolera visualiz como objeto de

    estudio el territorio global de la conurbacin. Su trabajo daba cuenta de la metodologa

    propuesta por Pote en Evolucin de las ciudades, especialmente en lo que respecta al

    anlisis de la estructura histrico territorial de la ciudad y su campaa. En esto sus anlisis

    tambin inauguraban el tratamiento de buena parte de los discursos posteriores, en cuanto se

    trat del primer estudio que defini en clave de evolucin histrica las caractersticas del

    espacio donde se desarrollaba el Gran Buenos Aires.12

    En efecto, las investigaciones de della Paolera se haban traducido a una serie de

    planos, donde la conurbacin de Buenos Aires apareca en su dimensin histrica y con los

    lmites urbanos superpuestos de la capital argentina con otras ciudades europeas. A travs deellos, se poda constatar que la ciudad superaba en extensin a Pars, igualaba a Berln y era

    muy comparable a la dimensin que haba cobrado Londres, por aquellos aos, la ciudad ms

    extendida de Europa. Tiempo despus, el territorio de la conurbacin adquiri una definicin

    an ms precisa dentro de sus propuestas (Figura 1). Se trataba, ni ms ni menos de la

    explicitacin del trmino Gran Buenos Aires. En 1936, expres: "En la escala de ciudades

    ms populosas del mundo Buenos Aires ha sufrido un descenso repentino, que slo es

    explicable por el error de apreciacin que cometemos al limitar los dominios de nuestragran urbe".13

    Algunos de los planos que formaron parte del Plan, nos devuelven una imagen de la

    posterior rea Metropolitana de Buenos Aires -un ncleo central, cuatro ejes de crecimiento,

    caracterizacin de la vivienda y de los medios de transporte- bastante familiar en la actualidad

    12Con el ttulo "Como se form Buenos Aires" la Revista de Arquitecturapublic a partir de abril de 1936, una serie deartculos de della Paolera sobre la evolucin de la ciudad y sus alrededores.

    13Della Paolera, Carlos, 1977, p. 116.

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    pero seguramente novedosa para el medio local de finales de la dcada de 1920. El objetivo de

    estos planos estaba muy claro. Della Paolera tambin recurre a la analoga biolgica para

    demostrar la subordinacin de las localidades cercanas a la Capital, la cual(...) extiende sus

    tentculos hasta 30 kilmetros de la plaza del Congreso",14sobre lugares "(...) que no son

    ms que formaciones parasitarias de la metrpoli de la que constituyen su prolongacin

    natural".15 Su anlisis implcitamente relativizaba la identidad de los pueblos vecinos con

    respecto a Buenos Aires. Si la metrpoli se haba engullido a las localidades circundantes, el

    plan sera reflejo de la misma situacin.

    Probablemente esta interpretacin pueda ser considerada como el anuncio de un viraje

    al sentido negativo que tambin adoptar la metfora biolgica. En el ao 1940 un escritor,retom esta idea sobre el desequilibrio (y la insensatez) de la ciudad primada con respecto a la

    Nacin, con una metfora que influenciar vivamente el discurso posterior. Sin embargo, la

    problemtica se planteaba con argumentos inversos a los ensayados por della Paolera. Era la

    ciudad la que parasitaba a su rea circundante, drenando recursos, brutalizando ambientes y

    personas. En su despectivo ensayo, La cabeza de Goliat, Ezequiel Martnez Estrada imagin

    que "...La cabeza chupaba la sangre del cuerpo", de tal manera que "absorbe brutal y

    ciegamente la sangre del interior",para luego definirla como la "...ciudad que pervierte asnuestros sentidos y finalmente, nuestra inteligencia, que en vez de ser rgano de percibir

    belleza, el bien y el mal, se convierte en rgano de lucha y defensa". Lleg a considerar

    inclusive que "toda gran ciudad es una neurosis de angustia por actos sexuales fallidos".16

    La imagen que provea Martnez Estrada estaba bastante clara: Buenos Aires era un

    monstruo macroceflico que generaba una vida cercana a lo miserable, condicin originada en

    su despiadada "inurbanidad". De la cabeza de su gigante Goliat salan tambin ocho

    tentculos, que se correspondan perfectamente con otras tantas estaciones terminales de

    ferrocarril. Ciertamente, aquel animal resultaba bastante ms abominable: las puntas de los

    tentculos tenan bocas que tragaban y escupan personas.17

    14Della Paolera, Carlos Mara, 1936.15Della Paolera, Carlos, 1977, pp. 95-96.

    16Martnez Estrada, Ezequiel, pp. 29, 81, 104 y 207, respectivamente.

    17Cfr. ibdem, p. 39.

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    En sincrona con aquel diagnstico fatalista, se estaba gestando la posibilidad de

    instrumentar (o al menos, imaginar) nuevos remedios y terapias para semejante padecimiento.

    Mientras tanto, la analoga biolgica se haba incorporado al lenguaje de la planificacin local,

    presentando ahora un registro que altern variantes despectivas o positivas para representar el

    crecimiento urbano, por varias dcadas.

    Tambin en trminos de salud y enfermedad se haba planteado el diagnstico de la

    ciudad sin esperanza, que Le Corbusier recordara en la introduccin de 1940 del Plan

    Director para Buenos Aires.18Consecuentemente, el maestro suizo, que pudo entender a la

    vivienda como una mquina de habitar, aprob para la ciudad la analoga con un organismo

    vivo, poseedor de un metabolismo que deba ser entendido... y mejorado (Figura 2).19

    ParaBuenos Aires, haba(...) sonado la hora de romper con el caos, de ordenar, de disponer,

    de distribuir, de establecer en el orden natural la biologa de la ciudad; en una palabra, de

    fijar el plan orgnico de las funciones propias de la ciudad.20

    Profundizando la metfora, ms adelante los autores se preguntaban: se crear en

    la ciudad la biologa capaz de recibir, alimentar, animar ese cuerpo que se ha vuelto

    formidable de golpe?. Respuesta: No! El gemetra se contenta con multiplicar

    intensamente la red regular de las cuadras de 120 m. de largo. La extensin urbana a

    travs de la grilla se pona en tela de juicio por atentar contra el desarrollo (contra la salud) del

    organismo. Porque, justamente, Esto deja de ser organismo, es un protoplasma. El cuerpo

    de la ciudad deja de ser transitable.21El automvil y no el peatn sera el encargado de

    transitar aquel cuerpo.

    La concentracin de actividades y por lo tanto la densificacin edilicia en el rea

    central de la ciudad iban a conformar el nudo de la propuesta para reprimir el avance de la

    18Una versin parcial del Plan fue incluida en una edicin de las obras de Le Corbusier, publicada en suiza en 1939. LaSegunda Guerra pospuso su publicacin completa que apareci en la versin castellana de la LArchitectureDAujourdHui de abril de 1947. La propuesta se realiz con el trabajo de los arquitectos argentinos Juan Kurchan y JorgeFerrari Hardoy.

    19 La ciudad como organismo haba sido planteada por Le Corbusier en algunos textos anteriores como, Principios deUrbanismo (La ciudad del futuro, 1924) y La Ville Radieuse (1934). Sin embargo, como veremos en el punto siguiente,las figuras que retoma parecen ms cercanas a la biologa funcionalista del siglo XIX que a las analogas geddesianas.

    20Le Corbusier, 1947, p. 11.

    21Ibdem, p. 17.

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    trama. La solucin se materializara segn una manzana de 400 metros de lado, modificando

    la constitucin ms ntima del cuerpo, es decir, sus clulas. Con la intervencin, (...) la

    ciudad ha cambiado su dimensin molecular, se afirmaba despejando dudas sobre el

    carcter de la intervencin.22 En otras palabras, y paradjicamente, la macrocefalia

    estradiana, hubiese reducido el volumen por obra de esta ciruga, adelantando el final de su

    existencia por una trombosis mltiple.

    La comparacin con el cuerpo (humano, claro est) fue llevada hasta sus ltimas

    consecuencias. As, en forma semejante a la Ville Radieuse, el sistema vial se entendi como

    sistema cardaco, por lo tanto las avenidas fueron arterias y las calles arteriolas (sic),

    elementos de una circulacin que, en lugar de vincular zonas, deba irrigar determinadosrganos, o sea, ciertos programas de arquitectura que la ciudad necesitaba. Y que el plan

    tena la responsabilidad de proveer.

    Dentro de este planteo coronario, restaba el tema de los suburbios. All la metfora

    encontr su lmite conceptual por la sencilla razn de que ellos no formaban parte del cuerpo.

    Es ms, se confiaba en su desaparicin (o extirpacin) por efecto mismo de la aplicacin del

    Plan. Lejos de integrar el organismo, la desmesura y esterilidad que presentaban agotaba

    el cuerpo urbano.23 Resumiendo, la metfora que haba sido manejada dentro el Plan

    Director, ms all de representar el soporte de la idea, mostraba ser el vehculo de un esquema

    antojadizo, que mutilaba partes o las ensamblaba segn criterios abstractos, alejando la

    posibilidad de su concrecin del verdadero cuerpo, aquel que se correspondera con la

    realidad urbana..

    Menos anatmico, de fines de la dcada de 1940 data el Estudio del Plan de Buenos

    Aires, 1948-1949publicado recin en 1956- que recuper la analoga con ciertos habitantesmarinos. En la propuesta, los ejes de crecimiento urbano a travs de los cuales se extenda el

    Gran Buenos Aires regresan como tentculos lineales.24Pero este registro debe ser tambin

    22Ibdem, p. 29

    23Cfr. ibdem, pp. 30, 31, 37 y 47.

    24Cfr. Estudio del Plan de Buenos Aires, 1948-1949 , 1956, p. 69. Publicado bajo el ttulo Evolucin del Gran BuenosAires en el tiempo y en el espacio no es plan sino un importante diagnstico urbano y regional. Se trataba, en conjunto, de un

    anlisis que se haba gestado con la direccin de los arquitectos Jorge Ferrari Hardoy, Manuel Roca, Jorge Vivanco yAntonio Bonet.

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    contextualizado.

    Bajo el subttulo Factores determinantes del desarrollo tridimensional del Gran

    Buenos Aires se definan aquellos elementos dominantes en el conglomerado.25

    En sintona(segn se aseguraba) con algunas consideraciones de Lewis Mumford, stos eran la fbrica y

    la expansin de los barrios insalubres. Con tales articuladores se propuso una clasificacin

    funcional para los suburbios de la ciudad, es decir, tanto para los barrios alejados del centro

    como para aquellos municipios circunvencinos del primer anillo de conurbacin (Figura 3).

    Los autores encontraron en estos suburbios una tendencia al habitar en el norte

    (Belgrano, Nez, San Isidro), al recrearse al oeste (Flores, Ramos Meja, Morn) y al

    trabajar en el sur (Barracas, Avellaneda, Quilmes) que se originaba desde fines del siglo

    XIX.26 An con este exagerado esquematismo, donde la bsqueda casi desesperada de

    legitimacin histrica para la teora era innegable, interesa destacar que toda la zonificacin

    propuesta tena como justificacin principal el desarrollo de las redes de transporte (el

    circular que faltaba); los trenes y las rutas para los suburbios, los subterrneos para el

    centro.

    De esta forma, (...) las rutas asfaltadas de la ciudad (...) atraviesan (juntamente conlas vas ferroviarias), el eje de los tentculos, cumpliendo la funcin de verdaderos rieles,

    donde los vehculos pueden detenerse en cualquier punto del camino, obstaculizando la

    vida propia de los ncleos suburbanos.27Es decir, una red de vas de transporte que, lejos

    de verse como los hilos de la trama, era considerada como un elemento obstaculizador en

    primer grado de nada menos que de la vida de las reas suburbanas. En la metfora, pareciera

    que el tentculo no slo era la prolongacin del mal urbano, sino que ahora por su sistema

    circulatorio se transmita (se contagiaba?) la enfermedad misma.

    Pese a la declarada relacin con el Estudio del Plan para Buenos Aires, su sucesor y

    continuador en teoras e ideas, el Plan Regulador de la Ciudad de Buenos Aires (1958-

    25 Aunque hoy puede resultar algo confusa, en el contexto de 1948, la palabra tridimensional era entendible para losiniciados. En 1933, la Carta de Atenas (punto de doctrina N 82) afirmaba: El urbanismo es una ciencia de tresdimensiones, y no de dos. Es haciendo intervenir el elemento en altura como se dar solucin a las circulaciones modernas

    (...). Le Corbusier, 1954.

    26Cfr. Estudio del Plan de Buenos Aires, 1956, pp. 69-70.

    27Estudio del Plan de Buenos Aires, 1956, p. 69.

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    1965) evit sistemticamente ciertas referencias al lenguaje metafrico adoptado en el

    anterior.28La bsqueda de un equilibrio (en su acepcin ms amplia) entre la ciudad -definida

    ya como rea metropolitana- con respecto a su regin de influencia y en relacin al resto del

    pas, constituy uno de los principales argumentos. Las operaciones propuestas, sostenidas

    en aquellos, fueron explicitadas mediante otras representaciones. Es posible que la

    connotacin negativa de los registros anteriores, instalara la necesidad del cambio de trminos

    y, consecuentemente, de miradas. As, por ejemplo, el tentculo fue sustituido por una

    terminologa ms tcnica que refera a ejes lineales, rumbos de crecimiento o

    prolongaciones radiales.29

    El orden general tena que ser restituido con otra metfora sintetizadora, que desplazla referencia, desde un reino animal -como vimos, ms proclive a la transmisin de

    enfermedades- a uno vegetal, menos comprometido. Con respecto a los anlisis sobre la

    estructura sociomorfolgica de la ciudad, una de las conclusiones encontr(...) que se

    puede resumir en esencia diciendo que la configuracin total semeja a un rbol cuyas

    ramas dadas por los principales movimientos entre centros, convergen a un tronco comn,

    en la zona de capitalidad (...).30

    Sin embargo, la imagen del rbol, que ya haba sido explotada por el propio Le

    Corbusier en La maison des hommes, publicado en 1942 (ver Figura 2), alcanzaba en el

    caso argentino proyecciones parciales: no inclua al territorio extramuros de la ciudad capital.

    As, (...) la zona que rodea la General Paz hay que considerarla por entero como un sector

    desglosado y cuya estructura se va a ir determinando a medida que transcurra el

    tiempo.31La consideracin del rea metropolitana en conjunto, que atraves como prioridad

    todo el desarrollo del Plan Regulador, haba hallado un lmite a la hora de incorporar la

    conurbacin dentro una nueva sntesis metafrica, que buscaba transmitir la contundencia del

    28Se trataba de un estudio encarado por la Intendencia Municipal, con un equipo tcnico en estrecha colaboracin con laSecretara de Obras Pblicas. Fue director de este equipo Francisco Garca Vzquez y cont como consejeros (encargadosde departamentos) a Flavio Alfaro (Estudios Urbansticos), Odilia Surez (Anlisis e Informacin) y Eduardo Sarrailh(Planeamiento), con un nmero importante de colaboradores en las diferentes reas tcnicas o temticas.

    29Oficina del Plan Regulador de Buenos Aires (OPRBA, en adelante), 1960, pp. 149 y ss.

    30 Ibdem, p. 167. En realidad, la analoga del rbol reiteraba la otra gran metfora que, junto con la ciudad como cuerpohumano, Le Corbusier haba desarrollado para la Ville Radieuse.

    31Ibdem, p. 168.

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    diagnstico y, por ende, la claridad de la propuesta. En rigor, la contradiccin tambin poda

    adjudicarse a la incapacidad del plan, gestado en el mbito de la intendencia de Buenos Aires,

    en avanzar sobre jurisdicciones (aunque ms no sea en la metfora) que le estaban vedadas

    poltica y administrativamente.

    A partir del Plan Regulador, la analoga biolgica tiende a desaparecer en esos

    trminos- del lenguaje de la planificacin para Buenos Aires y su regin. Pero el registro haba

    cobrado un desarrollo paralelo dentro de los estudios de geografa urbana, donde sobrevivir

    por bastante tiempo.

    Sobre este aspecto, cabe una breve mencin de dos trabajos. El primero corresponde

    al completo panorama que present Jos Vctor DAngelo bajo el ttulo "La Conurbacin de

    Buenos Aires", quizs un buen ejemplo de este desarrollo. El ambiente natural, la vivienda, la

    industria, las caractersticas econmicas y demogrficas generales fueron analizadas en

    perspectiva histrica y con intencin prospectiva. Pero en el trabajo de DAngelo, palabras

    como "descontrol", "arbitrariedad" y "mezquindad urbana" conducen el relato, en la misma

    visin desolada que haba inaugurado Martnez Estrada. De hecho, el "sitio" (como l llama alespacio de la conurbacin) le merece frases que bien podra haber sido escritas por ste: "Casi

    ningn habitante 'porteo' podra claramente imaginar el paisaje natural sobre el cual est

    edificada su ciudad. El centenar de 'manzanas' verdes es una magra sustitucin de la

    infinitud de la pampa".32

    El gegrafo tambin recurre a las metforas vitales para ejemplificar el desequilibrio

    urbano. Se refiere a los suburbios como aquellos verdaderos inorganismos que contiene

    en su seno innumerables factores irritativos [en]condiciones del hbitat inhumanas.33

    El problema ms preocupante es y seguir siendo la ausencia de un orden que permita hacer

    de la cabeza del gigante, un rgano til, es decir, habitable. Con esa idea cerrar el trabajo: "El

    puerto - mercado fue el elemento de su gestacin; la industria y la capitalizacin la fueron

    32D'Angelo, Jos Vctor, p. 207.

    33Ibdem, p. 203.

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    de su expansin; la falta de planificacin su mal crnico".34

    Evidentemente, este discurso no derrochaba felicidad por los logros del Plan del 58

    que todava en 1963 estaba en vigencia. Por lo menos, quedaba claro que para la reiteradaenfermedad de la ciudad tentacular (como tambin la defini), todava no se haba

    conseguido un remedio confiable.

    Dos dcadas despus, el tema de los tentculos regres en un trabajo de Elena

    Chiozza, cuyo ttulo evidenciaba ya otra tipo de aproximacin. En La integracin del Gran

    Buenos Aires defini la forma y dimensin del crecimiento de los suburbios a travs de los

    "tentculos" urbanos. La visin de Chiozza esta centrada en estos tentculos que organizaron

    la estructura del texto. Contempl cuatro: los tres histricos, norte, oeste, sur y, con

    posterioridad, el sudoeste en donde cruz dos factores principales. El primero, atendi la

    configuracin del medio fsico que haba determinado los rumbos del crecimiento de la

    ciudad hacia la campaa. El segundo, la infraestructura de los medios de transporte -

    verbigracia, trenes y autos- que sobre este medio se iba conformando.

    An recuperando la informacin suministrada por DAngelo su enfoque, ms cercano

    a la categora de registros positivos, contempl una percepcin global con la incorporacin delos elementos de afectacin ambiental, casi novedosos a principios de los ochenta.La antigua

    analoga geddesiana recordaba ahora su vigencia a travs (...) del satlite Landsat, que nos

    devuelve la imagen de un pulpo gigantesco en el que late la vida de diez u once millones de

    seres, atrapados en sus dilatados tentculos.35En el texto de Chiozza -acaso por ltima

    vez- la figura, an ms retrica que sus antecedentes, remita a la bsqueda de elementales

    valores didcticos: el Conurbano se presentaba como un caos, que sin embargo posea un

    orden natural que deba ser interpretado y respetado para su sostenibilidad futura.

    Con la intencin de comprender este caos y lograr operar dentro de l, otras

    imgenes ya haban sido convocadas. As, y en cierto sentido, el desarrollo de la figuracin

    formal dentro de las metforas generadas por el urbanismo, podra interpretarse como un

    desprendimiento de la analoga biolgica.

    34Ibdem, p. 213.

    35Chiozza, Elena, p. 448.

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    Esta ltima consideracin necesita de cierta mirada retrospectiva. Hacia el ao 1800,

    mientras Jean Baptiste Lamarck creaba el neologismo biologa, para definir el campo de los

    estudios para una ciencia de la vida, simultneamente otro cientfico, mejor conocido por su

    obra potica, Johann Goethe, introduca el concepto de morfologa. En su origen, la

    expresin propuesta era susceptible de ser aplicada tanto a las formas vivientes, sus rganos y

    apndices, como a las inanimadas, concretamente a los minerales y a sus estructuras

    cristalogrficas.36

    Esta dualidad interpretativa gener un debate donde intervinieron literatos, filsofos,

    arquitectos y bilogos, que se extendi por Europa Occidental durante toda la primera mitad

    del siglo XIX. Entre los ltimos, la polmica desarroll argumentos especficos a travs de lasreflexiones de Etienne Geoffroy Saint-Hilaire quien, siguiendo a Goethe, sostena que la

    funcin derivaba de las formas de determinados rganos. En oposicin, un contemporneo,

    Georges Cuvier, apoyado en Lamarck, indicaba que en realidad era la forma la que segua a la

    funcin. La publicacin de El origen de las especiesde Charles Darwin en 1859, agreg un

    elemento decisivo a la controversia, inclinando la balanza hacia la ltima interpretacin. Su

    teora de la seleccin natural mostraba la operacin que el gran filtro de la naturaleza

    impona a las formas que se desarrollaban en determinados ambientes. La morfologa de lavida sera, entonces, inseparable del entorno donde se haba gestado y evolucionado.

    En un salto temporal y epistemolgico considerable (por otra parte, dado en los

    propios textos), estas relaciones de forma/funcin y forma/ambiente fueron recuperadas

    analgicamente en ciertas propuestas urbanas del Movimiento Moderno. Le Corbusier, en

    cuanto lector consecuente de la ciencia decimonnica, reprodujo con la introduccin de su

    teora urbana, parte del clima controvertido (y a veces con las mismas argumentaciones) que

    se haban dado en los debates naturalistas y filosficos del siglo XIX.

    Por lo dicho, resulta evidente que las consideraciones expuestas para la metfora

    biolgica del urbanismo, son susceptibles de ser interpretadas tambin desde el punto de vista

    morfolgico. No obstante y salvo en Geddes (realmente el nico urbanista biolgico),

    pareciera que trminos como parasitar agotar o irrigar -la salud y la enfermedad-

    remitan la didctica de los seres vivos ms a sus caractersticas funcionales que a sus

    36Cfr. Collins, Peter, p. 152; Rostand, Jean, p. 95.

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    aspectos formales.

    El objetivo, ahora, ser revisar las figuraciones del urbanismo para Buenos Aires que

    intentaron independizarse de las analogas con los organismos vivientes, buscandodiferentes vas pedaggicas.

    2. La mancha y el satlite

    A partir de la tercera dcada del siglo XX, la problemtica sobre la forma de las

    ciudades y, particularmente la de su expansin suburbana, comenzaba a monopolizar buena

    parte del debate internacional.37Acaso uno de los primeros que provey abundantes

    reflexiones sobre el tema fue Lewis Mumford. Tempranamente en su discurso, lamentaba que

    (...) la forma [urbana]se haya desintegrado en todos y cada uno de sus componentes:

    excepto en lo que es herencia del pasado, la ciudad ha desaparecido como personificacin

    colectiva del arte y de la tcnica, para asegurar luego que (...) la ciudad moderna debe

    tener una medida y una forma definida, debe tener unos lmites.38

    Mumford y algunos otros haban reabierto la caja de Pandora. En las dimensionesdescomunales que haban alcanzado las ciudades contemporneas deba definirse una forma

    y, en la operacin, encontrar algn lmite a la continuidad espacial. Los urbanistas no podan

    menos que asumir el desafo. As, una batera de elementos -aunque se trataba de

    instrumentos clsicos- fue puesta al servicio de conformar y limitar las urbes: avenidas de

    circunvalacin, autopistas de acceso regional, cinturones verdes y nuevos conceptos de

    urbanizacin fuera del rea central formaran parte de las herramientas.

    Probablemente los planes urbanos de aquellos aos que mejor representaron estas

    aspiraciones fueron los que Patrick Abercrombie formul para el Gran Londres (1943-44) y

    ms an, el Plan General para Estocolmo (1945-1946) de Sven Markelius. Un elemento en

    particular iba a caracterizar ambas propuestas. Se trataba de la ejecucin de las ciudades

    satlites, las llamadas new towns. La urbe, llammosle entonces old town, encontraba un

    lmite definido, una frontera materializada en cinturn verde que podra alcanzar varios

    37

    Una sntesis de este de debate en Hall, Peter, pp. 308 y ss.38Mumford, Lewis, 1959, pp. 8 y 397.

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    kilmetros de ancho. Dentro de l gravitaban los nuevos asentamientos con vocacin de

    autosuficientes. Ms all del aparente fracaso ingls y del celebrado xito sueco, en ellos la

    forma urbana pretenda alcanzar una definicin precisa.39Su planta, vista a vuelo de pjaro,

    ahora responda mejor a las exigencias de Mumford.

    Con mandatos claros y ejemplos concretos, de aquella poca, el Estudio del Plan de

    Buenos Aires, 1948-1949 ya mencionado, se hace eco de las novedades urbanas

    transatlnticas. Reconocida la informalidad de la expansin de la metrpoli argentina, otra

    figura acudi como ayuda para transmitir la idea de un desorden como conclusin del

    diagnstico y un orden como propuesta. Por lo tanto y paradjicamente, la extensin de esta

    la ciudad que, como vimos, pudo verse segn la proyeccin de ciertos tentculos lineales,tambin necesitaba, en simultneo, de otra imagen complementaria.

    El diagnstico formal provisto por el Estudio aclaraba interpretaciones cuando

    observaba importantes (...) zonas de relleno que se desarrollan entre las primitivas

    direcciones dominantes de expansin urbana (...). Adems, El asfalto contribuye a la

    expansin de la ciudad como una mancha de aceite, en la misma forma que

    anteriormente lo hizo el riel del tranva40

    Con la introduccin de esta figura, en paralelo con aquel pulpo implcito, resulta

    notable observar que los autores no vean contradiccin alguna en plantear, dentro del mismo

    esquema, la imagen de mancha de aceite que sin demasiado esfuerzo remite a lo amorfo, o

    al menos a lo carente de una estructura reconocible, en combinacin con una imagen

    tentacular, que s manifestaba una clara morfologa y estructuracin concreta.

    El Estudio tuvo la voluntad de cruzar varias de las ideas ms potentes del urbanismo

    de su poca. Pero a la dogmtica corbusierana que proporcionaba categoras de anlisis tan

    sugestivas como sintetizadoras, le faltaba ejemplos concretos. Brasilia y Chandigarh an no

    haban pasado por los tableros de dibujo. El plan de Abercrombie, asombrosamente gestado

    en plena guerra, era en cambio una palpable realidad, que los problemas de gestin

    39Una evaluacin de las propuestas de Abercrombie y Markelius en Gravagnuolo, Benedetto, pp. 162 y ss.

    40Estudio del Plan de Buenos Aires, 1956, p. 69. Negritas en el original. Al parecer, el trmino mancha de aceite era de vieja

    data. Habra sido empleado para caracterizar la incontrolada expansin de la banlieuparisina, en los planes de 1919 y de1939. Cfr. Gravagnuolo, Benedetto, p. 170.

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    institucional impidieron concretar en Buenos Aires. A pesar de estas ambigedades, la puerta

    que abra el diagnstico fue cruzada por otras propuestas que dejaran marcas indelebles en la

    estructura urbana.

    Si las hiptesis que haban sostenido la intervencin en el Gran Londres podan

    trasuntarse en el Estudio del Plan, la continuidad de la idea ejecutada en el Plan Regulador

    de la Ciudad de Buenos Aires de 1958, al que regresamos, dejar de manifiesto aquella

    influencia con toda claridad.41

    Este Plan defini con precisin su territorio de aplicacin. Estableci dos grandes

    espacios a los que llam reas de planeamiento adoptadas. La primera correspondi al

    rea metropolitana (y en este trmino tambin haba una novedad), entendida como el

    conjunto de la Capital Federal y las 17 comunas vecinas, o sea , a Buenos Aires y al Gran

    Buenos Aires. Se trataba de algo ms de 264.000 hectreas, extendidas en una franja de 60

    kilmetros de largo, paralela al Ro de la Plata, con 30 kilmetros de profundidad.

    Ms all de la anterior, se extenda el rea regional de Buenos Aires, que se defina

    como una gran rea de contorno que abarcaba casi 2.500.000 hectreas, medidas dentro de

    un sector de circunferencia cuyo radio, de 100 kilmetros, haca centro en la ciudad deBuenos Aires.

    El transporte de corta y media distancia y las caractersticas socioproductivas, segn

    se declar, operaron como criterios particulares para la definicin de ambas reas.42Aunque

    en forma menos explcita que en los diagnsticos que obraron como sus antecedentes, la

    visin segn los paradigmas del urbanismo moderno todava gozaba de buena salud. La

    ciudad no es sino una parte de un conjunto econmico, social y poltico que constituye la

    regin, uno de los dogmas ms conspicuos de la Carta de Atenas, nada menos que el

    punto N 1,43que no haba sido tan claramente explicitado en los discursos de 1948 y que,

    ms curiosamente an, tampoco haba aparecido en toda la dimensin esperada en los planes

    41Este Plan estuvo principalmente inspirado por la filosofa, y la prctica administrativa, del planeamiento britnico yde su plan de Londres (formulado en 1945 por Sir Patrick Abercrombie).Surez, Odilia, p. 17.

    42Cfr. OPRBA, pp. 13-15.

    43Le Corbusier, 1954. Este texto se organiz en 95 tems, entre generalidades y puntos de doctrina, que numeraban a

    otros tantos prrafos. De modo que se puede prescindir para su cita del nmero de la pgina, como lo demuestra la edicinque utilizamos.

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    de 1938 y su reformulada remakede 1940, aqu iluminaba toda la arquitectura del Plan.

    En este sentido, como clara referencia a la doctrina, se arrib a dos conclusiones

    principales. La primera (titulada La necesidad de un tratamiento conjunto) sealaba queLa regin bonaerense, en conjunto con Buenos Aires y Gran Buenos Aires, constituye un

    todo orgnica [sic]: fsico-econmico-social, integrando el rea total de planeamiento, a

    pesar de las distintas jurisdicciones que en ella actan. Mientras que en la segunda

    conclusin (La definicin de un criterio de planeamiento del rea regional) apuntaba que:

    El criterio de planeamiento, tendiente a lograr el equilibrio mencionado, se basa en

    aumentar las posibilidades actuales de rendimiento del rea considerada de abasto de

    productos esenciales para el conglomerado humano- y las de afincamiento de la poblacin,mediante una serie de medidas orientadas a mejorar las condiciones fsicas y

    socioeconmicas del rea.44

    Al reclamo ultramarino sobre el conjunto econmico, social y poltico que

    constituye la regin, el Plan se enfrentaba, como adelantamos, con una realidad local que lo

    incapacitaba polticamente para incluir los territorios y municipios que rodeaban a la Capital

    Federal, ya sea en su consideracin metropolitana o regional. En esta situacin oscil la

    constante tensin de sus formulaciones, que intentaban cubrir un espacio que escapaba a su

    incumbencia.

    Mientras que la metfora del rbol slo contemplaba al territorio federal, la idea de

    limitar su crecimiento a travs del desarrollo de los ncleos urbanos perifricos, encontraba

    una figura en la imagen del satlite, tomada directamente del Plan de Abercrombie. Como en

    aqul, la clasificacin de los ncleos urbanos que rodeaban Buenos Aires, aparecieron

    categorizados segn su grado de preeminencia econmica y financiera. As, una serie deciudades cabecera de municipio, de primera, segunda o tercera categora, formaron una

    constelacin de satlites naturales (Figura 4), fueron los elementos de una micro

    descentralizacin regional que tendran la misin de absorber los crecimientos del rea, (...)

    concepcin afn con la poltica adoptada en Gran Bretaa para las reas

    metropolitanas.45

    44 OPRBA, pp. 74-75. Estas conclusiones tampoco representaban una novedad. La dimensin comunal e intercomunal

    figuraban en las aprobadas para Pars y sus alrededores en 1919 y 1924.45Surez, Odilia, pp. 16. Por otro lado, la idea de un satlite artificial era tambin bastante moderna como para aportar un

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    La idea de un conjunto de ciudades satlite, entendidas en el Plan Regulador lisa y

    llanamente como aquellos centros urbanos dependientes de otros mayores, que orbitaran

    especialmente alrededor de Buenos Aires, fue algo ms que una figura explicativa que,

    realmente, se utiliz en tales trminos pocas veces.46Se trataba, de hecho, de la expresin

    formal de un concepto que, una vez ms, traera orden al caos metropolitano. La seduccin

    por (y la confianza en) esta dimensin formal, en articulacin con la dinmica y caractersticas

    poblacionales, oper como un principio estructurante de todo el Plan. En efecto, uno de los

    seis equipos tcnicos con los que se organiz todo el Plan regulador respondi al ttulo de

    Morfologa Urbana y sociologa.47

    Pero la condicin satelitaria tampoco se agotaba en una cuestin formal. Tambinincorpor alguna referencia al comportamiento general. De esta manera, y como si se tratara

    de fuerzas gravitacionales de una verdadera mecnica celeste, el concepto de lmite de

    reaccin alcanzaba a las posibilidades de descentralizar la administracin y la provisin de

    servicios a otros ncleos urbanos. Este lmite reactivo, es decir, simplemente hasta donde se

    poda descentralizar (en municipios o en barrios de la propia ciudad) dependera de las

    necesidades de cada lugar, de su factibilidad tcnica y, especialmente, de la proyeccin

    estimada para el crecimiento de cada lugar.

    48

    En definitiva, el Plan Regulador tuvo la voluntad de considerar varios "lineamientos

    estructurales" para el rea y la regin metropolitana, integrando el rea total de

    planeamiento, a pesar de las dist intas jurisdicciones que en ella actan. Pero justamente,

    fueron los insalvables problemas de jurisdiccin que haban nacido con la propia forma

    poltica del Gran Buenos Aires, los que tornaron estos lineamientos inaplicables.

    Como resultado fragmentario de las propuestas del Plan, figuraron la localizacin de laTerminal de Omnibus en Retiro, el emplazamiento del Mercado Central, la erradicacin del la

    aggiornamiento de la imagen. El primero en orbitar la Tierra, el Sputnik 1,haba sido lanzado por la Unin Sovitica el 4 deoctubre de 1957.

    46Cfr. OPRBA, p. 124.

    47Los consejeros principales de este equipo (sus directores) fueron Eduardo Sarrailh, Odilia Surez, Clorindo Testa y JorgeGoldemberg, arquitectos todos ellos. Los otros cinco equipos fueron Areas rurales, puerto, industria y energa;Legislacin; Administracin pblica; Economa y finanzas y Relaciones pblicas y difusin.

    48Cfr. OPRBA, p. 195.

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    Penitenciara Nacional y la formulacin del Cdigo de Planeamiento Urbano, por mencionar

    unos pocos ejemplos.49Tambin a la propuesta se debi la urbanizacin y saneamiento del

    Parque Almirante Brown, en el rea sur de la ciudad de Buenos Aires, con la ubicacin de los

    conjuntos habitacionales de Soldati y Lugano. Fue este ltimo, finalmente construido entre

    1969 y 1973, el que se concret como una verdadera ciudad satlite de 68 hectreas de

    superficie para albergar cerca de 50.000 personas. El fracaso de las teoras urbanas que le

    dieron origen, corri suerte pareja con el modelo britnico en el que se inspiraba. Por su

    magnitud y la pobre calidad de vida que ofrece, acaso sea uno de los peores errores cometidos

    en este aspecto, dentro de los lmites de la ciudad.50

    A esa poca pertenece la Organizacin del Espacio de la Regin Metropolitana deBuenos Aires. Esquema Director para el Ao 2000, de 1969, que haba sido elaborado por

    un organismo de alcance nacional que operaba desde 1961, el Consejo Nacional de Desarrollo

    (CONADE), a travs de la Oficina de la Regin Metropolitana.51Desde el comienzo, el ttulo

    buscaba superar el problema jurisdiccional que haba determinado el fracaso de la propuesta

    anterior.

    Para su rea de aplicacin, se parti de una hiptesis que fijaba un extenso corredor

    urbano, paralelo al sistema ro Paran Ro de la Plata y con centro en Buenos Aires, desde

    la ciudad de Zrate al norte, hasta la ciudad de la Plata al sur, extendindose por unos 140

    kilmetros de largo y 20 kilmetros de ancho (Figura 5). El modelo explcitamente adoptado

    fue, en este caso, el Esquema Director de la Regin Parisina (1965-1972), de Paul Delouvrier.

    La relacin con el plan de Pars fue mucho ms all del ttulo. Un grupo de tcnicos franceses

    se instalaron en Buenos Aires por varios meses para formar parte del equipo de trabajo.

    Como parte central del convenio, trajeron una verdadera biblioteca que qued en Buenos

    Aires.

    Uno de los elementos ms salientes de la propuesta fue la incorporacin de la Red

    Expreso Regional (RER) que, al igual que su smil francs, se constituira, en la va de

    49Cfr. Surez, Odilia, pp. 15 y ss.

    50Para una evaluacin crtica de estos aspectos, ver por ejemplo Gutman, Margarita y Jorge E. Hardoy, p. 234 y Ballent,Anah, pp. 262 y 263.

    51

    Juan Antonio Ballester Pea fue su director, asesorado por Flix della Paolera (primo de Carlos Mara), Jorge Gabrinetti,Juan Pablo Lobert y Antonio Margariti.

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    comunicacin ms importante de la ciudades satlites. Ciudades que, para el caso francs

    seran construidas ex novo, mientras que en el caso argentino se consolidaran en ncleos

    urbanos existentes. Como Londres Estocolmo y ahora Pars, Buenos Aires tendra (por

    segunda vez) su propuesta de ciudades satlites. Las diferencias de escala y de distancia en

    relacin a la ciudad central, eran importantes en todos los ejemplos. En especial entre lasNew

    Towns inglesas con respecto a las Villes Nouvelles francesas, de tamao mucho mayor y

    bastante ms cercanas a la ciudad capital.52

    En cuanto a la registros empleados para caracterizar la problemtica urbana de Buenos

    Aires, el Esquema, en versin argentina, no fue demasiado original con respecto a los

    diagnsticos anteriores. Por ejemplo, el discurso corbusierano en clave patolgica regres enla esclerosis acelerada del rea central y una anemia del resto de la aglomeracin.53

    Tambin, como en el caso del Plan regulador de 1958, el satlite retornaba como elemento

    ordenador del caos suburbano. Caos que, tambin por segunda vez, era adjudicado al

    crecimiento de la red de transporte en los espacios interaxiales, es decir, otra denominacin

    para las mismas zonas de relleno, definidas en el Estudio del Plan de Buenos Aires,

    1948-1949, provocando (...) un confuso desarrollo en forma de mancha de aceite (...),

    crisis del esquema radioconcntrico.

    54

    Como sabemos, tampoco en este concepto habanovedad. Curiosamente, un plan que provea lneas generales de intervencin global,

    autopublicitado por su innovacin, no escapaba a una suerte de inercia del urbanismo de

    Buenos Aires, tanto en las palabras que lo caracterizaban, como en los conceptos que lo

    sustentaban.

    Como teora urbana sobre el rea metropolitana, el Esquema fue recuperado por un

    nmero importante de textos para la ciudad, durante ms de una dcada despus de

    generados sus postulados. Entendemos que stos pueden resumirse perfectamente en uno:

    negar o en todo caso desconocer la existencia de una estructura histrico espacial definida por

    el proceso de urbanizacin de Buenos Aires. Reconocimiento que, aunque forzado, adaptado

    y tal vez resemantizado, haba estado presente en sus predecesores.

    52Dos crticas bastante crudas al Plan de Pars pueden hallarse en Hall, Peter, pp. 323-325 y en Gravagnuolo, Benedetto, pp.171 y 172.

    53CONADE, p. 120.

    54Ibdem, p. 53.

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    3. La megalpolis

    As como la figuracin de la forma sera un desprendimiento de la metfora biolgica,

    la figuracin dimensional, en cuanto representacin del tamao de la urbe, estara

    estrechamente vinculada con la figuracin formal. Una palabra obrara como la sntesis de

    esta imagen: megalpolis.

    El origen del trmino se remonta al pasado, en milenios."Megalpolis" fue el nombre

    dado a la ciudad - estado, capital de la Liga de Arcadia, que naci de la unin de las pequeas

    tribus del noroeste del Peloponeso sometidas a Esparta, cuando sta sufri los reveses de laguerra con Atenas en el siglo V a.C. Su fundador, Epaminondas, haba puesto sus esfuerzos

    en la construccin de una vida social nueva.55

    El alcance moderno del concepto tal vez haya encontrado su mayor difusin a fines de

    la dcada de 1950 por los anlisis de Lewis Mumford, que finalmente se incluyeron en el

    ltimo captulo de su libro La ciudad en la historia, titulado, El mito de Megalpolis. En

    Mumford, la palabra no alude a un nombre propio, como su antigua homnima, sino que

    define un sustantivo genrico que puede aplicarse a cualquier gran urbe del planeta.

    Megalpolis es, en definitiva, la tendencia a la urbanizacin masiva e incontrolable que, en el

    lmite, cubrira toda la superficie de la Tierra. En otras palabras, no es tanto un trmino para

    definir una ciudad gigantesca, sino ms bien la posibilidad de destruccin de la idea de ciudad

    y, con ella, de la idea de civilizacin.56

    A pesar del apocalptico pronstico, la imagen de megalpolis se instal en el lenguaje

    del urbanismo como una categora suprametropolitana. En realidad, Mumford habrabuscado establecer una distincin entre megalpolis y conurbacin: Algunos han llegado a

    dar a la conurbacin el nombre inapropiado de Megalpolis, por ms que representa en

    realidad, el extremo opuesto de la tendencia que dio origen a la ciudad del mismo

    nombre.57El recuerdo del topnimo griego no era una mera cuestin erudita. Al parecer, se

    55 Cfr. Merlin, Pierre y Franoise Choay, p. 400. El historiador Polibio fue uno de los hijos ilustres de Megalpolis.

    56Cfr. Mumford, Lewis, pp. 710 y 711. Mumford, tributaba el trmino del ciclo de desarrollo urbano propuesto (una vez ms)

    por Patrick Geddes, que iba desde epolis (la aldea) hasta Megalpolis y Necrpolis.57Ibdem, p. 711.

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    trataba de una respuesta polmica a un artculo de Jean Gottman, Megalopolis, or the

    Urbanization of the North-Eastern Seabord, aparecido enEconomic Geographyen 1957,

    por no mencionar aMegalopolis, del mismo autor, que vio la luz en 1961, es decir, el mismo

    ao que La ciudad en la historia.

    La expresin megalpolis (o sistema megalopolitano) utilizada por Gottman,

    pretenda definir simplemente (y con la complejidad que ello encierra) la unin de dos o ms

    reas metropolitanas. Con ella caracteriz a la franja que, sin solucin de continuidad,

    alcanzaba a los distritos urbanizados de la costa este de los Estados Unidos, que tiene a New

    York como ciudad central, pero que se extiende por los estados de Connecticut,

    Massachusetts y Rhode Island, al norte; New Jersey y Delaware, al sur; el distrito deColumbia y buena parte de Maryland, Pennsylvania y el propio estado de New York. En total

    se trata de un conglomerado que mide unos 1.000 kilmetros de largo, con un ancho que

    vara entre los 50 y los 160 kilmetros, cubriendo una superficie que debe acercarse a los

    140.000 kilmetros cuadrados.58

    Que la Buenos Aires de fines de la dcada de 1950 tambin haba ingresado a la

    categora megalopolitana, es un tema que no ofrecera demasiadas dudas. El propio

    Mumford la haba incluido como ejemplo de la ausencia de forma urbana, como un

    recipiente que revienta, para utilizar sus palabras. Dad vueltas en avin sobre Londres,

    Buenos Aires, Chicago o Sydney u observad las ciudades esquemticamente, por medio de

    un mapa urbano y un plano de manzanas -nos invitaba el autor norteamericano en 1961-

    Cul es la forma de la ciudad y cmo se define? El receptculo inicial ha desaparecido

    por completo.59Formal y dimensionalmente hablando, la capital argentina y su conurbacin

    transitaban imprudentemente por el filo de un abismo, en la consideracin de uno de los ms

    ilustres pensadores de la ciudad que dio el siglo XX.

    La calificacin era demasiado poderosa para ser obviada por los planes urbanos,

    posteriores al desarrollo de estas ideas. En efecto, el Esquema Director para el Ao 2000

    hizo una observacin, aunque ms no sea para rechazarla. En una nota del apartado Ejes

    referenciales de urbanizacin, se aclar la posicin: El Esquema Director elude el

    58

    Cfr. Gottman, Jean, 1961.59Ibdem, p. 714.

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    divulgado -y confuso- vocablo de megalpolis para denominar la orientacin lineal del

    crecimiento de la Aglomeracin. Suponer un continuo edificado de La Plata a Rosario

    implica admitir un monopolio demogrfico y econmico del Litoral, cuyas consecuencias,

    desde el punto de vista de la organizacin del territorio nacional, se reflejara en una

    fuerte acentuacin de los desequilibrios regionales.60

    Paradjicamente, toda la propuesta del Esquema tenda exactamente a lo contrario. El

    gigantesco corredor urbano planteado, hubiese acentuado la concentracin de poblacin y,

    consecuentemente de todo tipo de actividades, aportando un factor de fuerte acentuacin de

    los desequilibrios regionales, otorgando a una negativa tendencia histrica del pas, unstatus

    oficializado en la reflexin urbana.

    Con todo, la poderosa imagen de una megalpolis, sea sta extendida por la franja

    riberea o radioconcntrica, haba encontrado eco en el campo profesional y pasa a formar

    parte de las interpretaciones para el desarrollo de Buenos Aires. En 1981, el Atlas de la

    Ciudad de Buenos Aires, dirigido por Horacio Difrieri, incluy un captulo titulado,

    directamente, Hacia la Megalpolis. Este anlisis, de Marta Kollmann de Curuchet, apareci

    ciertamente como una traduccin que se acercaba ms a la aplicacin de Gottman que a la

    teora de Mumford. De todos modos, el manejo del trmino pareci responder ms a una

    conceptualizacin extrema y circunstancial de la expresin, que a una convencida

    interpretacin de la realidad. Los autores definieron a la urbe como una "mega-urbe"y por

    supuesto su rea de influencia fue un"mega-hinterland". As, se distinguan cuatro escalas: 1.

    Ciudad (la Capital Federal); 2. La. Metrpoli (los partidos limtrofes y Quilmes); 3. La Regin

    Metropolitana (las jurisdicciones adyacentes a las anteriores) y 4. El Hinterland, o el gran

    territorio comprendido entre San Nicols hasta Chascoms, con la cuenca del ro Salado

    como lmite interior (Figura 6).61

    Para el cuarto nivel, es decir la mayor rea de influencia de la ciudad, se practicaba una

    diferenciacin. Se defina un "hinterland directo", limtrofe con la regin metropolitana y que

    "coincidira con el que la Secretara de Planeamiento y Desarrollo de la Provincia de

    60CONADE, p. 111. Negritas en el original.

    61Kollmann de Curuchet, Marta, p. 450.

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    Buenos Aires denomina 'Eje Metropolitano'".62

    Tambin en 1981, el Banco de la Provincia de Buenos Aires public los tres tomos de

    la Resea Histrico-Econmica de los partidos de la Provincia de Buenos Aires , queutiliz la misma clasificacin como hiptesis general: "Por eje metropolitano se entiende al

    sistema espacial conformado por el Area Metropolitana, jurisdicciones de la Capital

    Federal, Gran Buenos Aires y Gran La Plata y zona de influencia directa con la que

    compone actualmente una unidad funcional".63 Esta definicin apareci representada en

    cierta cartografa cuyo grado de esquematizacin ejemplifica el nivel de adaptacin

    "sistmica" y abstracta que el territorio de la conurbacin haba adquirido por ese tiempo

    (Figura 7).

    La influencia del Esquema Director del Ao 2000 de 1969, es reconocible en los

    trazos generales de ambas concepciones. No era el trmino megalpolis que el Esquema,

    como vimos, haba tratado exorcizar, el que se utilizaba para la definicin de la sntesis

    conceptual necesaria. Sin embargo, las posibles soluciones, el diagnstico o la interpretacin,

    apuntaban en aquella direccin

    En los dos estudios posteriores considerados, se podr observar el verdadero cambio ola ruptura dentro de la temtica que constituye el eje de estas pginas. Entre uno y otro

    veremos como la metfora o la figuracin mutar con la introduccin de un nuevo paradigma

    para luego desaparecer entre las opciones de representacin al momento de transmitir ideas o

    conceptos sintetizadores.

    4. De la sntesis al fragmento

    Dentro del esquema terico propuesto y esencialmente en apoyo de la hiptesis que

    dio origen a estas notas, cabe evaluar brevemente dos ltimos planes para Buenos Aires y su

    regin. En realidad, el calificativo de plan, con su amplio alcance y el necesario grado de

    62Ibdem.

    63Banco de la Provincia de Buenos Aires, Tomo I, p. 31. La bsqueda de una clasificacin "consistente" que ordenara el plan

    de la obra, determin que las otras dos divisiones para el territorio provincial fueran "Eje Mediterrneo" (tomo II) y "EjePampeano" (tomo III), bastante discutibles por cierto.

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    definicin en las propuestas, que difcilmente le hubiese correspondido al Esquema Director,

    tampoco se aplicara, en rigor, al conjunto de lineamientos generales que proveyeron tanto el

    SIMEBcomo el Proyecto 90.

    El Sistema Metropolitano Bonaerense(SIMEB) fue desarrollado entre 1975 y 1978

    en el marco del Programa Nacional de Concertacin del Hbitat y Ordenamiento Territorial

    (CONHABIT), a partir del convenio celebrado entre la Secretara de Recursos Naturales y

    Ambiente Humano de la Nacin y los diferentes gobiernos provinciales.64Para la Provincia de

    Buenos Aires, el rea de aplicacin del sistema -como se la defini- surgi por la sumatoria

    de tres escalas territoriales conceptualizadas como 1) la metrpolis o ciudad madre, es decir,

    la ciudad de Buenos Aires en cuanto Capital Federal; 2) el rea metropolitana o ciudadgrande y sus suburbios y 3) el sistema metropolitano propiamente dicho, que sumaba a las

    anteriores otras reas urbanizadas como el Gran La Plata, el eje costero Zrate Campana y la

    lnea urbanizada extendida entre los municipios de Mercedes, Lobos y Chascoms (Figura

    8).65

    Ya desde los primeros esbozos de 1975, la justificacin de este enorme territorio como

    espacio de trabajo se sustentaba por las diferencias y nuevos contextos que el SIMEB

    antepona a los anlisis precedentes. De esta forma, el discurso reconoca la poca

    funcionalidad de ciertos conceptos utilizados en planes y diagnsticos anteriores, por resultar

    excesivamente limitados o ambiguos, como (...) aglomerado, conurbano, rea, regin

    poltica, etc., con los que en ocasiones se ha calificado este conjunto. En cambio, la

    definicin de sistema territorial estaba avalada por (...) la presencia de partes

    diferenciadas, de relaciones, de estructura funcional (...).66

    Nuevamente, la terapia aplicada para la mejora del conjunto urbano, buscabaconstituirse como novedosa, por el tipo de criterios aplicados... y de trminos manejados. As,

    consistentemente, las pocas figuraciones tradicionales que todava sobrevivan en su

    64La coordinacin general del SIMEB fue ejercida por los entonces Director Nacional de Ordenamiento Ambiental, HctorEchechuri, y Secretario de Urbanismo y Vivienda de la Provincia de Buenos Aires, Alberto Mendona Paz, secundados porDelia de Dios (demografa), Lidia Jimnez (poblacin) Nora Clichevsky (mercado de tierras), Luis Giudici (situacinhabitacional), Mara Rossi (industrias), Rubn Pesci (reas de preservacin ecolgica, sistema de movilidad y centrosterciarios) y Elena Masse (equipamientos y servicios), entre otros profesionales.

    65

    Cfr. CONHABIT, 1977. La versin utilizada, lamentablemente carece de numeracin en sus pginas.66Ibdem.

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    antecesor, aparentemente desaparecieron de las posibilidades argumentales del SIMEB. El

    supuesto nuevo paradigma -la concepcin sistmica- lograba desplazar a las representaciones

    anteriores, a pesar de que, por ejemplo, en la vieja idea de la ciudad como organismo (usada y

    abusada recurrentemente) subyaca la misma concepcin. El tema era que, ahora, no se

    trataba de mejorar al organismo, sino directamente de reemplazarlo.

    En efecto, al igual que el Esquema Directorde 1970, la nueva propuesta atacara de

    raz la forma y comportamiento de toda el rea (trmino, como se vio, superado),

    agregando territorios y dimensiones analticas y aportando nuevas relaciones entre las

    partes. De hecho, uno de los objetivos principales fue, nada menos, modificar la estructura

    radioconcntrica actual del SIMEB, que asfixia las actividades de su rea urbanizada eimpide el desarrollo autnomo de gran parte del interior de la Provincia de Buenos

    Aires.67Dicho de otro modo, una nueva idea megalpolis, an ms ambiciosa que en el caso

    anterior, se recuperaba para detener el crecimiento tierra adentro, alentando nuevamente el

    desarrollo del eje costero, sobre el que se recostara lo fundamental del sistema.

    A pesar de la poca originalidad de ciertos contenidos, la introduccin de la dimensin

    ambiental en el planeamiento urbano argentino -el nuevo paradigma que comenzaba su

    carrera ascendente- fue un aporte sustancial de SIMEB. La enorme generalidad de la

    propuesta, sin entrar en desarrollos particulares a nivel territorial o conceptual, podra

    explicarse por esta dimensin ambiental que puede observarse, claro est, en los estudios para

    recuperar reas verdes, pero que tambin atraviesa el enfoque otorgado, por ejemplo, a los

    anlisis demogrficos, de mercado de tierras, de movilidad o de equipamientos y servicios. En

    otras palabras, se tratara en realidad de la introduccin de otra variante metfora funcional,

    tambin de origen biolgico, aunque verdaderamente original: la ciudad como ecosistema.

    La ciudad sera, entonces, susceptible de ser interpretada segn los modelos

    ecosistmicos abundantemente descritos y analizados para otros mbitos y disciplinas. Con

    los aos transcurridos resulta evidente que el concepto de ecosistema aplicado a la ciudades

    trasciende la dimensin de un simple modelo interpretativo. De hecho, habra acuerdo en que

    la ciudad no puede entenderse al margen de la condiciones naturales en medio de las cuales se

    67

    CONABIT DG02, Documento General del Programa, presentado en la Conferencia Internacional del Hbitat, Vancouver,1976. Ibdem

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    desarrolla y que, a su vez ha modificado.68 Este parece haber sido uno de los objetivos

    principales de la propuesta, cuando aclar que (...) los trabajos producidos por el

    CONHABIT se identifican plenamente con la problemtica ambiental en la perspectiva de

    salvaguardar los recursos naturales y la calidad de vida de los habitantes de la

    Repblica.69

    Dentro de nuestro desarrollo, se puede interpretar que el SIMEBmarc un punto de

    inflexin en las representaciones incluidas en los discursos de los planes y diagnsticos

    urbanos para la ciudad de Buenos Aires. Con l, la ltima referencia a alguna variante de

    metfora o figuracin, que buscase resumir las posibilidades de evaluacin e intervencin en

    la ciudad en forma global, se diluye como registro del lenguaje disciplinar.

    La extrema sntesis que aportaba el SIMEBpara el diagnstico y las alternativas de

    intervencin en el Area Metropolitana de Buenos Aires y su regin, demostr ser uno de los

    lmites del movimiento pendularque se completara con el Proyecto 90.

    El ltimo ejemplo a tratar, escapa decididamente al concepto de plan, hecho del cual

    nos alerta el mismo ttulo. Concebido en 1989 desde la Comisin Nacional del Area

    Metropolitana de Buenos Aires (CONAMBA) -otro de los intentos de nacionales de superarlas fronteras polticas y administrativas entre Capital y Provincia- bas gran parte de sus

    consideraciones generales en las del SIMEB, tambin por la continuidad de alguno de sus

    integrantes.70 A diferencia de aquel, el nuevo mbito de aplicacin se restringi al Area

    Metropolitana de Buenos Aires, es decir, a las dos primeras escalas indicadas por el SIMEBe

    integradas por la Capital Federal y los entonces diecinueve partidos del Gran Buenos Aires.

    Las alternativas generales de intervencin del Proyecto 90, dentro de esta dimensin

    metropolitana, descansaron en un conjunto de ideas fuerzaque recuperaron la concepcin

    sistmica, pero descritas ahora como 1) funcionamiento multipolar y multifocal, 2)

    reactivacin econmica compatible, 3) organizacin tramada y selectiva y 4) regulacin

    68Cfr. Di Pace, Mara y Horacio Caride, p. 60.

    69CONHABIT, 1977. Subrayados en el original

    70El estudio tuvo presidido por la misma autoridad de la Comisin, Juan Portesi, con Rubn Pesci como coordinador tcnico

    de un equipo integrado por Graciela Zivano, Adriana Gamba, Graciela Guidi, Graciela Rolandi, Osvaldo Siseles y RobertoPitluk. Entre las aspiraciones principales del Proyecto, figuraba Superar la divisin entre la instancia tcnica y la instanciapoltica (...) para ejercer una permanente articulacin y enriquecimiento entre ambas, CONAMBA, p. 47.

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    ecolgica integral,71 expresadas en ciertos esquemas cuya grfica abstracta, mantena en

    buena medida la asfixiante estructura radioconcntrica que se haba tratado de oxigenar en

    el estudio anterior (Figura 9). Esta interpretacin se fundamenta en un cambio radical de

    contexto y de enfoque: lo que en el antecedenteresultaba de una planificacin de envergadura

    en el mediano y largo plazo a escala regional, aqu se manifestaba como medidas

    coyunturales para superar la crisis metropolitana.72

    Esto tal vez explique por qu la fase de intervencin no consider esta escala global

    sino que apunt a un conjunto de fragmentos, definidos como proyectos ejecutivos, que

    proporcionaran resultados inmediatos siendo aquellos su principal instrumento. Los

    proyectos cubrieron un amplio espectro de propuestas, desde un polgono industrial aradicarse en el partido de Merlo, como parte de una estrategia mayor para convertir al

    municipio como centro direccional, hasta la creacin de centros recreativos en barrios,

    pasando por programas de desarrollo agrario, parques tecnolgicos, mejoramiento ribereo y

    desarrollo turstico en el Delta del Paran, entre varios otros.

    En la narracin de estos proyectos, los trminos aglomerado, conurbano, rea o

    regin poltica, que en el SIMEB se haban rechazado por su limitacin o ambigedad,

    logrando una verdadera proeza lingstica de sinonimia (conjunto, sistema, parte,

    todo) fueron recuperados sin demasiados prejuicios. El discurso, como se adelant, no

    contiene otra representacin que la recuperacin (casi anecdtica) del crecimiento suburbano

    en mancha de aceite, que permanece como relicto de una tradicin conceptual . En

    definitiva, pareciera que en el Proyecto 90, la condicin de fragmentario alcanz tanto a la

    intervencin puntual para resolver -o paliar- problemas prioritarios, como al sustrato terico

    que se estructur segn partes aisladas de un saber sobre la ciudad que transitaba un camino,

    sin demasiadas bifurcaciones, desde haca al menos tres dcadas.

    La idea de una ciudad que puede desarrollarse a travs de la concrecin fragmentaria

    de proyectos puntuales, pareciera haber sido una supuesta va alternativa en la disciplina

    urbanstica de fines de la dcada de 1980. Acaso como una contestacin (al menos en el

    mbito de la planificacin bonaerense) a toda una larga secuencia de frustraciones, de

    71

    Cfr. ibdem, pp. 28 y 29.72Cfr. Novick, Alicia, 1992.

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    marchas y contramarchas, de modelos adoptados y rechazados en la lista de los planes para

    Buenos Aires -de los que slo la ciudad hered fragmentos- justamente a ellos se habran

    dedicado, con pretensiones acotadas, las posibilidades ms reales de intervencin. Las 20

    ideas para Buenos Aires, publicadas en 1988, gestadas en un convenio entre la Intendencia

    Municipal y la Comunidad de Madrid, tal vez resulten un acabado ejemplo de esta

    concepcin.

    Restringidos al espacio territorial de la Capital Federal, sus dos objetivos principales

    fueron (...) lograr la mayor participacin de arquitectos y urbanistas en la definicin de

    la estructura urbana y la identidad arquitectnica de la ciudad y (...) obtener un

    repertorio de ideas concretas con posibilidades potenciales de realizacin inmediata.

    73

    Se trataba de un conjunto de proyectos aislados para diferentes zonas de la ciudad que haban

    sido elegidas por el Consejo de Planificacin Urbana (CPU) de la Municipalidad (Figura 10)

    Los criterios de seleccin de las reas respondieron, genricamente, a las condiciones de

    poseer tierras vacantes de propiedad municipal, constituir vacos urbanos y presentar

    importantes procesos de deterioro, con carencia de transporte, falta de identidad y falta de

    formalizacin del espacio pblico.74

    Uno de los participantes, que haba formado parte de los equipos ganadores en las

    ideas propuestas para los barrios de La Boca y Barracas, justificaba este urbanismo

    alternativocomo respuesta al modelo agotadorepresentado por (...) la omnipotencia

    de los grandes planes urbano regionales cuya concrecin solo poda concebirse en plazos

    excesivamente largos que no estn ya acordes con los cambios rpidos que experimenta la

    sociedad contempornea.75

    Pese a las previsiones, el violento deterioro de la economa general del pas y eladelantado cambio del gobierno nacional, ao y medio despus, sepultaron aquellas

    posibilidades potenciales de realizacin inmediata que se haban esgrimido como uno de

    los principales argumentos de la operacin.

    73 Comunidad de Madrid, Municipalidad de Buenos Aires, p. 14. Este ejercicio en Buenos Aires, se inspiraba en elnumricamente mayor de la 50 ideas para Madrid, de 1983.

    74Cfr. ibdem, p. 16.

    75Alberto Varas, marzo de 1987, ibdem, p. 19.

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    Aunque durante ltima dcada del siglo, las propuestas venidas de planes para el Area

    Metropolitana de Bueno Aires -hasta el momento por los menos- han sido realmente escasas

    o inexistentes, la calidad y cantidad de los textos producidos por numerosos autores desde

    distintos campos del conocimiento compensara la bsqueda de materiales para un estudio de

    las representaciones. Con este panorama de una gran ausencia y, a la vez tal abundancia, un

    anlisis de estos discursos, aunque ms no sea extremando la sntesis, desbordara el esquema

    propuesto para este trabajo. No obstante (o justamente por ello), a los noventa se dedica la

    ltima parte de las conclusiones que siguen.

    Conclusiones: la representacin urbana, persistencia y desaparicin

    Con este ttulo se ha buscado resumir dimensiones diferentes de la temtica abordada,

    con el fin de dar cuenta de los nudos problemticos tratados.

    La primera de estas dimensiones se refiere a los registros recuperados de algunos

    planes elaborados para Buenos Aires y su regin. El lenguaje de los textos del urbanismo ha

    recurrido al concepto de figuracin y no tanto a las metforas / analogas. La introduccin de

    entidades imaginarias, que indicaba Ren Thom demostr, por muchos aos, su indudable

    potencial educativo, para transferir cierta idea de ciudad. En este sentido, se comprueba la

    necesidad de recurrir a estas representaciones que no tienen una secuencia lineal, sino que se

    solapan o superponen. De ah que la periodizacin desarrollada cubri en largo perodo,

    reflejando tambin esta superposicin o solapamiento de ideas.

    En segundo lugar, la difusin y apropiacin de estos conceptos quizs se haya

    comportado en el sentido que Christian Topalov le adjudic a este tipo de procesos culturalescuando, con otra metfora, sugiri la idea de movimientos a la manera de una tectnica de

    placas. A menudo, los lenguajes gestados en los mbitos acadmicos se incorporan al

    lenguaje comn, con mecanismos diversos pero que en definitiva, aseguran su persistencia.76

    La tabla incluida al final de este anlisis servira para dar cuenta de esta tectnica. Se

    puede observar que la relacin descendente entre

    76Topalov, Christian, pp. 10 y 11.

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    1. los modelos interpretativos propuestos,

    2. las metforas y figuras a las que se recurre y

    3.

    los registros que las explicitan como figuraciones en los textos.

    Este desarrollo tiende a manifestarse como una suerte de escalera, mostrando las

    continuidades y rupturas de esta didctica necesaria y la supervivencia de metforas y

    figuraciones, quedando en el camino unas, mientras surgan o se recreaban otras. As, los

    llenos y los vacos que muestra la tabla en la indicacin de registros, seran la expresin

    grfica de este comportamiento.

    La tercera y ltima dimensin, se presenta, como sntesis, fuertemente vinculada con

    las anteriores. Refiere a una nueva clasificacin de las metforas y figuraciones en relacin a

    los paradigmas (en el sentido de Kuhn) que las sustentan. Si una metfora condensa la forma

    de pensar la ciudad en un determinado momento, podramos encontrar para Buenos Aires

    tres alternativas:

    1.Un cambio de paradigma puede traer un cambio de representacin. O renunciar

    a su utilizacin. Para representar el paradigma de la mega ciudad, el Esquema Director para elao 2000 rechaza la posibilidad de un figura dimensional y recurre a partes de una metfora

    funcional mientras introduce un cambio de registro. Ms an, fue el caso del SIMEB y del

    Proyecto 90, no tanto por la dimensin ecolgica o paradigma del verde que introdujo el

    primero y recuper el segundo, sino ms bien por la paulatina renuncia a considerar la ciudad

    en su conjunto, apuntando a sus fragmentos. El verdadero cambio de paradigma estara dado

    en el pasaje del todo a las partes, cuyo acto final aparece en la elaboracin de las 20 ideas para

    Buenos Aires.

    2. Un cambio de paradigma no altera la persistencia de la representacin. Es

    claramente el caso de la propuesta de Le Corbusier, donde persiste y se extrema la metfora

    funcional del paradigma biolgico, mediante una operacin que encubrira la introduccin de

    un paradigma mecnico. De ello se desprende que la ciudad se entenda y mostraba ms

    como una mquina que funciona, que como un organismo que (adems de funcionar) se

    comporta.

    3. No cambia el paradigma pero cambian las diversas representaciones . El

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    paradigma biolgico pareciera el nico que demostr su persistencia, prcticamente a lo largo

    de todo el perodo analizado, con varios cambios de registro. Desde della Paolera en 1927,

    hasta el SIMEB de 1979, en el recorrido se observaron contradicciones, como sucedi con el

    diagnstico del EPBA. Este mantuvo la metfora de lo funcional incorporando figuras de lo

    formal (los tentculos y la mancha de aceite al mismo tiempo) sin asumir que se trataba

    de ideas contrapuestas, transmitidas por los mismas imgenes. El Plan de 1958, aunque no

    antagoniz la relacin entre idea de plan y representacin del mismo como en el anterior,

    limit la metfora funcional a la ciudad central (el rbol), interpretando los suburbios

    mediante una figura de lo formal (los satlites), demostrando tambin las limitaciones de

    alcance de la propuesta misma.

    En definitiva, se podra especular con que un anlisis del conjunto de representaciones

    a travs de las metforas, analogas y figuraciones del urbanismo, ofrece un instrumento

    conceptual de importancia para entender las maneras de entender y hacer ciudad en cada

    momento histrico. Dentro de este esquema, tal vez se pueda justificar con mucha solidez la

    necesidad de revisar la historia de las palabras para una ciudad, que reflejan los modos de

    pensarla y las ideas que los sustentaron, pero, tambin sus xitos y fracasos. Acaso, hoy en

    da, nuevas metforas puedan actuar como representacin de nuevas formas de pensar lourbano. La ciudad como organizacin empresarial, como elemento de un sistema global o

    producto autosustentable sean algunos de los prximos paradigmas. Este quizs sea el

    verdadero sentido de una bsqueda que slo se comprende como problemtica actual. O,

    como indicaba Jos Ortega y Gasset en la frase que introdujo estas notas: si, pues, hay

    pasado, lo habr como presente y actuando entre nosotros.

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