026-La Refutacion Kantiana Del Idealismo

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  • La refutacin kantiana del idealismo

    Carlos Andrs PrezDEPARTAMENTO DE FILOSOFA

    DOCUMENTO N 26

    Carlos Andrs Prez, filsofo, Universidad de los Andes

  • DOCUMENTOS CESO N 26LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    CARLOS ANDRS PREZ. 2002 EDICIONES UNIANDES. 2002

    COORDINACIN EDITORIAL: CSAR TOVAR DE LENEDICIONES UNIANDESCARRERA 1 N 19-27APARTADO AREO 4976BOGOT, COLOMBIAPBX: 3394949 - 3394999. FAX: EXT. 2158CORREO ELECTRNICO: [email protected]: 1657-4508IMPRESO EN COLOMBIA/XEROX DE COLOMBIA S.A.

    Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes,ni registrada en o trasmitida por un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna formao por ningn otro medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magntico, electroptico,por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editoral.

  • CONTENIDO

    INTRODUCCIN 5FSICA NEWTONIANA, METAFSICA TRADICIONALY ESCEPTICISMO EN EL PROYECTOCRTICO KANTIANO 5IDEALISMO TRASCENDENTALY REALISMO EMPRICO 8

    LA REFUTACIN DEL IDEALISMO 13PRELIMINAR: LA REFUTACIN DEL IDEALISMOEN LA PRIMERA EDICIN DE LA CRTICADE LA RAZN PURA 14LA REFUTACIN DEL IDEALISMOEN LA SEGUNDA EDICIN DE LA CRTICADE LA RAZN PURA 16

    Descartes y Berkeley 18El texto de la Refutacin del Idealismo 19

    La tesis y la prueba 20Observaciones 1 y 2 23Observacin 3 24

    CONSIDERACIONES FINALES 24

    LA PRIMERA ANALOGA DE LA EXPERIENCIA 26EL LUGAR DE LA PRIMERA ANALOGADE LA EXPERIENCIA EN LA CRTICADE LA RAZN PURA 26LA PRUEBA DE LA PRIMERA ANALOGADE LA EXPERIENCIA 28CIENCIA NEWTONIANA Y SENTIDO COMN 29LA NATURALEZA DE LA SUSTANCIA 30EL PROBLEMA DE LA OBJETIVIDAD EN LA PRIMERAANALOGA DE LA EXPERIENCIAY LA REFUTACIN DEL IDEALISMO 31

    OBJETIVIDAD Y EL PROBLEMA DE LA COSA EN S 33IDEALISMO TRASCENDENTAL Y REALISMO EMPRICO...OTRA VEZ 33FENMENOS Y NMENOS 34ULTIMAS CONSIDERACIONES 36

    BIBLIOGRAFA 38

  • CARLOS ANDRS PREZ

    4 DOCUMENTOS CESO 26

  • 5LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    Dejando a un lado los detalles histricos, es posibleafirmar, sin el temor de ser muy inexacto, que el des-bordado optimismo originado por el progreso de lasciencias naturales durante los siglos XVII y XVIII,junto con la idea dominante de un avance lineal entales disciplinas, hizo que los hombres se volvieransobre la filosofa, ms exactamente sobre la metafsicatradicional, con una actitud crtica y de rechazo quepodemos rastrear incluso hasta nuestros das. Para ellector iniciado en la lectura de textos filosficos no escausa de extraeza que los mismos problemas que seplante Platn en el siglo V a. C. sigan siendo todavaobjeto de discusin, pues antes que estar determinadopor formulaciones que de algn modo superan los in-terrogantes propios de la poca (como al parecer serael caso de la ciencia), el progreso de la filosofa secaracteriza ms bien por la evolucin de un conjuntopermanente de problemas. El propsito de esta intro-duccin es dar una rpida mirada al tema de la objeti-vidad, mostrando los interrogantes que al respectointent resolver Kant, y resaltar los nuevos cuestiona-mientos introducidos por su doctrina.

    FSICA NEWTONIANA, METAFSICATRADICIONAL Y ESCEPTICISMOEN EL PROYECTO CRTICO KANTIANO

    El cuadro que presenta la poca de Kant con respectoa la filosofa y al tema de la objetividad es bastanteparticular. De hecho, debido en gran parte a los avan-ces en el campo de la ciencia, verdades que hasta en-tonces eran tomadas como ciertas sin ms, fueronpuestas en duda, lo que dio pie para que desarrollosescpticos y de rechazo a la metafsica obligaran a bus-

    INTRODUCCIN

    car nuevas maneras para fundamentar el conocimien-to. Si pensamos, por ejemplo, que una verdad en prin-cipio tan evidente como el aparente hecho de que elsol gira alrededor de la tierra, fue desechada para dar-le cabida a la teora heliocntrica de Coprnico, no esdifcil vislumbrar el grado de desconfianza y de dudaen que el hombre de tal poca deba encontrarse. Eneste nuevo orden de pensamiento la ciencia, cuyo ex-ponente ejemplar era la fsica matemtica de Newton,se constitua entonces en el nuevo paradigma del tra-bajo terico en virtud de la simplicidad de su mtodoy de sus excelentes resultados.

    As las cosas, vemos de qu manera a partir del sigloXVII los sistemas filosficos elaborados por distintospensadores tienden afanosamente a presentarse comocientficos, al punto que ya en el siglo XVIII la mismametafsica fue presentada como una ciencia demostra-tiva al estilo de las matemticas, aplicando el mtodouniversal de las ciencias para mostrarla como tal. Estetipo de labor, esto es, darle a la metafsica el carcterde ciencia, fue la pretensin del pensador ms influ-yente en la primera mitad de la vida de Kant: ChristianWolff, seguidor de la doctrina de Leibniz y acadmicoque influy de manera determinante en la formacinfilosfica universitaria de su tiempo. De acuerdo conWolff, la metafsica es una ciencia demostrativa y sedivide en dos ramas de estudio, una general y una es-pecial. La primera es la ciencia del ente en cuanto ente,es decir, la ontologa, mientras que la segunda respon-de a la tradicin escolstica y se divide en tres partes:la psicologa, que estudia el alma; la teologa, que tra-ta sobre Dios; y la cosmologa, la ciencia del mundoen cuanto tal, que toma los principios de la ontologa ylos pone al servicio de la psicologa y de la teologa.

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    Esta distincin, aceptada comnmente en la poca deKant, es la idea de metafsica con la que trabaja laCrtica de la Razn Pura cuando hace referencia a lametafsica tradicional, y ser precisamente contra ellaque Kant dirigir su ingenio filosfico. En efecto, sibien es cierto que pretenda alcanzar el grado de cer-teza propio del mtodo matemtico, la metafsica nodejaba de ser objeto de cuestionamientos que ponanen duda su misma posibilidad como ciencia, y trasaos de formacin wolffiana, Kant adopta una postu-ra crtica frente a sus fundamentos. Un ejemplo deello es la publicacin, quince aos antes de la impre-sin de la primera edicin de la Crtica de la RaznPura, de Los sueos de un visionario, comentadospor los sueos de la metafsica, en donde de unamanera irnica y con un estilo discursivo y expedito,distante al que caracteriza sus obras posteriores, Kantcompara las teoras de la metafsica con las expe-riencias visionarias de Immanuel Swedenborg quiengracias a su muy especial y personalsima relacincon un mundo espiritual poda, dado el caso, trasla-darse espiritualmente de un lugar a otro y predecireventos futuros o acontecimientos ocurridos a cien-tos de kilmetros de distancia de donde se encontra-ba su cuerpo. De acuerdo con Kant, la metafsica seencontrara incluso en un lugar inferior al de las vi-siones de Swedenborg, pues presenta el inconvenien-te de que pretende ser considerada como ciencia yprocede probando el objeto de su estudio de maneraracional, cuando en realidad, al parecer de Kant, talempresa es imposible. En efecto, el pensamiento me-tafsico, contrariamente a lo planteado Wolff, nodescansa para Kant ni en la experiencia ni en la infe-rencia racional y se debe ms bien al error en queincurre la razn cuando pretende trascender sus pro-pios lmites.

    Esta postura crtica de Kant con respecto a la metafsi-ca est influenciada directamente por la filosofa deDavid Hume, pero en lugar de situarse en una posi-cin de tipo escptico como la del escocs, o por elcontrario aceptar la metafsica pero sin el carcter cien-tfico pretendido por Wolff, Kant prefiere indagar afondo por la posibilidad misma de la ciencia metafsi-ca, pues es consciente de la importancia que tal disci-plina tiene para nuestra vida.

    Kant no ha querido, como otros autores de sutiempo, renunciar a la certeza en las materiaspropias de la ciencia metafsica, y contentarsecon hiptesis ms o menos atractivas, ms omenos probables acerca de ellas. En estas cues-tiones, como dir ms tarde, la mera posibilidadno existe: o la metafsica es ciencia, o no es nada.TORRETTI (1967:47, 48)

    Es sabido que una de las principales preocupacionesde Kant al momento de escribir su Crtica de la RaznPura tiene que ver precisamente con la aparente faltade progreso en las cuestiones filosficas, pues mien-tras que la ciencia avanzaba a pasos agigantados, lafilosofa no lograba encontrar un camino que la pusie-ra acorde con el ritmo de la poca, y la incertidumbreque la ciencia haba sentado con respecto al sentidocomn hizo que la razn misma se viera en la necesi-dad de fundamentarse y salvarse de la duda. En talintento de fundamentacin, no obstante, la filosofano encontraba solucin a las preguntas que la raznmisma se planteaba y, o bien terminaba echando manoinconsecuentemente de un Deus ex machina para sal-var sus planteamientos del terreno de lo subjetivo ehipottico (como el caso de Descartes, Leibniz oBerkeley), o bien asuma una postura escptica que,no obstante, reduca la supuestamente incuestionableuniversalidad y necesidad de la ciencia de la poca auna cuestin de costumbre (el caso de Hume y su cr-tica al principio de causalidad).

    Resumiendo, el panorama de la poca en que Kantescribe es bastante particular. Por un lado, la fsicanewtoniana se mostraba como baluarte de progreso yreduca el mundo a categoras objetivas explicndolopor medio de leyes universales y necesarias. Por suparte, las doctrinas filosficas presentaban dos difi-cultades: o bien hacan un uso incorrecto de los con-ceptos con que trabajaban y eran por eso mismo fuenteconstante de error o bien no podan escapar a un idea-lismo escptico que basndose en un anlisis de laexperiencia sensible no slo cuestionaba la necesi-dad y la universalidad de los postulados de la cienciaemprica negando la posibilidad de un conocimientoa priori, sino que, adems, encerraba al hombre en lasubjetividad de sus impresiones rechazando la posibi-lidad de un conocimiento objetivo. Las limitaciones

  • 7LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    que enfrentaba la filosofa eran entonces muy grandes,y si bien hubo un tiempo en que la metafsica recibael nombre de reina de todas las ciencias (Kant 1998:7A VIII), la misma especulacin filosfica acerca detemas como la existencia de Dios o la inmortalidaddel alma no pareca digna de ser tomada en cuenta enuna reflexin racional. Para hacer patente el estado dedesconfianza con respecto a la metafsica slo bastarecordar las ltimas palabras de Hume en su Investi-gacin sobre el entendimiento humano, cuando al re-ferirse a los libros de Teologa y de metafsicaescolstica se pregunta: Contiene algn razonamien-to abstracto sobre la cantidad y el nmero? No. Con-tiene algn razonamiento experimental acerca decuestiones de hecho o de existencia? No. Trese enton-ces a las llamas, pues no puede contener ms quesofistiquera e ilusin. (Hume 1996: 192)

    En efecto, frente a la deslumbrante claridad de la fsi-ca matemtica de Newton pareca muy poco lo quepoda decir el metafsico que carente de un mtodo deconfianza que lo llevara a conclusiones ciertas, se veaobligado a desandar sus pasos y volver de nuevo sobreasuntos que nunca llegaban a tener una respuesta defi-nitiva. Por otra parte, si decida atender los plantea-mientos de Hume, el metafsico deba renunciar a supropsito y olvidarse de cualquier labor terica quetuviera la pretensin de llegar a ser una ciencia univer-sal y necesaria, y ms bien dirigir sus investigaciones afines ms prcticos. Hume, en efecto, niega el carcternecesario que las proposiciones cientficas le dan alprincipio de causalidad, pero al mismo tiempo es en-ftico en resaltar su valor prctico y la necesidad quetenemos de aceptarlo sin cuestionamientos en nuestravida diaria. En palabras de Kant, en la filosofa deHume

    ...la cuestin no era si el concepto de causa eraacertado, til e indispensable para todo el cono-cimiento de la naturaleza, pues de esto nuncahaba dudado Hume. La cuestin era si es pen-sado a priori por la razn y de este modo poseeuna verdad intrnseca independiente de toda ex-periencia. (Kant: 1999: 27 259)

    As las cosas, en lugar de ir tras una certeza que sabe-mos no vamos a encontrar, dira Hume, es mejor aten-

    der la conducta del ser humano y dirigir nuestra aten-cin a temas ms importantes y tiles para el hombreque la mera especulacin terica. Hume, segn anotaen el ttulo, escribe su Tratado de la naturaleza huma-na con el fin de Introducir el mtodo del razonamientohumano en los asuntos morales, y al hacer referencia ala filosofa moral y la imposibilidad de reducirla a unaciencia exacta, deja entrever el mayor inters que statiene sobre las ciencias naturales (que tambin care-cen de exactitud):

    ...debemos recoger nuestros experimentos enesta ciencia [la filosofa moral] de una cuidado-sa observacin de la vida humana y tomarlos talcomo se presentan en el curso corriente de lavida por la conducta de los hombres en la socie-dad, en los asuntos y en sus placeres. Cuando serenan y comparen juiciosamente experimen-tos de este genero podemos esperar establecersobre ellos una ciencia que no sea inferior encertidumbre y que sea muy superior en utilidad atoda otra que se base en la comprensin huma-na. (Hume 1992: 14 cursivas mas)

    Tal era ms o menos el panorama que presentaba elpensamiento del siglo XVIII y estaba dentro de losobjetivos de Kant desarrollar su doctrina con el fin deresolver las inquietudes que tal estado de cosas plan-teaba. As pues, en la elaboracin de su filosofa crti-ca, Kant deba tener en cuenta dos puntos importantes:por un lado, deba saldar la cuenta pendiente que lafilosofa tena con la fsica matemtica de Newton encuanto a su relativo progreso y precisar entonces si eracorrecto o no darle el estatuto de ciencia a la metafsica;por otra parte, deba determinar de qu manera sonposibles la matemtica y la fsica newtoniana, recupe-rarlas del ataque escptico de Hume y devolverles suuniversalidad y su necesidad. En efecto, uno de los prin-cipales problemas que trata de resolver la Crtica de laRazn Pura, si no el nico, es el de la posibilidad delconocimiento a priori: la tarea propia de la razn purase sostiene en esta pregunta: cmo son posibles los jui-cios sintticos a priori? (Kant 1998: 54 B 19).

    Kant no niega la deuda que tiene con Hume, de quiendice interrumpi mi sueo dogmtico y dio a mis in-vestigaciones (...) una direccin completamente dife-

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    rente (Kant 1999: 29 260). Y si bien es cierto queestaba de acuerdo con l en que no es posible derivarde la experiencia la necesidad y la universalidad quepretenden suministrar las leyes de la ciencia, o lo quees lo mismo, que el principio de necesidad de un jui-cio no pude justificarse por va estrictamente empri-ca, tambin es cierto que tomaba como un hecho dadola existencia de dicho conocimiento a priori:

    Es fcil mostrar que existen realmente en el co-nocimiento humano semejantes juicios necesa-rios y estrictamente universales, es decir, juiciospuros a priori. Si queremos un ejemplo de lasciencias, slo necesitamos fijarnos en todas lasproposiciones de las matemticas. Si queremosun ejemplo extrado del uso ms ordinario delentendimiento, puede servir la proposicintodo cambio ha de tener una causa (Kant1998: 44 B 4, 5)

    Segn Kant, aunque el concepto de cambio procedede la experiencia, la proposicin todo cambio ha detener una causa es a priori, pues es universal y necesa-ria. As las cosas, el objeto de la investigacin kantianano es el de resolver si es posible o no el conocimientoa priori, pues el hecho de que existan la ciencia naturalpura y la matemtica pura demuestra de una vez suposibilidad. Su labor ser, ms bien, investigar cmoes posible dicho conocimiento, sin perder de vista quecon respecto a la metafsica, dado que no es seguroque dicha disciplina posea un conocimiento a priori,ser necesario preguntarse entonces si es o no posibleen general la metafsica como ciencia.

    Esa confianza casi dogmtica en la ciencia llevar aKant a hacer formulaciones difcilmente sostenibles.En efecto, la ciencia matemtica de Newton es paraKant el modelo ejemplar de conocimiento a priori, alpunto que llega a darle a los principios generales de laciencia que hacen posible el carcter objetivo de losjuicios empricos (permanencia de la sustancia,causalidad y accin recproca) una caracterizacinontolgica. En otros trminos, Kant se vale de las ca-tegoras de la fsica matemtica de Newton para esta-blecer una ontologa universal y necesaria, pues sufilosofa no slo hace explcitos los principios de laciencia sino que, adems, muestra que en tanto que

    son condicin de posibilidad de la experiencia, sonasimismo condicin de posibilidad de los objetos mis-mos. Ahora bien, si dirigimos nuestra atencin por unmomento al desarrollo histrico de la ciencia, resultadifcil hoy en da sostener esa universalidad ontolgicade las categoras cientficas, pues los mismos concep-tos con los que trabaja la ciencia en determinada etapade la historia son sujetos constantemente a nuevas de-finiciones, por lo que parece ser que las nociones quese consideran de una manera determinada una pocason transformadas con el avance del tiempo en virtuddel avance del conocimiento cientfico. Si miramos elcaso de la fsica matemtica newtoniana, es claro quelas categoras que fueron estudiadas por Kant fuerondejadas atrs debido a los ltimos adelantos de la fsicamoderna y que en nuestra poca es posible encontrarnuevos conceptos que unen nuestras representaciones,diferentes a los que tena en mente Kant (Cf. Krner1995: 46). Este defecto que presenta la filosofa deKant, el de tomar la ciencia de Newton como algo in-cuestionable y el de darle a los principios de tal cienciaun rasgo ontolgico, no debe perderse de vista, puesser de suma importancia a la hora de analizar el temade las analogas de la experiencia y la refutacin delidealismo, tema fundamental de esta monografa.

    As las cosas, es importante en lo que resta del trabajono perder de vista los tres elementos enunciados (es-cepticismo, metafsica tradicional y fsica newtoniana)y ver el papel que juegan dentro de la argumentacinkantiana, pues como se dijo anteriormente, el objetivode la monografa no es simplemente enunciar una pro-blemtica presente en el texto de Kant, como es el casode la cosa en s, sino buscar las posibles causas de talproblema y contemplar eventuales soluciones.

    IDEALISMO TRASCENDENTAL Y REALISMOEMPRICO

    Hasta el momento hemos dirigido nuestra atencinsobre los problemas que Kant trata de resolver en laCrtica de la Razn Pura, con el fin de entender demodo correcto y de ver el alcance que se le puede dar ala doctrina crtica kantiana. Ahora, es preciso esbozarde manera general el tipo de solucin que Kant va adar a tales cuestiones y ser de vital inters resaltar la

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    importancia que tiene dentro del proyecto trascenden-tal el problema de la cosa en s.

    As pues, para dar respuesta a los interrogantes de supoca, Kant empieza por rechazar las doctrinasidealistas anteriores a l (Descartes, los empiristas,Leibniz), presentando la suya bajo la forma de un idea-lismo trascendental y un realismo emprico. Segn vi-mos, el principal problema que observa Kant en lasdoctrinas idealistas es que, tal como lo haba mostra-do Hume, si se acepta que el sujeto se encuentra enuna relacin de pasividad frente a los objetos, es decir,si se acepta que en la constitucin de nuestra experien-cia el sujeto es simplemente un receptor de impresio-nes, sera imposible encontrar una conexin necesariaentre tales objetos. Adems, al parecer, de aceptar unadoctrina idealista, la objetividad de la ciencia queda-ra en entredicho y el recurso a la bondad de un Diosque no nos engaa y que garantiza la objetividad denuestros juicios (como en las doctrinas de Descartes yde Leibniz) situara a la teora del conocimiento en eldudoso terreno de la metafsica. En este orden de ideas,de no superarse la crtica de Hume a la ciencia, elconocimiento slo podra ser particular y contingen-te, lo cual ira en detrimento de la universalidad y ne-cesidad de la fsica newtoniana que Kant nunca poneen cuestin, mientras que de aceptar una postura idea-lista, la pretendida objetividad de la ciencia depende-ra de dudosas dilucidaciones metafsicas. Para darlesolucin al primer asunto Kant propondr su idealis-mo trascendental, para no caer en el segundo proble-ma, defender el llamado realismo emprico.

    Para solucionar el enfrentamiento entre la necesidadde la fsica y la contingencia del idealismo emprico,Kant plantea su famoso giro copernicano:

    Se ha supuesto hasta ahora que todo nuestro co-nocer debe regirse por los objetos. Sin embargo,todos los intentos realizados bajo tal supuestocon vistas a establecer a priori, mediante con-ceptos, algo sobre dichos objetos algo que am-pliara nuestro conocimiento desembocaban enfracaso. Intentemos, pues, por una vez, si no ade-lantaremos ms en las tareas de la metafsicasuponiendo que los objetos deben conformarsea nuestro conocimiento, cosa que concuerda ya

    mejor con la deseada posibilidad de un conoci-miento a priori de dichos objetos, un conocimien-to que pretende establecer algo sobre stos antesde que nos sean dados. (Kant 1998: 20 B XVI)

    Segn Kant, si partimos del hecho de que los objetostienen que adaptarse a ciertas condiciones impuestaspor el sujeto y de que podemos explicar con base en talhiptesis el conocimiento a priori, debemos, por lotanto, desechar la concepcin pasiva del sujeto y aten-der con cuidado a las posibilidades que nos abre estanueva hiptesis. Al parecer la idea de Kant es mostrarque para que un objeto sea considerado como tal, debeestar determinado por ciertas formas cognoscitivas queson aportadas por el sujeto, lo que implica aceptar unarelacin de dependencia entre uno y otro trmino, esdecir, afirmar que lo que el objeto es no lo es en s sinoen tanto que es un objeto para un sujeto. La de Kant noes la subjetividad de tipo psicolgico de Locke y Hume,cuyo objeto de estudio era la llamada naturaleza hu-mana, sino que ms bien es, como apunta Cassirer,la que se manifiesta en las ciencias, en el mtodo de laconstruccin geomtrica o en el de la numeracin arit-mtica, en la observacin y en la medicin empricas oen la realizacin de los experimentos fsicos (Cassirer1993: 185).

    Tal planteamiento segn el cual todos los fenmenosson considerados como meras representaciones y nocomo cosas en s mismas, es denominado en la Crticade la Razn Pura idealismo trascendental (Cf. Kant1998: 345 A 369) y, de acuerdo con Kant, da respuestaa los problemas detectados por Hume. En efecto, sivolvemos nuestra atencin al problema de lacausalidad, vemos que el argumento de Hume preten-da mostrar que, aun teniendo una gran cantidad deexperiencias particulares, no podemos saber con ab-soluta certeza que todo efecto debe tener una causa;podemos, a lo sumo, encontrar una explicacin de talcreencia fundamentada en una costumbre de tipo psi-colgico. Por el contrario, si aceptamos la hiptesisde Kant, la proposicin segn la cual todo efecto debetener una causa, es un ejemplo de conocimiento a prioriy, por ende, es universal y necesaria, pues en este or-den de ideas los objetos, para ser objetos de conoci-miento, deben estar condicionados por las formascognoscitivas del sujeto, dentro de las cuales se en-

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    10 DOCUMENTOS CESO 26

    cuentra la causalidad. En otras palabras, nada que nose presente bajo la condicin de la causalidad ser ob-jeto de conocimiento. Si los objetos de la experienciadeben estar condicionados por las categoras del pen-samiento, siendo la causalidad una de esas categoras,podemos afirmar a priori que no habr nunca ningnacontecimiento dentro de la experiencia humana queno ocurra sin una causa.

    Ahora bien, como correlato necesario del idealismotrascendental y en una correspondencia recproca enla que el uno no puede comprenderse sin el otro, Kantpresenta el llamado realismo emprico. Una de lashiptesis fundamentales con las que trabaja Kant en suobra consiste en que el acto de juzgar y el acto de per-cibir son esencialmente diferentes (Cf. Krner 1995:26). Kant, en efecto, distingue entre la sensibilidad yel entendimiento, y nos dice que a travs de la prime-ra se nos dan los objetos. A travs de la segunda lospensamos (Kant 1998: 61 A 15 B 29). Kant es enfti-co al resaltar esta distincin, que considera indispen-sable para superar el escepticismo de Hume y denunciarlos errores de la metafsica tradicional. As, repara enel hecho de que los datos sensoriales dados al hombreson completamente diferentes a las ideas que el serhumano posee y sita a una y otra facultad, la sensa-cin y el entendimiento, en una relacin de mutua de-pendencia (Cf Bennett 1990: 129). Dice Kant:

    Los pensamientos sin contenido son vacos; lasintuiciones sin conceptos son ciegas. Por ello estan necesario hacer sensibles los conceptos (esdecir, aadirles el objeto en la intuicin) comohacer inteligibles las intuiciones (es decir, some-terlas a conceptos). Las dos facultades o capaci-dades no pueden intercambiar sus funciones. Niel entendimiento puede intuir nada, ni los senti-dos pueden pensar nada. (...) El conocimientonicamente puede surgir de la unin de ambos.(Kant 1998: 93 A 51 B 75, 76)

    Ahora bien, de acuerdo con Kant los sentidos garanti-zan la existencia del mundo externo, pero nunca nosdan a conocer las cosas como son en s mismas sinosolamente sus fenmenos (Cf. Kant 1999: 99 288). Lasensibilidad, por decirlo de alguna manera, le presen-ta al entendimiento una serie de sensaciones que ven-

    dran dadas por la intuicin y, aunque podra pensarsede entrada que tal multiplicidad de impresiones dijeraalgo acerca de los objetos como son en s, lo cierto esque viene ya determinada por las formas de la sensibi-lidad. En efecto, el entendimiento necesita trabajarsobre las sensaciones que suministran los sentidos,pero las sensaciones son ya una sntesis de una materiadada y una forma impuesta por la sensibilidad huma-na, es decir, los mismos datos de la sensibilidad estncondicionados por ciertas formas que de acuerdo conKant son el espacio y el tiempo. Las cosas en s nuncason dadas como objetos; ms bien, lo que el entendi-miento toma de la sensibilidad es la sntesis espacio -temporal que la misma sensibilidad realiza. Esta lti-ma es entonces, para Kant, la facultad de percibir loscasos particulares que se dan en el espacio y el tiempo,conceptos que, en lugar de ser abstracciones de la per-cepcin como lo pensaban Newton y Leibniz (Cf.Leibniz y Clarke 1980), son formas puras a priori de lasensibilidad. El entendimiento, por su parte, sintetizalos datos suministrados por la sensibilidad de acuerdoa sus formas puras o categoras, es decir, la funcin delas categoras del entendimiento es la de sintetizar lamultiplicidad de los datos de la intuicin sensible, peronunca actuar sobre las cosas como son en s.

    Ahora, si bien es cierto que la doctrina de Kant, entanto que le da a la realidad un carcter puramentefenomnico, puede llevar a pensar que si los objetosno son ms que simples representaciones del sujeto,entonces se estara asumiendo una postura idealista,lo cierto es que Kant niega completamente tal posibi-lidad. El idealismo sostiene, a grandes rasgos, que lanica existencia posible es la de los sujetos pensantes yque las cosas que creemos percibir no son ms querepresentaciones de tales sujetos. Frente a tal situa-cin Kant afirma la existencia de cosas en s que, segnse desprende de lo anterior, no pueden ser conocidas:

    ... admito, ciertamente, que hay cuerpos fuerade nosotros, esto es, cosas que conocemos me-diante las representaciones que nos produce suinflujo sobre nuestra sensibilidad, aunque nosson completamente desconocidas en lo que res-pecta a cmo sean en s mismas; cosas a las quedamos el nombre de cuerpo, palabra que enton-ces significa solamente el fenmeno de aquel

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    LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    objeto desconocido para nosotros, pero no porello menos real. (Kant 1999: 99 y 101 289)

    Kant afirma, entonces, que entre las cosas en s y noso-tros siempre media nuestro intelecto, por lo que ellasnunca pueden ser conocidas segn lo que sean en smismas. Esta idea segn la cual las cosas no se nospresentan tal y como ellas son, y que la manera en quelos objetos aparecen, junto con las caractersticas queparecen tener, dependen de la constitucin del ser alque se le aparecen, no es un elemento novedoso quepresenta la filosofa kantiana. Es sabido por todos queya en el siglo XVII Locke haba distinguido entre lascualidades primarias y secundarias de los objetos. As,siguiendo la doctrina de Locke, si bien es cierto quelos objetos aparecen ante nuestros sentidos con, pordecir algo, determinados colores, tal coloracin no serauna propiedad del objeto en cuanto tal sino que depen-dera de las condiciones de percepcin del sujeto. Se-gn Locke las cualidades secundarias o subjetivas(color, olor, sabor, sonido, textura) al fundarse en lasafecciones de los sentidos, no se hallan en las cosasmismas, y dependen de las cualidades primarias (ex-tensin, forma, impenetrabilidad, movimiento, canti-dad), las cuales s son inherentes a los cuerposobjetivos, es decir, son parte de la cosa en s. En ladoctrina de Locke, es importante resaltarlo, pareceevidente que an es posible saber con certeza lo que sequiere significar cuando se habla de los objetos en s.En efecto, tan vlido como afirmar que lo que los ob-jetos sean en s no se puede conocer mediante las cua-lidades secundarias, es afirmar que los objetos son ens sus cualidades primarias, que haran posible afir-mar de un objeto, que se presenta, supongamos, dediferente sabor en dos momentos distintos, que es elmismo. En otras palabras, cuando en la obra de Lockese hace referencia a los objetos como son en s, sabe-mos perfectamente que se est hablando de las cuali-dades primarias, las cuales pueden perfectamente serconocidas. As, la doctrina de Locke, al sostener quelos objetos no se presentan como son en realidad, noest negando la posibilidad de tener un conocimientode los objetos como son en s mismos; simplementehace que tal conocimiento sea menos directo. Comobien anota Strawson (Cf. Strawson 1995: 40), si biendicha concepcin tal vez no resulta muy convincente y

    atractiva, es al menos inteligible, asunto que, ya vere-mos, no es el caso de la doctrina crtica kantiana.

    En efecto, si bien es cierto que tanto Locke como Kantaceptan que los objetos no se nos presentan como sonen realidad, es cierto tambin que ste ltimo niegacualquier posibilidad de conocimiento de la cosa ens, aunque no duda nunca de que la haya. Kant sostieneque no slo las cualidades secundarias, sino tambinlas cualidades primarias, son parte del fenmeno, esdecir, que la extensin, la impenetrabilidad, la forma,etc., tambin dependen de las facultades cognoscitivasdel sujeto, dndole as a las cualidades primarias elmismo manejo que a las secundarias. Ahora, si bien escierto que tanto Berkeley como Hume cuestionarontambin la doctrina de las cualidades primarias y se-cundarias de Locke, rechazando la objetividad real deunas y otras cualidades, Kant entenda que la doctrinade Berkeley se limitaba a afirmar la existencia del su-jeto y sus impresiones, es decir, que rebajaba los cuer-pos a mera ilusin. La interpretacin kantiana delidealismo de Berkeley, tal como parece, no fue deltodo adecuada (Cf. Hoyos 1992), pero el hecho es quesi bien Kant de alguna manera comparta la crtica deBerkeley y Hume a Locke, de ningn modo compartacon ellos el idealismo emprico que, segn l, se limi-ta a afirmar que la nica existencia es la del sujeto y susimpresiones: Kant afirma la existencia de cosas en sajenas a mi conciencia.

    ... tampoco se puede llamar idealista mi doctri-na slo porque yo encuentro que an ms pro-piedades, y en verdad, que todas las propiedadesen las que consiste la intuicin de un cuerpo, per-tenecen meramente a su fenmeno: pues conesto no se suprime, como en el verdadero idea-lismo, la existencia de la cosa que aparece, sinoque solamente se seala no podemos, mediantelos sentidos, conocer esa cosa tal como es en smisma. (Kant 1999: 101 289)

    Al decir de Schopenhauer, la distincin entre el fen-meno y la cosa en s es el mayor mrito de Kant, yalcanza en la filosofa crtica trascendental un signifi-cado infinitamente mayor y un sentido mucho ms pro-fundo (Schopenhauer 2000: 28). Sin embargo, segnveremos, lejos de la acalorada anotacin de

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    12 DOCUMENTOS CESO 26

    Schopenhauer, la doctrina de la cosa en s en lugar deser el mayor mrito, es ms bien uno de los mayoresproblemas que presenta la Crtica de la Razn Pura,que no debe llamarnos la atencin solamente por serun concepto al parecer contradictorio y problemtico,sino por las consecuencias que tiene dentro de la doc-trina trascendental kantiana.

    El tema de la cosa en s, en efecto, no es en absoluto unelemento desfavorable dentro de la argumentacin deKant (Cf. Paton 1951 I: 38), pues si lo miramos condetenimiento, procurando obviar por un momento loproblemtico que pueda llegar a ser dicho concepto,es claro el papel ciertamente determinante que cum-ple no slo dentro de la argumentacin, sino ms andentro de la finalidad de la obra de Kant. Segn vimos,su critica a la metafsica tradicional consiste en negarla posibilidad de un conocimiento trascendente alestilo del conocimiento espiritual de Immanuel Swe-denborg, que versara sobre realidades ltimas eincognoscibles. Pues bien, al negar la posibilidad deconocer la cosa en s, Kant est al mismo tiempo ne-gando la posibilidad de todo conocimiento trascen-dente, y si, por lo tanto, hemos de ver en la metafsicauna ciencia, sta deber referirse nicamente al mun-do del fenmeno y no al de la cosa en s. El mismoKant va a presentar su doctrina como una metafsica,no de tipo especulativo, como era el caso de la metaf-sica de Wolff, sino como una metafsica de la expe-riencia de la cual la Crtica de la Razn Pura sera laprimera parte.

    Hasta aqu hemos enunciado los problemas que pre-tenda resolver Kant y as mismo hemos esbozado deuna manera muy superficial el tipo de respuesta que vaa plantear la Crtica de la Razn Pura. En este trayectoel problema de la cosa en s ha sido nombrado cons-tantemente y, de alguna manera en lo que resta de lamonografa, se intentar profundizar en dicho asuntoteniendo en cuenta lo que hasta aqu se ha dicho conrespecto al tema de la ciencia y del idealismo escpti-co. En otros trminos, la idea ser mostrar que en suafn de fundamentar una ciencia decididamente obje-tiva como la newtoniana, y de salvarla del ataque es-cptico, Kant termina abriendo las puertas a unidealismo ms elaborado que el de sus antecesoresempiristas y racionalistas aceptando la existencia dealgo tan problemtico como la cosa en s y, adems,dndole a la realidad fenomnica misma una estructu-ra determinada por los principios de la ciencia. Paratal efecto dirigiremos nuestra atencin a lo planteadoen la Refutacin del Idealismo incluida en la segundaedicin de la Crtica de la Razn Pura, la cual introdu-ce Kant para distanciarse de cualquier interpretacinmeramente idealista de su doctrina, lo cual no debaresultar a los ojos de los lectores de la poca de Kantdemasiado extrao, teniendo en cuenta la afirmacinsegn la cual es imposible conocer las cosas como sonindependientemente de nuestra mente y, adems, quelos objetos de conocimiento son simplemente fen-menos. La importancia del texto de la refutacin, ascomo la funcin que cumple dentro de la monografasern aclaradas en el prximo captulo.

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    LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    Hemos visto, de una manera panormica, la impor-tancia que Kant le daba al hecho de que su doctrina nofuera entendida como un idealismo que o bien negarao bien pusiera en duda la existencia de objetos externos.En efecto, en su esfuerzo por fundamentar los juiciossintticos a priori, presentes tanto en la matemtica comoen la ciencia, resultaba contraproducente para el filso-fo alemn que su doctrina se entendiera como un idea-lismo de tipo berkelianista, trmino que, si bien no eradel todo justo con la doctrina del mismo Berkeley, erautilizado en la poca para sealar un subjetivismo delconocimiento (Cf. Hoyos 1992: 49) que al parecer nopoda enfrentar de una manera satisfactoria el proble-ma de cimentar un conocimiento objetivo.

    Ahora bien, a pesar de la distancia que toma en su obracon respecto al idealismo, las primeras impresiones quesuscit la lectura de la Crtica fueron diametralmenteopuestas a las intenciones de Kant. En efecto, los lecto-res de la poca se enfrentaban a un texto que en lugar deresolver el enfrentamiento que en principio presenta-ban las doctrinas empiristas y racionalistas, haca msbien un anlisis crtico de ambas posturas para de algu-na manera solucionar las deficiencias de uno y otro sis-tema, desbordando los parmetros de ordenamiento conlos que contaba hasta el momento la historia de la filo-sofa y abriendo la puerta, por ende, a reseas y comen-tarios que desconocan el objetivo inicial de Kant. Enmedio de dicha confusin, fue la interpretacin de laobra de Kant como una nueva versin del idealismo deBerkeley la que ms se difundi. Un ejemplo claro de loanterior, si no el ms significativo, fue la publicacin en1782 de la conocida Resea de Gotinga. En ella,Christian Garve, conocido filsofo de la poca, junto

    con Georg Feder, director de la revista donde se pu-blic la resea, sealaron la obra de Kant como unadoctrina idealista, destacando su parentesco con la obrafilosfica de Berkeley:

    Esta obra eran las palabras con que comenza-ba la nota sobre el libro de Kant, en la versin deFeder, esta obra, que estimula la inteligenciade sus lectores, aunque no siempre la ilustre yaunque, con frecuencia, fatigue la atencin has-ta el agotamiento, si bien a veces acude en ayudade ella mediante imgenes felices o la recom-pensa por medio de conclusiones inesperadas yde inters comn, constituye un sistema de idea-lismo superior o, para decirlo con la terminolo-ga del autor, de idealismo trascendental; de unidealismo que abarca por igual el espritu y lamateria, que transforma al universo y nos trans-forma a nosotros mismos en ideas y que haceque todos los objetos nazcan de los fenmenospor medio de una operacin que intenta de unmodo necesario, aunque vano, vincular el en-tendimiento a una serie de experiencia y desple-gar y unir la razn dentro de un sistema universaltotal y completo. (Cassirer 1993: 261)

    Como es de esperarse, la respuesta de Kant con res-pecto a este comentario no fue propiamente reposada,al punto que debido a la reaccin frente a tan apresu-rada interpretacin de su obra debemos, adems delos ya citados Prolegmenos, gran parte de las modifi-caciones presentes en la segunda edicin de la Crtica.

    En efecto, tal es la reserva de Kant con respecto alidealismo y tanta irritacin produjo en l la citada re-

    LA REFUTACIN DEL IDEALISMO

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    sea, que en la segunda edicin de la Crtica la obra espresentada no como una versin corregida de la pri-mera sino ms bien como una obra que pretenda arro-jar luces sobre los malentendidos que haba generadola lectura de la primera edicin. Kant considera quelas modificaciones que van de la primera a la segundaedicin de la Crtica de la Razn Pura son ajenas a lasideas contenidas en el sistema presentado en la obra,esto es, sostiene que en lugar de ser variaciones quemanifiesten posibles incongruencias o errores con res-pecto a las proposiciones y demostraciones presenta-das en la primera edicin que son para Kantinmodificables1 , los cambios son hechos simplemen-te para mejorar el modo de exposicin sin pretenderen modo alguno cambiar el contenido de la obra. En-tre tales cambios hechos con respecto al modo de ex-posicin, asegura Kant que Slo llamara adicin ensentido propio, aunque nicamente en el modo de de-mostrar, a la efectuada en la pgina 273 con una nue-va refutacin del idealismo psicolgico y con unarigurosa demostracin (la nica que creo posible) dela realidad objetiva de la intuicin externa (Kant1998: 32 B XL), lo cual da pie para suponer, con cier-to grado de conviccin, que es precisamente el asuntodel idealismo el que ms haba molestado la reposadavida de Kant.

    PRELIMINAR: LA REFUTACINDEL IDEALISMO EN LA PRIMERA EDICINDE LA CRTICA DE LA RAZN PURALa demostracin de la refutacin del idealismo incor-porada en la segunda edicin de la Crtica sustituye a laargumentacin desarrollada en la Crtica del cuartoparalogismo de la psicologa trascendental que Kantplantea en la segunda parte de la Lgica Trascendental(Dialctica Trascendental) de la primera edicin.

    Segn vimos en la introduccin, el pensamiento meta-fsico es para Kant producto del error en que incurre

    la razn cuando pretende trascender sus propios lmi-tes y es precisamente uno de los objetivos de la Crticade la Razn Pura mostrar el carcter ilusorio de dichopensamiento. El examen de la metafsica es presenta-do en el captulo dedicado a lo que Kant denominaDialctica Trascendental, en el cual se estudia a larazn con arreglo a sus aspiraciones de suministrar unconocimiento que verse sobre realidades suprasensi-bles, esto es, un captulo en donde se hace una crti-ca al entendimiento y a la razn con respecto a su usohiperfsico y cuya finalidad es descubrir la falsa apa-riencia de las infundadas pretensiones del entendimien-to y reducir su ambicin de inventar y ampliar (Kant1998: 101 B 88). Cuando los conceptos de la razn nohacen referencia al mundo fenomnico y son utiliza-dos prescindiendo de toda experiencia se cae, enton-ces, en la ilusin de la metafsica, en donde la raznparte no de la experiencia sensible, como es el caso dela ciencia emprica, sino de objetos suprasensibles,pretendiendo llegar a establecer errneamente unaciencia de tales objetos.

    Segn se dijo anteriormente, la metafsica tradicionalse divida en tres campos de estudio: la psicologa, queestudiaba el alma; la teologa, que trataba sobre Dios;y la cosmologa, que era la ciencia del mundo en cuan-to tal. Tales objetos (alma, Dios, universo) sern losque estudiar Kant en la dialctica trascendental. Pre-cisamente, al realizar la crtica a la psicologa, Kantintroduce su reflexin con respecto a los paralogismosde la razn pura, cuya finalidad es mostrar la ilusinmetafsica creada por la psicologa racional. Kant anotaque uno de los puntos en donde la razn trasciende loslmites marcados por la experiencia emprica tiene quever con la psicologa racional (que en la obra es pre-sentada con un marcado acento cartesiano) que, deacuerdo con Kant, inicia su argumentacin con la pro-posicin Yo existo hasta llegar a derivar todos los ele-mentos de la doctrina del alma. De acuerdo con laCrtica de la Razn Pura Yo pienso es el nico textode la psicologa racional a partir del cual debe desarro-llar todo su saber (Kant 1998: 329 A 343 B 401), quede acuerdo con Kant se encuentra contenido en cuatroelementos: 1. Que el alma es sustancia. 2. Que el almaes simple. 3. Que el alma es unidad. 4. Que el almaest en relacin con posibles objetos en el espacio.

    1 Dice Kant: Este es un sistema que se mantendr inmodifi-cado, segn espero, en el futuro. (...) Pues el mero intentode modificar la parte ms pequea produce inmediatamentecontradicciones, no slo en el sistema, sino en la raznhumana en general. (Kant 1998: 31 B XXXVIII).

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    LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    Con respecto a cada uno de los puntos anteriores elautor de la Crtica de la Razn Pura mostrar de qumanera se fundamentan en un uso trascendental y noemprico del conocimiento y que, por eso mismo, nun-ca llegarn a conformar una ciencia. En nuestro casonos interesa particularmente el cuarto punto que tieneque ver con la relacin del alma con posibles objetosen el espacio. Segn Kant, la psicologa racional pre-tende mostrar que la existencia de todos los cuerposexternos es dudosa (tal y como lo hace Descartes en elinicio de sus meditaciones) argumentando de la si-guiente manera:

    Aquello cuya existencia slo puede ser inferidacomo causa de percepciones dadas posee unaexistencia meramente dudosa.

    Ahora bien, todos los fenmenos externos sonde tal ndole, que su existencia no es inmediata-mente percibida, sino que slo pueden ser infe-ridos como causa de percepciones dadas.

    Por consiguiente, la existencia de todos los ob-jetos de los sentidos externos es dudosa. (Kant1998: 343 A 366, 367)

    Kant pone en cuestin la deduccin anterior haciendouna crtica en la que opone su idealismo trascendentaly su realismo emprico al idealismo emprico y el rea-lismo trascendental. En efecto, el idealista empricosera aquel que no niega sino que pone en duda laexistencia de objetos externos y que, para hacerlo,adopta una postura filosfica que considera que tan-to el espacio como el tiempo son algo dado en s, esdecir, que adopta un realismo trascendental que tomalos objetos externos como cosas en s mismas conexistencia independiente de nuestra sensibilidad. Estetipo de idealismo conduce inevitablemente a come-ter una equivocacin, pues el idealista emprico, diceKant,

    ...una vez que ha partido, errneamente, del su-puesto de que, si los objetos de los sentidos hande ser exteriores, tienen que existir en s mis-mos, prescindiendo de los sentidos, descubreque, desde tal punto de vista, todas nuestras re-presentaciones de los sentidos son incapaces degarantizar la realidad de esos mismos objetos.(Kant 1998: 345 A 369)

    De acuerdo con Kant, el problema de quien duda de laexistencia de cuerpos en el mundo externo se debe aque toma la existencia de tales objetos como cosas ens mismas, mientras que el idealista trascendental pue-de ser alguien que acepta la existencia de la materiasin salirse de la conciencia de s (Cf. Kant 1998: 345 A370) . Para el idealista trascendental, con el slo he-cho de aceptar mi existencia como ser pensante, pue-do sin ms aceptar la existencia de objetos externos,no como cosas en s, sino como objetos referidos a m.En efecto, en tanto que ser pensante, soy sujeto de to-das mis representaciones. Ahora bien, argumenta Kant,algunas de esas representaciones corresponden a obje-tos fsicos, pero no por ello dejan de ser contenidos demi conciencia, pues, si bien es cierto que tales repre-sentaciones estn referidas al espacio, donde todo esexterior, el espacio mismo est en m, como formapura de la sensibilidad. Una vez que establece talespuntos, procede Kant a concluir que la existencia decuerpos externos es real:

    Existen, pues, cosas exteriores como existo yomismo, y tal existencia es, en ambos casos, pro-clamada por el testimonio inmediato de miautoconciencia, con la simple diferencia de quela representacin de m mismo, en cuanto suje-to pensante, es nicamente referida a mi sentidointerno, mientras que la representaciones quedesignan seres extensos son referidas tambin alsentido externo. (Kant 1998: 346 A 371)

    Frente a las deficiencias del idealismo emprico quesostiene la idealidad de los fenmenos externos, Kantsostiene una doctrina que l mismo califica comodualista.2 En efecto, la doctrina kantiana, tal como seha dicho con anterioridad, es la combinacin de unidealismo trascendental con un realismo emprico, quele permite a Kant afirmar la existencia de la materiasin salirse nunca de la conciencia. Desde la filosofade Aristteles el problema de la verdad se haba plan-teado en trminos de la adecuacin entre los objetosexternos y la representacin que de tales objetos tiene elpensamiento, es decir, la verdad de una proposicin

    2 Dice Kant: La doctrina de esta idealidad [de los fenmenosexternos] se llama idealismo, frente al cual recibe el nombrede dualismo la tesis de que es posible la certeza acerca de losobjetos de los sentidos externos. (Kant 1998: 344 A 367)

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    dependa de que el juicio de un determinado contenidode la conciencia se adecuara al objeto espacio-temporalal que haca referencia. Este esquema, por supuesto,presenta serias limitaciones, pues si se acepta que losobjetos tienen existencia independientemente de miconciencia, la nica manera de saber si mi representa-cin de un objeto corresponde con el mismo objeto,sera salirse de la conciencia y verificar la adecua-cin de dicha representacin. Sin embargo, una de-mostracin que pretenda argumentar a favor de laexistencia de objetos por fuera de la conciencia nosupera el reto escptico que asalta a la filosofa mo-derna, consistente en negar la posibilidad de tener unacceso vlido a la esfera de los objetos materiales exis-tentes independientemente de la conciencia y en s. Enese sentido es que argumentan los idealistas empricosa favor de la existencia dudosa de los cuerpos externos.

    Kant, por su parte, niega que los objetos externos seancosas en s, por el contrario, afirma que tambin soncontenidos de la conciencia. As, dira Kant que unobjeto, en cuanto objeto de conocimiento, no hace partede una realidad trascendente en s sino que es precisa-mente un contenido de la conciencia. En la filosofade Kant los trminos de la adecuacin (el objeto y larepresentacin de dicho objeto) son ambos conteni-dos de la conciencia y es dentro de la misma concien-cia que se debe llevar a cabo dicha confrontacin. As,en el idealismo trascendental de Kant, contrario al rea-lismo trascendental de los idealistas empricos, el es-pacio (que en el realismo da a los objetos su carcterexterno) no es algo externo sino algo interno a la con-ciencia en cuanto forma pura de la sensibilidad.

    La argumentacin esgrimida por Kant parecera msbien ratificar que excluir una interpretacin de su filo-sofa en sentido subjetivista (Torretti 1967: 504). Enefecto, no es de ninguna manera fcil de seguir y sumisma forma de exposicin, en lugar de mostrarsecomo un razonamiento concluyente con respecto altema del idealismo cartesiano, deja a la doctrinakantiana abierta a interpretaciones que, antes que ale-jarla, la acercan al idealismo subjetivo, pues puedeparecer a primera vista que en lugar de superar el pro-blema de la adecuacin entre la cosa y el intelecto, loque hace Kant es llevarlo a un nivel ms extremo queel idealismo subjetivista cartesiano. Las primeras in-

    terpretaciones de esta primera aproximacin a la refu-tacin del idealismo, en efecto, mostraron a Kant comoun idealista ms. Por tal razn, Kant cambia su argu-mentacin contra el idealismo en la segunda edicinde la Crtica, presentando una nueva refutacin intro-ducida en la discusin del Segundo postulado del pen-sar emprico, a la cual debemos aproximarnos, no conel fin de solucionar los problemas que presenta la cr-tica al cuarto paralogismo, sino para encontrar ele-mentos que nos permitan abordarlos de una manerams provechosa.

    LA REFUTACIN DEL IDEALISMOEN LA SEGUNDA EDICIN DE LA CRTICADE LA RAZN PURAIndependientemente de las controversias acerca deltexto presentado bajo el ttulo Refutacin del Idealis-mo y de las diversas interpretaciones y crticas a lasque ha sido sometido por diversos autores, parece ha-ber cierto consenso en cuanto a la ausencia de clari-dad y nitidez en el argumento kantiano, en el cual sepretende volver el idealismo contra s mismo (Cf. Kant1998: 248 B 276) y demostrar la existencia de objetosempricos en el espacio.

    Al escribir la segunda edicin de la Crtica de la RaznPura, Kant pretende distanciarse de cualquier inter-pretacin idealista de su doctrina, asunto que habasido tratado ya en los Prolegmenos. En esta ltimaobra los apuntes de Kant con respecto a la relacinentre el idealismo y su proyecto crtico apuntan a mos-trar que su doctrina trascendental nunca pone en dudala existencia de los objetos externos. Para ello, Kantinsiste en que si bien es cierto que los planteamientosde la primera edicin de la Crtica de la Razn Puradan un carcter puramente fenomnico a los objetos,es tambin vlido decir que dichos objetos dependennecesariamente de una realidad trascendente que lessirve de cimiento y que, aunque tal realidad trascen-dente no se puede conocer, no por eso se puede pres-cindir de ella. En otras palabras, las referencias alidealismo en los Prolegmenos tienen como objetivoafirmar la existencia de la cosa en s y mostrarla comofundamento del realismo emprico que presenta sudoctrina. As, para hacerle frente a las acusaciones

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    LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    idealistas, Kant resalta la importancia que tiene en suobra la cosa en s. Miremos algunos ejemplos:

    ... admito, ciertamente, que hay cuerpos fuerade nosotros, esto es, cosas que conocemos me-diante las representaciones que nos produce suinflujo sobre nuestra sensibilidad, aunque nosson completamente desconocidas en lo que res-pecta a cmo sean en s mismas; cosas a las quedamos el nombre de cuerpo, palabra que enton-ces significa solamente el fenmeno de aquelobjeto desconocido para nosotros, pero no porello menos real.Se puede llamar idealismo aesto? Es precisamente lo contrario. (Kant 1999:99, 101 289)

    En efecto, si consideramos, como es justo, losobjetos de los sentidos como meros fenmenos,por lo mismo admitimos al mismo tiempo, queen el fundamento de ellos yace una cosa en smisma, aunque a sta no la conozcamos tal comoest constituida en s misma, sino que conozca-mos slo su fenmeno, esto es, el modo comonuestros sentidos son afectados por este algodesconocido. (Idem 171 314)

    El mundo sensible contiene slo fenmenos, queno son cosas en s mismas; por consiguiente, elentendimiento debe admitir estas ltimas(noumena) precisamente porque reconoce losobjetos de la experiencia como meros fenme-nos. (dem 273 360)

    Como es sabido, la publicacin de los Prolegmenos(1783) es anterior a la de la segunda edicin de laCrtica de la Razn Pura (1787) y es posible ver enellos el inicio de las reflexiones que llevaron a Kant ala publicacin de la segunda edicin de la Crtica.3

    Ahora bien, si aceptamos lo anterior deberamos en-tonces encontrar en la refutacin un texto que de algu-na manera se acercara a las consideraciones hechas enlos Prolegmenos con respecto a la cosa en s. No

    obstante, lo pretendido por Kant en la refutacin esdemostrar que tenemos experiencia de las cosas exter-nas, no simple imaginacin (Kant 1998: 247 B 245)es decir, trata de fundamentar el realismo empricodemostrando la realidad exterior de los fenmenos enel espacio y no la existencia de dichos objetos por fue-ra de nuestra experiencia. Kant, entonces, no pretendedemostrar la existencia de la cosa en s (de la cualKant no duda nunca y cuya demostracin desconoce-ra la doctrina kantiana) sino la existencia de los obje-tos en el espacio. Ahora bien, segn veremos, dichademostracin no lo salva de caer en el idealismo, porel contrario, lo sumerge en un idealismo ms elabora-do. Volvamos ahora al texto de la refutacin.

    La refutacin est dirigida contra el idealismo proble-mtico de Descartes, que en otros lugares de la Crticaes llamado tambin escptico (Cf. Kant 1998: 346 A377), ya que en lugar de negar pone en duda la existen-cia de la materia. As pues, debemos ver en dicho textoun esfuerzo no por esquivar sino por resolver la dudaescptica de tipo cartesiano, pues Kant considera unescndalo de la filosofa y del entendimiento humanoen general el tener que aceptar slo por fe la existenciade las cosas exteriores a nosotros (Kant 1998: 32 BXL). Para tal fin Kant propone un argumento de tipotrascendental similar al usado en la deduccin de losconceptos puros del entendimiento, esto es, un argu-mento que muestra la necesidad de un concepto o fe-nmeno determinado como condicin de posibilidadde un concepto o fenmeno bsico que el escpticoconsidere como indudable. Un argumento de dichotipo procede de manera deductiva, partiendo de unapremisa que afirme la existencia de un concepto ofenmeno bsico, para luego llegar a una conclusinque afirme la existencia de otro concepto o fenme-no que sea condicin necesaria de la existencia delconcepto o fenmeno afirmado en la premisa. En elcaso particular de la Refutacin del Idealismo, Kantpretende mostrar que la forma del tiempo, en tantoque el escptico de tipo cartesiano considera la tem-poralidad de sus representaciones como indudable, esinsuficiente para explicar la experiencia de lo tempo-ral y que necesita de la forma del espacio como condi-cin de posibilidad para poder explicar dichaexperiencia.

    3 Kant publica los Prolegmenos en parte para combatiresta versin [idealista] de su pensamiento, y el afn dedisipar los malentendidos de este gnero orienta su trabajode orientacin y criba cuando prepara la segunda edicin dela Crtica (Torretti 1967: 506)

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    18 DOCUMENTOS CESO 26

    DESCARTES Y BERKELEY

    El texto de la segunda edicin difiere del argumentopresentado en la primera, aunque el objetivo de am-bos textos sea el de refutar el llamado idealismo em-prico y distinguirlo as del idealismo trascendentalpropio de la doctrina kantiana. En dicho argumentoKant empieza por distinguir dos tipos diferentes deidealismo: el problemtico de Descartes y el dogm-tico de Berkeley. El primero, segn Kant, sostendraque la existencia de cosas externas es indemostrabley que la nica proposicin emprica cierta sera Yoexisto, es decir, una clase de idealismo que se limitaa admitir la existencia de la autoconciencia y queacepta la existencia de los objetos externos en virtudde una fe bastante particular (Descartes tiene que re-currir a Dios para reconciliar el cogito con el mundoexterno). Por su parte, el idealismo dogmtico deBerkeley sera aquel que plantea que el espacio, jun-to con todos los objetos a los que sirve de condicininseparable, es imposible, de manera que tales obje-tos seran simples ficciones o productos de la imagi-nacin.

    Con respecto a Berkeley, ya lo hemos anotado, las apre-ciaciones de Kant no parecen ser del todo justas y antetodo demuestran un conocimiento bastante precario eimperfecto por parte de Kant de la doctrina del filso-fo irlands. Al parecer, siguiendo las afirmaciones deKant, en la base del idealismo berkeliano estara unalegato en favor de la imposibilidad del espacio y, porende, de las cosas que en l existen. No obstante, lejosde negar la posibilidad del espacio, lo que en realidadhace Berkeley es criticar el concepto de espacio en-tendido como realidad absoluta, es decir, como exis-tente independientemente de los cuerpos. Berkeley,en efecto, niega la realidad de un espacio puro y afir-ma por su parte la realidad del espacio en relacin conlos cuerpos y el movimiento. Dice Berkeley:

    De lo que ha quedado dicho se sigue que laconsideracin filosfica del movimiento noimplica la existencia de un espacio absoluto dis-tinto del que es percibido por el sentido y referi-do a los cuerpos. Que el espacio no puede existirfuera de la mente resulta claro de los mismosprincipios que demuestran lo mismo con res-

    pecto a todos los dems objetos del sentido.(Berkeley 1992: 126 116)

    As pues, si se atiende con cuidado, es difcil ver en elpensamiento de Berkeley un idealismo que niegue larealidad emprica de los cuerpos. Berkeley, en efec-to, sostiene que los objetos fsicos existen si y slo sison percibidos, algo que resumi en su clebre fraseesse est percipi: para todos los objetos sensibles, suser consiste en ser percibidos. Es evidente que Kantno supo distinguir con claridad el asunto de la reali-dad del espacio en la obra de Berkeley, pues si semira con detenimiento el pensamiento de uno y otrofilsofo con respecto al tema de la realidad empricade los cuerpos, parece claro que coinciden en cues-tionar la idea de un espacio absoluto al estilo deNewton, as como en afirmar el carcter real del es-pacio en relacin con los objetos de la percepcin,sin querer decir con esto que la concepcin con res-pecto al tema del mundo externo sea idntica en am-bos pensadores.

    Ahora bien, independientemente de la comprensinde la doctrina de Berkeley por parte de Kant, nos inte-resa ms en este punto dirigir nuestra atencin al tra-tamiento que hace Kant en la Refutacin del Idealismocon respecto al idealismo dogmtico. Segn dijimosanteriormente, Kant sostiene que tal tipo de idealismoargumenta en favor de la imposibilidad del espacio, esdecir, sostiene que el espacio junto con los objetos queen l se encuentran es contradictorio y que, por lo tanto,tales objetos no son ms que productos de mi imagina-cin. Al respecto Kant se limita a decir simplementeque tal posicin resulta inevitable cuando se considerael espacio como una cualidad de las cosas en s, caso enel cual el espacio junto con todas las cosas a las que sirvede condicin inseparable sera un absurdo (Cf. Berkeley1992: 124-130). El idealismo trascendental de Kant,por su parte, se distancia de tal postura con la exposi-cin del espacio y del tiempo hecha en la Esttica Tras-cendental, en la cual se mostr que tanto el espaciocomo el tiempo no son ni una cosa en s ni una propie-dad de las cosas en s, sino que son una forma a prioride la sensibilidad. La crtica de Kant a Berkeley seresume en el siguiente pasaje de la Esttica Trascen-dental:

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    LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    ...si consideramos espacio y tiempo como pro-piedades que, de ser posible, tienen que hallar-se en cosas en s y pensamos, adems, en losabsurdos en que nos enredamos, (ya que, admi-timos que, incluso tras haber sido eliminadastodas las cosas existentes, quedan dos cosas in-finitas que no son sustancias ni algo realmenteinherente a estas, pero s algo que existe, es ms,algo que condiciona necesariamente la existen-cia de todas las cosas) entonces no podemoscensurar al bueno de Berkeley por haber redu-cido los cuerpos a pura apariencia. (Kant 1998:89 B 70 y B 71)

    Una vez que cree despachado el asunto del idealismodogmtico de Berkeley, Kant pasa a tratar el idealis-mo problemtico de Descartes, que trabaja de maneramucho ms detallada. Descartes, a quien el autor de laCrtica da mucho ms crdito como pensador que aBerkeley4 , insistira en un realismo trascendental, estoes, defendera la posicin segn la cual la existencia decuerpos externos es independiente de los sentidos. As,el realista trascendental empezara por tomar los cuer-pos externos como cosas en s, por lo cual existiranindependientemente de nosotros, y de ah pasara aafirmar que, en virtud de tal independencia de los cuer-pos con respecto a los sentidos, nuestras representa-ciones se volveran dudosas y no podran de ningunamanera probar la realidad de dichos objetos, pues labarrera entre nuestras representaciones y los objetos alos que supuestamente corresponderan sera insupe-rable. Descartes, en efecto, procede en sus Meditacio-nes en arreglo a la famosa duda metdica, negndose aaceptar la veracidad de toda idea que muestre cualquierposibilidad de duda y que no se presente de maneraclara y distinta a la conciencia. En su argumentacin,Descartes da cuenta de que de modo irrefutable tene-mos conciencia de nosotros mismos, pero duda de laexistencia de objetos exteriores, negndose a aceptarlahasta no tener una base cierta y segura para ello. Enotros trminos, el problema que se plante Descartesconsisti en mostrar de qu manera el Yo, cierto de su

    propia existencia, puede afirmar la existencia de cuer-pos exteriores y as conocerlos. Para dar solucin a talasunto, el filsofo francs se vio en la obligacin derecurrir a Dios y utilizarlo como puente entre el mun-do externo y la autoconciencia, lo cual al parecer nohizo mucha gracia a Kant. El idealista problemticode corte cartesiano, entonces, enfrentado al problemadel mundo externo, se vea en la obligacin de inferir apartir de la certeza de la experiencia interna la reali-dad de los objetos exteriores. Para tal efecto, la infe-rencia se haca tomando los contenidos inmediatos dela conciencia (las ideas) como efectos cuyas causasseran los objetos exteriores, es decir, se supona quelas representaciones o ideas que el sujeto tena en lamente eran causadas por objetos externos al sujeto.Este asunto, por supuesto, presenta serias dificultadesque el mismo Descartes tuvo en cuenta y que no logrnunca superar satisfactoriamente. En efecto, si bien escierto que en principio todo efecto debe tener una cau-sa, no por eso se sigue que en el efecto est contenidala causa ni mucho menos, pues igual de cierto puedeser que la causa de las representaciones sean los obje-tos existentes en el espacio a que sea, por ejemplo, elmismo sujeto de las representaciones (tal como ocu-rre en el sueo) o incluso el mismo Dios. As pues,admitir la existencia de los objetos externos con baseen una inferencia de dicho tipo sera ms una cuestinde fe que de conocimiento (Cf. Paton 1951:381). Enefecto, Kant considera que hasta el momento en el quel escribe la Refutacin en la segunda edicin de laCrtica, no se haba presentado una prueba satisfacto-ria que demostrara la existencia de cosas exteriores anosotros, cuestin que piensa resolver sealando quela experiencia interna, que era indudable para Descar-tes, es posible nicamente en virtud de la experienciaexterna.

    EL TEXTO DE LA REFUTACIN DEL IDEALISMO

    Corresponde ahora exponer de manera detallada elargumento expuesto en la refutacin. Kant pretendemostrar que, de seguirse correctamente su prueba, laargucia esgrimida por el idealismo se vuelve contra lmismo (Kant 1998: 248 B 276), probando que la ex-periencia de objetos exteriores es inmediata y no unainferencia hecha a partir del sentido interno. Para ello

    4 Este idealismo [problemtico] es razonable y propio de unpensamiento filosficamente riguroso (Kant 1998: 247 B275)

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    expondremos en primera medida el argumento pro-piamente dicho, que consta de una tesis y su prueba, yacto seguido pasaremos a analizar las tres observacio-nes que hace Kant con respecto a su demostracin.

    La tesis y la pruebaLa tesis que pretende demostrar Kant es la siguiente:

    La mera conciencia, aunque empricamente de-terminada, de mi propia existencia demuestrala existencia de los objetos en el espacio fuera dem (Kant 1998: 247 B 275)

    Segn vimos, Kant reprocha a Descartes haber supuestoque tenemos conciencia de nosotros mismos inde-pendientemente y con anterioridad a la experiencia decosas externas. Ahora bien, Kant va a demostrar que laconciencia de nuestra propia existencia slo es posi-ble por medio de la experiencia externa. Como puedeapreciarse, la tesis consta de dos puntos importantes.El primero tiene que ver con el significado que le daKant al trmino conciencia empricamente determi-nada; el segundo con la existencia de objetos en elespacio fuera del sujeto.

    Cuando Kant habla en la tesis de conciencia emprica-mente determinada se refiere a la sucesin de los con-tenidos mentales (pensamientos, ideas, deseos,sentimientos, etc.) presentes en el sentido interno, esdecir, a las representaciones existentes en nuestro es-tado interior, al yo emprico que percibo reflexiva-mente en sus estados sucesivos. De ninguna manerahace referencia al Yo trascendental de la apercepcinpura (el yo pienso que debe poder acompaar a todasmis representaciones). En efecto, dicho Yo trascen-dental no es cognoscible, pues no es determinado porel tiempo, y debe entenderse simplemente como con-dicin de la unidad sinttica de la multiplicidad deuna intuicin dada.5 Por su parte, el yo emprico, la

    conciencia empricamente determinada de la que ha-bla la tesis, es cognoscible y hace referencia a los esta-dos sucesivos de la conciencia en el tiempo; en otrostrminos, La conciencia empricamente determina-da de mi propia existencia es mi conocimiento de quetengo una historia y de algo de lo que ha sido su conte-nido (Bennett 1990:240).

    Ahora bien, la tesis seala que lo que pretende demos-trar Kant es la existencia de los objetos en el espaciofuera de m. Segn dijimos anteriormente, Kant noprocura que la refutacin sea una demostracin de laexistencia de la cosa en s, pues l ms que nadie debe-ra ser consciente que una prueba de ese tipo ira encontra de las restricciones que la misma Crtica de laRazn Pura le ha puesto a la razn y que cualquierconsideracin con respecto a la cosa en s desbordaralos lmites del conocimiento. Por el contrario, la prue-ba va encaminada a demostrar la existencia de un mun-do fenomnico exterior al sujeto que conoce, esto es,la existencia de objetos empricamente exteriores. Kantadmite que el significado de la expresin fuera de mes bastante ambiguo, pues puede entenderse o bienhaciendo referencia a la cosa en s tal como lo haceen los Prolegmenos, o bien en referencia a los fen-menos externos.6 Evidentemente, en el caso de la Re-futacin, la expresin es usada en esta ltima acepcin,pues es claro que al hablar de objetos externos en elespacio no se puede estar haciendo referencia a la cosaen s, pues el espacio es simplemente una forma a prioride la sensibilidad y no es posible concebir a la cosa ens como sujeta a ninguna forma o categora, pues comoes ya sabido de la cosa en s no se puede siquiera ha-blar. Como bien anota Torretti, la Refutacin del Idea-lismo es una refutacin del idealismo emprico, no unaprueba del realismo trascendental (Torretti 1967: 510).

    Ahora bien, para demostrar la validez de la tesis Kantse basa en dos premisas:

    Soy consciente de mi existencia en cuanto de-terminada en el tiempo.

    5 Trminos como apercepcin pura y unidad sinttica dela multiplicidad son tomados de la Deduccin trascenden-tal de los conceptos puros del entendimiento realizada porKant en el Libro I de la Analtica trascendental. La exposi-cin de dicho pasaje de la Crtica, como sabr el lectoratento, desborda en gran medida los alcances de la presentemonografa, por lo que pido encarecidamente se me perdo-ne este vaco en la exposicin y se acepte, al menos provi-sionalmente, las consideraciones hechas al respecto.

    6 Dice Kant: Sin embargo, la expresin fuera de nosotrosconlleva una ambigedad inevitable, ya que unas veces sig-nifica lo que existe como cosa en s misma, distinta denosotros, y otras, lo que pertenece al fenmeno externo(Kant 1998: 347 A 373)

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    LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    Toda determinacin temporal supone algo per-manente en la percepcin.

    De las dos premisas anteriores, la primera sera aque-lla que el idealista cartesiano considerara indudabley que Kant toma de los planteamientos hechos en laesttica trascendental:

    El tiempo es la condicin formal a priori de to-dos los fenmenos. (...) toda representacin, ten-ga o no por objeto cosas externas, correspondeen s misma, como determinacin del psiquismo,al estado interno. Ahora bien, ste se halla bajola condicin formal de la intuicin interna y,consiguientemente, pertenece al tiempo. (Kant1998: 77 A 34 B 50)

    De acuerdo con Kant el tiempo es la forma del sentidointerno, esto es, de la intuicin de nosotros mismos yde nuestro estado interno (Cf. Kant 1998: 73 A 33 B49). De hecho, nuestros estados mentales se percibenen el tiempo bien sea sucesiva o simultneamente, peronunca son percibidos en el espacio; toda vivencia nosocurre a nosotros (al yo), nos sobreviene, y en todavivencia hay un antes y un despus. De acuerdo con loanterior, cuando en la premisa se habla de existencia eltrmino debe entenderse no en un sentido corporal(en tanto que an estn en duda los objetos externos)sino ms bien como la existencia de un ser conscienteque de alguna manera tiene experiencias, esto es, ex-periencias temporales. El tiempo no es un atributoque mi experiencia pueda dejar de tener; es, por elcontrario, una propiedad necesaria de la experiencia,un rasgo que identifica mi experiencia en cuanto tal.

    Uno, si no el ms importante rasgo del idealismo sub-jetivo que caracteriza la filosofa moderna a partir deDescartes, es que nunca se aparta de una concepcinrepresentacionalista del conocimiento, es decir, quetoma como punto de partida del conocimiento las re-presentaciones, esto es, los objetos inmediatos del sen-tido interno. Segn se dijo anteriormente, la grandificultad que enfrenta el idealismo subjetivo es la im-posibilidad de verificar la objetividad de las representa-ciones accediendo a la esfera de los objetos materiales,exteriores a (e incluso causa de) las representacionesque de ellos tenemos en la conciencia; as, Kant parte

    del mismo esquema representacionalista, dentro delcual no se pone nunca en duda la temporalidad de lasrepresentaciones, para mostrar que no es posible en-tender cabalmente la propuesta del idealista subjetivosi no se recurre a la categora del espacio.

    Miremos ahora la segunda premisa7, la cual depende,tal parece, de lo probado por Kant en la Primera Ana-loga de la Experiencia. El hecho de que se acepte quetoda determinacin temporal suponga algo permanenteen la percepcin depender de que el argumento ex-puesto en dicha parte de la Crtica sea aceptado tam-bin por el idealista cartesiano. Con respecto a la PrimeraAnaloga de la Experiencia no vamos a decir por ahoramayor cosa, pues ser tratada en detalle y en su totali-dad en el captulo siguiente y su estudio aqu se limita-r a resaltar, independientemente de si Kant logra ono su tarea en la exposicin de las Analogas, los datosrelevantes para la comprensin de la refutacin. Endicho pasaje de la Crtica, Kant resalta dos puntos quemerecen nuestra atencin. En primer lugar indica allque el tiempo en el cual hemos de pensar toda modi-ficacin de los fenmenos, permanece y no cambia, yaque forma el sustrato del cual la sucesin y la simulta-neidad representan meras determinaciones (Kant1998: A 182 B 225). Para Kant no hay muchos tiem-pos, muchos instantes independientes unos de otros,sino ms bien -por decirlo de alguna manera- trozosde un mismo tiempo; en otras palabras, todos los ins-tantes y todas las relaciones temporales ocurren en unmismo y nico discurrir temporal. Ahora bien, en se-gundo lugar, Kant pasa a afirmar que el tiempo comonico e idntico, por s slo, no puede ser experimen-tado. En efecto, considerado por s slo, el tiempo se-ra simplemente una sucesin continua de estados que

    7 Segn ROSAS, la refutacin consta slo de una premisa y sudeduccin. De hecho, en tanto que se trata de un argumentotrascendental, la refutacin debera partir de una sola pre-misa y mostrar la necesidad de recurrir a otro principio parahacer inteligible la primera premisa. As, ROSAS ve en loque aqu presento como una segunda premisa el primer pasode la deduccin. (Cf. Rosas 1992: 45 y ss). En efecto, lallamada segunda premisa es introducida en la refutacin sindemostracin alguna, y en ese sentido es considerada comopremisa. Ahora bien, el hecho de que pueda ser tomadacomo premisa depende de lo establecido por Kant en laPrimera Analoga de la Experiencia. En la monografa meguo por las interpretaciones de Paton y Torretti.

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    no tendran ninguna relacin entre s, lo cual implica-ra que cualquier entidad temporal dejara de ser casien el mismo instante de su generacin; comenzando aser dejara al instante de ser. Para decirlo con otraspalabras, sin un rasgo permanente de la percepcin,segn Kant, no podra haber duracin ni, por lo tanto,relaciones temporales:

    La existencia segn diferentes partes de la serietemporal slo puede adquirir una magnitud atravs de lo permanente. Esta magnitud recibeel nombre de duracin. En efecto, es en la sim-ple secuencia donde la existencia est siempredesapareciendo y volviendo a aparecer, sin quejams posea la menor magnitud. Si prescindi-mos de lo permanente, no hay, pues, relacintemporal alguna. (Kant 216 A 183 B 226)

    As pues, Kant sostiene que para experimentar el tiem-po es necesario recurrir a otra cosa, que es lo que Kantllama en la refutacin del idealismo algo permanenteen la percepcin, que de acuerdo con la Primera Ana-loga de la Experiencia es la sustancia. Evidentemente,en la refutacin no es explcito que para comprenderel tiempo como fluir nico y continuo sea necesariorecurrir a ese algo permanente, pero segn acabamosde ver, es en la Primera Analoga que tal demostracinest desarrollada. Qu tan acertada sea la argumenta-cin de Kant a este respecto, es algo que estudiaremosen el siguiente captulo; por ahora, baste lo dicho conrespecto a la segunda premisa.

    Volviendo sobre el argumento, Kant contina afirman-do que ese elemento permanente no puede ser algo enm, es decir, no puede ser una idea o una representa-cin de las que determinan mi existencia en el tiempo.Mi conciencia, segn lo admite el idealista cartesiano,es bsicamente conciencia determinada en el tiempo,as que la percepcin de mi propia existencia en eltiempo (en tanto que existo simplemente como con-ciencia) estar fundamentada en mis representacio-nes, o lo que es lo mismo, en la sucesin de mis ideas.Ahora, el cambio en la sucesin de mis ideas slo pue-de ser determinado gracias a la referencia a algo per-manente (Cf. Kant 1998: 32 B XL) (lo cual se sabe porla segunda premisa), y le parece evidente a Kant que lopermanente no puede ser entonces una de mis ideas o

    de mis representaciones que pertenecen a la serie tem-poral que debe ser determinada.

    De las dos premisas y el paso anterior, Kant procede aenunciar la conclusin de su argumento, pues si esealgo permanente no puede ser algo en m, dice, lapercepcin de este [elemento permanente] slo es,pues, posible a travs de una cosa exterior a m, no atravs de la simple representacin de una cosa exteriora m (Kant 1998: 247 B 245). Segn se recalc conanterioridad, Kant no prueba la existencia de cosas ens, sino de acuerdo con la Primera Analoga la exis-tencia de una sustancia (o sustancias8) fenomnica es-pacio-temporal. En efecto, dicha sustancia permanentese muestra como referencia necesaria para la determi-nacin de nuestras representaciones mentales, es decir,es necesario suponerla para dar razn del cambio ennuestros estados mentales. Por lo tanto, finaliza Kant,

    La determinacin temporal de mi existencia sloes posible gracias a la existencia de cosas realesque percibo fuera de m. Ahora bien, la concien-cia de mi existencia en el tiempo va necesaria-mente ligada a la conciencia de la posibilidad deesta determinacin temporal. La conciencia demi existencia se halla, pues, necesariamente liga-da tambin a la existencia de cosas fuera de m,como condicin de la determinacin temporal.Es decir, la conciencia de mi propia existenciaconstituye, a la vez, la conciencia inmediata deotras cosas fuera de m. (Kant 1998: 248 B 276)

    Una vez cree terminada su argumentacin, Kant in-troduce tres Observaciones que refuerzan y dan soli-dez a lo desarrollado en la Refutacin. En lasobservaciones primera y segunda se insiste en el ca-rcter inmediato de la experiencia externa y se aclarael papel que juega el yo trascendental en la refutacin.En la Tercera Observacin Kant puntualiza el papel dela imaginacin en relacin con el mundo externo.

    8 Como anota Bennett, En el concepto tradicional de sus-tancia hay dos vertientes principales (...). Una substancia1es una cosa que tiene cualidades. Una sustancia2 es algoque no puede ser generado ni destruido por ningn procesonatural, es decir, que es, milagros aparte, sempiterno.(Bennett 1992: 136) Por ahora, me referir a sustancia en unsentido amplio, con la firme promesa de que cuando estudie-mos el texto de la primera analoga de la experiencia seaclarar en lo posible el sentido que Kant le da al trmino.

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    LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    Observaciones 1 y 2Kant inicia la primera de sus tres observaciones afir-mando que en la refutacin la argucia esgrimida por elidealismo se vuelve contra l mismo y que, en lugar deinferir dudosamente la existencia de los objetos mate-riales tomando las representaciones como efectos deellos, su argumento demuestra que la experiencia inter-na, que para el idealista problemtico era la nica expe-riencia inmediata, es posible slo en la medida en quese tenga experiencia de cuerpos externos, por lo que laexperiencia inmediata no es la interna sino la externa.Kant resalta que lo que demuestra la refutacin es queslo a travs de la experiencia externa es posible no laconciencia de nuestra propia existencia, pero s su deter-minacin en el tiempo (Kant 1998: 248 B 277). Enefecto, la conciencia de nuestra propia existencia estdada para Kant por la expresin Yo pienso, por laautoconciencia que ha de poder acompaar a todas nues-tras representaciones; sin embargo, esta expresin Yopienso no dice nada acerca del sujeto que piensa, sim-plemente afirma que hay un sujeto, pero no da informa-cin acerca del conocimiento que dicho sujeto tiene des mismo. Kant repite casi al pie de la letra sus palabrasen la Deduccin Trascendental de las Categoras9, y afir-ma que el sujeto trascendental no es situable en el tiem-po ni puede ser conocido; es, simplemente, la condicinpara la unidad de la apercepcin pura. As pues, parahablar propiamente de conocimiento es necesaria unaintuicin temporal; ms precisamente, dice Kant, unaintuicin interna, que sea configurada por las catego-ras del entendimiento y que, segn se prueba, est con-dicionada por la existencia de objetos sensibles fuera dem. Kant quiere eliminar la posibilidad de que se inter-prete como correlato permanente de la determinacintemporal del sentido interno al yo trascendental y quie-re dejar en claro que la nica alternativa que es posibleconsiderar al respecto como vlida es la espacialidad,claro est, sin negar en ningn momento la importancia

    que tiene dicho yo trascendental en todo su aparato cr-tico como condicin de posibilidad del proceso de sn-tesis. As, dice Kant en la Segunda Observacin que laautoconciencia carece (...) del menor predicado intuiti-vo que, como permanente, pudiera servir en el sentidointerno de correlato a la determinacin temporal (Kant1998: 249 B 278) y da a entender que el elemento per-manente que es condicin de la experiencia internadebe(n) ser la(s) sustancia(s) espacio temporal(es), locual sabemos no en virtud de una generalizacin hechaa partir de la experiencia externa, sino que se trata deuna condicin a priori de toda determinacin temporal.Kant es consciente de que la diferenciacin entre el yoemprico y el yo trascendental, entre el yo que podemosconocer y el yo del que simplemente sabemos que es,no resulta a primera vista muy convincente, al puntoque dentro de la misma Crtica se llega a considerarcomo paradjica la afirmacin de la existencia de un yoque no podemos conocer. La paradoja consiste en elhecho de que, en virtud de los lmites impuestos por lateora kantiana del conocimiento, nos veamos en la obli-gacin de afirmar que mediante el sentido interno nosconocemos, no tal como somos en nosotros mismos,sino slo segn somos afectados internamente. Esto nosllevara finalmente a afirmar, en palabras del mismoKant, que nos tendramos que comportar como pa-cientes frente a nosotros mismos (Kant 1998: 167 B152 y 153). Debemos reconocer que dicha paradoja seorigina en las suposiciones fundamentales de la filoso-fa crtica de Kant, y del mismo modo aceptar que Kantnunca abandona su idealismo trascendental, en el senti-do de que el mundo y tambin el yo emprico no dejannunca de ser fenmenos.

    Ahora bien, otro punto que hay que resaltar, antes depasar a exponer la Tercera Observacin, es que Kantafirma en la Primera Observacin que la experienciaexterna es inmediata y que, por su parte, la experienciainterna sera mediata (Cf. Kant 1998: 248 B 277). Deacuerdo con estas afirmaciones sera posible al menosconsiderar que el sentido externo, en tanto que es in-mediato, no dependera en absoluto del sentido inter-no y que por ende la experiencia de cuerpos en elespacio sera posible sin tener en cuenta la forma deltiempo. Sin embargo, no es difcil vislumbrar que di-chas afirmaciones encierran algo de engaoso. En efec-

    9 El Yo pienso expresa el acto de poder determinar miexistencia. Por consiguiente, la existencia est ya dada atravs de l. Pero el modo segn el cual debo determinarla,es decir, poner en m la variedad que a ella pertenece, no sehalla todava determinado a travs de ese acto. Para eso serequiere una autointuicin, la cual se basa en una forma dadaa priori, esto es, el tiempo, que es sensible y pertenece a lareceptividad de lo determinable. (Kant 1998: 170 B 157 n).

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    to, Kant prueba en la refutacin que la experienciainterna depende de la experiencia externa, pero no mues-tra en ninguna parte que la experiencia externa no de-pende de la experiencia interna. A primera vista parecems bien que una y otra experiencia no deben conside-rarse de manera aislada sino ms bien en una relacinde mutua dependencia (Cf. Paton 1951: 383), pues yaen la Esttica Trascendental haba afirmado Kant queel tiempo es condicin inmediata de la experiencia in-terna y condicin mediata de la experiencia externa.

    Observacin 3 Sabemos entonces que, de acuerdo con la refutacin,la experiencia externa es condicin de la experienciainterna y que la carga de la argumentacin de Kantradica en mostrar que los objetos externos no son re-presentaciones sino que existen realmente. Sin embar-go, hay casos en los que tengo representaciones deobjetos exteriores a m y en los que dichos objetos noson en absoluto reales. As, Kant es enftico en declararque si bien es cierto que la determinacin de mi con-ciencia emprica depende de la existencia de objetos enel espacio, de ah no se sigue que toda representacinintuitiva de tales objetos implique automticamente laexistencia de los mismos, ya que esa representacin pue-de ser un mero producto de la imaginacin (tanto en lossueos como en la locura) (Kant 1998: 249 B 278).Kant debe superar el reto puesto por la imaginacin ysortear el divulgado argumento del sueo planteadopor Descartes, pues aunque la refutacin pruebe quetienen que existir objetos en el espacio, no por eso dejade ser posible que la supuesta realidad sea simplemen-te un producto de mi imaginacin y que el mundo quepercibo como real sea en ltimas un sueo largo yprolongado10. La Tercera Observacin no es muy mi-nuciosa al respecto y ms bien resalta el alcance quetiene el argumento de Kant. En efecto, la refutacin eselaborada haciendo un uso muy amplio de los concep-tos de experiencia interna y de experiencia externa, yslo pretende mostrar que la experiencia interna pre-supone la experiencia externa, en trminos muy genera-les, sin entrar nunca a determinar qu tipo de experiencia

    externa sea necesaria y qu supuestos requisitos debecumplir. As, con respecto a la objecin de las represen-taciones causadas por la imaginacin, Kant dice queaunque no tengan existencia real, lo cierto es que sonposibles slo en la medida en que se fundamenten enexperiencias pasadas de objetos existentes en el espacio,es decir, que dichas representaciones deben ser repro-ducciones de percepciones anteriores, stas s de obje-tos existentes en el espacio. La cuestin de decidir siuna representacin es o no un producto de la imagina-cin depender de un examen de las condiciones parti-culares de cada caso de acuerdo con sus especialesdeterminaciones y efectuando un cotejo con los criteriosde toda experiencia efectiva (Kant 1998: 249 B 279).

    CONSIDERACIONES FINALESEl texto de Kant no presenta la claridad que uno qui-siera y, en lugar de servir de refutacin del idealismo,lleva a pensar en una forma ms elaborada del mismo.Kant nunca abandona su idealismo trascendental ni lodeja de comprender con arreglo al realismo emprico;sin embargo, no resulta del todo claro cmo resuelveel interrogante que surge cuando se advierte que lopermanente en la percepcin debe ser algo distinto dem y de todas mis ideas, sin ser, sin embargo, algo aje-no a la conciencia. En efecto, Kant se niega a adoptaruna postura idealista pero en su teora del conocimien-to la objetividad se establece sin salirse del mbito dela conciencia, sin abandonar, adems, la idea de la cosaen s, que existe independientemente del sujetocognoscente. Aqu nos topamos de nuevo con el pro-blema de la objetividad, pues no parece del todo clarode qu manera articula Kant el hecho de que su filoso-fa crtica adopte un carcter decididamente subjeti-vista, con el problema de la objetividad y la supuestarealidad material de las representaciones, pues tal pa-rece que la refutacin del idealismo no abandona nun-ca la esfera subjetiva y, una vez ms, Kant reduce elproblema de la objetividad al carcter constitutivo delas categoras del entendimiento y de las formas de lasensibilidad en la experiencia humana, unas y otrasdisposiciones formales subjetivas. En efecto, cuandoKant habla en la refutacin de objetos exteriores a mhace referencia a un mundo fenomnico objetivo, masno debemos perder de vista que, segn lo planteado

    10 Con respecto al papel de la imaginacin en la constitucindel conocimiento humano vase la Segunda Analoga dela Experiencia (Kant 1998: 220 B 232)

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    LA REFUTACIN KANTIANA DEL IDEALISMO

    por Kant en la deduccin de las categoras, un objetono es una idea ms entre todas nuestras ideas sino unacombinacin de nuestras ideas en la unidad sintticade la conciencia.11 As, la dificultad radica en la afir-macin de que los objetos externos, o estrictamentehablando lo permanente en la percepcin debe ser algodiferente a todas mis representaciones; sin embargo,de acuerdo con los trminos planteados por Kant, lopermanente debe ser una reunin de representacionesen la unidad de la conciencia. En efecto, es bastanteproblemtico que en la refutacin del idealismo (y entoda la teora kantiana del conocimiento) los indica-dores de objetividad se establezcan subjetivamente enla unidad de la conciencia. Kant parece querer darlesignificacin objetiva a las representaciones con baseen la referencia a un objeto qu