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TEMA 1 INTRODUCCIÓN: TRES DÉCADAS DE CAMBIO SOCIAL EN ESPAÑA Juan Jesús González / Miguel Requena 0. INTRODUCCIÓN Existen dos formas de valorar el cambio social en España : mediante su comparación con los países del entorno o mediante el análisis de su evolución durante los últimos treinta años (1975-2005), que será el procedimiento que seguiremos. Un primer acercamiento permite afirmar que el cambio ha sido radical y en todos los órdenes: el económico (de una economía protegida y cerrada a una abierta, competitiva e integrada a nivel europeo y mundial), el político (de dictadura a democracia constitucional) y el social (de sociedad semirrural a metropolitana y cosmopolita). El análisis de los cambios estructurales de la sociedad española entre 1975-2005 se inicia con el análisis del ámbito demográfico : fecundidad, mortalidad y migraciones. Durante el s. XX España ha llevado a cabo su transición demográfica, pasando de un régimen demográfico primitivo a uno moderno (de altas a bajas natalidad-mortalidad), lo que, junto a la ampliación de la esperanza de vida, ha generado un creciente envejecimiento que se refleja en un cambio de pirámide poblacional. Además, desde finales del s. XX se viene produciendo una segunda transición demográfica de grandes consecuencias, caracterizada por una serie de cambios en los comportamientos familiares (retraso en la emancipación familiar, en el primer matrimonio, en la edad de concepción, incorporación de la mujer al mercado laboral, menor nupcialidad, más uniones consensuales o de hecho, más familias monoparentales…). Respecto al análisis del ámbito laboral , el análisis se centra en la evolución del mercado de trabajo, cuyos cambios fundamentales se originan en dos importantes sucesos: la masiva incorporación de la mujer al mercado laboral (lo que ha supuesto un cambio radical en la vida familiar) y la creciente incorporación de trabajadores inmigrantes, principalmente latinoamericanos y norteafricanos. En el proceso de transición política desde una dictadura hacia una democracia liberal, en plena crisis económica internacional, primarán los aspectos políticos a los económicos; no será hasta culminado dicho proceso político (1982), ya con la tasa de ocupación más baja de Europa, cuando finalmente se acometa la tarea de la creación de empleo, aunque una serie de factores harán difícil dicho objetivo: la reconversión industrial, la desagrarización, la incorporación de la mujer al mercado laboral y la llegada a la edad laboral de las nutridas cohortes del baby-boom de los años 60. Habrá que esperar al ciclo económico más expansivo de los años 90 para poder cumplir parcialmente ese objetivo, aunque a expensas de una alta temporalidad en el empleo.

0tres Decadas de Cambio Social en Espa a Bueno

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TEMA 1

INTRODUCCIN: TRES DCADAS DE CAMBIO SOCIAL EN ESPAAJuan Jess Gonzlez / Miguel Requena

0. INTRODUCCIN

Existen dos formas de valorar el cambio social en Espaa: mediante su comparacin con los pases del entorno o mediante el anlisis de su evolucin durante los ltimos treinta aos (1975-2005), que ser el procedimiento que seguiremos. Un primer acercamiento permite afirmar que el cambio ha sido radical y en todos los rdenes: el econmico (de una economa protegida y cerrada a una abierta, competitiva e integrada a nivel europeo y mundial), el poltico (de dictadura a democracia constitucional) y el social (de sociedad semirrural a metropolitana y cosmopolita).

El anlisis de los cambios estructurales de la sociedad espaola entre 1975-2005 se inicia con el anlisis del mbito demogrfico: fecundidad, mortalidad y migraciones. Durante el s. XX Espaa ha llevado a cabo su transicin demogrfica, pasando de un rgimen demogrfico primitivo a uno moderno (de altas a bajas natalidad-mortalidad), lo que, junto a la ampliacin de la esperanza de vida, ha generado un creciente envejecimiento que se refleja en un cambio de pirmide poblacional. Adems, desde finales del s. XX se viene produciendo una segunda transicin demogrfica de grandes consecuencias, caracterizada por una serie de cambios en los comportamientos familiares (retraso en la emancipacin familiar, en el primer matrimonio, en la edad de concepcin, incorporacin de la mujer al mercado laboral, menor nupcialidad, ms uniones consensuales o de hecho, ms familias monoparentales).

Respecto al anlisis del mbito laboral, el anlisis se centra en la evolucin del mercado de trabajo, cuyos cambios fundamentales se originan en dos importantes sucesos: la masiva incorporacin de la mujer al mercado laboral (lo que ha supuesto un cambio radical en la vida familiar) y la creciente incorporacin de trabajadores inmigrantes, principalmente latinoamericanos y norteafricanos. En el proceso de transicin poltica desde una dictadura hacia una democracia liberal, en plena crisis econmica internacional, primarn los aspectos polticos a los econmicos; no ser hasta culminado dicho proceso poltico (1982), ya con la tasa de ocupacin ms baja de Europa, cuando finalmente se acometa la tarea de la creacin de empleo, aunque una serie de factores harn difcil dicho objetivo: la reconversin industrial, la desagrarizacin, la incorporacin de la mujer al mercado laboral y la llegada a la edad laboral de las nutridas cohortes del baby-boom de los aos 60. Habr que esperar al ciclo econmico ms expansivo de los aos 90 para poder cumplir parcialmente ese objetivo, aunque a expensas de una alta temporalidad en el empleo.

Respecto al anlisis de la estructura social, es de destacar que el boom econmico de los aos 90 trascendi con mucho su carcter econmico o laboral, pues los cambios en el mercado de trabajo, con la llegada masiva de inmigrantes, la figura de la mujer trabajadora y el surgimiento de una nueva e influyente clase media han convertido la sociedad espaola en una sociedad nueva, moderna, abierta y multicultural. En ese sentido, destacan: el cambio en las clases medias, pues mientras la viejas clases medias (pequeos propietarios y negocios familiares) se reducan del 24 al 17 % de la EPA entre 1977 y 1998, la nueva clase media pasaba del 10 al 17 %; la cuestin religiosa ha dejado de ser motivo de tensin; y la cuestin territorial est resultando mucho ms tratable que en otros momentos de nuestra historia.

Respecto al anlisis del mbito educativo, destaca una expansin generalizada y profunda del sistema educativo, adquiriendo un papel fundamental como generador de riqueza agregada y de expectativas de mejora de la condicin personal. Entre sus logros destacan la escolarizacin obligatoria hasta la enseanza secundaria y la apertura de la enseanza universitaria a amplias capas de la sociedad.

Respecto al anlisis del mbito religioso, se produce una profunda transformacin religiosa, caracterizada por la prdida de relevancia social y cultural de la religin a medida que se desarrollaba la modernizacin, el paulatino declive de la Iglesia catlica y la significativa prdida de religiosidad de los espaoles. Destaca la aparicin de una difusa forma de catolicismo nominal, que se podra definir como una identidad religiosa vaga, que se desentiende de las formas tradicionales de devocin, no se implica en rituales, flexible desde el punto de vista dogmtico y moralmente permisivo.

En general, el balance de las tres ltimas dcadas en Espaa es claramente positivo, fundamentalmente gracias a que se ha dotado de factores de cohesin e integracin de los que careca, como el Estado de las Autonomas y el Estado de Bienestar, cumpliendo con los compromisos bsicos en materia de pensiones, educacin y sanidad. Entre los cambios ms relevantes destacan: el cambio de los tradicionales protagonistas sociales (clases altas, militares, viejas clases medias) por nuevos protagonistas (mujeres, inmigrantes, nuevas clases medias), la superacin de las clases sociales como hechos sociales totales, la aparicin de nuevos grupos de inters y de nuevas fuentes de identidad social y poltica que se redefinen continuamente, la creciente individuacin derivada de la prdida de influencia de la institucin familiar, el declive del patrn familiar patriarcal, el paso de las reivindicaciones salariales a las reivindicaciones redistributivas, la prdida de peso de la tradicin catlica y la secularizacin.

TEMA 2

LAS BASES DEMOGRFICAS DE LA SOCIEDAD ESPAOLAMiguel Requena

1. INTRODUCCIN

En sentido demogrfico, una poblacin es un conjunto de individuos que vive en un territorio determinado de un modo ms o menos estable, con cierto grado de reproduccin, movilidad e identidad colectiva; en definitiva, el conjunto de individuos que residen dentro de las fronteras de un Estado nacional. El tamao y la estructura de una poblacin dependen de su tasa de crecimiento (%), es decir, de la combinacin de su fecundidad, mortalidad y movimientos migratorios. Si deseamos dejar al margen los efectos de las migraciones, la estructura de una poblacin depender de su crecimiento natural (CN), es decir, de su saldo entre nacimientos y defunciones durante un ao.

Durante buena parte del s. XX Espaa experiment un CN positivo y un saldo migratorio nulo o negativo, pues durante las primeras dcadas se vivi una intensa emigracin hacia Amrica y durante la dcada de los 60 hacia Europa, junto a una intensa movilidad interior. Sin embargo, durante los ltimos aos ha cambiado la tendencia: el CN ha descendido hasta niveles que no garantizan el reemplazo generacional, la movilidad interna se ha reducido y el saldo migratorio ha ido creciendo progresivamente.

El objetivo de este captulo es analizar los factores que han desencadenado dichos efectos, no slo por mero inters demogrfico, sino porque los factores demogrficos son indispensables para entender otras dimensiones estructurales; as, algunos fenmenos sociales son el producto del cambio de composicin poblacional (p. e., el creciente desempleo de los aos 80 fue producto del baby boom de los 60), o bien a la inversa, algunos cambios estructurales propician cambios en la base demogrfica (p. e., la incorporacin de la mujer al mercado laboral explica el descenso de fecundidad). Por tanto, para comprender adecuadamente una sociedad es imprescindible recorrer el camino desde su demografa hacia los factores institucionales que inciden en su estructura social.

2. LA POBLACIN ESPAOLA Y SU CRECIMIENTO NATURAL

Segn el censo del 2003, Espaa cuenta con 42 millones de personas, lo que la convierte en el 28 pas del mundo y el 5 de la UE, con una densidad de poblacin relativamente baja de 80 hab./km2 (UE 120 hab./km2). Si en 1900 tena 19 millones de habitantes, 23 en 1930, 34 en 1970 y 42 en 2003, cmo se explica dicho crecimiento? Fundamentalmente, a travs de la teora de la transicin demogrfica.

El concepto de transicin demogrfica refiere al cambio histrico que lleva del rgimen demogrfico primitivo al moderno en una poblacin determinada, pasando de unas tasas de natalidad (TN) y de mortalidad (TM) elevadas a bajas; puesto que el descenso de la mortalidad precede en el tiempo al de la natalidad, durante la transicin (alta natalidad y baja mortalidad) se produce un rpido crecimiento de la poblacin. En Europa, la transicin demogrfica se inicia en el Renacimiento (XV-XVI) y la Ilustracin (XVIII), culminando con la Revolucin Industrial (XIX-XX); hasta entonces, la mortalidad y la fecundidad dependan de factores naturales (epidemias, hambrunas, climatologa), pero a lo largo de ese periodo entrarn en el mbito de la intervencin humana, tanto gracias al progreso mdico, la mejora del nivel de vida y la anticoncepcin, como por la evolucin de las mentalidades y costumbres. Por tanto, el motor del crecimiento demogrfico durante la transicin demogrfica fue la diferencia temporal entre el inicial descenso de la mortalidad y el posterior de la fecundidad, propiciando un excedente de nacimientos sobre los fallecimientos. Los factores para ello fueron: los progresos tcnicos agrcolas, la expansin colonial, la aparicin de nuevos cultivos (maz, patata), la lucha contra las epidemias desde los poderes pblicos, el desarrollo de la medicina moderna, los progresos en la higiene y la mejora en las condiciones de vida; todo ello propici un CN del 1,5 % anual y el incremento de la Esperanza de Vida (EV) hasta los 35 aos. Slo despus se inici el progresivo descenso de la fecundidad, gracias a la reduccin de la mortalidad infantil, los progresos en la educacin y a los cambios profundos en la mentalidad de las parejas frente a la procreacin. El final de la transicin demogrfica surge cuando las TN y TM se igualan a niveles muy bajos, con la EV en los 75 aos y un ISF de 2,1 hijos por mujer, llegndose a un crecimiento nulo o reducido.

En el caso de Espaa, la transicin demogrfica se inicia ya en el s. XX, pasando de una TN del 34 10 y de una TM del 28 9 (1900 2000). La transicin demogrfica espaola destaca por el arranque simultneo de las cadas de natalidad y mortalidad, cuyo rumbo paralelo y descendente nunca gener un estallido demogrfico, sino un crecimiento sostenido, continuo y regular, vinculado a los procesos de modernizacin social, econmica y cultural (urbanizacin, alfabetizacin, industrializacin, prdida de peso de la agricultura, secularizacin). Desde una perspectiva ms reciente, entre 1975-2000 se observa una cada brusca y acelerada del nmero de nacimientos junto a un lento incremento de las defunciones, cuyo punto de inflexin fue 1998, momento en que el CN se aproxim a cero (0,01 %); desde entonces, ha repuntado ligeramente hasta el 0,1 % anual. A principios del s. XXI Espaa ha finalizado su transicin demogrfica y refleja un escenario postransicional, con un bajo crecimiento vegetativo y tasas muy bajas de natalidad y mortalidad.

3. LA FECUNDIDAD Y LA NUPCIALIDAD

El ndice sinttico de fecundidad (ISF) expresa el nmero medio de hijos que tendra una mujer al finalizar su vida reproductiva (15-49 aos) si hubiese mantenido cada ao el comportamiento reproductivo de las mujeres; segn esto, el reemplazo generacional se sita en un ISF = 2,1 hijos por mujer. As, en 1965 el ISF en Europa oscilaba entre los 3,04 hijos por mujer en Holanda y los 2,42 en Suecia, con Espaa en las posiciones de cabeza con 2,95 (2,8 en 1975); sin embargo, en el 2000 la situacin se ha invertido, oscilando entre los 1,89 de Francia y los 1,23 de Italia, con Espaa en el furgn de cola con 1,24 (habiendo llegado a 1,16 en 1989), un rgimen demogrfico de muy baja fecundidad que algunos autores califican de depresin demogrfica, al punto que en 2003 casi la totalidad del CN corresponde a hijos de madres extranjeras. Qu explica este cambio?

El descenso de la TN en Espaa se inscribe en la evolucin que caracteriza la transicin demogrfica, asociada a diferentes procesos de cambio demogrfico, social, econmico y cultural, destacando la variacin radical en la posicin social y familiar de las mujeres. Las caractersticas del rgimen de baja fecundidad en Espaa son las siguientes:

a) Reduccin drstica del ISF. El anlisis del ISF por rangos refleja dos hechos bsicos: (i) el abrupto descenso de la natalidad, de 2,78 hijos por mujer en 1975 a 1,24 en 2000, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional (2,1); y (ii) la progresiva decantacin hacia un solo hijo de la sociedad espaola, lo que se refleja en el mayor peso del primer hijo, que pasa del 36 % del ISF en 1975 al 53 % en 2000 y la prctica desaparicin del rango de 4 o ms hijos, que pasa del 16 % al 1,66 %.

Espaa - ISFRango 1Rango 2Rango 3Rango 4+Total

1975ISF Rango1,0080,8370,4810,4542,78

% en ISF36,2530,1017,3116,35100 %

1980ISF Rango0,8970,6930,3430,2772,21

% en ISF40,5731,3515,5312,54100 %

1985ISF Rango0,7250,5290,2270,1561,64

% en ISF44,3032,3013,899,51100 %

1990ISF Rango0,6720,4800,1510,0741,38

% en ISF48,8234,9810,945,34100 %

1995ISF Rango0,6000,4360,1100,0411,19

% en ISF50,5536,739,263,45100 %

2000ISF Rango0,6640,4480,1010,0321,24

% en ISF53,3235,988,131,66100 %

b) Retraso en el calendario de la maternidad. Desde 1975 las espaolas han ido retrasando la procreacin. As, la Edad Media a la Maternidad (EMM) ha pasado de los 28 a los 30,5 aos (+ 2,5 aos) y la Edad Media a la Primera Maternidad (EMM1) de los 25 a los 29 aos (+ 4 aos); por grupos de edades, en 1975 el porcentaje de nacimientos fue: 25-29 (34 %), 20-24 (24 %), 30-34 (22 %) y 35-39 (11 %), mientras que en 2000 fue: 30-34 (38 %), 25-29 (27 %), 35-39 (17 %) y 20-24 (11 %). Estos datos reflejan un considerable retraso en el calendario de la maternidad, con una progresiva prdida de peso de los grupos jvenes, pues si en 1975 las de 15-29 aos aportaban el 62 % de la fecundidad y las de 30-49 el 38 %, en 2000 las primeras han reducido su aportacin hasta el 42 % mientras que las segundas han crecido hasta el 58 %. As mismo, si en 1975 el 87 % de los primeros hijos los tenan mujeres de 15-29 aos y slo el 13 % las de 30-49, en 2000 la situacin se ha equilibrado, con el 55 % y del 45 % respectivamente. Por tanto, la EMM muestra tendencia al alza, en sintona con la evolucin de la EMM1, lo que propicia, como consecuencia del menor nmero de hijos, un acortamiento del periodo dedicado a la procreacin.

c) Creciente procreacin fuera del matrimonio. Si en 1975 la proporcin de hijos no matrimoniales oscilaba entre el 14 % de Suecia y el 2 % de Espaa, en el ao 2000 est entre el 55 % de Suecia y el 10 % de Italia, con Espaa en el 18 %. Por tanto, se observa una tendencia generalizada al alza, fruto del aumento de las uniones consensuales como comportamiento social crecientemente aceptado; sin embargo, existe una gran diferencia entre los pases del norte y del sur, pues mientras Suecia, Dinamarca, Francia y GB superan el 40 %, en Espaa e Italia los nacimientos extramatrimoniales son slo una opcin minoritaria (10-17 %), lo que evidencia en ellos la gran influencia que ejerce la nupcialidad sobre la fecundidad.

d) Dficit de natalidad. Definido como la discrepancia entre el nmero deseado de hijos y el finalmente tenido, los estudios sealan que las cohortes de mujeres que protagonizaron la primera fase de la cada de la fecundidad no experimentaron insatisfaccin por subfertilidad, pues su nmero de hijos fue igual o superior al proyectado; sin embargo, las mujeres que nacieron durante los aos 70 manifiestan dficit de natalidad, pues el 75 % de las mujeres con 0-1 hijos afirman sentirse insatisfechas con su nmero de hijos, insatisfaccin que se reduce al 25 % de las que tienen dos o ms hijos.

e) Conexin nupcialidad-fertilidad. Los datos reflejan que en Espaa persiste una conexin causal entre nupcialidad y fecundidad, pues las TN estn conectadas a la proporcin de mujeres en edad fecunda que se encuentran casadas; as, si en 1975 el 37 % de las mujeres entre 15-29 aos estaban casadas, en 2001 slo eran el 16 %, datos que coinciden con la pauta de cada seguida por la fecundidad. Adems, el retraso en el calendario matrimonial coincide con el retraso en el calendario de la maternidad, bsicamente por las dificultades de los jvenes para independizarse de sus padres y formar nuevas unidades familiares (desempleo, inestabilidad laboral, crisis de vivienda). Otros aspectos que han debilitado el matrimonio en Espaa (y, por tanto, que han propiciado la reduccin de la fecundidad) son: el auge de la cohabitacin, la ley del divorcio (1981), la secularizacin del matrimonio y la desvinculacin matrimonio-sexualidad.

Todo lo anterior sugiere la existencia en Espaa de un nuevo marco demogrfico, cuyos cambios sealan el inicio de la segunda transicin demogrfica, caracterizada por la acentuacin de la reduccin de la fecundidad, la incorporacin de las mujeres al mercado laboral y una nueva articulacin entre familia y trabajo, principalmente en el sentido de una creciente individualizacin de sus miembros. El modelo tradicional de familia de un nico perceptor de ingresos ha dado paso a un nuevo modelo de familia con dos padres que trabajan, en el que las polticas tradicionales de fomento de la natalidad se muestran ineficaces, debiendo enmarcarse entre cambios ms amplios de la organizacin econmica y social que modifiquen la relacin familia-trabajo y las relaciones de gnero; en ausencia de polticas adecuadas, los jvenes y las mujeres ponen en prctica estrategias para evitar riesgos, con evidentes consecuencias negativas sobre la vida familiar y la fecundidad.

4. LA MORTALIDAD

La reduccin de la mortalidad es el factor que desencadena la transicin demogrfica, generando, tras la posterior reduccin de la natalidad, una creciente esperanza de vida y el envejecimiento demogrfico. Las tesis que intentan explicarla son:

i. Tesis de los factores mdicos y sanitarios. La reduccin de la mortalidad se inici con el desarrollo de la medicina moderna durante el Renacimiento y la Ilustracin, gracias a los avances mdicos, la lucha contra las epidemias por los poderes pblicos, los progresos en la higiene, las mejoras en el nivel de vida y la anticoncepcin.

ii. Tesis alimentaria (McKEOWN). La reduccin de la mortalidad fue gracias a los progresos tcnicos agrcolas y el descubrimiento de nuevos cultivos durante la expansin colonial, como el maz y la patata, lo que pali las persistentes hambrunas.

iii. Tesis de la transicin epidemiolgica (Omran). La reduccin de la mortalidad es fruto de la evolucin desde: (a) una situacin en la que predominaban la mortalidad infantil y las enfermedades infecciosas, a (b) una fase en la que predominan los tumores y las enfermedades del aparato circulatorio, y, por ltimo, a (c) una fase caracterizada por enfermedades sociales (provocadas por la conducta humana), degenerativas y tardas (cardiovasculares, tumores).

iv. Tesis de la transicin sanitaria. El control de la mortalidad obedece a un conjunto interconectado de causas (biolgicas, mdicas, tcnicas, sociales, culturales, econmicas, ambientales) que inciden con peso cambiante en la salud de la poblacin. Por ello, en las sociedades contemporneas las probabilidades de perder la vida o la salud estn estrechamente asociadas a determinados grupos poblacionales, como p. e. los varones jvenes (trfico, sida, drogas, deportes de riesgo).

La mortalidad en Espaa a lo largo del s. XX (1900 2000) refleja una evolucin muy positiva, especialmente durante la segunda mitad del siglo, destacando la cada de la mortalidad infantil (185 4 ), el crecimiento de nios que viven a los 5 aos (63 % 99 %) y el crecimiento de la esperanza de vida (34 75 aos hombres y 36 82 mujeres). Aunque durante los ltimos aos se detecta un leve repunte de la mortalidad, ello es habitual en las sociedades avanzadas debido al progresivo envejecimiento demogrfico: al aumentar el nmero de ancianos aumenta el nmero de defunciones, lo que es sntoma del aumento de la longevidad y de la concentracin de la muerte en la fase final del ciclo vital (envejecimiento de la muerte), lo cual se ajusta razonablemente bien a lo postulado por el modelo de transicin epidemiolgica. Adems, los datos reflejan que persiste la tradicional sobremortalidad masculina, en un promedio de un 5 % ms de probabilidades de morir que las mujeres a todas las edades, debido a un plus de peligrosidad que no se puede imputar a causas naturales sino a sus propios estilos de vida: conduccin temeraria, SIDA por sexo sin control, acceso a drogas, ejercicio de deportes de riesgo, mayor consumo de tabaco

5. UNA NOTA SOBRE LA MOVILIDAD INTERNA DE LA POBLACIN ESPAOLA

La movilidad geogrfica es un fenmeno connatural a las poblaciones humanas que se intensifica en las sociedades modernas, debido al xodo rural y los procesos de concentracin urbana, las crecientes facilidades de transporte, el desarrollo econmico o especializacin funcional de ciertas reas La importancia de la movilidad interna se observa en el dato de que en 2001 casi la mitad de la poblacin espaola vive en un municipio distinto del que nacin y una cuarta parte en una provincia distinta.

La movilidad en Espaa durante el s. XX se puede dividir en tres fases:

a) 1900-1930. En una Espaa pobre y rural, el rpido crecimiento de la poblacin redujo el nivel de vida, generando una doble corriente migratoria: (i) una migracin interna del campo hacia la ciudad o entre regiones, orientada hacia centros urbanos con gran dinamismo econmico (Madrid, Catalua, Pas Vasco, Valencia, Asturias, Cantabria); y (ii) una migracin externa hacia Amrica (Argentina, Uruguay, Brasil, EEUU), y en menor medida hacia frica y Francia, con implicaciones econmicas, polticas, sociales y culturales enormes para las zonas receptoras. Las consecuencias para las zonas emisoras fueron dobles: por un lado, pali el excedente de poblacin rural, supuso una fuente de divisas y de ahorro y los retornados colaboraron en la promocin de sus zonas de origen; por otro, supusieron la prdida de potencial humano y desajustes en la estructura por edad y sexo de la poblacin.

b) 1950-1975. De nuevo la presin demogrfica en el mundo rural sobre sus escasos recursos desencaden una doble corriente migratoria, unidireccional y de largo recorrido: (i) una migracin interna hacia ciertas zonas del pas (Cornisa Cantbrica, Catalua, Levante, Madrid); y (ii) una migracin externa hacia Europa (Francia, Alemania, Blgica), que super el milln de personas y slo ces con la crisis de los 70. Si en la fase anterior el origen emisor estaba en la Cornisa Cantbrica, ahora se sita en Castilla, Extremadura y Andaluca. Sus consecuencias fueron: el reequilibrio de la poblacin espaola a favor de las grandes ciudades; el desarrollo industrial del pas al unir el excedente de oferta de mano de obra en algunas regiones con la demanda en otras; una importante fuente de divisas e inversiones para el pas; la contribucin de los retornados al desarrollo de sus zonas de origen; y una escasez de mano de obra en el campo que sent las bases tanto para una mayor especializacin y mecanizacin de la produccin agrcola, como para mejorar los niveles de vida entre los que se haban quedado en los pueblos.

c) 1975-2000. Desde 1975 la movilidad interna se reduce, y la que se produce cambia sus caractersticas: es pluridireccional y abierta, adquiriendo importancia los movimientos pendulares (ida y vuelta), los temporales y los de corto recorrido, persiguiendo la relocalizacin residencial mediante procesos de suburbanizacin (traslados de poblacin de las ciudades a otros municipios cercanos ms pequeos), al punto que algunos han llegado a hablar de xodo urbano. Adems, desde principios de los 90 Espaa recibe grupos numerosos de inmigrantes, especialmente de Latinoamrica (Ecuador, Per), Norte de frica (Marruecos), frica subsahariana (Nigeria), Europa del Este (Rumania, Polonia) y Este de Asia (China, Filipinas). Los inmigrantes llegan buscando una vida mejor y suelen ocupar puestos laborales que los espaoles ya no desean, con dos consecuencias: por un lado, su trabajo ayuda a equilibrar la estructura por edad de la poblacin, a crear riqueza y a mantener las prestaciones sociales del pas con sus aportaciones al erario pblico; por otro, la distancia cultural provoca tensiones sociales y polticas que habr que subsanar.

6. LA ESTRUCTURA DE LA POBLACIN ESPAOLA

El estudio de la estructura por edad de una poblacin no slo es fundamental para explicar sus fenmenos demogrficos, sino tambin para explicar muchos procesos sociales (economa, poltica, educacin, cultura), guardando una estrecha relacin con sus modos de vida. Obviamente, la estructura por edad de una poblacin viene determinada por la evolucin de sus tasas vitales (TN, TM) y de su movilidad (migracin, inmigracin).

El instrumento grfico habitual para el estudio de la estructura por edad es la pirmide de poblacin, que consiste en un grfico de barras que presenta la distribucin de una poblacin por edad y sexo, sea por edades individuales o agregadas, de modo que la cohorte que nace cada ao se incorpora a la base de la pirmide y las dems cohortes la van escalando; segn envejecen las cohortes, es inevitable que pierdan integrantes debido a los fallecimientos y a la emigracin, pero tambin que los aadan por la inmigracin. Existen tres perfiles bsicos: (a) perfil expansivo o de crecimiento rpido, con una base amplia que indica una proporcin elevada de nios y una rpida tasa de crecimiento (Nigeria); (b) perfil estacionario o de crecimiento lento, con una base estrecha y un nmero de personas similar en cada grupo de edades que se estrecha con los grupos de ms edad, lo que indica una proporcin moderada de nios y una tasa de crecimiento lenta (EEUU); y (c) perfil constrictivo o de crecimiento nulo o negativo, con una base ms estrecha que el centro y una reduccin gradual en las edades ms avanzadas, lo que indica un descenso en la fecundidad y el progresivo envejecimiento de la poblacin (Espaa).

En el caso de Espaa, ha pasado de una pirmide poblacional con perfil expansivo a otra de perfil constrictivo, donde las edades con ms volumen poblacional estn entre los 25-39 aos. Dicha evolucin refleja un proceso de envejecimiento, caracterizado por una persistente baja fecundidad (ISF = 1,2 nios por mujer), la reduccin de los nacimientos (TN = 9 ), el incremento en la longevidad (E0 = 78 aos) y el incremento de la edad media y mediana (40 y 32,8 aos); mientras que el porcentaje de menores de edad se ha reducido a la mitad (14,5 %), el de mayores de 65 se ha duplicado (17 %) y el de mayores de 80 casi triplicado (3,9 %), lo que ha propiciado que el ndice de envejecimiento se haya multiplicado por tres (117,3 %).

Como resultado de todo lo anterior, la poblacin acabar actuando como un freno para la economa y el mantenimiento del nivel de vida. Por un lado, los jvenes actuales an pertenecen a generaciones relativamente abundantes, pero en los prximos aos se producir un fuerte descenso de la poblacin en edad laboral a medida que las generaciones ms reducidas nacidas durante los aos 70 y 80 vayan llegando a dicha edad, generando escasez de mano de obra y una merma en la competitividad econmica del pas. Por otro lado, el progresivo envejecimiento, representado en 2001 por 7 millones de mayores de 65 aos, presentar nuevos retos que habr que resolver, como la viabilidad del pago de pensiones y el creciente gasto en asistencia sanitaria y social.

Espaa1900193019601990

Tasa de natalidad ()3527,221,69,3

ndice Sinttico fecundidad4,53,52,751,2

Tasa de mortalidad ()2616,38,68,8

Esperanza de vida al nacer35507078

Mortalidad infantil ()185124447

Nios que llegan a 5 aos (%)63809599

Crecimiento natural0,61,11,30,4

Estructura por edad (%)0-1433,431,527,217,9

15-6461,462,264,567,4

> 645,26,28,314,7

Razn de dependencia0,630,610,550,48

ndice de envejecimiento15,619,730,582,1

Espaa1970198119912001

Edad media33343740

Edad mediana23,829,33032,8

Estructura por edad (%)0-1427,825,719,414,5

15-6462,563,166,868,4

> 649,711,213,817

> 801,51,933,9

Razn de dependencia0,600,580,500,46

ndice de envejecimiento34,843,771,3117,3

7. CONCLUSIONES

A lo largo del s. XX Espaa ha llevado a cabo su transicin demogrfica, vinculada a los procesos de modernizacin social, econmica y cultural (urbanizacin, alfabetizacin, desagrarizacin, industrializacin, auge de los servicios, elevacin del nivel de vida, secularizacin), al final de la cual Espaa se presenta como un pas con una estructura y un comportamiento demogrfico equiparables a las sociedades avanzadas de su entorno. Sus datos demogrficos ms destacados son: cada de la natalidad, de la fecundidad y de la mortalidad, cada y retraso de la nupcialidad, retraso en el calendario de la maternidad, crecimiento de las uniones consensuales y de los hijos extramatrimoniales, crecimiento de la esperanza de vida, mayor longevidad y envejecimiento de la poblacin y de la muerte.

Sin embargo, si bien la mayor parte de los datos demogrficos son positivos, tambin existen datos sociales que representan costes, como la falta de puestos de trabajo y la inestabilidad en el empleo, la caresta y encarecimiento de la vivienda, la prdida de competitividad econmica, la dificultad para garantizar el pago de las pensiones, los crecientes gastos en sanidad y servicios asistenciales a los mayores y las dificultades de integracin de los trabajadores inmigrantes.

Por ltimo, sealar que la evolucin global de las causas de muerte en Espaa a lo largo del s. XX se ajusta razonablemente bien a lo establecido por el modelo de la transicin epidemiolgica, segn el cual la poblacin espaola se encuentra en la tercera fase de la transicin de la mortalidad, caracterizada por las enfermedades sociales, degenerativas, crnicas y tardas, en gran medida determinadas por factores ambientales (enfermedades de los aparatos circulatorio y respiratorio, tumores).

TEMA 3

MERCADO DE TRABAJO, OCUPACIN Y CLASES SOCIALESLuis Garrido y Juan J. Gonzlez

1. CONCEPTOS BSICOS

En primer lugar, es necesario saber que la importancia del estudio de la evolucin del mercado de trabajo y de la estructura ocupacional en Espaa durante las ltimas dcadas se debe a que ofrece criterios de estratificacin claros y fciles de operacionalizar empricamente, permitiendo con sus datos y conclusiones la construccin de un modelo de estructura de clase.

Las ocupaciones (estructura ocupacional) son paquetes estandarizados de trabajo, es decir, conjuntos de habilidades y cualificaciones definidos en el marco de una determinada divisin tcnica del trabajo y sometidos a un proceso creciente de mercantilizacin, al hilo del cual se configura el mercado de trabajo.

El mercado de trabajo refiere al cruce entre la oferta de servicios laborales (trabajadores) y la demanda de trabajo (empresarios). Sin embargo, el mercado de trabajo es sin duda algo ms que un mercado, pues no se mueve siguiendo estrictos criterios de competencia y de mrito, sino que junto a stos se promueven mecanismos que no son propios de un mercado como la segmentacin y la compartimentacin de la fuerza de trabajo en nichos laborales cerrados y estancos, a los que se accede por criterios de herencia o adscriptivos (sexo, edad, etnia).

El concepto de segmentacin del mercado laboral refiere a la situacin surgida tras los continuos procesos de reestructuracin productiva y de reorganizacin del trabajo, por la cual se ha generado una divisin del mercado de trabajo en dos mbitos notablemente compartimentados: un mercado primario, en el que se encuadran los trabajadores ms cualificados y mejor organizados, con altos salarios y buenas expectativas de promocin; y un mercado secundario, constituido por los trabajadores menos cualificados, los ms jvenes o las mujeres, con empleo inestable y bajos salarios.

Respecto a las clases sociales (estructura de clases), el mercado de trabajo nos ofrece una primera y oportuna aproximacin al distinguir entre quienes venden su fuerza de trabajo (proletariado) y quienes la compran (burguesa), quedando en una posicin intermedia nunca bien definida quienes se dedican a comprar capital acudiendo al mercado de crdito (empresarios).

La relacin entre estructura ocupacional y estructura de clases depende de la perspectiva terica que se adopte. En general, el marxismo ha privilegiado la estructura de clases basada en las relaciones de propiedad, dejando a la ocupacin en una posicin subordinada; la clase viene definida por la posicin en las relaciones sociales de produccin, mientras que la ocupacin lo es por las relaciones tcnicas de produccin. Por su parte, el funcionalismo ha privilegiado la estructura ocupacional basada en esquemas multidimensionales y escalas de estatus; la clase no se circunscribe slo a la esfera de produccin (marxistas), sino que hay que plantearla en trminos de la situacin de mercado (weberianos). Cabe sealar que el funcionalismo fue en gran medida una respuesta a la incapacidad del marxismo para adaptarse a las nuevas relaciones de propiedad y de produccin, as como para explicar la progresiva diferenciacin entre propiedad y control y la emergencia de las nuevas clases medias.

Como respuesta a todo ello, el socilogo ingls John Goldthorpe (1980) postula un modelo de clases basado en dos ideas: (a) una escala de deseabilidad social de las ocupaciones; en su opinin, slo podemos aspirar a conocer el ordenamiento que la gente hace de las ocupaciones segn su deseabilidad, sin que exista un criterio nico de interpretacin, sea econmico, poltico o de prestigio. Y (b), la distincin entre situacin de mercado, que refiere a los recursos productivos con que los individuos se acercan al mercado (cualificacin, medios de produccin); y situacin de trabajo, que refiere al grado de control de los individuos sobre su puesto de trabajo y su entorno laboral. Con ello, Goldthorpe construye un modelo de clase basado en la combinacin de categoras ocupacionales, basadas en los niveles de renta, las condiciones de empleo, el grado de seguridad y estabilidad, las posibilidades de mejora y la localizacin en los sistemas de autoridad, y sensibles a los fenmenos de movilidad social y de cierre social. Finalmente, el modelo de estructura de clases de Goldthorpe genera 11 posiciones de clase, pero es reducible a un modelo tricotmico: (a) clase de servicio, (b) clases intermedias y (c) clase obrera; por tanto, Goldthorpe deja fuera de la estructura a los que supuestamente reciben el servicio. En cualquier caso, Goldthorpe relativiza las relaciones de propiedad y enfatiza la estructura ocupacional, a la que considera la pared maestra de la jerarqua de clases de la sociedad moderna.

Un concepto clave en Goldthorpe es la idea de clase de servicio, que incluye las posiciones que implican el ejercicio de la autoridad y/o de la cualificacin [] y supone considerable autonoma y libertad respecto del control de otros. Dicha clase parece coincidir en gran medida con la clase de servicio del capitalismo moderno de Dahrendorf, definida como el grupo directivo que se pone al servicio de la propiedad del capital tras la separacin entre propiedad y control, aunque Goldthorpe incluye en ella a empresarios y a profesiones liberales.

Por su parte, ERIK O. WRIGHT (1980) postula un modelo de clases en funcin de la posesin de bienes de capital, bienes de organizacin o bienes de cualificacin, aunque stos ltimos resultan difcilmente operacionalizables si no es haciendo referencia a ciertas categoras ocupacionales. Dicho modelo genera una estructura de 12 posiciones de clase, que tambin se puede reducir a un modelo tricotmico: (a) propietarios de medios de produccin, (b) clase media y (c) clase trabajadora.

De estos dos modelos de clases se deben realizar tres consideraciones. (1) En primer lugar, mientras que Wright privilegia los medios de produccin, colocando en la cspide social a una clase propietaria y explotadora, Goldthorpe privilegia la posicin en la organizacin y en la jerarqua, colocando en la cspide a una clase de servicio que est al servicio de una clase que sita al margen de la estructura. (2) En segundo lugar, no se deben confundir las clases intermedias de Goldthorpe con la clase media de Wright, pues mientras que para Wright las clase media es la que realiza tareas de mediacin entre el trabajo y el capital (labores directivas o de supervisin, tareas que exigen cualificacin), para Goldthorpe el trmino clases intermedias slo delimita la zona de la estructura social con mayor permeabilidad y movilidad social; de hecho, la clase media de Wright equivale ms bien a las clases de servicio de Goldthorpe. (3) En tercer lugar, tampoco se debe confundir la clase obrera de Goldthorpe con la clase trabajadora de Wright, pues la clase obrera de Goldthorpe slo refiere estrictamente a los trabajadores manuales, mientras que la clase trabajadora de Wright comprende tanto a los trabajadores manuales como a los no manuales.

2. LA EVOLUCIN DEL MERCADO DE TRABAJO

En lneas generales, Espaa ha seguido el modelo tradicional de evolucin econmica: (1) industrializacin y desagrarizacin: la industria y los servicios crecen a expensas de la agricultura; (2) terciarizacin: la industria se estabiliza frente a la creciente expansin de los servicios; (3) desindustrializacin: los servicios siguen creciendo, no slo a costa de la agricultura, sino tambin de la industria, que empieza a perder peso econmico.

Sin embargo, Espaa evidencia caractersticas propias: (a) la industrializacin (1950-1975) se inici con retraso respecto a otros pases, arrancando de una peor situacin de partida; (b) la desindustrializacin se inici antes de alcanzar el umbral de maduracin industrial adecuado, debido a la crisis econmica de los 70, que en Espaa adquiri especial crudeza al coincidir con la transicin poltica, que prim los aspectos polticos a los econmicos; (c) la recuperacin 1985-1990 estuvo estimulada por la integracin europea, que contribuy a la reestructuracin tcnico-productiva y a la internacionalizacin econmico-financiera; (d) tras la recesin 1992-1993, el crecimiento desde 1995 parece haber entrado en la senda de la sostenibilidad. Y (e), destaca el problema de la escasez de empleo, que con carcter crnico ha padecido la economa espaola; como resultado de las prcticas franquistas de incentivar la exportacin de fuerza de trabajo, al finalizar la crisis de los 70, en 1985, en Espaa la tasa de paro superaba el 20 % y la tasa de actividad era apenas del 45 % (slo trabajaban 45 de cada 100 personas con edades entre 15-65 aos). A partir de entonces, se pueden diferenciar dos fases:

i. Fase de recuperacin 1985-1990. Vigorosa pero corta y con gran dependencia del desarrollo del sector pblico, tras la reforma laboral de 1984, que fue flexibilizadora, se caracteriz por: (i) un intenso proceso de desagrarizacin, (ii) el declive de la forma de produccin familiar, (iii) la expansin de los servicios, (iv) la descentralizacin de la Administracin (Estado de las Autonomas), (v) la universalizacin de la educacin y la sanidad (Estado del Bienestar), (vi) la creciente incorporacin de la mujer al mercado laboral, (vii) el crecimiento del autoempleo no agrario (vinculado a los procesos de externalizacin por las empresas). Sin embargo, la llegada a la edad laboral del baby boom de los 60, la incorporacin de la mujer al mercado laboral y los an cuantiosos excedentes de mano de obra en el sector agrario propiciaron que la tasa de paro no bajase del 15 % y que la temporalidad del empleo creciese del 23 al 33 % (1988-1992), lo que implica que casi todo el empleo producido fue eventual, incentivando un intenso proceso de segmentacin.

ii. Fase de expansin 1995-2005. Duradera y sostenida, e incentivada casi en exclusiva por el sector privado, tras la reforma laboral de 1997, que fue estabilizadora, se caracteriza por: (i) integracin laboral de las mujeres, (ii) explosin en la produccin de empleo (3,5 millones de empleos), y (iii) reduccin de la temporalidad, del 34 % al 29 % (1995-2005, 3 de cada 4 empleos creados fueron indefinidos).

3. LA EVOLUCIN DE LA ESTRUCTURA DE CLASE

La Encuesta de Poblacin Activa (EPA), elaborada trimestralmente por el INE desde 1964 emplea 18 Categoras Socioeconmicas (CSE), en funcin de la situacin profesional (relacin con los medios de produccin), la ocupacin y el sector de actividad. Sin embargo, y aunque existen diferentes posibilidades de agregacin, L. GARRIDO y J. GONZLEZ proponen una agregacin en 11 Categoras, cuyos paralelismos con las CSE de la EPA (INE) son los siguientes:

CSE (EPA-INE)AUTORES

AGRARIOSCSE 1 Empleadores agrariosAGRC 1Agricultores por cuenta propiaCSE 1-2-3

CSE 2Autnomos agrariosC 2Agricultores por cuenta ajenaCSE 5

CSE 3 Cooperativistas agrariosNO AGRARIOSC 3Empleadores CSE 7

CSE 4 Directivos empresas agrariasC 4Profesionales por cuenta propiaCSE 6

CSE 5 Trabajadores agrariosC 5Autnomos CSE 8-9

NO AGRARIOSCSE 6 Profesionales cuenta propiaC 6Directivos y supervisoresCSE 4-10-12

CSE 7 EmpleadoresC 7Profesionales por cuenta ajenaCSE 11-18

CSE 8 AutnomosC 8Trabajadores no manualesCSE 13

CSE 9 CooperativistasC 9Trabajadores manuales cualificadosCSE 15-16

CSE 10 Directivos y altos funcionariosC 10Trabajadores no cualificadosCSE 14-17

CSE 11 Profesionales y tcnicosC 11No clasificables

CSE 12 Profesionales AAPP

CSE 13 Administrativos y Comerciales

CSE 14 Resto personal de servicios

CSE 15 Capataces y encargados

CSE 16 Obreros cualificados

CSE 17 Peones

CSE 18 Profesionales de las FFAA

ESTRUCTURADECLASESAgrariosCuenta propia

Cuenta ajena

Industrialesy serviciosPropietariosEmpleadores

Autnomos

AsalariadosNuevas clases mediasCualificados

TrabajadoresManualesNo cualificados

No manuales

a) Evolucin del volumen de empleo. El volumen de empleo en Espaa ha ido oscilando segn las fases de evolucin econmica, con un balance positivo de creacin de 4,3 millones de empleos netos (1976-2005); sin embargo, es importante observar que los empleos que se han ido creando son distintos de los que se han ido destruyendo, reflejando un agudo trasvase de empleo rural a industrial o de servicios.

FASEAOEMPLEOAGRARIOSNO AGRARIOS NO AGR. /AGR.

CRISIS1975-1985197612.650.0002.320.00018,3 %10.330.000 81,7 %4,5 / 1

198510.950.0001.680.00015,3 %9.270.000 84,7 %5,5 / 1

EXPANSIN1985-1990

199113.058.0001.232.0009,4 %11.826.000 90,6 %9,6 / 1

CRISIS1991-1993

199412.208.0001.053.0008,6 %11.155.000 91,4 %10,6 / 1

EXPANSIN1995-2005

200416.950.000865.0005,1 %16.085.000 94,9 %18,6 / 1

b) Evolucin sectorial. Entre 1976-2006 destaca un proceso de desagrarizacin rpido e intenso, que reduce el empleo rural a una tercera parte (2.320.000 865.000), llevndolo del 18,3 % al 5,1 % del empleo total. Sin embargo, a partir de los aos 90, una vez expulsado la mayor parte de sus excedentes, destaca el comportamiento contracclico del proletariado rural, en el sentido de que, mientras que los empleados agrarios por cuenta propia han ido reducindose tanto en las fases de recesin como en las de expansin, los asalariados rurales descienden en las recesiones pero se estabilizan en las expansiones; sin duda, en ello ha jugado un gran papel la implantacin en1984 del Plan de Empleo Rural (PER).

c) Evolucin de la tasa de asalarizacin. Mientras que la tasa de asalarizacin (porcentaje de poblacin ocupada que es asalariada) en el empleo agrario sube del 32 % al 44 % (1976-2003), en el empleo no agrario se observa la tendencia a la estabilidad ajustndose al ciclo econmico, contrayndose con la primera crisis y estabilizndose en la segunda, para crecer ligeramente durante la etapa de expansin: 84,3 % (1977) 79,3 % (1987) 79,6 % (1994) 84,1 % (2003). Por tanto, los autnomos no agrarios demuestran una pauta de relativa estabilidad: 15,7 % (1977) 15,9 % (2003).

d) Evolucin de la cualificacin de la fuerza de trabajo. Sin lugar a dudas, los datos revelan un progresivo aumento de cualificacin en la fuerza de trabajo en Espaa, que se demuestra estructural y al margen de los ciclos econmicos. Ello se observa en el crecimiento porcentual de la clase de servicio (C4+C6+C7): 11,8 % (1976) 13,9 % (1985) 15,4 % (1990) 18,8 % (1995) 21,1 % (2000) 23,2 % (2004); y en la clase de trabajadores no manuales (C8): 12,9 % (1976) 17,6 % (2004). Pese a ello, las teoras de la proletarizacin y descualificacin de la fuerza de trabajo encuentran apoyo en el retroceso de la clase de trabajadores manuales cualificados (C9): 28,9 % (1977) 21,9 % (2004); y en el crecimiento de la clase de trabajadores no cualificados (C10): 13,5 % (1977) 20,3 % (2004). La explicacin a lo anterior hay que buscarla no tanto en la descualificacin de la fuerza de trabajo, como en el proceso de desindustrializacin que coincidi con la crisis 1977-1985, el cual gener la prdida de un milln de puestos de trabajo industriales cualificados (29,6 % 24,5 %). El hecho de que simultneamente se haya producido un crecimiento tanto de la mano de obra cualificada como de la no cualificada ha servido de argumento para que algunos analistas postulen una tendencia a la polarizacin de la estructura ocupacional espaola.

A nivel poltico, durante la etapa socialista (PSOE, 1982-1996) la creacin de empleo tuvo un fuerte componente del sector pblico, lo que coincide con el crecimiento del empleo no manual, mientras que durante la etapa popular (PP, 1996-2004) se produjo principalmente desde el sector privado y basada en mano de obra manual.

4. LA EVOLUCIN DE LA TEMPORALIDAD

El anlisis de la temporalidad de la relacin salarial debe servir para dilucidar dos aspectos: (i) en qu medida representa un factor de segmentacin laboral, es decir, de divisin entre los asalariados; y (ii) en qu medida influye en los procesos de integracin laboral, cada vez ms largos y costosos. Para ello, es necesario distinguir con absoluta claridad los dos componentes de la temporalidad ms relevantes:

a) Componente estructural, relacionado con la naturaleza de ciertas actividades, como la estacionalidad (agricultura, turismo) y el contrato por obra (construccin).

b) Componente estratgico, relacionado con ciertas prcticas de contratacin que suelen sustituir los criterios de mrito por adscriptivos (raza, etnia, edad, gnero).

El anlisis de la evolucin del empleo segn el tipo de contrato en Espaa durante las ltimas dcadas refleja dos etapas: (a) 1988-1995, periodo relacionado con la Reforma de 1984 y la crisis 1991-1993, en el que la temporalidad crece del 22,9 34,9 %; casi todo el empleo que se crea es temporal (+1.265.000) y se destruye empleo indefinido (635.000). Y (b) 1995-2004, periodo relacionado con la etapa expansiva 1995-2000 y la Reforma de 1997, en el que la temporalidad se redujo del 34,9 30,6 %; en esta etapa se crea mucho ms empleo indefinido (+3.300.000) que temporal (+1.000.000). Es de destacar que esta ltima fase coincidi con la llegada masiva a Espaa de trabajadores inmigrantes, que una vez descontados de los datos de contratacin reduce la temporalidad de los trabajadores espaoles al 29 %.

El anlisis de la evolucin longitudinal de la contratacin refiere a la evolucin de los contratos por cohortes a lo largo del tiempo. As, el anlisis de las cohortes ms mayores, nacidas 1950-1970, refleja una evolucin simtrica entre los contratos indefinidos y los temporales en cada cohorte; as, la cohorte nacida 1951-1955 refleja una evolucin de los contratos indefinidos de 40 37 43 % (1985-1995-2005) y en los temporales de 7 10 7 %. Que dicha pauta se repita en todas las cohortes a partir de los 35 aos de edad refleja que se trata de una temporalidad relativamente estable que no puede explicarse en relacin con la insercin laboral, sino por la doble influencia del ciclo econmico y las caractersticas estructurales del mercado de trabajo (estacionalidad, contratacin por obra). Sin embargo, el anlisis de las cohortes ms jvenes, nacidas a partir de 1970, concluye dos resultados: (i) todas las cohortes van aumentando la tasa de ocupacin indefinida respecto a la cohorte anterior, y (ii) la temporalidad sigue una pauta de edad, alcanzando su valor mximo entre los 25-29 aos en todas las cohortes. En este caso, la temporalidad refleja el proceso de insercin laboral de los jvenes, lo que no implica propiamente segmentacin del mercado laboral (salvo que a ese tramo de edad se lo considere una categora laboral y no un estado transitorio).

El anlisis de la evolucin de la contratacin femenina permite observar el xito espectacular de su integracin laboral durante los ltimos aos, pues cada cohorte de espaolas mejora los datos de la cohorte anterior, en dos sentidos: (i) aumentando la tasa de ocupacin indefinida, y (ii) adelantando la edad de consecucin de dicha tasa. As, la cohorte 1971-1975 ha alcanzado a la temprana edad de 30 aos una tasa de ocupacin indefinida del 40 %, un registro nunca alcanzado por ninguna cohorte anterior. Sin embargo, sorprende la tendencia contraria en el sector pblico, donde la temporalidad ha evolucionado invariablemente al alza para todas las cohortes femeninas espaolas, lo que se explica por el bloqueo de la funcin pblica durante la ltima dcada.

5. EL ESCENARIO POSTINDUSTRIAL

Hablar del nuevo orden postindustrial es bastante complejo, dado que cada pas ha contado con diferente situacin de partida y han existido diferentes modelos de transicin, propiciando diferentes escenarios postindustriales posibles. En general, se puede hablar de un patrn clsico agricultura industria servicios (GB, Francia, Alemania), aunque algunos pases no llegaron a madurar su proceso industrial antes de evolucionar hacia los servicios (Espaa); pero tambin de un patrn alternativo agricultura servicios, en general seguido por pases no europeos (EEUU, Japn).

Sea cual fuere el patrn seguido por cada pas, es conveniente tener presentes los siguientes aspectos bsicos de la transicin: (i) salvo en Alemania, el balance desagrarizacin industrializacin tuvo un saldo negativo (se destruy ms empleo agrario del que se cre en la industria); (ii) el balance desindustrializacin servicios tuvo un saldo positivo (el crecimiento de los servicios cre ms empleo del que se destruy en la industria); y (iii) existen discrepancias sobre el significado de la transicin, entre quienes ven en l una optimista promesa de una nueva sociedad futura, y quienes temen que el desmantelamiento del orden industrial, estructurado en torno al pacto social y el orden de clase, de lugar a una jungla de relaciones laborales y sociales.

Segn G. ESPING-ANDERSEN (1990), existen dos modelos de Estado de Bienestar:

a) Modelo liberal: la absoluta primaca del mercado otorga particular importancia a los servicios asistenciales de carcter privado, cuyos bajos salarios permiten que los mismos sean asequibles para los usuarios.

b) Modelo socialdemcrata: los servicios sociales son pblicos por definicin y estn subvencionados por el Estado, lo que permite que las mujeres y familias descarguen parte de sus funciones y responsabilidades sobre el sector pblico, posibilitando su mayor cualificacin como fuerza de trabajo.

El dilema entre ambos modelos adquiere una lgica de gnero, en la medida en que el socialdemcrata libera a las mujeres de obligaciones domsticas y las incentiva con una oferta de puestos de trabajo que permita su promocin profesional. De hecho, la presencia del Estado suele ser un indicador bastante fiable del cumplimiento de la igualdad de gnero en el acceso al mercado laboral, sea mediante la contratacin directa (funcionarios) o a travs de conciertos o subcontratas de servicios a instituciones privadas.

El anlisis de la evolucin de los sectores econmicos en Espaa permite realizar la siguiente diferenciacin:

i. Sectores en retroceso: actividades primarias-extractivas.

ii. Sectores estables respecto al ciclo econmico (crecen y se reducen en funcin del ciclo econmico): la industria-transformacin.

iii. Sectores en expansin respecto al ciclo econmico (crecen con fuerza durante la expansin y se reducen poco en las crisis): construccin, comercio, transporte-distribucin, hostelera y servicios a los hogares.

iv. Sectores en expansin con independencia del ciclo econmico: servicios a las empresas, servicios sociales, servicios personales y administracin pblica.

La conclusin de lo anterior es que la expansin del mercado de trabajo en Espaa depende principalmente de los sectores del punto iv, dado que el crecimiento de la economa est directamente vinculado al consumo personal (servicios personales), el consumo social (servicios sociales) y el consumo de las empresas (servicios a las empresas).

Sobre la proporcin del sector pblico por sectores, cabe la siguiente diferenciacin:

Sectores primario-extractivo y transportes-comunicaciones. Tras un aumento inicial en la participacin pblica (1975-1986), se observa una reduccin en dos fases: una progresiva en la etapa del PSOE (1987-1995) y otra ms sbita en la del PP (1996-2004). En este proceso, la participacin pblica en el sector primario se redujo a un tercio (3010 %) y en el de transportes-comunicaciones a la mitad (3015 %).

Sector de los servicios sociales. Los datos reflejan que la presencia pblica en los servicios sociales est profundamente arraigada en Espaa, siendo relativamente independiente de los ciclos polticos. Con ligeras oscilaciones, entre 1976-2004 la presencia del sector pblico se ha mantenido bastante estable tanto en educacin (5055 %) como en sanidad (6255 %).

Sector de las AAPP y servicios a las empresas. Los datos reflejan que las AAPP crecieron ms que los servicios a las empresas durante los aos 80 (implantacin del Estado de las Autonomas), pero desde 1990 han ido perdiendo peso de una manera paulatina y sostenida.

6. IMPLICACIONES SOCIOPOLTICAS DE LA TRANSFORMACIN ESTRUCTURAL

En el anlisis de la transformacin de la estructura de clases destaca el debate sobre las cualidades de las nuevas clases medias, en el que pugnan las ms diversas interpretaciones: desde quienes las consideran un nuevo proletariado altamente cualificado, hasta quienes las ven como un caballo de Troya al servicio del capital; desde quienes las consideran una nueva clase formada por profesionales y tcnicos en posesin de un capital cultural cada vez ms imprescindible en la sociedad del conocimiento (Gouldner, Bruce-Briggs), hasta quienes afirman que no es una clase, dada su heterogeneidad social y poltica (Bell, Inglehart); desde quienes explican su vinculacin a la izquierda poltica por su creciente expansin en el sector pblico, hasta quienes destacan su conservadurismo en funcin de la coyuntura poltica.

Por todo ello, en las nuevas clases medias los socilogos han prestado atencin no slo a la clsica distincin autnomo-asalariado, sino tambin al perfil profesional, al sector en que se desarrolla y al tipo de tarea que se desempea. As, J. Goldthorpe (1993) las ha conceptualizado a partir de su lgica de servicio respecto a los empleadores: un servicio altamente cualificado a cambio de un trato preferente, en un marco de confianza recproca. Por su parte, los neomarxistas las catalogan como una posicin contradictoria de clase (frente al clsico modelo bipolar marxista), dado que combinan elementos del capital y del trabajo; en ese sentido, E. O. Wright (1993) propuso el concepto de empleos estratgicos para denominar a las posiciones sociales caracterizadas por la responsabilidad y pleno control sobre el proceso de trabajo ( clase de servicio). Desde otra ptica, H. Kitschelt afirma que, al igual que la nueva poltica se caracteriza por trascender la tradicional distincin izquierda-derecha (igualdad-libertad, estado-mercado, socialismo-capitalismo), las nuevas clases medias son el producto de fenmenos generacionales trasversales, al haberse trascendido las tradicional distincin de clases y haberse producido tanto la divisin interna de las viejas y nuevas clases (vieja frente a nueva burguesa, viejas frente a nuevas clases trabajadoras), como nuevas coaliciones entre clases.

Segn DANIEL BELL (1980), las nuevas clases medias no son ms que un espejismo, resultante de las contradicciones culturales del capitalismo y en particular de la expansin del sistema educativo. En su opinin, las sociedades capitalistas estn sujetas a una doble dinmica, semejante a un eje de coordenadas, entre una dinmica poltica (izquierda derecha) en el horizontal y una dinmica cultural (tolerancia-permisividad-hedonismo puritanismo-ethos capitalista) en el vertical.

Por su parte, H. KITSCHELT acepta en las sociedades modernas una doble dinmica como la planteada por Bell, as como el mismo eje de dinmica poltica (izquierda derecha), pero postula un eje de dinmica cultural de un carcter distinto, basado en la contraposicin entre un ethos libertario (solidaridad, participacin, postmaterialismo) y un ethos autoritario (individualidad, puritanismo, materialismo). En su opinin, existe una relacin entre la experiencia del proceso del trabajo y las actitudes del individuo, que operan en el eje libertarismo-autoritarismo, de tal modo que el juicio crtico y el activismo son ms probables en aquellos mbitos laborales que requieran altas cualificaciones en el desempeo de tareas no rutinarias ( nuevas clases medias, clases de servicio). En base a ello, Kitschelt afirma que en la medida en que las economas de servicios promuevan este tipo de tareas, las tradicionales reivindicaciones distributivas irn dando paso a demandas de tipo postmaterialista o libertario.

7. CONCLUSIONES

La estratificacin actual en Espaa es producto de una industrializacin tarda de peculiaridad mediterrnea, caracterizada por: (i) retraso de la desagrarizacin, (ii) perpetuacin de las viejas clases medias (patrimoniales) y (iii) retraso en el auge de las nuevas clases medias (asalariadas). Pero, pese al retraso y a los indudables costes sociales no deseables, el balance en su conjunto resulta extraordinario y los cambios espectaculares, destacando los siguientes:

Crecimiento imparable de la clase de servicio. Crecimiento del proletariado de la construccin, la hostelera y los servicios. Crecimiento de la cualificacin de la mano de obra. Crecimiento de la temporalidad, tanto de la estructural (por la naturaleza de determinadas ocupaciones), asociada al carcter estacional de ciertas tareas y a factores institucionales (Plan de Empleo Rural, PER), como de la estratgica (por prcticas de contratacin en el proceso de integracin laboral), asociada principalmente a la edad. Crecimiento de la segmentacin en el mercado de trabajo, asociado principalmente al crecimiento de la temporalidad. Concluye la desagrarizacin: el sector agrario se reduce al mnimo, persistiendo un reducto de jornaleros y temporeros progresivamente ocupado por inmigrantes. La tasa de asalarizacin toca techo en el 84 %, dejando un importante margen del 16 % de propietarios de pequeos negocios. Crecimiento de la polarizacin: entre los espaoles cada vez ms cualificados que se van incorporando a la clase de servicios y los inmigrantes nada o escasamente cualificados que se van incorporando a los puestos ms proletarizados. Reciente aparicin de un nuevo escenario postindustrial muy diversificado, con fuerte crecimiento de los servicios (servicios a empresas y servicios sociales) y de los sectores de empleo con mayores niveles de cualificacin.

TEMA 4

ESTADO DE BIENESTAR Y DESIGUALDAD SOCIALJuan Jess Gonzlez

1. NATURALEZA Y TIPOLOGA DE LOS ESTADOS DE BIENESTAR

El Estado de bienestar (EB) es uno de los conceptos ms debatidos de los ltimos tiempos, pues en el debate se mezcla lo que se dice (su definicin, su origen, sus crisis), lo que se hace (cmo se construye con los medios disponibles) y lo que se dice que se hace (estrategias polticas); as, lo que para los socialdemcratas es un enriquecedor proceso de igualacin social, para los marxistas es un proceso de desestructuracin permanente del Estado a favor del expansionismo capitalista y para los liberales es un proceso de expansin del Estado providencia que pone en riesgo la responsabilidad personal.

Siguiendo a G. ESPING-ANDERSEN (1993), en el estudio del EB es necesario tener claro que ste no es consustancial al desarrollo del capitalismo, ni es un estadio o fase necesaria en el desarrollo de los Estados modernos, sino que es la expresin de un acuerdo o pacto social entre diversos actores sociales y polticos en pro de la cohesin social necesaria para el buen funcionamiento de la economa y de la sociedad. Por ello, su frmula suele variar de un pas a otro, en funcin de factores econmicos, culturales y polticos, pudiendo distinguirse tres estrategias en la construccin del EB:

a) Estrategia minimalista o modelo liberal-asistencial. Propia de los partidos liberales, que priman la eficiencia econmica frente a la igualdad social; consiste en asignar al mercado el papel predominante en la gestin del bienestar y en la prestacin de servicios (educacin, sanidad, pensiones), relegando las polticas sociales a un papel subsidiario. Los pases que adoptan esta estrategia (EEUU) suelen contar con movimientos obreros dbiles y carecer de sistemas pblicos de carcter universal (educacin, sanidad), por lo que hablar de EB liberal es una contradiccin en sus trminos. Esta estrategia suele dar lugar a un modelo asistencial, en el que priman polticas de objetivos puntuales (polticas antipobreza) con el fin de prestar asistencia a los sectores de poblacin que se sitan por debajo del umbral de pobreza (definido como el 60 % de la mediana de la renta familiar disponible); por ello, este modelo tiende a fomentar procesos de dualidad social entre los ms privilegiados y los peor situados en el mercado laboral y a reproducir o incrementar las tasas de pobreza (EEUU: 1980 2000, 21,1 % 23,3 %). En el terreno poltico, el modelo asistencial suele ir asociado a mercados de trabajo poco regulados y con bajo nivel de proteccin, que suelen dar lugar a segregacin ocupacional (jvenes, mujeres, minoras tnicas) y a la divisin interna de las clases trabajadoras; el resultado suele ser la desafeccin poltica y la baja participacin electoral.

b) Estrategia maximalista o modelo socialdemcrata. Propia de los partidos socialdemcratas, que consideran la igualdad social como una condicin necesaria para el buen funcionamiento de la economa y la cohesin social, consiste en asignar al Estado el papel predominante en la gestin del bienestar y en la prestacin de servicios (educacin, sanidad, pensiones). Los pases que adoptan esta estrategia (Suecia, Noruega, Finlandia) priman las polticas de pleno empleo, facilitando y estimulando la incorporacin de la mujer al mercado laboral; con ello se aumenta la capacidad recaudatoria del Estado, lo que permite sustituir los criterios contributivos por un criterio universalista de los derechos de ciudadana que desvincula los derechos sociales de la participacin laboral. Gracias a ello, este modelo tiende a reducir las desigualdades sociales y a reducir la tasa de pobreza (Pases escandinavos: 1980 2000, 11 % 10,8 %). Sin embargo, es necesario aclarar que de los dos mecanismos disponibles para reducir la desigualdad, la redistribucin y la movilidad social, los pases escandinavos optaron por potenciar la movilidad social a travs del fomento de la igualdad de oportunidades como medio para reducir las diferencias salariales; por tanto, y al contrario de lo que ambicionan los igualitaristas, los pases escandinavos no han tratado de suprimir las desigualdades (= redistribucin), sino de legitimarlas (= igualdad de oportunidades). En el terreno poltico, este modelo suele iniciarse con una coalicin de intereses entre los trabajadores y las clases medias; sin embargo, las polticas de pleno empleo acaban haciendo del sector pblico el nicho laboral preferido de las mujeres, lo que hace que en pocas de crisis las pretensiones de reducirlo den lugar a un conflicto entre el sector privado masculinizado y un sector pblico feminizado que intenta preservar el EB.

c) Estrategia corporativa o modelo corporativo. Se trata de una estrategia intermedia entre la minimalista y la maximalista, siendo la ms difundida en Europa. Se caracteriza por disponer de sistemas pblicos universales (educacin, sanidad), pero siguiendo el criterio contributivo, lo que hace depender los derechos sociales de la participacin laboral. Este modelo ha sido el defendido por la Iglesia, buscando asegurar la estabilidad familiar a travs de limitar la incorporacin de la mujer al mercado laboral y reforzar el papel del varn como cabeza y sostn de familia en tanto principal beneficiario de los derechos sociales. Por tanto, este modelo se caracteriza por subordinar las prestaciones sociales a la participacin laboral y por considerar los distintos grupos o clases sociales en virtud de su posicin en el mercado de trabajo y de su capacidad contributiva, por lo cual tiende a reproducir las desigualdades de clase y de gnero. En el terreno poltico, este modelo suele ir asociado a mercados de trabajo altamente regulados y protegidos, pero con poca capacidad de crear empleo, lo que suele generar una separacin entre los trabajadores estables y los precarios. Este modelo posee dos variantes: (i) una variante continental (Alemania), con un EB generoso y tasas de pobreza similares a los pases escandinavos (1980 2000, 10,4 12,6 %, leve incremento debido a la reunificacin); y (ii) una variante mediterrnea (Espaa, Italia), donde el EB no es tan generoso y el riesgo de pobreza se mantiene estable (19,2 19 % y 16,9 19,2 %).

El autor, JUAN J. GONZLEZ (2005), propone una representacin grfica de los EB basada en representarlos como un rombo ms o menos alargado segn el nivel de desigualdad social y con lneas horizontales (lgica de mnimos) o verticales (lgica de mximos) para sealar los sectores sociales que se asisten. As, el modelo asistencial se representa como un rombo alargado (pocas clases medias) y con lneas de asistencia slo en el sector social por debajo del umbral de pobreza; el corporativo se caracteriza por mantener sectores sociales sin proteccin social (zona inferior) y reproducir las desigualdades del mercado (tramas verticales); y el socialdemcrata (o de mxima inclusin) se caracteriza por intentar asistir a todos los sectores sociales, tanto a los necesitados (clases bajas, con lgica de mnimos) como a los no necesitados (clases medias, con lgica de mximos, es decir, buscando incentivar su inclusin en los servicios a travs de la calidad de los mismos). Estas representaciones se pueden comparar con el que sera el modelo bsico, con todos los sectores sociales asistidos e incluidos en los servicios pblicos.

2. EL CASO ESPAOL

Aunque algunos autores consideran a los pases mediterrneos como un pariente pobre del modelo corporativo (Esping-Andersen), otros los consideran una variante del mismo denominado modelo mediterrneo, caracterizado por: (i) la dualidad entre los trabajadores integrados y los perifricos, entre la generosidad de los beneficios contributivos y la escasez de las prestaciones sociales; (ii) un sistema redistributivo sesgado a favor de los viejos y en perjuicio de los jvenes; y (iii) tendencia a dejar en manos de las familias capacidades y decisiones que en otros casos han sido transferidos a otras instituciones, sean del Estado o del mercado.

El modelo mediterrneo descansa en el contexto de cultura patriarcal y familista propia de la cultura mediterrnea, muy influida por la tradicin catlica, cuya estrategia familiar prima el papel del varn y subordina a las mujeres y a los jvenes. Sin embargo, ante la disolucin de las estructuras patriarcales no existe una alternativa de familia clara y las dificultades a la formacin de las familias se multiplican, e incluso la tradicional correlacin negativa entre trabajo femenino y fecundidad se ha invertido all donde se ha invertido en una red pblica de servicios de guarderas adecuada y de atencin a personas mayores (modelo socialdemcrata de EB).

En la construccin del EB en Espaa se pueden diferenciar cinco etapas:

a) Franquismo (1959-1975). Hasta 1959 la principal concesin del rgimen a los trabajadores fue la estabilidad en el empleo. A partir del Plan de Estabilizacin (1959), el proceso de industrializacin conllev un relativo aumento de los gastos sociales (pensiones, sanidad) debido a las crecientes demandas de los trabajadores, que a partir de la Ley de Bases de la Seguridad Social (1963) se duplicaron durante la ltima dcada franquista (6 % 12 % PIB); sin embargo, an no se poda hablar de un EB, pues careca de sus dos caractersticas bsicas: una filosofa de pacto social y una arquitectura integradora de los distintos sectores sociales, dado el carcter incompleto y fragmentado del Sistema de la Seguridad Social (1 rgimen general y 50 regmenes especiales).

b) Transicin democrtica (1975-1982). En 1975 los economistas ms influyentes afirmaron la necesidad de una poltica econmica rigurosa y de un gran pacto social por el cual el gobierno ofreciera a los sindicatos un conjunto de reformas estructurales (reconocimiento de su capacidad de representacin y mejora en las prestaciones sociales) a cambio de moderacin en las reclamaciones salariales. Fruto de ello fueron los Pactos de la Moncloa (1977), que dieron lugar a una poltica de rentas capaz de generar efectos redistributivos y de controlar la inflacin; la reforma de la Seguridad Social supuso la progresiva integracin de los regmenes especiales en el Rgimen General; la reforma fiscal supuso la imposicin sobre la renta personal (IRPF), que pas de representar el 18 % de los ingresos estatales en 1979 al 30 % en 1980; y el gasto social creci del 12,5 % del PIB (1976) al 19,6 % (1981), aunque esto tambin se interpreta como un modo de ampliar la base social del consenso democrtico en aquellos momentos tan delicados.

c) Primera etapa socialista (1982-1989). En general, los aos 80 supusieron un periodo de consolidacin de las polticas de bienestar y de estabilizacin del gasto social. Tras las crisis econmicas de los 70, que pusieron en cuestin la viabilidad del sistema, la Ley de pensiones (1985) vino a reforzar el carcter contributivo y proporcional del sistema entre cotizaciones y prestaciones. El boom econmico de la segunda mitad de los 80 pareca capaz de aliviar las demandas sociales, pero ocurri lo contrario: sirvi para estimularlas en torno a la denominada deuda social; as, el resurgimiento sindical de las demandas redistributivas en materia de desempleo, pensiones y cobertura sanitaria (huelga general, diciembre 1988), oblig al gobierno a incrementar el gasto social, que pas del 20,8 % del PIB (1989) al 26 % (1993).

d) Segunda etapa socialista (1989-1996). Con el incremento del gasto social (20,8 % 26 % PIB) se termina de universalizar el EB en Espaa (atencin sanitaria, pensiones no contributivas). Sin embargo, la crisis econmica de 1992-1993 supuso un aumento sbito de 1 milln de parados y puso en evidencia los lmites de las polticas sociales; aquello supuso recortes en la poltica de desempleo, aunque otros sectores del EB se mantuvieron a salvaguarda de la coyuntura econmica (pensiones).

e) Etapa del PP (1996-2004). Tras el periodo socialista, en que el gasto social se acerc al promedio europeo (55 63 %, 1980 1990), la llegada al poder del PP supuso un periodo de estabilizacin del gasto social y su alejamiento de Europa (63 60 %, 1990 2000), aunque se recuper el dilogo social, que tan difcil haba resultado durante la etapa socialista.

3. LOS TRES PILARES DEL ESTADO DE BIENESTAR: PENSIONES, EDUCACIN Y SANIDAD

A) EL SISTEMA DE PENSIONES

El sistema de pensiones se ha convertido en la piedra angular del EB en Espaa, lo que lo ha situado relativamente al margen de las coyunturas econmicas y polticas. Se caracteriza por: (i) es un sistema de reparto, basado en la transferencia entre los trabajadores en activo y los jubilados; (ii) supone un pacto intergeneracional, ms o menos implcito, por el cual los trabajadores de hoy costean las pensiones de los jubilados con la expectativa de que los del futuro hagan lo mismo con ellos; (iii) es un sistema general, al integrar a la mayora de los sectores sociales; (iv) es un sistema maduro, pues todos esos sectores tienen derechos adquiridos desde hace tiempo; y (v) es un sistema generoso, en tanto ha sido diseado para cabezas de familia.

El sistema de pensiones en Espaa sufri una crisis de viabilidad durante la crisis econmica de 1992-1993, cuando la relacin entre cotizantes y beneficiarios rebas el umbral de dos por uno, por debajo del cual el sistema se considera insostenible. Ello llev a un pacto de Estado conocido como Pacto de Toledo (1995), con el objetivo de evitar tanto la alarma social, como la demagogia electoralista durante la contienda poltica; entre sus objetivos destacan: retrasar la edad de jubilacin, aumentar el tiempo de cotizacin, aumentar la proporcionalidad entre cotizaciones y percepciones y modificar los niveles de cotizacin entre los trabajadores y las empresas. Posteriormente, algunos factores positivos han dulcificado el debate sobre las pensiones, como el espectacular aumento de la filiacin a la Seguridad Social (inmigrantes, mujeres), la dotacin de un fondo de reserva y la separacin de las fuentes de financiacin entre las pensiones contributivas (Seguridad Social) y las no contributivas (impuestos). Todo ello demuestra que el problema de las pensiones no es econmico o demogrfico, sino poltico, por lo que est en manos de los votantes y somete a los partidos polticos a la disyuntiva de acometer con responsabilidad las reformas necesarias o dejarse llevar por la demagogia de la puja electoral.

B) EL SISTEMA EDUCATIVO

El sistema educativo est llamado a cumplir dos funciones aparentemente contradictorias: (a) funcin igualadora, igualando a los individuos ante el Estado (igualdad de derechos y de ciudadana); y (b) funcin estratificadora, desigualando a los individuos ante el mercado (dotarles de capacidad de mercado: habilidades, cualificaciones). Por tanto, el sistema educativo no trata tanto de eliminar las desigualdades como de asegurar que estn legitimadas por criterios de mrito y no basadas en criterios de herencia.

La evolucin del sistema de estratificacin espaol refleja el trnsito desde un modelo dominado por las clases medias tradicionales (pequeo negocio, derechos de propiedad, criterios de herencia) al de nuvas clases medias (profesionales y tcnicos, criterios de cualificacin); dicho trnsito, crucial en el proceso de modernizacin, es inseparable de la expansin del sistema educativo durante las ltimas dcadas del s. XX. Sin embargo, recordemos que la movilidad total es la suma entre la movilidad estructural (forzada por transformaciones estructurales, al margen de la capacidad de los individuos, que se limitan a acomodarse a ellas) y la movilidad neta o fluidez social (causada por el esfuerzo o el mrito de los individuos), y que, contrariamente al ideal meritocrtico, en general la movilidad estructural es mucho mayor que la neta, motivo por el cual la mayor movilidad se suele dar en pocas de cambio estructural. Por tanto, no es extrao que en Espaa persista un elevado cierre social (mecanismos de que se sirven los grupos sociales para limitar el acceso de otros grupos a ciertos recursos), dado que la movilidad social de corte meritocrtico slo se materializa cuando confluyen el sistema educativo y el cambio estructural en una constelacin de nuevas oportunidades laborales; es decir, cuando la creacin de nuevos puestos en la parte medio-alta de la estructura ocupacional ofrece posibilidades de promocin a los que arrancan desde abajo.

En cuanto a la relacin entre estudios y ocupacin, Espaa est en la media de los pases europeos, aunque figura entre los pases con movilidades educativa y profesional relativamente bajas. En ese sentido, J. ECHEVARRA (1999) sugiere la necesidad de distinguir entre la adquisicin de recursos educativos, que depende de la accesibilidad al sistema educativo y es sensible a la poltica educativa, y la activacin de dichos recursos en el mercado de trabajo, que depende de otros factores como las redes sociales, el clasismo o el carisma y la vala personal. Desde ese prisma, desarrolla la siguiente periodificacin espaola: (i) primer franquismo, con un sistema educativo subdesarrollado y autarqua econmica; (ii) desarrollismo franquista, en el que la expansin econmica impuls el sistema educativo y el mercado de trabajo absorbi toda la fuerza de trabajo formada en l; y (iii) periodo postindustrial (o postcrisis), en el que el sistema educativo se difunde al margen de las necesidades del mercado de trabajo, generando una inflacin de ttulos que dificulta su activacin y agudiza la competencia credencialista. Puesto que el credencialismo no ha aumentado la movilidad, se plantea la duda de si estamos ante una nueva forma de cierre social.

Las reformas educativas en Espaa, LGE (1970), LOGSE (1990), LOCE (2002) y LOE (2006), se caracterizan por su carcter comprensivo al impulsar la extensin de la escolaridad y la integracin de los sectores sociales ms rezagados. Se ha sealado que cualquier reforma que dificulta la obtencin de un ttulo o el ingreso en un nivel aumenta el clasismo, en tanto la nueva dificultad siempre es relativamente mayor para las clases con menos recursos; sin embargo, dichas reformas se han caracterizado ms por su retrica que por su dotacin presupuestaria, por lo que su estudio apenas arroja resultados vlidos para el anlisis de su vinculacin a la movilidad social en Espaa.

C) EL SISTEMA SANITARIO

El sistema sanitario en Espaa se origina durante el rgimen franquista (1939-1975) con el sistema de Seguridad Social, que, al considerar la asistencia sanitaria como algo subsidiario, nunca se propuso dotarla de una cobertura universal, dado que su modelo corporativo (Bismarck) vinculaba la prestacin de los servicios al rgimen de cotizacin. Pese a ello, en 1975 la sanidad pblica consuma las tres cuartas partes del gasto sanitario, por lo que la UCD (1976-1982) intent paliar la situacin dando ms protagonismo a la provisin privada de servicios sanitarios; sin embargo, choc con la oposicin de izquierdas, que defenda un servicio de salud de corte britnico (Beberidge), y con la imposibilidad de recurrir al modelo neoliberal, que no se desarrollara hasta los aos 80 con la llegada al poder de R. Reagan (EEUU) y M. Thatcher (GB). Finalmente, la llegada al poder del PSOE (1982-1996) coincidi con el auge del paradigma neoliberal, lo que le hizo limitar sus pretensiones de mximos; con todo, la Ley General de Sanidad (1986) marc la transicin desde la antigua Seguridad Social de corte corporativo a un Sistema Nacional de Salud de corte britnico, caracterizado por la asistencia universal y la financiacin va impuestos, aunque conservando la segmentacin en funcin del rgimen de cotizacin.

La ambigedad que supone esta segmentacin de la sanidad, frente a las pretensiones de universalidad e igualdad en su acceso, es de especial importancia, dado que, por ejemplo, los funcionarios pblicos han quedado al margen del rgimen general, contando con el privilegio de elegir, con financiacin pblica, entre servicios pblicos o privados, lo que genera una retirada de las clases medias a favor de los servicios privados. Como afirma J. M. Freire (2001), si el SNS no presta sus servicios a los ciudadanos con ms nivel educativo y econmico se empobrece irremediablemente al perder el estmulo permanente de mejora que representan los ciudadanos ms informados y exigentes. Con ello se retroalimenta un mecanismo de deterioro de la calidad, cumpliendo el axioma que condena los servicios para pobres a ser pobres servicios.

4. LOS ESPAOLES Y EL ESTADO DE BIENESTAR

La actitud de los espaoles frente al EB refleja que ste no ha encontrado dificultades para su legitimacin en Espaa, gracias al arraigado igualitarismo y a la existencia de un sentimiento anticapitalista ms o menos difuso. Los datos confirman que la sociedad espaola es una de las ms igualitaristas, debido a la difusin de dos ideas: (i) que en Espaa hay demasiada desigualdad en la distribucin de recursos, y (ii) que el Estado tiene la obligacin de corregir dicha desigualdad mediante polticas adecuadas. Sin embargo, esta aceptacin del EB no est exenta de problemas, como: (i) la implantacin y funcionamiento de algunas polticas de bienestar (p. e., la proteccin al desempleo en pocas de crisis econmica), (ii) el aumento sostenido de la presin fiscal, (iii) la pauta de rendimientos decrecientes (cada vez resulta ms difcil satisfacer las demandas ciudadanas), y (iv) los efectos no deseados de las polticas de bienestar (cotizaciones sociales altas mejores pensiones impuesto sobre el empleo).

Los estudios sobre el tipo de igualdad sealan que los espaoles son ms partidarios de la igualdad de oportunidades que de la igualdad de resultados, es decir, que los espaoles prefieren el principio de justicia distributiva de la equidad (a cada uno segn su esfuerzo) frente al reparto igualitario (a todos por igual). Todos estos principios abstractos se materializan en la poltica fiscal, fundamentalmente en la presin fiscal y el balance entre impuestos y prestacin de servicios. Como sabemos, la imposicin directa y personal en Espaa se inicia con la reforma fiscal de UCD (1978) durante la transicin democrtica, pasando de representar el 1 % de los ingresos del Estado en 1978 al 30 % en 1980. Ser con el primer gobierno del PSOE cuando los espaoles empezarn a pagar impuestos con arreglo a estndares europeos, gracias a un nuevo incremento en la presin fiscal, cuyo diferencial con Europa se reducir a la mitad entre 1982-1992. Por tanto, la sensacin de carga fiscal fue creciendo progresivamente durante los aos 80 e incluso en los aos 90, ya con el gobierno del PP, aunque ste promovi unas rebajas fiscales que hicieron perder peso relativo a la imposicin directa en los ingresos del Estado.

En la actualidad, las encuestas fiscales del CIS (2003) reflejan que: (i) 2/3 de los espaoles creen que pagan muchos impuestos, (ii) 3/4 no creen que paguen ms los que ms tienen, y (iii) 4/5 creen que existe bastante o mucho fraude fiscal. Al margen del primer punto, bastante previsible, sorprenden los dos siguientes, aunque su persistencia se explica por la tradicin de una hacienda poco equitativa y nada transparente en Espaa. Antes de 1979 el predominio de la imposicin indirecta y la regresividad de los impuestos propiciaban una redistribucin a favor de los ricos; slo a partir de 1979 empieza a constatarse la progresividad del IRPF, aunque slo para los perceptores de rentas salariales, por lo que el fraude fiscal persisti, pese a los esfuerzos de la Ley General Tributaria (1985) para perseguirlo ( 5,5 % del PIB en 1994).

En cualquier caso, los indicadores recientes confirman que la opinin pblica espaola es sensible a la coyuntura poltica, y que hasta la fecha no ha dado sntomas generalizados de rebelda fiscal o de cuestionamiento de la legitimidad de los impuestos. Ello se observa en la estabilidad de los datos globales del CIS (1992-2000), donde los espaoles que piensan que los impuestos son un medio para distribuir la riqueza son el 11,2 %, los que piensan que son algo que el Estado obliga a pagar sin saber bien para qu son el 29,5 % (esta respuesta es la que reflejara el ndice de rebelda fiscal o rechazo) y los que piensan que son necesarios para que el Estado pueda prestar servicios son el 56 %. Que la opinin pblica es sensible a la coyuntura poltica se observa en que los porcentajes parciales oscilan entre los votantes del PSOE y PP en funcin de quien se encuentre en el gobierno.

CIS (%)LOS IMPUESTOS SONPSOEPPTOTALES

199220001992200019922000

1. Un medio para distribuir riqueza13,79,010,414,211,711,2

2. Algo que el Estado obliga a pagar sin saber bien para qu21,228,536,020,430,129,5

3. Son necesarios para que el Estado pueda prestar servicios59,359,649,662,052,156,0

No saben / No contestan5,82,94,03,46,13,3

Nota: Las sumas horizontales no dan 100 % porque no hemos incluido en el cuadro los que votaron a otros partidos o los que se abstuvieron.

Otra cuestin a analizar es el grado de satisfaccin de los espaoles sobre el funcionamiento de las obras y servicios pblicos. Los datos reflejan que, en general, los espaoles estn satisfechos con el funcionamiento de los servicios pblicos, salvo en el caso de la administracin, y especialmente con el de la administracin de justicia, que parece ser la principal fuente de insatisfaccin. Entre 2000-2005 se observa una evolucin positiva en el grado de satisfaccin en todos los mbitos pblicos, adoptando en todos los casos un balance positivo entre satisfechos (muy o bastante satisfecho) y los insatisfechos (poco o nada satisfecho), a excepcin de la Justicia, que es el nico que permanece con un balance negativo (13,4 %, ms insatisfechos que satisfechos).

Por ltimo, cabe analizar si el Estado dedica un volumen de recursos adecuado a los servicios pblicos. En general, los espaoles piensan que el Estado debera gastar ms en todas las cuestiones pblicas, excepto en Defensa, que es el nico mbito que en los datos de 2005 se mantiene en negativo, con una mayora que piensa que el gobierno debera gastar menos (15,4 %). Sin embargo, cabe sealar que la pauta reivindicativa vara segn el partido del gobierno; as, entre 1992-2000 las demandas parecan haberse reducido durante los gobiernos del PSOE (1992-1996) y del PP (1996-2000), pero han vuelto a incrementarse a partir de 2005 con el regreso al gobierno del PSOE, aunque los datos disponibles impiden afirmar si se debe al influjo del nuevo gabinete o por el relativo descuido de los servicios pblicos y el gasto social por el anterior.

5. CONCLUSIONES

El EB en Espaa se constituye en el marco del pacto social que hace posible la transicin democrtica (1975-1978), aunque ha seguido una secuencia muy condicionada por factores polticos y econmicos. En general, se lo puede clasificar como una variante mediterrnea del modelo corporativo, caracterizada por: (i) dualidad de tratamiento entre los trabajadores centrales y los perifricos, (ii) sesgo redistributivo a favor de los viejos y en contra de los jvenes, y (iii) carga excesiva sobre las familias, con efectos negativos sobre su fecundidad, formacin y acceso al trabajo.

Los pilares del EB espaol son los tres siguientes:

a) Las pensiones, que, tras superar las crisis de finales de los 70 (Ley de pensiones, 1985) y la de principios de los noventa (Pacto de Toledo, 1995) se encuentran en su mejor momento, con un incremento espectacular de las afiliaciones (inmigracin, mujeres) y la llegada a la edad de jubilacin de cohortes ms reducidas.

b) El sistema educativo, que ha jugado un papel bsico en la transformacin de una estructura social dominada por clases medias patrimoniales (pautas adscriptivas) a un sistema de clases medias funcionales (pautas adquisitivas); sin embargo, frente al ideal meritocrtico persiste un elevado cierre social bajo frmulas credencialistas.

c) El sistema sanitario, que destaca por su transformacin del modelo corporativo (Bismarck) al modelo universalista (Beberidge), aunque persisten problemas de segmentacin relacionados con la retirada de las clases medias que redundan en la calidad y legitimidad del sistema pblico.

En cuanto a la actitud de los espaoles ante el EB, cabe destacar la extendida y generalizada legitimidad que se otorga al mismo, pese a la persistencia de problemas como: la intensa presin fiscal, que parece haber llegado a su cota mxima; la generalizada impresin de que la carga fiscal est mal repartida (que los ricos no son los que ms pagan); y la arraigada idea de que existe un elevado fraude fiscal. Sin embargo, estos problemas no impiden que la mayora de espaoles considere los impuestos como una contraprestacin para conseguir servicios (56 %), frente al grupo sensiblemente menor que evidencia sntomas de rechazo social (29,5 %). Por ltimo, el nivel de satisfaccin de los espaoles con los servicios pblicos es general aceptable, aunque la mayora cree que el Estado debera gastar ms en casi todas las partidas del gasto social. Por ello, se ha acusado a los espaoles de cierto estatismo cnico, al solicitar ms gasto pero sin aceptar un incremento de los impuestos; sin embargo, dicha actitud podra reformularse en el sentido de que si hubiera menos fraude y la carga fiscal estuviera mejor repartida, entonces habra ms posibilidades de aumentar el gasto social en las partidas ms necesarias (vivienda, educacin y sanidad).

TEMA 5

BASES SOCIALES DE LA POLTICA ESPAOLAJuan Jess Gonzlez

1. PRESENTACIN

El objetivo de este captulo es el anlisis de la relacin entre el sistema de partidos y el perfil social de los electores. Tras la Transicin democrtica, el sistema de partidos espaol se configur en torno a dos ejes: la contraposicin izquierda-derecha y la contraposicin centro-periferia (nacionalismo espaol versus nacionalismos perifricos), existiendo en ambos casos tanto factores de estabilidad como factores de cambio. As mismo, han existido fluctuaciones en la base social de los partidos que ha