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    EJER I IO

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    Oportunidades de trabajo

    Las oportunidades que se ofrecen a un ingeniero

    cuando termina su período de enseñanza son de

    varios tipos

    :

    puede ingresar en una empresa como

    empleado de la misma, valiendo su título de inge-

    niero únicamente para obtener un determinado

    puesto en ella pero siempre con las mismas ven-

    tajas e inconvenientes que cualquier otro emplea-

    do. También puede dedicarse

    a la enseñanza en

    con ros estatales o privados, opositar en algún

    cuerpo del Estado, o, por último, podría intentar

    dedicarse a ejercer libremente su profesión, espe-

    cializándose

    en una

    rama de la Ingeniería. Hemos

    dicho intentar porque, hoy por hoy, la sociedad

    no permite realmente el ejercicio libre de la pro-

    fesión al ingeniero y menos aún si éste no tiene

    tina experiencia v una preparación previas.

    El ejercicio libre de la profesión de ingeniero

    residirá en la realización de proyectos

     

    direcciones

    de obras, asesoramientos..., etc., en una especia-

    lidad de Ingeniería. Hoy en día, se ha venido en

    llamar a esta función la de Ingeniero Consultor,

    Consulting o Consuitoría, pero la misma falta de

    un criterio unificado en la terminología, expresa

    la no existencia de esta función dentro de nuestra

    sociedad.

    En otras carreras (arquitecto, abogado, inédi-

    al terminar su período de enseñanza, los

    profesionales pueden acceder directamente al ejer-

    cicio libre de la profesión, de tal forma que resulta

    normal la cxis encia de una mayor proporción

    de titulados en esta situación, manteniendo todos

    ellos una vida digna gracias a la remuneración

    única y exclusiva de su trabajo personal. Para

    estos titulados, los derechos de su profesión no

    sólo están reconocidos a través de la legislación

    vigente, sino que también son solicitados por la

    propia sociedad.

    Desgraciadamente, el ingeniero parece que no

    puede ejercer este derecho. De hecho, existen muy

    pocos compañeros en esta situación y, por otro

    lado, la estructura sociolegal de nuestro país pa-

    rece no permitir al ingeniero trabajar libremente.

    Sin embargo, el nivel industrial, como indicó re-

    cientemente el Ministro de Industria, Sr. López de

    Por G. BARCELO

    RICO-AYELLO

    Ingeniero Industria Licenciado en Ciencias Físicas.

     . 1. al Servicio de la Hacienda Pública

    Letona, es suficiente como para permitir a nu-

    merosos profesionales el ejercicio libre de la pro-

    fesión

      Ante esta situación  

    podría deducirse que,

    al encontrarse el ingeniero

    ante problemas que

    requieren grandes inversiones  

    las cuales exigen

    fuertes capitales, los promotores de las mismas

    fácilmente pueden absorber sus funciones, anu-

    lando la posibilidad de una colaboración indivi-

    dual y transformando a este titulado en un mero

    funcionario sin independencia alguna.

    Pero

     

    realmente, aunque esto sea en parte cier-

    to, tic, representa toda la verdad

      pues bien es

    sabido que existen numerosas industrias de tamaño

    medio y pequeño, así como numerosas actividades

    que exigen la colaboración de titulados en Inge-

    niería sin permitir una plantilla de técnicos espe-

    cialistas.

    Imagen del Ingeniero

    Para nosotros, el problema reside en la imagen

    que la sociedad tiene del ingeniero. Acostumbra-

    dos a mines «numerus clausius» que restringían el

    número

    de ellos y habiendo accedido

    a esta situa-

    ción tras una selección realmente exhaustiva, los

    ingenieros en España, a través de los años, habían

    ido se eccionando sus propias situaciones profe-

    sionales y, habiendo nacido como titulados admi-

    nistrativos, esto es, con funciones técnicas clara-

    mente delimitadas dentro de la Administración, en

    el sector privado habían seleccionado sus propias

    funciones de tipo directivo y rector, pero muy po-

    cas veces precisamente de pura Ingeniería.

    En los últimos años, cuando ha sido necesaria

    una aportación masiva de conocimientos técnicos,

    en muchos casos se ha acudido a empresas de In-

    geniería extranjeras, ya que no existía en nuestro

    país una experiencia suficiente. La imagen que la

    sociedad tiene del ingeniero desgraciadamente no

    es halagüeña, va que para algunos hombres de la

    caile el ingeniero español únicamente tenía como

    ft:neión «aplicar las correspondientes peoras» a las

    técnicas importadas

    del extranjero.

    En los últimos años y en gran parte debido a la

    política del Gobierno, se ha preferido nacionalizar

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    gran parte de esta Ingeniería, poseyendo ya ofici-

    nas de proyectos netamente españolas. Pero real-

    mente no se ha conseguido mantener un verdadero

    mercado de este producto, basado en pequeñas

    oficinas de proyectos, o Ingenieros Consultores,

    que permitirían una gran estabilidad, simultánea-

    mente con una especialización técnica de nuestros

    profesionales. En algunos casos, los Ingenieros

    Consultores que han comenzado a independizarse,

    en poco tiempo han transformado sus propias ofi-

    cinas, sus propios despachos o estudios, en grandes

    oficinas de proyectos, sociedades anónimas seme-

    jantes a las comerciales o a las de producción en

    las que el ingeniero sigue siendo un empleado y

    en las que la técnica es una simple mercancía.

    Ingeniería

    de Instalaciones

    Deseamos reiterar nuestro criterio de que exis-

    ten numerosas especialidades y muchos campos en

    que tendría cabida el ingeniero individual, con

    despachos o estudios de una media de seis u ocho

    personas, como ocurre en Francia. Así nos encon-

    tramos con la ingeniería de instalaciones, subsector

    de la construcción totalmente desatendido desde

    un punto de vista legal para el ingeniero y en el

    que se encuentra este titulado como un cazador

    furtivo, vendiendo sus conocimientos sin un reco-

    nocimiento público. Por ejemplo, el proyecto o la

    dirección de obra de una instalación de climatiza-

    ción en un edificio, actualmente puede superar

    potencias de 500 y 1.000 CV, potencias que, indu-

    dablemente, son muy superiores a las de muchas

    industrias. Del mismo modo, la instalación eléctri-

    ca, no ya sólo de fuerza, sino también de ilumi-

    nación, de un edificio de oficinas o comercial ae-

    tual, requiere unas potencias que fácilmente jus-

    tifican un proyecto y una dirección de obra de un

    titulado especialista. Pero sea por la razón que

    sea, el hecho es que toda actuación del ingeniero

    en este campo es papel mojado y únicamente im-

    porta legalmente el proyecto del arquitecto.

    El desarrollo actual de nuestro país es induda-

    ble y paralelo a él va el progreso de nuestra tée-

    nica. Así como hace algunos años, no muchos, el

    hacer un edificio no requería más que la colabora-

    ción de unos artesanos, un simple fontanero, un

    electricista y otros maestros de distintos oficios,

    denominados no se sabe porqué asimilares», sin

    un diploma determinado y siempre bajo las órde-

    nes directas del arquitecto, en la :actualidad es muy

    diferente. Son muy numerosos los edificios que

    en Madrid, Barcelona y otras grandes capitales

    se construyen con potencias, repetimos, de 100,

    500 y 1.000 CV, en los que las instalaciones repre-

    sentan más de un

    10

    del proyecto total, repercu-

    tiendo en 1.000, 2.000, 3.000 ó 4.000 ptas. en el

    precio de venta del m de suelo cons,ruído. Los

    proyectos de instalación eléctrica de fuerza, alum-

    brado, tierra, intercomunicación, pararrayos, pro-

    tección contra incendios, conducción de teléfonos

    interiores, portería electrónica, calefacción, aire

    acondicionado, fontanería, agua caliente, vacío.

    descontaminación de gases, depuración de aguas,

    descalcificación, producción de electricidad, cte.,

    requieren proyectos verdaderamente profundos,

    técnicos y costosos que únicamente pueden ser

    realizados por verdaderos especialistas. La labor

    de uno o varios técnicos especialistas es totalmente

    necesaria y así debe ser considerada oficialmente.

    El arquitecto necesita la colaboración de otros

    profesionales especialistas y esta colaboración debe

    ser reconocida legalmente.

    Además, este problema no puede enfocarse exclu-

    sivamente desde un punto de vista individual : un

    edificio. Actualmente, el problema de la vivienda

    es un problema de masas y así se considera en los

    países desarrollados, en los que las grandes em-

    presas constructoras no se dedican ya a realizar

    tales o cual edificio, sino a planear, programar y

    edificar complejos urbanos, en los cuales pueden

    coexistir problemas de transporte, calefacción ur-

    bana, distribución de energía, eliminación de ba-

    suras, descontaminación.,., etc. Aquí, el problema

    no es exclusivamente técnico, sino también de tipo

    social, es totalmene necesario para realizar el

    proyecto del conjunto la colaboración de ingenie-

    ros especialistas que realicen los estudios de todos

    los servicios necesarios. Una sociedad desarrollada

    como la nuestra, no puede ya, a partir de deter-

    minadas potencias, o a partir de cierta enverga-

    dura, dar las instalaciones eléctricas, o de fonta-

    nería..., etc., al diseño o al libre albedrío de un

    maestro, de un ins atador, que, aunque pueda ser

    totalmente especialista en el montaje, sus conoci-

    mientos no le permiten enfocar el problema desde

    un punto de vista amplio, con el consiguiente ries-

    go de grandes pérdidas económicas para la em-

    presa, para la propiedad y, en definitiva, para la

    sociedad misma.

    Especialización de Funciones.

    Honorarios

    y responsabilidad legal

    Una sociedad industrial desarrollada necesita la

    especialización de las distintas funciones que in-

    tervienen en la construcción. No solamente una

    especialización técnica, sino también funcional, de

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    tal forma que existirán un fabricante, un almace-

    nista, un proyectista y un montador, todos ellos

    bien diferenciados y con problemas y técnicas real-

    mente definidos.

    La imagen que la sociedad tiene del ingeniero.

    debe, por tanto, modificarse porque, además, hoy

    en día ya no es cierta. En el caso concreto de la

    Ingeniería de instalaciones que acabamos de in-

    dicar, es necesario que legalmente se reconozca la

    colaboración de otros técnicos junto al arquitecto,

    director de orquesta de la construcción, pero que

    requiere la prestación de otros conocimientos téc-

    nicos que le pueden ser ofrecidos por asesores espe-

    cializados. Podría indicarseque este director fuese

    a su vez el contratista de los restantes profesionales,

    lo cual, en muchos casos, ya se hace. Independien-

    temente de que hoy por hoy el arquitecto que

    realiza estas contrataciones de servicios de otros

    profesionales posee un mérito difícil de avalar,

    ya que exclusivamente su amor propio o su pun-

    donor de técnico le obligan a ello, al no existir

    ninguna legislación que lo haga. También es cierto

    que las tarifas de los proyectos de arquitectura no

    se encuentran a la altura de la realidad de los he-

    chos, ni en consonancia con el volumen de la cons-

    trucción actual en la que fácilmente se realizan

    obras de 10 a 100 o a 1.000 millones de pesetas

    sin existir una diferenciación en cuanto al tanto

    por ciento de honorarios del proyecto o de la

    dirección técnica.

    No son suficientes estos aranceles, pero tampoco

    es á justificado que en un proyecto de edificación,

    muchos de los cálculos de instalaciones sean reali-

    zados por otros técnicos superiores sin que su labor

    no sólo no obtenga una retribución oficial, sino

    tampoco una justificación legal. Incluso fiscalmen-

    te, hasta el pasado año, no se admitía la posibi-

    lidad de colaboración de otros profesionales con

    los arquitectos, lo cual era absurdo y lesivo para

    sus intereses, además de mermar así el posible

    campo de actuación de los ingenieros. La estruc-

    tura de un edificio, la instalación de clima ización,

    las instalaciones, en suma, que hemos indicado,

    son proyectos que muchas veces son realizados por

    ingenieros sin que sean reconocidos sus derechos

    y sin ninguna responsabilidad directa ante la so-

    ciedad. En este sentido, el arquitecto debería tam-

    bién estar respaldado por la responsabilidad legal

    de otros titulados de igual nivel técnico que él,

    pero de la que hoy en día no puede disfrutar,

    compartiendo así los riesgos de toda obra. Por

    último, el cobro de honorarios de estos titulados

    no debería realizarse a través del arquitecto en

    las condiciones que éste estime oportunas, sino

    directamente de la propiedad y amparado por sus

    colegios profesionales.

    El problema nace del binomio que los servicios

    exigidos hoy día producen : grandes inversiones

    simultáneamente con complicados diseños técni-

    cos, debiendo enfocarse no sólo a nivel de proyecto

    sino también de dirección de obra. La inspección

    de cualquier edificio en cualquier complejo urbano

    debe ser realizada simultáneamente por el arqui-

    tecto, con su visión general y por el ingeniero o los

    ingenieros especialistas que hayan realizado el pro-

    yecto de su especialidad. Esto debe reconocerlo

    oficialmente el Estado y la comunidad, no permi-

    tiendo la ambigüedad que existe en la actualidad

    en

    este

    campo. Debe reconocerse oficialmente que

    todo proyecto y toda dirección de obra de instala-

    ciones de un edificio de un determinado volumen

    o de un conjunto de ellos, formando una barriada.

    debe ser realizado independientemente y contra-

    tado directamente por la propiedad a un ingeniero

    especializado. Indudablemente, el arquitecto, en

    su función de director, coordinador de la marcha

    del proyecto y de la obra, deberá disfrutar de unos

    honorarios que incluyan de una forma u otra el

    volumen total de la obra realizada, aunque el

    desarrollo del proyecto de la especialidad o la

    inspección de la misma sea competencia de otro

    técnico titulado, el cual habrá sido directamente

    contratado por la propiedad mediante unos hono-

    rarios totalmente independientes y no supeditados

    a los del arquitecto.

    Importación de Técnica

    Realmente, no estamos proponiendo nada nuevo,

    la colaboración de técnicos superiores en la edifi-

    cación en el extranjero es cosa usual y en nuestro

    país, además, permitiría, si cabe, una mayor dis-

    ciplina en el trabajo que acabaría con la chapuza

    y el «yavalismo»,5 enfermedades endémicas en

    nuestra construcción. Pero también es triste el ver

    cómo en nuestro país existen pocos Ingenieros

    Consultores y que muchos de ellos no son españo-

    les. Existe un relativo porcentaje de Consultores

    o Asesores en Ingeniería «importados». Este es otro

    problema que el ingeniero español debe abordar,

    conocer e intentar resolver, ya que estos ingenieros

    extranjeros ocupan nuestros puestos pero no saben

    reivindicar nuestros derechos con el suficiente co-

    nocimiento. La importación de una técnica extran-

    jera es en muchos casos necesaria, pero así como

    Contracción del consabido

    «ta vale».

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    podría parecer justificada la importación de una

    Ingeniería revolucionaria o de una técnica de in-

    novación, copio puede ser la atómica o la de orde-

    nadores, parece totalmente injustificada la impor-

    tación que estamos realizando de técnica de oficio

    de la construcción, que aunque posee ya una sufi-

    ciente especialización como para requerir los tra-

    bajos de un ingeniero, no la creemos en absoluto

    desconocida como para llegar a que este ingeniero

    tenga que ser extranjero. También aquí surge el

    problema tantas veces repetido de que todo espa-

    ñol que desee trabajar en el extranjero, necesita

    no sólo un permiso de trabajo

     

    sino también una

    serie de requisitos que muchas veces le hacen im-

    posible el plasmar su deseo. En nuestro país es

    totalmente distinto. Cualquier persona que desee

    trabajar parece que no observa ninguna cortapisa.;

    unas veces porque no existen leyes, otras porque

    las mismas no se aplican y las más por esa especie

    de atracción exótica «antiehauvinista» cine parece

    que nos posee por todo lo extranjero  

    En nuestro

    criterio, esta importación debe terminar, exigién-

    dose un proyecto de titulados españoles en todos

    los casos en que la colaboración de ten técnico sea

    necesaria.

    Obligación del proyecto de Ingeniería

    Es de admirar cómo los primeros pasos en este

    sentido han sido dados por órganos de régimen

    local, como son el Ayuntamiento de Madrid y el

    de Barcelona  

    de tal forma que es necesaria la

    firma de titulado técnir o en todos aquellos casos

    en que los servicios existentes requieren comple-

    jos montajes

     

    exigiendo un. proyecto de las insta-

    laciones

     

    simultáneamente e independientemente

    del proyecto arquitectónico. La legislación que en

    este sentido existe en la Administración Central

    no ha tenido ningún resultado positivo, ya que

    los proyectos exigidos han sido realizados por los

    técnicos de las

    propias

    firmas instaladoras sin real-

    mente existir una responsabilidad por parte de una

    personalidad jurídica independiente. Es necesario

    que la legislación prevea esta falsa interpretación

    evitando que en su aplicación se desvirtúe. El

    exigir el proyecto antes de la contratación de la

    obra

     

    esto es al solicitar la licencia de obra per.

    mite la colaboración de un técnico especializado,

    no vinculado a ninguna casa instaladora y, por

    tanto

     

    independiente en su criterio.

    Aspecto fiscal

     

    Iniciación a la confusión

    La situación fiscal del problema tampoco es

    excesivamente clara. En toda nuestra legislación

    se ha mantenido el principio de personalidad en

    lo que se refiere a la responsabilidad técnica. El

    arquitecto es plenamente responsable del proyec-

    to ejecutado, e, independientemente de que éste

    es otro campo del que podría matizarse amplia-

    mente la sociedad define una persona física como

    exclusivo responsable de las actuaciones ralizadas.

    Por el contrario, desde un punto de vista fiscal, se

    permitía hasta la fecha una amplia dualidad, ya

    que estaba permitida la ejecución de proyectos y la

    realización de direcciones de obras, o bien como

    sociedades jurídicas mediante el pago de la co-

    rrespondiente licencia fiscal del impuesto indus-

    trial, o como simple profesional en ejercicio y al

    corriente del pago de la también licencia fiscal

    del impuesto de rendimiento de trabajo personal.

    Pero ya aquí, el texto refundido de este impuesto

    permitía a las sociedades la inclusión dentro del

    mismo, pudiendo optar, por tanto. una persona-

    lidad jurídica

     

    como es una sociedad entre su in-

    clusión dentro del epígrafe de la licencia fiscal

    del impuesto industrial o de la del impuesto de

    rendimiento de trabajo personal. Indudablemente,

    esto es tina aberración de tipo lógico  

    ya que una

    sociedad no parece que deba tributar como una

    persona física. Por el contrario

     

    la Orden Minis-

    terial de 26 de diciembre de 1972, aparecida en

    el «B.O.E.» de 5 de enero de 1973, anula el epí-

    grafe 6151 de la licencia fiscal del impuesto in-

    dustrial en lo que se refiere a la actividad de pro-

    yectos, de tal forma que en la actualidad este epí-

    grafe tendrá exclusivamente como ámbito de apli-

    cación la ejecución de maquetas y modelos para

    la actividad de la construcción. En el mismo se in-

    dica que las actividades de ejecución de proyectos.

    cálculos, estudios geológicos y de sondeos, delinea-

    ción, medición, levantamiento de planos y fotogra-

    metría, así como laboratorios de ensayos de resis-

    tencias de materiales destinados exclusivamente

    para la construcción, siempre que los indicados

    servicios, se presten a terceros, tributarán como

    profesionales por el impuesto de utilidades sobre

    los rendimientos de trabajo personal.

    Posiblemente   el origen de esta orden sea el fa-

    cilitar la inspección fiscal de estas actividades, ya

    que es fácil para una persona física el evitar sus

    obligaciones tributarias constituyendo una sociedad

    que realice las mismas actividades que profesio•

    nalmente pueda él realizar. Pero realmente y man-

    teniendo el principio de personalidad que hemos

    citado, una persona jurídica nunca puede realizar

    estas actividades con responsabilidad plena y, por

    tanto, siempre será la persona física la que, de

    acuerdo con nuestra legislación actual

     

    tenga per-

    sonalidad suficiente para proyectar o dirigir obras.

    DYNA N

    .

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    Esta O. M. supone un precedente que debe ser

    detenidamente ponderado por nuestros órganos

    rectores profesionales, ya que podría permitir en

    el futuro la sustitución del titulado por la oficina

    de proyectos, no ya a nivel de ejecución, como

    ocurre hoy en día y como ya hemos denunciado,

    Bino también anulándole en cuanto a sus derechos

    (le firma reconocidos hoy en día por la .legislación

    a través de los colegios profesionales, de tal forma

    que la única oportunidad que pueda tener un in-

    geniero para ejercer libremente su profesión, des-

    aparecería ante esta situación.

    Ingeniero

    : Calidad y

    fiabilidad

    Abogamos por un ingeniero que pueda realizar

    el ejercicio libre de su profesión en una ampli-

    tud (le aspectos como son los de proyecto, direc-

    ción. de obra, asesoramiento de propiedades, in-

    cluso de counuunidades, chequeos de edificios ya

    construidos, arbi raje en litigios, e incluso luna

    función asesora con respecto a oficinas de seguros

    las cuales podrían variar sus cuotas en función

    de que las instalaciones hubieran sido realizadas

    de acuerdo con rrn proyecto de un ingeniero y

    bajo su propia supervisión. Los riesgos que pue-

    den resultar de instalaciones de electricidad, vapor.

    aire acondicionado..., etc., mal realizadas, insufi-

    e.ientes... etc., podrían ser evitados gracias a la

    fiabilidad que emana de un especialista, no sólo

    a la hora de la construcción, a solicitud del pro-

    motor, inc también en favor del comprador o de

     erceros. La calidad, preocupación actual de nues-

    tro Ministro de la Vivienda, sólo podrá conseguirse

    en la construcción con la colaboración y ayuda del

    ingeniero.

    Es necesaria una legislación, avalada por una

    nueva imagen que la sociedad debe adquirir del,

    ingeniero. (le tal forma que todo constructor o

    propietario reconozca en su fuero interno la nece-

    . idad de que los proyectos de su especialidad sean

    realizados siempre por ingenieros, de la misiva

    forma que para otras profesiones, como abogados

    o médicos, la sociedad reconoce la autoridad de

    éstos. El médico es la única persona que legalmente

    está reconocida para ejercer la profesión de curar

    y no sólo eso, sino que la sociedad en general y

    salvo contadas excepciones, no se pone en mano

    de cualquier persona cuando tiene una dolencia,

    por muchos conocimientos o méritos que afirme

    tener aquélla.

    En el momento actual en que los nuevos planes

    de estudios y la nueva conciencia del país ha crea-

    do una «producción» de ingenieros, a nuestro pa-

    recer excesiva, lo que ha supuesto naturalmente

    una «inflación» de nuestra profesión, es necesario

    de que nosotros mismos creemos nuevas funciones

    para el ingeniero

     

    como es ésta de la Ingeniería

    de instalaciones o Ingeniería de la edificación y

    que intentemos defender legal y racionalmente

    nuestros derechos de la misma forma que los valen

    otras profesiones.

    E L U T O R

      omo dire tor de

    Don Gabriel Barceló

    Rico-

    Avelló

      Ingeniero Industrial

    y Licenciado en Ciencias Fí-

    sicas ha trabajado en el

    campo de la climatización

    primero

    una firma importadora  pos-

    teriormente instalador y por

    último

    como ingeniero con-

    sultor.

    Realizó

    cursos de especialización en París, Lon-

    dres y Milán.

    Es

    autor del libro «Climatización I» que mereció

    el premio al mejor libro técnico

    de 1969,

    instituido

    por la Asociación de Ingenieros Industriales de

    Bilbao y ganador ex-asequo del I Premio de Inves-

    tigación sobre

    Cale facció

    n «Soltherntic

     

    1970).

    Como especialista en climatización

     

    es míe rubro

    de la Comisión Nacional para la Defensa del Arte

    Rupestre

     Ministerio

    de Educación y Ciencia).

    Pertenece al cuerpo especial de Ingenieros

    dustriales al servicio de la Hacienda Pública.

     n

    DYNA N. 4 - ABRIL

      974 75