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Tensión utópica e imaginario subversivo en Hispanoamérica Nunca se ha hablado tanto de la utopía en Hispanoamérica como en el curso de los últimos años. Sin embargo, para las críticos del llamado ‘<género utópico» sigue siendo evidente que la lengua española es una de las más pobres en la producción de utopías propiamente dichas. Mientras es posible inventariar cientos de obras publicadas en francés, inglés, italiano, alemán y otras lenguas europeas, la lista de utopías españolas o hispanoa- mericanas es muy reducida, limitándose muchas veces a no ser otra cosa que pobres adaptaciones de otros idiomas. Detrás de la aparente contradic- ción entre la importancia de lo utópico en hispanoamérica y el escaso número de utopías existentes se sospecha, por lo pronto, una cierta confusión semántica. En efecto, la palabra utopia aparece en disciplinas tan diversas como la filosofía, la sociología, la historia, la ciencia política, la literatura y todo lo que se estudia hoy en día bajo el sesgo de ‘<la intención’>, «la función» o «el modelo» utópico. En la medida en que el concepto de utopía se ha enriquecido, se ha dispersado su significado hasta perderse en connotacio- nes peyorativas. La actual imprecisión terminológica está lejos de la acepción original del titulo de la obra de Tomás Moro, Utopía (1516), «lugar que no existe’> 1. Pero este no es un privilegio de la palabra utopía. En realidad, todas las palabras que hacen fortuna a partir del título de una obra o del nombre de un autor necesitan, tarde o temprano, de una delimitación semántica. Basta pensar, en el campo de la literatura, en el Tomás Moro inventa la palabra utopía a partir de su correspondencia con Erasmo sobre la «nusquaína terra» («nuestro país de ninguna parte») dándole el nombre griego de «u-topos» («no lugar», textualmente). Sin embargo, una polémica lingúística sobre el término creyó descubrir en ci origen un error de transcripción. Moro habría escrito «eu-topos», es decir, «lugar feliz» y no utopos. Anales de literatura hispanoamericana, f,ñm. Ji Ed. Univ. Complutense, Madrid, 1984.

AÍNSA(1984)-Tensión Utópica e Imaginario Subversivo en Hispanoamérica

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  • Tensin utpica e imaginariosubversivo en Hispanoamrica

    Nunca se ha hablado tanto de la utopa en Hispanoamrica como en elcurso de los ltimos aos. Sin embargo, para las crticos del llamado1. Pero este no es un privilegio de la palabra utopa. Enrealidad, todas las palabras que hacen fortuna a partir del ttulo de unaobra o del nombre de un autor necesitan, tarde o temprano, de unadelimitacin semntica. Basta pensar, en el campo de la literatura, en el

    Toms Moro inventa la palabra utopa a partir de su correspondencia con Erasmo sobrela nusquana terra(nuestropas de ningunaparte) dndole el nombre griegode u-topos(no lugar, textualmente). Sin embargo, una polmica lingstica sobre el trmino creydescubrir en ci origen un error de transcripcin. Moro habra escrito eu-topos, es decir,lugar feliz y no utopos.

    Anales de literatura hispanoamericana, f,m. Ji Ed. Univ. Complutense, Madrid, 1984.

  • 14 Fernando Ansa

    destino exitoso de palabras como odisea, filpica, quijotesco, dantesco,faustico, rabelesiano, kafkiano, borgiano y tantas otras derivadas de obrashomnimas o del apellido de un escritor.

    DE LA UTOPIA AL UTOPISMO

    Apenas publicada en 1516, Utopa dej de ser el titulo de una obra paraconvertirse en un gnero literario. Pero como sucede con os trminostragedia u novela, es el adjetivo derivado, trgico o novelesco, el que ladado el amplio sigificado que la palabra tiene actualmente. La palabra que estuvo en boga durante esos aosdesapareci en ci curso del siglo xviii. Utopista adquiri cartas creden-ciales en 17292. En idioma alemn, la palabra utopa deriv an hacia dosvocablos divergentes: utopisch>, la utopia en sentido objetivo, y utopis-tich>, la utopa en sentido peyorativo, sinnimo de bsqueda de loimposible.

    Gracias al adjetivo A, sealando lo imaginario subversivoen obras tan diversas como las utopias propiamente dichas, ensayosfilosficos, plataformas polticas, declaraciones, artculos periodsticos,panfletos y discursos. Se puede afirmar as que un escritor puede ser

  • Tensin utpica e imaginario subversivo en Hispanoamrica 15

    orden existente y el impulso de buscar una sociedad mejor es inherente alhombre, especialmente a partir del momento en que la esperanza comovirtud cardinal> religiosa se desembaraza de toda idea de trascendenciaescatolgica y se reconvierte en un deseo de transformacin de lo real.

    No estis de acuerdo en que el mejor de los hombres es el hombre queexpresa en la realidad despierta el carcter del hombre en sus sueos?, yase preguntaba Scrates en la Grecia clsica. La objetivacin de los sueos>est en el origen de lo utpico, mito especulativo del hombre despierto>que es bsicamente imaginativo y, por lo tanto, siempre literario. Comoproyeccin de la visin ideal de un deber ser alternativo, el pensamientoutpico est menos interesado en alcanzar fines concretos que en visualizarimaginativamente posibilidades. Desde el momento en que se presentacomo una especulacin de un posible futuro>, hay pensamiento utpico.

    As puede decirse sin temor de exageracin que la utopa est en elcorazn de toda teora social, como afirma Georges Duveau5. En la medidaen que la utopa nace de un sentimiento de rebelin frente a un estado decosas histrico que se considera insatisfactorio, rebelda que se acompaa aveces de una observacin lcida de la sociedad en que se vive y que secontrapone a una realidad imaginaria>, pueden integrarse a lo utpicomuchas pginas y textos que sin pertenecer al gnero utpico propiamentedicho, tienen una intencin> o un modo> utpico.

    El modo utpico> definido por Raymond Ruyer por oposicin algnero utpico es la facultad de imaginar, de modificar lo real por lahiptesis, de crear un orden diferente al real, loque no supone renegar de loreal, sino una profundizacin de lo que podra ser>. Sintticamente afirmaque le monde utopique es un ejercicio mental sobre los posibleslaterales6. Este modo de pensar y de sentir puede incluso percibirse enlos mitos y en las visiones histricas de la Edad de Oro, del Paraso perdidoo de la Tierra Prometida yen los mitos de Prometeo, el portador de fuego, oen la escatologa judaica y cristiana sobre los dos Reinos (terrestre ycelestial), e incorporado lucgo en la utopa (le los siglos XVI y xix. Por elcontrario, la obra que participa del gnero utpico va ms all de lareflexin sobre los posibles laterales y supone la representacin de unmundo organizado, especifico, previsto en todos sus detalles. Este planteoterico y total es efectuado con la esperanza de constituir un modelo desoctedad ideal susceptible de inspirar a quienes detentan el poder o deinfluir en el curso de la historia.

    aux pays de nulle parte (Editions de lUniversit de Bruxelles, 1975)> Rayrnond Troussonestablece una definicin restrictiva de utopia, teniendo nicamente en cuenta las obras quepuede catalogar en e gnero utpico.

    Sociologie de lutopie por Georges Duveau (PUF; 1961); Introduction.6 LUto pie et les utopistes por Raymond Ruyer (Paris, 1950), pg. 9.

  • 16 Fernando Ansa

    LA ESENCIA HISTRICA DE LA UTOPIA

    Contra lo que se afirma en general, la utopa no constituye un gnero deliteratura de evasin. Porel contrario, la mayora de las utopas estimulanla reflexin sobre una determinada poca y han orientado la imaginacinhacia lo que podra ser, deber ser concebido siempre en funcin de losvalores imperantes en la sociedad del autor. Casi todos los utopistas,empezando por el propio Toms Moro, estuvieron en contacto con loshechos polticos, sociales y econmicos de su tiempo. Francis Bacon fuetambin Canciller de Inglaterra y sus propuestas de la Casa de Salomnen New Atlantis (1627) inspiraron la creacin de la Royal Society of Londony posteriormente la del College of Philosophy. Los utopistas del siglo xvaparecen muchas veces como legisladores disfrazados y escriben obras adusum Delphini con el fin de encontrar el monarca capaz de aplicarlas.Lindante muchas veces conlas obras llamadas el espejo del Prncipe (elFurstenspiegel> alemn, miroir des princes francs) de contenido mspropagandstico y poltico, la utopa es por esencia histrica. Las relacionescon la realidad son determinantes, ya que la utopa ms irreal y fantsticano puede nunca evitar la referencia a la poca de su autor. La negacin deuna escala de valores, su proyeccin o la imaginacin ms librementeconcebida, no puede ser totalmente arbitraria.

    Entre la topa desde la que se escribe y la utopa proyectada haysiempre una interaccin dialctica. La utopa es una apuesta ejercidasobre la base de los trminos que ofrece la topa, afirma Arturo AndrsRoig7, relacin ntimamente ligada al dilogo del hombre con la historia.Toda forma de felicidad imaginada a travs de la subversin> de larealidad es una manera de reflexionar sobre el presente y, paradjicamen-te, una forma de influir sobre l para cambiarlo. Las rupturas radicalesentre la pura especulacin utpica y las corrientes revolucionarias en losmomentos histricos en que ambas se confunden, es muy difcil de efectuaraunque los propios actores revolucionarios ---como recuerda GeorgesDuveau3 hayan rechazado muchas veces la utopia como medio vlidopara el cambio.

    Es justamente la tensin> bipolar entre lo que se puede llamar larealidad actual> y lo que podra llamarse el paradigma del futuro lo quemejor caracteriza a la utopia. Aunque su historicidad ha sido muchas vecescuestionada es evidente que el utopista realiza su obra enraizado en lascondiciones de su poca, en dependencia de ella, y proyecta en su recons-truccin, las creencias, las repulsas, las aspiraciones que se dan en su

    La experiencia iberoamericana de lo utpico y las primeras formulaciones de unaUtopia para si por Arturo Andrs Roig, en Revista de Historia de las Ideas, Onito, 1981,pgs. 53-67.

    8 Duveau, o. c. La resurrection de lutopie, pgs. 39-60.

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    entorno9. El hecho de que la utopa proyecte un paradigma que impulsa lamarcha de una sociedad en la historia, no implica que tenga que salirsefuera de sus lmites o anularla. Hasta en las utopas del siglo xvnt, enapariencia las ms alejadas de la realidad histrica, es posible percibir unareflexin sobre lo social y una puesta en marcha de lo imaginario social.El despertar de la conciencia sociolgica puede vincularse a muchos de esostextos, especialmente a travs de la capacidad de descubrir otras>realidades que la propia, a que la reflexin )0. En la misma direccin, Ernst Blochafirma que el sentido ms autntico de esta dialctica est dada por ecarcter utpico-crtico de la mayora de las utopias. Gracias a esta crticaes posible superar el presente en nombre del futuro y, sobre todo, hacer dela esperanza, este continente vasto e inexplorado como la Antrtida, unadocta spes >0. Por su parte, Roger Mucchielli descubre la funcin de lautopa en la rebelin. La utopa nace de la oposicin entre la tirana y lanostalgia de un mundo mejor12, acepcin amplia que tambin recoge R.Baczco al escribir que la utopa supone una visin global de la vida socialque est radicalmente opuesta a la realidad social existente y, por lo tanto,crtica de la misma13. Vale la pena recordar que ya en 1929, Karl Mannheimen Ideologie und Utopie consideraba la utopa como una esperanza, como elsigno de un cambio dialctico posible. Mientras la ideologa era las ideaspolticas inspiradas o sostenidas por el sistema en el poder y, por lo tanto,estticas y reaccionarias, la utopa era lo que cuestionaba y se opona a ese

    Utopa y rekrmismo en la Espaa de los Austrias por Jos Antonio Maraval (Siglo XXI;Madrid, 1982), pg. 74.

    Ilpensiero utpico, antologa a cargo de Massimo Baldini (Citt Nuova Editrice; Roma,1974), pg. 12.

    En Das Prinzip-Hoftnung (Berln, 1954), Ernst Bloch propone lo que llama losdiagramas para un mundo mejor> a partir del Principio esperanza, donde analiza en detallelas utopas geogrficas.

    2 Le mythe de la riu=idale por Roger Mucchielli (PUF, Paris, 1960).O Luniires de lutopie por Bronislaw Baczko (Payot, Paris, 1978).

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    poder. Dinmica y progresista, la utopa puede llegar a ser sinnimo derevolucin14.

    Los LMtTE5 DE LO IMPOSIBLE

    Aunque hoy en da la funcin histrica de la utopa aparezca comoindiscutible en tanto violenta los lmites del orden existente>, al decir deMannheim, o aparezca identificada a aquella parte del movimiento deldeseo que tiende hacia el futuro>15, no puede olvidarse que en virtud de suxito y la amplitud de su contenido, la palabra utopia est desmonetiza-da en el lenguaje corriente. En las conversaciones coloquiales utopa hapasado a ser sinnimo de prospeccin de lo imposible, sueo o quimerairrealizable, proyecto desmesurado que, aun cuando pueda ser tericamen-te positivo, resulta siempre inactual e irrealizable. Desde este punto devista, an sin dejar de ser algo legtimamente deseable, la utopia aparececondenada por ilusoria y racionalmente improbable. Ser un utpico noes necesariamente un elogio. La consideracin de la inutilidad del sueoutpico parece asociada al buen pensar y al sentido comn de la genterazonable.

    Pero, como ha escrito Amadeo Bertolo, no hay que dejarse impresionarpor la crtica del buen sentido comn> que, en general, no es ms que elresultado del sistema de valores imperante y de la ideologa dominante enun momento determinado16. El problema es saber qu se entiende porimposible. Se trata de un imposible absoluto o de un imposible relativo?Los contextos histricos cambian y leyes y principios que parecan inmuta-bles aceptan hoy lo que ayer se rechazaba en forma tajante. Cuntoslugares comunes o ideas que forman parte natural de la mentalidad delhombre contemporneo fueron considerados un sueo utpico la prime-ra vez que fueron formulados? Basta pensar en el origen de la mayora delas leyes sociales, desde la jornada de ocho horas al derecho de vacacionespagadas, pasando por el seguro de paro y la indemnizacin por despido,para darsc cuenta dcl proceso que ha convertido lo imposible relativo ctsreal indiscutido. La gran mayora de las utopias han sido precursoras desu tiempo. En sus textos ilusorios, segn la mentalidad reinante, se hahablado por primera vez de la igualdad de los sexos, de la medicinapreventiva, de la asistencia social, de una educacin equilibrada, dehorarios de trabajo reducidos y de un ocio constructivo.

    4 Ideologie und tiwpie por Karl Mannhelni {-192-9f -Traduccin espaola publicada porAguilar, Madrid, 1958.

    Lutopie contre leschatologie por Eduardo Colombo en obra colectiva, Limaginairesuhversi/S interrogations Sur lutopie (Atelier de cration Libertaire/Editions Noir, Gnve,1982, pgs. 27 a 43.

    El imaginario subversivo por Amadeo Bertolo en o- c. en nota 15, pg. 9.

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    Llamar utpica por lo irrealizable toda idea que supera la realidadpresente es condenarse a vivir en , ha escritoCiorn, un autor que no se caracteriza por su simpata hacia la utopa17.

    En su 20. Un autoranti-utpico como Benedetto Croce acepta, sin embargo, que la utopa dehoy se convierte en la realidad de maana,,2, una forma de reescribir lafamosa frase de Victor Hugo lutopie cest la vrit de demain> o la ms. El tiempo es el encargado de dar la razn al utopista. Confiar en elfuturo es la primera virtud a tener en cuenta. Se trata fundamentalmentede construir el futuro a partir de las ricas potencialidades de la humanidad.Para ello debe buscarse en el hombre lo que es fresco, emergente, nuevo, ytrabajar en el terreno de lo que debera ser> y no nicamente sobre lo quees. El individuo que cesa de buscarlo nuevoy lopotencial en nombre del

    17 Histoire el utopie por E. M. Cioran (Gallimard, 1960). Citado por Frank E. Manuel en su introduccin a Utopias and utopian d,ought (Boston,

    1966).19 Uscire dallutopia por Ralf DAhrendorf (Traduccin italiana; Bologna, 1971).20 Croissa ncc zro? por Alfred Sauvy (Calmann-Levy, 1973).21 Menos radical, Karl Mannheim afirma que es posible que las utopias de hoy en dia se

    vuelvan la realidad de maana.

  • 20 Fernando Atrisa

    realismo ya ha perdido el contacto con el presente, porque el presente estsiempre condicionado por el futuro>, ha precisado Murray Bookchin22.Este utopismo debe distinguirse del simple futurismo> que practicanautores de ciencia ficcin y donde el porvenir no es ms que una extrapola-cin cuantitativa de los aspectos ms llamativos del presente, tales como larevolucin de las comunicaciones, el crecimiento de la poblacin mundial ylas alarmistas previsiones (utopias del infierno), los futuristas de Alvin Toffler (autorde Future shock), las catstrofes demogrficas de Paul Ehrlich, las grandestecnocracias de Herman Kahn, los proyectos mecanicistas de l3uckminsterFuller y las revoluciones propugnadas en el campo de las comunicacionespor Marshall Mac Luhan. Sin embargo, puede aceptarse la confiadaafirmacin de Oscal Wilde el progreso es una realizacin de la utopia o latensin utpica subyacente en el presagio de Leibnitz el tiempopresente ya lleva en su seno el futuro.

    La utopa supone una fe racional en una realidad no existente peropotencial. Al mismo tiempo supone una demostracin deque, si bien lo realno se resuelve en lo inmediato> es posible explorar las posibilidadesconcretas de transformarlo. Esta es la fascinacin de lo imposible de quehabla Cioran, parte positiva del ser humano que da la dimensin de suvoluntad innovadora, de su creatividad y de la esperanza que lo impulsa aactuar, aunque aada que la idea que se hace el hombre de la felicidadposible ha sido la causa de muchos acontecimientos funestos de la historiade la humanidad. La felicidad imaginada por la que el hombre haluchado es . Ms valdraaceptar, pues, la felicidad dada. La historia de la utopa seria, por estacausa, la historia de una esperanza siempre decepcionada, pero de unaesperanza tenaz, completa por su parte Ignazio Silone.

    El problema se ha plenteado asimismo en los ltimos aos en lo que seha dado en llamar el problema de las utopas realizadas. Berdiaeffconsidera que las utopas aparecen como ms realizables de lo que se creaen el pasado en este presente cargado de utopas totalitarias. Su planteogira alrededor de la angustiosa interrogante: Cmo evitar su realizacindefinitiva?. Por ello se pregunta si desde e momento en que la vidamarcha con las utopas>, no habr comenzado una nueva era, una era en laque los intelectuales y la clase obrera buscarn los medios para evitar lasutopas y volver a una sociedad no utpica, menos perfecta y ms libre>23.Ms consciente del carcter inevitable de la utopa, Rafael Barret

    22 Utopisme et futurisme por Murray Bookchin en o. c. en notas 15 y 6, pgs. 67 a 76. Citado por Jean Christian Fetitfils en Les socialistes utopiques (PUF, 1977).

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    anuncia que Triste es que no se realice ninguno de nuestros sueos, y mstriste, que se realicen todos>24.

    INTENCIN Y FUNCIN UTPIcA

    A partir del dualismo entre realidad e idealidad se puede hablar deintencin utpica>, es decir, del hecho comn a todas las utopas deacumular a una negacin del presente una imagen posible del futuro. Laciudad real, con todos sus males perceptibles, muchos de ellos apareciendosin remedio, ha estado siempre enfrentada a la ciudad ideal. Desde laantigedad se ha contrapuesto a la ciudad de los mortales la Repblica delos sabios o la ciudad de los filsofos>. En la escatologa religiosa eldualismo se conoce como la Civitas Dei.

    Pero no ha sido tanto la determinacin positiva de loque se propona loque ha levantado ms resistencias. La lucha contra la utopia se basa notanto en las imgenes de un futuro mejor que sta no puede concebirprecisa Arnhel Meusss sino en la crtica que la utopa prctica contrala mala realidad existente. No se denuncia a las imgenes de un algo mejor.sino a la crtica que todas estas imgenes hacen de la realidad existente. Aslo utpico se refleja ms claramente all donde es combatido; en lacontroversia por lo que pretende significar25. El comn denominador delas utopias es ms claro en la negacin que en la afirmacin, donde lasdiferencias se hacen ms evidentes, por lo que pueden englobarse en unanica teora de la intencin y la funcin utpica concepciones tandiversas como las que se han manifestado a travs de la historia de la utopiacomo gnero. Lo que resulta comn a toda utopa es el rechazo de larealidad que le es contempornea. Esta actitud de decir no> a la realidadparece inherente a la condicin natural del homo utopicus.

    Pero no se dice siempre con facilidad no a la sociedad en que se vive.Histricamente ha habido perodos en que la tensin> utpica, al violen-tar los limites del orden existente y proponer un orden alternativo>, hanhecho ms notoria la necesidad del cambio. Si bien es evidente que paracada poca y para cada sociedad la serie de opciones posibles est fijada ydelimitada de antemano y que no se puede hablar en cualquier poca decualquier cosa26, la tensin entre la realidad y el paradigma del futuro>puede llegar a ser muy grande. Aunque muchas veces el paradigma delfuturo aparezca como una respuesta coherente de una alteridad, en generallo utpico aparece simplemente como s Litopie por Arnhelm Neussus (Herman Luchterhand Verlag, 968), pg. 25.>~ Michel Foucault, citado por Amedeo Bertolo en o- c.

  • 22 Femando Alnsa

    creativas que impulsan y legitiman la imaginacin heterodoxa o subversi-va de un determinado momento histrico.

    El contraste y la tensin generadas pueden desencadenar represiones ofomentar revoluciones. En estos momentos, la utopia es la forma ocontenido concreto y positivo de las ideas directamente ligadas ala posicinhistrico social en la que surgen27. Gracias a las utopias, los sueossociales, individuales o colectivos, tornan consistencia, se organizan enconjuntos coherentes de ideas-imgenes de otra sociedad, en oposicin y enruptura con el orden dominante, pudindose dar la paradoja de que larealidad supera la ficcin>, tal como analiza para el perodo de laRevolucin Francesa Bronislaw Baczco28 y tal como podra hacerse para elde la Independencia de los pases americanos. La realidad desborda lautopa y puede hacerla rpidamente anacrnica.

    En estos perodos de amalgama entre la sociedad real y la ideal, aunqueno puedan encontrarse utopas propiamente dichas, es fcil rastrear laintencin utpica en el estado de espritu de efervescencia generalizado yen los proyectos, planes y declaraciones, muchas veces exaltadas o quimri-cas, que acompaan los procesos de cambio. Es en estos momentos en que elutopsmo, ms que la utopa, se encuentra con las aspiraciones y los sueoscolectivos de los pueblos. Las influencias mutuas se multiplican y aceleran,resultando prcticamente imposible separar en los textos lo que es resulta-do de una accin colectiva y loque es pura especulacin individual. En todocaso, aun la utopa proyectada hacia el futuro sin nexo aparente con elpresente puede tener un efecto inmediato sobre la realidad circundante.

    Puede llegar a suceder que de una tensin objetiva hacia el cambio,debida a las contradicciones objetivas de un sistema social determinadonazca una imagen del futuro que niega el presente y que puede traducirsepor los modelos imposibles en sentido relativo, los cuales a travs de unaretroaccin sobre lo imaginario colectivo, aumentan la tensin hacia laruptura de los limites de lo existente ha precisado Amadeo Bertolo29.Aunque proyectada en el espacio (u-topos) o en el tiempo (u-cronos), lautopia tiene un efecto directo sobre el presente al que adems pertenece ypor el cual est condicionado en la misma medida en que la condiciona.

    La utopa no se limita a ser la construccin imaginaria de un mundoposible, sino que es una forma de percibir y analizar la realidad contempo-rnea. No resulta exagerado decir, pues, que no es lo real inmediato loque establece el lmite donde empieza lo utpico, sino que es la tensinutpica> la que en definitiva nutre la dinmica histrica de la realidad. Enete sentido, la utopa que influye el curso de la historia no es necesariamen-te la ms realista o la ms realizable>. Basta pensar en la influencia de la

    27 Eduardo Colombo, o- c.21< O. c., pg. 404.29 Bertolo, o. c., pg. 17.

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    obra de Toms Moro, tal vez una de las menos realizables, pero seguida deejemplos prcticos como los Hospitales-Pueblo que fund en Mxico elobispo Vasco de Quiroga. Algo similar sucede con la obra de CharlesFourier, cuyas meticulosas indicaciones y clasificaciones suscitan dosreacciones e influencias opuestas. Por un lado, los discpulos que organizancomunas y colonias en base a sus principios en Argentina, Estados Unidos,Brasil y Mxico y, por el otro, entusiasmados por la subversin imaginati-va de sus textos, los surrealistas sealan su aspecto imposible>.

    Verificar, pues, la realizacin de las utopas para valorarlas o medirlasen funcin de su eficacia prctica es limitar la visin histrica, donde loimaginario individual y lo imaginario colectivo deben considerarse comoun ingrediente imprescindible de lhistoire part entire>30. Ya lo decaBakunin: Ha habido siempre en la naturaleza un gran defecto capital, elamor por lo fantstico, por las aventuras extraordinarias e increbles, porempresas abriendo a la mirada horizontes ilimitados y de los cuales nadieha podido imaginar el desenlace >21. Poresta razn, puede incluso integrar-se a lo utpico, un cierto aspecto de lo maravilloso> que toda subversinimaginativa, en la medida en que es generosamente libre y revolucionaria,supone. Una tradicin del pensamiento utpico libertario, desde la Abadade Teleme de Rabelais cuya nica ley es el haz lo que quieras, hasta lasutopias contemporneas anarquistas, ofrecen esa extraa luz del delirio,luz del sueo y pasin que sobrevuela sobre las masas en los momentos derebelin> con que Michel Abensour define lo maravilloso utpico> deNews froin nowhere de William Morris. Lo maravilloso exprime la necesi-dad de sobrepasar los lmites impuestos, impuestos por nuestra estructura,como un modo de llegar a una ms grande belleza, una ms grandepotencia, un mayor placer puntualiza. Anhela sobrepasar los lmitesdel espacio y del tiempo, destruir barreras racionales, verdadera lucha de lalibertad contra todo lo que la reduce, la destruye o la mutua32. Verdaderatensin> ajena al trabajo regular y maquinal, esta aspiracin desupresin radical de toda regla normativa y de todo sistema jurdico a fin de

    ~ Lucien Febvre en Poar unehistoire a part entire (Pars, 1962)sostiene que e proyecto yplaneamiento del futuro permite a los historiadores comprender mejor el presente de Jautopia. Anticipaciones y comprobacionesmezcladas; los lineamientos del mundo quese ve;los trazos quese adivinan y profetizan del mundo de maana o pasado maana. Es a laspocasde convulsin y de transicin dondesedan carreras entreadivinos y profetas... Hablan cuandola humanidad, inquieta, busca precisar las grandes lneas de las conmociones sociales ymorales, que cada uno siente como inevitables y amenazantes. Por ello sus obras son, para elhistoriador, testimonios muchas veces patticos, siempre interesantes, no slo por la fantasay la imaginacin de algunos precursores, sino por lo que representan del estado ntimo de unasociedad (pg. 742).

    31 Bakunin, citadopor A. Reszler, Lesththique anarchiste.revista Diogene o. 78, 1972,pgs. 55-56.

    32 William Morris, Utopie libertaire et novation technique por Michel Abensour eno. c.en notas 15,16 y 22, se basa en P. Mabilley su definicin de lo maravilloso (Le Merveilleux,Pars, 46; pg. 68) para proponer la de lo marvilloso utpico.

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    restaurar al hombre en la integralidad de su verdadera naturaleza, formaparte de una de las lneas ms interesantes y sugerentes de la utopa. En laBasiliade (1753) de Morelly lo maravilloso utpico> llega a definrse por lanegacin. No hay propiedad, no hay polica, no hay iglesia, no haycasamientos, no hay privilegios ni leyes. Nada est prohibido porque elhombre vive conforme a la armona de la naturaleza, principio quereaparece en la utopa de William Godwin y que en Dom Deschamps setraducir en un intento prctico de fundar un laboratorio de lo intempesti-vo y lo subversivo en el castillo de Ormes, cerca de la ciudad de Poitiers.

    DEL PARASO PERDtDO AL PRINciPIO ESPERANZA

    Es evidente que la utopa debe estudiarse conjuntamente con lasestructuras mentales y los ideales de la poca. Las ideas fuerza> que laaniman estn en ntima relacin con el pensamiento filosfico, la literatu-ra, los smbolos, los mitos, los movimientos sociales y aun las creenciasreligiosas de su tiempo. Al aparecer como expresin de ideas irreales,cuando no peyorativamente asimilada a lo ilusorio, la nocin de utopaaparece confundida con otras como la profeca, el sueo, el ideal o el mito.Sin perjuicio de que algunas de estas diferencias ya se han precisado o loirn siendo en las pginas sucesivas, vale la pena sealar las que distinguenla utopia del mito.

    El mito aparece como un hecho social colectivo que, en general, esobjeto de creencias, sobre todo cuando est inscrito en las instituciones delas sociedades arcaicas. El mito es adems polivalente y est sujeto a unaestrecha interdependencia con la sociedad de la que emana, por lo que casisiempre justifica un orden establecido. Por el contrario, la utopia es crticadel orden existente, siendo su finalidad cuestionario a travs del ordenalternativo propuesto. La utopa es una produccin individual y constituyeun sistema cerrado, visualizacin de imgenes subversivas> generalmen-te establecidas en funcin de un plan. Ello no impide que esa creacinindividual pueda servir en algn momento de la historia como vehculo deobjetivacin> de sentimientos difusos de rebelin de grupos o de unasociedad.

    Sin embargo, aunque estas diferencias puedan precisarse en un planoterico resulta mucho ms difcil establecerlas en la prctica, especialmen-te en el caso de Amrica Latina. Es casi imposible separar en el momentodel descubrimiento, de la conquista y la colonizacin la presencia de mitoscomo los de la Edad de Oro, el Paraso terrenal, las Islas Buenaventuradas,la Arcadia, el pas de Jauja o el de Cucaa, de lo que es la esperanza deestablecer la Utopia en tierra americana. La vuelta a los orgenes se mezclacon la Tierra Prometida, el buen salvaje con el cristiano primitivo. Latrasposicin de mitos de la Antigaedad clsica a territorio americano, talescomo el de las Amazonas, la Fuente de la Juventud y los pases legenda-

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    nos sobre los cuales fantasiosos viajeros han acumulado maravillas atodo lo largo de la Edad Media, se efectan con los mismos descubridoresdel Nuevo Mundo. Su identificacin con la geografa, la flora y la faunaamericana, es inmediata. Su integracin, cuando no su nacionalizacin 1,pueden difcilmente separarse de las utopas que esta misma realidadamericana inspira.

    Como nuevo vivero de imgenes, utilizando la feliz metfora deLezama Lima, Amrica entrelaza ntimamente mito clsico y nueva utopia.Un estudio de la funcin de la utopia en la historia de lo imaginariosubversivo> americano debe incluir esta rica vertiente mtica, apasionanteaspecto que ayuda a explicar la permanente tensin utpica>, quecaracteriza a Hispanoamrica; por un lado, la visin esperanzada de suidealidad futura llena de posibilidades y, por el otro, el presente hecho dedesigualdades, injusticias y frutraciones. El planteo desmesurado de un al que no se renuncia, muchas veces basado en mitos naciona-listas de races pasatistas, se ha enfrentado siempre en la historia america-na a la realidad inmediata para hacer ms notorio su desajuste. La,asociado aescenarios buclicos o a una Arcadia donde era eterna laprimavera y donde todos gozaban en comn de la naturaleza>, comoescribe Hesodo en Los trabajos y /os das. Este tiempo ido tena ya lascaractersticas de la utopa: tiempo sin crmenes, ni leyes, ni castigos, niguerras y en que los hombres vivan felices y sin problemas sobre una tierra

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    que produca de todo. Per se dabat omnia tellus deca Ovidio en lasMetamorfosis.

    Pero en general, a partir de La Basiliada y Le codede la nature de Morelly,publicadas respectivamente en 1753 y 1755, la utopa se proyecta hacia elfuturo. Al criticar el orden existente y proponer un mundo alternativo(contra-imagen de lo que es>), nada mejor que disponer de la tbularasa del futuro. Este es el tiempo del anhelo> del que han hablado otrosfilsofos y poetas. El futuro ha podido simbolizarse con el Progreso en el queconfan esperanzados muchos escritores del siglo xix, con los adelantostcnicos y los descubrimientos cientficos proyectados aritmtica o geom-tricamente en los aos a venir, con el crecimiento sin lmites o con laposibilidad de se ha hecho el hombre a lo largo de la historia. En el curso de lapropia vida de un ser humano existe la tendencia natural a ir revistiendo debuenos recuerdos> y a ir idealizando todo lo que va siendo pasado. Conmelancola o tristeza se van reclasificando las experiencias y los recuerdos(todo tiempo pasado fue mejor se dice, casi como un lugar comn), almismo tiempo que las ilusiones depositadas en el futuro se van neutralizan-do a medida en que se aproximan al tiempo presente.

    Esta revalorizacin permanente parece implcita a lo que podrallamarse una filosofa del tiempo, a la que est ntimamente ligada lautopa, forma necesaria de justificacin de la vida que todo hombrenecesita para no limitarse a una aceptacin resignada del paso del tiempo.Se puede hablar as de un reconocimiento hacia todo lo que es recuerdo,reconocimiento en el doble sentido de la palabra: recuerdo y situacin en lamemoria por un lado, gratitud y agradecimiento por el otro, tal como haceJean Cazeneuve al estudiar las relaciones existentes entre la idea defelicidad y la de civilizacin ~.

    La tensin utpica> participa muchas veces de esta ambigoedad demirar al mismo tiempo hacia el pasado y hacia el futuro. En el utopismoamericano se ha dado adems una variante nacionalista de recuperacinde los orgenes. La direccin pasatista de retorno a los ancestros> definidaa partir del Siglo de las Luces,subyace en el utopismo nacionalista quesigue a la independencia americana y puede rastrearse en los movimientosindigenistas del siglo xx. Los autnticos depositarios del futuro pasan aser paradjicamente los antepasados, titulares del Paraso antes de lacada> de la conquista. El nacionalismo exacerbado, incluso el de notas

    ~ Bonheur et civilisation por Jean Cazeneuve (Gallimard; Pars, 66).

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    patriticas exacerbadas, reivindica el mundo armnico, perfecto y sinfallas de una integralidad original. Los mitos de la soberana nacional y dela Patria alimentan los de la identidad> cultural que quiere recuperarse enmuchos movimientos utpicos de rebelin y auto-afirmacin. La autentici-dad y la restauracin aparecen combatiendo el imperialismo que intentadespojarlas de sus notas originales. En esta lucha se concilia sin dificultadel mito del pasado con el del progreso futuro. Tradiciones y valores de laEdad de Oro podrn ser ingredientes de , el y la del deber ser>. Thomas Paine afirmaba ya en 1776que no hay lugar en la tierra que pueda ser tan feliz como Amrica. Suposicin la aleja de todas las querellas del mundo. Amrica no tiene ms

    35que comenzar con los unos y los otros>

    El mismo esquemala posibilidad de empezar desde cero se repiteen la Amrica hispana. Ninguna otra regin del mundo al ser descubierta oencontrada ha sido bautizada Nuevo Mundo, privilegio de un titulo que

    ~ colombo, o. c.1< Citado por DanieJ J. Boorstin en The exploring spirit: Anierica, the World, titen, now

    (Random House, N. Y-. 1976).

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    le ha dado carta blanca para ser el espacio de la posible utopa. La historiade la utopa aparece, pues, ntimamente ligada a la de la realidadamericana. Primero como la utopa de los otros>, la utopa sobreAmrica cede poco a poco, a la utopa de> Amrica, permitiendo que ahorase hable del derecho a nuestra utopa. Su estudio puede ser consideradocomo una de las tareas ms valiosas a las cuales habra de entregarse elhombre americano, segn sostiene Arturo Andrs Roig36.

    Con estas precisiones y sobre estas bases proponemos cinco momentosde gran tensin utpica> en la historia de Amrica en los cuales parecehaberse completado el circuito que va de lo imaginario a lo real. Para ellodebe analizarse por un lado cmo las utopias han reflejado las preocupacio-nes y la problemtica de cada una de las pocas, tratando al mismo tiempode superarlas, haciendo de lo imposible-relativo algo posible y proponien-do una alternativa a lo real. Por otro lado, debe estudiarse cmo lasrealidades de un determinado presente histrico, los modos de pensar y deimaginar se han traducido en las utopas esperanzadas del perodo. El ricocircuito dialctico entablado entre ambos ha sido en buena parte el motorde la historia americana, hecha no slo de los sueos no cumplidos, sino dela esperanza objetivada> y arrebatada con energa a un espacio nosiempre tan generoso y paradisaco como se imagin y a un tiempo nosiempre dispuesto a legitimar lo imaginario subversivo.

    1. Funcin de la utopa en el descubrimiento de Amrica

    No es exagerado decir que la huida hacia el Oeste que caracteriza a lacivilizacin occidental contribuye, ms que otras razones, al encuentrode Europa y Amrica. El movimiento hacia los lmites del sol poniente, esatierra de los muertos> del antiguo Egipto, se inicia en Grecia. El parasopagano, llmese Campos Elseos o Jardn de las Hesprides, est en esadireccin. A las islas mitolgicas del mundo de Homero (Sicilia y las Lpari)sucedern las Islas Bienaventuradas (

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    de los dilogos Tim y Crito de Platn supervive en islas que no son ms quelos picos del antiguo continente. Esta primera tensin entre utopa yrealidad profundamente impregnada de mitos y leyendas sobre los pasesde la fantasa de la antigedad, se cumple a travs de un movimiento en elespacio. La bsqueda de lo utpico es espacial y geogrfica y est motivan-do, al mismo tiempo que los afanes comerciales e imperiales, la riesgosaapuesta de los navegantes rabes, genoveses, portugueses y catalanes, y seda paralelamente a los viajes mesinicos de los monjes irlandeses quellegan hasta la ltima Tule> (Islandia) y al mar slido con que seidentifican las costas de Groenlandia y de Amrica del Norte. Son tambinleyendas sobre territorios desconocidos las que animan las arriesgadasexpediciones de pillaje y colonizacin de los vikingos, especialmente delfamoso Erik el Rojo. Este movimiento parece cristalizarse con el descu-brimiento oficial de Amrica por parte de Cristbal Coln en 1492.

    Por azar, los primeros territorios encontrados son tambin islas, y sonislas de naturaleza paradisaca donde viven seres primitivos> en estadopuro. De esta fascinacin original naci la certeza repetida hasta hoy enda que Amrica es un sitio privilegiado donde podr realizarse el sueo deuna felicidad ms completa y mejor repartida entre los hombres, unasoada repblica, una Utopa>37. La idea abstracta y fantstica del Edn se

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    ciudades ideales y quienes en Amrica siguen explorando nuevos territo-rios con una tenacidad no exenta de desesperacin. Ponce de Len recorrelas Antillas y la Florida buscando la legendaria Fuente de Juvencia,Orellana desciende el ro que se bautiza con el clsico nombre las Amazonasy el reino de El Dorado gua los pasos de Pizarro, como el mtico pas deCipango haba guiado el rumbo de las carabelas de Coln. Haber descubier-to Amrica no cierra automticamente las puertas de la Edad Media.Durante siglos sus leyendas y mitos podrn rastrearse tras las expedicionesy las aventuras vvidas y contadas por descubridores y conquistadores.Muchas de ellas encontrarn su complemento o su enriquecimiento enleyendas y mitos pre-colombinos. Otras, reaparecen hoy en da revestidasde ropaje literario en las mejores pginas de la narrativa latinoamericanacontemporanea.

    2. Funcin de la utopa en la colonizacin de Amrica

    Es este uno de los momentos en que la imaginacin y la realidad seconfunden. Este es uno de los raros momentos de la historia americana enque determinadas predicciones y bsquedas forman parte no slo de unfuturo posible, sino de un presente que se puede organizar a la medida deldeber ser. En estos perodos, perodos revolucionarios en el sentidoamplio de la palabra, la imaginacin utpica es ms rica y los proyectosflorecen, penetrando las formas ms diversas de la actividad intelectual.Con la intensificacin de la creatividad utpica de este perodo se estableciuna singular afinidad entre las utopias y los proyectos concretos deorganizacin> de la nueva realidad descubierta.

    Utopia y realidad viven en estrecho proceso de interdependencia. Sibien Moro se inspira en las crnicas americanas para escribir Utopa, suobra, apenas publicada, influye sobre la discusin terica de cmo organi-zar y administrar el Nuevo Mundo. Porque> a diferencia de lo que plantea-ban los textos de la antigedad clsica o la escatologa judeo-cristiana, apartir de la aparicin del gnero utpico, se trata del hombre que juega aser Dios, no del hombre que suea con un mundo divino como grficamen-te ha sealado Ruyer. El hombre descubre su capacidad demirgica graciasa Amrica.

    Porque en realidad se tratar, a partir de un territorio nuevo y virgen, deorganizar y no slo de proyectar, una sociedad ideal con seres humanosreales los indios, esos seres sin maldades ni dobleces>, al decir de FrayBartolom de las Casas. Elhombre con su mano puede crear una segundanaturaleza, dir Fray Luis de Granada. Sern los misioneros de tasrdenes mendicantes reformadas, sobre los cuales haba adquirido ascen-diente Erasmo, los encargados de recoger el desafio prctico de oponer auna conquista puramente militar, al sometimiento indiscriminado delnativo y a la explotacin brutal de los recursos naturales, la posibilidad de

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    una sociedad que funda en Mxico, Quiroga intenta organizar la bondad>, dndole ley alas cosas para resolver los problemas. La caridad no es un simple dar. Setrata de formar poblaciones nuevas donde teniendo en cuenta la dignidadhumana de los indios, stos vivan de su trabajo.

    Las Reducciones Jesuitas entre 1606-1767 prolongan las utopiascristiano-sociales y, en la medida en que instauran exitosamente unasociedad que resucita los ms hermosos das del cristianismo naciente, aldecir del Padre Pedro Francisco Javier de Charlevoix, plantean en laprctica el problema de toda utopa triunfante: el desafo de hecho a launidad de la nacin a la que pertenecen. Las ideas centralizadoras yabsolutistas de la monarqua de los Hausburgo necesitan de un Imperiounido, sin sociedades autrquicas generadoras de ideas autonomistas. LaContrarreforma, despus del Concilio de Trento, dar los argumentos paraque el Reino de Dios de Espaa mantenga su ortodoxia, tesis queresultarn cada vez ms anacrnicas en el marco de la renovacin generalde las ideas del resto de Europa.

    3. Funcin de la utopa en la independencia de Amrica

    Durante casi un siglo y medio la dialctica entre parece detenerse en Amrica. Proliferan textos sobre viajes extraordina-rios y utopas de evasin, cada vez ms repetitivos y menos imaginati-

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    vos. Europeos y americanos han perdido el asombro> original y losdescendientes de los conquistadores viven sin la tensin utpica dequienes soaron realmente con un Nuevo Mundo. La administracincentralizada y burocrtica por un lado y la Inquisicin por el otro, noparecen dejar mucho margen para apostar al futuro sobre otras bases.

    Sin embargo, con la Ilustracin y la eclosin del Siglo de las Lucesparece abrirse una doble direccin para la utopa. Por un lado, las ideasclsicas de la Edad de Oro se renuevan con las del estado natural> queprecede el contrato social> de que hablar Rousseau y del cual los buenossalvajes americanos sern un buen ejemplo. Por el otro, las experienciasprcticas de la Independencia de los Estados Unidos y la Revolucinfrancesa, muchos de cuyos textos tericos llegan a Amrica, permitenproyectar futuros estados independientes y sociedades ideales. Ambascorrientes se influyen mutuamente y alimentan los primeros proyectos deutopas autnticamente americanas.

    Amrica, que haba sido hasta ese momento el escenario propicio parala utopa de otros, empieza a proyectar utopas para s. Ya no se tratade construir una ciudad ideal que es contra-imagen> de Europa, sino deproyectar la utopia americana, aunque para ello se utilicen las ideasutpicas en boga en Europa o Estados Unidos. La corriente de pensadores,muchas veces paralelamente hombres de accin, como Francisco Javier,Eugenio de Santa Cruz y Espejo, Mariano Moreno, Francisco de Miranda yutopistas como los tres Antonios, Rojas, Berney y Gramusset, se inspira-ron en los Enciclopedistas, especialmente los naturalistas y en el espaolJovellanos. Estos autores proclaman en documentos de tono roussonianol igualdad de todos los hombres y la abolicin de las diferencias de raza oreligin. Muchas de estas ideas utpicas parecen hacerse posibles en elmomento de la Revolucin y de la Independencia entre 1810 y 1825.

    Sin embargo, el estudio del perodo, no puede omitir los movimientosprecursores de los comuneros del Paraguay, la rebelin de Juan Francis-co de Len, la sublevacin de los barrios de Quito, los comuneros de ElSocorro, los de Mrida y, sobre todo, el Lamoso de Tupac-Amar que darorigen a la palabra

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    podra aadirse a Bernardo de Monteagudo y su Dilogo entre Atahualpa yFernando VI en los Campos Elseos, las ideas y advertencias> de FrayMelchor de Talamantes, las reflexiones> de Antonio Jos de Irisarr, laobra de Simn Rodrguez40, muchos textos de Miguel Hidalgo y Jos MaraMorelos, y las proclamas de Don Pedro de Alcntara.

    En este mismo proceso de la independencia se entroncan los proyectosutpicos de los fundadores de las recin conquistadas soberanas a partirde 1830, donde el romanticismo permitir que cuajen las nacionalidadesamericanas. La postulacin terica y doctrinaria del americanismo queinaugua Esteban Echevarra con su Dogma socialista en 1839, muchostextos de Andrs Bello, incluidos los de su ilustrativa polmica conLastarria entre 1842 y 1844, el Facundo (Civilizacin y barbarie) de DomingoFaustino Sarmiento, Las bases y esa original utopa alegrica Peregrinacinde Luz del Da de Juan Bautista Alberdi, forman parte de esta segunda etapaque parece irse cerrando sombramente alrededor de 1850.

    4. Funcin de/a utopa en la consolidacin de los nuevos estados americanos

    En efecto, las decepciones no tardan en aparecer. A los proyectos deunidad y libertad, a las esperanzas suscitadas por la independencia,suceden golpes de estado, dictaduras y la progresiva balcanizacin delcontinente en nuevas Repblicas, cuyos orgenes se basan muchas veces enambiciones personales de caudillos o en los intereses geopoliticos yestratgicos de grandes potencias. La utopia parece alejarse de Amricanuevamente, las tensiones se limitan a querellas de partidos polticos,guerras civiles o conflictos con pases vecinos por territorios no demarca-dos.

    Durante la primera mitad del siglo XIX las teoras y prcticas delsocialismo utpico europeo parecen repercutir ms en los Estados Unidosque en los paises de Amrica Latina. All van los discpulos de Owen y deFourier y all surgen las apasionantes experiencias autrquicas de Icaria,Nueva Armona, Freedom Colony, Valley Farm y tantas otras prolongadashasta nuestros das con nombres diversos. La visin que ofrece entre tantola Amrica hispana es muchas veces pattica, tal como la refleja lasocialista peruano-francesa Flora Tristn en su autobiografa Las peregri;ta-ciones de una paria (1838). Sin embargo, no pueden dejarse de mencionarlas experiencias de un Giovanni Rossi y la colonia anarquista

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    tradiciones medievales. Miles de emigrantes vendrn a establecerse parabuscar fcil fortuna personal o para llevar a cabo un proyecto de nuevasociedad imposible en la vieja Europa.

    La funcin de la utopa en este periodo es ms espacial y geogrfica queideolgica. De golpe, se descubren nuevos espacios que conquistar, nuevosterritorios donde grupos tnicos, religiosos o polticos podrn instalarselibremente. Las localidades que evocan el Paraso perdido desde su propionombre, se multiplican: Puerto Alegre, Ciudad Paraso, Puerto Edn,Valparaso, pueblan la nueva geografa humana del continente. En esteperodo la dialctica utopa-realidad parece bastante simplificada y laidealizacin de Amrica reducida muchas veces al nivel de una frase

    - 44publicitaria -Sin embargo, aunque simple o ingenua, la funcin de la utopa de este

    periodo es importante para que muchos de los flamantes estados america-nos consoliden sus sociedades. Especialmente en la Argentina, el Paraguay,Uruguay y, posteriormente, en BrasiJ y Venezuela, gobernar es poblar,segn la frase de Alberdi.

    En forma paralela, las dictaduras instauradas generan un movimientode ideas a favor de repblicas ideales. Juan Montalvo en sus Catilinariascombate la teocracia de Garca Moreno en Ecuador, Jos Mart acua laexpresin Nuestra Amrica en su lucha por la libertad e independenciade Cuba y Benito Juarez imagina

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    canos. El corte histrico de la segunda guerra mundial favoreci unreplegarse de Amrica sobre s misma y un retomo del pensamiento apreocupaciones estrictamente continentales, aventadas las vanguardias yel cosmopolitismo por la dura realidad de un mundo polarizado.

    Una corriente de ideas se esfuerza por desentraar y proyectar el seramericano. Entre otros, Alfonso Reyes sita la utopa de Amrica en elcontexto de la historia universal en su obra La ltima Tu/e y PedroHenrquez Urea resume sus preocupaciones en frases como nuestropapel es devolverle a la utopa sus caracteres plenamente humanos yespirituales, esforzarnos porque el intento de reforma social y justiciaeconmica no sea el limite de las aspiraciones43. Revista como Cuadernosamericanos donde colaboran pensadores espaoles en exilio americano,editoriales abiertas en las grandes capitales como Mxico, Buenos Aires,Caracas y Santiago de Chile incursionan en colecciones tpicamenteamericanas en la difusin y la penetracin de actividades diversas con lomejor de la reflexin utpica.

    Corrientes ideolgicas, proyectos y realidades revolucionarias surgengracias a este impulso americanista de los aos cincuenta y sesenta. En laliteratura se crean autnticos universos de profunda significacin mtica yutpica cuyo simple inventario ya es apasionante44. La utopa ha vuelto aser genuinamente americana. Autores como Leopoldo Zea, uno de losfilsofos que ms ha contribuido a la definicin y a la insercin de loamericano en la historia universal, reivindica para el continente suoriginalidad>.

    El paradigma del futuro americano forma parte de un debate que sepolariza a lo largo de los aos sesenta y que parece detenerse abruptamenteen los setenta, especialmente con la nueva ola de golpes de estado ydictaduras que asolan la mayora de los paises, sobre todo en el Cono Sur.Una dispora de intelectuales y artistas se produce, cuyos efectos todavano pueden ser medidos en su integralidad.

    La historia del pensamiento utpico de este periodo parece demasiadoreciente para ser escrita. Sin embargo, ha permitido comprobar cmo loimaginario subversivo>~,cuando se encarna en lo imaginario colectivo>, escapaz de dinamizar la tensin dialctica entre topa y utopia, tensin queha escrito las mejores pginas de la historia de Amrica.

    FERNANDO AN5AUNESCO. Pars

    ~ La utopa de Amrica por Pedro Henrquez Urea, recogido en Plenitud de Amrica,antologia de Javier Fernndez (E. A., 1952).

    ~ Sobre e tema de la utopa en la narrativa hispanoamericana ver Los buscadores de lautopa por Fernando Ansa (Monte Avila, caracas, i977).