Amistad Otros

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    enero-junio 2016, Bogot, Colombia ISSN0120-5323

    Recibido: 17.11.14 Aceptado: 25.03.15 Disponible en lnea: 18.12.15

    LA AMISTAD COMO UNA EXPERIENCIADE ENCUENTRO CON LOS OTROS

    C A D L*doi:10.11144/Javeriana.uph33-66.aeeo

    RESUMENEn este artculo se pretende tematizar la experiencia del aislamiento que,para Gadamer, caracteriza la forma como se establece un modo de habitarel mundo de la vida determinado por la tecnificacin. Sostenemos que laamistad permite enfrentar el aislamiento que afecta a nuestra situacinhistrica. Para desarrollar este argumento el artculo se divide en dos par-tes: en la primera, se realiza una descripcin de los mbitos en los que semanifiesta el padecimiento del aislamiento y la autoenajenacin; en la se-

    gunda, se explicita que la experiencia de la amistad nos permite hacerfrente al padecimiento del aislamiento, es decir, se analiza cmo la amis-tad es un horizonte que lleva a recuperar la condicin ontolgica de com-prendernos vinculados, condicin que cada vez ms se desdibuja delmundo tecnificado.

    Palabras clave: aislamiento; soledad; amistad; amor a s mismo; comn

    * Pontificia Universidad Javeriana, Bogot, Colombia. Correo electrnico: [email protected], [email protected] Para citar este artculo: D L, C.A. (2016). La amistad como una experiencia de

    encuentro con los otros. Universitas Philosophica, 33(66), pp. 171-192. ISSN 0120-5323, ISSNen lnea: 2346-2426, doi:10.11144/Javeriana.uph33-66.aeeo

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    enero-junio 2016, Bogot, Colombia ISSN0120-5323

    FRIENDSHIP AS AN EXPERIENCEOF ENCOUNTER WITH OTHERS

    C A D L

    ABSTRACTTis article aims to thematize the experience of isolation that, for Gada-mer, characterizes the way of inhabiting the lifeworld which is determi-ned by technification. We maintain that friendship can face isolationaffecting our historical situation. o develop this argument the article isdivided into two parts: In the first one, we describe the areas where thecondition of isolation and self-alienation is made manifest. In the second,we make clear that the experience of friendship allows us to cope with the

    condition of the isolation, that is, we discuss how friendship is a horizonleading to recover the ontological condition of our linked self-compre-hension, a condition that increasingly blurs with the technological world.

    Keywords: isolation; loneliness; friendship: love of self; common

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    El abandono de los amigos es abandono de la proximidad fundamental

    del otro.

    (Gadamer, 1993, p. 110)

    Solo en la conversacin (y en la risa comn, que es un consenso desbordante sin

    palabras) pueden encontrarse los amigos y crear ese gnero de comunidad

    en la que cada cual es l mismo para el otro porque ambos encuentran al otro

    y se encuentran a s mismos en el otro.

    (Gadamer, 2002a, p. 207)

    E dos asuntos fundamentales que se en-cuentran relacionados: el primero es la experiencia delaislamientoy laautoenaje-nacin que, para Gadamer, caracteriza el habitar del mundo de la vida determinadopor la tecnificacin; el segundo es la amistad, asumida por nosotros como unaexperiencia que posibilita enfrentar el aislamiento. En este sentido, el filsofo deMarburgo seala, en el ensayo titulado El aislamiento como sntoma de autoena-jenacin (1966), que precisamente nuestro momento histrico est afectado porla enfermedad de la autoenajenacin, que es definida como la imposibilidad deacercarse a los otros porque el mundo de la proximidad, del encuentro, devieneextrao para los hombres. As, puede decirse que la autoenajenacin es una ex-presin propia de una enfermedad de la sociedad, quizs tambin una expresinpara el sufrimiento en la soledad (Gadamer, 1993, p. 112). Esta enfermedad semanifiesta en un sntoma: elaislamiento,entendido como una ruptura de proxi-midad, que ocasiona elpadecimiento de la soledad.

    Para nosotros, el asilamiento se muestra en una primera experiencia de pade-cimiento de la soledad: en la experiencia de la separacin con los otros. La frac-tura de los lazos de proximidad es ocasionada porque las prcticas cotidianas enlas que se dan los encuentros de identificacin y solidaridad son desplazadas, porejemplo, por prcticas tendientes a la autosuficiencia, que potencian tan solo lacompetencia laboral y econmica. Laautosuficienciaencubre que nuestra tramadel vivir juntos no est atravesada nicamente por la racionalizacin de las for-mas de produccin, sino por una nota esencial segn cual nuestro ser es funda-

    mentalmente un ser en relacin con otro (Gadamer, 2010, p. 27). El aislamiento

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    ocasiona tambin un segundo padecimiento de la soledad: consiste en que nologramos vincularnos con nosotros mismos, es decir, en estos tiempos de la auto-

    suficiencia, de la aceleracin tecnolgica que nos ensordece y nos impide escu-charnos, es ms difcil ser en la soledad, que nos dona la intimidad necesaria parapensarnos y capturar lo ausente. Cabe advertir, entonces, que una cosa espadecerla soledady otra buscar la soledad (Gadamer, 1993, pp. 110-111).

    As las cosas, sostenemos que, para luchar contra la enfermedad y el sntomaque padecemos en la actual situacin histrica, es preciso volver a la experienciavital de laamistad,que abre el camino para la recuperacin de la vinculatividaddel hombre consigo mismo y con el otro(Gadamer, 2002b, p. 77). Esta experien-cia de la amistad, segn nos lo recuerda la lectura gadameriana de Aristteles, tie-ne en laphilautaque ha sido traducida como amor a s mismo la fuente quelleva a pensar cmo, a travs de estar vinculados con nosotros mismos, es posibleaproximarnos a los otros (Gadamer, 1999, p. 135). La experiencia de la amistadsostenida por el suelo de laphilautanos invita a comprendernos vinculados poruna condicin, si se quiere ontolgica, que cada vez ms se desdibuja del horizon-te del mundo tecnificado. Gadamer se refiere a la desaparicin de laautorrealiza-

    cin junto a los otros. En efecto, si algo aprendemos gracias a la amistad es aconcebirnos como seres finitos que despliegan su existencia al entender que elotro, el amigo, significa mucho para la persona no en razn de la necesidad o lacarencia, sino por el bien de su propia autorrealizacin (Gadamer, 1999, p. 138).

    Para dar desarrollo a lo propuesto, el artculo se divide en dos secciones: enla primera se realiza una muy breve descripcin de cmo el aislamiento y la auto-enajenacin pueden ser captadas en tres experiencias concretas de nuestro mun-do de la vida: a) la configuracin del trabajo tecnificado en el cual el rol se

    hiperboliza, b) la liberacin del consumo como forma de satisfacer el deseo des-medido, y c) la crisis de la juventud expresada en la desconfianza con respecto alos otros. Finalmente, en la segunda seccin se explora cmo en la experiencia dela amistad aflora el sentido de la proximidad, retomando el mbito que se le abrea Gadamer, al abrazar, a travs de Aristteles, la nocin dephilauta.

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    1. El aislamiento como padecimiento de la soledad: sobre

    nuestra situacin histrica

    C la tematizacin de la experiencia del aisla-miento, partamos de la descripcin que Gadamer hace acerca de la misma y que,adems, nos ayuda a no confundirla con la de la bsqueda de la soledad. Anota elfilsofo de Marburgo (1993): El aislamiento es una experiencia de prdida y desoledad, el aislamiento se padece. [] El concepto de autoenajenacin es una ex-presin propia de una enfermedad de la sociedad, o quiz tambin una expresinpara el sufrimiento en la soledad (p. 112). Detengmonos en la afirmacin an-

    terior. El aislamiento es una experiencia de prdida y soledad que genera padeci-miento en aquel que experiencia la ruptura radical con algo o con alguien. Estaforma de interpretar el aislamiento nos conduce a preguntarnos: por qu la au-toenajenacin y el aislamiento no deberan ser confundidas con experiencias ta-les como la bsqueda de la soledad?

    En primer lugar, establezcamos qu caracteriza a la autoenajenacin. Para Ga-damer, la enfermedad de la autoenajenacin es vivenciada como una prdida delos lazos de confianza que nos vinculan al otro y al mundo de la vida. Esta prdidadegenera en un extraamiento creciente con respecto a lo que apareca como unhorizonte de proximidad que permita la identificacin en un suelo comn. Deesta forma, la autoenajenacin debera ser diferenciada, por ejemplo, de la situa-cin que ocurre cuando dos personas se alejan; si bien es cierto que ah se cifra unaforma de extraamiento frente a lo otro, esto no es todava signo de una rupturaradical, en tanto se mantiene cierta confianza en una manera de restablecer lavinculatividad fracturada. En palabras de Gadamer (1993), esto no es todava

    separacin, todava no es ruptura, sino una creciente inquietud sobre un devenirfalso de la proximidad confiada. La confianza no ha desaparecido todava, perohay algo as como una confianza que se desvanece (p. 113). En contraste con loanterior, la autoenajenacin es la ruptura padecida, la imposibilidad de reconsti-tuir horizontes en los que nos encontremos en la apertura para habitar autntica-mente el mundo. Dicho en otras palabras, la autoenajenacin nos impide a loshombres que en las prcticas cotidianas acontezcan los sentidos que llevaban areunirnos con los otros. El mundo deviene extrao porque somos extraos para

    nosotros mismos y para los otros.

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    Ahora ocupmonos de la experiencia del aislamiento. Dice Gadamer (1993)que el aislamiento es una forma de la prdida. Es la aproximacin a otra cosa que

    en ello se pierde. En la experiencia del aislamiento parece haber tambin un su-frimiento de la soledad (p. 110). En el aislamiento se padece la soledad comosntoma de prdida y de abandono. Lo que se pierde es el otro y, con l, el mundodel encuentro; ese mundo del encuentro es la vida cotidiana, en la que los senti-dos, los rituales, los smbolos nos mantienen juntos.

    El mundo de la proximidad se le hace cada vez ms extrao. Sabemos hastaqu punto es propio de la tendencia del aislamiento el que uno no pueda sa-lir de ello y aproximarse a los dems, sino que es embebido por ello. Por eso

    el aislamiento tiene que ver con el devenir extrao del hombre en el mundoy en el mundo humano. (Gadamer, 1993, p. 113)

    Por ejemplo, podramos pensar en experiencias como el saludo con el vecinoque nos abre a los que estn muy cercanos y, sin embargo, annimos. Hoy en dalos del lado son extraos que debemos mantener lejos: no es una casualidad queya no sea de nuestro inters saber quines son nuestros vecinos! ambin la expe-riencia de reunirnos a conversar en la mesa con los amigos o los familiares es una

    vivencia rica en sentido, la mesa es uno de los espacios en los que se hace presentela diferencia en la que reconocemos lo comn1. Empero, sentarnos a comer jun-tos ha perdido valor en nuestras vidas. Finalmente, la experiencia del trabajo, enla que nos vinculamos por un fin en comn: transformar el mundo y servir a losotros, es ahora reducida a la experiencia desoladora de la competencia, en la queel otro ya no es el compaero con el cual se intercambia la palabra, sino conquien se compite para ascender en la cadena de produccin. Al parecer la

    1 Hace poco Josep Maria Esquirol public el libroLa resistencia ntima. Ensayos de una filosofa dela proximidad(2015). All se explora con gran profundidad cmo las prcticas cotidianas, porejemplo, el comer juntos, son experiencias que permiten resistir a la disgregacin, porque reunirseen torno a los alimentos es un ritual de proximidad, de encuentro con el otro y con uno mismo,nuestra vida juntos se renueva en estas prcticas tan simples y a la vez tan llenas de sentido quepermiten el dilogo. En nuestro tiempo, sentarse a la mesa junto a los otros para dialogar ya no esalgo cotidiano, los alimentos se consumen al ritmo que se acelera el tiempo, ya no queda muchotiempo para el ritual del comer. Anota Esquirol (2015): Renovamos la vida juntos y la fruicinde los alimentos la sintetiza la dimensin ms anmica: sentarse alrededor de la mesa y compartirpalabra y gesto. La vida en comn depende del comer juntos, y de ah que todas las imgenes del

    aislamiento que no de soledad tengan algo perturbador. El pan, la sal, la fiesta, el duelo y la paz:de todo esto que se comparte depende la siempre difcil y precaria comunidad del nosotros (p. 8).

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    sentencia de Jaspers an nos inquieta: el aislamiento y la autoenajenacin son laexpresin ms acabada de la era de la responsabilidad annima. Al respecto re-

    cuerda Gadamer (2002b):Karl Jaspers, mi antecesor en la ctedra de Heidelberg, calific ya en el ao1930 nuestra poca de era de la responsabilidad annima. Una califica-cin clarividente donde las haya. Cada da es ms verdad. Es tan terriblemen-te cierta que incluso existen hoy en da clnicas en las que el paciente noconserva su nombre, sino que se los sustituye por un nmero. Y de hecho nose puede por menos de plantearse enteramente en serio la pregunta de cmoes posible salvaguardar y seguir desarrollando, bajo las formas de vida de la

    revolucin industrial y de sus consecuencias, las cosas que realmente sopor-tan la felicidad humana. (p. 77)

    Para el filsofo de Marburgo, la enfermedad de la autoenajenacin se mues-tra y se padece en el aislamiento, esta peculiar forma de vivenciar el padecimien-to de la soledad en la que nos vemos agobiados por la carencia de identificacinque impide la cercana y el encuentro en la esfera de lo comn.

    Con esta forma de interpretar el aislamiento, ahora es el momento adecuadopara detenernos muy brevemente en la descripcin de lo que significa la bs-queda de la soledad. Para Gadamer, en esta experiencia lo buscado no es, comopuede suponerse la soledad, sino quedarse ah junto a algo, tranquilo con respec-to a todo (Gadamer, 1993, p. 111). u significado tiene esta experiencia paranosotros? La bsqueda de la soledad es la experiencia de demorarse en uno mis-mo, de habitar en los sentidos que nutren la existencia; entonces, lo buscado en lasoledad es la posibilidad de estar junto a algo que se anhela, de capturarlo en elrecuerdo. Por ejemplo, el filsofo busca la soledad para escuchar el pensar, para

    poder alcanzar el elemento, la senda por la que debe avanzar su meditar. ambinel hombre que ama busca la soledad, porque desea encontrar el medio ms indica-do para poder fijar su atencin en aquello que desea, se desea capturar lo que estausente (Gadamer, 1993, p. 111). El viejo, por su parte, busca la soledad para en-tregarse a sus recuerdos, es decir, trata de capturar la vida que se apaga, el camino:pinsese en la poca tarda de Rembrant; en la soledad de la mirada que ensom-brecida nos contempla: ya no se ve nada ms, porque ya no espera nada ms, por-que ya no mira hacia adelante, sino que mira en s (Gadamer, 1993, pp. 111-112).

    Indica el filsofo de Marburgo que la soledad del sabio tampoco es correctamente

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    entendida si se asume como abandono. En efecto, la existencia del sabio es un tes-timonio de lo que significa la bsqueda de la soledad. Por ello, dice Gadamer

    (1993): Zarathustra en la poesa de Nietzsche, continuamente busca la soledad.Lo que le hace tan solitario es saber, un saber que lo separa de los otros y que lbusca a travs de toda la historia de su vida solitaria: la mirada en el hundimientode todos los valores precedentes (p. 112). Finalmente, la bsqueda de la soledades expresada en la experiencia cristiana, el creyente en la soledad tiende a la bs-queda del hijo de Dios. Por esta razn, puede decirse que hay soledades incom-parables en su compartir. En realidad, slo quien es capaz de soledad puede estarde veras con los dems (Esquirol, 2015, p. 9).

    En suma, mientras el aislamiento es una experiencia de ruptura con lo otroque causa el sufrimiento de la soledad, en la bsqueda de la soledad lo que se an-hela es estar ms cerca de lo otro, se busca la proximidad con aquello que se escapaa la presencia. Para Gadamer (1993), la soledad es, por tanto, algo completamen-te distinto al aislamiento. El aislamiento es una experiencia de prdida [] la ex-periencia de la renuncia. En la soledad se busca algo (p. 112).

    Es momento de dar un paso adelante. Segn lo dejamos planteado, la auto-

    enajenacin puede ser tematizada de forma ms precisa al atender a lo que sucedeen tres esferas concretas de la vida cotidiana, a saber: en el trabajo tecnificado, enel consumo desmedido y en la crisis de la juventud, siendo esta ltima la que qui-zs ms preocupa al filsofo. Con respecto al trabajo tecnificado, la autoenajena-cin se experiencia en la atomizacin de las funciones que debe cumplir el sujeto.Esta atomizacin se trasluce en la cada vez ms creciente exigencia de hacerseprofesional. El profesional es entendido como parte de un mecanismo que con-forma el engranaje de produccin y circulacin, en el cual solo se tiene una rela-

    cin impersonal con lo otro. En este sentido, el otro es asumido como un rol, rolque puede ser intercambiado, renovado e incluso suprimido si ya no tiene funcio-nalidad. Los hombres y las mujeres nos comprendemos como meros eslabonesautosuficientes en una imparable cadena de tecnificacin: llamamos profesin ala forma en que, en la sociedad actual, la ocupacin se organiza en divisin del tra-bajo y determina la posicin del individuo en ella (Gadamer, 1993, p. 114).

    El profesional no tiene la manera de identificarse con el trabajo en conjunto,est entregado a padecer el aislamiento radical al que es sometido por la forma enque son estructuradas las prcticas de ocupacin laboral en nuestra sociedad; ac

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    el aislamiento explicita con toda su fuerza la enfermedad que padecemos. Enefecto, la autoenajenacin en el trabajo impide que en l se nos abran formas de

    vinculacin con lo general, con el conjunto entero de nuestras vidas y las vidas delos otros. Por ello, Gadamer (1993) afirma:

    Deberamos preguntarnos an en qu se contribuye a la vida de la sociedaden conjunto, con este permanecer-en-una-profesin. Algo me parece cierto:el que la desaparicin de la posibilidad de identificacin con lo general es loque llamamos autoenajenacin del hombre []. El lamento por esta auto-enajenacin del hombre [] en la que cada individuo slo est ocupadocomo una ruedecilla o como un eslabn, sin que [] para su propia concien-

    cia est vinculado a la ocupacin del conjunto. (p. 114)

    Al hiperbolizarse el rol del profesional, se exige que cada hombre y mujer quehace parte del eslabn de produccin sea autosuficiente. En efecto, en estas circuns-tancias el otro no es vital para la comprensin de nosotros mismos, es necesario pormor de la utilidad, es decir, de la capacidad para hacer aisladamente lo que se leha asignado. Cada hombre que no sea competitivo al final ser reemplazado, y lamxima que impera es, entonces, la intercambiabilidad de cada uno. Esto tiene

    por resultado que el otro es asumido en trminos de la utilidad o inutilidad de-pendiendo de si puede ser ms eficaz y eficiente. Seala Gadamer (1993): [l]oque experimentamos aqu es, [] una esclavitud de todos nosotros, y sta es para mla autoenajenacin de la que hay que hablar hoy en da (p. 115). Insistamos en queno es posible que perdamos de vista que cada uno de nosotros es oprimido por estepadecimiento de ser tratado como una pieza ms reemplazable sin problema. A suvez, este mundo de la vida determinado por la autosuficiencia se revela agobiadopor una nueva forma de presin: somos puestos en el lmite de nuestras fuerzas, es

    decir, debemos producir a costa de nuestra vida y de la vida de los otros, pero, tam-bin, somos eliminados porque la tecnificacin nos hace lucir cada vez menos capa-ces de poder competir frente a su mano poderosa e imparable2.

    2 Con respecto al desplazamiento del hombre por la tecnologa, Zoja (2014) asegura: [l]os otroshombres siempre le han sido necesarios, en todo sentido. Hoy, sufuncinpuede ser en gran partereemplazada por mquinas (por ejemplo, la computadora). Pero aquello que no puede ser susti-tuido es la presencia humana: la lejana de los otros causa una privacin que es un verdadero dao

    psquico. El hombre solo encuentra la depresin; y, en un crculo vicioso, el hombre deprimido esun hombre a quien le falta la fuerza y el impulso para ir al encuentro del prjimo (p. 13).

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    La segunda forma de autoenajenacin es la generada por lo que Gadamer de-nomina como la presin del consumo. Es preciso indicar que ningn sujeto puede

    sustraerse a la fuerza masiva que en nuestra vida cotidiana tiene la altsima produc-cin de objetos que deben ser consumidos inmediatamente por alguien: la orga-nizacin de compra y consumo est exigida formalmente por la misma construccinde nuestro sistema econmico (Gadamer, 1993, p. 116). El sujeto inserto en lasprcticas del mercado es un agente que a diario se ve expuesto a la urgencia de sa-tisfacer nuevas necesidades sin las cuales, al parecer, la vida no podra realizarse.Ser hombre en los trminos del mercado consiste en apropiarse y satisfacer estasnecesidades cuando la corriente de los deseos de consumo sincrnicamente gene-rados le arrastran a uno por la puerta de los grandes almacenes (Gadamer, 1993,p. 116). La presin del consumo autoenajena porque somos llevados a ocuparnosde forma extrema de nuestras necesidades individuales. Con esto se pierde de vistala posibilidad de preguntarse por la responsabilidad que tenemos frente a las de-mandas y las necesidades de los otros. As, es posible afirmar que nos encontramostan enfrascados en la satisfaccin de los deseos particulares que es muy difcil quese constituyan lazos de vinculacin que rompan con el aislamiento.

    Agreguemos a lo anterior que la proyeccin del deseo, aunque recae en objetos,tambin opera a travs de los hombres que son hechos objeto. En efecto, la presinpor consumir y satisfacer el lujo y el derroche desmedido no solo tiene que ver conla adquisicin de tecnologa de punta, sino tambin con la construccin del s mis-mo siguiendo modelos artificiales que se proyectan como algo por conquistar.

    Con todo, es posible asegurar, siguiendo a Zoja (2014), que con la proyeccindel modelo humano de consumo se genera la obsesin entre los hombres y mujerespor conquistar algo que no somos, pero que deseamos ser, algo que no podremos

    nunca alcanzar, pero que en la obsesin de la que estamos presos nos empeamospor abrazarlo como si eso fuera la conquista de otro casi sagrado. Nuestra obsesinnos lleva al desprecio de nosotros mismos y de los otros, en tanto no correspondencon el modelo artificial proyectado por el mercado. Esto tiene por resultado quenos condenemos al aislamiento, a la imposibilidad de aproximarnos, por ejemplo,en un sentido de finitud constitutiva que es reemplazada por un instinto de inmor-talidad proyectada en los hombres modelos de consumo.

    As, los hombres y las mujeres arrinconados por la presin del consumo nopueden ver ms que su s mismo puesto en otro ajeno a l; el otro no es el otro

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    de carne y hueso, sino el otro modelo de mercado. Esta presin condena a lalocura narcisista de querer ser como otro que sacia a nuestro yo: yo deseo ser

    modelo de hombre, yo quiero ser como ese otro que es tambin un modelo quereproducir, yo soy todo y quiero ser como el otro para ser un mejor yo. Enton-ces, el pronombre yo se convierte en la frmula favorita no solo de este s mis-mo, sino del mercado que hace de ese yo un nio que deber ser hiperbolizado:La vergenzadel narcisismoque era comn a gran parte de las culturas tradi-cionales se ha desmoronado ante los embates del mercado, que vende lo super-fluo y estimulan la autocomplacencia (Zoja, 2014, p. 10).

    Finalmente, llegamos a la tercera experiencia en la cual se hacen manifiestosel aislamiento y la autoenajenacin: la crisis de la juventud. Es de notar que en laexperiencia del aislamiento por parte de la juventud se puede sentir el eco de lasanteriores dos experiencias en las que hace su aparicin la prdida de proximi-dad. anto para Gadamer, en el artculo titulado: Humanismo y revolucin in-dustrial (2002b, p. 39), como para Zoja, en el texto: La muerte del prjimo(2014, pp. 42-43)3, los jvenes crecen determinados por una marca de agua queconfigura sus forma de comprenderse frente al otro, a saber: la desconfianza. La

    desconfianza de los jvenes con respecto a lo otro se deja ver en tres esferas con-cretas: a) imposibilidad de confiar en la tradicin; b) desconfianza frente a lasrelaciones de trabajo, y c) desconfianza frente a su otro concreto.

    Detengmonos en la primera esfera, la desconfianza frente a la tradicin. Lajuventud se siente poco identificada con el suelo nutricio de la tradicin. Estanada les dice, dado que los valores que aquella exalta y profesa no se muestran fia-bles, por lo que los jvenes echan mano de lo ocurrido en las guerras y en los cons-tantes brotes de violencia para asegurar que la tradicin est en decaimiento:

    nuestra juventud se siente pesimista recurriendo al expediente de buscar sus cau-sas en las desgracias del siglo, en los fracasos de las generaciones anteriores

    3 Aunque, como puede verse, esta forma de caracterizar las experiencias en que el aislamiento dejaor su voz se ha realizado siguiendo a Gadamer, es importante anotar que tanto Gadamer (1966-1999) como Zoja, ms recientemente (2014), coinciden en que quizs la prdida de proximidades experienciada con toda su violencia en un sujeto en particular, los jvenes. Zoja (2014, p. 43)realiza unas descripciones de gran relevancia para hacer visible que los jvenes crecen agobiados

    por el aislamiento, impuesto no solo por la tecnologa, sino tambin por la imposibilidad que estossienten de poder identificarse con la tradicin.

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    (Gadamer, 2002b, p. 41), lo cual tiene por consecuencia que las nuevas generacio-nes padezcan la soledad al no poder identificarse ni con sus otros ms cercanos,

    por ejemplo, la familia, ni con smbolos dados por el Estado o cualquier otra ins-titucin. Fijmonos en lo que ocurre en el sistema escolar de nuestras sociedades.

    Los jvenes se sienten imposibilitados de acercarse a lo otro y en esa imposi-bilidad se refugian en la tecnologa y en el mercado que les proyecta modelos arti-ficiales, los valores presentados por estos alimentan el narcisismo y el desprecio porprcticas cotidianas en las que el s mismo y el otro se aproximan; por ejemplo,tomar un caf es reemplazado por largas horas navegando en Internet, que prof-ticamente aparece como un medio para aproximarnos a los otros. Sin embargo, loque ocurre es algo distinto: si basta un botn para acercarnos al otro, lo que enverdad pasa es que nos retira a una inalcanzable lejana (Gadamer, 2002b, p. 47).El rostro de carne y hueso es suplantado por el hombre sin rostro de la realidadcreada por el medio virtual, pero tambin el rostro finito, marcado por las huellasde la vida, es eliminado por el mercado que, a travs del mundo virtual, propaga elideal de perfeccin del sujeto modelo, algo inalcanzable, pero que se muestracomo el nico valor por el cual debe darse la vida. En suma, la tradicin ya no le

    dice nada a esta nueva generacin, su voz se ha silenciado y en su lugar aparece lafuerza de la creciente tecnologizacin que ha degenerado en aislamiento. Al res-pecto, afirma Zoja (2014): estn ausentes de la vida, pero tal vez su renunciasea,en el origen, una bsqueda de algo que est ausente en la sociedad (p. 43).

    Acerca a la desconfianza de los jvenes frente al sistema laboral, lo que puedeobservarse es que la creciente burocratizacin y exigencias de tecnificacin recla-man a las nuevas generaciones dar mayor rendimiento y aprender a ganar habili-dades para lograr moverse con solvencia y afrontar los retos que el mercado

    laboral exige. En efecto, las exigencias realizadas son cada vez ms altas, tan altasque parecen inalcanzables y cuando se supone son concretadas por alguien, in-mediatamente el mercado laboral impone un nuevo reto, los jvenes se quedansin aliento ante la insoportable presin que sobre ellos recae.

    Al individuo que trata de abrirse un camino se le niega una y otra vez esaconfirmacin directa que busca su propia autoconciencia an no acreditada:el derecho a ser joven, a no saber todava si las fuerzas estarn a la altura de loque la vida le va a exigir a uno. [] Nuestra juventud [] tiene que

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    acreditarse dentro de un sistema social y de produccin cada vez ms funcio-nal y burocratizado. (Gadamer, 2002b, p. 41)4

    No hay que olvidar, adems, que el mercado laboral impulsa el valor del in-dividualismo, de la desconfianza frente al otro que es una competencia y puedearrebatarnos el cargo por el que todos posiblemente daramos la vida. odoello, anudado con lo expuesto anteriormente, permite afirmar que los jvenes seencuentran aislados, padeciendo la soledad que les impone el mundo; el otro esotro que encarna el espritu de lo que se debe alejar, el otro no es digno deconfianza, el otro es un nmero que se debe desechar para escalar.

    Finalmente, los jvenes experiencian el aislamiento, el padecer la soledad antela prdida de proximidad cuando al alzar la mirada encuentra que el otro, el amigoya no est: el abandono de los amigos es abandono de la proximidad fundamen-tal del otro (Gadamer, 1993, p. 110). Esta es la experiencia humana concreta quea las nuevas generaciones se les hace ms difcil de entender, en un mundo en elque Internet habla de conectarse con cientos de amigos en lnea, amigos de losque escasamente se conoce el nombre y cuyo rostro es una fotografa de la que notenemos certeza respecto a su realidad, su forma o su vida5. Amigos que disparan

    multitud de palabras en el muro virtual, lamentndose porque nadie los escucha;y gritan, reclaman proximidad, pero esa proximidad sigue siendo imposible por-que prefieren la pantalla al rostro, amigos por todos los lugares del mundo,

    4 Gadamer de logr demostrar que una manifestacin de la enfermedad de nuestras sociedades es elfenmeno de lapresin del rendimiento, el cual conduce al aislamiento: Har unos diez aos quecoincid por primera vez en las calles de Colonia con un reportero que estaba hablando a la gente, yme acerqu a escuchar. Les preguntaba si no les agobiaba la presin de rendimiento bajo la que

    se encontraban. []Para m tena algo de abrumador que el rendimiento se considerase como algoajeno (Gadamer, 2002b, p. 48). Ms recientemente, han ha pretendido mostrar, no muy lejos deGadamer, cmo se instaura contemporneamente en nuestras sociedades el fenmeno que caracte-riza a nuestros sistemas laborales y de produccin: La sociedad del rendimientose caracteriza porel verbo modal positivopoder sin lmites. [] Los proyectos, las iniciativas y la motivacin reem-plazan la prohibicin, el mandato y la ley. []La sociedad de rendimiento [] produce depresivosy fracasados (Han, 2012, pp. 26- 27).

    5 EnLa sociedad de la transparencia se resalta que el rostro humano con su valor cultural hacetiempo que ha desaparecido de la fotografa. La poca de Facebook y Photoshop hace del rostrohumano una faz que se disuelve por entero en su valor de exposicin. Lafaz (face) es el rostroexpuesto sin aura de la mirada. Es la forma de la mercanca del rostro humano. La faz como

    superficie es ms transparente que aquel rostro o cara que, para Emmanuel Lvinas, constituye unlugar sealado en el que irrumpe la trascendencia del otro (Han, 2013, p. 27).

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    aunque al final nadie est. u extraa forma de relacionarnos, en la que en lavida concreta, en la cotidianidad, el otro encarna aquello de lo que radicalmente

    debo alejarme, desconfiar, huir! Sin embargo, en la red aparece un aire de confian-za tan turbio que no puede diferenciarse a nadie ni a nada; en la red se expresa elpadecimiento de la soledad por el abandono en el que estamos.

    2. Amistad y philauta: hacia el encuentro con nosotros mismos y el otro

    A que afectan a nuestra situacin histri-ca, Gadamer nos invita a entregarnos al dilogo con nosotros mismos y con elotro6. En un primer momento, el otro es la tradicin griega a la cual podemospreguntarle con el fin de descubrir la apertura a una posibilidad de comprender-nos a nosotros mismos siguiendo la voz de un amigo-compaero de dilogo. Lepreguntamos a la tradicin no con el nimo de encontrar en ella la ilusin de unatierra prometida a la que debemos regresar. Por el contrario, el filsofo de Mar-burgo sabe que ese otro quizs pueda aportarnos sentidos que nos permitan vis-lumbrar una especie de alivio a la enfermedad y al sntoma que nos aquejan.

    Podemos decir con Gadamer (2001b), en suma, que a pesar de todo, considerarla oferta del pensamiento griego no me parece que equivalga a una vuelta romn-tica al pasado, sino un acordarse de lo existente (p. 184).

    De esta forma, al preguntarle en particular a Aristteles por cmo l se enten-di a s mismo vinculado por un suelo comn, una morada okos en la que loshombres experimentaban la cercana, lo propio, pero a su vez lo diferente comouna condicin de la trama del vivir juntos (Gadamer, 1999, 137), nos recuerdaque para el pueblo griego la vida era pensada fundamentalmente orientada por el

    sentido de acogernos en la condicin ontolgica que nos recuerda que nuestroser es fundamentalmente un ser en relacin con otro (Gadamer, 2010, p. 27),sentido que para nosotros es difuso a causa de la experiencia del aislamiento.

    Al preguntarle a Aristteles nos cuestionamos a nosotros mismos y nos ex-ponemos a uno de los riesgosfundamentales de todo dilogo, de toda experiencia

    6 Nuestra tarea es, entonces, comprender el esfuerzo de dilogo como la labor hermenutica

    [] al evento comunicativo que no es la repeticin de algo pasado sino de compartir el sig-nificado en el presente (Risser, 1996, p. 394).

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    autntica de cercana con el otro. Siguiendo a Caputo (2002), podemos llamar aeste riesgo como el riesgo de comprensin hermenutica (p. 513). Recordemos

    que para el autor de Verdad y mtodoel dilogo con el otro tradicin, el otro tex-to, el otro obra de arte y, fundamentalmente, el otro de carne y hueso suponeque, al escuchar al compaero de conversacin, nuestra poca se expone al riesgode ser co-modificada en su ser mismo. Pero debemos advertir que no hay posibi-lidad de escucha si no estamos dispuestos a arriesgarnos a permitir que la voz delotro nos oriente; para esto sera necesario poner en juego nuestros prejuicios, esdecir, exponemos con el nimo de dejar venir esa palabra que le susurra al odo denuestra poca7.

    Debemos entregarnos a la experiencia de saber de nosotros mismos gracias alotro: por eso el preguntar es ms un padecer que un hacer, la pregunta se impo-ne; llega un momento en que ya no se la puede seguir eludiendo ni permaneceren la opinin acostumbrada (Gadamer, 2001a, p. 444). A la experiencia de di-logo, que ahora desearamos comenzar, le es necesario como condicin un odoque Caputo denomina, siguiendo a Gadamer, un odo circuncidado (Capu-to, 2002, p. 514). Este odo est abierto a la voz del otro y dispuesto a exponerse

    a eso otro, dispuesto a salir de s mismo para que lo otro le indique un horizonte;podemos decir que nuestra poca requiere de un espritu hermenutico de laamistad (Caputo, 2002, p. 514) que lo vincule consigo mismo y con el otro.

    Acogiendo este horizonte, para Gadamer, la amistad descrita a fondo porAristteles nos permite pensar en torno a dos sentidos que nos ayudan a compren-der qu nos puede decir a nosotros la experiencia griega de que nuestro ser es fun-damentalmente un ser en relacin con otro. El primer sentido es el que acontecede la expresinphilauta entendida como amor a s mismo. El segundo sentido,

    que nos hereda el meditar griego, es la idea deautorealizacinde nosotros mismos

    7 Como hemos dicho en otro lugar, el esfuerzo de poner en juego los prejuicios es una evalua-cin de las precomprensiones que se ponen en movimiento al instante de vincularse con laalteridad. Por supuesto, este ponerse en juego no es la verificacin de un juicio, la absolu-tizacin de la verdad de la que se cree estar en posesin. La apertura implica que se reconocela finitud de la visin que se tiene sobre el otro. [] Si todo prejuicio es finito y rompe laaspiracin de unidad, entonces es en el estar vinculados con el otro, orientado-al-otro que esta

    fractura se nos puede dar como la posibilidad de la comprensin (Delgado, 2011, p 205) y,ver tambin (Delgado, 2012, pp. 25-30).

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    en tanto finitos y vinculados al otro. Finalmente, estos dos sentidos son recogidospor el Estagirita en la palabraphila-amistad, que Gadamer interpreta como el ho-

    rizonte de lo comn entre el s mismo y el otro (Gadamer, 2002b, p. 80).Detengmonos, por un momento, en una breve comprensin de la expre-

    sinphilauta. Esta expresin le permite a Gadamer pensar dos asuntos: el pri-mero es cmo, por ejemplo, para Aristteles en la tica a Nicmaco (1168b)laidea de constituir las relaciones entre los hombres est atravesada por el presu-puesto de que nadie puede ser amigo si no es capaz de ser primero amigo de smismo, sino que el alma del amigo debe estar en armona para poder acoger a losotros. Esta idea obliga a Gadamer a preguntarse: cmo la philautapuede seruna condicin de la amistad? Para responder esta cuestin, el autor de Verdad ymtodo recuerda que el amor a s mismo no debe ser entendido siguiendo el pa-trn comn, es decir, como sinnimo de egosmo.

    Hay en griego una palabra que ahora podr parecer chocante, y que se lo pa-reca sin duda a los griegos, aunque no formulasen mayores interrogantes alrespecto: laphilauta, el amor a s mismo. Pues bien, de eso se trata, dehallar en el amor a s mismo el verdadero fundamento y condicin de cual-quier tipo de vinculacin con otros y vinculatividad para uno mismo. (Gad-amer, 2002b, p. 82)

    As, para Aristteles en la tica Nicmaco,philauta no mienta la experienciadel hombre que solo piensa en s mismo y se lanza a la satisfaccin de sus deseos,queriendo con ello dejar de lado a los otros y a los bienes que en realidad son apre-ciados por aquel que est orientado por el bien. Philauta muestra el sentido, laexperiencia del hombre que, amando el bien, queriendo para s lo mejor, es capazde amar al otro en sus fines. El hombre egosta no puede amarse a s mismo por-

    que se encuentra agobiado por sus deseos y es tiranizado por ellos; el egosta noest en armona porque le presta atencin solo a la parte concupiscible de su alma,dejando de lado a la razn que anhela la mayor de las riquezas. Por el contrario,insistamos, el hombre virtuoso en su accin abraza el bien y eso le permite abrazara los otros, quererlos en sus fines en tanto l ama los suyos, l ama lo mejor de s ydel otro: el hombre bueno debe ser amante de s mismo (porque se ayudar a smismo haciendo lo que es noble y ser til a los dems), pero el malo no debe ser-lo, porque, siguiendo sus malas pasiones, se perjudicar tanto a s mismo como al

    prjimo (Et. Nic., 1169a).

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    Al aclarar el sentido de la expresinphilauta, Gadamer considera que, fren-te al padecimiento de la soledad causado por el aislamiento, la experiencia griega

    de la amistad nos invita a recordar que nosotros debemos ser para cada uno nues-tra morada, en la cual el otro tiene cabida, se le deja venir porque en el otro seabre la posibilidad de saber de nosotros mismos, de lo sorprendente, de lo ines-perado, aprehendemos de aquello que nos vincula, fines compartidos que todosdeseamos abrazar en nuestra experiencia cotidiana. Ser amigos de nosotros mis-mos supone que me reconozco en mi diferencia, en mis posibilidades y lmites y,a su vez, que soy capaz de ver en el otro una morada okos, una posibilidad, enque la diferencia nos permite pensar lo comn: este trmino [okos] sigue llevan-do consigo, como una connotacin familiar a todos, aquello que constituye elsentirse en casa donde todo le es familiar a uno (Gadamer, 2002b, p. 80). Alo anterior vale la pena agregar que Gadamer llama a esto casa u hogar, recu-rriendo al trmino griego oikeion. Aunque nosotros generalmente asociamoseste trmino a la economa, Gadamer seala que esto tambin puede connotar laamistad. l trata al oikeioncomo un aspecto misterioso de la amistad, una cone-xin sobre la cual nosotros no podemos hablar porque es algo escondido y as

    difcil de tenerlo a la vista (Walhof, 2006, p.577).Recordemos que en la descripcin sobre las tres experiencias del aislamientoen las que se muestra la enfermedad de la autoenajenacin, lo que se puede viven-ciar es que nos vemos abocados a no poder reconstituir lazos de vinculacin conel otro ni con nosotros mismos: en el trabajo tecnificado prima la profesionaliza-cin, que nos impide un encuentro con lo general; en la presin del mercado ago-bia una forma de encerramiento sobre la necesidad particular; en la crisis de losjvenes estos son acosados por la desconfianza frente a un mundo cada vez ms

    burocratizado, que va en detrimento de prcticas concretas de vinculacin.Es por esta razn que Gadamer regresa al sentido de laphilautapara recor-

    dar a modo de orientacin que es necesario pensar que la vinculacin con nues-tro mundo compartido requiere del amor a s mismo, el cual nos permite ver enel otro lo comn, lo cercano y, a su vez, en lo diferente lo comn8, sentidos que

    8 En el artculo titulado Entre el extraamiento y lo comn. En torno a la nocin de amistad desde

    la hermenutica de Gadamer(2013) se explora lo que es posible denominarse los modos de re-lacin que caracterizan a la amistad, a saber: lo comny el extraamiento. En efecto, en el artculo

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    no deberan ser olvidados en aras de conquistar prcticas en donde prima la indi-vidualidad extrema y el deseo de superioridad frente a lo otro en formas de auto-

    suficiencia. En suma, laphilautanos hace entender que somos responsables denosotros mismos y del otro, que vivencias concretas como el trabajo, las relacio-nes amorosas, las vinculaciones entre colegas, entre otras, presuponen la amistadcon uno mismo, esta forma de acogerse y ser acogido por el otro:

    [Philauta] quiere decir que uno tiene que poder ponerse siempre de acuer-do consigo mismo. ue uno tiene que estar primero de acuerdo consigomismo, si quiere ser tambin un amigo para el otro, o un simple amante, o unsimple amigo de negocios o colega profesional. El que no es capaz de estar de

    acuerdo consigo mismo ser sentido siempre como un obstculo y comoalgo ajeno a la convivencia entre la gente. (Gadamer, 2002b, pp. 82-83)

    Con todo, es necesario preguntar ahora: qu es lo que reconozco en la ex-periencia de la amistad? Este es el segundo sentido que debe ser comprendido.Para el autor de Verdad y mtodo, Aristteles ve que en la experiencia de la amis-tad se hace posible asir en el logos el imperativo del Orculo de Delfos: concetea ti mismo. No obstante: qu nos dice a nosotros en nuestra situacin histrica

    este imperativo? En contraste con la sociedad dominada por el deseo de autosu-ficiencia, que se opone a laautorealizacinde nuestro ser finito que ve en el otrouna posibilidad de acogimiento de nosotros mismos en nuestros lmites, el co-ncete a ti mismo nos hace un llamado a reconocernos como hombres de carney hueso, con limitaciones y posibilidades, nos llama a saber de nosotros en nues-tra fragilidad:

    mencionado se indica que los textos tardos del filsofo de Marburgo se concentran en explorarcmo la amistad es un suelo de lo comn. Gadamer observa que nuestras sociedades carecen deformas de vinculacin que permitan una experiencia de vida en comunidad, resquebrajada por-que no se hace de lo compartido el suelo de las diferencias. No obstante, se indica en el artculoque aunque Gadamer insiste en la importancia del horizonte de lo comn, ello no significa que elfilsofo no deje las pistas para pensar cmo es que en lo comn tiene su morada la diferencia y elextraamiento, modos de relacin que permiten que nos acojamos constituidos en nuestro ser porel otro: La experiencia de la amistad debe contemplar este horizonte que deja ver la radicalidad delotro: as como se puede estar dispuesto a dejar valer la alteridad en sus pretensiones, aparece a su vezla tensin de un punto de vista contrario que puede entrar a negar la posibilidad del acuerdo. []

    La experiencia de la amistad en lo comn implica que este suelo est constantemente en fractura,para dar paso a otro modo de ser con la alteridad (Delgado, 2013, p. 10).

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    De cualquier manera, esto pertenece a la consciencia ms profunda de un serhumano que l necesita para saber sobre s mismo, que l no es un dios. Re-

    cordemos esto fue el punto del imperativo del orculo de Delfos. CuandoAristteles apela a esto aqu, l se propone esto, simplemente, en el sentidoprctico de alguien que sigue esta admonicin estar abierto a las relacionescon otros. (Gadamer, 1999, p. 137)9

    Gadamer recuerda cmo Aristteles evidenciaba que, en comparacin de losdioses que, en tanto perfectos, no necesitan de amigos, el hombre determinadopor su ser finito necesita del otro, no a la manera de complemento; por el contra-rio, es con el otro en tanto que es carente y se coge en su carencia y es capaz de amar

    la carencia del otro que la vida puede ser abrazada en su riqueza y posibilidad, esdecir, laautorealizacin es junto a los otros10. De esta forma, reconocer que nuestrafinitud nos abre a la diferencia y a lo comn es el sentido de la amistad que no po-demos olvidar, este es el segundo sentido que la tradicin griega nos hereda paraque enfrentemos el aislamiento. En palabras de Gadamer (2002b): Conoce queeres solo un hombre, no el producto de una providencia divina, ni el ungido poralgn carisma especial, ni nadie a quien se le garanticen, ms ac y ms all de to-das las vinculaciones humanas, privilegios, victoria, y xito. Nada de eso (p. 84).

    De esta manera, en la amistad se reconocen nuestros lmites y posibilidades,nos reconocemos carentes y frgiles, reconocemos que el otro es una posibilidadque se nos abre cuando estamos vinculados con nosotros mismos. La amistad es,por ello, una experiencia que recoge quizs lo ms querido por la herencia aristo-tlica: que la trama de la vida compartida se constituye en las tensiones dadas entrelo comn y lo diferente, que al aprehender esta indicacin es posible que se d la

    9 Carlos B. Gutirrez (2010) siguiendo a Gadamer, afirma: Aristteles invoca tambin el argumen-to, antimoderno podramos decir, de que lo esencial del amigo consiste en que uno ms fcilmentepuede conocer a otro que conocerse a s mismo. Sabemos bien cun fcilmente nos engaamossobre nosotros mismos y cun inacabable resulta la tarea de auto-conocernos. La lectura que hizoGadamer de este paso despliega muy bien la riqueza de la participacin. Conocerse a s mismo enel espejo que es el amigo apunta a lo comn entre el uno y el otro hacia lo bueno (p. 263).

    10 En este sentido, podemos indicar que, Gadamer asocia la amistad con el incremento de nues-tras habilidades prcticas, considera que necesitamos amigos, precisamente, por nuestra finitud.Elucida este punto a partir precisamente de la distincin que encuentra en la discusin sobre laamistad en Aristteles, entre la autosuficiencia (autarkeia) y el amor por s mismo (philauta). Se-

    gn Gadamer, Aristteles niega la idea de que los seres humanos son capaces de cualquier tipo deautoposesin que los absuelva de la necesidad de tener amigos (George, 2010, p. 308).

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    vinculacin en vivencias cotidianas cada vez ms abiertas al otro muy cercano y alotro distante; es to es, que tambin en el otro y en lo diferente puede realizarse

    una especie de encuentro consigo mismo. Con todo nunca se ha hecho ms nece-sario aprehender a reconocer en el otro y la diferencia lo comn (Gadamer,2001b, p. 186). La amistad es una experiencia, una de las experiencias en las quedebemos aprender el gesto de la hospitalidad con la finitud que somos, la amistades apertura a uno mismo y a lo otro.

    Evidentemente es amistad lo que aade Aristteles: reconocerse en el otro yque el otro se reconozca en uno. Pero no solo en el sentido de as es ese,sino tambin en el de concedernos recprocamente el ser diferentes, ms an

    en palabras de Droysen: as tienes que ser, pues as es como te quiero.Esto es la verdadera amistad, Aristteles la llama amistad de laaret. (Gada-mer, 2002b, p. 84)11

    En conclusin, siguiendo a Gadamer, se nos abre el horizonte para entenderque en la experiencia de la amistad aflora una posibilidad para aliviar de algunaforma el padecimiento que nos aqueja, la amistad pensada junto a los griegos nospuede conducir a explorar alternativas frente a las prcticas dominadas por la

    instrumentalizacin creciente de nuestro mundo de la vida determinado por latecnificacin. Hoy se nos hace ms urgente pensar juntos lo que la tradicin nosha heredado, pues quizs en ella podamos descubrir nuevas constelaciones desentido que nos permitan continuar el dilogo infinito que somos, comprenderfinalmente que en la experiencia de la amistad el s mismo y el otro descubrenque solo un amigo puede aconsejar a otro, o dicho de otro modo, solo un conse-jo amistoso puede tener sentido para el aconsejado. ambin aqu se hace claroque el hombre comprensivo no sabe ni juzga desde una situacin externa y no

    afectada, sino desde una pertenencia especfica que le une al otro, de manera quees afectado por l y piensa con l (Gadamer, 2001a, p. 395).

    11 Siguiendo lo anterior sealemos que los amigos no son los mismos, no buscan rehacer al otroen su propia imagen. Ms bien ellos reconocen y aprecian la distincin de ese otro con uno. []

    La amistad, entonces, involucra obligaciones y un respeto por la diferencia que conduce al auto-conocimiento y una adhesin al ser (Warnke, 2012, p. 9).

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