Análisis Crítico del Discurso, Introducción Genereal NORMAN FAIRCLOUGH

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Fairclough,

Norman.

1995.

General

introduction.

En

Critical

discourse analysis. The critical study of language. London and New York: Longman, pp. 1-20.

Traduccin y adaptacin de Federico Navarro para la ctedra de Lingstica General (Dr. Martn Menndez). Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires (Argentina). [email protected]

Esta

traduccin

se

public

en

discurso.wordpress.com

con

autorizacin de Norman Fairclough.

Introduccin GeneralEste libro es una coleccin de artculos sobre anlisis crtico del discurso escritos entre 1983 y 1992, y (con excepcin de los artculos 5, 8 y 10, los cuales no han sido publicados previamente) aparecidos entre 1985 y 1993 (ver Agradecimientos para los detalles de publicacin)i. He agrupado estos diez artculos en cuatro secciones que corresponden a los principales intereses de mi trabajo durante este perodo: Lenguaje, ideologa y poder; Discurso y cambio sociocultural; Anlisis textual en la investigacin social; y Conciencia crtica del lenguaje. Aunque este agrupamiento refleja una diversidad de intereses, hay importantes coincidencias

temticas entre las secciones y los artculos, todos orientados hacia un nico objetivo general: el desarrollo de modos de analizar el

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lenguaje que den cuenta de su participacin en el funcionamiento de la sociedad capitalista contempornea. Cada seccin posee una introduccin que resume los artculos e identifica los temas destacados. Sin embargo, comenzar esta introduccin general con una caracterizacin amplia de los intereses de las cuatro secciones. Esto nos proveer de una base para lo que ser el ncleo principal de esta introduccin: la identificacin de una serie de tpicos y problemas que estn, segn creo, en la agenda actual del anlisis crtico del discurso. Los tres artculos de la primera seccin (Lenguaje, ideologa y poder) reflejan mis primeros intereses (aproximadamente entre 1983 y 1987) relacionados con el desarrollo de un marco analtico es decir, de una teora y de un mtodo para el estudio del lenguaje en su relacin con el poder y la ideologa. Este marco es entendido como un recurso para la gente que lucha en contra de la dominacin y la opresin en su forma lingstica. Llamar a este marco anlisis crtico del discurso; ste opera, en sus diversas manifestaciones, tanto a lo largo del libro como en otras publicaciones (Fairclough 1989, 1992a, 1992b, en prensa). El Poder es entendido, por un lado, en trminos de asimetras entre los participantes de los eventos discursivos, y, por el otro, en tanto desigual capacidad de controlar cmo los textos son producidos, distribuidos y consumidos (y, en consecuencia, desigualdad en la forma de estos textos) en contextos socioculturales particulares. Un conjunto de propiedades textuales es entendido como potencialmente ideolgico, incluyendo aspectos

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del lxico y de las metforas, la gramtica, las presuposiciones e implicaturas, las convenciones de la cortesa, los sistemas de intercambio conversacional (en los turnos de habla), la estructura genrica, y el estilo. El primer artculo enfatiza la importancia ideolgica de los supuestos (presuposiciones) implcitos o dados por hecho, de los cuales depende la organizacin y la coherencia textuales. El poder de controlar el discurso es visto como el poder de sustentar prcticas discursivas particulares, asociadas a posturas ideolgicas particulares, en un lugar de dominancia sobre otras prcticas alternativas (incluidas las que se oponen a aquellas). La segunda seccin (Discurso y cambio sociocultural) tambin incluye cuatro artculos, los cuales fueron escritos entre 1989 y 1992. El objeto de esta seccin es la integracin del anlisis del discurso y del anlisis social del cambio sociocultural, desarrollando la tematizacin del cambio, aspecto ya abordado por el artculo 3 de la Seccin A. El rol del discurso dentro de la sociedad y la cultura es entendido como histricamente variable, y propongo all que en la sociedad moderna y contempornea (tarda) el discurso adquiere un rol esencial en la reproduccin y en el cambio sociocultural. En esta seccin el ACD se consolida como un marco de tres dimensiones cuyo objetivo es proyectar tres formas separadas de anlisis unas sobre otras: anlisis (oral o escrito) de textos verbales, anlisis de prcticas discursivas (los procesos de produccin, distribucin y consumo de textos), y el anlisis de eventos discursivos en tanto instancias de prcticas socioculturales. Una

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caracterstica de este marco es que combina una teora bajtiniana del gnero (en el anlisis de prcticas discursivas) y una teora gramsciana de la hegemona (en el anlisis de prcticas

socioculturales). La primer teora se centra en la productividad y creatividad de las prcticas discursivas y su realizacin en textos heterogneos en su forma y significado, heterogeneidad que emana de su intertextualidad; los textos se constituyen a partir de otros textos ya producidos y de tipos textuales potencialmente diversos (gneros y discursos). La segunda teora enfatiza, por un lado, cmo las relaciones de poder restringen y controlan la productividad y la creatividad en las prcticas discursivas, y, por el otro, cmo una configuracin particular de prcticas discursivas relativamente estables (orden del discurso) constituye un dominio hegemnico. El cambio es tratado en trminos de la proyeccin unas sobre otras de prcticas socioculturales cambiantes e inestables (e.g. cuando nuevos dominios se hallan en proceso de ser marketizados), de prcticas discursivas complejas y creativas que implican nuevas combinaciones de gneros y discursos, y de textos heterogneos en su forma y significado. La heterogeneidad de los textos es un indicador sensible de las contradicciones socioculturales, y un preciso barmetro de su evolucin. Un aspecto destacado es lo que llamo la tecnologizacin del discurso intervenciones calculadas para el desplazamiento de prcticas discursivas como parte de la ingeniera del cambio social.

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Las secciones tercera y cuarta son ms breves que las dos primeras, y contienen uno y dos artculos respectivamente. El artculo de la Seccin C (Anlisis textual en la investigacin social) se dirige principalmente a los analistas del discurso situados fuera del estudio del lenguaje, y es una argumentacin a favor de la inclusin de una porcin sustancial de anlisis textual dentro del anlisis del discurso en tanto mtodo de investigacin social en varias disciplinas. Al igual que el anlisis lingstico, el anlisis textual incluye el anlisis intertextual de cmo los gneros y discursos disponibles son tomados y combinados en textos. La Seccin D (Conciencia crtica del lenguaje) trata sobre las aplicaciones educativas, en programas para estimular una

conciencia crtica del lenguaje, del trabajo crtico en el plano del anlisis discursivo y de los estudios sobre el lenguaje en general. Estos programas son, por un lado, soporte del grueso del trabajo de toma de conciencia lingstica llevado a cabo en escuelas en aos recientes (Hawkins 1984, NCLE 1985, DES 1988, DES 1989), aunque son tambin, por otro lado, programas crticos de la visin sobre el lenguaje y la educacin del lenguaje construida dentro de ese trabajo. En particular, los artculos de esta seccin incluyen una detallada crtica del concepto de adecuacin [appropriateness] que proporciona una base a las teoras sobre variacin lingstica que son mayora en la educacin del lenguaje, y bosquejan una concepcin del aprendizaje que acenta la integracin de la conciencia crtica del lenguaje tanto con las experiencias lingsticas

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previas como con el desarrollo de las capacidades de los estudiantes, individual y colectivamente, para participar no slo en prcticas lingsticas convencionales sino tambin en prcticas lingsticas innovadoras y no convencionales. Otro aspecto tratado es la posibilidad y el peligro de que en el marco de sus aplicaciones educativas el ACD desve parcialmente su foco de la crtica al involucramiento en la produccin de prcticas alternativas. La discusin de temas y problemas del anlisis crtico del discurso que ocupa el resto de esta introduccin se halla organizada siguiendo las tres dimensiones del marco analtico bosquejado ms arriba: texto, prcticas discursivas, y prcticas socioculturales. Tratar sucesivamente aspectos relacionados con texto y lenguaje, gnero y rdenes del discurso, y sociedad y cultura. Parte de mi propsito ser sealar y sumarme a las controversias nacidas a partir de la propuesta del anlisis crtico del discurso, a las diferencias existentes entre los analistas crticos del discurso y los investigadores pertenecientes a otros campos adyacentes, y a las diferencias existentes entre los propios analistas crticos del discurso. Tambin identificar algunas limitaciones de los trabajos presentados en este libro, e indicar directrices para el futuro.

Texto y lenguaje El texto es tradicionalmente entendido como un fragmento de lenguaje escrito una obra completa como un poema o una

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novela, o una parte relativamente delimitada de una obra como un captulo. Existe una concepcin bastante ms amplia, comnmente aceptada dentro del anlisis del discurso, segn la cual un texto puede ser tanto discurso escrito como hablado, de forma tal que, por ejemplo, las palabras usadas en una conversacin (o en su trascripcin por escrito) constituyan un texto. En el anlisis cultural, por lo contrario, los textos no necesitan ser lingsticos en lo absoluto; cualquier artefacto cultural una pintura, una edificacin, una obra musical puede ser considerado texto. Esta visin del texto tiene sus peligros; la misma puede oscurecer distinciones de importancia entre diferentes tipos de artefactos culturales, y hacer del concepto de texto algo bastante opaco a costa de ampliarlo demasiado. Sin embargo, considero necesario avanzar en el sentido de esta concepcin ms de lo que lo he hecho en estos artculos, donde el texto es principalmente entendido como lenguaje escrito o hablado. Un motivo poderoso para hacerlo es que en la sociedad contempornea los textos son cada vez ms multi-semiticos; los textos cuya forma semitica principal es lingstica combinan al lenguaje ms y ms con otras formas semiticas. La televisin es el ejemplo ms obvio, combinando lenguaje con imgenes visuales, msica y efectos de sonido. Pero incluso los textos escritos (impresos) se estn tornando cada vez ms textos multi-semiticos, no slo porque incorporan fotografas y diagramas, sino tambin porque el diseo grfico de la pgina se est volviendo un factor cada vez ms destacado en la evaluacin de los textos escritos.

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Podemos entonces continuar entendiendo al texto como un artefacto cultural principalmente lingstico, pero tambin desarrollar formas de analizar otras formas semiticas que cohabitan con el lenguaje y, sobre todo, analizar cmo diferentes formas semiticas

interaccionan en el texto multi-semitico. Esto representa un reto para el anlisis crtico del discurso, reto que ya est siendo asumido en el desarrollo de una semitica social (Hodge y Kress 1988, Kress y van Leeuwen 1990). Otro desafo es convencer al creciente nmero de analistas del discurso cuya base disciplinaria se halla fuera de la lingstica o de los estudios del lenguaje de que el anlisis textual debera significar anlisis de la textura de los textos, su forma y organizacin, y no solamente un comentario sobre los contenidos de los textos que ignore la textura. La premisa de esta posicin es que los tipos de fenmenos sociales y culturales que abordan dichos analistas se realizan en propiedades textuales de los textos en una forma tal que los vuelve indicadores extraordinariamente sensitivos a los procesos, relaciones y cambios socioculturales. El anlisis social y cultural slo puede ser enriquecido a partir de esta evidencia textual, la cual es parcialmente lingstica y parcialmente intertextual es decir, el cmo los lazos entre un texto y otros textos y tipos textuales se inscriben en la superficie del texto. Es aqu relevante el problema clsico de la relacin entre forma y contenido. Mi opinin es que ningn anlisis del contenido y del significado de un texto puede ser

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satisfactorio si no considera lo que podramos llamar el contenido de la textura (o contenido de su forma) (ver ejemplos en captulo 8). Hay problemas y desafos para el anlisis del discurso en esta postura. Las consideraciones con respecto a la textura siempre pueden ser, en principio, un elemento de importancia para la investigacin sociocultural orientada discursivamente, pero los modelos existentes para el anlisis textual no son siempre del todo efectivos proveyendo modos de analizar la textura que sean relevantes para los intereses del estudio sociocultural. Es necesario trabajar mucho ms en el desarrollo de modelos de anlisis textual relevantes desde un punto de vista social. Tomemos por caso los vacos textuales. El anlisis textual puede en ocasiones dar excelentes explicaciones sobre qu hay en un texto, pero lo que est ausente del texto puede ser igualmente significativo desde la perspectiva del anlisis sociocultural (ver ejemplos en el artculo 8). Por ejemplo, los analistas polticos de los medios de comunicacin podran estar particularmente interesados en saber si los reportes sobre la guerra del Golfo Prsico incluyeron o no el tema de las bajas civiles, o cmo ese tema fue manejado textualmente cuando fue incluido, con respecto a su tematizacin, a su puesta en primer plano o a su puesta en segundo plano ver Fairclough (en prensa, captulo 6) para el anlisis de un ejemplo particular. Un marco para el anlisis textual que permite focalizar sistemticamente en los vacos a travs de un anlisis textual comparativo y sustentable es descrito en Van Leeuwen (1993). El mismo depende de una

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perspectiva

sistmica

que

entiende

al

texto

como

opcin,

sistematizado en tanto redes de sistemas de opciones seleccionadas en la produccin de textos. De hecho, el contraste entre los elementos presentes y ausentes del texto no es, increblemente, claro a primera vista. Adems de los vacos (significantes) de un texto, lo que se encuentra en el texto puede ser explcito o implcito. Dos categoras de lo implcito que han generado un amplio inters son la presuposicin y la implicatura (Levinson 1983). El contenido implcito de un texto es una suerte de refugio a medio camino entre presencia y ausencia. En el caso de un ejemplo estndar como La amenaza sovitica le cost mucho a occidente [The Soviet threat cost the West dear], la presuposicin que existe una amenaza sovitica est ausente del texto en el sentido de que no est efectivamente aseverado en el propio texto, y es por lo comn visto como parte de lo que el oyente o el lector reponen en el proceso de interpretacin textual. Por otro lado, la expresin la amenaza sovitica, y en particular el artculo definido (la), dispara (Levinson) la presuposicin, de modo tal que sta se encuentra, desde este punto de vista, presente en el texto. La distincin entre lo que es explcito y lo que es implcito en un texto es de importancia considerable en el anlisis sociocultural. El anlisis del contenido implcito puede proporcionar perspectivas valiosas sobre qu se toma como dado o como de sentido comn. Tambin brinda un acceso al anlisis ideolgico de los textos, ya que las ideologas son, en general, supuestos implcitos (ver artculo 3).

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Podramos incluir en la escala de presencia-ausencia la relativa puesta en primer o en segundo plano del contenido textual explcito (ver Fairclough, en prensa, captulo 6). La importancia ideolgica del contenido textual implcito ha recibido atencin por parte del anlisis crtico del discurso en Francia, pero hasta ahora no ha recibido atencin suficiente dentro de los trabajos publicados en ingls. El concepto de preconfigurado ha sido usado para lograr una comprensin intertextual del contenido implcito (presuposicin); lo no-dicho del texto, lo que ste toma como dado, se considera como lo ya dicho en otro lugar, como la forma en que un texto es conformado y penetrado por elementos (ideolgicos) desde los dominios de prcticas textuales previas (ver Pcheux 1982, Williams en prensa). Los textos son espacios sociales donde dos procesos sociales fundamentales se producen simultneamente: conocimiento y representacin del mundo, e interaccin social. Un enfoque multifuncional del texto es, en consecuencia, esencial. Sigo a la lingstica sistmica (Halliday 1978) cuando considero que el lenguaje siempre funciona en el texto simultneamente de forma ideacional en la representacin de la experiencia y del mundo, de forma interpersonal en la constitucin de la interaccin social entre los participantes del discurso, y de forma textual en la unin de las partes del texto en un todo coherente (precisamente un texto) y en la unin de los textos con los contextos situacionales (e.g. a travs de la deixis situacional). Esta multifuncionalidad textual del lenguaje

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puede ser usada para sistematizar las propuestas tericas sobre las propiedades socialmente constitutivas del discurso y del texto (Foucault 1972). En su funcionamiento ideacional, los textos constituyen sistemas de creencias y conocimiento (incluyendo aquello a lo que Foucault se refiere como objetos), y, en su funcionamiento interpersonal, constituyen sujetos sociales (o, segn diferentes terminologas, identidades, formas del s mismo) y relaciones sociales entre (categoras de) sujetos. Cualquier parte de cualquier texto puede ser examinada de forma fructfera en trminos de co-presencia e interaccin de estos procesos constitutivos. Las aproximaciones al anlisis (critico) del discurso que poseen una tendencia ideacional (e.g. Potter y Wetherell 1987, Pcheux 1982, van Dijk 1988) no estn capacitadas para captar el juego entre conocimiento e interaccin, una caracterstica crucial de la prctica textual. Tampoco se justifica, como podra parecer a primera vista, una tendencia ideacional que ponga el acento en lo ideolgico. Los aspectos interpersonales del texto pueden estar cargados

ideolgicamente; de hecho, las propiedades naturalizadas de los gneros, como el sistema de toma de turnos de habla o las convenciones pragmticas de cortesa en entrevistas mdicas, son quizs ideolgicamente ms potentes en las sociedades modernas que los aspectos relacionados con el significado ideacional, tal como sugiere el nfasis foucaultiano en la prioridad de las tecnologas en las formas modernas de poder (Foucault 1979).

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El anlisis textual requiere una diversidad de frentes de anlisis no slo con respecto a las funciones sino tambin con respecto a los niveles de anlisis. Permtanme enfatizar que el propio anlisis del discurso no es considerado un nivel particular de anlisis. Para algunos lingistas, sin embargo, lo es: el anlisis del discurso es el anlisis de la estructura textual ms all de la clusula (Sinclair y Coulthard 1975). Mi postura es que el discurso es el uso del lenguaje en tanto una forma de prctica social, y que el anlisis del discurso es el anlisis de cmo los textos operan dentro de las prcticas socioculturales. Dicho anlisis requiere atencin por la forma, estructura y organizacin textuales en todos los niveles: nivel fonolgico, nivel gramatical, nivel lexical (vocabulario), y niveles superiores de la organizacin textual en trminos de sistemas de intercambio (distribucin de los turnos de habla), estructuras de argumentacin, y estructuras genricas (tipo de actividad). Una hiptesis de trabajo es que cualquier nivel de organizacin puede ser relevante para el anlisis crtico e ideolgico. En sentido contrario, algunas aproximaciones al anlisis crtico del discurso han tendido a centrarse slo en niveles particulares (e.g. gramtica y lxico en la lingstica crtica, semntica lxica en los primeros anlisis discursivos en francs). Es importante evitar el nfasis unilateral tanto en las propiedades repetitivas como en las propiedades creativas del texto. Todo texto es en parte repeticin y en parte creacin, y funciona como un espacio de tensin entre fuerzas centrpetas y fuerzas centrfugas

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(Bajtin 1981, 1986). Los textos varan en el peso relativo de estas fuerzas segn su condicin social, de forma tal que algunos textos sern relativamente normativos mientras que otros sern

relativamente creativos. Las fuerzas centrpetas surgen de la necesidad de utilizar, durante la produccin del texto, convenciones dadas de dos tipos principales: un lenguaje, y un orden del discurso es decir, una estructuracin histricamente particular de prcticas discursivas (de produccin textual) (ver ms abajo). En concreto, obviamente uno debe usar palabras y estructuras clausales del ingls al producir un texto en ingls, y uno tiene que elegir entre los gneros y discursos disponibles en el orden del discurso. Las fuerzas centrfugas provienen de las especificaciones de la situacin particular de produccin textual, es decir, del hecho de que las situaciones no se repiten indefinidamente sino que, por lo contrario, son indefinidamente novedosas y problemticas en distintas maneras. Los textos negocian las contradicciones socioculturales y, en trminos generales, las diferencias (Kress 1988) generadas en las situaciones sociales, constituyendo, de hecho, una forma de representar las luchas sociales. Por ejemplo, con respecto a la funcin ideativa, los sujetos tratan de forma textual las

contradicciones o diferencias en sus creencias, conocimientos y representaciones. Con respecto a la funcin interpersonal, los textos negocian las relaciones sociales entre sujetos en circunstancias de duda o rplica, y los sujetos intentan resolver textualmente, a travs de su uso del lenguaje, los dilemas que enfrentan al definir sus

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propias identidades (Billig et al. 1988). El productor de un texto slo cuenta con convenciones lingsticas y ordenes del discurso ya dados como recursos para lidiar con las fuerzas centrifugas, aunque puede utilizar estos recursos en formas novedosas, generando, por ejemplo, nuevas configuraciones de gneros y discursos (ver ms abajo). La tensin entre repeticin y creacin, entre fuerzas centrpetas y centrfugas, se manifiesta en diversos grados de homogeneidad o heterogeneidad en las formas y significados textuales. Un texto relativamente homogneo es relativamente consistente en sus aspectos semntico y formal una construccin consistente de relaciones entre el productor del texto y su audiencia a travs del texto puede realizarse parcialmente, por ejemplo, a partir de regularidades de modalidad. Un texto relativamente heterogneo puede, en contraste, construir relaciones textuales entre el productor y su audiencia de formas diversas y contradictorias, parcialmente realizadas en modalidades irregulares y en pugna. La

heterogeneidad de los textos codifica contradicciones sociales. Es esta la propiedad textual que hace de los textos indicadores sensibles a los procesos y al cambio sociocultural al que me refera ms arriba al discutir el concepto de textura. Las contradicciones sociales pueden incluso condensarse en colocaciones lxicas particulares dentro los textos, es decir, en patrones particulares de co-ocurrencia y previsibilidad mutua entre palabras, por ejemplo, el par cultura empresarial [enterprise culture] (ver artculo 5). La

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homogeneidad/heterogeneidad del texto puede ser relevada a travs del anlisis intertextual de los lazos entre un texto y otros textos o tipos textuales, los cual es (como afirmo en el artculo 8) un complemento necesario para el anlisis lingstico dentro del anlisis textual (ver tambin Talbot 1990, Slembrouck 1992). En el artculo 7 sugiero que la ambivalencia y la falta de fluidez pueden ser consecuencia de un alto nivel de heterogeneidad textual. La mayora de los trabajos en anlisis del discurso, incluyendo al anlisis crtico del discurso, se han focalizado en una versin en mayor o menor grado idealizada de la homogeneidad textual, prcticamente ignorando los textos heterogneos y, en general, lo que Bajtin (1981) llamaba heteroglosia. Esto es aplicable a la escuela de Birmingham (Sinclair y Coulthard 1975), a los primeros trabajos en anlisis conversacional y en anlisis del discurso hechos en Francia, y a la lingstica crtica (Fowler et al. 1979). Otros trabajos han considerado la heterogeneidad, aunque en una forma limitada que, creo, no asume las profundas implicaciones tericas y metodolgicas de la heterogeneidad textual (ver ms abajo). Podran incluirse trabajos ms recientes en el anlisis conversacional (por ejemplo, Drew y Heritage 1992 ver tambin Fairclough 1992c), y el trabajo de Labov y Fanshel sobre el discurso teraputico (1977). En el marco de tres dimensiones para el ACD al que me refera ms arriba (texto, prcticas discursivas, prcticas socioculturales), el anlisis de las prcticas discursivas supone atencin por los procesos de produccin, distribucin y consumo textual. Esta

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caracterizacin del marco contiene en s lo que creo es un principio importante para el anlisis crtico del discurso: el anlisis de los textos no debera estar artificialmente aislado del anlisis de prcticas institucionales y discursivas en las cuales stos se insertan. Este principio ha sido reconocido en algunas, pero no en todas, las aproximaciones al ACD (e.g. en van Dijk 1988 pero no en Fowler et al. 1979). Este principio significa, por ejemplo, que al analizar el texto de un programa televisivo uno tambin debera referirse a las rutinas y procesos de produccin del programa, y a las circunstancias y prcticas de recepcin. El anlisis textual abstrado de la recepcin ha sido ampliamente criticado en los estudios sobre medios, y se ha producido un desplazamiento de la atencin del primer al segundo tipo de anlisis (Morley 1980). Esta distincin es fundamental para el ACD, dado que parte de la crtica es dirigida a los analistas que postulan efectos ideolgicos nicamente en base al anlisis de textos, sin considerar los modos diversos en los cuales dichos textos pueden ser interpretados y respondidos. Corremos el riesgo, sin embargo, de perder lo bueno buscando lo mejor al abandonar el anlisis textual a favor de un anlisis de la recepcin. La interpretacin de textos es un proceso dialctico resultado del intercambio de los recursos variables de interpretacin que los sujetos utilizan para influir y modificar el texto, y de las propiedades del propio texto. El anlisis textual es, por lo tanto, una parte importante, si es que slo es una parte, del todo, y debe ser defendido ante sus crticos (Brunsdon 1990).

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El principio de que el anlisis textual debera ser combinado con el anlisis de las prcticas de produccin y consumo no ha sido adecuadamente asumido por los artculos aqu reunidos. En ellos me refiero a la produccin textual pero apenas al consumo textual, y focalizo nicamente sobre el problema de cmo los productores de textos utilizan y reestructuran ordenes del discurso, produciendo nuevas configuraciones de gneros y discursos. Existe todava la necesidad de acercar el anlisis textual al anlisis social de las rutinas organizativas de produccin y consumo textual, as como al anlisis de procesos especficamente discursivos dentro de los procesos de produccin y consumo, tales como el anlisis de cmo los artculos de noticias son transformados en el proceso de su produccin en Bell (1991), o el anlisis de cmo los textos mediticos son transformados en los comentarios de la audiencia sobre los medios (discutido brevemente en el artculo 8, ver tambin Thompson 1990). Existe tambin la necesidad de unir al anlisis crtico del discurso de eventos discursivos con el anlisis etnogrfico de las estructuras y marcos sociales, en la bsqueda de lo que algunos han llamado una etnografa crtica (Bourne 1992). El anlisis textual presupone una teora sobre el lenguaje y una teora gramatical, y un problema del anlisis crtico del discurso es seleccionar entre las teoras disponibles. Me he referido en distintos lugares a la lingstica sistmica, la cual posee un nmero de puntos fuertes desde la perspectiva del ACD. Es una teora funcional del lenguaje orientada hacia la pregunta de cmo est estructurado el

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lenguaje de forma tal de abordar sus funciones sociales primarias. Por lo tanto, la gramtica se entiende como estructurada por las tres (macro) funciones del lenguaje a las que me refera ms arriba: la funcin ideacional, la funcin interpersonal y la funcin textual. Es tambin una teora orientada textualmente que se ocupa de producir descripciones gramaticales factibles de ser usadas en el anlisis textual. Entender al lenguaje como semitica social (Halliday 1978) otorga un frente de anlisis para la proyeccin de relaciones entre el lenguaje (textos) y las estructuras y relaciones sociales. A pesar de que la lingstica sistmica es, en consecuencia, una teora compatible con la cual trabajar, en el largo plazo el anlisis crtico del discurso debera anunciar, como propusiera Kress (1993), el desarrollo de una nueva teora social del lenguaje que podra incluir una nueva teora gramatical.

Gnero y rdenes del discurso La dimensin de la prctica discursiva en el marco analtico de tres dimensiones presentado arriba muestra, para cualquier evento discursivo, cmo los productores e intrpretes de textos utilizan los recursos sociales disponibles que constituyen el orden del discurso. Como indicara ms arriba, las dos principales fuerzas centrpetas en todo evento discursivo son el lenguaje y el orden del discurso. Los eventos discursivos son dependientes de, y estructurados por, estas dos fuerzas, pero, a su vez, las reestructuran acumulativamente. El anlisis intertextual conecta la dimensin textual y la dimensin de

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las prcticas discursivas dentro del marco de anlisis, y muestra dnde se localiza el texto con respecto a la red social de rdenes del discurso cmo un texto actualiza y entiende el potencial dentro de los rdenes del discurso. Las prcticas discursivas, los rdenes del discurso, y el anlisis intertextual poseen un rol mediador crucial en este marco: median en la relacin entre, por un lado, los textos, y, por el otro, (las partes no textuales de) la sociedad y la cultura. Lo que quiero decir es que: a) el orden del discurso es el orden social en su faceta discursiva o la marca histrica de las prcticas socioculturales sobre el discurso; b) cualquier evento discursivo se posiciona necesariamente en relacin con sus antecedentes histricos, reproducindolos o

transformndolos de forma selectiva; c) la especificidad de la prctica sociocultural particular de la cual forma parte un evento discursivo se manifiesta primero en cmo el evento discursivo utiliza y trabaja sobre el orden del discurso, el cual, a su vez, se manifiesta en propiedades textuales, de forma tal que la unin de la prctica textual y sociocultural es mediada por la prctica discursiva. Como se deduce de esta formulacin, la prctica discursiva asegura un lugar de importancia para la historicidad de los eventos discursivos al mostrar tanto su continuidad con el pasado (su dependencia de rdenes del discurso dados) como su participacin en el

desenvolvimiento histrico (su transformacin de los rdenes del discurso).

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Otros acercamientos al anlisis (crtico) del discurso niegan o desvalorizan la dimensin de las prcticas discursivas y la intertextualidad. Un buen ejemplo es el trabajo reciente dentro del anlisis conversacional que focaliza sobre el discurso institucional y sobre las relaciones entre el habla-en-interaccin y la estructura social (Boden y Zimmerman 1991, Drew y Heritage 1992). Este trabajo muestra continuidad con anlisis conversacionales anteriores en lo que hace a su preocupacin por minimizar la atraccin por las categoras tradicionales para dar cuenta de la estructura social en el anlisis del habla, y por encontrar formas de excluir dichas categoras del anlisis. Schegloff (1992), por ejemplo, formula principios de relevancia e influencia procedural: una categora social entrar en el anlisis slo si est manifiestamente orientada por (es relevante para) los participantes, y si es influyente sobre la forma en la cual es texto es estructurado y organizado. Yo argumentara, sin embargo, que las categoras sociales que no poseen dicha influencia manifiesta podran ser necesarias para el anlisis de un texto en la dimensin de las prcticas discursivas podran ser relevantes para el campo de las prcticas dentro de las cuales el texto se sita incluso si no son manifiestamente influyentes sobre el propio texto. Por ejemplo, en una entrevista laboral de gnero mixto la categora de gnero participante puede

aparentemente no ser ni relevante ni influyente proceduralmente segn los criterios de Schegloff, y aun as el anlisis de las prcticas discursivas podra mostrar cmo su ausencia es marcada y

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significante cuando la entrevista de trabajo se sita con respecto al resto de las prcticas de entrevistas de trabajo existentes quizs debido, por ejemplo, a que se toma una posicin feminista. Ciertas categoras que han sido de gran importancia en el anlisis de la estructura social evidentemente se desempearan mal dentro de los criterios de Schegloff en relacin con la relevancia analtica [analytical relevance], incluyendo clase social, poder (en un sentido socio-estructural ms que situacional) e ideologa. El anlisis de las prcticas discursivas requiere, en contraste, de tales categoras. Podemos verlo mejor en relacin con lo que quiero llamar variabilidad escondida. Varias propuestas de anlisis del discurso, incluyendo no slo al anlisis conversacional sino tambin, por ejemplo, a la escuela de Birmingham (Sinclair y Coulthard 1975), ignoran un importante tipo de variabilidad en el uso del lenguaje (discurso), a partir de una confianza en ocasiones implcita en lo que llamo en el artculo 11 una teora de lo apropiado en la variabilidad lingstica una teora que asume una conexin bastante directa entre tipos de situacin social y variedades lingsticas, una conexin tal que cada situacin social se asocia con una nica variedad. La variabilidad escondida es la variabilidad de prcticas dentro de situaciones sociales particulares dentro de una clase, dentro de una consulta mdica, dentro de una entrevista meditica. Mi postura es que una situacin social se explica mejor si se le atribuye su propio orden del discurso dentro de la red social de rdenes del discurso, en la cual diferentes tipos discursivos estn

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ordenados en relacin con los dems. Dichas prcticas alternativas se ordenan tpicamente segn su jerarqua, en el sentido de que puede haber una prctica dominante (normal, naturalizada) y otras prcticas dominadas (marginadas, alternativas). La categora de poder en un sentido estructural (y quizs la categora de clase social) es necesaria para dar sentido a las relaciones de ordenamiento y jerarqua entre las practicas y para dar sentido a cmo los sujetos eligen entre las practicas disponibles en ocasiones especficas. La categora de ideologa es necesaria para dar sentido a las diferencias entre prcticas; las prcticas pueden estar cargadas ideolgicamente, y la diversidad de prcticas puede formar parte de las contiendas ideolgicas (ver artculo 1, y passim). He adaptado el concepto de orden del discurso de Foucault (1981) para referirme al conjunto ordenado de prcticas discursivas asociadas con un dominio o institucin social particular (e.g. la conferencia, el seminario, la orientacin, y la conversacin informal, dentro de una institucin acadmica), y los lmites y relaciones entre ellas. Las prcticas discursivas pueden estar demarcadas de forma relativamente fuerte o dbil los lmites pueden ser rgidos o permeables, y las prcticas discursivas pueden entrar en varios tipos de relaciones. Pueden entrar en el tipo de relaciones de complementariedad asumidas por las teoras de lo apropiado (discutidas en el artculo 10) de forma tal que prcticas discursivas diferentes sean usadas en situaciones sociales diferentes, pero pueden tambin ser alternativas dentro de la misma situacin social,

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o pueden estar en relacin de oposicin. Por ejemplo, los mdicos o los docentes pueden seleccionar o rechazar prcticas discursivas disponibles para dar forma a sus consultas mdicas o a sus clases en funcin de posiciones tericas o ideolgicas (ver ms arriba). Aparte de los rdenes del discurso locales de dominios sociales particulares, es til referirse al orden social del discurso para trazar las relaciones y lmites entre los rdenes del discurso locales (e.g. entre los rdenes del discurso del aula, del grupo de amigos, y de la familia). Los lmites entre y dentro de los rdenes del discurso estn constantemente modificndose, y el cambio en los rdenes del discurso es, de hecho, parte del cambio sociocultural. Describ la dimensin de las prcticas discursivas dentro de nuestro marco de trabajo en tanto referida a la produccin, consumo y distribucin de textos. La distribucin cmo circulan los textos dentro de los rdenes del discurso puede ser investigada en trminos de relaciones de encadenamiento (en oposicin a relaciones paradigmticas u opcionales) dentro de los rdenes del discurso. Existen cadenas de prcticas discursivas parcialmente establecidas dentro y entre rdenes del discurso a lo largo de las cuales los textos son desplazados y transformados de forma sistemtica (Fairclough 1992a). Por ejemplo, en los medios masivos hay cadenas conectando varios rdenes del discurso pblico (poltica, derecho, ciencia, etc.), rdenes del discurso meditico, y rdenes del discurso pertenecientes al dominio privado (el dominio de la recepcin). Los textos son transformados de forma sistemtica

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a travs de estos lmites, e incluso dentro de los rdenes del discurso meditico el proceso de produccin textual puede involucrar cadenas complejas de prcticas discursivas y de transformaciones (descrito en Bell 1991). La distribucin es un aspecto relativamente dejado de lado que amerita ms atencin. Un rea de controversia tiene que ver con la constitucin de aquello a lo que me he referido como las prcticas discursivas constitutivas de un orden del discurso. En particular, ha habido mucho debate recientemente entre visiones conflictivas sobre el gnero, discusin que se ha agudizado a partir de las consecuencias polticas para la enseanza del gnero en la escuela (ver, por ejemplo, Martin 1989, Threadgold 1989, van Leeuwen 1987). Desde mi punto de vista, un fracaso general para distinguir diferentes niveles de abstraccin no ha ayudado al debate. La primera distincin se da entre los propios textos y las convenciones que los sujetos utilizan al producirlos e interpretarlos. Una segunda distincin dentro de las convenciones aparece entre lo que llamar tipos textuales y los constituyentes ms abstractos de los tipos textuales (en particular, gnero y discurso). Cuando los sujetos producen o interpretan textos, se orientan hacia las convenciones en tanto tipos ideales, con lo cual quiero decir que los textos son producidos e interpretados en referencia a esas convenciones pero, de hecho, no se trata de un proceso que simplemente las actualiza. Al afirmar que las convenciones tienen el estatus de tipos ideales no estoy sugiriendo que son puramente imaginarias; existen textos que se

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corresponden estrechamente con tipos ideales (as como hay otros que no se corresponden), de forma tal que los sujetos los aprenden a partir de experiencias textuales concretas. Examinemos el tema desde el nivel (textual) ms abstracto hasta el ms concreto. Un aspecto en la controversia sobre el gnero es si un gnero debera ser entendido como un esquema rgido compuesto de etapas, todas o algunas de ellas obligatorias, en un orden fijo (ver, por ejemplo, el anlisis de las narrativas en Labov y Waletsky 1967), o si los gneros son ms flexibles, impredecibles y heterogneos (Threadgold 1989). Si asumimos que los textos actualizan gneros directamente, la primer postura (esquemtica) no puede ser sustentada como una perspectiva general sobre el gnero, dado que muchos textos manifiestan una compleja mezcla de gneros. Sin embargo, la postura esquemtica posee cierta realidad en tanto tipo ideal y convencin y cierta realidad textual, ya que algunos textos se adhieren de forma estricta a los esquemas generales. Aun as, incluso en el nivel ms alto de abstraccin, slo algunos gneros tienen una estructura esquemtica rgida. Podramos comparar, por ejemplo, la estructura relativamente predecible de una entrevista de trabajo tpica o el tipo de narrativa oral que estudian Labov y Waletsky, con una conversacin familiar durante la cena. Incluso en este nivel de abstraccin, no es de gran ayuda entender al gnero simplemente en trminos de una estructuracin organizada en etapas. Considero al gnero como una manera socialmente avalada de usar el lenguaje en conexin con un tipo

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particular de actividad social (e.g. entrevista, narrativa, exposicin). Tal forma de usar el lenguaje no es simplemente una manera de estructurar al texto en etapas, sino que tambin implica

particularidades de (usando trminos de Halliday 1978) campo aquello a lo que las prcticas sociales se refieren y cmo son entendidas (van Leeuwen 1993); de voz quines son los participantes, y cmo se construyen; de estilo cmo se construyen las relaciones entre participantes; y de modo qu formas de textualizacin (y no slo de estructuracin en etapas) y de relaciones texto-contexto son usadas. Podemos utilizar los trminos voz, estilo, y modo para referirnos a estos aspectos particulares del gnero, y el trmino tipo de actividad (Levinson 1979) para referirnos especficamente a la estructuracin esquemtica

[schematic structuring] de un texto en trminos de etapas. En lugar de usar campo, podemos hablar de discurso; un discurso es una manera de entender un dominio particular de prctica social desde una perspectiva particular; un gnero puede utilizar de forma predecible un rango particular de discursos, aunque un discurso dado puede ser utilizado en varios gneros. En un grado menor de abstraccin, los tipos textuales son esas configuraciones de gneros (y tambin de discursos, voces, estilos, modos, y tipos de actividades) que se han desarrollado y convencionalizado para categoras particulares de actividades en tipos particulares de situaciones sociales. Un tipo textual es situacional e histricamente muy particular mientras que un gnero

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es ms abstracto, aunque los tipos particulares de textos pueden ser ms o menos complejos genricamente, ms prximos o ms distantes de los gneros. Podemos especificar tipos textuales en varios niveles de particularidad por ejemplo, entrevista de noticias, entrevista de noticias televisiva, entrevista de noticias del Canal 4, etc. Los propios textos pueden ser, en mayor o menor medida, modelados siguiendo tipos textuales. En el anlisis intertextual de un texto, el objetivo es describir su configuracin intertextual, mostrando por ejemplo cmo varios tipos textuales pueden ser simultneamente utilizados y combinados. Se sigue de lo dicho que los propios textos pueden poseer configuraciones intertextuales extremadamente complejas, aunque pueden tambin ser

relativamente simples. Esta concepcin del gnero es bastante diferente, y espero ms satisfactoria, de lo que los lectores hallarn en los artculos de este volumen. Por un lado, esta concepcin refleja una crtica a la visin simple y esquemtica del gnero surgida del trabajo de Bajtin (1981, 1986) y formulada ms recientemente por Kress y Threadgold (1988) y Threadgold (1989). Por otro lado, esta concepcin destaca que la visin esquemtica s posee fuerza y validez, siempre y cuando distingamos entre diferentes niveles de abstraccin. El marco puede incluir varios tipos de intertextualidad compleja en textos:

intertextualidad secuencial (ver, por ejemplo, el relevamiento de los gneros mediticos en van Leeuwen (1987)), intertextualidad incrustada (ver el estudio del discurso teraputico en Labov y

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Fanshel 1977), e intertextualidad mixta (Fairclough 1992a, 1993). En la intertextualidad secuencial, diferentes etapas de los esquemas genricos son modeladas en gneros diferentes; en la

intertextualidad incrustada, un gnero se incrusta dentro de otro; en la intertextualidad mixta, sin embargo, es imposible adscribir diferentes partes de un texto a diferentes gneros incluso una nica clusula puede ser multi-genrica. Kress y Threadgold usan el trmino gnero a lo largo de los tres niveles de abstraccin que he distinguido para referirse a lo que he llamado configuracin intertextual y tipo textual, as como gnero. Esto debera dar cuenta de la relacin dialctica entre convencin y accin, pero se me presenta como confuso.

Sociedad y cultura Me referir a dos temas fundamentales bajo este ttulo: la necesidad de defender y sustentar el anlisis crtico en un momento en el cual se encuentra cuestionado, y los argumentos a favor de un nfasis en el concepto de cambio dentro del ACD cambio en las prcticas discursivas como parte de procesos ms amplios de cambio social y cultural. La teora crticaii y el anlisis crtico estn actualmente siendo cuestionados desde varios frentes tericos, y muchos analistas se muestran cada vez ms escpticos con respecto al uso de conceptos tericos bsicos tales como poder, ideologa, clase, e incluso verdad/falsedad. Considero que estos cambios tericos

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estn relacionados con las derrotas y repliegues de la izquierda en muchos pases durante la ltima dcada o ms, y con la irrupcin de una agresiva nueva derecha. No deseo con esto adjudicar a estos tericos, ni mucho menos al postmodernismo como movimiento intelectual, una adhesin a la nueva derecha, sino sugerir que son parte de un mismo clima social y poltico. Concretamente, por ejemplo en el Reino Unido actual, el ataque a los conceptos y posiciones crticas a menudo parece tener dos frentes: proviene, por un lado, de ciertos tericos sociales, y, por el otro, de asesores y ministros de la derecha, incluso admitiendo que estos dos frentes no demuestran demasiada simpata o contacto mutuo. Entiendo que se trata de una situacin de lucha poltica e ideolgica, donde las temticas no son de ninguna manera novedosas. Considero que los abusos y las contradicciones de la sociedad capitalista que hicieron emerger a la teora crtica no han disminuido, as como tampoco han disminuido las caractersticas de las prcticas discursivas dentro de la sociedad capitalista que hicieron emerger al anlisis crtico del discurso. Por lo tanto, todas las razones son vlidas para defender al proyecto crtico de sus detractores. Centrar en este punto mis argumentos sobre ideologa y crtica de la ideologa. Los conceptos de ideologa y anlisis ideolgico han sido recientemente criticados desde varias perspectivas. Abercrombie, Hill y Turner (1980) es una crtica de la tesis de la ideologa dominante segn la cual el orden social se sustenta en gran medida a travs de los efectos que producen las ideologas dominantes al

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ganar el consentimiento y conformidad de la mayora. Estos autores se preguntan hasta qu punto existen las ideologas dominantes unitarias, argumentan que la gente es con frecuencia capaz de resistir y rechazar estas ideologas en la medida en que efectivamente lo hacen, y sugieren que una variedad de

mecanismos no ideolgicos (e.g. econmicos) son funcionales para garantizar el (limitado) nivel de cohesin social que es logrado. Como seala Eagleton (1991), este libro fue un provechoso correctivo para la tendencia de las versiones culturales del marxismo a exagerar el rol de la ideologa en la reproduccin social, pero, sin embargo, subestima la fuerza contempornea de la ideologa. Un ataque ms importante al concepto de ideologa proviene de la teora postestructuralista y postmodernista. Uno de sus argumentos es que cualquier forma de critica ideolgica presupone que el crtico posee un acceso privilegiado a la verdad, cuando, en realidad, tales atribuciones de verdad o conocimiento slo son (como afirmara Nietzsche (1886/1990)) un deseo de poder codificado (Foucault 1979). Esta posicin est asociada con una teora del discurso relativista y nominalista, segn la cual distintos discursos son, en trminos de Wittgenstein, tantos inconmensurables juegos

lingsticos que uno no puede privilegiar un discurso como espacio para evaluar otros discursos (Lyotard 1988, Norris 1992). Una lnea diferente de argumentacin proviene de otro frente. Baudrillard propone que en la posmodernidad la distincin entre imagen y realidad ha colapsado, de tal forma que estamos viviendo en una

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hiperrealidad donde es imposible, por ejemplo, separar las imgenes de guerra en la TV y el hecho real (Poster 1988, Norris 1992). La vida social se ha vaciado de significado. En consecuencia, el concepto de ideologa, el cual presupone una distincin entre apariencia y realidad, es obsoleto. Hay una cuota de verdad en el anlisis de Baudrillard, pero ste ha generalizado injustificadamente las tendencias en ciertos dominios de la vida social tomndolas como absolutos para el anlisis de la vida social en su totalidad (Eagleton 1991). La crtica de la ideologa en trminos de su reclamo de validez, la cual analizo ms abajo, es, creo, un estudio mucho ms serio. Una forma ms indirecta de atacar a la crtica ideolgica es usar el concepto de ideologa de un modo neutral, sin su costado crtico (Thompson 1990), virtualmente como sinnimo de visin de mundo, de forma tal que cualquier grupo posea su ideologa particular de acuerdo a sus intereses y posicin en la vida social. Lo que hace que una teora sea crtica es el asumir una mirada peyorativa sobre la ideologa en tanto un medio a travs del cual se reproducen las relaciones sociales de poder. Algunas teoras crticas acentan tambin una visin de la ideologa como falsificacin (o falsa conciencia, Marx y Engels 1976). Considero que las representaciones y construcciones particulares del mundo son instrumentales (en parte en el discurso) e importantes en la reproduccin de la dominacin, que es necesario que sean investigadas y analizadas, y que la fuerza y especificidad del

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concepto de ideologa proviene de su utilizacin en la crtica de estos procesos particulares. Si el concepto de ideologa va de ser usado, entonces debera ser usado crticamente. Al enlazar la ideologa con las relaciones sociales de poder, estoy haciendo alusin a relaciones asimtricas de poder, es decir, a la dominacin. La obra de Foucault, en particular, ha popularizado una comprensin diferente del poder en tanto una propiedad

omnipresente de las tecnologas que estructuran a las instituciones modernas, no poseda ni adscripta a ninguna clase, estrato o grupo social particular (Foucault 1979). Me preocupa que este ltimo sentido de poder haya desplazado al primero, ms tradicional, y que, ms importante an, haya ayudado a desviar la atencin del anlisis de las asimetras de poder y de las relaciones de dominacin. Un objetivo importante del anlisis crtico es la elisin del par poder/dominacin en la teora y en el anlisis. Si la ideologa se halla enlazada con los conceptos de poder y dominacin, dentro de la tradicin marxista la ideologa ha sido relacionada ms especficamente con los conceptos de poder de clase y dominacin, incluyendo al poder ejercido por el estado en beneficio de una clase social dominante. Las manifestaciones recientes del marxismo que enfatizan (y, en algunos casos, sobre enfatizan) el aspecto ideolgico de la reproduccin social

conceptualizan al poder en trminos del concepto gramsciano de hegemona, el cual pone en primer plano la batalla por el consenso en el ejercicio del poder. Ha habido tambin una relativa puesta en

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segundo plano de la clase social dado que el foco se movi hacia el rol de la ideologa en el mantenimiento de la dominacin, en especial en la relaciones de gnero, y en las relaciones entre grupos tnicos o culturales. Es necesario ampliar la propia comprensin del rol de la ideologa en este sentido, pero yo enfatizara que el inters de la mayora de los anlisis radica en las relaciones sociales de dominacin dentro de un sistema social que es capitalista, y que se encuentra dominado por las relaciones de clase, aunque no es reducible a ellas. Creo que es errneo centrarse, por ejemplo, en las relaciones de gnero (o, para el caso, en las relaciones de clase) sin prestar atencin a su funcionamiento dentro del sistema social (ni, en consecuencia, a cmo el gnero interacta con la clase, la cultura, etc.). Nos enfrentamos al peligro de enfatizar demasiado la

reproduccin. No hay nada mecnico o determinista en el funcionamiento de la ideologa (ver artculo 3). La ideologa es un espacio y un foco de lucha, y la crtica de la ideologa es ella misma una forma terica de lucha que las clases sociales dominadas, as como las feministas, las minoras tnicas, los homosexuales y otros, han asumido como parte de sus pujas. La crtica ideolgica como parte de la actividad acadmica e intelectual, incluyendo al ACD y a su aplicacin educacional como conciencia crtica del lenguaje (ver artculos 9 y 10), debera ser entendida en trminos de la relacin entre grupos de intelectuales en tanto estrato social, y estas luchas en trminos de luchas de clases sociales y otros grupos sociales

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primarios. Por ejemplo, la crtica acadmica de la ideologa patriarcal no ha sido aislada de la crtica por parte del movimiento feminista en su sentido ms amplio al contrario, se han alimentado mutuamente. Un elemento fundamental de la lucha social son las alianzas y lealtades cambiantes de los intelectuales en el marco de las luchas de clases y de otros grupos primarios. Al proponer que un evento discursivo opera ideolgicamente, no estoy en principio afirmando que sea falso, ni asumiendo una posicin privilegiada desde donde poder efectuar juicios de verdad o falsedad. Lo que estoy proponiendo es que contribuye a la reproduccin de las relaciones de poder. Desde esta concepcin del anlisis ideolgico, los ataques a la crtica ideolgica a partir de sus supuestas afirmaciones privilegiadas de verdad (a las cuales me refer ms arriba) pierden fundamento. Sin embargo, el anlisis crtico (del discurso) no puede permanecer indiferente a las cuestiones relacionadas con la verdad, sean stas un asunto de omisin o falsificacin por razones persuasivas (Herman y Chomsky 1988, Norris 1992), o un asunto de falsificacin de representaciones ideolgicas. Muchas ideologas son evaluaciones (e.g. las mujeres son menos inteligentes que los hombres) para las cuales el basamento es ms relevante que su verdad. Por supuesto, el anlisis del discurso no puede juzgar la verdad o el basamento de una proposicin per se, pero sucede que el anlisis crtico del discurso no es ms que un mtodo a seguir en el marco de otros proyectos crticos ms amplios. Los juicios de verdad o de

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basamento no son slo un patrimonio arrogantemente reclamado por los intelectuales, sino una parte constante y necesaria de la vida social de cualquiera, incluyendo a los foucaultianos (Dews 1988). Existen, por supuesto, estructuras y mecanismos para privilegiar los juicios de grupos sociales particulares y los discursos que stos utilizan, incluyendo a los intelectuales. Un objetivo poltico importante y emancipatorio consiste en minimizar dichos efectos y en maximizar las condiciones para los juicios de verdad de forma tal de ser comparados y evaluados en funcin de sus mritos. Los juicios de verdad efectuados por intelectuales, incluyendo a los analistas crticos, deberan ser vistos (al igual que la crtica ideolgica en general ver ms arriba) en trminos de relaciones entre intelectuales y clases y grupos sociales. Los intelectuales no deberan sentirse avergonzados de emitir juicios de verdad; por el contrario, poseen, al igual que otros grupos sociales, la

responsabilidad de llevar al dominio pblico la perspectiva particular con la que pueden contribuir en los debates acerca los grandes temas sociales y polticos (Norris 1992). Replegarse en un relativismo intil cuando se enfrentan con temas tales como los crmenes de guerra en la ex-Yugoslavia, los cuales requieren juicios de verdad o falsedad, es, en mi opinin, un serio fracaso tico, sin importar las voces tericas que puedan ser usadas para racionalizar dicha postura. Los analistas crticos del discurso en ocasiones no logran historizar adecuadamente sus datos, es decir, por un lado fallan al

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especificar las condiciones histricas particulares dentro de las cuales son generados y lo que sus propiedades y formas deben a esas condiciones, y, por el otro, fallan al especificar qu rol juegan en procesos sociales ms amplios. Creo que, en las circunstancias actuales, el ACD debera centrar su atencin en el discurso dentro del marco de la historia del presente las prcticas discursivas cambiantes como parte de un proceso ms amplio de cambio social y cultural dado que el constante, y en ocasiones dramtico, cambio que afecta varios dominios de la vida social es una caracterstica fundamental de la experiencia social contempornea, que estos cambios frecuentemente se producen, en un grado importante, por y a travs de cambios en las prcticas discursivas, y que ninguna comprensin apropiada de las prcticas discursivas contemporneas es posible si no toma en consideracin esa matriz de cambio. Por ejemplo, una tendencia importante en el cambio sociocultural actual, tratada en el artculo 6, es la marketizacin la reconstruccin, segn un criterio de mercado, de los dominios que estuvieron en su momento relativamente aislados de los mercados, econmicamente, en trminos de relaciones sociales, y en trminos de valores e identidades culturales. Considero que la marketizacin es, en un grado importante, un proceso discursivo parcialmente constituido a partir de la colonizacin llevada a cabo por las prcticas discursivas de los dominios de mercado, como por ejemplo la publicidad. De forma similar, los socilogos se han referido a un proceso de informalizacin (Featherstone 1991) que puede ser en parte

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interpretado discursivamente como la colonizacin de rdenes pblicos del discurso por parte de las prcticas discursivas de la esfera privada lo que he llamado la conversacionalizacin del discurso pblico (ver Fairclough 1994, y el artculo 6). El ACD tiene en este sentido una oportunidad clave para establecerse en tanto mtodo a ser usado junto a otros en la investigacin social del cambio (ver artculo 8).

Conclusin El ACD ya ha atravesado la primera flor de la juventud, y se embarca en un proceso de maduracin. Es el momento para la consolidacin, para que la reflexin colectiva colabore con la unidad y la coherencia del ACD, con sus bases tericas, con sus mtodos de anlisis, y con su relacin con reas adyacentes de estudio (incluyendo a la lingstica, a la sociolingstica, y a la sociologa, entre otras ciencias sociales). Este proceso ya se encuentra en marchaiii. Espero que los temas que propuse en esta introduccin contribuyan con ese debate.

i

Estos artculos fueron publicados para evitar la duplicacin de material y

para garantizar las referencias cruzadas.ii

Utilizo aqu el trmino teora crtica en un sentido genrico para referirme

a cualquier teora que se ocupe de la crtica de la ideologa y de los efectos de dominacin, y no especficamente para referirme a la teora crtica de la Escuela de Frankfurt.

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iii

La fundacin de una revista internacional que se centra en el ACD,

Discourse and Society, es un indicador. Otro es la apertura en la Unin Europea y en la zona de libre comercio europea de un programa erasmiano de intercambio acadmico de ACD, y la planificacin por parte de aquellos involucrados en este programa de una introduccin al ACD escrita conjuntamente. Los autores a incluir son Ruth Wodak (Austria), Teun van Dijk (Holanda), Paul Thibault (Italia), Gunther Kress, Theo van Leeuwen y yo mismo (Reino Unido), y Per Linell (Suecia).

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