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Anastasio Somoza García Tomado del Diario La Prensa del 22 de Febrero del 2001 Anastasio Somoza García, conocido comoTacho; nació en San Marcos (Departamento de Carazo), en el año1896 y fallece en Ancón, Panamá en 1956) Militar y político nicaragüense. Estudió en la Universidad de Filadelfia, en Estados Unidos. Participó en el levantamiento militar del general Emiliano Chamorro en 1925, que llevó al poder al Partido Liberal. En 1931 fue director auxiliar de la Guardia Nacional, dirigió el asesinato de Augusto César Sandino y derrocó al presidente Juan Bautista Sacasa. Se nombró Jefe de Estado y Comandante de la Guardia Nacional y reformó la Constitución del país para centralizar el poder en sus manos. En 1950 falleció el presidente Román y Reyes, y se proclamó presidente interino y electo. En 1954 trató de derrocar al presidente de Costa Rica, José Figueres, e intervino en el golpe de Estado contra Jacobo Arbenz, de Guatemala. Aprovechó su gobierno para aumentar su fortuna, aliarse con los intereses anticomunistas y expansionistas estadounidenses, y apropiarse de la mitad de las tierras nicaragüenses. En 1956 fue herido gravemente en León por el poeta Rigoberto López Pérez , y murió en el avión enviado por Dwight David Eisenhower, presidente de los EE.UU. Lo sustituyó su hijo Luis Somoza Debayle, presidente del Congreso. En agosto de 1951, 17 años después del asesinato del General Augusto C. Sandino , el General Anastasio Somoza García, Presidente de la República y Jefe de la Guardia Nacional, ordenó hacer un inventario de sus propiedades personales y familiares. El documento, de 28 páginas, incluyendo una portada muy sobria, estaba dividido en tres partes.

Anastasio Somoza García

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Historia de un tirano

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Page 1: Anastasio Somoza García

Anastasio Somoza GarcíaTomado del Diario La Prensa del 22 de Febrero del 2001

Anastasio Somoza García, conocido comoTacho; nació en San Marcos (Departamento de Carazo), en el año1896 y fallece en Ancón, Panamá en 1956) Militar y político nicaragüense. Estudió en la Universidad de Filadelfia, en Estados Unidos. Participó en el levantamiento militar del general Emiliano Chamorro en 1925, que llevó al poder al Partido Liberal. En 1931 fue director auxiliar de la Guardia Nacional, dirigió el asesinato de Augusto César Sandino y derrocó al presidente Juan Bautista Sacasa. Se nombró Jefe de

Estado y Comandante de la Guardia Nacional y reformó la Constitución del país para centralizar el poder en sus manos.

En 1950 falleció el presidente Román y Reyes, y se proclamó presidente interino y electo. En 1954 trató de derrocar al presidente de Costa Rica, José Figueres, e intervino en el golpe de Estado contra Jacobo Arbenz, de Guatemala. Aprovechó su gobierno para aumentar su fortuna, aliarse con los intereses anticomunistas y expansionistas estadounidenses, y apropiarse de la mitad de las tierras nicaragüenses. En 1956 fue herido gravemente en León por el poeta Rigoberto López Pérez, y murió en el avión enviado por Dwight David Eisenhower, presidente de los EE.UU. Lo sustituyó su hijo Luis Somoza Debayle, presidente del Congreso.

En agosto de 1951, 17 años después del asesinato del General Augusto C. Sandino, el General Anastasio Somoza García, Presidente de la República y Jefe de la Guardia Nacional, ordenó hacer un inventario de sus propiedades personales y familiares.

El documento, de 28 páginas, incluyendo una portada muy sobria, estaba dividido en tres partes.

La primera, contiene el inventario de las escrituras de fincas del Gral. Somoza en Carazo; la segunda, un listado amplio de otras propiedades en el resto del país; y la última, el índice de títulos de fincas rústicas, urbanas y semi-urbanas, pertenecientes al mandatario y a su esposa, doña Salvadorita Debayle de Somoza. En suma: 85 el primer texto, 26 en el segundo y; 115 en el último índice. Se trata de un abanico de títulos, declaraciones y escrituras, de lotes, fincas, viviendas y hasta acciones, adquiridas sobre todo después de 1937, una vez que asume la Presidencia de la República en elecciones fraudulentas.

Ahí, desde la silla presidencial, apoyándose en su poder político, partidario y militar, el General Anastasio Somoza García multiplicó en proporciones geométricas su capital semilla. O sea, las cuatro propiedades originales: El Porvenir, El Llano, La Pita y El Bosque. "EL COMPRADOR", UN HOMBRE DE CONFIANZA Se llamaba Julio Somoza y era su hermano paterno. No se detenía ante nada, ni ante nadie.

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El 31 de diciembre de 1948, a pocas horas de las celebraciones de Fin de Año y de Año Nuevo, consiguió la venta de una finca urbana en Jinotepe, perteneciente a Luis José León. Luego la inscribió a nombre del Gral. Somoza García, con el No. 1020, asiento 3, folio 169, Tomo 160, del Registro de Jinotepe.

Tampoco le importaban los métodos. El 14 de marzo de 1947, a través de una venta forzada, obtuvo de parte del señor Salomón Vanegas Doña, un total de 450 manzanas de terreno, al sur de Santa Teresa, Carazo. La compró Julio Somoza y luego la inscribió a nombre del Gral. Somoza.

Le denominaban “San Antonio”. Posteriormente, en los años subsiguientes –1948 y 1949— el mismo Julio Somoza, armado y custodiado por efectivos militares, logró la “venta” también de todas las propiedades anexas a San Antonio. Es decir, las colindantes. EQUIPO DE ABOGADOS LEGALES El nombre del Dr. Modesto Salmerón, abogado y notario del padre del Gral. Somoza García, está acompañado de un equipo de abogados leales, que libraban y registraban todas las propiedades adquiridas al amparo del poder.

En Carazo, según la documentación familiar a la que tuvo acceso LA PRENSA en el Instituto de Historia de Nicaragua (IHN), figuran Carlos H. Sánchez, Guillermo Mora, Alberto Sotomayor y Salomón Gómez. En el caso de Sánchez fueron más de diez propiedades escrituradas, mientras que en el de Mora fueron alrededor de 16, según un pequeño ejercicio estadístico.

Mientras tanto, las propiedades registradas en Managua, sugieren la participación de al menos media docena de abogados y notarios, entre los que destacan dos personajes muy cercanos a la familia Somoza: Guillermo Sevilla Sacasa y Oscar Sevilla Sacasa. El primero era su yerno, al casarse con su hija Lilliam.

En la capital saltan los nombres de otros abogados y notarios, entre los que están: Alejandro Romero C., León Barrios, Guillermo Areas, Carlos Collado y Nicolás Osorno. Tenían una gran presión laboral, ya que desde 1934 hasta 1956, año en que Rigoberto López Pérez dispara contra el Gral. Somoza García, provocándole luego la muerte, no hubo tregua alguna. En 1938, por ejemplo, registraron alrededor de 15 transacciones a favor del jefe militar y; en 1941, más de 18 compra-ventas.

NEGOCIOS TURBIOS EN COSTA RICA

Una de las transacciones de 1941, precisamente, se registró en Costa Rica, donde el Gral. Somoza García adquirió una vivienda, con la ayuda de Luis Mena Solórzano. Este mismo, bajo cobertura diplomática, resultó ser su “mano derecha” en los negocios turbios que realizaban en el vecino país.

“Mi querido General Somoza”, reza en una carta fechada San José, Costa Rica, junio 5 de 1941, en la que aborda cuatro tópicos: negocios ilícitos con ganado, compra y registro de la casa, el cumpleaños de la esposa del presidente costarricense y; adquisición de armas por parte de las autoridades vecinas.

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“De manera confidencial informo a Ud. que el atraso del Sr. Wolf en hacer la remesa de los fondos (por el asunto del ganado) obedecía a lo siguiente, conforme he podido averiguarlo: las últimas cabezas de ganado entraron furtivamente a Costa Rica, mediante el silencio de las Autoridades de Hacienda de aquí.

Naturalmente, sin los documentos de ley que evidenciaran la importación, la Comisión de Control de Cambios no podía autorizar la Letra”, refirió en la correspondencia escrita en el papel para uso “Personal”. Sin embargo, le explicaba a continuación que Wolf estaba procediendo a entregarle dinero en efectivo y en cheques hasta sumar US$14,579.95, como resultado de la introducción ilícita de ganado en pie a Costa Rica. “Ruego a Ud. hacer sus cuentas y decirme cómo están, pues no sé exactamente cuántos animales fueron entregados a Wolf; además, hay unos liquidados a US$17 cada uno y otros a distinto precio”, agregó.

Para despistar al público del país vecino, sobre el negocio que dice “está resultando maravilloso”, Mena Solórzano le relata al Gral. Somoza que mandan a publicar en los diarios locales que no se ha importado un solo novillo de Nicaragua, lo que evidencia que la ganadería costarricense es autosostenida. “Visto lo anterior”, refirió Mena Solórzano, “creo que con una fuercesita Ud. podría conseguir un precio más favorable para su ganado. Es cuestión de hacerse el disimulado y no dejar salir ningún animal para este país (Costa Rica), por mientras mejoran el precio”, indica.

DEUDAS DEL "REY" En septiembre de 1934, siete meses después del asesinato del Gral. Augusto C. Sandino, el poder político y militar del Gral. Anastasio Somoza García era aplastante. Esto contribuyó, sin lugar a dudas, a reubicarse frente a sus acreedores.

Uno de estos casos curiosos es el que registró el abogado y notario Estanislao Vela, residente en Granada, quien certificó a nombre del doctor don Salvador Solano, abogado, que había quedado cancelada la deuda contraída por la familia Somoza con su representante, don Pedro Gómez, pese a que se había extraviado la documentación de la mora y por ende, no tenía recibo de los abonos.

Con la entrega de 200 córdobas se dio por cancelada la deuda. “... al hacer este pago, tanto el General don Anastasio Somoza, como su señora madre y la sociedad ‘Somoza y Compañía’, quedan completamente solventes con la referida acción del doctor Pedro Gómez”, dice la copia de la escritura. “... en consecuencia, queda sin ningún valor ni efecto el documento privado de que se ha hecho referencia, aún cuando llegare a aparecer más tarde”.

El 21 de septiembre de 1956. En la Casa del Obrero (León), se daba una fiesta, tras la convención liberal que proclamaría otra vez a Somoza García como su candidato. Ese mismo día es muerto por las balas de Rigoberto López Pérez.

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Anastasio Somoza Debayle

Anastasio Somoza Debayle, apodado "Tachito", nació el 5 de diciembre de 1925 en la ciudad de León, Nicaragua. Fue el tercer hijo de Anastasio Somoza García, dictador de Nicaragua desde 1934, y de Salvadora Debayle de Somoza, hermano menor de Lillian y Luis Somoza Debayle, y miembro de una de las familias más distinguidas del país.

Siendo el más joven de los Somoza fue educado en la primaria en el Instituto Pedagógico La Salle de Managua, de la Orden de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y la secundaria, ambas junto con su hermano Luis, en

Florida y Long Island, Estados Unidos, antes de graduarse en la Academia Militar de West Point en 1946. Al año siguiente, fue nombrado por su padre jefe de la Guardia Nacional.

Cuando su padre entregó el poder al Doctor Leonardo Argüello Barreto, del oficialista Partido Liberal Nacionalista PLN, el 1 de mayo de 1947, en la Tribuna Monumental de la explanada de Tiscapa, este lo nombró Comandante del departamento de León; esto y el nombramiento de ministros del Poder Ejecutivo a conocidos opositores, enfureció a los Somoza por lo que Tachito apoyó a su padre en el golpe de estado del 26 del mismo mes y año, tomando la Casa Presidencial de la Loma de Tiscapa.

Argüello se asiló en la Embajada de México. Permaneció 6 meses allí, hasta que finalmente viajó a ese país, donde murió el 15 de diciembre de ese año en la Ciudad de México, sin renunciar al cargo de Presidente de la República.

Somoza García le había hecho un fraude electoral al candidato de la coalición opositora del Partido Conservador de Nicaragua (PCN) y el Partido Liberal Independiente (PLI), Enóc Aguado, para que ganara Argüello.

A su regreso a Nicaragua asume el control de los negocios familiares y empieza los suyos. Una de sus empresas más queridas fue Dismotor: Mercedes-Benz.

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Durante aquella época Tachito alegó estar enamorado de la joven Bertha Zambrano Granja, una joven originaria de Niquinohomo. Los padres de Anastasio no veían con buenos ojos esa relación, ya que Bertha no pertenecía a la oligarquía. Ésta al final se marchó rumbo a México en donde radicó toda su vida.

El 5 de diciembre de 1950, día de su cumpleaños número 25, se casa por conveniencia con su prima Hope Portocarrero Debayle, en la Catedral Metropolitana de Managua (hoy es la Antigua Catedral de Managua). Anastasio accedió a casarse con su prima de mala gana. Luego de la ceremonia nupcial en la Catedral, la celebración continuó en uno de los lujosos salones del moderno Palacio de Comunicaciones y fueron 4.000 personas testigos de la boda más imponente en la historia del país.

Sus hijos fueron educados en el extranjero. Era ampliamente conocido por los

nicaraguenses que los Somoza hablaban mejor el idioma inglés que el español, ciertamente; doña Hope y sus hijos se identificaban muy bien con la cultura estadounidense, además de considerar el francés como una segunda lengua. Con el pasar de los años los problemas entre su esposa Hope y él se tornaron constantes al grado que ésta permanecía más de la mitad del año fuera de Nicaragua y el divorcio no ocurría por temor al escándalo social. Somoza iniciaba sus discursos con esta gigantesca mentira: "Mi adorada Hope".

Sin embargo durante mucho tiempo el matrimonio Somoza-Portocarrero continuó unido hasta el divorcio en 1978, a causa de que Tachito tenía una amante, Dinorah Sampson.

A la muerte de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal el 10 de Enero de 1978, el pueblo se enardece y se levanta en armas contra la tiranía de Somoza.

Aprovechando que de momento no se sabe a ciencia cierta quién es el verdadero asesino de Pedro Joaquón Chamorro, el FSLN aprovecha para ganar adeptos en sus filas y el pueblo se le une para llevar a cabo una guerra civil a como no se había visto en el país desde los tiempos de Sandino .

El pueblo entero de Nicaragua, alzado en armas se une al FSLN para derrocar al

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últmo dictador de la dinastía de los Somozas quien huye despavorida la madrugada del 17 de Julio de 1979.

El país queda en completa ruina a causa de los bombardeos y la destrucción producida por ambos bandos.

Somoza se refugia en el Paraguay, protegido por su amigo el General Alfredo Strossner.Xxxxxxxxxxxxxxxxx

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Habla Anastasio Somoza: “Mi Gobierno, Mi Caída, Mi Exilio”La Prensa, 22 de Julio de 2007

Renee Sallas y Julián Mandriotti Publicado en Revista Gente, Argentina, agosto de 1980

Tiene 54 años, algunos kilos de más, y un ocio que no conoció –según él– en 32 años. El lunes 18 de agosto se cumplió un año de su llegada a Paraguay. Quizá la melancolía, tal vez el acontecimiento, hayan influido para que Anastasio Somoza Debayle quebrara su prolongado silencio con la prensa.

La entrevista fue realizada en su magnífica residencia de las afueras de Asunción y

continuó en el yate “Capricho” de un empresario amigo, Ramón Martínez Blanco. Somoza vestía guayabera celeste con su nombre bordado, pantalón beige, zapatos y medias negras, un rolex de oro “president”, y un inusual brillante rodeado de oro, anillo que le regaló su padre en 1946, cuando egresó de la escuela militar West Point.

Es ingeniero hidráulico, tiene cinco hijos, está casado por segunda vez con la nicaragüense Dinorah Sampson, de 36 años, y se maneja con cinco hombres de custodia. Sus autos -dos Mercedes Benz 250, modelo 1978- son conducidos siempre por el que fuera su ministro de Hacienda, el general Samuel Genie.

Hace tres años sufrió un infarto y desde entonces recibe atención cardiológica permanente del médico paraguayo Araoz y del argentino René Favaloro, que voló a Asunción para hacerle un chequeo.

Es un hombre afable, alegre, bromista capaz de sonreír frente a la pregunta más violenta, lo cual hace más difícil detectar en qué grado la situación de su país —y su propia situación personal— lo afecta. A lo largo de dos horas de diálogo no quedó ningún tema sin tratar: desde su enorme fortuna, hasta su fama de dictador. Se defendió como pudo. Ataqué hasta donde me fue posible. Este es el resultado.

Hace algunos años usted dijo: Nicaragua es el único freno que tiene el comunismo en América Latina. ¿Qué pasó, entonces? ¿Por qué ese freno fracasó ahora, y qué culpa o responsabilidades reconoce usted en ese fracaso?

- Bueno, yo diría que los primeros brotes comunistas salieron de Cuba y entraron en Nicaragua bajo la forma de gente entrenada en asaltos, en terrorismo, en quema de establecimientos y en movilización de masa. Todos estos individuos no eran ciudadanos que gozaban de la Constitución de la República, sino que la usaban para sus fines subversivos. Tendríamos que

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haber puesto a cientos de ellos en las cárceles.

¿Por qué no lo hizo?

- Porque en mi país se respetaba la Constitución.

¿Se arrepiente hoy de no haberlo hecho?

- No, no me arrepiento, porque ésa va a ser la justificación mía para el futuro.

¿No le parece un precio demasiado alto?

- Nuestra Constitución prevé que necesitan pruebas para condenar a alguien. Y esto es a veces muy difícil. Ahora, la gente que había puesto bombas, que asaltó bancos, que asaltó pequeñas tiendas, y que mató gente, estaba, sí, detenida. Y los teníamos condenados por jurados civiles y jurados militares cuando el país estuvo bajo la Ley Marcial, en el año 1972, durante el terremoto. Pero ahora, con esta experiencia, considero que sí, que tendríamos que haber detenido a toda esta gente entrenada en Cuba para subvertir el orden en Nicaragua. Detenerlos hubiera sido una forma de neutralizar una acción.

General Somoza, en agosto o septiembre de 1978, los terroristas tomaron el Palacio Nacional de Managua, con mil quinientos personas dentro. Después de matar a doce de esas personas pidieron la libertad de cincuenta camaradas encarcelados, diez millones de dólares, y la lectura de una proclama marxista-leninista. En ese momento, usted pactó con los terroristas: dejó en libertad a los subversivos y les entregó quinientos mil dólares. ¿Por qué lo hizo? ¿Para perpetuarse en el poder?

- Cuando veinte desesperados toman de rehenes a toda la representación nacional -tanto del partido del gobierno, como de otros partidos- entonces uno tiene que sopesar. Preguntarse: ¿qué vale más, la vida de esas personas o la libertad de gente que ha sido moralmente condenada? Yo opté por resguardar la vida de esas personas.

Su larga experiencia en el poder ¿no le permitió intuir que esos terroristas, en libertad, podrían provocar —como provocaron— muchas más muertes de las que usted trató de evitar?

- No, no lo pensé. Yo en esos momentos estaba en una terrible lucha ideológica. Todavía lo estoy. ¿Me explico? Y sabía que si esas personas se morían en el Palacio Nacional, la gente que estaba tratando de derrocar a mi gobierno iba a mandar a más personas. Además, el asalto al Palacio Nacional no fue el primer asalto que hicieron. En 1974, en el asalto a la casa de José María Castillo, se liberaron setenta y nueve terroristas. Si pudiera volver atrás, ahora haría lo mismo.

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¿No piensa que ha sido un funesto error?

- Y bueno, pero también es un error dejar morir a mucha gente inocente.

¿Pero no sentó eso en su país un peligro precedente?

- En política no hay nada fijo. Es una cosa muy dinámica, cambiante, adaptable a las circunstancias. Entonces uno debe ver lo que le conviene más. A mí no me convenía entrar allí con una escuadra y matar a esos terroristas. Iba a correr mucha sangre. Y entonces mucha gente iba a aprovechar para decir: “Somoza mató a mi papá, y a tal diputado, y a tal otro”.

De cualquier manera, usted no está exento de esa acusación después de la guerra civil en Nicaragua y que costó muchísimas más vidas...

- Sí. A mí me acusan de todo. Claro que sí. Pero mi régimen nunca fue un régimen represivo que impidiera que la gente levantara la cabeza. ¿Me explico? La gente era juzgada y condenada. Y el que no era condenado, era puesto en libertad. A usted le sorprenderá que yo tenga estas expresiones pero es que yo no puedo cambiar mi filosofía liberal. Lo que pasa es que mucha gente quiere hacerme aparecer a mí como un gobernante aislado, como un gobernante malo. El historial mío y de mi partido es muy largo dentro de la filosofía liberal. A muchos le podemos enseñar muchas cosas

Señor Somoza, ¿cómo es posible que esa larga experiencia liberal que usted declara, no haya permitido que la oposición heredara el poder en su país y sí en cambio que lo hiciera el marxismo?

- Porque las fuerzas del comunismo se prepararon para tomar el poder e hicieron que sucediera lo que está sucediendo en Nicaragua hoy.

Pero, ¿usted no reconoce ninguna cuota de culpa? En su país existía un movimiento de oposición, el movimiento de los doce, que estaba pensado como una salida pacífica y democrática para Nicaragua. ¿Por qué no aceptó usted?

- Eso se lo voy a contestar por boca de Ramírez, que era uno de los miembros de ese movimiento de los doce: eran una pantalla del Frente Sandinista, y se han burlado de Carter. Carter a mí me mandó unas cartas, exigiéndome que le diera garantía a los doce para hacer política en Nicaragua. Y fíjese, los doce eran una pantalla del sandinismo. No, no, estamos jugando con amateurs. Cómo será que yo les propuse hacer un plebiscito para no ir a la guerra civil, entonces, que no me acusen de las muertes. Yo les propuse el plebiscito.

¿A quién se lo propuso?

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- A los delegados de los países interesados en pacificar entre comillas, a Nicaragua y en derrocar a Somoza.

¿Cuáles son esos países?

- Venezuela, Costa Rica, Colombia, Estados Unidos, Panamá, México, Ecuador, Bolivia, República Dominicana. Es decir, toda la tercera socialista. Bueno, esos países no aceptaron, mejor dicho me propusieron lo siguiente: Vamos a traer 3500 extranjeros que van a estar en las mesas, esos extranjeros van a calificar los votos. No va a ser necesario inscribirse para votar y podrán votar todos los nicaragüenses que estén afuera de Nicaragua. Es decir, que proponían una violación total de las leyes electorales y mi partido no lo aceptó, después, más tarde, también dijimos: Bueno, que vengan de las Organización de Estados Americanos a observar, a vigilar este plebiscito. Pero no aceptaron porque ellos querían meter la intervención. Y lo consiguieron: ahora tienen más de tres mil cubanos en Nicaragua.

Señor Somoza ¿usted se definiría como un hombre democrático?

- Totalmente. Lo que pasa es que me cargaron la mano con una serie de mentiras que a cualquier persona con ideario democrático le caerían nefastas. Y empezaron a detestar a los Somoza. ¿Me explico?

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¿Me puede dar usted una definición de democracia?

- Cómo no. El pueblo indígena de Nicaragua es verdaderamente democrático. Ellos elijen a sus jefes. Nicaragua siempre ha ido a una elección, entonces, si tomamos que el voto del pueblo es el que hace a los líderes, entonces esa gente es democrática.

¿Para usted una democracia se define sólo por elecciones?

- No. Allí comienza la esencia. Después están las leyes, el cumplimiento de las leyes, ¿verdad? Y luego todas las garantías que se le pueden dar a la ciudadanía. Yo fui y soy un demócrata. Y cada vez que yo decía esto a un izquierdista, pegaban el salto y se reían de lo lindo. Primero, se reían los periodistas. Después, Gabriel García Márquez, el escritor que se atrevió a mandarme un telegrama vulgar porque aprehendimos a una mujer que era prófuga. La verdad es que los gobiernos en Nicaragua fueron electos popularmente, no fueron digamos, el resultado de golpes de Estado. Siempre se tuvo gabinete de civiles, al contrario de lo que ocurre en los gobiernos militares.

No siempre los gobiernos civiles electos son sinónimos de democracia, ni los gobiernos militares, sinónimos de dictadura.

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- Yo creo que si un gobierno civil es electo por el pueblo es sinónimo de democracia.

Pero no garantía de democracia.

- No, claro que no. Pero más allá de eso, lo importante es hacerle comprender al ciudadano que la izquierda está muy organizada, enraizada con su fuente que es Moscú. Muchos no quieren darse cuenta de eso.

Al parecer después de gobiernos dictatoriales como el suyo, y de muy larga permanencia en el poder, sobrevienen siempre reacciones extremas, desesperadas, como la que vive hoy en Nicaragua. El ejemplo de Cuba después de Batista, ¿no lo hizo a usted reflexionar?

- Yo le puedo dar a usted una repuesta que va a contradecir todo lo que está diciendo. Las leyes sociales que yo decreté en Nicaragua, ahora las han cancelado. Han confiscado bienes de personas, simplemente porque han sido liberales nacionalistas.

No estamos juzgando a la Nicaragua bajo los sandinistas sino a Nicaragua cuando usted estaba en el poder.

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- Sí, sí, claro que el caso de Cuba me hizo pensar. Y, antes de renunciar, yo le advertí a los países amigos de Nicaragua de que Cuba tenía suficientes oficiales y sargentos dentro del movimiento como para apoderarse de Nicaragua. Y todo esto no es consecuencia de un gobierno fuerte, o dictatorial, como usted dice sino que es la lucha que la filosofía marxista está llevando a cabo para dominar el mundo. Sí, sí, se dejan hacer un gol. La situación que hoy está pasando Nicaragua, se la impusieron. Mire, si la OEA no hubiera dado el voto en contra, yo todavía estaría en Nicaragua. El asunto de Nicaragua comenzó cuando el gobierno norteamericano prohibió la exportación de armas a Nicaragua. Muy bien, logramos entonces conseguir armas de otras partes. Y cuando lo conseguimos, el gobierno norteamericano nos prohibió el financiamiento del Fondo Monetario, para que no tuviéramos dólares. Y por último, cuando vio que estábamos resistiendo y que casi teníamos derrotada a la revolución marxista, anduvo por los pasillos de la OEA buscando los 17 votos que hacían falta para intervenir en Nicaragua. Y la OEA, desde hace mucho tiempo, es una institución que está pasando por una seria crisis. Exactamente desde el pacto de Tlatelolco, ya no es una institución donde se defiende los Estados sino que se forman pandillas para atacar a los Estados. La OEA casi está llegando a ser un supergobierno, un superestado. Entonces, a los países independientes, eso no les interesa más. Y nosotros no fuimos los únicos en ser atacados. Mire lo que están haciendo con Bolivia. Le están cayendo encima, como le cayeron a Nicaragua en su momento. Creo que hemos retrocedido doscientos años en las relaciones entre los países.

Sin embargo, su gobierno ha cometido excesos que irritan aún a un

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severo anticomunista. En primer lugar, el monopolio absoluto del poder. En segundo lugar, el monopolio absoluto de la economía nacional. ¿Cómo explica usted el monopolio de los Somoza sobre la única compañía de aviación, sobre la única línea marítima, sobre la única acería, la única cementera, la propiedad de la mayor de tierras cultivables y la mayor cantidad de cabezas de ganado?

- Le explico con una sola palabra: trabajo.

¿Trabajo?

- Sí, todo eso es consecuencia del trabajo. A nadie se le prohibía que pusiera una cementera. A nadie se le prohibía que pusiera una línea aérea. O una línea marítima. Por ejemplo, cuando yo comencé tenía que competir con las líneas marítimas alemanas, con las americanas, con las griegas. No, todo lo que se ha dicho es una farsa. Además, en las líneas aéreas no estaban sólo los Somoza. También estaba metida la Pan American, estaba metido Howard Hughes, estaba metido otro accionista nicaragüense.

Señor Somoza, usted debe saberlo. Es muy difícil enfrentar y luchar con un competidor que al mismo tiempo es gobierno, que tiene la suma máxima del poder…

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- Pregúntele a los ganaderos cuántos aviones charter hicieron traer ellos de Venezuela para llevarse las vaquillas, las vaquillonas que yo autoricé que vendieran. Si yo hubiera sido un monopolista, hubiera dicho: “No. Ese ganado se transporta con LANICA (Líneas Aéreas de Nicaragua) o no se transporta”. ¿Y el sexto ingenio más grande del mundo? A ese no lo mencionan, porque no era de los Somoza. Era de los conservadores. Tampoco se menciona que el Estado tenía el dedo metido para que ese ingenio no quebrara a los otros tres o cuatro ingenios, también privados. Tampoco se menciona que las cervecerías fueron monopolio de los conservadores hasta hace diez años. No se mencionaba el hecho de que una firma norteamericana era la que molía la harina, el trigo. Se ha intentado desprestigiar a los Somoza. Y la verdad es que nosotros manejamos un estado capitalista donde tratábamos que todas las cosas marcharan bien. No le mencionan tampoco que esa cementera comenzó con un molinito pequeño de treinta toneladas al día, hace de esto treinta y ocho años. Mire, la palabra monopolio me da risa. Todo eso se consiguió con trabajo. Y la oposición está ahora pagando caro la prédica que encaró contra los Somoza.

¿Usted se animaría a confesar a cuánto asciende su fortuna?

- Sí, eran veinte millones de dólares hace un año, cuando yo llegué al Paraguay. Y eran cien millones antes de perder lo que había perdido en Nicaragua. Aunque no lo perdí, yo lo voy a recuperar, porque nadie tiene derecho de quitarle a uno lo que ha trabajado honradamente. Los nicaragüenses son testigos de cómo nosotros trabajamos en Nicaragua.

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Actualmente tengo haciendas, que vienen de mis tatarabuelos, confiscadas. Hace 15 años yo me compré una finca en Costa Rica. El Murciélago, y ahora me expropiaron. Simplemente, porque era mía. Eso fue también bajo presión de los comunistas que están en Costa Rica.

¿Usted nunca miente, nunca mintió?

- No, nunca. A lo mejor, en mi vida privada, puedo haber dicho una que otra mentira blanca. Pero al pueblo siempre le dije la verdad. Siempre fui honrado con el pueblo.

Se lo acusa a usted de haber utilizado su anticomunismo como excusa para monoplizar el poder político y el poder económico. Y, justamente, sus actitudes despóticas y casi feudales contribuyeron al desarrollo de las ideas izquierdista en Nicaragua.¿Qué dice a eso?

- Considero que no hay ninguna persona que tenga educación democrática que ponga en duda mi vocación por las libertades que el comunismo no permite. Yo he promulgado leyes en Nicaragua, para mejorar la situación del pueblo.

Basadas en la libertad. Si eso se llama monopolizar el poder político, le diría que sí, que como partido somos monopolista, como lo es el partido Revolucionario Institucional en México. Ahora, en cuanto al poder y monopolio económico, fíjese usted en las grandes contradicciones que aparecen ahora. Se dijo hasta el cansancio que los Somoza eran dueños del país. Ahora los izquierdistas están diciendo no. Que el setenta por ciento de las propiedades todavía están en manos de la empresa privada. Quiere decir entonces que los Somoza, los liberales, y el ejército, tenían un cuarenta por ciento de Nicaragua. Ahora se destapa la mentira propagandista.

De cualquier manera, suponiendo que ese porcentaje sea cierto, no es un porcentaje despreciable. Vamos a suponer que es cierto lo que usted dice, que el problema era sólo con los Somoza y que Nicaragua no era un feudo...

- Es que eso no se lo acepto yo.

Pero vamos a suponer.

- No, no, ni lo supongo.

Señor Somoza, hay algunas evidencias...

- Eso lo dice usted. Yo no lo acepto por una sencilla razón. Encuéntreme usted un recurso de amparo en Nicaragua que no haya sido contestado por las cortes. Encuéntreme que nosotros hayamos quitado una Corte Suprema.

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Deme pruebas de todas esas cosas que se dicen. Son todos mitos, clichés. Yo sé la verdad. Y todos lo que andan diciendo por ahí: los Somoza esto y aquello, no saben nada. Le repito, encuéntreme un caso donde hubo una manifiesta injusticia en Nicaragua. Sáquemelo. Han tenido un año para sacar todas estas cosas, ¿y qué es lo que han sacado?

Contra su palabra está la palabra de la oposición, que dice lo contrario...

- Todos los opositores tenían garantías durante mi gobierno. Tenían el cuarenta por ciento del Congreso de la Cámara baja y el Senado. Tenían la tercera parte en todas las Cortes, tenían representación en todos los entes autónomos, tenían asesores en todos los ministerios, que sabían perfectamente del manejo de las cosas. Dígame si ahora ocurre alguna cosa parecida en Nicaragua. Lo que ocurre es que al señor Carlos Andrés Pérez se le ocurrió, se le metió en la cabeza, el Partido Liberal y el Partido Conservador eran tigres de papel. Y a ese señor se le ha permitido inmiscuirse en los derechos soberanos que tiene otro país. Lo que pasa es que Nicaragua es un punto estratégico muy importante. Por ejemplo, hoy es posible hacer un ferrocarril de un extremo a otro de Nicaragua —donde no hay tropas norteamericanas— y utilizar ese ferrocarril o esa carretera para llevar un misil a Cuba o colocarlo en Nicaragua para atacar a los Estados Unidos. U otro país. Yo creo que con el tiempo se van a ir ventilando muchas cosas. Yo creo que después de todas estas experiencias, el pueblo va a reaccionar y me va a dar la razón. Es doloroso que yo lo diga, porque me iba del gobierno en mayo de 1981, es decir, dentro de pocos meses. Pero ellos no quisieron una solución pacífica. Como le dije, no aceptaron un plebiscito. Les dije: si gano, hago un gobierno de conciliación nacional. Si pierdo hago lo mismo y me voy. Más amplio no puede ser un hombre.

¿No vino demasiado tarde su propuesta?

- No, ¿qué va a ser tarde? Nosotros, en plena guerra, hacíamos manifestaciones multitudinarias. Pusimos quinientos cincuenta mil votos en las elecciones municipales, sobre un total de un millón de electores. Y elecciones claras, ¿eh?, limpias.

¿Usted reconoce haber sido un dictador?

- No. Siempre goberné acatando las leyes de la República y la Constitución. Dictadores son los que gobiernan ahora Nicaragua, que tienen diez mil presos, cien mil exiliados, gobiernan sin Constitución y sin leyes, y han confiscado a miles y a miles de nicaragüenses, quitándoles desde un carro hasta sus cuentas de ahorro y haciendas, y han implantado el terror comunista a través de los tenebrosos comités de barrio. Usted sabe, las siglas del Frente Sandinista son: F.S.L.N. (Frente de Liberación Nacional). Ahora la gente pinta esa misma sigla, pero aclara al lado: Favor Somoza Liberar Nicaragua.

¿Y usted lo va a hacer?

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- La solución sería que todos acepten sus errores, y que comencemos de nuevo. Porque de otra manera no va a haber paz. Olvídese de la paz en Nicaragua de otra manera. Yo me considero un político pasado de tiempo. He sido presidente dos veces. Y como me criticaron siempre las veces y el tiempo que hemos estado en el poder, pues, bueno, yo no subiré, pero seguro subirá algún candidato de mi partido, el Liberal Nacionalista. Yo ya le he dado a mi país la mayor parte de mi vida, sirviéndole. Tampoco pretendo quedarme ahí como una estatua. No, yo quiero vivir mi vida.

¿Hacer qué, por ejemplo?

- Dedicarme a mis empresas. Dedicarme a mí mismo. He pasado treinta y dos años trabajando para el Estado. Recuperaría cosas que he perdido por esos treinta y dos años. Porque yo he sacrificado a mi familia. Dejé mis gustos culturales. A lo mejor, llegué a viajar dos o tres veces al año a los Estados Unidos, y una vez cada cinco años al Lejano Oriente. Pero nunca viajé a Europa a nutrirme de nuevas ideas, de nuevas filosofías.

Ahora no está en el gobierno ¿Lo puede hacer?

- Todavía las circunstancias no están dadas para que yo ande en eso. Todavía el caso Nicaragua está muy candente entre la opinión de la gente para que yo me ponga a andar en lugares donde tal vez no tenga la seguridad necesaria, mínima. Porque todavía se relaciona a Anastasio Somoza con la hecatombe que ha ocurrido en Nicaragua hoy. Y al comunismo le conviene seguir manteniendo por largo tiempo ese error, esa falsedad.

Señor Somoza, ¿se anima a ser muy, pero muy sincero?

- Sí, claro.

Si usted pudiera volver para atrás algunos años. Digamos cuatro. Digamos seis años. ¿Qué cosas cambiaría? ¿Qué cosas, de su actitud como gobernante, hubiera cambiado?

- Quizá hubiera atrasado un poco la formación de capitales en Nicaragua. Quiero decir, compartir más con el trabajador. Aunque eso trae sufrimientos, ¿no?

¿Qué cosa trae sufrimientos?

- El compartir con el trabajador.

¿A quién le trae sufrimiento, señor Somoza?

- Al trabajador. Porque entonces ellos son víctimas de la sociedad de consumo.

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Entonces, el dinero que debería usarse para hacer capital y trabajo perenne se lo da usted al trabajador, y él cae presa de esa sociedad de consumo, y el capital se va fuera del país.

Señor Somoza, no creo que me esté hablando en serio. ¿No pensó que la gente puede aspirar cada día a vivir mejor? ¿A elevar su standard de vida?

- El trabajador cree que tiene más. Pero no hay mayor fortuna que el trabajo perenne y el saber también que el día de mañana su hijo va a tener trabajo también. ¿Me explicó?

¿Usted cree que las dos cosas son incompatibles?

- No, no lo creo que sean incompatibles. Yo creo que los pueblos tienen sus momentos. ¿Cómo cree usted que Cuba va a aceptar que Nicaragua tuviera un ingreso per cápita más alto que ellos? Sobre todo, siendo Nicaragua una sociedad de libertad. Porque Nicaragua tenía 930 dólares de entrada per cápita y Cuba estaba en los 600 dólares. Además, en Nicaragua no había colas para comprar el arroz, ni el pan, ni el azúcar. Ahora sí, ahora los nicaragüenses tienen que hacer largas colas para conseguir sus cosas básicas. Bueno, como le digo los términos de capital, de creación de capital, son unas cosas necesarias como el agua, y es lo único que cambiaría yo. Porque el resto de las condiciones las tenía el pueblo de Nicaragua: libertad de prensa, libertad de radio, libertad de locomoción, libertad de contratación, libertad de criticar, de asociación, de viajar fuera del país.

¿Usted alguna vez se sintió un hombre predestinado?

- No. ¿Usted cree que yo hubiera podido mantener esta plática tan amena con usted después de algunas de sus preguntas chocantes si me hubiera sentido un predestinado? No, no, le aseguro que hubiera perdido la dulzura.

¿Tampoco se sintió omnipotente? Porque usted dijo: los del Frente Sandinista son 2 mil locos sueltos sin ningún apoyo popular. ¿No fue esto subestimar al enemigo, sin tener conciencia del valor de sus fuerzas, de su peligrosidad?

- Yo nunca dije eso. Eso es un invento. Déjeme explicarle. Los nicaragüenses tradicionalmente hemos sido pronorteamericanos. Y cuando los norteamericanos se lanzaron contra mi gobierno, los capitalistas, los burgueses, dijeron: hay que echar a Somoza. Y pensaron utilizar a los sandinistas como punta de lanza. Ahora los sandinistas los tienen cruzados a ellos, a los ricos. Los sandinistas no tenían gran repercusión popular. Ocurrió que cuando Carter se opuso claramente a mí, la gente se volcó del lado del que creían que iba a ganar. En Nicaragua había doscientos cincuenta mil propietarios de tierras. O sea, un millón y pico de familiares sobre un total de dos millones trescientos mil habitantes. Quiere decir que mucha gente paupérrima no existía. Hoy en cambio esa gente pobre existe en mi país. Mire,

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lo que han hecho con Nicaragua es una barbaridad. Muchos se juntaron para derrocar un régimen que fue electo popularmente en elecciones observadas por la OEA, para dejar un monstruo que no sabemos qué es. Donde la injusticia vive todos los días.

General Somoza, ¿usted se definió una vez como un liberal de izquierda, y en lo económico, un justicialista. ¿Me puede explicar ambos conceptos?

- Bueno, lo de justicialista tiene algo que ver con el movimiento de su país. Quiero decir, el modelo de Perón de darle participación al obrero. ¿Verdad? En el sentido de darle más al obrero. Yo estuve en la Argentina en 1950.

¿Y cómo es, señor Somoza, el liberalismo de izquierda?

- Un liberalismo que se adapta a los tiempos. Un liberal de izquierda es un liberal que cree que cierta infraestructura en la nación debe estar en manos del Estado.

¿Qué infraestructuras?

Ferrocarriles, muelles, telecomunicaciones, correos, teléfonos, energía, los bancos de desarrollo. En Nicaragua, claro, habían bancos privados. Y hoy –esa es otra injusticia- todos los bancos nicaragüenses están nacionalizados y todos los bancos extranjeros trabajan como capital privado. No, si estos señores no se llevaban las palmas, ¿eh? Y hay también, por supuesto, violencia manifiesta. La televisión ya no está en manos privadas. Las radios tampoco. Pero espere, espere y va a ver usted lo que va a suceder en Nicaragua, porque esos muchachos tontos del Frente creen que conocen al pueblo. Y no, el pueblo de Nicaragua es algo muy especial, es un pueblo que ni siquiera los españoles pudieron domar. Hasta que no les agarraron todas las mujeres y las encerraron en un corral, el indio no se rindió, este es un pueblo distinto al pueblo cubano. ¿Eh?

¿Considera usted que el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro fue de alguna manera el comienzo del fin?

- Bueno, alguna influencia tuvo. Ya desde chicos, yo era adversario del pobre Joaquín. Cuando teníamos 8 ó 9 años, su padre –que ya era dueño de ese periódico- atacaba al mío. Entonces nos peleábamos en el colegio.

¿Y después cuando ya eran más grandes?

- Bueno, él un día se fue a México porque sacó unos impresos de carácter vulgar sobre mi familia. Entonces mi tío lo amenazó. Y como su papá conocía a mi padre, arregló para que se fuera a México. Estuvo en México, luego regresó, fue director de LA PRENSA, se metió en tres intentonas de revolución. Las tres veces lo capturamos, lo juzgamos y se encarceló hasta el día que lo

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mataron.

¿Quién lo mató?

- Últimamente él se había puesto insoportable, porque había un banco de plasmaféresis en Nicaragua, que lo manejaba un cubano. Dos cubanos. Entonces Chamorro empezó a atacarlos y les dijo ladrones en el periódico. Este banco exportaba plasma. Pedro Ramos era el dueño. Un día Pedro Ramos contrató un muchacho, Peña, para que a su vez Peña contratara a los asesinos. La primera vez fallaron, porque al enterarse los asesinos de a quién tenían que matar, se asustaron y huyeron. El segundo intento tuvo éxito. A Peña se le capturó horas después del asesinato, hubo gente que identificó el carro, y él confesó que Ramos le había dado la plata para que lo hiciera.

¿Por qué le atribuyeron a usted la muerte?

- Cuando una persona tan prominente en la política y en la prensa internacional es asesinada, eso trae repercusiones negativas para un gobierno. Se aprovechó el sepelio para quemar bancos, para quemar comercios. Y la familia dijo que nosotros lo habíamos mandado a matar.

¿Cómo explica usted la participación de Violeta Chamorro, de extracción conservadora, en una Junta de sandinistas?

- Bueno, es que LA PRENSA tenía 137 oficinas en Nicaragua en todos los municipios, y Pedro Joaquín utilizaba esas oficinas para hacer oposición y para hacer proselitismo. Así que LA PRENSA tenía una fuerza política muy importante que aportar. Los sandinistas lo sabían. Ella fue usada.

General Somoza, ¿usted duerme bien?

- Sí. ¿Y usted?

A veces. Y eso que nunca fui presidente

- Mire, ¿cómo voy a tener remordimientos, cuando los que hoy han convertido a mi país en cárcel, pertenecen a una organización internacional? Póngase en ese plano.

Entre el poder y la fortuna, ¿con qué se queda usted?

- Bueno, considero que el poder es una cosa muy fugaz. ¿Verdad? En cambio la fortuna es más permanente. Entonces, cómo tengo que velar por los que me siguen a mí, mis hijos, tengo que elegir lo que es mejor para ellos.

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¿Usted cree en el juicio de la historia?

- Sí. Inexorablemente.

¿Cree que saldrá absuelto?

- Sí.

¿Qué contará en sus memorias?

- Cómo son las fuerzas que suficientemente maniobraban para acabar con un régimen e implantar el comunismo. Nombraré a la gente con nombre y apellido. El libro saldrá en dos meses. Aún no tiene título. Primero lo vamos a publicar en inglés, que es el idioma que yo manejo mejor que el español. No se olvide que toda mi formación formal fue en inglés y que hice tres años en West Point. Sí, en el libro diré todo. Diré que antes de la conspiración habíamos mantenido durante 23 años nuestra moneda a 7 córdobas por dólar y que ahora está a 20 por 1. Diré que nosotros teníamos 18 mil hombres bajo las armas, y los terroristas tenían 15 mil.

Habla Anastasio Somoza Portocarrero

Entrevista de Fabián MedinaLa Prensa 31 de Enero 2008

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Carga con un nombre muy pesado. No es fácil llamarse Anastasio Somoza. Ni haber sido el director de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería de la Guardia Nacional, la famosa EEBI, el cuerpo militar más agresivo de Somoza. Pero la cruz más pesada que carga sobre sus espaldas este hombre de 57 años, rotundamente calvo, alto y más bien delgado, es haber sido señalado durante 30 años como uno de los autores intelectuales del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.

“No estoy dispuesto a cargar más esa cruz que me encaramaron”, dice en una extensa entrevista concertada en un café de Guatemala, donde vive “a bajo perfil” desde hace 28 años. Ni su casa, ni su oficina, sino un café escogido por él. Sin embargo, se mueve sin escoltas y deja fotografiarse. Los tiempos cambian.

Dice estar dispuesto a someterse a una prueba con “el polígrafo más fuerte del mundo” para demostrar que no tuvo participación alguna en lo que califica como “horrendo crimen” sobre una persona a la que tenía “aprecio”.

Durante ocho horas, Anastasio Somoza Portocarrero, “El Chigüín”, habló para LA PRENSA. No quedaron temas sin tocar. Desde su amistad con Camilo Ortega, hermano muerto de Daniel y Humberto Ortega, hasta Dinorah Sampsom, la amante de su padre, y por supuesto, la muerte de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, que es el tema con que iniciamos esta serie a propósito de los 30 años de ese magnicidio.

El hombre que entra con 10 minutos de retraso al Café Vienés, de Guatemala, no parece el militar que ocupa un lugar privilegiado en la historia de violencia de Nicaragua. Pelón, delgado y muy alto, con porte de caballero. Busca, y rápidamente localiza al equipo de LA PRENSA que lo espera.

—Anastasio Somoza —se presenta y mira con desconfianza al fotógrafo que ya ha comenzado a esgrimir su cámara—.

—No me dijiste que venías con fotógrafo —recrimina sin mucho empeño.

Vencidas las desconfianzas, acepta al fotógrafo y colabora en la búsqueda de un lugar con menos ruido para grabar. Él mismo lleva una grabadora y una dotación de casetes. La grabadora le da problemas.

—No la usaba desde la entrevista con Xiomara (Chamorro, hace siete años) —bromea. Logra poner a funcionar el artefacto y finalmente dice estar listo—. Pregunte lo que quiera.

Fueron ocho horas de entrevista. La verdad es de muy fácil hablar. Tiene una voz grave, muy parecida a la de su padre, Anastasio Somoza Debayle, aunque físicamente es más cercano a su abuelo, el otro Anastasio Somoza, el fundador de la dinastía. Su acento es muy nicaragüense y

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escoge con mucha propiedad la palabra a utilizar, recurre frecuentemente al inglés para mostrar sus comentarios más personales.

Anastasio Somoza Portocarrero, conocido como “El Chigüín”, es el primer hijo de Anastasio Somoza Debayle y doña Hope Portocarrero. Vivió en Nicaragua hasta los 12 años, y estudió en el Colegio Pedagógico La Salle, donde confraternizó con el posteriormente héroe sandinista Camilo Ortega, hermano del presidente Daniel Ortega.

Estudió en Harvard y estuvo a cargo de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), el cuerpo élite de la Guardia Nacional, al que se acusa de numerosos y graves abusos durante la guerra de insurrección, a finales de los años setenta.

Desde el derrocamiento del régimen de su padre, ha vivido en el exilio, la mayor parte en Guatemala, donde dice llevar algunos negocios personales y estar enfrascado en la formación de sus hijos. Nunca regresó a Nicaragua.

Desde hace 30 años, a Somoza Portocarrero se le ha acusado de ser la mano que estuvo tras el asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal (PJCh), el 10 de enero de 1978. Esta entrevista busca conocer su versión de los hechos. Ni limpiarlo ni inculparlo.

¿Qué fue lo que pasó ese 10 de enero de 1978? Reláteme un poco su día…

Ese día, a la hora del cruel asesinato del doctor Chamorro —que fue algo terrible para toda Nicaragua— estaba yo sentado en mi oficina, en un galerón en la Escuela de Entrenamiento (EEBI), con un oficial de la misión militar americana que me estaba visitando porque estábamos viendo cómo armar una policía civil para evitar el tener que involucrar gente entrenada como soldados en el mantenimiento de la paz en Nicaragua, cuando de repente recibí una llamada del general José Somoza que me dijo muy sencillamente: “Hijó, venite a mi oficina que algo terrible ha pasado”. Obviamente en ese momento, sabiendo que mi padre estaba en recuperación de su infarto que tuvo en Montelimar, lo primero que se me vino a la mente es que el general tuvo un relapso, algo le pasó. Yo le pregunté a don José: “¿Qué pasó?” Sólo se limitó a decirme: “¡Vení!” Entonces le dije yo (al militar norteamericano):

—I got to go. General José is calling, he says it's urgent and it's something very important. (Me tengo que ir. Llamó el general José y dice que es urgente y algo muy importante). Nosotros teníamos una relación muy abierta con ellos. ¿You want to come? (¿Querés venir?).

—No, no, it could be personal (No, no, puede ser personal).

—Well, fine, no problem, I’ll let you know as soon as I find out what’s going on. (Bueno, está bien, no hay problema, te informaré tan pronto sepa qué está pasando.

Y me fui a la oficina del general, en el Primer Batallón Blindado y me encontré con una escena. Personas que yo conocí desde chiquito con unas caras de angustia, gente mucho mayor que yo. Entré y dije: “¿Qué pasó?” El general Armando Fernández, que estaba ahí, me dice: “Una

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tragedia”. Vuelvo a preguntar: “¿Qué pasó?” Entonces don José me dijo: “Acaban de matar a Pedro Joaquín”. Y yo le dije en inglés: “Holy Jesus! (¡Santo Dios!) ¿Ya le avisaron al General?” “Estamos en el proceso de llamarlo. Pero queríamos que estuvieras aquí, porque como es tu papá, y no sabemos el impacto que pueda tener esta noticia, queremos que vos se la digás”.

A mí no me toca decirle esto, pero es mi papá, y si le va a dar algo que lo va a golpear, a mí me toca. Paso la llamada a Montelimar y al otro lado contestó el ayudante, el hoy finado general Adonis Porras. Ellos habían estado escuchando la radio. Yo no tenía idea. Me dice: “No le hemos dicho nada al general”. “Ponémelo”, le digo. Y al mismo tiempo le dije: “Tené listo el team (equipo) médico porque no sabemos cómo va a recibir esta noticia el General”.

Esta es mi versión, obviamente hay otra versión, que es la de él, que sale en su libro. Le dije en inglés:

—Dad, we have terrible news (Papá, tenemos terribles noticias) —porque nos hablábamos en inglés.

—What happened? (¿Qué pasó?).

—Pedro Joaquín Chamorro has just been shot and killed in the middle of Managua, (Pedro Joaquín Chamorro acaba de ser tiroteado y ha muerto en el centro de Managua).

—Holy Jesús! (¡Santo Dios!) —Entonces usó otras palabras muy nicas— a la gran p… ¿Y cómo fue? Let me sit down. Do you have any details that you’ll know. (Dejame sentarme, tenés detalles que sepás).

—I think you better speak to General José and the senior officers. (Mejor hablás con el general José y los oficiales mayores).

—Hold on a minute, let me catch my breath. (Esperate, necesito recuperar el aliento).

—¿Are you all right? (¿Estás bien?).

—Yeah, but, holy Jesús! (Sí, pero ¡Santo Dios!). Pasame al general José.

—Sí señor.

Le pasé al general José y ya le dio toda la información de lo que había visto la Policía en ese instante. Yo por mi lado llamé de vuelta en otra línea en Montelimar para hablar con el ayudante y decirles: “¿Cómo está el general? ¿Tenés el equipo médico listo?” Inmediatamente llamé al oficial en la misión militar americana a decirle:

—Jesus Christ, some jerk has gone out and killed Pedro Joaquin Chamorro. Holy Christ! (Jesucristo! Algún imbécil mató a Pedro Joaquín Chamorro. ¡Santo Dios!).

—Oh My God, yeah, this is terrible! (¡Dios mío, sí, esto es terrible!).

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—Pass it on up the chain, I guess you better inform the ambassador. Because I don't have his number and it's not my job, I mean, this is a government thing. (Pásalo a la cadena. Mejor informale al embajador porque yo no tengo su número y no es mi trabajo, digo, esto es un asunto de gobierno).

Me quedé viendo a los oficiales, a todos. Ahí se había llegado a concentrar más gente donde don José. Todos con una cara de aflicción. Gente valiente, gente seria, gente de familia, pero con caras de verdadera aflicción. Para nosotros era una cosa tremenda.

¿Por qué?

Por lo que representaba, y todavía representa y siempre representará la imagen del doctor Pedro Joaquín Chamorro ante Nicaragua, ante el mundo, ante la prensa, y lo que representaba para nosotros. Era un hombre que por más que haya batallado a diestra y siniestra a favor de lo que él creía, era un hombre que conocíamos, un hombre al que habíamos tratado. Un ser humano que estaba batallando por sus creencias. Yo sabía, los oficiales de la Guardia Nacional sabían, que muchas veces había sido protegido. Él puede haber dicho que era vigilado, pero había mucha preocupación de que le pasara algo a él siempre. Porque en sus campañas él siempre tendía a ser muy fuerte y hay gente que no respeta la vida.

¿Cómo es que lo protegían?

Obviamente el doctor Chamorro nunca, pero nunca, permitió que se le diera protección al estilo que da el Servicio Secreto en Estados Unidos o el FBI o el equipo de protección personal que creo que tiene la Policía (de Nicaragua).

¿Se lo propusieron?

No me consta de pláticas que hayan hablado con él. Recuerde que cuando muere el doctor Chamorro yo acabo de cumplir 26 años. Pero creo que él se daba cuenta de que ahí en el parque de Las Palmas había un carro, él decía que lo seguía para vigilarlo, puede que haya sido, puede que no, pero sí sé que en las pláticas que se hacían entre personas del Gobierno, más que todo de la Guardia Nacional, el General siempre insistía: “Cuidado le pasa algo a ese hombre”. Cuando tuvo enfrentamiento entre él y otras personas que militaban en sus bandos, el Partido Conservador, UDEL, todas… Había gente que, aparentemente no le tenían aprecio, y no tenían la preocupación que tenía el Gobierno, que todos nosotros teníamos, en el sentido que el doctor Chamorro era un símbolo. Cuando el general viajaba a Estados Unidos se llevaba un par de copias de LA PRENSA, entonces cuando un reportero le preguntaba sobre democracia en Nicaragua o le decía que Nicaragua es una dictadura, entonces el General sacaba un número de LA PRENSA y le decía: “Lea esto y dígame si esto se puede publicar en una dictadura”.

¿Usted me está diciendo que en el más alto círculo del somocismo le tenían aprecio al doctor Chamorro?

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La generación mía creció conociendo al doctor Chamorro a través de su periódico y a través de roces sociales con sus hijos. Era una familia de bien, gente conocida, vivían al lado de la familia Ulvert que nosotros visitábamos mucho, ahí, en el parque Las Palmas. No era una persona extraña para nosotros. Para el General, Pedro Joaquín fue su eterno rival, aparentemente desde que eran chavalos en el colegio. De ser el joven fogoso involucrado en una serie de acciones militares, o seudomilitares, ya en los años sesenta agarra seriamente la batalla periodística dentro del espacio que tenía. Él sabía que su espacio era ilimitado a menos que estuvieran conculcadas las libertades públicas, cosa que nunca le sirvió bien a nadie. Ni a LA PRENSA ni a nosotros.

Voy a insistir en la pregunta: ¿Aprecio definiría el sentimiento que ustedes sentían hacia el doctor Pedro Joaquín Chamorro?

Aprecio, diría yo, como una figura importantísima en Nicaragua. El General nunca hablaba mal de él, más bien decía que nunca había que odiar.

¿No teme que estas palabras sean tomadas como cinismo de parte suya?

No, porque hay personas que conocen… Mi generación, que es de la que yo puedo hablar, saludaba al doctor Chamorro cuando nos veíamos en misa. No había una relación de no tocarlo, pues. Ya el General era otra cosa, nunca hablaba del doctor Chamorro, más que para enseñarnos de que había que tener una mente abierta siempre para lo que criticaba.

Pero hay un registro de carceleadas...

Ah, no, no. Yo estoy claro… Pero si usted ve qué llevaba a los momentos en que el doctor Chamorro era detenido, eran acciones que si las hacen hoy en día igual lo llevarían ante un juez: actos armados, Olama y Mollejones, que son los que vienen a mi memoria.

También a la muerte de su abuelo, el doctor Chamorro va preso simplemente porque era oposición…

Leí el libro del doctor Chamorro, Estirpe sangrienta..., cuando yo tenía 12 años. Me lo encontré en un archivo y me lo leí de punta a punta, para ver qué era lo que decía. Comparando lo que él decía a lo que yo veía en la realidad, me di cuenta que, si bien puede haber pasado lo que el doctor Chamorro describe en su libro, ya no estaba pasando. Ya era algo que no era bien visto. Con el asesinato de mi abuelo, en la Casa del Obrero, en León, la reacción se puede haber pasado de mano en muchos casos, no sería, digamos, el tipo de investigación moderna que podríamos hacer hoy en día. Porque no había ni los métodos modernos y era algo que tocaba directamente a las autoridades. La muerte del general Somoza García fue algo que le cambió la vida a mucha gente. La reacción debe haber sido feroz. Yo no estaba en Nicaragua en ese entonces.

¿Conocieron algún plan contra el doctor Pedro Joaquín Chamorro que no llegó a ejecutarse?

Yo, en lo personal, no. Que puedan haber habido, las autoridades de la Policía, de la Oficina de Seguridad, es posible que se hayan dado cuenta. Pero yo no puedo decir que aquí hubo un plan

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para hacerle daño al doctor Chamorro… No. Y en eso yo me someto a un polígrafo. Cuando querrás.

Entonces esa protección que dice usted que le daban ¿era simplemente una corazonada?

No sé... No sé… Recuerda que yo me fui de Nicaragua a los 12 años a estudiar a Estados Unidos y venía sólo en vacaciones. Y lo que aprendí no era porque yo era parte de nada, sino porque pelaba la oreja como dicen en Nicaragua. Decimos. Oía pedacitos de las cosas que decían, veía al general Montiel hablar con mi papa y decir: “Estamos protegiendo a Pedro Joaquín”. Uno no preguntaba a esa edad qué está pasando.Mi papa nunca nos decía: “No hablen con ese hombre”. Nosotros le contábamos las veces que lo veíamos. Para nosotros era como ver VIP... ¿Me entendés? Uno de mis hermanos tuvo una admiración por una de las hijas del doctor Chamorro, y no me voy a meter en ese enredo de explicarlo. Como chavalos se escapaban el uno de la casa del otro y se encontraban, siempre rodeados de amigos... Era una relación más, Montesco y Capuletos.

Retomando el hilo de su día, usted se entera, hay caras largas… ¿En qué momento siente que el dedo público lo está señalando?

Yo no siento que me están señalando hasta varios días después que comienzo a ver... ¿y esto qué es? Comienzo a oír que yo pudiera haber estado involucrado en ese acto tan horroroso. Y por otro lado me doy cuenta que en el proceso de investigar la muerte del doctor, el General ha ordenado que sea un nuevo equipo completo de personas que lo investigara, no la gente involucrada en trabajos de Inteligencia o Policía. Y me dice a mí: “Stay away of anything to do with Pedro Joaquin's death because some evil son of a bitch is trying to pin it on you. (Alejate de cualquier cosa que tenga que ver con la muerte de Pedro Joaquín, porque algún maldito hijo de puta está tratando de culparte)”. Así con esas palabras.

Obviamente, cuando comienzo a ver y a oír, yo digo: “¡Mamita linda! La muerte del doctor Chamorro me la están queriendo encaramar a mí”, y yo estoy diciendo: “¡Momentito! Aquí alguien está manufacturando esto por razones, obviamente de hacerme mal, por razones políticas, pues”. Que tiene que haber sido una mente bastante malévola o alguien que sabía lo que estaba haciendo. La primera pregunta que se hace cualquiera en una investigación de un crimen es: ¿a quién le beneficia el crimen? Y por donde usted lo busque, a ningún miembro de la familia Somoza le beneficiaba la muerte del doctor Chamorro.

Pero es extraño que se sorprenda de que lo empiecen a mencionar a usted si reconoció que el doctor Chamorro era el principal rival, enemigo, de la familia Somoza…

No, no. Él era el principal opositor en su medio. No políticamente. Políticamente el doctor Chamorro, como ya es récord público, trató de armar una serie de alianzas, de movimientos políticos, etc. Pero su valor enorme en Nicaragua, como lo ha demostrado la historia, era el valor simbólico, no el valor político. La antorcha de la libertad. Usted me dice rival político, yo le digo el doctor Agüero.

Que al final fue aliado.

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Que al final fue una persona que le buscó a Nicaragua una transición diferente. No aliado.

Dice que días más tarde es que empieza a sentirse acusado del crimen. Pero el mismo día usted mandó unas flores al funeral...

Sí, como toda persona decente que ve que alguien que ha admirado, y con quien yo personalmente no tenía más que una relación personal. Era un hombre... qué querés que te diga, que le decía “hola” cuando le veía. “Doctor, buenos días”. Y veo que lo asesinan, y yo, como se estilaba en Nicaragua en los tiempos en que la decencia imperaba, mando unas flores por dolor de ver esto que nos afecta a todos. Fue un acto, quizás políticamente naïf (ingenuo), pero de corazón.

Le decía que cómo es posible que hasta varios días después usted se siente acusado, si ese mismo día destruyeron las flores que usted mandó y el titular de LA PRENSA de ese día inculpaba a la familia Somoza: “Mandaron a asesinarlo”.

Una cosa es que inculpen a la familia Somoza y la otra es la pregunta que tú me hiciste, si yo personalmente siento que me ponen el dedo a mí. Culpa a la familia Somoza desde el momento cero. Porque obviamente era el blanco fácil.

Hope Portocarrero de Somoza

Hope Portocarrero Debayle (nació el 28 de junio de 1929- murió el 5 de octubre de 1991) fue la esposa del dictador

Anastasio Somoza Debayle y madre de Anastasio Somoza Portocarrero.

Es la primera dama más recordada en Nicaragua por su labor social, su belleza y elegancia.

Nacida en Tampa, Florida, Estados Unidos y creció en Miami, en el seno de una familia Católica. Aunque fue

registrada con los nombres Blanca Esperanza, toda su vida fue conocida como Hope. Sus padres fueron el una vez cónsul honorario, Dr. Nestor Portocarrero Gross (ginecólogo) y Blanca Debayle Sacasa. Sus padres eran de origen español, alemán, húngaro y francés, de una antigua familia nicaragüense establecida en los Estados Unidos. Era nieta del Dr. Luis H Debayle, llamado el

"Sabio DeBayle".

Hope tenía solamente un hermano menor: Néstor Portocarrero Debayle. Desde muy joven, Hope se caracterizó por modales exquisitos. Era una excelente pianista y dominaba los idiomas francés,

italiano, inglés (su lengua materna) y español. Concluye sus estudios de Servicio Exterior y Lenguas romances en Barnard College y Georgetown University.

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Por sus buenas calificaciones, simpatía, popularidad y belleza fue reconocida entre sus compañeros y le valió ser nombrada reina de festivales y ceremonias culturales.

El 5 de diciembre de 1950, se casa con su primo Anastasio Somoza Debayle, quien era el segundo hijo varón de Anastasio Somoza García y Salvadora Debayle en la hoy Antigua Catedral de

Managua. Un matrimonio realizado por conveniencia, arreglo que había sido tratado por los padres de los novios tiempo atrás.

El fastuoso enlace se llevó a cabo en Managua y convocó a la burguesía nicaragüense y extranjera, además de ser noticia internacional. Hasta la fecha éste matrimonio ha sido el más imponente en la historia del país, el llamado por los nicaragüenses: La Boda del Siglo. Para su

suegro el enlace significó la culminación de la alianza con las familias de más prestigio y abolengo del país. Hope y Anastasio tuvieron cinco hijos: Anastasio Jesús, Julio Néstor, Hope Carolina, Ana

Carla y Roberto Eduardo.

En 1953, Hope fue representante de Nicaragua en las ceremonias de coronación de la Reina Isabel II del Reino Unido. Pronto se convirtió en

la dama más popular de la sociedad nacional y los encabezados en diarios tanto nicaraguenses como internacionales que hablaran de

Portocarrero se hicieron frecuentes.

Al inicio la pareja vivía aparentemente feliz al lado de sus hijos en la ciudad de Nueva York, hasta que Anastasio fue llamado por su padre para que volviera a Nicaragua, ya que éste planeaba postularse de

nuevo como candidato presidencial del oficialista Partido Liberal Nacionalista (PLN), aun cuando doña Hope tratando de salvar su

matrimonio intentó por todos los medios de convencer a su marido de permanecer en los Estados Unidos, ya que lo mantenía lejos de la

amante de éste.

Doña Hope y sus hijos residieron nuevamente en ese país en distintos períodos. Sus hijas fueron educadas por una institutriz española encargada de ellas dos en Managua, además estudiaron en el

extranjero.

En 1965 fue delegada de Nicaragua en el XIX período ordinario de las sesiones de las Naciones Unidas.

En 1967 se convierte en primera dama de la República de Nicaragua y también en un ícono de la moda, elegancia y refinamiento en la alta sociedad. Ese mismo año presenta su declaración de bienes ante el Tribunal de Cuentas de la República, en donde aparecía como accionista de las

siguientes empresas:

1- 4,013 acciones de la sociedad anónima denominada “Fábrica de Hilados y Tejidos El Porvenir S.A.”, con un valor nominal de cien córdobas cada una.

2- Una acción de la sociedad anónima “Productos Carnic”, con un valor nominal de cincuenta córdobas.

3- Una acción de la sociedad anónima “Oleoductos Nicaragüenses” con un valor nominal de cien córdobas.

4- 3,651 acciones de la Distribuidora Mercedes Benz S.A. con un valor nominal de cincuenta

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córdobas.

5- Una acción de la Sociedad Morro S.A. con un valor nominal de cien córdobas.

6- Noventa y cuatro acciones de la sociedad “Plywood de Nicaragua S.A.” con un valor nominal de un mil córdobas.

7- Dueña del cincuenta por ciento de la Sociedad “A. Somoza H. Y CIA. Ltda.”, cuyo capital social asciende a diez mil córdobas.

Durante la década del 70, fue una figura reconocida, especialmente por su glamour, comparada con Jacqueline Bouvier Kennedy, por su belleza y su refinamiento. Acompañó a su marido en

importantes misiones diplomáticas como la visita al Presidente estadounidense Richard M. Nixon, José López Portillo de México y al Emperador del Japón Hirohito. Hizo también visitas oficiales a

numerosas naciones europeas y asiáticas.

No fue una mujer despilfarradora, que complacía sus gustos con el dinero del pueblo, considerando que provenía de una familia rica y habiendo primeras damas en otros países como Imelda Marcos,

Michèle Bennett o Elena Ceausescu siendo famosas por sus gustos extravagantes. Aún así era bien sabido que la señora Somoza vestía lo último en la moda de la alta costura, lucía su oscuro cabello siempre en peinados modernos, así como realizar constantes viajes al exterior, poseía un

exclusivo automóvil Mercedes-Benz y su casa El Retiro, en Managua era signo de un delicado gusto, decorado con los más finos acabados, con amplias zonas verdes, cancha de tenis, una

elegante piscina frente al amplio bar de paredes de vidrio, caballerizas y un cine privado.

Con el correr del tiempo, Dinorah Sampson, amante de su marido adquiere más influencia sobre él y por lo tanto sobre el gobierno también. La manera de ser poco refinada de Anastasio, frustraba a su hermosa esposa que pretendía que él se uniera a la alta sociedad de Newport. Somoza prefería la Flor de Caña y su esposa el champagne. Hope se refugió en actividades de sociedad en donde

realizaba eventos de beneficencia.

Se registra como legado de su gestión como primera dama, la construcción del Hospital del Niño, el Hospital Luis Somoza en León, el Centro de Huérfanos La Esperanza y defendió los derechos de

los niños del país fundando el Tribunal de Menores.

En un emocionante discurso que ella pronunció, dijo que no se iba a permitir más que los menores de edad que cometían un delito fueran encarcelados con los reos comunes. También construyó

una clínica especializada para mujeres en la Colonia Tenderí y fue la promotora de la ley de protección a las mujeres. Constructora del imponente Teatro Nacional Rubén Darío, que el

periódico The New York Times lo calificó como el mejor centro para las presentaciones escénicas en Latinoamérica, construido entre 1966 y 1969 e inaugurado el 6 de diciembre de ese último año.

En 1970 el gobierno francés le concedió a la Señora Somoza la condecoración Palmas Académicas.

Además fue Presidenta de la Junta Nacional de Asistencia y Previsión Social y Presidenta del Instituto Pro-Arte. En 1977, doña Hope impulsa y bautiza el Centro Dambach como: Centro Cultural

Nacional, que se convirtió en la sede de las instituciones más relevantes de la cultura nicaragüenses: El Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional, el Conservatorio Nacional

de Música, la Escuela Nacional de Bellas Artes, el Museo Nacional y la Galería Plurar. Por su iniciativa personal la exposición 9 pintores nicaragüenses recorrió distintas partes de Europa en

1974. También en 1977 fundó una escuela para niños sordos. Además fue quien inauguró el Centro de Observación y Orientación de Nazareth. Siempre presidió junto a otras damas

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Somocistas las Ferias Agostinas, típicas en Managua, que se celebrabran anualmente, obsequiaba regalos a todos los niños de las escuelas en la navidad y organizaba muchas otras actividades de

espercimiento sano. De caracter dinámico e independiente, declaró una vez a un diario estadounidense: No tolero a la gente que se aburre, no hay excusa para eso.

Después del terremoto de 1972, que destruye casi en su totalidad la capital Nicaragüense, Hope realiza una obra social admirable, nublada por las acciones de su marido y colaboradores que no tardaron en realizar un negocio de trata de blancas con todo el dinero que fuera recogido. Esto

molesta y daña gravemente la sensibilidad de ella, que como está citado en Libro De Mrs Hanna a la Dinorah, doña Hope comentó: "Éste General no se compone, no le basta el dolor y el sufrimiento

del pueblo. Quiere tener tiempo para fechorías y sodomías. Le odio... le odio..".

Durante las recepciones oficiales donde Somoza habría de aparecer por puro protocolo con su esposa Hope, ésta llegaba al final, cuando la ceremonia estaba por terminar. Se colocaban juntos

para las fotografías oficiales y posterior a esto la Primera Dama abandonaba el lugar.

Para finales de la década del 70, se le veía tan poco en actos públicos que los medios de comunicación para no levantar sospechas de los problemas entre la pareja presidencial imprimían al menos dos o tres fotografías de la Sra Somoza en el diario oficialista Novedades y transmitían

por televisión imágenes de doña Hope en actividades en el pasado, así también en los cines exhibían los acostumbrados y tediosos Newsreel (noticieros) de la familia Somoza que ya era

tradición desde la época del General Anastasio Somoza García. Para nadie era un secreto que doña Hope se mantenía por mucho tiempo fuera de Nicaragua y sus hijos también.

En 1978 se divorcia de su marido el entonces presidente de Nicaragua y decide radicar en Londres. Contrae segundas nupcias con el multimillonario salvadoreño Archie Baldocchi, el 25 de

mayo de 1982 cuando ya era viuda. Baldocchi era el padre del banquero Archie Baldocchi Dueñas.

Después de haber estado hospitalizada en Mount Sinai Hospital y sometida a tratamiento, Hope pierde su lucha contra el cáncer, enfermedad que padecía años atrás.

Hope Somoza Baldocchi murió en Miami el 5 de octubre de 1991, a la edad de 62 años. Fuentes cercanas a la ex primera dama, alegan que poco antes de su muerte había entregado la cantidad de $US100.000, en socorro de los nicaragüenses necesitados que habían logrado llegar a Miami, después de la Revolución Sandinista que puso fin al Somocismo en Nicaragua. Sus restos fueron depositados en la cripta Somoza Portocarrero en Woodlawn Park North Cemetery and Mausoleum

en Miami, donde se encuentran los de Anastasio Somoza Debayle, el padre de sus hijos.

En la actualidad los mejores hospitales de Nicaragua rebautizados con otros nombres fueron construidos por doña Hope Portocarrero.

En la zona turistica de San Juan del Sur, se encuentra el Hotel Victoriano, que en el pasado fue la mansión de verano de Portocarrero en ésa localidad.