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La interacción del Preparador Físico con el Entrenador Posted on 19/01/2013 by pedrogomez Por Pedro Gómez ([email protected]) – Extracto del libro: La Preparación Física del Fútbol Contextualizada en el Fútbol – McSports 2011 “Baila con quien te trajo al baile” Si hay algo que nos evoca el refrán citado no es otra cuestión que la importancia de la lealtad. En nuestro caso, lealtad hacia la persona que ha confiado en nosotros y nos ha brindado la oportunidad de trabajar en “su” equipo y “su” cuerpo técnico. No nos engañemos, el preparador físico, salvo casos puntuales, está ligado y condicionado por la figura del entrenador. Tal vez no en niveles inferiores donde el club confía en nosotros y nos recoloca temporada tras temporada, pero en fútbol de alto nivel, los profesionales de nuestro campo solemos hacer la maleta a la vez que alguno de “nuestros” entrenadores. No nos fichan a nosotros, le fichan a él, y nosotros con suerte vamos en el “paquete”. Esto es un hecho, interprétenlo como mejor les apetezca. Por tal motivo, nos debemos a nuestro entrenador y estamos obligados a darlo todo por él. No es cuestión de decirle a todo que sí, sin contradecirle nunca y adulándole constantemente. Podemos discrepar, podemos pensar de manera diferente, podemos ser contrarios a su forma de hacer las cosas, pero en el momento que formamos parte del mismo cuerpo técnico debemos de permanecer unidos, sin fracturas, con posibles diferencias, pero con sinceridad y honestidad permanente.

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La interacción del Preparador Físico con el Entrenador

Posted on  19/01/2013   by  pedrogomezPor Pedro Gómez ([email protected]) – Extracto del libro: La Preparación Física del Fútbol Contextualizada en el Fútbol – McSports 2011

“Baila con quien te trajo al baile”Si hay algo que nos evoca el refrán citado no es otra cuestión que la importancia de la lealtad. En nuestro caso, lealtad hacia la persona que ha confiado en nosotros y nos ha brindado la oportunidad de trabajar en “su” equipo y “su” cuerpo técnico. No nos engañemos, el preparador físico, salvo casos puntuales, está ligado y condicionado por la figura del entrenador. Tal vez no en niveles inferiores donde el club confía en nosotros y nos recoloca temporada tras temporada, pero en fútbol de alto nivel, los profesionales de nuestro campo solemos hacer la maleta a la vez que alguno de “nuestros” entrenadores. No nos fichan a nosotros, le fichan a él, y nosotros con suerte vamos en el “paquete”. Esto es un hecho, interprétenlo como mejor les apetezca.

Por tal motivo, nos debemos a nuestro entrenador y estamos obligados a darlo todo por él. No es cuestión de decirle a todo que sí, sin contradecirle nunca y adulándole constantemente. Podemos discrepar, podemos pensar de manera diferente, podemos ser contrarios a su forma de hacer las cosas, pero en el momento que formamos parte del mismo cuerpo técnico debemos de permanecer unidos, sin fracturas, con posibles diferencias, pero con sinceridad y honestidad permanente. Sólo así podremos llegar a acuerdos, reflexionar sobre ciertos aspectos y modificar ciertas actuaciones. Acostumbrase a defender las opiniones propias con razonamientos es una excelente manera de evolucionar; promover la confrontación de diferentes puntos de vista enriquece y afianza criterios durante la discusión.“Jose se queda porque Jose no me dice lo que yo quiero escuchar, dice lo que él piensa”Van Gal respecto a Mourinho, momento después de haber cesado a todo el anterior cuerpo técnico del FC Barcelona. (Informe Robinson – Palabra de Mou).Si en el apartado anterior se mencionaba la deseable capacidad de empatizar con las personas como herramienta imprescindible para manejar nuestro entorno, en el caso de la interacción con el entrenador este aspecto cobra todavía mayor importancia si cabe. Lo primero que nunca debemos de olvidar es que tanto para bien como para mal, él será el principal responsable de lo ocurrido, la prensa no nos felicitará a nosotros si conseguimos que el equipo gane algún torneo, pero tampoco nos criticará en el caso de no conseguir los resultados esperados. La responsabilidad recaerá sobre sus hombros prácticamente en la totalidad de los casos.

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Recordado esto, es normal que el entrenador nos exija que todo esté a su agrado y manera, nos gustará más o menos, pero siempre deberá de estar bajo su supervisión. Desmarcarse de esta idea sería comenzar a tambalear los cimientos de nuestra lealtad.

“En mi primera etapa como entrenador durante siete años, no he tenido a preparadores físicos. Quería ser yo el primero en saber de esto antes de que uno me dijera si era mejor hacer esto o lo otro. Ahora con Roberto Sassi tengo una muy buena relación porque todo lo que hacemos lo hacemos juntos”. (Claudio Ranieri en Secretos de Fútbol moderno)Si queremos por tanto seguir optando a trabajar con un determinado entrenador porque consideramos que muchos de nuestros objetivos serán más fáciles de alcanzar si vamos de su mano, debemos de ganárnoslo. ¿Cómo?, sobre todo demostrando nuestra valía, nuestra competencia, nuestra capacidad para resolver problemas contextuales, controlando todos los detalles y liberándole de ciertas cargas que le puedan generar desgaste (actualmente el entrenador es prácticamente un relaciones públicas y permanentemente tiene demasiados frentes abiertos)…tenemos que hacerle ver que confiado de nuestro buen hacer, puede delegar en nosotros sin riesgo alguno cualquier aspecto que estime oportuno.

El estilo del entrenador, como se puede intuir, será el que determine el grado de delegación que incurra en nosotros y la metodología de trabajo que desarrollemos. Los hay más tradicionales, más innovadores, más colaboradores, reacios a ciertas medidas, propensos a determinados hábitos..etc. y nuestro papel (una vez más) es adaptarnos. Podremos entender el fútbol y la manera de entrenarlo de una manera, considerar necesario aplicar ciertas técnicas, creer innecesarias otras muchas, pero a la postre, el entrenador será quien deba de dar el visto bueno a todo. ¡Adaptación!. El entrenador no tiene por que estar de acuerdo con nuestra visión y recomendación de trabajar el aspecto condicional de manera inseparable con el resto de estructuras, incluso pude que nos observe con recelo sin intentamos incluir aspectos tácticos en nuestros ejercicios. Puede exigirnos otro tipo de trabajo, otra metodología, cambiarnos el planning inicial sin previo aviso, modificar nuestros ejercicios, despreocuparse de nuestra parcela o estar muy encima de todo lo realizado.

“Hace unos años, bueno a mi me ha pasado, te tocaba ser entrenador de porteros, además de llevar la preparación física, y ahora es imposible en cualquier equipo, ahora tu tienes que delegar y confiar en un equipo de trabajo, tú como entrenador tienes que liderar ese grupo de trabajo y tu tienes que hacerles ver al principio de temporada lo que tu quieres y darles plena libertad” (Joaquín Caparros en Secretos del Fútbol moderno)“Schuster no puede interferir en los métodos del preparador físico (Di Salvo). Es el primer entrenador en la historia del fútbol que tiene firmado por contrato que la parte de la preparación física está excluida de su parcela. Y lo firmó encantado, lo que demuestra su personalidad. El míster recibe todos los días a sus jugadores en perfecto estado de revista. Podría irse tres meses y la maquinaria seguiría funcionando. No hay nadie insustituible”. (Ramón Calderón – ex presidente Real Madrid). El propio Schuster se sinceró en agosto: “A veces no pinto nada en algunos entrenamientos”. (El mundo digital 26/2/2008).

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“Desde que nos conocimos, Mendilibar y yo coincidimos en un montón de cosas, en cómo vemos el fútbol y cómo vemos el entrenamiento. Hasta en nuestra forma de ver la vida tenemos cosas parecidas” (Toni Ruiz – P.F Osasuna – El Diario de Navarra- 22/2/2011)Como se puede observar, el contexto determinará el tipo de relación que se desarrolle entre entrenador y preparador físico. La extremidad de algunos de los casos mostrados nos muestra un escenario tremendamente complejo y variable. No es cuestión ni de desanimarse ni hundirse por esta realidad. Nuestro ánimo y humildad deben primar sobre el resto de aspectos. Intentemos hacerle ver a nuestro entrenador que nuestro trabajo contextualizado ayudará más y mejor al equipo. La sinceridad y honestidad anteriormente citadas serán la clave de la optimización del proceso….. y recuerda, tu zona de confort ni es la única ni seguramente sea la mejor. En esta zona es más difícil equivocarse y por esa misma razón también aprender. No tengas miedo a la novedad ni a metodologías distintas. Precipicio, incertidumbre, disparidad, error, aprendizaje…marchan juntos

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La Intensidad del “Profe”.Posted on  06/01/2014   by  pedrogomezPor Pedro Gómez (@pf_gomez  / [email protected])

“Es muy complicado cuando tienes una persona que está por encima de ti y no te exige el máximo o que aparenta que lo que haces, sea lo que sea, siempre está bien”.

(Ricardo Costa, jugador del Valencia cf).

Arrancamos 2014, y por desgracia, observamos como muchas cosas siguen sin atisbar sospecha de cambio. La primera, concerniente a mi juicio particular,  es que mi sinceridad profesional parece irremediablemente avocada a la decepción, pues como seguiréis comprobando a lo largo del año, no me cansaré de “opinar” sobre aquello que me rodea de la manera más neutral que mi contexto me permita (es cierto que la neutralidad cuando hay personas por medio no existe), sin importarme las salpicaduras que ello me pueda acarrear. La segunda, pero primera en orden de importancia (al fin y al cabo yo soy un simple payaso más en este circo) es que nos movemos en un país de pandereta y castañuela con mayúsculas, donde el esfuerzo y la valía venden menos que la pillería, el negocio y el chisme. ¿Qué podemos esperar de un país en el que lo más leído es el libro de Belén Esteban y lo más visto el programa de Jorge Javier Vázquez? , un país en el que los “medios de desinformación” son cómplices directos de nuestra involución…un país en el que importa más el envoltorio que el sabor del caramelo.

Entre tanto, el fútbol como fenómeno social que es, no podía permanecer ajeno a este cambio de escenario mental por mucho tiempo y acabó como muchas otras cosas sucumbiendo a la picadura de este fenómeno. ¿Los síntomas de esta infección en nuestra esencia? El destierro del juego, el castigo a los que deberían de ser grandes referentes del mismo (jugadores y técnicos) y el ensalzamiento de métodos revolucionarios y personajes “atractivos” para el televidente futbolero de forma directamente proporcional a la distancia en km de su procedencia.

¿Y a qué viene todo este rapapolvo?…, sí amigos, yo también he visto los noticiarios deportivos esta semana y he comprobado la gratuita entronización de algunos profesionales (en este caso de la preparación física) por cuestiones tan dispares a la vez que “cruciales” como la capacidad de gritar y escenificar durante un entrenamiento, o de imprimir lo que algunos llaman intensidad…como si eso fuese lo más relevante, como si la valía profesional debiese medirse de manera ajustada al espectáculo mediático generado. ¡Pero cuidado!, ¡que nadie malinterprete mis palabras!, no voy a  ser yo, un tercerola y “mindungui” cualquiera el que ponga en duda la valía de los Richinos, Ortegas y Farías, ya que no me cabe la menor  duda de que seguramente sea su buen hacer el que les ha llevado a sus actuales puestos de trabajo, ¡bendita envidia!, lo único que ocurre es que desde mi modesto sofá, compruebo con

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cierta contrariedad como nunca pudimos disfrutar de espacios dedicados en la gran pantalla para Seirulo, Lorenzo Buenaventura, Chema Sanz, Javier Miñano, Alfonso Morcillo..etc.. referentes indiscutibles de nuestro campo a los que la pandereta parece negarles su merecido sitio.

Pero tranquilos amigos, aunque me sirva para introducir el tema sobre cual quiero ofreceros mi opinión, de esto tampoco iba la entrada de hoy, no quiero parecer un anti sistema futbolístico frustrado que llora por alcanzar su sitio (las cosas acaban llegando si ponemos todo nuestro empeño, no hay más)…la cuestión es que me gustaría hablaros de la INTENSIDAD…Sí, esa que en la cita inicial Ricardo Costa parece reclamar a su anterior cuerpo técnico sin pararse a mirar su propio ombligo,  la misma que para los espacios deportivos se encuentra en la capacidad de  gesticular y elevar la voz.

¿Qué es realmente entrenar con intensidad?, ¿qué connotaciones complejas acarrea?, ¿qué tiene de interesante para que entrenadores, espectadores, periodistas recurran a ella tan a menudo?. Podríamos definir el concepto de una manera sencilla como el “grado de esfuerzo que una tarea exige”, pero, ¿estamos valorando las insinuaciones complejas a las que un término como “esfuerzo” nos puede trasladar?.

En nuestro afán por encontrar uno de los santos griales del entrenamiento, el entrenador  rebuscará entre el sudor de sus jugadores, el preparador físico en las entrañas de sus pulsómetros, gps y demás, el jugador en la actitud de su cuerpo técnico, el periodista volverá a tirar de pandereta…y todos ellos sin excepción, a pesar de indagar en parajes totalmente distintos, terminarán durmiendo seguros y tranquilos gracias a la testarudez de su empolvado cerebro, el cual les convencerá de que por supuesto, sea como sea, lo están haciendo bien y de que sus entrenamientos son más Intensos que los del vecino…al menos mientras se sume de tres en tres.

A mí personalmente, (supongo que por eso no llegué a la élite), me cuesta horrores hablar con seguridad de múltiples y variados términos del entrenamiento, entre ellos por supuesto, el de intensidad, pues considero que este, nace de un cúmulo de complejas interacciones entre factores intrínsecos y extrínsecos que rodean el contexto de las tareas de entrenamiento, muchos de ellos a veces, no tan controlables como algunos se empeñan en hacernos creer.

Y es que aunque entiendo que toda tarea conlleva una intensidad estándar inherente, determinada por variables condicionales como el espacio, los tiempos, la densidad de jugadores, el tipo de esfuerzo solicitado..etc…y variables tácticas como el grado de especificidad, el tipo de relaciones y asociaciones demandadas, la complejidad de los principios solicitados…todavía no soy capaz de apaciguarme y regocijarme en la seguridad a la que mi supuesto e irreductible conocimiento intenta empujarme , ya que para mí, por lo que veo y siento, no puede quedar ahí la cosa.

Mis años de entrenamiento me han permitido comprobar cómo esta hipotética intensidad estándar para todos los participantes en una tarea, puede verse incrementada o disminuida por factores propios y ajenos al jugador, entrenables y controlables a veces, llenos de incertidumbre e incomprensión otras.

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Sudar más por tanto, entendido como grado de esfuerzo demandado, puede depender de…

-          El nivel de autoexigencia de cada jugador (los vi que independientemente de tareas y entrenadores, siempre lo dieron todo durante los entrenamientos, y  a la inversa).

-          El estado emocional individual del momento (jugadores que no juegan, sin ánimo, desilusionados por su estatus, seguros de su valía, confiados por su constante titularidad…)

-          Contexto psicológico grupal (semanas en las que se cambia de entrenador, entrenamientos tras reprimendas o críticas, relajación por supuesta superioridad semanal, ..)

-          Labor del cuerpo técnico (dinámica de entrenamiento llevada a cabo, tipo de actitud y feedback..)

-          Individualidad táctica/condicional dentro de la relación jugador /tarea (no todas las tareas exigen mismo tipo de relaciones en cualquier participante, pues estos, tienen un nivel resolutivo particular de las mismas).

-          Entorno (desde días de viento y lluvia a superficies no habituales de entrenamiento).

¿Qué aparato puede medir esto?, ¿habrá formula capaz de arrojar el numerito exacto a añadir en nuestra hoja de Excel?, ¿cómo podemos estar seguros de hacerlo bien entonces?..

Amigos míos, a día de hoy creo convencerme de que estamos ante un escenario en el que la magnitud real de la intensidad de una tarea depende del contexto individual de cada uno de los jugadores, los cuales, como seres complejos que son, viven de un modo particular enmarcado en un momento puntual cada uno de los ejercicios de entrenamiento, y donde las voces, los alaridos y la espuma por la boca, no tienen cabida como constituyentes explicativos de tan manida problemática.

¿Hasta cuando entonces seguiremos buscando la intensidad de las tareas en el acento, el volumen y la escenificación del preparador físico?…espero que no sea hasta que Belén Esteban deje de vender libros.

 

Un abrazo amigos!!

 

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El robot actúa, el futbolista INTERACTÚA.

Posted on  17/02/2014   by  pedrogomezPor Pedro Gómez (@pf_gomez / [email protected])

¡Sí amigos!, el tradicional ciclo Percepción-Decisión-Ejecución podría estar equivocado… al menos para todas aquellas decisiones que como en el fútbol,  deben de tomarse en milésimas de segundos.

Aislar la actuación de un jugador del entorno que le da sentido así como tratar de entender esta como un proceso individual en el que el jugador decide previa y conscientemente lo que va a hacer, es un cruel e inhumano acto de castración para la complejidad que tanto nos gusta defender que posee este deporte.

Mientras que para la perspectiva mecanicista del ser humano este procesa individualmente la información de manera similar a las máquinas, robots y objetos inanimados (estímulo, procesamiento, respuesta), para la perspectiva ecológica de la realidad, la circunscripción de esta actuación al contexto puntual que  le rodea será la clave que nos acerque a la comprensión real de cómo actúan nuestros futbolistas.

Se nos llenó la boca de frases como: “Al futbolista debemos de hacerle pensar”, sin saber realmente como se construía y evolucionaba el cerebro del futbolista. Intentamos descuartizar nuestro escenario dando por hecho que al reducir el gran problema en pequeños problemas más sencillos, facilitaríamos la toma de decisión del jugador. Dimos por hecho que la realidad es universal e intentamos establecer pautas preestablecidas para diferentes y frecuentes problemáticas, sin caer en la cuenta de que esta es una convención particular que cada sistema nervioso genera y moldea de acuerdo a sus posibilidades.El entorno depende del organismo, y el organismo depende del entorno. Detectar las múltiples variables contextuales potencialmente condicionadoras de la acción nos hará apreciar la imposibilidad de parar, procesar, reflexionar y decidir con tres defensores mordiéndonos los talones. Comprender la relación de interdependencia que se fragua entre todos los elementos constitutivos de una situación particular del juego será la chuleta que nos permita aprobar el examen de la toma de decisión del futbolista. Y es que ya lo decía Lillo, “yo te condiciono, tú me condicionas, el entorno nos condiciona….somos seres condicionados y condicionadores”.

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Y si no me creen, desempolvemos nuestras mentes mecanicistas e intentemos ponernos en situación…

Si cada movimiento de los naranjas, ya sea en apoyo o ruptura condiciona la decisión del poseedor.

Si cada acción defensiva de los blancos, ya sea individual o colectiva abre o cierra determinadas puertas al jugador.

Si las capacidades particulares del que tiene el balón le empujan hacia comportamientos en los que se encuentra más cómodo y se percibe más competente.

Si las propiedades individuales de los compañeros y rivales que le rodean son más propensas para la eficacia en unos escenarios u otros.

Si el minuto de partido, el resultado, la trascendencia de los puntos importan.

¿Quién se atreve a asegurar que el jugador piensa y actúa por sí solo sin que su comportamiento este condicionado por la interacción entre los distintos elementos situacionales de la acción mostrada?

Si tú me tapas un perfil, yo te intento superar por el otro.

Si sé que soy más fuerte por fuera que tú, voy por fuera.

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Si la llegada de tus compañeros te hace a ti más fuerte por dentro, ahí te quedas.

Si mi compañero sale por aquí, yo voy por allí.

Si la defensa olvida esta zona, yo la ataco.

Y así podríamos seguir un buen rato….¡Cada jugador depende irremisiblemente de lo que el resto está haciendo!! Hasta el que se encuentra a 60 metros del balón!.

Ante este, ahora sí, complejo panorama, ¿qué orden consciente es tan rápida como para viajar desde el cerebro hasta los pies habiendo procesado los cientos de potenciales soluciones que el contexto ofrece?

A poco que revisemos algún texto de  neurociencia comprobaremos como la solución a este complejo acertijo neuronal se encuentra en nuestro inconsciente, y no en una gobernada voluntariedad como nos hicieron  creer en el pasado. No es que tengamos una serie de botoncitos y elijamos el más adecuado en cada momento sino que es la autoorganización experimentada por el jugador tras interactuar con su entorno, unida al bagaje previo de experiencias similares, la que activa un mecanismo involuntario que arrastra al sistema hacia los ambientes supuestamente favorables.

La familiaridad de la situación hará que el jugador vivencie una serie de atractores y repelentes (marcadores situacionales que activan neuralmente en un sentido u otro)…una orientación defensiva del defensor que invite a atacar su lado débil,  un movimiento ofensivo del compañero o defensivo del rival… y que amplían el número de “affordances” (respuestas) que el jugador tiene al interactuar con su entorno.

De este modo, cada jugador ostenta un abanico particular de respuestas condicionado no solo por lo que ocurre en el momento de la acción sino también por sus experiencias vividas anteriormente, el cual le otorga una tendencia natural e inconsciente de actuación. ¿Quiénes son los que más rinden por tanto?, aquellos capaces de adaptar sus patrones de coordinación a las múltiples fuentes de información del entorno inestable.

En consecuencia y ya para terminar, si la ejecución emerge de la  interacción con el entorno, ¡debemos respetarlo en nuestros entrenamientos!, la robustez de las sinapsis neuronales que aspiramos a estimular con nuestros entrenamientos depende de la vivencia de flujos específicos de trabajo, así que amigo mío, que no se te seque la imaginación como dice Leiva y no te líes con tanta palabrería, al fin y al cabo, tan sólo te estoy dando un argumento más para entrenar en especificidad contextual.

 

Un fuerte abrazo!!

Pedro Gómez Piqueras ( Preparador Físico Albacete Bpie)

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En busca de la Receta PerdidaPosted on  05/11/2013   by  pedrogomezPor Pedro Gómez (@pf_fomez / [email protected])

Una de las muchas malas costumbres del ser humano sigue siendo la de escudriñar el camino más corto para alcanzar sus objetivos, ¿para que voy a invertir  mi tiempo y esfuerzo en esto, si lo puedo lograr antes por esta vía?, se pregunta el avispado explorador.

La holgazanería de nuestras mentes imitadoras, esclavas del qué dirán, temerosas a violar las tradiciones y  reglas, limita la reflexión, iniciativa y  creatividad del ser humano calcando las costumbres  ajenas sin apenas pararse a valorar la adecuación de estas (como tú te remangas el pantalón por abajo, yo también, como tu desvalijas y vagueas, yo también, como tú haces estos ejercicios de entrenamiento, ¡yo no voy a ser menos!).

Así, y desembocando en nuestro océano futbolístico habitual, detenerse en entrenamientos ajenos a nuestro contexto puede llegar a convertirse en un desatinado intento formativo de búsqueda de respuestas ante preguntas inadecuadas, pues nuestro afán por copiar sin apenas reflexionar, puede derivar en el habitual, peligroso e injustificado “relleno” de nuestras sesiones de trabajo…si Pep, Mou o el Tata lo hacen …¿cómo voy a estar  yo en la onda sin hacerlo?..y si no..¡Que levante la mano aquel que nunca copió un ejercicio del compañero de al lado!.

Generar contextos adaptados a las necesidades de nuestro equipo y en los que se potencien los principios de juego perseguidos por nuestro jugar debería ser el único espejo donde mirarnos. Esto lo tenemos claro, o eso creo, al menos de boquilla, entonces por qué a la hora de extrapolar tareas de entrenamiento de otro contexto al nuestro no tenemos en cuenta las interacciones, asociaciones  y  coordinaciones propias de nuestro grupo, nuestro estado emocional puntual, nuestras necesidades futbolísticas reales para esa semana…¿no cuenta nada de esto?, ¿basta con incluir en nuestra sesión aquella tarea “mágica” que un día vi por la TV para que afloren automáticamente las consecuencias deseadas?.

Me gusta pensar que al igual que toda receta culinaria requiere de una serie de ingredientes indispensables, todo ejercicio de entrenamiento tiene su música, la cual, si no es detectada, valorada y disfrutada, difícilmente agitará a mis jugadores  para que la bailen…de modo que si soy incapaz de corregir, adaptar y potenciar el contexto generado por la tarea, difícilmente lograré una transferencia competitiva real para mi equipo…de modo que si sólo me quedo con la receta y no doy importancia a los ingredientes, el comensal puede que termine cambiándose de restaurante.

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En consecuencia, entenderán que limitarnos a la receta, a una imitación superficial del envoltorio, puede que sacie nuestro día a día, nuestros temores al qué dirán,  pero se torna en absurdez mayúscula si no la acompañamos de su necesaria dosis de  creación, reflexión y adaptación a las particularidades y circunstancias de mi equipo.

Toda receta (tarea de entrenamiento) necesita la combinación de buenos ingredientes (jugadores, interacciones…), no te conformes y llenes el buche de comida rápida a modo de sesiones de entrenamiento para salir del paso, valora, crea e interviene, una y otra vez, porque estos ingredientes también tienen fecha de caducidad, y ciertas tareas, al ser mucha veces utilizadas dejan de generar lo esperado por estar muy asimiladas por los jugadores. Lo sé, es un no parar a veces frustrante.

Imita al empollón en vez de al macarra, imita al trabajo en vez de a la pereza, imita a la honradez en vez de a la codicia…..¡Crea tu receta!, que no te impongan tu comida favorita….

 

¡Un fuerte abrazo amigos!

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A vueltas con la ESPECIFICIDAD del entrenamiento

Posted on  16/12/2013   by  pedrogomez

Por Pedro Gómez (@pf_gomez  / [email protected])

¿Os habéis preguntado alguna vez por qué todos queremos coches de 180 caballos si en carretera no podemos superar los 120 km/h sin infringir la ley?, ¿o altavoces de cientos de vatios cuando el oído humano tiene un límite de tolerancia?, ¿por qué con el entrenamiento del fútbol, últimamente, parece que nos conformamos con el aprobado raspado?.

Intentaré hacerme entender…

Si por un momento dejamos de lado al verdadero transformador de contextos en este juego y de metodología hablamos (cada vez me gusta menos), podríamos hacer una división muy simplista en la que nos encontraríamos con corrientes que ensalzan la figura del preparador físico como constructor innegociable de las capacidades del futbolista, y maneras de actuar que resaltan la valía del entrenador como único creador y generador de comportamientos grupales efectivos. ¡Para que vamos a hablar del futbolista, si este es un mero ejecutor de nuestros deseos, direcciones.. y su prescindible papel podría ser ocupado por cualquiera con una similar capacidad de ejecución!. ¿No me creen?, ¿por qué entonces el presupuesto de los equipos no influye en su clasificación final y siempre quedan arriba de la clasificación los equipos dirigidos por mejores entrenadores y cuerpos técnicos?, lo que importa es el entrenador, su método y punto. El talento innato del jugador, sus capacidad de autoorganización colectiva, su sentir particular y cien mentiras más, forman parte de un peligroso cuento que nos intentan vender aquellos que no entienden de entrenamientos y ansían arrebatarnos el puesto a los que de verdad sabemos de qué va esto. Amigos, cuanto polvo que desempolvar en nuestro inconsistente traje de arrogancia y vanidad.

Abandonemos la ironía, alejémonos un poco del jugador sin perderle de vista y vayamos de nuevo al método, espero que esta vez sí, por última vez…

Como todos sabéis, al ser humano, a pesar de su, en muchos casos, mal graduadas lentes, le cuesta horrores tropezar con aquella virtud de la que Aristóteles nos hablaba y que se encontraba en el punto intermedio de dos extremos viciosos. En nuestro ánimo de diferenciarnos y desmarcarnos, la esquivamos, pues ser parte de un extremo nos aporta (o eso creemos) una férrea identidad, un

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indestructible corporativismo, que nos hará más fuerte de cara a aquellos, que en este caso, serán ilustrados por nuestro buen hacer. La inconsistencia, la subjetividad y los depende ni venden libros ni rellenan páginas de periódico…y si encima le echamos el muerto al jugador y su innato potencial, ¡mal futuro nos espera compañero!.

Entre tanto, en medio de esta batalla con poco aroma futbolístico, comprobamos como  a diario, somos bombardeados por argumentos de uno y otro bando, cuyo objetivo no es otro que obligarnos a rendirnos y formar parte de su selecto club, o por el contrario, ser destruidos, humillados y borrados literalmente del mapa …¿o juego directo o tiki taka?, ¿o Mou o Pep?, ¿o analítico o integrado?, ¿o desfasado o en la onda?…como si no tuviésemos derecho a nadar entre dos aguas disfrutando de aquello que más nos colmase en cada una de las  paradas de este complejo trayecto.

¡Señores!, que quede claro de una vez por todas, ¡los métodos de entrenamiento ni ganan ni pierden tantos partidos como muchos nos quieren hacer creer!, todo método puesto en práctica  se enmarca dentro de un entorno particular, único e irrepetible, ¡es contextual! y como tal, no garantiza resultados equiparables en equipos y momentos incomparables.. ¿O es que todavía ninguno comprobó como la mejor pretemporada es a veces el jugador fichado a última hora del cierre de mercado, o la mejor semana de entrenamientos es la recuperación durante el Sábado de uno de nuestros jugadores? Entonces.. si poco a poco nos vamos convenciendo de que esto es así, ¿a que viene ese intento desesperado de decantarse por uno u otro?, ¿por qué ese afán injustificado de abrazar los discursos más llamativos? ¿Por qué relegar al banquillo tantos años de ensayo-error? …la causa efecto de aplicar unos y otros con respecto a su rendimiento futbolístico es la misma, es decir, SUPUESTA.

Profeso de manera “casi” ilimitada la ESPECIFICIDAD (con mayúsculas) del entrenamiento. Estoy convencido de que someter a nuestros  jugadores a escenarios similares en espacio, tiempo y densidad, a la realidad competitiva que supuestamente esperamos para el próximo partido es el camino más seguro para alcanzar la tan hostigada transferencia competitiva del entrenamiento. Respetar la realidad del juego y nuestro juego nos acercará de manera imparable a la optimización de nuestro contexto táctico, condicional y emocional, seguramente más que ningún otro camino, pero lo siento, creo que no sólo de ESPECIFICIDAD vive el futbolista. Soy un ecléctico declarado. Convencido absoluto de que podemos extraer múltiples beneficios de otras formas de trabajo. ¿Por qué llevar el motor de nuestro coche revolucionado si podemos tener uno con alto caballaje que me permita viajar a 120 km/h sin apenas resentirse?

Para mí, con la ESPECIFICIDAD únicamente, podemos correr el riesgo de quedarnos con un “5 pelao”. ¿Por qué no complementar el estudio del temario con “otras” lecturas y así llegar mejor preparado al examen?, espero que no sea por cuestión de tiempo ni falta de voluntad. Someter al jugador a tareas menos especificas, donde se potencie algún principio de juego universal y no todo roce la especificidad de mi modelo, o donde ni tan siquiera se haga excesivo hincapié en los comportamientos táctico colectivos, puede tener otro tipo de ventajas, tal vez no tan futbolísticas, que complementen y mejoren nuestra predisposición para asimilar el verdadero objetivo del entrenamiento: integrar una manera de jugar.

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Situaciones de espacio reducido donde el tipo de contracción muscular sea distinto o donde la percepción de esfuerzo y participación por parte del jugador sea mayor (cuestión emocional a veces crucial para la creencia de tus jugadores en tu trabajo), dinámicas donde se reduzca la densidad de jugadores y así se facilite la repetición como variable decisiva para la asimilación de contenidos, tareas preventivo-complementarias donde el soporte biológico condicional adquiera el protagonismo arrebatado por la esencia del juego, ¡como si el modelo de juego no sudase!…¿por qué no pueden tener cabida en nuestros entrenamientos?, ¿vamos a dejar de ser galácticos por hacer un 5×5 con apoyos por fuera?.

Así, dicho esto, y puesto que sin concreción práctica mis palabras podrían correr el riesgo de quedar vacías, para mí, y mi contexto, la distribución porcentual de contenidos dedicados a uno u otro tipo de metodología debería de rondar entre el 55-65 % de ESPECIFICIDAD con mayúsculas (trabajo sobre modelo de juego), 25- 30 % de especificad con minúsculas (tareas integradas donde haya cabida para situaciones algo más alejadas de la realidad de nuestro juego), y un 10–15 % dedicado a trabajos preventivos complementarios donde el soporte condicional fuese el verdadero protagonista.

Convencido de que los entrenamientos, las tareas y las metodologías tienen sus matices propios e inimitables, característicos del hacer de cada cuerpo técnico, les muestro a continuación la dedicación real de  mi equipo en lo que va de temporada próximos a finalizar la primera vuelta del campeonato, no como muestra de lo que se tiene o debe de hacer, si no como evidencia de lo que nosotros hacemos y refuerzo de mis palabras aquí expuestas (estoy muy cansado de discursos que poco tienen que ver con la realidad del que los predica).

Por supuesto, aunque en mi caso de existencia indiscutible, la repartición y orientación de estos contenidos debería de ser flexible y adaptable a la realidad de cada uno de los contextos que nos toque vivir, pues como imaginarán, las necesidades particulares de cada equipo son las que empujan, o al menos deberían, a nuestras actuaciones, para que estas sigan unos u otros derroteros.

¿Ganamos o perdemos partidos por este reparto? NO. ¿Puede que ganemos más o menos partidos haciendo una distribución parecida en futuras temporadas? SÍ.

Amigo mío, haz lo que creas, o acabarás creyendo lo que haces.

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¿Hay vida después del glucógeno?

Posted on  13/10/2013   by  pedrogomezPor Pedro Gómez (@pf_gomez / [email protected])

 En época de prosperidad tecnológica son varios los “especialistas” que, sabedores de la dimensión social de este deporte, y envueltos con sus atiborradas hojas de datos y cuantificaciones  se autoproclaman, sin corresponderles,  expertos de este juego y su “ciencia”.

Su objetivo es evidente: hacernos creer que el rendimiento depende de lo que miden y de lo que calculan, lo cual, en muchos casos, no hace más que acabar de desorientarnos definitivamente,  pues comprobamos como no es poco frecuente que estos, una vez conocidos los EFECTOS, modifiquen y ajusten sus datos para instaurar CAUSAS afines a sus intereses.

Que las ciencias que rodean a este deporte, llámense fisiológicas, médicas, matemáticas o psicológicas,  diseccionen al mismo olvidando su innegable y condicionante complejidad contextual, induce a que más que complementar (motivo por el que fueron acogidas), añadan ruido a nuestro intento de comprensión, corriendo así,  el riesgo de ser desautorizadas por la propia esencia del juego. Explicar los aconteceres de este entorno futbolístico sin atender a la globalidad del mismo es como intentar enamorar a la chica sin caerle bien a sus amigas, tener el beneplácito de sus padres, huyendo de sus lugares de ocio favoritos y enrabietando a su mascota favorita.

Dicho esto, disculpen las posibles erratas fisiológicas que probablemente me dispongo a evidenciar en este texto, pero es que cada vez estoy más convencido de que la fatiga del futbolista durante un partido de fútbol es más una cuestión contextual y emocional que biológica.

Considero que explicaciones como la reducción y depleción de sustratos energéticos como el glucógeno y la fosfocreatina, el recalentamiento muscular, la deshidratación, la acumulación de lactato, la pérdida de equilibrio iónico en la fibra muscular..etc.. aun habiendo sido comprobadas científicamente, no arrojan todavía la luz necesaria en torno a una  cuestión tan crucial durante una competición como el cansancio del futbolista.

¿Quién no recuerda: jugadores /equipos que “parecían otros” en cuestión de minutos…, Equipos que prendieron la famosa chispa en el minuto 85 cuando 10 minutos antes estaban abocados a la oscuridad de la derrota..Jugadores que corrían más y más rápido solo por verse cerca del marcador, de los tres

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puntos o del trofeo…Aficiones que insuflaron combustible en los desgastados depósitos fisiológicos de sus jugadores…?

Señores…¡el contexto momentáneo lo cambia todo!, ¿Por qué iba a la librarse el cansancio de este asombroso condicionante?.

Por suerte, ya son varios los estudios (sobre todo provenientes del grupo de investigación de la Universidad de Vigo) que relacionan los metros y esfuerzos realizados, las intensidades de los mismos, con las cambiantes variables del juego (minuto de partido, marcador, relevancia del encuentro, nivel del rival, marcador..etc). ¡La fatiga deja de ser únicamente fisiológica!, la emoción suscitada por el entorno, entra en juego.

Sirviéndonos de una de las explicaciones que la ciencia ha dado a la fatiga, el modelo fisiológico del “Gobernador central” de Noakes (1997), alcanzaríamos a  hacer con este un símil más contextual y señalar que el futbolista, a lo largo del partido, y en función de las variables que le rodean, trata de preservar su homeostasis (equilibrio) futbolística teniendo en cuenta su valoración percibida sobre las necesidades momentáneas del juego, lo cual le llevaría a poder exprimir más o menos su capacidad biológica en función de las constantes y fluctuantes demandas de estas…o lo que es lo mismo…el futbolista, inconscientemente, modifica su potencial “físico” paralelamente a lo que le exija el partido.

Entonces, si el soporte físico depende de lo contextual, de lo táctico, de lo emocional…¿vamos a seguir construyendo nuestra estructura física de acuerdo única y exclusivamente  a las leyes de la fisiología humana?.

Si estamos en el lado del SÍ, puede que reduzcamos la globalidad de nuestra realidad pero probablemente no sentiremos seguros y protegidos por nuestra certeza.

Si nuestra inquietud nos arrastra al lado del NO, ¿Seremos capaces de recrear condiciones emocionales varias donde el entorno condicione la fisiología?…¿será esto posible en nuestros entrenamientos?..¿Cómo lo haremos sin poder introducir a 20000 espectadores en nuestro campo de entrenamiento o sin añadir la emoción que representan los 3 puntos en juego?…La duda y complejidad de esta cuestión derivará en inseguridad y desasosiego constante, pero tal vez, solo tal vez, nos acerque un poquito más a la realidad…

Queridos amigos, sabéis que respeto y me apasiona enormemente mi profesión, os aseguro que aun discutiendo su orientación, defenderé los innegable de su existencia persistentemente, …pero si hay algo que tengo claro, y espero que ningún compañero se moleste.. es que cuando el corazón  del futbolista empuja..ni preparación física ni leches…

 

Un fuerte abrazo!!!

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ESCLAVOS DE LA CUANTIFICACIÓN DEL

ENTRENAMIENTOPosted on  24/11/2013   by  pedrogomez

Por Pedro Gómez (@pf_gomez / [email protected])

ADVERTENCIA: Lo aquí escrito a continuación es una simple opinión personal, basada en mi experiencia profesional y tan válida e inválida como cualquier otra. El objetivo de la misma es, sin entrar en conflictos, invitar a la reflexión y azotar nuestra “zona de confort”, razón por la cual, se aconseja  no leer si no se está dispuesto a convivir con opiniones desviadas de nuestras actuaciones diarias.Entiendo que con esta opinión corro el riego de ser “expulsado” o al menos apartado, del colectivo de algunos preparadores físicos no dispuestos a ver tambalear su puesto de trabajo.

Imagino que mis argumentos aquí dados podrán ser entendidos como actos herejes en contra de la identidad  y el desarrollo de nuestro campo profesional.

Tan sólo espero que mis palabras sean entendidas y valoradas como lo que son, simples opiniones no sujetas a comprobaciones y valoraciones científicas, y por ende, plenamente injustificables.

Sólo me queda pediros perdón compañeros, pero como me va la marcha,  ¡allá voy!…..

Todos sabemos, y lo comprobamos a diario, que el ser humano necesita tener argumentos (reales o imaginarios) que justifiquen sus actuaciones diarias, para así, poder sentirse tranquilo, seguro y respaldado a la hora de meterse en la cama. Somos tan egoístas y tan reacios a admitir el error que en no pocas ocasiones creamos las causas una vez conocidos los efectos… como dicen por mi tierra “ a cojón visto, macho seguro”..¡the height of stupidity!.En nuestro caso, los preparadores físicos, como sabéis tan expuestos a la crítica en momentos de malos resultados deportivos o rachas de lesiones inesperadas, tenemos la mala costumbre de refugiarnos en justificaciones, (las cuales a veces ni nosotros mismos nos creemos), que impidan que nuestro buen hacer se ponga en entredicho por la prensa, aficionados o nuestro propio cuerpo técnico.

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Por suerte para nosotros, el bueno de Bill Gates nos proporcionó hace unos años una herramienta que revolucionaría todo este mundo repleto de incertidumbre, aportando ese confort y seguridad tan demandado en momentos de crítica y puesta en entredicho, esa luz que marcase nuestra dirección a tomar cuando la oscuridad invadiese nuestro día a día… ¡Exacto!, me refiero al tan adorado Microsoft Excel..Herramienta hoy en día limitante y encarceladora de comportamientos por su mala utilización, que en su comienzo se utilizó para desmarcarnos, consolidar nuestras actuaciones y reivindicar nuestra innegociable aparición en este embrollo futbolístico en el que todos queremos “estar” sin importarnos las connotaciones de nuestro “ser”.

¡Sí amigos!, malgastamos tanto tiempo en cambiar el color de nuestras hojas de datos, ajustar las leyendas de nuestras gráficas y rellenar de números nuestras celdas que arrinconamos e impedimos la entrada a nuestro mundo de certidumbres numéricas a variables tan indispensables como la reflexión, el conocimiento del propio juego y los comportamientos de los seres humanos que en él participan a diario. ¡Qué más da si el cartucho de tinta a color se nos gasta en una semana!, la cuestión es tener preparadas y perfectamente maquilladas nuestras a veces incomprensibles hojas de datos para que el directivo de turno vea numeritos y colores y así se convenza de que trabajamos duro y sabemos lo que hacemos.

Entretanto, buena culpa de enriquecer a los dueños de compañías de suministros de impresoras la tuvo la codiciada, perseguida y escurridiza CUANTIFICACIÓN DEL ENTRENAMIENTO.. canto de sirena que impelió tanto a nuestro barco que hizo que fuésemos nosotros los que nos quedásemos sin gasolina ¡el colmo del preparador físico!.Se nos fue la vida en cuantificar nuestras sesiones de entrenamiento, nuestros micros, macrociclos y no fuimos capaces de pararnos a deliberar si lo que estábamos haciendo nos servía realmente para algo, si nuestros números eran los que  condicionaban los entrenamientos siguientes o si por el contrario, semana tras semana, nos desenvolvíamos en dinámicas semanales muy parecidas condicionadas  y limitadas por otro tipo de variables.

Hice cientos de entrenamientos, cuantifiqué como todos de muy distintas maneras, me auto convencí de que mis jugadores podían estar tranquilos porque su carga de trabajo estaba perfectamente  controlada en las entrañas de mi ordenador..hasta que un día me planté, hice borrón y reformulé muchas de mis actuaciones.

Por supuesto que existen una serie de principios biológicos/fisiológicos y de entrenamiento que debemos respetar y tener en cuenta, (entiéndanme porque no es esto lo que estoy poniendo en duda), es más, créanme si les digo que estos son los causantes de que me encuentre donde me encuentro, ¿por qué nadie se paró a pensar que todas nuestras semanas son muy iguales (en cuanto a carga me refiero y dejando de lado periodos preparatorios y transitorios)?…ya puedes se partidario de una periodización táctica o un entrenamiento más analítico, de medios de decisión subjetivos o de la utilización de medios objetivos de seguimiento y control avanzados como el pulsómetro o GPS..de una cuantificación más sistémica, táctica o condicional…porque al final..sí amigo….tus “numeritos” semanales, se distinguen muy poco de una semana a otra, ¿me equivoco?.

Todo microciclo acaba teniendo una fase de recuperación post esfuerzo, o Lunes o Martes, o ambos, o más activa o más pasiva, pero necesaria biológicamente hablando. Una fase de Construcción- Mantenimiento (Miércoles y Jueves), con la connotación condicional que cada uno queráis añadir pero que elevará vuestra gráfica semanal de uno u otro modo, y una fase de Recuperación-Activación (Viernes y Sábado), que a modo de broche, adornará vuestra actuación semanal haciéndola descender y ascender para llegar en condiciones ideales al siguiente partido.

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Esto es así, y no por casualidad, sino porque esto sí tiene un innegable respaldo científico fisiológico….todo lo demás, es relleno, al menos para mí, porque nunca mis puntos de carga de un día condicionaron los contenidos del día siguiente, porque más que por el sumatorio final me interesé por los comportamientos futbolísticos perseguidos, aparecidos y esperados para la próxima sesión, porque lo hice de muy distintas maneras y siempre me encontré que la dinámica semanal exigía un tipo de ondulación similar microciclo tras microciclo (en términos condicionales).

A nivel condicional los metros recorridos, intensidades de esfuerzo, frecuencias cardiacas, a nivel táctico los espacios, densidades y tiempos otorgados a las tarea, a nivel socioemocional los contextos situacionales generados….¡sí!  tener un termómetro personal que regule el clima de intensidad de cada una de nuestras sesiones está muy bien y probablemente sea necesario, pero que no nos enreden, que sean las relaciones futbolísticas las que condicionen nuestros entrenamientos, que nuestra gráfica de Excel se rellene a posteriori y no se abra para intentar cambiar el próximo entrenamiento, que nuestros números no nos confundan con su falsa seguridad, porque la realidad acabará tarde o temprano por dejarlos sin valor alguno. Tiempo al tiempo.

Llegados a este punto podréis echarme cientos de cosas en cara, podréis achacarme que el control individualizado es fundamental, que no podemos permitir que un jugador trabaje por debajo de la dosis recomendada, que cuantificar nos ayudará a dar solución a estos inconvenientes y no hacerlo denotará dejadez y falta de compromiso profesional….pero entonces será cuando me dé cuenta de que hoy no me expliqué bien, y no supe transmitiros lo que pretendía.

Lo sé, se que a veces puedo parecer drástico, ofensivo e incluso injusto, pero sigo pensando que sin autocrítica, difícilmente creceremos, pues si no somos capaces de mirarnos al espejo cada mañana y decirnos “eh tu, ¿estás seguro de que esto los estás haciendo bien?” el crecimiento y la mejora nos abandonarán, y entonces sí que sí, llegara el indeseado día en el que sobremos y seamos apartados de este circo.

¡Un abrazo amigos!