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Repensando los Movimientos Indígenas

Autonomía Desterritorializada - Poole

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Autonomía desterritorializada

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Repensando los Movimientos IndgenasCarmen Martnez Novo, editoraRepensando los Movimientos Indgenas De la presente edicin:FLACSO, Sede EcuadorLa Pradera E7-174 y Diego de AlmagroQuito-EcuadorTelf.: (593-2) 323 8888Fax:(593-2) 3237960www.flacso.org.ecMinisterio de Cultura del EcuadorAvenida Coln y Juan Len MeraQuito-EcuadorTelf.: (593-2) 2903 763www.ministeriodecultura.gov.ecISBN: Cuidado de la edicin:Juan Guijarro Diseo de portada e interiores: Antonio MenaImprenta: Crearimagen Quito, Ecuador, 1. edicin: mayo de 2009ndicePresentacin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7Introduccin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9Carmen Martnez NovoPARTE I.LO INDGENA COMO UTOPA.POSIBILIDADES Y LIMITACIONESCelebrando lo indgena en Bolivia. Unas reflexiones sobre el ao nuevo Aymara. . . . . . . . . . . . . . . 39Andrew CanessaAutonoma desterritorializada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49Deborah PoolePARTE II. EL MOVIMIENTO INDGENA FRENTE ALAS PARADOJAS DEL DESARROLLOLa deriva identitaria del movimiento indgena en losAndes ecuatorianos o los lmites de la etnofagia. . . . . . . . . . . . 69Vctor Bretn Cansancio organizativo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123Luis Alberto TuazaPARTE III. LAS AMBIGEDADES DE LAEDUCACIN INTERCULTURALLa textualidad oral Napo Kichwa y las paradojas dela educacin bilinge intercultural en la Amazonia. . . . . . . . . . 147Michael A. UzendoskiLa crisis del proyecto cultural del movimiento indgena. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173Carmen Martnez NovoPARTE IV. NEOLIBERALISMO YMULTICULTURALISMOLos desafos del multiculturalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199Emma CervoneDesafos de la nacin multicultural.Una mirada comparativa sobre la reindianizaciny el mestizaje en Colombia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215Margarita Chaves y Marta ZambranoSi hay un reclamo que une a las muy diversas organizaciones y movimien-tos indgenas y minoritarios en las Amricas es la demanda de autonoma.En las regiones amaznicas de Ecuador, Per y Colombia, los indgenasreclaman autonoma territorial, el retiro de grupos armados y militares desusterritorios,ycontrolexclusivosobrelaexplotacin,prospeccinyextraccin de los recursos, y de los conocimientos culturales que permi-tantransformarlosenmercancasyvalores(porejemplo:AIDESEP,2003; Cabildo Indgena Resguardo Jambal, 2009; COIA, 2007, 2008a).EnlosAndesylaCostadelPacfico,losindgenasyafro-descendientesbuscanactualizarlosderechosculturales,jurdicosyterritorialesquelasrespectivasconstitucionesnacionalesgarantizanensunombre.AlgunosEstados incluso han empezado a implementar estas garantas a travs dereformasjudicialesyadministrativasquedancontenidojurisdiccionalypoltico a las ambiguas promesas constitucionales de autonoma (Bari,2003; Ruiz & Burguete, 1997; Sieder, 2002; Yashar, 2005). EnelcasodeBoliviafueeldeseoporautonomaelqueimpulslasmovilizaciones indgenas de los aos noventa, que a su vez hicieron posi-blelavictoriaelectoraldeEvoMoralesycrearonlanecesidaddeunaAsamblea Constituyente que apuntara hacia una nueva manera de ejercerelpoder(Gmez,2004;GarcaLinera, Tapia&Prada,2007;Mamani,2005). Curiosamente, en este pas son las mismas fuerzas polticas y regio-49Autonoma desterritorializadaDeborah Poole**Departamento de Antropologa, Universidad Johns Hopkins.nales que antes se oponan a la autonoma indgena, las que ahora recla-man autonomas regionales como una estrategia para confrontar la rea-lidaddeunamayoraindgenaquehaasumidoelpoderenelgobiernonacionalyenlanuevaAsambleaConstituyente.Porotraparte,enMxico, Per y Colombia, los indgenas ofrecen soluciones cada vez mscreativas para la realizacin de autonomas vividas (por ejemplo: ACIN,2009; CAIO, 2008b). Muchas veces, estas formaciones apelan a territo-rios histricos y redes tnicas que interrumpen y desarticulan la geografaadministrativa del Estado republicano. Estas formas de realizar la autono-ma no esperan ni el permiso ni el reconocimiento del Estado. Al escucharelsilenciocontundentedelEstadofrenteasusdemandasporjusticia,derechosyterritorios,losindgenascolombianosquesemovilizaronenLa Minga de Resistencia en 2008 estn construyendo sus autonomas almargen del Estado (ACIN, 2008, 2009; tambin Poole, 2009). Algo muyparecido ocurri en Chiapas, donde los zapatistas decidieron formar loscaracoles,apesarycomoconsecuenciadelincumplimientodelosAcuerdosdeSanAndrsporpartedelEstadoMexicano(GonzlezCa-sanova, 2003). Finalmente en Oaxaca, como veremos, diferentes propues-tasdeautonomasurgendesdelasregionestnicasdelosMixesylosnuevosmunicipiosautnomosdelosTriques,hastalascomunidadesmancomunadas de la Sierra Jurez y los municipios de usos y costumbresposibilitados por el art. 115 de la Constitucin Nacional (sobre el muni-cipio libre) y las leyes oaxaqueas. Noesmiintencinhacerunresumendelosmuydiversosdebatespolticos y luchas populares construidos a partir del principio de la auto-noma. Ms bien lo que me interesa es una aproximacin terica a la pre-gunta: qu tipo de concepto (u objeto o demanda) es la autonoma? Larespuesta a esta pregunta puede parecer demasiado obvia. Por un lado, laautonoma en tanto concepto filosfico puede referirse a la capacidad delindividuo para ser su propia persona, y vivir su vida de acuerdo a sus pro-pios principios y motivos y sin la influencia de fuerzas externas a su per-sona. En esta tradicin de la filosofa liberal, el concepto est vinculadocon la autenticidad de la persona, calidad que se fundamenta en su capa-cidaddeactuarsegnprincipiosmoralesquenonecesariamenteapelan(oseajustan)alcontextocultural,polticoysocialenqueelindividuoDeborah Poole50acta. Como tal, el concepto filosfico de autonoma de la persona ponelmites al multiculturalismo liberal como una poltica en que gnero, cul-tura y otras identidades se reconocen como derechos solamente cuan-do no entran en contradiccin con la autenticidad del individuo consi-derado como agente moral autnomo e independiente (Kymlicka, 1997). Por otro lado, la autonoma tambin es un concepto jurdico que con-templa la auto-determinacin por parte de los pueblos originarios. Aun-que en este sentido jurdico o poltico la autonoma se refiere especfica-mente a pueblos o colectividades, mantiene su afinidad con la tradicinfilosfica kantiana y liberal en (por lo menos) dos aspectos: (1) al formu-lar el derecho a la autonoma en trminos de una identidad que se supo-ne otorga autenticidad a los pueblos originarios; y (2) al distinguirla de lasoberana como un derecho reservado a los Estados-nacin. Los pueblosindgenas invocan este sentido de la autonoma al demandar que las ins-tituciones nacionales e internacionales reconozcan su estatus histrico depueblos originarios y el derecho correspondiente a definir sus propias for-masdeautoridad,justiciayrealizacinespiritualycultural.Esenestesentido del concepto, por ejemplo, que la Declaracin sobre los DerechosIndgenas de la ONU (art. 4) reconoce el derecho [de los pueblos ind-genas]alaautonomaoalautogobiernoenlascuestionesrelacionadascon sus asuntos internos y locales, as como a disponer de los medios parafinanciar sus funciones autnomas. Laantropologaocupaunlugarincmodoentreestosdosdiscursossobre la autonoma. En el sentido comn antropolgico, es la cultura laque ata el individuo a la colectividad, dndole autenticidad y coherenciaa la identidad del individuo como expresin de una colectividad (o paraalgunos antroplogos, una unidad cultural compartida). Este acercamien-to a la autonoma como expresin mas o menos natural de una identi-dad, sentimiento o historia compartido ha resultado muy til para enten-derlaautonomaentantoreivindicacindeterritoriosancestralesy/oderechosculturales.Sinembargo,alatarlaautonomaalconceptodeidentidad encuantoatributoodisposicinculturalcompartidaentreindividuosoderecho-habientesquecomponenunacolectividadopue-blo,estamaneradeentenderlaautonomanoseprestafcilmentealaformacinoimaginacindeautonomasbasadasenladiferencia.MsAutonoma desterritorializada51bien, al insistir que las autonomas son autnticas solo cuando se constru-yen a partir de identidades culturales compartidas, descartamos la posibi-lidad de construir autonomas en que la diferencia sea el punto de parti-do para la realizacin de la persona. De hecho, es justo aqu, por esta fallaconceptual,dondelasautonomasconstruidashistricamenteporlospueblos indgenas se exponen a la crtica (neo)liberal que sostiene que lasculturas indgenas no respetan los derechos de las personas para expresarsusidentidadesindividualescomoautnticaspersonas(porejemplo,Aguilar Rivera, 2009).El concepto jurdico liberal de autonoma tambin apela al conceptodeidentidadparalegislarautonomasquecabendentrodelalgicadelEstado administrativo. En esta lgica, las demandas para la autonoma selegitiman segn dos principios conceptuales: (1) que la demanda apele aunacondicinsocialoculturalenraizadaenlaesferalocal;y(2)quelademanda emerja de esta condicin de ser localizable es decir, de ocuparun lugar estable y reconocible vis vis la soberana y el territorio ms am-plio del Estado-nacin. Es esta misma condicin de ser localizable lo quepermitealosEstadoseinstitucionesinternacionales(laONU,elBM,etc.) imaginar la posibilidad de legislar e implementar la autonoma comoun derecho jurdico y poltico (Van Cott, 2000). Cualquier demanda deautonoma que no caiga dentro de los lenguajes de jurisdiccin y adminis-tracin propios del Estado bio-poltico resulta ininteligible para el sistemapoltico y jurdico propio del liberalismo. Dada la estrecha relacin entrelaculturaylaautonomaenlaimaginacinadministrativayestatal,esimportanteque,comocientficossociales,cuestionemosnuestrapropiavaloracin respecto de dicha localidad como elnico escenario en quelas demandas por autonoma vengan a ser inteligibles o posibles.1Por un lado, al celebrar el vnculo entre identidad y cultura, mucha dela literatura antropolgica se queda plantada en este imaginario estatal delaautonomacomounespaciosocialenbsquedadeunadefinicinoDeborah Poole521Esteeselcaso,porejemplo,enlaliteraturaantropolgicasobrelaautonomaindgenaenMxico, donde el concepto de la autonoma se trata como sinnimo, por un lado, del poderlocal, o por otro, de una identidad indgena que corresponde a un territorio originario quesea fijo en el espacio. Ver, por ejemplo, Gmez Gonzlez & Urbalejo Guerra, 2006; De la Pea,1994.reconocimiento administrativo. Por otro lado, sin embargo, la antropolo-gatambinofrecepistasparateorizarlaautonomacomounespaciooestatus latente o vaco, que se va llenando con prcticas e institucioneslocales que gozan de una cierta independencia respecto de las institucio-nes electorales, administrativas y judiciales de la sociedad nacional. Al lle-gar a la realizacin plena de estas prcticas y, por lo tanto, a la condicinde ser autnomo, el pueblo en cuestin logra una existencia (o tal vez,una identidad) que trasciende su condicin anterior de ser dependiente.Esta dimensin nos permite recordar que la autonoma es, propiamentedicha, una demanda y una aspiracin y por lo tanto una condicin nolograda. Tambin nos hace recordar que las autonomas muchas veces seconstruyen a partir de las diferencias, y no necesariamente a partir de lafantasa de una identidad compartida.El problema surge cuando esta calidad de ser una aspiracin no se ajus-tafcilmenteconlosconceptosdeidentidad,localidadyautenticidad,que tambin circulan dentro del concepto de autonoma que la jurispru-dencia ha heredado de la filosofa liberal. Al conjugar la aspiracin en lostrminosnetamenteespacialesyjurdicosqueacompaanaestacom-prensin de la autonoma, la indeterminacin cede su lugar a la idea dehaber logrado o cumplido algo de haber llenado un vaco, o, ms bien,dehaberrealizadounaidentidadmsautntica.Laautonoma,enpocaspalabras,dejadeserunreclamoquearticulaunaseriededeseospopulares y aspiraciones ticas, y asume las caractersticas de una posicinmoral. Lo que esta visin moral de la autonoma comparte con la prime-ra tendencia hacia su localizacin es la idea de que la autonoma es unacondicin a la vez idealizada y acabada (o trascendente) que se presta, porlo tanto, a la traicin, la decepcin y la degeneracin. Lo que me interesa explorar hoy, en el tiempo que me queda, es la afi-nidad que une esta visin de la autonoma como una condicin moral ylocal enraizada en la identidad, con los discursos y aparatos administrati-vosyjurdicosdelEstadogubernamental.Sugieroqueestavisineslaque caracteriza buena parte de los textos antropolgicos sobre los movi-mientos indgenas y populares. En estos textos, la autonoma se apreciacomo un reto a cumplir o, ms bien, como una posicin moral o idealcuya vigencia en el mundo real tiene que ver con la posibilidad de lograrAutonoma desterritorializada53el reconocimiento por parte del Estado-nacin bajo cuya jurisdiccin resi-den los indgenas u otras poblaciones originarias y subalternas de las quese habla. Es a partir de este acto de reconocimiento que se abre la posibi-lidadderealizarlaidentidaddelgrupoalasumirsuparticularidadcomointegrantedeunEstado-nacinplurinacionalomulticultural(por ejemplo, Daz Polanco, 1991; Daz Polanco & Snchez, 2002).Sin negar la importancia que el reconocimiento constitucional y pol-tico tiene en las luchas para mejorar las condiciones de vida en las comu-nidadesyterritoriosindgenas,loqueaququisieracuestionareslavisin de la poltica que heredamos a travs de esta lgica hegeliana delreconocimiento.Especficamente,quierosugerirquelaautonomaesuna demanda cuya fuerza poltica tiene que ver con la manera en que cir-cula como deseo que se desplaza y se desterritorializa con respecto, porunlado,aloslenguajesjurdico-administrativosy,porotro,aloscon-ceptos de identidad, comunidad y localidad con que el Estado bio-poltico intenta matizar los derechos (y los deseos) indgenas. Al asumirennuestrosanlisisantropolgicosqueelvalorpolticodelaautono-ma se limita a constituir una posicin moral atada a identidades, cul-turas y territorios fijos, dejamos de escuchar otros mltiples registros enlos que el concepto de autonoma circula como signo de un afecto cuyovalor poltico se deriva justamente de la distancia que separa los deseosde la realidad.Oaxaca Comoejemplodelosprocesosquemeinteresan,consideremosbreve-mente el caso de Oaxaca, ciudad y Estado, donde he realizado investiga-cionesantropolgicassobreelEstadoregional,laspolticasculturalesy,ltimamente,losmovimientospolticosysocialescuyaexpresinmsrecienteeslaAsambleaPopulardelosPueblosdeOaxaca(APPO).LaAPPO se form en junio de 2006, como una respuesta popular espont-nea frente a la violenta represin del Estado contra el plantn pacfico quecada ao monta la Seccin 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores enla Educacin en el Zcalo o plaza principal de Oaxaca. Desde el comien-Deborah Poole54zo, la APPO se autodefini como un movimiento de movimientos, quecontaba con la participacin de ms de trescientas organizaciones polti-casypopularesquerepresentabanunaampliagamadefuerzassocialesque van desde barrios urbanos, comunidades rurales, y pueblos indgenas,hasta gremios de artesanos, asociaciones profesionales, ONGs, colectivosdeintelectuales,artistas,mujeresyjvenes,partidospolticosdelaizquierdatradicional,ycoalicionesrepresentandolaizquierdasocialindgena.Al principio la APPO se autodefina como una organizacin sin lde-res. Como tal, contaba con un grupo de consejeros compuesto de acti-vistas, intelectuales, maestros, jvenes y estudiantes, y una seccin que seencargaba de la seguridad e inteligencia. Aunque no se identificaba comouna organizacin indgena, sus principios de autoridad y responsabilidadapelaban a la filosofa indgena de mandar obedeciendo (filosofa popu-larizada en Mxico por el EZLN). Las decisiones se tomaban en asamble-as que respetaban en lo posible los principios de la democracia directa ins-pirados en los usos y costumbres de los pueblos indgenas de Oaxaca (Es-teva,2007a;Poole&Rnique,2007).ElidealismodemocrticodelaAPPO contaba con mltiples y complejas genealogas filosficas que vandesde el liberalismo de Benito Jurez y el anarquismo de Flores Magn,hastalaeducacinsocialistadelosmaestrosylosprincipiosdetrabajocolectivo, autoridad y consulta democrtica propios de los pueblos ind-genas de Oaxaca (Esteva, 2007a, 2007b). La diversidad de tradiciones queconvergen en estos principios organizativos ayudaba a la APPO, por unlado, a acomodar los distintos intereses y energas de sus afiliados, y porel otro, a responder a las acusaciones de corrupcin y partidocracia lanza-das frecuentemente por el gobierno y la prensa oficialista. Esta diversidadayudaba no solamente a sobrevivir, sino a desarrollarse, a pesar de las con-tinuas campaas de represin y hostigamiento por parte de los mltiplescuerpos policacos y paramilitares que trabajan para los Estados oaxaque-o y federal. Aunque el tiempo no me permite resumir con mucho detalle las ge-nealogas histricas y culturales de la APPO y sus formas de organizacinpopular incluso los muchos cambios que ha sufrido desde 2006, qui-siera sealar dos cualidades de la APPO que nos pueden ayudar a repen-Autonoma desterritorializada55sarlaautonoma.2Primero,aunquelaAPPOenningnmomentoserevindiccomounaorganizacinindgenaocomodefensoradeunaidentidad cultural, sus principios de autonoma apelaban a prcticas ins-piradas en la realidad indgena oaxaquea.3Las comunidades indgenas deOaxaca han gozado de una autonoma de facto desde por lo menos la pri-mera mitad del siglo XIX. Aunque es cierto que han sufrido prdidas detierra y una pobreza extrema, muchas de las comunidades y pueblos ind-genas de Oaxaca han podido preservar sus terrenos comunales, sus siste-masdeautoridadlocal,yunaciertaindependenciarespectodelEstadolocal (Lpez Brcenas, 2006; MacNamara, 2008; Kraemer Bayer, 2003).4Esta autonoma de facto tambin ha sido facilitada por la proliferacin demunicipios en Oaxaca (que ahora cuenta con ms que 20 por ciento delos municipios en todo el territorio mexicano) y por las caractersticas dela lite poltica oaxaquea (Velsquez, 1998).Segundo, y como reflejo de esta experiencia histrica, los debates polti-cos en Oaxaca se distinguen por la diversidad de significados inherente alprincipiodelaautonoma.Ms especficamente, laspropuestas indgenascontemplanconstruirlaautonomaen(porlomenos)dosniveles:(1)lacomunidad, y (2) la regin, configurada como municipio o como pueblo.Deborah Poole562Despus de noviembre de 2006, cuando la polica militar entr a Oaxaca, hostigando y dete-niendo a simpatizantes de la APPO, la organizacin ha sufrido una serie de cambios, incluyen-do confrontaciones entre los diferentes grupos que participaban en su seno. La cuestin sobrecmo interpretar la autonoma ocupa lugar central en estas discusiones sobre la futura reconsti-tucin de la APPO. Por un lado estn los que interpretan la APPO como un espacio dondelos que quieran hacer cualquier iniciativa autonmica pueden encontrarse; y por el otro, losque quieren reestructurar a la APPO segn principios ms verticales, incluso con miras a parti-cipar en elecciones y con la necesaria apertura hacia los partidos polticos y organizaciones sin-dicales. Para nuestro propsito aqu, lo crucial de este debate es el hecho de que las diferenciasgiran alrededor de dos acercamientos al concepto de la autonoma: uno que propone construirlas autonomas flexibles y horizontales (espacios) al margen de la lgica poltica y administra-tiva del Estado; y otro que articula su visin de autonoma a partir de principios de reconoci-miento y organizacin vertical. 3Paramuchosantroplogosoaxaqueos,estaposicinquitautenticidadoautoridadalaAPPO como vocero o representante del pueblo oaxaqueo. Sin embargo, para otros lo que laAPPO nos ayud a entender es la porosidad de las categoras indgenas y popular como fuen-tes de una poltica que no apelaba a una identidad fija como punto de partida para crear la auto-noma poltica y participativa (Esteva, 2007b; Poole & Rnique, 2007; Poole, 2007).4Se estima que mas de 80 por ciento del territorio correspondiente al Estado de Oaxaca esta bajo rgi-men de tenencia comunal (18 porciento ejidal y 67 por ciento en comunal (Velsquez, 1998:17).LaautonomaregionalsurgeapartirdelaspropuestasdelaAsambleaNacional Indgena Plural por la Autonoma (ANIPA), organizacin nacio-nal que lanz la propuesta de construir regiones autnomas como un cuar-to nivel de gobierno, entre el municipio y el gobierno del Estado (ANIPA,1996: 159). Como tal, las regiones autnomas tendran representacin enlas otras instancias de gobierno federal mexicano (el parlamento, etc.).Aunque este modelo tena sus promotores entre los mixes y mixtecos deOaxaca, su popularidad no dur mucho por dos motivos: en primer lugar,el concepto de regin corra en sentido opuesto a las autonomas locales defactoquehabangarantizadolasupervivenciadelasculturasindgenasoaxaqueas; y en segundo lugar, su propuesta de integracin administrati-vaconelsistemafederalrequeralaaprobacinpreviadelEstado(dehecho, lo que requera era la reforma de por lo menos nueve artculos delaConstitucinmexicana:VelascoCruz,2006:80).Enestesentido,lapropuesta de autonomas regionales les pareca a la gran mayora de orga-nizaciones sociales, polticas e intelectuales indgenas oaxaqueas correr ensentido opuesto al principio de autonoma como un derecho que les per-mitiera mantener su independencia vis vis el Estado. Al notar la impo-sibilidad de implementar la autonoma regional con las herramientas pro-pias de un Estado de derecho, se lleg a la conclusin de que la autono-maessloposibleapartirdeunaconcepcintotalmentediferentedelestado (Regino Montes, 2002; vease tambin, Daz Polanco & Snchez,2002: 87; Esteva, 2001; respecto al EZLN, Daz Polanco, 1997)Fue a raz de esta aspiracin que, a mediados de los aos noventa, losoaxaqueos empezaron a abogar por la autonoma comunal como piezacentral de las demandas indgenas. La propuesta se fundamentaba en dosprincipios: (1) el fortalecimiento del autogobierno comunal y (2) la recu-peracin de los usos y costumbres, entendidos como las prcticas demo-crticas y de autoridad responsable que se consideran propias de las socie-dades indgenas oaxaqueas y mexicanas. Hay, por supuesto, mucho quedecir sobre el concepto de la autonoma comunal. Aqu, sin embargo, melimitoacomentardospuntos:(1)elmodelocontemplalaautonomacomo un proceso poltico que se realiza sin la intervencin o presencia delEstado administrativo; y (2) el modelo comunal parte de un argumentotico en que la autonoma se relaciona con la localidad como el espacioAutonoma desterritorializada57social primario de convivencia, [y] de las lealtades primordiales a la quedebe de servir de base para las autonomas (ANIPA, 2005). A diferenciadel imaginario estatal (y cultural o antropolgico) de la autonoma, estasdeclaraciones no apelan a un concepto o imagen fijo de comunidad co-mo una forma cultural dada, o ms bien como una instancia administra-tiva, sino a la idea de la comunidad (o localidad) como un espacio de in-certidumbredondelavidaylaslealtadesseajustanoseacomodanmutuamente. Esta visin netamente tica de la localidad no es tal que seacomodafcilmentecon el lenguaje administrativo del Estado guberna-mental.Esta formulacin de la autonoma como proyecto (y derecho) que serealiza independientemente del Estado tambin se refleja en la formula-cin de la autonoma en los Acuerdos de San Andrs. Los Acuerdos, quesesuponedanpautasparalaformulacindelalegislacinyreconoci-miento de los derechos indgenas, se limitan a estipular que las autono-mas pueden establecerse en los mbitos y niveles en que los propios in-dgenas la hagan valer (Hernndez & Vera, 2004). Muchos comentaris-tashansealadoestaclusulacomoevidenciadeladebilidaddelosAcuerdosconrespectoalproyectodelograrelreconocimientojurdicodelderechoalaautonoma(VelascoCruz,2003).Laexperienciaoaxa-quea sugiere, por el contrario, que la fuerza poltica de la autonoma sederivajustamentedelhechodequeellaarticulaunaaspiracinquenocabe dentro de la lgica administrativa del Estado gubernamental. LejosdeapelaralaleyoalEstadoparasulegitimidad,laautonomaquelosAcuerdos autorizan adquiere su valor poltico a partir de las relaciones so-ciales que la constituyen.Loqueelgobiernopercibecomolaamenazamayorprovenientedeestas convocatorias afectivas y discursivas sobre la autonoma como pro-yecto poltico es su rechazo contra la poltica de localizacin (o territoria-lizacin) que constituye el fundamento del Estado bio-poltico y jurdico,ascomoelhechodequeenestasformulacionesdelaautonoma,elEstado no figura ni siquiera como interlocutor.5La distancia que separaDeborah Poole585Sobre el concepto de Estado biopoltico yterritorializacin, ver Foucault, 2007, y Deleuze &Guattari, 1980)los intereses del Estado de los lenguajes de autonoma articulados por elmovimientoindgenasedejanotarenOaxaca,dondeelEstadoPristarespondi a las demandas del movimiento indgena con reformas consti-tucionales que apuntaban hacia el reconocimiento de los derechos indge-nas,incluyendolaautonoma.Estasreformasrespondieronenigualmedida a las demandas de las organizaciones indgenas oaxaqueas y a uncontexto poltico en que el EZLN amenazaba con dificultar las reformasneoliberales a nivel nacional. De estos derechos constitucionales, el nicoque se ha implementado hasta la fecha es el derecho a elegir sus autorida-des municipales sin la participacin de los partidos polticos y siguiendosus propios usos y costumbres (Anaya Muoz, 2006.; Martnez, 2004;Nahmad Sitton, 2001; Ramrez, 2003; Recondo, 2007). Por lo tanto, laley apunta (en teora) hacia el fortalecimiento de la autonoma de los 412municipios oaxaqueos que optaron por el rgimen de usos y costumbres. Lo curioso de esta ley no radica en el hecho de que fue aprobada porel estado autoritario (Prista), sino en el hecho de que la ley no estipula elcontenido de los usos y costumbres (por ejemplo, en trminos de prc-ticas culturales); tampoco restringe el derecho a comunidades o munici-piosquesedefinencomoindgenas.6Portanto,elmismoconceptodeusos y costumbres que ahora da validez jurdica a las autonomas muni-cipales es ambiguo o ilegible en el contexto de una Constitucin esta-tal y cdigo legal que define la autonoma como un derecho poltico pro-pio de las comunidades y pueblos indgenas del Estado de Oaxaca (Poole,2006). Al restringir la autonoma a los municipios, el Estado tambin des-conoceporexclusinlasotrasmodalidadesdeautonomalocalquenocaben dentro del mapa de distritos electorales y la municipalizacin admi-nistrativa. Las aporas que caracterizan los usos y costumbres y la autonoma en lalegislacintambinsedejaronnotarenlamaneraenqueelconceptodeusos y costumbres empez a circular en los debates lanzados por la APPOy la insurgencia democrtica del 2006. En este contexto, result fascinanteobservar cmo los oaxaqueos no-indgenas se apropiaron del concepto deAutonoma desterritorializada596Por unos aos el PRI se ilusionaba con la idea de mantener sus cacicazgos tradicionales en regio-nes indgenas donde los usos y costumbres les servan como una pantalla de humo para la pre-sencia de facto del partido poltico gubernamental (Owolabi, 2004; Recondo, 2001).usos y costumbres para describir lo que iba a ser la sociedad y la polticadiferentequelaAPPOanticipabacomounaaspiracincompartida.AlcontestaralapreguntasobrehaciaqusociedadapuntabalaAPPO,losoaxaqueos que no se afiliaban de ninguna manera con territorios o iden-tidadesnetamenteindgenas,contestaronqueloquequeremosesunademocracia basada en los usos y costumbres. En estas y otras instancias enque los simpatizantes de la APPO invocaban la nocin usos y costumbrescomo signo del porvenir, el valor poltico del concepto deba mucho a suambiguo referente cultural dentro del contexto jurdico oaxaqueo.Esta visin de los usos y costumbres como un signo general de la auto-nomatambinhacaecoenlosforosdondeparticiparonindgenasyorganizaciones indgenas de Oaxaca. Tal fue el caso, por ejemplo, en el Fo-ro Nacional de julio de 2006, realizado en la ciudad de Oaxaca con el pro-psitodellamaraunaAsambleaConstituyentepararefundarelEstadoOaxaqueo.Entreloscomentariosquelosparticipantesindgenashicie-ronenelForo,sobresalieronlasrepetidasreferenciasalconceptodelosusosycostumbres.Enningunaocasin,sinembargo,restringieronelconcepto a criterios culturales o de identidad. Nadie hacia referencia, porejemplo,alosusosycostumbresmixtecosolosusosycostumbresmixes, sino que solo se mencionaba el principio de los usos y costumbrescomounamaneradignadevivirquenosepuederestringiraespaciostnicos o regionales. As por ejemplo, un hombre mixteco se refiri a losusos y costumbres como la disposicin del ser humano a vivir con dig-nidad. Otros participantes insistieron en que las legislaturas y los partidospolticos no se hagan instituciones para los indgenas, denunciando in-cluso la manera en que los partidos polticos y el Estado haban intentadoapropiarse de un concepto que pertenece a la esfera autnoma del pueblo.Losusosycostumbressonlaleydelpueblo,concluyunparticipanteindgena en la Mesa 2, pero en Oaxaca se ha prostituido a los usos y cos-tumbres con la legislacin. Otras demandas levantadas por los participan-tes indgenas fueron: dejar el tequio fuera del marco jurdico (Mesa 1);hacer el foro permanente como una forma de consulta continua entre lospueblosdeOaxaca(Mesa2);ydesaparecerlostrespoderesdelEstadopara forma una gran asamblea del pueblo. Con estas demandas los parti-cipantes en el Foro remarcaron su deseo de refundar o desterritorializarDeborah Poole60el Estado a partir de un principio de autonoma que quedara completa-mentefueradelalcancedelEstadojurdicoyadministrativo.Conestovino, por supuesto, un rechazo general a polticas del Estado asentadas enla fiscalizacin y regulacin de lo que cuenta como la autonoma.En estos debates sobre polticas de localizacin, geografa administra-tiva, gobernabilidad y derecho, categoras como usos y costumbres, quehaban sido previamente usadas para localizar y legislar ciertos grupos degenteyciertasidentidades (indgenas), a travs dereferenciasala geo-grafa administrativa del Estado, han sido revalorizadas como conceptoscuyo sentido o legibilidad tiene que ver con cuestionamiento de la polti-caenqueelEstadoseasignaasmismolaposibilidaddenegociarlosmalesdelpasado.Esenestesentidodedescolocarodehaceraparecercomoextraaunaasociacintannaturalojurdicamentesantificada,entre indigeneidad y localidad, tradicin y localidad, derecho y reconoci-miento,queelconceptodeusosycostumbresatraplaimaginacinpoltica de la gente en las conversaciones y debates que se desarrollaron enlos das posteriores a los eventos del junio 2006. LaAPPOtambinhadescolocadolapolticajurisdiccionaldelaleyestatal al reclamar para s y re-mapear efectivamente localidades que sonconstitutivas del Estado. En un contexto urbano, el perturbar la ciudad esuna tctica revolucionaria familiar. Sin embargo, las formas de socialidadque tomaron forma en las ms de quinientas barricadas que se erigieronenlaciudaddeOaxacaduranteelveranoyotoode2006,devinieronrpidamenteenbasesparaunageografapolticaurbanaenlaquelosbarrios es decir, unidades sin ninguna personalidad jurdica se convir-tieron en nuevas localidades que adquirieron vida en los mrgenes de losprocedimientosadministrativosypolticosdelEstado.7Enestosejem-Autonoma desterritorializada617Las barricadas sirvieron como lugares de reunin social y declaraciones pblicas de solidaridadbarrial a travs de las radios de oposicin. La ms famosa de las barricadas, La Barricada de laMuerte, funcion como el hogar de muchos nios de la calle que describieron la vida al inte-rior de la barricada como la primera casa que han tenido. La defensa tenaz que hicieron de labarricada se volvi pronto en una leyenda en Oaxaca, a pesar de que muchos de esos nios fue-ron posteriormente muertos o apresados por las fuerzas gubernamentales. (Sobre la lgica espa-cialdelasbarricadasvase:PuntosB,CartografasdeunaCiudadenCrisis:Oaxaca2006:DVD Interactivo con 39 Barricadas. Oaxaca de Jurez: Puntos B, DVD Arquitectura No. 01,2007, http://puntosb.blogsopt.com).plos, la poltica performativa de la APPO no se conduce por el objetivode tomar el poder o devenir Estado, sino para construir espacios fluidosy horizontales de afiliacin,8Esta circulacin y revalorizacin de los usos y costumbres como signode una deseo no localizado se posibilita gracias a las aporas jurdicas queexistenenlaformulacindelconceptodeautonomaenlalegislacinoaxaquea. Aunque estas aporas son peculiares tal vez a Oaxaca, su sig-nificacin antropolgica ms general descansa, creo yo, en lo que aquellorevela sobre cmo la figura de la autonoma circula en tanto forma pol-tica que no es reducible (ni puede ser confinada) a localidades particula-res, identidades culturales, o posiciones morales.Esta comprensin de la autonoma presenta algunos desafos especfi-cos para la antropologa. Al analizar las polticas de localizacin, comuni-dadeindigeneidadenlalegislacinneoliberaldeOaxaca,meencontrinmediatamente a m misma muy cmoda con una forma de anlisis queenmarca el concepto de autonoma en aquellas formas de espacialidad yreconocimientoqueconstituyenelEstadobio-poltico.Sinembargo,enfrentada con el problema de comprender cmo el concepto de autono-ma circula en el contexto poltico de Oaxaca, encontr que mis compren-siones de la poltica popular y el Estado fueron desafiados por el hechode que el concepto de usos y costumbres ha ganado actualidad polticaprecisamente porque pudo circular como una demanda que transciendela idea de la autonoma como condicin que el Estado otorga a poblacio-nes especficas localizadas que son definidas por ley como los portadoresdelaidentidadindgena.Enestaimagendelapoltica,laautonomamantiene su actualidad no como una categora residual de lo universal (esdecir,comounderecholocalotorgadopor unEstadotranslocal),sinoms bien como un cuestionamiento continuo (y persistente) de las certi-dumbres que parecen constituir cosas tales como ley, comunidad, polti-ca, identidad y derecho.Deborah Poole628En esto la APPO se parece al EZLN y construye sobre su experiencia, aunque sus estrategias ytcticas especficas difieren debido a la comprensin y la historia especfica de la autonoma enOaxaca.ConclusinComohemosvisto,elprincipiodelaautonomaencirculacinenOaxacamantienedistintosregistrosdentrodelasluchaspolticasoaxa-queas histricas y actuales. Si prestamos atencin a los lenguajes con quelos actores articulan sus aspiraciones para el futuro, la autonoma aparececomo un concepto o demanda que es inmanente a las mltiples y diferen-tes formas de lucha poltica con las que el pueblo (que incluye en este casoa indgenas y no-indgenas) aspira a imaginar otra manera de vivir. Estasformas de lucha no se restringen a presentar demandas al Estado por elreconocimiento o la justicia (aunque incluyen a stas). Ms bien formanparte de un imaginario poltico en el que las personas se atreven a imagi-nar sus propias vidas y relaciones sociales como un proyecto tico que notiene mucho o nada que ver con los discursos e instituciones polticasque constituyen (en el caso de Mxico) el Estado, los partidos polticos yla democracia parlamentaria. Como parte integral de este proyecto tico, el concepto de la autono-maocupaunlugarprivilegiadonosolamenteporqueofreceunmatizpara la reformulacin de los gobiernos locales, sino tambin, y sobre todo,porque sugiere la posibilidad an ms radical de reformular los contornosdeloquedebeserelEstado.EstoimplicarepensartantolasformasderepresentacinydistribucincaractersticasdelEstadoliberal,comolamanera en que el Estado se entiende como una instancia que trasciendelas localidades. Es aqu, entonces, donde ubico el reto que la autonomapresentaparala antropologa y en mayor grado, para las otras cienciassociales; porque si escuchamos con cuidado las aspiraciones que animanlas demandas por la autonoma, y si estamos atentos a los distintos regis-tros y tonalidades en que ellas circulan, se abren nuevas pistas para teori-zarlarelacinentrelapoltica,lalocalidad,elEstado,elderechoyelpoder.Autonoma desterritorializada63ReferenciasANIPA(AsambleaNacionalIndgenaPluralporlaAutonoma,1996).Proyecto de decreto para la creacin de las regiones autnomas, en LaAutonoma de los Pueblos Indios. Mxico, DF: Cmara de Diputados.ACIN(AsociacindeCabildosIndgenasdelNortedeCauca,2009).DeclaracinII:MingadePensamiento.http://www.nasaacin.org/noti-cias.htm?x=9599, ingresado el 27 de febrero de 2009.AIDESEP(AsociacinIntertnicadeDesarrollodelaSelvaPeruana,2003). Plan Estratgico: Consolidado Marco de Plan de Vida de los Pue-blos Indgenas de la Amazonia Peruana. 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