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Azkintuwe Nº43

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Periodico Mapuche

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  • ace dos meses que los presos mapuches dejaron de comer.Solo reclaman un juicio justo y que se les deje de aplicar laLey Antiterrorista. Pero poco y nada informan de ello losgrandes medios. Mucho ms importan a canales y prensaescrita los goles del Chupete Suazo en Mxico. O las disputasinternas en la Concertacin. La huelga mapuche simplementeno existe. Lo han denunciado los familiares de los reclusos

    y lo han alertado, a ratos escandalizados, importantes organismos y persona-lidades tanto en Chile como en el extranjero. Pero nadie se escandaliza enlas reuniones de pauta de La Tercera, El Mercurio o Canal 13. Preguntasde sentido comn brillan por su ausencia entre los editores. Por qu seaplica la Ley Antiterrorista para perseguir delitos comunes? Silencio degrillos Por qu se aplica preferentemente a mapuches? Junio de 2007.Cientos de trabajadores subcontratistas de la Divisin El Teniente deCODELCO paralizan faenas, demandando mejoras salariales. La empresaniega validez a la huelga y comienzan los choques con la fuerza pblica.Estalla entonces una batalla campal. Al final de la jornada, once buses depasajeros yacen incendiados en el acceso a la mina! La escena, que parecasacada de un filme apocalptico, impacta en los noticieros por el nivel deviolencia y destruccin. Se preguntar usted qu sucedi con los terroristasresponsables? Absolutamente nada. Y es que nadie en CODELCO ni enel gobierno habl entonces de terrorismo o de terroristas. Pese a lamagnitud de los daos, la polmica Ley de Pinochet brill por su ausencia.Tampoco se aplic su prima hermana, la de Seguridad Interior del Estado,que sanciona duramente a quien atente contra medios de transporte pblico.Tras la investigacin, solo un trabajador fue condenado por los sabotajes;cinco aos y un da por el delito de incendio simple. Jams puso un pieen la crcel. Alcanzada a travs de un procedimiento abreviado, cumplehasta el da de hoy su condena en libertad vigilada.

    Qu pasara si, llegado el da, mapuches decidieran quemar once busesen la Ruta 5 Sur? Podemos suponer. Y se nos viene de inmediato a la mentereuniones extraordinarias de Gabinete, citacin al Estado Mayor Conjuntoy regimientos prestos a contener en los campos la sublevacin. Exagero?En absoluto. Por menos que eso, unos rayados y pedradas a un bus interpro-

    No nos vengan con cuentosAgencias

    vincial acontecido en julio de 2009, una decena de campesinos mapuchesarriesgan hoy 20 aos de crcel. Ley bien, 20 aos! Todos llevan mesesencarcelados en Temuko de manera preventiva. Actualmente en huelgade hambre, aguardan ellos y sus familias un juicio oral donde sern acusadospor los fiscales de atentado contra vehculo de transporte pblico, daoscalificados y amenazas terroristas, entre otros delitos. Hablamos derayados y pedradas a un bus! Son delitos y merecen sancin, que duda cabe,pero sanciones acordes al ordenamiento penal ordinario. No es acaso loque a diario sucede con muchos buses del Transantiago? A cuntos de losresponsables de tales delitos se les ha aplicado la Ley Antiterrorista? Y esque del ro Bio Bio al sur nada es realmente lo que parece. Lo que para laribera norte es un delito menor, al otro lado un peligroso acto de subversin.

    Ha transitado usted por el centro de Temuko? Nada a simple vista le harapresagiar que peligrosos suicidas mapuches planean, al menor descuido,volarlo a usted y su familia en pedazos. Sin embargo es lo que a diario nosadvierten desde el Ministerio Pblico. Lo aseguran los fiscales. Lo repiteny publican los medios. Lo avalan las autoridades. Y todos parapetados ensus casas buscando refugio. En 2004, tan solo das despus de los atentadosa los trenes de cercanas ejecutados por Al Qaeda, recorr las semidesiertascalles de Madrid. Lo que observ en los ojos de muchos transentes fuemiradas de desconfianza, miedo y sobre todo, de terror. Mucho terror. Nohaba restaurant, locutorio o ciber caf donde la tensin reinante no calaralos huesos. Ni destacamentos de policas y militares custodiando paseospeatonales, centros comerciales y hasta los vagones del Metro, lograbanhacerlo a uno sentir bajo resguardo. En 2006, una sensacin similar tuve alrecorrer la zona cero de Manhattan, en Nueva York. All, entre un ejrcitode bulldozer aun removiendo acero retorcido y memoriales plagados deimgenes de las vctimas, el ruido de cualquier avin comercial planeandoa lo lejos sobre New Jersey erizaba la piel... A cinco aos del 11S!. Y esque de ello y no de buses apedreados o fundos ocupados trata en verdad elconcepto de terrorismo. Siente la gente miedo en el centro de Temuko?,puede usted sentarse en un restaurant sin temor a que una bomba le arruinela vida y de paso el almuerzo? Seores fiscales, no nos vengan con cuentos.De lo que hablamos aqu es simplemente de racismo. Pedro Cayuqueo

  • Asel Luzarraga: Es unaclara persecucin poltica

    Argentina busca resignificarferiado del 12 de OctubreEl proyecto de ley de Ordenamientode Feriados, impulsado por el PoderEjecutivo Nacional, busca cambiar enArgentina el 12 de octubre, conocidocomo Da de la Raza, por Da delrespeto a la diversidad cultural. Re-presentantes de comunidades habanpedido el cambio de designacin enforma insistente. En dilogo con P-gina/12, Jorge Nahuel, de la Confe-deracin Mapuche de Neuqun, contque, de todos modos, esperaban unadefinicin ms explcita hacia la nacinoriginaria, ya que la fecha est ligadaa los pueblos originarios, no tanto a ladiversidad cultural. Para el histo-riador Sergio Wischevsky, seguirhablando del Da de la Raza era unabarbaridad. Ema Cibotti, por su parte,enfatiz la necesidad de comprenderlo que signific octubre de 1492 entrminos histricos. Hay que entenderla historia desde valores y mentalida-

    Reconocen a mujeres mapuchewilliche de OsornoCon reconocimientos especiales a tresmujeres mapuche-williche, Sara Imil-maqui, Manuela Rauque y Irivet Gon-zlez destacadas en mbitos como ladirigencia social, la educacin intercul-tural bilinge y el emprendimientoproductivo, se conmemor el 5 deSeptiembre el Da Internacional de laMujer Indgena en la Regin de LosLagos. Las distinciones fueron otor-gadas por el Gobernador de la Provin-cia de Osorno, Rodrigo Kauak, elRepresentante de CONADI, CarlosLlancar y la Directora del SERNAM,Evelyn Martinez.

    Sara Imilmaqui explic que este reco-nocimiento en honor de la lderaymara Bartolina Sisa- implica que lasociedad en su conjunto se ha dadocuenta que las mujeres mapuchesiguen en la lucha. Imilmaqui, oriun-da de San Pablo, naci en 1943 y desde

    El caso del escritor vasco Asel Luzarragahuele mal desde el principio, desde quefue detenido a finales de diciembre pasadoen Temuko, Chile. Un tufo a instruccinamaada y a turbio proceso poltico. Nos si ha habido pruebas concluyentes paracondenarle por tenencias de materialesque pueden servir para fabricar explosivos,pero pocas pruebas son, y a montajehuelen, las exhibidas en el juicio mediantefotografas de unos objetos que supuesta-mente se han encontraron en su domicilioy que ni el interesado ni sus defensas hanvisto y podido por tanto expertizar. Unhecho que habla ms del culto a una todo-poderosa polica que de una elementalseguridad jurdica y procesal garantizadapor leyes de rango superior.

    Claro que cuando la intencin es condenary las exigencias polticas lo requieren,pocas pruebas hacen falta, ms bien so-bran. Porque este es un juicio claramentepoltico. Conviene no olvidarlo. Las cir-cunstancias de la detencin de Luzarragafueron tan escandalosas que una absolu-cin hubiese equivalido a admitir el abuso.Otra cosa es que la justicia chilena o lajusticia de la regin, la de los mapuches,necesite un chivo expiatorio que sirva deadvertencia a los extranjeros que quieranhacer causa con el pueblo mapuche arrin-conado en la Araucana, cuyas protestasson ms silenciadas o minimizadas queotra cosa. Los incidentes con periodistasy visitantes extranjeros han sido habituales.Hablar por tanto de fabricacin de prue-bas es poco. Se le quera condenar y quesu condena sirviera de escarmiento, ellodesde el mismo momento de su detencin.

    Algo huele mal

    Agencias

    MIGUEL SANCHEZ

    des de las sociedades que los genera-ron. Si no, no entendemos el pasado,dijo. El cambio de fecha, si sirve paratransmitir y plantearse las causas yrazones de la postergacin y pobrezaestructural de las comunidades, serun avance. Si va a ser solo un feriado,no cambiamos nada, seal Nahuel.Para la Confederacin Mapuche, lafecha es innegable, se pretende resig-nificarla, no borrarla.

    Proyecto adems impulsa como nuevoferiado al 20 de noviembre, Da de laSoberana Nacional, que conmemorael combate de la Vuelta de Obligado,en 1845, contra las tropas inglesas yfrancesas durante el gobierno de Rosas.Estoy de acuerdo con puntualizar yrescatar esa fecha de la que no se hablamucho. Es interesante que la sociedadrecapacite sobre ese hecho, sealWischevsky, en referencia al proyecto.

    los 16 aos ya se perfil como dirigente. Harecorrido el mundo y ha recibido mltiplesreconocimientos internacionales por sudesempeo como dirigenta social. Hafundado y participado de diversas organi-zaciones mapuches y destac en los 90 enla lucha contra las represas del Alto Bio Bio.

  • los 83 aos falleci, en el sectorde Villa Nahuel, Luisa Matas,lawentuchefe o agente de salud

    mapuche especializada en plantas me-dicinales, ampliamente conocida en lazona costera lafkenche de Mehun,Maiquillahue, Alepe y Chan Chan,entre otros sectores de la costa. La desta-cada lamngen fue velada en su casa hastadonde llegaron numerosas personas adespedirla y expresar a la familia elsentir por su partida. Algunas de las dele-gaciones presentes la integraban personasdel linaje Nahuelpn, quienes viajarondesde Dalcahue, Chilo, para rendirleun homenaje.

    Posteriormente fue traslada hasta laiglesia evanglica de Mehun, donde serealiz un servicio religioso. Luego elcortejo se dirigi hasta el cementerio

    Falleci destacada especialistalafkenche en salud tradicional

    Archivo

    A

    Organizaciones mapuches y de la sociedad civil chilena elaboraron informe para ser presentado a la Oficina de Normasde la OIT en Ginebra. Denunciaron que en Chile las polticas pblicas no las han fundado sobre los principios establecidosen el Convenio 169, violando entre otros los derechos a la consulta previa y la participacin.

    mapuche lafkenche de Piutril, donde fuedespedida con numerosos discursos,como el de su hijo mayor, GilbertoHualme, autoridad tradicional mapuche,sargento del nguillatun de Maiquillahue.Luisa Matas fue destacada por toda lacomunidad mapuche como una mujervirtuosa, muy trabajadora, quien juntocon preocuparse por aliviar la salud delas personas, cri ocho hijos e hijas.

    Dentro del sistema de salud-enfermedadmapuche, las personas que ejercen comolawentuchefe son agentes que presentanamplios conocimientos en herbolaria yecosistemas. Aunque Luisa Matas aten-da y preparaba diversos remedios apersonas adultas, fue especialmenteconocida por sanar dolencias en niosy nias. Parte de su experiencia comoagente de salud mapuche aparece docu-

    mentada en el libro Medicina e IdentidadMapuche Lafkenche, compilacin reali-zada por el antroplogo, Jaime SotoNavarro, ello en el ao 2005.

    Esta publicacin - apoyada con fondosestatales - da cuenta de un proyecto sobresalud mapuche, realizado en estable-cimientos educacionales de la zona cos-tera de San Jos de la Mariquina. En esa

    oportunidad la lawentuchefe Luisa Matasense a estudiantes de Octavo bsicodel Liceo Pesquero de Mehun, algunaspropiedades curativas de diversas plantasdel ecosistema lafkenche. Recientementesu experiencia en salud haba sido presen-tada en el Encuentro Internacional deSalud Indgena, en la India. A este paslleg a representarla Marta Nahuelpan,su hija y continuadora de su legado.

  • l Congreso de las Lenguas Indge-nas se realiz el 13 y 14 de Julio,en las dependencias de la Universi-

    dad de Santiago (USACH). Una grancantidad de asistentes dio cuenta delinters que despierta la situacin de laslenguas indgenas, acadmicos, poetas,escritores, dirigentes sociales, funcionariospblicos, estudiantes, autoridades mapu-ches de todo el Wallmapu, aymaras,rapanui, visitantes extranjeros, todos reuni-dos discutiendo acerca de lo que existeactualmente y tambin de lo que se vevenir para cada una de nuestras lenguas.

    Se present una panormica general delos idiomas originarios en Chile y lasdistintas acciones que se han gestado enpro de su revitalizacin. La mayora delas iniciativas comentadas, correspondana ideas desarrolladas desde el estadoChileno y enmarcadas principalmente enel mbito de le educacin intercultural.A raz de esto, uno puede observar y supo-ner que a pesar de las dificultades hayvariados intentos cuyo centro es contribuira que las lenguas originarias sigan vivas.Sin embargo, producto de lo mismo,muchas de estos esfuerzos se nos pierdenen excesivas acciones a favor de las mani-festaciones culturales, lo que a vecespuede llevarnos a perder el punto centralde nuestro trabajo que es efectivamenterevivir una lengua, y cuando decimosrevivir, decimos, revivir en el sentido devolver a usar, de hacer prctico, de hablar,de sentir, cmo dira una anciana mapu-che: hacer hablar las palabras en mapu-chedungun.

    Este Congreso nos deja cuestionamientosa nuestras prcticas, a nuestras accionescotidianas respecto de la vida de las len-guas minorizadas. Preguntas que van yvienen y que contribuyen al proceso derevitalizacin. Es bueno darse un espacioy reflexionar en medio de las accionesque realizamos, en medio de la pasividad,en medio del ajetreo, sea uno o sea otromomento en donde nos ubiquemos. EsteCongreso ha demostrado que ms all delas diferencias existentes para enfrentarla triste situacin que viven las lenguasoriginarias, un hecho es verdadero, hayinters y energa fluyendo en mucha gente,es decir, podremos volver hacer hablarlas palabras.

    Sin embargo, como Azkintuwe, queremosreiterar que no debemos olvidarnos queuna lengua viva tambin requiere unterritorio, un espacio donde desarrollarse.Quizs cuando hayamos comprendidoque el mapuchedungun, pertenece a unpueblo, a una nacin y a un territorio,demos un gran paso hacia una verdaderalucha por su existencia. Desde el inters,debemos caminar hacia la readquisicin,de la readquisicin hacia la puesta enprctica: desde las calles hasta todos losmundos posibles.

    Exitoso Congreso de lasLenguas en Santiago

    Participaron representantes de los pueblos aymara, mapuche, quechua, lican antay y rapa-nuijunto a autoridades y especialistas de Mxico, Per, Bolivia y Argentina. Organizada por la Redpor los Derechos Educativos y Lingsticos de los Pueblos Indgenas y con apoyo de la USACH,buscaba aunar estrategias que fomenten el uso de las lenguas silenciadas.

    JAQUELINE CANIGUAN

    Hacer hablar laspalabras

    E

  • a movilizacin parti el 12 de julio enConcepcin y se expandi como reguerode plvora por las crceles del sur. Aquellajornada, cinco presos polticos miembros

    de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), entreellos el dirigente Hctor Llaitul Carillanca, comen-zaron una huelga de hambre lquida en la CrcelEl Manzano, emplazando al gobierno de SebastinPiera a poner fin al uso de la Ley Antiterrorista,al doble procesamiento en tribunales civiles ymilitares, terminar con los montajes judiciales queimplican el termino de procesamientos externos yviciados, y finalmente, garantizar a los comunerosel derecho a un juicio justo. Horas ms tarde, quincepresos mapuches recluidos en el Centro Peniten-ciario de Temuko se sumaran a la huelga, denun-ciando por su parte la violencia de los organismospoliciales al interior de sus comunidades, ello enpresencia de los propios fiscales del MinisterioPblico. Con el transcurso de las semanas se su-maran a ellos otra docena de comuneros en lospenales de Lebu, Angol y Valdivia, adems de nu-merosas personalidades del mundo artstico y socialen ayuno solidario.

    Treinta y cuatro prisioneros movilizados. Todoshan manifestado a lo largo de la huelga decaimien-tos, mareos, nauseas, vmitos, prdidas de concien-cia y dificultad de concentracin. Un gran porcen-taje enfrenta acusaciones por infraccin a la LeyAntiterrorista, aquel engendro judicial creado porla dictadura para perseguir opositores polticos yque permite en democracia mantener a los mapu-ches en prisin preventiva durante dos aos, impedira los abogados defensores el acceso a la investi-gacin y a las acusaciones, y presentar testigoscuya identidad y rostro es protegido, muy al estilode los tristemente clebres tribunales fujimoristasen Per. Muchos de los huelguistas enfrentan ade-ms procesamientos simultneos en la justicia civily militar y, por si no bastara, se les ha catalogadoen los medios de comunicacin como peligrososterroristas, pese a que ninguno de ellos se ha vistoinvolucrado en delitos de sangre o de gran connota-

    Lpor PEDRO CAYUQUEO

  • mapuches veo muy difcil que esto termine. Existenmuchos intereses de las grandes empresas naciona-les y transnacionales y sabemos que las leyessiempre se hacen para favorecer a los que tienenel poder, concluye.

    Terroristas mapuches?

    Segn el Informe 2010 de la Comisin ticaContra la Tortura, existe un total de 57 presos pol-ticos mapuches en el sur de Chile, incluyendo 2mujeres y 2 menores de edad, todos repartidos encrceles de Concepcin, Lebu, Los ngeles, Caete,Angol, Victoria, Traigun, el Centro de Reclusin

    de Menores de Cholchol, Temuko y Valdivia. Alsumarles los procesados con medidas cautelares,la cifra se eleva a 96. El informe, que fue entregadoel 23 de Junio en el Palacio de La Moneda, abarcadesde junio de 2009 a junio de 2010, incluyendolos ltimos nueves meses del gobierno de MichelleBachelet, as como el primer trimestre de gestindel presidente Sebastin Piera. Segn la CECT,doce mapuches cumplen condena en libertadvigilada. Se suman a ellos otros 37 casos de procesa-dos con medidas cautelares, como arresto domici-liario, firma peridica ante la Fiscala, reclusinnocturna o arraigo (prohibicin de salir de unterritorio determinado). Entre ellos figuran nuevemenores de edad que fueron detenidos durante unashoras y posteriormente procesados por presunta-mente causar desrdenes pblicos.

    El CECT recogi adems en su informe cincocasos de absoluciones judiciales, entre las quedestaca la de la documentalista Elena Varela, quefue acusada de participar en dos asaltos a manoarmada ocurridos en 2004 y 2005. Paradjicamente,

    cin y alarma pblica. Por el contrario, la mayorasolo ha participado en acciones reivindicativasligadas a la recuperacin de tierras o manifesta-ciones pblicas pacficas. Y un porcentaje menoren acciones de autodefensa que si bien han afectadobienes de empresas, en ningn caso han puesto enriesgo la vida de personas. Es por su compromisocon la causa mapuche que estn en prisin, denun-cian.

    Uno de los huelguistas en Temuko es ClaudioSnchez Blanco, de 28 aos. Padre de un hijo ymiembro de la comunidad Pelewe, en la comunade Teodoro Schmidt, Snchez fue detenido tras unimpresionante operativo policial desarrollado enTemuko el 25 de octubre de 2009. Fue detenido enlas cercanas del Hogar Universitario PurramPeyum Zugu, en pleno centro de la capital regional.A dicho recinto llegaron cerca de 40 efectivospoliciales, quienes sin exhibir orden de allanamientoingresaron al recinto, incautando computadores,notebooks y celulares de los universitarios. Snchez,alumno de ltimo ao de la carrera de PedagogaIntercultural en la Universidad Catlica, se dirigaa su trabajo al momento del arresto. El MinisterioPblico le atribuy vinculacin con el supuestoataque a un bus de pasajeros ocurrido en el sectorde Bypass de Temuko.

    Segn el fiscal Sergio Moya entre sus perte-nencias se habra encontrado un original delcomunicado con que un grupo se habra atribuidola accin. Junto a Snchez, otros seis mapuchesresultaran detenidos aquella jornada tras violentosallanamientos a las comunidades Juan Huenchumily Juan Catrilaf II, de la comuna Padre Las Casas.Todos fueron formalizados por infraccin a la LeyAntiterrorista y permanecen recluidos desde enton-ces en Temuko, a la espera de un juicio oral donde,por lo bajo, arriesgan cada uno 20 aos de prisin.El arresto de Claudio fue muy difcil para mi por-que estaba fuera del pas, especficamente en elPas Vasco, conociendo la experiencia que elloshaban desarrollado en la recuperacin de su idio-ma, relata Pedro Snchez, su hermano, tambinex dirigente universitario y hoy destacado Profesorde Educacin Bsica Intercultural. Invitado porinstituciones educativas del Pas Vasco a profundizarsus conocimientos en temas relativos al mbitolingstico, Snchez no lograba calibrar a la distan-cia la pesadilla judicial en que se veran inmersos.

    Todos los das revisaba por Internet las noticiasdel pas y de la regin, me pareca todo tan absurdoque pensaba solo deba tratarse de un mal enten-dido, rememora. Para la familia y en especialpara nuestros padres ha sido muy duro. Tener unhijo en la universidad y que de un da para otro loencarcelen sin haber cometido ningn delito, generaun gran impacto emocional. Ha sido realmenteduro para ellos, que son personas humildes y sehan esforzado por entregarnos educacin. En laactualidad mi madre se encuentra con depresin yha tenido que ser hospitalizada en reiteradasocasiones por crisis de angustia, relata Pedro.Sufrimiento familiar que, reconoce, se ve acrecen-tado a medida que pasan los das y la huelga dehambre no genera en las autoridades de gobiernoel menor asomo de preocupacin.

    Una huelga de hambre nunca es buena, puestoque conlleva consecuencias fsicas y psicolgicaspara las personas que las asumen y mucha preo-cupacin en quienes vemos como paulatinamentese deteriora la salud de nuestros familiares, sealaa Azkintuwe. Sin embargo y pese a todo, no dudaen respaldar a su hermano y los dems comuneros

    movilizados en Temuko. Nosotros apoyamos lahuelga como mecanismo que permite presentar laproblemtica de los presos polticos a la sociedad.Y tambin para que los medios de comunicacinden a conocer las injusticias y la discriminacinque el Estado sigue praticando contra los pei(hermanos) y lamgenes (hermanas) que denunciany alzan la voz frente a estos hechos. El caso deClaudio, por ejemplo, un estudiante mapuche,padre de un hijo, proveniente de una familia deescasos recursos que con mucho esfuerzo a logradoentrar y mantenerse en la universidad, que ademspara costear los gastos que ello implica a tenidoque distribuir el tiempo entre el trabajo y losestudios, cuyo nico delito fue ser un solidario

    dirigente estudiantil. Hoy vemos como injustamentese lo mantiene privado de libertad por ms denueve meses y procesado por la Ley Antiterrorista,subraya Snchez.

    Cmo se explica que hechos similares seanabordados con criterios tan distintos?, se preguntael profesor. Por el solo hecho de ser atribuidos acomuneros mapuches, al apedreo a un bus dondeno hubo ningn lesionado se aplica la Ley Antite-rrorista. Por el contrario, vemos a diario en losmedios de comunicacin como en las carreterasde otros lugares del pas, vehculos son apedreadosa diario con lesionados graves y con suerte a losresponsables se les procesa por la ley comn,agrega atribulado. Su observacin no deja de serpertinente. A similares delitos cometidos en otrasregiones de Chile, el gobierno jams a solicitadola Ley Antiterrorista. Son las paradojas que PedroSnchez no logra comprender. Y si bien esperaque finalmente la justicia absuelva a su hermano,es pesimista respecto del futuro. Mientras se sigapersiguiendo, encarcelando y discriminando a los

  • las absoluciones no son hechos aislados. Numerososson los mapuches que tras aos de encierro preven-tivo, en juicio oral han sido declarados inocentespor los tribunales. El ltimo de ellos fue Luis TralcalQuidel. El pasado 30 de Julio, el Tribunal Oral enlo Penal de Temuko lo absolvi en forma unnimedel delito de incendio. Tralcal permaneci ms deun ao encarcelado, acusado de participar de unatentado a maquinaria forestal del fundo Las Pra-deras de Chol Chol. Por esta misma causa los jueceshaban absuelto el ao 2009 en forma unnime aHctor Llaitul y a Roberto Painemil. Hoy, la Fiscalano pudo nuevamente probar la participacin deTralcal, ya que no pudo aportar nuevas pruebas,confirmando su inocencia en las acusaciones realiza-das en su contra. No es la primera absolucin deTralcal. Ya en el ao 2009 tuvo que enfrentar cargospor homicidio frustrado en contra de carabineros,de los cuales tambin fue absuelto, esta vez por laCorte Marcial.

    Fernando Lira, presidente de la ONG Liberarque asumi la defensa del dirigente en el ltimojuicio, es claro en denunciar una puesta en escenadel Ministerio Pblico. Este caso debiera habersido considerado como causa ya juzgada desde elprincipio y no haber realizado un nuevo juicio. Sinembargo, el tribunal lo acogi finalmente de esamanera para sentenciar. En este escenario la fiscalaaprovecho estos das de juicio para mostrar a LuisTralcal en los medios de comunicacin como unterrorista y para decir que el acusado est bajosospecha de haber recibido formacin paramilitaren Colombia, lo que tambin est basado en hechosde los cuales no hay pruebas ni acusacin formal.Eso es lo que queda en la retina de la gente, no quees inocente, seala a Azkintuwe. Pese al fallojudicial en su favor, Tralcal permanece encarceladoen Temuko. Pronto, junto a Claudio Snchez yotros ocho comuneros, enfrentar juicio oral porel supuesto ataque el bus interprovincial. Junto atodos ellos permanece hoy en huelga de hambre.

    En nuestra legislacin no estn claros losmecanismos de regulacin y de fiscalizacin delactuar del Ministerio Pblico, advierte Lira a lahora de explicar los abusos contra los comuneros.De alguna manera, se podra decir que trabajanen la impunidad, debido a que se hace muy difcilprobar irregularidades, dado que sera la mismafiscala quien debera investigar sus propios actos.Sin embargo, quienes observamos de cerca losprocedimientos y la rigurosidad profesional de la

    fiscala, vemos con preocupacin que los defensoresa menudo se encuentran con dificultades paraacceder a los expedientes, a recibir peritajes solici-tados a los meses de ser solicitados, y nuestrosdefendidos alegan amenazas y declaraciones obte-nidas bajo presin y sin la presencia de un abogadodefensor. Responsabilidad en ello tambin tendranlos medios de comunicacin, advierte. Pienso quelos medios en manos de los intereses econmicosde este pas, actan concertadamente con el estado,y en este caso, con el Ministerio Pblico. Hanperdido la objetividad a la hora de informar y sehacen parte del esfuerzo del estado por contenerlas movilizaciones. Los espacios concedidos a laparte acusadora para criminalizar al mapuche frentea la opinin pblica catalogndolos como terroristas,nunca han sido compensados con reportajes o entre-vistas de la contraparte. De hecho se muestranfuncionales a los intereses de quienes detentan elpoder en Chile, finaliza.

    Conflicto Poltico

    El citado Informe de la Comisin tica Contrala Tortura es el tercero emitido por la entidad creadael ao 2001 por instituciones y personalidades quese destacaron en la defensa de los derechos humanosdurante la dictadura militar. El CECT, como mlti-ples informes de organismos internacionales, denun-cia sobretodo la injusta aplicacin de la Ley Antite-rrorista a los mapuches que luchan por sus tierrasfrente a empresas madereras y latifundistas particu-lares. Tambin la judicializacin de un conflictode profundas connotaciones culturales, histricasy polticas. Esto ltimo es lo que opina el destacadohistoriador Jos Bengoa, acadmico de la Universi-dad Academia de Humanismo Cristiano y uno delos ms prolficos autores respecto de la materia.

    Personalmente creo que la judicializacin delos conflictos de carcter social es el peor caminoya que se produce cuando se niega la poltica,seala a Azkintuwe. Estos conflictos son funda-mentalmente polticos y la autoridad los debe enten-der como tales. La poltica significa siempre reco-nocer a los interlocutores, establecer bases dediscusin, llegar a acuerdos y por cierto a desacuer-dos. Cuando los caminos polticos se cierran quedacomo argumento la judicializacin de la poltica,que es sin duda un camino muy poco adecuadopara los conflictos sociales. Lamentablemente loque uno observa es que crecientemente al aban-donarse la poltica se lleva el conflicto a los tribuna-

    les. No habr por tanto en el caso mapuche polticasadecuadas, lo que conllevar a mayores dificultades,penurias, y sin duda, a nuevos conflictos, agrega.

    A juicio de Bengoa, una de las muestras mspalpables de esta errada estrategia de las autoridadesha sido el desempolvar la Ley Antiterrorista, a sujuicio, una herramienta de persecucin. Endemocracia se ha criminalizado de un modo inacep-table el conflicto mapuche. El terrorismo siemprees y ha sido una construccin del Estado. Se acusaa quien se quiere castigar de terrorista. Cuntasveces no ocurri en Chile? Cuntos acusados deterrorismo en el mundo no han ganado posterior-mente el Premio Nobel de la Paz? Es una herra-mienta malvada del Estado y en este caso del Estadochileno, responde tajante. Adems una herramien-ta muy poco adecuada, agrega. Cuando se acusade terrorismo las personas son criminalizadas y sedesata una espiral que es muy compleja y a veces

    muy difcil posteriormente de resolver. He estudiadola casi totalidad de los juicios contra comunerosmapuches, los que son pblicos, y me cabe la con-viccin que las acusaciones son absolutamenteinjustificadas, subraya Bengoa. Creo que sonprocesos puramente de intimidacin. Hay un gra-vsimo error conceptual y a lo ms una enormedesproporcin que cuando los juicios avanzan, noresisten el valor de la prueba, agrega. Bengoa,autor de la monumental obra Historia del PuebloMapuche, no duda en apuntar tambin sus dardosa los medios de comunicacin de los sectoresdominantes de la sociedad chilena.

    La presin de los intereses regionales sobre elgobierno fue y ha sido muy fuerte. Con una granirresponsabilidad, el diario El Mercurio asumiesos intereses de manera ciega y con el nimo deconfundir y erosionar a la Concertacin, levantel fantasma del terrorismo mapuche. Un anlisissereno de las informaciones de este diario muestraque se trat de una campaa orquestada y siste-mtica. El terrorismo del sur fue repetido sin pensarpor los canales de televisin que construyeron demodo irresponsable una imagen de ingoberna-bilidad. Los gobiernos de la Concertacin, siempretemerosos de lo que les dijera El Mercurio, asumie-ron en la prctica que se trataba de terrorismo yaplicaron la famosa y maldita ley. As la espiral haseguido, apunta Bengoa, para quien los mediosde comunicacin en Chile han llegado a un gradode monopolio y control espectacular. Lo que no

    Agencias

  • les interesa a sus propietarios no existe y esa es unaverdad del tamao de una catedral. La propia huelgade hambre ha sido hasta ahora silenciada, seala.

    El historiador, quien dirigi en los 90 la Comi-sin Especial de Pueblos Indgenas, encargada deredactar la actual Ley Indgena, es particularmentecrtico de las elites nacionales. Ellas estn muylejos de aceptar la existencia de una sociedad ypueblo mapuche en este caso dotado de personalidadpropia. No ha habido ni un solo cambio institucionalen que se tome en cuenta a esta realidad social delpas. Los mapuches han visto cerrados todos loscaminos institucionales y eso es de una gravedadenorme. Este cierre del sistema poltico conviertea todo quien reclama o establece demandas en unsospechoso de estar fuera del sistema. De all aacusarlo de delincuente o simplemente de terro-rista, hay un solo paso, subraya. Podramos decirque esta impronta de carcter colonial es el elementoclave en el debate, concluye.

    a guerra que el Estado chilenodeclar al pueblo mapuchehace 150 aos an no ha ter-

    minado. La repblica criolla que el18 de septiembre celebra su bicente-nario lanz en 1861 una guerra deexterminio contra todo un pueblo,que se extendi hasta 1883. La ocu-pacin militar de la Araucania, elterritorio al sur del Bio Bio, termincon 260 aos de autonoma mapucheque debi aceptar la corona espaolapor conducto del Parlamento de Qui-ln, el 6 de enero de 1641, que reco-noci la frontera y la independenciade hecho del pueblo nacin mapuche.

    Tras la ocupacin los mapuchesfueron confinados en reducciones,perdieron los 10 millones de hect-reas que controlaban y fueron conver-tidos en agricultores pobres forzadosa cambiar sus costumbres, formas deproduccin y normas jurdicas. Ladictadura del general Pinochet pro-fundiz el despojo. Si en 1960 cadafamilia mapuche tena un promediode 9.2 hectreas, al terminar la dicta-dura le correspondan poco ms de5. El broche final lo puso la demo-cracia por medio del avance de lasgrandes empresas forestales y laconstruccin de hidroelctricas: enla actualidad cada familia mapuchecuenta con slo 3 hectreas promedio.

    En efecto, el conjunto de las tie-rras mapuches no llega a 500 milhectreas, donde viven unos 250 milcomuneros en unas 2 mil reservasque son islotes en un mar de pinos yeucaliptos. Las familias indgenastienen la mitad de ingresos que las

    RAUL ZIBECHI

    L

    La imposibledomesticacin mapuche

    El pueblo mapuche no fuevencido por la guerra deexterminio, ni por la dictadura,ni por la democracia progresistaque combin represin consoborno. Acosados , vuelven aponer el cuerpo parasensibilizar a los de abajo.

    Denunciamos que Chile es el pas que tienela mayor cantidad de presos polticos miembrosde un pueblo originario, lo que da cuenta del nivelde discriminacin y racismo que aun prevalece eneste pas. Nuestros familiares estn frente a unjuzgamiento poltico que responde a la defensa degrandes intereses econmicos de los latifundistas,de los dueos de las compaas hidroelctricas,mineras y forestales, sealaron en recientedeclaracin pblica los familiares de los presosrecluidos en El Manzano. No son los nicos queponen el acento en el carcter poltico de losprocesamientos. Esta es la denuncia que dirigentesmapuches llevaron el 20 de Julio hasta la Comisinde Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra,Suiza. El grupo, encabezado por Antonio Cadn yVctor Ancalaf, reclam ante el organismo de lasNaciones Unidas la feroz persecucin judicial ypoltica que afecta a las comunidades que semovilizan por sus derechos territoriales en Chile.Hemos estado denunciando todos los atropellos

    que han habido con los comuneros mapuches, lasituacin de los presos polticos, la violencia policialen contra las comunidades y los graves atropellosque han afectado a nios y nias mapuches, precisAntonio Cadn.

    Desde el da 12 de Julio, multitudinarias marchasconvocadas por familiares de los huelguistas sehan desarrollado en diversas ciudades de Chile, elPas Mapuche y el extranjero. Las jornadas deprotesta y solidaridad se han incrementado a medidaque se agrava el estado de salud de los huelguistas.En diversos pases se multiplican las voces quereclaman dilogo y voluntad poltica al gobiernode Sebastian Piera. Pero nada de lo anterior hasido informado debidamente por los grandes mediosde comunicacin chilenos. Los mismos que llenarontitulares con la huelga de hambre protagonizadapor disidentes polticos en Cuba, en el caso mapuchehan optado por el ms absoluto y cnico de lossilencios.

    no indgenas; slo 41 por ciento delas viviendas mapuches tiene alcan-tarillado y 65 por ciento electricidad.La mortalidad infantil en algunosmunicipios indgenas supera en 50por ciento a la media nacional. Cuan-do pretenden recuperar sus tierras, osea su dignidad, se les aplica la LeyAntiterrorista (Ley 18.314, de 1984)sancionada por Pinochet.

    La huelga de hambre de 34 presosmapuches iniciada hace 60 das seinscribe en esta larga guerra del Esta-do contra un pueblo. Exigen que nose les aplique la Ley Antiterrorista,el fin del doble procesamiento (yaque muchos presos son sometidos ala justicia militar y a la civil), que no

    se utilicen testigos encapuchados querestringen la defensa y que se pongafin a la militarizacin del territoriomapuche. El Comit de DerechosHumanos de Naciones Unidas emitiun informe, el 18 de mayo de 2007,en el que seala que la definicin deterrorismo en la ley chilena podra

    resultar demasiado amplia y ha permi-tido que miembros de la comunidadhayan sido acusados de terrorismopor actos de protesta o demanda so-cial. Agrega que la aplicacin de esaley se presta a arbitrariedades y dis-criminaciones, ya que en Chile se haaplicado mayoritariamente para lapersecucin penal de los mapuches.

    No ser posible, pese a la represiny la cooptacin, doblegar al pueblomapuche. Tres razones de fondo loimpiden. La primera es la propiahistoria y cosmovisin mapuche. EnWallmapu no se desarroll una socie-dad indgena de tipo estatal, comosucedi en los Andes y Mesoamrica,escribe el historiador Pablo Marimn.Los colonizadores, al incorporar porla fuerza a una sociedad indgena detipo horizontal, matriarcal y segmentalcomo la mapuche, abrieron una situa-cin compleja de abordar hasta el dade hoy. Mundos tan diferentes slopueden convivir reconocindose.

    A esta honda brecha cultural, eco-nmica y poltica se suma una segun-

    da escisin de carcter colonial: Senos habla de igualdad, fraternidad ylibertad, pero se nos trata como indiosvencidos, ciudadanos de segunda claseque se les hace vctimas de polticasracistas, seala Marimn. En tercerlugar, el modelo neoliberal ha empuja-do a amplios sectores no mapuches aexperimentar formas de vida y deexclusin similares a las que sufre esepueblo. Los ha convertido en sus alia-dos potenciales, en particular a losjvenes de las ciudades que sufren eltriple cerco de la pobreza, la represiny las polticas sociales discrimina-doras.

    El pueblo mapuche no fue vencidopor la guerra de exterminio, ni por ladictadura, ni por la democracia progre-sista que combin represin consoborno. Acosados por el Estado, des-preciados por las izquierdas electore-ras, vuelven a poner el cuerpo parasensibilizar a los de abajo, mapuchesy blancos, para seguir viviendo, paraseguir siendo pueblo.

  • oy 4 de Septiembre y cuandose cumplen 40 aos de lavictoria democrtica que

    llev a Salvador Allende a la presi-dencia de Chile, 34 mapuches, prisio-neros polticos a merced de las ar-bitrariedades del Estado chileno,cumplen dos meses en huelga dehambre. Ayer 3 de Septiembre, elpresidente Sebastin Piera se refiripor primera vez a la huelga y anunciel envo al Parlamento de dos inicia-tivas legales: una que moderniza ymodifica la justicia militar y otrapara perfeccionar y tipificar mejorel delito terrorista.

    Al finalizar un encuentro entre elpresidente Sebastin Piera y lospartidos con representacin parlamen-taria, la lder del PPD, ex ministraportavoz de gobierno, Carolina Toh,valor el encuentro y la disposicindel jefe del Estado de buscar unasolucin al conflicto protagonizadopor los mapuche. Y agreg: vamosa apoyar una instancia de dilogo queestablezca puentes con los comune-ros. Toh sabe que durante el gobier-no del que fue ministra y durante el

    magine que est sentado frenteal televisor de su casa, rodeadopor su familia despus de una

    deliciosa cena, disfrutando de unrelajado da junto a los que ama. Depronto e imprevistamente se abrenlas puertas de su casa y ve entrar asu vecino llammosle Estado- y sufamilia, armados hasta los dientes.Esto es lo que le dice. Vecino, lascosas no andan bien. Nuestra casa seha hecho pequea. Varios de mis hijosno tienen empleo ni posibilidades detener casa propia para ellos y sus fa-milias. Por esa razn hemos decididoampliarnos tomando parte de la suya.No se preocupe, todos viviremos bien.Usted y su familia ocuparan una delas habitaciones y el resto las dividi-remos entre mis familiares. Cooperey seremos todos felices.

    Una situacin como sta, hipot-tica por cierto y ms an fantstica,supone un mundo sin las ms mni-mas normas de cortesa. Ella podradar lugar a una serie de respuestas.Imagino que una de ellas podra ser

    JOS MARIMAN

    I

    La justicia del colonizador

    Para los mapuches, lajusticia funciona con undoble estndar en Chile,pues sanciona a losmapuches con leyes que noaplica a otros ciudadanos.

    LUIS SEPULVEDA

    H

    Un da de Septiembre

    revelarse, levantar la voz, increpar ymandar al diablo a los invasores ohasta tratar de usar la violencia paraexpulsarlos. Con cualquiera de susrespuestas usted se expone a la ira desus conquistadores y de su nuevoorden. Son ellos los que juzgan ysancionan sus acciones-reacciones.

    Pues un hecho de las mismas pro-porciones, solo que REAL, fue lo ocu-rrido a los mapuches. Un Estado, Chile(tambin Argentina allende los Andes),les invadi militarmente, les expolisu territorio, y les incorpor poltica-mente sin siquiera preguntarles por suconsentimiento. Los mapuches hanvivido desde entonces, ya ms de unsiglo, bajo las reglas del nuevo ordeno pax chilena. Y no solo eso, nocontentos con haberles dejado lahabitacin ms pequea o en un len-guaje historicista haberles dejado enreducciones con tierras apenas parasubsistir, pronto inescrupulosos latifun-distas con el soporte y complicidadde la polica, la justicia y los polticos,fueron jibarizando esas tierras hasta

    cercenar un cuarenta por ciento mso menos. Lo que rest a la rapia nopudo contener a una poblacin enrecuperacin, despus de una larga ygenocida guerra, y originaron variasproblemticas modernas: La disporadel siglo XX que dio origen al mapu-che urbano (la inmensa mayora delos mapuches modernos), y el intermi-nable problema de la lucha por latierra en el sur chileno.

    La historia de la relacin de losmapuches con el Estado chileno tienems pormenores, por cierto. La huelgade hambre que llevan a cabo algunosde ellos en las crceles del sur seinscribe como un captulo ms de esteconflicto tnico de nunca acabar. Lalectura que hacen los mapuches enhuelga de hambre de la situacin quelos tiene hoy en esa actividad dedesobediencia civil, es que la justiciadel colonizador para con ellos, esttratando de justificar una accin debeligerancia, en una guerra que an

    el Estado desarrolla para con ellos,con el propsito de terminar de doble-gar su resistencia al robo histricodel que fueron objeto, la rapia y laviolacin de sus derechos como na-cin e imponerles el orden de lapax chilena.

    Para los mapuches, y para quienesno vean el conflicto bajo las anteojerasdel nacionalismo chileno, la justiciafunciona con un doble estndar enChile, pues sanciona a los mapuchescon leyes que no aplica a otrosciudadanos, dndoles a ellos el tratode seres de segunda categora ocolonizados. A los mapuches carabi-neros los tortura, incluyendo nios yancianos, y hasta los asesina por laespalda , sin pasar por alto que nume-rosas de sus acusaciones se basan enmontajes para implicarlos. En fin, eneste pas con delirios de pas de primermundo, los abusos de todos los tiem-pos hacia las minoras tnicas no hancesado, recordndonos que seguimosen la cloaca del tercer mundo. Losactivistas mapuche que luchan porrecuperar lo que una vez les arrebatoel Estado violentamente, son perse-guidos como si se tratara de terroris-tas. Al cabo en situaciones colonialesas opera la justicia del colonizadorpara el colonizado.

    anterior, y as remontndonos hasta ladictadura, y ms an, hasta el ao1810 cuando los hijos y nietos de losencomenderos decidieron la indepen-dencia de Chile, sabe que nunca sehizo nada para detener el saqueo detierras, el expolio y la humillacin delpueblo mapuche.

    Para todos los gobiernos de Chilelos mapuche fueron siempre unospotenciales alzados a los que habaque mantener sumisos y reprimidos.En Chile, por lo menos la derechaexpresa con claridad su ideario dematones, y as lo dio a entender en lareunin con el jefe del Estado el vocerode la UDI, Juan Antonio Coloma:indic que su colectividad har unesfuerzo para resolver este conflicto,pero subray que se trata de un pro-blema heredado de la administracionesanteriores y que no amerita unareforma a la Ley Antiterrorista. Elcinismo es la gramtica del racismo.

    Escribo estas lneas hoy que es 4de Septiembre y a mi memoria lleganel aroma de una noche casi primaveral,una noche de serena alegra y cuando

    no puedo, porque hoy que es 4 deSeptiembre un grupo de 34 mapuches,de la Gente de la Tierra, prisionerospolticos del capital, se juegan la vidaen una huelga de hambre que se pro-longa demasiado. Piden justicia, ypara la nacin mapuche la justicia esmucho ms que un atado de normaslegales. Es su tierra, su sagrada tierra,su bendita tierra, su amada tierra, yesa es la cuestin de fondo que losdescendientes de los encomenderosy de los europeos de cualquier latitudque llegaron a usurpar su territoriose niegan a entender.

    tena 20 aos. Una multitud de mu-jeres y hombres humildes, la mayorajvenes, nos abrazbamos frente a lacasa de la Federacin de Estudiantesde Chile. Esperbamos a SalvadorAllende, a que diera por iniciado nues-tro sueo revolucionario y transfor-mador de la sociedad. No lo conse-guimos. No pudimos. Pero nos dimospor entero y ese es nuestro orgullo.Muchos pagaron con sus vidas elintento por hacer de Chile un pasjusto, un pas que tambin considerasedesde el respeto las legtimas reivin-dicaciones mapuches.

    Quisiera recordar con alegra, pero

  • l 12 de Julio una treintena depatriotas mapuche, prisionerospolticos en crceles chilenas,iniciaron una huelga de ham-

    bre. Dicha movilizacin es el resultadode una condicin poltica estructural:la situacin colonial que sufrimos co-mo pueblo a partir de la conquistachilena del Pas Mapuche indepen-diente en la segunda mitad del sigloXIX, la mal llamada Pacificacin dela Araucana. Los mapuche hemossido despojados, expoliados de nues-tras tierras y base econmica, empo-brecidos a tal punto que la Araucanaes lejos, con un ndice de pobreza del27,1% y un ndice de indigencia de9%, la regin ms pobre de todo elEstado. Es, a partir del 2006, tambinaquella en que ms han aumentadotanto la pobreza como la indigencia.De qu desarrollo nos hablan cuan-do, tanto a nivel del Wallmapu comodel Estado chileno, la desigualdad deingresos entre poblacin mapuche ypoblacin chilena resulta escandalosa?

    Todos los atropellos e injusticiasa que se nos somete, desde la crimina-lizacin de nuestra lucha hasta laprdida progresiva del mapuzugun,nuestra lengua nacional, son manifes-taciones de esa situacin colonial yde la opresin nacional a que estsometido nuestro pueblo por parte delEstado chileno. Pero en los ltimosaos ha aflorado con mayor fuerza uncomponente consustancial del colonia-lismo: el racismo. Ya no se trata slodel racismo social, aquel que nos llegaen la misma cara en la escuela, en elbarrio o en los lugares de trabajo, sinoque de un racismo oficial, que haceuso de las instituciones del Estado pa-ra estigmatizar, discriminar y prejuzgaral mapuche por su condicin tnica.

    El Estado y el poder judicial nobuscan hacer justicia, buscan amedren-tar y para ello recurren a todo tipo demaniobras. En cada condena que afec-ta a un patriota mapuche va implcitoun mensaje claro: dejen de luchar,dejen de resistir. El fiscal es hoy unafigura inquisitiva, para quien el ma-puche es culpable s o s. vidosde cmaras de televisin y promo-ciones laborales, los fiscales engrosansus curriculum con el sufrimiento denuestra gente. Ayer eran los tinterillos,siempre disponibles para firmar eldespojo territorial; hoy los fiscales,disponibles para secar en la crcel atodo mapuche que alce la voz por susderechos. Nidos de litigantes, decannuestros dirigentes antiguos; Nidosde fiscales, decimos nosotros hoy.

    En Chile no existe la igualdad antela ley, no para los mapuche. Ello loevidencia la desproporcin entre los

    50 das en huelga, 50 das de dignidad nacionalJuventud de mi raza: si alguna vez en el camino de la fatigosa jornada que vais venciendo, sintiereis decepcionado vuestroespritu y faltos de vigor vuestros msculos, no olvidis que vuestros antepasados lucharon y murieron heroicamente defendiendoel prestigio de nuestra raza, no aceptando la usurpacin de sus tierras y de sus derechos. Compatriotas: salud y fraternidad.

    delitos investigados y las leyes y con-denas que se nos aplican; lo evidenciatambin la impunidad de que se bene-fician los autores y responsables pol-ticos y judiciales de estas violacionesa los Derechos Humanos de la pobla-cin mapuche. La violencia policialcontra la poblacin indefensa de lascomunidades, incluidos ancianos ynios, la tortura y tratos vejatorioscontra los detenidos, los apaleos ygolpizas recurrentes, demuestran quea los mapuche en Chile se nos consi-dera ciudadanos de segunda clase.A ningn sector de la poblacin chile-na el Estado y sus instituciones otorganun trato similar.

    Dficit democrtico

    La huelga de hambre y nuestrasituacin como pueblo dejan en evi-dencia ante el mundo el bajo estndardemocrtico de Chile. Aspectos sustan-tivos de la Constitucin Poltica de1980 y las leyes represivas promul-gadas bajo la dictadura militar semantienen vigentes, en particular laLey Antiterrorista, la Ley de SeguridadInterior del Estado y las excesivasatribuciones de la Justicia Militar. Que

    despus de veinte aos de gobiernoselectos estas leyes no hayan sidoderogadas o modificadas, en acuerdocon los pactos internacionales firma-dos por Chile en materia de DerechosHumanos, es una vergenza para todoslos demcratas. En el caso de la LeyAntiterrorista, su aplicacin en Wall-mapu no se condice con los delitoscomunes que persigue. Lleva apareja-da adems estigmatizacin, perse-cucin, procesamientos viciados einhumanas condiciones carcelarias.

    Es por ello que la democratizacindel Estado es tambin objetivo centralde la lucha mapuche. Un centralismoasfixiante, con regiones gobernadaspor autoridades designadas y supeditasa las decisiones del poder central; unsistema electoral injusto y antide-mocrtico para la elecciones parlamen-tarias; una Ley de Partidos excluyenteque dificulta la emergencia de nuevasfuerzas polticas regionales; el bajoestndar de reconocimiento de dere-chos colectivos sociales y polticos;son todas deudas de la democracia.El gobierno chileno debe renunciar asu poltica de odos sordos y ponerseen disposicin de dialogo poltico paraatender estas demandas.

    Responder como Nacin

    Somos un pueblo diverso, como loes todo pueblo. Pero hay desafos antelos cuales debemos responder unidos.Wallmapuwen apoya la lucha de lospresos polticos no solo por solidaridad.Lo hace porque formamos parte de unmismo pueblo, porque conformamosun mismo movimiento nacional, por-que independiente de legtimas dife-rencias polticas, compartimos conellos un horizonte de autodetermina-cin para nuestro pueblo y Wallmapu.

    El movimiento social mapuche, lascomunidades, sus expresiones polticasorganizadas, deben considerar la huelgade hambre de los presos como unlegtimo acto de resistencia nacional,una accin de compatriotas que cuestio-na toda una poltica de criminalizacinracista contra nuestra nacin. La repre-sin es contra el pueblo mapuche yello nos demanda actuar en bloque,responder como nacin. El impuneescenario represivo no puede tolerarsems. Nuestros patriotas en huelga nolo aceptan, nosotros como pueblotampoco.

    Debemos recordar que hace cienaos, el movimiento mapuche surgien un contexto de ocupacin militar,violencia y racismo colonial. Ellomarc a las generaciones que dieronvida a las primeras organizaciones.Sufrieron la violencia del Estado y loscolonos. Fueron vctimas del actuar racistade los Tribunales de Indios y su despojolegal. Ante ello se rebelaron y respon-dieron de manera colectiva. Lo hicieroncon las armas de la Poltica. En loscampos, en las calles y en el Congresochileno, lucharon para defender nuestratierra y derechos. Ocho diputados ydecenas de regidores nos sealan desdeentonces un camino. Sin esa lucha yahabramos sucumbido cono nacin.

    Mientras no se supere nuestra con-dicin colonial, la prisin polticaseguir afectando a patriotas mapuchehoy o maana. Tratar debidamente elconflicto implica para nuestro puebloy el Estado avanzar hacia una solucinpoltica. Para nosotros como partido,ello supone colocar al centro el recono-cimiento de nuestros derechos en tantonacin y avanzar en la descentra-lizacin del Estado y en la obtencinde un Estatuto de Autonoma quegarantice, entre otros, nuestro derechoa la tierra, la lengua y la autodeter-minacin. Slo ello impedir que elactual escenario de conflicto se agudiceo eternice en Wallmapu, profundizandola injusticia, el racismo y la opresinnacional.

    PARTIDO MAPUCHE WALLMAPUWEN

    Manuel Nekulma,Sociedad Caupolican Defensora de la Araucana, 1931.

  • ara el gobierno y el Ministerio Pblico es el Bin Laden de Arauco.Para su gente, los mapuches, un asistente social comprometido consu pueblo y que solo goza de mala prensa. Hctor Llaitul Carillanca,42 aos, padre de cinco hijos, efectivamente es asistente social.

    Curs la carrera en la Universidad de Concepcin y trabajando en su tesisse mimetiz con la lucha de las comunidades. De origen williche, gran partede su vida transcurri en la zona central. Ex militante de la izquierdarevolucionaria chilena, no dud cuando a fines de los 90, lonkos de dosprovincias optaron por coordinar sus demandas y tambin la rabia. As nacila Coordinadora Arauco-Malleco, la CAM, el gran dolor de cabeza tnicode los gobiernos de la Concertacin y que Piera ya siente al menos comojaqueca. Incontables son los ministros del interior que los han dado pordesarticulados. El ltimo fue Prez Yoma. El ao pasado. Pero ah estn, lamayora en prisin y acusados de terrorismo, pero aun desde all, resistiendo.

    Hace 46 das que Llaitul encabeza una huelga de hambre. Son 34 prisionerosmapuches, en las crceles de Concepcin, Lebu, Angol, Temuko y Valdivia,los movilizados por demandas tan bsicas que llegan a ser surrealistas. Exigenser juzgados bajo mnimos estndares democrticos. Esto es, que se retirede sus causas la Ley Antiterrorista. Y se termine de paso con los doblesprocesamientos civiles y militares. No entienden como, por delitos comunes,se los persiga como si se tratar de suicidas talibanes. Todos denuncianpersecucin poltica, montajes judiciales, testigos sin rostro e incluso torturapolicial en los cuarteles. Poco y nada de ello ha salido en la prensa. No lesquita el sueo. Son pacientes y saben que con el transcurso de los das y

    P

  • semanas, la huelga se volver paraPiera una insoportable migraa. Re-cientemente, un fallo judicial autoriza Gendarmera alimentarlos por la fuer-za en Concepcin y Temuko. No lesser fcil, advierten ellos.

    Entrevistamos a Hctor Llaitul enla crcel El Manzano de Concepcin.All espera ser llevado a juicio pordiversos delitos. No ha matado a nadie.No ha violado a nadie. Tampoco ha de-jado a ningn minero enterrado vivo enel desierto. Sin embargo, arriesga endiversas causas sobre 100 aos de pri-sin. Hablamos de la huelga. De su lu-cha. Estas son sus razones.

    - Por qu la huelga?

    Porque se han agotado todas las otrasinstancias para reclamar justicia, ennuestro caso, para acceder a un proce-samiento justo, a un debido proceso.Es lo ltimo que podemos hacer paramanifestarnos, nuestro cuerpo es lonico que nos queda para protestar. Paranada es agradable estar en huelga, sesufre mucho, es duro. Tampoco esbueno hacer sufrir a nuestros familiares,somos padres, hijos, sobrinos, nietosde alguien y todos ellos sufren. Pero loevaluamos y aunque suene paradjico,no nos queda ms que arriesgar nuestravida para luchar por la vida. Hablo dela vida de nuestra gente, por un mejorfuturo para nuestros hijos, por los dere-chos de nuestra nacin. Si con estamedida logramos que se retire la LeyAntiterrorista de nuestros procesamien-tos, habr valido la pena.

    - Pero se les acusa de atentar contrael estado de derecho.

    En el territorio mapuche no opera elestado de derecho como en el resto delpas. Dnde se estn militarizados loscampos? Dnde se persigue poltica-mente a luchadores sociales? Dndese montan campaas represivas indiscri-minadas? Dnde se aplican leyes deexcepcin, como la Ley Antiterrorista?Que sepamos, solo en el territorio ma-puche, lo que nos permite decir quevivimos bajo un estado dictatorial. Deall que para nosotros las expresionesde resistencia y de autodefensa seanlegitimas, ms aun si se nos han cerradotodas las vas polticas. Si viviremosen Bolivia o en Venezuela, pases real-mente democrticos, los dirigentessociales mapuches tal vez estaran enel Parlamento. Pero estamos en Chiley ac lo que hay para nosotros es prisinpoltica.

    - No es Chile para ustedes un pasdemocrtico?

    La aplicacin de la Ley Antiterroristahabla por si sola. Es hoy una herra-mienta de persecucin contra los mapu-ches que levantan la voz. Su propioorigen se da en el marco de un rgimenautoritario, como lo fue la dictadura dePinochet, en un contexto de terrorismode estado que todo el mundo repudi.Otro ejemplo es que se juzgue a civilesmapuches con el cdigo militar, algoque transgrede todas las normas deldebido proceso. Es lo que denunciamos.

    - Son las principales razones de lahuelga?

    As es. Ambas constituyen la mximaexpresin de la injusticia procesal quenos afecta hoy en da. La Ley Antite-rrorista es una ley especial, creada paraperseguir y su objetivo de fondo esvelar por los intereses de los poderosos,no el de proteger a la poblacin. Hoycon esta ley se estn protegiendo inver-siones que afectan directamente nuestroterritorio y a su gente. Y en beneficiode empresarios que son responsableso herederos del despojo territorial quesufrimos como pueblo. Solo ello explicaque se apliquen estas leyes de excepcina conflictos que son sociales y polticos.

    - Cul es la situacin de ustedes?

    En trminos fsicos ya se evidencia undeterioro. Producto de la no nutricinhemos sufrido abruptas prdidas depeso, en el caso nuestro, ac en El Man-zano, de hasta 20 kilos menos, debilita-miento corporal, mareos, dolores decabeza, escalofros, reiteradas prdidasde conciencia, calambres, algunos denosotros hemos sufrido adems estadosde descompensacin.

    - Y en lo anmico?

    Estamos estables, nos alienta el hechode estar aportando a la lucha de nuestropueblo y saber que nuestras demandasson justas. Espiritualmente tambin nos

    sentimos fuertes, esta es una dimensinque nos caracteriza mucho como ma-puche, nos sentimos conectados conlos valores y la cultura de nuestropueblo, ello nos hace sentir que estesacrificio tiene sentido.

    - Cmo han tomado sus familiasesta drstica medida?

    Hemos sentido todo su apoyo, pero deseguro deben tener sentimientosencontrados. Apoyan pero igual sufren,no solo por nosotros sino por todos losque estn en esta situacin, as comopor otros aspectos de esta lucha, costosque han debido pagar, como sufrir larepresin policial. Pero de sufrimiento

    sabe mucho nuestra gente en las comu-nidades y de una u otra forma se hanido adaptando a los rigores del camino.Nuestras familias han comprendido yasumido esta huelga con un estoicismoejemplar, lo cual habla bien de lajusteza de este movimiento. Nosotrosvaloramos el esfuerzo que realizanafuera, de moverse y hacer campaacon muy pocos recursos, pero con unagran dignidad.

    - Y Gendarmera?

    En El Manzano han sido casi neutrales,pero sabemos que esta situacin puedecambiar por la presin de las institu-ciones de ms arriba, del gobierno yla justicia. No es un tema personal, eso

    lo entienden y lo entendemos, es a nivelde instituciones donde se producenroces que hasta ahora no han llegado aser confrontacionales. Esperamos quese respete la huelga y las condicionesno empeoren para nosotros, ya quenuestra postura es firme y de convic-cin. No sabemos como ser en otrospenales.

    - Cmo evalan las movilizacionesde apoyo?

    A pesar de la fuerte campaa para si-lenciar la huelga que se ha montado,comienzan a despertar acciones de soli-daridad en diversas ciudades que valora-mos. Estamos sorprendidos de las mues-tras de apoyo a nivel internacional, notanto por nosotros, sino porque implicanun respaldo a la causa mapuche engeneral. Este reconocimiento internacio-nal ha costado mucho, es un capital quese tiene y que hay que resguardar, nosllama a no decaer, a no claudicar a pesarde la enorme desventaja. Esto es muyimportante para mantener la esperanza.

    - Se consideran presos polticos, porqu?

    Por las cualidades de luchador socialque posee cada uno de los mapuchesencarcelados. Tambin por la formacinpoltica e ideolgica que abrazamos, laque por supuesto se enmarca en nuestracondicin de mapuche. Reivindicamosun pensamiento propio (rakizuam), quese nutre de nuestra sabidura ancestral(kimvn) y se plantea en resistencia conla realidad que hoy vivimos comopueblo. Se nos niega esta condicincomo si solo fueran presos polticosaquellos que se enfrentan a regmenesdictatoriales o totalitarios.

    - Dicen las autoridades que en Chilelas instituciones funcionan.

    Funcionan instituciones propias de unademocracia y se dice que estas operanpor igual para todos los chilenos. Talvez por ah est el problema, que todaslas instituciones buscan chilenizarnos.Si nosotros no somos chilenos! Nuncaha existido un reconocimiento de esto,salvo en tiempos de la Corona Espaola.Hoy lo que se persigue es integrarnoso bien aniquilarnos como cultura, comonacin, que dejemos de ser lo quesomos. Basta ver las leyes, solo operala asimilacin y el colonialismo perma-nente. Lo cierto es que somos un pueblooprimido, con un territorio invadido. Yeste despojo ha sido avalado por todaslas legislaciones e instituciones delEstado.

    - No pocos mapuches, tras aos deprisin preventiva, han resultadofinalmente absueltos por lostribunales. Cmo interpretas esto?

    Es que la mayora de las acusacionesque se levantan contra los mapuchestienen un objetivo central que es pol-tico. De all los largos periodos de inves-tigacin de hasta dos aos que tienenlos fiscales para llegar al juicio oral, deall los montajes muy bien urdidos querealizan, sumado todo ello a campaascomunicacionales. Pero cuando se llega

  • a juicio, ello resulta a veces insosteniblejudicialmente, se les derrumba. Teme-mos eso si que en el actual escenariopoltico esto pueda cambiar y para peor.

    - En qu sentido?

    El Ministerio Pblico ya no acta solo,es parte de una estrategia mayor queno trepida en la utilizacin de recursospara realizar montajes, incluso a nivelinternacional, buscando condenasanticipadas de la opinin pblica contranosotros. La alianza entre fiscales, pol-ticos inescrupulosos, gobierno y mediosde comunicacin, hace que tengan hoydadas las condiciones para condenar anuestra gente a largos aos de prisin.

    - Hace unos aos la CAM erandelincuentes rurales. Hoy sonterroristas.

    Se pone hoy ms nfasis en el terroris-mo porque les permite hacer uso demayores herramientas legales paraperseguirnos. Con un discurso muypropio de los fiscales de la dictaduramilitar, magnifican los hechos, mientenabiertamente, catalogan de terrorismoacciones muy bsicas de resistencia yautodefensa de las comunidades cuandoson allanadas con violencia por la fuer-za pblica. Respuestas bsicas, rudi-

    mentarias de la gente ante la agresinpolicial se transforman entonces aten-tados contra vida, emboscadas crimi-nales, homicidios frustrados e in-tentos de asesinato.

    - Por dnde debiera buscarse unasalida al conflicto?

    Claramente no por los tribunales. Estees un conflicto histrico, de races muyprofundas y que concierne a la sociedadchilena y mapuche en su conjunto,tambin a la comunidad internacional,que debe ser parte de la solucin. Elestado chileno es el responsable directode lo que sucede hoy, que es un conflic-to eminentemente poltico con trasfon-dos histricos, culturales, una luchapor reconocimiento. Para nosotros elabordaje del problema, su resolucin,es poltica y compromete al Estado ensu conjunto, a todos sus poderes, ejecu-tivo, legislativo, judicial. Llegar a ellodemanda una voluntad poltica que hoyno existe de parte de las autoridades.Existe coincidencia mayoritaria en losmapuches que la salida al conflicto espoltica.

    - Van a cumplir 50 das en huelga yen los grandes medios poco y nadase ha publicado o mostrado. Qupiensan de esto?

    Nos resulta natural a estas alturas. No

    olvidemos que los grandes mediosrepresentan al empresariado y entre losgrupos de poder siempre se apoyan, hasido as histricamente. Callan la huelgapero siguen con su campaa para desvir-tuar nuestra lucha, dando cuenta de ellasolo desde un prisma delincuencial oterrorista, a objeto de influir en la mentede las personas, en la opinin pblica.Ellos saben que nuestras demandas sonjustas y temen que darlas a conocergener en la sociedad un respaldo mayo-ritario a nuestra causa. Me consta quemucha gente chilena que se logra infor-mar, siempre termina respaldandonuestra lucha. Algunos medios operancasi como en tiempos del nazismo, sereafirma la teora de Joseph Goebbelsque planteaba que a travs de la repe-ticin de las versiones oficiales sellegaba a una verdad oficial. Tambindeca miente, miente, que algo queda.

    - Es lo que sucede con el temaFARC?

    Es parte de una campaa orquestada,donde La Tercera, El Mercurio y sussucursales regionales cumplen la funcinde propagandistas. Sin tener hasta el dade hoy la ms minima prueba, los fisca-les insisten con esta vinculacin nuestracon las FARC en los medios. Podemosdecir que no existe tal vinculacin, cada

    pueblo tiene el derecho de luchar comoquiera hacerlo y nosotros lo hacemosbasados en los principios y en la historiaque heredamos de nuestros antepasados,en el legado de Lautaro, que no es me-nor. Se olvida que nuestro pueblo tieneun gran legado histrico de resistencia.

    - La huelga es hasta las ltimasconsecuencias?

    Lo hemos dicho en los comunicados yes una postura generalizada en todos loshuelguistas. Es una situacin muy durapara todos nosotros, ya que no solo searriesga la vida, tambin se producensecuelas que nos afectarn de todasformas en lo cotidiano. La responsa-bilidad no es nuestra, en este punto latraspasamos al Estado y a quienes sonautoridades, porque ellos nos obligarona llegar a esta situacin. Preferimos estoa ser condenados de forma injusta.

    - Algn mensaje que enviar?

    Gracias a todos los pei (hermanos),lamngen (hermanas) que se han movi-lizado y que solidarizan con nuestracausa. Gracias a los hermanos de lasociedad chilena y del exterior que com-parten y solidarizan con nuestro puebloy sus demandas. Sepan que nuestra luchaes tambin la de ellos, es por la dignidady los valores de construir una sociedadms humana.

  • a lluvia cae en Traigun, lalluvia del sur. Abundante comoel verde de sus tierras. La rejade la crcel cerrada aunque es

    hora de visita. Pascual Pichn Collo-nao est adentro, esperando. Esperan-do a su familia y amigos. Esperandoesa esquiva libertad, un futuro. Pasolos absurdos controles, me registrany me hacen pasar a la sala de visitas,se cierra la reja. Lo veo, lo abrazo,converso con l y le digo algunascosas que quienes hemos estadoprisioneros sabemos y sentimos. Esduro volver a una crcel, pienso, yl me lo dice. Para Pascual es muchoms duro, por mucha conviccin quetenga o mucha compaa que le haga-mos. Somos seres libres y el encierroes un poco de muerte, un disciplina-miento atroz. Voy tarjando los das,desde que llegu ac, algunos pasanmucho ms rpido que otros, dice.Ya me estoy acostumbrando a lasrutinas, nos encierran a las cinco dela tarde. Tenemos comida y abrigo,compaa de otros presos. Vivo enun mdulo tranquilo, donde estnquienes hacen buena conducta paraoptar a beneficios intrapenitenciarios.En la celda en la que duermo hayunos veinte presos ms, agrega.

    Es fcil fugarse de aqu, le digo,y le arranco la primera sonrisa. Qudolor es ver un espritu libre entrerejas de odio y muerte. Qu dolorinmenso es la impotencia, qu sole-dad es el encierro Pero su decisinde regresar le brot del corazn y,asumiendo cualquier riesgo, cruznuevamente la cordillera nevada,esta vez hacia Chile. Ida y regreso.Un ciclo que se cierra. Quiero apor-tar a la lucha de mi pueblo, y aquest mi familia, hermanos, sobrinos,mi comunidad. Es mi lugar, dice.Pascual Pichn Collonao es un mili-tante y comunicador del pueblomapuche. Cre un grupo musical enla secundaria. Luch por su comu-nidad. Y emigr forzadamente aPuelmapu, donde se labr una senda.Su travesa lo convirti en comuni-cador. Quiz siempre lo fue. Y esque l y su familia han sido persegui-dos, estigmatizados y criminalizadospor el Estado desde hace ms de unadcada. Pascual fue prcticamenteobligado a vivir siete largos aos deautoexilio, alejado de sus seres queri-dos, y su comunidad. Apenas tena19 aos cuando debi detener su viday huir para hacer otra. Se clandes-tiniz y autoexili para evitar la cr-cel, la condena injusta, las penas delinfierno. Su caso -y el de su hermanoRafael-, es uno de los tantos episo-dios de criminalizacin de la luchadel pueblo mapuche por parte delEstado y los gobiernos de la Concer-tacin, que hicieron de esa persecu-cin judicial, poltica y meditica undeporte nacional.

    Esa esquiva libertad

    La sala de visitas es pequea. Nohay ms de diez presos con sus compa-eras, nios pequeos y familiares.El lugar es fro, pero nos abrigamoscon unas rondas de mate y unas galle-tas. Qu te hace falta?, le pregun-to. Cosas materiales, agrego, y learranco otra sonrisa. Tengo varioslibros y estoy haciendo artesana enplata para vender Creo que no mefalta nada, s ms apoyo para mi

    nas de Argentina, del peridicoAzkintuwe -donde firmaba susartculos como Manuel Lonkopan-, yde otras muchas iniciativas y sueos.

    Saba los riesgos de volver, losasumo, no quera esconderme, dicePascual. Al tomar su decisin, lo hizoconciente de todo lo que ello signifi-caba, como el ser detenido y encar-celado. Su amiga y compaera de LaFlecha, Zulema Enrquez, le explicalo que la Comisin Pascual LibreArgentina ha realizado, y las ltimasnoticias en Facebook y el Blog quehan abierto por su libertad en Argen-tina. Pascual se sorprende sin ocultarun poco de orgullo. Estoy muy agra-decido -contina- del apoyo que herecibido. Pero ms all de mi caso enparticular debiera generarse un com-promiso de la sociedad chilena y delmovimiento mapuche, para cambiaresta situacin, que ya no da para ms,dice.

    Pascual deber cumplir una con-dena de cinco aos, a la que se agrega-rn 40 y tantos das ms por el delitode usurpacin de identidad. Si lesuman el tiempo en que firm mslos meses que lleva encarcelado, seacortar un poco la pena. Hay posiblessalidas administrativas a las que pu-diera acogerse, como la prescripcinparcial y los beneficios intrapeniten-ciarios. Pero nada es seguro. Tododepender de la presin. Extraoalgunas vivencias en Puelmapu, perotrato de no pensar mucho en eso,pienso ms en lo que hoy hago ac,me dice. Hay presos que llevan msaos y lo sacan a uno de cavilaciones,no te dejan entristecer, te sacan rpida-mente de esos pensamientos. Ellos sedan cuenta cuando alguien se angus-tia, me cuenta.

    Las dos horas han pasado con pri-sa. Pareciera que el reloj se apura oel corazn late ms apresurado, msrpido. Que ests bien, cudate mu-cho, le digo cuando la visita acabay suena el pito. La gente se empiezaa ir. Los presos miran con angustiacomo sus amores se marchan. Unapretn de manos, un abrazo fuerte.Soy el ltimo. Una tradicin de otrasprisiones, de otros aos, de viejos her-manos que ya se fueron o nos dejaron.S, estoy ac, pero ya estar all,afuera, me dice. El dolor inunda todocomo la lluvia que sigue cayendo.Una parte de m se queda con l, enesos muros oscuros de slidas rejas,prisionero. Pero los carceleros no sa-ben, ni siquiera sospechan que unaparte de l, sale conmigo, en mis ojos,mi corazn, mi piel, traspasando rejasy muros hacia la libertad, sintiendo lalluvia en los pies.

    comunidad. Despus del terremoto,ha sido difcil para la comunidad ven-der madera. Algunas empresascerraron o dejaron de comprarla Enrealidad, quisiera que mi situacinsirviera para dar cuenta de lo que estpasando con todos los prisionerospolticos mapuches Yo no soy elnico, ni el que tiene las condenasmayores. Quisiera que a partir de micaso se pudiera hablar de lo que estocurriendo en las comunidades y conlos familiares de los prisionerospolticos, con sus hijos... Hace faltavisibilizar ms la situacin que viveel pueblo mapuche. Hay mapuchesencarcelados, padres de familia,quienes son el sustento del hogar, ysus hijos estn viviendo miseria yabandono, dice.

    Quera ver y vivir lo que estsucediendo ac, en mi comunidad,con la lucha de mi pueblo Aunques que las organizaciones que hay ohaba se han alejado de los mapuches,se han convertido en elites por esocreo necesario construir desde abajo,dice Pascual. Manu -como esconocido por sus amigos- estudiabaperiodismo en la UniversidadNacional de La Plata y formaba partedel programa radial La Flecha, quetrasmite Radio Estacin Sur, delEncuentro de Comunicadores Indge-

  • n los barrios altos de Bariloche, dondevive la gente pobre, los niveles de de-socupacin llegan al 70 por ciento,seala Juan Carlos Curaqueo, secreta-

    rio Gremial de ATE Bariloche. Sus palabras dancuenta del Lado B de uno de los principales centrosde turismo invernal del cono sur. En Bariloche oFurilofche en mapuzugun, conviven dos realida-des y a ratos sus contradicciones estalln de maneraviolenta. Fue lo acontecido el pasado 17 de junio,cuando en un confuso incidente, un polcia asesinde un disparo en la cabeza a Diego Bonefoi, de 15aos, un caso denunciado como gatillo fcil.Das ms tarde fueron asesinados Matas Carrasco,de 16 aos, y Sergio Crdenas, de 28, ambos a razde heridas de bala sufridas cuando la Polica repri-mi a manifestantes que protestaban por el crimende Bonefoi (ver Pg.18). Los tres eran jvenes po-bladores, habitantes de los barrios perifericos dela Suiza Andina de Puelmapu, all donde la pobre-za, la desocupacin, y la ausencia de futuro golpeande entrada al visitante. Los barrios del Alto sonaquellos donde los contrastes sociales se observancon mayor fuerza, seala Curaqueo. La precariedadlaboral en esta ciudad de 150 mil habitantes alcanzasobre todo a los que all residen, alrededor del 60por ciento del total de habitantes de Bariloche.

    Los del Alto slo pueden aspirar a trabajar enla construccin, actividad que en invierno se paralizapor las condiciones climticas de la zona o de locontrario pueden ser peones de cocina, valets ocumplir alguna tarea menor, porque el personalcon cierto nivel de capacitacin viene de afueraporque a los de ac los discriminan, seala el diri-gente sindical. Padadjicamente, la bullante ac-

    E

    tividad econmica que se gatilla cada invierno ennada resuelve el problema. Cuando viene la tem-porada invernal hay mucha expectativa laboral,pero los empresarios del sector turstico traenpersonal de afuera, de San Juan, de Jujuy, de otrasprovincias. Apenas un 30 por ciento de los contra-tados en Bariloche, para el invierno, son de ac,el resto viene de afuera, afirma Curaqueo. Otrogran tema es el trabajo en negro. Este ao, los gre-mios que agrupan a los trabajadores de la cons-truccin y a los gastronmicos denunciaron que,en la provincia, el 70 por ciento de sus afiliadostrabaja en negro, cuando se dice a nivel nacionalque las cifras disminuyeron en toda la Patagonia.

    A eso hay que sumarle el dficit habitacional,que en la zona del Alto es un problema sin solucin.Lo que pasa con la tierra es muy cruel. Hay unanecesidad enorme de tierra y de vivienda, perohay muchos negociados extraos con la tierra.Hace poco tiempo hubo una persona que hizo unausucapin de 120 lotes en la pennsula de San

    Pedro, le explic a este diario el defensor del Pue-blo de Bariloche, Vicente Ral Mazzaglia. Lausucapin, como se sabe, es la toma de posesinde un bien una vez transcurrido el tiempo que mar-can las leyes para que pueda reclamarlo su anterior(y en este caso) supuesto legtimo dueo. En lapennsula hay ttulos de propiedad muy extraos,que pasan de propiedad en propiedad. Son so-ciedades que se disuelven y pasan a convertirse enotras, aparecen personas que dicen estas tierrasson mas y a las personas que las estn ocupandosin tener papeles se las venden una vez, dos vecesy desde el gobierno nadie interviene para averiguarcul es la situacin real de esas tierras, explicMazzaglia, quien desde la defensora est haciendoun trabajo para tratar de descifrar el enigma.

    En las afueras de Bariloche se han establecidovarios asentamientos, en razn de la falta de planesde vivienda estatales y el alto costo de las tierrasy de los alquileres. Para los trabajadores, accedera un terreno es imposible. Vivimos en una sociedad

  • que est dolarizada por el turismo internacional yel costo de un terreno de 20 por 40 metros no bajade los 30 mil dlares, mientras que los alquileresms bajos estn en 1500 pesos, como mnimo, enlos barrios altos, seala Curaqueo.

    Vivir en Bariloche es muy caro. Ac, por elclima, hay que tener un buen calzado, una camperade buena calidad y es incluso necesario tener unauto. No es un lujo, es una necesidad, porque ac,en invierno, en un solo da podemos tener las cuatroestaciones del ao, insisti el dirigente de ATE.El trabajo en Bariloche es escaso para los que vivenen los barrios altos, quienes, adems, deben disputarpuestos laborales con otros desocupados que llegande localidades vecinas como Mencue, Sierra Colo-rada, Los Menucos, Maquinchao, Ingeniero Jaco-bacci, orquinco, Pilcaniyeu, Aguada Guzmn yotros lugares situados en los alrededores de la ciu-dad. En muchas localidades de Ro Negro, e inclusode Neuqun, tampoco tienen salida laboral y poreso deciden migrar a Bariloche, encandilados conel turismo, pensando que abre posibilidades detrabajo para todos. Es muy poco lo que ofrece laregin, salvo ser empleado pblico, trabajar en elrea de la educacin, en el hospital o entrar a la po-lica, subraya Curaqueo. Adems de los argenti-nos, vienen tambin muchos chilenos, muchos boli-vianos o paraguayos, lo que hace que se dificultetodavia ms la posibilidad de conseguir empleo.

    La mayora termina viviendo de planes socialesque no superan los 250 pesos mensuales. Un em-pleado pblico con ms de diez aos de antigedadno supera los 1945 pesos mensuales. Eso es lo quegano yo con 13 aos de servicio. Para vivir acnecesits 5 mil pesos por mes, como mnimo, peronadie gana eso. Nosotros, con mi mujer, que esempleada domstica, tenemos que trabajar los dosporque alquilamos y eso te quiebra el presupuesto,

    especifica Curaqueo. En la zona hay dos universi-dades nacionales, una privada y varias propuestasde estudio para los jvenes, pero cuando terminanel secundario, las carreras cortas, como Adminis-tracin de empresas o Contadura, no abren posi-bilidades laborales concretas en Bariloche. Enton-ces, aunque puedan estudiar, los pibes terminancomo gondoleros en un supermercado o trabajandoen verano en una obra en construccin. Los j-venes no tienen futuro, aunque puedan llegar aestudiar. Terminan engrosando los 13 mil em-pleados pblicos que hay en toda la provincia ose tienen que ir. Tampoco hay espacios verdes,de recreacin, ni canchas de ftbol. Todo se havendido a la gente de afuera, todo se ha cerradoy se ha convertido en un negocio privado, en gran-des complejos tursticos a los que los pobres deBariloche no tienen acceso. Hay chicos del Altoque no conocen el lago (Nahuel Huapi). Eso esuna realidad, seala. Cuando Argentina le gana Mxico, los chicos del Alto bajaron al centro afestejar y la polica los reprimi en el Centro C-vico. En Bariloche tuvimos tres muertes y no pasnada. En 2001 tuvimos cinco presidentes en unasemana, ac estn todos atornillados en su despachoy nadie asume su responsabilidad, finaliza Cura-queo.

    Para Nadina Moreda, abogada del InstitutoNacional contra la Discriminacin, la Xenofobiay el Racismo (INADI), Bariloche es una sociedadsesgada, con franjas de exclusin como cualquierciudad del pas, pero que aqu estn muy marcadasy que se acrecentaron despus de los sucesos dejunio. Fui profesora de un colegio nocturno, en elAlto, y los chicos tenan internalizado que el centrono era para ellos. Profe, nosotros no vamos, porquela polica nos remonta para arriba, no nos dejapasar. Alejandra Aguerre, de la Multisectorialcontra la Represin, opin que las diferencias so-

    ciales se han profundizado desde 2001. Por esoes comn que la polica, en la temporada de invierno,haga operativos tenaza para evitar que los chicosdel Alto lleguen al centro. Los gobiernos radicales,instalados en la provincia desde hace ms de 25aos, no han encontrado solucin. Ac tenemosturistas que gastan 20 mil dlares en tres das, unfin de semana, y pobladores que tienen que vivircon 200 pesos al mes.

    Por ser mapuche

    En Bariloche, las diferencias sociales vienendesde lejos, asegura el defensor del Pueblo de estaciudad, Vicente Ral Mazzaglia, quien desde hace20 aos lleg a esta zona del pas. La problemticaes histrica. La ms antigua es la de los pueblosoriginarios, especialmente con el pueblo mapuche.Esta situacin produce enfrentamientos muy gran-des, que se advierten con slo mirar el estado enque se encuentra el monumento a Julio ArgentinoRoca, ubicado frente al edificio de la Municipalidad.Genocida es la palabra que se puede leer, de unoy otro lado de la base sobre la que est la estatuade Roca, montado a caballo, en la llamada Cam-paa del Desierto, que concluy con el exterminiode comunidades enteras que poblaban la Patagoniadesde tiempo inmemorial.

    Yo tengo un hijo biolgico, de mi panza, y otroadoptivo, que es de ascendencia mapuche. Esteban,mi hijo adoptivo, tuvo muchos problemas en laciudad. A mi negro, dos por tres meses lo llevabanpreso, sin motivo alguno. Ahora anda por los 30aos, es adulto y se volvi al Alto, de donde me lotraje, porque no soporta vivir en una ciudad que lodiscrimina en forma permanente. Mara Bou, diri-gente de la Asamblea Permanente por los DerechosHumanos (APDH), ha vivido y vive en carne propia

  • la discriminacin contra los pueblos originarios.Despus de los sucesos de junio que terminaroncon tres personas asesinadas por la polica, MaraBou trata de evitar ir a la verdulera. No puedotolerar ms las cosas que dicen el verdulero y losclientes sobre los chicos que viven en el Alto. Jus-tifican la represin, las muertes, es muy duro desoportar y eso que yo estoy acostumbrada a recibirgolpes por mi postura frente a este tipo de barba-ridades. Tal vez, por esas razones, Bariloche esuna de las pocas ciudades del pas que no tiene unafiesta de las colectividades en las que participentodos los grupos de inmigrantes que viven ac. Lossuizos, los italianos, los alemanes, cada uno hace

    su fiesta, y es imposible que en ellas se mezclealgn chileno, boliviano o paraguayo, y muchomenos si es alguien con rasgos o ascendencia origi-naria mapuche.

    Por esa historia que tenemos, es frecuente quea los chicos del Alto la polica los reprima o losestimule a volverse para sus barrios, cuando pre-tenden pasar el lmite que los separa de los barriosbajos, precis Mazzaglia. El mix de gente quetenemos ac tiene posturas que, algunas veces, sonirreconciliables. Para m, aceptar que (el criminalde guerra nazi) Priebke era un buen vecino, comodecan los que lo defendieron cuando se pidi su

    extradicin, era y es algo irreconciliable, sealael propio defensor del Pueblo. Es lo mismo queaceptar esta posicin binaria de policas o chorros,que levantan los vecinos de Bariloche que vivenen la zona cntrica de la ciudad, donde transitan adiario los turistas. Por eso me parece inaceptableque cuando hubo tres muertes (las de Diego Bon-nefoi, Nicols Carrasco y Sergio Crdenas), unaatribuida directamente a la polica y las otras dosque apuntan hacia el mismo lado, se hayan realizadomarchas a favor de los uniformados que fueronencabezadas por los patrulleros. Lo mnimo quecorresponda era guardar un silencio cauto,sentencia.

    andro Bonefoi sostiene firme,entre sus dedos, dos fotos desu hijo muerto. Est paradoen la puerta de su casa y no

    se inmuta ni con los avances de laInfantera ni cuando una piedra quetiran los chicos del barrio contra lapolica golpea una persiana, a cent-metros de su cabeza. Lo nico quepido es que saquen de ac a la comisa-ra 28, no puedo vivir viendo a lospolicas que mataron a mi hijo, expli-ca. Su hijo es Diego Bonefoi, el chi-co de 15 aos al que un polica deBariloche le dispar en la cabeza enla madrugada del jueves 17 de junio.

    La muerte del chico puso en piede guerra a los vecinos del BarrioFurman en el Alto de Bariloche y de-sat un conflicto que en su primerda dej al menos 23 heridos por losperdigones de la polica y otros dosmuertos por heridas de bala: NicolsCarrasco, un aspirante a futbolista yalbail de 16 aos, y Sergio Crdenas,padre de dos hijos y empleado de co-cina en el lujoso hotel Llao Llao.Eran cerca de las cinco de la maanade aquel 17 de junio cuando Bonnefoifue baleado a dos cuadras de su casa.Cay muerto sobre la tierra de unaplaza en la que hay viejos subibajasy algn columpio pintado de azul yoro. Yo tena siete varones, me deja-ron seis, cuenta su padre, con un ojovendado por un perdigonazo y unaintervencin de urgencia.

    Diego era el cuarto de esos sietehermanos y cursaba primer ao (d-cimo) en el CEN 36. Muri en unepisodio confuso. La polica hablprimero de un tiro que se escap enun forcejeo tras un intento de identifi-cacin; luego, de una persecucintras un asalto que habra realizadocon cmplices. Lo cierto es que labala le dio en la cabeza y lo dej ten-dido, muerto, en pleno playn conjuegos. Miralo, era un chico el DiegoAlexander, tengo un testigo que mecont cmo la polica le pona a mibeb un arma. El cuerpo que velabanpor la tarde era efectivamente el deun nio pequeo, de cabellos castaooscuro. Ac hubo un error, yo trabaj

    Historia de tres vidas rotasmucho con l, era muy buen alumno,bailaba folclore como los dioses,cuenta Marta, una de sus maestras.

    Aunque entre los tres muertos nohay una relacin directa, los familiaresde Nicols Carrasco recuerdan que aveces jugaba al ftbol con Diego.Nicols era espigado y flaco, en octu-bre iba a cumplir los 17 aos y eradelantero en el club Chicago. Fui ala primaria con l, le gustaba jugar alas bochas, no tomaba ni andaba enninguna, cuenta Isas, otro chico desu barrio. Nicols Carrasco es el nicode los tres jvenes baleados que llegvivo al hospital. Su padre es albaily gasista y desde que dej el colegioel chico trabajaba con l. Viva en unacasa de madera con sus padres, era elmenor de tres hermanos, hincha deBoca y estaba de novio hace 5 meses.Gabriela, su hermana mayor, dice quequed inconsciente tras los disparos.Mi mam y mi hermano estaban conl. Como no vena una ambulancia,lo llevaron en un auto que pas. Looperaron y a las 2 me llamaron paradecirme que haba muerto, relata.

    Sergio Crdenas, que hoy cumpli-ra 29 aos, lleg al Hospital ZonalRamn Carrillo poco despus que Ca-rrasco. Sin embargo, muri casi inme-diatamente debido al disparo que habarecibido minutos antes. Trabajabadesde hace un ao y medio en la coci-na del Hotel Llao-Llao. Le gustabamucho el ftbol y hace unos das sehaba pedido las vacaciones porquetrabajaba durante todo el da y no po-da mirar el Mundial, cuenta su mu-jer, Carina. Se haban conocido cuandotenan 16 aos, tienen un hijo de cincoaos y una nena de uno. El jueves,alrededor de las 17, iba con l en elauto. Lo vio bajar y caminar una cua-dra para ver qu pasaba, pero cuandovolva recibi un disparo en la espalda.Aunque la polica se ha desligado desu muerte, su viuda cree que el tiropudo dispararlo un polica. Cuandomuere alguien cuenta al borde de laslgrimas, todos salen a decir qubueno era. Pero sabs qu? Este erabueno en serio: buen marido, buenpadre. Por Juan Manuel Bordn

  • La mudanza del Museo Antropolgico Gobernador Eugenio Tello en la capital de Ro Negro, renov la demanda mapucheen la costa atlantica. Apunt un vocero del CAI que el subsecretario de Cultura de esa provincia argentina desconoce lalegislacin internacional, nacional y provincial que est en vigencia.

  • s all de la polmica Milagro s, Mila-gro no que podra confundirse con uncnclave eclesial, la Marcha de los Pue-blos Originarios - con la participacin

    de la Organizacin Barrial Tupac Amaru- proyect,a nivel nacional, la posibilidad de que se tejan alian-zas entre organizaciones indgenas y sociales, con-fluencia que tiene antecedentes en algunas provincias.Ms all de cunto se avance en esa direccin en elcorto y mediano plazo, dicha articulacin est presen-te en la agenda de agrupaciones indgenas al momen-to de pensar en construir de poder e incidir en lasdefiniciones de las polticas del Estado; como astambin, ocupar cargos en la estructura estatal.

    Roberto ancucheo es uno de los referentes ori-ginarios que recorri ese sendero, de ah el intersen su testimonio. Con una larga trayectoria en laConfederacin Mapuche del Neuqun, desde hacedos aos es titular de la Direccin de Pueblos Origina-rios, que depende de la Secretara de Ambiente yDesarrollo Sustentable de la Nacin. En esta entre-vista no slo se refiere a la articulacin con movi-mientos sociales, la construccin de poder sinotambin a los derechos consagrados por la legislacinque no son aplicados y a los logros y lmites de sugestin.

    - Cules son las principales demandas que tienenhoy los pueblos originarios en el pas?

    Creo que en principio las demandas tienen ms quever, hoy, con poner en prctica los derechos. Argen-tina es un reconocedor de derechos nato, el tema esque hay una disociacin entre la prctica y elreconocimiento. Entonces gran parte de las deman-das de los pueblos indgenas es que se pongan enprctica los derechos que estn reconocidos. Y enese aspecto creo que los desafos tienen que ver conque los pueblos indgenas elaboremos y nos hagamoscargo de esas propuestas, de cmo se ponen enmarc