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Bachelard Epistemología

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Text of Bachelard Epistemología

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    Gaston Bachelard

    EpistemologaTextos escogidos porDominique Lecourt

    EDITORIAL ANAGRAMABARCELONA

  • Titulo de la edicin original::pistmologie

    Traduccin:ELENA POSA

    Maqueta de la coleccin:Argente y Mumbr

    C>Presses Universitaires de FrancePars, 1971

    C>EDITORIAL ANAGRAMACalle de la Cruz, 44Barcelona - 17

    ISBN 84-339-0026-9

    Depsito Legal: B. 48505- 1973

    Unas palabras acerca del criterio que ha presidido laeleccin de estos textos. Intenta responder a una exigen-cia doble y contradictoria: proporcionar un fcil accesoa una epistemologa que ha hecho precisamente de ladificultad el signo distintivo del trabajo productivocientfico y filosfico. Por inters pedaggicohemos resti-tuido in extenso los ejemplos que no requieren una infor-macin cientfica demasiado especializada; en compensa-cin, hemos evitado la aridez de las pginas en la que sepoda caer en la transcripcin detallada de los clculos.Pero no por ello hemos querido alimentar cierta imagen-demasiado extendida- de una bachelardismo benvo-lo que, a partir de aceptar una lectura sin crtica de unaobra ambigua como La formation de l'esprit scientifique,se reducira a la yuxtaposicin inorgnica de algunosprincipios metodolgicos generales, de ciertos consejospedaggicos juiciosos y de varias afirmaciones de finapsicologa ms o menos unificadas bajo la amable ban-dera de un psicoanlisis endulzado. La realidad de laepistemologa de Bachelard es muy distinta: se constitu-ye con atencin tensa, durante casi un cuarto de siglo,h~cia los progresos contemporneos de las ciencias fsica

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  • y qUlmlca, con una vigilancia polmica sin desfalleci-miento s respecto a las teoras filosficas del conocimien-to y, fruto de estos intereses combinados, con una rectifi-cacin progresiva, en una autopolmica constante, desus propias categoras. El orden adoptado aqu quisieraexplicar este triple carcter. El lector ya habr compren-dido que, por principio, esta recopilacin no pretendeofrecer un cuadro sistemtico de la epistemologa de Ba-chelard. Debido a su perpetuo recomienzo excluye laforma del sistema para hacer de su esencial estado inaca-bado el ndice de su progresin. Que no se tome pues laproximidad de textos aparentemente semejantes por sim-ples repeticiones: cada uno marca una etapa del trabajode Bachelard; que tampoco se sorprenda por no ver aca-barse estos textos con una serie de preguntas tericasacerca de la historia de las ciencias. Esta epistemologahistrica abra el terreno a una nueva disciplina, en laque otros, despus, se han introducido: la historia epis-temolgica de las ciencias. Este no es su menor inters.

    LISTA DE LAS OBRAS EPISTEMOLGICASDE BACHELARD

    Essai sur la oonnaissanoe approche, Ed. Vrin, 1928(Essai)

    Etude sur l'volution d'un probleme de physique, Ed.Vrin, 1928 (Etude)

    Le valeur inductive de la relativit, Ed. Vrin, 1929 (Valeurinductive)

    Le pluralisme cohrent de la chimie moderne, Ed. Vrin,1932 (Pluralisme)

    Les intuitions atpmstiques, Ed. Boivin, 1933 (Intuf.tions)

    Le nouvel esprit scientifique, Presses Universitaires deFrance, 1936 (Nouvel Esprit)

    La dialectique de la dure, Presses Universitaires de Fran-ce, 1936

    L'exprience de l'espace dans la physique contemporaine,Presses Universitaires de France, 1937 (Exprience)

    La formation de l'esprit scientifique, Ed. Vrin, 1938 (Formation) *

    * La formacin del espritu cientlfico. Ed. Argos, Buenos Aires,1948;Siglo XXI Argentina, Editores, S. A., 1972.

    A _

  • La philosophie du Non, Presses Universitaires de France,1940 (Phosophie)

    Le rationalismeappliqu, Presses Universitaires de Fran-ce, 1949 (Rationalisme)

    L'activit rationaliste de la physique contemporaine, Pres-ses Universitaires de France, 1951 (Activit)

    Le matrialisme rationnel, Presses Universitaires de Fran-ce, 1953 (Matrialisme)

    La psychanalyse du feu, Gallimard, collection Ides(Psychanalyse) *

    La richesse d'infrence de la physique mathmatique,Sdentia, 1928

    Noumene et microphysique, Recherches philosophiques,1, 1931 (reproducido en Etudes, Vrin, 1970)

    Le Monde come caprice et miniature, Recherches philo-sophiques, III, 1933 (reproducido en Etudes, Vrin 1,1970)

    Idalisme discursif, Recherches philosophiques, IV, 1934(reproducido en Etudes, Vrin, 1970)

    Univers et ralit, Trabajos del IIo Congreso de las socie-dades de filosofa de Lyon, 1939

    Discours du Congres internaJtional de Philosophie desSciences, Ed. Hermann, 1949 I

    L'idonisme et l'eJlXlCtitudediscursive, ex. E~udes de phi-lasophie des sciences, NeucM.tel, Ed. du Griffon, 1950

    L'actualit de l'histoire des sciences, Ed. du Palais de laDcouverte, octubre 1951

    Puntos de partida

  • I. LA "NOVEDAD" DE LAS CIENCIASCONTEMPORNEAS

    [1] A fines del pasado siglo, se crea todava en elcarcter empricamente unificado de nuestro conocimien-to de lo real. Se trataba incluso de una conclusin en laque se reconciliaban las filosofas ms hostiles. En efecto,la unidad de la experiencia aparece desde un doble puntode vista: para los empiristas, la experiencia es uniformeen su esencia porque todo viene de la sensacin; paralos idealistas, la experiencia es uniforme porque es im-permeable a la razn. Tanto en la aceptacin como en elrechazo, el ser emprico forma un bloque absoluto. Detodos modos, creyendo separar cualquier preocupacinfilosfica, la ciencia del siglo pasado se ofreca como unconocimiento homogneo, como la ciencia de nuestropropio mundo, en contacto con la experiencia cotidiana,organizada por una razn universal y estable, con laaprobacin final de nuestro inters comn. El cientficoera, segn Conrad, uno entre nosotros. Viva en nues-tra realidad, manejaba nuestros objetos, se educaba connuestro fenmeno, encontraba la evidencia en la claridadde nuestras intuiciones. Desarrollaba sus demostraciones

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  • siguiendo nuestra geometra y nuestra mecnica. No dis-cuta los principios de la medida, dejaba al matemticocon sus axiomas. Contaba cosas separadas, no postulabanmeros que ya no son verdaderamente nmeros. Entrel y nosotros exista de un modo natural la misma aritm-tica. La ciencia y la filosofa hablaban el mismo lenguaje.

    Todava enseamos a nuestros hijos esta ciencia parafilsofos. Es la ciencia experimental de las instruccionesministeriales; pensad, medid, contad; desconfiad de loabstracto, de la regla; ligad los espritus jvenes a lo con-creto, al hecho. Ver para comprender, este es el ideal deesta extraa pedagoga. Da igual si el pensamiento va de-trs del fenmeno mal visto, de la experiencia mal hecha.Da igual si la relacin epistemolgica as establecida vade lo prelgico de la observacin inmediata a la verifica-cin siempre infalible mediante la experiencia comn, envez de ir del programa racional de investigaciones al ais-lamiento y a la definicin experimental del hecho cient-fico siempre artificial, delicado y escondido.

    Pero la fsica contempornea no trae mensajes de unmundo desconocido. Estos mensajes estn redactados enjeroglficos, segn la expresin de Walter Ritz. Inten-tando descifrados, nos damos cuenta de que los signosdesconocidos se interpretan mal en el plano de nuestrascostumbres psicolgicas. En particular, parecen refrac-tarios al anlisis usual que separa una cosa de su accin.,En el mundo desconocido del tomo no existira unaespecie de fusin entre el acto y el ser, entre la onda yel corpsculo? Es necesario hablar de aspectos comple-mentarios o de realidades complementarias? No se tra-ta de una cooperacin ms profunda del objeto y delmovimiento, de una energa compleja en la que convergenlo que es y lo que se hace? Finalmente, como estos fen-menos ambiguos nunca designan nuestras cosas, se tratade un problema de gran alcance filosfico preguntarsesi designan cosas. De ah una subversin total de los prin-

    cipios realistas de la sintaxis de lo infinitamente pequeo.En esta sintaxis, el sustantivo ya est demasiado mal de-Ifinido para dominar la frase. Ya no ser la cosa lo que1, podr instruimos directamente, como proclamaba laI.fe emprica. No aumentaremos el conocimiento de unobjeto ultra-microscpico aislndolo. Aislado, un cor-psculo se convierte en un centro de irradiacin paraun fenmeno mayor. Tomado en su papel fsico es ms un.medio de anlisis que un objeto para el conocimiento em-f"prico.Es un pretexto para pensar, no un mundo a explo-\.rar. Es intil llevar el anlisis hasta conseguir aislar des-de todos los puntos de vista un objeto nico, ya queparece que en el mundo de la microfsica lo nico pierdesus propiedades sustanciales. En este caso slo hay pro-piedades sustanciales por encima -no por debajo- delos objetos microscpicos. La substancia de lo infinita-mente pequeo es contempornea a la relacin.

    Si lo real se desindividualiza fsicamente yendo haciaregiones profundas de la fsica infinitesimal, el cientficodar ms importancia a la organizacin racional de susexperiencias a medida que haga aumentar su precisin.Una medida precisa es siempre una medida compleja; setrata, pues, de una experiencia organizada racionalmente.De ah un segundo transtomo en la epistemologa con-tempornea. Debemos subrayar su importancia filosfica.En efecto, nos parece que la construccin matemtica delas hiptesis atmicas contradice la teora que atribuaa estas hiptesis un papel secundario y provisional. Enel siglo XIX se tomaban las hiptesis cientficas como or-ganizaciones esquemticas o pedaggicas. Se acostumbra-ba a decir que eran simples medios de expresin. Se creaque la ciencia era real por sus objetos, hipottica por lasrelaciones establecidas entre los objetos. A la menor con-tradiccin, a la menor dificultad experimental, se abando-naban estas hiptesis de relacin calificndolas de tradi-cionales, como si una convencin cientfica tuviera otro

  • medio para ser objetiva que el carcter racional. El nuevofsico ha derribado la perspectiva de hiptesis paciente-mente dibujada por Vaihinger. Actualmente los objetosestn representados por metforas, su organizacin apa-renta realidad. Dicho de otro modo, lo que actualmentees hipottico, es nuestro fenmeno; ya que nuestro con-tacto inmediato con la realidad slo es un dato confuso,provisional, convencional, y este contacto fenomelolgi-co reclama inventario y clasificacin. Por el contrario, lareflexin da un sentido al fenmeno inicial sugeriendouna serie orgnica de investigaciones, una perspectiva ra-cional de experiencias. A priori no podemos tener ningunaconfianza en la instruccin que el dato inmediato preten-de proporcionamos. No se trata de un juez, ni de un tes-timonio, es un acusado, y un acusado al que tarde o tem-prano se condena por mentir. El conocimiento cientficoes siempre la reforma de una ilusin. Ya slo podemosver en la descripcin, incluso minuciosa, de un mundoinmediato, una fenomenologa de trabajo en el mismosentido en que antes se hablaba de hiptesis de trabajo.(Noumene et microphysique, en Etudes, Vrin, 1970).

    [2] Las ciencias fsicas y qumicas, en su desarrollocontemporneo, pueden caracterizarse epistemolgica-mente como campos del pensamiento que rompen clara-mente con el conocimiento vulgar. Se opone a la consta-tacin de esta profunda discontinuidad epistemolgica laeducacin cientfica que se cree suficiente para la cul-tura general y slo se plantea la fsica y la qumicamuertas. No hay aqu nada peyorativo si nicamentese quiere sealar que existe una ciencia viva. Emile Borelha demostrado que la mecnica clsica, la mecnica

    muerta, era todava una cultura indispensable para elestudio de las mecnicas contemporneas (relativista,'cuntica, ondulatoria). Pero los rudimentos ya no bastanpara determinar los caracteres filosficos fundamentalesde la ciencia. El filsofo debe tomar conciencia de losnuevos caracteres de la nueva ciencia.

    El solo hecho del carcter indirecto de las determinaciones de la realidad cientfica nos sita en un nuevoreino epistemolgico. Por ejemplo, mientras se trat?b~, enun espritu positivista, de determinar los pesos atomICOS,la tcnica -sin duda muy precisa- de la balanza era su-ficiente. Pero cuando en el siglo xx se escogen y se pe-san los istopos, se necesita una tcnica indirect~. El es:tectroscopio de masa indispensable pa~a e~ta tCnIca,e~t~basado en la accin de los campos electncos y magnetI-cosoEs un instrumento que se puede calificar de indirec-to si se compara con la balanza. La ciencia de L~voisier .que fundamenta el positivismo de la balanza, esta en re-'Iacin continua con los aspectos inmediatos de la expe-riencia usual. No ocurre lo mismo cuando se aade unelectrismo al materllismo. Los fenmenos elctricos delos tomos estn escondidos; Hay que instrumentarlosen un aparato que no tiene significacin directa en lavida corriente. En la qumica de Lavoisier se pesa el clo-ruro de sodio igual que se pesa la sal de cocina en lavida corriente. Las condiciones de precisin cientfica, enla qumica positivista, sio acentan las condiciones deprecisin comercial. De una p~ecisin a ot~a, no se cam-bia el pensamiento de la med1.da. Incluso SI se lee l.apo-sicin de la aguja en la cruz de la balanza ~~n~n mIcros-copio, no se abandona la idea de un eqUtltbrlO, ~e ~~aidentidad, de masa, aplicacin muy simple del prtnctplOde identidad, tan tranquilamente fundamental para el c~nocjmiento comn. En lo que se refien~el espec~ros~oplOde masa nos encontramos en plena eptstemologza dtscur-siw. Es' necesario un largo circuito en la ciencia terica

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  • para comprender sus datos. De hecho, los datos son aquresultados .

    .Se nos objetar que proponemos una distincin muydehcada para separar el conocimiento comn y el cono-cimiento cientfico. Pero es necesario comprender que los/matices son aqu filosficamente decisivos. Se trata nada\~~nos que de la p~~aca de la reflexin sobre la percep-\ClOn,de la preparaClOnnumenal de los fenmenos tcnica-mente constituidos. Las trayectorias que permiten sepa-rar los istopos en el espectroscopio de masa no existenen la naturaleza; hay que producidos tcnicamente. Sonteoremas elaborados. Deberemos demostrar que lo queel hombre hace en una tcnica cientfica no existe en lanaturaleza y ni siquiera es una serie natural de fenme-nos naturales. (Rationalisme, cap. VI, p. 101-102).

    [3] Si trazamos un cuadro general de la filosofacontempornea, nos sorprender el poco espacio que ocu-pa en l la filosofa de las ciencias. De un modo ms ge-neral las filosofas del conocimiento parecen estar hoyen da en desgracia. Los esfuerzos del saber parecen im-pregnados de utilitarismo; los conceptos cientficos, tanacordes, estn considerados como simples valores de us-tensilidad. El hombre de ciencia, de pensamiento tan te-nazy ardiente, de pensamiento tan vivo, est consideradocomo un hombre abstracto. Cada vez se desacreditan mstodos los valores del hombre estudioso, del hombre labo-rioso. La ciencia slo es una pequea aventura, una aven-tura en los mundos quimricos de la teora, en los laberintos tenebrosos de experiencias ficticias. Por una paradojaincreble, segn las crticas de la actividad cientfica, elestudio de la naturaleza apartara a los cientficos de losvalores naturales, la organizacin racional de las ideasperJudicara la adquisicin de nuevas ideas.

    Si un filsofo habla del conocimiento, lo quiere direc-tQ, inmediato, intuitivo. Se acaba convirtiendo a la inge-

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  • nuidad en una virtud, en un mtodo. Toma cuerpo el juegode palabras de un gran poeta que quita una letra n a lapalabra connassance (conocimiento) para sugerir que elverdadero conocimiento es ya un co-nassance (co-naci-miento). Y se profesa que el primer despertar se hacea plena luz, que el espritu posee una lucidez innata.

    Si un filsofo habla de la experiencia ocurre lo mismo,se trata de su propia experiencia, del desarrollo tranquilode un temperamento. Se acaba por describir una visinpersonal del mundo como si encontrara ingenuamente elsentido de todo el universo. Y la filosofa contemporneaes as una borrachera de personalidad, una borrachera deori~nalidad. Y esta originalidad pretende ser radical,arraIgada en el propio ser, afirma una existencia concre-ta, crea un existencialismo inmediato. De este modo cadauno va inmediatamente del ser al hombre. Es intil bus-car ms all un tema de meditacin, un tema de estudio,un tema de conocimiento, un tema de experiencia. La con-ciencia es un laboratorio individual un laboratorio inna-to. Es terreno abonado para los existencialismos. Cadacual tiene el suyo, cada cual encuentra su gloria en su sin-gularidad.

    Pues bien, no sale tan barato ser original en la activi-dad cientfica. El pensamiento cientfico no encuentratan fcilmente la cohesin de una existencia. Pero, encambio, el pensamiento cientfico se designa como unaevidente promocin de existencia. Y sobre esta promo-cin de existencia querra llamaros la atencin. En resu-men, en vez de una existencia en la raz del ser, en el re-poso de una natural perseverancia en el ser, la ciencia nospropone un existencialismo en el extremo del ser pensan-te. pl ..pe~l')amiento el') una fuerza, no una substancia.Cuanto Iltpoi' es/la- fuerza ms alta es la prmod- daser. As, pues, es en los dos momentos en que el hombreampla su experiencia y coordina su saber cuando se ins-tituye realmente en su dinmica de ser pensante. Cuando

    un clebre existencialista nos confiesa tranquilamente:El movimiento es una enfermedad del ser, le respondo:El ser es una obstruccin del movimiento, una parada,una vacancia, un vaCo.Y veo la necesidad de una inver-sin radical de la fenomenologa del ser humano, de modoque el ser humano pueda ser descrito como promocin deser, en su tensin esencial, aadiendo sistemticamentedinamologa a la ontologa. En otras palabras, me pareceque la existencia de la ciencia se define como un progresodel saber, que la nada simboliza con la ignorancia. Endefinitiva, la ciencia es uno de los testimonios ms irrefu-tables de la existencia esencialmente progresiva del serpensante. El ser pensante piensa un pensamiento conoce-dor. No piensa una existencia.

    Qu ser pues, entendida en un estilo moderno, lafilosofa de las ciencias? Ser una fenomenologa del hombre estudioso, del hombre concentrado en su estudio y nonicamente un balance difuso de ideas generales y deresultados adquiridos. Nos har asistir al drama cotidia-no del estudio cotidiano, nos har describir la rivalidady la cooperacin, del esfuerzo terico y de la investigacinexperimenal, nos colocar en el centro del perpetuo con-flicto de mtodos que es el carcter manifiesto, la tnicade la cultura cientfica contempornea. (Congreso interna-cional de Filosofa de las Ciencias, 1949).

    [4] El concepto de lmite del conocimiento cientfi-co, tiene un sentido absoluto? Es posible trazar lasfronteras del pensamiento cientfico? Estamos realmenteencerrados en un espacio objetivamente cerrado? Esta-mos dominados por una razn inmutable? Es el esprituuna especie de instrumento orgnico, invariable como la~an...?,limitado como la vista? Est por lo menos sujeto

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  • a una evolucin regular en relacin con una evolucin, . ") T dorgamca.. o as estas preguntas mltiples y enlazadas

    ponen en Juego toda una filosofa, y deben dar un intersprimordial al estudio de los progresos del pensamientocientfico.

    Si el concepto de lmite del conocimiento cientfico pa-rece claro a simple.vista,. es porque, desde un principio,lo apoyamos en afIrmaCIOnesrealistas elementales. Aspues, para limitar el alcance de las ciencias naturales se~bjetarn imposibilidades materiales, es decir imposibi-lIdades espaCIales.Se le dir al sabio: jams alcanzarslos a~tro.s!.j~unca p~drs estar seguro de que un corps-culo mdIvIdIdo sea mdivisible! Esta limitacin tan ma-teri~l, tan geomtrica, tan esquemtica es la fuente de laclarldad del concepto de las fronteras epistemolgicas.Naturalmente hay muchas otras prohibiciones ms rele-vantes pero igualmente brutales. Se objetar por ejemplola impos~bilidad de triunfar sobre la muer;e, de conoce;la esenCIa de la vida, la esencia del espritu la esen-cia de la materia. Poco a poco, de un modo ms filosficose rodear al pens~miento de una serie de posiciones pre~suntam~nte es~nclales. En otras palabras, se impedir alpensamIento dIscursivo la posibilidad de conocer las co-sas en s y se atribuir a un pensamiento ms intuitivo

    ms directo, pero no cientfico, el privilegio de los conoci~'p1ientos ontolgicos. Los partidarios de la limitacin me-ta~si~adel pens~miento cientfico se permiti~n poner aJ1r!Ortunos c~nf!nes que no tienen relacin con el pensa-mlento que ftmltan. Esto es tan cierto que el conceptooscur? .de cosa ~n s s~~t~lizacasi inconscientemente paraespeCIfIcar las lmposlbtlldades de las ciencias particula-res. As pu~s,.el metaf~sicorepetir: no podis decir ques la electncIdad en SI, la luz en s la materia en s lavida en s. ' ,

    Sin e~bargo no debemos dejamos engaar por la.falsa clan dad de esta posicin metafsica. De hecho, para

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    demostrar que el conocimiento cientfico es limitado, nobasta con demostrar su incapacidad para resolver ciertosproblemas, para llevar a cabo algunas experiencias, parahacer realidad algunos sueos humanos. Sera necesariopoder circunscribir totalmente el campo del conocimien-to, trazar un lmite continuo infranqueable, marcar unafrontera que afecte realmente el terreno limitado. Sinesta ltima precaucin, se puede decir que la cuestin de

    x la frontera del conocimiento cientfico no tiene intersalguno para la ciencia. El espritu cientfico estara en-t

  • tenemos la garanta de que en el curso de nuestra vidaes una y permanente. Se nos pide que conservemos losque ni siquiera poseemos. Para resolver el problema inso-luble de la muerte, se debe recurrir a transcendencias ex-perimentales, a transcendencias biolgicas, en el mismosentido que el matemtico que completa su material deexplicacin ante un nuevo objeto matemtico.

    Pero al seguir a su adversario en este terreno, el esp-ritu cientfico slo tiende a mostramos que, si fuera pre-ciso, sera un buen tramposo. En realidad el debate no esste. No conviene discutir sobre prohibiciones lejanas ydrsticas. Slo la propia ciencia est capacitada para tra-zar sus propias fronteras. Sin embargo, para el espritucientfico, trazar claramente una frontera significa fran-quearla. La frontera cientfica es ms una zona de pensa-mientos particularmente activos, un terreno de asimila-cin, que un lmite. Al contrario, la frontera impuestapor el metafsico le parece al sabio una especie de fron-tera neutra, abandonada, indiferente. (Concept de 'frorrv-tere, VIII Congreso internacional de Filosofa, 1934.)

    [5] Cientficamente, la frontera del conocimientoslo parece sealar una detencin momentnea del pensa-miento. Sera difcil dibujarla objetivamente. Parece quela limitacin del pensamiento cientfico es ms aceptableen trmino's de programa que de obstculo absoluto, entrminos de posibilidad que de imposibilidad. Sera de-seable que cada ciencia pudiera proponer una especie deplan quinquenal.

    Filosficamente, todas las fronteras absolutas pro-puestas a la ciencia indican un problema mal planteado.Es imposible pensar profundamente en una imposibili-dad. Cuando una frontera epistemoIgica parece clara sedebe a que se otorga el derecho de decidir a propsito delas primeras instituciones. Ahora bien, las primeras ins-tituciones deben rectificarse siempre. Cuando un mto-do de investigacin cientfica pierde su eficacia se debe

    a que el punto de partida es demasiado in~uiti~o, dema-siado esquemtico, a que la base de orgamzacIOnes de-masiado estrecha. El deber de la filosofa cientfica pare-ce entonces muy claro. Hay que roer por t~d~s partes1 s limitaciones iniciales, reformar el conOCImIentono~entfico que entorpece siempre el conocimiento cien~-,flco. La filosofa cientfica debe, de algn m,odo,d~s~rwr, sistemticamente los confines que la filosofIa tradICIonalhaba impuesto a la ciencia. Hay que evit~r .qu~el pe~sa-miento cientfico conserve restos de las lImitaCIOnesfIlo-sficas. En resumen, la filosofa cientfica debe ser esen-cialmente una pedagoga cientfica. As pues, a nuevaciencia nueva pedagoga. Lo que ms falta nos hace es unadoctri~a del saber elemental acorde con el saber cientf~-co. En resumen, ,losa priori del pensamiento no so~ defI-nitivos. Tambin ellos deben sufrir la transmutaCIn delos valores tradicionales. Debemos realizar las condicio-nes sine qua non de la experiencia cientfica. Pedimos porconsiguiente que la filosofa cientfica renuncie a la rea-lidad inmediata y que ayude a la ciencia en su lucha con-tra las primeras instituciones. Las fronteras opresorasson fronteras ilusorias. (bid.)

  • [6] A los filsofos les reclamamos el derecho a quenos sirvan elementos filosficos separados de los sistemasen los que han nacido. La fuerza filosfica de un sistemaest a v~ces concentrada en una funcin particular. Porqu .vacIla~ en, J?roponer esta funcin particular al pen-samIento clentIfIco que tanto necesita de principios de in-formacin filosfica? Es un sacrilegio, por ejemplo, to-mar un aparato epistemolgico tan maravilloso como lacat~gora kantiana y demostrar su inters por la organi-zaCIndel pensamiento cientfico?

    Si un eclecticismo de las finalidades enreda indebida-mente todos los sistemas, parece admisible un eclecticis-m~ de los medios para una filosofa de las ciencias que~Ulera afronta.r todas las tareas del pensamiento cient-fICO,ql;lerendIr cuentas de los distintos tipos de teora,que qUIeramedir el alcance de sus aplicaciones, que quie-ra, ante. t~do, subrayar los distintos procedimientos del. descubnmlento por muy arriesgados que sean. Pediremos.tambin a los filsofos que abandonen la ambicin dee~contl"ar.un nico punto de vista y un punto. de vistafIJOp.ara Juzgar el conjunto de una ciencia tan amplia ycambIante como la fsica. Esto nos llevar a caracterizar

    filosofa de las ciencias con un pluralismo filosfico,nico capaz de informar elementos tan diversos de laeriencia y de la teora, que estn muy lejos de situar-al mismo nivel de madurez filosfica. Definiremos laosofa de las ciencias como una filosofa dispersada,mo una filosofa distribuida. Por el contrario, el pensa-'ento cientfico nos parecer un mtodo de dispersiny ordenador, un mtodo de anlisis muy agudo, paradiversos filosofemas agrupados demasiado masiva-

    ente en los sistemas filosficos.'Para los cientficos, reclamamos el derecho a desviarr un instante la ciencia de su trabajo positivo, de su'luntad de objetividad para descubrir lo que queda debjetivo en los mtodos ms severos. Empezaremos porantear a 'los cientficos preguntas aparentemente psico-gicas y poco a poco le demostraremos que toda psico-

    ""> ga es solidaria a los postulados metafsicos. El espri-/~:.tu,' ' puede cambiar de metafsica, pero no puede pasarsef,,:_

  • psicolgica, nos parece casi evidente que el espritu cient-fico tambin aparecera en una verdadera dispersin psi-colgica y, en consecuencia, en una verdadera dispersinfilosfica, porque toda raz filosfica nace en un pen-samiento. Los diferentes problemas del pensamientocientfico deberan pues recibir diferentes coeficientesfilosficos. En particular el balance de realismo y de ra-cionalismo no sera el mismo para todas las nociones. Ennuestra opinin las tareas precisas de la filosofa de lasciencias se plantearan al nivel de cada nocin. Cada hip-tesis, cada problema, cada experiencia, cada ecuacin re-clamara su filosofa. Se debera crear una filosofa deldetlle epistemolgico, una filosofa cientfica diferencialque se complementara con la flosofa integral de los fi-lsofos. Esta filosofa diferencial debera medir la pers-pectiva de un pensamiento. A grandes rasgos, la perspec-tiva de un pensamiento cientfico correspondera a unanormalizacin, a la transformacin de la forma realistaen una forma racionalista. Esta transformacin no esnunca total. Todas las nociones no se encuentran en elmismo momento de sus transformaciones metafsicas,Meditando filosficamente sobre cada nocin, se veratambin ms claramente el carcter polmico de la defi-nicin retenida, todo lo que esta definicin distingue,suprime, rechaza. Las condiciones dialcticas de una de-finicin cientfica distinta a la definicin usual aparece-ran entonces ms netamente y se comprendera, en eldetalle de las nociones, lo que llamaremos la filosofa delno. (Philosophie, prlogo, p. 10-13.)

    regiones de la epistemologa

    .::;

    t.:r'i.,' "_

  • lA' NOCION DE REGION EPISTEMOLGICA

    [7] Ya que queremos caracterizar el racionalismo~ su poder de aplicacin y su -poder de extensin, se(...) indispensable examinar los sectores particula-

    .de la experiencia cientfica y buscar en qu condicio-estos sectores particulares -reciben no slo una auto-a sino tambin una autopolmica, es decir unacidad crtica para las experiencias antiguas y una ca-dad emprendedora para las nuevas experiencias. Estas del racionalismo activo se opone a la filosofa emp-que da la idea como un resumen de la experiencia des-endo de la experiencia todos los a priori de la pre-

    cin. Se opone tambin a la filosofa platnica quea que las ideas declinan al aplicarse a las cosas. Al

    trario, si se acepta nuestra propuesta de que la apli-n valoriza, la idea aplicada no es un simple retornoexperiencia primitiva, aumenta la distincin del iento ~n el sentido cartesiano del trmino. Lano es una reminiscencia, sino ms bien una precien-~ idea no es un resumen, ms bien es un programa.. de.oro de las ideas no est tras el hombre, sinol. Volveremos a cada momento, sobre el valor desi6n de las nociones racionales. Las regiones del sa-

  • ber cientfico estn determinadas por la reflexin. No es-tn trazadas en una fenomenologa de primera mano. En(una fenomenologa de primera mano, las perspectivas. estn afectadas por un subjetivismo implcito que debe-ramos precisar si pudiramos trabajar algn da en laciencia del sujeto preocupado por cultivar los fenmenossubjetivos, determinando una fenomenotcnica de la psi-cologa. Pero incluso si la perspectiva nos diera garantasde extraversin e indicara al ser pensante la direccin delsaber seguramente objetivo, nada tendramos para jus-tificar la parcialidad del inters de conocimiento, inte-rs que no slo hace elegir al sujeto un sector particularsino que le obliga a persistir en su eleccin. Necesitamospues sobrepasar las descripciones fenomenolgicas quesiguen estando, por principio, sometidas al ocasionalismode los conocimientos. Todo se vuelve claro, transparente,recto, seguro, cuando este inters de conocimiento es elinters especfico de los valores racionales.

    De este modo, en contacto directo con el mundo delos fenmenos -al no haber actuado todava el poderde eliminacin-, las regiones del saber no se han cons-tituido. Slo pueden delimitarse en un primer dibujo sila capacidad de discernir ha fijado razones para funcio-nar. Nos encontramos siempre frente a la misma para-doja: el racionalismo es una filosofa que no tiene co-mienzo, siempre vuelve a empezar. Cuando lo definimosen una de sus operaciones, hace rato que ha empezado denuevo. Es la conciencia de una ciencia rectificada, de unaciencia marcada por la accin humana, por la accinreflexionada, laboriosa, normalizadora. El racionalismoslo considera al universo como tema de progreso hu-mano, en trminos de progreso del conocimiento. Un poe-ta lo ha captado con la audacia de sus imgenes: slocuando Cristbal Coln descubri Amrica, la Tierra con-vencida de que era redonda se puso por fin a dar vueltas 1.

    1. Luc DECAUNES, Les ides noires, p. 246.

    tonces se detuvo la rotacin de los cielos, las estrellasi, jas se convirtieron -durante los cuatro siglos que es-:peraron a Einstein- en seales de un espacio absoluto .l' .y todo porque un barco se march en direccin con-otraria hacia el pas de las especias. Era necesario que el}hecho de la rotacin de la Tierra se convirtiera en un pen-samiento racional, un pensamiento que se aplicase en~enos distintos para que fueran destruidas todas lasproebas de la inmovilidad de la Tierra encontradas en la~periencia comn. '".)' 'Deeste modo los hechos se encadenan tanto ms sliJd,amentepor cuanto estn implicados en una red de ra-,t(1neS. Los hechos heterclitos reciben su estatuto d,9flechos cientficos por su encadenamiento, concebido raiionalmente. El girar de la tierra es antes una idea que'b, hecho. Este hecho no tiene, en un principio, ningn;~go emprico. Hay que colocarlo en el lugar que le c~tresponde en un terr'eno racinna;[de ideas para poder afir-)iBarlo. Hay que comprenderlo para aprehenderlo. Si FOlJ}.ult busca, con el pndulo del Panthon, una pruebaterrestre de este hecho astronmico, es debido a que unlargo prembulo de pensamientos cientficos le ha dadola idea de esta experiencia. Y cuando Poincar dice queen una tierra -cubierta por las nubes los hombres ha--:bran podido descubrir la rotacin de la tierra por la,;~xperienciade Foucault, no hace ms que dar un ejemplo-de racio1WJlismo recurrente que responde a la frmula:. Se hubiera podido, se hubiera debido preveer, lo que nos'.leva otra vez a definir el pensamiento racional como una:jreciencia.

    -Pero con un ejemplo tan escolar, tan escolarizado'como la rotacin de la Tierra, la revolucin estrictamente,'~istemolgica que proponemos para poner a plena luz>jll racionalismo (el orden de las razones) y en posicin'tsubalterna al empirismo (el orden de los hechos) puede\I>asecer una simple paradoja. De las enseanzas cient-

    2't

  • ~1 ficas de la escuela, recordamos los hechos, olvidamos lasrazones y de este modo la cultura general queda aban-donada al empirismo de la memoria. Necesitamos encon-trar ejemplos ms modernos con los que se pueda seguirel esfuerzo efectivo de instruccin.

    Deberemos demostrar que las regiones de lo racionalen las ciencias fsicas se determinan en una experimenta-c~.nmonumental del fenmeno. Es ah y no en la super-fICIe de los fenmenos, donde se puede sentir la sensibi-

    \

    'lidad de l~ ad~P.tacin racional. Las ~structuras raciona-les son mas vISIbles en segunda pOSIcin que a simplevista; reciben realmente su perfectibilidad cuando se al-canzan los modelos experimentales de segunda aproxi-macin o, al menos, cuando se designa racionalmente a laley por encima de sus fluctuaciones. Si una organizacinde pensamiento no puede ser la explicacin de un progre-so del pensamiento no es an una organizacin racional.A ello se debe que una segunda aproximacin d a me-nudo a una nocin tan concretada el carcter de raciona-lidad. Desde el momento en que aparece la segundaaproximacin, el conocimiento va acompaado necesaria-mente de una conciencia de perfectibilidad. El conoci-miento de segunda aproximacin nos demuestra que elconocimiento se valoriza. Si esta segunda aproximacincomporta problemas de mtodo, es decir problemas queexigen discusiones racionales, se manifiestan los valoresapodcticos ..Es en este sentido que el racionalismo apli- \

    ..cado debe SItuarse al nivel de una filosofa comprometi- I

    . da, tan profundamente comprometida que ya no es~esclava de los intereses de un primer compromiso. Elracionalismo se realiza al despejar los intereses inmedia-tos, se sita en el reino de los valores reflexionados, o loque es lo mismo el reino de la reflexin sobre los valoresde conocimiento. (Rationalisme, p. 121-124.)

    [8] Uno de los caracteres exteriores ms evidentes:de las doctrinas relativistas es' su novedad. Sorprendente. jnc1uso al filsofo, convertido sbitamente, frente a unaconstruccin tan extraordinaria, en campen del sentidocomn y de la simplicidad. Esta novedad se convierteas en una objecin, en un problema. No es ya una prue.ha de que el sistema no est enteramente contenido en.estos postulados, dispuesto a la explicacin, apto a la de-.duccin, sino que, por el contrario, el pensamiento quelos anima se sita decididamente frente a una tarea cons-tructiva en la que busca los complementos, las adiciones,

    :.toda la diversidad que hace surgir la preocupacin de laprecisin? Dicho de otro modo, la novedad relativista no

    .,,,~s esttica por esencia; no son las cosas las que nos sor-/liJrenden, sino el espritu el que construye su propia sor-

    l;;~;"resay cae en el juego de las preguntas. La relatividad es.~~;aIgo ms que la renovacin definitiva del modo de pen-J':t~t~r el fenmeno fsico, es un mtodo de descubrimientol':'::

  • progresivo. Histricamente hablando, la aparicin de lasteoras relativistas es igualmente sorprendente. Si existeuna doctrina que no explique los antecedentes hist6ricoses sin duda la de la relatividad. Podemos decir que la pri-mera duda relativista la plante Mach. Pero se trata s610de una duda escptica; no es en absoluto una duda met-dica, susceptible de preparar un sistema (oo.). En suma,la relatividad slo se relaciona con la historia al ritmode una dialctica. Se plantea oponindose. Explota eltrmino descuidado hasta entonces de una alternativainicial. Se explica, pues, que rompa con una enseanzay unas costumbres particularmente slidas y que aparez-ca como verdaderamente extraordinaria. (Vaieur induc-tive. Intr., p. 5-7).

    [9] La relatividad se ha (... ) constituido como !Insistema de relacin abierto. Violentando costumbres -eincluso leyes- del pensamiento, nos hemos dedicado ainterpretar la relacin independientemente de los trmi-nos relacionados, a postular ms las relaciones que los'objetos, a dar slo un significado a los miembros de unaecuacin en virtud de esta ecuacin, tomando as los ob-jetos como extraas funciones de la funcin que los rela-ciona. Todo para la sntesis, todo a travs de la sntesis,ste ha sido el objetivo, ste ha sido el mtodo. Elemen-tos que la sensacin presentaba en un estado de anlisisque bien podemos, por diversas razones, calificar de na-turales, han sido relacionados y slo han tomado sentidoa partir de esta relacin. Se ha alcanzado as un fenme~no de orden casi matemtico que se aparta tanto de lastesis de lo absoluto como de las del realismo. Quejem-plo mejor que el de la fusin matemtica del espacio ydel tiempo! Esta unin 10 tiene todo contra s: nuestraimaginacin, nuestra vida sensorial, nuestras representa-ciones; slo vivimos el tiempo olvidando el espacio, slocomprendemos el espacio deteniendo el curso del tiempo.

    ..J~'.Sinembargo el espacio-tiempo tiene su propia lgebra.'\' Est en relacin total y pura. Es pues el fenmeno mate~,\mtico esencial.

    La relatividad slo ha podido concebir su desarrolloen la atmsfera de una matemtica perfeccionada; espor ello que a la doctrina le falta antecedente. (Valeurinductive, cap. III, p. 98-99.)

    [10] A diferencia de la astronoma general la reIati-vidad no ha arrancado a partir de la figura del mundo.Ha nacido de una reflexin sobre los conceptos iniciales,de poner en duda las ideas evidentes, de un desdoblamien-to funcional de las ideas simples. Por ejemplo, hay algoms inmediato, ms evidente, ms simple que la idea desimultaneidad? Los vagones del tren arrancan todos si-multneamente y los railes son paralelos: no tenemosah una doble verdad que ilustra a la vez las dos ideasprimitivas de paralelismo y de simultaneidad? La relati-,vidad atacar sin embargo el primitivismo de la idea desimultaneidad, del mismo modo que la geometra de Lo-batchewsky atac el primitivismo de la idea de paralelis-mo. Por una exigencia sbita el fsico contemporneo nospedir que asociemos a la idea pura de simultaneidad laexperiencia que debe demostrar la simultaneidad de am-bos acontecimientos. De esta sorprendente exigencia hanacido la relatividad.

    El relativista nos provoca: cmo utilizis vuestra; ~ea simple?, cmo demostris la simultaneidad?, cmo....R. conocis?, cmo os proponis que la conozcamos, si);t"jo adoptamos vuestro sistema de referencia? En defini-~.~va, cmo hacis funcionar vuestro concepto?, en qu,,,-. lisisexperimentales la implicis?, pues en la implica-

    n de los conceptos en el anlisis est el verdadero sen-

  • tido de la experiencia. Y una vez dadas las respuestas,cuando he~os imaginado un sistema de seales pticaspara que dIferentes observadores puedan convenir unasimultaneidad, el relativista nos obliga a incorporar nues-tra experiencia en nuestra conceptualizacin. Nos recuer-da que nuestra conceptualizacin es una experiencia. Elmundo es entonces menos nuestra representacin quenuestra verificacin. En adelante, un conocimiento dis-cursivo y experimental de la simultaneidad deber ir li-gado .a l.a pre.sunta intuicin que nos ofreca de repentela comcIdencIa de ambos fenmenos al mismo tiempo.El carcter primitivo de la idea pura no se mantiene.La idea simple slo se conoce en composicin, por su pa-pel en las composiciones en que se integra. Esta ideaque se crea primero no se basa ni en la razn ni en laexperiencia. Como seala Brunschvicg 1, ni podra serdefinida lgicamente por la razn suficiente, ni cons-tatada fsicamente bajo una forma positiva. En el fondoes una negacin; acaba por negar que se necesite un cier-to tiempo para la propagacin de la accin de sealiza-'cin. Comprendemos entonces que la nocin de tiempoabsoluto, o ms exactamente la nocin de la medida nicadel tiempo, es decir de una simultaneidad independientedel sistema de referencia, no slo debe su apariencia desimplicidad y de inmediata realidad a una falta de an-lisis. (Nouvel Esprit, cap. n, p. 43-44.)

    3. LA OBJETIVACIN DE UN PENSAMIENTO EN BUSCA DE LOREAL .

    , [11] S~intentamos ahora recoger y juzgar las garan-has de ~eahda? de las doctrinas de la relatividad, no po-dremos Impedir la sensacin de que son bastante escasasy que se basan en fenmenos poco numerosos y de agu-

    .?A\~za desconcertante. Los realizadores se apartan de estas'~octrinas, porque segn ellos la realidad no puede espe-'J!ar, hay que cogerla inmediatamente en su primer fen-Jt1enoy comprobada con las dimensiones de la experien--da positiva. De este modo la experiencia es apremiantey perentoria. Por el contrario los relativistas pretendenhacer un sistema de su libertad espiritual y organizar suprudencia: en primer lugar slo quieren aprender de loscaracteres completamente asimilables por sus mtodosde referencia, confesando pues que no estn dispuestos aligarse a toda la realidad; adems pondrn todo su intersen relacionar/los fenmenos con los razonamientos sufi-cientes, haciendo prevalecer la objetivacin sobre la obje-tividad.

    Efectivamente, es errneo querer ver en lo real larazn determinante de la objetividad, cuando en realidadslo se puede aportar la prueba de una objetivacin co~.rrecta. La presencia de la palabra real, como muy biendice Campbell, significa siempre el peligro de confun-dir el pensamiento. Si se quiere conservar la clarividen-cia hay que conseguir plantear el problema sistemtica-,mente en trminos de objetivacin, ms que en trminos~deobjetividad. Determinar un carcter objetivo no sig-llifca definir un absoluto, sino probar que se aplica co-

    . trectamente un mtodo. Se argumentar que el carctertdescubierto es objetivo porque pertenece al objeto, y queslo se proporcionar la prueba de su objetividad con':~lacin a un mtodo de objetivacin. La razn expuesta;~;!~gratuita, la prueba, por el contrario, es positiva. Cree-'s, pues, que es mejor no hablar de una objetivacin

    lo real sino de la objetivacin de un pensamiento enea de lo real. La primera expresin conduce a una me-sica, la segunda es ms susceptible de seguir el esfuer-',cientfico de un pensamiento. Precisamente la relativi-(... ) nos parece uno de los esfuerzos ms metdicospensamiento para alcanzar la objetividad .

    .'

  • Esta modificacin en la direccin del proceso de obje-tivacin viene a decimos que el problema de la veracidadd.e una doctrina no deriva del problema de su realidad,smo que, por el contrario, se debe juzgar la realidad enfuncin de una organizacin de pensamiento que ya hadado pruebas de su valor lgico. Campbell indic esteorden filosfico en trminos particularmente claros. Si-tundose en el mismo punto de vista que el fsico se pre~guntaba si.la relatividad pretende descubrir la verdaderanaturaleza real. Esta es una pregunta a la que hay queresponder con preguntas. Estas son las preguntas pri-mordiales 1: Creen los fsicos (no menciono a los ma-temticos o a los filsofos) en la realidad de alguna cosapor otras razones que el hecho de que esta cosa resultede la concepcin de una ley verdadera o de una teoraverdadera? Tenemos alguna razn para afirmar que lasmolculas son reales, sino por el hecho de que la teora~olecular es verdadera, verdadera en el sentido que pre-dIce exactamente e interpreta las predicciones en trminosde ideas aceptables? Hemos tenido otra razn para decirque el trueno y el relmpago se ,producen realmente en elmismo momento, que la concepcin de simultaneidad,que nos dice que esta afirmacin es cierta, y hace posiblemedir los intervalos de tiempo? Cuando hayamos res-pondido a estas preguntas, se podr discutir si la relati-vidad nos dice alguna cosa sobre el tiempo real y sobreel espacio real.

    Es as como se ve, ,provocado por un fsico, el proble- /ma filosfico de las relaciones entre lo verdadero y loreal. Proponemos que se formule del modo siguiente:Cmo lo verdadero puede preparar lo real, o inclusoen cierto sentido, cmo lo verdadero puede convertirse e~real? En efecto, formulado as el problema parece mssusceptible de recoger la importante contribucin apor-

    1. CAMPBELL, Theory and experiment in Relativy (apud Nature 17febr. 1921). '

    . a por la relatividad. Evidentemente, la doctrina rela-ista aparece como verdadera antes de aparecer como

    se refiere largo tiempo a s misma para poder estar'~ero segura de s. Se trata de una duda provisionals metdica an y especialmente ms activa que.la ,d~dartesiana, pues prepara y funda una verdadera dIalectIcaatemtica. Por otra parte no se ve en absoluto lo quea prueba experimental podra hacer contra esta duda~sencialmente constructiva erigid~ en sistema de ta~~ohe-rencia matemtica. Una vez inicIados en la relatIvIdad,

    ,e;' ;nos damos cuenta de que en la construccin debe situarse9;~" tlbjetadle que conocemos pocas cosas sobre .esta reali?a,d;.' e pretende tomar como un dato. El ,r~alIsta ase!1tIr,a;

    1'0 responder inmediatamente: Que ImportancIa tIe-que no sepamos qu es el objeto; sabemos de todaseras que el objeto es ya que est ah; tanto US!edo yo, siempre podemos encontrado en una regl,?minada del espacio. El lugar aparece como la pn-

  • mera cualidad existencial, la cualidad por la que tambintodos los estudios deben acabar con la garanta de la ex-periencia positiva. Podra hablarse de una realidad que .estuviera en todas partes? Es lo mismo decir que no es-tara en ninguna parte. De hecho el espacio es el medioms seguro para las diferenciaciones y el realista, al me-nos en las polmicas, se basa siempre en la designacinde objetos diferenciados especialmente. Cuando el realis-ta haya asegurado la raz geomtrica de su experiencialocalizadora, aceptar fcilmente el carcter no objetivode las cualidades sensoriales e incluso de las cualidadesrelacionadas ms directamente con la geometra de lalocalizacin. Por ejem.plo, el realista abandonar la discu-sin acerca de la forma y del volumen. Atribuyendo lavoluminosidad a todas las sensaciones, conseguir unametfora cuya objetividad no podr garantizar 1. Con-sentir que el objeto aguante mal su figura, que sea defor-mable, comprimible, poroso, huidizo. Pero, al menos,aunque sea por un solo punto, el objeto estar retenidoen la existencia geomtrica, y esta especie de centro de.gravedad ontolgica se presentar como la raz de la ex-periencia topolgica. (Experience, cap. 1, p. 5-6.)

    B) HISTORIA EPISTEMOLGICA DELELECTRISMO

    1. EL EMPIRISMODELSIGLOXVIII

    [ 13] Leyendo los numerosos libros consagrados a laciencia elctrica en el siglo XVII,el lector moderno se darcuenta, segn nuestra opinin, de la dificultad que supu-so abandonar lo pintoresco de la primera observacin,desteir el fenmeno elctrico, despojar la experiencia de

    1. Cf. W. JAMES, Prcis de psychologie, trad. p. 443.

    . aspectos parsitos, irregulares. Veremos. e~toncesIDO la primera influencia emp~ic~ n? da sIqUIera. el

    ,{dibujo exacto de los fenmenos, nI sI~UIera una descnp-i'cin ordenada, jerarquizada de los fe~o~enos. .

    Aceptado el misterio de la electncIdad -y SIemprecepta muy rpidamente un misterio como ste-, .esta

    &~a lugar a una ciencia fcil, muy cercana a la ~IS~-. natural aleiada de los clculos y teoremas que, es ,e~~yghens, 'desde Newton, invadan poco a poco la ~eca-nica, la ptica, la astronoma. Priestley e~cn~e tod~Vl~ enun libro traducido ep. 1771: Las expenenCIas e1ectn~a.sson las ms claras y agradables .de. l.as que ofrece la fISI-ca. As pues, estas doctrinas pnmItIVas que trataba~ deroblemas tan complejos, se presentaban como doctl':mas

    .fciles, condicin indispensable para que fueran dIVer-tidas para que interesaran a un pueblo mundano. O parahabl~r filosficamente, estas d~ctrinas ~e pres:ntabanmarcadas por un empirismo eVldente e mnato. lEs tanagradable para la pereza intelectual ~ncer~arse e~ el e:~r-irismo llamar hecho a un hecho e ImpedIr la busque a

    ~e una 'ley! Todava hoy todos los malos alumnos, ~e laClase de fsica comprenden l~s frm~las empIncas.

    ...Creen fcilmente que todas las formula~, mcluso la~ que

  • considerado como un gran genio. Sin embargo los descu-brimientoselctricos se deben tanto al azar que las fuer-zas de la naturaleza provocan ms nuestra admiracinque ~os res.uItados de la genialidad; sin duda PriestleyrelaCIOnaSIempre todos los descubrimientos cientficoscon el azar. Incluso cuando se trata de sus descubrimien-t~s personales, perseguidos pacientemente con una cien-CIan:uy nota~le de la investigacin qumica, Priestley sepermlt~ el lUJOd~ borrar los lazos tericos que le han #:c.onducIdoa expenencias fecundas. Tiene tal voluntad defl1osofae.mprica que el pensamiento queda reducido auna espeCIed.ecausa ocasional de la experiencia. Si escu-cham~s a Pnestley el azar es quien lo ha hecho todo.Para el, la muerte supera a la razn. Concedmoslo todoa~ espectculo. No nos ocupemos del fsico, slo es eldIrector de la obra. Lo mismo ocurre en nuestros dasc~ando la.astucia del investigador, el rasgo genial del te~nco despIertan admiracin. y para dejar claro que el?rige~ del fenmeno provocado es humano, el nombre delInvestIgador queda ligado -sin duda eternamente~ alefecto que ha construido. As0Gurre con el efecto Zeeman,~l efecto Stark, el efecto Raman, el efecto Compton oIncl~so con el efecto Cabannes-Daure que podra servirde ejemplo de un efecto de algn modo social producidopor la colaboracin de los espritus. '

    El pensamiento precientfico no se empe~ en estudiarun fenmeno bien circunscrito. No busca la variacin sinol~ variedad. y ste es un rasgo particularmente caracters- /tIco: ~absqueda?e la variedad arrastra al espritu deun objeto a otro, SInmtodo; el espritu slo apunta en-tonces h~ci~,la ext~nsin de los conceptos; la bsquedade .la.vanaClOnse lIga a un fenmeno particular, intentaobJetIvar todas las variables, comprobar la sensibilidadde las variables. Enriquece la comprensin del conceptoy prepara la matematizacin de la experiencia. Pero vea-mos el espritu precientfico buscando la variedad. Basta

    recorrer los primeros libros sobre electricidad pararendernos del carcter heterclito de los objetos enque se buscan las propiedades elctricas. Sin hacer deeh~ctricidaduna propiedad general, de un modo para-jico se la considera a la vez una propiedad excepcionalro ligada a las substancias ms diversas. En primera-naturalmente -las piedras preciosas; luego el azu-los residuos de calcinacin y de destilacin, los bele-

    't~s, los humos, la llama. Se intenta relacionar la pro-~edadelctrica y las propiedades de primer aspecto. Unaz hecho el catlogo de las substancias susceptibles der electrizadas, Boulanger saca la conclusin de que .las

    ?~"iubstanciasms frgiles y ms transparentes son SIem--~1jQ;p:e las ms elctricas 1. Siendo la electricidad u~ princi-;;fpio natural, se crey por un momento que pudIera ser;tm medio para distinguir los diamantes buenos de los,'&lsos. El espritu precientfico pretende siempre ~';le.elproducto natural sea ms rico que el producto artIfICIal.(Formation, cap. 1. 1, p. 29-31.)

    [14] La botella de Leyde provoc un verdadero,asombro.2 A partir del mismo ao en que fue descu-

    ,'!"bierta,hubo muchas personas en casi todos los pasesA;:,i_~lmundo que se ganaron la vida yendo de aqm parat~~- mostrndola. La gente vulgar de todas las edades,

    xos y categoras observaban este prodigio de la natu-eza con sorpresa y asombro 3. Un emperador podrantentarse con la renta que supone las sumas que en

    :ji~elines y calderilla se pagaron para ver realizar, la>4iperiencia de Leyde. En el transcurso del desarrollo

    -'-"'i11tfico encontraremos la utilizacin fornea de al-,,'-" os descubrimientos. Sin embargo esta utilizacin es

    insignificante. Los que hacan demostraciones de

    PRIESTLEY, Histoire de l'lectricit, 3 vol., Pars, 1771, t. 1, p. 237.PRIESTLEY, Histoire de l'lectricit, t. 1, p. 156.Loc. cit., t. III, p. 122.

  • rayos X, hace treinta aos, a los directores de escuelapara ofrecerles alguna novedad en la enseanza, no hacanfortunas imperiales. Parece que en la actualidad han desa-parecido totalmente. De aqu en adelante un abismo sepa-ra, al menos en las ciencias fsicas, al charlatn y alsabio.

    En el siglo XVIII, la ciencia interesa a todos los hom-bres cultivados. Se cree por instinto que un despacho dehistoria natural y un laboratorio se montan como unabiblioteca, a voluntad; se tiene confianza: se espera quelas casualidades del hallazgo individual se coordinen en-tre s. Acasola naturaleza no es coherente y homognea?Un autor annimo, posiblemente el abate de Mangin, pre-senta su Historia general y particular de la electricidadcon un subttulo muy sintomtico: O lo que sobre ellahan dicho, de curioso y divertido, de til e interesante yjocoso, algunos fsicos de Europa. Subraya el intersmundano de su obra, pues al estudiar sus teoras, se po-dr decir algo claro y preciso sobre los diversos debatesque surgen cada da en todo el mundo, y acerca de los'cuales incluso las seoras son las primeras en preguntar ...Tal caballero a quien antes bastaba con un hilo de vozy una buena figura para hacerse un nombre en los crcu-los, se ve obligado actualmente de saber al menos algosobre Ramur, Newton, Descartes 4 (Formation, cap. I,I, p. 33.)

    [15] Los progresos del conocimiento de los fenme-nos elctricos han puesto en evidencia una verdadera des-riealizo.cin.Ha sido preciso separar el fenmeno elctrico

    4. Sin nombre del autor, Histoire gnrale et particuliere de l'lec-tricit, 3 partes, Pars, 1752;2.- parte, pp., 2 Y 3.

    de las especificaciones materiales que parecan ser sucondicin bsica. Hasta fines del siglo XVIII, la electrici-dad fue considerada como una propiedad de ciertas subs-tancias. Se estudi como una historia natural que colec-ciona substancias, incluso despus de iniciado el primeresfuerzo de distincin de los fenmenos, una vez recono-cidos no slo los fenmenos de atraccin, sino tambinlos de repulsin, no se pudo mantener la designacin delas dos electricidades como cristalina y resinosa. Filos-ficamente estas designaciones son errneas. A partir de1753Canton reconoci (Mascart, Trait d'electricit stati-que, t. I, p. 14) que una barra de vidrio esmerilado co-ga electricidad resinosa si se la frotaba con franela yelectricidad cristalina con una tela de seda oleosa y seca.Las condiciones en que se realiza el frotamiento puedenmodificar totalmente los fenmenos.

    Hegel seal este movimiento epistemolgico (Filosofade la naturaleza): Sabemos que la diferencia de la elec-tricidad, que en un principio se relacion ~on determina-dos objetos empricos -el cristal y la r~s~na,que.provo-caron la electricidad cristalina y la electncldad resmosa-se ha idealizado y transformado en una diferencia espe-culativa (Gedankenunterschied), en electricidad positivay electricidad negativa, a medida que la experiencia se haampliado y completado. Ah tenemos el ejemplo que de-muestra de un modo notable cmo el empirismo, que enun principio, pretende coger y fijar lo general en unaforma sensible, acaba por suprimir l mismo esa forma.

    y Hegel insiste a su manera al sealar que la natura-leza fsica y concreta del cuerpo se introduce muy pocoen la electricidad.. La designacin de los cuerpos en idio-elctricos y en

    .anelctricos tampoco puede mantenerse. Se admiti que. .si la electricidad no se manifestaba en los metales frota-

    'dos era debido a que la electricidad producida se derra-_ba por la mano del investigador hasta el suelo. Bast

  • -:;~ticoque ambiciona informar detalladamente la experien-''tia. Mientras que, demasiado a menudo, en las polmicas:,,"osficas, el realista y el racionalista no consiguen ha-. de lo mismo, tenemos la neta y reconfortante impre-

    de que, en el dilogo cientfico, ambos interlocuto-. hablan del mismo problema. Mientras que en losgresos de filosofa, vemos como los filsofos intercam-.argumentos, en los congresos de fsica, los investi-res y los tericos intercambian informes. No es ne-'0 que el investigador se informe sobre el aspecto'co de los datos que el matemtico estima estrecha-

  • ~ente rela~ionados, sin lo cual el investigador, en susmterpretacIOnes puede caer en posiciones personales?No es necesario tambin que el terico se informe so-bre todas, las ~ircunstancias de la investigacin, sin locual sus smtesIS pueden quedar parciales o simplementeabstractas? La fsica tiene pues dos polos filosficos. Esun ver~a?ero campo de ,Pensamiento que se especifica enmatematIcas y en experIencias y que se anima al mximocon !~conjunci.n de las matemticas y la experiencia.La fIsIca determma como sntesis mxima una mentali-dad abstracta-concreta (... ). Intentaremos caracterizaresta m~nta~i,dad.en su doble accin de abstraccin y deconcretIzacIOn ~m que se rompa la lnea unitaria que im-pone el lenguaje, al desconocer principios ms unitariospara comr:ren,der la reciprocidad de las dialcticas queavanzan sm fm, y en ambos sentidos, del espritu a lascosas. .

    El contacto experiencia y matemticas se desarrollacon una solidaridad extensiva. Cuando la investigacinaporta el primer mensaje de un nuevo fenmeno el te-ri~o ?ebe modificar la teora dominante para qu~ puedaaSImIlar el nuevo hecho. Con esta modificacin -sinduda tarda- el matemtico muestra cmo la teoraalgo flexibilizada, hubiera debido prever la novedad. L~ /~sta d~mostrar una fecundidad recurrente que es un ca-racter Importante del racionalismo, pues esta fecundi-dad recurrente constituye el fundamento de la memo-:ia raciona.l. Esta memoria de la razn, memoria de lasI?eaS relacIOnadas, obedece a leyes psicolgicas muy dis-tIntas a las de la memoria emprica. Las ideas puestas enorden, .reordenadas y relacionadas en el tiempo lgico,determman una verdadera emergencia de la memoria.Naturalmente, nadie se burla de este retorno a las fuen-tes de la previsi.n te~rica, ~ menos que nadie el investiga-dor. Al contrarIo, el mvestIgador se felicita por el hechode que las matemticas asimilen su descubrimiento. Sabe

    que un hecho nuevo ligado al aspecto moderno de la teo-ra dominante recibe las garantas de una objetividadprofundamente supervisada, porque la teora dominantees un sistema de examen experimental en accin en los_cerebros ms claros de la poca. Se tiene la impresin deque el problema se ve bien, por el solo hecho de quehubiera podido preverse. La perspectiva terica sita elhecho experimental donde debe estar. Si el hecho estbien asimilado por la teora se acaban las vacilacionessobre el lugar que le corresponde en un pensamiento.Ya no se trata de un hecho heterclito, de un hecho enbruto, sino de un hecho de cultura. Tiene un estatutoracionalista. Desde este momento es el sujeto de un di-logo entre el racionalista y el empirista.

    Cuando el terico anuncia la posibilidad de un nuevofenmeno, el investigador se asoma a esta perspectiva,en el caso de que crea que est en la lnea de la cienciamoderna. De este modo en los inicios de la mecnicaondulatoria del electrn, se busc un fenmeno que equi-valiera para el electrn al fenmeno de la polarizacinde la luz. Cuando una bsqueda tan bien panteada noobtiene resultados tiene, de todos modos, un carcterpositivo para la epistemologa porque ayuda a limitar ya precisar las analogas. La experiencia asociada de estemdo a unas miras tericas, no tiene nada que ver con labsqueda ocasional, con esas experiencias improvisadasque no tienen lugar en ciencias fuertemente constituidascomo son ya la fsica y la qumica, en otras ciencias enlas que el instrumento es el intermediario necesario paraestudiar un fenmeno realmente instrumentado, desig-nado como objeto de una fenomenotcnica. Ningn fsicomalgastara sus crditos para construir un instrumentosin destino terico. En fsica la experiencia improvisada

    ,4e Claude Bernard no tiene sentido.. Qu entendimiento tcito reina as en la ciudad de la

    .>.lffica! De qu modo se ha dejado a un lado a los ~9a-

  • dores impenitentes que quieren teorizar al margen delos mtodos matemticos! En efecto, el terico debe po-seer todo el pasado matemtico de la fsica -o lo que eslo mismo, toda la tradicin racionalista de la experiencia.El investigador por su parte debe conocer el estado ac.-tual de la tcnica. Nos sorprenderamos si un fsico, paraconseguir el vaco, utilizara la antigua mquina neum-tica, aunque tuviera incorporado el grifo de Babinet.

    Modernismo de la realidad tcnica y tradicin raciona-lista de todas las teoras matemticas, son el doble idealde cultura que debe afirmarse en todos los temas delpensamiento cientfico.

    La cooperacin filosfica de los dos aspectos de laciencia fsica -aspecto racional y aspecto tcnico- pue-de resumirse en esta doble pregunta:

    En qu condiciones se puede dar razn de un fenme-no preciso? La palabra preciso es esencial pues gracias ala precisin se compromete a la razn.

    En qu condiciones se pueden aportar pruebas rea-les de la validez de una organizacin matemtica de laexperiencia fsica?

    Han pasado ya los tiempos de una epistemologa queconsideraba las matemticas como un simple medio deexpresin de las leyes fsicas. Las matemticas de la fsicaestn ms comprometidas. No se puede fundamentarlas ciencias fsicas sin entrar en el dilogo filosfico delracionalista y del investigador, sin responder a las dospreguntas de algn modo recproco que acabamos deplantear. En otros trminos, el fsico moderno necesitauna doble certeza:

    1.0 La certeza de que lo real est en contacto direc-to con la racionalidad, mereciendo por esto mismo elnombre de real cientlJico.

    2. La certeza de que los argumentos racionales queafectan a la experiencia son ya momentos de esta expe-riencia.

    En resumen, no a la racionalidad en el vaco, no al. pirismo desordenado, esas son las dos obligaciones"Iosficas que funden la estrecha y precisa sntesis de

    iJ1l teora y de la experiencia en la fsica contempornea.. Esta doble certeza es esencial. Si falta uno de los tr-minos, se pueden hacer muchas investigaciones, se pue-den hacer muchas matemticas, pero no se participa en'Ia actividad cientfica de la ciencia fsica contempornea.Esta doble certeza slo puede expresarse por una filoso-fa en dos movimientos, por un dilogo. Pero se trata de.un dilogo tan apretado que hace difcil reconocer elrastro del viejo dualismo de los filsofos. Ya no se tratade confrontar un espritu solitario y un universo indife-rente. En adelante es necesario situarse en el centro, alldonde el espritu conocedor est determinado por el ob-

    . jeto preciso de su conocimiento y donde en sustitucindetermina con mayor precisin su experiencia. En estaposicin central es donde la dialctica de la razn y dela tcnica encuentra precisamente su eficacia. Intenta-remos instalarnos en esta posicin central donde se ma-nifiesta tanto un racionalismo aplicado como un materia-lismo instruido. Insistiremos, adems, en el poder deaplicacin de todo racionalismo cientfico, es decir de todoel racionalismo, que demuestre su fecundidad hasta en laorganizacin del pensamiento tcnico. El racionalismo

    { conquista sus valores objetivos a travs de sus.aplica~io-" nes. Ya no se trata pues, para juzgar el pensamIento CIen-'V", ttfico, de apoyarse en un racionalismo formal, abstracto,~;'JPlversal.Hay que conseguir un racionalismo concreto,. "; .lidario con experiencias siempre particulares y preci-

    ~s. Es necesario tambin que este racionalismo sea lo~lJficientemente abierto para recibir nuevas determina-. nes de la experiencia. Viviendo de cerca esta dialctica,s convencemos de la realidad eminente de los campos

  • tercambian los valores del racionalismo y del experimen.talismo. (Rationalisme, cap. I, p. 2-4.)

    [49] De hecho, este entrecruzamiento de dos filoso-fas contrarias en accin en el pensamiento cientficoafecta a ms filosofas y deberemos presentar dilogossn duda menos apretados, pero que extienden la filo-sofa del espritu cientfico. Por ejemplo, se mutilara lafilosofa de la ciencia si no se examinara cmo se sitanel positivismo o el formalismo que tienen tambin unpapel en la fsica y en la qumica contemporneas. Perouna de las razones que nos confirman lo acertado denuestra posicin central es que todas las filosofas delconocimiento cientfico se ordenen a partir del racionalis-mo aplicado. Casi no es necesario comentar este cuadrodespus de aplicado al pensamiento cientfico.

    Indiquemos nicamente las dos perspectivas de pensa-mientos debilitados que conducen por un lado del racio-nalismo al idealismo ingenuo y por otro, del materialismotcnico al realismo ingenuo.

    Idealismot

    Convencionalismot

    Formalismot

    Racionalismo aplicado y materialismo tcnico

    Positivismo

    Empirismo

    Realismo

    As pues, cuando se interpreta sistemticamente elj;onocimiento racional como la constitucin de ciertas.....formas, como un simple montaje de frmulas dispuestasa informar cualquier experiencia, se instituye un forma-lismo. Este formalismo puede, en ltimo extremo, recibir:los resultados del pensamiento racional pero no puederealizar todo el trabajo del pensamiento racional. Porotra parte, no se depende siempre del formalismo. Se hainiciado una filosofa del conocimiento que debilita el pa-pel de la experiencia. Estamos c,:rca de ver en .la cienciaterica un conjunto de convenClones; una sene de pen-samientos ms o menos cmodos organizados en el len-guaje claro de las matemticas, que slo son ya. el espe--ranto de la razn. La comodidad de las convenCIOnes noles quita arbitrariedad. Conseguiremos con bastan~e na-turalidad someter estas frmulas, estas convenCIOnes,esta arbitrariedad a la actividad del sujeto pensante. Nosenfrentamos as a un idealismo. Idealismo que ya no semanifiesta en la epistemologa contempornea, pero queha jugado tal papel en las filosofas de la naturaleza a lolargo del siglo XIX, que todava de.be f~gurar en un ex~mengeneral de las filosofas de la CIenCIa.Hay que. se~alaradems la impotencia del idealismo para reconstItUIr unracionalismo de tipo moderno, un racionalismo susc~p-tible de informar los conocimientos de las nuevas regIO-nes de la experiencia. Dicho de otro modo, no s.e'puede

    r' invertir la perspectiva que acabamos de descnbIr. Enj., realidad cuando el idealista establece una filosofa de la~~&.naturaleza se contenta con ordenar las imgenes que se

  • la lenta disciplina que formarfr;z su espritu con leccionesde experiencia objetiva. El idealismo pierde, pues, cual-quier posibilidad de rendir cuentas del pensamiento cien-tfico moderno. El pensamiento cientfico no puede en-contrar sus formas duras y mltiples en esta atmsferade soledad, en este solipsimo que es el mal congnito detodos los idealismos. El pensamiento cientfico necesitauna realidad social, el asentimiento de la ciudad fsica ymatemtica. Deberemos instalamos pues en la posicincentral del racionalismo aplicado, trabajando para dotaral pensamiento cientfico de una filosofa especfica.

    En la otra perspectiva de nuestro cuadro, en vez deesta evanescencia que lleva al idealismo, encontraremosuna inercia progresiva de pensamiento que lleva al realis-mo, a una concepcin de la realidad como sinnimo de lairracionalidad. Efectivamente, al pasar del racionalismode la experiencia de la fsica, muy ligado a la teora al

    . . . 'pOSlttVlSmo, parece que perdamos inmediatamente todoslos principios de la necesidad. A partir de aqu, el positi-vismo puro apenas puede justificar el poder de deduccinque acta en el desarrollo de las teoras modernas' nopuede rendir cuentas de los valores coherentes de l~ f-sica contempornea. Y sin embargo, comparndolo con elempirismo puro, el positivismo aparece al menos comoel guardin de la jerarqua de las leyes. Se da el derechode apartar las aproximaciones afinadas, los detalles, lasvariaciones. Pero esta jerarqua de las leyes no tiene lacapacidad de organizar las necesidades claramente com-prendidas por el racionalismo. Como mximo, basndoseen criterios de utilidad, el positivismo tiende a caer en elpragmatismo, en la polvareda de recetas que es el empi-rismo. El positivismo no tiene nada de lo que se necesitapara decidir niveles de aproximacin, para sentir la extra-a sensibilidad de racionalidad que dan las aproximacio-nes de segundo orden, esos conocimientos ms aproxi-mados, ms discutidos, ms coherentes que encontramos

    p el examen atento de las finas experiencias que noseen comprender que hay ms racionalidad en lo com-ejo que en 10 simple...' Por otra parte, si vamos un paso ms all del empiris-o que se absorbe en la explicacin de sus xitos, alcan-os el conjunto de hechos y cosas molestando al realis-

    /no, le dan ilusin de riqueza. A continuacin mostrare-mos cmo va en contra de cualquier espritu cientfico~l postulado, admitido tan fcilmente por muchos filso-.fos, que asimila la realidad a un polo de irracionalidad.,Cuando hayamos devuelto la actividad filosfica del pen-,$aIlliento cientfico a su centro activo, aparecer clara-mente que el materialismo activo tiene precisamentecomo funcin yugular todo 10 que podra calificarse deirracional en sus temas, en sus objetivos. La qumica, for-talecida por sus a priori racionales, nos da substanciassin ax:cidentes, despoja todos los temas de la irracionali-dad de sus orgenes. (Rationalisme, cap. 1, p. 6-7.)

    C) CONCEPTOS FUNDAMENTALESDEL RACIONA-LISMO APLICADO

    [50] Si planteamos ahora el problema de la novedadcientfica en el plano ms propiamente psicolgico, no,podemos dejar de ver que el aspecto revolucionario de

    ciencia contempornea debe reaccionar profundamentela estructura del espritu. El espritu tiene una estruc-ra variable a partir del momento en que el conocimien-tiene una historia. En efecto, la historia humana pue-, con sus pasiones, sus prejuicios, con todo lo queela impulsos inmediatos, ser un eterno recomienzo.(?)

    tTo hay pensamientos que no vuelven a empezar; son los

  • pensamientos que han sido rectificados, ampliados, com-pletados. No vuelven a su rea restringida o vacilante.Ahora bien, el espritu cientfico es esencialmente una rec-tificacin del saber, una ampliacin del marco del conoci-miento. Juzga su pasado histrico condenndolo. Su es-tructura es la conciencia de sus faltas histricas. Cient-ficamente, se piensa en lo verdadero como rectificacinhistrica de un largo error, se piensa en la experienciacomo rectificacin de la ilusin comn y primera. Todala vida intelectual de la ciencia juega dialcticamente so-'bre esta diferencial del conocimiento, en la frontera delo desconocido. La esencia misma de la reflexin es com-prender que no se haba comprendido. Los pensamien-tos no baconianos, no euclidianos, no cartesianos se re-sumen en estas dialcticas histricas que presentan larectificacin de un error, la extensin de un sistema, elcomplemento de un pensamiento. (Nouvel Esprit, cap. VI,p. 173-174.)

    [51] En definitiva, la ciencia instruye la razn. Larazn debe obedecer a la ciencia, a la ciencia ms evolu-cionada, a la ciencia que evoluciona. La razn no puederecargar una experiencia inmediata; por el contrario,debe equilibrarse con la experiencia mejor estructtrada.En cualquier circunstancia, lo inmediato debe ceder elpaso a lo construido. Destouches repite a menudo: si enun futuro la aritmtica se revelase contradictoria refor-maramos la razn para borrar la contradiccin, y conser-varamos intacta la aritmtica. La aritmtica ha dadopruebas de eficiencia, de exactitud, de coherencia tannumerosas que no podemos pensar en abandonar su or-ganizacin. Ante una contradiccin inesperada, o msexactamente ante la necesidad inesperada de usar con-tradictoriamente la aritmtica, se plantea el problema dela no-aritmtica, de una panaritmtica, es decir de unaprolongacin dialctica de las instituciones en tal canti-

    que permitira englobar la doctrina clsica y la doc-a nueva.No dudamos en llevar hasta el extremo nuestra tesisra hacerla ms clara. Esta extensin de la aritmticaest hecha. Suponindola posible queremos afirmarplemente que la aritmtica no es ms que la geometraa nueva promocin de una razn inmutable. La aritm-a no est basada en la razn. La doctrina de la raznt basada en la aritmtica elemental. Antes de saberntar, yo apenas saba lo que era la razn. En general,espritu debe plegarse a las condiciones del saber. Debe

    rear en l una estructura correspondiente a la estructuradel saber. Debe movilizarse alrededor de articulaciones'que corresponden a las dialcticas del saber. Qu serauna funcin sin ocasiones para funcionar? Qu sera dela razn sin ocasiones de razonar? La pedagoga de larazn debe aprovechar todas las ocasiones para razonar.Debe buscar la variedad de razonamientos, o mejor a-6n'las variaciones del razonamiento. Ahora bien, las varia-ciones del razonamiento son numerosas en las ciencias

    ',' geomtricas y fsicas; se unen a la dialctica de los prin-! . cipios de razn, a la actividad de la filosofa del no. Hay

    -~:'(>,'~;, que aceptar la leccin. La razn una vez ms debe obede-':I'ii~ ter a la ciencia. La geometra, la fsica, la aritmtica son

    ! .; ciencias; la doctrina tradicional de una razn absoluta .:;;'i~; e inmutable es slo una filosofa caduca. (Philosophie,

    cap. VI, p. 144-145.)

    [52] Cmo no ver entonces que una filosofa que.'uiere ser realmente adecuada al pensamiento cientfico

    evolucin constante debe plantearse la reaccin de losnocimientos cientficos sobre la estructura espiritual?este modo, desde el principio de nuestras reflexiones

    erca del papel de una filosofa de las ciencias tropeza-os con un problema que nos parece tan mal planteadono los cientficos como por los filsofos. Se trata del

  • problema de la estructura y de la evolucin del espritu.Volvemos a encontrar la misma oposicin: el cientficocree partir de un espritu sin estructura, sin ~~nocimie~-tos; el filsofo plantea normalmente un esplntu constI-tuido, provisto de todas las categoras indispensablespara comprender la realidad. .'

    Para el cientfico, el conocimiento sale de la IgnorancIacomo la luz sale de las tinieblas. El cientfico no ve que laignorancia es un tejido de errores positivos, tenac~s, so-lidarios. No se da cuenta de que las tinieblas espiritualestienen una estructura y que, en estas condiciones, cual-quier experiencia objetiva correcta debe determinar siem-pre la correccin de un error subjetivo. Sin embargo, loserrores no se destruyen fcilmente uno a uno. Estn coor-dinados. El espritu cientfico slo puede constituirsedestruyendo al espritu no cientfico. Demasiado a menu-do el cientfico se confa a una pedagoga fraccionada,cuando el espritu cientfico debera plantearse una refor-ma subjetiva total. Todo progreso real en el pensamientocientfico requiere una conversin. Los progresos del pen-samiento cientfico contemporneo han determinadotransformaciones en los propios principios del conoci-miento.

    Para el filsofo, que por su oficio encuentra en s mis-mo las verdades primeras, el objeto tomado en bloqueno tiene dificultad en confiar los principios generales. Deeste modo las perturbaciones, las fluctuaciones, las varia-ciones, apenas inquietan al filsofo. O las descuida c?modetalles intiles, o las rene para convencerse de la Irra-cionalidad fundamental del dato. En los dos casos, elfilsofo est preparado para desarrollar, a propsito dela ciencia, una filosofa clara, rpida, fcil, pero que con-tina siendo una filosofa de filsofo. Sin embargo, unanica verdad basta para salir de dudas, de la ignorancia,del irracionalismo, basta para iluminar un alma. Su evi-dencia se refleja en reflejos sin fin. Esta evidencia es una I

    luz nica, no tiene ni especies ni variedades. El esprituvive una nica evidencia. No intenta crearse otras eviden-cias. La identidad del espritu en el yo pienso es tan claraque la ciencia de esta conciencia es inmediatamente laconciencia de una ciencia, la conviccin de fundar unafilosofa del saber. La conciencia de la identidad del es-pritu en sus diversos conocimientos aporta, por s mis-ma, la garanta de un mtodo permanente, fundamental,definitivo. Ante tal xito, cmo plantearamos la necesi-dad de modificar el espritu y de ir en busca de nuevosconocimientos? Para el filsofo, las metodologas, tan dis-tintas, tan mviles en las diferentes ciencias, revelan almenos un mtodo inicial, un mtodo general que debeinformar todo el saber, que debe tratar del mismo modotodos los objetos. As pues, una tesis como la nuestraque plantea el conocimiento como una evolucin del esp-ritu, que acepta los cambios que se refieren a la unidady a la perennidad del yo pienso debe confundir al fil-sofo.

    Y, sin embargo, deberemos llegar a esta conclusin siqueremos definir la filosofa del conocimiento cientficocomo una filosofa abierta, como la conciencia de un es-pritu que se fundamenta trabajando en lo desconocido,buscando en lo real aquello que contradice conocimientosanteriores. Ante todo, hay que tomar conciencia del he'Cho que la experiencia nueva dice no a la experiencia:antigua, sin esto, evidentemente, no se trata de una expe-'riencia nueva. Pero ste no nunca es definitivo para un

    ',,'espritu que sabe dialectizar sus principios, constituir~entro de s mismo nuevas clases de evidencia, enrique-cer su cuerpo de explicaEllRJin dar ningn privilegio alo que sera un cuerpo/~n ~flicacin natural dispuestoa explicado todo. (Phill;;.ir .ae, Prlogo, p. 8-10.)

    1'j'J

  • [53] A nuestro entender, hay que aceptar el siguien-te postulado para la epistemologa: el objeto no sabraser designado como un objetivo inmediato; dicho deotro modo, una marcha hacia el objeto no es inicialmenteobjetiva. Hay que aceptar pues una verdadera rup~uraentre el conocimiento sensible y el conocimiento cient-fico. Efectivamente creemos haber demostrado en eltranscurso de nuestras crticas, que las tendencias nor-males del conocimiento sensible, por muy animadas queestn de pragmatismo y de realismo inmediatos, slo de-terminaban un punto de partida falso, una falsa direccin.En particular la adhesin inmediata a un objeto sensible;se trata de la satisfaccin ntima; no de la evidencia ra-cional. Como dice Baldwin en una frmula de admirabledensidad: Laestimulacin y no la respuesta, es el fac-tor de control en la construccin de objetos de los sen-tidos. Incluso bajo la forma en apariencia general, inclu-so cuando el ser repleto y colmado cree ver venir la horade pensar gratuitamente, todava plantea la primera ob-jetividad en forma de estimulacin. Esta necesidad desentir el objeto, este apetito de objetos, esta curiosidadindeterminada no corresponden todava -bajo ningnconcepto- a un estado de espritu precientfico. Si unpaisaje es un estado de nimo romntico, un pedazo deoro es estado de nimo avaro, una luz un estado de nimoexttico. Un espritu precientfico, en el momento en quese intenta ponerlo en un aB.f~tocon objecciones sobresu realismo inicial, sobre~ara, Kt~nsinde tomar, al pri-mer gesto, su objeto, desar.de fjjliempre la psicologa deesta estimulacin que es elt'vtdadero valor de convic-cin, sin llegar nunca sistemticamente a la psicologadel control objetivo. De hecho, como ya deja entrever

    aldwin, este control resulta en primer lugar de unaistencia. Por control se entiende en general the chec-

    g, limiting, regulation of the construetive processes.o antes del freno y la reprimenda que correspondenriosamente al concepto ingls intraductible de check,licitaremos la nocin de fracaso, que tambin est im-

    cadaen esta palabra. Debido a que hay fracaso hayno de la estimulacin. Sin este fracaso, la estimulacin

    ,.ra valor puro. Sera borrachera; y gracias a este enor-'me xito subjetivo que es una borrachera, sera el error"'Qbjetivoms irrectificable. As pues, segn nosotros, elhombre que tuviera la impresin de no equivocarse nuncase equivocara siempre. (Formation, cap. XII, p. 239.)

    [54] Basta con que hablemos de un objeto para quenos creamos objetivos. Pero en nuestra primera eleccin,el objeto nos elige ms a nosotros que nosotros a l y loque tomamos por pensamientos fundamentales sobre elmundo a menudo confidencias sobre la juventud de nues-tro espritu. A veces nos maravillamos' ante un objeto~legido;acumulamos las hiptesis y los sueos; formam?sas convicciones que tienen la apariencia del saber. Sm

    la fuente inicial es impura: la evidencia primeraes una verdad fundamental. De hecho, la objetividad

    cit:mtfi

  • minar a los hombres, iguales, hermanos, la simpata es lab~se del mtodo. Pero ante este mundo inerte que noVIvecon nuestra vida, que no sufre ninguna de nuestraspenas, ~ que no exalta ninguna de nuestras alegras, de-bemos Impedir cualquier expansin, burlamos de noso-tros mismos. Los ejes de la poesa y de la ciencia en unprincipio son inversos. Todo lo que puede esperar la filo-sofa, es convertir la poesa y la ciencia en complemen-tarias, unirlas como dos contrarios bien hechos. Hay queoponer pues al espritu potico expansivo, el espritu cien-tfico taciturno para el que la antipata previa es una sanaprecaucin. (Psychanalyse, cap. 1, p. 9-10.)

    b) La nocin de hecho cientfiop'

    [55] La duda universal pulverizara irremediable-mente el dato en un montn de hechos heterclitos. Nocorresponde a ninguna instancia real de la investigacincientfica. La investigacin cientfica reclama en vez dela exhibicin de la duda universal, la constitucin de unaproblemtica. Tiene su punto de partida real en un pro~blema, aunque est mal planteado. El yo cientfico es en-tonces programa de experiencias, mientras que el no-yocientfico ya es problemtica constituida. En fsica mo-derna no se trabaja nunca sobre el desconocido absoluto.A fortiori, contra todas las tesis que afirman una irracio-nalidad fundamental, no se trabaja sobre lo incognoscible.

    Dicho de otro modo, un problema cientfico se planteaa partir de una correlacin de leyes. A falta de un proto-colo preliminar de leyes, un hecho limitado a una cons-tatacin corre el riesgo de ser mal comprendido. Msc?ncretamente, afirmado dogmticamente por un empi-nsmo que se aferra a su constatacin, un hecho se infeu-da en tipos de comprensin sin relacin con la cienciaactual. De aqu los errores que la ciudad cientfica no semolesta en juzgar. El que haya comprendido, por ejem-

    p~o, la teora cientfica del punto de roco tiene concien-'~Iade aportar una prueba definitiva que cierra una anti-SUacontroversia. La tcnica de un higrmetro como los~e Daniell.o Regnault- para citar slo aparatos conoci-d?s a medlado~ ~el siglo XIX- da una garanta de objeti-VIdadmenos facI1de obtener con una simple observacinnatural. Una vez recibida esta leccin de objetividad,:_:pos.e.puede com~ter el error de un Renan que cree poderrectIf~?ar ~l sentIdo comn en estos trminos: El vulgotambIen pIensa que el roco cae del cielo y apenas cree~ cientfico que le asegura que sale de las plantas 1. Am-bas afirmaciones son igualmente falsas; las dos llevanla marca de un empirismo sin organizacin de leyes. Si elroco cayera del cielo o si saliese de las plantas, slo sus-citara una mnima problemtica. El fenmeno del rocoest racionalizado por la ley fundamental de la higro-metra ligando la tensin del vapor a la temperatura. Apo-y~?o en la racionalidad de esta ley, es posible, sin apela-ClOnalguna, resolver el problema del roco.e Otro historiador, muy preocupado por el pensamientocientfico, es vctima de un error, como Renan. Taine es-cribien~o en 1861a su amigo de Suckau quiere ponerloal cornente de los acontecimientos de la ciencia en los-ltimos meses: En estos momentos se estudia la luzcon mucho inters; las experiencias de Fizeau demuestranque corre ms rpidamente en el agua que en el aire, ylas de Becquerel hijo demuestran que todos los cuerpos~on fosforescentes (Correspondance, t. n, p. 214).La luzdt:va ms deprisa en el agua que en el aire. Se hubiera.A~ido que decir lo contrario. Se dir que es un simple;~psus. Sin duda. Pero con este lapsus el fsico queda tanIllrendido como un historiador al que se dira que ellpe de estado de Napolen precedi a la Revolucin148. Ms concretamente, Taine se limita a dar a la ex-

  • periencia de Fizeau el nico valor de un hecho constatado.Si hubiera apreciado esta experiencia a partir de la pro-blemtica que la haca interesante, seguramente no hu-biera cometido este error. La experiencia de Fizeau esms que un resultado, es una conclusin. Es un valor epis-temolgico racional. Se da precisamente como una expe-riencia crucial que decide a favor de la teora de lasondulaciones luminosas contra la teora de la emisin. Sinduda, con la relatividad, se volver a plantear el proble-ma, una problemtica ms amplia requerir nuevos co-mentarios. Pero hace un siglo, la experiencia exiga ya unlargo comentario, una valoracin, pues representabaun valor epistemolgico eminente. Era algo ms que unhecho histrico, ms que un hecho que resulta de unaconstatacin. Resolva un problema. (Rationalisme, cap.III, p. 52-53.)

    [56] En estas condiciones, un mundo que tiene yauna seguridad objetiva se nos presenta como una serie deproblemas bien definidos. Esta situacin ha sido muy biendefinida por varias notas de Georges Bouligand en lasque el sabio matemtico presenta con toda la claridaddeseable la dialctica de la sntesis global, (estado actualde los conocimientos matemticos) y problemas claramen-te planteados en funcin de esta sntesis global. En el te-rreno del conocimiento cientfico de lo real, la situacinno est sin duda tan clara como la situacin caracteriza-da por Georges Bouligand respecto al progreso de lasciencias matemticas. Sin embargo la situacin plantea lamisma dialctica. De hecho si se quisiera describir la acti-vidad del pensamiento cientfico en el estilo ya clebredel existencialismo, habra que decir que el pensamientocientfico est sistemticamente en situacin de obje-tivacin precisa, de objetivacin que se expone como una

    cala de precisin. Aqu vemos todava la enorme supe-oridad de instruccin metafsica del objeto cientficoOre el objeto de experiencia comn, ya que es en el ex-emo de la objetivacin cada vez ms precisa que inter-'enen las funciones importantes de la racionalizacin

    'del objeto. En vez del dualismo de exclusin del sujetoy del objeto, en vez de la separacin de las substanciasmetafsicas cartesianas, vemos actuar la dialctica de co-nexin entre los conocimientos objetivos y los conocimien-tos racionales.

    En el trabajo de la precisin cientfica se pueden ob-tener los elementos de una revolucin copernicana de laobjetividad. No es el objeto quien designa la precisin, esel mtodo. Se comprender este matiz metafsico si nosremitimos a alguna medida primitiva. Por ejemplo, sedice que li.palabra quilate viene del nombre de un rb~l deAfrica (kuara) cuyas semillas, ya secas, pesan aprOXIma-damente 10 mismo. Los indgenas confiados en esta regu-laridad se sirven de este grano para pesar el oro. Aspues en un primer uso, se utiliza con toda ingenuidad,de una regularidad natural, para determinar una preci-sin tcnica, y esto en una medida de metal precioso. Esnecesario invertir la perspectiva para fundar el racionalis-IDode la medida.

    Claro est, un objeto puede determinar muchos tiposde objetivacin, muchas perspectivas de precisin, puedepertenecer a problemticas distintas. El estudio de ~namolcula qumica puede desarrollarse en la perspectIva

    '0 de la qumica y en la perspectiva de la espectrografa. Detodos modos, un objeto cientfico slo es instructor re~-pecto a una construccin preliminar que hay que rectl-ficar, que hay que consolidar.. De este modo estamos siempre ante la misma parado-ja :el racionalismo es una flosofa que contina; nuncaes realmente una filosofa que comienza.

    "En estas condiciones, cualquier experiencia sobre la

  • realidad ya informada por la ciencia es al mismo tiempouna experiencia sobre el pensamiento cientfico. Esta ex-periencia doblada del racionalismo aplicado est dispues-ta a confirmar discursivamente una existencia, a la vezen el objeto y en el sujeto. La existencia del sujeto ra-cionalista no podra comprobarse con el modelo unita-rio. Toma confianza con su poder dialctico. Es eminente-mente dialctica y discursiva ya que debe actuar fuerade s y en s asumiendo una substancia y una existencia.Si hacemos ontologa, es necesario que sea ontologa deun devenir psquico que provoca una ontogenia de pensa-mientos.

    Cmo no ver entonces que el objeto designado y elobjeto instructor corresponden a dos instancias de obje-tivacin radicalmente distinta