Bellido - Prospeccion Al Fenomeno Del Bullying

Revista Estudios Policiales Nº6, junio de 2010

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PROSPECCIÓN AL FENÓMENO DEL BULLYING Y LA VIOLENCIA ESCOLAR

Erick Bellido Yáñez*

En Chile, cerca de un tercio de los niños y adolescentes son agredidos en el ámbito escolar. Así se desprende al cotejar diversos estudios realizados por algunas instituciones privadas y estatales, tales como el Ministerio del Interior, el Ministerio de Educación, la Universidad del Desarrollo, Valora UC y Paz Ciudadana, todas entidades preocupadas de hacer seguimiento a la temática convocante: la violencia escolar. No obstante, pese a los abundantes trabajos de investigación y estudios cuantitativos, aún se siguen aplicando instrumentos metodológicos diferentes no homologados, por lo que la percepción de la problemática es variable y relativa.

A modo de ejemplo, según cifras aportadas por la División de Seguridad Pública del Ministerio del Interior, tras efectuar el segundo Estudio de Violencia en el Ámbito Escolar (2008), se logró determinar que en Chile el 10,7% de los estudiantes se declaran víctimas de matonaje, amenazas y discriminación permanentes, estableciendo con ello que estamos frente a un fenómeno social de seria consideración, el cual también se conoce mediáticamente como ‘bullying’. Al comparar los antecedentes con una encuesta realizada por la misma cartera ministerial en 2006, se logra establecer un aumento significativo de agresiones físicas, subiendo cuatro puntos porcentuales en dos años.

A pesar de que la victimización disminuyó y el reporte de participación en agresiones también bajó, las cifras aportadas por el mismo sondeo indican que más del 35% de los alumnos entre primero y segundo básico declararon percibir agresiones entre escolares al menos una vez a la semana. Mientras se esperan los resultados de la última medición, terminada en diciembre de 2009, las iniciativas de prevención emergen como la fórmula más idónea para hacer frente a la evolución de un fenómeno que llegó para quedarse, cuyas causas y consecuencias se explican más adelante.

Las autoridades políticas se encuentran muy alertas, pues el Ministerio de Educación (Mineduc), a través de la Oficina de Atención

* Subcomisario. Periodista, Licenciado en Comunicación Social. Departamento de Apoyo y Acción Comunitaria, PDI

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Academia Superior de Estudios Policiales

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Ciudadana y de Resguardo de Derechos 600 MINEDUC, recibe a la fecha un promedio semanal de sesenta denuncias por agresiones escolares.

El año 2008 se registraron 1.812 casos de maltrato en el ámbito escolar, cifras correspondientes a denuncias asociadas a maltrato físico, psicológico y maltrato entre pares. De esta forma, al comparar la realidad del año 2008 con el 2009, se logra establecer que en un año, las denuncias por situaciones de violencia entre pares al interior de recintos escolares creció en un 77%.

Paralelamente, el Servicio Nacional del Menor (SENAME) reportó que en 2009 debió derivar cerca de 185 jóvenes, mayores de 14 y menores de 18 años, hacia centros semicerrados y cerrados, en su mayoría por ocasionar lesiones de diversa índole a pares al interior de recintos estudiantiles.

Dado que desde el año 2008 a la fecha han aumentado exponencialmente los casos que se formalizan en fiscalía ante problemas gestados en el ámbito escolar a jóvenes en edad de imputabilidad, por infracción a la Ley 20.084, Ley 20.14 y Ley 20.000, principalmente por los delitos de amenazas, lesiones, porte ilegal de armas, venta y consumo de drogas al momento de ser judicializados, la problemática automáticamente pasó a ser preocupación de la PDI, y no con el afán de criminalizar las agresiones o el matonaje reiterado en el tiempo entre adolescentes, sino con el objetivo de mitigar la escalada de violencia mediante la creación de estrategias orientadas especialmente hacia reforzar la prevención desde la óptica que brinda la policiología.

A modo de ejemplo, pese a no estar tipificados como delitos el llamado bullying y ciberbullying, estos pueden ser abordados indirectamente mediante la legislación vigente por amenaza, figura contenida en el Código Penal en los artículos 296 y 297. Ello, ya que el delito consiste esencialmente en amenazar de manera permanente, seria y verosímil a otro con el ánimo de causar en su persona, honra y propiedad, un mal constitutivo de delito. Por ende, algunas conductas de violencia escolar reiteradas pueden constituir también los delitos de injurias o calumnias, figuras claramente contenidas en el Código Penal en los artículos 416 y 420.

Producto de los antecedentes y cifras esbozados, la PDI desde hace un tiempo a la fecha abre espacios para la reflexión y el debate en


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torno a fórmulas de mediación y resolución de conflictos, con el objeto de determinar las variables sociales que dan origen a la violencia en las escuelas, junto con establecer el perfil de las víctimas, agresores y observadores de acoso por discriminación o matonaje escolar, determinando cuando se está o no en presencia de bullying. Ello para mejorar la dinámica de la buena convivencia al divulgar la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente (RPA) y determinar a quién acudir en caso de agresiones con resultados de lesión o amenazas reiteradas.

MUTAR CONCEPTOS Y PERCEPCIONES

En este contexto, es necesario consensuar miradas y definiciones para comprender de mejor forma la violencia. El Comité Nacional para la Prevención y Control de Lesiones la define de la siguiente manera: “La violencia es el uso de la fuerza con la intención de causar lesiones o incluso la muerte a sí mismo o a otro individuo o grupo(s) e incluye las amenazas de uso de la fuerza para controlar a otro individuo o grupo”. Y el comportamiento humano agresivo: “involucrando el uso de la fuerza física, psicológica o emocional, con la intención de causar daño a sí mismo o a otros”.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la violencia como: “Intención, acción u omisión mediante la cual intentamos imponer nuestra voluntad sobre otros, generando daños de tipo físico, psicológico, moral o de otro tipo”.

Entre tanto, la Comisión para el Conocimiento y el Control de los Comportamientos Violentos elegida por la National Academy of Sciences de Estados Unidos adoptó la siguiente definición de violencia: “Comportamientos de individuos que amenazan, intentan infligir o infligen un daño físico a otros de forma intencionada”. Para objetivar la percepción de la violencia se debe consignar a la vez el concepto de “conflicto”, el cual alude a aquellas situaciones en que dos o más personas entran en oposición o desacuerdo de intereses y/o posiciones incompatibles donde las emociones y sentimientos juegan un rol importante, y la relación entre las partes puede terminar robustecida o deteriorada, según la oportunidad y procedimiento que se haya decidido para abordarlo en términos sistémicos al interior de una comunidad.


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Si este concepto es trasladado al ámbito escolar, podemos comprender que los conflictos conviven entre los actores educativos y, generalmente, se asocian a faltas o vulneración de normas que son sancionadas por una autoridad escolar. En este sentido, es posible sostener que los conflictos interpersonales no siempre surgen por una infracción a las normas, sino de la propia relación entre dos o más actores educativos; por consiguiente, en estos casos no siempre procede sancionar o castigar, sino más bien generar otra condición para llegar a una aclaración del conflicto y su posterior resolución con asistencia del profesorado y la comunidad escolar. Visto de este modo, frente a casos de conflicto, aparece como primera opción clarificar qué situación corresponde a su dinámica interna, determinando las posibles formas de abordarlo, junto con reconocer las habilidades necesarias para instaurar dinámicas direccionadas a resolver conflictos. De esta forma, se marca una diferencia en los establecimientos educacionales, pues al ser capaces de abordarlos con sentido de comunidad se puede lograr frenar las asimetrías y malas prácticas escolares por imposición de jerarquías o percepciones erráticas.

Pero no siempre la resolución pacífica de conflictos se logra al interior del ámbito escolar, pues los problemas de convivencia y violencia escolar avanzan escaladamente, colocando en alerta a las autoridades.

Desde siempre la violencia ha coexistido al interior de los establecimientos educacionales en Chile. Por ende, generación tras generación hemos escuchado historias de abuelos, padres e, incluso, vivenciado en carne propia los estragos que causan las conductas indebidas de acoso, amenazas y peleas directa e indirecta entre escolares.

Sin lugar a dudas, en los últimos diez años el concepto de la violencia entre pares en colegios, liceos y escuelas ha mutado como fenómeno social, razón por la cual ya se acuñó en el conciente colectivo el término “bullying”, concepto que tiene su origen en la palabra en inglés “bull” que significa toro, y que luego pasó a ser resignificado como “matonaje reiterado entre escolares”, transformándose en una noción de uso universal.

Dentro de lo que se entiende como bullying, existen tres aspectos en los que los expertos están de acuerdo: diferencia de poder - fuerza entre la víctima y el o los victimarios; reiteración de las agresiones; e intencionalidad de las agresiones.


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Las agresiones establecidas como bullying se diferencian de alguna situación puntual de conflicto por su perseverancia en el tiempo, por el tipo de violencia que se ejerce desde el que la lleva a cabo hacia quien la recibe y porque tiene como principal objetivo la humillación y desprecio de la víctima.

Otra forma de categorizar el acoso escolar, llamado bullying, es a través de cómo se llevan a cabo las conductas que integran éste concepto:

Bullying directo: Cuando la violencia es desencadenada a través de violencia física hacia la víctima por parte de uno o más victimarios.

Bullying indirecto: Cuando la violencia se constituye dentro de lo que se entiende como acoso psicológico, violencia que no necesariamente es ejercida de manera directa por el victimario, sino que éste se convierte en el que motiva al resto del grupo a molestar, hostigar y violentar, a través de comentarios o dichos hirientes y discriminadores, al afectado/a.

Bullying por asociación: Cuando se castiga, a través de distintas agresiones, a quienes tienen la valentía de defender o ayudar a quien es la persona objeto de las primeras agresiones, convirtiéndose ellos mismos en víctimas de las distintas formas de violencia.

Si bien la prensa cubre con cierta frecuencia denuncias de agresiones ocurridas al interior y exterior de recintos educacionales, sus alcances y dimensiones sociales no resultas tan simples de analizar ni mucho menos de describir, pues los comportamientos antisociales en el ámbito escolar generalmente son multicausales, repetitivos y deliberados, pudiendo incluir desde patadas, golpes, amenazas, robos o destrucción de cosas personales hasta, incluso, la exclusión de actividades, colocar sobrenombres y burlarse distorsionadamente de los pares por causas raciales, políticas, religiosas, culturales y socioeconómicas. Todo lo anterior puede ser causal de que la violencia que algunos niños viven en las escuelas los conduzca a bajar su rendimiento académico, a presentar cuadros depresivos o de ansiedad e, incluso, presentar fobia a ir al centro de estudio, todo ello ante las constantes agresiones y humillaciones de las que se es objeto.

Así, por ejemplo, una situación de bullying mantenida en el tiempo puede traer como consecuencia que un niño no sólo termine con trastornos del sueño, tímido o deprimido, sino que con baja autoestima y refugiándose en su mundo interior, afectando su rendimiento escolar y desenvolvimiento en el núcleo familiar y social.


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En casos más extremos de maltrato en la escuela, liceo o colegio, el niño(a) o adolescente, sea éste una víctima o un agresor, puede incluso o atentar contra su propia vida o la de terceros por experimentar cuadros de ansiedad o severos procesos depresivos. En este sentido, ejemplos de casos extremos reales sobran, y no únicamente los que se han vivido en Estados Unidos, España y Colombia, donde centenares de escolares han sido víctimas de violencia en reiteras ocasiones, al tener la facilidad de acceder a armas de fuego, llegando incluso a disparar en sus escuelas, generando episodios dramáticos de asesinatos múltiples o suicidios. Afortunadamente, en Chile no se ha llegado a tal situación, pero la manera más segura de evitar una tragedia es tratar los problemas de conducta de manera oportuna, alineando experiencias, visiones y estrategias intersectoriales con objeto de aplacar la potencial presencia de armas de fuego y armas blancas al interior de recintos escolares, tema de preocupación permanente de las autoridades de gobierno, policías, directivos, sostenedores, docentes y apoderados.

A raíz de lo descrito, es lógico postular que colegios, escuelas y liceos, además de proporcionar conocimientos, son instituciones responsables de asegurar la integridad física y la seguridad mental de la comunidad estudiantil, puesto que si una persona agrede a otra en el patio o en el aula de un recinto educacional se deben canalizar estos problemas oportunamente, e incidir en las familias para que frente a hechos de gravedad se rompa el silencio y se dé aviso oportuno o denuncien los casos, en primera instancia a las autoridades de los establecimientos educacionales y, de no tener estos la debida acogida, buscar apoyo en tribunales de familia, policías o fiscalía.

No obstante, antes que lamentar o denunciar actos que eventualmente pudieran ser constitutivos de delito, es clave promover previamente campañas de concientización social o programas de intervención especiales contra el bullying, con el objeto de inculcar una cultura de la tolerancia y del entendimiento, propiciando que los niños respeten las diferencias de otros, como las características físicas especiales, por ejemplo: trastornos de lenguaje y obesidad, casos en que los niños y jóvenes están más propensos a ser blanco de burlas.


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ABORDAJE POLICIAL ESTRATÉGICO

La PDI, tras efectuar una alianza estratégica con el Ministerio de Educación, el Ministerio del Interior y Ministerio Público, logró configurar la primera georeferenciación denominada “Análisis estratégico de delitos asociados a violencia escolar (Bullying) en Región Metropolitana, periodo 2007 – 2009”, desarrollada por la Jefatura Nacional de Delitos Contra la Familia a través del DACOM y el SIG, y cuyo objeto fue detectar conductas violentas y patrones delictuales en establecimientos educacionales.

De un total de 2.030 casos registrados, se logró situar en el mapa del gran Santiago 1.776 eventos de violencia entre escolares producida en el contexto colegios, escuelas y liceos, logrando establecer que la prevalencia aumentó en un 16%, antecedente destacado el 18 de mayo de 2010 en el marco del lanzamiento de la Campaña Nacional “No + Bullying” realizada en el Aula Magna de la Escuela de Investigaciones Policiales.

En la ocasión, el ministro de Educación, Joaquín Lavín, no sólo apoyó el emprendimiento prosocial liderado por la PDI, sino que, además, señaló la necesidad de hacer respetar la buena convivencia escolar sin violencia, no sólo en las salas de clases, sino también en todos los espacios que ofrecen los colegios.

A raíz de la georeferenciación se logró determinar una serie de antecedentes claves para monitorear la dinámica en que evoluciona esta problemática social. A modo de ejemplo, de los casos de bullying se establece que son más frecuentes en colegios particulares subvencionados, donde se concentra el 67%; en segundo lugar están los establecimientos municipales registrando un 24,9% y finalmente, colegios particulares no subvencionados con un 6,3%. Según estos antecedentes, el día de semana en que se produce la mayor cantidad de denuncias es el día lunes (21%), produciéndose una concentración de un 61% entre los días lunes y miércoles, conllevando a una baja los días restantes de la semana.

Con los múltiples antecedentes obtenidos, ya se puede detectar las comunas y colegios que presentan mayor prevalencia de denuncias por casos de violencia física con resultado de lesiones, amenazas y violencia psicológica con agresiones leves.


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El análisis temporal arrojó que el mes en que se produce la mayor cantidad de hechos delictuales es octubre (17%). Por otro lado, es necesario destacar que entre los meses de agosto y diciembre se produce una concentración de un 63% de los casos, es decir, tienden a concentrarse a fin del año.

Las comunas que agruparon mayor cantidad de denuncias en la Región Metropolitana fueron Maipú (199 denuncias, equivalentes al 11%); Santiago (199 denuncias, equivalentes al 11%); Puente Alto (178 denuncias, equivalentes al 10%); La Florida (130 denuncias, equivalentes al 7%). Es importante destacar que estas comunas son precisamente las que cuentan con mayor cantidad de habitantes en la Región Metropolitana.

Precisamente Puente Alto es –según datos del INE del censo de 2002– la comuna que cuenta con mayor cantidad de habitantes (492.915), pese a que según proyecciones del mismo ente, Maipú (468.390) la habría superado en población (626.419 contra 605.010 habitantes); incluso, según la Municipalidad de Maipú para el año 2010, alcanzará una población de 805.000 habitantes. Por su parte, La Florida cuenta con 365.674 habitantes y Santiago con 200.792. Seguidamente, pero más alejado de los primeros lugares, se encuentra Ñuñoa con 163.511 habitantes.

En este contexto, se desprende del análisis que en general el clima al interior de los colegios se ha venido deteriorando de forma sistemática con hechos de violencia graves en los últimos años, incluso con participación de profesores como víctimas o agresores; además de observar situaciones que comienzan como simples bromas, pero que conducen a generar agresiones con alta violencia, por abusos, amenazas, humillaciones y situaciones de discriminación que terminan resolviéndose con agresiones con resultados de lesiones graves que llegan incluso a la fase de judicializar.

Por lo anteriormente expuesto, el fiscal nacional, Sabas Chahuán, quién apoya el emprendimiento de la Campaña Nacional “No + Bullying” creada por la PDI a través del DACOM, sostiene al respecto que este tipo de ofensivas son señales claves y necesarias para que los adolescentes y jóvenes tomen conciencia de que sus actos, si no son medidos y racionalizados de forma oportuna, pueden llegar a ser constitutivos de una figura tipificada como delito.


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Cabe destacar que la referida campaña consiste en brindar a la comunidad asesoría mediante entrega de material educativo, aplicación de encuestas y charlas preventivas efectuadas por detectives en los colegios y liceos a profesores, apoderados y estudiantes de educación básica y media. Junto con ello, la PDI, en alianza con el Mineduc, habilitó la línea 6006002626 para realizar consultas y denuncias.

Tal como lo destacara el prefecto Guillermo Alarcón, jefe de la Jefatura Nacional de Delitos Contra la Familia, resulta estratégico mirar prospectivamente hacia el futuro en pos de brindar soluciones concretas a los problemas del presente, ya que sin duda es necesario intervenir de forma consciente y rigurosa cuando emergen situaciones de descontrol, desorden y agresión, pues sin mediar técnicas de prevención de la violencia y la delincuencia nos quedamos, literalmente, estancados a medio camino. Por ende, comprender y encarar la realidad es una necesidad humana vital y permanente, más aún, cuando coexisten problemáticas multicausales que son interpretadas falazmente, tendenciando lecturas arbitrarias y equívocas que hacen que la realidad en ocasiones se distorsione al momento de ser revelados patrones o estereotipos de violencia o determinar si los complejos fenómenos de la violencia juvenil surgen producto de vectores genotípicos, fenotípicos, sociales, circunstanciales, fortuitos u otros elementos que inciden en el proceso individual del desarrollo psico-emocional de cada persona.

Temas emergentes de tendencia negativa como el bullying, ciberbullying, sexbullying y grooming evidentemente exigen a la policía un constante monitoreo, al igual que a todas las entidades e instituciones contrapartes, especialmente al momento que comienzan a incrementarse los casos judicializados con penas privativas de libertad, teniendo como protagonistas a los adolescentes imputables ante la ley; pero también, colocando en jaque al sistema judicial y penal al momento que toma igual protagonismo la comisión de comportamientos preocupantemente violentos, protagonizados por niños y niñas inimputables y sin discernimiento.

Lo citado claramente abre espacios para repensar la necesidad de explorar e implementar nuevos criterios de abordaje, innovando con las herramientas metodológicas de prevención congnitivo-conductuales, las cuales se pueden anclar al interior de los establecimientos educacionales, junto con ser consensuadas o visadas al alero de mesas de trabajo


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multisectoriales, donde se sumen voces del ámbito público y privado, con el objeto de abordar a fondo los acontecimientos, acciones y consecuencias que terminan por afectar directa e indirectamente a todos los actores que están involucrados en hechos violentos desencadenados desde el ámbito escolar, vale decir, para sus víctimas, victimarios, observadores y otros entes intervinientes del sistema.

DEL CONTEXTO GLOBAL AL NACIONAL

A partir del año 2000, países como Brasil, Argentina y Chile en el extremo sur, así como Puerto Rico, México y Estados Unidos en el norte de América, parecen ser las únicas naciones con estudios de prevalencia a nivel nacional que ligan el tema de la convivencia escolar con el problema de la seguridad ciudadana.

Según diversos observatorios de la convivencia escolar que se encuentran disponible on line, existe una fuerte presencia de metodologías de corte cualitativo y estudios exploratorios referentes a la violencia escolar y el bullying, pero escasa investigación aplicada y estudios de evaluación de experiencias de intervención a nivel de todo el continente americano. Lo anterior se debe a la escasa participación en estudios multinacionales, como los desarrollados por ejemplo por la OMS, en los que participaron activamente Chile, Guyana, Venezuela, entre otras naciones. O el desarrollado por Fundación Ideas, en el que participaron Argentina, Chile, Brasil, México, Puerto Rico y España. Sin dejar de mencionar el esfuerzo que se logró desplegar con la investigación desarrollada por el Observatorio Europeo de Violencia Escolar, en la que se consignó la experiencia de Brasil y Chile, además de países de Europa y algunas naciones de África. No obstante, pese a los esfuerzos realizados, todos los estudios denotan serios problemas metodológicos de comparación y cooperación entre los diversos países. En muchos casos no corresponden a estudios específicos, sino a parte de estudios más globales, lo que genera una distorsión en la interpretación de los datos analizados.

Si bien Chile es probablemente el país con mejores estadísticas nacionales sobre el tema en la región y, sin duda alguna, un referente a seguir pues cuenta con un Programa Nacional de Convivencia Escolar, hay países como España que van a la vanguardia en la prospección y vías


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de solución al problema en cuestión. Y naciones como Colombia, que desde hace un par de años a la fecha cuenta con una Política Educativa para la Formación Escolar en la Convivencia, además del Programa de Competencias Ciudadanas.

Mientras tanto en Chile se estudia la implementación de profundas reformas al estatuto docente y se busca equilibrar la igualdad social al momento de entregar educación de calidad, tomando en consideración que se trata de desafíos de largo aliento. No obstante, gran parte de las políticas nacionales ligadas al tema surgen después del año 2000. La convivencia escolar ha sido el enfoque más abordado, privilegiando la promoción y la prevención primaria principalmente, ahí donde otros países del orbe también han incorporado prácticas de prevención secundaria y reparación, ligadas a políticas públicas como: seguridad ciudadana, convivencia escolar y formación ciudadana, resolución de conflictos y salud mental.

Curiosamente, de todas las políticas públicas señaladas, la Convivencia Escolar y Formación Ciudadana son el tipo de estrategias más difundidas en América Latina y el Caribe, pues se basan en la formación de un nuevo ciudadano en un contexto democrático, integrando la tolerancia, el respeto a la diversidad, la sana convivencia, la educación para la paz y los derechos humanos; en consecuencia, son fundamentalmente programas de promoción de valores.

CASUÍSTICA RECIENTE

Pese a los esfuerzos que se despliegan, desafortunadamente la coyuntura hace volver el eje de las miradas hacia el entorno social, pues deja al desnudo, semana tras semana en nuestro país, nuevos episodios de violencia asociados al matonaje en las escuelas.

Desde que a fines del mes de febrero de 2010 se inició el periodo escolar, rápidamente han emergido denuncias por casos de violencia escolar. Es así que hasta mayo del año en curso, se reportan cerca de 600 casos que encienden la polémica y alertan a la opinión pública.

Casos sobran, como el experimentado por el menor de 15 años identificado con las iniciales S.A.L.: al finalizar el mes de mayo salió de su estado de extrema gravedad y con riesgo vital en el Hospital Barros Luco, luego de ser agredido a fines de abril con un fierro por parte de


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otro menor de la misma edad, de iniciales H.H.G., ambos estudiantes del Liceo Espíritu Santo de la comuna de San Joaquín. Los antecedentes, recogidos por la Brigada de Homicidios, indican que los hechos se comenzaron a desarrollar al interior del establecimiento escolar, cuando un menor de 10 años se enfrascó en una pelea con H.H.G., lo que derivó en que el primero fuera a buscar a su hermano para lo que defendiera. En esa instancia, los dos adolescentes se desafiaron a pelear en la plaza de la población El Pinar. Una vez en ese sitio, S.A.L. se molestó por la ausencia de su rival, a quien fue a buscar a su hogar premunido de un bastón retráctil, pero el otro menor lo sorprendió cuando lo interceptó y lo atacó con un fierro antes de llegar a su destino. Como resultado de la agresión, la víctima resultó con fractura de cráneo y contusión intracerebral, lesiones que lo dejaron internado grave y con riesgo vital por casi un mes en el Hospital Barros Luco, recinto donde llegó transportado por su familia. El joven imputado actualmente se encuentra sorteando un proceso judicial por infracción a la Ley 20.084.

Otra compleja historia es la vivida por el menor V. G., niño de siete años y alumno de segundo básico que fue víctima de maltrato entre pares y bullying en el Colegio Crisol en la comuna de La Florida, y que fue dado de alta durante la segunda quincena de abril en el Hospital Sótero del Río, ello tras sufrir lesiones graves después de caer por una mampara de vidrio al huir de sus compañeros, produciéndose múltiples cortes en brazos y manos, justo mientras su madre se quejaba con la jefa de UTP del colegio de las reiteradas agresiones que experimentaba su hijo dentro y fuera del aula. Actualmente, el niño se encuentra estable, pero con serias secuelas de movilidad en ambas manos, razón por la cual debió ser intervenido quirúrgicamente.

Desafortunadamente, no son hechos aislados casos como el experimentado por este pequeño. La intimidación, el maltrato psicológico y la violencia escolar existen al interior de la mayoría de los colegios, sin distinción de géneros, condición social ni edad. Otro caso complejo se registró durante la segunda quincena de abril de 2010, esta vez en la ciudad de Valparaíso, en el Colegio Matilde Brandau de Ross. Al interior del recinto estudiantil se produjo un grave incidente que terminó con dos jóvenes heridos con arma blanca. Tanto el agresor como la víctima resultaron con lesiones de consideración, por lo que ambos debieron ser trasladados hasta el Hospital Van Buren


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en la V Región. El incidente se inició a las 10 de la mañana, cuando los estudiantes estaban en la fila esperando el desayuno. En dicho lugar permanecía un menor de 13 años de iniciales R.C.V. quien esperaba con su mochila en la espalda. Sorpresivamente comenzó a ser molestado por un alumno de 16 años, de iniciales J.J.O.O., hecho que observó el hermanastro del primero, de 18 años, de iniciales O.A.V. Este último intervino en la situación con el objeto de evitar la agresión del pequeño, lo que provocó la ira del joven de 16 años, quien extrajo una cortaplumas y le propinó una herida penetrante en la región lumbar al mayor de edad. El agresor, en tanto, resultó con el tendón cortado del dedo meñique.

La presencia de menores armados al interior de establecimientos educacionales es un tema que preocupa a las autoridades de la Región de Valparaíso, pues el pasado 6 de abril un estudiante del liceo Ciudad de Quillota llegó con una pistola Lorcin calibre 32, la que extrajo para amenazar a un compañero con el cual sostenía una fuerte riña. El alumno de 14 años fue detenido y formalizado por la Fiscalía por los delitos de amenazas simples, lesiones leves y porte ilegal de arma de fuego.

Y podemos seguir sumando ejemplos, como el de un alumno de 14 años que fue víctima de una agresión con arma blanca al interior del colegio Gaspar Cabrales, mientras que en el Liceo Politécnico Alfredo Nazar, de Playa Ancha ocurrió un caso similar tras la hora de almuerzo. En dicha oportunidad, alumnos de segundo año medio se dirigieron a su sala de clases hasta donde llegaron dos estudiantes, uno de segundo medio y otro de tercero, los que ingresaron por una ventana, por lo que fueron reprendidos por sus compañeros.

Todo lo anteriormente expuesto reafirma la necesidad de reforzar el trabajo al interior de los colegios para prevenir dichas agresiones o adoptar medidas más drásticas como la instalación de detector de metales, tal como lo propuso la alcaldesa de Huechuraba, Carolina Plaza.

INTERVENIR A TIEMPO

Sin lugar a dudas, la intervención debe incluir a toda la comunidad escolar, ya que, según expertos de Paz Ciudadana, se deben modificar las normas de convivencia e incluso la infraestructura de los planteles. Es que en vez de preguntarnos ¿cómo hacer para que los escolares no peleen?, o


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¿cómo esperamos que sean los alumnos en los colegios y liceos de Chile? hay que pensar en nuevas estrategias direccionadas a cambiar ámbitos en un plazo de tres años, logrando reducir al mínimo las agresiones.

Hoy, diversos especialistas en convivencia escolar y bullying plantean que se debe terminar de una vez de revisar los libros de inspectoría para transformarlos en información y saber en qué aspectos hay que intervenir y cómo. Si bien estamos frente a un trabajo complejo y de largo aliento, se puede prevenir.

El Ministerio de Educación, en conjunto con parlamentarios de diversas bancadas, y miembros de la Comisión de Educación en el Congreso, explora mecanismos que establezcan la factibilidad de que se elabore un plan de convivencia escolar que detenga este tipo de actos de violencia al interior de los establecimientos educacionales. El hecho de que las autoridades políticas estudien a fondo esta situación denota su preocupación por frenar el problema, antes de que se agudice, tal como ocurre actualmente ocurre en Estados Unidos, donde no sólo se han puesto detectores de metales a la entrada y salida de los colegios para frenar la violencia juvenil, sino que se comienzan a adoptar nuevas medidas paliativas, como el toque de queda para los menores de edad y el endurecimiento de las sanciones legales para adolescentes que infringen en las escuelas la Ley. DISMINUIR EL MATONAJE Y LA VIOLENCIA ESCOLAR

Diversas son las iniciativas. En la comuna de Estación Central, por ejemplo, se implementó la capacitación de mediadores, donde son los propios alumnos quienes ayudan a intervenir situaciones de conflicto antes de que los eventos se agraven y se perpetúen en el tiempo. Es que la mediación escolar constituye un método de resolución de problemas entre escolares, mediante la intervención imparcial de una tercera persona, con la finalidad de que preste ayuda a las partes implicadas en una disputa, a fin de alcanzar por sí mismas un acuerdo satisfactorio, salvo en el caso de que haya existido maltrato entre iguales o se trate de conductas con trascendencia de tipo penal. Pero, ciertamente, el proceso de mediación se utiliza en Chile como una estrategia preventiva en la gestión de conflictos entre miembros de la comunidad educativa, se deriven o no de conductas contrarias o


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gravemente perjudiciales para la convivencia del recinto escolar. También se utiliza la mediación como una formula de reparación o de reconciliación, una vez aplicada la medida correctora, a fin de restablecer la confianza entre las personas y proporcionar nuevos elementos de respuesta en situaciones homologables que se puedan llegar a generar. En consecuencia, la mediación opera siempre y cuando las partes en conflicto acepten voluntariamente el proceso de diálogo con un tercero interventor. Clave es aquí que las partes involucradas acepten el compromiso de cumplir los acuerdos adoptados, siempre con el patrocinio de los padres, los docentes y la dirección del establecimiento educacional. Otras modalidades aplicadas como soluciones preventivas y correctoras dicen relación con impulsar la creación de comisiones pro convivencia, las cuales dictan pautas para frenar actuaciones contrarias a las normas y compromisos de sana o normal convivencia. En estas instancias juegan un rol clave los centros de padres, los centros de alumnos, el consejo de profesores y el apoyo de orientadores y psicólogos. La idea es detectar, contener y asistir oportunamente determinadas actuaciones que alteren el normal desarrollo de la buena convivencia escolar. Para ello es clave la adopción de claras determinaciones e imposición de medidas correctivas que consignen equilibrada y criteriosamente agilidad en las resoluciones disciplinarias adoptadas, junto con implementar procesos de refuerzo positivo-correctivo de conductas con las máximas garantías para el alumnado. También es dable destacar las estrategias derivadas de políticas de salud, como las impulsadas por la Organización Panamericana de Salud, la cual ha tratado de incentivar principalmente un programa nominado como “programas de habilidades para la vida”, implementado en Chile con relativo éxito. Sin estar directamente enfocada hacia la agresividad escolar, considera estrategias de desarrollo de habilidades sociales, de control de emociones y la prevención de conductas agresivas y violentas.

Si bien diversas iniciativas se han experimentado para contrarrestar y mitigar la escalada de la violencia escolar en Chile, y son muchos los emprendimientos que se han implementado y otros tantos están en pleno proceso de desarrollo, aún faltan caminos por abrir y explorar, pues los estudios indican que, en la práctica, las intimidaciones


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y agresiones siguen en alza.Entre las estrategias diseñadas para prevenir y frenar el acoso

y matonaje escolar encontramos desde la creación e implementación de juegos de salón para niños y niñas en edad preescolar como los implementados por la JUNGI; realización de seminarios y talleres de mediación escolar para resolución de conflictos dirigido a docentes y estudiantes de educación básica y media; hasta la puesta en escena de obras de teatro como “Toro” por la Compañía Teatral Bagaje auspiciada por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, y la obra “Bully” desarrollada por la Universidad UNIACC.

¿CUÁL ES EL DESAFÍO?

Se debe lograr interactuar desde distintos frentes y campos de acción, en busca de mediar salidas concretas, para que a partir del disenso construyamos nuevos consensos conciliadores, que permitan alinear fuerzas positivas a la hora de integrar la voz ciudadana en materias de seguridad pública. Ello cobra especial fuerza al implementar campañas para actuar unificada y alineadamente en red, pues el ser víctima de violencia física, psicológica y social, requiere de esfuerzos múltiples a fin de mitigar a tiempo potenciales daños o secuelas, más aún si ésta se da en la etapa del desarrollo de la pre-adolescencia. Las secuelas que deja ser víctima de la violencia escolar entendida como Bullying son, entre otras, baja autoestima, altos niveles de frustración, sentimientos de tristeza que finalmente se convierten en rabia que puede desembocarse hacia sí mismo o hacia otros. Estas secuelas se ven en el futuro reflejadas en el consumo de sustancias y alcohol, en la delincuencia, la violencia intrafamiliar, la violencia sexual, etc.

La llave maestra de todo lo referido en esta presentación reposa en el concepto de la “prevención” de los distintos fenómenos sociales negativos que se han ido dando en nuestro desarrollo socio-cultural y, evidentemente, deben frenarse a través de la educación y el actuar policial oportuno, ya que los niños son nuestro presente y han de ser nuestro futuro, debiendo por ello ponerse en el centro de nuestras preocupaciones, y así entregarles herramientas que les permitan desarrollarse de una


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manera más sana, echando mano a lo que se tiene hoy al alcance, como por ejemplo: hacer uso de los canales que brinda la mediación, dado que aporta procesos o métodos de resolución de conflictos en el que las partes principales y/o sus representantes, con la asistencia de un tercero imparcial, el mediador, consiguen por sí mismas, a través de la discusión y la negociación, adoptar acuerdos mutuamente satisfactorios dejando atrás la resolución negativa por medio de la violencia.

Tanto el dialogar, el comunicarse de forma adecuada, negociar y adoptar decisiones imparciales, ayudan a elaborar planes o convenios para mejorar las relaciones futuras de una comunidad escolar, abriendo espacios para que esto pueda ser aceptado y cumplido por los participantes, así como su preparación para aceptar las consecuencias de sus propias decisiones.

Y si bien esta es una herramienta del docente, la mediación policial resulta de gran utilidad a la hora de interactuar al interior de comunidades educativas que requieren de la presencia o intervención de la PDI por casos en que hay episodios de violencia y donde los protagonistas resultan ser menores inimputables ante la Ley. Es ahí cuando resulta primordial conocer ciertas técnicas de mediación, como instrumento para asistir persuasivamente en procedimientos que atenúen eventuales desorientaciones de una determinada comunidad educativa.

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Bellido - Prospeccion Al Fenomeno Del Bullying