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Profesor: Humberto A. Rodríguez Sequeiros Lima, mayo de 2013

Castilla Republic Adel Guano

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Profesor: Humberto A. Rodríguez Sequeiros

Lima, mayo de 2013

El “Estado Patrimonial Castillista”, aceitado con el

dinero proveniente de las exportaciones guaneras, legitimado por el discurso cohesionador del “bien común”, esbozado por Bartolomé Herrera, y cimentado sobre la base de múltiples y complejos acuerdos políticos que aún desconocemos, forjó la matriz fundamental de la cultura política peruana.

Estado Patrimonial Castillista

El modelo de institucionalización castillista,

ensayado inicialmente durante el primer gobierno del militar tarapaqueño, 1845-1851, tuvo como base principal la “unión sagrada” de todos los peruanos y la “conjunción nacional” de todas las voluntades. El esquema anterior, fue posible debido a las múltiples clientelas que Castilla logró acumular, a lo largo de su intensa y prolífica carrera política-militar.

Estado Patrimonial Castillista

Las ingentes cantidades de dinero que obtuvo el

país como producto de la venta del codiciado patrimonio fiscal, permitió además de la reconstrucción del alicaído aparato estatal peruano, la recompensa puntual a las innumerables clientelas del gobierno. La renta guanera posibilitó, en consecuencia, comprar la tregua política, estableciendo un relativo periodo de paz en el territorio nacional.

Estado Patrimonial Castillista

Bartolomé Herrera y su discurso cohesionador

Fue uno de los ideólogos mas efectivos que tuvo Castilla.

Para la puesta en marcha de la política unitaria castillista resultó fundamental el sustento ideológico que le proveyó el discurso, autoritario cohesionador, de Bartolomé Herrera.

El discurso ideológico herreriano, expresado con

claridad durante las exequias del general Gamarra, el 4 de enero de 1842 y en la conmemoración de la independencia nacional, el 28 de julio de 1846, buscó promover básicamente, la reconstrucción de la legitimidad política perdida, el respeto por la autoridad, y la vuelta a la unidad nacional.

Bartolomé Herrera y su discurso cohesionador

Bartolomé Herrera y su discurso cohesionador

Así, el concepto cohesionador que se manejó fue el de “amor a la Patria.”

Teniendo como antecedente la “simbólica” muerte

de Gamarra en Ingavi, Herrera señaló en las exequias del militar, que la inestabilidad política peruana y el evidente fracaso del ejército nacional en Bolivia se debían principalmente, a la pérdida del sentido de obediencia cívica.

Bartolomé Herrera y su discurso cohesionador

Esta carencia, junto con el “espíritu secreto de

partido”, que desde las luchas de la emancipación reinaba en el país, habían colaborado a la humillante derrota peruana a manos del “miserable brazo boliviano”.

Herrera señaló que la fuente de la autoridad política, legitimamente establecida, provenía de Dios y por ellos quien la resistiera atentaba directamente contra la divinidad.

Bartolomé Herrera y su discurso cohesionador

En el celebre discurso enunciado con ocasión de los

veinticinco años del juramento de la Independencia, Herrera recusó el planteamiento que la soberanía residiera en el “pueblo”, y proclamó la doctrina providencial del poder. El pueblo es quien “consiente” la soberanía del que manda, pero no es su origen ni

Bartolomé Herrera y su discurso cohesionador

quien la “delega”. La idea republicana que todos los

hombres son iguales y capaces de aspirar a los puestos de mando de la nación, era una falacia, para este pensador.

Dios había predestinado a hombres para el mando; en situaciones críticas señalaba a un salvador de la patria: el así llamado “hombre providencia”. Las tareas de gobierno correspondían a la clase ilustrada: la aristocracia de la inteligencia.

Bartolomé Herrera y su discurso cohesionador

Bartolomé Herrera y su discurso cohesionador

Las demás clases no debían sino obedecer (y tratar de ilustrarse). Fue la justificación más sofisticada del caudillismo caciquista y el intento de reinstaurar un pacto Estado-Iglesia, resquebrajado desde el siglo XVIII por la dinastía borbónica.

Mientras Herrera, el ideólogo, apuntó a cimentar el

principio de autoridad estatal, mediante la defensa de un ejecutivo fuerte, la gran ilusión de Herrera, el educador, fue la formación de una clase dirigente con la capacidad intelectual y moral necesarias para llevar a cabo las complejas tareas gubernativas que el país requería.

Bartolomé Herrera y su discurso cohesionador

Bartolomé Herrera y su discurso cohesionador

a. Debido a lo anterior es que la labor docente de Herrera, en el Convictorio de San Carlos y en el proyecto de reforma educativa echeniquista, fue la de formar ciudadanos, en el terreno más profundo y sagrado: las conciencias individuales.

En estos debates los liberales defendieron el

otorgamiento del voto a los analfabetos, bajo el argumento que “nadie se engaña en negocio propio”. La concesión de este derecho al voto (que la reforma electoral de 1895 luego eliminaría), junto con medidas como la abolición de la contribución de indígenas y la de la esclavitud, llevó la historiografía a bautizar laguerra civil de 1854-1855 en la Castilla derrocó a Echenique, como “la revolución liberal” peruana.

Los Liberales: Los Hnos. Lazo y Gálvez

Llegó a formular lo que se conoce como “el primer

presupuesto” peruano (el de 1846), que en verdad no llegó a reunir los requisitos de un documento de ese tipo y abolió impuestos de antiguo régimen como el tributo indígena y el diezmo agrario, pero sin remplazar esos gravámenes por otros más acordes al pensamiento liberal, comoimpuestos a la propiedad territorial o a las ganancias, por ejemplo.

Los Gobiernos de Ramón Castilla

Sus gobiernos hicieron la gran parte de la reforma

liberal, como fue abolir las “cargas feudales” que afectaban al campesinado y la tierra, así como extender el derecho al voto a los analfabetos, pero no el complemento necesario de dicha reforma, como era promover la igualdad deoportunidades a través de la educación pública, convertir la tierra en una mercancía, mediante procesos de desamortización agraria, etc.

Los Gobiernos de Ramón Castilla

La causa de ese liberalismo abortado puede hallarse

en la fiebre del guano que comenzó a vivir el país precisamente durante el castillismo. Eso significaría la consolidación del Estado independiente, pero sobre bases económicas y sociales sumamente frágiles, en lamedida que descansaba en una mera inyección de dinero, que no provenía del crecimiento del mercado y la producción internas, sino de una renta convertida en patrimonio del Estado en virtud de la prolongación de principios fiscales coloniales.

Los Gobiernos de Ramón Castilla

El guano fue declarado patrimonio del Estado,

procediéndose en una primera etapa (1841-1849) al arrendamiento de las islas guaneras a diversas compañías. Estas pagaban una suma al Estado, a cambio del derecho de extraer y vender el guano. Estas pagaban una suma al Estado, a cambio del derecho a extraer y vender el guano.

Debido al aumento del precio, se decidió abandonar este sistema, por el de consignación.

La Revolución del Guano

La Revolución del Guano

Mediante éste, el Estado mantenía la propiedad del

producto hasta el momento de su venta final, aunque la labor de extracción y venta corría a cargo del consignatario. Este trataba de lograr el mayor precio por el guano en el mercado; descontaba sus gastos y su comisión y entregaba las diferencias al gobierno. Este venía al final a quedarse con un 60% del precio bruto.

La Revolución del Guano

Los Consignatarios

El desafío peruano provino de la Sociedad Consignataria del Guano, conformada por los más poderosos comerciantes limeños, que desde 1850 habían estado activos en el tráfico en forma modesta.

Los Consignatarios

Capitalizados con la masiva transferencia de fondos procedentes de la reciente consolidación estatal de la deuda, la sociedad reemplazó a Gibbs en 1862 y se convirtió en el único consignatario a Gran Bretaña, el mercado de guano más importante de Europa. (Peter F. Klarén, 2004:217)

A medida que las ganancias guaneras del grupo y

su acumulación de capital se incrementaban, éste invirtió en diversas empresas, entre ellas los seguros, los ferrocarriles, el gas la inmigración y posteriormente en las compañías de nitratos.

Tal vez las más importantes de ellas fueron los primeros bancos del país, que obtuvieron inmensas ganancias especuladoras con préstamos públicos de corto plazo a veces hasta de treinta y cinco por ciento. (Klarén, 2004: 218)

Los Consignatarios

Con el contrato Dreyfus, Piérola, en buena cuenta,

procuró emancipar al tesoro de las maniobras de los agiotistas, que además de costosas, minaban la soberanía del Estado.

Por el contrato de 1869 la casa Dreyfus se comprometía a vender dos millones de toneladas de guano –aproximadamente seis años de venta- por cuenta del Estado peruano.

El Contrato Dreyfus

Mensualmente Dreyfus enviaría al Estado Peruano

setecientos mil soles, con lo que éste tendría una entrada regular y suficiente para gastos ordinarios. Además cumpliría la función de agente financiero del gobierno peruano y se haría cargo del pago de intereses de la deuda externa del país. En buena cuenta, el Ministerio de Hacienda se había trasladado a la casa francesa. El Estado se había emancipado de la élite plutocrática limeña,

El Contrato Dreyfus

Como era el proyecto de Balta y Piérola, pero al

precio de pender de una casa de negocios extranjera.

Al amparo del contrato Dreyfus el Estado concertó tres grandes empréstitos en el mercado de Londres, entre 1869 y 1872, que llevaron a que prácticamente todos los ingresos del guano no tuvieran más destino que el servicio de esa deuda. Tal fue el legado que el presidente balta dejo a su sucesor, Manuel Pardo. (Cueto y Contreras, 1999:104-105)

El Contrato Dreyfus

El boom también actuó como un imán demográfico

para Lima, incrementando su población de un punto mínimo de cincuenta y cinco mil personas después de la independencia, a 94,195 en 1857, y transformándola físicamente en una metrópoli europeizada, chic pero sobrepoblada.

Los grandiosos bulevares de Lima estaban ocupados por suntuosas mansiones, elegantes

La prosperidad falaz

Las fortunas familiares se incrementaban y las filas

de la plutocracia crecían al mismo ritmo, no solamente con las ganancias de los comerciantes, que casi se triplicaron después de 1845, sino también con el regalo de veinticinco millones de dólares de la “consolidación estatal” parques y nuevos e imponentes edificios públicos.

La prosperidad falaz

La prosperidad falaz

Los limeños emergentes, culturalmente orientados a Europa, lucían las últimas modas continentales y consumían añejos vinos franceses entre toda la amplia gama de bienes importados disponibles, valorizados en más de quince millones de dólares para 1860.

Al igual que toda elite, esta liberalidad de la riqueza

llevó a ocasionales orgías de exhibición pública y consumo conspicuo. Tal fue el caso del celebre baile realizado en Lima en 1873, en el cual los finos vestidos y joyas de cada dama habían sido importado de Europa especialmente para la ocasión, a un costo de diez mil a cincuenta mil soles cada uno.

La prosperidad falaz

El atractivo del boom guanero peruano también

actuó como un imán para la inmigración extranjera al Perú. Para 1857, la población de Lima era europea en un veintitrés por ciento (21,557). Si incluimos el número de inmigrantes latinoamericanos y chinos – veinticinco y tres por ciento, respectivamente-, resulta que más de la mitad de la población de la capital estaba conformada por extranjeros.

La prosperidad falaz

En cuanto al país como un todo, unos cuarenta y

cinco mil extranjeros vivían ese mismo año en el Perú, muchos de ellos atraídos por la construcción del ferrocarriles.

A pesar de estas historias de éxito, la era del guano decididamente tuvo su lado oscuro en la Ciudad de los Reyes. La brecha entre ricos y pobres crecía cada vez más. La inflación se disparó a alrededor de setenta por ciento entre 1855 y 1865, y más aún en los alimentos y productos de primera necesidad.

La prosperidad falaz

La prosperidad falaz

Los pequeños minoristas y servicios fueron sacados del negocio por las aproximadamente cien firmas de mayor tamaño que llegaron a dominar los negocios de la ciudad, la mitad de los cuales era de propiedad extranjera.

La prosperidad falaz

Con el incremento de las penurias populares en medio de tanta riqueza, estallaron unos brotes de descontento social. Ya en 1851, unos trabajadores ludistas destruyeron las señales del primer ferrocarril de Lima.

La prosperidad falaz

Luego, en las secuelas de la rebelión liberal que depuso a Echenique en 1855, las turbas saquearon los hogares y negocios de los comerciantes y mercaderes guaneros más ricos y prominentes. Los extranjeros eran cada vez más el blanco de la ira popular después de cada cambio de régimen.

El estallido más serio de descontento social tuvo

lugar en 1858. Poco antes de navidad, una marcha pacífica al Congreso en protesta por la reducción de los aranceles a la importación, efectuada por un grupo abigarrado de artesanos, jornaleros desempleados, vagos y radicales políticos, se tornó violenta.

La prosperidad falaz

Siguieron tres días de motines cuyo resultado fue el

saqueo de varias elegantes tiendas francesas y el incendio del ferrocarril de Chorrillos, un símbolo del progreso para la elite. El ejército finalmente instauró el orden, pero no antes de que el motín cobrase una docena de bajas. (Peter Klarén 2004: 216-217)

La prosperidad falaz

Contreras, Carlos y Marcos Cueto

Historia del Perú Contemporáneo

Lima: Red para el desarrollo de las CC.SS.,1999.

Klarén, Peter K.

Nación y Sociedad en la Historia del Perú

Lima: IEP, 2004.

McEvoy, Carmen

Bibliografía

La Utopía Republicana. Ideales y realidades en la

Formación de la Cultura Política Peruana.

Lima: PUCP Fondo Editorial, 1997.

Bibliografía