Coben Harlan - Ultima Oportunidad

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Harlan Coben

ltima oportunidad

Harlan Cobenltima oportunidadndice

5Resumen

6Captulo 1

14Captulo 2

35Captulo 3

44Captulo 4

51Captulo 5

55Captulo 6

62Captulo 7

72Captulo 8

89Captulo 9

101Captulo 10

109Captulo 11

112Captulo 12

119Captulo 13

123Captulo 14

128Captulo 15

133Captulo 16

136Captulo 17

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140Captulo 19

144Captulo 20

149Captulo 21

153Captulo 22

155Captulo 23

160Captulo 24

164Captulo 25

176Captulo 26

184Captulo 27

194Captulo 28

208Captulo 29

220Captulo 30

227Captulo 31

235Captulo 32

247Captulo 33

253Captulo 34

264Captulo 35

276Captulo 36

286Captulo 37

298Captulo 38

307Captulo 39

312Captulo 40

320Captulo 41

331Captulo 42

338Captulo 43

343Captulo 44

347Captulo 45

356Eplogo

ResumenQu haramos cualquiera de nosotros si uno de nuestros hijos fuera secuestrado?

El doctor Seidman, un cirujano plstico especializado en nios, se despierta de pronto despus de doce das en coma en la cama de un hospital. Ha sobrevivido a los disparos que recibi en su casa la maana en que su hija Tara, de seis meses, fue secuestrada y su mujer asesinada. l es el sospechoso. A partir de entonces, este hombre acorralado por los recelos de la Polica, e inmerso en un sinfn de sentimientos contradictorios y dudas, se ve empujado por el escalofriante mensaje de quienes le exigen el rescate. Si te pones en contacto con las autoridades, desapareceremos. No habr otra oportunidad. No puede hablar ni con la Polica ni con el FBI. No sabe en quin confiar. Seidman no descansar.

Captulo 1

Al recibir el primer tiro en el pecho, pens en mi hija.O al menos es lo que quiero creer. Perd el conocimiento casi en seguida. Para ser precisos, ni siquiera recuerdo que me dispararan. S que perd mucha sangre. S que una segunda bala me roz la coronilla, aunque lo ms probable es que ya estuviera inconsciente. S que se me par el corazn. Aun as me gusta pensar que, mientras agonizaba, pensaba en Tara.Para ms informacin: no vi ni luz brillante ni tnel. O, si los vi, ya no me acuerdo.Mi hija Tara tiene slo seis meses. Estaba en la cuna. No s si el tiroteo la asust. Supongo que s. Lo ms probable es que se echara a llorar. No s si el ruido familiar, aunque molesto, de su llanto se introdujo de algn modo en mi confuso cerebro, y en algn momento la o. Pero tampoco me acuerdo de eso.En cambio de lo que s me acuerdo es de cuando naci Tara. Recuerdo a Monica la madre de Tara esforzndose en un ltimo empujn. Recuerdo cuando apareci la cabeza. Fui el primero que vio a mi hija. Todos sabemos los giros que da la vida. Todos sabemos que cuando una puerta se cierra se abre otra, conocemos los ciclos de la vida, los cambios de estacin. Pero el nacimiento de un hijo... va ms all del surrealismo. Has cruzado una especie de portal a lo Star-Trek, un transformador de la realidad en toda regla. Todo es diferente. T eres diferente, un simple elemento golpeado por un asombroso catalizador y metamorfoseado en algo mucho ms complejo. Tu mundo desaparece; se encoge en la dimensin al menos en este caso de una masa de dos kilos y medio.La paternidad me confunde. S, ya s que con slo seis meses de experiencia, nicamente soy un aficionado. Lenny, mi mejor amigo, tiene cuatro hijos. Una nia y tres nios. Marianne, la mayor, tiene diez aos, y el pequeo acaba de cumplir uno. Con su expresin permanentemente preocupada y feliz al mismo tiempo, y el suelo de casa siempre manchado de comida rpida congelada, Lenny me recuerda que todava no s nada. Estoy de acuerdo. Pero cuando me siento gravemente perdido o aterrorizado ante la tarea de educar a mi hija, miro al indefenso bulto de la cuna, ella me mira, y no s de qu sera capaz para protegerla. Dara mi vida, sin ms. Y si he de ser sincero, si me pusieran entre la espada y la pared, tambin dara la de otros.As que me gusta pensar que mientras las dos balas perforaban mi cuerpo, mientras caa en el suelo de linleo de la cocina con una barrita de cereales a medio comer en la mano, mientras estaba inmvil sobre mi propio charco de sangre, incluso mientras mi corazn dejaba de latir, intentaba hacer algo para proteger a mi hija.Recuper la conciencia en la oscuridad.Al principio no saba dnde estaba, pero en seguida o un bip-bip a mi derecha. Un sonido familiar. No me mov. Me limit a escuchar el bip. Crea tener el cerebro marinado en melaza. El primer impulso que se abri paso fue primitivo: deseaba agua. No saba que una garganta pudiera estar tan seca. Intent gritar, pero tena la lengua pegada a la boca como un pastel seco.Alguien entr en la habitacin. Cuando intent sentarme, sent un fuerte dolor como si un cuchillo desgarrara mi cuello. Mi cabeza cay hacia atrs. Y volvi la oscuridad.Cuando volv a despertarme, era de da. A travs de las persianas venecianas penetraban deslumbrantes haces de luz que me obligaron a parpadear. Una parte de m deseaba levantar una mano para bloquear la luz, pero el agotamiento no me permita mandar la orden. Mi garganta segua increblemente seca.O un movimiento y de repente vi a una mujer de pie, a mi lado, era una enfermera. La perspectiva, tan distinta a la que estaba acostumbrado, me trastorn. Nada estaba como deba. Era yo el que debera estar de pie mirando hacia abajo, y no al revs. La enfermera llevaba una cofia blanca pequea y severamente triangular como el nido de un pjaro. He pasado gran parte de mi vida trabajando en hospitales, pero no creo haber visto una cofia igual a aqulla, si exceptuamos el cine o la televisin. La enfermera era robusta y negra.Doctor Seidman?Tena una voz dulce como un jarabe. Logr asentir con la cabeza.Sin duda, la enfermera saba leer el pensamiento porque tena un vaso de agua en la mano. Me coloc la pajita en los labios y yo sorb ansiosamente.Con calma dijo amablemente.Quera preguntarle dnde estaba, pero era evidente. Abr la boca para saber qu haba sucedido, pero ella volvi a adelantarse.Voy a buscar al mdico dijo, dirigindose a la puerta. Tranquilcese.Mi familia... logr decir.Vuelvo en seguida. No se preocupe, por favor.Ech un vistazo a la habitacin. Mi visin estaba nublada por la medicacin, como si tuviera una cortina de ducha delante. Aun as, haba suficientes estmulos para permitirme hacer algunas deducciones. Estaba en una habitacin tpica de hospital. Al menos eso era evidente. Haba una bolsa de suero y una sonda a mi izquierda, y el tubo bajaba hasta mi brazo. Los fluorescentes zumbaban de forma casi imperceptible. En el rincn derecho superior haba un soporte con un televisor.A poca distancia del pie de la cama haba una gran ventana. Entrecerr los ojos, pero no vi nada. Supongo que me controlaban por monitor. Esto significaba que estaba en una UCI. Significaba que lo que me ocurra era grave.Me escoca la parte superior del crneo, y algo me tiraba del pelo. Un vendaje, probablemente. Intent comprobarlo, pero mi cabeza no colaboraba. Se me llen el cuerpo de un sordo dolor que no poda precisar dnde se originaba. Me pesaban las extremidades, y senta el pecho lleno de plomo.Doctor Seidman?Volv la cabeza hacia la puerta. Una mujer menuda con una bata quirrgica, gorro incluido, entr en la habitacin. Llevaba la parte superior de la mscara desatada y colgando del cuello. Tengo treinta y cuatro aos. Ella aparentaba la misma edad.Soy la doctora Heller dijo, acercndose. Ruth Heller. Me daba su nombre de pila. Cortesa profesional, sin duda. Ruth Heller me examin con la mirada. Intent concentrarme. Segua con el cerebro desorientado, pero empezaba a sentir que funcionaba. Est en el Hospital Saint Elizabeth dijo con la gravedad apropiada en la voz.Se abri la puerta detrs de ella y entr un hombre. Me costaba verlo con claridad a travs de la cortina de ducha, pero no creo que le conociera. El hombre se cruz de brazos y se apoy en la pared con una naturalidad estudiada. Pens que no era mdico. Cuando hace tiempo que trabajas con ellos, los distingues.La doctora Heller mir al hombre por encima y volvi a dedicarme toda su atencin.Qu ha sucedido? pregunt.Le dispararon dijo ella. Y aadi: Dos tiros.Esper un momento. Mir al hombre apoyado en la pared. No se haba movido. Abr la boca para decir algo, pero Ruth Heller sigui hablando:Una bala le roz el crneo. La bala le ara literalmente el cuero cabelludo, que, como usted sabe, contiene mucha sangre.Lo saba, s. Las heridas graves del cuero cabelludo sangran como una decapitacin. Entendido, eso explica el picor de la cabeza. Cuando vi que Ruth Heller dudaba, insist:Y la otra bala?Heller solt un poco de aire.sta fue ms complicada.Esper.La bala entr en el pecho y le pinch el saco pericardial. Esto provoc que gran cantidad de sangre se filtrara en el espacio entre su corazn y el saco. Los enfermeros tuvieron dificultades para encontrar sus signos vitales. Tuvimos que abrirle el pecho...Doctora? interrumpi el hombre apoyado en la pared, y por un momento cre que se diriga a m. Ruth Heller call, sin disimular su enojo. El hombre se apart de la pared. Puede contarle los detalles ms tarde? El tiempo es vital en este momento.Ella le ech una mirada de pocos amigos, pero sin demasiada conviccin.Me quedar a observar dijo, si no le importa.La doctora Heller retrocedi y el hombre se coloc delante de m. Tena la cabeza tan grande en proporcin a sus hombros que daba la sensacin de que el cuello podra partrsele con el peso. Llevaba el pelo muy corto, excepto por delante, donde un flequillo de Csar le llegaba hasta los ojos. Una perilla, con muy poco pelo, le marcaba la barbilla como un insecto cavando una madriguera. En conjunto, pareca un miembro de una banda juvenil reformado. Me sonri, pero sin ningn calor.Soy el detective Bob Regan, del Departamento de Polica de Kasselton dijo. S que est desorientado.Mi familia... empec.Ya llegaremos a eso interrumpi. Ahora mismo necesito hacerle unas preguntas, de acuerdo? Antes de entrar en detalles de lo que sucedi.Esper a que le respondiera. Intent deshacerme de las telaraas y dije:De acuerdo.Qu es lo ltimo que recuerda?Rebusqu en las orillas de mi memoria. Recordaba haberme levantado aquella maana y haberme vestido. Recordaba haber ido a ver a Tara. Recordaba haber puesto en marcha su mvil blanco y negro, un regalo de un colega que insisti en que aquello estimulara el cerebro del beb o algo por el estilo. El mvil no se haba movido ni haba emitido su cancioncita. Las pilas estaban gastadas. Tom nota mentalmente de que tena que cambiarlas. Despus de aquello baj.Que coma una barrita de cereales dije.Regan asinti con la cabeza, como si ya se esperara aquella respuesta.Estaba en la cocina?S. Junto al fregadero.Y luego?Intent recordar, pero no recordaba nada. Sacud la cabeza.Me despert una vez, por la noche. Y estaba aqu, creo.Nada ms?Lo intent de nuevo, pero sin xito.No, nada.Regan sac un cuaderno.Como le ha dicho la doctora, le dispararon dos tiros. No recuerda haber visto un arma o haber odo un tiro o algo parecido?No.Es comprensible, supongo. Estaba muy mal, Marc. Los de la ambulancia crean que estaba muerto.Sent la garganta seca otra vez.Dnde estn Tara y Monica?Concntrese, Marc. Regan segua con la vista en el cuaderno, no me miraba a m. Sent que el miedo empezaba a oprimirme el pecho. Oy que se rompiera una ventana?Estaba mareado. Intent leer la etiqueta de la bolsa de suero para saber qu me estaban metiendo. Nada. Medicacin para el dolor, como mnimo. Probablemente era morfina lo que me introducan por va intravenosa. Intent luchar contra sus efectos.No dije.Est seguro? Encontramos una ventana rota en la parte trasera de la casa. As es como el agresor debi de entrar en la casa.No recuerdo que se rompiera ninguna ventana dije. Sabe quin...?Regan me interrumpi.De momento, no. Por eso le estoy haciendo estas preguntas. Para descubrir quin fue dijo, y levant la vista del cuaderno. Tiene enemigos?Me haba preguntado realmente aquello? Intent sentarme, intent controlarme un poco, pero era muy improbable que lo consiguiera. No me gustaba ser el paciente, estar en el lado equivocado de la cama, por calificarlo de algn modo. Dicen que los mdicos son los peores pacientes. Probablemente por ese sbito cambio de papeles.Quiero saber qu les ha pasado a mi esposa y a mi hija.Lo comprendo dijo Regan, y haba algo en su tono como un dedo helado que me roz el corazn. Pero ahora no debe distraerse, Marc. Todava no. Quiere ayudar? Pues tiene que concentrarse en lo que le digo prosigui, volvi a mirar el cuaderno. Qu me dice? Tiene usted enemigos?Seguir discutiendo me pareci intil, incluso perjudicial, de modo que me resign en silencio.Como para dispararme?S.No, ninguno.Y su esposa? Me mir con dureza. Mi imagen favorita de Monica (su cara radiante cuando vimos las cascadas de Raymondkill por primera vez, la forma en que me abraz simulando miedo mientras el agua caa a nuestro alrededor) se present ante m como una aparicin. Tiene ella enemigos?Lo mir.Monica?Ruth Heller se adelant.Creo que es suficiente por hoy.Qu le ha pasado a Monica? pregunt.La doctora Heller se coloc junto al detective Regan, hombro con hombro. Los dos me miraron. Heller intent protestar de nuevo, pero la detuve.No me venga con tonteras de proteger al paciente intent gritar, luchando con todo mi miedo y mi furia contra lo que estaba provocando aquella niebla en mi cerebro. Dgame lo que le ha sucedido a mi esposa.Est muerta dijo el detective Regan. As, sin ms. Muerta. Mi esposa. Monica. Fue como si no le hubiera odo. La palabra no lograba llegar a m.Cuando la Polica lleg a su casa, los dos estaban heridos. Lograron salvarle a usted. Pero era demasiado tarde para su esposa. Lo siento.Tuve otra sbita aparicin: Monica en Martha's Vineyard, en la playa, en baador, el pelo negro sobre los pmulos, sonrindome con su sonrisa angulosa. Parpade para alejarla.Y Tara?Su hija... empez Regan despus de aclararse rpidamente la garganta. Volvi a mirar el cuaderno, pero no creo que estuviera pensando en escribir nada. Aquella maana estaba en casa, verdad? Me refiero al momento del incidente.S, por supuesto. Dnde est?Regan cerr el cuaderno de golpe.No estaba en la casa cuando llegamos.Los pulmones se me petrificaron.No lo entiendo.Primero tenamos la esperanza de que estuviera en casa de algn familiar o amigo. Incluso una canguro, pero... Call.Me est diciendo que no sabe dnde est Tara?Esta vez no vacil.S, es lo que le estoy diciendo.Sent como si una mano gigante oprimiera mi pecho. Cerr los ojos con fuerza y pregunt:Desde cundo?Desde cundo est desaparecida?S.La doctora Heller empez a hablar demasiado aprisa.Comprndalo. Estaba gravemente herido. No tenamos muchas esperanzas de que sobreviviera. Estaba conectado a un respirador. Los pulmones no le funcionaban. Adems, contrajo una septicemia. Usted es mdico, de modo que no tengo que explicarle la gravedad de su situacin. Intentamos ir rebajando la medicacin, despertarle...Desde cundo? repet.Ella y Regan intercambiaron otra mirada, y entonces Heller dijo algo que volvi a dejarme sin aire.Ha estado usted doce das inconsciente.

Captulo 2

Hacemos cuanto podemos dijo Regan con una voz que sonaba demasiado ensayada, como si hubiera estado junto a mi cama, mientras yo estaba inconsciente, practicando para el momento. Como le he dicho, al principio no sabamos si se trataba de una desaparicin. En este sentido perdimos un tiempo precioso, pero ahora lo hemos recuperado. Hemos mandado la foto de Tara a todas las comisaras, aeropuertos, peajes, y estaciones de tren y autobs, en un radio de ciento cincuenta kilmetros. Hemos buscado antecedentes de casos de secuestros parecidos, para intentar encontrar una pauta o a un sospechoso.Doce das repet.Hemos pinchado todos sus telfonos: el de casa, el de la consulta, el mvil...Por qu?Por si llamaba alguien pidiendo un rescate contest.Ha habido alguna llamada?No, todava no.Volv a apoyar la cabeza en la almohada. Doce das. Haba estado doce das en aquella cama mientras mi pequea estaba... apart el pensamiento.Regan se rasc la barba.Recuerda lo que Tara llevaba puesto aquel da?Me acordaba. Tena una cierta rutina matinal: levantarme temprano, acercarme sigilosamente a la cuna de Tara, mirarla. Un beb no son slo alegras. Ya lo s. S que hay momentos de aburrimiento mortal. S que hay noches en que su llanto te ataca los nervios como un rallador de queso. No pretendo glorificar la vida con un beb. Pero a m me gustaba mi nueva rutina matinal. Mirar el diminuto bulto de Tara me daba fuerzas. Ms que esto, creo que era una forma de xtasis. Algunas personas encuentran el xtasis en una casa de culto. Yo... y s que suena cursi lo encontraba en aquella cuna.Un pelele rosa con pinginos negros dije. Monica lo compr en Baby Gap.Lo apunt.Y Monica?Qu?Segua mirando el cuaderno.Qu llevaba puesto ella?Vaqueros dije, recordando la forma en que suban por las caderas de Monica, y una blusa roja.Regan hizo ms anotaciones.Tiene... ha encontrado alguna pista? pregunt.Seguimos investigando todas las posibilidades.No es lo que le he preguntado.Regan se limit a mirarme. No era una mirada muy transparente.Mi hija. Por ah. Sola. Desde haca doce das. Pens en sus ojos, en la luz clida que slo ve un padre, y dije algo estpido:Est viva.Regan lade la cabeza como un cachorrillo al or un nuevo sonido.No abandone dije.No abandonar contest, y sigui mirndome de aquella forma curiosa.Es que... tiene hijos, detective Regan?Dos nias dijo.Es una estupidez, pero lo s aad. Como supe que el mundo no volvera a ser el mismo cuando Tara naci. Lo s repet.No me contest. Me di cuenta de que lo que estaba diciendo especialmente viniendo de un hombre que se burla de la idea de la percepcin extrasensorial, de lo sobrenatural o de los milagros era ridculo. Saba que aquella sensacin proceda simplemente del deseo. Quieres crertelo con tanta fuerza que tu cerebro reorganiza lo que ve. Pero me aferr a ello de todos modos. Correcto o no, era un salvavidas.Necesitaremos ms informacin dijo Regan. De usted, su esposa, sus amigos, su economa...Ms tarde. Volvi a intervenir la doctora Heller. Se adelant como si quisiera bloquear la mirada del polica. Su voz era firme. Necesita descansar.Ahora no dije a la doctora, subiendo el regulador del suero una muesca por detrs de ella. Ahora necesitamos encontrar a mi hija.Haban enterrado a Monica en la parcela familiar de los Portman, en la finca de su padre. No asist al funeral, por supuesto. No s cmo me haca sentir esto pero, en realidad, mis sentimientos hacia mi esposa, cuando tena el valor de ser sincero conmigo mismo, siempre haban sido confusos. Monica posea la belleza de los privilegiados: pmulos elegantes, pelo negro lacio y sedoso, y ese porte de club de campo que era al mismo tiempo sugerente e irritante. Nuestra boda fue al estilo antiguo: a la fuerza. Bueno, estoy exagerando. Monica estaba embarazada. Yo estaba entre la espada y la pared. La futura llegada me inclin hacia el matrimonio.Me enter de los detalles del funeral por Carson Portman, to de Monica y el nico miembro de la familia que se mantena en contacto con nosotros. Monica lo quera mucho. Carson me hizo compaa, junto a la cama del hospital con las manos sobre las rodillas. Se pareca mucho al profesor de universidad favorito que todos hemos tenido, con sus gafas de cristales gruesos, la americana de cheviot gastada, y el pelo demasiado largo a lo Albert Einstein a punto de quedarse calvo. Pero tena los ojos brillantes cuando me contaba con su triste voz de bartono que Edgar, el padre de Monica, haba procurado que el funeral de mi esposa fuera una ceremonia discreta y de buen gusto.Sobre esto yo no tena duda alguna. En cuanto a lo de la discrecin al menos.Durante los das siguientes recib algunas visitas en el hospital. Mi madre a la que todos llaman Honey entraba todas las maanas como una explosin en mi habitacin, igual que un chorro de combustible. Llevaba unas Reebok de un blanco deslumbrante, chndal azul con ribete dorado, como si fuera a entrenar a los Rams de Saint Louis, y el pelo, por supuesto bien peinado, estaba encrespado por los excesivos tintes; y toda ella ola ligeramente al ltimo cigarrillo. El maquillaje de mi madre no lograba disimular su angustia por la prdida de su nica nieta. Mostraba una energa sorprendente, al acompaarme da tras da y desprender una constante corriente de histeria. No me importaba. En parte, era como si estuviera histrica por m, y as, de algn modo, sus estallidos de emocin me ayudaban a mantener la calma.Pese al calor que haca en la habitacin, y a mis constantes protestas, mi madre me pona una manta de ms en la cama mientras dorma. En una ocasin me despert con el cuerpo empapado de sudor, naturalmente y o como mi madre le contaba a la enfermera negra de la cofia mi estancia anterior en el Saint Elizabeth, cuando tena siete aos.Tuvo salmonela afirm Honey en un cuchicheo conspirador que era poco menos audible que un megfono. Nunca haba olido una diarrea como aqulla. Le sala sin ningn control. Aquel olor casi impregn el papel pintado.Ahora tampoco huele precisamente a rosas contest la enfermera.Las dos mujeres se echaron a rer.El Da Dos de mi recuperacin, mi madre estaba de pie junto a la cama cuando me despert.Te acuerdas? dijo.Me mostraba un scar Cascarrabias de felpa que alguien me haba regalado durante mi recuperacin de la salmonela. El verde se haba descolorido convirtindose en un menta plido. Mir a la enfermera.Es el scar de Marc explic.Mam dije.Volvi a mirarme. Llevaba demasiado rmel y se le haba introducido en las patas de gallo.Entonces scar te hizo compaa, te acuerdas? Te ayud a ponerte bien.Entorn los ojos y luego los cerr. Me vino un recuerdo. Pill la salmonela por unos huevos crudos. Mi padre tena la costumbre de aadirlos al batido de leche, por las protenas. Recuerdo el terror agudo que me atenaz cuando me dijeron que tendra que quedarme a pasar la noche en el hospital. Mi padre, que se haba roto el tendn de Aquiles haca poco jugando al tenis, estaba enyesado y con mucho dolor. Pero vio mi pnico y como siempre se sacrific. Estuvo todo el da trabajando en la fbrica y pas la noche en una silla junto a mi cama. Estuve diez das en el Saint Elizabeth y mi padre durmi todas las noches en aquella silla.Mi madre se dio la vuelta de repente y me di cuenta de que se haba acordado de lo mismo. La enfermera se despidi rpidamente. Puse una mano en la espalda de mi madre. Ella no se movi, pero la sent temblar. Miraba fijamente el scar descolorido que tena en la mano. Se lo quit suavemente.Gracias dije.Mi madre se sec los ojos. Esta vez mi padre no vendra al hospital, lo saba, y aunque estoy seguro de que mi madre le haba contado lo ocurrido, no poda estar seguro de que lo hubiera comprendido. Mi padre tuvo su primer infarto a los cuarenta y un aos, un ao despus de todas aquellas noches pasadas en el hospital. Entonces yo tena ocho aos.Tambin tengo una hermana menor; Stacy es una consumidora de drogas (usando un lenguaje polticamente correcto) o una colgada del crack (para los ms precisos). A veces miro fotos antiguas de la poca anterior al infarto de mi padre, las de los cuatro miembros de una familia joven y segura de s misma con el perro lanudo, el csped bien cortado, la canasta de baloncesto y la barbacoa repleta de carbn y lquido encendedor. Busco indicios del futuro en la sonrisa desdentada de mi hermana, su yo en la sombra quizs, una sensacin de presagio. Pero no veo nada. Seguimos teniendo la casa, pero es como un accesorio de pelcula en las ltimas. Mi padre sigue vivo, pero cuando se puso enfermo, todo el estilo de cuento se hizo aicos. Sobre todo Stacy.Stacy no haba ido a verme ni me haba llamado, pero nada de lo que hace Stacy puede sorprenderme ya.Finalmente mi madre se dio la vuelta y me mir. Un nuevo pensamiento me hizo abrazar un poco ms fuerte el scar descolorido: estbamos solos otra vez. Mi padre era apenas un vegetal. Stacy estaba vaca, perdida. Busqu la mano de mi madre, sintiendo tanto su calor como la sequedad ms reciente de su piel. Nos quedamos as hasta que se abri la puerta. La misma enfermera entr en la habitacin.Mi madre se incorpor y dijo:Marc tambin jugaba con muecas.Figuras de accin dije, corrigindola rpidamente. Eran figuras de accin, no muecas.Lenny, mi mejor amigo, y su esposa, Cheryl, tambin pasaron por el hospital todos los das. Lenny Marcus es un abogado importante, aunque tambin lleva mis pequeos asuntos, como cuando recurr una multa por exceso de velocidad, o la compra de nuestra casa. Al licenciarse y empezar a trabajar para el fiscal del condado, amigos y oponentes pronto bautizaron a Lenny como el Bulldog, por su agresivo comportamiento en el tribunal. En algn momento se decidi que el mote era demasiado benevolente y ahora le llaman Cujo. Conozco a Lenny desde la escuela primaria. Soy padrino de su hijo Kevin. Y Lenny es el padrino de Tara.No he dormido mucho. Paso las noches mirando el techo, cuento los bips, escucho los ruidos nocturnos del hospital y me esfuerzo por no pensar en mi hijita y en la infinidad de posibles situaciones. No siempre lo consigo. He descubierto que la mente es un hoyo oscuro e infestado de serpientes.El detective Regan me visit ms tarde con una posible pista.Hbleme de su hermana pidi.Por qu? pregunt demasiado rpido. Antes de que pudiera explicarse, levant una mano para detenerle. Lo entenda. Mi hermana era una adicta. Donde hay drogas, suele haber un cierto elemento delictivo.Nos robaron? pregunt.No lo creemos. No parece que falte nada, pero la casa estaba patas arriba.Patas arriba?Alguien lo revolvi todo. Se le ocurre por qu?No.Pues hbleme de su hermana.Tiene los antecedentes de Stacy? pregunt.Los tenemos.No creo que pueda aadir nada.Estn enemistados, es correcto?Enemistados. Se poda decir eso de Stacy y de m?La quiero dije lentamente.Y cundo la vio por ltima vez?Hace seis meses.Cuando naci Tara?S.Dnde?Dnde la vi?S.Stacy fue al hospital dije.A ver a su sobrina?S.Qu sucedi durante la visita?Stacy estaba colocada. Quera coger al beb.Se lo impidi?Exactamente.Se enfad?Apenas reaccion. Mi hermana se muestra bastante atontada cuando va colocada.Pero usted la ech?Le dije que no podra formar parte de la vida de Tara hasta que se desintoxicara.Entiendo dijo. Esperaba forzarla con esto a rehabilitarse.Se me escap una risita amarga, creo.No, la verdad es que no.No s si le comprendo.No saba cmo explicrselo. Pens en la sonrisa de la foto de familia, la desdentada.Hemos amenazado a Stacy con cosas peores dije. La verdad es que mi hermana no lo dejar. Las drogas forman parte de ella.Entonces, usted no espera que se recupere?No tena la menor intencin de verbalizar algo as.No quise confiarle a mi hija dije. Dejmoslo ah.Regan se acerc a la ventana y mir fuera.Cundo se traslad a su casa actual?Monica y yo compramos la casa hace cuatro meses.No muy lejos de donde crecieron los dos, no?Es cierto.Se conocan desde haca mucho tiempo?El rumbo que tomaba el interrogatorio me tena desconcertado.No.A pesar de haber crecido en la misma ciudad?Nos movamos en crculos diferentes.Entiendo dijo. Entonces, si le he entendido bien, compr la casa hace cuatro meses y no ha visto a su hermana desde hace seis meses, correcto?Correcto.De modo que su hermana no les ha visitado nunca en su casa actual.Exacto.Regan se volvi para mirarme.Encontramos huellas de Stacy en su casa.No dije nada.No parece sorprendido, Marc.Stacy es adicta. No creo que sea capaz de pegarme un tiro y secuestrar a mi hija, pero otras veces he subestimado lo bajo que poda caer. Han registrado su apartamento?No la ha visto nadie desde que le dispararon a usted contest.Cerr los ojos.No creemos que su hermana hubiera podido hacer algo as sola sigui. Tuvo que tener un cmplice: un novio, un camello, alguien que supiera que su esposa proceda de una familia adinerada. Alguna idea?No dije. Entonces, qu? Cree que todo esto fue un plan de secuestro?Regan se puso a rascarse la perilla. Luego se encogi de hombros.Pero intentaron matarnos a los dos continu. Cmo se cobra un rescate de unos padres muertos?Puede que estuvieran tan colocados que cometieran un error dijo. O quiz pensaron que podan sacarle dinero al abuelo de Tara.Entonces, por qu no lo han pedido ya?Regan no contest. Pero yo saba la respuesta. La situacin, especialmente despus del tiroteo, debi de ser demasiado para unos colgados. Los colgados no saben enfrentarse al conflicto. Por eso esnifan o se pinchan: para escapar, para evadirse, para evitar, para sumergirse en la nada. Los medios de comunicacin deban de estar encima del caso. La Polica estara haciendo preguntas. Unos colgados se asustaran ante una situacin tan apremiante. Se largaran, abandonndolo todo.Y se desharan de todas las pruebas.Pero la peticin de rescate lleg dos das despus.Una vez recuperada la conciencia, las heridas de bala mejoraban con sorprendente rapidez. Puede ser que estuviera concentrado en ponerme bien, o que estar echado en estado casi catatnico durante doce das hubiera permitido que mis heridas se curaran. O puede ser que estuviera sufriendo un dolor mucho ms hondo que el fsico. Pensaba en Tara, y el miedo a lo desconocido me cortaba la respiracin. Pensaba en Monica, la imaginaba muerta, y unas garras de acero me destrozaban por dentro.Quera salir de all.Me segua doliendo el cuerpo, pero insist para que Ruth Heller me diera el alta. Convencida de que estaba demostrando que los mdicos son los peores pacientes, acept dejarme marchar con reticencia. Decidimos que un fisioterapeuta ira a visitarme todos los das. Y una enfermera pasara a intervalos regulares, para estar seguros.La maana de mi salida del Saint Elizabeth, mi madre estaba en casa la ex escena del crimen arreglndola para m, sea esto lo que sea. Es curioso, pero no me daba miedo volver all. Una casa es ladrillo y mortero. No crea que su mera visin me conmoviera, pero tal vez me estuviera bloqueando.Lenny me ayud a recoger y a vestirme. Alto y huesudo, con la cara oscurecida por una sombra estilo Homer Simpson, a las cinco de la tarde, que sale cinco minutos despus de afeitarse. De nio, Lenny llevaba gafas de culo de botella y pantalones de pana excesivamente gruesa, incluso en verano. El pelo rizado tenda a crecerle demasiado, hasta el punto de que pareca un poodle extraviado. Ahora lo mantiene cuidadosamente a raya con un severo corte. Se oper con lser hace dos aos y ya no lleva gafas. Usa trajes caros.Seguro que no quieres quedarte con nosotros? pregunt Lenny.Tienes cuatro hijos le record.Ah. S, es verdad dijo, y luego call. Puedo quedarme yo contigo?Intent sonrer.En serio dijo Lenny, no deberas estar solo en casa.No te preocupes por m.Cheryl te ha preparado algunos platos. Los ha puesto en el congelador.Es muy amable.Sigue siendo la peor cocinera del mundo dijo Lenny.No he dicho que fuera a comrmelos.Lenny apart la mirada, y se afan con una bolsa ya llena. Le observ. Nos conocemos desde hace mucho, desde la clase de la seorita Roberts en primer curso, de modo que no creo que se sorprendiera cuando dije:Vas a decirme qu pasa?Haba estado esperando una oportunidad y explot inmediatamente.Mira, soy tu abogado, no?S.Pues quiero darte unos consejos legales.Te escucho.Debera habrtelo dicho antes. Pero saba que no me escucharas. De todos modos, creo que ahora se trata de otra cosa.Lenny?S?De qu ests hablando?A pesar de su fsico, yo sigo viendo a Lenny como un nio. Por eso me costaba tomarme en serio sus consejos. Pero no hay que malinterpretar lo que digo. S que es muy listo. Lo celebr con l cuando le aceptaron en Princeton y luego en la Facultad de Derecho de Columbia. Pasamos el examen para entrar en la universidad juntos y estuvimos en la misma clase de qumica durante nuestro primer ao. Pero el Lenny que vea era el que paseaba desesperadamente en las noches bochornosas de viernes y sbados. Cogamos la familiar con paneles de madera de su padre, que no era precisamente un imn de chicas, e intentbamos colarnos en alguna fiesta. Nos dejaban entrar, pero realmente no ramos bien recibidos; ramos miembros de la mayora del instituto que yo llamaba los Grandes Invisibles. Nos quedbamos en los rincones, con una cerveza en la mano, moviendo la cabeza al ritmo de la msica, e intentando hacernos ver por todos los medios. Nunca nos vean. Casi siempre acabbamos comiendo queso asado en el Heritage Diner; o, con suerte, en el campo de ftbol, detrs del instituto Benjamn Franklin, echados boca arriba, observando las estrellas. Era ms fcil hablar, incluso con tu mejor amigo, mientras mirabas las estrellas.Veamos dijo Lenny, gesticulando mucho como siempre, se trata de esto: no quiero que hables ms con la Polica si no estoy yo delante.Frunc el entrecejo.En serio?Puede que no sea nada, pero he visto casos as. No como ste, pero ya sabes a qu me refiero. El primer sospechoso es siempre de la familia.Es decir, mi hermana.No; es decir, la familia prxima. O la familia ms prxima, si es posible.Ests diciendo que la Polica sospecha de m?No lo s, la verdad es que no. Call un momento y aadi: Bueno, s, seguramente.Pero me dispararon, recuerdas? Fue a mi hija a la que se llevaron.S, seor, y eso es un arma de dos filos.Y por qu?Cada da van a sospechar ms de ti.Por qu? pregunt.No lo s. Pero as es como funciona. Mira, el FBI se encarga de los secuestros. Ya lo sabes, no? En cuanto un nio falta ms de veinticuatro horas, asume que es un caso interestatal y por lo tanto suyo.Y qu?Pues que durante aproximadamente los primeros diez das, tuvieron un montn de agentes aqu. Pincharon tus telfonos y esperaron una peticin de rescate, o algo parecido. Pero el otro da, cambiaron en cierto modo de rumbo. Es normal, claro. No pueden esperar indefinidamente, as que redujeron los agentes a uno o dos. Y su forma de pensar tambin cambi. Tara pas de ser un posible secuestro a cambio de un rescate a ser un secuestro puro y duro. Pero yo creo que siguen teniendo tus telfonos pinchados. No lo he preguntado todava, pero lo har. Dirn que los dejan por si acaso se hace una peticin de rescate. Pero tambin esperan orte decir algo incriminatorio.Y qu?Que vayas con cuidado dijo Lenny. Recuerda que tus telfonos... el de casa, el de la consulta y el mvil, seguramente estn pinchados.Y yo vuelvo a preguntar: y qu? No he hecho nada insist.No has hecho nada...? Lenny gesticul con la mano como si se preparara para volar. Mira, quiero que ests alerta. Puede que te cueste creerlo, e intenta no resoplar cuando te lo diga, pero... se sabe de casos en que la Polica ha tergiversado y distorsionado pruebas.Me ests liando. Me ests diciendo que soy sospechoso slo por ser el padre y el marido?S contest Lenny. Y no.Vaya, gracias, ahora s que lo tengo claro.Son el telfono de la mesita. Yo estaba al otro lado de la cama.Lo coges? pregunt.Lenny descolg.Habitacin del doctor Seidman contest, y se le ensombreci el semblante.Mientras escuchaba. Habl secamente:Espere dijo, y me pas el telfono como si estuviera infectado. Lo mir desconcertado.Diga?Hola, Marc. Soy Edgar Portman.El padre de Monica. Ahora entenda la reaccin de Lenny. La voz de Edgar era, como siempre, demasiado formal. Hay personas que sopesan sus palabras. Un selecto pujado, como mi suegro, las coge una por una y las coloca en su sitio de la escala antes de dejarlas salir de la boca.Por un momento me qued de piedra.Hola, Edgar dije como un tonto. Cmo ests?Estoy bien, gracias. Pero me siento mal por no haberte llamado antes. Carson me dijo que te estabas recuperando bien de tus heridas. Cre que sera mejor dejarle tranquilo.Muy amable dije, con un leve sarcasmo.Bueno, me han dicho que te daban el alta hoy.Es verdad.Edgar se aclar la garganta, algo poco propio de l.Quera pedirte que pasaras por casa.Por casa. Quera decir la suya.Hoy?Lo antes posible, s. Y solo, por favor. Nos quedamos callados. Lenny me mir extraado. Sucede algo, Edgar? pregunt.Te he mandado un coche, Marc. Ya hablaremos cuando llegues.Y antes de que pudiera decir nada ms, colg.El coche, un Lincoln Town Car negro, ya me estaba esperando.Lenny empuj mi silla de ruedas y salimos del hospital. Conoca la zona, por supuesto. Haba nacido a pocos kilmetros del Saint Elizabeth. Cuando tena cinco aos, mi padre me llev corriendo a la sala de urgencias de aquel hospital (doce puntos) y cuando tena siete... bueno, ya he contado mi asunto con la salmonela. Fui a la Facultad de Medicina e hice la residencia en lo que entonces se llamaba Columbia Presbyterian en Nueva York, pero volv al Saint Elizabeth con una beca para estudiar oftalmologa de reconstruccin.S, soy cirujano plstico, pero no de los que todos piensan. Hago alguna nariz de vez en cuando, pero no me vern trabajando con bolsas de silicona ni nada por el estilo. Y no es que est juzgando a nadie. Simplemente no es lo que hago.Trabajo en ciruga reconstructiva peditrica con una compaera de la facultad, una bola de fuego del Bronx llamada Zia Leroux. Trabajamos para un grupo denominado Un Mundo Una Ayuda. De hecho, lo fundamos Zia y yo. Tratamos a nios, sobre todo en el extranjero, que sufren deformidades de nacimiento, o causadas por la pobreza o por un conflicto. Viajamos mucho. He trabajado con caras aplastadas en Sierra Leona, con fisuras de paladar en Mongolia, en Crouzon, en Camboya, con quemados en el Bronx... Como casi todo el mundo en mi campo, he seguido una extensa formacin. He estudiado ORL odo, nariz y garganta, un ao de reconstruccin, plstica, oral y, como he dicho antes, oftalmologa. El historial de formacin de Zia es similar, aunque ella ha tendido ms a lo maxilofacial.No es que seamos unos ngeles del bien. No es eso. Pude escoger. O haca pechos y liftings de piel a los que ya eran guapsimos, o poda ayudar a los nios heridos y atrapados en la pobreza. Eleg lo ltimo, no tanto para ayudar a los desfavorecidos sino, porque es ah donde se encuentran los mejores casos. Los cirujanos reconstructivos suelen ser, en el fondo, amantes de los rompecabezas. Somos raros. Nos atraen las anomalas congnitas de circo y los tumores enormes. Como en esos manuales mdicos que muestran deformidades faciales tan angustiosas que tienes que respirar hondo para poder mirarlas. A Zia y a m nos chiflaba. Nos pirrbamos por dejarlos lo mejor posible, partamos de lo fragmentado para convertirlo en un todo.El aire fresco me hizo cosquillas en los pulmones. Brillaba el sol como si fuera el primer da, burlndose de mi tristeza. Inclin la cabeza hacia el sol y dej que me tranquilizara. A Monica le gustaba hacer aquello. Aseguraba que la desestresaba. Las arrugas de su cara desaparecan como si los rayos fueran delicados masajistas. Mantuve los ojos cerrados. Lenny esper en silencio, dndome tiempo.Siempre haba pensado en m mismo como una persona excesivamente sensible. Lloro fcilmente con las pelculas tontas. Mis emociones son fciles de manipular. Con mi padre no llor nunca. Y ahora, aquel golpe terrible haca que me sintiera... no lo s, ms all de las lgrimas. Un mecanismo clsico de defensa, supongo. Tena que seguir adelante. No es muy diferente de mi trabajo. Cuando aparecen las grietas, yo las remiendo antes de que se conviertan en fisuras completas.Lenny segua echando humo por lo de la llamada.Tienes idea de lo que quiere ese cabrn?Ni idea.Se call un momento. S lo que estaba pensando. Lenny culpaba a Edgar de la muerte de su padre, que haba sido un mando intermedio en ProNess Foods, una de las empresas de Edgar. Se haba dedicado en cuerpo y alma a la empresa durante veintisis aos y acababa de cumplir cincuenta y dos cuando Edgar organiz una importante fusin. El padre de Lenny perdi su empleo. Recuerdo haber visto al seor Marcus sentado con los hombros hundidos en la mesa de la cocina, metiendo meticulosamente su curriculum en sobres. No encontr trabajo y muri dos aos despus de un infarto.Nada podra convencer a Lenny de que los dos hechos no estaban relacionados.Seguro que no quieres que te acompae? pregunt.No, no te preocupes.Llevas el mvil?Se lo mostr.Llmame si necesitas algo.Le di las gracias y lo dej marchar. El chfer me abri la puerta. Sub al coche con dificultad. El trayecto no era largo. Kasselton, Nueva Jersey. Mi ciudad natal. Pasamos por las casas de dos pisos de los sesenta, los ranchos de los setenta, los revestimientos de aluminio de los ochenta, las mansiones de los noventa. En un punto la arboleda se hizo ms densa. Las casas estaban ms apartadas de la carretera, protegidas por vegetacin, alejadas de las personas sucias que pudieran pasar por all. Nos acercbamos al dinero viejo, a la tierra exclusiva que siempre ola a otoo y lea ardiendo.La familia Portman se haba instalado en aquella parcela inmediatamente despus de la guerra civil. Como casi todo el Jersey de las afueras, aquello haba sido campo de cultivo. El tatarabuelo Portman fue vendiendo hectrea tras hectrea y amas una fortuna. Todava tienen siete hectreas, y es una de las propiedades ms extensas de la zona. Al entrar en el paseo, mis ojos se desviaron hacia la izquierda, donde estaba el cementerio familiar.Pude ver un pequeo montculo de tierra fresca.Pare el coche dije.Perdone, doctor Seidman contest el chfer, pero me han pedido que lo llevara directamente a la casa grande.Estaba a punto de protestar, pero decid no hacerlo. Esper a que el coche se detuviera ante la puerta principal. Baj y volv por el paseo. O que el chfer me llamaba.Doctor Seidman?Segu caminando. Volvi a llamarme. No le hice caso. A pesar de la escasez de lluvias, la hierba era de un verde normalmente exclusivo de la selva tropical. El jardn de rosas estaba en plena floracin: una explosin de color.Intent acelerar el paso, pero todava senta como si la piel se me fuera a desgarrar. Fui ms despacio. Aqulla era slo mi tercera visita a la finca de la familia Portman en mi juventud la haba visto por fuera docenas de veces y nunca haba estado en el cementerio familiar. De hecho, como tantas personas racionales, haba hecho un esfuerzo por evitarlo. La idea de enterrar a tus familiares en el patio de atrs como un animal domstico... era una de las cosas que los ricos hacen y que las personas normales no logran entender. O no desean entender.La verja que rodeaba el cementerio tendra medio metro de alto y era de un blanco deslumbrante. Pens que la haban pintado expresamente para la ocasin. Cruc la puerta superflua y pas junto a las lpidas modestas sin dejar de mirar el montculo de tierra. Cuando llegu al lugar, sent un escalofro. Mir hacia abajo.S, una tumba recientemente excavada. Todava sin lpida. El poste, con caligrafa de invitacin de boda, deca sencillamente:NUESTRA MONICA.Me qued all parpadeando. Monica. Mi preciosa de mirada salvaje. Nuestra relacin haba sido turbulenta: un caso clsico de demasiada pasin al principio e insuficiente cerca del final. No s por qu pasa. Monica era diferente, eso est claro. Al principio, aquel chisporroteo, aquella excitacin, haba sido un atractivo. Despus, los cambios de humor sencillamente me provocaban fatiga. No tuve paciencia para ahondar ms.Mirando el montn de tierra, me asalt un doloroso recuerdo. Dos noches antes del ataque, vi que Monica haba estado llorando cuando entr en el dormitorio. No era la primera vez. Ni mucho menos. Interpretando mi papel en el escenario que era nuestra vida, le pregunt qu le pasaba, pero sin poner el corazn en ello. Antes saba preguntar con ms inters. Monica nunca contestaba. Intentaba abrazarla. Se pona rgida. Al cabo del tiempo, su falta de respuesta me resultaba agotadora, y tom el aspecto del chico que grita el lobo y que acaba por helarte el corazn. Vivir con alguien depresivo es as. No puedes estar preocupado todo el tiempo. Llega un punto en que empiezas a enfadarte.O al menos esto es lo que me deca a m mismo.Pero aquella vez haba algo diferente: Monica me contest. No fue una respuesta larga. Una frase. No me quieres, dijo. Nada ms. No lo deca con compasin. No me quieres. Y mientras yo emita las consabidas protestas, me pregunt si tena razn.Cerr los ojos y dej que aquellos pensamientos me empaparan. Haba sido difcil, pero los ltimos seis meses al menos, habamos tenido una escapatoria, un centro de calma y calor en nuestra hija. Mir hacia el cielo, volv a parpadear, y luego mir de nuevo el montculo que cubra a mi voltil esposa.Monica dije en voz alta.Y despus le hice una ltima promesa.Jur sobre su tumba que encontrara a Tara.Un criado, un mayordomo o un ayudante, o como se llamen ahora, me acompa por el pasillo a la biblioteca. La decoracin era comedida, pero inequvocamente rica: suelos oscuros de madera pulida con alfombras orientales sencillas, muebles americanos antiguos, ms slidos que ornamentales. A pesar de su riqueza y su gran extensin de terreno, Edgar no era de los que haca ostentacin. Para l la expresin nuevo rico era una expresin maldita, impronunciable.Vestido con una americana azul de cachemir, Edgar se levant de su inmensa mesa de roble. Haba una pluma de oca sobre la mesa de su bisabuelo, creo y dos bustos de bronce, uno de Washington y otro de Jefferson. Me sorprendi encontrar all tambin al to Carson. Cuando me haba visitado en el hospital, yo estaba demasiado dbil para abrazarlo. Carson se resarci de ello en aquel momento. Me abraz y yo me apoy en l en silencio. l tambin ola a otoo y a lea quemada.No haba fotografas en la habitacin, ni instantneas de vacaciones familiares, ni retratos escolares, ni fotos del hombre y su seora en una fiesta benfica. La verdad es que no recordaba haber visto ninguna fotografa en la casa.Cmo te encuentras, Marc? pregunt Carson.Le dije que estaba todo lo bien que era de esperar y me volv hacia mi suegro. Edgar no sali de detrs de la mesa. No nos abrazamos. De hecho, ni siquiera nos estrechamos la mano. Me indic una silla frente a su mesa.No conoca muy bien a Edgar. Slo nos habamos visto tres veces. No s cunto dinero tiene, pero incluso fuera de su finca, incluso en una calle de la ciudad o en una parada de autobs, incluso desnudo, qu caramba, se vea que el dinero de los Portman vena de lejos. Monica tambin tena el porte, algo que queda incrustado a lo largo de generaciones, algo que no puede ensearse, algo que puede ser gentico. La decisin de Monica de vivir en nuestra relativamente modesta casa era quizs una forma de rebelda.Odiaba a su padre.Tampoco a m me entusiasmaba, seguramente porque haba conocido a algunos de su clase. Edgar se considera una persona hecha a s misma, pero haba ganado su dinero como se acostumbra: lo hered. No conozco a muchas personas super ricas, pero he notado que cuanto ms has recibido en bandeja de plata, ms te quejas de la seguridad social de las madres y de los subsidios del gobierno. Es curioso. Edgar pertenece a esa clase nica de los elegidos que se han engaado hasta creer que se merecen su posicin porque se la han ganado trabajando duramente. Todos necesitamos justificarnos, por supuesto, y si nunca has tenido que arreglrtelas por ti mismo, si vives entre lujos y no has hecho nada para merecerlos, bueno, imagino que eso agrava tus inseguridades. Pero no debera convertirte en un pedante, encima.Me sent. Edgar me imit. Carson se qued de pie. Mir fijamente a Edgar. Tena la figura rechoncha de los bien alimentados. Su cara no tena un solo ngulo. El color rosado normal de sus mejillas, tan alejadas del hueso, haba desaparecido del todo. Entrelaz los dedos y los apoy sobre la barriga. En cierto modo me sorprendi ver lo hundido, agotado y minado que pareca.He dicho que me sorprendi porque Edgar siempre me haba parecido un egocntrico puro, una persona cuyo propio dolor y placer triunfaban sobre todos los dems, una persona que crea que los que habitaban el espacio que le rodeaba no eran ms que un escaparate para su propio entretenimiento. Edgar ya haba perdido dos hijos. Su hijo, Eddie IV, haba muerto en accidente conduciendo en estado de embriaguez haca dos aos. Segn Monica, Eddie cruz la lnea amarilla doble y se lanz contra la casa a propsito. Por algn motivo, ella culpaba a su padre. Le culpaba de muchas cosas.Tambin est la madre de Monica. Slo la he visto una vez. Descansa mucho. Se toma largas vacaciones. En resumen, entra y sale de los psiquitricos. Cuando la vi, mi suegra estaba disfrazada para alguna reunin social, bien vestida y maquillada, preciosa y demasiado plida, con los ojos vacos y la lengua pesada, el paso incierto.Exceptuando al to Carson, Monica estaba enemistada con su familia. Como es fcil imaginar, no me importaba en absoluto.Queras verme? pregunt.S, Marc. S.Esper.Edgar apoy las manos sobre la mesa.Queras a mi hija?Me pill desprevenido, aunque logr contestar sin vacilar:Muchsimo.Me pareci que intua la mentira. Me esforc por mirarle con firmeza.Pero ella no era feliz.No creo que puedas echarme la culpa a m de eso dije.Tienes razn concedi asintiendo lentamente con la cabeza.Pero mi pase de defensa no sirvi de nada. Las palabras de Edgar haban sido como un golpe seco. La culpabilidad volva con toda su fuerza.Sabas que iba a un psiquiatra? pregunt Edgar.Primero mir a Carson, y despus a Edgar.No.No quera que nadie lo supiera.Cmo lo descubriste?Edgar no contest. Se mir fijamente las manos. Luego dijo:Quiero mostrarte algo.Mir de reojo al to Carson. Tena la mandbula rgida. Me pareci ver que temblaba. Volva a mirar a Edgar.De acuerdo.Edgar abri un cajn del escritorio, meti la mano y sac una bolsa de plstico. Levant la bolsa para que la viera, sostenindola por un extremo con el dedo ndice y el pulgar. Tard un poco, pero cuando comprend lo que era, se me desencajaron los ojos.Edgar vio mi reaccin.Lo reconoces, pues?Primero no poda hablar. Ech una mirada a Carson. Tena los ojos rojos. Volv a mirar a Edgar y asent torpemente. Dentro de la bolsa de plstico haba un pequeo bulto de ropa, de unos seis por seis centmetros. El estampado era uno que yo haba visto haca dos semanas, momentos antes de que me dispararan.Rosa con pinginos negros.Mi voz fue apenas un susurro.De dnde lo has sacado?Edgar me alarg un gran sobre marrn, de sos con burbujitas por dentro. Estaban protegidas con un plstico. Le di la vuelta. El nombre y la direccin de Edgar estaban impresos sobre una etiqueta blanca. No haba remitente. El matasellos deca Nueva York.Ha llegado con el correo de hoy dijo Edgar, y seal el bulto. Es de Tara?Creo que dije que s.Hay ms dijo Edgar. Volvi a meter la mano en el cajn,, Me he tomado la libertad de meterlo todo en bolsas de plstico. Por si la Polica necesita analizarlo.Me alarg algo que pareca una bolsa de envasado al vaco. Esta vez ms pequea. Contena pelos. Pequeos mechones de pelo. Cada vez ms asustado, me di cuenta de lo que estaba viendo. Se me cort la respiracin.Pelo de beb.De lejos, o que Edgar preguntaba:

Son suyos?Cerr los ojos e intent imaginarme a Tara en la cuna. Me di cuenta con horror de que la imagen de mi hija se estaba desvaneciendo ante mis ojos. Cmo era posible? Ya no estaba seguro si vea un recuerdo o algo que haba evocado para sustituir lo que empezaba a olvidar. Maldita sea. Las lgrimas me hacan presin en los prpados. Intent recuperar el tacto suave de la cabecita de mi hija, la forma en que la acariciaba con el dedo.Marc?Podran serlo contest, abriendo los ojos. Pero no puedo estar seguro.Algo ms dijo Edgar.Me pas otra bolsa de plstico. Cautelosamente, dej la bolsa con los pelos sobre la mesa. Cog la otra bolsa. Dentro haba una hoja de papel. Una nota impresa con impresora lser.Si te pones en contacto con las autoridades, desapareceremos. Nunca sabrs lo que le ha sucedido. Te estaremos observando. Lo sabremos. Tenemos a un hombre dentro. Tus llamadas son escuchadas. No hables de esto por telfono. Sabemos que t, abuelo, eres rico. Queremos dos millones de dlares. Queremos que t, pap, entregues el rescate. T, abuelo, preparars el dinero. Adjuntamos un mvil. Es imposible de identificar. Pero si marcas o lo utilizas de algn modo, lo sabremos. Desapareceremos y nunca volvers a ver a la nia. Prepara el dinero. Dselo a pap. Pap, guarda el dinero y el telfono cerca de ti. Vete a casa y espera. Te llamaremos y te diremos lo que tienes que hacer. Si te desvas de lo que pedimos, no volvers a ver a tu hija. No habr otra oportunidad.La sintaxis era rara, por decirlo suavemente. Le la nota tres veces y luego mir a Edgar y a Carson. Una extraa calma se apoder de m. S, era terrorfico, pero recibir aquella nota... tambin era un alivio. Por fin haba sucedido algo. Ahora podamos actuar. Podamos recuperar a Tara. Haba esperanza.Edgar se puso de pie y se dirigi a un rincn de la habitacin. Abri la puerta de un armario y sac una bolsa de deporte con el logo de Nike. Sin ms prembulo, dijo:Est todo aqu.Me tir la bolsa sobre las rodillas. La mir.Dos millones de dlares?Los billetes no son secuenciales, pero tenemos una lista de todos los nmeros de serie, por si acaso.Mir a Carson y luego a Edgar.No creis que debamos ponernos en contacto con el FBI?No, francamente, no. Edgar se sent sobre la mesa, y cruz los brazos delante del pecho. Ola a locin de barbero, pero percib algo ms primitivo, ms rancio, por debajo. De cerca, sus ojos mostraban ojeras oscuras de agotamiento. T decides, Marc. T eres el padre. Respetaremos tu decisin. Pero, como sabes, he tenido malas experiencias con las autoridades federales. Puede que mi punto de vista est influido por mi convencimiento acerca de su incompetencia; o quiz me pese ms saber cmo se dejan influir por sus propios intereses. Si fuera mi hija, confiara ms en mi juicio que en el suyo.No estaba seguro de lo que deba decir o hacer. Edgar se encarg de esto. Dio una palmada y luego seal la puerta.La nota dice que debes irte a casa y esperar. Creo que es mejor que obedezcas.

Captulo 3

Me esperaba el mismo chfer. Sub al asiento trasero, con la bolsa Nike apretada contra el pecho. Mis emociones oscilaban entre un miedo cerval y una extraa sensacin de euforia. Poda recuperar a mi hija. Poda estropearlo todo.Pero, primero: deba llamar a la Polica?Intent calmarme, sopesarlo framente, a distancia, valorando los pros y los contras. Pero era imposible, evidentemente. Soy mdico. He tomado decisiones de vida o muerte otras veces. S que la mejor forma de hacerlo es eliminando de la ecuacin el peso, el exceso de ardor. Pero la vida de mi hija estaba en peligro. Mi propia hija. Repitiendo lo que haba dicho al principio: mi mundo.La casa que Monica y yo compramos est literalmente a cuatro pasos de la casa donde crec y donde siguen viviendo mis padres. Respecto a esto me siento ambivalente. No me gusta vivir tan cerca de mis padres, pero me disgusta ms la sensacin de culpabilidad de tenerlos abandonados. Mi compromiso es: vivir cerca de ellos y viajar mucho.Lenny y Cheryl viven a cuatro travesas de distancia, cerca de Kasselton Mal, en la casa donde vivan los padres de Cheryl. Sus padres se mudaron a Florida hace seis aos. Tienen un piso en la vecina Roseland, de modo que pueden visitar a sus nietos y huir de los calurosos veranos del Estado Soleado.No me gusta especialmente vivir en Kasselton. La ciudad ha cambiado muy poco en los ltimos treinta aos. En mi juventud, nos mofbamos de nuestros padres, de su materialismo y de sus valores aparentemente intiles. Ahora somos nuestros padres. Simplemente los hemos sustituido, hemos apartado a mam y a pap a algn pueblo de jubilados. Y nuestros hijos nos han sustituido. Pero el Luncheonette de Maury sigue en la avenida Kasselton. El cuerpo de bomberos sigue estando formado en su mayora por voluntarios. La Liga Juvenil se sigue jugando en el Northland Field. Los cables de alta tensin siguen pasando demasiado cerca de mi antigua escuela primaria. El bosque de detrs de la casa de los Brenner en Rockmont Terrace sigue siendo el lugar adonde van los chicos a pasar el rato y a fumar. El instituto sigue teniendo de cinco a ocho finalistas nacionales al ao, slo que cuando yo era adolescente la lista era mayoritariamente juda y hoy se inclina hacia la comunidad asitica.Doblamos a la derecha en la avenida Monroe y pasamos delante de la casa de dos pisos donde crec. Con su pintura blanca y sus persianas negras, con la cocina, la salita, y el comedor tres escalones a la izquierda y el estudio y la entrada del garaje dos escalones a la derecha, nuestra casa, quizs un poco ms desvencijada que otras, era casi imposible de distinguir de las dems guaridas de la calle. Lo que la distingua, de hecho lo nico, era la rampa para la silla de ruedas. La pusimos despus de que mi padre tuviera el tercer infarto cuando yo tena doce aos. Mis amigos y yo la usbamos para patinar. Construimos una plataforma de madera contrachapada y ladrillos de ceniza y la colocamos al pie.El coche de la enfermera estaba en el paseo. Viene durante el da. No tenemos a nadie las veinticuatro horas. Hace casi dos dcadas que mi padre est en silla de ruedas. No puede hablar. Tiene la parte izquierda de la boca torcida hacia abajo. La mitad del cuerpo totalmente paralizada y la otra mitad no est mucho mejor.Cuando el chfer tom el desvo de Darby Terrace, vi que mi casa nuestra casa pareca igual que haca unas semanas. No s lo que me haba esperado. Tal vez cinta amarilla de la Polica. O grandes manchas de sangre. Pero nada haca sospechar lo que haba ocurrido all dos semanas antes.Cuando compr la casa, la familia Levinsky haba vivido all durante treinta y seis aos, pero nadie los conoca bien. La seora Levinsky era una mujer amable aparentemente, con un tic facial. El seor Levinsky era un ogro que siempre le gritaba desde el jardn. Le tenamos miedo. Una vez, vimos a la seora Levinsky saliendo de la casa a todo correr en camisn, y al seor Levinsky persiguindola con una pala. Los nios cruzbamos todos los jardines menos el suyo. Cuando acab la universidad, corrieron rumores de que haba abusado de su hija Dina, una nia desamparada de ojos tristes y pelo lacio con la que yo haba ido a la escuela desde el primer curso. Vindolo en perspectiva, recuerdo haber estado en una docena de cursos con Dina Levinsky y no recuerdo haberla odo hablar ms que en susurros y esto cuando la obligaba algn profesor bien intencionado. Nunca intent acercarme a Dina. No s qu habra podido hacer por ella, pero aun as me gustara haberlo intentado.En algn momento de aquel ao, cuando los rumores de los abusos a Dina tomaron cuerpo, los Levinsky haban hecho las maletas y se haban marchado. Nadie saba dnde. El banco se qued con la casa y empez a alquilarla. Monica y yo hicimos una oferta unas semanas antes de que naciera Tara.Cuando nos instalamos, al principio me quedaba despierto por la noche escuchando, no s bien qu, alguna clase de sonido, seales del pasado de la casa, de la infelicidad que se haba vivido all. Intentaba imaginar cul haba sido la habitacin de Dina y lo que haba sufrido, lo que senta ahora, pero no encontr ninguna pista. Como he dicho antes, una casa son ladrillos y mortero. Nada ms.Dos coches desconocidos estaban aparcados delante de mi casa. Mi madre estaba esperando en la puerta. Cuando baj del coche, me recibi como si fuera un prisionero de guerra recin llegado. Me abraz fuerte y me envolvi en un vaho de perfume. Todava tena la bolsa Nike con el dinero en la mano, de modo que no pude devolver el abrazo.Por encima del hombro de mi madre vi al detective Bob Regan salir de la casa. Con l sali un negro corpulento con el pelo rapado, el crneo reluciente y gafas de sol de diseo. Mi madre susurr:Te estn esperando.Asent con la cabeza y me acerqu a ellos. Regan se protegi los ojos con una mano, pero slo era una pose. El sol no era tan fuerte. El negro permaneci inmvil.Dnde estaba? pregunt Regan. Como no contest en seguida, aadi: Hace ms de una hora que sali del hospital.Pens en el mvil que llevaba en el bolsillo. Pens en la bolsa de dinero que tena en la mano. Por ahora, les dira slo semiverdades.He ido a visitar la tumba de mi esposa dije.Tenemos que hablar, Marc.Entremos contest.Entramos todos en la casa. Me par en el recibidor. Haban encontrado el cadver de Monica a menos de tres metros de donde estaba yo. Desde la entrada, examin las paredes, buscando alguna seal de violencia. Slo haba una. Y la encontr casi en seguida. Sobre la litografa de Behrens, junto a la escalera, alguien haba tapado un agujero de bala, el que haba hecho la nica bala que no nos haba dado ni a Monica ni a m. El parche era demasiado blanco para la pared. Se necesitaba una mano de pintura.Lo mir fijamente largo rato. O que alguien se aclaraba la garganta. Esto me hizo salir de mi ensimismamiento. Mi madre me acarici la espalda y luego se fue a la cocina. Acompa a Regan y su compaero a la sala. Se sentaron en un par de butacas. Yo me sent en el sof. Monica y yo no habamos terminado de decorar la casa. Las butacas haban pertenecido a mi dormitorio de la universidad y se notaba. El sof proceda del piso de Monica, y era una pieza usada que pareca salida de un almacn de Versalles. Era pesado y rgido e, incluso en sus mejores das, muy poco mullido.Le presento al agente especial Lloyd Tickner empez Regan, sealando al negro. Es del FBI.Tickner asinti con la cabeza. Yo le correspond con una inclinacin.Regan intent sonrerme.Veo que ya se encuentra mejor. Me alegro empez.No me encuentro mejor dije.Se qued desconcertado.No estar mejor hasta que recupere a mi hija.Claro, por supuesto. Precisamente. Queremos hacerle algunas preguntas, si no le importa.Les comuniqu que no me importaba.Regan tosi tapndose la boca con la mano, para ganar tiempo.Quiero que entienda algo. Tenemos que hacerle unas preguntas. No es que me guste y seguro que a usted tampoco, pero son preguntas necesarias. Lo comprende?No lo comprenda, pero no tena ganas de discutir.Adelante dije.Qu puede decirnos sobre su matrimonio?Una luz de advertencia me cruz el crtex.Qu tiene que ver mi matrimonio con todo esto?Regan se encogi de hombros. Tickner permaneci inmvil.Tenemos que encajar algunas piezas.Mi matrimonio no tiene nada que ver con esto.Seguro que tiene razn, pero mire, Marc, lo cierto es que el rastro se est enfriando. Cada da que pasa nos perjudica. Tenemos que explorar todas las vas.La nica va que me interesa es la que conduce a mi hija.Lo comprendemos. ste es el punto central de la investigacin. Descubrir qu le ha ocurrido a su hija. Y tambin a usted. No olvidemos que alguien tambin intent matarle.Claro.Pero no podemos ignorar las otras cuestiones.Qu cuestiones?Su matrimonio, por ejemplo.Qu pasa?Cuando se casaron, Monica estaba embarazada, no es cierto?Qu tiene que...?Me detuve.Tena ganas de atacar con toda mi ira, pero record las palabras de Lenny. No hables con la Polica sin que yo est delante. Debera llamarle. Lo saba. Pero algo en su tono y su postura... si ahora callaba y deca que quera llamar a mi abogado, me hara parecer culpable. No tena nada que ocultar. Por qu alimentar sus sospechas? Con esto slo los distraera. Por supuesto que saba que as era como trabajaban, como funcionaba la Polica, pero yo soy mdico; y lo que es peor, cirujano. A menudo cometemos el error de creernos ms listos que nadie.Me decid por la sinceridad.S, estaba embarazada. Y qu?Es cirujano plstico, no?El cambio de tema me descoloc.S, lo soy.Usted y su socia viajan al extranjero y reparan fisuras palatales, traumas faciales graves, quemaduras, cosas por el estilo.Ms o menos, s.Entonces, viaja mucho?Bastante dije.De hecho intervino Regan en los dos aos anteriores a su matrimonio, sera justo decir que estuvo ms tiempo fuera del pas que dentro?Es posible contest. Me revolv entre los duros cojines. Podra explicarme adonde quiere ir a parar?Regan me dirigi su mejor sonrisa.Slo queremos hacernos una idea general.Una idea de qu?Su socia... ech un vistazo a sus notas, una tal seora Zia Leroux.Doctora Leroux correg.Doctora Leroux, s, gracias. Dnde est ahora?En Camboya.Est operando a nios con deformidades?S.Regan inclin la cabeza, simulando confusin.No era usted el que en principio tena que hacer este viaje?Hace mucho tiempo.Cunto tiempo?No s si le entiendo.Cunto tiempo hace que anul su viaje?No lo s dije. Ocho o nueve meses, ms o menos.Y por eso la doctora Leroux ha ido en su lugar, correcto?S, es correcto. Y todo esto me lo pregunta por...?No mordi el anzuelo.Le gusta su trabajo, verdad, Marc?S.Le gusta viajar al extranjero? Y hacer este loable trabajo?Claro.Regan se rasc la cabeza con exageracin, fingiendo de la manera ms burda su desconcierto.Entonces, si le gusta viajar, por qu anul el viaje y dej que fuera la doctora Leroux en su lugar?Ahora vea a donde quera ir a parar.Intentaba limitarlos dije.Se refiere a sus viajes.S.Por qu?Porque tena otras obligaciones.Y estas obligaciones eran su esposa y su hija, correcto?Me incorpor un poco y le mir a los ojos.La razn dije. Todo esto tiene alguna razn?Regan se ech atrs. El silencioso Tickner hizo lo mismo.Slo queremos hacernos una idea general, nada ms.Eso ya me lo haba dicho.Vale, espere un momento dijo Regan, y oje su cuaderno. Vaqueros y una blusa roja.Qu?Su esposa aadi sealando sus notas. Dijo que llevaba vaqueros y una blusa roja aquella maana.Me inundaron ms imgenes de Monica. Intent detener la marea.Y qu?Cuando encontramos el cuerpo dijo Regan, estaba desnuda.Los temblores empezaron en el corazn. Se me esparcieron por los brazos, y me cosquillearon los dedos.No lo saba?Tragu saliva.La...? Me qued sin habla.No dijo Regan. No tena ninguna seal, aparte de los agujeros de bala. Contest dedicndome de nuevo aquella inclinacin de cabeza de aydeme a entender. La encontramos muerta en esta habitacin. Tena costumbre de pasearse sin ropa?Ya se lo he dicho alegu abrumado. Intent procesar aquellos nuevos datos, seguir su ritmo. Llevaba vaqueros y una blusa roja.Entonces, estaba vestida?Record el ruido de la ducha. La record saliendo de ella, echndose el pelo hacia atrs, estirndose en la cama, subindose los vaqueros por las caderas.S.Seguro?Seguro.Hemos buscado por toda la casa. No hemos encontrado ninguna blusa roja. Vaqueros s. Tena varios. Pero ninguna blusa roja. No le parece raro?Espere un momento dije. La ropa no estaba junto a su cuerpo?No.Aquello no tena sentido.Pues mirar en su armario dije.Ya lo hemos mirado, pero si quiere, adelante. De todos modos, sigo sin entender cmo puede acabar en el armario la ropa que llevaba puesta.No tena respuesta.Tiene pistola, doctor Seidman?Otro cambio de tema. Intentaba seguirle, pero la cabeza me daba vueltas.S.De qu clase?Una Smith and Wesson del treinta y ocho. Era de mi padre.Dnde la guarda?Hay un compartimento en el armario del dormitorio. Est en el estante de arriba, en una caja fuerte.Es sta?S.brala.Me la tir. La atrap. El metal gris azulado estaba fro. Era asombrosamente ligera. Gir la combinacin correcta en el disco y la abr.Busqu entre los documentos legales el ttulo de propiedad del coche, la escritura de la casa, la tasacin de la propiedad, slo lo hice para ganar tiempo. Ya lo saba. La pistola haba desaparecido.Usted y su esposa fueron tiroteados con una treinta y ocho dijo Regan. Y la suya ha desaparecido.Me qued mirando la caja, como si esperara que el arma apareciera de repente. Intentaba entender, pero no se me ocurra nada.Tiene idea de dnde puede estar el arma?Negu con la cabeza.Y otra cosa rara dijo Regan.Lo mir.Les dispararon con diferentes treinta y ocho.Cmo dice?S prosigui, asintiendo con la cabeza, a m tambin me cost creerlo. Hice que en balstica lo comprobaran dos veces. A usted y a su esposa les dispararon con dos armas diferentes, las dos eran treinta y ocho... y la suya ha desaparecido. Se encogi de hombros teatralmente. Aydeme a entender, Marc.Los mir a la cara. No me gust lo que vi. Record la advertencia de Lenny, esta vez con ms insistencia.Quiero llamar a mi abogado dije.Est seguro?S.Adelante.Mi madre haba estado esperando ante la puerta de la cocina, retorcindose las manos. Cunto habra odo? A juzgar por su expresin, demasiado. Mi madre me mir expectante. Yo asent con la cabeza y ella fue a llamar a Lenny. Cruc los brazos, pero no me sent mejor. Golpe el suelo con los pies. Tickner se quit las gafas. Me mir a los ojos y habl por primera vez.Qu hay en la bolsa? pregunt.Me limit a mirarlo.La bolsa de deporte que ha trado. Sigui Tickner, y su voz contrast con su aspecto hosco, tena un ritmo poco convencional, era casi como un gimoteo. Qu contiene?Haba sido un error. Habra debido hacer caso a Lenny. Debera haberle llamado al principio. Ahora no saba qu contestar. Por detrs, o que mi madre meta prisa a Lenny. Yo estaba elaborando una respuesta que sirviera como un pretexto medio cierto, pero ninguno me pareca convincente, cuando un ruido desvi mi atencin.El mvil, el que los secuestradores haban mandado a mi suegro, empez a sonar.

Captulo 4

Tickner y Regan esperaron a que yo contestara.Me disculp, levantndome antes de que tuvieran tiempo de reaccionar. Busqu el telfono con la mano mientras sala al exterior de la casa. El sol me golpe en la cara. Parpade y mir el teclado. La tecla de respuesta del telfono estaba situada en un lugar diferente del de mi mvil. Al otro lado de la calle, dos nias con cascos pintados de colores montaban en bicis llamativas. Del manillar de una de ellas colgaban tiras de cinta rosa.Cuando yo era pequeo, en aquel barrio viva ms de una docena de nios de mi edad. Nos reunamos al salir de la escuela. No recuerdo a qu jugbamos nunca nos organizamos como para jugar un partido de baloncesto por ejemplo, pero siempre haba que esconderse y buscarse y siempre aadamos alguna clase de violencia fingida (o al borde de lo real). La infancia en los barrios de las afueras es supuestamente una poca de inocencia, pero cuntos de aquellos das terminaron con lgrimas, al menos para un nio? Discutamos, cambibamos de aliados, hacamos declaraciones de amistad y guerra, y como casos de memoria a corto plazo, lo habamos olvidado todo al da siguiente. Cada tarde, borrn y cuenta nueva. Se formaban otras coaliciones. Un nio diferente volva a casa llorando.Por fin encontr la tecla correcta. La apret con el pulgar y me llev el mvil al odo, todo en un solo movimiento. Me lata fuertemente el corazn dentro de la caja torcica. Me aclar la garganta y, sintindome idiota, dije simplemente:Diga?Contesta s o no. La voz tena el tono robtico de los sistemas telefnicos de atencin al cliente, los que te informan que si quieres un servicio aprietes uno, y si deseas comprobar el estado de tu encargo aprietes dos.Tienes el dinero?S.Sabes dnde est Garden State Plaza?En Paramus dije.Exactamente dentro de dos horas quiero que aparques en el aparcamiento norte. Est cerca de Nordstrom. Seccin Nueve. Alguien se acercar a tu coche.Pero...Si no ests solo, desapareceremos. Si te siguen, desapareceremos. Si huelo un polica, desapareceremos. No habr segundas oportunidades. Entendido?S, pero...Clic.Dej caer la mano junto al cuerpo. El atontamiento me empap. No intent evitarlo. Las nias del otro lado de la calle se haban puesto a discutir. No oa bien lo que decan, pero la palabra mi sala mucho, una simple slaba pronunciada con fuerza. Un SUV dobl la esquina a toda velocidad. Lo observ como si estuviera por encima de todo. Chirriaron los frenos. La puerta del conductor se abri antes de que el coche se hubiera detenido por completo.Era Lenny. Me ech un vistazo y se me acerc.Marc?Tenas razn dije, y seal la casa con la cabeza. Regan se haba situado junto a la puerta. Creen que estoy implicado.La expresin de Lenny se ensombreci. Entorn los ojos, y sus pupilas se convirtieron en cabezas de aguja. En los deportes, a esto se le llama poner cara de partido. Lenny se estaba convirtiendo en Cujo. Mir fijamente a Regan como si estuviera decidiendo qu extremidad se zampara primero.Has hablado con ellos?Un poco respond.No les dijiste que queras un abogado?Al principio no.Por Dios, Marc, te lo dije...He recibido una peticin de rescate.Esto hizo que Lenny se contuviera. Mir mi reloj. Paramus estaba a una distancia de cuarenta minutos en coche. Con el trfico, poda llegar a tardar una hora. Tena tiempo, pero no demasiado. Empec a poner a Lenny al corriente. ste ech otra mirada asesina a Regan y me alej an ms de la casa. Nos paramos en el bordillo, aquellas piedras grises tan familiares que se ponen en los lmites de las propiedades a modo de dentaduras, y entonces, como dos chiquillos, nos agachamos y nos sentamos. Tenamos las rodillas en la barbilla. Vea la piel de Lenny entre el calcetn marrn y el dobladillo del pantaln. Aquella posicin era incomodsima. El sol nos daba en los ojos. Los dos mirbamos hacia delante ms que mirarnos el uno al otro, como hacamos de pequeos. Era ms fcil confesarse as.Habl rpidamente. A media explicacin, Regan empez a acercarse. Lenny se volvi hacia l y grit:Sus pelotas!Regan se detuvo.Qu?Va a arrestar a mi cliente?No.Lenny seal la entrepierna de Regan.Voy a broncearlas colgndolas de mi retrovisor. Si da un solo paso.Tenemos que hacer algunas preguntas a su cliente dijo Regan ponindose rgido.Muy mal. Vaya a abusar de los derechos de otro con un abogado ms tonto.Lenny hizo un gesto despreciativo y me indic que continuara. Regan no pareca contento, pero retrocedi un par de pasos. Volv a mirar el reloj. Slo haban transcurrido cinco minutos desde la llamada de rescate. Termin mi relato mientras Lenny mantena su mirada lser fija en Regan.Quieres mi opinin? me pregunt.S.Creo que deberas decrselo dijo, todava furibundo.Ests seguro?Caramba, no.T lo haras si fuera uno de tus hijos?Lenny se concedi unos segundos.No puedo ponerme en tu lugar, si es lo que me pides. Pero s, creo que lo hara. Es una cuestin de probabilidades. Aumentan cuando se lo dices a la Polica. No significa que siempre salga bien, pero ellos son los expertos. Nosotros no. Lenny apoy los codos en las rodillas y la barbilla en las manos, una pose de juventud. sta es la opinin del Lenny amigo sigui. Lenny el amigo te animara a contrselo.Y el Lenny abogado? pregunt.Insistira an ms. Te recomendara encarecidamente que fueras sincero.Por qu?Si sales con dos millones de dlares y desaparecen, incluso si recuperas a Tara, sus sospechas, por decirlo suavemente, se multiplicarn.Eso no me importa. Slo quiero que Tara vuelva.Lo comprendo. O debera decir que Lenny el amigo lo comprende.Ahora le tocaba a Lenny mirar el reloj. Me senta interiormente hueco, vaco, como una canoa. Casi oa el tictac. Era enloquecedor. Intent de nuevo ser racional, y hacer una lista de pros a la derecha y contras a la izquierda, y luego compararlos. Pero el tictac no se detena.Lenny haba hablado de probabilidades. Yo no soy jugador. No suelo asumir riesgos. Al otro lado de la calle una de las nias grit: Te lo juro!. Se fue como una tromba. La otra nia se ri de ella y volvi a montarse en su bici. Sent que se me humedecan los ojos. Dese que Monica estuviera all. Yo no debera tomar aquella decisin solo. Ella debera participar tambin.Mir hacia la puerta de la casa. Ahora Regan y Tickner estaban los dos fuera. Regan tena los brazos cruzados, y se balanceaba sobre las puntas de los pies. Tickner no se mova, con la misma expresin plcida en la cara. Poda confiar a aquellos hombres la vida de mi hija? Sera Tara su prioridad o, como haba insinuado Edgar, seguiran sus propios intereses?El tictac se hizo ms fuerte, ms insistente.Alguien haba asesinado a mi esposa. Alguien se haba llevado a mi hija. En los ltimos das, me haba preguntado por qu por qu nosotros? intentando ser racional y sin permitirme muchos desvos al fondo del estanque de la compasin. Pero no haba llegado a ninguna conclusin. No vea ningn motivo y tal vez esto era lo que ms miedo me daba. Quiz no haba razn. Quiz slo era mala suerte y basta.Lenny miraba hacia delante y esperaba. Tic, tic, tic.Se lo contaremos dije.Su reaccin me sorprendi. Les entr el pnico.Regan y Tickner intentaron disimularlo, evidentemente, pero su lenguaje corporal de repente fue muy claro: el parpadeo, la rigidez de las comisuras de la boca, la voz mal modulada, el timbre de locutor de radio de sus voces. El tiempo disponible era sencillamente demasiado justo para ellos. Tickner llam de inmediato al especialista en negociaciones de secuestros del FBI para que nos ayudara. Se tap la boca con la mano mientras hablaba con l. Regan se puso en contacto con sus colegas de la Polica de Paramus.Colocaremos agentes en el centro comercial me dijo Tickner despus de colgar. Discretamente, por supuesto. Intentaremos poner a hombres en coches cerca de todas las entradas y en la autopista diecisiete en las dos direcciones. Tendremos agentes dentro del centro en todas las entradas. Pero quiero que me escuche atentamente, doctor Seidman. Nuestro especialista dice que deberamos intentar darles largas. Quiz podamos conseguir que el secuestrador aplace...No le interrump.No desaparecern dijo Tickner. Quieren el dinero.Hace casi tres semanas que tienen a mi hija insist. No quiero aplazarlo.Asinti con la cabeza, insatisfecho, pero intentando mantener la calma.Entonces quiero que vaya un hombre en el coche con usted.No.Puede esconderse detrs.No repet.O an mejor Tickner intent otra va, porque lo hemos hecho otras veces: decimos al secuestrador que no est en condiciones de conducir. Demonios, acaba de salir del hospital. Conducir uno de nuestros hombres. Diremos que es su primo.No me dijo que crea que mi hermana estaba implicada? pregunt mirando a Regan, ceudo.Es posible, s.No cree que ella sabra si el hombre es mi primo o no?Tickner y Regan dudaron y luego asintieron al unsono.Tiene razn dijo Regan.Lenny y yo intercambiamos una mirada. A aquellos profesionales les iba a confiar la vida de Tara. La idea no era reconfortante. Me fui hacia la puerta.Adonde va? Tickner me puso una mano en el hombro.Adonde cree usted?Sintese, doctor Seidman.No tengo tiempo contest a la defensiva. Tengo que ponerme en marcha. Podra haber trfico.Podemos despejar el trfico.Y eso no parecer sospechoso, claro dije.Dudo mucho que le sigan desde aqu.Y est dispuesto le pregunt volvindome hacia l a arriesgar la vida de un nio basndose en eso?Se qued sin palabras.Usted no lo entiende segu, muy cerca de su cara. No me importa el dinero, ni si se salen con la suya. Slo quiero recuperar a mi hija.Lo comprendemos dijo Tickner, pero est olvidando algo.Qu?Por favor insisti. Sintese.Mire, hgame un favor. Quiero estar de pie. Soy mdico. Conozco el mtodo para dar malas noticias mejor que nadie. No intente manipularme.Tickner levant las palmas de la mano y dijo:De acuerdo.Luego respir profunda y lentamente. Tctica de evasiva. Y yo no estaba de humor.De qu se trata? pregunt.El que hizo esto empez, les dispar. Mat a su esposa.Soy consciente de ello.No, no creo que lo sea. Pinselo un momento. No podemos dejarle ir solo. El que lo hizo intent matarle. Le dispar dos veces y lo dio por muerto.Marc dijo Regan, acercndose, antes le hemos lanzado algunas teoras al azar. El problema es que slo son eso. Teoras. No sabemos qu es lo que buscan realmente estas personas. Puede que se trate de un simple secuestro, pero si es as, no se parece a ninguno de los que hayamos visto. Su expresin ya no era inquisitiva, sino que tena las cejas arqueadas y los ojos muy abiertos como para transmitir sinceridad. Lo que sabemos con certeza es que intentaron matarle. Nadie intenta matar a los padres, si lo que quiere es un rescate.Tal vez pensaban sacarle el dinero a mi suegro dije.Entonces por qu han esperado tanto?No tena la respuesta a eso.Puede que... continu Tickner, esto no tenga nada que ver con un secuestro. Al menos, en principio. Tal vez sea un efecto secundario. Tal vez usted y su esposa eran los objetivos desde el principio. Y puede que quieran terminar el trabajo.Cree que se trata de una trampa?Es una posibilidad, s.Y qu me aconseja?Tickner se aferr a esto.No vaya solo. Consiga un poco de tiempo para que podamos prepararlo bien. Deje que vuelva a llamarle.Mir a Lenny. l lo mir e inclin la cabeza.No es posible dijo Lenny.Con el debido respeto Tickner lo mir duramente, su cliente corre un grave peligro.Igual que mi hija dije. Palabras sencillas. La decisin no requera mucha reflexin si se planteaba con sencillez. Me volv y me dirig hacia el coche. Mantenga a sus hombres a distancia.

Captulo 5

No haba trfico, de modo que llegu al centro comercial con tiempo de sobra. Apagu el motor y esper sentado en el coche. Ech un vistazo a mi alrededor. Me imaginaba que los federales y la Polica me seguan, pero yo no poda verlos. Supona que era una buena seal.Y ahora qu?Ni idea. Esper un poco ms. Jugu con el dial de la radio, pero nada me llamaba la atencin. Encend el reproductor de cedes y casetes. Cuando Donald Fagan de Steely Dan se puso a cantar Black Cow, tuve un ligero sobresalto. No oa aquella cinta desde... no s, mis das de universidad. Por qu la tena Monica? Y entonces, con una nueva punzada de dolor, me di cuenta de que Monica haba sido la ltima que haba utilizado el coche, y que aqulla poda ser la ltima cancin que haba escuchado.Observ a los clientes que se preparaban para entrar en el centro comercial. Me concentr en las madres jvenes; la forma en que abran la puerta trasera del monovolumen; cmo desplegaban el cochecito del nio en el aire con un gesto mgico; la forma en que desabrochaban los cinturones de seguridad de sus retoos, me record a Buzz Aldrin en el Apolo II; cmo se apartaban del coche, con la cabeza alta, y apretaban diestramente el control remoto que cerraba la puerta del monovolumen.Las madres, todas ellas, parecan hastiadas. Tenan a sus hijos.Su seguridad, que con la clasificacin de cinco estrellas a prueba de colisin lateral y las sillitas de coche de la NASA, estaba fuera de duda. Y en cambio all me encontraba yo, sentado con una bolsa de dinero para pagar un rescate, con la esperanza de recuperar a mi hija. La lnea fina. Me dieron ganas de bajar la ventanilla y gritar una advertencia.Se acercaba el momento de la entrega. El sol daba de lleno en mi parabrisas. Busqu las gafas de sol, pero luego lo pens mejor. No s por qu. Que me pusiera las gafas de sol incomodara al secuestrador? No, no lo creo. O quiz s. Mejor dejarlo. No correr riesgos.Los hombros se me pusieron tensos. No paraba de mirar a mi alrededor intentando, no s por qu, que no se notara mucho. Cada vez que alguien aparcaba cerca de m o caminaba cerca de mi coche, el estmago se me contraa y me preguntaba: Estar Tara cerca?.Haban pasado justo las dos horas ordenadas. Quera acabar de una vez. Los siguientes minutos decidiran todo. Lo saba. Calma. Tena que mantener la calma. La advertencia de Tickner resonaba en mi cabeza. Se acercara alguien a mi coche y me volara los sesos sin ms?Era consciente de que era una posibilidad.Cuando son el mvil, me sobresalt. Me lo llev al odo y solt un diga demasiado rpido.Sal por la salida oeste dijo la voz robtica.Cul es la oeste? contest, desorientado.Sigue las indicaciones de la Ruta Cuatro. Coge la salida. Te estamos vigilando. Si te sigue alguien, desapareceremos. Deja el mvil junto al odo.Obedec de buena gana; con la mano derecha me apret tanto el telfono contra la oreja que casi se me corta la circulacin. Con la izquierda agarraba el volante como si me dispusiera a arrancarlo.Toma la Ruta Cuatro en direccin oeste.Dobl a la derecha y me met en la autopista. Mir por el retrovisor para ver si me segua alguien. Era difcil saberlo.Ves un centro comercial dijo la voz robtica.Hay millones de centros comerciales dije.Est a tu derecha, junto a una tienda de cunas. Frente a la salida de Paramus Road.De acuerdo contest cuando lo vi.Para all. Vers una calle a la derecha. Cgela, hasta detrs del edificio y apaga el motor. Ten el dinero a punto.Comprend inmediatamente por qu el secuestrador haba elegido aquel lugar. Slo tena una entrada y todas las tiendas estaban por alquilar, excepto la de cunas. sta estaba a la derecha. En otras palabras, era un recinto cerrado al que se acceda directamente de la autopista. No haba forma de que nadie entrara por detrs o pudiera pasar siquiera a marcha lenta sin ser visto.Esper a que los federales se dieran cuenta.Cuando llegu a la parte trasera del edificio, vi a un hombre de pie junto a una furgoneta. Llevaba una camisa de franela negra y roja con vaqueros negros, gafas de sol, y una gorra de bisbol de los Yankees. Intent encontrar algo que lo distinguiera, pero la palabra que se me ocurri fue corriente. Altura media, constitucin media. Lo nico llamativo era su nariz. Incluso a aquella distancia not que estaba torcida, como la de un ex boxeador. Pero sera real o una especie de disfraz? No lo saba.Me fij en la furgoneta. Llevaba escrito B & T Electricistas de Ridgewood, Nueva Jersey. Sin telfono ni direccin. La matrcula era de Nueva Jersey. La memoric.El hombre se acerc el mvil a los labios al estilo walkie-talkie, y o la voz mecnica que deca:Voy a acercarme. Psame el dinero por la ventanilla. No salgas del coche. No me digas nada. Cuando me haya alejado con el dinero, te llamar y te dir dnde puedes recoger a tu hija.El hombre de la camisa de franela y los vaqueros baj el telfono y se acerc. Llevaba la camisa desabrochada. Llevaba pistola? No estaba seguro. Y aunque lo hubiera estado, qu habra podido hacer? Apret el botn para bajar la ventanilla. No se movi. Haba que encender el contacto. El hombre estaba ms cerca. Llevaba la gorra de los Yankees bajada de modo que la visera le tocaba las gafas de sol. Busqu la llave y le di un pequeo giro. Las luces del tablero cobraron vida. Apret el botn otra vez. La ventanilla baj.Intent encontrar de nuevo algo distintivo en el hombre. Su paso era ligeramente desequilibrado, como si hubiera bebido una o dos copas, pero no pareca nervioso. No se haba afeitado y tena manchas en la cara. Las manos, sucias, los vaqueros negros estaban rasgados en la rodilla derecha. Las deportivas de lona, de caa alta, marca Converse, haban vivido pocas mejores.Cuando el hombre estaba a slo un par de pasos del coche, empuj la bolsa por la ventanilla y respir hondo. Aguant la respiracin. Sin romper el paso, el hombre cogi el dinero y se volvi hacia la furgoneta. Aceler el paso. Las puertas traseras de la furgoneta se abrieron y l salt dentro; la puerta se cerr inmediatamente detrs de l. Fue como si la furgoneta se lo hubiera tragado.El conductor puso en marcha el motor. El vehculo aceler y, por primera vez, me di cuenta de que haba una entrada trasera en una calle lateral. La furgoneta la tom y desapareci.Estaba solo.Me qued donde estaba y esper a que sonara el mvil. El corazn me lata aceleradamente. Tena la camisa empapada de sudor. No entr ningn otro coche. El asfalto estaba agrietado. Del contenedor sobresalan cajas de carbn. Haba botellas rotas por el suelo. Mir fijamente al suelo, intentando distinguir las palabras de las etiquetas descoloridas de cerveza.Pasaron quince minutos.No paraba de imaginarme el reencuentro con mi hija, cmo la encontrara y la cogera y la acunara y la calmara con palabras tiernas. El mvil. El mvil tena que sonar. Era parte de lo que me estaba imaginando. Sonaba el telfono y la voz robtica me daba instrucciones. stas eran las partes uno y dos. Por qu el maldito telfono no colaboraba?Un Buick Le Sabr estacion en el aparcamiento, mantenindose a una distancia prudente de m. No reconoc al conductor, pero Tickner estaba en el asiento del pasajero. Nuestros ojos se encontraron. Intent descubrir algo en su expresin, pero era la impasibilidad pura. Entonces me puse a mirar fijamente el mvil, sin atreverme a apartar la vista. El tictac haba vuelto, esta vez ms lento y sordo.Pasaron diez minutos ms antes de que el telfono emitiera su latosa tonadilla, de mala gana. Me lo coloqu en la oreja sin darle al sonido tiempo de viajar.Diga? respond.Nada.Tickner me observaba atentamente. Me hizo una seal con la cabeza aunque no entend por qu. Su chfer segua con las manos en el volante a las diez y dos.Diga? repet.Te advert que no hablaras con la Polica dijo la voz robtica.Las venas se me inundaron de hielo.No habr otra oportunidad.Y colg.

Captulo 6

No haba escapatoria.Aoraba el entumecimiento. Aoraba el estado comatoso del hospital. Aoraba aquella bolsa de suero y el flujo continuo de la anestesia. Me haban arrancado la piel. Tena las terminaciones nerviosas al aire. Lo senta todo.El miedo y la angustia me atenazaban. El miedo me encerr en una habitacin, mientras que la angustia la terrible conviccin de que lo haba estropeado todo y no poda hacer nada para aliviar el tormento de mi hija me envolvi en una camisa de fuerza y apag las luces. Poda muy bien estar perdiendo la cabeza.Pasaron los das en una niebla pegajosa. Me pasaba el tiempo sentado junto al telfono; varios telfonos, en realidad. El telfono de mi casa, mi mvil, y el mvil del secuestrador. Compr un cargador para el mvil del secuestrador, para que siguiera funcionando. Me sentaba en el sof. Los telfonos estaban a mi derecha. Intent apartar la vista de ellos, incluso mirar la televisin, porque recordaba aquel viejo dicho de que cuando miras un hervidor el agua nunca hierve. Pero segua mirando de reojo los condenados telfonos, con miedo a que pudieran salir volando, deseando que sonaran.Intent echar mano de aquella conexin sobrenatural padre-hija otra vez, la que antes haba insistido en que Tara estaba viva. El pulso segua all, pens (o al menos me obligu a creerlo), latiendo dbilmente, la conexin ahora, a lo sumo, era tenue.No habr otra oportunidad...Para aumentar mi culpabilidad, la noche anterior haba soado con una mujer que no era Monica, sino Rachel, mi antiguo amor. Fue uno de aquellos sueos en que se mezclan tiempo y realidad, donde el mundo es totalmente extrao e incluso contradictorio y, sin embargo, nada te parece raro. Rachel y yo estbamos juntos. Nunca habamos roto a pesar de que habamos estado separados todos aquellos aos. Yo tena treinta y cuatro aos, pero ella no haba envejecido ni un da desde que me dej. Tara segua siendo mi hija en el sueo de hecho, nunca la haban secuestrado, pero de algn modo tambin era hija de Rachel, aunque Rachel no era la madre. Todos hemos tenido esta clase de sueos. Nada tiene lgica, pero no te cuestionas nada de lo que ves. Cuando me despert, el sueo se esfum como suelen hacer los sueos. Me qued con un mal sabor y una aoranza que tiraba de m con una fuerza ine