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Cronica escandalosa - Baroja, Pio.pdf

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  • Annotation

    En 1934 daba Baroja comoterminadas las Memorias de unhombre de accin, despus deveintids aos de trabajo. Enseptiembre firmaba, en Itzea, estaCrnica escandalosa que serefiere a hechos acaecidos despusde terminada la primera guerracivil. Eugenio de Aviraneta estuvobastante metido en el crculo deMara Cristina, madre de Isabel II y

  • por eso, en un momento, fue objetode sospechas y persecuciones. Nose llev nunca bien con algunosrepresentantes conspicuos delProgresismo esparterista. La novelarefleja el ambiente en que pudomoverse en tiempos en que la luchacontra Mara Cristina ya se habaplanteado. Tiempos, tambin, enque hubo una ola de especulacionesy de agios, paralela a la queexperiment Francia durante losltimos aos de la monarqua deLuis Felipe y que termin con la

  • revolucin de 1848. Esta conexinentre el mundo de los negocios, maso menos sucios, de Francia pujantey Espaa convulsionada todava,sirve al novelista de eje para urdirun relato, producto no solo devastas lecturas, sino tambin derecuerdos familiares, transmitidos,sobre todo, por sus padres.Aviraneta, ya cincuentn, sigueactuando. Pero puede decirse que lapoca dorada de las conspiracionesha pasado para l y que el momentodel retiro definitivo se avecina

  • ADVERTENCIA DE LEGUA

    Primera parte

    I LA LOGIA DE LACALLE DEL LOBOII TOLOSAIII EL PABELLNVERDEIV LA INFANTALUISA CARLOTAV MEJA

    Segunda parte

  • I EL HOTEL DEANGULEMAII RECELOS DE LAEMBAJADAIII GRAN MUNDOIV GENTE DELARROYOV REVOLUCIONARIOSVI EL TO CAPETVII TERESAVALCRCELVIII PROPOSICIN DE

  • UN BANQUEROIX LOS COMPADRESZORROS Y LASPEQUEAS RAPOSASX LA CONDESAD'ORVALXI MISCONOCIMIENTOS ENPARSXII UNA HISTORIADE VALDES DE LOSGATOSXIII UNAENCERRONA

  • FRUSTRADAXIV LA CASA DECAPETXV PEREGRINACIONESCON EL PADREATANASIO

    Tercera parte

    I UN AGENTE TRISTEII LA CASA DEESPERAMONSIII APARTAMIENTOY MELANCOLA

  • IV DE BAISSAC ELELEGANTEV CONVERSACINESPIADA

    Contraportada

  • .Po Baroja

    Crnica escandalosa

    Memorias de un hombrede accion 21

  • .Po Baroja

    Ttulo: Crnica escandalosaPo Baroja, 1934

  • ADVERTENCIA DELEGUA DICE Aviraneta en sus papeles quehacia 1842 o 43, al mismo tiempoque redactaba una relacin oficialpara el gobierno explicando losmedios empleados por l paraacabar la guerra carlista, comenz aescribir una Memoria Secreta.Contaba en ella las maquinaciones,los chanchullos y los enredos de lapoca.

    El relato oficial fue varias

  • veces examinado y expurgado antesde su publicacin, primeramentepor el ministro Pita Pizarro ydespus por Martnez de la Rosa.La Memoria Secreta no sepublic y quiz la destruy el autor.Esta Memoria Secreta nos hubierainteresado a los aviranetianosconsecuentes, mucho ms que lossucesos polticos y las reflexionesmorales.

    As como se dice delnaturalista Cuvier que con un solohueso o con una esquirla de hueso

  • reconstitua metdicamente elgnero, la especie y la variedad deun animal desaparecido y cuyosrestos ya fsiles se hallabandiseminados por la tierra, as hepretendido yo sacar de unas cuantasnotas aisladas la MemoriaSecreta que escribi yprobablemente destruy mi amigo ymaestro Aviraneta.

    Me ayud en la tarea unhombre, empleado en el archivo delministerio de Hacienda, que sentaentusiasmo por don Eugenio. El

  • encontr cartas, documentos ypapeles.

    A este hombre, que tena muypequeo sueldo, le entr,contagindose conmigo, la furia porlas investigaciones histricasaviranetianas, y todos los dasregistraba diez o doce legajos yhaca un ndice de lo que contenan.

    El archivero improvisado,entusiasta de su nuevo oficio, meproporcion muchos datos, algunossin inters, pero otros muy curiososy significativos.

  • Al escribir los tomos finalesde las Memorias de un hombre deaccin repas los volmenesanteriores para ver si existaninexactitudes o contradicciones.

    Me hubiera gustado hacer unasntesis o una recapitulacin detodo ello.

    En lo escrito anteriormente porm hay algo supuesto e inventado,con el fin de aclarar y explicar lomal conocido. En estos librosfinales tambin lo hay. Es difcilque cada personaje de tipo

  • aclaratorio provenga de una visindirecta. Las siluetas se desdoblan yse repiten. Todo se repite en la viday en la literatura. As he puesto alfrente de los captulos trozos de losanteriores volmenes en calidad deleit motiv. Es difcil, creo yo, queen el escritor viejo puedanencontrarse nuevas vetas en sucantera. El filn est visto yreconocido. No hay ms.

    Esta apostilla al margenestampa don Pedro Legua alcomienzo del penltimo volumen de

  • s u s Memorias de un hombre deaccin.

  • Primera parte

    SONDEOS

  • I LA LOGIA DE LACALLE DEL LOBO

    HABA en Tolosa clubsrepublicanos, logias masnicas ycarbonarias, grupos de italianosque seguan las inspiraciones deMazzini y de la Joven Italia, yalgunos refugiados polacosorganizadores de una sociedadsecreta llamada La Praga.

    Los Confidentes audaces.POR aquel tiempo exista en

  • Tolosa de Francia una logiamasnica en la calle del Lobo. Lalogia se intitulaba Los hijos de laluz.

    En la misma casa haba,adems, una venta carbonaria, unasociedad de refugiados polacosllamada La Praga y una seccin dela Joven Italia. La venta carbonariaLa Praga y la seccin de la JovenItalia eran completamenteclandestinas y celebraban susreuniones en un stano del mismoedificio.

  • Como necesitaba auxiliares ycolaboradores para desarrollar miaccin, decid acudir a la logia abuscar apoyo. Pas a media tarde areconocer el lugar. La callejueladel Lobo era estrecha, sombra yempedrada con cantos agudos dero. La casa de los masones, deladrillo rojo, pareca abandonada;el zagun; oscuro, estaba con elpostigo medio entornado. Haba unazapatera de portal a la entrada, unamuestra srdida de un colegio en unbalcn del primer piso y varios

  • papeles en el segundo, con suletrero de Se alquila.

    A qu hora estn losinquilinos? pregunt al zapatero ehice el signo de reconocimiento dela masonera.

    Quiere usted hablarles? me pregunt l con curiosidadmientras tena una bota en la mano.

    S, si es posible.Es usted de aqu de

    Tolosa?No, soy espaol.Ah, ya.

  • Puedo venir a visitar aesos seores?

    Pero es usted amigo?S, s.Ah, bueno. Entonces venga

    usted pasadas las doce de la nochey llame usted dando en la puertatres golpes seguidos y luego uno.

    Est bien.El zapatero de viejo era

    hombre de unos cincuenta aos, conel pelo canoso y la mirada viva ysuspicaz.

    Despus de cenar y de leer un

  • rato los peridicos, me dirig a lacalle del Lobo.

    La noche de marzo era oscuray fra; soplaba un viento huracanadoy tempestuoso; las rfagas de airesilbaban en las esquinas; los farolesde aceite se balanceaban con furiacolgados de sus cuerdas. La calledel Lobo estaba en aquel momentodesierta. Sonaban las doce en elreloj de la catedral.

    Me met en una taberna abiertay esper. Cuando sal sera ya launa; pens que en la logia habran

  • terminado de escribir el acta, queen el argot masnico se llama trazarla plancha.

    Me acerqu a la casa y llamdando los tres golpes y luego uno,como me haba indicado elzapatero. La puerta se abri sinruido. En el zagun negro sevislumbraba una dbil claridad.Avanc por el pasillo, y una manome cogi del brazo.

    Tiene usted que dejarsevendar los ojos me dijeron.

    Est bien.

  • Me detuve y me ataron unpauelo a la cabeza. Dirigido poruna mano comenc a marchar por uncorredor resbaladizo y largo, con elsuelo de ladrillo; luego por unaavenida de jardn con losas depiedra y despus, nuevamente, poruna galera interior.

    Puede usted quitarse lavenda dijo alguien a mi lado.

    Me la quit. Estbamos en unahabitacin iluminada por dosbujas. Haba en ella tres hombresante una mesa, cada uno con su

  • antifaz.Sintese usted me indic

    uno de ellos. Me sent.No sabemos quin es usted

    me advirti uno de losenmascarados. Dnos su nombre,las seas de su casa, susintenciones y qu desea usted denosotros.

    Escribo o hablo? pregunt yo.

    Ser mejor que escriba yel enmascarado me alarg unacuartilla y me seal un tintero y la

  • pluma de ave.Escrib con la mayor claridad

    posible quince o veinte lneas enfrancs. Le luego lo escrito yentregu el papel al enmascarado.Los tres hombres del antifazsalieron y me dejaron solo.

    Encend un cigarro en una delas velas y estuve paseando arriba yabajo por la habitacin. Al cabo deun cuarto de hora, volvieron cuatroenmascarados. No pude distinguirsi eran los mismos de antes. Debande ser los visitadores y el experto.

  • Este tena el pelo muy cano y labarba blanca. Me hicieron laspreguntas reglamentarias y, sinduda, mis contestaciones lesparecieron suficientes ysatisfactorias, porque el expertodijo:

    Venga usted con nosotros.Perdone usted que le vuelvan avendar los ojos.

    El seor del pelo cano volvia ponerme la venda y me dijo:

    Apyese usted en m y sigaadelante.

  • * * *La LogiaTom su brazo y ech a andar.

    Pis otra vez suelo de ladrillo,losas de piedra y tierra de jardncon hierbas. Al poco ratocomenzamos a subir unas escalerasy llegamos a un rellano.

    Alguno de mis acompaantesdio once golpes en una puerta:primero cinco y una pausa, luegotres y otra pausa, ms tarde uno ypor ltimo dos.

    La puerta se abri, me hicieron

  • avanzar en el templo, me quitaron lavenda de los ojos, me dieron tresvueltas y me llevaron delante deljefe o Gran Maestre, que estaba conun antifaz. Se hallaba este seorsentado en una silla cerca de unamesa iluminada con oncecandelabros. El templo tena suscolumnas y el techo estaba pintadode azul con estrellas de plata.

    Sabe usted que si nosengaa le podemos descubrirfcilmente? me dijo conseveridad el Gran Maestre.

  • S.Que descubrir una traicin

    sera para usted la muerte?Lo s tambin.Desde cundo est usted

    afiliado a la masonera?Desde 1807.Pertenece usted tambin al

    carbonarismo?Por lo menos he pertenecido

    a esa sociedad.En dnde hizo su iniciacin

    masnica?En Bayona.

  • Y su iniciacincarbonaria?

    En Pars.Cul es su nombre?Eugenio de Aviraneta.Espaol?S, espaol.Cul es su objeto al visitar

    el templo?Yo soy un espaol liberal,

    sirvo a la reina Maria Cristinaporque considero que su gobiernoes el que puede dar ms libertad ami pas. La reina ha favorecido el

  • liberalismo en Espaa. Yo hetrabajado en Bayona contra loscarlistas vascos y he logradodesunirlos. Lo mismo he hechodesde aqu, desde Tolosa, contralos de Catalua y he conseguido miobjeto. Actualmente se intriga enFrancia, por espaoles y franceses,contra Mara Cristina. Se handespertado en todos los polticosunas ambiciones desenfrenadas. Losenemigos de la reina son loscarlistas, los partidarios del generalEspartero y los del infante don

  • Francisco. Yo pretendo conocer susproyectos e inutilizarlos. Ese es miplan.

    Las explicaciones que hadado este hermano os bastan? pregunt el jefe o Gran Maestre alos que se encontraban en la sala.

    S dijeron las quince oveinte personas que le rodeaban.

    Entonces, quitaos losantifaces y acogerle fraternalmente.

    El jefe y los dems se quitaronlas caretas.

    * * *

  • El Comisario LenormandEstrech la mano de los

    circunstantes, entre los que sehallaban personas muy conocidasde Tolosa, entre ellos Autier elbanquero, el impresor Henault, elcomisario de polica Lenormand yel relojero Passaga que habavivido muchos aos en Madrid.

    El Gran Maestre me dirigialgunas palabras amistosas y mehizo sentar un momento a su lado.

    Mis explicaciones habaninteresado principalmente al

  • relojero Passaga y al comisarioLenormand, con quienes tuve unalarga conversacin, en la cual mepidieron datos acerca de lasmaniobras de los enemigos de lareina.

    Hay una conspiracin en elambiente dije.

    Qu conspiracin es esa?pregunt Lenormand.

    Es una confabulacintodava oscura. Entran en ellacarlistas, moderados y progresistas.

    Pero eso tiene alguna base?

  • S, tiene base. Colaboran enel asunto todos los descontentos.Quieren quitar a la reina madre laregencia. Si Espartero echa a MaraCristina del reino, como se dice; sise hace campen del partidoprogresista y pone en contra suyatoda la pasin de carlistas y demoderados, tiene que fracasarnecesariamente ms pronto o mstarde.

    Y usted no ha avisado a lareina para que se ponga en guardia?pregunt el relojero Passaga.

  • S; he escrito varias vecesal ministro Pita Pizarro para queconvenza a Maria Cristina de queno salga de Espaa por ningunarazn ni pretexto. La herecomendado que espere a lapacificacin completa del pas yque se sostenga como pueda en eltrono.

    Cree usted indispensableque Mara Cristina siga de regentepara el liberalismo de Espaa? me pregunt Lenormand.

    Creo que s. Si ella se va,

  • los liberales hemos de perder. Loscarlistas pueden volver a recuperarsus fuerzas, y Espartero, a pesar delo que le digan sus entusiastas, nopodr sostenerse contra todos msque muy poco tiempo, a no ser quesea un genio poltico, cosa que nocreo.

    Passaga y el jefe de policaLenormand escucharon con atenciny prometieron colaborar con gustoen mis trabajos.

    Me parece que est usted enlo cierto y en lo sensato dijo

  • Lenormand; pero ya sabe ustedque en estas cuestiones polticas nosiempre se elige lo sensato.

    A la una y media de la nochese disolvi la sesin o tenida. Sehizo circular el tronco de labeneficencia, y todo el mundo echalgunas monedas de plata en labolsa. El relojero Passaga me diolas seas de su casa y me invit aque fuera a verle.

    Despus me vendaron denuevo los ojos, me llevaron poraqu y por all y me encontr en una

  • calle conocida desde donde pudedirigirme a mi casa. Tenaesperanzas de obtener algnresultado con mi visita a la calledel Lobo.

  • II TOLOSA

    HOY Tolosa creo que es un pueblomodernizado, con grandesavenidas y bulevares; entonces erauna vieja ciudad meridional, unpueblo rojo, de ladrillo, con callesestrechas y tortuosas, malpavimentadas.

    El amor, el dandismo y la intriga.AL principio de llegar a

    Tolosa me vi yo muy perseguidopor la polica de la ciudad. Estuve

  • primero alojado en el Hotel delGran Sol y por tener un cuarto maloe incmodo me traslad al de lasCuatro Estaciones, en la plaza de laBolsa. No me encontraba tampocoall muy contento. El cuarto delhotel, adornado con cortinas,alfombras y sillones de terciopelorado, no era muy limpio y haba enel papel manchas sospechosas demosquitos y de chinches, quepodan presentarse en escena a todaorquesta en cuanto apretara elcalor.

  • Una maana, mientras tomabaun bao caliente para mi reuma, uninspector de polica, rstico ygrosero, acompaado de dosagentes, penetr en el cuarto, sinpedirme permiso, y con ademanesviolentos me pregunt:

    Es usted el seorAviraneta?

    El mismo.Espaol?S, seor.Haga el favor de darme su

    pasaporte.

  • Permita usted que salga delbao y me vista; luego lemanifestar el objeto de mi estanciaaqu y le mostrar mi pasaporte,para lo cual puede usted esperar enuna pieza inmediata.

    Nada, nada. Yo no tengoque esperar. El pasaporteenseguida.

    El inspector enarbol subastn de mando y me orden quesaliera enseguida del agua y mevistiera, como lo hice delante delos agentes.

  • Al concluir de vestirmebusqu el pasaporte y la carta deresidencia del comisario de policay se los mostr.

    Vacil el inspector y meoblig a salir de casa y a ir con l auna oficina de la polica. El jefe deesta oficina, llamado Labrire, queestaba en compaa de un tipomoreno, ttrico, de cara macilentade tipo espaol, sac de un cajnunos papeles y me hizo variaspreguntas ociosas, a las cualescontest yo como bien me pareci.

  • En las primeras palabras le advert:No tengo obligacin de

    darle cuenta de la actividad polticama ejercida en Espaa; no soy unrefugiado, sino un particular queest tratndose una enfermedad.

    El tal Labrire era un hombrede malas trazas, grueso, moreno, decolor cobrizo, de aire jesutico, conformas melosas. Luego supe que eramuy devoto y que estaba al serviciode los reaccionarios.

    De joven haba estudiado paracura en un seminario del medioda,

  • en Montpellier o en Perpin.Despus sent plaza y entr enEspaa con el ejrcito del duque deAngulema, donde lleg a sargento.Luego pas a la polica, en la pocadel mando de los clericales delPabelln Marsan, y ascendi ainspector.

    Examin Labrire misdocumentos con cierta sorpresa, selos mostr a su compaero, que am me pareca espaol, y me losdevolvi de mala gana, diciendoque poda retirarme.

  • Este paso se dio porinstigacin de los legitimistastolosanos, grupo de gran influenciaen la ciudad, unidos a losreaccionarios espaoles decategora refugiados en Tolosa.

    Entre estos ltimos estabaCalomarde, del que me hablaroncon grandes elogios por su caridad.Yo le vi una vez a la puerta de unaiglesia, y a pesar de encontrarle yaviejo, despreciado y humillado, meprodujo tal clera su aire dehipocresa y de bajeza, que, a no

  • contenerme, le hubiera dado unpuetazo o un puntapi.

    Reaccionarios espaoles yfranceses formaban en Tolosa unafalange poderossima y a suservicio se encontraba el jefe depolica Labrire, hombre muyenrgico y muy astuto. Como lazode unin de la polica francesa yespaola estaba el hombre de airettrico del que supe, porLenormand, que era un agentellamado Meja, de quien recordque me haba hablado el confidente

  • madrileo Lpez del Castillo.Meja probablemente estaba a

    sueldo de los carlistas.Usted lo que debe hacer es

    presentar una queja al prefecto poresa violacin de domicilio medijeron algunos liberales franceses.

    Yo no quise hacerlo por nometer ruido y no llamar la atencin.

    Prefer dirigirme de unamanera confidencial a la logiamasnica de la calle del Lobo y, almismo tiempo, escribir alembajador de Espaa en Pars,

  • contndole el caso y remitindole laReal orden del ministro de Estado,don Evaristo Prez de Castro. Enella recomendaba a losembajadores, cnsules y otrosencargados en el extranjero de losnegocios espaoles, que meprestasen ayuda. El embajador deEspaa en Pars, marqus deMiraflores, al devolverme eldespacho del ministro, me deca:Ya no le molestarn ms lasautoridades de Tolosa; se les hacomunicado rdenes por el

  • gobierno francs para que le dejentranquilo.

    Efectivamente, as sucedidurante algn tiempo.

    Por entonces, en un nmero demarzo del peridico francs LaEmancipacin vena esta noticia:En una carta que se escribe desdeMadrid el 18 de este mes alMemorial de los Pirineos se dice:El gerente del peridico FrayGerundio ha sido detenido yencarcelado. Circula el rumor en laciudad de que medidas semejantes

  • van a ser tomadas con muchosredactores de la oposicin,principalmente de La Legalidad yd e l Eco del Comercio. Se dicetambin que el ministerio haordenado a su embajador en Parsla detencin del seor Aviraneta siintentase pasar la frontera. El seorAviraneta, que ha representado tanimportante papel en los trastornospolticos de Barcelona, es el mismoa quien el general Espartero manddetener ltimamente a su paso porZaragoza y que fue libertado por

  • orden del ministro.Estas noticias me hicieron

    exagerar la prudencia; vea que nohaba para m buenas intenciones enlas alturas.

    * * *La pensin de CohenPor influencia de uno de los

    masones de la logia me traslad delHotel de las Cuatro Estaciones a lapensin de un tal Cohen, que erajudo y daba lecciones de alemn yde hebreo.

    Este seor viva en la calle de

  • los Paradoux (los paradoux debande ser una cierta clase de flechasque se usaban en la Edad Media).

    En casa del seor Cohen medieron un cuarto grande, desnudo yblanqueado, que haba pertenecidoa un catedrtico de la Universidad.

    All no haba miedo a losparsitos como en el Hotel de lasCuatro Estaciones. En la casa vivaun profesor de espaol, hijo de unvalenciano que se firmaba Ivagns.Este seor Ivagns comenz aacompaarme en mis paseos por el

  • barrio. Solamos ir tambin, losdas en que estaba abierto, al Jardnde Plantas a sentarnos all.

    El barrio era curioso. Cercade la calle de los Paradoux estabala iglesia de Nuestra Seora delaBlanca, con su torre, y en lascallejuelas prximas haba antiguoshoteles de ladrillo. Al lado seencontraba la plaza Salin, dondeantiguamente se celebraban losautos de fe, y la capilla de laInquisicin. En esta plaza habansido condenados a muerte muchos

  • herticos, y en ella fue quemadovivo Vanini, despus de haberlearrancado la lengua por ateo.

    En la misma casa de Cohen, enel ltimo piso, haba una pensinmuy pobre, y en ella, segn me dijoIvagns, habitaba un espaol en unasituacin muy prxima a la miseria.

    Este espaol, ngel Prez, aquien fui a visitar, viva en unaguardilla con las mayoresprivaciones. Era un tipo solitario ysuspicaz, con un hijo pequeo tansalvaje como l. Tena los ojos

  • negros y chiquitos como perdigonesy el pelo rizado.

    El tal Prez no era malartfice; pero l se crea un genio ypensaba que todo el mundo lepersegua y que tena que vivir pornecesidad huido. Pintaba abanicosromnticos y otros de estilo Imperiocon elegancia; tena una fantasalimitada, muy propia para su arte;pero l la crea, sin duda,importantsima y grandiosa. Nopoda comprender que laproduccin de sus pequeas obras

  • artsticas no era suficiente para quenadie le persiguiera.

    Yo, que he tenido algunaaficin a la pintura, le hice algunasobservaciones sobre su tcnica, yme contest estpidamente que susobras producan la rabia de losenvidiosos.

    Tena la pretensin de pintarretratos del natural, y yo le dije quese vea que sus condiciones eranslo para pintar de memoria.

    A los pocos das vino apedirme dinero, pero no se lo di.

  • No quiero contribuir a lavanidad de los tontos, le dije.

    Cort con l, porque el pintorera de esos hombres con los cualesno se puede uno entender y conquien se acaba necesariamenteriendo.

    Segu visitando al seorIvagns y hablando con Cohen,quien, a pesar de que aseguraba congran inters que no practicaba sureligin, la practicaba secretamentecon su familia y guardabafilacterias misteriosas en los

  • rincones.El seor Cohen se lamentaba

    de que, habiendo sido Tolosa en sutiempo de esplendor una ciudadprogresiva y abierta a todas lastendencias, se hubiera convertidoen un pueblo levtico de ideasestrechas, en el cual lo mssimptico para sus habitantes eranlas procesiones y las fiestasreligiosas. La intransigenciareinaba en la poblacin, segn eljudo. No haba bastado, y no podabastar seguramente, el que en los

  • tiempos revolucionarios secambiara el nombre de la calle dela Inquisicin por el de calle de laTolerancia.

    * * *Esperar y desesperarEn un pueblo extranjero las

    horas son de una longituddesmesurada. La vida se pasaesperando. Se espera y sedesespera continuamente. Se vivecomo en un paisaje sombro, y sloa lo lejos brilla la luz en losltimos trminos.

  • Muchas veces, por lasmaanas, sola dar un paseo solo;marchaba por las orillas del Garonay contemplaba las murallas delpueblo con sus torreones derruidosllenos de hierbajos. Otras vecessola pararme en el Puente Nuevo acontemplar el ro y el pueblo consus casas y sus torres. Como el solpicaba y me produca un ligerodolor de cabeza, entraba en losbarrios solitarios por las callesestrechas y tortuosas con pavimentode cantos agudos de ro y casas

  • antiguas de ladrillo rojo,abandonadas y desiertas.

    El sol penetraba en estoscallejones como una espada defuego. En algunos pasadizos yplazoletas no oa ms que el ruidode mis pasos.

    Cuando volva a mi rincn, sino tena correspondencia, meentraba el abatimiento y me pasabahoras mirando el techo.

    Con frecuencia sala a laazotea; desde all se dominaba lagran llanura verde prxima a

  • Tolosa, con sus carreteras blancas,polvorientas, bordeadas de grandesrboles. El pueblo presentabadesde lo alto un aire meridional,con sus calles estrechas comocortaduras. Un elemento constanteen la atmsfera era el viento, quereinaba con gran frecuencia y granviolencia. Muga sobre los tejados,agitaba las ropas puestas a secar yarrancaba el humo de las chimeneasy lo escamoteaba en el espacio.

    Los das muy claros aparecahacia el fin de la lejana la muralla

  • de los Pirineos con sus crestasbrillantes de nieve.

    A media tarde, con el sol en loalto, Tolosa, con las torres de laBlanca, la Dorada, San Esteban y lapirmide agujereada de SanSaturnino sobre los tejados pardos,pareca un pueblo en ruinas, unpueblo montono y espectral; perocuando se inclinaba el sol y dorabatorres, campanarios guardillas, ytejados con la luz roja delcrepsculo, tomaba la ciudad elaire de una Babilonia mgica.

  • * * *La familia de EsperamonsAndaba yo por esta poca

    enfermo y triste. Sola ir confrecuencia a casa de Josefina deEsperamons. Viva sta en la calledel May, cerca de la de Saint-Rome. La familia de Esparamons seencontraba pasando grandes apuros.La madre de Josefina, doa MaraLuisa, quera vender algunaspropiedades que les quedaban eirse a vivir a una aldea.

    Yo tena con Josefina una

  • buena amistad. Josefina se ganabalas simpatas de los conocidos porsu decisin, su energa y su valor.No haba en ella hipocresa nitampoco amaneramiento en suspalabras. Vea las cosas de la vidaclaras, sin ilusiones y sinfalsedades.

    Por entonces tenan recogidaen su casa a la abuela, madre dedoa Mara Luisa, que estabachocha y les daba mucho que hacer.

    Iba a visitarlas un pariente, elabate de Orbessan. El abate,

  • hombre moreno, ambicioso, con elpelo crespo y los ojos negrosbrillantes, luchaba para salir de lamiseria; pero le ponan dificultadesy por el momento no podavencerlas. Intrigaba en el obispadoy entre los legitismistas, sin salir aflote.

    Decan que el cura era muyelocuente en el plpito. Semostraba furioso al versepostergado de una manerasistemtica.

    Yo le convenc de que en la

  • Iglesia y en el Estado no seposterga a nadie deliberadamente.A los hombres se les considera porsu lado til y como instrumentos delos intereses de las instituciones.Adems, se adora el xito. A losprimeros xitos que tuviera elabate, la actitud de los conocidoscambiara para l; los indiferentesse le convertiran en partidarios, ylos que le estorbaban el paso leayudaran a subir. El abatereconoci que estaba en lo cierto.

    La situacin de la familia de

  • Esparamons iba siendo muy crtica.Yo no tena medio alguno defavorecerla, porque no iban aaceptar de m una limosna.

    * * *Informes alarmantesPor entonces, el comisario de

    polica Lenormand, a quien conocen la logia de la calle del Lobo, sehizo bastante amigo mo y meproporcion datos acerca de loscarlistas espaoles y de susrelaciones con los legitimistasfranceses.

  • Con estas noticias y otrasmuchas privadas iba formando miMemoria Secreta. Vera, con eltiempo, si me convena publicarla ono.

    Poco despus, un agentenuestro en Pars, Martnez Lpez, yotro de Bayona, Garca Orejn, meescribieron dndome noticiasconfusas de la conspiracinincipiente tramada contra la reinaCristina. El corresponsal de Parsme hablaba de las intrigas de un talLamarque, amigo ntimo del

  • ministro de Negocios Extranjerosfrancs. Los viajes de Lamarqueparecan muy sospechosos.

    Otros informes recib degentes de Pars a quienessubvencionaba Pita Pizarro. Sepracticaban diligencias, pero no seaveriguaba nada.

    Los avisos se iban repitiendoen trminos un poco alarmantes, ylos hechos seguan oscuros. No sesaba cul era el fin de la supuestaconjura. No se citaban nombres depersonas.

  • Se hablaba de las ambicionesde Espartero y de Narvez, y sedeca que don Diego Len iba amarchar sobre Madrid, con veintemil hombres, a dar un golpe deEstado, como el de Bonaparte enBrumario, para implantar eldespotismo militar.

    La casualidad vino en miayuda y me dio una indicacin paramis averiguaciones.

  • III EL PABELLNVERDE

    ELLA habl por los codos, y donEugenio sac en consecuencia queel conde de Parcent se agitabamucho y que tena entre manosnegocios polticos de granimportancia para Espaa.

    Aviraneta. Biografa.UNA noche que haba estado

    en la logia de la calle del Lobo vibajar las escaleras de la casa a una

  • mujer joven de gran belleza yelegantemente vestida.

    Le pregunt al zapatero deviejo quin era aquella mujer, y mecontest que deba de ser unacliente de la echadora de cartas queviva en la vecindad.

    Unos das despus paseabauna maana por la plaza deLafayette, en compaa deLenormand, cuando cruz pordelante de nosotros la mujerelegantemente vestida a quien habavisto en la calle del Lobo.

  • Era una rubia esbelta, con losojos azules y los dientes muyblancos. Los hombres de mi tiempohubieran dicho que era una diosa, ylos jvenes, que pareca un caballode carreras.

    Iba la rubia acompaada de unpajecillo o groom de catorce oquince aos. Yo qued sorprendidode su belleza, y dije a Lenormand:

    Amigo, vaya una mujer!S; es muy guapa.No parece de este pas. Se

    me figura que debe de ser inglesa.

  • S; es de origen ingls.Lo sabe usted?S. Me ha presentado sus

    papeles hace unos das. Se llamaFanny Stuart. Es anglobelga, hija deingls y nacida en Amberes. Vienede temporada a Tolosa y luego seva a Bagnres de Bigorre. Creo quees una mujer galante. Viaja aexpensas de un aristcrata espaol,que debe de ser hombre de dinero.

    Y quin es ese desgraciadoque sostiene a una mujer tan guapa?

    No s, no recuerdo su ttulo.

  • Si a usted le interesa, me puedoenterar.

    S; entrese usted.A los pocos das Lenormand

    me dijo que el aristcrata quesostena a Fanny Stuart era ungrande de Espaa titulado el condede Parcent.

    Hombre, el conde deParcent!

    Le conoce usted?Muy poco. El conde de

    Parcent es actualmente el hombrede confianza del infante don

  • Francisco de Paula y de la infantadoa Carlota. Quiz por esa mujerse pueda averiguar lo que se tramaentre los enemigos de la reina.

    No creo que sea muy difcilentrevistarse con esa dama.

    Usted podra presentarme aella?

    Le proporcionar unaentrevista por medio de la mujerque le plancha la ropa y que estcasada con un escribiente de lapolica.

    Pocos das despus el

  • comisario Lenormand me dijo:Ya se ha hecho la gestin

    con la inglesa Fanny Sturt. Lerecibir a usted. No tiene usted msque presentarse con mi tarjeta.

    Me pareci que haba quetomar una actitud clara paraacercarse a la bella Fanny.

    Echrselas de galanteador nosiendo joven ni rico, y pretenderengaarla, era probablementerecurso de poco xito. Decidhablarle claro y de primeraintencin exponerle mis proyectos.

  • Aquella dama estaba hospedaden el Hotel de Europa, en la plazade Lafayette. Me recibi conamabilidad y me dijo:

    Tengo muchos amigosespaoles; usted ser uno ms.

    Le di las gracias por sugentileza. Me pregunt si conocayo a los espaoles que ella habatratado en Pars.

    Conoce usted al conde deParcent y a Valds de los Gatos?

    Poco.Miss Fanny Stuart, la

  • anglobelga, hermosa de estampa,pero no muy refinada de espritu,era una mujer tosca a quien salacon frecuencia a flote en suspalabras su falta de cultura y deprincipios y su repertorio de frasesespigado en el mundo bohemiopobre de Pars, donde haba vivido.

    Era una mujer que no ganabacon el trato. En la calle pareca unadiosa; en casa era muy vulgar.Presuma de conocer a la FannyEssler, a la Taglioni, a la Grisi y aLola Montes, bailarina luego ms

  • clebre an, cuando lleg a sercondesa y favorita de un rey, y aotras mujeres del teatro ycortesanas famosas.

    Hablamos Fanny y yo deFrancia y de los franceses, y ellamanifest despus gran deseo ycuriosidad de conocer Espaa. Yointent llevar la conversacin haciacuestiones polticas, y ella,siguiendo la corriente, se refiri alconde de Parcent, a Valds de losGatos, a un tal Cerro, Montoya y aotros espaoles contertulios de la

  • casa del conde.Todos ellos se ocupaban casi

    exclusivamente de poltica. Otroda me contara con detalles la vidaque, llevaban, sus ocupaciones ysus extravagancias. Me desped dela muchacha inglesa pensando sihabra encontrado una pista en elasunto de la conspiracin.

    Tres das despus fui de nuevoa ver a Fanny Stuart, ya muy entradala maana.

    Se acababa de levantar. Estabamedio vestida. Una cartomntica, al

  • mismo tiempo adivinadora, sinduda la de la calle del Lobo, le leael porvenir en los naipes.

    La echadora de cartas conocamuy bien las intrigas de loslegitimistas franceses y espaoles yde las personas relacionadas conellos. Estuve hablando un poco conlas dos mujeres, y cuando lacartomntica se march me quedsolo con Fanny.

    * * *El pabelln verdeComenz la anglobelga a

  • pasearse por la habitacin, tirandolas ropas sobre los muebles, y depronto, parndose delante de m,dijo:

    Estoy aburridsima, donEugenio. Tolosa es un puebloinsoportable. Los hombres de laciudad son provincianos, cursis yroosos.

    Pero qu le pasa a usted?Me fastidio. Por qu no me

    lleva usted a almorzar al campo?Con mucho gusto, hija ma;

    vmonos.

  • Se levant rpidamente y dijo:Me voy a vestir. Estoy

    preparada en un momento.Hizo sonar la campanilla y

    apareci el criadito o groom; estaspalabras en ingls tenan entoncesmucha boga.

    Mira, trae un coche de laplaza del Capitolio le dijo.

    Fanny desapareci, y aparecial cuarto de hora muy elegante ypomposa.

    Salimos del hotel y entramosen el carruaje.

  • Adnde vamos? pregunt el cochero.

    Al Pabelln Verde contest Fanny.

    El Pabelln Verde era unafonda que estaba a tres cuartos delegua de Tolosa.

    Salimos del pueblo. En elcamino se estableci entre nosotroscierta amable fraternidad, como laque puede haber entre un viejoaventurero y una cortesana. Yollev la conversacin al terreno delas confidencias. Fanny habl de

  • sus relaciones con el conde deParcent, que duraban ya ms de dosaos.

    Por Dios, no diga usted deesto nada a nadie! me advirti,porque tengo una situacin muybuena y no quisiera perderla.

    Yo la tranquilic. No era unchismoso ni un mundano amigo decontar cuentos.

    Le parece a usted mal? me pregunt ella.

    No; por qu?Como los espaoles son tan

  • severos!Si la reina de Espaa puede

    sostener a un Muoz, por qu austed no le va a sostener el condede Parcent?

    La comparacin con la reinade Espaa le hizo gracia y se ri acarcajadas. Tena una risa un pocobrutal.

    Usted no tiene fortuna? me pregunt despus.

    No; no soy rico. Soy agentedel gobierno espaol y quiz podrahacerle ganar a usted algn dinero.

  • Si es as indic ella,nos entenderemos; pero yo lesuplico que no vaya usted a mihotel, para que no se entere elpblico. La echadora de cartas queacaba usted de ver en mi cuarto meha dicho que hay un polica quevigila el hotel y le ha hechopreguntas sobre m.

    Ser un tal Labrire. Es unsabueso que est a sueldo de losreaccionarios franceses y de loscarlistas espaoles.

    Y qu puede tener que ver

  • conmigo ese hombre?Se habr enterado de que

    tiene usted relaciones con Parcent.Pues est bien! Yo no

    quiero intervenir para nada encuestiones polticas.

    Descuide usted le dije.Por mi parte, yo no le producirmolestias. Desde ahora todo cuantotenga que decirle se lo comunicarpor escrito.

    Yo, si tengo que hablarle, leavisar.

    Le di las seas de mi casa.

  • Dejamos este punto de la vigilanciade la polica, que le asustaba.

    Y ese Parcent, comoamigo, es un hombre interesante? le pregunt.

    Nada de eso. Es unpelmazo; pero yo me he desquitado.La he corrido durante medio aocon un muchacho joven en Pars,hijo de un marqus. Aqulla eravida y diversin.

    Y qu ha sido de esemuchacho?

    Le ha dominado la

  • melancola.Llegamos al Pabelln Verde,

    entramos y mand preparar un buenalmuerzo con vino de Burdeos y deChampaa de marcas selectas.

    Nos sentamos a la mesa yFanny Stuart comi como unaverdadera campesina. Bebi todo elvino de Champaa hasta vaciar labotella, y a lo ltimo estaba tanalegre que se puso a cantar y hablarde cuanto saba.

    Yo soy hija natural de uningls me dijo; mi madre est

  • empleada en una fonda de Amberes.Despus me habl de sus

    amistades de Pars; de aventurerasy de jvenes bohemios, entre ellosun periodista francs que andaba ala cuarta pregunta y con quien, alfin, probablemente se casara siencontraba una posicin.

    Nos sirvieron el caf, despedal mozo del restaurante, le di unabuena propina y nos quedamossolos Fanny y yo, a puerta cerrada.

    Vamos a ver, cuntemeusted algo. Qu hace el protector

  • de usted, el conde de Parcent?Ya sabe usted que es el

    apoderado del infante donFrancisco de Paula y de su mujer, lainfanta doa Carlota; apoderado omayordomo.

    S, ya lo s. Y tiene conellos mucha confianza?

    Mucha; yo hasta sospecho siestar liado con la infanta.

    Demonio! Y entonces?Qu?Que no comprendo la

    proteccin que le dispensa a usted

  • el conde.Quiz sea para despistar. A

    m me abandona. Usted cree queyo soy una mujer as paradesdear?

    No, no; eso es evidente.Nadie puede dudar de que es usteduna mujer soberbia. Y qunegocios trae el conde entre manos?

    Tiene negocios polticos yburstiles, al parecer deimportancia; pero yo no s de quclase son.

    Y usted qu cree? No

  • tiene usted una idea de lo quebusca?

    Yo, por ahora, slo hecomprendido que se trata delmatrimonio del hijo mayor de losinfantes, Francisco de Ass, con suprima Isabel, la reina de Espaa.Esto hace rer.

    Por qu?Dicen que ese Francisco de

    Ass es un mariquita.Los infantes tienen dinero?No; eso es lo que busca

    Parcent. De eso se trata.

  • De nada ms?As creo.Y Valds de los Gatos?Valds de los Gatos, o el

    Bello Valds, como le llamantodava en Pars, se mueve parasacar dinero con sus intrigas. Ya nopuede sacrselo a las mujeres. Lomismo andan a la husma Palet y losque le siguen: Pereira, Montoya,Cerro, Lamarque y Martinez Lpez.Otro que tambin intriga mucho yanda siempre en casa del infante yle propone negocios es un

  • aventurero que creo que es ingls,Enrique Misley.

    Y Parcent tiene relacionesde importancia?

    S; es hombre que se meteen todas partes. En Paris celebraentrevistas con el ministro delInterior y con el de NegociosExtranjeros, a nombre de losinfantes. En el hotel donde residenSus Altezas se celebran reunionesde espaoles y de franceses; pero,naturalmente, yo no s de qu tratan.Valds es un agente muy activo del

  • conde; conoce muy bien la vidaparisiense y secunda los planes delinfante don Francisco.

    De los dems espaoles dePars, Fanny cont cosasescandalosas e interesantes, pero depoco valor poltico. Yo las anot enmi Memoria Secreta.

    Me habl tambin Fanny de untipo, amigo de estos espaoles, quese me figur poda ser ManuelSalvador, mi enemigo de siempre;hombre a quien verdaderamentetema, pues le haba encontrado en

  • mi camino como un adversariointeligente, peligroso y sinescrpulos.

    Yo insist. Hubiera deseadonoticias ms concretas que las queme daba Fanny.

    Sabe usted lo que debausted hacer? me dijo, por fin,ella.

    Qu?Ir a Pars. Tengo all yo un

    amigo, el barn de Colins, y ste sque le podra proporcionar cuantosdetalles quisiera.

  • Es una proposicin quetengo que pensar despacio.

    En el caso de que usted sedecida, yo le dar una carta para miamigo el barn, y puede usted tenerla seguridad de que l leproporcionar todos los datosnecesarios, y si se trama algunacosa, se lo indicar.

    No quise insistir ms. Desdela ventana se vean las praderasverdes de los alrededores deTolosa y las filas de rboles de laorilla del camino. Salimos del

  • cuarto y dimos un paseo por elmagnfico parque del PabellnVerde. Tomamos despus el cochey volvimos camino de Tolosa. Yome ape a la entrada de la ciudad, yFanny sigui en el carruaje hasta suhotel.

  • IV LA INFANTALUISA CARLOTA

    COMO el descrdito de MaraCristina era cada vez mayor, porsus amores con Muoz, en Palaciose haba pensado en una tripleregencia con la infanta LuisaCarlota y el infante don Francisco.

    Aviraneta. Bibliografa.EL relojero Passaga, a quien

    conoc en la logia de la calle delLobo, era hermano de otro

  • establecido en la plaza de laTrinidad. Este Passaga, el masn,haba vivido treinta aos en Madridy trabajado en el Palacio Real.

    Era un viejo con la carablanca, el pelo largo y canoso;vesta a la antigua y llevabapantalones cortos y medias.

    Passaga tena establecido sutaller de relojera cerca de mi casa,en un palacio viejo. Este palacio,de grandeza decada, albergabaalgunas oficinas y talleres, y localesamplios con techos pintados, y

  • puertas y ventanas historiadas ytalladas.

    En una de aquellas salas, detecho alto, trabajaba Passaga.Delante de un ventanal, el viejosola estar arreglando esqueletos derelojes que colocaba paraobservarlos en un soporte, lescambiaba la caja, las pndolas, lasagujas y las ruedas, y los dejabacomo nuevos.

    Alrededor, y en estantes depino y en el suelo, se vean relojesingleses antiguos, magnficos, con

  • dos y tres esferas, relojes de cuco,otros con autmatas, otros coninscripciones, con figuras de broncey de metal dorado.

    Constantemente todas estasmquinas daban las horas y loscuartos, y se oan ruidos yestridencias raras.

    Passaga hablaba muy bien elespaol y saba muchas cosas delas ocurridas en el Palacio deMadrid en su tiempo.

    Yo sola ir a visitarle, y levea trabajar; hablbamos de los

  • asuntos espaoles y contemplabamientras tanto la pintura clara deltecho con ngelitos, mujeres, floresy frutos.

    Passaga contaba con gracia loque haba visto. Un da le preguntdatos acerca del infante donFrancisco de Paula, que entoncesme preocupaba.

    El infante don Francisco dePaula, hermano de Fernando VII me dijo, tuvo el sino de andarsiempre mezclado en intrigas ytumultos. El 2 de mayo de 1808,

  • todava nio, cuando sala paraFrancia, el pueblo de Madrid seamotin y hubo tragedia y matanza.l sola contar lo que vio.

    Usted le conoci de nio?S; era un chico simptico,

    ingenuo y amigo de todo el mundo.A su vuelta a Espaa de laemigracin forzada, don Francisco,ya mozo, se cas con su sobrinadoa Carlota, de los Borbones deNpoles.

    Ella, qu tal era?Una muchacha guapa,

  • decidida y valiente. Desde entoncesdon Francisco comenz a actuar deliberal: unos creen que de buena fe,otros que slo por ambicin.

    Usted qu piensa?Yo no s qu decirle. Me

    figuro que l mismo no lo saba. Elcaso es que tan convencidosestaban los liberales de aqueltiempo de las tendenciasrevolucionarias de don Franciscoque, pocos das antes delalzamiento de Riego, le fue a hablarun coronel a su mismo cuarto de

  • Palacio y le propuso entrar en unaconspiracin para establecer unaRepblica, ponindole a l a lacabeza.

    Qu absurdo!Don Francisco hablaba

    siempre como si fuese enemigo desu hermano Fernando y de sufamilia; no se recataba en decirloentre la servidumbre de la casa, y am me habl muchas veces mal delrey. Naturalmente, yo no haca msque escucharle y sonrer. Luegoentr en la masonera francesa, de

  • la que yo formaba parte y de la quefue el primer presidente el generalZayas. Don Francisco nosaseguraba que Fernando eraenemigo encarnizado de laConstitucin, y mayor aun que l suhermano Carlos, y todava ms lamujer de ste, la Portuguesa, y quel estaba vigilado por algunospalaciegos, como Casa Sarri, queeran unos pcaros, y por todos loscriados.

    Y para entonces, ya sumujer, doa Carlota, le alentaba?

  • S; ella le excitaba con susambiciones insaciables y quera quesu marido fuera el Orlens de larevolucin espaola.

    Y Fernando VII le tenacario a su hermano?

    Le quera y no le quera.Supona seguramente que Paquitodeba de ser hijo del aborrecidoGodoy, y esto bastaba para que,considerndole hermano, le tuvieraun poco de tirria. Fernando, elmarrajo cobarde, como le llamabasu madre Mara Luisa, tampoco era

  • hijo de Carlos IV. Se deca enPalacio que era hijo de un fraile.

    Y don Francisco tenacario por su hermano?

    Pse! Una mezcla de carioy de antipata. Francisco no tenaingenio; en cambio, Fernando tenagracia e ingenio frailunos. La queno poda soportar a ninguno de losmiembros de la familia era LuisaCarlota, y yo creo que si hubierapodido los habra envenenado atodos.

    A pesar de esto, no quera

  • vivir fuera de Palacio.Naturalmente, era su campo

    de accin. El infante don Francisco,impulsado por su mujer, quiso ir aMjico con la idea de coronarseall, pero su hermano no vio elproyecto con simpata. Como sabeusted, seguramente cuandoFernando VII perdi su terceramujer, su cuada, la infanta LuisaCarlota, le indujo a que se casarapor cuarta vez con su hermanaMara Cristina, joven y guapa.Luisa Carlota convenci a Fernando

  • y a su hermana.Don Carlos vera el

    proyecto con poca simpata.Si; en su camarilla se intrig

    mucho con este motivo.Naturalmente, si Fernando tenasucesin impeda que la coronapasara a don Carlos y a su mujerMara Francisca, la Portuguesa, queestaban alampando por ser reyes.Luisa Carlota les odiaba a los doscordialmente.

    Y esta ambicin fue sinduda el gran motivo de odio entre

  • las dos mujeres, la de don Carlos yla de don Francisco.

    Este fue; pero haba ademsuna antipata instintiva. LuisaCarlota, la Napolitana, y MaraFranc i sca , la Portuguesa, seaborrecieron desde el primermomento de verse. Luisa Carlotaera una mujer guapetona, de un aireimperioso, con la boca de labiosapretados. Era cuadrada, fuerte,ms bien apopltica, con un tipogermnico, decidida y voluntariosa.Mara Francisca de Braganza era

  • fea, vulgar y soberbia.Y Luisa Carlota se mostr

    liberal desde el principio?En parte. Cuando la

    enfermedad del rey, en septiembrede 1832, Luisa Carlota y su maridoestaban en el Puerto de Santa Maratomando los baos. En Palacio todoel mundo daba ya como seguro quea Fernando VII le sustituira CarlosV, y ya se estaba pensando en losdestinos y en las colocaciones.Luisa Carlota, al saber la gravedadde Fernando, se present en La

  • Granja vestida de amazona, increpa su hermana porque haba aceptadola vuelta a la ley slica, quedesheredaba a sus hijas; la llam enitaliano regina di galleria; pidi elcodicilo impuesto por los realistas,lo rompi en pedazos y abofete aCalomarde.

    Alguno lo vio? Ustedconoci algn testigo presencial delhecho?

    No, la verdad contestPassaga. Nadie sabe a punto fijosi las bofetadas a Calomarde, que

  • dieron a ste ocasin, segn laleyenda, de hacer una bonita frase,fueron o no autnticas; pero que lainfanta Luisa Carlota era y es muycapaz de darlas, me pareceindudable.

    Qu opinin tiene usted deella?

    Doa Carlota es el tipo dela italiana ambiciosa, disimulada,prfida y colrica. En mi tiempo, noera como su marido, que le gustabahablar con cualquiera. Se deca quela infanta, mujer enrgica, se

  • mostraba igualmente violenta en susactos y en sus palabras, y que usabaalgunas interjecciones pocoprotocolares, palabras difciles depronunciar para nosotros losextranjeros, entre ellas una que elpueblo madrileo reprochaba al reyJos Bonaparte el no saber decirla.Se cuenta que debajo de un bandodel rey que ustedes llamaban PepeBotella se puso un pasqun con estacuarteta:

  • Manolo, pon ahabajo

    que me c... en estaley,

    que aqu queremosun rey

    que sepa decir c...

    Yo no s si la infantaempleara palabras de esta clase,de sonidos guturales le dije yo.Cuando yo habl con ella enMadrid me pareci que

  • pronunciaba el castellano como unaextranjera.

    Yo apenas la o hablar sigui diciendo Passaga. Antesde la muerte de Fernando VIIalgunos liberales, que vean lasintrigas y las diferencias en lafamilia real: de un lado laspretensiones de Mara Cristina porsu hija, y de otro el supuestoderecho de don Carlos al trono,creyeron prxima una disidencia yquiz una ria en los miembros dela familia. Entonces concibieron la

  • idea de colocar al infante donFrancisco de Paula entre estas doscorrientes de pasiones polticas yde presentarle como un trminomedio conciliatorio, en inters de lalibertad.

    Ese proyecto sigue todava.La infanta Luisa Carlota fue

    la que tom el asunto con mayorentusiasmo; ella crea que elpartido liberal no consentira enmanera alguna llamar rey a donCarlos.

    En esto creo que estaba en

  • lo cierto.Pensaba que quiz tampoco

    a los liberales les gustara laperspectiva de una reina nia. Si eladvenimiento al trono de la hijaprimognita de Cristina resultabaimposible, don Francisco de Paulase ceira la corona rehusada a suhermano don Carlos, y doa LuisaCarlota hubiera sido una reina alestilo de Mara Teresa o de la granCatalina.

    Cmo doa Luisa Carlotano tuvo ms xito en su empresa?

  • No s. Ella no retrocediante el empleo de ningn medio. Seapoy en absolutistas y en liberales;escribi a su hermana cartas llenasde arrumacos; ha mandado luegopublicar folletos insultantes yescandalosos contra ella.

    S, eso ya lo s.Doa Luisa Carlota,

    heredera de la tradicin italiana,trabaj con ardor: primero desdePalacio, luego desde fuera de l.Sus intenciones quedaron secretasdurante algn tiempo. Esta mujer

  • senta por su cuado y to donCarlos un odio cada vez mayor.Hablaba de l, segn decan, comode un miserable idiota, hipcrita ytaimado. La infanta napolitana veaen el liberalismo la posibilidad desu encumbramiento.

    Y usted cree que al fintendr xito?

    Me parece imposible.Yo la fui a visitar en mil

    ochocientos treinta y cuatro ledije a Passaga, cuando estaba enauge la Sociedad Isabelina,

  • sociedad formada por unos amigosy por m, y ya por entonces ella ysus partidarios intentaban instaurar,para la minora de edad de IsabelII, una regencia trina, constituidapor la reina madre, la infanta LuisaCarlota y el infante don Francisco.

    S; yo todava estaba enMadrid entonces. Cuando seacercaron los carlistas a la corte,con la expedicin real, el infantedon Francisco sali ms pronto quenadie de palacio y revist lastropas antes que Mara Cristina,

  • para presentarse como el autnticoliberal de la familia Borbn. Sedeca entonces en Palacio que siMara Cristina, ya enredada conMuoz, se desacreditaba, laregencia se ejercera slo por elinfante don Francisco y por sumujer, Luisa Carlota, que pasaran ala categora de reyes padres.

    Parte de estas intrigasllegaron a nosotros. La regenciatrina corra como posible en 1834.El coronel Obregn, secretario yapoderado de don Francisco en

  • poca anterior a Parcent, habaestado muchas veces al hablaconmigo con este objeto. Yo pensque la solucin no era viable, y poreso no la acept.

    Doa Luisa Carlota,evidentemente, es de un espritums varonil que su marido siguidiciendo Passaga; de nimoresuelto, carcter orgulloso y congrandes ambiciones. En los aospasados, desde el comienzo de laminora de la reina Isabel, no sehaban traslucido las querellas

  • domsticas de la familia real; peroal cabo de algn tiempo, fuera porlas rivalidades personales de MaraCristina y Luisa Carlota, o por elansia de los partidos, ello es que enPalacio y en el pblico aparecieronsntomas claros de desunin en lafamilia, que se comentaron conapasionamiento.

    Ha conocido usted conalguna ms intimidad a MaraCristina?

    Algo ms.Qu opinin tiene usted de

  • ella?Mara Cristina es, sin duda

    alguna, menos reconcentrada que suhermana, menos ambiciosa. Sededic en seguida de quedar viudaa sus diversiones y a sus amores. Lagustaba vivir todo el tiempo en lossitios reales, apasionada por lacaza. Era una mujer inteligente, unpoco vulgar y ordinaria, y queraresarcirse de la vida triste pasadacon su siniestro marido. Hacia 1833comenzaron las murmuracionessobre su conducta; despus se

  • confirmaron y fueron del dominiocomn. En Palacio vimos cosas unpoco raras. Sus partidarios sequejaban de sus acciones privadas.Algunos aseguraban que habaconvertido Palacio en un burdel.

    No s si usted tendrnoticias de que a principios de1838 sali un peridico titulado ElGraduador, en donde sedesacreditaba a la reina Cristina yse ensalzaba a la familia del infantedon Francisco.

    No, no vi nunca ese

  • peridico.Este peridico lo redactaba

    un tal Pereira, a quien yo noconozco. El infante, por medio desu mayordomo, el conde de Parcent,se apresur a negar todacolaboracin en El Graduador, quecreo que sigue publicndose. Notiene usted idea de si los infantesintervinieron en este asunto?

    No.Y cmo cree usted que

    vino la ruptura definitiva entre lasdos hermanas?

  • Parece que los celostrascendieron de las altas esferas;las dos hermanas llegaron ainsultarse, y el infante y su mujertuvieron que salir de Madriddesterrados.

    Luego hablamos de lasdistintas personas que rondaban porentonces Palacio: de Muoz y de sucamarilla y de Domingo Ronchi.

    Y qu se deca en Palaciode sor Patrocinio? le pregunt aPassaga.

    De la monja de las llagas?

  • S.Se contaron muchas

    historias inverosmiles acerca deella. Haba quien deca que era hijade Fernando VII. Otros atribuan lapaternidad a don Carlos. El pobreseor Quiroga, padre oficial de lamonja, quedaba un poco mal paradocon estas suposiciones.

    Y usted oy alguna versinque tuviera garantas?

    No; lo nico que parecacierto es que la familia Quiroga,que estaba en una posicin muy

  • modesta, tena conocimientos entrepersonas de rango.

    Otras conversaciones para minteresantes tuve con el relojeroPassaga, que me contaba detallesanecdticos de la vida de Palaciosin relacin alguna con la poltica,pero a veces muy pintorescas ygraciosas.

    Otros das Passaga tocaba elvioln en su taller, y lo haca conmucho arte. Al parecer, cuando eraaprendiz de relojero en una ciudadde Alemania haba tomado

  • lecciones de msica y haba llegadoa ser todo un virtuoso. En estapoca de su juventud habaconocido al fantstico escritorHoffmann, de quien contaba muchasancdotas.

  • V MEJA

    MEJA era un hombre ttrico, decara macilenta. No haba tenidosuerte. En poca de absolutismohubiera llegado a ser algo. Erafantico, tenaz y enemigo de todolo que pareciese irregular yvicioso.

    Los Confidentes audaces.DURANTE unos das fui a

    casa de mi amigo el comisarioLenormand a seguir buscando datos

  • acerca de los carlistas espaoles yde los legitimistas francesesentendidos con ellos.

    Lenormand me habl de Meja,que era el inspirador de Labrire.Meja era un espaol que habapertenecido a la ronda secreta enMadrid y a quien haban expulsadopor sus relaciones con los carlistasy por su antigua amistad conRegato.

    Lenormand viva bien, tenauna casa antigua y cmoda prximaa la iglesia de San Esteban y una

  • buena biblioteca. El comisario eradel norte de Francia y manifestabacierto desdn por la gente delmedioda y por su manera depronunciar el francs.

    Cuando termin mi trabajo encasa de Lenormand era mediadosde abril y me decid a escribir unaesquelita a Fanny Stuart: No heido a verla, la deca, porque heestado acatarrado, pero como ya meencuentro bien y convidan los dasa pasear en el campo, la invito aotra partida maana a las doce. La

  • esperar fuera de la ciudad, en elcamino de Croix Dorant.Contsteme usted si le conviene y siest usted libre.

    Me respondi al instante:Maana a las doce estar en

    el punto de la cita. Fanny.Efectivamente, al otro da a las

    doce nos encontramos y partimos encoche para el Pabelln Verde.

    Fanny se mostr muy amable.Llegamos al restaurante;

    comimos y fuimos a pasear a piepor aquellos campos, hasta el caer

  • de la tarde.Yo me dispongo a ir a Pars

    le dije.Qu suerte! contest ella.Vaya usted tambin!No puedo.Cuento con la carta de

    recomendacin para el barn deColins.

    S, s, a la vuelta laescribir y ver qu bien le recibeel barn.

    Al volver al restaurantepedimos papel y tinta e hice un

  • borrador de lo que deba decir dem en la carta de recomendacin. Leindiqu a Fanny que, por si acaso,pusiera en ella mi segundo nombrey apellido en vez de los primeros, yme llamara Domingo de Ibargoyen.

    Despus entramos en el coche,ya al anochecer, y volvimos aTolosa.

    En la conversacin quesostuve con Fanny a la vuelta mehabl de sus asuntos particulares.Era la chica un poco codiciosa yavara; tena dinero ahorrado.

  • Y qu tal anda usted dejoyas? le pregunt.

    Tengo muy buenos vestidosde seda, pero me faltan dijes devalor, una cadena de oro y un reloj.

    Al parecer, el conde deParcent se hacia el sueco a susreclamaciones.

    Al llegar a Tolosa dej aFanny en su hotel. Al da siguientefui a casa de un joyero y compruna cadena y un reloj de oro. Mecostaron mil ochocientos francos.Los coloqu en un estuche elegante

  • y se los envi a Fanny Stuart conuna carta.

    Al poco rato Fanny me manduna esquela con su pajecillo. Decaas:

    Mi querido donEugenio: Ha adivinadousted mis deseos. Elreloj y la cadena sonmagnficos y muy de migusto. Muchas graciaspor su amabilidad.

  • Mndeme usted, que harlo que usted me diga. Lacarta de recomendacinse la enviar maana coneste muchachito.

    Fanny Stuart.

    Al da siguiente, muy demaana, vino el chico con la cartade recomendacin y un billete quedeca: Le espero a usted antes desu salida de Tolosa. Venga usted averme. F.

  • La carta de recomendacin erasumamente expresiva, y le deca albarn de Colins que me considerasecomo a su hermano y me sirviera entodo cuanto le pidiese.

    * * *Despedida, que no lo esFui a ver a Fanny al hotel;

    tena preparada en su cuarto unamerienda con pasteles y vino dechampaa.

    Cultive usted la amistad delbarn me dijo. Es un seor yaviejo, muy franco, generoso y

  • amable.La cultivaremos.Brindamos alegremente e

    hicimos votos para que de allsaliese algo bueno para los dos, ynos prometimos vernos pronto.

    Me da una envidia saberque va usted a Pars! dijo depronto ella.

    Pues venga usted!No puedo.Por qu?El conde de Parcent quiere

    que est aqu, y me ha dicho que l

  • no vendr, por lo menos, en quincedas.

    Pues entonces, qu leimpide venir?

    Es que tengo que escribirlecon asiduidad.

    Deje usted unas cuantascartas escritas y viene ustedconmigo, y si no quiere ustedconmigo, va usted unos dasdespus; se pasa usted un par desemanas en Pars y all nosveremos.

    No sabe usted lo que me

  • cuesta escribir esas cartas... Meestorba un poco lo negro... Ustedsera capaz de escribrmelas?

    En mal francs s, si ustedme indica lo que hay que decir.

    Hice siete u ocho borradores,que ella examin y dijo que iracopiando las cartas y luego se lasdara al pajecillo para que fueraechndolas al correo cada dos otres das.

    Cundo sale usted paraParis? me pregunt ella.

    Yo, maana.

  • Pues yo ir dentro de tresdas. Dme usted su direccin.

    Le indiqu que ira al Hotel deAngulema, un hotel que me habaindicado Lenormand, de muy pocacategora, y que estaba en la callede la Jussienne, callejuela en elcentro de Paris, entre la rue Pajeviny la rue Montmartre.

    Muy bien; cuando yo lleguele avisar a usted me dijo Fanny. Yo suelo ir a parar a ese mismobarrio.

    Al salir del Hotel de Europa

  • de ver a Fanny me encontr desopetn con Meja y con Labrire.Me estaban sin duda espiando. Fuia la plaza del Capitolio, tom uncoche y le di al cochero las seasde Lenormand. Cuando lleguadonde viva el comisario y bajdel carruaje vi que no me seguan.Entonces callejeando me acerqu ami casa y entr en ella.

    A la maana siguiente salpara Pars.

  • Segunda parte

    PARIS, LA AVIDEZ DEL ORO

  • I EL HOTEL DEANGULEMA

    LOS agentes provocadores no secontentaban con traficar con lasconfidencias sorprendidas a lasgentes de buena fe, o con lascalumnias lanzadas contra loshombres proscritos por sus ideasliberales. Los agentesprovocadores urdan ellos mismosconspiraciones; excitaban a loslocos, a los ilusos, y los

  • empujaban al cadalso o a laprisin.

    La Veleta de Gastizar.EL da 24 de abril de 1840, al

    anochecer, llegu a Pars y fui ahospedarme al Hotel de Angulema.

    El hotel, barato y prximo alcentro de la ciudad, era una fondamuy parisiense y muy provinciana,con un aspecto rado y rancio. Laduea no tena gran inters enconservar en su casa huspedesestables; prefera la gentevolandera que iba y vena.

  • No se coma mal en el hotel;los cuartos, aunque de modaatrasada, eran bastante grandes ycmodos.

    Los huspedes fijosalmorzaban a las doce en punto enun comedor pequeo en mesaredonda, y coman de seis y media asiete. Yo me incorpor a ellos.

    Esta parte del comedor,destinada exclusivamente paranosotros los de pensin, se hallabaseparada por un biombo delcomedor general. Se servan las

  • comidas all por una puerta aparte.Tena este departamento papelrado y roto en varias partes;ventana de guillotina a un patio nomuy claro; mesa larga cubierta conhule; varias sillas, todas distintas,armario y un casillero para lasservilletas usadas por loshuspedes.

    El restaurante del hotel, msmodernizado que el resto de lacasa, era bastante grande, conventanas que daban a la calle,mesas separadas de mrmol y

  • colgadores para los abrigos. En lasparedes se vean litografasiluminadas con vistas de los Alpes.Acudan all comisionistas,zurupetos de la Bolsa, contratistasde los mercados, pescaderos,fruteros y corredores de alhajas.

    A la duea del hotel, mujerplida, de aire gtico, la llamabanen broma los huspedes madamaAngulema, Tena esta seora tipode abadesa antigua: rgida, fra eindiferente. Sus palabras eransiempre amables; su mirada, en

  • cambio, era dura, clara einquisitorial.

    De esta madama Angulema sedeca que haba sido una mujerentretenida de cierto renombre. Alama de llaves del hotel, Adelaida,la llamaban madama Adelaida,como a la hermana de Luis Felipe, yesto se prestaba a chistes entre loshuspedes, que algunos eranrepublicanos.

    Madama Angulema y madamaAdelaida se las manejaban muybien para aumentar el nmero de

  • los extraordinarios en las facturas,y las cuentas de velas, de cafs y deaguas minerales suban como laespuma si no se revisabanconstantemente.

    Haba en el hotel, entre loshuspedes estables, tres empleadosde Banco muy alborotadoreshablaban de ms en la comida y enla sobremesa, y alardeaban derepublicanos. Lo hacan sindiscrecin alguna, y muchas vecesmadama Angulema se vea en laprecisin de llamarles al orden con

  • su manera fra, circunspecta yaristocrtica.

    Los dems tipos habituales delhotel, quitando estos empleados deBanca, eran, como yo, gente unpoco sospechosa y suspicaz; tiposun tanto rados, de aspecto y detraje. En las conversaciones reinabauna apacible y triste irona depersonas que no han obtenidomucho xito en su existencia.

    Segn los maldicientes,madama Angulema haba tenidoaventuras en su juventud; haba

  • estado en Viena y enConstantinopla, y haba sido laBella Coralia, o la Bella Leonor ola Bella Rebeca. Ella no hablaba desu pasado, pero por muchosdetalles se vea que era una mujercorrida.

    Madama Angulema no querahombres jvenes en su pensin: leparecan informales, imprudentes ybulliciosos. Prefera los viejosrentistas, zurupetos, corredores,retirados y militares. En cambio sle gustaba sentar a la mesa algunas

  • damas jvenes, para las cualestena grandes atenciones. Sin dudalas llevaba como cebo.

    El conserje del hotel era unseor rubio, muy serio, muymalhumorado, de ojos de felino,con la mirada irritada y bigoteslargos a lo galo. Parecaencontrarse siempre en un accesode ira. Su mujer, seora gruesa ysonriente, iba y vena y no estabanunca quieta.

    Haba en la casa tres criados:un viejo frailuno, dos mozos

  • jvenes, con aire torpe yembrutecido; el cocinero y suayudante, dos camareros y el jefedel comedor.

    Este, llamado Lafolie, uno delos tipos tiles de la casa, diriga elrestaurante con arte. Me contaronde l que haba sido durante muchotiempo de la polica, despus decocinero, agente de negocios,comparsa de teatro y otras muchascosas. Por entonces, piloteaba elrestaurante del Hotel de Angulema.

    Lafolie era servicial y amigo

  • de dar informes. Tena la cara unpoco cmica, de francs delpueblo: los ojos pequeos, la narizremangada, la boca grande, laexpresin jovial y burlona. Hubierapodido ser un excelente cmico deteatro de bulevar o cantor de cafconcierto. Hablaba un parisiensemuy cerrado, sincopando casi todaslas palabras.

    Lafolie me cont su vida y yole expliqu mis asuntos. Me dioconsejos tiles, porque conocamuy a fondo Pars y su gente.

  • Lafolie trabajaba sindistraerse. A pesar de no ser elcomedor del Hotel de Angulemagrande, se servan muchosalmuerzos y comidas a diversaspersonas, sobre todo acomisionistas y empleados. Lafolietena que moverse, para dejarsatisfechos a los parroquianos ypredispuestos a volver alrestaurante. Siempre atento a todo,como el capitn en el puente delbarco, supla las faltas de losmozos, llevando a una mesa el pan

  • que faltaba, la botella de vino o deagua medicinal, poniendo unbanquillo de madera para queapoyara en l sus pies una seora uofreciendo una pajuela de azufre alcaballero que iba a encender sucigarro.

    Lafolie saba una porcin dehistorias.

    Ve usted a se? me dijouna vez sealando a un viejo.

    S.Pues se es uno que era

    espa hace treinta aos. Ese otro

  • que va con l es un aristcrataasiduo al Caf de Pars, que se cascon una aventurera que le sostiene.

    Un da me habl de su vidacon detalles.

    Yo de joven me dijo,recin llegado de una aldea deNormanda, estuve de mozo de unagente de negocios. Este hombre medaba con frecuencia monedas deoro y billetes para cambiar. Una delas veces me detuvieron, meregistraron y me encontraronbilletes y monedas falsas. Yo no lo

  • saba; me defend mal y contorpeza, y me condenaron apresidio, y como tuve buenaconducta me sacaron para llevarmea la polica secreta, a lo que llamala gente del pueblo la Roja.

    Y ha estado usted en lapolica mucho tiempo?

    Durante veinte aos he sidode la Brigada de Seguridad,constituida casi toda ella por gentesalida de presidio.

    Buena compaa!En verdad no tan mala como

  • se cree. Se nos dejaba poner en lacalle rifas y billares romanos, conlos que sacbamos algunos cuartos,nos mezclbamos con el pblico yle hacamos cantar. Haba tambinpolicas que vigilaban en la calle,fingindose vendedores ambulantes,a los que llambamos indicadores.Unos eran fijos y se colocaban enalgn sitio estratgico, otros eranambulantes y seguan a las personasque les sealaban de antemano. Eraaquella una poca de denuncias yde delaciones. Los conservadores y

  • clericales queran vengarse de losrevolucionarios.

    Y lo conseguan?S; se hacan muchas

    canalladas, falsas denuncias, seinventaban complots. Se perseguaa la gente honrada por sus ideaspolticas. Aunque se ha dicho queno exista el Gabinete Negro, larealidad es que exista yfuncionaba; se abran las cartas noslo de los particularessospechosos, sino tambin las delos diputados y las de los

  • embajadores.Es terrible! En todos los

    pases pasa lo mismo.Los que ms carrera hacan

    entre nosotros eran los agentesprovocadores, sobre todo si tenanalgn defensor en miembros deiglesia y de las congregaciones.Estos agentes provocadores eranmuchas veces los que publicabanhojas y ponan pasquines contra elgobierno e inventaban complots. Unencuentro que hubo entre el puebloy las tropas, en la calle de San

  • Dionisio, lo prepar la polica.Se ve que en todas partes es

    igual.Es lgico que as sea. La

    imaginacin de las personas es lamisma. Estuve yo algn tiempodependiendo de la banda deVidocq, que tena su centro dereunin en una casucha baja y negrade la calle de Santa Ana, hasta quese llev la direccin de laprefectura a la calle de Jerusaln yse quiso adecentar la polica y senos dej a los antiguos como

  • suplentes, con cincuenta francos almes.

    Poca cosa para vivir!Muy poca. Los antiguos ya

    no podan manejrselas bien. Losperidicos iban tomando muchaimportancia, no era fcil explotar ala gente con perfecta impunidad. Almenor abuso venan denuncias y losjefes tenan mucho miedo a losperidicos.

    Y qu hicieron los viejosde la polica?

    Muchos volvieron a la mala

  • vida, a la estafa y al robo. A m nome tentaba esto. Haba tenido unaterrible enseanza con el oficio;anduve con lo peor de Paris; perosenta ganas de trabajar y de dejaruna vida as, de emboscadas y deintrigas; me cas con una obrera,me hice sucesivamente comparsa,mozo de caf, cocinero y, porltimo, mayordomo de hotel.

    Lafolie fue uno de mis amigosy en parte tambin mi confidente.

    Me contaba unas historias muycomplicadas de crmenes, en las

  • cuales l haba intervenido comopolica, y de asuntos de altapoltica, que parecan un tantofantsticos. Tena una credulidad unpoco ingenua.

    Una noche me cont unavez, en 1830, nos avisaron quetenamos que ir al castillo de Saint-Leu-Taverny. Al prncipe deCond, el ltimo de los Cond,padre del duque de Enghien, se lehaba encontrado ahorcado con unacuerda en la falleba de una ventana.Se pens si una seora que viva

  • con l habra impulsado al suicidioa aqul viejo medio tonto. Estaseora se llamaba madamaFeuchres. Unos meses despusestaba la dama en el palco de unteatro, cuando un barn de Saint-Cricq, que era un aristcrataextravagante, exclam: Esaseora tiene sangre en el traje!, yla mujer, al orlo, caydesvanecida.

    Y tendra algunaparticipacin en el suicidio delprncipe?

  • Es muy posible.Y haba algn objeto

    visible?Quiz el de heredarle.Y quin era esta madama

    Feuchres?Era una inglesa, hija de un

    pescador borracho. Despus de lamuerte del prncipe tuvo unproceso, que gan, y fue defendidapor Luis Felipe.

    En Pars ha tenido que haberen estos ltimos tiempos crmenespolticos oscuros.

  • S, ha habido muchasmuertes misteriosas. La muerte dela emperatriz Josefina, en laMalmaison, se debi, segnafirmaron, a que haba dichorepetidas veces al rey de Prusia y alemperador Alejandro que el delfn,el hijo de Mara Antonieta, elautntico Luis XVII, viva. Por estaafirmacin imprudente, Luis XVIII,entonces candidato al trono, laenvenen envindole un ramilletecon un perfume ponzooso.

    Pero esto tiene aire de

  • novela, Lafolie! le deca yo.Pues yo creo me replic

    l que en este asunto del delfnhubo algn misterio impenetrable.Un cirujano, llamado Desault, queasisti al prncipe en el Temple,muri envenenado porque habadicho que el nio que vio l en laprisin no era el delfn, sino otro.Este mdico haba contado a uncirujano y farmacutico amigo suyo,llamado Chopart, la sustitucin.Chopart cont lo dicho a susamistades, y poco despus mora

  • tambin de una enfermedaddesconocida.

    Habra que comprobar todoeso, amigo Lafolie.

    La mujer del zapateroSimn sigui diciendo el expolica asegur siempre que elnio muerto en el Temple no era eldelfn. Por ltimo, un cirujano, eldoctor Pelletan, que cuando muriel nio encerrado en el Temple fuede los que le hicieron la autopsia,le sac el corazn para guardarlo ydio un mechn de los cabellos al

  • comisario Damont, que se los habapedido. Cuando, llegada laRestauracin, el doctor Pelletan yel comisario Damont ofrecieron elcorazn y los cabellos, primero aLuis XVIII y despus a Carlos X y ala duquesa de Angulema, todosellos rechazaron las reliquias comosi creyeran que el muerto en elTemple no era el verdadero delfn ycomo si tuvieran casi la evidenciade ser suplantadores del herederolegitimo.

    Pero eso cmo se puede

  • saber? le deca yo.Lafolie me cont que una

    vez el duque de Berry se habapresentado a Luis XVIII muyemocionado, y le dijo:

    Seor, he recibido una cartade Luis XVII y creo que esautntica.

    Imposible! Luis XVIImuri, hay pruebas de su muerte contest el rey.

    Pues en esta carta se danpruebas de que vive.

    No es posible. Adems, si

  • no ha muerto en la realidad, hamuerto civilmente. No sabis quedespus de m seris llamado aocupar el trono, duque?

    Seor. La justicia antes quela corona contest el prncipe. Elrey le mand salir y a los pocosdas el duque de Berry mora apualadas por razn de Estado.

    No crea yo en estas cosas,pero las consideraba como unamanifestacin muy expresiva de lamanera de pensar y de sentir de lagente del pueblo.

  • Unos das despus de llegar yoa Paris apareci Fanny Stuart y fuea hospedarse a un hotel de la calleVivienne, bastante ms elegante queel mo.

  • II RECELOS DE LAEMBAJADA

    Y ah tiene usted al marqus deMiraflores, nuestro embajador enPars, llenando la embajada deantiliberales y de carlistas; degentes como Valds, que trabajanpor el infante don Francisco, y deotros como Salvador, que siguensiendo carlistas y que ser muydifcil saber a quin sirven y aquin traicionan.

  • La Nave de los Locos.TUVE la desdicha, a los dos

    das de llegar a Pars, de caerenfermo con un ataque dereumatismo. Poda andar por elhotel, pero renqueaba malamente yno quise presentarme al embajadorespaol, marqus de Miraflores, entan lamentable estado, y lo hice yaencontrndome mejor, al quinto osexto da de mi llegada. El retrasoestuvo a punto de producirmedificultades y disgustos. El marqusme recibi muy serio, en

  • embajador. La mayora de losembajadores deben de tener esteaire reservado e importante. Es, sinduda, lo protocolar. A ello se une,en la tctica de la diplomacia, elhablar con misterio y tomar unaactitud fra y desdeosa.

    El subsecretario delministerio del Interior me dijoha venido esta maana de parte delministro a quejarse de su presenciaen Pars.

    Y por qu?Desea saber el objeto que le

  • conduce aqu.Es que todo el mundo que

    viene a la capital francesa tiene quedecir el objeto de su venida?

    Todos no, algunos si. Si nollega usted a presentarse hoy habratenido que dar orden de hacerlesalir inmediatamente de Paris.

    Respond, haciendo de tripascorazn:

    No me he presentado porhaber cado enfermo. El fri delviaje me exacerb el reumatismo yhe tenido que estar retirado en la

  • fonda. Respecto a mi viaje a Paris,no tiene otro objeto que visitar aunos amigos y parientes y consultarcon un mdico.

    Dnde vive usted?En la calle de la Jussienne.Y dnde est eso?Le indiqu dnde estaba.Y por qu ha ido usted a un

    sitio as tan extrao?Me lo han recomendado y

    no tengo medios para alojarme enun gran hotel.

    Est bien.

  • El marqus me contempl condesconfianza. Sin duda todo lo quele indiqu le pareci digno deponerse en cuarentena.

    El embajador call y luego medijo:

    Haga usted esas visitas,porque aqu hay gente que est muyalarmada con su presencia, yvyase usted lo ms pronto posiblea Tolosa.

    Tras de esta manifestacin derecelo hablamos de poltica. Medesped del marqus y volv a mi

  • hotel lleno de suspicacia y declera. Supe ms tarde lo ocurrido.El subprefecto de Bayona, avisadopor no s quin, quiz por Labrireo por Meja, comunic portelgrafo mi salida de Tolosa, ainstigacin del cnsul Gamboa, algobierno francs.

    Dios sabe lo que le habrndicho al ministro del Interior de m,cuando me tiene tanto miedo!,pens yo.

    Aunque en mi visita alembajador hablamos bastante de

  • poltica, slo tratamos de lacuestin carlista y no se hizo lamenor alusin a la conjurafranciscana, a la cual quera yoencontrar los hilos yramificaciones. Este silencio acercade punto tan trascendental meextra. O el embajador loignoraba o los rumores alarmantesesparcidos por mis agentes no erandel todo ciertos. Comenc a dudar.

    A pesar de la conminacin delmarqus de Miraflores para salir enseguida de Pars, estaba decidido a

  • quedarme un par de semanas.Los das siguientes Fanny me

    cit en un gabinete de lectura de lacalle de la Michodire.

    La duea del gabinete,madama Ernestina, era una viejamuy intrigante y muy curiosa, quepresuma de conocer a mediomundo.

    Fanny estaba encantada enPars. Viva, como deca ella, deincgnito y se enteraba de los pasosde sus amigos por criados y gentede poco ms o menos.

  • La vieja del gabinete delectura, madama Ernestina, me diomuchos informes sobre los polticosde la poca.

    Diariamente mandaba yo unparte a la embajada espaola en elque deca poco ms o menos: Sigoretirado y no puedo ponerme an encamino.

  • III GRAN MUNDO

    AQU est usted entre amigos,entre hermanos; e hizo la sealmasnica de reconocimiento comomasn del rito escocs.

    Los contrastes de la vida.CUANDO ya me encontraba

    bien decid presentarme en casa delbarn de Colins. Como estabareceloso y el recibimiento delembajador espaol me inclinaba ala suspicacia, fui primero a ver la

  • casa donde viva el barn y, si seterciaba, a preguntar en algn caf otaberna prxima qu clase dehombre era.

    Viva el protector de Fanny enun hotel antiguo y lujoso de la calledel Bac. Al quedarme parado acontemplar el hotel, una carretela,ocupada por una seora muydistinguida, ya no joven, estuvo apunto de atropellarme.

    La seora mand parar y muyamablemente me pregunt si mehaba ocurrido algo. La tranquilic

  • y, despus de saludarla, seguandando.

    Al otro da por la maana, trasdel almuerzo, tom un coche y fui avisitar al barn.

    La casa de la calle del Bactena un portal ancho que daba a unpatio renacentista con columnas ygaleras y, en el patio, una escaleralujosa de piedra.

    Por lo que vi, la casa delbarn estaba alhajada con riqueza ycon rumbo; abundaban los muebleselegantes, los espejos dorados, las

  • alfombras mullidas. Todoesplndido y de buen gusto.

    Me present y me hiceanunciar por un criado de casaca.Fanny haba comunicado al barn elaviso de mi visita.

    El barn de Colins era unseor de ms de setenta aos, depelo blanco; hombre muy bienconservado; vestido de maneraimpecable. Era de origen flamenco;pareca hombre simptico y llano.

    Tom una lente y ley la cartade Fanny.

  • Por qu no ha venido ustedantes? me pregunt. Veo quelleva usted das aqu.

    He estado enfermo.Ya est usted bien?S.Comer usted conmigo.Muchas gracias. Estoy ahora

    a rgimen.Yo tambin me alimento la

    mayor parte de los das del ao converduras, as que no hay obstculopara que usted cumpla en mi casasus prescripciones mdicas.

  • Despus de convenir en esto,Colins me llev a un saloncito. Elsaln, estilo de la poca, conalgunos muebles ingleses, tena enlas paredes varios cuadros depintores flamencos, paisajes yescenas campesinas. Entre loscuadros haba uno de Brueghel elviejo.

    El barn me pregunt:Le gusta a usted la pintura?S. Este Brueghel es muy

    bonito.Lo contempl un instante.

  • Y qu clase de negocios letraen a usted a Paris? Estoy muyobligado a servir a mi amiga Fanny.

    Hice entonces el signo dereconocimiento masnico, al cualcontest l, y le dijerecomendndome a su discrecin:

    Aunque en la carta de Fannyaparece mi segundo nombre yapellido, yo me llamo Eugenio deAviraneta y soy un agente polticodel gobierno espaol.

    Es que Fanny Stuart se hametido a poltica? me pregunt

  • riendo el barn.No.Porque la pobre muchacha

    no creo que tenga ni graninteligencia ni gran astucia paraeso.

    Indudablemente, por lomenos no tiene aficin. Yo vengocon el designio secreto de buscar lapista de una conspiracin que creoque se est tramando contra la reinaCristina por algunos espaolesresidentes en Pars amigos delinfante don Francisco, en

  • complicidad con otros de Madrid ycon algunos personajes extranjeros.

    Ah!, ya caigo en la cuentarepuso el barn; usted querrenterarse de las maniobras delamigo de Fanny.

    Del amigo? pregunt yohacindome el sorprendido.

    De su amigo o protector repuso Colins; veo que no estusted todava en autos. Sin dudaignora usted que a Fanny Stuart lesostiene hoy el conde de Parcent,grande de Espaa, y que ste es el

  • principal agente de don Franciscode Paula. Yo s algo de todo ello,pero no con suficientes detalles, ycomo veo que a usted le interesa elasunto, me enterar al por menorpor las personas que tienenrelaciones con la poltica espaola.El gobierno de Madrid y la reinaCristina, saben algo de estosmanejos?

    Yo les he comunicado missospechas.

    Hay que manejarse conmucha precaucin y cautela. La

  • cosa es delicada, porque LuisFelipe interviene, segn se dice,por intereses de familia. Dentro dealgunos das le dar a usted losdatos que le interesan. Djemeusted las seas de su hotel ydescuide usted de lo dems.Supongo que habr ustedalmorzado?

    S.Qu, no tendr usted nada

    que hacer por la tarde?No.Bueno, pues permtame

  • usted un momento y espreme ustedmedia hora leyendo los peridicos.Invitar a algunas personas con lasque pueda usted hablar en lacomida. Antes daremos una vueltaen coche.

    Esper contemplando loscuadros holandeses del saln,algunos preciosos. El barn deColins, con sus amistades, podadarme datos autnticos de la intrigapara ver claramente susproporciones.

    Cuando apareci de nuevo el

  • barn, salimos, bajamos al patio;montamos en un land; cruzamos ala otra orilla del Sena, y fuimos porla Avenida de los Campos Elseosal Bosque de Bolonia.

    Haca una tarde muy hermosade primavera. El barn me mostrlas notabilidades del mundoelegante: las grandes damas, lasactrices, los generales, losbanqueros, los jvenes que estabana la moda, y me cont una serie dehistorias de unos y de otros.

    Nos detuvimos un momento en

  • el Pabelln de Armenonville atomar un refresco.

    Tiene usted curiosidad porver algunos de estos cosmoramas?me pregunt.

    No, la verdad; no meinteresa actualmente ms que lapoltica.

    No quiere usted ver lasfiguras de cera?

    No.Pues es un espectculo

    cmico. Hay una mezcla depersonajes que en su vida no se

  • veran nada contentos por estarjuntos. Luis Felipe y Napolen,Mara Cristina y el infante donFrancisco. Sabe usted con quinest emparejado don Carlos ysentado a la misma mesa?

    No.Con Abd-El-Kader.Qu mezcla! Un rabe

    valiente y generoso con un Borbnegosta y cobarde.

    No se me hizo nada largo elpaseo. Volvimos a casa del barn ypasamos al saloncito elegante,

  • donde haba varias personas que mefueron presentando. Primeramentelo hizo a tres seoras. Una de ellasera la dama que das antes estuvo apunto de atropellarme en la callecon su coche. La seora quedbastante sorprendida al verme all.El barn me pregunt despus si laconoca y yo cont lo ocurrido.

    Por qu no vino usted eseda a verme? me pregunt.

    Qu quiere usted! No leconoca a usted y tena ciertasuspicacia.

  • Y el aspecto de mi casa letranquiliz?

    Si, algo.Le cont lo que me haba

    pasado con el embajador deEspaa, y se ri.

    Esta seora, a quien leacabo de presentar, me dijodespus, es una dama de laaristocracia de aqu, muy amiga dela infanta Luisa Carlota y de unespaol, un tal Valds, a quienllaman aqu el Bello Valds y losespaoles Valds de los Gatos , no

  • s por qu. Esa seora puede queest enterada de lo que a usted leinteresa; pero si no le conviene nole hablar de ello, porque es muydiscreta y muy diplomtica.Conoce usted a ese Valds?

    Poco.Creo que es cubano, hijo

    natural de algn personaje. No sesabe de qu vive, pero vive bien.La seora conoca a Valds y aotros muchos espaoles. A Valdslo tena por hombre amable ydivertido.

  • La otra dama era una seoritade la rancia aristocracia francesa,de cerca de cuarenta aos: alta, debuena figura, con un apellido y unnombre sonoros: Blanca deClermont. Esta seorita, despus deun proyecto de matrimonio con unpoltico realista de fama, habacomenzado a intrigar, a jugar a laBolsa y a favorecer los proyectosde los carlistas espaoles. Quizpensaba que iba a galvanizar elcarlismo. Vesta con ciertaoriginalidad, con aire de amazona,

  • y hablaba tambin con muchaviveza.

    Sola recibir en su casa aalgunos forajidos de Cabrera, quele acompaaban, y tena el proyectode entrar en Espaa si se encendade nuevo la guerra.

    El barn de Colins indic conuna mirada al mayordomo en dndedeba sentarse cada uno de loscomensales, y comenz en seguidauna conversacin un poco de fuegosartificiales, en la cual se habl enbroma de poltica, de literatura, de

  • teatro, todo bastantesuperficialmente y adornado conancdotas a estilo francs.

    De los invitados eran: uno elmarqus de Montigny, altoempleado en el ministerio de laGuerra; otro un diplomtico viejo,D'Aumesnil, que haba estado enEspaa, y varios jvenes elegantes.

    El comedor era rico,ostentoso, estilo Luis XV, congrandes tapices y cuadros de caza.Tres criados de frac servan lamesa.

  • * * *El marqus de MontignyPoco despus tom la palabra

    el marqus. Este seor se hallabamuy enterado de los asuntospolticos de Francia y de Espaa.Tendra ya unos cincuenta aos y semostraba muy atildado, muyempolvado y muy lleno de pomada.

    A usted, como espaol me dijo, le parecer la vida dePars un poco chusca?

    No. Por qu?El espaol es muy austero.

  • Esta es la poca ms desvergonzadade costumbres, del agio y de laintriga que se ha conocido. Lospolticos de Francia, y de fuera deFrancia, maniobran en la Bolsa deuna manera cnica y descarada. Elque quiere vivir tiene que hacer lomismo que ellos. Ya no vale ser unhombre de calidad, hay que ser unhombre de cantidad. La diplomaciaactual nace en los despachos de losbanqueros.

    Y esto no pasara antes? pregunt yo.

  • Lo mismo que ahora contest el viejo diplomticoD'Aumesnil.

    El marqus me pidi miopinin acerca de la vitalidad delcarlismo y de la exactitud del librode un periodista ingls y judo, untal Mitchell, publicado en Bayona.

    En este libro se atacabacrudamente a los moderadoscarlistas, a Maroto, al padre Ciriloy a Elio, y slo salan bien libradoslos puros, a los cuales loscontrarios llamaban obisperos.

  • Ese libro es el libelo de unfantico y de una parte interesadaen el asunto contest yo.

    Cree usted?Me parece indudable.Y el padre Cirilo, qu le

    parece a usted?El padre Cirilo es el tipo

    del fraile listo e intrigante, delhombre que se cree genial, que seconsidera un segundo Cisneros y esslo habilidoso. En el fondo, es unhombre sin nervio, incapaz dearrastrar a nadie. Le faltan dos

  • cosas importantes para ser unpoltico de altura: la intuicin y elvalor.

    La seora amiga de la infantaLuisa Carlota y de Valds de losGatos dijo que me mostraba muysevero. Yo le contest que esta erami opinin y que quiz misexpresiones eran duras, porque elque habla con dificultad un idioma,como hablaba yo el francs, nopuede dominar bien los matices y seexpresa siempre con ciertaexageracin.

  • * * *Los jvenesPoco despus, uno de los

    jvenes, que apenas tendra veinteaos, muy atildado y petulante,desvi la conversacin de losasuntos polticos y habl del granmundo y del mundo alegre.

    Cont en broma que su padrele haba dicho que tena que visitara los grandes hombres y orreligiosamente sus palabras, paracompletar su educacin.

    Como gran cosa, consigui su

  • familia que fuera a una comida deuna lady inglesa, a la cual acudirandamas de la aristocracia y, sobretodo, el prncipe de Talleyrand.Escchale, le haba dicho su padre.Le pusieron en la mesa cerca delprncipe, y un diplomtico le hizopreguntas para que el viejointrigante luciera su genio.Talleyrand, con un aire un tantoestpido, coma como un tiburn, yen toda la cena no dijo ms quefrases como sta: La sopa estbuena, esta ternera es blanda, y

  • cosas igualmente profundas.Despus, sigui diciendo el joven,fue a visitar al vizconde deChateaubriand en un hotel de lacalle del Infierno, y all le vio algrande hombre en un silln,rodeado de duquesas, escuchandolas adulaciones del pblico. El granhombre deca a todos los que se leacercaban: Yo no quiero que elmundo se ocupe de m. Yo hecumplido mi misin modesta. Ymientras deca esto, madamaRecamier, su primera sacerdotisa,

  • bostezaba de fastidio.Despus otro jovencito nos

    cont lo ocurrido hacia das con lafamosa bailarina Lola Montes. Enuna cena, el guitarrista espaolTrinidad Huerta haba tocado unbolero. Lola Montes, despuscondesa de Lansfeld y favorita delrey Luis de Baviera, escuchentusiasmada el bolero brillante ydesordenado del guitarrista, y alterminarlo le dijo:

    Huerta, me tiene usted