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431 LA PAIDEIA CRISTIANA Y SU PRESENCIA EN LA TRADICIÓN MONÁSTICA Introducción Si nos referimos a un tema tan largamente estudiado como la pai- deia en el mundo griego, es porque nos parece que en el desarrollo del mundo antiguo la clarificación de su contenido ha ido en un crecimiento cada vez mayor y que, en el siglo VI monástico, tanto en occidente como en oriente, alcanza una expresión muy rica que esclarece, a su vez, la pre- sentación de los siglos precedentes. Es por eso que nuestras reflexiones pueden ayudar a dar algunas precisiones al pensamiento del gran estudioso W. Jaeger 2 . Como todo gran maestro, el pensamiento de Jaeger puede ser entendido de distintos modos, nunca contrarios pero sí complementarios y mayores. Es por eso que creemos que hay una cierta comprensión de sus escritos que no expre- sa toda la riqueza de su significado, pero también debemos decir que el mismo Jaeger da pie a ese tipo de situación, pues acentúa el denominador común a la paideia griega y la cristiana, perdiendo de vista, algunas veces, la especificidad propia en la tradición cristiana. Por otra parte hacemos estas observaciones desde el mismo lugar en que la paideia cristiana alcanzó su máximo exponente y permanece todavía viva, según lo dice el mismo Jaeger, es decir, desde la vida monás- tica 3 . Ella no sólo conserva los grandes monumentos de la paideia antigua 1 Abad de la Abadía Benedictina de San Benito, de Luján (Argentina). 2 Nos referimos a su obra póstuma Early Christianity & Greek Paideia, Oxford 1961 (tra- ducción española en el Fondo de Cultura Económica), y que reproduce el curso dado en Harvard en 1960. De algún modo esta obra debe ser considerada como inconclusa pues el profesor la veía como una introducción a un trabajo más amplio que pensaba realizar en los años sucesivos. Lo citamos como “Jaeger” y número de página. 3 Jaeger 86 ss. Cuadernos Monásticos 175 (2010) 431 - 456 FERNANDO RIVAS OSB 1

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    LA PAIDEIA CRISTIANA

    Y SU PRESENCIA EN LA

    TRADICIN MONSTICA

    Introduccin

    Si nos referimos a un tema tan largamente estudiado como la pai-deia en el mundo griego, es porque nos parece que en el desarrollo delmundo antiguo la clarificacin de su contenido ha ido en un crecimientocada vez mayor y que, en el siglo VI monstico, tanto en occidente comoen oriente, alcanza una expresin muy rica que esclarece, a su vez, la pre-sentacin de los siglos precedentes.

    Es por eso que nuestras reflexiones pueden ayudar a dar algunasprecisiones al pensamiento del gran estudioso W. Jaeger2. Como todogran maestro, el pensamiento de Jaeger puede ser entendido de distintosmodos, nunca contrarios pero s complementarios y mayores. Es por esoque creemos que hay una cierta comprensin de sus escritos que no expre-sa toda la riqueza de su significado, pero tambin debemos decir que elmismo Jaeger da pie a ese tipo de situacin, pues acenta el denominadorcomn a la paideia griega y la cristiana, perdiendo de vista, algunas veces,la especificidad propia en la tradicin cristiana.

    Por otra parte hacemos estas observaciones desde el mismo lugaren que la paideia cristiana alcanz su mximo exponente y permanecetodava viva, segn lo dice el mismo Jaeger, es decir, desde la vida mons-tica3. Ella no slo conserva los grandes monumentos de la paideia antigua

    1 Abad de la Abada Benedictina de San Benito, de Lujn (Argentina).

    2 Nos referimos a su obra pstuma Early Christianity & Greek Paideia, Oxford 1961 (tra-duccin espaola en el Fondo de Cultura Econmica), y que reproduce el curso dado enHarvard en 1960. De algn modo esta obra debe ser considerada como inconclusa puesel profesor la vea como una introduccin a un trabajo ms amplio que pensaba realizaren los aos sucesivos. Lo citamos como Jaeger y nmero de pgina.

    3 Jaeger 86 ss.

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    como una tradicin, sino como una vida que permite confrontar lo escri-to con lo vivido, lo antiguo con lo presente, arrojando una luz no siem-pre perceptible fuera de ese mundo monstico.

    El aporte especfico del movimiento monstico del siglo VI

    Herederos de la gran tradicin precedente, los monjes del siglo VIson representantes de una reflexin y una literatura especficamente cris-tiana y monstica que, en muchos casos, entra en confrontacin con lamisma sabidura cristiana erudita, como se da en forma contemporneaen distintas escuelas cristianas4 (como las de retrica en Gaza, Antioqua,Beirut y Alejandra; y las escuelas catedralicias en occidente), herederas dela gran tradicin clsica y representantes de la fusin que se est dandoentre la cultura pagana y la cristiana, estudiada por Jaeger.

    Y para entrar directamente en el tema que nos interesa afirmamosque los Padres griegos, y los primeros cristianos, toman el concepto depaideia de la misma Biblia Septuaginta, o de los Setenta, que es la traduc-cin griega de la Biblia hebrea realizada en Alejandra a partir del siglo III,bajo el influjo de la cultura griega que, entre otros grandes personajes,dar al mundo a un Filn, en el siglo I.

    En esta Biblia griega, heredada por los cristianos, se traduce deforma sistemtica el concepto hebreo yasar, equivalente a disciplina (o casti-gatio), por paideia5. El trmino hebreo hace referencia al proceso de correc-cin (y castigo), en un marco de relaciones filiales. Y, por eso mismo, tienetodo un entorno de conceptos y verbos que lo acompaan, principalmenteel verbo elnj (corregir, poner a prueba), con el que paidu, siguiendo losprincipios de la retrica hebrea, es puesto en paralelo sinonmico.

    Sin embargo la cristiandad naciente lee ese Antiguo Testamentogriego a la luz del Nuevo, en el que el concepto paideia recibe sus ltimasprecisiones cristianas. Sin embargo, ms que un esclarecimiento termino-lgico, lo que ven los primeros cristianos en el Nuevo es la concrecin enla realidad de lo que en el Antiguo pareca slo una metfora. En efecto,esos textos que hablaban de la paideia en el Antiguo Testamento ahorareflejan todo lo que encerraban: Dios es un Padre que rescata a los hom-

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    4 Tambin con la aparicin de las Universidades catlicas de los siglos XII y XIII se pro-ducir una ruptura entre el concepto monstico de paideia y el de las universidades,mucho ms inclinadas, por el uso de la filosofa griega, al concepto pagano de la misma.

    5 Cf. voz Paideu, en Grande Lessico del Nuovo Testamento (F. Kittel, G. Gerhard), vol.IX,105-190, a c. de G. BERTRAM, Brescia 1974.

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    bres de una esclavitud para llevarlos, en su Hijo eterno, a una vida de filia-cin. Y el camino de esa filiacin se presenta bajo la forma que reviste enCristo: la Cruz. Por eso la paideia es la accin de Dios que da a luz en elhombre una disposicin filial, manifiesta en la escucha y en la obediencia.Y, dada la herida del hombre, esa escucha y obediencia asume el carcterde una correptio o disciplina (paideia). Toda otra virtud, ascesis, formaciny cultura, que no logre este cometido del espritu filial, no puede reci-bir el nombre verdadero de paideia. Es ms, y as lo vean los primeroscristianos, una gran cultura teolgica y una vida estrictamente asctica,dos pilares de la paideia pagana, ahora pueden ser grandes obstculos parala nueva paideia cristiana, en cuanto encierran al hombre en una autosu-ficiencia muy lejana a la sujecin filial a Dios Padre.

    Nos sorprende que Jaeger no recurra a esta fuente bblica, tanimportante para los primeros cristianos, para esclarecer el concepto de pai-deia, y prefiera en todos los casos utilizar los textos en que estos autoresasumen el concepto pagano de la misma. Tal vez la teologa protestantehaya influido en Jaeger que, en su reforma, ha hecho un giro en el mensa-je y vida cristianas que tienden a reducir lo cristiano a un proceso inma-nente al sujeto, debilitando el primado de la filiacin que, en el pensa-miento de Pablo de Tarso, es la novedad de lo cristiano. Tambin hay quereconocer el gran obnubilamiento que produjo, en la primera mitad delsiglo XX, el reconocimiento del uso que los Padres de la Iglesia hicieron dela herencia clsica y la filosofa griega, tal como sealaba Danilou enPlatonisme et thologie mistique6, lo que llev, muchas veces, a leer a estosPadres como si fueran simples continuadores de filosofa y paideia griega.

    Por otra parte la naturaleza misma de la filiacin divina, que nopermite reducirse a un estado o una realidad puramente inmanente niesttica, hace comprensible la tendencia a confundir y reducir lo propiode la paideia cristiana a su dimensin cultural o antropolgica, equipa-rndola a un sistema dogmtico o una vida simplemente virtuosa. Y estaconfusin manifiesta su primer antecedente en la predicacin misma deCristo, que recibe el rechazo y oposicin por parte de la cultura religiosayahvista y de los virtuosos de la religin de Israel, como eran los fariseos ysaduceos, condenndolo por considerarse Hijo de Dios (Pis Kyrou:Mt26,36; Jn 5,18).

    Esta reduccin de la paideia, tal como la presenta Jaeger, conlle-va, adems, un rechazo hacia el estado monstico, que es interpretadobajo este tipo de consideracin inmanente y, por tanto, recibe en el

    6 Paris 1944.

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    mundo protestante su abolicin y supresin, como un modo exterioristay artificial de vivir la novedad del cristianismo.

    Cristo, el Paids del Padre

    Decamos que los primeros cristianos vean en el NuevoTestamento un esclarecimiento no slo terminolgico para el concepto depaideia, sino un nuevo planteo de las relaciones entre Dios y los hombres.En efecto ahora, en Cristo, todo se ve claro: la relacin que Dios quieretener con los hombres es la relacin de un padre con sus hijos, porque les Padre desde la eternidad, y la vida consiste en la generacin paternal dehijos. Y por eso la relacin con l reviste la forma de una paideia.

    Pero los primeros cristianos vieron esta filiacin prefigurada en elAntiguo Testamento griego, con la figura del Pis-Kyrou (Siervo delSeor), en quien los cristianos contemplaron el anuncio de Cristo, comoHijo del Padre, que acepta su paideia-correptio7. Y su profeta fue Isaasque, en unos maravillosos poemas de la literatura hebrea deca:

    Creci como un nio pequeo (paids), como una retoo delante del (Yahv) (Is 53,2 LXX).l ha sido herido por nuestras rebeldas, molidos por nuestras culpas;l soport la correccin (paideia) que nos trae la paz. (Is 53,5).

    Los primeros cristianos vieron en este pais, que carga con la pai-deia de Dios, el anuncio de la filiacin divina que, en Cristo, se realiza enun proceso que es la Cruz. Crisstomo, en la Constantinopla del siglo IV,comentando los Salmos, ve el proceso Pascual de Cristo de pasin y muer-te, como una paideia, es decir, como el proceso por el cual el hombreadquiere la condicin de hijo de Dios. Y por eso, siguiendo a los tres tex-tos del Nuevo Testamento que aplican a Cristo el salmo pascual 117,pone en la voz de Cristo las palabras del versculo 188, que dice:

    7 Un texto que refiere la paideia-correptio a todo israelita es Dt 8,5 que dice: Recuerda entu corazn que Dios te corrigi (yasar-paideusei) como un padre corrige (yasar-paideusai) a suhijo. El texto se est refiriendo a los cuarenta aos de padecimientos de Israel en el desier-to al salir de Egipto.

    8 Usamos la numeracin de la Biblia griega Septuaginta. Crisstomo, Exposit. In psalm117, PG 55,334-335.

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    Me corrigi, me corrigi el Seor (paiduon epideuse me Kyrios)Pero no me entreg a la muerte (v. 18).

    Tambin la Resurreccin, junto con la Pasin-Muerte, es inter-pretada por Pablo como un engendramiento filial, es decir, como unapaideia (cfr. Hch 13,33; Sal 2,6).

    Hacia este punto converge toda la lnea interpretativa de la pai-deia que presentan los cristianos en sus primeras predicaciones, en la vidade los mrtires y luego en los monasterios. Podemos tomar el testimoniode Clemente de Alejandra quien, en torno a la persecucin de SeptimioSevero escriba en su Protrptico:

    Podra citar innumerables textos de la Escritura, de la que ni unsigno pasar sin que se cumpla, pues es la boca del Seor, elEspritu Santo quien las ha proferido. No desprecies, pues, hijomo, la paideia del Seor, y no te descorazones por sus correcciones(Pr 3,11;Hb 12,5). Oh, qu gran filantropa, no es como un pro-fesor (didskalos) corrige a sus alumnos, o un maestro a sus servi-dores, o un dios a los hombres, es como un padre carioso(Odisea II,47) que reprende a sus hijos! Moiss deca que tenapnico y temblaba cuando oa hablar del Logos, y vosotros escu-chis al divino Logos mismo sin experimentar temor?... Venid,venid mis jvenes amigos porque si no os hacis como nios (paida)y no renacis (cf.Mt 18,2), segn la palabra de la Escritura, puedeser que no encontris a aqul que es vuestro Padre, ni entris enel Reino de los Cielos. Cmo, en efecto, va a dejar entrar a unextranjero? Pero pienso que, una vez inscrito y recibido como ciu-dadano y provisto de un padre, entrar a tomar posesin de losbienes del padre (cf. Lc 2,49) y, juzgado digno de la herencia, par-ticipar del reino paternal con el mismo Hijo bien amado (cf.Mt3,17). Es entonces la Iglesia de los recin nacidos, inscritos en elcielo, y celebrando sus fiestas con las miradas de ngeles.Somos nios recin nacidos, lactantes de Dios y verdaderos ami-gos del primer nacido...9.

    Dado que la paideia y el paidagogo es la formacin de la imagendel hijo en el hombre, Clemente reconoce que slo Cristo, el Hijo de

    9 Protrptico IX,1-2.

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    Dios, puede ser el pedagogo10. La frecuencia con que Clemente se refiere aesta nueva paideia-correptio, en el marco de la sabidura y del Logos divi-no, desconcierta a los traductores, que no se atreven a relacionar la gnosiscon la correptio-paideia, tal como lo hacan estos Padres griegos, perdien-do as toda referencia propiamente cristiana en el marco de la nueva vidadivina de los hijos de Dios. Y un momento crucial de esa filiacin divinaes el martirio, que es tomado por los monjes del siglo VI como modelopara su vida monstica que, toda ella, converge hacia la ciencia divina(gnsis) que brota de la paideia.

    Jaeger dice, en su curso ya citado, que Orgenes, al morir mrtir,deja truncada su gran labor en la paideia cristiana de unir el viejo mundogreco-romano con el nuevo cristiano11. Los cristianos, en cambio, consi-deraban que Orgenes, con su martirio, sealaba el camino de la verdade-ra paideia cristiana al poner su vida en manos del Padre, naciendo enforma definitiva, a la plena vida de filiacin con el Padre. En efecto,Ignacio de Antioqua vea su inminente martirio, en Roma, como la plenarealizacin de su filiacin divina, al decir:

    Siento en mi interior una voz que me dice: Ven al Padre.Halagad ms bien a las fieras para que sean mi sepulcro y no dejenrastro de mi cuerpo, a fin de que, una vez muerto, no sea moles-to para nadie. Cuando el mundo no vea mi cuerpo, entonces serverdadero discpulo (A los romanos 4,2).

    Ignacio considera que recin en el momento de poner su vida enmanos del Padre comienza verdaderamente su vida filial. Todo el caminohasta llegar al martirio fue una preparacin y ejercitacin, de lo que en esemomento se hace pleno. Y Cristo fue el pedagogo.

    Los textos del Nuevo Testamento griego

    Los textos que ms marcaron la paideia cristiana no provienendirectamente de la voz de Cristo, sino de sus discpulos, en particularPablo de Tarso y el misterioso autor de la Carta a los Hebreos, sospecha-do de ser un gran filsofo alejandrino. Tambin encontramos referenciaa esta paideia en san Juan, el telogo del Nuevo Testamento, en su textoms caracterstico: el Apocalipsis.

    10 Pedagogo 1,7.

    11 Jaeger, 69.

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    a. Carta a los Hebreos

    Habis echado en olvido la exhortacin que como a hijos se os dirige:Hijo mo, no menosprecies la correccin (paideia) del Seor; ni tedesanimes al ser reprendido por l. Pues a quien ama el Seor, lecorrige (paidu); y azota a todos los hijos que reconoce (Pr 3,11-13LXX). Sufrs para correccin (paideia) vuestra. Como a hijos os trataDios, y qu hijo hay a quien su padre no corrige (paidu)? Mas siquedis sin la correccin, que a todos toca, seal de que sois bastar-dos y no hijos... Cierto que ninguna correccin (paideia) es, a sutiempo, agradable, sino penosa; pero luego produce fruto apacible dejusticia a los ejercitados en ella (Hb 12,5-11).

    Este pasaje del captulo 12 de la Carta a los Hebreos suele consi-derarse una exhortacin final a la perseverancia de los cristianos destina-tarios de la misma. Sin embargo, con ello se le quita todo valor teolgico.En efecto, no es una simple arenga sino un traspaso de todo lo dicho enla Carta respecto de Cristo (el haber soportado la pasin para constituir-se en Hijo-sacerdote, cf. cap. 5), y que Dios extiende a todo cristiano,pues ellos tambin estn llamados a constituirse en hijos por sus padeci-mientos (cap. 2,5-13). Y lo que en Cristo fue su Pasin y paciencia, en loscristianos es soportar la paideia-correptio de Dios, que tiene como meta lavida filial en Cristo.

    En este texto de la Carta a los Hebreos 12,7, la paideia alcanza susentido ms especfico, del cual derivarn los dems. Dice en el pasajecentral: eis paidian hipomnete (soportis para alcanzar la paideia, la filia-cin). El elemento ms importante de este pasaje es el poner el peso de lapaideia en la relacin padre-hijo, que se presenta como la meta final detodo el proceso; y para alcanzar ese objetivo hay un camino propio querecibe el nombre de paideia: la correccin. La correccin es presentadacomo aquel proceso que lleva al hombre al descubrimiento de su relacinfilial con Dios y lo abre a un dinamismo continuo de comunicacin conel Padre, concretado en el amor a su voluntad12.

    12 Un texto pintoresco al respecto lo encontramos en la Regla del Maestro que, al referirsea la obediencia del monje, al comentar el Padre Nuestro, dice: Por tanto, al decir: Padrenuestro que ests en los cielos (Mt 6,9), hemos de mostrarnos en el futuro, hermanos, talescuales Dios desea tenernos como hijos. As la divinidad nos dar justamente el nombre dehijos, al comprobar que nuestra voluntad no difiere de la suya. Pues verdadero hijo es elque se parece a su padre no slo fsica, sino moralmente (Thp 12-14).

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    b. Apocalipsis

    Al comenzar el libro del Apocalipsis el apstol Juan presenta sietecartas a las siete Iglesias que, en su momento, simbolizaban a toda laIglesia. Y en ellas se revela lo que el Espritu quiere decirles. Y la tnicageneral de esos mensajes es el de una correptio-paideia. Y en la sptima, lams conocida, dice:

    No eres fro ni caliente... Te aconsejo que me compres oro acrisoladoal fuego para que te enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras,y no quede al descubierto la vergenza de tu desnudez, y un coliriopara que te des en los ojos y recobres la vista. Yo a los que amo, losreprendo y corrijo (paidu) (cf. Pr 3,11). S, pues, ferviente y arre-pintete (Ap 3,18-19).

    San Juan recibe la revelacin de que el Espritu obra sobre las igle-sias bajo la forma de una paideia.

    Ms all de que la Carta a los Hebreos y el Apocalipsis son textosque, en los primeros siglos de la Iglesia, tuvieron una difcil recepcin enel canon de los Libros Sagrados, sin embargo su uso estaba bien difundi-do entre los Padres de la Iglesia, as como su uso especfico para hablar dela nueva paideia cristiana13.

    La paideia en la historia, en la retrica y en la liturgia

    Como dijimos, los primeros cristianos ven un desarrollo delAntiguo al Nuevo Testamento que encierra una paulatina revelacin de lapaideia divina. Ella estuvo siempre presente, pero los hombres no la reco-nocieron, hasta que fue necesario que se manifestase en el Pais-Kyrou, elHijo de Dios, quien acepta el tratamiento paternal de Dios en la paideia-correptio de la Cruz. Esta grandiosa historia de la humanidad se presentaentonces como una historia de la salvacin que, por etapas, se va orien-tando hacia la revelacin de la paternidad divina en la Cruz de Cristo. Loscristianos vieron que esa mega-historia es la que debe preceder al sacra-mento-smbolo de la muerte y resurreccin de Cristo la Eucarista,como el momento constitutivo de la filiacin con Dios. De este modo esastoria salutis o economa de la salvacin muestra su orientacin final hacia

    13 Basta consultar la Biblia Patristica. Index des citations et allusions bibliques dans la litt-rature patristique, Paris 1975.

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    la constitucin de la relacin filial con Dios, manifestando as que toda lahistoria es una gran paideia. Y esa historia recibe el nombre de Anfora14.

    La Anfora, figura clsica de la retrica griega15, es uno de los fru-tos ms grandes de la retrica cristiana que se dirige a relevar esa paideiadivina16 en la historia y que, gracias a la anmnesis litrgica (el memorial),esa historia est viva y presente en el corazn mismo de la Iglesia: en laEucarista.

    Las principales anforas pertenecen a los grandes Padres griegos:Crisstomo, Basilio y Gregorio de Nacianzo, y se utilizan hasta el da dehoy en la Iglesia oriental. En la latina, ha quedado, hoy, reflejada por laPlegaria Eucarstica IV, que busca ser una breve historia de la salvacin,cuyo dinamismo es el de la paideia divina.

    A modo de ejemplo, la Anfora de Santiago, en Jerusaln, dice as:

    Santo eres, en verdad, Seor universal, todopoderoso,terrible, bueno, entraable.T que miras con particular simpata hacia tu obray has hecho al hombre de la tierra a tu imagen y semejanzay gratuitamente le diste las delicias del paraso.Cuando l quebrant tu mandato y cay,no lo miraste con desprecio, ni lo abandonaste, oh Bueno!;antes bien, como Padre entraable, lo corregiste (paideuein),lo llamaste por la ley,mediante los profetas lo guiaste como a un nio (paidagogeo)...(cf. Dt 8,5).

    Como dice Snchez Caro: Todo el A.T. est as presentadocomo un conjunto de indicaciones que simultneamente sealan a Cristoy hacia l conducen. Pero no eran una pedagoga e indicacin slo para elpueblo hebreo, sino que siguen sindolo para nosotros: aquellos aconteci-

    14 Estrictamente hablando se debera decir la conmemoracin histrico salvfica de laanfora. Pero como ella abarca la mayor parte de la anfora, e incluso marca todo su esti-lo, decimos simplemente la anfora.

    15 LAUSBERG, H., Handbuch der Literarischen Rhetorik, Mnchen 1973, 629-630, ySNCHEZ CARO, J. M., Eucarista e historia de la salvacin, Madrid 1983, 413-420.Snchez Caro seala el tema de la pedagoga divina en las anforas, de un modo parti-cular, en la de Jerusaln (cf. 218-220 y 411 ss).

    16 Este sentido de la historia de la salvacin como un paideia, es decir, como un caminode filiacin, llev a que fuese usada en el bautismo, momento crucial del nuevo naci-miento del cristiano (cf. SAXER V, Les rites de linitiation chrtienne du IIe au VIe Sicle,Spoleto 1988, 314-315).

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    mientos eran figuras de la realidad que nosotros vivimos (cf. 1 Co 10,6-11) y han sido escritos para aviso de los que ya hemos llegado a la pleni-tud de los tiempos (ibid., 11) y para que sepamos descubrir en nuestrasdificultades de hoy la mano educadora de un Dios que, si castiga, es por-que es Padre (cf. Hb 12,5-13)17.

    Sin embargo esta presentacin de la anfora eucarstica y su his-toria de la salvacin como una paideia puede volver a entenderse en unsentido reductivo, y normalmente as sucede. Se tratara de una accinpedaggica de Dios, que enva distintas mediaciones para salvar al hom-bre de su pecado y, ante el fracaso de ellas y de los padecimientos que elmismo desorden del pecado produce a la humanidad, finalmente, Diosenva a su Hijo. Esta presentacin de la historia es habitual, pero no setrata de lo que estamos queriendo decir. Y a eso es a lo que la reduce W.Jaeger18. Cuando decimos que la Plegaria Eucarstica hace una conmemo-racin de la historia de la salvacin como una paideia queremos decir que,en todo momento, Dios, en medio de los trastornos que el hombre sufrepor el pecado, busca suscitar en los hombres una respuesta filial, y no loconsigue. Entonces, cuando llega la plenitud de los tiempos enva a suHijo que, hecho hombre en Cristo, asume toda la historia de padeci-mientos del hombre en sus propios padecimientos en la Cruz, con unadisposicin filial, viviendo en la muerte-resurreccin el momento culmi-nante de su filiacin, como dice Pablo a los cristianos de Antioqua:

    Tambin nosotros os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesahecha a los padres, Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resu-citar a Jess, como est escrito en los salmos: Hijo mo eres t; yo tehe engendrado hoy (Hch 13,32-33; cf. Sal 2,7).

    Por eso Cristo asume la paideia-correptio de la historia de Israel yde la humanidad entera en su propia pasin y Cruz, y la asume como unpais, como un hijo. Ese espritu de filiacin, como dice san Pablo (Rm6.8), es el que el hombre recibe en el bautismo y el que se hace vivo ydinmico por el proceso de paideia-correptio que todo hombre vive en esta

    17 Ibid., 217-218. En la historia de la Iglesia, como continuadora de esa historia de la sal-vacin del Antiguo y Nuevo Testamento, tambin se verifica ese proceso por el cual loscristianos van decayendo en su fervor e intensidad de vida como hijos de Dios, y enton-ces el Espritu suscita a un santo que renueva y hace presente lo ms profundo de la vidadivina recibida en el Bautismo, y que seala la paideia divina como nica fuente de santi-dad para el hombre. As se puede recordar a un san Francisco, a santa Teresita y otros, quemarcaron muy fuertemente a la Iglesia y la marcha de la historia de los hombres.

    18 Jaeger 66-68.

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    vida, en su relacin con Dios, cargando su Cruz. Y su objetivo se alcanzasolamente cuando el hombre, gracias a y por esa paideia-correptio, descu-bre que Dios es su Padre, y clama: Abba, Padre! (Rm 8,15).

    Y es por eso que, desde siempre y en las anforas ms antiguas quese conocen, la Plegaria Eucarstica termina con el canto del Padre nuestro,la oracin de aquellos que se saben ahora hijos, y por ello se atreven a lla-marlo Padre. Son los hijos (paida) los que saben que todo el camino de laCruz no es sino una paideia, es decir, la obra de un Padre que busca des-pertar en sus hijos el sentimiento y la vida filial. Por eso no se debe ver lapaideia de la anfora como un proceso que termina en Cristo, sino, alcontrario, que recin alcanza su sentido en Cristo, el pais Kyrou. No sedebe entender simplemente que en el Hijo somos salvados, sino que la pai-deia significa que somos salvados por haber comenzado a ser hijos, en elHijo eterno del Padre. Y esa filiacin que, como dice san Pablo, comienzaen el Bautismo (Rm 6), no termina nunca, pues es esa agua viva de la quehablaba Cristo a Nicodemo, que brota hasta la vida eterna (Jn 3).

    Ahora bien, ms all de que la anfora es una pieza eminente-mente litrgica, sin embargo, como figura retrica cristiana y popular, sela encuentra en muchos escritos, jugando el papel de introduccin a unadoctrina o enseanza de un maestro espiritual. Los casos ms conocidos,para el mundo bizantino, son las Cartas de Antonio Abad, escritas por lmismo para las Pascuas que van del ao 320 al 340, y las Conferencias deDoroteo de Gaza, de fines del siglo VI19. Antonio utiliza la historia de lasalvacin de la anfora en todas las cartas, menos en la primera, repitien-do por eso siempre la misma estructura literaria. En ellas describe lospasos de la historia de la salvacin, desde la creacin de Adn hasta las dis-tintas mediaciones que Dios enva para salvar al hombre (Patriarcas, Ley,Profetas) y, finalmente, la venida del Hijo de Dios, que es presentada a laluz del texto de san Pablo a los Filipenses (c. 2) y que culmina as:

    Os suplico, hermanos, por el Nombre de nuestro SeorJesucristo: penetraos bien de esta maravillosa Economa de laSalvacin: Se ha hecho semejante a nosotros en todo, excepto enel pecado (Hb 4,15). Todo ser dotado de inteligencia espiritualpor quien ha venido el Seor debe tomar conciencia de sunaturaleza propia, es decir, le es preciso conocerse a s mismo yllevar a cabo el discernimiento del mal y del bien, si quiere encon-

    19 Se encuentra en la Conferencia 1,1-6, precediendo a todo el resto de sus enseanzas a losmonjes.

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  • trar la liberacin cuando venga el Seor. Llevan ya el nombre deservidores de Dios, que han logrado su liberacin por estaEconoma de Salvacin. Pero ah no est el trmino supremo.Este no es sino la justicia de la hora presente, el camino hacia laadopcin filial (Carta 2,3).

    Antonio considera que una buena penetracin en esta economade la salvacin (que seguramente se inspira en la anfora eucarstica) llevade modo natural a descubrir la adopcin filial y a la conciencia de serhijos, y por ello esa historia es vista como una paideia. Como todo elobrar de Dios tiende a revelar la condicin filial del hombre y la paterni-dad de Dios, por eso recibe el nombre de paideia. Toda la historia de lasalvacin es, como deca la anfora, una gran paideia que asume, por elextravo del hombre, un carcter correctivo y disciplinar, que es paternal.

    Siguiendo esta lex orandi de la Plegaria Eucarstica, los cristianos,desde los orgenes de la Iglesia, se impregnaron de esta paideia divina,muy distinta de la paideia pagana que tiene su trmino en el hombremismo, sea bajo la forma de una cultura, sea bajo el aspecto de virtud.Doroteo de Gaza, a fines del siglo VI, haciendo uso de la historia de lasalvacin de las Cartas de Antonio, en su Conferencia 1, dej tambincomo sntesis de su enseanza la historia de un jovencito monje que, muyrpidamente, alcanza la santidad. Muchos de los otros monjes de sucomunidad, llenos de virtud y de ciencia, sin embargo cuestionan su san-tidad. Su bigrafo lo recuerda as:

    El Anciano (Barsanufio) le respondi (a Dositeo): Vete en paz,ocupa tu lugar cerca de la Santa Trinidad y reza por nosotros.Cuando oyeron los hermanos la respuesta del Anciano, comenza-ron a enojarse y dijeron: Qu ha hecho ste? Cul ha sido suprctica para merecer or esas palabras?. En verdad, no le veanayunar da por medio, como algunos de ellos, ni velar antes deloficio nocturno; adems para este oficio se levantaba slo despusde dos nocturnos. No lo vean hacer una sola mortificacin, sinoque lo vean comer, a veces, un poco de la comida de los enfer-mos o, si sobraba, una cabeza de pescado u otra cosa por el esti-lo. En cambio, haba algunos que, como dije, ayunaban da pormedio desde haca tiempo, y duplicaban sus vigilias y se mortifi-caban. Cuando oyeron la respuesta enviada por el Anciano a unjoven que llevaba slo cinco aos en el monasterio, se indignaron,porque desconocan su obra: la obediencia en todo, de maneraque ni una sola vez haba hecho su voluntad, y tan libre de pre-juicio que si el bienaventurado Doroteo le daba una orden en442

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  • broma, se alejaba corriendo y la pona en prctica (Vida deDositeo, 11).

    La obediencia de Dositeo es la virtud del hijo que, en ciertas cir-cunstancias, como seal L. Regnault respecto de la espiritualidad de losmonjes de Egipto20, reviste aspecto de nio (pis), inocente e ingenuo ensu obediencia al Padre. Pero es necesario aclarar nuevamente: la obedien-cia no es valiosa porque hace fuerte al monje, sino porque lo hace hijo, ylo pone en relacin plena con el Padre en un dinamismo que siempretiene un paso ms para crecer y progresar, pues slo se consuma con laplena vida filial del cielo. La paideia monstica no encierra al monje en smismo, tal como les suceda a los compaeros de Dositeo, llenos de vir-tudes ascticas, sino que lo abre en un continuo trato con el Padre y suvoluntad, de donde le viene la vida de hijo (paids). Dositeo, tal comodeca la anfora de Jerusaln que arriba citamos, y que es la que segura-mente l conoci en Gaza, vive su Cruz, su tuberculosis, como una pai-deia, y por eso su muerte, como la de Cristo, es un acto filial: le pide per-miso al anciano Barsanufio para partir, pues ya no soportaba ms eldolor. Y Barsanufio le dice vete en paz y Dositeo muere en un acto filialde obediencia a Dios. Haba aprendido la paideia de la anfora eucarsti-ca. Por otra parte, su bigrafo agrega al final del texto un dato que no esde despreciar: la plena vida filial con Dios es la que abre las puertas a laautntica filiacin humana, impidiendo que caiga en cualquier infantilis-mo o sujecin falsa, pues sana esa relacin en su raz y la hace plena enCristo21. De ninguna manera la filiacin divina entorpece la humana, alcontrario, le devuelve a la obediencia su riqueza humana, del mismomodo como hace de la caridad fraterna su expresin natural, pues partedel reconocimiento de la comn filiacin al Padre que est en los cielos.

    Finalmente, la anfora eucarstica mantuvo siempre clara, en laconciencia de los cristianos, esa direccionalidad de toda la historia de la

    20 Es interesante notar cmo ya en los Apotegmas del desierto de Egipto, en el siglo IV, sehabla de este ideal de infancia espiritual, tal como vuelve a ser presentado en el siglo XIXpor la Doctora de la Iglesia Teresa de Lisieux (cf. REGNAULT, L., Lenfance spirituelledans les Pres du dsert, en Vie Thersienne 45 [1972]). San Benito ve al monje como unnio en brazos de su madre (Regla cap. 7,3).

    21 El texto de la Vida dice as: Como he dicho, murmuraban algunos de la despedida pro-nunciada por el Anciano, porque ignoraban su prctica admirable (de la obediencia). PeroDios quiso manifestar la gloria que le haba reservado a causa de su santa obediencia, y elcarisma que tena el bienaventurado Doroteo, todava discpulo, para salvar almas; l, quehaba encaminado a Dositeo hacia Dios (Vida 13). 443

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  • salvacin, del misterio eucarstico de la Misa y de la vida espiritual detodo bautizado, hacia la formacin de Cristo en nosotros (Col 1,27), pueses el nico a quien corresponde, en verdad, el nombre de hijo, como decasan Pablo a los Glatas:

    Hijitos mos!, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta vera Cristo formado en vosotros (Ga 4,19).

    La paideia cristiana y el origen de los monasterios

    De todo lo anterior se sigue que la paideia tiene como nicoautor a Dios, que se revela como Padre y llama a los hombres a vivir unarelacin filial. Slo l es el autor, el hombre puede colaborar imitandosu paideia a travs de la correccin. Y eso fue lo que buscaron los legis-ladores monsticos.

    Como decamos arriba, no fue Gregorio de Nisa como afirmaJaeger, sino su hermano Basilio quien escribe las reglas de la nueva pai-deia cristiana. En efecto, en sus reglas deja reflejado el nuevo modo devida que corresponde a los que, en el Bautismo, fueron hechos hijos deDios. Y por eso, antes de presentar las normas de vida en que se concre-ta el espritu de filiacin divina, seala en la Introduccin a las ReglasLargas (Platos orn) esta primera observacin que le da el sentido final atoda la observancia monstica:

    Para sintetizar, distingo tres disposiciones diferentes que nos pue-den llevar inevitablemente a obedecer (a Dios): o nos apartamosdel mal por temor al castigo, y estamos en la disposicin del escla-vo; o perseguimos la ambicin de la recompensa, cumpliendo losmandamientos por la ventaja que nos implica, y as nos asemeja-mos a los mercenarios; o, finalmente, obedecemos por el bienmismo y por amor a Aquel que manda, felices de haber sidoencontrados dignos de servir a un Dios tan glorioso y tan bueno,y entonces estamos en la disposicin de hijos... Qu hijo, deseo-so de complacer a su padre, lo contentar en las grandes lneas,reservndose contradecirle en los detalles? Especialmente porquese acordar de las palabras del Apstol: No contristis al Espritude Dios, cuyo sello ha sido impreso en vosotros (Ef 4,30)22.

    22 PG 31, 895. Cf. Reglas Morales 45,1-2. PG 31,764-765. Regla latina 23.444

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  • Esta distincin en tres estados: esclavo, mercenario e hijo, no sloseala la meta de toda la vida espiritual del monje, sino que clarifica lamarcha del crecimiento en la fe y, a su vez, hace comprender el porqu detantas cosas concretas que se viven en la vida monstica y que cambianradicalmente de sentido segn el espritu (de esclavo, de mercenario o dehijo) con que se las vive. No se trata de un mero sentimiento, sino de unarealidad muy concreta cuyos pilares son, tal como vimos en estos textos:la humildad, la caridad y la obediencia filial. Lo valioso de estas reflexio-nes es que Basilio, como los otros legisladores monsticos, hace de la pai-deia humana un sacramento de la paideia divina, cuya figura paternaasume el superior a los ojos de estos grandes maestros.

    Basilio considera que la vida del hombre es una gran paideia, quelo va acompaando a lo largo de todos sus aos, y que lo abarca desde lainfancia hasta la vejez. Por eso se pregunta:

    Pregunta 15: Desde qu edad debe permitirse que se entreguen as mismos; o a partir de cundo se puede considerar que la profe-sin de virginidad es firme y estable?

    Respuesta: El Seor dice: Dejen que los nios (paida) vengan am (Mc 10,14), y el Apstol Pablo alaba al que desde la infanciahaba aprendido las sagrada letras, y tambin ordena que los hijossean educados en la doctrina y en la correccin (ad corrigendum-paideia) del Seor (Kyrou; 2 Tm 3,16); por tanto, consideremosque todo tiempo es oportuno, an desde la primera edad, paraaprender el temor y la enseanza del Seor.

    Para Basilio el monasterio tiene como meta la ciencia ms eleva-da acerca de Dios: su paternidad. Y los superiores, al hacerse instrumen-tos de esa paideia-correptio divina, no deben confundirla con sus posiblesfalsificaciones, como puede ser la correccin por simple enojo:

    Pregunta 50: Cmo debe corregir y argir el superior?

    Respuesta: El superior no debe corregir con el nimo turbado,pues contestar al hermano con ira e indignacin no lo libera delpecado, sino que lo hace contumaz, como est dicho: Con man-sedumbre corrija (paideunta) a los que se rebelan (1 Tm 2,25).

    Basilio recurre dos veces a las exhortaciones que Pablo da aTimoteo para definir la paideia cristiana como un proceso de correccinque seala la ciencia suprema que todo superior debe ensear, como 445

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  • Cristo mismo ense a sus discpulos. Y es importante notar cmo paraBasilio, que refleja toda la tradicin monstica que le precede, la correccinhecha con espritu paterno es lo nico que libra al hijo del pecado. La pai-deia logra lo que la misma ascesis del monje no logra por sus solas fuerzas.

    La vida monstica, tal como la presenta san Basilio, es el lugardonde el cristiano se somete a la paideia divina, que se manifiesta en lacorreccin fraterna y de los superiores. Sin embargo Basilio sabe que esapaideia de ningn modo se resuelve por un tema institucional, de prcti-cas y, menos todava, de estudios y lecturas. Y, adems, tiene siempre elpeligro de ser reducida a una simple paideia humana, tal como vivan losfariseos sus virtudes, no como hijos para agradar al Padre que mira en losecreto (cfr. Mt 6), sino a los hombres:

    Ahora bien, si alguno cumple esa voluntad (de Dios), pero no delmodo que Dios quiere ni con la disposicin de amor de Dios, es envano que se fatigue. El Seor mismo le dice: En verdad, aquellos queobran para ser vistos por los hombres, ya han recibido su recompensa(Mt 6,5). Del mismo modo que san Pablo pudo decir: Incluso si yodistribuyese todos mis bienes a los pobres, y entregara mi cuerpo a lasllamas, si no tengo caridad, no me sirve de nada (Rm 10,14)23.

    Como se ve en esta ltima reflexin, para Basilio, la paideia notiene por objeto llevar al hombre del mal al bien, sino de lo humano a lodivino. De la condicin de criatura a la filiacin divina. Y es de este esp-ritu filial de donde brotan, de modo autntico, las grandes virtudes delcristiano, tal como las enumera san Pablo en sus cartas: libertad, caridad,magnanimidad y pureza de corazn.

    7. La paideia en el mundo latino: Agustn de Hipona, Benito deMontecasino y Gregorio Magno

    a) San Benito

    San Benito, en la mitad del siglo VI, conoce y recomienda la lec-tura de la Regla de nuestro padre san Basilio (RB, c. 73,5), y elabora uncdigo de paideia correccional que, en sus momentos ms lgidos, tiene aBasilio como inspirador24. De los 73 captulos de la Regla, 27 tratan el

    23 PG 31, 895.

    24 Por ejemplo RB 69 y Regla latina 26.446

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  • tema de la correccin, mientras que la liturgia se limita a 12 captulos. Sinembargo la correccin paternal, que conlleva la concepcin de la paideiabizantina, no se limita a ellos. En efecto, la figura paternal del superior (c.2 y 64), y la humildad del pis (c. 7,1-4), aparecen a cada momento, desdeel comienzo de este texto legislativo, que dice:

    Escucha hijo, los preceptos del maestro, e inclina el odo de tu cora-zn. Recibe con gusto la admonicin de un padre piadoso... queAquel que se dign contarnos en el nmero de sus hijos, no tenganunca que entristecerse por nuestras malas acciones (Prol. 1-5).

    La figura paterna de Dios es la que domina todo el cuadro de rela-ciones del monje con sus superiores y sus hermanos:

    Un abad digno de presidir unmonasterio debe acordarse siempre decmo se lo llama, y llenar con obras el nombre de superior. Se cree, en efec-to, que hace las veces de Cristo en el monasterio, puesto que se lo llama conese nombre, segn lo que dice el Apstol: Recibieron el espritu de adopcin dehijos, por el cual clamamos: Abba, Padre (Rm 8,36) (Regla, cap. 2,1-3).

    Se ha dicho que los monjes, al llamar al abad padre (como a lossacerdotes se los llama padres en las parroquias), han ido contra el pedi-do de Cristo que dijo a nadie llamis padre, porque uno solo es vuestropadre, el del cielo (Mt 23,9). Sin embargo lo hicieron porque vean en lafigura del mediador humano la total transparencia del padre divino25. Poreso vieron tambin que la paideia era siempre una obra de Dios, del Padredel cielo, aunque la realicen los hombres.

    Y al definir la tarea del Padre de la comunidad, san Benito lo haceen trminos de correccin, como Pablo instrua a Timoteo:

    El abad debe, pues, guardar siempre en su enseanza, aquellanorma del Apstol que dice: Reprende, exhorta, amonesta (2Tm 4,2),es decir, que debe actuar segn las circunstancias, ya sea con severi-dad o con dulzura, mostrando rigor de maestro o afecto de padrepiadoso. Debe, pues, reprender ms duramente a los indisciplinadose inquietos, pero a los obedientes, mansos y pacientes, debe exhor-tarlos para que progresen; y le advertimos que amoneste y castigue alos negligentes y a los arrogantes (Regla, cap. 2,23-25).

    25 San Benito, en el captulo de la obediencia, presenta dos veces la palabra de Cristo quedice: Quien a vosotros oye, a m me oye (Lc 10,16; cf. c.5,6. 15). 447

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  • En este pasaje san Benito cita las cartas de Pablo a Timoteo parareferirse a la paideia-correptio que debe obrar el superior. En estas cartasPablo alterna el uso de los trminos paidu y elnj26 para referirse a la tareadel obispo, y de all pas a ser un lugar comn en todo tratado referido a latarea del pastor27. En la cita de san Benito, que acabamos de presentar, elverbo usado es el segundo. Lo especfico del abad como padre es, a las cla-ras, la correptio, con toda la riqueza de matices que tiene la paternidad:

    No disimule los pecados de los transgresores, sino que, cuandoempiecen a brotar, crtelos de raz en cuanto pueda, acordndo-se de la desgracia de El, sacerdote de Silo. A los mejores y mscapaces corrjalos de palabra una o dos veces; pero a los malos, alos duros, a los soberbios y a los desobedientes reprmalos en elcomienzo del pecado con azotes y otro castigo corporal, sabiendoque est escrito: Al necio no se lo corrige (paidu) con palabras (Pr29,19), y tambin: Pega a tu hijo con la vara, y librars su alma dela muerte (Pr 23,14) (Regla, cap. 2,26-29).

    En este pasaje, en el que cita dos veces el libro de los Proverbios,aparece las dos veces el verbo referido a la paideia; en la segunda cita quedaimplcito en la frase anterior y subsiguiente (Pr 23,13: No ahorres la pai-deia al nio: pega a tu hijo con la vara y librars su alma de la muerte)28.

    26 Los pasajes en que usa paidu en el sentido de correptio son: 1 Tm 1,20; 2 Tm 2,23; 2Tm 2,25; 2 Tm 3,16.

    27 Como dice el texto paulino, la tarea del pastor es, bajo distintos aspectos, la de corregir.Los tres trminos (reprende, exhorta, amonesta) se refieren a esa tarea tan rica de la pai-deia. Sin embargo esta trada se enriquece cuando se traduce el segundo verbo (parakal)como consuela, en lugar de exhorta. Toda correccin, como prev san Benito en el c.27 de su Regla, hace necesaria la consolacin, pues produce un profundo sentimiento desoledad en quien la recibe. Y consolar significa esencialmente estar con el solo (cum-solus). En la Regla latina de Basilio, traducida por Rufino, encontramos esta traduccin (cf.Cuestin 16).

    28 La Regla del Maestro, en su Prlogo, presenta la regula que va a escribir como un instru-mento de disciplina-paideia, que orienta toda la vida del monje hacia la filiacin divina.Para ello cita el salmo 2 (los gobernars con cetro de hierro, Prol. 24) que, en su versin grie-ga, dos veces habla de la paideia que debern aprender los reyes y las naciones por partedel hijo (v. 10b y v. 12a), sobre el que la voz divina proclama: T eres mi hijo, yo te heengendrado hoy (v. 7). Esta perspectiva de la Regla como correccin vuelve a aparecer enlos autores cistercienses del siglo XII. Un pasaje de san Bernardo dice as: Si camino ensombras de muerte no temo, porque t ests conmigo (Sal 22,4). De dnde viene esta con-fianza? Porque la vara de tu correccin y el bculo de tu apoyo me consuelan. Y aunqueme corrijas y reprimas mi soberbia hasta el polvo de la muerte, socorres mi vida y me sos-tienes para que no me hunda en el lago de la muerte. No debo indignarme por la disci-448

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  • Para san Benito, igual que para Basilio, la paideia es la ciencia deDios, en cuanto Padre, y que el hombre debe conocer y, en la medida desus posibilidades, imitar. Y por eso, una condicin fundamental parapoder trasmitirla, es vivirla. Y por eso san Benito le exige al mismo abadla necesidad de vivir en la paideia de Dios, tambin l como un hijo:

    Por tanto, cuando alguien recibe el nombre de abad, debe gober-nar a sus discpulos con doble doctrina, esto es, debe ensear todolo bueno y lo santo ms con obras que con palabras. A los discpu-los capaces proponga con palabras los mandatos del Seor, pero alos duros de corazn y a los ms simples muestre con sus obras lospreceptos divinos. Y cuanto ensee a sus discpulos que es malo,declare con su modo de obrar que no se debe hacer, no sea que pre-dicando a los dems sea l hallado rprobo, y que si peca, Dios lediga: Por qu predicas t mis preceptos y tomas en tu boca mi alian-za?, pues t odias la disciplina (paideia) y echaste mis palabras a tusespaldas (Sal 49, 16-17) y T, que veas una paja en el ojo de tu her-mano no viste una viga en el tuyo? (Mt 7,3) (Regla, c. 2,11-14).

    Y esa ciencia de la paternidad es la que Cristo revela en el evan-gelio. Desde los comienzos de la Iglesia, los cristianos vieron en el textodeMt 18, llamado discurso eclesistico, la disciplina de la nueva Iglesia:est compuesto con indicaciones sobre la correccin y el perdn. Y paradarse cuenta del valor que atribuan a este captulo basta recordar queellos decan que en l estaba el precepto del Seor: Si tu hermano peca,ve y corrgelo en secreto (Mt 18,15). Como heredero de esa gran tradicinsan Benito, al comenzar su cdigo de la correccin, dice:

    Si algn hermano es terco, desobediente, soberbio o murmura-dor, o contradice despreciativamente la Santa Regla en algnpunto, o los preceptos de sus mayores, sea amonestado secreta-mente por sus ancianos una y otra vez, segn el precepto denuestro Seor (cfr. Mt 18,15-17). Si no se enmienda, reprnda-selo pblicamente delante de todos. Si ni as se corrige (correxe-rit), sea excomulgado, con tal que sea capaz de comprender laimportancia de esta pena (Regla, cap. 23,1-3).

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    plina del Seor ni tampoco debo indignarme cuando soy reprendido por l. S que paralos que aman a Dios, todo es para el bien (Rm 8,28)... pues toda la creacin ser liberada dela esclavitud de la corrupcin para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rm 8,20)(Sermones Varii, In Adventu: De Triplici inferno, 10-11).

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  • En el captulo 18 deMateo la Iglesia siempre vio esa disciplina dela correccin paternal, brotando de la misma boca del Seor. En l seemplea principalmente el trmino griego elnj, que es hermano, comohemos sealado, de paidu. Sin embargo, si se mira en detalle, todo esesermn sobre la correccin comienza con una referencia a la paideia:

    En aquel momento se acercaron a Jess los discpulos y le dijeron:Quin es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos? l llam a unnio (paidon), le puso en medio de ellos y dijo: Yo os aseguro: si nocambiis y os hacis como los nios (paida), no entraris en el Reinode los Cielos. As pues, quien se humille (tapinosis) como este nio(paidon), se es el mayor en el Reino de los Cielos (Mt 18,1-4).

    Este es el primer principio que Cristo establece para preceder todala disciplina correccional que encierra su discurso eclesistico: ser como unpis. Sin esta disposicin es imposible recibir la paideia de Dios. SanBenito mismo, en el gran captulo de la humildad, presenta al monje comoun nio en brazos de su madre (cap. 7,3) y, al final del mismo, ensea elrecorrido espiritual del monje y del cristiano, que va del temor servil alamor filial (c. 7, 67-70)29, tal como lo presentaba san Basilio en la intro-duccin a su Regla. Es sabido que esta doctrina viene del apstol Juan,quien en su primera carta presenta el itinerario espiritual de quien quierevivir como un hijo de Dios (cap. 3), y que para ello se debe superar eltemor servil, que es expulsado por el amor perfecto de los hijos (cap. 4,18).

    Finalmente, en el centro mismo de esos captulos de la correccin(23-30), san Benito trae a la memoria otro texto de ese captulo 18 deMateo:

    Imite el ejemplo de piedad del buen Pastor, que dej noventa ynueve ovejas en los montes, y se fue a buscar una que se haba perdi-do. Y tanto se compadeci de su flaqueza, que se dign cargarla sobresus sagrados hombros y volverla as al rebao (Mt 18,12-14),(Regla, cap. 27,8-9).

    Este es, segn el Seor mismo, el sentimiento que tiene un padrecon sus pequeos:

    De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial quese pierda uno solo de estos pequeos (Mt 18,14).

    29 Casiano expone la misma enseanza en la Colacin 11,11-13. Doroteo lo hace en laConferencia 4.450

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  • Sin embargo, y tal vez sea ste el aporte ms importante de sanBenito a la doctrina de la paideia, una parte fundamental de la ciencia deDios, como Padre, es el perdn. Y ese perdn, tal como sealaba el textodel buen Pastor, significa cargar uno mismo con el pecado del hijo, comosi fuese propio30. Este aspecto fue el mejor desarrollado por la escuelamonstica de Gaza que, en un pasaje de la vida del joven Dositeo, dice as:

    Como el abad haba deputado al bienaventurado Doroteo paraque hablara con l (Dositeo), lo examin cuidadosamente; eljoven no deca ms que: Quiero salvarme. Volvi, pues, y dijoal abad (Sridos): Si quieres recibirlo, no temas. No hay nadamalo en l. El abad le dijo: Hazme la caridad de tomarlo con-tigo, para que se salve, porque no quiero que est junto con loshermanos. Doroteo se excus largamente y dijo: Recibir estacarga supera mi condicin: no es a mi medida. El abad replic:Yo llevo tu carga y la de l, no te aflijas. Entonces dijo Doroteo:Puesto que lo quieres tanto, consulta al Anciano. Y le respon-di: Est bien, le hablar. Fue a decirlo al Gran Anciano y stemanifest la revelacin siguiente acerca, de Doroteo: Acptalo,por ti lo salvar el Seor. Lo recibi entonces con alegra y lotuvo consigo en la enfermera. Su nombre era Dositeo (Vida 4).

    En esa cadena de mediaciones humanas se hace presente la pai-deia divina con la imagen de un Padre (abba) que carga con las miseriasdel hijo, del mismo modo como el Siervo sufriente carga la correccin(paideia), que trae la salvacin a los pecadores (Is 53,5). Toda la Regla desan Benito, y su vida, son un ejemplo de esta actitud paternal31.

    30 San Benito habla de ello tanto en los captulos sobre el abad (c. 2 y 64) como en los que serefiere a la correccin (caps. 23-30), y cuando trata explcitamente del perdn (caps. 44-46).

    31 Se ha conjeturado mucho acerca de la sacramentalidad del perdn que el abad, comorepresentante de Dios Padre, da al monje. Como se sabe, en tiempos de san Benito el per-dn sacramental slo se poda recibir una vez en la vida y, por eso, este perdn que el abadda a aquellos que confiesan y reconocen sus culpas (c. 7,44-48), de manera reiterada, des-concierta en cuanto no coincide con la prctica de la Iglesia. Sin embargo, por lo que dicela Regla del Maestro al penitente que satisface mira hermano, mira de no volver a pecarde ahora en ms, no seas que tengas que hacer satisfaccin de tu pecado por segunda vez,y por eso sers contado entre los herejes (c. 14,68), creemos que estos abades estabanmuy seguros del carcter eclesial y sacramental del perdn otorgado al monje pecador, enel seno de la comunidad. 451

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  • b) San Agustn

    Sin embargo, junto con la Regla latina de Basilio, Benito tieneotro antecedente en esta doctrina de la paideia-correptio. Se trata de sanAgustn de Hipona. ste trata de la correccin por primera vez, y deforma bien extensa, en su disputa con los donatistas. Sin embargo, al finde su vida, un conflicto entre los monjes de Adrumeto lo lleva a escribirsu ltima obra sobre la gracia, que tiene por ttulo De Correptione etGratia, y es considerada una sntesis de todo su pensamiento32.Nuevamente el principio general es que la paideia es una obra divina, yque el hombre la puede impulsar por el proceso de la correptio. En losprrafos finales de esta obra encontramos una sntesis de los grandestemas agustinianos de la gracia, el libre albedro, la predestinacin, todosiluminados por esta paideia correctiva de Dios:

    Por eso, en cuanto nos compete, y como no podemos discernirquines son predestinados y quines no, y queremos que todossean salvados, con todos debemos usar una severa correccin(correptio-paideia), en forma medicinal, para que no perezcan, obien no hagan perecer a otros. A Dios corresponde hacerla tilpara aquellos que predestin a ser conforme a la imagen de su Hijo(Rm 8,29)33.

    Para Agustn la predestinacin es el llamado a ser conformes alHijo eterno (pis Theou). Y responde de modo muy simple a la preguntaa quin predestin Dios?: a quienes aceptan la correccin, instrumen-to de la accin paternal de Dios. Y esa correccin reviste la forma de laCruz. Siguiendo muy de cerca las enseanzas de san Pablo, para Agustn,la gracia de Cristo acta corrigiendo, es decir, configurando al cristianocon el Espritu del Hijo que clama en su interior: Abba, Padre!

    Todo esto tambin puede entenderse as: Dios quiere que todos loshombres se salven, porque nos lo hace querer as, pues envi elEspritu de su Hijo que clama: Abba, Padre! (Ga 4,6). Del mismoEspritu dice en otro lugar: Hemos recibido el Espritu de adopcinde hijos, por el cual clamamos: Abba, Padre! (Rm 8,15). Somosnosotros los que gritamos, pero se dice que es l quien grita, por-

    32 TRAP, A., S. Agostino: Introduzione alla dottrina della grazia, vol. II, Roma, 1990,319-320.

    33 De correptione et gratia 16,49.452

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  • que nos hace gritar a nosotros... del mismo modo puede decirseque es Dios quien quiere (nuestra salvacin), porque hace que no-sotros la queramos. Y al corregir, es esto lo que debemos buscar34.

    Para san Agustn el misterio de la predestinacin es la aceptacinlibre y personal del hombre de esa relacin filial con Dios que obra elEspritu divino. Y ese movimiento de la libertad viene por el camino dela correptio-paideia.

    Aquellos que hacen las veces de Cristo en la Iglesia, obispos, supe-riores religiosos, deben aplicar la paideia-correptio, que tiende a formar laimagen filial divina en el hombre.

    En estas obras sintticas del fin de su vida, Agustn traza un iti-nerario de la vida del hombre en el mundo que ser retomado por sanBenito 150 aos despus. Partiendo del primer principio moral evangli-co aprtate del mal, obra el bien, san Agustn hace manifiesto que todoel camino de conversin del cristiano reviste la forma de una correptio yemendatio. Ella puede ser obra de la providencia paternal de Dios, o bienejecutada por sus vicarios en la Iglesia, pero, en cualquier caso, siempreapunta a restablecer la relacin filial del hombre con Dios hasta que lle-guemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al esta-do de hombre perfecto, a la plena madurez de Cristo (Ef 4,13). Es por esoque estos grandes doctores de la Iglesia no teman que la paideia redujeseal cristiano a un estado infantil. Al contrario, la recepcin de la paideiahumana lleva de un modo natural a la figura de Dios Padre, y de ningnmodo encierra en la simple dimensin humana. Por otro lado, ellos veanque el rechazo de la correptio-paideia genera en el hombre un estado deinfantilismo que lo hace incapaz de recibir incluso la ms pequea correc-cin en su vida, y se transforma entonces en conflicto con los que lo rode-an y cerrazn total ante Dios, como suceda con los fariseos que no que-ran or a Cristo35.

    c) San Gregorio Magno

    Tambin Gregorio hereda la concepcin de la correptio divinacomo una paideia. Fruto de su conocimiento del mundo bizantino, porhaber sido el delegado del Papa en Constantinopla, Gregorio presenta a

    34 De Correptione et gratia 15,47.

    35 San Agustn desarrolla el tema de la correccin en el cap. IV de su Regla llamadaPraeceptum. 453

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  • Job como modelo del hombre que es corregido para alcanzar la filiacincon Dios. En efecto, en la carta de dedicacin de la obra a su amigoLeandro de Sevilla, le dice que ese hombre, Job, representa a todo hom-bre, y a s mismo, aquejado por tantas enfermedades y dolencias:

    Cuando el cuerpo es usado para el sufrimiento, la inteligencia,debilitada, busca con dificultad cmo expresarse. Ya hacemuchos aos que lo siento, y sufro frecuentemente dolores en elestmago; me siento todo el tiempo abatido, a toda hora, en todomomento, a causa de mi estmago enfermo; me siento acosadopor la fiebre, pequea, pero continua. Pero en todas estas cosasmedito lo que dice la Escritura: Dios castiga (paidu) a todo hijoque recibe como tal (Hb 12,6) (Carta 5).

    El ejemplo de Gregorio nos permite percibir que la paideia,como correptio, no se limita a llevar al hombre del mal al bien. Tambinse trata de llevarlo de lo humano a lo divino. Sabemos de los sufrimien-tos del justo Job, y tambin nos enteramos de las dolencias del santo PapaGregorio. Lo que ahora sabemos tambin es que por ese camino encon-traron el misterio de la filiacin divina que, segn la misma Carta a losHebreos, es lo nico que permite sobrellevar esa cruz tan extraa. Y enambas historias, la de Job y la de Gregorio, se realiza y se hace actual esaeconoma de la salvacin que presenta la anfora eucarstica.

    En lasMorales sobre Job, Gregorio hace un aporte muy importan-te a la doctrina de la paideia. En este libro presenta la compunctio cordis, openthos en el mundo griego, como el fruto ms acabado de la correptiodivina, que toca el corazn del hombre por el dolor y lo abre a la vida dela filiacin con Dios36, tal como sucedi con los primeros israelitas que,compungidos por sus palabras, pidieron el bautismo (cfr. Hch 2,37-39).

    Sin embargo es en la Regla Pastoral, modelo para la conducta delos pastores, donde presenta desarrollada la disciplina de la correptio comouna paideia que debe desplegar el pastor, siguiendo las indicaciones quePablo da a Timoteo37. Y lo que Gregorio pide es que los pastores sepanparticipar de la ciencia divina de la paideia, de modo que la correptio, que

    36 Morales 23,40-41. Cf. MORIN, G., LIdal monastique et la Vie chrtienne des premiersjours, Maredsous 1944, 13-28. En el segundo libro de los Dilogos presenta a san Benitoque, tocado por la compuncin, vuelve sobre s mismo como el hijo prdigo (Lc 15,17-20), y recuerda su condicin filial perdida (cf. II Dilog. 3,5-10).

    37 Esta obra de Gregorio est fuertemente influenciada por los Sermones sobre los Pastoresde san Agustn, que desarrollan la misma perspectiva pastoral. Ver especialmente elSermn 46,11-12.454

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  • todo hombre sufre por la presencia de la Cruz en su vida, sea fuente ycausa de esa filiacin divina que vino a revelar el Seor:

    Es necesario decir a los que sufren que deben sentirse hijos deDios, por el mismo motivo por el que reciben el flagelo de la dis-ciplina que castiga (flagella disciplina castigant). Pues si Dios nopensase en darles la herencia al corregirlos (correptio), no se ocu-para de ellos para instruirlos con la tribulacin. Es por eso que elSeor le hizo decir a Juan por medio del ngel: Yo corrijo a los queamo (Ap 3,19). Y adems: Hijo mo, no menosprecies la correccindel Seor; ni te desanimes al ser reprendido por l. Pues a quien amael Seor, lo corrige; y azota a todos los hijos que reconoce (Pr 3,11-13, LXX), (Hb 12,5-6)... Y Job clamaba en su dolor: Si he sidojusto, no levantar la cabeza, saciado como estoy de penas y sufri-mientos (Jb 10,15)38.

    En este pasaje el gran papa ana las dos citas bblicas que hemospresentado arriba. Y es para decir que la tarea fundamental del pastor eshacer que, en la correccin y en la tribulacin, los hombres se den cuentade que Dios los trata as para hacer de ellos hijos, y por eso se trata de unapaideia, de una filiacin divina que tiene, como instrumento privilegiado, eldesconcertante camino de la cruz, tal comoGregorio con la cita final de Job.

    Conclusin

    La paideia, para los cristianos que vivieron dentro del mundogreco-romano, conserv siempre su distintivo especfico, cuya raz est enel Antiguo Testamento, pero que tiene en Cristo su realizacin ms gran-de, como el paids que revela la vida filial con Dios. La constitucin de esarelacin filial reviste la forma de una paideia-correptio, que manifiestatodas sus implicancias en la Cruz que el Hijo acepta de su Padre comocamino de recepcin de la misma vida filial. Esto tiene un reflejo muypatente en la vida de los primeros mrtires, prototipo de toda vida filial,en la que las primeras generaciones de cristianos contemplaron el modelode divinizacin del hombre.

    En cuanto a lo sealado en el enfoque de W. Jaeger, que ha mar-cado tanto a los estudiosos de estos siglos patrsticos, podemos concluir,siguiendo los mismos parmetros de la cultura griega: Jaeger presenta el

    38 Regla Pastoral, 3,12. 455

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  • objeto material de la paideia cristiana y monstica, pero olvida su objetoformal. La constitucin de una cultura cristiana y de un modelo de hom-bre virtuoso no hace a lo especfico del mensaje cristiano que, de por s,no se agota en algo inmanente al sujeto, sino que es un proceso de divi-nizacin por el cual Dios, como Padre, configura a cada paso por lacorreptio de la Cruz la figura del hijo en el hombre que la recibe conhumildad de nio.

    Esta paideia viva, pregonada por el evangelio y vivida por los mr-tires, sufre uno de sus golpes ms duros con la transformacin del cristia-nismo en religin de estado, por disposicin de Constantino. Con ello, locristiano es visto, ante todo, como una cultura y empieza a ser identifica-do con determinadas prcticas litrgicas y ascticas, antes prohibidas yrechazadas, y que ahora son consideradas como lo propio y distintivo delo cristiano, relegando la paideia como vida filial con Dios, a un planoque, en los hechos, es secundario. Ante lo cual sigue siempre resonandola voz viva del Apocalipsis que tanto alent a los primeros mrtires:

    El que tenga odos para or, oiga lo que el Espritu dice a las Iglesias:No eres fro ni caliente... Te aconsejo que me compres oro acrisoladoal fuego para que te enriquezcas... Yo a los que amo, los reprendo ycorrijo [paidu ki elnj; Pr 3,12] (Ap 3,18-19).

    Y san Benito repite este mensaje al comenzar su Regla, diciendoa los monjes:

    El que tenga odos para or, oiga lo que el Espritu dice a las Iglesias(Ap 3,22); y qu dice?: Venid hijos, escuchadme! [Sal 33,12] (RB,Prol. 7-8).

    Abada de san BenitoC. C. 202 B6700WAC Lujn

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