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Cuando Dios no esta presente Cuando la gloria de Dios se va La pérdida de la gloria de Dios es la peor desgracia que podía ocurrirle a Israel, y es la peor desgracia que puede ocurrirle también a la Iglesia. 1 Samuel 4:17-22: "Y el mensajero respondió diciendo: Israel huyó delante de los filisteos, y también fue hecha gran mortandad en el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, fueron muertos, y el arca de Dios ha sido tomada. Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla al lado de la puerta, y se desnucó y murió; porque era hombre viejo y pesado. Y había juzgado a Israel cuarenta años. Y su nuera la mujer de Finees, que estaba encinta, cercana al alumbramiento, oyendo el rumor que el arca de Dios había sido tomada, y muertos su suegro y su marido, se inclinó y dio a luz; porque le sobrevinieron sus dolores de repente. Y al tiempo que moría, le decían las que estaban junto a ella: No tengas temor, porque has dado a luz un hijo. Mas ella no respondió, ni se dio por entendida. Y llamó al niño Icabod (*esto es, "sin gloria"), diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel! por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su marido. 22 Dijo, pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de Dios". Este pasaje que hemos leído se ambienta al final del período de los jueces, un período oscuro en que juzgaron a Israel jueces como Sansón, que no tuvieron la suficiente revelación de Dios para conducir al pueblo por el camino recto. Al final de este oscuro período encontramos a un hombre que se llama Elí, que a esta sazón -en la lectura que hemos hecho- era ya un hombre viejo. Poco más arriba nos dice que tenía noventa y ocho años. Este era el juez, la máxima Nula Salus Extra Xristus Pbro. David E. Almanza V. Página 1

Cuando La Gloria de Dios Se Va

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Cuando Dios no esta presente

Cuando la gloria de Dios se va

La pérdida de la gloria de Dios es la peor desgracia que podía ocurrirle a Israel, y es la peor desgracia que puede ocurrirle también a la Iglesia.

1 Samuel 4:17-22: "Y el mensajero respondió diciendo: Israel huyó delante de los filisteos, y también fue hecha gran mortandad en el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, fueron muertos, y el arca de Dios ha sido tomada. Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla al lado de la puerta, y se desnucó y murió; porque era hombre viejo y pesado. Y había juzgado a Israel cuarenta años. Y su nuera la mujer de Finees, que estaba encinta, cercana al alumbramiento, oyendo el rumor que el arca de Dios había sido tomada, y muertos su suegro y su marido, se inclinó y dio a luz; porque le sobrevinieron sus dolores de repente. Y al tiempo que moría, le decían las que estaban junto a ella: No tengas temor, porque has dado a luz un hijo. Mas ella no respondió, ni se dio por entendida. Y llamó al niño Icabod (*esto es, "sin gloria"), diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel! por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su marido. 22 Dijo, pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de Dios".

Este pasaje que hemos leído se ambienta al final del período de los jueces, un período oscuro en que juzgaron a Israel jueces como Sansón, que no tuvieron la suficiente revelación de Dios para conducir al pueblo por el camino recto.

Al final de este oscuro período encontramos a un hombre que se llama Elí, que a esta sazón -en la lectura que hemos hecho- era ya un hombre viejo. Poco más arriba nos dice que tenía noventa y ocho años. Este era el juez, la máxima autoridad de Israel. Pero en su vejez, sus dos hijos, Ofni y Finees, se habían corrompido, habían corrompido el sacerdocio, habían llegado a un estado tal que Dios estaba cansado de soportarlos. Y en ese instante Dios llama a Samuel, siendo todavía un niño.

Quitada es la gloria de Israel

Nosotros conocemos toda esa historia. Sin embargo, antes que Samuel comenzara su ministerio, encontramos este episodio. Los filisteos han capturado el arca y esta noticia provoca una serie de descalabros, entre ellos la muerte del propio Elí. En la batalla habían muerto sus dos hijos y he aquí la mujer de uno de ellos -que estaba embarazada- da a luz. La mujer alcanza a exclamar una palabra, que fue finalmente el nombre que llevó este niño. Esta exclamación: "Icabod", refleja muy bien lo que significaba para ellos la pérdida del arca.

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Cuando Dios no esta presente

El arca era el mueble en el cual estaba contenido el testimonio de Dios. Había maná, estaba la vara de Aarón y estaban las tablas de la Ley. Pero en realidad lo más importante del arca no eran esos objetos que contenía, sino que era que la gloria de Dios. La presencia de Dios descendía sobre ese mueble, sobre el propiciatorio que era la cubierta, porque en ese lugar cada vez que eran sacrificados los animales una vez al año, Dios descendía, miraba la sangre y se producía en ese momento, por esa sangre, el perdón de los pecados del pueblo.

El arca era el lugar donde Dios habitaba. Esa arca estaba en un lugar en un ambiente muy santo, santísimo, construido según las especificaciones que Dios había dado a Moisés en la Ley. El arca era el símbolo de la presencia de Dios y de la gloria de Dios.

Cada vez que el pueblo tenía problemas, teniendo el arca, ellos se sentían seguros, porque Dios estaba con ellos. Cuando ellos tuvieron que atravesar el Jordán, las instrucciones de Dios fueron precisas: el arca debía estar sobre los hombros de los sacerdotes para que el pueblo pasara en seco. Si el arca estaba allí, las aguas se iban a detener. Fue el primer gran milagro que presenció el pueblo de Israel con el arca.

Sin embargo, los días habían pasado, los tiempos habían cambiado. Israel comenzó a alejarse de Dios, se empezó a llenar de pecados, de idolatría. Y aquí, cuando se produce esta batalla contra los filisteos, ellos dijeron: "Traigamos el arca. Si el arca está con nosotros en el campo de batalla, los enemigos tendrán que huir. Es una victoria asegurada para nosotros". Lo hicieron así. Sin embargo, no ocurrió como ellos esperaban.

Aunque cuando llegó el arca hubo una gran algarabía, tanto, que la tierra tembló, y los filisteos se desconcertaron, los filisteos derrotaron a los israelitas, tomaron el arca y se la llevaron.

Esa era la peor noticia que podía darse a un israelita, y esa fue la noticia que provocó la muerte de Elí, y el parto apresurado de esa mujer que dio a luz. No les preocupaba tanto la muerte de Ofni y Finees, ni a Elí ni a la mujer. El mayor impacto lo produjo la pérdida del arca. ¡Quitada es la gloria de Israel!

¿Qué puede hacer el pueblo de Dios cuando la presencia de Dios le es quitada? Si Dios está en el centro, si él es el motivo por el cual ese pueblo existe; si ese Dios es el que lo guía, el que lo conduce, el que lo defiende, el que lo asiste, ¿qué es de ese pueblo sin su Dios?

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Cuando Dios no esta presente

Por causa de su pecado, de su apostasía, Israel perdió el arca. Sin embargo, nosotros al leer los capítulos siguientes encontramos que Dios mismo, en su gracia, en su misericordia, él defendió su propio testimonio, y él atacó a los filisteos con tumores cancerosos, con una intranquilidad muy grande en su corazón, de tal manera que ellos se vieron obligados a devolver el arca. Ninguna mano humana pudo recuperarla: Dios mismo la hizo retornar. Eran los días en que Dios todavía tenía misericordia de su pueblo y él mismo sale en defensa de su testimonio. Él considera que aún el pueblo de Israel todavía es digno de tener su testimonio y su gloria en medio de ellos.

Otra época, pero la misma pérdida

Sin embargo, avanzamos más en las Escrituras, y llegamos hasta el libro de Ezequiel. Les invito para que vayamos a Ezequiel capítulo 10. Aquí encontramos al pueblo de Israel en otra época, en otra circunstancia histórica. Y aquí tenemos que el pueblo de Dios de nuevo ha perdido la gloria, ha perdido la presencia de Dios.

El título que aparece en esta versión de la Biblia (la Reina-Valera) dice: "La gloria de Dios abandona el templo".

¿Qué puedo haber ocurrido para que la gloria de Dios abandonase el templo, el lugar de su habitación, ese lugar santo donde él había hecho morada, en ese templo ubicado en medio de Jerusalén, la ciudad santa? ¿Qué habrá ocurrido para que la gloria de Dios abandonara el templo? Después de este capítulo 10 nosotros encontramos sólo desolación y destrucción. Vinieron los babilonios, Nabucodonosor y sus ejércitos, y luego que la gloria de Dios abandonó el templo, el templo fue destruido y quemado. Llegó a ser una ruina, el templo y la ciudad entera. Aquella que en otro tiempo había sido alabada por todas las naciones, la ciudad admirada llegó a ser un lugar de oprobio y de vergüenza.

La gloria del Señor abandona el templo

El capítulo 10 de Ezequiel muestra cómo el Señor se va. Tal vez el arca todavía estaba allí. Tal vez todavía estaba allí el propiciatorio, todavía estaban adentro del arca los objetos sagrados; sin embargo, el Señor se va. Dice que sobre unos querubines preciosos se posó la gloria de Dios y se fue moviendo y alejándose, hasta posarse en un cerro cercano a Jerusalén. Y dice Ezequiel: "Desde allí, desapareció". No sólo abandonó el templo, sino también ¡abandonó la ciudad! Es que ya no había ningún lugar que mereciera tener su gloria.

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Cuando Dios no esta presente

¿Saben?, esto también me trae al corazón lo siguiente: Cuando el arca fue robada en los días de Elí, Dios se vindicó a sí mismo y trajo él de vuelta el arca. Sin embargo, aquí encontramos algo tal vez peor que eso: el arca está ahí, pero Dios no está allí. La gloria se fue.

Ved lo que hay hoy en la cristiandad: el arca está allí, pero la gloria no está. Porque el arca nos habla de Cristo. Para los judíos el arca era su gloria; para nosotros, Cristo es nuestra gloria. Él es nuestra arca. Hay algunos que perdieron el arca. Otros que la tienen, perdieron la gloria.

¡No dejemos que la gloria de Dios nos abandone nunca! Como dice aquí, él no quiere irse. "Son ellos que hacen estas abominaciones para alejarme de mi santuario", dice el Señor. (8:6). ¡Nosotros le podemos alejar! ¡No lo alejemos! Guardemos la santidad en el temor de Dios, librémonos de estas contaminaciones y abominaciones, guardemos nuestra conducta pública y privada, tengamos paz en nuestras casas, tengamos paz unos con otros, amémonos, bendigámonos, no nos juzguemos, no nos condenemos unos a otros. Bendigámonos, estemos juntos para tener comunión.

Dios muestra su plan futuro

Ezequiel capítulo 40: "En el año veinticinco de nuestro cautiverio..." Habían pasado como veinte años desde las visiones anteriores que tuvo Ezequiel. Aquí estamos como veinte años más adelante, y de nuevo Ezequiel tiene una visión. Versículo 2: "En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había un edificio parecido a una gran ciudad, hacia la parte sur".

Es una visión. No es que esto esté en la realidad. En la realidad lo que hay a esa altura es una ciudad destruida, es un templo quemado. De esa ciudad no queda nada, pero en la visión Ezequiel ve una ciudad en otro monte, al sur, no en donde estaba Jerusalén. Es una visión gloriosa de un nuevo templo. Esa visión está en los capítulos 40, 41 y 42.

Y miremos el primer versículo del capítulo 43: "Me llevó luego a la puerta, a la puerta que mira hacia el oriente; y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria. Y el aspecto de lo que vi era como una visión, como aquella visión que vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que vi junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro. Y la gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente. Y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa".

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Cuando Dios no esta presente

Dios tuvo que desechar una ciudad contaminada y corrupta. Dios tuvo que aceptar que el templo sagrado lo quemaran, pero Dios no se quedó así. Él le mostró a Ezequiel lo que habría de ocurrir en los tiempos futuros: él se habría de conseguir una nueva ciudad, él iba a tener un nuevo templo, un nuevo santuario. ¿Cuál creen ustedes que es ese santuario? ¿Cuál creen ustedes? Creyentes, cristianos, ¿cuál es ese santuario? ¡Es la iglesia!

Versículos 6 y 7: "Y oí uno que me hablaba desde la casa; y un varón estaba junto a mí, y me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde posaré las plantas de mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre".

¿Cuánto tiempo...? ¡Para... siempre!. ¡Hay un lugar donde Dios habitará para siempre! ¡Hay un lugar del cual Dios no se irá nunca! ¡Hay un lugar santo, que es santo como Dios es santo!

"¡No me iré nunca de allí!"... La primera Jerusalén fracasó, aquel santuario terrenal fracasó. Pero, he aquí, ¡hay un santuario celestial que no fracasará! ¡Dios habitará en ella para siempre! Yo no sé si lo creen o no. Parece que no lo están creyendo mucho, porque esto es para alegrarse. Los judíos pueden pensar que este templo descrito aquí en Ezequiel es un templo que hay que construir ahora. De hecho así lo creen. Ellos han tomado estas indicaciones para hacer los planos y van a levantar un nuevo templo en Jerusalén. ¡Puede tener esa aplicación, ya, puede tenerlo, lo otorgamos! Pero nosotros hablamos de una Jerusalén celestial, hablamos de un santuario celestial, no hecho de manos.

¡Aleluya, bendito es el Señor! ¡La gloria nunca más se irá de nosotros! ¡Él habitará en medio nuestro para siempre! ¡Pueblo santo, Dios habita en su santuario, Dios habita en vuestro medio! ¡Aleluya, bendito es su nombre! ¡Aleluya, aleluya! (En Apocalipsis 21:22 dice que en la eternidad no habrá templo alguno).

Las aguas vivas

¿Cómo podemos saber que la iglesia es este santuario, este nuevo templo no hecho de manos? Ezequiel capítulo 47 dice: "Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente". Aguas desde el umbral de la casa... esas aguas se transforman en un río. Ezequiel es introducido en ese río, hasta los tobillos primero, hasta las rodillas después, hasta los lomos. Finalmente, perdió pie y tuvo que nadar en ese río. El versículo 8 dice: "Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río".

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Cuando Dios no esta presente

¿Cuál es el templo del cual fluyen las aguas vivas? ¿Cuál es el lugar donde hallan saciedad, reposo y paz todo hombre? Recibe sanidad el que entrare en este río. Este no es un edificio hecho de manos, este es un edificio espiritual. Nosotros hemos sido saciados con esta agua. Estas son las aguas salutíferas. ¿Ha sido saciada tu sed en esta agua? Esta es la iglesia del Dios Viviente, columna y baluarte de la verdad.

Nuestra honra presente

En este día nos limpiamos, aborrecemos toda contaminación, todas esas abominables idolatrías. Nos declaramos un pueblo santo, un pueblo justo, un pueblo piadoso, un pueblo que teme a Dios, que sabe que Dios está.

Nunca podremos decir. "Él ya no está, él se ha ido". No, no se ha ido, él está, ¡y la gloria de Dios está aquí! ¿En qué consiste la gloria de Dios? ¿Consistirá en luces, en llamarazos? ¿Consistirá en una humareda grande? Oh, la gloria de Dios, a veces, hermanos, es como un viento suave y apacible, es como una cosa delicada que se va transmitiendo cuando uno da testimonio, cuando otro ora, cuando adoramos, cuando alabamos. No es algo visible. La gloria es sentir que Dios está. Cuando Dios está, allí está la gloria de Dios.

Hermano, ¿crees tú que la gloria de Dios está entre nosotros? ¿o se fue? Hoy día hemos adorado al Señor, hoy día hemos tocado al Señor. ¡La gloria de Dios está! ¡Aleluya! ¡Bendito es el Señor!

La gloria de Dios es algo sencillo, que nos cautiva por dentro, es una atracción, es un gozo, es un deseo de estar ante su presencia, es sentir sus caricias, es saber que él está cuidándonos, que su mano nos protege, de saber que nada nos falta, porque estamos en él y porque él está en nosotros, de saber que sus cuidados no se han apartado. ¡Esa es la gloria de Jehová!

No la alejemos nunca. No pretendamos imitarla tampoco. No es necesario que hagamos esfuerzos: la gloria está, simplemente, porque Dios ha decidido que ésta sea su habitación. ¡Aleluya!

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