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  • DOSSIER

    Crisis energtica y conflictividadglobal

    Khatchik DerGhougassian

    Cuando el entonces portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleisher, anunci en2003 el lanzamiento de la intervencin militar en Irak, caracteriz la inicia-tiva en su nombre oficial original: Operation Iraqi Liberation. Ha sido KarlRove, ex asesor del presidente George W. Bush, quien se dio cuenta de la gafey mand reformular el nombre oficial como Operation Iraqi Freedom (OIF).El acrnimo del nombre inicial formaba OIL petrleo, que resultara porlo menos algo incmodo para una guerra legitimada por la necesidad deneutralizar la supuesta amenaza de las armas de destruccin masiva del rgi-men de Saddam Hussein y por su supuesto vnculo con terroristas. Este deta-lle olvidado ha sido reportado por Greg Palast (2004) en un artculo en oca-sin del tercer aniversario de la intervencin militar de Estados Unidos enIrak. El anlisis del periodista, sin embargo, descalifica el argumento segnel cual el objetivo de la ocupacin de Irak haya sido la dominacin del pascon las segundas reservas ms importantes en la regin para extraer ms

    KHATCHIK DERGHOUGASSIANPh.D. en Relaciones Internacionales (University of Miami en Coral Gables,Florida). Profesor de la Universidad San Andrs en el programa conjunto deMaestra en Relaciones y Negociaciones Internacionales. Profesor visitantede la American University of Armenia en Erevn (Armenia). Especialista entemas de seguridad. Public captulos de libros, artculos y ensayos sobre elCucaso, el Medio Oriente, Amrica Latina, el fundamentalismo islmico yla proliferacin de armas y control de armamentos en el mundo. Asesor delsubsecretario del Fortalecimiento Institucional de las Fuerzas Armadasdel Ministerio de Defensa de la Repblica Argentina.

  • crudo. Citando a Robert Ebel, un ex alto analista del petrleo para la AgenciaCentral de Inteligencia (CIA, en sus siglas en ingls), Palast menciona unproyecto secreto de 323 pginas preparado en el Departamento de Estado,cuya finalidad era asegurar que los iraques luego de la cada del rgimenmantendran una empresa petrolera estatal nica que intensificara sus rela-ciones con la Organizacin de los Pases Exportadores de Petrleo (OPEP).De este modo, sigue el anlisis, se limitara la cuota de extraccin del crudoiraqu por debajo de las limitadas cuotas establecidas por los saudes y elprecio del petrleo se mantendra alto

    La tesis parece conspirativa, ms pertinente para novelas baratas deespionaje, para pelculas de accin, que para un anlisis serio. No obstante,apenas las tropas de la coalicin liderada por Estados Unidos entraron enBagdad, el primer edificio que ocuparon y del cual se aseguraron el controlfue el Ministerio del Petrleo Desde entonces, el petrleo no dej de sernoticia en prcticamente todos los episodios violentos del persistente con-flicto, que no dista mucho de la metfora hobbesiana de un mundo dondetodos luchan contra todos. De hecho, una de las razones ms profundas dela confrontacin entre las tres comunidades sunni, sha y kurdos es laimposibilidad de llegar a un acuerdo sobre la explotacin de los recursospetroleros o la redistribucin del ingreso que genera. Luego de casi cuatroaos de negociaciones, en febrero de 2007 se haba llegado a un compro-miso acerca del texto consensuado sobre la ley del petrleo. Pero en losmeses siguientes, el parlamento iraqu no lleg a ningn acuerdo y mien-tras tanto se supo que los kurdos en el norte ya haban empezado a firmarcontratos de concesiones con empresas petroleras para otorgarles licenciaspara la explotacin de los ricos yacimientos que estn en sus regiones.

    Bsicamente, la controversia es entre un sistema de control federal sobretodos los contratos internacionales que asegurara el reparto del ingresoequitativamente a todos en el pas y el reclamo de una explotacin autno-ma. A la primera versin adhieren los sunni, que se concentran en el cen-tro de Irak, carente de recursos petroleros, mientras que los kurdos aparen-temente ya han tomado la iniciativa de imponer el rgimen de autonomaque para el primer ministro Nuri al-Mliki, sha, constituye la prueba de sudeseo de independencia. As, como ha reportado el New York Times, apenasseis meses despus del acuerdo inicial, en septiembre de 2007, la contro-versia pareca seguir sin ninguna solucin en el horizonte (Glanz, 2007). Yprobablemente no sea una coincidencia que la amenaza de una eventual

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  • intervencin turca en el Kurdistn iraqu, donde se encuentran las ciudadesde Kirkuk y Mosul, ricas en yacimientos petroleros y que Turqua reclamacomo territorio propio, haya aparecido despus del colapso del consensoinicial sobre el petrleo y el hecho concreto de que los kurdos ya habancomenzado a explotar unilateralmente las reservas en su regin.

    Ha sido el petrleo el verdadero motivo de la intervencin militar esta-dounidense en Irak?

    En septiembre de 2007, en coincidencia con el colapso del acuerdo enIrak arriba mencionado, Alan Greenspan, un republicano que por diecio-cho aos ocup el cargo de la jefatura de la Reserva Federal de EstadosUnidos, provoc un mini escndalo al escribir en sus memorias The Age ofTurbulence: Adventures in a New World que efectivamente haba sido elpetrleo la principal razn por la cual Washington decidi derrocar aSaddam Hussein, que era una amenaza para el flujo del petrleo a los mer-cados internacionales. A Greenspan le respondi, entre otros, el secretariode Defensa Robert Gates, quien discrep con el ex jefe de la ReservaFederal diciendo que el mismo argumento se haba formulado tambin en1991, pero que no responde a la verdadera motivacin de la intervencin:Creo que realmente es por la estabilidad del Golfo. Es por regmenes granu-jas que intentan desarrollar armas de destruccin masiva. Es por dictadoresagresivos (The Wall Street Journal, 12-9-07).1

    Es el acuerdo acerca del reparto del ingreso del petrleo el factor deter-minante para la estabilizacin de Irak? Es absurdo ignorar, o disminuir, laimportancia del petrleo a la hora de proyectar el futuro de Irak. Al fin y alcabo, constituye el incentivo material, para usar un concepto analticodefinido por Stephen G. Brooks y William C. Wohlforth (2000, 2001,pg. 6), detrs de la formulacin de los distintos proyectos de administra-cin del recurso y su institucionalizacin. Pero en realidad la clave no pasapor quin tiene el petrleo, sino por quin detenta el poder o, en otras pala-bras, cmo se reparte el poder entre los sunni, los sha y los kurdos. El pro-blema de Irak, por lo tanto, tiene races mucho ms profundas que lasreservas petroleras y remite a un cuestionamiento ontolgico del pas que,como bien dice Peter W. Galbraith, nunca ha sido una unin voluntariade sus pueblos. Galbraith, quien ha sido el ex embajador de EstadosUnidos en Croacia y tambin asesor a los kurdos en cuestiones constitucio-nales, recuerda que Winston Churchill, como secretario colonial de GranBretaa, cre Irak de las ruinas del Imperio Otomano en 1921, e instal un

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  • rey rabe sunni en el poder para dominar a la mayora sha y una minorakurda rebelde (Galbraith, 2006, pg. 33).

    El caso de Irak ilustra la compleja relacin entre el petrleo, y msampliamente los recursos energticos, y la dinmica de la conflictividad globala principios del siglo XXI en sus dos dimensiones: internacional, en trminosde la proyeccin del poder en un mundo unipolar, e interna, en trminos delprincipal desafo que el Estado-nacin moderno enfrenta en la amenaza de lafragmentacin de su territorio y la coherencia identitaria que en teoracaracterizaba el espacio dentro de sus fronteras. En ambos casos se trata dedeterminar el papel de las fuentes energticas como factor causal, condi-cionante o interviniente de la conflictividad global a principios del sigloXXI. En esta lnea de razonamiento de la problemtica planteada, la pre-gunta de investigacin se formulara en estos trminos: es el horizonte dela crisis energtica mundial el principal causante de la conflictividad globala comienzos del siglo XXI o la crisis energtica no es ms que un factorsecundario que condiciona el resultado de la dinmica poltica, en generaldefinida en trminos de poder, y/o interviene en la misma? Como toda abs-traccin y generalizacin, esta problemtica no puede encontrar una res-puesta concreta y abarcadora. Pero el esfuerzo de aclarar la relacin entre lasvariables as definidas podra proporcionar un marco general para orientarel debate de los casos concretos.

    El presente trabajo se propone discutir la relacin entre las fuentesenergticas y la conflictividad global a principios del siglo XXI, con el pro-psito de definir un marco conceptual-analtico que permita una raciona-lizacin ms rigurosa del estudio de casos. Para comenzar, se har una des-cripcin del panorama global de los conflictos vinculados con las fuentesenergticas. La segunda seccin explora las teoras explcitas de la relacinentre fuentes energticas y conflicto, desde aquellas que enfocan el casoparticular del petrleo hasta las ms amplias referentes a los recursos natu-rales en general y las consecuencias de la escasez de los mismos. Luego, enla misma seccin, se ampla an ms la exploracin terica para ensayaralgunas respuestas generales a la pregunta de investigacin, en la perspec-tiva de la economa poltica de la seguridad internacional. En la conclu-sin, se proponen algunas reflexiones sobre posibles desarrollos y tendenciasglobales del conflicto vinculado a las fuentes energticas.

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  • I. La energa en el mapa de la conflictividad global

    A. El principio: 1973 y sus consecuencias

    Es comn considerar la crisis de 1973 como la fecha de ingreso delpetrleo en la agenda de la poltica internacional y su transformacin en unfactor de conflicto. La crisis revel, en primer lugar, cun dependiente delcrudo era el mundo desarrollado, cuyas reservas ms importantes seencuentran en el subsuelo del mundo en desarrollo. Para Estados Unidosen particular, la leccin geopoltica de la crisis, la amenaza de sufrir un boi-cot, llev a formular un principio estratgico que se ha transformado en laracionalidad permanente de su poltica hacia el Medio Oriente: evitar quese establezca un control monoplico sobre el petrleo, sea mediante la for-macin de carteles que distorsionen el precio por controversias polticas o,peor, por la emergencia de una potencia regional capaz de ejercer el mismotipo de control. La transformacin de la economa mundial despus de lacrisis del petrleo ayud a imponer una lgica de mercado al precio delbarril que en las dos ltimas dcadas del siglo XX evit el sobresalto del pre-cio. A fines de los ochenta ya se hablaba del fin de la crisis.

    En trminos geopolticos, la iniciativa de usar el petrleo como mediopara una diplomacia coercitiva no cumpli con las expectativas iniciales. Porcierto, entre 1973 y 1975, los pases del Golfo registraron xitos polticostanto en el contexto del mundo rabe, donde pasaron a ocupar una posicinde liderazgo que puso fin al predominio del paradigma ideolgico del pana-rabismo en su vertiente naserista que hasta entonces orientaba la poltica rabeaunque no sin generar controversias internas muy profundas, como en elmbito internacional, donde ayudaron a crear un espacio de representatividadpara el pueblo palestino. Pero ni en trminos de modernizacin econmi-ca en el sentido de la creacin de una base industrial y tecnolgica, nitampoco en trminos de poder, el petrleo revel ser un factor suficiente-mente preponderante para desafiar el statu quo del equilibrio de las fuerzas enla regin. Al contrario, la crisis de 1973 ha sido muy probablemente unamotivacin importante para que Washington busque en el Medio Orienteuna poltica de hegemona, que es una tendencia claramente observable desdelos ochenta y sobre todo despus de la primera Guerra del Golfo en 1991.

    En este sentido, el petrleo demostr tener claras limitaciones a la hora depensarlo como un instrumento de diplomacia coercitiva. En los ochenta y los

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  • noventa, una combinacin de factores econmicos ms precisamente laliberalizacin de los mercados y el regreso a la ortodoxia en la economapoltica internacional y poltico-estratgicos el fin de la Guerra Fra y laproyeccin del podero de Estados Unidos en una puja para la primacasino la hegemona global le quitaron al petrleo el rol que aspir tenerinmediatamente despus de la crisis de 1973. El mapa de la conflictividaden la ltima etapa de la Guerra Fra y despus de la cada de la UninSovitica se caracteriz, entre otras cosas, por el enfrentamiento ideolgicoen su variante secular o religiosa, por las controversias intertnicas y por laagenda de las nuevas amenazas; pero el petrleo, y las fuentes energticasen general, no aparecen en las formulaciones conceptuales de la naturalezade los conflictos.

    B. El mundo cambiado: el petrleo a la horade la estrategia de Preemption y su aplicacin en Irak

    La situacin parece cambiar desde fines de los noventa, particularmentedesde que a raz de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001Estados Unidos ha reformulado los trminos de su proyeccin de poder en laEstrategia de Seguridad Nacional de 2002 que ha reemplazado la doctrinade la Contencin de la Guerra Fra por el Preemption2 popularizada comola doctrina Bush. Para algunos analistas, desde entonces se ha produci-do una verdadera revolucin en la poltica exterior de Washington(Daadler-Lindsay, 2003); para otros hay ms continuidad que cambio en laproyeccin del poder estadounidense en un mundo unipolar (Bacevich,2002).

    A la vez, Mikkel Vedby Rasmussen (2006) analiza el nuevo panoramade la conflictividad, y ms especficamente la estrategia de Preemption y suimplementacin mayor la intervencin militar en Irak y el cambio dergimen en Bagdad, en la perspectiva de la teora de la sociedad de ries-go, desarrollada por socilogos como Anthony Giddens, Ulrich Beck,John Adams y Niklas Luhmann, entre otros. Explica que la emergencia dela sociedad de riesgo en los pases del capitalismo pos-industrial tiene pro-fundas consecuencias en la forma en que estos miden su grado de seguri-dad. Las estrategias adoptadas por los gobiernos occidentales, por lo tanto,difieren de las clsicas consideraciones de amenazas mesurables y finitas.Ahora se trata de enfrentar la seguridad en el sentido de formular escenarios

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  • de riesgo, flujos de informacin, para un futuro acontecimiento que, cuan-do se hace realidad, se transforma en catstrofe o por lo menos irritacio-nes (Rasmussen, 2006, pg. 4) y al que por lo tanto hay que anticiparse. Apartir de esta nueva racionalidad estratgica, la intervencin militar en Irakde 2003 se explica por la necesidad de anticipar el riesgo que SaddamHussein representaba. Por lo tanto, no se debera juzgar la guerra por lainexistencia de las armas de destruccin masiva, sino por la habilidad deinfiltrar en flujos de riesgos provenientes del Medio Oriente (Rasmussen,2006, pg. 123). La teora de la sociedad de riesgo en guerra de Rasmussenreconoce como inherente a su lgica la imposibilidad de llegar a una victo-ria final, pues cada medida de anticipacin de un riesgo genera otros. Porlo tanto, el horizonte de la dinmica de la seguridad internacional se cir-cunscribe a la tarea permanente de la administracin del riesgo.

    El notable esfuerzo de teorizacin que hace el catedrtico de la Universidadde Copenhague no est, por supuesto, exento de controversias y, desde luego,invita a una lectura crtica de su emprendimiento intelectual. No obstante,tambin proporciona algunas pautas para considerar la emergencia de lasfuentes energticas en el horizonte de la conflictividad global en los princi-pios del siglo XXI desde la perspectiva de la racionalidad de las estrategiasde riesgo. As, y ya para mencionar una posible crtica al anlisis que pro-pone Rasmussen al OIF, es notable la ausencia del tema del petrleo en lasconsideraciones que justificaron la guerra. En otras palabras, el objeto deestudio de Rasmussen para analizar las motivaciones para la iniciativa bli-ca es nicamente el discurso de la administracin Bush, que focalizabasobre las supuestas armas de destruccin masiva o los pretendidos vnculosde Saddam Hussein con el terrorismo islamista. Ms an, Rasmussen expli-ca que la principal controversia entre los opositores y los partidarios de laintervencin militar en el mbito internacional consiste no en la veracidaddel discurso de cada campo a partir de las pruebas empricas de sus argu-mentos, sino en las distintas racionalidades que se usaron para argumentaren contra o a favor. As, si la administracin de Bush no pudo convencer asus ms cercanos aliados, como Alemania, de la necesidad de una defensaanticipatoria, y si el primer ministro britnico Tony Blair fracas en pre-sentar argumentos slidos para la guerra, la razn principal es que laaudiencia simplemente no acept su racional y dirigi buena parte de suspreguntas para confrontarlo con lo que se pensaba eran las verdaderas razo-nes que lo motivaban para llevar la nacin a la guerra. Estas razones se

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  • basaban en la racionalidad medios-fines. Quiz el mejor ejemplo es el argu-mento segn el cual la guerra era para obtener el control del petrleo deIrak. El petrleo constitua una razn material, algo que era fsicamentecontrolable conquistando Irak, y la gente podra inferir sus intereses en laproduccin petrolera tomando en cuenta las abundantes reservas de Irak(Rasmussen, 2006, pg. 118). Y si los promotores de la defensa anticipa-toria, a la vez, no tuvieron xito en formular bien su caso para la guerra, lacausa no podra residir simplemente en que el concepto no era nuevo, y nisiquiera era aceptado por los hacedores de poltica en Estados Unidos yGran Bretaa.

    C. Las fuentes energticas en la perspectivade la estrategia de riesgo

    Como Rasmussen aclara que su anlisis no abarca otra consideracinque no sea la comprensin de la racionalidad de la estrategia de riesgo enotras palabras, decide omitir cualquier argumento propio de la tradicionallgica marxista de dominacin y explotacin, o del paradigma clsico delrealismo de lucha por el poder, conviene seguir el razonamiento de su teo-ra para discutir la relacin del petrleo con el conflicto. Ms concreta-mente, si se acepta la racionalidad del riesgo y la dinmica del desarrollo delas estrategias de riesgo, el petrleo no resulta ser la causa de la intervencinmilitar sino, ms bien, la consecuencia imprevisible, un nuevo riesgo gene-rado a partir de la accin de defensa anticipatoria que, adems, se haexpandido globalmente.

    En efecto, como Palast informa, desde la implementacin del OIF elprecio del crudo aument un 317 % ms que en la poca de Clinton. Msan, desde 2003 en adelante, el precio se ha vuelto muy voltil, sensible acualquier indicio de incremento de la violencia; y pese a que a cada aumen-to del precio del barril los economistas aseguran que en cualquier momen-to se estabilizar, la pretendida estabilizacin se refiere, aparentemente, auna sostenida tendencia al alza. Para Estados Unidos, y para los pasesdesarrollados dependientes de los flujos energticos mundiales, se ha vuel-to imposible asegurar una independencia energtica, un objetivo ina-movible en su agenda estratgica desde 1973, sin una masiva inversin enel desarrollo del etanol, la bsqueda de reservas no-convencionales depetrleo, el regreso al carbn como fuente de produccin energtica o,

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  • simplemente, la disminucin de los niveles de consumo (Piskur, 2007).Estos escenarios no estn exentos de riesgos, aun sin considerar el riesgoms global propio de cada escenario en trminos de degradacin delmedioambiente, excepto el ms difcil, que es bajar el nivel de consumo.

    La dependencia energtica tambin dicta buena parte de la polticaexterior de China y explica sus posturas encontradas con la poltica exteriorde Washington. Ms an, queda todava para ver si la necesidad de asegu-rar el abastecimiento del crudo no generara competencia, sino friccin yconflicto entre los dos pases. Lo cierto es que, aparentemente, el petrleovuelve a reavivar una suerte de nacionalismo estadounidense por encima desu compromiso con la economa abierta, como ha demostrado la resolu-cin de la Cmara de Representantes del 30 de junio de 2005 pidiendo a laadministracin de Bush bloquear la compra de la empresa estadounidenseUnocal Corp. por parte de CNOOC Ltd., una de las tres ms grandes fir-mas chinas de energa, invocando razones de seguridad nacional, y provo-cando una fuerte reaccin por parte del Ministerio del Exterior de China(Goodman, 2005).

    D. El petrleo y el gas natural ruso en la era de Putin

    Para los pases productores de petrleo y gas natural, las perspectivas sondistintas. Desde la crisis de 1998, la recuperacin primero y el espectacularcrecimiento de la economa rusa en el decenio de la llegada al poder deVladimir Putin sin dudas se nutre del nuevo panorama del precio delcrudo. Pero a la vez, le ha permitido al presidente ruso no slo recuperar elprotagonismo del Estado en el contexto interno luego de la anarqua oli-grquica de los aos de Yeltsin, sino tambin una presencia internacionalmucho ms slida y activa que en la dcada anterior (Stroupe, 2006).

    E. Irn y la diversificacin del riesgo

    En el caso de Irn, el factor del petrleo entra en sus clculos de seguri-dad y proyeccin de poder no slo por tener el 11,4 % de las reservas mun-diales, sino que es despus de Arabia Saudita el segundo pas con mayoresreservas en el Medio Oriente. Geopolticamente, Irn domina el estrechode Hormz, desde donde transitan dos tercios del crudo mundial hacia losmercados internacionales. Adems, Irn tiene acceso al Mar Caspio. La

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  • posicin geopoltica iran, por lo tanto, impone un costo muy alto a la eco-noma mundial en el caso de que el pas se viera involucrado en un conflic-to blico que lo amenace o amenace al rgimen en su existencia. En esteclculo estratgico, el petrleo iran aparece como un actor relevante parala seguridad nacional, y no su proyeccin de poder regional que, aparente-mente, usa ms una fusin de la identidad sha y lgica de un frente derechazo a Israel, y a Occidente ms en general (Claude, 2006) o, para usarlas palabras de Said Jalili, viceministro de Asuntos Externos, la fuerza de[su] mensaje (Hugeux, 2006).

    F. Energa y cambios polticos en Sudamrica

    El petrleo y el gas natural han promovido perspectivas de cambio tam-bin en Sudamrica. La cada del precio del barril a fines de los ochenta pro-voc la crisis terminal del particular sistema democrtico de Venezuela y laemergencia de quien en 1998 iba a transformarse en el hombre fuerte del pas:Hugo Chvez. Su proyecto de cambio radical, su protagonismo de alto perfilen la regin y el mundo, y su popularidad incontestable, no son segura-mente una consecuencia del alza del precio del barril; pero es difcil ima-ginar cmo se financiaran todos los emprendimientos de la llamadarevolucin bolivariana sin el nivel de ingreso que Venezuela tiene graciasa su petrleo. Salvando distancias, y seguramente en un contexto histrico ysocio-cultural bastante distinto, la llegada al poder de Evo Morales enBolivia se produjo con la movilizacin social de los indgenas en 2003 con-tra la venta del gas natural a una empresa estadounidense. Para los crticos aestos procesos de cambio en Sudamrica, el petrleo y el gas natural puedenaparecer como el sostn del populismo de Chvez y Morales. Sin embargo,este anlisis simplista, primero, ignorara el peso histrico de la exclusin en suvertiente social y racista, y, segundo, no permitira evaluar la importancia delos proyectos integracionistas que significaran cambios notables en la regin.

    G. La prudencia de la continuidad en el Golfo y fricadel Norte

    Para los pases del Golfo, y en cierta medida tambin de frica del norte,el petrleo sigue cumpliendo el rol de preservar la estructura del poder inter-no, aunque como el fenmeno del desafo islamista sugiere, sin la capacidad

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  • de generar el consenso y la cohesin de sus respectivas sociedades como enel pasado. Ms an, para las dinastas y elites dominantes en estos pases,desde las llamadas petromonarquas conservadoras hasta los regmenesque, como en Argelia y Libia, emergieron procesos de liberacin nacional yconstruyeron su identidad en discursos radicales y revolucionarios, la clavede su permanencia en el poder en la coyuntura de la pos-Guerra Fra pareceser la conviccin de plegarse a la poltica de Washington, que se presentacomo su nica garanta, y asegurar la transicin en general a sus hijos o aalguien del entorno inmediato, ya que su principal desafo es fundamental-mente interno: el islamismo militante, que es tambin el mayor contestatariode la poltica estadounidense en el Medio Oriente.

    Por lo tanto, aun cuando en el pasado todos estos regmenes intentaronen varias formas proyectar su poder en el mbito internacional sin temer lasconsecuencias de un abierto auspicio al terrorismo, como en el caso libio,desde 1991 se encuentran disciplinados por el sistema. Es predecible quepara estos pases, volver a un proyecto de poder regional o a un protagonis-mo internacional sin el aval de Washington mientras dure la puja hegem-nica por la superpotencia simplemente no va a ser posible sin costos muyelevados. La aventura de Saddam Hussein, el ltimo de los revoluciona-rios del panarabismo pero al fin y al cabo un sunni como todos los dueosdel poder y del petrleo en el Golfo y el norte de frica, y su final desgra-ciado, muy probablemente haya servido y todava est sirviendo como unapoderosa advertencia para abstenerse de cualquier desafo a la hegemonade Estados Unidos. Este desafo, de todas maneras, lo ha asumido el islamis-mo capitalizando el resentimiento generado por las derrotas pasadas y la arro-gancia de la potencia que identifican como heredera de los colonialistaseuropeos.

    H. Las repblicas dinsticas

    Aunque en un contexto distinto, el modelo del uso del factor petrleocomo instrumento de acumulacin de poder y consolidacin de posicinde dominacin, con abstencin de intentos de proyeccin externa y/oambiciones de posicionamiento sistmico como potencias, parecen haber-lo adaptado con cierto xito las ex repblicas soviticas en el sur delCucaso y Asia Central. En Azerbaijn, Kazakhestn y Turkmenistn en par-ticular, pases ricos en reservas petroleras y gas natural, se han consolidado

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  • una suerte de repblicas dinsticas. Es cierto que en el caso de Azerbaijnhubo un notable esfuerzo de acercamiento y deseo de alianza con EstadosUnidos, y el irresuelto conflicto de Nagorno Karabagh no slo alimenta undiscurso amenazante y belicista sino que tambin justifica el mayor presu-puesto militar de la regin. Bak da todas la seales de que los ingresos delpetrleo tienen como fin la recuperacin de Nagorno Karabagh y que seria-mente se prepara para la guerra. No obstante, queda todava por ver si estediscurso de mucha credibilidad se transformara en realidad si el costo de lasupuesta solucin militar del conflicto de Nagorno Karabagh resultase serla cada del poder de la familia Aliev.

    I. Factor de conflicto

    En frica, finalmente, y ms precisamente en Sudn, Congo, Angola yNigeria, donde se encuentran los yacimientos, el petrleo es factor tanto deatraccin de la competencia entre China, por un lado, y Estados Unidos ysus aliados occidentales, por el otro, para el dominio del mercado, as comode potencial fractura social y fragmentacin territorial. La crisis social se hatransformado ya en conflicto armado, mientras la competencia chino-occi-dental por lo menos fomenta la continua inestabilidad en el continente.Jams antes de los ltimos diez aos el petrleo africano haba suscitadotanto inters. Entre 1995 y 2005, sin embargo, las empresas que pidieronlicencias para explotar el petrleo del ms viejo continente pasaron de 95 a216, y hoy frica produce el 12 % del total del hidrocarburo lquido delmundo. En todos los pases africanos ricos en petrleo, China no slo hainvertido y lidera su proceso de modernizacin, sino que tambin ha pro-yectado un modelo de desarrollo muy atractivo que est alejando a estos pa-ses de Occidente, como lo demuestra la cada de la influencia de institucio-nes financieras internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, queen los noventa haban asumido un rol de liderazgo en los proyectos de refor-mas estructurales en la regin. En Angola, por ejemplo, pese a que ChevronTexaco y Exxon Mobil siguen siendo los mayores inversionistas cada unacon una produccin de unos 500 mil barriles por da, y que BP y Totaldesarrollan grandes proyectos, las chances de que a largo plazo China ter-mine con la presencia occidental son considerables. Pero sobre todo enNigeria el petrleo se ha transformado en el mayor factor de fomento de con-flicto social, corrupcin, criminalizacin de la economa y violencia sectaria.

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  • Se estima que se roban por da entre 70.000 y 300.000 barriles, y con elingreso que esto genera se arman varios grupos y compran influencia pol-tica. Es en Nigeria tambin que el Movimiento para la Emancipacin delPueblo del Nger ha recurrido a la modalidad de secuestro de responsablesde empresas petroleras (Wolfe, 2006), mientras la Gran Alianza del Deltadel Nger ha amenazado atacar las plantas de industrias energticas si lasempresas en el pas no aseguran empleo a una lista de 250.000 jvenesdesocupados que estn capacitados para trabajar en la industria (Power andInterest News Report, 12-10-07).

    J. Un primer intento de generalizacin

    Todos estos casos donde el petrleo asume un rol en la poltica de podery deja de circunscribirse al mbito puramente econmico de la lgica delmercado sugieren una amplia generalizacin, donde vemos tres distintosusos del petrleo. En un primer caso, el petrleo juega un rol en la agen-da exterior y la poltica de proyeccin de poder o posicionamiento interna-cional; en un segundo caso, el petrleo acta como factor de garanta de laperpetuacin de un rgimen que parece determinado a evitar cualquierriesgo que un eventual uso del petrleo en la agenda exterior podra gene-rar a esta meta principal; en un tercer caso, el petrleo directamente es cau-sante de conflicto, sea por atraccin de la competencia entre potenciasmundiales para el dominio de la explotacin de las reservas, sea por la frag-mentacin interna que la explotacin del petrleo provoca por fomentar lacriminalizacin de la economa e incentivar enfrentamientos entre distintossectores de la sociedad.

    K. Una hiptesis de modernizacin

    La pregunta, por supuesto, ser: cul es la causa fundamental para queexistan estos tres distintos patrones del rol poltico del petrleo? Y pese aque ninguno de todos estos pases est tan exento de problemas estructura-les internos como para caracterizarse como pas desarrollado, se puedeensayar una posible respuesta a la pregunta anterior en una formulacinhipottica: la clave parecera ser el rol que el petrleo ha jugado en lamodernizacin de estos pases; ms precisamente, si ha sido un factor entorno al cual ha girado la modernizacin del pas y de la sociedad o apareci

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  • despus de que un pas productor hubiera exitosamente logrado su moderni-zacin en trminos polticos y sociales.

    En efecto, siguiendo el razonamiento de este argumento hipottico, lospases productores de petrleo que lo usan en su agenda de poltica exteriorson pases que se han modernizado antes de que el petrleo haya ocupadoun lugar central en los procesos globales de desarrollo. Los pases cuyamodernizacin ha sido consecuencia del boom petrolero mundial prefierenconsiderar el petrleo como un factor interno para la consolidacin delpoder y continuidad del rgimen, a menudo identificado con una dinasta,y evitar su uso en la agenda exterior fuera de la lgica del mercado mundial.Los pases sin un proceso de modernizacin ya acabado que han descubiertopetrleo en el contexto del mundo del pos 11 de septiembre de 2001 enfren-tan el riesgo de que el petrleo se transforme en un factor de fragmentacin yconflicto social.

    Este intento de generalizacin conceptual de la problemtica del petr-leo y del conflicto, evidentemente, podra resultar polmica y cuestionable.Al fin y al cabo, es cuestionable si los casos as categorizados responden amodelos perfectos como aquellos que sugiere esta misma categorizacin.Pero las hiptesis se plantean precisamente para testar su validez; y estahiptesis en particular constituye ms bien una invitacin a formular casosde estudio para profundizar la investigacin y el debate.

    Con tal fin, en el punto II se exploran algunas de las formulaciones te-ricas que ayudan a explicar la tendencia general de la vinculacin del petrleocon la conflictividad global.

    II. Los intentos de teorizacin de la conflictividadpor las fuentes energticas: la escasezmalthusiana redefinida en el mundo del finde la bonanza petrolera

    A. Explicando el alza irreversible del precio del barril:la era del petrleo duro

    Como Michael Klare menciona en el principio de su artculo que explo-ra la teora del pico petrolero (2001), desde 2001 abunda la literatura queremite al trabajo del gelogo M. King Hubbert en los 50 y sus seguidores.

    24 Khatchik DerGhougassian

  • La teora sostiene que la produccin mundial del petrleo aumentar hastaque aproximadamente la mitad de las reservas se agoten; en este punto, laproduccin diaria alcanzar un pico desde donde comenzar su irreversibledeclinacin. Los discpulos de Hubbert, incluyendo a Kenneth Deffeyes dePrinceton, calculan que ya se ha consumido la mitad de las reservas mundia-les y, por lo tanto, el momento del pico petrolero predicho por Hubbertestara llegando. La gran controversia que gener la teora era cmo calcularlas reservas petroleras mundiales. En un informe de 2004, por ejemplo, elDepartamento de Energa de Estados Unidos opinaba que el pico de petr-leo convencional se alcanzara hacia mediados del siglo XXI, no en susprincipios.

    Klare, sin embargo, apunta al pesimismo cada vez mayor en las grandescorporaciones petroleras. Observa primero que la forma en que los crticosde las predicciones de Hubbert calculaban el total de las reservas mezclabafuentes no convencionales, como por ejemplo el petrleo offshore que, evi-dentemente, generaba razones para el optimismo; segundo, recuerda undetalle ya revelado por los tericos del pico petrolero que a menudo sus cr-ticos ignoraban: la primera mitad del petrleo que se extrajo para el consu-mo ha sido en las reservas de las capas ms altas y, por lo tanto, de fcilextraccin y transportacin. Precisamente, es esta mitad la que se ha extin-guido, y quedan para explotar las reservas ms profundas, en lugares geo-grficos inestables, u offshore, cuya extraccin es ms difcil y necesita msinversiones. Por lo tanto, para un inversionista, la era del petrleo duro yaest aqu y se revela en el precio del barril que, segn el analista financierode Man Financial, John Kidruff, estara como ttulo [en los medios decomunicacin] lejos de los 100 dlares que tranquilamente llegar si seperjudica seriamente el suministro de las reservas iraques y nigerianas o siacontece una intervencin militar estadounidense contra Irn.

    La segunda razn del pesimismo acerca de los precios de las fuentesenergticas es la demanda mundial que segn el informe Medium Term OilMarket Report de la Agencia Internacional de Energa (AIE) del 8 de juliode 2007, aumenta mucho ms rpido que el descubrimiento y desarrollode nuevos pozos. Tomando en cuenta el promedio de crecimiento de la eco-noma mundial de 4,5 % como consecuencia de la emergencia de China eIndia en los prximos cinco aos, la demanda global del petrleo crecer unpromedio de 2,2 % anual, y el consumo diario de 86,1 millones de barrilesen 2007 llegar a 95,8 en 2012. Con suerte, la industria petrolera puede

    25Crisis energtica y conflictividad global

  • satisfacer tal demanda en este perodo, pero despus de 2012 el panoramaparece desolador. El informe anota tambin que el apetito de petrleo enlos pases desarrollados no parece ceder; al contrario, los consumidores seacomodan al alza del precio.

    El segundo informe anual, Facing the Hard Truths About Energy, del Con-sejo Nacional del Petrleo (CNP), sometido a consideracin del Departamen-to de Estado a mediados de julio, parece menos pesimista y, al igual que elinforme de AIE, sostiene que con una adecuada mezcla de decisiones pol-ticas y de niveles de inversin ser posible satisfacer la demanda mundial depetrleo y gas natural por los prximos aos: Las reservas energticasmundiales, afortunadamente, no se estn agotando. Pero Klare le da unalectura ms detenida al informe y revela que la sugerencia del CNP es unasuma estimada a 20 billones (trillion) de nuevas inversiones hasta 2030para asegurar la satisfaccin de la demanda anticipada de energa. Estasuma significa sencillamente unos 3 mil dlares por persona en los valoresmonetarios actuales, en un mundo en el cual la mitad de la humanidadgana por ao menos de la mitad de esta cifra. Las nuevas inversiones, porlo tanto, tienen que provenir de las sociedades desarrolladas y necesitaranun clima atractivo para su realizacin. Es en este punto escribe Klareque el observador astuto empieza a alarmarse; pues, como el informemismo sostiene, este clima no se ha de esperar. Como el centro de gravedadde la produccin mundial de petrleo se inclina decididamente hacia losmiembros de la OPEP y productores Estado-cntricos de energa comoRusia, son los factores geopolticos y no de mercado los que dominarn laindustria energtica y un nuevo conjunto de inestabilidades caracterizar elcomercio del petrleo.

    Todas estas realidades, concluye Klare, convalidan la prediccin de lateora del pico petrolero y, por lo tanto, se necesitar mucha suerte para lle-gar a 2012 y quiz un poco ms sin una mayor crisis econmica mundial.

    B. Los recursos naturales como determinantesde la conflictividad

    No es una coincidencia, por supuesto, que la teora del pico petrolero lehaya llamado la atencin a Michael Klare. El profesor de Hampshire Collegeen Amherst, Massachussets, ya es autor de Blood and Oil: The Dangers andConsequences of Americas Growing Dependence on Imported Petroleum y su libro

    26 Khatchik DerGhougassian

  • Rising Powers, Shrinking Planet: The New Geopolitics of Energy se publicar en2008. Klare es uno de los tericos que reformularon los parmetros de anli-sis de la seguridad internacional despus de la Guerra Fra en funcin de lacentralidad que los recursos naturales van adquiriendo en la poltica interna-cional. En el centro de su reformulacin terica est el argumento de la prdi-da de significado del factor ideolgico que despus de la Segunda GuerraMundial y por cuatro dcadas defini la agenda estratgica de Estados Unidos.El colapso de la Unin Sovitica torn ya irrelevante el discurso dominante. Acambio, el entendimiento de la seguridad empez a adquirir una dimensincada vez ms marcadamente econmica. Mientras en el pasado se crea queel poder nacional resida en la posesin de un poderoso arsenal y el manteni-miento de un sistema extendido de alianzas, actualmente se asocia con el dina-mismo econmico y el desarrollo de la innovacin tecnolgica (Klare, 2001,pg. 7). En esta visin, la misin de los militares ha cambiado de la contencindel comunismo a la proteccin del suministro de las materias primas deriva-das de estos recursos dispersos en el mundo. Pero la tendencia de la economi-zacin de la seguridad internacional no es propia de Estados Unidos; es global,y todos los pases, en mayor o menor grado, reformulan su poltica de defen-sa y seguridad pensando en los recursos naturales.

    Adems de esta tendencia global de la economizacin de los asuntos deseguridad, la nueva centralidad de los recursos naturales se explica por la nece-sidad de mayores inversiones para su extraccin, un aspecto que se diferenciadel pasado, donde siempre hubo conflicto por los recursos naturales. Otrostres factores se suman para consolidar la teora de la guerra por los recursos: la escalada mundial de la demanda por bienes de todo tipo; la muy pro-bable emergencia del problema de la escasez de los recursos naturales; y la dis-puta por la posesin de recursos de materias crticas (Klare, 2001, pg. 15).Aplicando este cuadro analtico al petrleo, Klare daba por segura la irrupcindel conflicto durante los primeros aos del siglo XXI: No se puede determi-nar el grado de violencia, el nivel de intensidad, y la ubicacin geogrfica. Porltimo, la frecuencia y caracterstica de la guerra depender del peso relativo yla interaccin de tres factores clave: (1) el entorno poltico-estratgico en quese toman las decisiones acerca de los temas de los recursos; (2) la futura rela-cin entre la demanda y la oferta; y (3) la geografa de la produccin y distri-bucin del petrleo (Klare, 2001, pg. 29).

    El punto de inflexin histrica de la emergencia del petrleo en la agendapoltico-estratgica mundial ha sido la decisin de Winston Churchill en 1912

    27Crisis energtica y conflictividad global

  • de cambiar la fuente de energa de las naves de guerra britnica del carbn alpetrleo. La decisin revel su importancia y proporcion a la flota britnicauna ventaja significativa sobre sus adversarios, especialmente los alemanes. Almismo tiempo, sin embargo, el petrleo ya adquira un valor estratgico.Desde entonces, la guerra ha sido inimaginable sin la garanta del suministrodel combustible proveniente del petrleo. Klare hace una observacin muyrelevante sobre la poltica de seguridad del petrleo donde subraya las diferen-tes motivaciones estratgicas de los pases que importan petrleo y aquellosque lo producen. Mientras que para los primeros el objetivo es asegurar elsuministro, los exportadores de petrleo se obsesionan por la posesin delrecurso. De hecho, el mapa de la conflictividad del petrleo combina estas dosmotivaciones que a menudo se cruzan cuando el petrleo entra en los clculosde proyeccin de poder y se define en su dimensin geopoltica.

    A la vez, Paul Rogers (2000; 2001) ampla el vnculo de los recursos natu-rales con la conflictividad de principios del siglo XXI, cuya dinmica definecomo la combinacin de la polarizacin socio-econmica en el mbito glo-bal y, ms general que los recursos naturales, la degradacin medioambiental.Basndose sobre los informes de la ONU, Rogers demuestra cunto se haacelerado esta polarizacin en las dos ltimas dcadas del siglo XX, entre unaminora que tiene cada vez ms acceso a los bienes materiales y la mayoraque se ve cada vez ms restringida en su capacidad de consumo. Pero a dife-rencia de esta misma polarizacin en el pasado, la mayora desposeda delmundo actual tiene una conciencia mayor de su condicin y es mucho msproclive a la rebelin. Es de esperar, entonces, que el factor de resentimientoy predisposicin contestataria de esta mayora, que en general se ubica enespacios geogrficos ricos en recursos naturales, sea una motivacin ms deconflicto. De hecho, el discurso de defensa de los recursos naturales y de unamayor equidad en la redistribucin de los ingresos que generan se observacada vez ms frecuentemente, pese a que los trminos de confrontacin amenudo tengan una formulacin ms bien idealista.

    C. La economa poltica de la seguridad internacionalde las fuentes energticas

    El vnculo entre recursos naturales y conflictividad ha sido exploradofundamentalmente en el caso de las guerras civiles. Hommer-Dixon (1999),Berdal Malone (2000) y Ballentine y Nitzschke (2005) han propuesto

    28 Khatchik DerGhougassian

  • interesantes matrices que relacionan la escasez de los recursos naturales conla violencia y tratan de determinar en qu condiciones las disputas se trans-forman en conflictos armados. Sin embargo, una generalizacin interesantede estas vinculaciones es la que hace Kahl (2006) desde la perspectiva de laeconoma poltica de la seguridad internacional cuando estudia un compo-nente crucial de la economa poltica de las guerras civiles: la conexin entrelas presiones crecientes sobre los recursos naturales provenientes de un rpi-do crecimiento de la poblacin y las externalidades negativas de la economade la globalizacin por un lado, y los conflictos armados en los pases endesarrollo del otro (Kahl, 2005, pg. 77). Su aporte consiste en diferenciarentre la perspectiva neo-malthusiana, que considera que la escasez de losrecursos naturales hace que las sociedades se inclinen hacia el conflicto,mientras que los neoclsicos desafan esta perspectiva y sostienen que elmayor peligro proviene de la abundancia de los recursos naturales.

    Segn Kahl, las dos perspectivas tienen en comn ms de lo que se supo-ne y, en definitiva, es el dilogo entre ambas lo que ayudara a entendermejor la conflictividad de los recursos naturales. As, mientras en el centro dela atencin de los neo-malthusianos est el problema de la degradacin de losrecursos renovables (tierras cultivables, agua potable, riqueza de los ocanos,etc.), los neoclsicos enfocan los recursos no renovables como, precisamente,las fuentes energticas. Ms an, tanto los neo-malthusianos como los eco-nomistas neoclsicos aceptan que los problemas surgen de la dependencia delos recursos naturales; aparentemente su discrepancia remite al nfasis de laspatologas en etapas temporales distintas de esta dependencia. El menor nivelde discrepancia entre las dos perspectivas consiste en el supuesto de que elcontexto poltico es el que ms probablemente produzca conflictos violentos.Ambas en general concuerdan en que Estados dbiles dotados de institucio-nes autoritarias o en un proceso de transicin son ms proclives al conflictopor los recursos naturales (Kahl, 2005, pg. 78).

    Analizando esta diferencia conceptual entre escasez y abundancia, Kahlestablece la conexin entre las perspectivas neo-malthusiana y neoclsica entres aspectos clave. Primero, la mayora de los recursos no renovables quelos neoclsicos enfocan son abundantes en su lugar de extraccin pero esca-sos globalmente: De hecho, es esta escasez global de estos recursos que loshace tan valorados y, por lo tanto, pone precios tan altos para su capturamediante la violencia (Kahl, 2005, pg. 89). Segundo, la abundanciapuede producir escasez cuando la explotacin de los recursos naturales,

    29Crisis energtica y conflictividad global

  • generalmente no renovables, producen la degradacin del medioambientey, por lo tanto, escasez de otros recursos generalmente renovables.Finalmente, la abundancia y la escasez se combinan para formular desaf-os desarrollistas para los pases dependientes de los recursos naturales. Enmuchos aspectos, los neo-malthusianos y los neoclsicos no se entiendenporque ignoran la nocin de tiempo y secuencia en su anlisis. Para vercmo ambas lgicas pueden operar, y de hecho reforzarse una a la otra,consideremos tres etapas temporales idealizadas en un pas cuya economaes dependiente de la oferta local de recursos naturales: (1) abundancia ini-cial; (2) escasez emergente; y (3) el tiempo en el cual la explotacin de unrecurso escaso local ya no es viable econmicamente y obliga diversificar laeconoma y buscar ofertas alternativas y sustitutas. Neo-malthusianos y neo-clsicos, ambos, deberan acordar que el mayor riesgo de una guerra internareside en la segunda etapa (Kahl, 2005, pg. 90).

    La economa poltica de la seguridad internacional de las fuentes ener-gticas, y el cuadro analtico cruzando las perspectivas neo-malthusianas yneoclsicas propuesto por Kahl, sobre todo tomando en cuenta la concor-dancia de ambas perspectivas acerca de la importancia del Estado y las ins-tituciones de gobierno a la hora de determinar la potencialidad del conflic-to, nos ayudan mucho a entender el mapa de la conflictividad global por lasfuentes energticas. Sin embargo, por tener como objeto de estudio la gue-rra civil, es decir el contexto interno, el cuadro analtico de Kahl adolece deuna seria limitacin a la hora de considerar el conflicto relativo a una pro-yeccin de poder regional o global por los recursos naturales energticos,as como el impacto de este factor externo en las distintas fases del desarro-llo de la conflictividad interna, como propone Kahl. En este sentido, lostres roles o usos de las fuentes energticas definidos conceptualmente enel punto I de este ensayo podran ser un punto de partida para refinar lasteoras del conflicto de los recursos naturales agregndoles la dinmica deinteraccin de los factores internos y externos.

    III. A modo de conclusin: la centralidad del Estado

    Combinando los conceptos tericos explorados en el punto II y consi-derando el mapa de la conflictividad global por las fuentes energticas des-crito y discutido en la primera parte, es posible intentar la formulacin de

    30 Khatchik DerGhougassian

  • una respuesta a la pregunta de investigacin propuesta como eje de anlisisdel tema. Dos conclusiones en particular parecen fundamentales a la horade determinar el papel de las fuentes energticas en la conflictividad globala principios del siglo XIX.

    Primero, pese a que, como las teoras de pico petrolero y guerra por losrecursos formulan, la escasez de las fuentes energticas es un hecho y la con-viccin de la tendencia irreversiblemente creciente del precio ya est en losclculos de los tomadores de decisiones, no son las fuentes energticas lacausa de la conflictividad global. El papel central lo tiene el Estado, cuyoregreso en detrimento del mercado en el tema energtico no slo es obser-vable sino entendible en la lgica del poder. Esto es observable en la inter-vencin estatal en las decisiones referentes a las fuentes energticas, y esexplicable por la realidad objetiva de un precio tendiente a aumentar por lacreciente demanda y sugerir, por lo tanto, que la posesin y no la adminis-tracin de estos recursos es el factor que asegura los beneficios. En otraspalabras, y como Klare ya lo haba sugerido, es la poltica de poder lo queva a tener trascendencia a la hora de tomar decisiones y no las considera-ciones propias de la lgica de la demanda y oferta del petrleo y el gas natu-ral. La centralidad del Estado resulta relevante tambin en la observacinhecha en la primera seccin acerca del grado de modernizacin de la socie-dad en un pas productor de petrleo, as como el rol que este ha jugado eneste proceso como factor de determinacin del uso del petrleo.

    Segundo, es la interaccin de la dinmica interna del proceso de explo-tacin de las fuentes energticas y las proyecciones de poder global la queen definitiva determinar el grado de conflictividad. Por un lado, se debesuponer que si convivir con el precio alto y en permanente alza del petr-leo est arraigado en las consideraciones de los tomadores de decisin, yque, adems, ya se contempla en los clculos del futuro inmediato el hori-zonte de un mundo sin petrleo, entonces un cambio de perspectiva y prio-ridades tambin debe regir en las tomas de decisin. En este sentido, ysiguiendo el cuadro de Kahl, es en la fase de la emergencia de la escasez delrecurso anteriormente abundante que debera intervenir la decisin dediversificacin de la economa para evitar el conflicto. La pregunta, enton-ces, ser si en definitiva ha sido la proyeccin de poder el factor generador delpunto de inflexin para que el petrleo emerja en la agenda internacionalcomo un asunto estratgico. Qu motivacin fundamental llevara a losEstados, importadores y exportadores de petrleo y otros recursos energticos,

    31Crisis energtica y conflictividad global

  • a atribuirle valor estratgico a la diversificacin de la economa a la hora deconstatar la inminencia de la emergencia de la escasez?

    La pregunta podra parecer demasiado complicada, pero no por ello lalgica de la interaccin interna/externa se descalifica. Ms an, es la nicaque podra llevar a la formulacin de la motivacin central mencionada. Dehecho, las respuestas aparentemente obvias de cooperacin internacionalo cambio de hbitos de consumo consideradas en forma aislada pecarande simplismo, como observara un conocedor de la teora de accin colecti-va. Sera distinto si se pensara en su aplicacin simultnea y en una solucinque combinara polticas internas e internacionales al mismo tiempo. Quizel mbito global sea demasiado amplio para poder emprender un esfuerzomnimo de combinacin de polticas internas y externas; pero el mbitoregional bien podra proporcionar un terreno donde eventualmente se ensa-yaran nuevas propuestas en este sentido, siempre y cuando los Estadosdemuestren voluntad poltica de cambio, y el esfuerzo de encarar una tareade esta magnitud no desaliente a los tericos, analistas, tomadores de deci-sin, formadores de opinin y activistas poltico-sociales.

    Notas

    1. Original del texto en ingls, traduccin libre del autor. La misma moda-lidad se aplica a toda cita cuyo original no es en espaol.

    2. La palabra preemption no tiene traduccin exacta en espaol. Se defi-ne como una accin preventiva respecto de un evento desastroso futu-ro del cual existe informacin segura que permita anticiparlo paraimpedir su realizacin. Conceptualmente, en trminos estratgicos pre-emption se diferencia de prevention en su identificacin con el uso dela fuerza militar como medida preventiva, mientras que los defensores depolticas de prevencin abogan por una gama ms amplia y variadade medidas.

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    RESUMEN

    Ha sido el petrleo el verdadero motivo de la intervencin militarestadounidense en Irak? Es el acuerdo acerca del reparto delingreso del petrleo el factor determinante para la estabilizacin deIrak? Es el horizonte de la crisis energtica mundial el principalcausante de la conflictividad global a comienzos del siglo XXI o lacrisis energtica no es ms que un factor secundario que condicio-na el resultado de la dinmica poltica, en general definida en tr-minos de poder, y/o interviene en la misma? El presente trabajo sepropone discutir la relacin entre las fuentes energticas y la con-flictividad global a principios del siglo XXI, con el propsito de defi-nir un marco conceptual-analtico que permita una racionalizacinms rigurosa del estudio de casos.

    Dilogo Poltico. Publicacin trimestral de la Konrad-Adenauer-Stiftung A. C.

    Ao XXIV - N 4 - Diciembre, 2007

    34 Khatchik DerGhougassian

  • La poltica energtica de Chile:de la dependencia al desarrollosostenible

    Helmut Wittelsbrger

    Los recursos energticos de Chile son limitados y mucho parece indicarque el pas no puede confiar en las importaciones de gas desde la Argentinacomo fuente de abastecimiento segura. Al respecto, el director del Centropara Estudios Energticos de la Universidad Austral puntualiza: Chilecarece de una poltica energtica seria y responsable.

    Por cierto, no se trata de un juicio halageo para un pas cuya deman-da energtica crece de manera vertiginosa, impulsada por la industria encrecimiento y el mayor consumo de los hogares. Chile importa el 90 % delgas, carbn y petrleo que consume. A pesar del tendido de oleoductos ygasoductos entre Chile y sus pases vecinos, esto no es equivalente a unabastecimiento energtico seguro. Europa vivi recientemente en carnepropia la importancia que reviste hoy contar con fuentes energticas segu-ras cuando qued a merced del enfrentamiento de Rusia con los pases porlos que atraviesa el gasoducto que lleva el gas a Europa occidental.

    HELMUT WITTELSBRGEREstudios de Ciencias Econmicas y Sociales en la Univ. Leopold Franzens,Innsbruck (Austria). Asesor del Gobierno del Estado Federado de Estiria,Austria (1976-1977). Oficial a cargo de la seccin de Economa Exterior dela Confederacin de Industria Alemana (BDI), Colonia (1977-1980). Directordel Centro Interdisciplinario de Investigacin de la Fundacin KonradAdenauer (KAS) para Amrica Latina, CIEDLA, Buenos Aires, Argentina(1981-1991). A partir de noviembre de 2002, director de la Oficina de laFundacin Konrad Adenauer en Chile. Asesor principal de la OrganizacinDemcrata Cristiana de Amrica con sede en Santiago de Chile.

  • I. El MERCOSUR y la cooperacin en el sectorenergtico

    Las races de la UE se remontan a la Comunidad del Acero y del Carbncreada en 1951. En aquel momento, el tema central no era la liberalizacin delcomercio sino la explotacin conjunta del acero y del carbn, teniendoen cuenta que en aquellos tiempos el carbn era un recurso energticoinsustituible para la industria.1 Hoy, la Unin Europea es la comunidad deEstados ms desarrollada en cuanto a integracin y cooperacin entre susmiembros.

    El MERCOSUR est todava muy lejos de alcanzar ese mismo grado deintegracin y a pesar de su dinmica inicial,2 su integracin viene desacele-rndose notablemente en los ltimos aos. Esta suerte de estancamientoprevalece hace diez aos ya. Chile es apenas un miembro asociado delMERCOSUR y el pas tampoco est interesado en modificar su actual sta-tus, dado que impulsa una poltica de comercio exterior ms liberal (Cfr.Wittelsbrger, 2003) que el MERCOSUR, con aranceles externos msbajos frente a terceros pases.

    En particular los grandes desequilibrios econmicos entre los Estadosmiembros Uruguay y Paraguay, por un lado, y Brasil y la Argentina por elotro, generan reiteradas desinteligencias polticas e impiden profundizar laintegracin del MERCOSUR, un proceso al que Venezuela como nuevomiembro parece aportar ms confusin que tranquilidad y reflexin. Otroingrediente es la relacin entre la Argentina y Brasil, que tampoco deja deser problemtica.3 En los cuatro pases fundadores prevalece el imperativode la soberana nacional por sobre la integracin, lo que hace imposibledelegar competencias polticas y econmicas en las instituciones del blo-que. Las decisiones meramente bilaterales, tomadas por consenso, no gene-ran una mayor integracin. Asimismo, el Parlamento del MERCOSUR,inaugurado en diciembre de 2006 y que inici su labor en 2007, slo poseefacultades asesoras y no legislativas.

    La poltica de comercio exterior tambin difiere dentro de la regin. Entanto que a ms tardar desde la incorporacin de Venezuela, y teniendo encuenta las rgidas estructuras que rigen al bloque, el MERCOSUR parecehacer inviables los tratados de libre comercio con Estados Unidos, los pa-ses situados al oeste de los Andes han celebrado tratados de libre comer-cio progresistas con diversos Estados o bloques.4 Hasta qu punto han

    36 Helmut Wittelsbrger

  • quedado trabados los esfuerzos de cooperacin en Amrica del Sur lomuestra la coexistencia de tres modelos.

    La Iniciativa para la Integracin de la Infraestructura Regional Sudame-ricana (IIRSA) del ao 2000 nunca pas de ser una declaracin de intencio-nes en el sector de infraestructura. Muchos pases en la regin interpretaneste modelo como expansionismo brasileo.

    En diciembre de 2004 se reunieron en Cuzco (Per) doce jefes deEstado latinoamericanos y declararon la creacin de la Comunidad Suda-mericana (CASA), una iniciativa que se inspira en el modelo de la UE. Entanto que el ex presidente peruano Toledo ya hablaba de una monedacomn, Ricardo Lagos dibuj un cuadro mucho ms realista, caracterizadopor pequeos pasos en direccin a una mayor integracin, por ejemplo enrelacin a reas de frontera, infraestructura y sistemas energticos interco-nectados. Con la Comunidad Sudamericana de Estados, la ComunidadAndina y el MERCOSUR coexisten ahora tres estructuras relativamentegrandes, sin que se hayan logrado verdaderos avances en la integracin delcontinente. Resulta dudoso si este cmulo de iniciativas integradoras puedeefectivamente desencadenar un impulso positivo.

    Resta preguntar qu opciones podra aportar una integracin ms pro-funda, sobre todo en el sector energtico. Actualmente, Chile slo puedecubrir su demanda de energa importando el combustible necesario, lo quedebido a las disputas que subsisten con sus vecinos conduce al pas a unadependencia con consecuencias negativas para el abastecimiento energtico desu economa pujante y dinmica.5

    La integracin energtica parece ms bien ser un tema para tratadosbilaterales. Los acuerdos regionales slo existen en las ideas y sobre elpapel. Si bien hay proyectos comunes para la construccin de oleoductos,acuerdos sobre el suministro de energas convencionales e inversionestransnacionales. el camino hacia una cooperacin regional es ciertamentems largo.

    En agosto de 2005, los Estados del MERCOSUR acordaron junto conChile, Per y Bolivia la creacin del Gasoducto del Sur, un anillo deabastecimiento conformado por oleoductos y gasoductos bilaterales ynacionales. Se trata de un paso importante en la integracin energtica,aunque sera necesario impulsar simultneamente iniciativas legislativasque garantizaran la seguridad jurdica para las inversiones transnacionales.Atraer inversores internacionales slo ser posible ofreciendo esa seguridad.

    37La poltica energtica de Chile

  • Las garantas institucionales son indispensables y, sobre todo, crean seguri-dad, transparencia y estabilidad. Sin embargo, hasta la fecha slo estn dispo-nibles las reservas de gas del Per para alimentar este anillo energtico. La par-ticipacin de Bolivia y del nuevo miembro del MERCOSUR Venezuelaparece poco probable por ahora.

    Muchas esperanzas se depositaron tambin en la Cumbre del MERCO-SUR celebrada a comienzos de ao en Ro de Janeiro. La declaracin finalcontiene la promesa de una mayor cooperacin econmica, incluido el sectorenergtico. Sin embargo, no queda claro cmo se implementar esta coopera-cin. Como primera medida est previsto tratar en una Comisin la posibleincorporacin de Bolivia con sus reservas de gas. Uno de los factores quedemoran las decisiones es la poltica de estatizacin impulsada por el gobiernode Evo Morales, que afect sobre todo a la brasilea Petrleo Brasileiro S.A.(Petrobras), pero tambin la rpida aceptacin de Venezuela en el MERCO-SUR sin verificar el cumplimiento por parte de ese pas de las condiciones pre-vistas en la Clusula democrtica del Tratado del MERCOSUR.

    La importancia de Europa para los Estados del MERCOSUR quedadocumentada en las estadsticas sobre comercio exterior. Ms de un terciode las exportaciones e importaciones del MERCOSUR corresponde a laUE. El mismo rango ocupan las elevadas inversiones directas provenientesdesde Europa, dirigidas sobre todo hacia Brasil y Argentina. No obstante,los dos bloques no logran celebrar acuerdos ms amplios. La UE obstaculi-za la firma del acuerdo con su proteccionismo agrario y del lado de losEstados del MERCOSUR contribuyen a esta situacin una coordinacindeficiente, instituciones dbiles y la falta de aceptacin de Brasil como coor-dinador de las polticas. A ello se agregan los reclamos europeos en cuanto auna liberalizacin del sector de los servicios, proteccin de la propiedadintelectual y sistema de compras pblicas.

    Uno de los objetivos generales de la poltica para el desarrollo de Europa escontar con un abastecimiento energtico seguro. A ello se agregan intereseseconmicos. Grandes grupos energticos europeos invierten y producen enAmrica Latina. Para estas actividades, los inversionistas necesitan contar conseguridad jurdica. Con la Facilidad Amrica Latina de la Comisin Europeay el Banco Europeo de Inversiones se busca fortalecer el proceso de integracinlatinoamericana. La energa (eficiencia energtica, uso de tecnologas limpias,abastecimiento seguro), las telecomunicaciones y la infraestructura en generalconstituyen temas prioritarios de esta poltica.

    38 Helmut Wittelsbrger

  • En octubre de 2005 se celebr en Madrid el Primer Congreso EnergticoEuropeo-Americano con representantes de Amrica del Sur y Europa.Dirigentes empresarios y autoridades reguladoras reclamaron una mayor coo-peracin en el mbito de las energas renovables y los biocombustibles.Tambin se escuch claramente el deseo de Europa de que Amrica Latinaavance en su integracin regional a travs de la creacin de un mercadoenergtico interno.

    En la declaracin final de Viena (Cumbre Unin Europea-AmricaLatina/Caribe) el 12 de mayo de 2006, uno de los temas centrales fue laenerga como consecuencia de los planes de estatizacin del sector enVenezuela y Bolivia. En el punto 29 de la Declaracin se seala: A la luz dela rpida transformacin de los parmetros globales en materia de polticasenergticas, reconocemos la necesidad de una colaboracin regional e inter-nacional ms estrecha en el sector energtico. Reafirmamos nuestro com-promiso para promover la eficacia energtica y para aumentar el uso defuentes de energa renovables como un paso importante para la seguridad,la estabilidad y la competitividad en el mbito del abastecimiento energti-co y del desarrollo sostenible. Seguiremos consolidando el dilogo y la coo-peracin bi-regionales, en particular en lo relativo a las energas renovables.Acogemos con satisfaccin los esfuerzos para promover iniciativas de inte-gracin energtica en Amrica Latina y en el Caribe.

    Ya se registran algunos esfuerzos de un uso energtico ms eficiente. As,por ejemplo, el programa BEPINET (implementacin de plataformas deentrenamiento en biomasas energticas en Amrica Latina) promueve eldesarrollo de energas renovables a partir de biomasas en la regin andina yamaznica de Per y Ecuador. Sin duda el proyecto est acotado al nivel local,pero promueve una mayor toma de conciencia acerca de la importancia de lasenergas renovables.

    Pero falta dar otros pasos. Tambin debe tenerse en cuenta que paraEuropa es difcil celebrar acuerdos regionales o sub-regionales debido alas heterogneas polticas de los Estados nacionales en Amrica del Sur.El MERCOSUR parece estar dividido y paralizado, por lo que muchospases buscan soluciones bilaterales. Otro posible rol de Europa podradarse a partir de los certificados de emisin que los contaminadores enEuropa deben comprar urgentemente para cumplir con los compromisoscontrados. Este es un campo en el que Amrica Latina ofrece grandesposibilidades.

    39La poltica energtica de Chile

  • II. La incorporacin de Venezuela al MERCOSURy la crisis energtica chilena6

    La Iniciativa de Libre Comercio de las Amricas impulsada por EstadosUnidos no pasa de ser un proyecto. Desde el ingreso de Venezuela al MER-COSUR aumentan las expresiones de rechazo a la propuesta. Ya no se ponenen duda slo los beneficios del libre comercio, sino que se ha entrado en unconflicto ideolgico con la poltica de Estados Unidos. Para un pas comoChile, interesado en una integracin de toda Amrica, la credibilidad delMERCOSUR7 es un tema espinoso. Por otra parte, el presidente Chvez seexpresa vehementemente contra una cooperacin econmica y poltica conEstados Unidos8 y en su lugar ensaya proyectos que conducen ms a unadependencia que a una cooperacin.9 El ingreso de Venezuela al MERCOSURno envi seales esperanzadoras a la Unin Europea ni tampoco a EstadosUnidos. Un ingreso de Bolivia en calidad de miembro pleno no hara ms queincrementar la heterogeneidad de esta unin de Estados.

    Las reservas petroleras de Venezuela son las quintas en importancia enel mundo y el populista Chvez sabe cmo usar los ingresos obtenidos afavor de objetivos que responden a motivaciones ideolgicas. Para crear unaintegracin estratgica con ayuda del petrleo, Chvez ide los proyectosPetrocaribe, Petrosur y Petroandina con vistas a la creacin de una futuramultinacional Petroamrica. El eje de estos proyectos es la estatizacin delsector energtico y el desarrollo de proyectos comunes en la exploracin, laexplotacin y el abastecimiento de hidrocarburos. Petrocaribe ha dejado deser una visin, dado que desde 2005 Venezuela exporta petrleo a preciospor debajo del mercado a 13 Estados miembros del Caricom.10

    Un precedente mucho ms importante puede ser el proyectado oleoductodestinado a unir Venezuela, Brasil y la Argentina a lo largo de una distancia de8.000 km, con ramificaciones hacia Bolivia, Paraguay y Uruguay. En la reu-nin cumbre del MERCOSUR en Ro de Janeiro, los presidentes Lula yChvez firmaron un acuerdo para realizar un estudio de factibilidad.11

    Tambin aumenta el nmero de acuerdos de cooperacin bilaterales conVenezuela como protagonista. En todos los casos se trata de iniciativas ten-dientes a crear la citada multinacional Petrleos de Amrica o Petroamrica.

    Hugo Chvez parece estar motorizando la integracin energtica. Unaprimera cumbre energtica sudamericana tuvo lugar el 17 de abril de 2007en la Isla Margarita, en Venezuela. El objetivo perseguido fue nada menos

    40 Helmut Wittelsbrger

  • que marcar el comienzo de una nueva era en la cooperacin energticaentre los Estados latinoamericanos. Chvez y Morales se muestran muygenerosos con sus reservas de materias primas y dispuestos a facilitar unaque otra tonelada gratis a sus vecinos latinoamericanos, adems de ofrecer-se para brindar ayuda ante una emergencia.

    Hay dos puntos que an estn sin resolver: que exista la posibilidad detransportar combustible de un pas a otro no es en s misma una garantapara el abastecimiento seguro por parte de Venezuela. Tambin habra quetener en cuenta que Venezuela no podr abastecer a Sudamrica indefini-damente con energa. El otro punto es: qu lugar ocupa Chile en todosestos proyectos que se barajan? Sobre todo teniendo en cuenta que la pol-tica chilena mira con mucho escepticismo estos desarrollos en torno aVenezuela y la propuesta Petrosur.

    Chile cuenta con un sistema democrtico que funciona adecuadamente yguarda una postura distante frente a los intentos de movilizacin populista queactualmente tienen lugar en algunos Estados de Amrica del Sur. Chile debe-ra estar atento a no poner en juego el sistema de derechos y deberes conquis-tado por sus ciudadanos celebrando acuerdos con Estados que rechazan lademocracia representativa, el Estado de derecho, la divisin de poderes,la libertad de opinin y una economa de mercado con vocacin social.

    nicamente si Chile logra aprovechar una posible integracin energti-ca del continente sudamericano sin renunciar por eso a sus ideas de demo-cracia y libre comercio, adems de preservar y ampliar sus propios acuerdosbilaterales, la incorporacin de Venezuela en un sistema energtico inter-conectado podra ser una posible solucin para el dilema energtico deChile. En ese sentido, Chile tambin podra beneficiarse con una mayorintegracin de Venezuela en el MERCOSUR. Si Venezuela suministra gasy petrleo a la Argentina, este ltimo pas podra a la vez exportar a Chilegas en mayor volumen.

    III. Seguridad en el abastecimiento energticoa cambio de una salida al mar para Bolivia?

    Chile posee una lnea costera que se extiende a lo largo de casi 6.400km, en tanto que Bolivia carece de una salida al mar pero posee la segundareserva de gas natural ms importante de Amrica del Sur. Hasta la guerra

    41La poltica energtica de Chile

  • del salitre librada hacia fines del siglo XIX, Bolivia contaba con una costapropia que, sin embargo, debi ceder a Chile como consecuencia de laderrota sufrida junto con Per en el mencionado conflicto blico conChile. Esta situacin ha hecho que los bolivianos reclamen ao tras aouna salida soberana al mar, del mismo modo en que los argentinos deman-dan la soberana de las Islas Malvinas, hoy en poder de Gran Bretaa. Larealidad actual obedece a razones polticas e histricas y poco cambiara enel plano econmico, dado que en razn de acuerdos bilaterales Boliviaposee en el puerto chileno de Arica prcticamente la totalidad de los dere-chos soberanos. Crear un corredor desde territorio boliviano al Pacficorequerira, adems, el acuerdo del Per. Eso es al menos lo que exige lainterpretacin jurdica chilena de los tratados internacionales negociadosentre los tres Estados finalizada la Guerra del Pacfico.

    Una clara expresin de la tensin que existe entre Chile y Bolivia son losacuerdos de suministro de gas firmados entre Bolivia y la Argentina, queprohben expresamente que la Argentina enve gas boliviano a Chile.12

    En la actualidad Chile est estudiando la alternativa de importar gaslicuado desde Asia. Sin embargo, ello requerira crear una adecuada infra-estructura portuaria y terminales para la retransformacin, lo que generaelevados costos de inversin. Otra dificultad radica en que Chile no cuen-ta con un sistema energtico interconectado. Debido a su enorme exten-sin vertical, el pas tiene tres sistemas de abastecimiento independientesentre s. En caso de presentarse una emergencia en uno de estos sistemas, elotro no puede suplir la falta de energa, lo que se constituye en un taln deAquiles para la industria de la minera en el norte del pas, un factor eco-nmico clave.

    Hasta 2008, Chile proyecta satisfacer el 33 % de la demanda de energaprimaria a travs de gas natural. Este gas que Chile necesita para sustituir elincierto suministro desde la Argentina y contar con la energa suficientepara abastecer su economa en permanente crecimiento es un recurso quesu vecino Bolivia posee en abundancia.

    De hecho, no se pueden hacer ms que suposiciones en torno a las posibi-lidades que se abren para una salida al mar de Bolivia a cambio del suministrode gas. Las encuestas realizadas indican que la mayora de los chilenos recha-za la posibilidad de ceder territorio nacional a Bolivia. Es evidente que lasrelaciones entre ambos pases se ven afectadas por la problemtica que sig-nifica una salida al mar para Bolivia, aun cuando una normalizacin de

    42 Helmut Wittelsbrger

  • las relaciones redundara en beneficio de ambos pases. El ao pasado se pro-dujo un primer y tmido acercamiento, cuando Chile tom la decisin dereducir o incluso abolir un importante nmero de aranceles que gravaban laimportacin de productos bolivianos. Otro paso en esta misma direccin serael intercambio de embajadores en lugar de slo cnsules generales.

    La nacionalizacin de los recursos naturales bolivianos y su exploraciny explotacin por parte de empresas exclusivamente bolivianas, la apropia-cin de capitales extranjeros sin ofrecer hasta el momento una indemniza-cin acorde con el mercado, son injerencias en un sistema de libre merca-do y de propiedad privada, postulados a los que adhiere la poltica oficialchilena. Las medidas tomadas por Bolivia no contribuyen a mejorar lasrelaciones bilaterales ni otorgan espacio a iniciativas privadas en los merca-dos energticos de ambos pases. Dificultan as las posibilidades de encon-trar soluciones conjuntas a problemas energticos basadas en intereses empre-sarios. Dado que la actual poltica boliviana tampoco se compadece con losprincipios de organizacin socioeconmica que rigen el MERCOSUR, seesperaban palabras y pronunciamientos ms claros por parte de sus Estadosmiembros frente a esta poltica.

    IV. El futuro de Chile son las energas renovables?

    Las condiciones que se dan en Chile para el desarrollo de las energasrenovables son nicas. En lo referente a energa elica, solar y mareomotrizas como a energa geotrmica, existen muy buenas perspectivas para unapoltica diversificada y una generacin de energa limpia. En el norte, elsol brilla casi de manera permanente, en tanto que el sur est predestina-do para la energa hidrulica y el viento patagnico hace que esa reginsea apta para la energa elica. Asimismo, la geologa favorece la energageotrmica (Cfr. Wittelsbrger - Sterner, 2005).

    Una diversificacin de las fuentes energticas y su distribucin es uno delos problemas que Chile debe resolver en forma urgente. El mercado energ-tico liberalizado y en manos de empresas privadas depende de un financia-miento inicial por parte del Estado para promover las energas renovables. Porel momento, los precios de generacin son muy altos y parecen poco rentablesen comparacin con los combustibles de origen fsil.

    43La poltica energtica de Chile

  • Es fundamental crear las condiciones legales que permitan promoverel uso de energas renovables porque de lo contrario, el sector privadoseguir apostando a los combustibles fsiles como alternativa ms econ-mica.13 Tambin sera necesario regular el acceso de la energa producidaen unidades de generacin descentralizadas a tarifas fijas, para brindar alos operadores la necesaria seguridad para proyectar sus negocios, ademsde canalizar inversiones hacia este sector. El desarrollo de nuevas tecno-logas y el aumento de los precios internacionales en los combustibles deorigen fsil determinan que la rentabilidad de las energas renovables seaslo una cuestin de tiempo. Una ley que an espera ser aprobada por lasegunda Cmara del Parlamento chileno prev que a partir de una fechatodava por fijarse, el 5 % de la generacin de energa deber provenir defuentes energticas renovables.

    El gobierno espera concretar el mix energtico proyectado con ms cen-trales hidroelctricas y proyectos de asociacin entre el sector privado ypblico para la importacin de gas licuado (desde Per, entre otros pases).Proyectos tales como la realizacin de estudios de factibilidad para el uso deenerga atmica, la produccin de energa de fuentes renovables, un mayoresfuerzo en el campo del ahorro de energa mediante la aplicacin de nue-vas tecnologas (por ejemplo, mejoras tcnicas en la transformacin deenerga primaria en energa de uso en forma de acoplamiento fuerza-calor)se han convertido en ejes centrales de la poltica energtica chilena, ademsde una sensibilizacin de la poblacin (conductas destinadas a ahorrarenerga y recursos).14

    La energa hidrulica, que en Chile representa el 21 % de la demandade energa primaria, tambin est conceptuada como una fuente de energarenovable. El gobierno est empeado en acrecentar su participacin y con-sidera que las mejores condiciones estn dadas en la Patagonia (ReginAisn). No obstante, esta poltica genera una fuerte oposicin entre secto-res ecologistas y los habitantes interesados en un turismo ms ecolgico. Enopinin de estos sectores, existen otras energas renovables que presentanmenos riesgo para la naturaleza y que son ms econmicas, eficientes y noquedan inmediatamente sometidas al control de operadores extranjeros.

    Las grandes centrales hidroelctricas han sido frecuentemente el blancode titulares adversos debido a su impacto sobre la flora y la fauna. La for-macin de un embalse implica la anegacin de tierras y encierra un granpotencial de conflicto cuando es necesario relocalizar a los pobladores de las

    44 Helmut Wittelsbrger

  • tierras inundadas. Adems, est cientficamente demostrado que los embal-ses de grandes dimensiones modifican el microclima. Por lo tanto, paramuchos ecologistas las centrales chicas son una mejor alternativa. No obs-tante, la energa hidrulica es un proveedor de energa poco confiable. Losros se ven afectados frecuentemente por perodos de sequa que determi-nan un nivel de agua ms bajo y, por ende, una menor generacin de ener-ga. Tambin es conveniente talar previamente los bosques que quedansepultados por las aguas del embalse debido a que la emisin de gas meta-no del lago artificial constituye una contaminacin ambiental relativamen-te importante. Otra forma de generar energa a partir del agua reside en lafuerza mareomotriz. Sin embargo, su uso comercial recin est en loscomienzos, aunque existen trabajos internacionales de investigacin y desa-rrollo que tambin impulsan esta tecnologa.

    El norte de Chile se presenta con ms de 300 das de sol por ao, endonde la radiacin asciende a 6kWh/m/da. A pesar de ello, el uso de plan-tas fotovoltaicas para el suministro de electricidad en el norte de Chile sloavanza trabajosamente. Tambin parece ms bien poco probable que puedasignificar la gran solucin. Por el momento, la tecnologa aplicada es muycara y la eficiencia energtica baja. Sin embargo, la energa solar ya est encondiciones de realizar un aporte razonable al abastecimiento de unidadesde consumo ms pequeas y a la calefaccin de agua industrial. Otraopcin es el accionamiento de turbinas a vapor mediante la generacin deelectricidad por tecnologa solar.

    Una ventaja particular de la energa elica reside en que su generacines totalmente limpia, aunque tampoco esta fuente renovable escapa al pro-blema de la dependencia de los factores climticos. Si no hay viento, no segenera corriente. No obstante, las mediciones de la intensidad y duracin delos vientos auguran un futuro promisorio para esta fuente de energa renova-ble en Chile. La minera en el norte del pas podra beneficiarse con un mayoruso de la energa elica y de la tecnologa solar. La instalacin de granjas eli-cas permitira tambin aumentar la independencia en el abastecimiento conenerga.

    La combustin de biomasa como fuente de energa neutra en CO2cumple una importante funcin para la generacin de calor en Chile, enparticular tomando como materia prima la madera. En Chile, la extraccinanual de madera se ubica por debajo de la capacidad regeneradora y, por lotanto, contribuye a un sistema forestal sostenible. La explotacin de pellets

    45La poltica energtica de Chile

  • de madera constituye una importante fuente de ingresos. Desechos fores-tales no aprovechados generan posibilidades de obtener vapor y electricidadpara la industria o tambin dentro de los hogares en forma de centrales chi-cas. El uso de biomasa mediante residuos comunales o agrarios tambinencierra posibilidades para generar calor. No obstante, hasta ahora se apli-ca poco la energa a partir de la biomasa como combustible. Tambin esnecesario tener en cuenta que promover la biomasa como fuente de energarenovable puede desembocar en monocultivos y un uso problemtico de lassuperficies agrcolas. A menudo se talan bosques que son importantes secues-tradores de CO2 para plantar la palma de aceite. Por otra parte, la transfor-macin de superficies de produccin agropecuaria en superficies de cultivosaptos como biomasa puede provocar un alza en los precios de los alimentos.

    Muchas esperanzas descansan en la energa geotrmica. Una vez encontra-do el emplazamiento adecuado, es posible aprovechar esta fuente de energarenovable en forma permanente, por ejemplo para el suministro de calefaccina distancia. El potencial en todo Chile se estima en unos 10.000-20.000 MW,aunque por el momento se ha avanzado poco en perforaciones confiables. Aello se agregan otras circunstancias geolgicas como sismos de menor intensi-dad y actividades volcnicas.

    V. El mix de energa: una poltica energtica racional y sostenible para Chile

    En ningn caso la solucin pasa por una alternativa nica. La depen-dencia de un solo proveedor de gas demostr tener consecuencias nefastasen 2004, cuando la Argentina redujo el volumen de los suministros a nive-les inferiores a los pactados. Habr que esperar para ver si las opciones esbo-zadas son polticamente viables. Una opcin que contemple la intervencinde una Venezuela conducida por Chvez o la alternativa boliviana genera-ra ciertamente grandes controversias internas. Una opcin ms realistaparecera ser una cooperacin energtica continental acompaada por msesfuerzos en el plano nacional. Para eso es importante permitir que los pro-cesos de decisin maduren y simultneamente adoptar medidas de sensibili-zacin de la poblacin. La poltica chilena as lo est entendiendo, aunquepara obtener las mayoras necesarias seguramente har falta una importantelabor de persuasin.

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  • El MERCOSUR est politizado y los esfuerzos de integracin no setraducen en avances visibles. Chile no puede esperar mucho de unMERCOSUR con cuyo desarrollo interfieren demasiados egosmos. Lacreacin de una comunidad sudamericana a modo de la CASA como visinpoltica y econmica ha generado grandes expectativas y pretende ser elcomienzo de una nueva integracin continental. Por ahora poco se sabeacerca de las posibilidades reales de concretar los ambiciosos objetivos deeste proyecto, como es sentar las bases para un abastecimiento seguro de laregin en materia de energa, proveer a la integracin de su infraestructura,adems de la interconexin de parques industriales y creacin de instru-mentos de financiamiento comunes. En cualquier caso, la seguridad ener-gtica tiene prioridad. No obstante, muchos observan con escepticismo lahegemona brasilea. En suma: los obstculos por vencer son numerosos ymuchos de los esfuerzos de integracin en Amrica Sur fracasaron por esarazn.

    No se necesitan nuevas alianzas de integracin sino instituciones supra-nacionales. A tal efecto, los Estados deben delegar competencias nacionalese implementar y aplicar en su lugar reglas consensuadas. La poltica ener-gtica tambin requiere de mecanismos de arbitraje en caso de conflictoante violaciones convencionales, para garantizar posibilidades de abasteci-miento y desarrollo a las industrias de los respectivos pases. La integracinse materializa en muchos niveles, por lo que, entre otras cosas, sera impor-tante instalar centros compartidos de investigacin y desarrollo para dife-rentes fuentes de energa. Por qu Amrica Latina no logra financiar y ope-rar clusters que investiguen, por ejemplo, el potencial de la geotermia o deotros recursos energticos renovables? Tambin la energa nuclear podra serde inters comn. Todos deberan tener presente que las reservas de hidro-carburos no son eternas y que es conveniente pensar ahora en un futurocomn menos dependiente de los combustibles fsiles.

    El presidente Chvez intenta redisear el MERCOSUR de acuerdo consus ideas polticas, a lo que se oponen potencias como Brasil y la Argentina.Brasil despus de las ltimas elecciones, pero tambin lentamente laArgentina, comienzan a rechazar la idea de un excesivo protagonismo polticode Venezuela. Los proyectos de Chvez an estn en paales y exigen un con-siderable esfuerzo financiero que, sin embargo, sera factible, si se utilizan laselevadas reservas de divisas acumuladas por Venezuela. La proyectada revolu-cin bolivariana forma parte de un mundo de fantasa de difcil concrecin

    47La poltica energtica de Chile

  • con Chile, Colombia y Mxico, y que Chvez tampoco podr lograr consus ofrecimientos de petrleo.

    Los ciudadanos de Bolivia conocen muy bien lo que es la pobreza. Esprobable que tambin sepan que Bolivia est asentada sobre una gran bur-buja de gas que podra paliar la pobreza. No hay que olvidar que se fueuno de los motivos que llevaron a Evo Morales al poder. Sin embargo, si no