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59 ISSN 0325-2221 Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXIX, 2004. Buenos Aires. LOS DESARROLLOS REGIONALES EN EL VALLE CALCHAQUÍ CENTRAL, SALTA 1 Lidia Baldini (*) , Elvira I. Baffi (**) , Laura Quiroga (**) , Virginia Villamayor (***) RESUMEN En el valle Calchaquí (Salta) las prácticas económicas y sociales que singularizan al Período de Desarrollos Regionales estaban en estado avanzado hacia el siglo IX e involucraban grupos sociales que producían y usaban alfarerías diferentes de la santamariana, pero aún no son claros los patrones de asentamiento y la dinámica de interacción de las poblaciones a nivel local, regional y a mayor escala. Distintas vías de indagación acerca de las poblaciones tardías del tramo del valle Calchaquí comprendido entre las cuencas de los ríos Cachi y Molinos proporcionan información para delinear una integración de las poblaciones en sentido transversal al valle troncal, vinculada al acceso y control de las cuencas subsidiarias de mayor envergadura y con vías de comunicación hacia distintos ámbitos. Por otra parte permiten analizar situaciones de continuidad y contemporaneidad entre asentamientos y grupos sociales, situaciones de interacción en el ámbito regional y a mayor escala espacial, y avanzar en el conocimiento sobre comportamientos mortuorios. Palabras clave: Valle Calchaquí. Desarrollos Regionales. Asentamientos. Interacción. Prácticas mortuorias. ABSTRACT The economical and social practices, characteristic of the Desarrollos Regionales Period, were well developed towards the IX century in the Calchaquí Valley. They involved social groups that produced and used ceramic vessels different to those corresponding to Santamariana pottery. Nevertheless, the settlement patterns of these groups and their social regional interaction still are not clear. The late populations corresponding to the section of Calchaquí Valley between Cachi and (*) CONICET- FCNYM, UNLP. (**) CONICET – FFYL, UBA. (***) FCNYM, UNLP.

Desarrollos Regionales

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Arqueología del Noroeste Argentino

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    LIDIA BALDINI Y OTROS LOS DESARROLLOS REGIONALES EN EL VALLE CALCHAQU CENTRAL, SALTAISSN 0325-2221Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropologa XXIX, 2004. Buenos Aires.

    LOS DESARROLLOS REGIONALES EN ELVALLE CALCHAQU CENTRAL, SALTA1

    Lidia Baldini(*), Elvira I. Baffi(**),Laura Quiroga(**), Virginia Villamayor(***)

    RESUMEN

    En el valle Calchaqu (Salta) las prcticas econmicas y sociales que singularizan alPerodo de Desarrollos Regionales estaban en estado avanzado hacia el siglo IX e involucrabangrupos sociales que producan y usaban alfareras diferentes de la santamariana, pero an no sonclaros los patrones de asentamiento y la dinmica de interaccin de las poblaciones a nivel local,regional y a mayor escala.

    Distintas vas de indagacin acerca de las poblaciones tardas del tramo del valle Calchaqucomprendido entre las cuencas de los ros Cachi y Molinos proporcionan informacin paradelinear una integracin de las poblaciones en sentido transversal al valle troncal, vinculada alacceso y control de las cuencas subsidiarias de mayor envergadura y con vas de comunicacinhacia distintos mbitos. Por otra parte permiten analizar situaciones de continuidad ycontemporaneidad entre asentamientos y grupos sociales, situaciones de interaccin en el mbitoregional y a mayor escala espacial, y avanzar en el conocimiento sobre comportamientosmortuorios.

    Palabras clave: Valle Calchaqu. Desarrollos Regionales. Asentamientos. Interaccin.Prcticas mortuorias.

    ABSTRACT

    The economical and social practices, characteristic of the Desarrollos Regionales Period,were well developed towards the IX century in the Calchaqu Valley. They involved social groupsthat produced and used ceramic vessels different to those corresponding to Santamariana pottery.Nevertheless, the settlement patterns of these groups and their social regional interaction still arenot clear.

    The late populations corresponding to the section of Calchaqu Valley between Cachi and

    (*) CONICET- FCNYM, UNLP.(**)

    CONICET FFYL, UBA.(***)

    FCNYM, UNLP.

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    Molinos rivers are studied applying different approaches. These studies provide valuable infor-mation to discuss the possibility that social groups integrated themselves along the transversalbasins instead of along the main valley. This integration would have been useful in managing theaccess and the control of the main subsidiary basins that connected different areas. Also, theapplication of various approaches is useful in the analysis of situations of continuity and ofcontemporaneous social groups and settlements, the study of evidences of regional interaction ina wider scale, and represents a progress in the knowledge on mortuary practices.

    Key words: Calchaqu valley. Regional Development Period. Settlements. Interaction.Mortuary practices.

    INTRODUCCIN

    A pesar de que la Arqueologa del valle Calchaqu se inicia a fines del siglo XIX y de que aprincipios del XX se producen las investigaciones dirigidas por Ambrosetti (1907), su desarrolloposterior fue irregular hasta el nuevo impulso que cobra en la dcada de 1970, cuando desde nuevasposturas tericas y metodolgicas, se sistematiza la informacin acumulada y se elaboranpropuestas de patrones de asentamiento segn los distintos Perodos, sntesis de la dinmicahistrica hasta el contacto hispano-indgena y se inicia un registro sistematizado de sitios. A la vezse inician investigaciones de diferente magnitud en La Paya, Las Pailas, El Churcal, Tero y MolinosI, entre los sitios tardos ubicados hacia el sur de Cachi. Tero y El Churcal (Tarrag et al. 1979,Raffino 1984) son poblados conglomerados con rasgos estructurales y restos materiales similaresa los de La Paya (Ambrosetti 1907), aunque en El Churcal no se hallaron indicadores relacionadoscon la ocupacin inka. A diferencia de los anteriores, Las Pailas, en Cachi Adentro, constituye unalocalidad arqueolgica cuya larga ocupacin se extiende desde las primeras sociedades aldeanashasta el contacto hispano-indgena, incluyendo un sector habitacional semicoglomerado y un reade cementerio con variedades alfareras que sugirieron la existencia de una entidad social particularhacia el siglo X (Tarrag 1980).

    Posteriormente, el caso de Molinos I confirma que en la regin el Perodo de DesarrollosRegionales se retrotrae en el tiempo, en vinculacin con sociedades establecidas en pobladosconglomerados desde los siglos IX-X (Tabla 1).

    Tabla1. Fechados radiocarbnicos para Molinos I (Stuiver, M and Reimer,P. 1993)

    Molinos I Aos A. P. Aos A. D. 1 d Aos A. D. 2d

    AC 0450 870 90 1033 (1165, 1166, 1188) 1263 997 (1165,1166,1188) 1294

    AC 0451 1040110 892 (1000) 1155 723 (1000) 1221

    AC 0452 1160100 723 (890) 992 661 (890) 1034

    LP 236 95050 1021 (1037,1143,1148) 1160 996 (1037,1143,1148) 1214

    LP 239 101050 990 (1020) 1034 901 (1020) 1159

    En la regin no hay elementos suficientes para intentar trazar las vas por las cuales seprodujeron estas primeras concentraciones poblacionales, en tanto permanece un vaco deconocimiento acerca de los procesos sociales ocurridos en el lapso que va desde las sociedades

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    aldeanas de comienzos de la era cristiana hasta los ltimos siglos del primer milenio de la era, pocaen que se perderan las vinculaciones estrechas con el rea de Atacama que las primeras manifiestan(Tarrag 1984a, 1996). No obstante, para sostener las primeras concentraciones poblacionales sinduda fue necesario que las sociedades involucradas en ese proceso incrementaran la produccineconmica, centralizaran las actividades productivas, organizativas y de toma de decisiones y,ligado a esos procesos, reformularan los modos de interaccin econmica, social y poltica. En esesentido, el caso de Molinos I seala que en el valle Calchaqu durante los siglos IX-X sociedadesque producan alfareras diferentes de las englobadas con la denominacin santamariana estabaninmersas en procesos econmicos y sociales propios del Perodo de Desarrollos Regionales(Baldini 1992a, 1992b, 1996/97, m.s.a. Baldini y Ravia 1999).

    A partir de este estado de conocimientos de la arqueologa regional iniciamos diferentes vasde investigacin2 enfocadas:a) conocer la cantidad y variedad de los sitios arqueolgicos del rea en el Perodo de Desarrollos

    Regionales (siglos IX y XV) e identificar regularidades espaciales en su distribucin quereflejen las concepciones y modos de apropiacin del espacio (Criado Boado 1993);

    b) avanzar en el estudio de las estructuras econmicas y sociales y de las formas e intensidadesde interaccin en el mbito regional y en el marco de los procesos histricos del Noroesteargentino y los Andes Meridionales, tomando en consideracin los modos de vida andinos(Murra 1975, Nez y Dillehay 1995, Browman 1978);

    c) analizar los recursos regionales con relacin a la produccin de las poblaciones considerandoque las prcticas productivas se resuelven en, al menos, dos espacios, uno de produccin localen relacin directa con cada asentamiento y otro un espacio econmico o de produccin msamplio, que implica reas y mecanismos diversificados de apropiacin de recursos, derelaciones sociales y polticas diferentes ms complejas, con relacin a espacios de legitimacin,identidad, etc. (Castro Martnez et al. 1996, Ruiz et al. 1998, entre otros);

    d) la estructuracin de los asentamientos y sus unidades arquitectnicas desde perspectivas quesostienen que la existencia individual y social est ntimamente entramada con la arquitecturay que las estructuras domsticas, contenedores de las actividades humanas, constituyen losespacios donde se desarrollan la produccin y reproduccin de las unidades sociales y lasociedad. (Egenter 1992, Steadman 1996, Snchez 1998); y

    e) las prcticas sociales involucradas en la muerte, desde el punto de vista de que constituyeneventos de integracin social cuyo anlisis, articulado con el anlisis de los asentamientos,aporta a la comprensin de la estructuras econmicas, sociales, polticas e ideolgicas de laspoblaciones (OShea 1984, Lull y Picazo, 1989).

    Una primera sntesis de los avances en algunas de estas lneas de investigacin fue presentadapor Baldini (2003). Sntesis que retomamos junto a otras lneas no desarrolladas anteriormente.

    LA REGIN DE ESTUDIO

    El valle del ro Calchaqu (Figura 1), es una fosa tectnica de 200 km de longitud emplazadaentre el macizo puneo y parte de la cordillera oriental. Se inscribe en un mbito semirido, congrandes extensiones constituidas por mantos rocosos, extensos depsitos de pie de monte, conosaluviales y bajadas, y varios niveles de terrazas en las depresiones de la regin.

    Dentro del sector central del valle, de mayor amplitud y con depsitos recientes ms extensosque el septentrional, y con vegetacin de la provincia fitogeogrfica del Monte en la que se destacanlos remanentes de bosques de algarrobo, el rea de estudio es la franja transversal comprendidaentre las cuencas de los ros Cachi al norte y Molinos al sur.

    En ese tramo el flanco oriental del valle presenta una larga pendiente desde el pie montaosocon numerosos cursos temporarios, a excepcin del ro Tin Tin, de escaso caudal. El lado occidental

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    Figura 1. El mapa ilustra el sector central del Valle Calchaqu, con la regin de estudio,entre la cuenca del ro Cachi al Norte y el ro Molinos al Sur

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    es abrupto hasta el lmite con la puna a lo largo del frente montaoso occidental a los valles deLuracatao y Tacuil-Amaicha, con cursos de agua permanentes que desaguan al Calchaqu por elro Molinos.

    La cuenca de Molinos es la de mayor envergadura de este tramo del valle Calchaqu (Hongns/f), por sus dimensiones y el caudal acufero permanente, que produce franjas de suelos frtilesa lo largo de los ros. Desde el punto de vista de la circulacin regional e interregional esta cuencaes una va de comunicacin hacia la puna de Salta y Catamarca por las abras de Los Diablillos alnorte de Luracatao, del Cerro Blanco a la altura de Colom y del Cerro Gordo en las nacientes delro Tacuil-Amaicha. Hacia el este, se abre a las comunicaciones norte-sur de los valles Calchaquesy sus pasos al oriente por la Cuesta del Obispo, la Quebrada de Las Conchas y los pasos intermediospor el ro Salado o Amblayo.

    En sntesis, la cuenca del ro Molinos constituye un espacio relevante para encarar laresolucin de los diversos aspectos en anlisis. No obstante, permaneca prcticamente descono-cida desde el punto de vista de la arqueologa y es sumamente restringida la informacin sobrecondiciones ambientales y recursos econmicos potenciales3.

    ESPACIOS DE RECURSOS Y TIERRAS AGRCOLAS CONSTRUIDAS

    Una de las lneas en desarrollo se dirige a la produccin de las sociedades tardas, centradaen primer lugar en la produccin bsica, o de subsistencia, y desde la ptica que sta involucra almenos un espacio de produccin local espacialmente ligado a los sitios de vivienda y otro msamplio, no necesariamente continuo, cuyo manejo implica el funcionamiento de diversas relacio-nes econmicas y sociopolticas.

    La produccin bsica debera evaluarse desde evidencias arqueolgicas, pero dada la escasezde informacin especfica encaramos el anlisis de la potencialidad de la regin. Frente asociedades cuya produccin de subsistencia es agroganadera, el recurso natural ms importante esla tierra, en tanto tierra cultivable, tierra con pastos aptos para la ganadera o, en la regin, conbosques de algarrobo y chaar.

    Con relacin a las tierras cultivables debe considerarse, adems, que entre ellas se distinguentierras que es posible usar ms o menos directamente en la agricultura (fondos de valles o espacioscon escasa pendiente y acceso relativamente directo a la irrigacin) y tierras que requieren distintotipo de acondicionamiento. Es decir, espacios productivos socialmente construidos segn lasestrategias de cultivo.

    En el rea no se han efectuado relevamientos detallados de los recursos naturales, y losestudios sobre variaciones climticas y edafolgicas a largo plazo, clima, zoogeografa, etc. sonmuy generales y a nivel regional. En consecuencia, efectuamos una aproximacin a los lmites yposibilidades de los espacios cultivables desde las superficies en uso actual y desde fotografasareas y satelitales, considerando tambin terrenos con vegetacin arbrea, red hdrica y superfi-cies con humedad superficial o subsuperficial, en la cuenca del ro Molinos y el tramo del valleCalchaqu vinculado a su desembocadura.

    Ambas mrgenes de los ros Calchaqu y Molinos estn intensamente cultivadas y conservanalgunos remanentes de bosque de algarrobo en sus sectores con mayor pendiente. En estas tierras,por fuera de cuyos lmites se ubicaron los grandes sitios con viviendas conglomeradas de losDesarrollos Regionales, no se conservan restos para evaluar las tierras afectadas a la agricultura yla tecnologa agrcola prehispnica, excepto en pequeos sectores sobre los lmites de algunossitios de vivienda, donde las reas de pendientes no fueron intervenidas por la produccin histricao reciente.

    Los estudios de suelos de la regin se centran en su aptitud para uso agrcola a lo largo delro Calchaqu, desde la ptica de los sistemas de produccin y la economa actual y enfatizando en

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    la produccin de cultivos para exportacin o procesamiento industrial (Valencia et al. 1970). Noobstante, permiten estimar los tipos de suelos del valle de Molinos, su potencial agrcola y laimportancia del bosque de algarrobo en la cuenca de Molinos y un tramo del ro Calchaqu.

    Los suelos de la terraza inundable del ro Calchaqu tienen escasa pendiente, son texturaarenosa a franco arcillosa, moderadamente drenados, y requieren obras especiales para su usoagrcola. En las terrazas media y alta los suelos son franco limosos, con pendientes del 2 al 5%, detextura superficial variable y moderada a excesivamente drenados, y en la parte distal de los conosaluviales hay sectores con suelos profundos y bien drenados. Estos suelos estn intensamentecultivados con una amplia gama de cultgenos.

    Segn la pendiente, la vegetacin y el uso actual de las tierras, en el valle de Molinos seextienden los mismos tipos de suelo hasta el cono aluvial del ro Amaicha, flanqueados pordepsitos coluviales, de matriz variable y rodados de diferentes tamaos que originan depsitos depie de monte con relieve ondulado, drenaje excesivo y pendiente irregular, que requieren obras decontencin para uso agrcola. Es en este tipo de suelos, actualmente no cultivados, donde seconservan restos de acondicionamientos para el cultivo en algunas zonas de otros sectores de lacuenca del ro Molinos.

    Estimaciones efectuadas sobre fotografas areas escala 1:50000 de principios de la dcadade 1970 y sobre una imagen satelital de 230,8 km (escala 1:230800), dan cuenta que las superficiescultivadas suman muy baja proporcin a nivel regional, alrededor del 3% promedio del rea total.Entre estas, en el valle de Molinos y un tramo del Calchaqu de aproximadamente 10 km a cada ladode la desembocadura de aqul, las tierras cultivadas sumaban 719 ha a principios de 1970,superficie que se expandi a unas 1200 ha y los terrenos arbolados, en su mayor parte remanentedel bosque de algarrobos que prosperaba en la zona, 57 ha (Figura 2).

    En el interior de la cuenca de Molinos, una estimacin general de los terrenos cultivados enel valle de Luracatao alcanza a unas 350 ha, que incluyen restos de infraestructura agrcolaprehispnica, actualmente reutilizada, sobre las mrgenes del ro. Adems hay vestigios deacondicionamientos para el cultivo casi continuos sobre el dilatado pie de monte occidental entrePatapampa y La Sala de Luracatao, a lo largo de unos 15 km y en la margen este, un sector conandenes en la terraza ms baja y sectores acondicionados para el cultivo en las empinadas laderasdel valle.

    Mediante el anlisis de fotografas reas distinguimos, en estos ltimos sectores, una serie deespacios discretos con distintos tipos de acondicionamientos para cultivo. En general presentanestructuras contiguas y de formas irregulares, pero tambin hay cuadros, estructuras rectangularesregulares y andenes, y un caso con estructuras circulares dispersas que correspondera a otra clasede instalacin (Figura 3 y Tabla 2).

    A lo largo del ro Tacuil-Amaicha, y la quebrada subsidiaria de Colom, registramos otras500 ha cultivadas. Al occidente de estos ros se extienden zonas con recursos hdricos superficialesy subsuperficiales y se producen neblinas diarias que modifican el ambiente en el interior dealgunas quebradas; entre stas, Raffino y Cigliano (1978) localizaron andenes de cultivo cubriendosuperficies de entre 100 a 180 ha en La Despensa, La Campana y Mayuco .

    En sntesis, en el valle de Molinos y en el tramo inmediato del Calchaqu contabilizamos1200 ha cultivadas y en las cuencas interiores 850 ha, cifra que para pocas prehispnicas seincrementaba fuertemente con los sectores emplazados en el pie de monte occidental y sectoresdiscretos de la ladera oriental del valle de Luracatao.

    La margen oeste del valle Calchaqu al sur del ro Molinos est constituida por materialrocoso con escasa red hdrica que discurre encerrada por los macizos. Pero al norte de ese ropresenta una zona pedemontana con cursos de agua que forman una amplia red para escurrimiento.En la imagen satelital se observa que en esta rea hay, especialmente al occidente del ro Amaichay de la Quebrada de La Laguna, numerosos espacios con terrenos hmedos, que pueden ser zonascultivables, de pastos, o con bosques como los que se conservan en el fondo de esa Quebrada

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    Figura 2. Areas con cultivos y espacios con humedad superficial y subsuperficial sobre el ro Calchaqu yen sus cuencas occidentales, y disposicin de asentamientos. 1.Vallecito, 2. Santuario; 3. San Isidro, 4.Monte Nieva; 5. El Churcal; 6. San Lucas; 7. Molinos I; 8. La Arcadia; 9. El Carmen; 10. Amaicha; 11.

    Colom I; 12. Colom II; 13. Patapampa; 14. La Puerta; 15. Loma de Luracatao. Sobre fotografa satelitalEscala 1.230800

    (Figuras 1 y 2). En un primer reconocimiento de estas zonas hmedas sobre un pie de monte de lamargen derecha del tramo inferior del ro Luracatao registramos, en Aguadita, 15 has acondicio-nadas con muros que delimitan espacios de cultivo de morfologa variable segn su disposicin enla topografa, entre los que se incluyen sectores con espacios rectangulares contiguos y pequeosconjuntos de unidades de vivienda de planta subcuadrangular.

    Esta aproximacin seala la relevancia que desde el punto de vista econmico, especialmentecon relacin a la produccin agrcola, tienen las cuencas subsidiarias de la margen occidental delvalle Calchaqu. En stas, slo las tierras actualmente en uso suman el 41% del total del espacio

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    Figura 3. Sectores con cuadros, canchones y andenes de cultivo registrados por teledeccin en la cuenca delro Luracatao. El punto 10 corresponde a Loma de Luracatao, asentamiento con viviendas concentradas

    Tabla 2. Teledeteccin de sitios Arqueolgicos del valle de Luracatao

    Identificacin Superficie estimada1 Descripcin1 1.70km Estructuras de cuadros y andenes2 4.32km Estructuras de cuadros y andenes3 0.57km Estructuras contiguas de forma irregular4 0.92km Estructuras contiguas de forma irregular5 0.33km Estructuras contiguas de forma irregular6 0.24km Estructuras contiguas de forma irregular7 nd nd8 0.22km Estructuras irregulares dispersas9 0.47km Estructuras rectangulares contiguas10 0.17km Estructuras contiguas de planta ortogonal11 nd Estructuras contiguas de forma irregular12 0.56km Estructuras rectangulares y andenera13 0.89km Estructuras contiguas de forma irregular14 0.22km Estructuras contiguas de forma irregular15 0.32km Estructuras contiguas de forma irregular16 0.30km Estructuras circulares dispersas

    1 Calculada sobre imagen satelital con el software Image Tool.

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    cultivado, rea que se incrementa con los sectores situados en el pie de monte occidental deLuracatao, que podran sumar unas 200 ha y los sectores con humedad superficial o subsuperficialrelevados, parte de los cuales suman 30 ha y, seguramente, otras reas donde actualmente no seobservan terrenos con humedad, como las tierras agrcolas construidas de Aguadita.

    Adems, los tramos de estas cuencas en zonas con mayor altitud permiten, por una parte, ladiversificacin de cultivos con especies de mayor altura como lo seala la actual produccinfamiliar de distintas variedades de papas, y el incremento de las parcelas dedicadas a qunoa; porotra, un uso ms apropiado para la ganadera, cuya importancia econmica se refleja en larepresentacin de camlidos en muestras seas de contextos domsticos y de descarte de MolinosI, que asciende al 94,5% del total (Fernndez Varela et al. 2002), y la caza de especies de porte,como camlidos y huemules.

    TIPOS DE SITIOS Y TENDENCIAS DE OCUPACIN DEL ESPACIO

    A fin de incrementar sistemticamente el conocimiento sobre la ocupacin tarda de estesector del valle Calchaqu, se iniciaron prospecciones que proporcionaran una aproximacin a lavariabilidad de sitios y su disposicin en el espacio y permitieran avanzar hacia la integracin depatrones de asentamiento. Aunque el cubrimiento areal permanece incompleto, a partir de lainformacin obtenida se perfilan tendencias generales desde las que planteamos hiptesis referidasa los tipos de asentamiento y modos de ocupacin tardos especficos para este sector del valleCalchaqu. Hiptesis que aqu resumiremos, remitindonos a aportes anteriores (Baldini y De Feo2000, Baldini 2002, 2003).

    Al margen de las reas cultivables o con infraestructura agrcola arriba mencionadas, lossitios registrados sobre el ro Calchaqu constituyen poblados conglomerados de dimensionesimportantes, con la nica excepcin de Vallecito, que podra ser una instalacin subsidiaria deSantuario, uno de los mayores asentamientos del rea ubicado pocos kilmetros al norte deSeclants. Todos estos asentamientos se emplazan en la pendiente y el plano superior de la primeraterraza del ro, fuera de los espacios con suelos cultivables y suelen conservar muros de contencinde derrumbes en las pendientes. Adems, algunos estn en una ubicacin con notable dominiovisual de la regin pero, a excepcin de la muralla que delimita la ciudad de La Paya, emplazadainmediatamente sobre el fondo de valle (Ambrosetti 1907), no poseen arquitectura defensiva ni sonde acceso dificultoso4.

    Estos asentamientos, que se presentan como espacios con un alto grado de concentracin deunidades de vivienda, y que muestran divergencia con relacin a las formas de los asentamientode las sociedades santamarianas localizadas ms al sur (Tarrag 2000), se disponen a distanciascortas y muy regulares sobre el valle troncal, produciendo dos concentraciones de sitios conglo-merados a lo largo del mismo, una espacialmente vinculada a la cuenca de Cachi donde se disponenasentamientos similares, y otra vinculada a la cuenca de Molinos.

    En el interior de esa ltima cuenca, de dimensiones notablemente mayores que la de Cachi,es recurrente otro tipo de reas de vivienda. Son conjuntos de viviendas de menor extensin ydensidad, dispuestas en relacin directa a amplios terrenos con cuadros aterrazados, comnmenteentre ellos. En mucha menor proporcin registramos asentamientos conglomerados similares a losdel valle del ro Calchaqu, pero emplazados sobre terrenos elevados, de acceso naturalmente muydificultoso y protegido por muros en las partes menos escarpadas, ocupando posiciones estratgi-cas con relacin al dominio del entorno y las vas de circulacin interregional.

    Considerando la disposicin espacial de los asentamientos y las diferencias de magnitudentre los sitios de vivienda ubicados sobre el valle principal o en la cuenca de Molinos planteamosque los asentamientos con mayor densidad poblacional articularon las instalaciones del interior delas cuencas occidentales produciendo una integracin de las poblaciones transversal al eje del ro

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    Calchaqu, vinculada al acceso y control de las cuencas subsidiarias de mayor envergadura, congrandes espacios de importante productividad agrcola, recursos econmicos dismiles y vas decomunicacin hacia distintos mbitos (Baldini y De Feo 2000).

    Tambin a partir de esta informacin comenzamos a destacar las particularidades de lasformas de asentamiento regionales. Segn la informacin actual, aunque en algunos casos losasentamientos conglomerados del valle troncal se encuentren sobre terrazas relativamente eleva-das por sobre el fondo de valle o cuya ubicacin proporciona un importante dominio visual de laregin, no conforman asentamientos defensivos de tipo en pucar, an considerando una concep-cin flexible de esa categora de sitios (Ruiz y Albeck 1995-6). Un tipo de asentamiento que si sepresenta en los valles ms occidentales de Luracatao y Tacuil, sobre los lmites con la regin punea(Cigliano y Raffino 1975, Baldini y De Feo 2000, Baldini 2003).

    VARIABILIDAD DE LOS ASENTAMIENTOS: LAS CASAS EN SITIOS TARDOS DELVALLE CALCHAQUI

    Enfocando el anlisis en otra escala, en el interior de los asentamientos, abordamos laexploracin de la variabilidad de las formas arquitectnicas de las unidades de vivienda, es decir,conjuntos discretos de recintos, distinguibles de otros similares, que permiten argumentar quecorresponden a una unidad domstica, mbito donde se desarrolla la produccin y reproduccinde las unidades sociales y la sociedad, apuntando en una primera instancia a distinguir homogeneidady heterogeneidad en estructuras cuya primera visin las muestra distintas y semejantes a la vez.

    La exploracin de los rasgos de las unidades de vivienda de diversos sitios, cuyos lapsos deocupacin cubren todo el Perodo de Desarrollos Regionales y la poca de ocupacin inka -LasPailas, Borgatta, Gana, Tero, El Churcal, San Isidro, Molinos I5- a partir de planimetras condiversas escalas de ajuste, as como detalles y croquis de esas unidades, se orient a detectarregularidades y diferencias en sus formas, dimensiones y tcnicas constructivas en y entreasentamientos; en forma complementaria ensayamos un anlisis de la visibilidad del interior decada recinto en las unidades ms complejas.

    A partir de este anlisis se distinguieron dos tcnicas de construccin, distintos patronesarquitectnicos, variaciones de ndole posiblemente cronolgica y un caso que se aparta de lo mscomn en la regin.

    En todos los sitios las estructuras se observan delimitadas por anchos muros dobles de piedracon relleno interno. Sin embargo, a pesar de la apariencia similar, en algunos casos los muros sonefectivamente dobles pero en otros esa apariencia resulta de la tcnica constructiva, que consistien cavar la planta del recinto y revestir los lados con un lienzo de piedra. Es la contigidad de losrecintos lo que produce las paredes dobles que, enmascaradas por sedimentos, suelen observarsesuperficialmente como largas estructuras monticulares. En sntesis, se registran dos modosconstructivos diferenciados.

    Con relacin a las formas, las unidades ms frecuentes son las simples, integradas por unnico recinto subrectangular, y las compuestas por dos o ms -en ciertos casos hasta ocho- recintosadosados de tamao desigual; ambos tipos de estructuras, simples o compuestas, pueden tener ono vanos de ingreso a la unidad. Pero se registran otros patrones de vivienda, uno en Las Pailasintegrado por un recinto rectangular grande en el que se inscriben otros ms pequeos (Tarrag1980 Fig.2) y otro en Gana con grandes recintos adosados de plantas subcuadrangulares y una oms aberturas de ingreso, en los que se inscriben y/o se adosan externamente recintos menores(Figura 4).

    La existencia de regularidades en las dimensiones de las unidades de vivienda en y entreasentamientos se evalu a travs de las dimensiones lineales y las superficies cada unidad, larelacin entre la superficie de cada recinto con la superficie de la unidad y el ancho de los vanos.

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    Con ese examen se distingui un patrn similar en cuanto a las dimensiones de los recintosde habitacin y patios, tanto en las dimensiones lineales como en las superficies en El Churcal, Teroy Molinos I, patrn al que tambin se integra Borgatta6 (Pollard 1981:127) en cuanto a lassuperficies. En San Isidro se observan dos tipos de unidades, una con recintos similares a lossimples de los primeros sitios, y otra constituida por dos recintos intercomunicados, en las que lasuma de la superficie de ambos se aproxima a la de los simples (Pollard 1981, Tarrag et al. 1979,Raffino et al. 1976, Baldini y De Feo 2000) (Figura 5).

    Figura 4. Plano de Gana y de una de las unidades habitacionales

    Tambin se detect regularidad en el ancho de los vanos. Cuando las unidades poseen vanode ingreso, ste es ms estrecho que los interiores y en el caso de las unidades con mltiples recintosde El Churcal, que no poseen vano de ingreso, son ms amplios los ingresos a los patios, a losespacios de circulacin y a los recintos cuyo acceso est mediado por otro intermedio.

    En el caso de Las Pailas tambin en las dimensiones se observan diferencias. Los recintos dehabitacin son mucho ms pequeos y los patios de tamao semejante al de los recintos-habitacinde El Churcal y sitios similares.

    Considerando que la posicin cronolgica estimada para Las Pailas es similar a la de MolinosI, a comienzos del Perodo de Desarrollos Regionales se registraran dos patrones de unidades de

    Figura 5. Unidades de vivienda de El Churcal tomadas de Raffino et al. 1976 y remontadas por nosotros.Se observa una unidad integrada por dos recintos, y dos con recintos mltiples

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    vivienda, uno asociado a espacios productivos y otro integrado en poblados conglomerados, esdecir, configurando dos tipos de asentamiento coetneos.

    Como mencionamos, Gana presenta estructuras con dimensiones, configuracin, y posible-mente tcnica constructiva, diferentes de la ms comn en la regin. Si bien esto podra relacionarsea su posible vinculacin con la ocupacin inka (Baldini y De Feo 2000), tampoco corresponde alos patrones constructivos comunes de esa filiacin, por lo que su significado debe indagarse conmayores elementos7.

    ANLISIS DE ARTEFACTOS E INDICIOS DE INTERACCIN

    Una de las problemticas de la arqueologa regional tarda es resolver la articulacin deasentamientos y grupos sociales, tanto a nivel regional como con relacin a las redes de interaccinen que pudieron articularse a otras escalas espaciales.

    En el valle Calchaqu es posible distinguir una poca inicial en los Desarrollos Regionalesy un fuerte interrogante es la articulacin entre las sociedades de esa poca inicial y lassantamarianas algo posteriores, y en la actualidad la alfarera resulta el indicador ms claro parala distincin preliminar entre esas sociedades.

    Aunque la cermica tarda del valle Calchaqu fue objeto de estudios detenidos desdeprincipios de siglo XX, en especial a partir de la hallada en los contextos de tumbas de La Paya(Ambrosetti 1907), y posteriores aproximaciones que analizan la especificidad de las variedadesdecoradas de la regin, particularmente urnas y pucos santamarianos y su posible significacin conrelacin a situaciones de interaccin o a identidades sociales (Tarrag y De Lorenzi 1976, Calderari1991, Baldini m.s.b.), no todas las variedades cermicas asociadas a los asentamientos tardos delvalle Calchaqu han sido objeto de una caracterizacin detallada. En este sentido se dise unestudio de la alfarera que apunta a conocer la variabilidad cermica regional a partir de ladefinicin de estilos tecnolgicos (Cremonte 1991), su variacin cronolgica y su significado conrelacin a prcticas econmicas y sociales, partiendo del supuesto que su produccin se diversificasegn usos y funciones y que, adems, las vasijas se incluyen en situaciones y procesos que generano refuerzan distinciones y diferencias entre sujetos y grupos sociales. (Rice 1987, Jones 1990).

    En principio se inici con una caracterizacin de pastas, atendiendo a la posibilidad decorrelacionarlas con anlisis anteriores y con vasijas completas y, adems, con la hiptesis que laspastas de cermicas fragmentadas de algunos asentamientos asociados preliminarmente a lasociedad santamariana, evidenciaran la produccin de otras variantes alfareras, dando indiciossobre vnculos entre distintos grupos sociales.

    Los primeros resultados reafirmaron la diferencia entre la cermicas decoradas de MolinosI y las englobadas en la denominacin santamariana, y tambin distinguieron variaciones en laproduccin de vasijas ordinarias. En este sentido, adems de informar sobre distintas formas deproduccin cermica, las caracterizaciones resultan apropiadas para distinguir preliminarmenteentre asentamientos estructuralmente muy similares y con largas historias ocupacionales, cualespodran estar ocupados desde los inicios del Perodo de Desarrollos Regionales brindando laoportunidad de profundizar en el estudio de la articulacin entre distintas sociedades tardas de laregin (Baldini 2003, Baldini y Balbarrey 2004).

    Desde otra perspectiva, los estudios de la alfarera tambin proporcionaron, junto a los deprocedencia de materias primas lticas, elementos para plantear hiptesis sobre situaciones deinteraccin a abordar en el futuro.

    Sabemos que las sociedades del NOA estuvieron involucradas en redes de interaccin dedistintas magnitudes que movilizaban bienes y recursos materiales y simblicos, a la par queimplementaban otros mecanismos de complementacin socioeconmica en espacios ms o menosvinculados a los asentamientos. Si bien en el valle Calchaqu hay claras evidencias que las primeras

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    sociedades aldeanas interactuaban con las del rea de Atacama, la escasez de restos materiales quesealen la continuidad de esa interaccin durante un lapso posterior cuya duracin desconocemos,reflejara que las sociedades de su tramo central permanecieron al margen de los principalesfenmenos de interaccin que se dieron durante la segunda mitad del primer milenio (Tarrag1984a, 1996, 2000, Baldini 1996/7). Sin embargo, hay evidencias que sealan vnculos entre lassociedades calchaques y atacameas durante Perodo de Desarrollos Regionales avanzado, comolas tabletas incluidas en contextos de tumba de La Paya y otros sitios de la regin (Ambrosetti 1907,Torres 1986), la iconografa santamariana plasmada en diversos soportes en el norte de Chile ociertas vasijas incluidas en enterratorios del cementerio hispano indgena de Cachi Adentro(Tarrag1984b. Tarrag et al. 1997).

    Asumiendo que estuvieron vigentes diversos mecanismos de interaccin a nivel local,regional y a mayor escala espacial, y que el hecho de no distinguirlos obedece fundamentalmentea un estado de conocimiento parcial y fragmentario, y aunque an no es posible delinear losmecanismos especficos, sealamos que las similitudes estilsticas entre la alfarera de Molinos Iy algunos tipos de vasijas de los valles de Hualfn y Abaucn sealan contactos con sociedades deesos valles efectuados por vas occidentales al valle Calchaqu, en las mismas zonas donde escasosfragmentos Cienaga y Aguada dan indicio de la circulacin de bienes y sujetos de tales mbitosdesde pocas tempranas por los valles de Luracatao, Colom y Tacuil-Amaicha (Raffino et al.1982, Baldini 1996/7, 2003).

    Adems, hemos plateado que ciertos elementos de diseo abren la perspectiva de plantearhiptesis sobre otros posibles contactos, a mayor escala espacial. La forma y decoracin internade los cuencos de Molinos I son semejantes a los de cuencos las regiones de Lpez en Bolivia(Arellano Lpez y Berberin 1981), del rea del ro Loa en el norte de Chile (Schiappacase et al.1989, Uribe R. 1997), y a fragmentos Pucarani y Kelluyo del Perodo Intermedio Tardo de lasregiones de Juli-Pomata y Desaguadero de la cuenca del Titicaca (Stanish et al. 1997, Figs. 18, 22y 82) (Figura 6). Estas semejanzas sugieren evaluar la hiptesis de situaciones de interaccin que,por los pasos occidentales al valle Calchaqu y siguiendo los salares puneos, vincula sociedadesaltiplnicas y calchaques (Baldini 2003).

    Tambin el acceso a ciertas materias primas lticas remite a situaciones de contacto einteraccin con sociedades de la puna meridional a travs de los pasos emplazados en la ladera oestede las cuencas occidentales al valle Calchaqu. Entre los artefactos lticos que recolectamos en LaPaya, San Isidro y Molinos I se cuentan algunos manufacturados en dos variedades de obsidiana,una gris veteada traslcida a la que se suma, en Molinos I, otra negra, opaca, y una variedad debasalto negro. Este ltimo procede posiblemente de la zona del salar de Antofalla8, al igual que laobsidiana gris, de la fuente Ona de esa regin (Escola et al. 1992-3) segn un anlisis por activacinneutrnica, en tanto que la obsidiana negra proviene de otra fuente, an desconocida9. Yacobaccioet al. (2004) distinguen dos reas de distribucin de obsidianas de distintas procedencias quepueden ser descriptas como esferas de interaccin que operaban en las porciones norte y sur delNOA, esta ltima, cuya fuente ms empleada fue la de Ona, incluye al valle Calchaqu, por lo quesu presencia en Molinos I y sitios cercanos queda comprendida en los mbitos de circulacinesperados. No obstante, la presencia de una variedad de obsidiana negra, opaca, cuya procedenciaresulta desconocida, deja abierta la perspectiva de otras vas de acceso a materia primas einteraccin.

    Esta serie de elementos sealan situaciones de interaccin con sociedades principalmentepuneas, y sugieren evaluar la hiptesis de otras con sociedades altiplnicas, en que los vallesoccidentales al Calchaqu pudieron funcionar como una va privilegiada por sobre el valle principalpara la circulacin de bienes y sujetos, en sentido longitudinal y a travs de los sucesivos pasosemplazados en su flaco oeste (Baldini 2003).

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    Figura 6. N 1 a 4, fragmentos de la regin de Lpez, Bolivia (tomado de Arellano Lpez y Berberin1981); 6 a 11 de Molinos I, valle Calchaqu, Argentina; abajo. fragmentos Pucarani y Kelluyu de la

    cuenca del Titicaca (tomado de Stanish et al. 1997)

    UNA MIRADA DESDE LA ARQUEOLOGA DE LA MUERTE

    Desde hace ms de un siglo abunda informacin sobre los enterratorios tardos del valleCalchaqu, sin embargo, su estudio permaneci limitado e incompleto. La ausencia de restoshumanos recuperados en sus contextos de depositacin y de estudios precisos en los casos en quefueron recolectados sistemticamente, ha sido crucial con relacin a los anlisis sobre edad, sexo,estado de salud, marcas de tensin social, genealogas, etc. Aunque la informacin acumuladaproporciona indicios y evidencias, tampoco se ha profundizado en los aspectos de los rituales, eltrabajo invertido en los entierros o el significado social de sus contenidos.

    Abordar el anlisis de la informacin acumulada y de hallazgos recientes desde el punto devista de que las prcticas relacionadas con la muerte constituyen eventos de integracin socialmaterializadas en un continente y un contenido cuya variabilidad se vincula con los interesesparticulares de cada sociedad, y/o con segmentos sociales de distinta ndole (familias, linajes,estamentos sociales jerarquizados, clases de edad, etc.), y que por lo tanto pueden dar cuenta derelaciones sociales aportando, articuladas con el anlisis de los asentamientos, a la comprensin

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    de la estructuras econmicas, sociales, polticas e ideolgicas de las poblaciones (OShea 1984,Lull y Picazo 1988), permite comenzar a revertir esta situacin.

    La revisin de concepciones puestas en juego por la arqueologa de principios de siglo XXpermiti despejar preconceptos y detectar indicios de prcticas rituales, delinear diferencias entrelos enterratorios de los Desarrollos Regionales iniciales y avanzados, profundizar en la evaluacindel estado de salud de las poblaciones y proponer una sistematizacin en la caracterizacin etariade los individuos.

    Sintetizando algunos de esos resultados cabe destacar que retomar la informacin sobre losenterratorios en cista de los sectores sur, centro, norte y oeste de la ciudad prehistrica de La Paya(Ambrosetti 1907) permiti evaluar que el costo social de las tumbas -el trabajo invertido en laseleccin y transporte de materiales y en la construccin de la estructura- fue relativamentehomogneo y no dara cuenta de inversiones diferenciadas segn los individuos, o el nmero deindividuos, depositados. Por el contrario, el contenido, muy variable en cantidad y tipo de objetos,se presenta como una dimensin contrastante con la anterior, en la que se expresan diferencias enel costo social invertido en algunos individuos o grupos de individuos.

    En una exploracin inicial de los contenidos a partir de la presencia de objetos de metal, cuyaproduccin compleja y significado relevante con relacin a estructuras sociales y simblicas(Lechtman 1988, Gonzlez 1992, Gonzlez 1999) podran dar indicios para delinear hiptesissobre consumo diferencial a partir del conjunto de tumbas, se observ que estos objetos integranel ajuar de aproximadamente el 50% del total de tumbas, pero slo un nmero reducido contienepiezas con importante cantidad de metal, y trabajo invertido en su elaboracin, como las placas odiscos, que acumulan ms del 99% del bronce usado en ornamentos (Gonzlez 1999), a la vez quela mayor proporcin de metal (83,69%) se concentra en slo ocho tumbas de la ciudad de La Paya,situacin que analizada en clave de acceso diferencial a cierta produccin podra acercarnos a laevaluacin de categoras sociales.

    En los entierros en urnas, donde stas son el continente, las de tipo tosco, vasijas utilitariascuyo uso final fue el de urna, e implicaran un menor costo social, no suman altas frecuencias, niparecen tener localizaciones particulares en La Paya. Estas condiciones, y su depositacin en elinterior de las cistas de adultos, en ocasiones asociadas a urnas decoradas, sugieren que nodenotaran diferencias de tipo social, asumiendo la hiptesis de que las tumbas con entierrosmltiples se corresponden con unidades familiares (Baldini y Baffi 2003, 2004).

    Un enterratorio de infante en una urna ordinaria -del mismo tipo que las halladas en La Paya-de Ruiz de los Llanos, a escasos kilmetros al norte de Cachi, y fechado en 54090 A.P., adquiriun inters especial debido a la ausencia de datos sobre subadultos en la regin y porque los restosseos presentaron indicadores de estrs nutricional, aportando informacin sobre las condicionesde salud de las poblaciones prehispnicas tardas. Pero adems dio indicios para comenzar aanalizar aspectos de los rituales mortuorios (Baffi et al. 2001).

    A su vez, un enterratorio hallado en las cercanas de Molinos I, permite avanzar en los modosde entierro de comienzos de los Desarrollos Regionales. Se trata del entierro de un individuofemenino de 18 a 20 aos de edad y con el crneo con deformacin de tipo tabular erecta, que estabadispuesto directamente en la tierra con las extremidades flexionadas al que acompaaba como ajuaruna vasija decorada del tipo de las de Molinos I. El caso proporciona informacin sobre estado desalud y tipo de deformacin craneana coincidentes con lo conocido para las poblaciones ms tardasde la regin, segn estudios de muestras correspondientes a la ocupacin santamariana y al PerodoInka en el sector central del valle del ro Calchaqu y la cuenca interior del ro Molinos, as comola misma patologa que en el 42% del los casos de la misma poblacin (Baffi 1993).

    Desde otro punto de vista, el modo de inhumacin diferente del ms comn en cistas conadultos mltiples, sugiere que entre los siglos IX y XI an no se haba establecido el uso de cmarascirculares de piedra para la disposicin de mltiples adultos, lo cual refleja menor inversin socialen el tratamiento de los muertos, perfilando otra distincin entre las sociedades de comienzos delos Desarrollos Regionales y las ms tardas10 (Baldini y Baffi 2003a).

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    Con relacin a otros aspectos mortuorios, evidencias registradas en enterratorios de diferen-tes sitios dan indicio que en el valle Calchaqu los rituales incluyeron la exposicin del cuerpo alcalor, mediante su depositacin con cenizas en algunos casos calientes. Una prctica que sereconoce indistintamente en enterratorios de adultos y subadultos, y desde comienzos de la erahasta el final del perodo prehispnico, cuando las ocupaciones inka y colonial dislocan lastradiciones regionales y se modifican los tipos de enterratorios y los rituales (Tarrag 1984, Baffiet al. 2001, Baldini y Baffi 2003 y m.s.).

    Adems, la revisin de informacin edita e indita sobre La Paya, El Churcal y Tero(Ambrosetti 1907, Raffino et al. 1976, Tarrag et al. 1979) nos permiti registrar indicadores deprcticas sociales que es necesario investigar, entre ellos se cuentan entierros de crneos de nioso de restos de varios nios en una misma vasija, entierros mltiples de crneos de subadultosseparados del resto del esqueleto, cuerpos de adultos sin crneo, y un caso de crneo de nio conun agujero intencional.

    A MODO DE SNTESIS

    Como mencionamos al inicio, los conocimientos sobre las sociedades tardas del valleCalchaqu permanecen fragmentarios dificultando avanzar sobre patrones de asentamientos y losprocesos econmicos y sociopolticos regionales. La localizacin de nuevos asentamientos,muchos en zonas muy escasamente conocidas, proporcionaron informacin para articular hiptesisacerca de las formas de ocupacin del espacio y de integracin de las poblaciones tardas del sectorcentral del valle Calchaqu.

    El estado actual de conocimiento muestra que una alta proporcin de los sitios registrados enla regin constituyen poblados conglomerados con unidades de vivienda a las que se asocian reasmonticulares de distintos tamaos y funciones, enterratorios, vas y espacios de circulacin, y queeste tipo de asentamientos tiene una fuerte presencia en el valle del ro Calchaqu, a la vez que seproduce un panorama de ocupacin diferente en los valles subsidiarios de occidente.

    Es decir que una vez establecida la aglutinacin de poblaciones en asentamientos conglome-rados durante los siglos IX-X, en los posteriores se produce concentracin poblacional sobre elvalle principal, con grandes asentamientos emplazados sobre las pendientes de terrazas adyacentesa la franja aluvial cultivable, en ciertos casos en zonas de visibilidad estratgica pero sin dificultadde acceso.

    A la vez, en las cuencas interiores de la vertiente occidental se generan mbitos con unaconfiguracin ms rural, con amplias zonas de produccin agropecuaria donde las instalacionesresidenciales son de dimensiones mucho menores y constituyen conjuntos de viviendas relativa-mente dispersas. A ellas se suman algunos sitios de mayores dimensiones identificables latu sensucomo pucar, es decir, en emplazamientos naturalmente defendidos por su posicin elevada y dedifcil acceso, y por cuya localizacin se relacionan con el control de los espacios productivos, lasvas de comunicacin interregionales y la demarcacin de territorios, en valles que funcionaroncomo una va privilegiada para la circulacin interregional de sujetos y bienes materiales ysimblicos, tanto en sentido norte-sur, como en sentido este-oeste (Baldini 2003).

    Las sociedades tardas se sustentaban en las tierras puestas en produccin. En el valleCalchaqu, una regin donde la escasez de agua es un factor limitante para la agricultura, y lossuelos cultivables son proporcionalmente muy escasos y requieren regeneracin, los sistemasproductivos debieron funcionar presionando sobre sus lmites y el mantenimiento o incremento delos niveles de produccin dependeran de la ampliacin de las reas y/o del incremento de suproductividad mediante inversin de trabajo. En este sentido, en la regin de estudio sobresalen lastierras agrcolas socialmente construidas sobre sectores de pie de monte que se conservan en de lascuencas interiores.

    En este contexto de espacios productivos discretos y limitados, la concentracin poblacional

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    que denota la sucesin de grandes sitios conglomerados sobre el valle Calchaqu debi obedecer a quepor sus prcticas productivas las sociedades seleccionaron para su instalacin reas con tierrascultivables extensas y con los suelos de mayor capacidad agrcola. No obstante, estas tierrascultivables no seran suficientes para sostener la poblacin de los sitios de este sector (El Churcal, SanIsidro, Monte Nieva y Molinos I, con un nmero de recintos habitacionales que vara entre ms de500 en el primero y unos 150 en el ltimo), incluso sin considerar los necesarios perodos de descansode la tierra, la posibilidad de que no todos los sitios hayan estado ocupados en algn lapso, etc.

    Las sociedades tardas del NOA integraron patrones de asentamiento en partes cualitativa yespacialmente diferenciadas y su manejo de los recursos econmicos articul espacios amplios ydiscontinuos mediante diversos mecanismos econmicos y sociopolticos.

    Retomando la concepcin del territorio econmico como compuesto por al menos dosdimensiones espaciales, a partir de la disposicin de los distintos tipos de asentamientos y de lasdiferencias de magnitud entre los ubicados sobre el valle principal o al interior de la cuenca deMolinos, planteamos que los de mayor densidad poblacional habran articulado las instalacionesde las cuencas subsidiarias de occidente.

    La ubicacin de los valles interiores en un mbito que permite diversificar la produccin concultivos de mayor altura, resulta ms apropiado para la actividad ganadera que el valle Calchaquy que constituye una importante va de comunicacin regional e interregional cuyo control debiser de suma importancia econmica y sociopoltica, la insuficiencia productiva del valle troncalcon relacin la concentracin poblacional, y la posicin de los mayores sitios espacialmentevinculados a los ingresos a las cuencas occidentales, seala que las prcticas econmicasapuntaran hacia esa direccin.

    Enfocar la atencin en el interior de estos asentamientos brind una mejor percepcin de lavariabilidad de los patrones arquitectnicos, tanto a nivel espacial como a lo largo del Perodo(Baldini y Golfieri 2004).

    Distinguimos que en los inicios del Perodo de Desarrollos Regionales (siglos IX-XI) sepresenta un modo de instalacin en sitios conglomerados con unidades de vivienda similares a lasque persisten en los siglos posteriores, cuando habra ocurrido una mayor diferenciacin en esasunidades, como en Tero y El Churcal, que podra correlacionarse con diferencias al interior de losgrupos sociales.

    Recientes excavaciones en Molinos I han aportado mayor informacin con relacin a otrascaractersticas estructurales de este tipo de unidades de vivienda, como el caso de pisos preparadoscon una capa de sedimento arcilloso compacto y de un techado sostenido por postes dispuestoshacia el centro de la planta y alineados en sentido longitudinal, que sugieren un techado en galerasobre uno de los lados mayores, o a dos aguas.

    Por otro lado, en Las Pailas, hacia las cabeceras del ro Cachi, las unidades de vivienda mstempranas del Perodo presentan otro patrn arquitectnico y se disponen ms o menos dispersasentre sectores de canchones de cultivo. Esta ltima configuracin arquitectnica, en unidadeshabitacionales y sitios, por el momento es tambin netamente predominante en las otras cuencasen el occidente del valle Calchaqu. Aunque an falta una resolucin cronolgica ms definida paraestos sitios, ms all de rasgos arquitectnicos generales y de muestras superficiales en que losrestos de cermicas tardas alcanzan un neto predominio, es posible postular que este patrnarquitectnico perdura en estos mbitos a lo largo de todo el Perodo de Desarrollos Regionales y,muy posiblemente, contina durante la ocupacin Inka.

    Segn la informacin actual Tero y El Churcal poseen las unidades de vivienda mscomplejas y de mayor tamao, y en ambos se observa un incremento de la privacidad desde unespacio mayor -patio- hacia otros cuyas dimensiones restringidas los sealan como recintos-habitacin. La asociacin de estas unidades de vivienda con otras menos complejas, de menoresdimensiones y con circulacin interna ms libre, sugiere la hiptesis de que estas diferencias serelacionen con prcticas y/o sectores sociales particulares. Posibilidad que subraya la necesidad deprofundizar en el registro y anlisis detenido de los contenidos de las unidades de residencia con vistas

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    a avanzar en la estructuracin socioeconmica de las poblaciones desde el interior de las casas.Este conjunto de resultados es de inters para avanzar tanto en la particularidad de los

    establecimientos regionales, como en el significado social de los distintos tipos de vivienda y enla distribucin aparentemente diferencial de los sitios de carcter defensivo en la regin, en tantosu presencia se vincula a los conflictos generados entre las sociedades tardas (Nez y Dillehay1995, Tarrag 2000).

    En el abordaje de la informacin acumulada y de hallazgos recientes desde el punto de vistade la arqueologa de la muerte se destacan como resultados ms sugestivos la identificacin dealgunos aspectos rituales que tendran una larga tradicin en la regin, y variaciones en el costo yel valor social de tumbas y ajuares, que perfilan interesantes perspectivas a desarrollar en el futuro.

    Con relacin a la problemtica de la interaccin a distintas escalas, diversos indicioscomienzan a dar cuenta de las vas hacia las que es necesario dirigir la atencin.

    Recibido: septiembre 2004.Aceptado: septiembre 2005.

    AGRADECIMIENTOS

    A las autoridades y la poblacin de Molinos, Seclants y Cachi, por su valioso apoyo.A M. Golfieri, , S. Peri, L. Dulout, G. Cieza, P. Bustos y L. Zilio, por su colaboracin en la investigacin.

    A M. Sprovieri por su colaboracin y por compartir con nosotros informacin de su trabajo de Tesis.A C. Tremouilles, por sus dibujos.

    NOTAS

    1 Una versin semejante de este trabajo fue publicada en: Local, regional, global: prehistoria, protohistoriae historia en los Valles Calchaquies. Percornell, Perstenborg eds.

    2 Las investigaciones se insertan en Proyectos financiados por CONICET (PIP 0146/98) y la UNLP (11/N337 y 11/N384).

    3 Una mayor caracterizacin de la regin puede verse en Baldini 2002, Baldini y De Feo 2000.4 Pucaras registrados en los sectores Norte y Sur del valle, como en Palermo y Angastaco, se vinculan con

    la ocupacin inka.5 No incluimos en esta instancia a La Paya debido a que su planimetra resulta esquemtica para deslindar

    con cierta certeza los lmites de las unidades constructivas. Los sectores relevados con mayor detallecorresponden a la Casa Morada y su entorno, que requieren un tratamiento especfico. De los sectores sinaparente remodelacin slo se relev un recinto que integra una unidad mayor (Alfaro de Lanzone, 1985).Tampoco incluimos Ruiz de los Llanos, relevamos un sector pero el grado de enmascaramiento de lasestructuras impide delimitar con cierto ajuste la planta y composicin de las estructuras.

    6 En el croquis publicado de Borgatta no estn representados los patios, de mayores dimensiones.7 Por el momento no hay indicios que permitan aventurar hiptesis al respecto. Slo se ha efectuado la

    planimetra del sitio y recolecciones de material superficial. Las muestras se componen bsicamente defragmentos cermicos ordinarios, santamarianos e inkas.

    8 M. Leipus. Comunicacin personal.9 Michael D. Glascock. Comunicacin personal.10 Se conocen hallazgos casuales con alfareras similares en la regin, en ningn caso los relatos de quienes

    los hicieron mencionan su inclusin en cmaras de piedra.

    BIBLIOGRAFA

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