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LA DIÁSPORA MORISCA Mercedes García Arenal La expulsión de los moriscos entre 1609-1614 es uno de los episodios más significativos y de mayores repercusiones (tanto demográficas y económicas como ideológicas), de la Edad Moderna penin- sular. Desde el punto de vista estricto de movimientos de población, de éxodo de musulmanes de la Península Ibérica hacia otras riberas del Mediterráneo, no es sino el último y más espectacular capítulo de una larga serie que había comenzado en el siglo XIII con las grandes conquistas territoriales cristianas del valle del Guadal- quivir y de Valencia, continuado en el XV con la conquista del Reino de Granada, con un goteo continuo todo a lo largo del siglo XVI y sobre todo en torno a la Guerra de las Alpujarras de 1569-71, para terminar en el doloroso episodio de la deportación del siglo XVII. Todos estos emigrados y expulsados, incluidos los moriscos, son conocidos en sus países de acogida con el nombre de «andalusíes». El resultado de las tremendas me- didas adoptadas en 1609-14, fue arrojar a tierras del Islam norte-africano y otomano a la práctica totalidad de los moriscos españoles, que se calcula en torno a las 300.000 personas. De estos, unos 70.000 a 100.000, procedentes de Andalucía y Extremadura, vino a instalarse en Marrue- cos. El desembarco se realizó por Ceuta y Tánger, pero también en Tetuán y Alhucemas. En un primer momento, se instalan donde pudieron en las cercanías de estos puntos, procurando evitar el adentrarse en el interior del país, y muchos de ellos tratando de quedarse en las plazas españolas o intentando regresar a la Península. Para comprender la llegada e insta- lación de estos moriscos en Marruecos, es necesario tener en cuenta algunas circuns- tancias del país de acogida. En primer lugar, Marruecos tiene la especificidad respecto al resto del Norte de África, de haber mantenido su independen- cia respecto al Imperio Otomano. A prin- cipios del siglo XVII ocupaba prácticamen- te el mismo territorio que el actual reino, y que había quedado esbozado ya en la Edad Media. Las distintas dinastías que se ocuparon de su gobierno tuvieron siempre su centro decisor en Fez; los almorávides y almohades, movimientos dinásticos pro- cedentes del Sur del país, crearon una nueva capital, Marrakech. Los últimos almohades, conscientes de que esta capi- tal quedaba demasiado alejada del centro de lo que era un gran imperio, comenzaron la construcción de la tercera capital, Rabat, que no pudieron concluir. Comienzo por esta enumeración de los centros urbanos ya que son ellas, las ciudades, las que significan el poder político musulmán en el país, y además por que los moriscos se establecerán en su mayoría en las ciuda- des o en cualquier caso, en el espacio socio-político urbano. Cuando fueron ex- pulsados, portugueses y españoles ocupa- ban las ciudades costeras marroquíes de Ceuta, Melilla, Tánger, Arcila, La Mamora y Larache. Marruecos, pues, tenía que defenderse de españoles y portugueses por un lado, y por otro, de los Otomanos, instalados en Túnez y Argel. Políticamente, el país se hallaba dividido, en estos prin- cipios del siglo XVII, en luchas civiles encabezadas por los diversos hijos aspi- rantes al trono dejado vacante por la muerte, en 1603, de Ahmad al-Mansur, perteneciente a la dinastía Sa'dí, el sultán que había derrotado a los portugueses en la batalla de Alcazarquivir en 1578, y había conquistado el Sudan en 1591. Según el sistema tradicional de gobierno, el poder de esta dinastía sa'dí, los detentares del «poder central», gobernaba directamente sobre las capitales y sus aledaños e indirectamente sobre las confederaciones tribales de las zonas rurales. Este dominio indirecto se ejercía por las expediciones regulares del ejército que tiene por lo tanto unas funciones políticas y fiscales muy importantes. Los moriscos se integrarán en el espacio político de las ciudades y tam- bién como elementos de ese ejército inte- rior que es instrumento del gobierno de los sultanes, y que en este momento mantiene una guerra civil entre candidatos al trono. Los moriscos formarán cuerpos especiales del ejército marroquí junto a otros elemen- tos de origen foráneo como renegados o abid (en general, negros procedentes del África sub-sahariana). De la misma mane- ra, la necesidad de defenderse de otomanos y españoles, lleva a insertar a los moriscos en las zonas costeras de primera fila de peligro: Marruecos confiará a los moriscos gran parte de su acción marítima exterior. Su papel es, manifiestamente, de «hom- bres de frontera». Al llegar los moriscos a Marruecos, se insertaron sobre todo al principio, como una categoría social de origen foráneo, uniéndose principalmente con los europeos islamizados , o «renegados». Estos forma- ban en el Magreb una clase social muy importante que prácticamente ostentaba el poder político en nombre de los turcos en las regencias de Argel, Túnez y Trípoli. En Marruecos constituían una casta militar extremadamente importante por su presen- cia en el ejército, en el comercio exterior y en todos los aspectos del corso, incluido captura y venta de cautivos, lo que suponía un control de riquezas muy considerable. A todo ello se asimilaron los moriscos. Como a los renegados, los vemos en el ejército, en el corso, como embajadores y traductores. También estuvieron estrecha- mente relacionados con otros grupos foráneos, como extranjeros de paso y judíos. Con los judíos marroquíes los moriscos tenían en común la inserción urbana, las actividades comerciales y so- bre todo el rescate de cautivos, el hecho de ser diferentes y hasta su origen hispá- nico. Pero así como los judíos se mantu- vieron como grupo a parte de la sociedad musulmana por su religión y los renegados se mantienen como grupo específico de origen extranjero y cultura europea, los moriscos se van asimilando cada vez más, ayudados por los precedentes de las emi- graciones medievales, perfectamente marroquinizados aunque muy conscientes y orgullosos de su origen. Como hemos dicho, la inserción de los moriscos en Marruecos se realiza sobre todo a través de las estructuras urbanas del país y en las áreas bajo control del poder central. Pero hay al menos dos casos en los que esta inserción se realiza en ciudades en las que los andalusíes llegan a ser mayoría absoluta y a independizarse virtualmente de las propias estructuras políticas de Marruecos. Son los casos de Tetuán y sus alrededores y del conjunto de Rabat-Salé. Ambos núcleos urbanos son puertos (los más importantes de los que quedaban en manos marro- quíes), abocados a la actividad marítima porque estaban aislados del resto del territorio marroquí por su situación geográ- fica -recuérdese, en el caso de Tetuán, que esta ciudad tiene la barrera del Rif a su espalda- y por las guerras que tenían lugar 20

Diaspora Morisca

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Page 1: Diaspora Morisca

LA DIÁSPORA MORISCA

Mercedes García Arenal

La expulsión de los moriscos entre1609-1614 es uno de los episodios mássignificativos y de mayores repercusiones(tanto demográficas y económicas comoideológicas), de la Edad Moderna penin-sular. Desde el punto de vista estricto demovimientos de población, de éxodo demusulmanes de la Península Ibérica haciaotras riberas del Mediterráneo, no es sinoel último y más espectacular capítulo deuna larga serie que había comenzado enel siglo XIII con las grandes conquistasterritoriales cristianas del valle del Guadal-quivir y de Valencia, continuado en el XVcon la conquista del Reino de Granada,con un goteo continuo todo a lo largo delsiglo XVI y sobre todo en torno a la Guerrade las Alpujarras de 1569-71, para terminaren el doloroso episodio de la deportacióndel siglo XVII. Todos estos emigrados yexpulsados, incluidos los moriscos, sonconocidos en sus países de acogida conel nombre de «andalusíes».

El resultado de las tremendas me-didas adoptadas en 1609-14, fue arrojar atierras del Islam norte-africano y otomanoa la práctica totalidad de los moriscosespañoles, que se calcula en torno a las300.000 personas. De estos, unos 70.000a 100.000, procedentes de Andalucía yExtremadura, vino a instalarse en Marrue-cos. El desembarco se realizó por Ceutay Tánger, pero también en Tetuán yAlhucemas. En un primer momento, seinstalan donde pudieron en las cercaníasde estos puntos, procurando evitar eladentrarse en el interior del país, y muchosde ellos tratando de quedarse en lasplazas españolas o intentando regresar ala Península.

Para comprender la llegada e insta-lación de estos moriscos en Marruecos, esnecesario tener en cuenta algunas circuns-tancias del país de acogida.

En primer lugar, Marruecos tiene laespecificidad respecto al resto del Norte deÁfrica, de haber mantenido su independen-cia respecto al Imperio Otomano. A prin-cipios del siglo XVII ocupaba prácticamen-te el mismo territorio que el actual reino,y que había quedado esbozado ya en laEdad Media. Las distintas dinastías que seocuparon de su gobierno tuvieron siempresu centro decisor en Fez; los almorávidesy almohades, movimientos dinásticos pro-cedentes del Sur del país, crearon una

nueva capital, Marrakech. Los últimosalmohades, conscientes de que esta capi-tal quedaba demasiado alejada del centrode lo que era un gran imperio, comenzaronla construcción de la tercera capital, Rabat,que no pudieron concluir. Comienzo poresta enumeración de los centros urbanosya que son ellas, las ciudades, las quesignifican el poder político musulmán en elpaís, y además por que los moriscos seestablecerán en su mayoría en las ciuda-des o en cualquier caso, en el espaciosocio-político urbano. Cuando fueron ex-pulsados, portugueses y españoles ocupa-ban las ciudades costeras marroquíes deCeuta, Melilla, Tánger, Arcila, La Mamoray Larache. Marruecos, pues, tenía quedefenderse de españoles y portuguesespor un lado, y por otro, de los Otomanos,instalados en Túnez y Argel. Políticamente,el país se hallaba dividido, en estos prin-cipios del siglo XVII, en luchas civilesencabezadas por los diversos hijos aspi-rantes al trono dejado vacante por lamuerte, en 1603, de Ahmad al-Mansur,perteneciente a la dinastía Sa'dí, el sultánque había derrotado a los portugueses enla batalla de Alcazarquivir en 1578, y habíaconquistado el Sudan en 1591. Según elsistema tradicional de gobierno, el poderde esta dinastía sa'dí, los detentares del«poder central», gobernaba directamentesobre las capitales y sus aledaños eindirectamente sobre las confederacionestribales de las zonas rurales. Este dominioindirecto se ejercía por las expedicionesregulares del ejército que tiene por lo tantounas funciones políticas y fiscales muyimportantes. Los moriscos se integrarán enel espacio político de las ciudades y tam-bién como elementos de ese ejército inte-rior que es instrumento del gobierno de lossultanes, y que en este momento mantieneuna guerra civil entre candidatos al trono.Los moriscos formarán cuerpos especialesdel ejército marroquí junto a otros elemen-tos de origen foráneo como renegados oabid (en general, negros procedentes delÁfrica sub-sahariana). De la misma mane-ra, la necesidad de defenderse de otomanosy españoles, lleva a insertar a los moriscosen las zonas costeras de primera fila depeligro: Marruecos confiará a los moriscosgran parte de su acción marítima exterior.Su papel es, manifiestamente, de «hom-bres de frontera».

Al llegar los moriscos a Marruecos,se insertaron sobre todo al principio, comouna categoría social de origen foráneo,uniéndose principalmente con los europeosislamizados , o «renegados». Estos forma-ban en el Magreb una clase social muyimportante que prácticamente ostentaba elpoder político en nombre de los turcos enlas regencias de Argel, Túnez y Trípoli. EnMarruecos constituían una casta militarextremadamente importante por su presen-cia en el ejército, en el comercio exteriory en todos los aspectos del corso, incluidocaptura y venta de cautivos, lo que suponíaun control de riquezas muy considerable.A todo ello se asimilaron los moriscos.Como a los renegados, los vemos en elejército, en el corso, como embajadores ytraductores. También estuvieron estrecha-mente relacionados con otros gruposforáneos, como extranjeros de paso yjudíos. Con los judíos marroquíes losmoriscos tenían en común la inserciónurbana, las actividades comerciales y so-bre todo el rescate de cautivos, el hechode ser diferentes y hasta su origen hispá-nico. Pero así como los judíos se mantu-vieron como grupo a parte de la sociedadmusulmana por su religión y los renegadosse mantienen como grupo específico deorigen extranjero y cultura europea, losmoriscos se van asimilando cada vez más,ayudados por los precedentes de las emi-graciones medievales, perfectamentemarroquinizados aunque muy conscientesy orgullosos de su origen.

Como hemos dicho, la inserción delos moriscos en Marruecos se realiza sobretodo a través de las estructuras urbanasdel país y en las áreas bajo control delpoder central. Pero hay al menos doscasos en los que esta inserción se realizaen ciudades en las que los andalusíesllegan a ser mayoría absoluta y aindependizarse virtualmente de las propiasestructuras políticas de Marruecos. Son loscasos de Tetuán y sus alrededores y delconjunto de Rabat-Salé. Ambos núcleosurbanos son puertos (los más importantesde los que quedaban en manos marro-quíes), abocados a la actividad marítimaporque estaban aislados del resto delterritorio marroquí por su situación geográ-fica -recuérdese, en el caso de Tetuán, queesta ciudad tiene la barrera del Rif a suespalda- y por las guerras que tenían lugar

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Rabat en la derecha. Los moriscos extre-meños, (los famosos hornacheros) y anda-luces, formaron una especie de «repúbli-ca», es decir, se dieron a sí mismos ungobierno de doce miembros y dos alcaideselegidos anualmente, en una estructuraque recuerda al de los municipios caste-llanos y también a las regencias ogobernoratos turcos de otras ciudades ma-rítimas, en especial Argel. Dedicados alcomercio y la piratería se mantuvieroncomo entidad independiente hasta 1668.

También en Argelia la inserción delos moriscos expulsados, principalmentede Valencia pero también de Aragón, serealizó dentro de los espacios urbanos, en

LAS EMIGRACIONES MORISCAS DEL SIGLO XVII

en su entorno, y , en cualquier caso,lejanas de las dos capitales de Fez yMarrakech.

Tetuán era uno de los pocos puertosque había quedado sin ocupar por portu-gueses o españoles, probablemente por-que Enrique III de Castilla la destruyó en1399. Quedó prácticamente deshabitadadurante más de un siglo, hasta principiosdel siglo XVI en que la reconstruyeron yfortificaron granadinos emigrados a raíz dela Guerra de Granada y de los decretosde conversión de 1502. Bajo el caudillajede un famoso granadino, ai-Mandan, aliadoy protegido de un personaje local, IbnRashid, de Xauen, Tetuán se iba a con-vertir en lu-gar de refu-gio y asen-tamiento dem o r i s c o sque funcio-nó de ma-nera prácti-c a m e n t eautárquica,d e d i c a d asobre todo ala guerra delcorso, al co-mercio y ala venta decautivos.

Es enTetuán, pri-mera líneadel enfrenta-miento entreEspaña y elIslam, dondees más ma-nifiesto elpapel dehombres defrontera delos moris-cos, y dondelas alinea-ciones reli-giosas son más enconadas. De este lugartenemos los testimonios de ataques contralas costas y naves de la Península Ibéricay de moriscos cristianos que son atacadosy muertos en Tetuán, generalmente a ma-nos de otros moriscos. El grado deaculturación a la sociedad cristiana y deislamización de los moriscos, es muy varia-ble, y estas diferencias a menudo entran enconflicto en sus lugares de acogida.

Completamente autárquico del podercentral se mantuvo también el complejourbano en torno a la desembocadura delBu-Regreg, en las ciudades de Rabat-Salé,Rabat a la orilla en la orilla izquierda y

En los años 1570 y 1584 seprodujo la primera gran mi-gración desde el Reino deGranada. En 1609 se produ-jo la expulsión definitiva delos moriscos de todoslos reinos hispánicos.

Alhucemas; •La Mammora '( Tremecén

TEIM Atlas de la inmigración magrebí en España. 1995 DMG

Tremecén, Cherchel, Mostaganem y Arzew,todos locales costeros donde ocuparonbarrios a ellos exclusivamente dedicados.Pero la mayor parte de los moriscos acabóen Argel, la capital, una ciudad rica, cos-mopolita y bulliciosa, de extraordinaria im-portancia en el Mediterráneo del siglo XVII,cuyo perímetro urbano hicieron crecer, y enlas zonas agrícolas circundantes de laciudad. Formaron un grupo social estruc-turado y distinto, organizado como tal.

El grupo más compacto, y de mejorinclusión en su país de origen, lo consti-tuyen los alrededor de 100.000 moriscosllegados a Túnez, un grupo principalmente

de aragoneses, aunque también habíavalencianos y castellanos . Fueron muybien acogidos por el dey turco Utman, quevio las ventajas que podían suponerledesde el punto de vista económico perotambién político. Las regencias turcas, unacasta militar extranjera sobre una pobla-ción nativa a la que resultaban foráneos,los necesitaba como bisagra o grupo in-termedio entre ellos y la población local,así como una manera de dotarse de lalegitimidad que les daba el ejercicio de laguerra santa contra el infiel y la protecciónde los musulmanes frente a éste. Losmoriscos fueron instalados en determina-dos barrios de la capital, Túnez, especial-

mente asig-nados aellos. Tam-bién se crea-ron o agran-daron pue-blos en zo-nas agríco-las, donde seestablecieroncomo cam-pesinos yhortelanos.Es el casode toda la re-gión del caboBon y delvalle de laM e y e r d adonde ocu-paron pue-blos que aunhoy se cono-cen como deandalusíes:Testur, Qalatal-Andalus,S o l i m á n ,Grombal ia ,Bizerta, etc.En Túnez losmoriscos su-pusieron un

auge y un renuevo de la agricultura y delas artesanías urbanas. En Túnez es elpaís en el que los andalusíes conservaron,hasta fechas recientes, una identidad de-finida y separada.

Para terminar, hay que tener encuenta que un contingente menor numé-ricamente se dispersó por todas las regio-nes otomanas del Mediterráneo, (Siria,Egipto, Yugoslavia), y en particular en sucapital, Istanbul. Sin embargo en ningunode estos lugares tuvieron número comopara integrar un grupo cohesionado ydiferenciado, por lo cual son mucho menosconocidos y más difíciles de localizar.

ño de la colonia expulsada

Dirección de! éxodo

Puerto de salida

Ciudad de acogida

Área de asentamiento

Estados actuales

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