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Este documento está disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunión, el registro, la difusión y la preservación de la producción científico-académica édita e inédita de los miembros de su comunidad académica. Para más información, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta iniciativa está a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad, que lleva adelante las tareas de gestión y coordinación para la concre- ción de los objetivos planteados. Para más información, visite el sitio www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Licenciamiento Esta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina de Creative Commons. Para ver una copia breve de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/. Para ver la licencia completa en código legal, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode. O envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA. Director: Viguera, Aníbal Omar Adamini, Marina Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciada en Sociología Cita sugerida Adamini, M. (2009) El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972 [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.549/ te.549.pdf El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

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Este documento está disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunión, el registro, la difusión y la preservación de la producción científico-académica édita e inédita de los miembros de su comunidad académica. Para más información, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

Esta iniciativa está a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad, que lleva adelante las tareas de gestión y coordinación para la concre-ción de los objetivos planteados. Para más información, visite el sitiowww.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar

LicenciamientoEsta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina de Creative Commons.

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O envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA.

Director: Viguera, Aníbal Omar

Adamini, Marina

Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciada en Sociología

Cita sugeridaAdamini, M. (2009) El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972 [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.549/te.549.pdf

El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

Page 2: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

1

UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATAFACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA

LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA

TESINA

El consenso social de Montoneros entre

1970 y 1972

Alumna: Adamini, MarinaLegajo: 82552/5Email: [email protected]: Viguera, AníbalFecha: Noviembre, 2009

Page 3: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

2

> Resumen

La presente tesina busca analizar las características del consenso social

construido por la agrupación Montoneros entre 1970 y 1972. Buscando identificar

indicadores del mismo, pretendemos explorar, asimismo, las mediaciones moldeadas

por la agrupación en su construcción. La construcción de consenso social se inscribe

como una disputa de sentidos. Será nuestra intención identificar las relaciones

simbólicas que lo alimentan, en consonancia con el análisis del contexto político que lo

encuadra.

Preguntándonos por el consenso social de Montoneros nos estamos preguntando

por el grado de apoyo y legitimación que tuvieron sus acciones, figuras e ideología. Esta

pregunta se inserta en un interrogante más amplio en el que buscaremos analizar las

características de un período de nuestra historia en que las organizaciones político-

militares emergieron como nuevos actores políticos.

El proceso de construcción de consenso social de Montoneros en sus primeros

años de vida es un tema relegado como problemática central de análisis en la

bibliografía de las ciencias sociales. La intención de esta investigación es darle voz a

este interrogante, centralizándolo como tema de análisis a través de las interpelaciones

que desde esta inquietud realizaremos a los medios de la época y a los autores que se

dedican a su análisis.

>Términos Claves

Montoneros- consenso social – organizaciones político militares – violencia

política- 1970-1972

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3

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4

Índice

>Agradecimientos……………………………………………………………p. 5

>Introducción………………………………………………………………....p.7

>Capítulo 1

Contextualizando (los)……………………………………………………p. 10

>Capítulo 2

Hipótesis sobre el consenso social de sus primeros años……….…….p.18.

>Capítulo 3

Bautismo de fuego: el secuestro de Aramburu………………………..…p.26

>Capítulo 4

De muertes, mártires, pasiones y venganzas………………………….... p.35

>Capítulo 5

1971, el año entre paréntesis………………………………………..……..p.45

>Capítulo 6

Un poco antes de la explosión…………………………………………… p. 53

>Reflexiones finales……………………………………………………….. p. 64

>Bibliografía……………………………………………………………….. p. 71

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5

>Agradecimientos

Tomo esta ocasión como excusa para jugar con la linealidad del tiempo y

agradecerles a los seres que me acompañaron en estos cinco años de carrera. Son

miradas, son sonrisas, son debates internos y externos, son ganas, son sueños

compartidos, los que me llevan a decirles gracias.

A mis papás, por su amor incondicional y puro que siempre fue libertad.

A Tony, Plana y Julia, por haber crecido y elegir seguir creciendo juntos.

A Frida, por irrumpir en mi vida llenándome de vida.

A Florencia, Guillermina, Pitu y Anabela, por haberme acompañado desde el

inicio de este vuelo. A Mechi, Camila, Cintia, Eugenia y Paula, por haberse sumado

en mitad de este viaje y elegir seguir volando juntas.

A Santiago, por las sonrisas compartidas, las palabras a tiempo y los sueños en

común.

A Lula, Dana, Agustina, Juani, Valeria y Antonela, por burlar las distancias y

formar un Macondo entre Los Toldos, La Plata y Buenos Aires.

A Florencia, por dejarme compartir con ella raíces, sueños, ideología y sonrisas.

Y convencerme de que eso es eterno.

A Julieta, por pasar juntas miedos, domingos lejos de casa, voces roncas, por

ayudarme a convertir a La Plata en otro hogar.

A Lanzallamas, por encenderme, ayudarme a ser y soñar en colectivo y

demostrarme que se puede transformar con alegría, encendiendo llamas que se

multipliquen.

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6

A los bibliotecarios de la Biblioteca del Congreso de la Nación y del CeDInCI,

por el tiempo y la deferencia, por ayudarme a transitar en forma más amena las carpetas,

hojas y polvos de los archivos periodísticos.

A Aníbal, por su inmensa generosidad como profesor y como persona.

A Santiago, Guillermina y Manuel, por darme su tiempo, correcciones y

lecturas.

A todos ellos, y a los demás seres implícitos que transitaron partes de este

camino conmigo, muchas pero muchas gracias.

Marina Adamini

Noviembre de 2009

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7

Introducción

En el presente estudio buscaremos explorar las características del consenso

social construido por la agrupación Montoneros entre 1970 y 1972, recurriendo a la

problematización de las posturas teóricas de los cientistas sociales dedicados a la

temática y a la lectura crítica de medios gráficos de la época. Consideramos que los

medios periodísticos reflejan el acontecer cotidiano de su época, y se convierten en

fuentes interesantes para el análisis de los procesos históricos. Reconociendo la

parcialidad valorativa que sus escritos pueden contener, decidimos elegir a medios

gráficos de tendencias ideológicas diferentes: las revistas Primera Plana, Panorama,

Cristianismo y Revolución, y los diarios Crónica, Clarín y La Nación. Los medios de la

época, como insumos de la investigación propuesta, se convierten así en una fuente de

apoyo empírica que complementa y complejiza el análisis bibliográfico de nuestro

problema de investigación.

La elección de analizar el grado de legitimidad y aceptación construido por

Montoneros entre los años 1970 y 1972, no fue al azar: se corresponde con un período

en que la organización gozó de una amplia simpatía popular. Pilar Calveiro define esta

primera etapa del accionar guerrillero como marcada por un “espíritu romántico-

justiciero”1. Es la etapa de génesis de Montoneros, cuando irrumpieron en la sociedad

argentina asesinando a Aramburu y vengando así los fusilamientos del ´56. Cuando

tomaron pueblos, asaltaron bancos y repartieron comida entre los pobres. Cuando

sacerdotes fieles a las doctrinas del Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo

(MSTM) fueron presos por defenderlos. Cuando cosecharon sus primeros mártires y

llenaron de jóvenes sus entierros. Determinando como finalización de este período

1 Calveiro, Pilar: Política y/o violencia, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2005, p. 112.

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8

diciembre de 1972, por entender que allí comienza una nueva etapa de Montoneros.

Esta nueva etapa estará signada por su participación en la campaña electoral de

Cámpora, y la posterior participación en su gobierno, además del crecimiento de la

organización en su fusión con otras organizaciones pertenecientes a la Organizaciones

Armadas Peronistas (OAP).

Para el trabajo que aquí nos proponemos realizar, seleccionaremos ciertos

acontecimientos ocurridos en el período 1970-1972 que nos permitirán analizar las

características del consenso construido por Montoneros. En base a la lectura de

bibliografía referida a Montoneros, seleccionaremos aquellas acciones protagonizadas

por la agrupación entre 1970 y 1972, que aparecen mencionadas con mayor frecuencia

por los autores. Se trata en su mayoría de acciones armadas llevadas a cabo por la

organización, pero también de otras acciones que tuvieron como protagonistas a sus

militantes y que pusieron en debate público a su ideología. El relato de los medios

gráficos de la época servirá como una de las fuentes para reconstruir estas acciones y

analizar la percepción social de dichos acontecimientos, sobre todo en relación a las

acciones armadas, que por tener como eje de acción la violencia, pueden resultar

polémicos a la hora de encontrar consenso social.

El proceso de construcción de consenso social de Montoneros en sus primeros

años de vida es un tema ausente, como problemática central de análisis, en la

bibliografía de las ciencias sociales. Es un tema mencionado desde laterales, es un tema

sugerido, susurrado. Es por eso que la intención de esta investigación es darle voz a este

interrogante, centralizándolo como tema de análisis a través de las interpelaciones que

desde esta inquietud realizaremos a los medios de la época y a los autores que se

dedican a su análisis. Tratando de encontrar vestigios, signos, marcas, que nos ayuden a

responder cómo fue el proceso a través del cual una agrupación armada formada por una

Page 10: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

9

docena de jóvenes católicos, nacionalistas y de clase media, que irrumpen en la escena

pública asesinando al ex Presidente Aramburu, logran convertirse en dos años en una

agrupación de miles, ganarse las gracias del General y hasta actuar como los principales

operadores proselitistas en la campaña electoral de Cámpora presidente.

Nos proponemos analizar el fenómeno en su sentido original, en su contexto,

pero a la luz de los interrogantes del presente. Se trata de enlazar los sentidos del pasado

con los del presente, de resignificarlos, de preguntarnos e intentar responder… ¿Por qué

la vía armada se convirtió en una herramienta política, legitimada por muchos, para

transformar la realidad? ¿Hubo consenso en las acciones armadas efectuadas por

Montoneros entre 1970 y 1972? Si lo hubo, ¿de qué sectores sociales provenía ese

apoyo? Preguntarse por el consenso moldeado en sus primeros tiempos es una forma de

empezar a entender la explosión geométrica y política que la organización protagonizó a

mediados de la década del 70. Buscando vestigios en los medios de la época,

buscaremos reconstruir, analizar, repensar qué estaba sucediendo en la sociedad

argentina de esos tiempos. ¿Cómo logró Montoneros pasar de ser una organización de

no más de una decena de militantes a convertirse en una de las organizaciones político-

militares más importantes de América Latina? Sin duda, entre 1970 y 1972 Montoneros

cambió, se inventó, se consolidó. No pretendemos por cierto dar cuenta en este trabajo

de todas estas cuestiones, pero analizar las mediaciones moldeadas por la agrupación en

esos años será una forma de empezar a responder alguno de estos interrogantes. Y de

llenarnos de nuevos.

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10

>Capítulo 1

Contextualizando (los)

Preguntarnos por el consenso social que la agrupación armada Montoneros

construyó entre 1970 y 1972 es preguntarnos por el apoyo y la legitimidad que lograron

sus acciones armadas, sus figuras y su ideología en estos años. En realidad, esta

pregunta forma parte de un interrogante estructural que tiene como protagonista a la

violencia política. Preguntándonos por el consenso de Montoneros nos estamos

preguntando por el consenso que en esos años tenía la violencia como estrategia de

acción política. Y para poder empezar a respondernos, dudas puntuales y dudas

estructurales, tenemos que empezar por entender el contexto en que ambos procesos se

desarrollaban, en Argentina, en América Latina, en el mundo.

Pilar Calveiro2 dice que si bien a los ojos de hoy las acciones llevadas a cabo por

los protagonistas de la lucha armada pueden resultar demenciales, no lo eran en su

contexto. Al contrario, sugiere la autora, estas acciones formaban parte del imaginario

político de esos años, del “ethos de los 70”3 diría Svampa. Y es a la luz de ese contexto

que hay que explicar su accionar. Si empezamos por entender lo que estaba sucediendo

a nivel mundial, el significante que lo sintetiza y engloba es el de “guerra”. Eran los

tiempos de Guerra Fría, donde el mundo estaba a la disputa de dos modelos económico-

social-político con similares ansias y posibilidades de triunfos: el modelo democrático

liberal capitalista y el modelo de economía planificada soviético-socialista. Es por esta

disputa que se realizaban revoluciones, invasiones y hasta viajes espaciales, para medir,

pelear, ganar esta pulseada. Calveiro menciona como esa Guerra Fría se traducía en

2 Calveiro: op. cit., 2005.3 Svampa, Maristella: “El populismo imposible y sus actores” en Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2003, p.343.

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11

nuestro continente en guerras sucias, donde militares asumían el proceso de

organización social, monopolizando el uso de la fuerza y de decisión sobre la vida de

los ciudadanos. Interrumpiendo democracias, suprimiendo la política, callando lo

disidente, evitando que la revolución socialista tenga cita en el territorio nacional.

Desde el golpe realizado a Perón en 1955, Argentina vivió un clima de

inestabilidad política4, donde cortos períodos de gobiernos civiles eran alternados por

golpes militares. El peronismo se encontraba proscripto, pero continuaba siendo una

fuerza política que condicionaba con sus demandas al gobierno de turno. La

proscripción no logró erradicarlo de la clase trabajadora, estos siguieron organizándose

y luchando por sus derechos por fuera de los marcos de la institucionalidad. Con Perón

en el exilio, los jefes sindicales cumplían un importante rol de negociación con los

partidos políticos, empresarios y militares. La presión sindical muchas veces creaba las

condiciones suficientes para que los militares decidan interrumpir un gobierno civil. En

1966, coincidió la escasa predisposición sindical a legitimar el gobierno civil de Arturo

Illia con la inclinación de la burguesía y de los sectores más liberales de apoyar la

instalación de un régimen no democrático. El resultado fue el golpe militar que se

autobautizó como “Revolución Argentina”.

Onganía fue el Presidente de esta dictadura que intentó trasladar a la sociedad el

orden ascético del cuartel: prohibiendo la política, interviniendo las universidades,

impidiendo las manifestaciones y negociaciones obreras, evitando los bailes oscuros y

desconfiando de todo lo distinto. Estas prohibiciones, sumadas a las tensiones

económicas, que en manos del Ministro Vasena tuvieron como principales perjudicados

a los sectores populares y medios, generaron una olla de presión que estalló a fines de la

década del 60 en levantamientos populares protagonizados por estudiantes y obreros en

4 Cavarozzi, M.: Autoritarismo y democracia (1955-1966). La transición del Estado al mercado en la Argentina. Buenos Aires, Amorrotu, 1983.

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12

las principales ciudades del país. Fue en medio de este caldo eruptivo de

inconformismo y saturación que las primeras organizaciones armadas van tomando luz,

naciendo para responder con más violencia a la violencia del Estado, para disputarle el

monopolio de la fuerza, para transformar la realidad.

El monopolio de la violencia que, desde la óptica weberiana, caracteriza a los

Estados, perdió su consenso. Gramsci5 hablaría de esta circunstancia como una “crisis

orgánica”, un proceso en el cual la clase dominante pierde legitimidad, donde el bloque

histórico empieza a desgajarse, e irrumpen danzantes las voces y acciones de masas,

hasta entonces pasivas, que ponen en riesgo el modelo de dominación. Esta “crisis

orgánica”, según Portantiero6, se vivió en Argentina a partir del Cordobazo, en 1969.

Este fenómeno fue un proceso de levantamiento social ante tensiones políticas, sociales

y culturales acumuladas en los tres años de la Revolución Argentina.

La proscripción de todos los partidos políticos, el cierre de los caminos

constitucionales de hacer política, habilita la emergencia de las formas violentas de

hacer política. La violencia de las organizaciones armadas surge como respuesta a la

violencia institucional. La Revolución Argentina potencia esta circunstancia,

oprimiendo no sólo la política, sino la universidad, la cultura, la cotidianeidad. Se

prohibió el uso de minifaldas. Se prohibió el uso de pantalones en las mujeres de

oficina. Se prohibió besar en las calles. Se suprimió la autonomía universitaria. Se

intervinieron y disolvieron asociaciones estudiantiles y sindicales. Es en este clima de

asfixia y opresión la salida violenta comienza a mostrarse como la única respuesta

política posible.

5 Gramsci, Antonio: Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, México, Juan Pablos Editor, 1978.6 Portantiero, Juan Carlos: “Economía y política en la crisis argentina (1958-1973)” en Waldo Ansaldi y José L. Moreno: Estado y sociedad en el pensamiento nacional. Antología conceptual para el análisis comparado, Buenos Aires, Cántaro, 1989.

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13

Pilar Calveiro dice: “La política desaparecida, cuya vida había subsistido sólo de

manera subterránea, reaparecía, a pedradas y a tiros”7. Y en esta reaparición, además, la

política adoptaba nuevos ropajes. Nuevas formas de organización armada se

incorporaban al sistema político argentino. Como reproducción y como respuesta a la

violencia del Estado, y como reproducción y respuesta a un clima ideológico

internacional, que desde Cuba demostraba que la revolución era factible, aparecieron las

primeras organizaciones guerrilleras: FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), FAR (Fuerzas

Armadas Revolucionarias), ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y Montoneros.

“En 1969, todos los grupos guerrilleros estaban en su etapa de entrenamiento y

equipamiento a punto de entrar en acción.”8

Pozzi9 descarta las hipótesis académicas que, analizando este período, describen

el proceso como si la violencia hubiera aparecido en una sociedad pura con un cielo

azul que repudiaba todo acto de violencia. La violencia forma parte de nuestra historia,

y es en esta clave que autores como Svampa, Pozzi y Calveiro, intentan reconstruir el

contexto de irrupción de las organizaciones armadas y la respuesta social que ellas

tuvieron en nuestro país. Calveiro sintetiza las hipótesis generales sobre la violencia

política en la Argentina de los 70. A la luz de nuestra pregunta de investigación, resulta

relevante mencionar aquella en donde la autora subraya que la violencia de los 70 surgió

como respuesta a un poder ilegítimo y que era esto lo que la hacía aceptable por la

sociedad: “El hecho de que la Revolución Argentina fuera un Gobierno de facto sin

legitimidad formal alguna, alentó la idea de que disputarle el monopolio de la violencia

era un hecho políticamente aceptable.”10

7 Calveiro, Pilar: “Antiguos y nuevos sentidos de la política y la violencia” en Lucha Armada en la Argentina N° 4, 2005.8 Calveiro: op. cit., p.37.9 Pozzi, Pablo: "Para continuar con la polémica sobre la lucha armada" en Lucha armada en la Argentina N° 5, 2006.10 Calveiro: op. cit., p. 13.

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14

Oscar Anzorena11, coincide con Calveiro en decir que fue la cerrazón de las vías

políticas formales producida por la Revolución Argentina, la gran movilización y

radicalización social que se generalizan a partir del Cordobazo, y el agravamiento en las

condiciones económicas, los componentes del cuadro de situación en el cual se inserta

la violencia política. Y al igual que la autora, resalta que “… se va generando en

amplios sectores sociales un consenso acerca de la legitimidad del uso de la violencia

para enfrentar la dictadura militar”12. Svampa señala que la violencia política formaba

parte del sentido común de la sociedad de esos tiempos, y que su consenso se extendía

incluso por fuera del ámbito de la guerrilla. “… bajo un régimen autoritario y represivo,

la violencia aparecía cargada con un suplemento de legitimidad. Era la <<violencia

desde abajo>>, una respuesta a la <<violencia de Estado>>. En otros términos, la

posibilidad del cambio revolucionario formaba parte del sentido común de importantes

sectores progresistas de la sociedad argentina”13.

Gillespie14 considera que la radicalización de la que se beneficiaron

agrupaciones como Montoneros, se debió más a factores sociales y políticos, que a

factores económicos. Para el autor, eran el cierre de las vías constitucionales de hacer

política producidos por la dictadura de Onganía y los nuevos aires que soplaban en la

Iglesia Católica, los que hacían que cada vez más gente se mostraba de acuerdo con la

máxima de Perón: “Contra la fuerza bruta, sólo puede ser eficaz la fuerza aplicada con

inteligencia”15.

La complicidad táctica y a veces explícita de Perón respecto al accionar armado

se convirtió en otro factor influyente a la hora de cosechar consensos en la acción

11 Anzorena, Oscar: Tiempo de violencia y utopía. Del golpe de Onganía (1966) al golpe de Videla (1976), Buenos Aires, Ediciones del Pensamiento Nacional, 1998.12 Anzorena: op. cit., p.94.13 Svampa: op. cit., p. 387-388.14 Gillespie, Richard: Soldados de Perón. Los Montoneros, Buenos Aires, Grijalbo, 1987.15 Perón, Juan Domingo “Violencia revolucionaria” en Gilespie: op. cit., p.79.

Page 16: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

15

armada16. El encuentro del General con sus formaciones especiales en la década del 70

hubiera sido impensado sin advertir las mutaciones ideológicas que Perón mostraba en

su discurso. Desde el exilio, reformuló su doctrina de la Tercera Posición en conexión

con las luchas de liberación contra el colonialismo y el neocolonialismo del Tercer

Mundo. En junio de 1968, Perón decía: “el mundo cambia y nosotros cambiamos con el

mundo. Si la iglesia dialoga con marxistas, ¿por qué los justicialistas no hemos de

luchar junto con ellos en pro de la liberación? (…) los grupos privilegiados no se

resignan a dejar su lugar, y cuando no pueden hacer fraude electoral dan un golpe de

Estado. ¿Qué otro recurso le queda al pueblo, vejado en sus derechos, sino responder a

la violencia con la violencia? 17”.

Según Feinmann, la violencia no emerge en los 60 ni en los 70, la violencia

atraviesa la historia argentina. Una historia escrita con sangre donde la violencia resultó

un mecanismo de acción política para los buenos y los malos, los revolucionarios y los

conservadores, los patriotas y los colaboracionistas. “Esta es nuestra historia: está tejida

por la violencia y por la venganza, por la violencia y la contraviolencia.”18. La violencia

marca nuestra historia, desde 1930 se sucedieron golpes de estado, torturas,

levantamientos civiles y militares, atentados. Los jóvenes que ingresaron a las

organizaciones armadas en los 70`, se criaron en un país en donde la violencia era un

instrumento político. Pasaron su infancia y su adolescencia en un país donde el

peronismo estaba proscripto, los gobiernos civiles intervenidos, los golpes militares

cotidianos, las elecciones anuladas. Es en este contexto en el que se vuelve inevitable la

germinación de organizaciones armadas como Montoneros y el crecimiento de su

popularidad.

16 Anzorena: op. cit.17 Revista Primera Plana N°25, Junio de 1968.18 Feimann, José Pablo: La sangre derramada. Ensayo sobre violencia política, Buenos Aires, Grupo Editorial Planeta, 2006, p. 66.

Page 17: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

16

La introducción, por parte de Gillespie, del rol central que tuvo el catolicismo

radical en la aceptación de la lucha armada resulta un aporte interesante a nuestro

interrogante de investigación. Eran los nuevos aires que corrían en la Iglesia Católica

los que permitieron que miles de sacerdotes se vieran seducidos por el socialismo y por

la lucha armada como la vía para su realización. En un contexto de Guerra Fría, de

disputa entre el modelo socialista y capitalista, estos sacerdotes encontraban

confluencias entre la palabra de Jesús y el socialismo. El Concilio Vaticano II condenó

la pobreza, la injusticia y la explotación como resultado del afán humano de poder y

riqueza y alentó a los cristianos, en nombre del amor al prójimo, a luchar por la

igualdad. En América Latina estos nuevos aires se cristalizaron en el Movimiento de

Sacerdotes por el Tercer Mundo. En nuestro país, los jóvenes que formaron

Montoneros, en su adolescencia trabajaron en los barrios con estos sacerdotes que se

aferraban al costado más socialista de Jesús. Es la percepción de la pobreza en estos

barrios, de la injusticia social, lo que los lleva a realizar la palabra de Cristo, primero

utilizando sus brazos para la acción social, y luego, utilizando sus brazos con las armas.

El apoyo que los sacerdotes por el Tercer Mundo otorgaban a Montoneros y su

consenso implícito hacia sus métodos de lucha armada puede contribuir a articular

algunos elementos de respuesta acerca del proceso de apoyo popular que protagonizó

Montoneros entre 1970 y 1972.

El clima de radicalización en el catolicismo latinoamericano entraba en

consonancia con una América Latina en llamas. El triunfo de la Revolución Cubana

demostraba que la realidad era moldeable, y que no había que esperar que se den las

condiciones objetivas para inaugurarla, la misma revolución las crearía. El foquismo

cobró gran importancia, sobre todo para los movimientos de liberación de los países

tercermundistas. Y al compás de la expansión de la lucha armada en Cuba, Venezuela,

Page 18: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

17

Guatemala, Perú, Colombia, Nicaragua, Bolivia, los jóvenes argentinos se convencían

de que la transformación social y la liberación nacional eran urgentes y que el camino

para su concreción era la lucha armada.

En conclusión, la comprensión de las circunstancias nacionales, continentales e

internacionales que encuadran el surgimiento de Montoneros se torna fundamental a la

hora de responder nuestro interrogante de investigación. Pues bien, es la Guerra Fría, es

el socialismo que se muestra factible en revoluciones consagradas, es una historia

nacional marcada por la violencia, es una generación desilusionada de la vía

democrática, es la represiva dictadura de Onganía, es un cristianismo que se renueva

con ideas socialistas, es todo esto lo que enmarca el proceso de consenso social logrado

por Montoneros en sus primeros dos años de vida. Luego vendrán los tiempos del

“engorde”, de la participación electoral, de la consolidación organizacional y del

encierre en la lógica militar. Pero esos años, exceden al interrogante de esta

investigación. Sin embargo, empezar a responder esta pregunta acotada a sus primeros

años puede tornarse el puntapié para nuevas preguntas sobre sus otros tiempos.

Page 19: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

18

>Capítulo 2

Hipótesis sobre el consenso social de sus primeros años

Montoneros nació como una organización armada formada por jóvenes de

formación nacionalista y cristiana, que ante un clima de opresión política e injusticia

social, encontraron en la lucha armada la vía para generar un cambio social. Amparados

en el catolicismo radicalizado, les dolía la injusticia social producida por el sistema, y

actuaban en consecuencia, creyendo que la palabra de Cristo se efectuaba en los hechos,

en la ayuda a los pobres, los oprimidos, los olvidados. Sus deseos de transformación

social se asemejaban al patrón de sociedad socialista. Obrando según la palabra de

Cristo, indignados ante la opresión social, trabajando junto a los pobres, se encuentran

con el peronismo. Es el amor a los pobres, pobres que eran peronistas, los que los acerca

a esta ideología política. Decepcionados ante el constitucionalismo democrático,

indignados por la injusticia social e impacientes del cambio social, Montoneros aparece

en 1970 como una organización armada formada por una docena de jóvenes de clase

media, con formación nacionalista y católica que consideraban al socialismo como su

objetivo, la lucha armada como el camino y al peronismo, su identidad19.

El bautismo público de la organización se dio el 29 de mayo de 1970, con el

secuestro y asesinato del ex Presidente Aramburu, a quien se lo acusaba de las

ejecuciones del General Valle y de otros peronistas en 1956, y de la expatriación del

cadáver de Evita. Las acusaciones le valieron un juicio revolucionario, efectuado por los

mismos Montoneros, del cual fue declarado culpable y cuya pena constituyó su muerte.

Así fue como el 29 de mayo de 1970, en el día del aniversario del ejército, Montoneros

19 Amaral, Samuel en Lanusse, Lucas.: Montoneros, el mito de sus 12 fundadores, Buenos Aires, Ediciones B Argentina S.A., 2005, p. 20.

Page 20: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

19

hacía su aparición pública asesinando a Aramburu como venganza ante su accionar

antiperonista. Anzorena sostiene que posiblemente hoy resulte difícil situarse en ese

contexto político de la Argentina de 1970 para intentar comprender “…por qué un

grupo de jóvenes, hijos de acomodadas y católicas familias, se organizaban para matar a

un ex Presidente. Y no sólo eso, sino que eran considerados por un importante sector de

la Iglesia Católica y de la sociedad toda como mártires y héroes”20. De alguna forma

este por qué es uno de los tantos que nutre el interrogante acerca del consenso social

logrado por Montoneros en sus primeros años. Si bien, como se mencionó

anteriormente, dicho tema está ausente como eje central de análisis por parte de los

cientistas sociales, muchos de los autores citados esbozan, lateralmente, algunas

hipótesis de explicación sobre este consenso, que ellos llaman “corriente de afecto”,

“apoyo popular”, “simpatía” o “popularidad”.

Calveiro, por ejemplo, sostiene que la primera época de Montoneros estuvo

signada por un “espíritu romántico justiciero” que le otorgó una gran simpatía popular.

Sus acciones consistían en acciones de propaganda armada y operaciones de “justicia

popular”. Estas últimas iban desde el asesinato de personas comprometidas con la

represión, el robo de camiones caudales, hasta el reparto de alimentos en zonas

marginales. Todo esto le daba al accionar de Montoneros un aura al estilo Robin Hood

que se traducía en una gran simpatía en importantes sectores de la población. La autora

menciona que en caso de realizar robos hablaban de estos como “expropiaciones”,

señalando el objetivo logístico que para ellos traía el apoderarse de armas, documentos,

carnets y demás objetos ajenos. Es así como en estos primeros años los Montoneros se

nutrieron de acciones logísticas y políticas, “…mientras los asaltos a bancos, cuarteles,

secuestros y robos de coches o documentación les permitían reunir el dinero, las armas

20 Anzorena: op. cit., p.129.

Page 21: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

20

y los bienes necesarios para su funcionamiento, las acciones más políticas se orientaban

a ganar la simpatía de la población.”21

Gillespie, por su parte, considera que para comprender la “creciente

popularidad” de Montoneros en dichos años resulta esencial examinar la naturaleza de

su actividad guerrillera. Señala así, que la mayoría de sus acciones armadas eran

ejemplos de propaganda armada, donde había un especial cuidado del carácter

simbólico y de gracia que podrían tener en la población. Tomaban localidades, robaban

bancos, y si atacaban personas o lugares, lo hacían hacia símbolos de la opulencia o

hacia personajes popularmente ingratos (como el caso de Aramburu).

“Se cultivaba cuidadosamente la simpatía hacia las actividades montoneras mediante un mínimo uso de la violencia ofensiva y una extremada selectividad de objetivos, en vez de practicar el terrorismo al azar. (…) Los blancos favoritos de los Montoneros para la colocación de bombas fueron, en aquellos primeros años, los símbolos del privilegio oligárquico y de la opulencia, tales como los numerosos Jockey Clubs, las instalaciones de los campos de golf y los lujosos clubes de campo. Y todo se hacía con mucho brío y estilo, para rodear de una aureola romántica a sus autores. (…) Al no matar soldados y al atacar sólo a muy pocos políticos, (…) los Montoneros en sus tres primeros años de vida pública, no dieron ocasión a sus enemigos de presentarles con éxito, a través de los medios de información, como <<sangrientos terroristas

>>.”22

La consideración de las acciones guerrilleras protagonizadas por Montoneros

como “terroristas” o no, resulta un objeto de debate entre las obras de los autores citados

y los medios de la época. Como mencioné anteriormente, Gillespie demuestra que la

selectividad de sus objetos de acción armada y su cuidado en generar simpatías

populares a través de un actuar más ligado a la propaganda armada que al accionar

militar, evitó que los enemigos de Montoneros tuvieran éxito en presentarlos como

terroristas. Pilar Calveiro, haciendo un análisis sobre las hipótesis generales existentes

acerca de la lucha armada, señala que “los movimientos armados de los 70 no fueron

21 Calveiro, Pilar: Política y/o violencia, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2005, p. 112.22 Gillespie : op. cit., p.144-145.

Page 22: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

21

terroristas”23. Diferencia al terrorismo de la guerrilla, diciendo que el terrorismo se

caracteriza por tratar de generar terror social desarrollando actos de violencia

indiscriminados, de manera que cualquiera puede resultar su blanco. En cambio, las

organizaciones armadas como Montoneros no realizaron acciones de este tipo. Sus

acciones se orientaban principalmente a obtener recursos económicos y militares,

realizar propaganda armada mediante reparto de alimentos, medicinas y otros bienes, y

asesinar a miembros del aparato represivo.

Anzorena señala que hacia 1971 las organizaciones guerrilleras constituían ya

una realidad irreversible con un afianzado aparato militar y un creciente consenso

popular. Buscando identificar las causas de este consenso, señala que fueron la vigencia

de la dictadura militar, la proscripción del peronismo y el exilio de Perón los principales

hechos que legitimaron el accionar guerrillero. “Los militares eran los grandes

perdedores de este proceso político; tras una frustrada gestión gubernamental son

visualizados por amplios sectores populares como su principal enemigo,

abroquelándose desde distintas tendencias políticas en la lucha antidictatorial.24”

En esta misma línea, Svampa25, Feinmann26 y Calveiro proponen encontrar en el

contexto político las claves de “las simpatías y aceptación27” cosechadas por

Montoneros en sus primeros años. Señalan que es en un contexto de dictadura militar,

desilusión ante las vías democráticas, proscripción del peronismo, crisis económica y

agitación social, donde la vía armada de las organizaciones político-militares empieza a

ser aceptada como una herramienta política. Como una respuesta violenta y legítima a la

violencia de una estructura de poder ilegítimo encarnada por el régimen militar de la

Revolución Argentina. “La crisis económica, la agitación social y la cerrazón política

23 Calveiro : op. cit., p.15.24 Anzorena : op. cit., p. 14425 Svampa : op. cit.26 Feinmann : op. cit.27 Calveiro : op. cit.

Page 23: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

22

promovieron un nivel creciente de violencia y el accionar de una guerrilla activa, con

escasos vínculos con la estructura política formal pero con un considerable grado de

simpatía y aceptación por diferentes sectores.”28

Desde otra postura analítica, Gillespie identifica a la identidad peronista de

Montoneros como otro de los factores claves a la hora de comprender el apoyo social

recibido por la organización. El autor señala que a diferencia de otras organizaciones

político-militares más cercanas a posturas de izquierda, Montoneros se insertó en el

peronismo, un movimiento de gran arraigo popular, lo que le permitió vincularse con

sectores socialmente importantes y numerosos. Sin embargo, dentro del Movimiento

encontraron espacios de repudio: los sectores sindicales del peronismo fueron siempre

el “talón de Aquiles de Montoneros29”, nunca lograron cosechar su apoyo.

La amplitud ideológica de la organización también es señalada por Gillespie30

para explicar el consenso social de la organización. El autor advierte que al dar

conjuntamente al catolicismo radical, al nacionalismo y al peronismo una expresión

populista de socialismo, los Montoneros fueron capaces de aglutinar una riqueza de

legitimidad histórica en algo que atrajo a los civiles de diversas denominaciones

políticas. Católicos militantes, nacionalistas, militantes de la izquierda o peronistas

combativos podían identificarse con alguno de los múltiples rasgos identitarios

montoneros.

“Es interesante observar aquí que ninguna diferenciación política, ideológica o de clase apareció en la hagiografía peronista de los Montoneros: al elogiar a Eva Perón, los comandos de la resistencia de los últimos 50 años, el general Valle, las guerrillas rurales uturuncas de 1959-1960 y el Movimiento Revolucionario Peronista de 1964, los Montoneros no hicieron distingo alguno entre los sectores que luchaban meramente por el retorno de Perón al poder y los que buscaban una transformación socialista de la sociedad. Se identificaron con <<todos los argentinos que luchan… porque creemos que en todos ellos alienta el espíritu montonero>>”31

28 Calveiro : op. cit., p. 13.29 Gillespie : op. cit., p. 154.30 Gillespie : op. cit., p. 99.31 Gillespie : op. cit., p. 132.

Page 24: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

23

Lucas Lanusse señala que el origen social de los Montoneros se correspondía

con el de la mayoría de sus simpatizantes y seguidores. La reacción de apoyo de los

sacerdotes del Tercer Mundo y de agrupaciones y militantes estudiantiles refleja en gran

medida que la adhesión hacia Montoneros provenía de los mismos sectores de los cuales

los guerrilleros provenían. Sectores medios, estudiantiles, peronismo combativo y

cristianismo radicalizado eran las principales vertientes de apoyo. O´donnell reafirma

esta hipótesis recurriendo a una encuesta realizada entre marzo y octubre de 1971, en la

cual se buscaba medir el grado de justificación que las acciones guerrilleras tenían en la

población. Esa encuesta fue realizada en Buenos Aires, Córdoba, Rosario y otras

ciudades del interior, en un contexto en el cual las “las acciones y contrareacciones de la

violencia se convirtieron en un componente de la vida diaria en la Argentina”32. A partir

de esta encuesta de la agencia Opinómetro, el autor realiza un “índice de actitud hacia el

terrorismo”, en donde encuentra no sólo que la acciones guerrilleras contaban con un

amplio apoyo popular (un 53% de la población de Córdoba justificaba la violencia

guerrillera, un 51% de la población de Rosario y un 45,5% del Gran Bs.As.), sino que

también diferenciaba por edad y sector social la procedencia de este apoyo. Atendiendo

a estas dos variables, O´donnell señala que el apoyo a la guerrilla estaba más difundido

en “las posiciones sociales medias y/o altas sociales, cuanto más joven se fuera; y en el

interior del país.”33

Desde otra perspectiva analítica, Lucas Lanusse realiza un interesante aporte

acerca de la mirada que “los otros” tenían del éxito de Montoneros, insertando en su

obra la explicación que “el enemigo” realizaba respecto a la popularidad de la

agrupación. Lanusse engloba bajo el término de “enemigo” a quienes se sitúan en las

antípodas de Montoneros.

32 O´Donnell : El Estado Burocrático Autoriario, Buenos Aires, Ediciones de Belgrano, 1982, p. 448.33 O´Donnell : op. cit., p. 465.

Page 25: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

24

“El enemigo atribuye el éxito de Montoneros para insertarse con relativo éxito en la dinámica argentina de aquellos años a sofisticadas técnicas para controlar e influir en la población, graficadas elocuentemente mediante la frase que uno de ellos pone en boca de Gramsci: <<La intelligenzia tiene que apoderarse de la educación, de la cultura y de los medios de comunicación social para desde allí apoderarse del poder político y con el poder político dominar la sociedad civil. Habría existido además una segunda táctica, tan “solapada” y “maquiavélica” como la primera, conocida como “entrismo”. Consistía en “infiltrar” elementos de la “subversión” en instituciones o movimientos con raigambre en las tradiciones del país para coparlos desde adentro y hacerlos instrumentales a la causa del marxismo internacional. Tal habría sido el método intentado por el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo con la Iglesia Católica y por los Montoneros con el peronismo.”34

En cierta forma, “el enemigo” acertaba al pensar en términos gramscianos la

influencia que Montoneros logró en importantes sectores de la población. Gillespie

señala que en el transcurso de 1970 los Montoneros dedicaron mucho tiempo al

desarrollo de acciones y estrategias políticas tendientes a expresar sus ideas y lograr su

aprobación. Estas estrategias consistían desde la redacción de documentos hasta la

concesión de entrevistas. Los medios de comunicación cumplirían un rol central en la

construcción de consenso social, y Montoneros no subestimaba esta sentencia central

del catecismo gramsciano. Sobre todo, la revista Cristianismo y Revolución cumplió un

espacio fundamental de apoyo y escenificación de la ideología montonera.

Consideramos que los medios de la época son una de las tantas fuentes que nos

permiten reconstruir el imaginario colectivo de la época, con sus diferentes vertientes y

perspectivas ideológicas. Los diarios de la época detallaban diariamente los

acontecimientos políticos ocurridos. Montoneros, ERP, FAR y sus acciones armadas

ganaban titulares, páginas, editoriales. Los medios de comunicación eran un espacio de

disputa para ellas. Eran el terreno fértil para expresar su presencia pública, sus ideas y

sorprender con sus acciones de propaganda armada. Eran un terreno (más) en su pelea

por el poder político, mostrándose activos y en plena guerra revolucionaria. Para

34 Lanusse: op. cit., p.243.

Page 26: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

25

amedrentar al Gobierno. Para conmover y sumar militantes. Para generar las

condiciones subjetivas necesarias para establecer la revolución.

Page 27: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

26

>Capítulo 3

Bautismo de fuego: el secuestro de Aramburu

El 29 de Mayo de 1970 Montoneros hizo su primera aparición pública. En un día

cargado de simbolismos, en el que se conmemoraba el día del Ejército y el primer

aniversario del Cordobazo, la agrupación tuvo su bautismo de fuego secuestrando al ex

Presidente Aramburu. El hecho tuvo un impacto inmediato en la prensa local. Diarios,

revistas, periódicos, descargaban tinta buscando compensar la incertidumbre acerca de

un hecho inédito en la escena nacional. En pleno desgaste de la Revolución Argentina,

Onganía tuvo que enfrentar el impacto directo a la estabilidad política que implicaba

que un ex Presidente de la Nación fuera secuestrado en su propio hogar y por personas

“que vestían uniforme militar”35.

Según Gillespie36, el secuestro de Aramburu estaba atravesado por tres

objetivos. En primer lugar se buscaba dar a conocer a Montoneros. En segundo lugar,

acarreaba una intención punitiva: castigar a destiempo al General Aramburu por los

fusilamientos de 1956 en José León Suárez y por la expropiación del cadáver de Eva

Perón. Y por último, se buscaba evitar el plan reformista de Aramburu, quien pretendía

efectuar una retirada militar pactando con los sectores más participacionistas del sistema

político a fin de aislar a la guerrilla. Montoneros saldó la mayoría de sus intenciones: el

nombre de Montoneros irrumpió en la escena nacional, y pasada la etapa de

desconcierto, se institucionalizó como actor político; el castigador fue castigado:

Aramburu fue ejecutado luego de ser sometido a juicio revolucionario; y el plan

reformista ideado por Aramburu fue postergado, recién en 1971 y con Lanusse al frente

35 Diario La Nación, 30 de mayo de 1970, tapa.36 Gillespie : op. cit., p. 120.

Page 28: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

27

de poder, pudo comenzar a realizarse la salida electoral y elegante del régimen,

enmarcados en el Gran Acuerdo Nacional (GAN).

A partir de este suceso, los diarios nacionales se convirtieron en un terreno

simbólico de disputa: al compás que en sus editoriales aparecían ecos de repudio ante el

secuestro, el Gobierno y los Montoneros los definían como destinatarios de sus

comunicados. Fue así como el mes de junio de 1970 descubrió a las páginas de los

matutinos convertidas en un espacio de mediación entre el Gobierno, los Montoneros y

la sociedad civil.

Fue al día siguiente del secuestro, cuando el nombre de Montoneros apareció

estampado por primera vez en un diario local. En las ostentosas páginas del diario La

Nación se anunciaba la llegada de un comunicado de la “entidad guerrillera” en donde

el “Comando Juan José Valle. Montoneros” se identificaba con Perón y expresaba que

Aramburu sería sometido a juicio revolucionario. Sin embargo, el comunicado

montonero no fue el único que llegó a las redacciones de la prensa local. Otras

organizaciones, como el “Comando Cabral-Fuerzas Armadas Peronistas”, hacían su

aparición exigiendo a cambio de Aramburu, la liberación de presos sociales y políticos.

La convivencia de varias organizaciones atribuyéndose el secuestro y la manipulación

de la liberación del ex presidente, no sólo sembraba confusión, sino que también,

reflejaba un clima de época en donde las organizaciones guerrilleras comenzaban a

tornarse actores de la cotidianeidad política.

La revista Periscopio37 capitalizó la confusión acerca de la autoría del secuestro

mediante un desprendimiento analítico en el que identificaba cinco hipótesis sobre el

secuestro de Aramburu. “ 1) Autosecuestro: Liberales inician un golpe poniendo a salvo

a su jefe. 2) Provocación nacionalista: Para enfrentar a Gobierno y Fuerzas Armadas.

37 Periscopio es el nombre que asume la revista Primera Plana después de ser clausurada por el Gobierno de Onganía el 5 de agosto de 1969, luego de algunos números (en octubre de 1970) retoma su nombre habitual.

Page 29: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

28

3) Venganza del peronismo: Culminaría el 9 de Junio 4) Rescate: El FAL (que debutó

con el cónsul paraguayo) exigiría la libertad de sus amigos. 5) Maoísmo, castrismo:

Notificación del advenimiento de una nueva fuerza subversiva.”38. Peronistas, maoístas,

liberales, nacionalistas, castristas, militares, guerrilleros, estudiantes… cualquiera podía

ser, todos podían ser. Y es esa posibilidad múltiple la que delata un clima de época

donde la violencia era una posibilidad de hacer política. Los estudiantes y obreros lo

habían demostrado en las barricadas del Cordobazo. Onganía lo había demostrado en su

Revolución Argentina. Castro en su Revolución Cubana. La violencia política estaba

ahí, abrazando Argentina desde Cuba, desde Córdoba, desde el cuartel de militares con

ansias de políticos. En ese clima cualquiera podía utilizar políticamente un secuestro a

un ex Presidente. Cualquiera podía usar la violencia como un arma política. Cualquiera

podía ser. Todos podían ser.

Los análisis no se demoraron, y la postura común dentro de la prensa local fue

de repudio ante el secuestro. Estupor nacional. Dolor. Conmoción. Condena. La cadena

de violencia era reducida al eslabón. El secuestro de Aramburu aparecía reflejado como

una punzada a la conciencia colectiva nacional. Sorpresiva. Brutal. Ajena. “Lo que

ostensiblemente ha madurado en la conciencia popular es un unánime sentimiento de

vergüenza ante la verificación de que entre nosotros puedan reproducirse fenómenos de

odios irracionales capaces de reflejar el descenso a los abismos de la ferocidad

gratuita”39 decía el diario La Nación.

A pesar de que la postura asumida por los medios de comunicación en su

repudio hacia el accionar montonero coincidía con la postura del Gobierno, no existía

una correspondencia total entre ambos actores. Muy por el contrario, la circunstancia

del secuestro fue utilizada por algunos medios gráficos para reflexionar acerca de las

38 Revista Periscopio N° 37, 2 de Junio de 1970, p. 18.39 Diario La Nación, 4 de junio de 1970, p. 8.

Page 30: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

29

responsabilidades políticas que le cabían al Gobierno en la extensión del proceso de

radicalización y la emergencia de las organizaciones guerrilleras. “El secuestro del

Teniente General Aramburu no es un hecho aislado: es un eslabón más de una cadena

de violencia y agitación cuyas verdaderas causas deben ser analizadas en profundidad

con la máxima penetración y urgencia”40 advertía Clarín en su nota editorial.

El diario La Nación, por su parte, decía: “Este grave acontecimiento afecta

simultáneamente a las Fuerzas Armadas, al Gobierno y a la conciencia cívica de la

ciudadanía, a la vez que constituye una evidencia de las formas cínicas de brutalidad.”41

En su estrategia de descalificación al accionar guerrillero, el diario La Nación se

mostraba reflejando el sentir de “la nación”, una nación consternada ante la brutalidad y

la violencia. El “nosotros” nacional se reforzaba en la identificación de un “otro”:

violento, guerrillero, extraño. Incluso, en los días posteriores al secuestro, se insistía en

que el secuestro formaba parte de un “plan foráneo”. Crónica publicaba un comunicado

del Gobierno Nacional en donde éste también sostenía la “otredad” de los autores,

diciendo: “El plan continental descubierto y dado a publicidad oportunamente y hechos

similares ocurridos en otras partes del mundo ponen de manifiesto que estos

procedimientos son extraños al accionar de los agrupamientos políticos del país, y por

lo tanto, responden a intereses ajenos a nuestra forma de vida.”42

El hecho causó una gran conmoción pública que estuvo teñida de ambivalencias:

hubo apoyos, repudios, silencios y complicidades. Gillespie señala que el asesinato de

Aramburu dividió a la opinión pública: “Para muchos el asesinato de Aramburu fue

brutal y vengativo, especialmente teniendo en cuenta el tiempo transcurrido entro los

<<crímenes>> y el <<castigo>>, pero los dos citados acontecimientos de 1956 habían

40 Diario Clarín, 5 de Junio de 1970, p. 10.41 Diario La Nación, 31 de mayo de 1970, p. 8.42 Diario Crónica, 2 de junio de 1970, p. 12-13.

Page 31: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

30

quedado profundamente grabados en la memoria de los peronistas, por lo que los

sectores más combativos lo consideraron un acto justiciero.”43

En la misma línea que Gillespie, Lanusse señala que a pesar de que el hecho

generó importantes simpatías, también tuvo furibundas condenas desde distintos

sectores. Respecto a las simpatías que generó el hecho, Lanusse resalta las acontecidas

al interior del peronismo. Señala que la acumulación de proscripción y ofensas, hizo que

para viejos militantes de la Resistencia, dirigentes gremiales y un importante número de

trabajadores, el asesinato de Aramburu fuera juzgado como un acto de justicia, “… no

podían evitar sentir simpatía y respeto por el puñado de militantes que habían llevado a

cabo la empresa.”44

Otro de los sectores que apoyó a Montoneros fue el de los sacerdotes

pertenecientes al Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo. La revista

Cristianismo y Revolución fue un espacio de difusión de las ideas del catolicismo

radicalizado. Fue en sus páginas donde, unos meses después del secuestro de Aramburu,

el padre Benítez dio su apoyo a la organización:

“Periodista:- ¿No cree usted, Padre Benítez, que los curas del Tercer Mundo, con su prédica de la violencia, son un poco responsables en el fondo del asesinato de Aramburu? Padre Benítez: -En el fondo, del asesinato de Aramburu, más responsables que los curas del Tercer Mundo es usted, soy yo, es el Cardenal Caggiano y el propio Aramburu. Porque observe usted, (…) ¿qué los lleva a reaccionar violentamente contra el medio social en que se acunaron? A mi entender dos causas: primera la convicción de que sólo la violencia barrerá con la injusticia social. Por las buenas jamás los privilegiados han cedido uno solo de sus privilegios. Estos jóvenes sienten, con una fuerza que no sentimos los viejos, la monstruosidad de que un 15% posea más bienes que el 85% restante. Viven en un estado de indignación y de irritación del que apenas podemos formarnos idea…”

45

A medida que los días pasaban, y que en las posturas se asumían posiciones más

cerradas, el “otro” va siendo definido en su perfil, sumando nuevos actores. Aunque la

prensa insistía en la existencia de un repudio social generalizado, se permitían sugerir

43 Gillespie : op. cit., p.121.44 Lanusse : op. cit., p 234.45 Revista Cristianismo y Revolución N° 25, septiembre de 1970, p.6.

Page 32: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

31

que los guerrilleros contaban también con “la ayuda inconstante de muchos”46. Clarín

daba espacio a las palabras del Presidente Onganía, quien señalaba que “este es el

modelo extranjero que pretende ganar nuestras universidades, gobernar las estructuras

sindicales, quebrantar nuestra unidad espiritual y destruir las Fuerzas Armadas y nuestro

estilo de vida.”47 La dicotomía “nación-foráneo” incorporaba nuevos actores: los

guerrilleros, obreros y estudiantes representaban una tríada donde la infiltración

extranjera echó banderas en ideas, métodos y acción política. El Cordobazo, la toma de

fábricas, las luchas estudiantiles, dejaban de ser hechos aislados, para convertirse en

eslabones de una cadena de violencia política; violencia que el Gobierno, a través de

sus comunicados y conferencias brindados a los medios, insistían en mostrar como la

antítesis de “la nación”. En el diario La Nación, el Comandante en Jefe del Ejército

decía:

“…se ha visto reaparecer en establecimientos fabriles e industriales de Córdoba el procedimiento de la ocupación de los lugares de trabajo, con la captura de rehenes, e idéntico recurso ha sido aplicado recientemente en la <<toma>> de universidades. Mientras sedicentes sindicalistas actúan de manera que su influencia sirva para afectar grandes fuentes de trabajo y destruir cualquier atisbo de paz social, grupos estudiantiles de filiación bien notoria ensayan la subversión cotidiana, de la cual extraen una cobertura de ribetes doctrinarios las bandas cuya misión específica consiste en asaltar entidades de crédito, atacar comisarías apartadas y puestos militares en situación vulnerable, robar armas y apropiarse de explosivos, según ha ocurrido en fecha reciente.”

48

Por su parte, Clarín se distancia de la antinomia nacional/foránea propuesta por

el Gobierno para analizar el secuestro y llama la atención acerca de las

responsabilidades nacionales del asunto. “El país siente que no puede ser apta una

explicación que reduce lo que ocurre en la Argentina de un tiempo a esta parte a la

acción de factores extraños (…) Buenos o malos, los nuevos hábitos a menudo se

contagian, la ideología de la violencia es un mal de nuestro tiempo y debemos estar

46 Diario Clarín, 3 de junio de 1970, p. 2047 Diario Clarín, 3 de junio de 1970, p. 2048 Diario La Nación, 31 de mayo de 1970, p. 8.

Page 33: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

32

preparados para resistirla.”49 Clarín, sin dejar de subrayar una y otra vez su repudio al

secuestro, se anima aquí a un juego analítico en donde las causas del secuestro van más

allá de la decisión de sus autores. El matutino se anima a encontrar en el contexto social

y político las causas que llevaron a la emergencia de estos actos de violencia: “El

terrorismo es el infaltable subproducto de todo estado de frustración: la acción de los

grupos que lo provocan se hace posible en un clima favorable que sólo puede

determinarlo dentro de la República la ausencia, paralización o receso de las

instituciones naturales sobre las que se apoyan el equilibrio, la armonía y el respeto

mutuo de la ciudadanía, por encima de toda divergencia de opinión y de criterio.”50

Mediante esta contextualización analítica Clarín realiza un doble juego, en el sentido de

que no sólo repudia al accionar guerrillero sino que también interpela al Gobierno en

sus responsabilidades políticas frente al asunto.

El 1 de junio de 1970, los diarios amanecían con las palabras montoneras

resolviendo el desenlace del destino de Aramburu. En su comunicado número tres

anunciaban la constitución de un “tribunal revolucionario” frente al que Pedro Eugenio

Aramburu se reconocía culpable de los cargos presentados; en consecuencia, el tribunal

lo condenó a muerte “en lugar y fecha a determinar”, resolviendo también “dar cristiana

sepultura a sus restos”51.

Montoneros trocaba la ausencia de justicia formal por la justicia

revolucionaria52. El asesinato de Aramburu era legitimado discursivamente como un

acto de justicia popular. Su destinatario era el pueblo peronista. La conciencia colectiva

era reparada a destiempo: quince años después, los asesinatos de José León Suárez

49 Diario Clarín, 5 de junio de 1970, p.12.50 Diario Clarín, 5 de Junio de 1970, p. 12.51 Diario La Nación, 1 de junio de 1970, tapa.52 Lenci, Laura: “Justicia, política y violencia. Un análisis de los cuerpos normativos montoneros 1972-1975”. Ponencia presentada en la II Jornada Académica “Partidos Armados en la Argentina de los Setenta. Revisiones, interrogantes y problemas”, Unsam, 25 de abril de 2008.

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33

eran vengados. ¿Cómo evitar (siendo peronista) no sentir simpatía por este acto

pasional? En esta línea se pregunta Beatriz Sarlo por este hecho de pasión y venganza

que “fue vivido por miles como un acto de justicia y reparación”53. El asesinato se

llenaba de mito, no sólo el fusilador era fusilado 15 años después, sino que a cambio de

la entrega de su cuerpo, se pedía el de Eva Perón, de cuya expropiación Aramburu se

reconocía culpable. En un acto de artesanía simbólica Montoneros supo “tocar el nervio

maestro de la sensibilidad” peronista uniendo en una sola maniobra las “las pasiones

extremas del amor y el odio: el fusilador y la abanderada de los descamisados.”54

Con el correr de los días, el nerviosismo ante la ausencia de noticias del

Presidente secuestrado, endurece los ceños y discursos del Presidente Onganía. En un

intento de impacto simbólico más que legal, el Presidente decreta el 3 de Junio de 1970

la instauración de la pena de muerte para los delitos cometidos contra el orden público.

La flamante y terminante ley contaba con un destinatario claro. No en vano “los delitos

de privación de la libertad, atentando con armas, y uso ilegítimo de insignias, distintivos

o uniformes correspondientes a fuerzas armadas o de seguridad55” se llevaban la pena

máxima. La instauración de esta ley refleja las imposibilidades institucionales con las

que contaba el Gobierno en su lucha contra la subversión. El diario La Nación cuestionó

la efectividad de la misma, señalando en su editorial que la arquitectura del texto legal

“pareciera haber tenido más en cuenta el efecto psicológico que los resultados jurídicos

de sus prescripciones.”56

La pena de muerte nunca fue aplicada y las acciones de Montoneros contra el

“orden público” continuaron. A un mes de su bautismo público, el 1 de Julio de 1970, la

agrupación guerrillera tomaba la localidad cordobesa de La Calera. Robaron un banco.

53 Sarlo, Beatriz: La Pasión y la excepción, Buenos Aires, Ariel Historia, 2001, p. 136.54 Sarlo: op. cit., p. 154.55 Diario La Nación, 4 de Junio de 1970, p.8.56 Diario La Nación, 4 de Junio de 1970, p.8.

Page 35: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

34

Tomaron una comisaría. Obligaron a los policías a cantar la marcha peronista. Cortaron

los teléfonos. Llenaron las paredes de graffitis que anunciaban “Perón Vuelve”.

Montoneros reaparecía en la prensa nacional, pero lentamente la incertidumbre de su

ideología se iba disipando. Sus figuras y acciones se iban mitificando. Los matutinos

comenzaban a suplir la sorpresa por la naturalización de la osadía trenzada en esta

segunda acción montonera.

El secuestro de Aramburu se mostraba como un hecho disruptivo en el sistema

político nacional. El Estado Burocrático-Autoritario57 encarnado por la dictadura de

Onganía comenzaba a disolver la imagen de orden en que encontraba su fundamento. Se

inicia un proceso conjunto de desestabilización del régimen político y de emergencia de

nuevos actores políticos, con nuevas herramientas de lucha, de negociación y de

disputa. Las organizaciones político-militares mutarán de ser la novedad de 1970 a

convertirse en uno de los actores políticos centrales que definirán al sistema político

argentino a lo largo de toda la década. El Estado Burocrático Autoritario pierde la

firmeza en su hegemonía, Montoneros junto con otras organizaciones político-militares

comienzan un camino de lucha armada en el que disputan su monopolio de la fuerza.

Perdido el consenso de la imagen de orden, la reacción del Estado Burocrático

Autoritario será más fuerza. Junio de 1970 se torna el presagio de una década que marcó

de violencia al sistema político argentino.

57 O´Donnell: op. cit.

Page 36: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

35

>Capítulo 4

De muertes, mártires, pasiones y venganzas

1970 será un año marcado por la violencia. La revista Panorama la consagraba

como “personaje del 1970” colocándola en la última tapa del año. “La abrumadora

enumeración de los atentados terroristas que sacudieron a los argentinos durante el año,

puso fin al debate: la gelinita, la metralla, los secuestros, los robos políticos eran –

sumados- no sólo el personaje dominante de estos doce meses; también habían marcado

a fuego la historia argentina”58 . Dentro de este escenario de violencia, la muerte se

erigía como herramienta de consolidación de identidad política y como fuente de

ajusticiamiento. Muere Aramburu en venganza montonera por los fusilamientos de José

León Suárez en 1956. Muere el montonero Emilio Maza en un tiroteo con la policía tras

la toma de La Calera. Mueren los montoneros Abal Medina y Ramus intentando escapar

de la policía en William Morris. La justicia, la venganza, la pasión, la muerte: elixir de

la política de 1970.

Estas muertes pueden ser analizadas como terrenos simbólicos en la disputa de

legitimidades y condenas. La muerte hará de los montoneros caídos, mártires. La muerte

hará del enemigo caído, víctima. El asesinato de Aramburu, como señalamos en el

capítulo anterior, generó furibundas condenas y tibios apoyos. Pero el hallazgo de su

cuerpo el 16 de julio de 1970 actuó como un (re) activador de sensaciones. Se actualizó

el duelo que se estaba viviendo desde su desaparición y con él las condenas a sus

autores. “Brutal crimen”59, “salvaje atentado60”, “vergüenza de los argentinos61”,

catalogaron los medios gráficos de la época al episodio y llenaron sus hojas de

58 Revista Panorama N° 192, 29 de diciembre de 1970 al 4 de enero de 1971.59 Diario La Nación, 18 de Julio de 1970, tapa.60 Diario Crónica, “Suplemento Extra”, 18 de julio de 1970, p. 10.61 Revista Periscopio N° 44, 21 de Julio de 1970, p. 13.

Page 37: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

36

homenajes y recuerdos para el General Aramburu. “Desde Adán en adelante todos

sabemos que a los muertos se les achacan los crímenes o se los llena de virtudes”62 dijo

el Capitán en retiro Molinari, durante el velatorio de Aramburu.

Por otro lado, y en otros sectores sociales, la muerte de los Montoneros también

revitalizará sensaciones y potenciará adhesiones. Tanto la muerte del montonero Maza

como la de Ramus y Abal Medina pueden pensarse como ocasiones para medir el

consenso social de la organización. Sus entierros se llenan de miles de asistentes.

Jóvenes, sacerdotes del Tercer Mundo, sindicalistas de la CGT de los Argentinos y

ciertos sectores del peronismo, demuestran su apoyo en presencias y coronas. La muerte

vuelve a los montoneros mártires. Sus figuras se tornarán discurso y llenarán de

sentidos (de entrega y lucha) al accionar de la organización en sus futuras acciones

armadas. Según Gillespie, “la muerte de Ramus y de Abal Medina provocó la primera

manifestación pro-Montoneros, llevada a cabo por mil jóvenes en el poblado de

barracas de Barrio Casas el 14 de septiembre, y el 7 del mismo mes pasó a formar parte

del calendario de la izquierda peronista como fecha en que se celebrarían

manifestaciones anuales en recuerdo de aquellos dos destacados guerrilleros63”.

El 1 de julio de 1970, cuando aún estaban tibias las dudas acerca del destino de

Aramburu y de sus autores, Montoneros realiza su segunda aparición pública, en un

hecho que La Nación catalogó como el “más espectacular operativo realizado en nuestro

país por elementos extremistas”64. Montoneros ocupa por una hora la localidad

cordobesa de La Calera. Toman el banco, la comisaría y las oficinas de telégrafos y

correos. Encarcelan a los policías y los obligan a cantar la marcha peronista. Pintan las

paredes de la municipalidad con grafftis que anunciaban “Perón o Muerte”, y huyen del

pueblo con 26000 pesos del banco, armas y una emisora de radio. Pero cuando

62 Revista Panorama N° 169, 21 al 27 de Julio de 1970.63 Gillespie: op. cit., p.129.64 Diario La Nación, 2 de julio de 1970, tapa.

Page 38: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

37

escapaban, uno de los coches se rompe y esto es ocasión para que dos montoneros (Luis

Losada y José Fierro) fueran capturados por la policía. La captura generó una cadena de

consecuencias: revelación de información, nuevas capturas y muerte. La suerte

empezaba a escaparse. Con los datos obtenidos, la policía se dirigió al barrio cordobés

“Los Naranjos”, donde luego de un intenso tiroteo, Montoneros gana su primer mártir:

Emilio Maza. Por su parte, Ignacio Vélez Carreras y su esposa Cristina Liprandi son

detenidos. Los hechos se apresuran. La estructura montonera parece develada. Los

vínculos entre los autores del secuestro de Aramburu y la toma de La Calera se

clarifican: Maza, Vélez, Ramus, Capuano Martínez, Arrostito, Abal Medina son

identificados como los autores del secuestro. Los diarios y revistas se hacen eco de la

búsqueda policial, publicando sus fotografías y requiriendo su captura65.

Los datos obtenidos por la policía tras el golpe de La Calera dan las pistas para

hallar el cadáver de Aramburu en una estancia de Timonte, propiedad de los padres del

montonero Carlos Gustavo Ramus. Los restos de ex Presidente reciben sepultura con los

honores previstos para un presidente en ejercicio. “Pueblo y Gobierno condenan el

asesinato del general Aramburu”66 titula La Nación. Su entierro se llena de gente,

muestras de apoyo, escenas de consternación. Los medios reflejan el estupor en

suplementos especiales. El dolor se actualiza.

Un mes después, el 7 de septiembre de 1970, Montoneros cosecha dos nuevos

mártires en un enfrentamiento policial en una pizzería de William Morris: Abal Medina

y Ramus mueren luego de un feroz tiroteo con la policía. Otros dos montoneros (Norma

Arrostito y Eduardo Firmenich, según el diario Crónica) logran escapar

“cinematográficamente67”. Este hecho termina por desestabilizar la estructura

montonera. Septiembre de 1970 los encuentra con tres militantes muertos, sus datos

65 Revista Periscopio N° 43, 14 de Julio de 1970, p. 19; diario Crónica, 17 de Julio de 1970.66 Diario La Nación, 18 de Julio de 1970, tapa.67 Diario Crónica, 8 de septiembre de 1970, p. 2.

Page 39: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

38

organizacionales revelados, y sus rostros en fotografías de captura policial. A cuatro

meses de su aparición pública, Montoneros había logrado notoriedad, apariciones

mediáticas y resonancias en el sistema político argentino. Pero también, se encontraba

expuesto en su estructura organizacional y a punto de ser aniquilado.

La incertidumbre acerca de la existencia de Montoneros y su origen social,

tendencia política e ideología comenzaron a desaparecer a fuerza de las detenciones y

datos obtenidos tras el golpe de La Calera y William Morris. Eran jóvenes. Eran

peronistas. Eran cristianos. Eran nacionalistas. Y eran miembros de sectores sociales

medios y acomodados. El origen social de Montoneros causó una gran sorpresa. El

Gobernador Bas decía “conozco a las familias de los detenidos, tradicionales y

respetuosas de las normas institucionales del país; el caso me sorprende”68 . La revista

Periscopio en su intento de reconstrucción de la identidad montonera resaltaba el hecho

de que “varios guerrilleros descienden de la burguesía provincial; y como si esto fuese

poco, la mayoría profesa con fervor el catolicismo. Daba la impresión de que se

reiteraban los animadores del Cordobazo: estudiantes, intelectuales, gremialistas ajenos

a la burocracia, sacerdotes y religiosos69”. Clarín se sumaba a la sorpresa respecto al

origen social de los actores diciendo: “Los hechos de La Calera ponen de manifiesto

como cunde el mal ejemplo, ya que sus protagonistas parecen reclutados en sectores

sociales no sospechados en principio de tales inclinaciones”70.

La mayoría de los integrantes fundacionales de Montoneros pertenecían a los

sectores intermedios. Fueron estos sectores quienes protagonizaron el camino de

radicalización política en un contexto dictatorial, de constricción de libertades políticas

y culturales. La censura ofrecida por la Revolución Argentina potencia esa

radicalización y crea un clima favorable para el encuentro de los jóvenes de clase media

68 Revista Periscopio N° 42, 7 de Julio de 1970, p. 13.69 Revista Periscopio N° 44, 21 de Julio de 1970, p. 22.70 Diario Clarín, 4 de Julio de 1970, p. 12.

Page 40: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

39

con la lucha armada. El origen social de los Montoneros se corresponderá con el de la

mayoría de sus simpatizantes y seguidores71.

El origen católico de los Montoneros también genera sorpresa, sobre todo, por

la utilización de la lucha armada como metodología. Los asaltos, tomas de localidades,

asesinatos, parecían ser ajenos al “ethos católico”. Sin embargo, como mencionamos

anteriormente, es al calor del cristianismo revolucionario que los jóvenes montoneros

resignifican la palabra de Cristo en la lucha armada. Los Montoneros se apropiaron del

mensaje de Camilo Torres, para quien “la revolución no sólo está permitida, sino que es

obligatoria para todos los cristianos que vean en ella la manera más eficaz de hacer

posible un mayor amor para todos los hombres”72.

Los sacerdotes del Tercer Mundo fueron uno de los sectores que apoyó a

Montoneros en forma explícita. Muchos sacerdotes fueron presos por defenderlos. Tal

fue el caso de los padres Mugica y Benítez, quienes tras oficiar en las misas de entierro

de Ramus y Abal Medina, fueron detenidos por “incitación a la violencia”73. Una de las

oraciones que generó esta detención fue la pronunciada por el padre Hernán Benítez,

quien dijo:

“Abal Medina y Ramus fueron cristianos. Pido perdón a Dios por la muerte de ellos, que fueron asesinados por la Nación, que no supo comprenderlos, darles un camino, colmar su sed de justicia. Su muerte, ante Dios, es un holocausto. La sociedad los ha juzgado, castigado y destruido, pero si tienen que responder ahora a la inquisitoria del Señor -¿has dado de comer al hambriento y de beber al sediento?- ellos pueden responder que han dado sus vidas para que en el mundo no hubiera hambre ni sed. Nos sentimos responsables de estas vidas jóvenes tronchadas. (…)Señor: te damos muchas gracias por estos muchachos. No eligieron el camino fácil…”74

La reacción de apoyo de los sacerdotes del Tercer Mundo y de agrupaciones y

militantes estudiantiles refleja que, en gran medida, la adhesión hacia Montoneros

provenía de los mismos sectores de los cuales los guerrilleros provenían. Sectores

71 Lanusse : op. cit., p. 106.72 Camilo Torres, 3 de agosto 1965 en Gillespie: op. cit., p.82.73 Diario Crónica, 15 de septiembre de 1970, p. 12.74 Diario La Nación, 12 de septiembre de 1970, p. 6.

Page 41: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

40

medios, estudiantiles, y cristianismo radicalizado eran las principales vertientes de

apoyo. Sin embargo, había un elemento crucial de la identidad montonera que no tuvo

una correspondencia inmediata en cuanto al reflejo de apoyo: el peronismo. Montoneros

se identificó desde un primer momento como una organización peronista75, sin embargo

esto no fue recibido gustosamente por todos los sectores del Movimiento. Fue claro el

gesto de repudio de José Paladino, delegado de Perón en Argentina, tras el secuestro de

Aramburu, diciendo “condenamos sin reticencias el hecho en que ha sido protagonista

el teniente General Pedro Eugenio Aramburu. Los peronistas hemos pasado muchos

días trágicos en estos 15 años y no le deseamos una experiencia similar a nadie (…) Los

peronistas no somos resentidos ni revanchistas. Y no lo somos porque el pueblo

argentino no lo es.”76

Sin embargo, a pesar de la resistencia que los sectores sindicales presentaban

frente a Montoneros, hubo apoyo por parte de los grupos más revolucionarios del

peronismo y hasta del mismísimo Perón. Para enfatizar su identidad peronista, y generar

consenso dentro del Movimiento, Montoneros no escatimaba en detalles simbólicos.

Entre sus estrategias, podemos mencionar al hecho de incorporar en todos sus

comunicados el gráfico de un óvalo con la “P” y la “V” de Perón Vuelve. Asimismo,

cuando tomaron la ciudad de La Calera, llenaron las paredes de la municipalidad con

esta inscripción. En sus comunicados se definían como una organización peronista que

ha elegido “el camino de la resistencia armada para abrir paso al acceso de los

trabajadores al poder”77.

Esta dualidad de apoyos y condenas dentro del mismo Movimiento Peronista se

afilará con el correr de los años. Las fuerzas sindicales y sus bases serán, como

75 Diario La Nación, 30 de mayo de 1970, p. 4.76 Diario Clarín, 3 de junio de 1970, p. 25.77 “Hablan los Montoneros”, documento de la revista Cristianismo y Revolución N°26, noviembre-diciembre de 1970.

Page 42: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

41

señalamos anteriormente, “el talón de Aquiles de los Montoneros desde 1970”78. Desde

la aparición de la organización, cuando la CGT condenó el secuestro de Aramburu

calificándolo de “inspirado desde el extranjero”79, se perfilaba la actitud crítica que este

sector del peronismo tendría hacia Montoneros. Actitud que se mantendría y agudizaría

en los años siguientes, y que explotaría en 1973 con los enfrentamientos de Ezeiza.

Las reacciones disímiles que Montoneros generaba dentro del peronismo

quedaron evidenciadas el 17 de octubre de 1970, en un acto organizado por las 62

Organizaciones en Córdoba. En este acto de homenaje a la lealtad peronista se

enfrentaron los sectores del peronismo que apoyaban y se oponían a Montoneros. El

hecho mismo de convertirse en objeto de un enfrentamiento demuestra la presencia

adquirida por Montoneros dentro del Movimiento Peronista y las pasiones generadas en

él. Esto se puede ver cuando, en un momento del acto, desde un sector del público se

empezaron a escuchar gritos a favor de Montoneros y se pretendió realizar un homenaje

a los Montoneros convertidos en mártires: Abal Medina, Ramus y Maza. Esta iniciativa

irritó a los sectores adherentes a Paladino, quienes enfurecidos empezaron a gritar que

había que echar “a los comunistas80”.

Las figuras de Abal Medina, Ramus y Maza fueron capitalizadas

simbólicamente por la organización. Los militantes caídos fueron resignificados como

mártires, emblemas de lucha y entrega, vociferados en canciones de actos, se volvieron

bandera. Los caídos se vuelven mártires, y esa mutación evidencia una dimensión

significante que buscaba impactar en el imaginario social de esos tiempos. El

imaginario social como red simbólica de sentidos es un terreno de disputa. Montoneros

entrará en esta lucha semiológica buscando asociar en el imaginario social la muerte de

Maza, Ramus y Abal con el heroísmo, la entrega, la lucha. La construcción de estas

78 Gillespie: op. cit., p. 154.79 Diario Buenos Aires Herald, 3 junio 1970.80 Revista Primera Plana N° 403, 20 de Octubre de 1970, p.23.

Page 43: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

42

relaciones simbólicas pretende generar consenso en cierto sector de la sociedad. La

muerte fascina, genera solidaridad, simboliza entrega. “Lo único que se puede perder es

la vida (las consignas repiten esta alternativa de varios modos: patria y victoria o

muerte) y, si eso sucediera, como sucedió poco después del secuestro con varios de sus

protagonistas, el nombre quedaría inscripto en la lista de los mártires”81.

La muerte era para el militante montonero más que dar la vida por la causa, era

la entrega absoluta. Era el honor materializado en acto. “La disposición al sacrificio y a

la muerte fue un tema presente desde los primeros documentos y comunicados de la

organización. Emerge, como consigna verbal, que acompaña el nombre de Montoneros

y su representación gráfica. Es repetido como rezo y promesa en ocasión de muertes o

de victorias, cuando se recuerda a los héroes y las acciones pasadas”82. José Pablo

Feinmann cuenta que nuestro propio himno tiene sus estrofas montoneras, cuando nos

interpela diciendo “coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir83”. Los

Montoneros que caían, morían con gloria y se volvían mártires. Sus entierros se

presentaban como los espacios de construcción de sus figuras en mártires. Esta

martirización conmueve y legitima sus acciones. La asociación de los militantes caídos

con los significados de entrega y la lucha puede analizarse como otra de las estrategias

simbólicas recurridas por Montoneros en la construcción del consenso social. La

efectividad de la estrategia puede observarse en el hecho de que sus velorios se llenaron

de miles de asistentes, de coronas, y banderas argentinas. En el velorio de Abal Medina,

“momentos antes de que fuera retirado el ataúd del domicilio, los presentes entonaron el

81 Sarlo: op. cit., p. 179.82 Sarlo: op. cit., p. 177-178.83 Feinmann: op. cit., p.58.

Page 44: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

43

himno nacional”84. También se escucharon exclamaciones: “¡Viva la Patria! ¡Viva

Perón! ¡Patria sí, colonia no!85”.

Desde el cristianismo revolucionario, las palabras pronunciadas por los

sacerdotes Mugica y Benítez otorgaban el contenido discursivo para la consolidación de

los caídos en mártires.

“No puedo sino pronunciar unas palabras de despedida para quienes fueron mis hermanos Carlos Gustavo y Fernando Luis, que eligieron el camino más duro y difícil por la causa de la dignidad del hombre. (…) Recuerdo cuando con Carlos Gustavo hicimos un viaje al norte del país y allí lo vi llorar desconsolado al ver la miseria y el triste destino de los hacheros. Fue fiel a Cristo, tuvo un amor concreto y real por los que sufren: se comprometió con la causa de la justicia, que es la de Dios, porque comprendió que Jesucristo nos señala el camino del servicio. Es un ejemplo para la juventud, porque tenemos que luchar para alcanzar la sociedad justa y superar el mecanismo que quiereconvertirnos en autómatas. Que este holocausto –el de Abal Medina y Ramus- nos sirva de ejemplo.”86

En sintonía a nuestro problema de investigación, podemos considerar a los

entierros como indicadores del apoyo social recibido por Montoneros. “Con la muerte

de Emilio Maza esa adhesión adquiere perfiles incondicionales. Mientras la ciudad de

Córdoba estaba prácticamente ocupada por las fuerzas represivas (…) tres mil personas

se hicieron presentes en el entierro del combatiente caído. En el cementerio, frente a su

tumba, vitorearon a Perón y a los Montoneros.”87. Los entierros de Abal Medina y

Ramus fueron análogos en las muestras de apoyo. Entre las entidades que se adhirieron

al duelo por sus muertes se encontraban: Juventud Peronista de La Plata, Fuerzas

Armadas Peronistas, Alianza Libertadora Nacionalista, Movimiento Nacionalista

Tacuara, Movimiento de la Reconquista Argentina, 62 Organizaciones, CGT de los

Argentinos, Sindicato Universitario de Derecho y Sindicato Universitario Argentino.

También se hicieron presentes adherentes de la Acción Católica, ex condiscípulos del

84 Diario Crónica, 12 de septiembre de 1970, p. 4.85 Diario Crónica, 12 de septiembre de 1970, p. 4.86 Diario La Nación, 12 de septiembre de 1970, p. 687 Revista Cristianismo y Revolución N° 25, septiembre de 1970.

Page 45: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

44

Colegio Nacional Buenos Aires y hasta había una corona a nombre de Juan Domingo

Perón. 88

Estas muestras de apoyo recibidas en ocasión de los entierros muestran que el

“arco ideológico89” en el cual Montoneros encontró consenso social era correspondiente

con los sectores de los cuales ellos mismos provenían: sectores peronistas,

universitarios, cristianismo radicalizado. El hecho de que su identidad política esté

atravesada por estas (distintas) vertientes hacía que el apoyo se distribuyera en

diferentes espacios: universitarios, sindicales, eclesiásticos. En parte, este apoyo

posibilitó la supervivencia de Montoneros en 1970 tras los duros golpes sufridos en La

Calera, Timonte y William Morris. La muerte, la persecución y la revelación de datos

organizacionales habían expuesto a la organización al punto del aniquilamiento. Pero el

apoyo social cosechado en sus primeros meses se capitalizó en ayuda y se tornó una

estrategia vital de supervivencia en un año marcado por la muerte y el asecho. Un año

marcado por la violencia política. “La violencia endémica, una jugarreta que los

argentinos nunca creyeron merecer, parece instalada definitivamente en la vida

cotidiana del país” decía la revista Primera Plana. El imaginario político de

Montoneros se tejía a fuerza de idealismo, muerte, pasión y venganza. En un contexto

político marcado a sangre y fuego por la violencia política, será este peculiar imaginario

político una de las claves del apoyo popular obtenido, y a partir de él, de su

supervivencia como organización político-militar.

88 Diario La Nación, 12 de septiembre de 1970, p. 6.89 Lanusse: op. cit., p. 236

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45

>Capítulo 5

1971, el año entre paréntesis

1971 fue un año “entre paréntesis” para Montoneros. Puente. Bisagra. Enlace del

año de su bautismo y del año de su explosión. Del comienzo de su explosión. En 1971

Montoneros perdió la capacidad de sorpresa. Ya se sabía quienes eran. Se los buscaba

mediante carteles. Se los juzgaba en oficinas de gobierno y en tinta de editoriales

matutinos. Sin tapas ni marquesinas, estuvieron presentes, de todas formas, mediante

pequeñas grandes acciones. Era difícil superar el poder simbólico que tuvieron en 1970

al secuestrar a un ex presidente y tomar una localidad en menos de 30 días. Pero, a pesar

de sus bajas, de la persecución policial, del desarme y rearme organizacional continuo,

Montoneros sobrevivió 1971. Atravesó en silencio un año que se volvió puente para que

la organización creciera. Creciera geométricamente en los años siguientes en número de

militantes, de seguidores, de papel político. Aunque no pasó demasiado, algo debe

haber pasado en 1971 para que Montoneros pasara de ser la sorpresiva organización

armada de una docena de veinteañeros autodenominados peronistas a ser una de las

formaciones especiales del General Perón, a la que en diciembre de 1972 designó como

organizadora de la campaña de su candidato presidencial Héctor Cámpora.

“Desde nuestra aparición pública los distintos personeros del régimen, sus

funcionarios, sus políticos, sus generales y obispos, su prensa y sus mercenarios, han

tratado de desvirtuar nuestros hechos e intenciones, acusándonos de delincuentes

comunes, aventureros, provocadores y fascistas. Hasta llegar a dudar de nuestra

existencia como es el caso del gorilaje aramburista”90 decían los Montoneros en un

comunicado publicado en diciembre de 1970 en la revista Cristianismo y Revolución.

90 Revista Cristianismo y Revolución Número 26, diciembre de 1970.

Page 47: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

46

1971 fue utilizado para reafirmar su identidad y disipar dudas utilizando como

“estrategia comunicacional” la publicación de cartas, comunicados y la realización de

entrevistas. Los medios de comunicación se convertían así en un espacio de disputa en

la legitimación de sus acciones. En búsqueda de la construcción del consenso,

Montoneros presentará en sus comunicados sus valores, ideales, enemigos y mártires.

Cristianismo y Revolución fue un medio de comunicación privilegiado por la

organización para llevar a cabo esta estrategia. La correspondencia ideológica con la

revista facilitaba la publicación de sus militantes. Montoneros trataba de demostrar que,

aunque tomaban pueblos, robaban armas, bancos, registros civiles, y mataban, no eran

delincuentes comunes, ni aventureros, ni provocadores, ni fascistas: eran Montoneros.

El 2 de junio de 1971, esta revista publicaba un comunicado montonero al

pueblo de la Nación, en donde estos decían: “Nuestro compromiso de combatientes

peronistas nos suma diariamente a esta lucha sin cuartel que la guerra revolucionaria del

pueblo desarrolla contra los gorilas y vendepatrias entregados al imperialismo. Así,

fieles a esta consigna, hemos ganado una nueva batalla para devolver al pueblo lo que

por derecho propio le corresponde.” Como parte de su “estrategia comunicacional”

peronismo, pueblo y patria aparecían como los significantes que atravesaban el discurso

montonero, buscando mostrarlos como nodos de su identidad. Se presentaban así como

peronistas que luchaban por la patria en nombre del pueblo. Y en ese juego

semiológico definían a sus enemigos: los gorilas y vendepatrias. Beatriz Sarlo91 señala

que al asumirse peronistas, los Montoneros, asumen también su herencia de amigos y

enemigos. Heredan su distribución del terreno político. “La verdadera disyuntiva del

país es peronismo o antiperonismo92”, dirán en un reportaje en abril de 1971.

91 Sarlo: op. cit.92 Revista Cristianismo y Revolución Número 28, abril de 1971.

Page 48: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

47

La identidad peronista de los Montoneros les valió una protección93. Protección

que se materializaba en apoyo, especialmente de parte de los grupos de jóvenes

peronistas. En cambio, los sectores sindicales resultaron un sector difícil de conquistar

dentro del Movimiento. Por su parte Perón, si bien nunca había desautorizado a la

guerrilla, a partir de 1971 explicitó su apoyo. Puso en palabras su simpatía hacia la

organización mediante un intercambio epistolar mantenido en el verano de 1971.

Montoneros se encargó de capitalizar esa simpatía dentro del peronismo dando a

conocer esas cartas, demostrando que eran “las formaciones especiales” del General.

El 9 de febrero de 1971, Montoneros le escribe al General Perón hablándole,

fundamentalmente, del ajusticiamiento de Aramburu y de sus razones. Le advierten que

para algunos este hecho había entorpecido sus planes y le piden una opinión al respecto.

La respuesta de Perón no tarda en llegar, fechada el 21 de febrero, les contesta: “Estoy

completamente de acuerdo y encomio todo lo actuado. Nada puede ser más falso que la

afirmación que con ellos ustedes estropearon mis planes tácticos porque nada puede

haber en la conducción peronista que pudiera ser interferido por una acción deseada por

todos los peronistas. 94” La repuesta tranquiliza, el General avala el ajusticiamiento de

Aramburu y amplía su sentido al decir que fue “una acción deseada por todos los

peronistas”.

El apoyo explícito otorgado por Perón a Montoneros puede pensarse como uno

de los factores que influyó en el consenso construido por la organización dentro del

peronismo. Este gesto del General los reafirmaba y legitimaba como peronistas. A

mediados de 1971 circulaba el documento “Perón habla a la Juventud” en donde éste

teñía sus palabras de halagos a la “juventud maravillosa”: “yo tengo fe absoluta en

nuestros muchachos, que han aprendido a morir por sus ideales. Y cuando una juventud

93 Gillespie: op. cit. p.129.94 Revista La Causa Peronista N° 9, 3 de septiembre de 1974.

Page 49: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

48

ha aprendido y ha alcanzado esto, ya sabe todo lo que una juventud esclarecida debe

saber.95” El reconocimiento por parte del General Perón les daba acceso al Movimiento

Peronista, “un movimiento de masas, amplio, vital y contradictorio.”96

Como parte de su “estrategia comunicacional” de presentación, Montoneros no

sólo buscaba demostrar su identidad peronista sino que también resaltaba un lateral

nacionalista. Este lateral montonero, presente en el pasado de algunos de sus miembros,

emergía en guiños semiológicos a través de sus comunicados, de sus comandos y hasta

de su propio nombre. Nación es un significante extenso, aún más extenso que el

significante peronismo, con el que Montoneros buscaba interpelar a numerosos sectores

sociales. Fue precisamente en nombre del pueblo, y en defensa de la patria, como el 3

de febrero de 1971 hicieron gala de su nacionalismo tomando la casa de Tucumán

“como homenaje y recuerdo de la Independencia económica que el general Perón

declarara, junto al pueblo en dicho lugar en 1947”97. Redujeron a la guardia policial, y

en el salón donde se juró la independencia nacional estamparon las figuras de Perón y

Evita y llenaron las paredes con graffitis que decían “Unidad Básica Combatiente

Evita”, “Perón Vuelve”, “Montoneros” y “Perón o Muerte.”98

Clarín titulaba “Increíble: asaltan la Casa Histórica de Tucumán99” y en su

editorial se explayaba diciendo “constituye un hecho grave y especialmente condenable

(…) Ninguna parcialidad tiene derecho a apropiarse del pasado común, sin agraviar al

resto de la comunidad que no comparte sus ideas.100” Montoneros se estaba apropiando

del “pasado común”, así lo dejaba explícito en el comunicado enviado y reproducido

por los matutinos, en donde decían que la ocupación de la Casa y la “recuperación para

95 Revista Cristianismo y Revolución N° 29, junio de 1971.96 Calveiro: op. cit., p. 13 y 14.97 Diario Clarín, 15 de febrero de 1971, p.17.98 Diario Crónica, 15 de febrero de 1971, p. 5.99 Diario Clarín, 15 de febrero de 1971, p. 17.100 Diario Clarín, 16 de febrero de 1971, p. 10.

Page 50: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

49

el pueblo” de un arma y un uniforme, forman parte del programa de acción en que se

encuentran empeñados en su lucha por la liberación de la patria, en “esta nueva guerra

de la independencia.101”

Montoneros construía a partir de sus acciones y discursos su propia tradición

nacional. Se mostraba como parte de un proceso histórico más extenso que se inició en

las luchas por la independencia nacional, sumándose así a una historia que empezó San

Martín y siguió Perón. La elección de su nombre y del nombre de sus comandos102

transmite esta visión de la historia nacional como una historia de luchas de las cual ellos

también formaban parte. Llenos de romanticismo y nostalgia, con resonancias plebeya y

nacional, Montoneros toma su nombre de las formaciones gauchas originarias que

participaron de las guerras civiles del siglo XIX, milicias irredentas que se alzaban

frente a los autoritarismos de los gobiernos provinciales. Esa rebeldía popular y militar

es la que buscan rescatar de esas “montoneras” para encarar la segunda guerra de la

independencia nacional. Así lo demostraban en su comunicado:

“… desde nuestro primer comunicado nos hemos identificado como peronistas y montoneros, no creemos que las luchas populares comiencen con nosotros, sino que nossentimos parte de la última síntesis de un proceso histórico que arranca 160 años atrás, y que con sus avances y retrocesos da un salto definitivo hacia delante a partir del 17 de octubre de 1945. A lo largo de este proceso histórico se desarrollaron en el país dos grandes corrientes políticas. Por un lado la de la oligarquía liberal, claramente antinacional y vendepatria: por el otro lado, la del pueblo.”

103

Su tradición nacionalista se nutre de un peculiar revisionismo en el cual

Montoneros busca plegarse a las luchas históricas por la emancipación nacional. Se

encolumnaban detrás de figuras como San Martín y Perón y leían la historia desde un

tamiz dicotómico: de patriotas contra vendepatrias, del pueblo contra la oligarquía. Esta

construcción montonera de la historia, visible en sus comunicados y entrevistas, puede

101 Diario Crónica, 15 de febrero de 1971, p.5.102 Comando Eva Perón, Comando Uturunco, Comando General José San Martín, entre otros.103 Revista Cristianismo y Revolución N°26, noviembre-diciembre 1970, p. 11.

Page 51: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

50

pensarse como otra de las estrategias empleadas en la búsqueda de la legitimación de su

ideología.

La toma de la casa de Tucumán representaba el perfil de las acciones políticas-

militares características de Montoneros. Acciones particulares más cercanas al impacto

psicológico que a la acción militar. La toma de la casa de la independencia, la toma de

localidades como La Calera y San Jerónimo Norte, el secuestro de Aramburu, los

asaltos a bancos y registros civiles marcan y definen un modo de actuar montonero.

Eran acciones que buscaban hacerse de recursos e impactar a la opinión pública,

demostrando la vulnerabilidad del régimen y haciéndose de seguidores. Había un

especial cuidado simbólico de sus acciones, no se hacía un uso excesivo de las armas,

bombas, robos y secuestros. Había un tamiz selectivo que determinaba un mensaje

popular: si se atacaban bancos, parte de lo robado se repartía. “Su dinero será bien

empleado104” dijo un montonero luego de secuestrar el banco de Villa Bosch en enero

de 1971. Si se mataba, se mataba enemigos del pueblo (peronista), como Aramburu. Si

se ponían bombas era a espacios de la oligarquía, como el Jockey Club de Córdoba en

noviembre de 1971105. Este especial cuidado simbólico de sus acciones de propaganda

armada, mediante un uso moderado de la violencia y una especial selectividad de los

objetivos, puede analizarse como otra de las estrategias utilizada por Montoneros en su

proceso de construcción de consenso social.

La mayoría de sus acciones de propaganda armada tenían como destinatario

predilecto al pueblo peronista. Por él se secuestro y ejecutó a Aramburu, se exigió el

cuerpo de Eva Perón, se tomó la casa de Tucumán como el General lo hizo en 1946, se

estampó en cada comunicado un grito de “Perón o Muerte”, se obligó a los policías de

La Calera a cantar la marcha peronista. Así se llenaba a sus acciones de una aureola de

104 Diario Crónica, 30 de enero de 1971, p. 4105 Revista Cristianismo y Revolución N° 27, p. 24-26.

Page 52: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

51

romanticismo, pasión y venganza peronista, rasgo que las distinguía del resto de las

organizaciones armadas.

Altamirano106 señala que Montoneros, a diferencia de otras organizaciones

guerrilleras de izquierda, no definió su contraposición política en términos de

oposiciones sociales, sino a través de la antinomia peronismo-antiperonismo. Esto lo

diferenciaba particularmente del ERP, quien miraba con desconfianza al peronismo.

Esta visión se profundizó cuando en 1971 comenzaron las negociaciones entre Perón y

Lanusse, en el marco del GAN, para encontrar una salida político-electoral al régimen.

Montoneros a diferencia del ERP, creía ver en las negociaciones políticas del General

una brillante estrategia política que tenía tácitos sus propósitos revolucionarios.

Confiaban en Perón y creían que todo formaba parte de una "maniobra táctica destinada

a mantener al régimen en la mesa de negociaciones mientras el Movimiento profundiza

sus niveles organizativos y sus métodos de lucha para emprender las próximas etapas de

la guerra”107.

En 1971 comenzaron a trazarse los primeros lazos y realizaciones de acciones en

conjunto entre las organizaciones político-militares. Montoneros fijó una sólida alianza

con Fuerzas Armadas Peronistas y Fuerzas Armadas Revolucionarias. En julio de 1971

realizaron su primera acción conjunta en un golpe de mano contra la Cárcel

Correccional de Mujeres N°3, el Asilo del Buen Pastor, liberando a cuatro

guerrilleras108. Del bautismo de acción al bautismo de justicia en común: el 29 de julio

de 1971 realizaron su primer ajusticiamiento revolucionario conjunto. Fieles a su

“estrategia comunicacional”, publicaron un comunicado en Cristianismo y Revolución

firmando “Sólo la guerra del pueblo salvará al pueblo, caiga quien caiga y cueste lo que

cueste, venceremos. Libres o muertos, jamás esclavos. Perón o muerte. Viva la patria.

106 Altamirano, Carlos: Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial, 2001.107 Revista Cristianismo y Revolución N° 30, septiembre de 1971, p. 13-15.108 Revista Panorama N° 219, 6 al 12 de julio de 1971, p. 12.

Page 53: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

52

FAP-FAR-Montoneros109” En estas primeras acciones conjuntas se encuentra le génesis

de las Organizaciones Armadas Peronistas, fusión que buscaba aglutinar el brazo

armado peronista en una única organización.

Para 1971 las organizaciones guerrilleras resultaban ya una realidad irreversible

con un afianzado aparato militar y un creciente consenso popular110. Lanusse intentará

impedir que este consenso se transforme en insumo de un colapso revolucionario, por

medio de su Gran Acuerdo Nacional. Su estrategia de negociación tenía como propósito

realizar una salida pacífica del régimen del poder, negociando con los sectores más

conciliadores de la oposición. El principal interlocutor con quien pretenderá acordar

será con el peronismo, un peronismo fortalecido, ambiguo, polifacético, capaz de

confluir en un mismo movimiento a Montoneros y a una dirigencia sindical de derecha.

Perón emergía como síntesis de estos dos sectores antagónicos, y por eso Lanusse

destinaba a él su interpelación de acuerdos. El riesgo estaba en el poder que Perón tenía

sobre ambos sectores. Los años siguientes se transformaron en una pulseada entre los

dos sectores para determinar quien tenía la verdadera correspondencia sobre el General.

El riesgo estaba en que en que el General se lo atribuía a ambos. El riesgo estaba en que

ambos le creían. Y entre riesgos y ambigüedades, obviando proscripciones y exilios, el

peronismo reaparecía en la escena política nacional consolidándose como actor

ineludible a la hora de negociar y determinar el destino político nacional.

109 Revista Cristianismo y Revolución N°27, septiembre de 1971, p. 64.110 Anzorena: op. cit.

Page 54: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

53

>Capítulo 6

Un poco antes de la explosión

Lanusse asume el gobierno en marzo de 1971, con el correr del tiempo y el

agravamiento de las condiciones económicas, el crecimiento de la guerrilla y las

presiones de los partidos políticos, encuentra su campo de acción cada vez más

condicionado. Su desafío será lidiar con los actores políticos que lo acorralan con sus

demandas, para lograr una salida airosa del régimen militar. La estrategia para lograrlo

será otorgar un tratamiento de relación diferenciado a los diferentes actores según su

grado de radicalización. Combinará la represión con la negociación política. La espada

y la palabra. A los sectores guerrilleros y al sindicalismo clasista, que habían

engrosados sus filas, apoyos y capacidad de acción, les dará cárcel y represión. A los

sectores menos radicalizados, como los partidos políticos (incluyendo el mismo Perón)

y sectores más participacionistas del sindicalismo, les otorgará la posibilidad de

negociar una salida electoral compatible con sus intereses.

El GAN era la materialización del intento de poner en palabras un acuerdo

nacional con los actores del sistema político menos radicalizados, a fin de aislar a los

revolucionarios. Perón era considerado un actor fértil de palabra y negociación.

Montoneros, un actor irredento, ajeno a la negociación, a quien había que aislar de los

sectores menos radicalizados del Movimiento Justicialista. Tarea difícil de realizar en

1972, cuando Montoneros había construido numerosos lazos de relación y simpatía en

las filas del peronismo y contaba con el apoyo del General. Tarea difícil de realizar con

un Perón fortalecido desde el exilio, que imponía sus exigencias y daba guiños de

complicidad a “la juventud maravillosa”.

Page 55: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

54

Las organizaciones político-militares habían crecido, se habían consolidado en

su capacidad de ofensiva militar y en sus acciones políticas. Pero también el Gobierno

Militar había alcanzado éxitos en su persecución a la guerrilla, logrando encarcelar a

una gran cantidad de militantes. La cárcel de Rawson era una de las cárceles destino de

los presos políticos. Allí eran destinados miembros de organizaciones político-militares

y del sindicalismo combativo. Ubicada en medio del desierto patagónico, alejada de la

ebullición revolucionaria de los centros urbanos, el Gobierno creía que encerrando allí a

los principales miembros de las organizaciones guerrilleras y sindicales combativas,

impedirían la contraofensiva revolucionaria. Rawson quedaba demasiado lejos para que

los guerrilleros intentaran comunicarse con sus camaradas. Rawson quedaba demasiado

aislada para intentar una fuga. Era el lugar indicado. Lejos de todo, de todos, protegido

por la inmensidad patagónica parecía una cárcel moldeada para amortiguar la

irradiación revolucionaria. Parecía sólo parecía, porque el 15 de agosto de 1972,

burlando seguridades, aislamientos y lejanías, 25 presos políticos pertenecientes a FAR,

ERP y Montoneros lograron fugarse del penal.

“Copan el penal de Rawson y el aeropuerto de Trelew. Secuestran un avión y lo

desvían a Santiago de Chile”111 titulaba Clarín. En una acción cargada de romanticismo,

tres de las organizaciones guerrilleras más importantes del momento deciden emprender

una acción conjunta fugándose del penal de Rawson, dirigiéndose al aeropuerto de

Trelew, secuestrando un avión comercial y escapando a Chile. Lo hicieron, pero no

todos lograron tomar el avión. Sólo seis guerrilleros logran arribar a las tierras de

Allende, los 19 restantes, luego de resistir durante un tiempo tomando el aeropuerto de

Trelew, deciden entregarse a las fuerzas de seguridad que los acorralaban. El impacto

político y mediático es inmediato. La fuga del penal de Rawson, uno de los más seguros

111 Diario Clarín, 16 de agosto de 1972, p. 18-19.

Page 56: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

55

y alejados, evidenciaría la vulnerabilidad del régimen, debilitando la imagen de Lanusse

y consolidando la imagen heroica de los guerrilleros, demostrando su capacidad de

acción conjunta y su eficiencia operativa.

Los 19 guerrilleros que no lograron alcanzar el avión exigieron la presencia de

un médico que certificara su estado físico antes de entregarse, para que pudiera

constarse si posteriormente sufrían algún maltrato. El Gobierno respondió a este pedido

diciendo que se trataba de una estrategia de victimización por parte de los guerrilleros:

“la táctica extremista consiste ahora en confundir a la opinión pública, dando la

sensación de que su vida corre peligro, como lo señala el hecho de clamar por la

presencia de un médico en el aeropuerto de Trelew cuando se vieron rodeados por las

fuerzas del orden”112.

La sección de Capital Federal del Partido Justicialista envió un telegrama al

Ministro del Interior en donde decían “Reclamamos respeto por los derechos humanos

de los presos políticos unidad carcelaria Rawson, responsabilizándolo por su integridad

física amenazadas por medidas de represión anunciadas”113. Este comunicado puede

tomarse como un indicador del apoyo recibido por Montoneros de parte de la estructura

partidaria peronista. Más allá del oportunismo que el partido podría obtener al

posicionarse en la oposición al Gobierno y responsabilizarlo de la situación, el hecho

manifiesta en sí el grado de presencia que Montoneros tenía en el Movimiento

Peronista. Era el mismo Partido Justicialista quien interpelaba al Gobierno pidiendo por

sus derechos. Esto no había sucedido con los montoneros presos por el secuestro de

Aramburu, donde la actitud oficial del peronismo (encarnada por Paladino) fue de

repudio.

112 Diario Clarín, 16 de agosto de 1972, p. 18-19.113 Diario La Nación, 18 de agosto de 1972, p. 6.

Page 57: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

56

Los medios de comunicación, como espacio de representación de prácticas

sociales, asumieron una vez más el rol de terreno de disputa entre los actores políticos

en pugna. Las organizaciones político-militares exigían garantías dando notas en el

aeropuerto a diarios, radios y programas de TV. El Gobierno respondía con

comunicados, enviados a los medios de comunicación, en donde acusaba a la guerrilla

de sus intentos de victimización y resaltaba la brutalidad de la fuga: “en su criminal

acción asesinaron a un oficial de servicios penitenciario e hirieron a otro integrante del

cuerpo114”, publicaba Clarín.

Esta disputa mediatizada, dio un giro rotundo el 22 de agosto de 1972, cuando

15 de los 19 fugitivos apresados en el aeropuerto de Trelew fueron ejecutados. El

Gobierno pretendió justificar las ejecuciones diciendo que los presos estaban intentando

fugarse. Si bien los diarios Clarín, La Nación y Crónica, se hicieron eco de la versión

oficial señalado que “cayeron en un tiroteo con fuerzas navales al intentar huir de la

base donde estaban detenidos”115, predominaba un clima de incertidumbre y conmoción.

En las universidades de Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Rosario y Tucumán se

organizaron tomas y actos en repudio a los sucesos de Trelew. “Los estudiantes de la

Universidad Nacional del Sur (…) abandonaron las aulas y fue enarbolada allí una

bandera negra”116. El Consejo Superior Peronista decidió “ante la gravedad de los

sucesos ocurridos, declarar duelo el día de hoy y constituirse en sesión permanente”117.

Desde otra ala política, el ex Presidente Frondizi declaró:

“Los trágicos hechos que acaban de ocurrir en Trelew obligan a todos los argentinos a detenerse a reflexionar sobre las sombras perspectivas que se ciernen sobre el país. En mi carácter de presidente del Comité Nacional del Movimiento de Integración y Desarrollo (…) señalo que el camino de la violencia, respondiendo a la violencia, no puede sino conducirnos a los más graves enfrentamientos(…) Más allá de cualquier otra consideración el gobierno debe asumir sus propias responsabilidades en la actual

114 Diario Clarín, 16 de agosto de 1972, p.18-19.115 Diario La Nación, 23 de agosto de 1972, tapa.116 Diario La Nación, 23 de agosto de 1972, p. 4.117 Diario Crónica, 23 de agosto de 1972, p. 14.

Page 58: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

57

circunstancia (…) Se evidencia igualmente incapaz de garantizar la vida de los argentinos, se encuentren en libertad, sean guardianes del orden público o estén detenidos.118”

La Masacre de Trelew generó un clima de conmoción en el que distintos

sectores manifestaron su apoyo social a las organizaciones político-militares. No sólo

los jóvenes universitarios y peronistas se vieron conmovidos por los sucesos, sino que

otros actores políticos, como la UCR y MID, repudiaron los sucesos. En ocasiones, este

apoyo brindado a los guerrilleros también era utilizado por los partidos en su oposición

al gobierno dictatorial como estrategia de debilitamiento del mismo. Tomando en

consideración esto, de todas formas, coincidimos con Anzorena en pensar que “Si la

fuga de Rawson permite verificar el nivel operacional alcanzado por la guerrilla y poner

en crisis al gobierno militar, la masacre de Trelew desata una ola de indignación en la

población y aumenta el sentimiento de simpatía hacia los guerrilleros en amplios

sectores populares119”.

La estrategia simbólica montonera de capitalizar a los militantes caídos como

mártires se repetía, los ejecutados pronto se volvieron protagonistas de cánticos y

banderas “Así, a las fuertes consignas que levantaba la JP, entre las cuales se destacaba,

como hecho fundador, la reivindicación de la ejecución de Aramburu, se unió la

promesa de vengar a los muertos de Trelew, alimentando la lista de los (jóvenes)

mártires del Movimiento, encabezada por el general Juan José Valle”120. Los velorios de

los guerrilleros caídos se convierten en actos políticos que nos indican el apoyo hacia

las organizaciones político-militares y el repudio hacia el Gobierno y sus acciones.

Incluso el Partido Justicialista presta su sede partidaria para que tres de los asesinados

de Trelew (dos de ellos pertenecientes al ERP) fueran velados. La reacción de la policía

118 Diario Crónica, 23 de agosto de 1972, p.14.119 Anzorena: op. cit., p. 195.120 Svampa: op. cit., p. 391-392.

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58

intentando sacar los cuerpos del lugar genera la reacción de los asistentes, quienes son

reprimidos con el avance de tanques y gases lacrimógenos.

Esta situación profundiza el malestar popular frente al gobierno de Lanusse,

quien debilitado y acorralado por las demandas de los distintos actores políticos cuenta

con menos poder para manipular la salida electoral. Podemos considerar este clima de

tensión ante la dictadura como uno de los factores que predispone al consenso social de

las organizaciones político-militares. Es decir, consideramos que el consenso construido

por Montoneros en estos años no puede ser analizado sin considerar el contexto

político, marcado fundamentalmente por la dictadura de la Revolución Argentina y la

proscripción al peronismo. Creemos que estos factores nodales pueden influir y generar

cierta predisposición hacia la legitimación de las acciones guerrilleras. El apoyo

otorgado por actores políticos como el MID, UCR e, incluso, el mismo Partido

Justicialista, deben entenderse en el enfrentamiento que estos actores tenían con el

gobierno dictatorial en funciones. Dar su apoyo a las organizaciones político-militares,

en hechos como los de Trelew, era una oportunidad para debilitar aún más al gobierno

de Lanusse.

Por otra parte, la identificación que los Montoneros realizaban de su

organización como peronista, en un contexto donde el peronismo estaba proscripto, se

transformaba en un nodo de legitimación en sí mismo. Es decir, la lucha emprendida

por Montoneros por el regreso de Perón y el fin de su proscripción como actor político,

a través del lema “Perón Vuelve”, pueden analizarse como otras de las estrategias de

legitimación a las que la agrupación recurría en su propósito de generar consenso dentro

del Movimiento Peronista. En conclusión, consideramos que la vigencia de la dictadura

Page 60: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

59

militar y la proscripción del peronismo constituyen un contexto proclive a la

legitimación social del accionar montonero.121

El malestar creciente que numerosos actores políticos manifestaban frente al

Gobierno de la Revolución Argentina facilitaría el regreso de Perón a la Argentina. El

17 de noviembre de 1972, Perón regresa al país luego de casi 18 años de exilio. Una

multitud lo espera en el aeropuerto, pero no logra verlo. El ala más conservadora y el ala

más radicalizada del peronismo esperaban con expectativas contradictorias su regreso.

A pesar de eso, Perón logró continuar articulando con ambos sectores por medio de la

propuesta electoral, que cada uno de los sectores del peronismo llenaba de sus propios

sentidos. Para los sectores revolucionarios, la elección era un paso temporal para

instaurar el socialismo nacional. Para los sectores gremiales, era un paso para recuperar

los derechos y el poder político perdidos. Más allá de estas diferencias, Perón logró

mantener la unidad del Movimiento con el objetivo electoral como elixir de una unión

forzada.

Mientras tanto, Montoneros no abandonó sus acciones militares, pero las

disminuyó a medida que avanzaba 1972; dando un giro decisivo y estratégico hacia la

actividad política, orientaron entonces sus energías hacia una labor de masas en la

campaña de retorno de Perón y después en la propia campaña electoral122.

La aceptación de la salida electoral por parte de Montoneros lo diferenciaba de

otras organizaciones político-militares, como el ERP y FAL, que veían los comicios

como una estrategia del reformismo burgués. Montoneros en cambio, veía en las

elecciones un medio para sus fines revolucionarios, y creía en Perón como el actor

político adecuado para consolidar su proyecto político. Basaban esa confianza en el giro

izquierdista que el General había hecho en sus discursos desde el exilio, apoyando sus

121 Anzorena: op. cit., p.144.122 Gillespie: op. cit., p.151-152.

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60

acciones y justificando la violencia revolucionaria. Desde el exilio, Perón decía: “Lo

que está entronizado es la violencia. Y sólo puede destruirse por otra violencia. Una vez

que se ha empezados a caminar por ese camino no se puede retroceder un paso. La

revolución tendrá que ser violenta.”123 El apoyo del General Perón fue otro de los

factores que influyó en su crecimiento como organización y en la construcción del

consenso dentro del Movimiento Peronista.

A mediados de 1972, Perón designa a Juan Abal Medina (hermano del

montonero Fernando Abal Medina) como Secretario General del peronismo y a Rodolfo

Galimberti como representante oficial de la Juventud Peronista. Estas designaciones

pueden analizarse, también, como indicadores del apoyo otorgado por el General a los

sectores más radicalizados del Movimiento. El reemplazo, a fines de 1971, de su

delegado personal Paladino por Héctor Cámpora, puede considerarse en esta misma

línea. Frente al rasgo moderado y participacionista de Paladino, Cámpora se mostraba

proclive a trabajar con el ala revolucionaria del peronismo. Montoneros se apropió de

estas designaciones resignificándolas como un gesto de reconocimiento del General, y

estableciendo un vínculo de diálogo constante con cada uno de los designados, con

quienes encontraba una correspondencia ideológica. Para Anzorena estas acciones

significaban que Perón estaba otorgando la “ciudadanía peronista124” a las formaciones

especiales. Sin embargo, Gillespie advierte que estos nombramientos no significaban un

giro hacia la izquierda por parte de Perón, sino que todo eso formaba parte de una

estrategia en donde el General buscaba demostrar al régimen militar que “si las

elecciones no tienen efecto, estamos preparados para algo más.”125

A pesar de que Lanusse había tenido que ceder permitiendo el regreso de Perón

al país, se mostró intransigente en la cláusula que indicaba que Perón no podría

123 Juan Domingo Perón, Marcha, 27 de febrero de 1970 citado por Calveiro: op. cit., p. 128124 Anzorena: op. cit., p. 159.125 Gillespie: op. cit., p. 136-137.

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61

presentarse como candidato a presidente. Superando estas restricciones formales, el

General dio uso a su poder de hecho y se concentró en la constitución de un frente

electoral que le garantizara al peronismo un triunfo seguro en las elecciones de marzo

de 1973. Nació así el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI). La elección de los

candidatos dentro del Movimiento generó rispideces y evidenció los enfrentamientos

entre el ala sindical y el ala juvenil. Ambos tomarían las designaciones efectuadas por el

General como una resolución fáctica del empate discursivo en el que Perón los

colocaba.

“Las candidaturas provocan crisis interna en el justicialismo” titulaba Clarín126

luego de que Perón diera a conocer su lista de candidatos el 10 de diciembre de 1972,

con Cámpora como candidato presidencial y candidatos menores pertenecientes a los

distintos sectores del Movimiento. Los sectores gremiales del peronismo vivieron la

designación de Cámpora y la presencia de candidatos pertenecientes a sectores juveniles

radicalizados como un “embate”127 , consideraban que el porcentaje asignado al

gremialismo, en paridad con la rama juvenil, no estaba proporcionado al volumen y

gravitación que la rama gremial tenía en el Movimiento Nacional Justicialista.

Para Montoneros, en cambio, la designación de Cámpora como presidente fue

vivido como un éxito y como un reconocimiento de Perón hacia su organización. La

alegría fue sublimada en acción, en el verano de 1972-1973 focalizaron su accionar en

la campaña electoral de Cámpora presidente, quien pronto fue bautizado como “el Tío”.

“Cámpora al gobierno, Perón al poder” era la consigna electoral. Montoneros se lanzó a

la organización y movilización de importantes sectores populares, a los que no había

tenido acceso antes. Esto influyó en su consolidación como referentes juveniles de la

Tendencia Revolucionaria del Movimiento Peronista. Creían que esa campaña era

126 Diario Clarín, 17 de diciembre, p.11127 Revista Panorama, 4 al 20 de diciembre de 1970, p. 14.

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62

producto de su lucha, por ello se la apropiaron y la llenaron de color, cánticos y

tambores. Más allá de las interpretaciones que Montoneros podría realizar de este

suceso, consideramos relevante destacar que el rol asumido por la agrupación en la

campaña electoral, entre fines de 1972 y principios de 1973, puede leerse como un

indicador de la “pertenencia real128” que tenían dentro del peronismo y del grado de

consenso que habían logrado en él.

Es en este momento que comienza el crecimiento masivo de Montoneros, “la

explosión” y su consolidación como la organización que hegemoniza políticamente a las

otras organizaciones armadas peronistas y se transforma en referente de la Tendencia

Revolucionaria del Movimiento. En dos años, Montoneros pasó de ser una

organización que a fines de 1970 “no pasaba de veinte militantes129” a movilizar a miles

de jóvenes peronistas. En el medio pasaron muchas cosas, en las que supieron

sobrevivir y reinventarse como organización.

Con Perón en el exilio, Montoneros se construía el Perón que más quería,

recortando sus discursos desde su tamiz revolucionario. Con la llegada de Perón, se

aferraron a la idea de que las elecciones eran un “mientras tanto” para la construcción

de su proyecto de socialismo nacional. Pero el “mientras tanto” se tornó cada vez más

largo, y el Perón construido en el exilio comenzó a desdibujarse en los años posteriores,

a fuerza de desaires y guiños de complicidad hacia los sectores más conservadores del

Movimiento. “La única verdad es la realidad” diría el General. La comunión construida

entre Montoneros y el Perón del exilio comenzaría a quebrarse en los años siguientes.

La presencia, la realidad, la verdad, mostraba las diferencias entre ambos. Tenían

proyectos políticos, ideologías y metodologías políticas diferentes. El distanciamiento

de Perón implicará el alejamiento de la política para Montoneros. La construcción de

128 Calveiro: op. cit., p.115.129 Gillespie : op. cit.

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63

consenso social, perseguido como objetivo en las estrategias de cuidado simbólico de

sus acciones político-militares entre 1970 y 1972, dejará de ser prioridad. Volverán a las

armas, y con ellas, quedarán subsumidos en el encierro de la lógica militar.130

130 Calveiro: op. cit.

Page 65: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

64

>Reflexiones finales

Empezamos este trabajo de investigación buscando explorar las características

del consenso social construido por la agrupación Montoneros entre 1970 y 1972, para lo

cual construimos una línea temporal señalando las principales acciones políticas y

militares protagonizadas por la agrupación. El propósito de esta construcción era

analizar en esas acciones posibles indicadores del consenso social de Montoneros, así

como también explorar algunas de las características y estrategias de construcción del

mismo. Utilizamos como insumos para este análisis la problematización de las posturas

de los cientistas sociales dedicados a la temática en complemento de una lectura crítica

de medios gráficos de la época.

Por momentos el objeto de nuestra investigación resultó inasible,

fundamentalmente por las dificultades metodológicas que acarreó analizar el proceso de

construcción de consenso en un actor histórico. El aporte empírico de los medios

gráficos de la época resultó interesante en la reconstrucción de las acciones

protagonizadas por Montoneros pero resultó más endeble a la hora de reconstruir las

percepciones sociales de las mismas. Sin embargo, intentamos saldar estas dificultades

proponiendo una perspectiva analítica propia de las acciones armadas y políticas

protagonizadas por la agrupación entre 1970 y 1972 a fin de analizar las características

de su consenso social. Esta perspectiva consistió en construir una línea temporal con las

principales acciones protagonizadas por Montoneros buscando encontrar en ella

indicadores del consenso social construido y a partir de ellos, intentar explorar sus

características y estrategias de construcción.

Entre 1970 y 1972, Montoneros se construyó como organización político-militar.

En este periodo hubo cambios y reinvenciones que influyeron en su consolidación como

Page 66: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

65

actor político. Pretendiendo un análisis en el final del período señalado, podemos

señalar que la participación protagónica que asumieron en la campaña electoral de

Héctor Cámpora a presidente, a fines 1972, puede pensarse como un indicador en sí

mismo de la consolidación y el consenso social logrados por Montoneros dentro del

Movimiento Peronista. En cierta forma, fue la percepción de esta consolidación la que

nos llevó a preguntarnos las razones del crecimiento montonero. Preguntarnos por el

consenso social construido por Montoneros en sus primeros años de existencia es una

forma de intentar entender el crecimiento geométrico y político vivido por la

organización a partir de 1973. Entender como pasó de ser una organización de una

docena de jóvenes católicos que se autoproclamaban peronistas a ser una organización

de miles a la que Perón designaba como sus “formaciones especiales.”Es volver a la

génesis para entender la explosión. Rastrear sus primeros lineamientos para comprender

su extensión. Analizar las características del consenso social y su construcción en los

dos años que median es una de las formas de empezar a respondernos algunas de estas

cuestiones.

A la hora de buscar qué hubo de consenso social en las acciones políticas y

militares protagonizadas por Montoneros entre 1970 y 1972, encontramos posiciones

sociales contradictorias: hubo repudios y apoyos. Esta situación la observamos en las

reacciones sociales ante acciones polémicas emprendidas por la organización, como el

secuestro de Aramburu, la toma de La Calera, la toma de la casa de Tucumán o la fuga

del penal de Trelew. Los medios de comunicación analizados manifestaron, en su

mayoría131, una actitud de repudio frente al accionar montonero. Sin embargo, también

pudimos observar que con el correr del tiempo, la aparición de nuevas organizaciones y

la multiplicación de sus acciones-político militares hicieron que naturalicen la violencia

131 A excepción de la revista Cristianismo y Revolución.

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66

política. Esta naturalización amenguará el estupor que los medios gráficos presentaban

frente a Montoneros.

A pesar de esta actitud crítica mantenida por los medios, pudimos rastrear en

sus páginas signos de apoyos hacia la agrupación por parte de algunos sectores como el

peronismo combativo, sectores universitarios y cristianismo radicalizado. Los

indicadores de este apoyo los encontramos en los comunicados enviados a los medios

gráficos por parte de las agrupaciones a las que pertenecían estos sectores. Así como

también en actos concretos de legitimación montonero como fueron la presencia de

Juventud Peronista, Fuerzas Armadas Peronistas, Movimiento de Sacerdotes por el

Tercer Mundo y la CGT de los Argentinos en los entierros de los montoneros caídos en

combate; el encarcelamiento de sacerdotes del MSTM acusados de apología a la

violencia por su defensa pública a militantes montoneros; las cartas de apoyo enviadas

por Perón; las tomas de las universidades de Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Rosario

y Tucumán protagonizadas por los estudiantes en solidaridad con los militantes

ejecutados en Trelew; las manifestaciones de apoyo en cánticos y banderas en los actos

peronistas y, también, en las mismas designaciones de Juan Abal Medina como

Secretario General del peronismo y de Rodolfo Galimberti como representante oficial

de la Juventud Peronista.

El análisis de los sectores que brindaron su apoyo a Montoneros nos permite

sugerir que existió una correspondencia entre el origen social de Montoneros y el de sus

seguidores132. La amplitud identitaria de la agrupación multiplicó los sectores sociales

en los que podían encontrar legitimidad sus acciones. El apoyo brindado a Montoneros

es parte de un proceso de radicalización existente en distintos ámbitos de la vida social.

La dictadura de Onganía, y sus represiones políticas y culturales, en sintonía con el

132 Lanusse: op. cit.

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67

clima de alzamientos revolucionarios que se estaba generando en Latinoamérica, sirvió

de contexto para la emergencia de la radicalización y la disputa a la autoridad en

diferentes sectores sociales. Los estudiantes se levantaban contra las autoridades

universitarias. Los sacerdotes contra la autoridad clerical. Los obreros contra la

autoridad gremial. Montoneros cosechará en estos sectores radicalizados apoyos para su

accionar. Es decir, el propio consenso hacia Montoneros se nutre de algo que lo excede,

que es el proceso de radicalización política. Creemos entonces que el consenso social de

la agrupación sólo puede entenderse en sintonía con el análisis de su contexto político.

Continuando en esta misma línea de análisis, consideramos relevante destacar el

rol condicionante hacia la legitimación del accionar montonero que tuvo la

circunstancia política de proscripción del peronismo. La identificación peronista

asumida por Montoneros en sus comunicados, junto con el rol activo emprendido en la

campaña de su regreso al país, en un contexto en el que el peronismo estaba proscripto,

potenciaba su significación y se traducía en signos de apoyos dentro del Movimiento. El

apoyo explícito que el General Perón otorgó a Montoneros desde el exilio es otro

elemento que contribuyó en a su legitimación como peronistas. Consideramos entonces

que para comprender el consenso construido por Montoneros dentro del Movimiento, es

necesario tener en cuenta la situación de proscripción del peronismo, el rol emprendido

por la agrupación en esos años bajo el lema “Perón Vuelve” y el apoyo manifiesto

otorgado por el líder del Movimiento.

Sin ánimos de desarrollar una postura definitiva y concluyente, creemos

interesante señalar también algunas aproximaciones acerca de las estrategias de

legitimación utilizadas por Montoneros en su proceso de construcción de consenso

social. Como señalamos en el párrafo anterior, la identidad peronista asumida por

Montoneros, se convirtió en un factor de legitimación en sí mismo dentro del

Page 69: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

68

Movimiento. La agrupación buscaba sostenerlo otorgando signos de esa identidad. Su

bautismo público secuestrando al ex presidente Aramburu puede analizarse en esta

línea. Buscando legitimar esta acción resaltaron que el asesinato fue una venganza

emprendida en nombre de todos los peronistas contra el “fusilador del 56”. También

resaltaron su identidad a partir de detalles simbólicos como la inscripción del slogan

“Perón Vuelve” en sus comunicados y en las paredes de las ciudades que tomaban.

El cuidado político y simbólico que hicieron de sus acciones militares puede ser

analizado como otra de las estrategias de legitimación social. Este cuidado define lo que

llamamos un modo de actuar montonero. Siguiendo a Calveiro133, podemos señalar que

Montoneros hacía un uso mínimo de violencia en sus acciones y seleccionaba de

manera muy política sus objetivos. Esto lo pudimos ver en la toma de la casa de

Tucumán, en la toma de La Calera o incluso en el secuestro de Aramburu. Había un

especial cuidado simbólico en que sus acciones no perdieran la simpatía de la población.

El hecho de asesinar a un fusilador o tomar la casa de la independencia en memoria a la

emancipación declarada allí en años anteriores nos habla del cuidado político realizado

por la organización en sus acciones de propaganda armada.

Por otra parte, pudimos identificar como otra estrategia de legitimación, en este

caso de su ideología, el hecho de resaltar su nacionalismo y presentarse como parte de

una lucha histórica por la independencia nacional que comienza con San Martín y

continúa con Perón. Montoneros construía así su propia tradición nacional, otorgando

su propia visión de la historia y encolumnándose detrás de próceres históricos. Muchas

veces estos próceres eran utilizados para bautizar los operativos militares que

realizaban. El heroísmo era un factor crucial en el imaginario montonero. Esto se

evidencia también en la “martirización” emprendida con los primeros montoneros

133 Calveiro: op. cit.

Page 70: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

69

caídos en combate. A través de una operación simbólica, buscaban relacionar las figuras

de los militantes muertos con la de mártires que entregaron su vida por la patria. Estas

construcciones simbólicas pueden ser analizadas como otra de las estrategias empleadas

por Montoneros para la legitimación social, en este caso de sus figuras.

En conclusión, a lo largo de esta investigación pudimos realizar algunos

acercamientos analíticos al proceso de construcción del consenso social de Montoneros

entre 1970 y 1972. Sin lograr un análisis definitivo de la temática, creímos encontrar

algunos elementos que nos ayudaron a entender el proceso. El apoyo otorgado por

Perón, el cuidado político y simbólico de sus acciones junto con sus estrategias

comunicacionales de presentación como peronistas, patriotas y mártires, pueden

pensarse como algunos de los elementos a tener en cuenta a la hora de comprender este

fenómeno social.

También consideramos relevante destacar que el consenso social de Montoneros

no puede entenderse sino es en conjunto al análisis de su contexto político. Un contexto

político marcado por la dictadura y la proscripción del peronismo. Estos elementos

predisponen a la legitimación de las acciones político-militares de la agrupación. Es este

mismo contexto de opresiones el que genera un clima de radicalización en distintos

ámbitos sociales en los cuales Montoneros construirá su consenso. Si bien puede sonar

tautológico encontrar en el peronismo radicalizado, el cristianismo radicalizado y en los

universitarios radicalizados a los sectores que brindaron su apoyo social a Montoneros,

consideramos necesario decir que existió una correspondencia entre el origen social y

político de Montoneros y el de sus principales seguidores134.

Entre 1970 y 1972, Montoneros nació, cambió, se inventó como organización

político-militar. Actuaron fuerte, con pasión y romanticismo, pero manteniendo claro su

134 Lanusse: op. cit.

Page 71: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

70

objetivo político de cosechar apoyo social, fundamentalmente entre los sectores

peronistas. Para ello realizaron un clara búsqueda de equilibro entre la política y la

fuerza. Equilibrio que les permitió pasar de ser una agrupación de una docena de

militantes en 1970 a ser una organización de miles en 1973. Podemos sugerir al

consenso social construido por Montoneros en sus primeros años como uno de los

elementos que nos permiten entender la explosión política y geométrica vivida por la

organización en los años siguientes. Quedan por examinar muchos otros. Pero empezar

a encontrar algunas respuestas a esa gran pregunta es el puntapié para la llenarnos de

nuevos interrogantes. Interrogantes que burlando la linealidad del tiempo, nos permiten

encontrar en nuestra historia vestigios de la sociedad que somos. Rastros, huellas,

signos, que emergen desde la prisa del presente y nos llevan a encontrar parte de lo que

somos en lo que fuimos. Enlace de sentidos, tiempos e historia (s).

Page 72: El consenso social de Montoneros entre 1970 y 1972

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