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El 1° de abril de 1975 Otoniel Miranda tomó posesión como gobernador del estado de Hidalgo; el día 29 del mismo mes el Congreso de la Unión declaró la desaparición de poderes en esa entidad federativa, con lo que el gobernador, los diputados del congreso estatal y los integrantes del tribunal superior de justicia quedaron cesantes. El Senado nombró a un gobernador provisional con la encomienda de convocar a nuevas elecciones para restaurar el orden constitucional. A pesar de haber tenido el dudoso honor de haber sido el gobernador que duró menos en su cargo desde que terminó la etapa armada de la Revolución en 1920, Miranda no fue la figura principal de estos acontecimientos, pues este proceso fue resultado de la disputa entre las facciones que encabezaban, por un lado, el presidente de la república, Luis Echeverría y, por el otro, el anterior gobernador de Hidalgo, Manuel Sánchez Vite. Éste último había encabezado una rebelión política contra el gobierno federal, pues había impuesto a Andrade como su sucesor sin contar con el apoyo ni la aprobación del presidente. Ante este desacato a los usos y costumbres del régimen autoritario mexicano, la administración de Echeverría y las camarillas rivales del grupo de Sánchez Vite echaron mano de varios recursos que les permitieron desestabilizar a Hidalgo y justificar la desaparición de poderes. Esta investigación se basa principalmente en documentos del fondo “Investigaciones Políticas y Sociales” del Archivo General de la Nación, que no habían sido usados previamente.
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