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EL PROFESORADO ANTE LOS TRASTORNOS ALIMENTICIOS DEL
ALUMNADO.
Patricia López Cózar 75899328-H
INTRODUCCIÓN.
Si nuestra principal función como docentes es la formación integral de nuestro
alumnado, hay que decir que existen ejes tan importantes como la
alimentación, los hábitos saludables o la higiene que deben incluirse en el
desarrollo de nuestra acción educativa. En este artículo nos centraremos en los
trastornos alimenticios que pueden surgir en la adolescencia.
Mantener una dieta baja en grasas, sal y azúcar, pero rica en frutas y
carbohidratos y llevar una actividad física activa siguen siendo algunas de las
principales recomendaciones de los nutricionistas para ayudar a los escolares a
mejorar el rendimiento y evitar que puedan aparecer trastornos alimenticios.
Los expertos tienen claro que lo que justifica este aumento de los trastornos
alimenticios es el abandono del menú rico en frutas, verduras y cereales y el
aumento del consumo de productos cárnicos y lácteos, bollería, bebidas
carbonatadas y comidas más fáciles de preparar pero con un alto contenido
calórico.
Los hábitos alimentarios se adquieren en el hogar, esto es muy importante ya
que es necesario llevar lo que es enseñado en el centro escolar a casa.
El responsable de la dieta familiar ha de poner en juego sus conocimientos
sobre preparación de los alimentos, su sentido de organización y su habilidad
para procurar que sus hijos/as adquieran buenos hábitos dietéticos.
Como hemos dicho, los hábitos alimentarios se adquieren, inicialmente en el
hogar y podemos complementarlos y desarrollarlos en el centro escolar como
eje transversal.
TRANSTORNOS ALIMENTICIOS.
En las sociedades desarrolladas empieza a ser preocupante los índices de
bulimia y anorexia, durante la adolescencia y en menor medida, pero en
aumento, en la etapa adulta. Los factores responsables de este incremento son
diversos, buena parte de los casos son explicables desde la alimentación, o
mejor, desde los malos hábitos alimenticios.
Estos trastornos alimenticios son preocupantes, por la trascendencia sobre la
salud en general de la población, por las consecuencias sobre el
comportamiento del individuo; para los padres, al detectar un retraimiento de
sus hijos e hijas y a los docentes, porque normalmente presentan cierta
dificultad a la hora de relacionarse con los demás compañeros/as.
Por supuesto, estos trastornos incide principalmente sobre el que la padece,
creándole una serie de dificultades para convivir en buena salud física y
mental.
En concreto, la anorexia y bulimia son dos enfermedades mentales con serias
repercusiones físicas y es muy difícil que la familia sola pueda afrontar el
problema.
En el aula es conveniente trabajar todos aquellos contenidos que van a ayudar
al adolescente a desarrollar los sentidos en relación con la comida, para poder
aumentar el conocimiento y el gusto por los alimentos. De esta manera tendrá
mayor conciencia de cuáles son sus preferencias alimentarias y de cómo esto
les diferencia de otras personas.
Se debe trabajar intentando conseguir que los adolescentes consigan
identificar los componentes emocionales del acto de comer, identificando la
necesidad de cambiar con respecto a los actuales modelos alimentarios así
como desarrollar un mayor autocontrol para poder elegir la propia comida y
disfrutar del placer de comer, al margen de las presiones sociales.
La gran cantidad de transformaciones que tiene lugar en la adolescencia
(fisiológicos, endocrinos, morfológicos, relacionales...) produce una fragilidad
en el adolescente, por ello, son muchos los autores que han descrito los
trastornos de la alimentación como fracasos en la superación de la
adolescencia, como conflictos en el proceso de construcción de la identidad.
La adolescencia, como ya sabemos, se caracteriza por un periodo de cambios
fisiológicos, mentales, afectivos y sociales profundos.
¿CÓMO PUEDE DETECTAR EL PROFESORADO A UN ALUMNA/O CON ANOREXIA O BULIMIA? Para el profesorado tal vez no resulte fácil observar la presencia de algunos de
estos trastornos en su alumnado.
El primer signo que resultará llamativo será la pérdida significativa de peso sin
una causa que lo justifique, pero también pueden observarse ciertos cambios
en el comportamiento como la preocupación excesiva por el ejercicio físico, una
hiperactividad, un incremento de las horas de estudio en detrimento del tiempo
utilizado para actividades lúdicas, una falta de concentración y aprendizaje o
también observar cambios en el carácter como irritabilidad, retraimiento o
aislamiento social.
Si existe la sospecha de enfermedad es aconsejable un acercamiento al
alumnado para interesarse por su estado físico y emocional. Para ello, habrá
que tener en cuenta que:
- Puede que a la persona afectada le resulte difícil y conflictivo hablar del tema
y sobre todo puede llegar a negarlo.
- Hay que respetar a la persona en cuanto a la información que desea dar.
- Habrá que intentar ponerse en su lugar para entender cuáles son sus miedos
y preocupaciones.
- Hay que hacerle ver que comprendemos sus sentimientos y darle a entender
que nos preocupa, pero no manifestar una excesiva alarma.
- Si se considera apropiado comunicarlo a la familia, la persona afectada debe
saberlo previamente y, si es posible, debe estar presente cuando se cite a los
padres.
A la familia se le preguntará si ha observado algunos síntomas físicos o
psíquicos en sus hijos/as.
¿QUÉ PUEDE HACER EL PROFESORADO EN LA PREVENCIÓN? Como decíamos, la labor del profesorado es esencial en la prevención. Son
muchos los factores implicados en la aparición de estos trastornos y su
prevención nos corresponde a todos.
Los educadores tienen la función de promover en el alumnado la formación de
un juicio crítico ante las imposiciones sociales, enseñarles a valorar su propio
cuerpo y todas las posibilidades que éste ofrece; ayudarles a desarrollar una
idea ajustada de sí mismos, que reconozcan sus capacidades y también sus
limitaciones como personas; animarles en la elección de metas más realistas,
de acuerdo con sus posibilidades físicas y emocionales y transmitir la
importancia de saber aceptar errores, soportar y tolerar las frustraciones.
Quienes se encargan de la educación del alumnado también tienen un papel
importante en la detección precoz de estos trastornos, observando los
comportamientos y los cambios emocionales y de aspecto físico que puedan
hacer pensar en un problema de alimentación.
CONCLUSIÓN En este artículo se pretende abordar los contenidos dentro de la Educación
para la salud, como un eje transversal, siendo un tema muy característico de la
adolescencia y la juventud que tanta importancia tiene en la formación del
profesorado de enseñanza secundaria.
Nos hemos centrado en los trastornos alimenticios, describiendo sus
características y posibles actuaciones que el profesorado puede adoptar frente
a ellos. Los trastornos alimenticios cobran gran importancia por tratarse de un
tipo de problemas que pueden incidir de forma determinante en la conducta de
los adolescentes y jóvenes que se vean afectados por estos trastornos durante
su etapa de formación, es decir mientras son nuestros alumnos de secundaria.
BIBLIOGRAFÍA. www.consumer.es/web/es/alimentacion
Nutrición saludable y prevención de los trastornos alimentarios. (www.msps.es)
Alimentación, consumo y salud. Barcelona: Fundación La Caixa.