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EL PSICOANÁLISIS Y LA EPISTEMOLOGíA CONTEMPORÁNEA Jorge L. Tizón AFORTUNADAMENTE SOPL~1\l NUEVOS VIENTOS en la moderna Teoría de la Ciencia. Desde muy diversas posiciones (l. Lakatos, 1; S. Kuhn, 2; M. Bunge, 3, 4; P. K. Feyerabend, 5...) incluso en nuestro país (J. Muguerza, 6; M. A. Quinta- nilla, 7, 8, 9; J. L. Tizón, 8; C. Solís, 9; G. Bueno, 13, 14...) la moderna "escolástica de la ciencia" es criticada y aban- donada o superada progresivamente en favor de enfoques, orientaciones y programas menos esquemáticos, reduccionis- tas y dogmáticos. Y esta coriente anti-empirista y anti-cien- tifidsta, por cuanto intenta replantearse el significado de los hechos y .los datos dentro de la estructura de la Ciencia (anti-e1npirismo) y cuestionar la hipervaloración que a la Ciencia como forma de conciencia, forma de conocimiento, le había sido conferida por la superestructura burguesa ( anticientificismo), ha comenzado a calar en nuestros am- bientes filosóficos y culturales. El dato es importante, aunque todavía no podamos decir lo mismo con respecto a los ambientes científicos: educados en la ímproba tarea de ser siempre heraldos del dogma y lo agonizante que tipifica desde hace casi cuarenta años a En este artículo, fundamentalmente polémico y de divulgación, he utilizado algunos textos de dos trabajos míos publicados anterior- mente, que ya cito en las referencias bibliográficas. Se trata del trabajo sobre "Psicoanálisis" del Diccionario de filosofía contempo- 1oánea, Sígueme, Salamanca, 1975 y del trabajo sobre "La proble- mática epistemológica de la Psiquiatría" que figura en el Libro de ponencias y Comunicaciones del XIO Congreso de Filósofos Jóvenes, Epistemología de las Ciencias del Hombre, Ed. Inventarios Provisio- nales, La Laguna, 1975. 11 161

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EL PSICOANÁLISISY LA EPISTEMOLOGíA CONTEMPORÁNEA

Jorge L. Tizón

AFORTUNADAMENTE SOPL~1\l NUEVOS VIENTOS en la moderna

Teoría de la Ciencia. Desde muy diversas posiciones(l. Lakatos, 1; S. Kuhn, 2; M. Bunge, 3, 4; P. K. Feyerabend,5...) incluso en nuestro país (J. Muguerza, 6; M. A. Quinta-nilla, 7, 8, 9; J. L. Tizón, 8; C. Solís, 9; G. Bueno, 13, 14...)la moderna "escolástica de la ciencia" es criticada y aban-donada o superada progresivamente en favor de enfoques,orientaciones y programas menos esquemáticos, reduccionis-tas y dogmáticos. Y esta coriente anti-empirista y anti-cien-tifidsta, por cuanto intenta replantearse el significado de loshechos y .los datos dentro de la estructura de la Ciencia(anti-e1npirismo) y cuestionar la hipervaloración que a laCiencia como forma de conciencia, forma de conocimiento,le había sido conferida por la superestructura burguesa(anticientificismo), ha comenzado a calar en nuestros am-bientes filosóficos y culturales.

El dato es importante, aunque todavía no podamos decirlo mismo con respecto a los ambientes científicos: educadosen la ímproba tarea de ser siempre heraldos del dogma ylo agonizante que tipifica desde hace casi cuarenta años a

En este artículo, fundamentalmente polémico y de divulgación,he utilizado algunos textos de dos trabajos míos publicados anterior-mente, que ya cito en las referencias bibliográficas. Se trata deltrabajo sobre "Psicoanálisis" del Diccionario de filosofía contempo-1oánea,Sígueme, Salamanca, 1975 y del trabajo sobre "La proble-mática epistemológica de la Psiquiatría" que figura en el Libro deponencias y Comunicaciones del XIO Congreso de Filósofos Jóvenes,Epistemología de las Ciencias del Hombre, Ed. Inventarios Provisio-nales, La Laguna, 1975.

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nuestros círculos científico-culturales, es ahora cuando lamayor parte de nuestros científicos descubren el carismasantificante del empirismo a ultranza (convenientementeaderezado por la gracia sobrenatural del dólar). Sin embar-go, también en el campo científico pueden notarse los primeros síntomas del cambio de actitud epistemológica quesin duda parece ir unido a la crisis actual de la superestruc-tura dominante. Y no sólo porque hayan aparecido (sobretodo en el campo de las Ciencias del Hombre) engoladose inquietos in1itadores de las ~~ cigarras filosóficas" pendien-tes de los últimos cambios de la moda parisién, como diríaMuguerza (6), sino porque desde dentro de determinadasescuelas y ramas científicas ha comenzado también ese re-planteamiento fundamental.

Sin embargo, los cambios en la superestructura no sonnunca totales y lineales, sino contradictorios y dialécticos.y un aspecto de esta contradicción interna de las nuevasposturas epistemológicas podríamos observarlo en la actitudde muchos teóricos de la ciencia actuales acerca del psicoa-nálisis. La crítica y descalificación ~~totar' del psicoanálisisdel edificio de las Ciencias del Hombre tiene dos orígenesfundamentales: a) la crítica a la introspección como métodode observación realizado por los primeros positivistas (10)y b) la crítica realizada por el neopositivismo lógico y susprolongaciones al psicoanálisis y a toda forma de psicologíano ~~fisicalista",crítica de la que es buena muestra el artícu-lo de Carnap "Psicología en lenguaie fisicalista" que figuraen el libro compilado por A. J. Ayer (15).

Creemos no estar demasiado desencaminados cuando

afirmamos que este último grupo de críticas (b) es la basede la actitud de determinados ~~epistemólogos" ante el psi-coanálisis: E. Nagel (16), M. Bunge (3), los ~~analíticos" engeneral, etc. Así nos encontraremos con la contradicción, almenos aparente, de que se critica la epistemología anteriory se adoptan epistemologías de ~~nacionalismo crítico", de~~realismo crítico", ~~dialécticas", ~~consbl1ctivistas dialécti-cas" o ~~postanalíticas"... mientras que como máximo ejem-plo de "demarcación entre la Ciencia y la seudociencia"

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sigue utilizándose el psicoanálisis, equiparado normalmentea la magia, el espiritismo o la rhabdomancia. Por eso coneste trabajo desearía romper una lanza en favor de un re-planteamiento menos dogmático (aunque necesariamente crÍ-tico, es evidente) de la epistemología del psiconanálisis.

La estructura de la Teoría Psicoanalítica

Un primer paso en este programa estaría sin duda cons-tituido por la delimitación, lo más estricta posible, de laestructura de la Teoría psicoanalítica. Y no sólo para dife-renciar lo que puede y no puede cqnsiderarse psicoanálisis,tanto desde el punto de vista teórico como desde el puntode vista técnico, asunto lo suficientemente oscurecido porintereses de diversa índole como para que la AsociaciónPsicoanalítica Internacional haya tenido que definirse repe-tidas veces sobre el tema. El problema no sería sólo de estetipo (de demarcación). Hay también problemas conceptua-les, epistemológicos internos y sus repercusiones en la epis-temología derivada. Por ello habría que determinar cuálesson los conceptos psicoanalíticos fundamentales y las rela-ciones entre los mismos; cuál es la metateorÍa y la o lasepistemologías e ideologías que los sustentan, etc., etc., etc.

Razones de espacio me impiden realizar aquí una expo-sición de la primera parte de ese programa (nivel concep-tual) que, además, sería sin duda mucho más concisamenteexpuesto por un psicoanalista. Por otra parte, el lector inte-resado encontrará una buena introducción al tema en lostextos de Ch. Brenner (17), O. Fenichel (18) o E. Freijo (19).En un artículo que he redactado anteriormente (20) puedeencontrarse un intento de revisión esquemática de dichonivel.

En este trabajo nos ocuparemos pues fundamentalmentede lo que Piaget llamaría nivel epistemológico interno yepistemológico derivado de la Teoría Psicoanalítica. Paraello hemos de partir de un dato inicial propuesto por D. Ra-paport (21): en psicoanálisis es conveniente hablar de unacCTeoríaespecial del psicoanálisis", más directamente ligadaa la práctica y una cCTeoría general del psicoanálisis", menos

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directamente ligada a dicha práctica técnica. El conjuntopráctica (la cura psicoanalítica) -técnica (el método decura)- teoría es formalmente la estructura de ~oda disci-plina científica. Por eso podemos afirmar que formalmenteel psicoanálisis está estructurado como una ciencia. Y comociencia, en el psicoanálisis cuentan al menos cuatro nivelesdiferenciables en una primera aproximaci6n (20):

1) Una práctica con un método de investigación: poneren evidencia, fundamentalment mdiante la "asociaciónlibre;)la significaci6n inconsciente de las palabras, actos, produc-ciones imaginarias (sueños, fantasías, delirios...). Por gene-ralizaci6n y razonamiento anal6gico, la interpretaci6npsicoanalítica se ha aplicado también a producciones huma-nas en las que no puede utilizarse la técnica de la asociaci6nlibre (arte, antropología, sociología...).

2) . Un método terapéutico;) unido indisolublemente a lainvestigaci6n en el seno del conocimiento clínico (del cono-cimiento científico de lo individual), y caracterizado por lainterpretación controlada de las resistencias, la transferenciay las manifestaciones de las pulsiones.

3) Un confunto de teorías psicológicas y psicopatológi-cas en las que se sistematizan los conocimientos apoitados:

. a) por el método psicoanalítico de investigación y tra-tamiento (método clínico, conocimiento científico de lo in-dividual)

b) por generalizaciones y sistematizaciones de dichosdatos

c) por investigaciones y experiencias científicas sobrelo general. ..

4) Una metapsicología. Aunque con este término Freud~esign6 su teoría psicol6gica, convendría utilizarlo paradescribir el conjunto de elementos científicos generales, ca-tegorías filos6ficasy nociones más o menos ídeol6gicas deledificio psicoanalítico.

Por tanto, hemos de describir una serie de principiosfundamentales, aún mayoritariamente válidos en nuestros

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días, que forman los aspectos teóricos y metateóricos básicosdel paradigma psicoanalítico inicial. Este paradigma o ma-triz estructural estaría constituido por la combinación de lossiguientes principios heurísticos, hermenéuticos y teóricos:

A. Principio empírico: El tema del psicoanálisis es laconducta significante. Este principio, formulado ya explíci-tamente por Freud en 1904 ("Psicopatología de la vida co-tidiana7), 1) Y luego profundizado fundamentalmente a partirde H. Hartmann, afirma la determinación psicológica de laconducta significante.

B. Principio guestáltico y organísmicos La conductaestá integrada y es indivisible; toda conducta pertenece ala estructura global de la personalidad. Así pues, cada formade conducta tendrá unos componentes conscientes e incons-cientes, del ello, yo y superyo, de la realidad externa y dela realidad interna, etc. Es decir: toda conducta está sobre-determinada (Y el concepto freudiano de cCsobredetermina-ción" va a tener en años recientes un gran campo de aplica-ción: psicología, sociología, ccciencia de las formacionessociales 7) , epistemología, etc.).

C. Principio genético: Toda conducta es parte de unaserie genética. Por consiguiente, puede y debe estudiarsegenéticamente, en sus aspectos de maduración y desarrollo,para encontrarle una explicación cabal. A través de su seriaformación neurológica, el principio genético de Freud estáampliamente inHuenciado por el principio neurológico pro-puesto por H. Jacksonde la ccevolution-dissolution": la ma-duración y el desarrollo consisten en la integración y sub-sunción de los niveles inferiores por los superiores. Todotrastorno en la maduración o el desarrollo neurológico o

psicológico tenderá a liberar los niveles inferiores (dissolu-tion = desestructuraci6n) (23).

El concepto de autonomía del yo propuesto por H. Hart-mann (24, 25) probablemente irá modificando progresiva-mente el principio genético (al igual que otros principiospsicoanalíticos): llega un momento en que la recurrenciadeja de configurar ciertas conductas; éstas se automatizan

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y se hacen relativamente autónomas con respecto a sus raí-ces genéticas, alcanzando además cierto grado de estabili-dad. De todas formas, el psicoanálisis, con este principio, seconstituye en Psicología Genética (de ahí la importanciateórica y epistemológica de la puesta en contacto del psi-coanálisis científico y la psicología genética de la Escuelade Ginebra de J. Piaget).

D. Principio topográfico: Los determinantes fundamen-tales de la conducta son inconscientes. Las leyes del procesoprimario primarán sobre las del proceso secundario (cons-ciente). Este principio será más adelante subsumido y com-pletado por el principio estructural.

E. Principio dinámico: Los determinantes en últimainstancia de toda conducta son las pulsiones. Toda conductaestará por tanto sobredeterminada desde el ello, desde laspulsiones: por ejemplo, por la psicosexualidad. Sin embargo,como antes dijimos, a pesar del progreso continuo en estecampo, tanto mediante experimentación psicológica, neuro-fisiológica o etológica como mediante la profundización enla teoría psicoanalítica especial adquirida a través del cono-cimiento clínico, todavía no está claro para el psicoanálisisel concepto de pulsión o impulso y el número, tipo y rela-ciones dinámicas entre las diferentes pulsiones.

F. Principio económico: Toda conducta consume ener-gía psicológica y está regulada a través de ese consumo. EnFreud esta energía está vista a través de- los modelos físicosde su época, de ahí que haya llegado a hablarse de susteorías ~~hidráulicasn de la personalidad. Así, el proceso pri-mario se regirá por el principio del placer, modelado porFreud en base al principio fís.ico de la entropía. El procesosecundario, se regirá por el principio de realidad, modeladosegún el principio físico de acción mínima. El conjunto deintercambios y transformaciones energéticos, por el principiode conservación de la energía. De esta forma los intercam-bios de energía psicológica pueden considerarse como laactividad de la superestructura informacional que controlael output de la energía bioquímica de la conducta manifiesta.

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G. Principio estruc~ural: Toda conducta tiene determi-nantes estructurales (ello-yo-superyo). Así las energías de laspulsiones podrán pensarse únicamente en el marco de sub-sistemas bien determinados con umbrales de descarga defi-nidos. El principio estructural ha sustituido casi totalmenteen el psicoanálisis moderno al principio topográfico.

H. Principio adaptativo: Toda conducta está determi-nada por la realidad a través de la dialéctica realidad exter-na - realidad interna. Este principio ha sufrido grandestransformaciones con la evolución del pensamiento freudianoprimero y psicoanalítico en general después. Ha sido ade-más el punto de convergencia en el psicoanálisis de losprincipales problemas epistemológicos de las Ciencias delHombre y las Ciencias Biológicas: el problema de la iden-tidad, de la autonomía, del conflicto, del individuo y elmedio, de la adaptación y el ajuste, de la herencia y el me-dio, etc. En las últimas evoluciones de este principio puedeobservarse su subsunción por el principio psicosocial, des-arrollado modernamente por E. H. Erikson a partir de 1950(26) Y 1956 (27).

l. Principio psicosocial: Toda conducta está determi-nada socialmente. Mediante el reduccionismo sociologista,algunos cCrevisionistas freudianos" llegaron a considerar laadaptación como ccajuste", a no tomar casi en cuenta elconocimiento científico de lo individual y la existencia delas pulsiones, acentuando la exigencia ambiental. Se ha di-cho que CCtomaronel partido de la sociadad contra el pa-ciente". Otros disidentes, por el contrario, culparon a lasociedad de todos los transtornos humanos, preservando dealguna forma la cCvirginidad" del individuo. En el modernopsicoanálisis, individuo y sociedad forman una unidad den-tro de la cual tiene lugar una regulación mutua "La sociedadno es simplemente un factor que prohíbe o prevee: es lamatriz necesaria del desarrollo de todas las formas de con-ducta" (D. Rapaport, 17).

En resumen: Inicialmente el desarrollo del psicoanálisisse centró en los tres principios cCmetapsicol6gicos" clásicos

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(dinámico, topográfico y económico). Más tarde la propiaobservación científica obligó a incluir el principio estructu-ral (reemplazando al topográfico), el principio genético y elprincipio adaptativo. La aún ambigua relación de este últi-mo con el principio psicosocial (relación lógica de implica-ción) manifiesta una falta de sistematización de la teoríapsicoanalítica general.

Probablemente, por tanto, los futuros estudios psicoana-líticos tenderán a la sistematización (hoy incipiente) de lateoría utilizando como elementos metateóricos fundamenta-les del paradigma los principios dinámico, económico, es-tructural, genético y adaptativo. Es posible que estos prin-cipios puedan llegar a axiomatizarse. Los otros dos principios(empírico y guestáltico-organísmico) parecen poseer otrocarácter y hoy por hoy sólo pueden vincularse asistemática-mente con los cinco primeros (lo que demuestra proba-blemente también que los intentos de sistematización de lateoría psicoanalítica son aún prematuros).

Sin embargo, la sistematización de los principios psicoa-nalíticos y su posible formalización adquieren la máximaimportancia en la tarea de la realización de la crítica epis-temológica del psicoanísis, hoy sólo esbozada (21, 28, 10).Mediante ella podríamos determinar los conceptos con altoy bajo potencial de supervivencia en la teoría psicoanalítica,tanto general como especial (cfr. Rapaport, 21). Por ejemplo:dentro del principio dinámico los conceptos de fuerzas yconflictos inconscientes. parece que, por poseer generalidadsuficiente y estar además próximos a la observación y expe-rimentación directa, tienen un alto potencial de superviven-cia, que es menor en conceptos e hipótesis como impulso opulsión y los conceptos de las pulsiones específicas (psico-sexualidad, agresividad, "instintos de vida" e "instintos demuerte", etc.). De igual forma, como antes indicábamos,todo el principio económico (y más en su acepción "hidráu-lica") así como sus conceptos fundamentales (libido y cate-xias) está hoy sometido a críticas por varias corrientespsicoanalíticas y por la psicología, la psicofisiología, el con-ductismo y la medicina. Sin embargo, parece que cumplen

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los mínimos de generalidad y relación con la experiencia losconceptos de proceso primario, proceso secundario y princi-pio del placer así como es posible que varíen o desaparez-can conceptos como libido, catexia y vinculación.

Por vías similares, una crítica epistemológica del psicoa-nálisis tendría que determinar en cada principio qué con-ceptos están dotados hoy de un alto potencial de supervi-vencia (probablemente gracias a su generalidad empírica yposibilidad de manipulación experimental) y qué conceptosdeben ser abandonados o modificados debido a su cargaespeculativa, a su menor generalidad o a las dificultadespara ligarlos con la práctica analítica.

Los epistemólogos y el psicoanálisis

Esa carencia epistemológica fue sin duda una de lascausas de las continuas ccescisiones" dentro del campo psi-coanalítico y de la proliferación de autores (y actores) para-,filo-, y post- analíticos, así como de los psicoanalistas ccsil-vestres". No obstante, en el momento actual podemos decirque el psicoanálisis ha sobrepasado ya esas crisis de juven-tud y podemos afirmar que, dejando aparte la confusa situa-ción en los EE. UU. (donde, sin embargo, al parecer seanalizan hasta el 60 %de los nuevos psiquiatras), las diferen-cias entre escuelas en Europa vienen montadas sobre sólidosprincipios heurísticos. cCKleinianos", ccortodoxos", cClacania-nos", etc., comparten un amplio acervo común e investiganen profundidad por vías diferentes. Por otro lado, algunospsicoanalistas han sentido la necesidad de acudir a una baseexperimental y poner en conexión su teoría de lo individualcon una teoría de lo general: por ejemplo, el movimientocreado por Rapaport en Stockbridge. Por último, los psicó-logos experimentales (salvo en el caso de que intervengansectarismos de raíz fundamentalmente ideológica) tiendencada vez a tomar más en cuenta las ideas básicas del psi-coanálisis y dejar a un lado los detalles del freudismo.

Esto ha llevado a posturas mucho más comprensivas yabiertas por parte de psicoanalistas y por parte de psiquia-tras y psic6locos en general (salvo en el terreno académico

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u oficial de países como España). Hoy pocas veces -salvoen esos ambientes- se oye la ya clásica equiparación de lapsicopatología de orientación analítica y del psicoanálisiscon las 1nancias (Bunge, 67). Todo el mundo acepta la in-fluencia negativa de los estÍlnulos verbales en el desarrollode las conductas de un individuo, por lo que sería muycontradictorio negar a la ciencia la posibilidad de una acciónpositiva a través de esos mismos estímulos estructurados enun marco concreto y definido con10 la relación psicoterápi-ea. Por otra parte, en el terreno de los conceptos fundamen-tales, muchas cosas han cambiado en el psicoanálisis. Pocosgrupos analíticos siguen por ejemplo la clásica terminologíade los "instintos", habiéndose aceptado las conclusiones delos etólogos como Lorenz (29, 30) al igual que se aceptaronlas de la antropología negando la universalidad del comple-jo de Edipo en su acepción estricta a los resultados de lasmodernas investigaciones sobre la '.'agresividad" (31). Igualpodríamos decir de otras muchas cuestiones como la de laposibilidad de la memoria de evocación antes del desarrollode la función simbólica, posibilidad hoy negada por lospsicólogos genéticos. (El psiconanálisis sitúa la "memoria"en etapas mucho más ten1pranas, pero habría que dilucidarsi ambos conceptos de memoria son equivalentes y uno notendría más que ver con la determinación de "can1inos" o"vías" para el futuro desarrollo mental -en forma de "es-tímulos moldeadores", con su correlato neurofisiológico pro-pio-). El problema es en este caso el tantas veces señaladode la conceptuación en psicoanálisis: por ser un lenguajetécnico-científico para el análisis del inconsciente y del n1un-do de lo imaginario es difícil purificar sus conceptos derazonamientos por analogía, metáfora y metonimia. Sin em-bargo, como dice Piaget (32), la similitud evidente entre elsimbolismo del inconsciente y el simbolismo mitológico yartístico (por ejemplo, en el caso del mismo "complejo deEdipo") hace ver con toda claridad que las leyes de tal"simbolismo" conciernen tanto a las realidades colectivas

como a las psicológicas. En el terreno de. la antropologíasocial o cultural, el estudio directo de las representaciones

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míticas es un aporte primordial a esa semiótica de nivel su-perior al languaje. Lévi-Strauss (33) intenta concebida Eorejemplo en términos saussurianos, con lo que está introdu-ciendo en todo el campo de las Ciencias del Hombre preo-cupadas por lo simbólico una metodología que se echa de-masiado en falta en la mayor parte de las orientaciones delpsicoanálisis. Tal es la principal virtud y, por otra parte, elorigen de una de las limitaciones del pensamiento lacaniano.Paralelamente, analistas kleinianos y "parakleinianos" hanemprendido un loable camino de desmitmcar y des-esoteri-zar su propio lenguaje, camino que, completado por unacrítica epistemológica de sus conceptos, podría abrir parael psicoanálisis la posibilidad de nuevos desarrollos cien-tíficos.

Con estas observaciones quiero al menos dejar claro quehoy un observador medianamente informado sobre la disci-plina psicoanalítica no puede mantener las críticas ccclásicas"

a la misma, que ya he tratado en otra ocasión (10). Un ejem-plo de dichas críticas ccclásicas", en las que es muy visibleaún el peso del empirismo y formalismo a ultranza que hanconformado lo que antes llamé ccescolástica de la ciencia",un ejemplo en el que además dichas críticas están estructu-radas a partir de un conocimiento sumamente superficial deltema a criticar, son las realizadas por un teórico de la cien-cia en otros aspectos sumamente riguroso como es M. Bunge(3). Creo que sería muy ilustrativo volver a pasar revistaaquí a las mismas, aunque la literatura sobre el tema es,desde luego, sumamente abundante (38, 39) Y ya lo hayatratado en otros lugares (ob. cit.):

l. Las tesis del psicoanálisis son ajenas a la psicología,antropología y biología y a menudo incompatibles con ellas.Por ejemplo, según estas críticas ccel psicoanálisis es ajeno ala teoría del aprendizaje, el capítulo más adelantado de lapsicología". Conceptuar como cCparte más adelantada dela psicología" a la teoría del aprendizaje, si el ccadelanto" semide por su adecuación con respecto a la epistemologíacontemporánea en otras ciencias, no deja de ser aventurado,a menos que se parta de una epistemología empirista o de

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una parcialidad inconsciente o consciente. Pero, aparte deello, no hemos oído nunca a un psicoanalista que desprecia-ra la teoría del aprendizaje, de donde es difícil inferir queel psicoanálisis está en contra del estudio científico delaprendizaje. Lo que sí está claro es que psicoanálisis y teo-ría del aprendizaje tienen objetos científicos muy diferentes:el inconsciente y las relaciones objetales por un lado, elaprendizaje intelectual o motor por otro (al menos hoy), porlo que, de momento, sus puntos de contacto son ocasionales,como sucede con otras muchas partes de la spicología.-Detodas formas, antes de hacer afirmaciones similares a la deBunge, habría que conocer los numerosos trabajos de Sears,Dollard, Mowrer, Milner, etc.-.

Bunge añade otros ejemplos: la memoria racial, la inde-mostrada agresividad innata, la no universalidad del com-plejo de Edipo... Todos ellos nos hacen pensar que lasfuentes del crítico, si son directas, difícilmente provenganmás que de embrionarias etapas del psicoanálisis: aquelpsicoanálisis mítico propio de programas de los mass mediayanquis con sus terribles CCtraum as ", sus cccuraciones" mila-

grosas por puro insigth, sus ensueños-saga, etc. En cuanto ala memoria cCracial"(?), hay que hacer constar que con pocoal día que se esté en literatura psicoanlítica, al menos euro-pea, pronto puede uno cerciorarse de la inactualidad de talcChipótesis". La procedencia de la agresividad sigue siendoterreno de polémica entre sociólogos, antropólogos, etólogos,psicólogos de diversa orientación, psicoanalistas... Por ejem-plo, científicos como Storr (31) defiienden el innatismo deciertas formas de agresividad. Otros siguen defendiendo lahipótesis cCfrustración-agresión". Mientras tanto, las pruebasexperimentales aún no son en ningún caso definitivas. Ade-más, el concepto de agresividad (hostilidad, destructividad)es uno de los más estudiados, criticados y revisados por elpsicoanálisis actual. De la no universalidad del complejo deEdipo (en su acepción estricta) ya hemos tratado y no creo,como Bunge, que aceptada desbarate todo el edificio psi-coanalítico: igual se desbarataría a menudo el edificio de lapsicología o de la sociología, ya que sus conceptos y descu-

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brimentos están todos sobredeterminados desde el punto devista socio-económico y por la historia de los modos de pro-ducción occidentales. En cuanto a la supuesta alteridad yoposición del psicoanálisis con relación a la biología, antro-pología y etología, no podemos por menos asombramos detal afirmación. Muchas investigaciones antropológicos, eto-lógicos e incluso biológicas (estudios de maduración y demedicina encéfalo-visceral) se hacen hoy día con orientaciónpsicoanalítica (34, 35, 36, 20). Por otro lado, hay numerosasobservaciones y experiencias de la antropología, la eologíay la biología que prueban hipótesis psicoanalíticas. Comoejemplo demostrativo citaremos las experiencias de losHarlow (37), que prueban de forma concluyente en animalessuperiores numerosas aspectos de la teoría de las relacionesobjeta les (importancia de las relaciones madre-hijo y de lasensualidad para la maduración individual, sexual y social;alteraciones consecutivas a la situación de privación, etc.).

. En cuanto a la afirmaciónque "el psicoanálisisno puedeapelar a la ciencia para eliminar esas partes de su doctrlDaporque se presenta como una ciencia rival e independiente"(Bunge, ob. cit.), poco habría ya que decir. Resaltaré quetal vez sea una constatación aplicable al psicoanálisis... peroal psicoanálisis de hace treinta años, tal como nos es presen-tado a través de los "medios de (in)comunicación (y defor-mación) social". Que el psicoanálisis sea una ciencia "rival"es algo que ya ningún psicoanalista puede plantearse. Quesea una ciencia independiente (o una rama independientedentro de la psicología y la psiquatrla) es algo elementalpara su consti~ción como disciplina científico-técnica y parasu desarrollo.

2. La segunda serie de críticas se refiere a la incontras-tabilidad de algunas hipótesis psicoanalíticas. Llamemos laatención sobre el hecho de que se niegue el estatuto de

. disciplina científica a un conocimiento porque "algunas"de sus hipótesis no son contrastables. Pero, independiente-mente de ese "rapto de formalismo", hay que admitir queindudablemente el psicoanálisis debe profundizar y desarro-llar este capítulo de contrastación (no sólo por observaciones

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clínicas comparables, sino también por experimentaci6n) de-sus. hip6tesis. Bunge habla, como ejemplos "de hip6tesis nocontrastables, de la hip6tesis de la sexualidad infantil (afir-maci6n sumamente discutible); de la existencia de entidadesdescarnadas dentro de la personalidad (crítica muy natural .

si se piensa que según el psicoanálisis la mente y el desarro-llo están lleJ:l.Qsde homúnculos que' responden a los esoté-ricos nombres de id, ego, super-ego, fase oral, fase anal, etc.,pero muy poco mantenible si se acepta que hablamos deestructuras teoréticas en y de desarrollo y a veces.de lo queel propio Bunge llama hipótesis noobservacionales), etc.

3. La' tercera serie de críticas parte de la' aflrmaci6n deque las tesis psicoanalíticas que ~on contrastables "han sidoilustradas, pero nunca realmente. contrastadas por los. psi-coanalistas con ayuda de las técnicas corrientes de contrasta-ci6n" (el subrayado parcial es mío, J. T.).La afirÍnaci6nesen sí más que discutible e implica de éntrada un' descbno-cimiento profundo de la moderna investigaci6n psicoanalí-tica, psicol6gica... e incluso de la teoría del aprendizaje.(Hay autores, como por ejemplo Sears (38), que han dedicadotoda su dilatada carrera de investigadores a contrastar esosdatos). Por otta parte, parece implicar un rechazo "de otrastécnicas diferentes' que la experimentaci6n sobre lo general(como son la observación standartizada y contrastablé, ladeducci6n rigurosa, la experiencia cHnica,etc.) paraerdes-arrollo de la ciencia. M. Bunge pone una serie' de .ejemplospara intentar demostrar que "cuando IQs psic61ógos cientf-fi~s... han sometido esas tesis a contrastaci6n, el resultadoha sido un fracaso". Tal aflrmacion es a primera vista ~uyparcial en cuanto a las fuentes de cons~ta que, además,. sonde los años cincuenta: Eysenck (39), Miles,' etc~ Olvida porejemplo la amplísima bibliografía existente sobretesas críti-cas que aparece condensada parcialmente en Wallerstein(40). Pero, por otra parte, esto nos vale' para señalar un datoque se suele pasar por alto: el psiconanálisis, o bien es unaciencia específica como parecen afirmar Lacan (41, 42),Althusser (28)~etc:, o bien es' una rama muy especializada

, de la psicología y la psiquiatría. Tanto en un caso como en

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el otro, para usar sus conceptos se necesitarán una serie de

conocimientos teó¡icos y prácticos y un entrenamiento comoen cualquier otra ciencia o rama científica especializada,dato que suelen olvidar muchos de los estudios que citaBunge. Naturalmente, con esos puntos de partida se puedeafirmar que ~~estudios muy sistemáticos y tenaces (??) handestruido la tesis psicoanalítica de que existe una correlaciónentre las primeras costumbres de alimentación y excreciónpor un lado y rasgos de personalidad por otro", tesis a favorde la que, sin embargo, hay abundantísimo material acumu-lado desde los campos del psiconanálisis, la psicología ge-nética, la etología, la biología y la antropología (cfr. porejemplo, 34). Por otra parte, Bunge cae en la típica confu-sión de conceptos que a mi entender presupone, como yahe dicho en otras ocasiones (43, 10), una falta de adecuadacrítica epistemológica del concepto de curación al afirmarque el porcentaje de curaciones con el psicoanálisis es irre-levante (?) y menor que con otros procedimientos terapéu-ticos (??), apoyándose en Eysenck (39) y Levitt. En algunasobras citadas en la bibliografía de autores no psicoanlistas(44, 10), podrán encontrarse resultados que contradicenabiertamente tal afirmación, a pesar de que la construcci6nde sus tablas de resultados sea anterior a las últimas innova-

ciones de la teoría y la técnica psicoanalítica. Por otro ladoya he tratado también en alguna de las obras citadas (10, 11,43) la dificultad de coordinar un concepto clásico de "sa-lud", ~~anoimalidad" y/o "curaci6n" con el conocimientoextraído del estudio clínico de lo individual. Es muy dedudar que desde el punto de vista del conocimiento cien-tífico de lo individual pueda admitirse la desaparici6n delsíntoma como criterio de curaci6n (como incluso desde lapsiquiatría clásica, si tenemos en cuenta el abrumador por-centaje de recaídas al retirar los tratamientos psicofarmacO-lógicos). El psicoanálisis ha propuesto tradicionahnente otroscriterios de curaci6n (oriento dos ante todo por la normalidadfuncional) que eviten la posibilidad de enmascaramiento y/oactuaci6n (acting out) de la angustia y la ruptura personal:la mayor coherencia interna, la limitación de los inevitables

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-conflictos intrapsíquicos, el despliegue de las posibilidadespersonales, la capacidad de soportar las frustraciones sinregresión, la integración de la agresividad, la adaptación (noel "ajusten mecánico) a la realidad externa, etc., observadostodos estos aspectos en la situación experimental de la trans-ferencia y en la situación exterior, la situación vital (Cha-zaud, 45). Lo importante de todas formas es que rechacemosla idea de que el psicoanálisis es o puede ser presentado.como panacea de todas las terapéuticas y todos los casospsiquiátricos, error en el que pueden haber caído determi-nados autores pero que no concuerda en absoluto con elsentir general de los círculos analíticos.

4. En el cuarto grupo de críticas, Bunge (ya que hemosescogido este autor) admite que algunas "conjeturasn psi-.coanalíticas son, tomadas aisladamente, contratables, peroafirma que no son contrastables tomadas como cuerpo total.El ejemplo usado es sumamente revelador: si el sueño noaparece como una satisfacción de un deseo, el psicoanalistasiempre podrá invocar la represión como causa de la impo-sibilidad de vislumbrar ese deseo. Bunge olvida aquí (olvido-que suele ser común a muchos de los críticos del psicoaná-lisis) que un ensueño o un conflicto sólo pueden recibir cabalinterpretación o explicación en el psicoanálisis actual en elseno de una relación transferencial, en una situación analí-tica. El trabajo psicoanalítico con un sueño sólo puede rea-lizarse en el interior de dicha situación. No se trata de

Iepetir con formas modernas las prácticas de oráculos, he-chiceras, brujas y echadoras de cartas. Sólo en la serie delas sesiones analíticas podrá el analista trazar previsiones ohipótesis (si se trata de predecir) que deberán ser contras-tadas en el futuro de la relación analítica; o una serie deinterpretaciones si de lo que se trata es de aportar nueva.evidencia para la verificación de hipótesis trazadas anterior-mente en esa relación. En último extremo, la situación ana-lítica es el campo y la situación experimental primera de.cualquier hipótesis psicoanalítica nueva o ya probada pormiles de tratamientos anteriores.

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Esto último nos lleva sin embargo a considerar la reservafundamental que se suele poner al método clínico de cono-cimiento: la dificultad de crear condiciones de experimen-tación. La respuesta a esta objeción tiene múltiples enfo-ques: Por un lado, recordaremos con Piget (46) que hayciencias sumamente rigurosas como la geología, la astrono-mía, la lingüística, etc., en las que la experimentación juegaun mínimo papel o no juega ninguno, siendo substituida porla observación contrastable y estandartizada. Por otro, debe-mos recordar nuevamente cómo hoy ya existen abundantesdatos experimentales sobre los hechos recogidos en la situa-ción analítica, de forma que puede fácilmente ponerse enrelación el conocimiento de lo individual con las estructuras

generalizadoras propias de la psicología genética, evolutivay experimental en asuntos relevantes para el primero (conlo que se abre la dialéctica de lo general y lo individual enesta nueva faceta del conocimiento). Además, como ya he-mos visto, hay que tener en cuenta la conceptualización,cada vez más precisa dentro de escuelas psicoanalíticascomo las dependientes de la Asociación Psicoanalítica In-ternacional (A.P.I.), de la situación analítica como una situa-ción experimental: sobre los datos aportados por la conductaverbal del analizando el analista traza unas hipótesis queson contrastadas o no por las siguientes conductas verbalesy paraverbales, lo cual da lugar a una interpretación, basea su vez de nuevas conductas del analizando (objeto-sujetode conocimiento) y así sucesivamente. Por último, no hayque olvidar que los programas de investigación y experi-mentación científica dentro de la misma sesión analítica son

precisamente uno de los puntos de atención fundamentalesde muchos trabajos psicoanalíticos (47).

5. El quinto grupo de críticas de Bunge se refiere a laresistencia a la crítica que muestra el psicoanálisis, que aveces hasta intenta eliminarla por el argumento ad hominem(el crítico está manifestando resistencias). Realmente es éstauna postura que el movimiento analítico y psicodinámicoen psicología y psiquiatría ha adoptado repetidas veces yque no favorece en absoluto su credibilidad. Pero, por otra

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parte, es también una postura que tiene sólidos datos a sufavor. No es difícil que el psiquiatra y el psicólogo, enfren-tados a la profundidad y a la dificultad de comprensión denumerosos casos de su práctica diaria (casos que, además,movilizan muchas veces nuestra ansiedad y nuestros meca-nismos de defensa), vaya adquiriendo poco a poco toda unacoraza protectora contra los asaltos de su propia ansiedad,sus propias pulsiones, sus propios conflictos... Una parte deesa coraza sería su resitencia hacia el psicoanálisis o haciacualquier intento cOlnprensivo de la psicopatología. Ennuestra práctica, psiquiatras y psicólogos no psicoanalistastenemos ocasión de comprobar diariamente situaciones deeste tipo, máxime por cuanto plantearse hoy un conocimien-to científico de lo individual y/o una crítica epistemológicade la spiquiatría exige sumergirse en muchas dudas acercadel propio saber y la propia técnica (y más en España, encuyos ambientes psiquiátricos podemos observar en toda suprofundidad la afirmación de Bunge -ob. cit.- de que cClamejor manera de asegurarse el éxito académico consiste, na-turalmente, en no tocar problemas serios"). De todas formascreemos que el movimiento psicoanalítico debería eliminarlo más posible el argumento ad hominem de sus defensas,centrándolas en los aspectos formales o conceptuales de las, .cntIcas.

En definitiva, el psicoanálisis (determinadas orientacio-nes del mismo) se encuentran hoy buscando el camino parasu sistematización como teoría científica. Además, tal siste-

matización está siguiendo los pasos enumerados por el pro-pio Bunge:

l. Sistematizar el conocimiento estableciendo las rela-

ciones lógicas entre unidades inconexas y buscando hipótesisgenerales de nivel superior a las investigaciones empíricaspara explicar éstas. En este aspecto, en el psicoanálisis jue-gan un papel tal vez demasiado preponderante las hipótesisno observacionales.

2. Explicar los hechos por medio de hipótesis que im-pliquen proposiciones y expresen los hechos.

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3. Desarrollar la propia disciplina derivando nuevasproposiciones.

4. Reforzar la contrastabilidad de las hipótesis some-tiéndolas a control de otras hipótesis del sistema. Este debeser a nuestro entender el actual caballo de batalla del psi-coanálisis científico: Por un lado, formalizar los pasos se-guidos en el proceso clínico de manera que puedan sercontrastados por distintos investigadores (formados en eseconocimiento científico-técnico, desde luego). Por otro lado,contrastar esos datos recogidos mediante el conocimientocientífico de lo individual con los de experimentos e inves-tigaciones en psicología, psicoanálisis, etología, antropologíay biología, sobre lo general.

Por ello, las críticas al psicoanálisis no pueden ser unsimple asunto de seleccionar textos ylo experiencias segúnlos apriori del crítico. El edificio del psicoanálisis es hoy losuficientemente complejo y diferenciado como para que ta-les críticas, si quieren tener una mínima validez y utilidad,deban ir precedidas de un estudio riguroso y, por tanto, cos-toso y largo. Y mucho más costoso y largo aún por el hechode que, como hemos señalado, el psicoanálisis como conoci-miento científico. está actualmente empeñado en una seriarevisión epistemológica de sus fundamentos así como em-barcado en una etapa profundamente renovadora de sudesarrollo.

Los escotomas del formalismo

Podemos pues sacar la conclusión de que las críticas denumerosos epistemólogos al psicoanálisis (de las que hemosescogido las de Bunge, tanto por la seriedad del autor comodel texto) han caído frecuentemente en dos tipos de inco-rrecciones epistemológicas:

La primera, no considerar la juventud de esta ciencia,protociencia o disciplina científica del campo de las Cien-cias Psicológicas y quererle aplicar los criterios de cientici-fidad de una Ciencia avanzada. Posiblemente este error de

paralaje no sea s610 propio de la crítica epistemol6gica al

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psicoanálisis sino, en general, de gran parte de la epistemo-logía de la primera mitad del siglo xx en su aplicación a lasCiencias del Hombre. Por eso actualmente parece existiruna fuerte tendencia que, entre otras cosas, tendería a co-rregir ese error de perspectiva (Hanson, Piaget, Kuhn,Feyerabend...) y una deficiencia bien definida: la falta deestudios desde una perspectiva no formalista de las prime-ras fases de desarrollo de una ciencia.

La segunda incorrección ha sido analizada más de cercaal tratar someramente las críticas de Bunge. Consiste enrealizar una crítica epistemológica partiendo tan sólo de co-nocimientos mínimos, superficiales y atrasados del "campo"a criticar. Ya he señalado adónde puede llevar esa actituden relación con el psicoanálisis que, al menos según sus pro-pias pretensiones, es o bien una Ciencia (23, 28, 40, 41, 42,47) o bien una rama muy especializada de la psicología yla psiquiatría contemporáneas dedicada al estudio de la sig-nificación de la conducta (10). El error consecutivo podríaser comparable al que cometeríamos negando la existenciade las partículas sub atómicas por el hecho de que farmacó-logos o incluso físicos no sub-especializados no lograron ais-ladas por su desconocimiento o defectuoso manejo de losaceleradores de partículas, generadores, filtros y demás ins-trumentos técnicos.

En definitiva, no puede parecer demasiado adecuadorealizar la descalificación del psicoanálisis del campo cien-tífico sin conocer el actual progreso conceptual y epistemo-lógico del mismo (progreso de las tendencias epistemológi-cas "constructivistas dialécticas" sobre el resto, 10). Para unenfoque mínimamente serio y científico de la Teoría Psi-coanalítica actual hay que tener en cuenta el avance de lacientificidad moderna y de las tendencias epistemológicas"constructivistas'~ o "dialécticas~~ en una serie de corrientes

de investigación actuales:

1) Los analistas de tendencia "Ideiniana" o "paraIdei-niana", que remontan hacia el nacimiento más aún queFreud los diferentes estadíos y structuras de las pulsionesy la personalidad, de forma que sus teorías pueden ser

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consideradas en una visión superficial como de tipo análogoa las del preformismo en embriología (Piaget, 32). Sin em-bargo, en pocas tendencias psicoanalíticas como en éstapuede observarse más vivo el vínculo cura-investigación deestructuras propio de una auténtica investigación clínica(48, 49, 34).

2) En la dirección del refuerzo de la contrastabilidadde la teoría psicoanalítica trabajan hoy numerosos analis-tas, como ya hemos visto, y tanto buscando sistemas deexperimentación en el interior de la relación analítica (47)como realizando experimentos propiamente dichos y obser-vaciones experimentales en psicología: F. Kriss, R. Spitz,K. Wolf, Th. Benedek, J. Bowlby, Th. Gouin-Decarie... Enesta vía, por ejemplo, Th. Gouin-Decarie (50) ha podidodemostrar una correlación significativa entre los estadíoscognoscitivos piagetianos y los de una afectividad objetaly preobjetal (con la salvedad de que, si bien podemos con-siderar que los estad íos cognoscitivos siguen un orden cons-tante, los de la "libido" no son tan secuenciales, mediandoregresiones y fijaciones en su desarrollo).

3) En la dirección de la puesta en contacto con Cienciasy disciplinas científicas conexas, en el terreno de la co-ordinación psicoanálisis-sociología no pueden por ejemploolvidarse los modernos trabajos de los psicoanalistas "cultu-ralistas" y de D. Riesman, H. Marcuse, H. Hartmann,E. H. Erikson, etc. De la puesta en contacto actual delpsicoanálisis y las disciplinas biológicas, desde perspectivasno mecanicistas ni biologistas, hay que tener en cuenta lasinvestigaciones de J. Bowlby, muchas tendencias englobadasen el impreciso término de "Medicina psicosomática", ten-dencias de la investigación neurofisiológica (Ajuriaguerra,Kubie, Mac Lean, R. Delgado, Levine, Smytries, Burgignon,Barraquer- Bordas, Rof, Dement, Rodríguez Peón.. .), etc.

4) Por último, en. cuarto lugar, no podemos olvidar laimportancia de los estudios de sistematización y formaliza-ción de la Teoría Psicoanalítica realizados por el malogradoD. Rapaport y el grupo de Stockbridge (21, 32). Este grupo

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trabaja hoy además con el decidido propósito de llegar auna teoría estructural de las relaciones entre desarrollo afec-

tivo y cognitivo, fundamentándose en la obra, de grancultura físico-lnatemática, de Rapaport, y probablementetratará de criticar a fondo la energética freudiana.

En resumen: Desde un inicio marcadamente reduccio-

nalista y mecanicista, el psicoanálisis ha ido acercándoseconscientemente hacia las formas modernas de racionalidadcientífica. Actualmente aún está lejos de la formalizacióny axiomatización "ideales" de la lógico-matemática o de lafísica teórica, pero, tras un proceso de sólo tres cuartos desiglo, las aportaciones del psicoanálisis forman ya parte,de forma irreductible, del acervo científico-cultural de lahumanidad. La importancia de lo inconsciente y de sudinámica, la importancia de la psico-sexualidad en la vidacotidiana, la crítica de los conceptos tradicionales de saludy enfermedad, la psicopatología psicoanalítica, etc. son hoyadquisiciones fundamentales de las Ciencias del Hombre,irrecusables ya en sí mismas se acepte o no la novedadepistemológica de su forma de conocimiento inicial: el co-nocimiento científico de lo individual.

Son datos que hay que tener en cuenta para el estudio,hoy tan necesario, de la epistemología del psicoanálisis y,en general, de la psicología y la psiquiatría. Sin que estonos ciegue para otras perspectivas y otros programas deinvestigación diferentes (y aún opuestos) al psicoanálisis:conductismo, psicofisiología, psiquiatría biológica, etc.

Es lo único que quería demostrar con este trabajo. Claroque también podemos preferir, en nombre del apriorismo,la ideología o el formalismo de turno, una ceguera auto-impuesta que nos permita continuar cómodamente con ac-titudes inquisitoriales tan reiteradamente mantenidas ennuestra historia científica y social. Se puede intentar ocultarel temor al cambio, a la apertura, a la eclosión de las con-tradicciones internas y a la duda poniendo en marchamecanismos de defensa tales como la regresión, la forma-ción reactiva, el aislamiento, la represión, la negación y laracionalización. Pero ya hace tiempo que la psicopatología,

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Y más en concreto la psicopatología psicoanalítica, ha adscri-to la preponderancia de esos mecanismos de defensa aestructuras de personalidad de tipo obsesivo, apuntando suposible analogía con lo que en el campo sociol6gico se hadado en llamar ccactitudes reaccionarias".

RESUMEN

El autor comienza el trabajo poniendo en relaci6n mu-chas de las críticas realizadas al psicoanálisis con el pre-dominio de epistemologías formalistas y empiristas a ultran-za y propone una nueva revisi6n crítica de la epistemologíade dicha disciplina científica menos marcada por esas dosincorrecciones metate6ricas.

Con ese fin, el autor intenta una exposici6n de los. prin-cipios cCmetapsicol6gicos" fundamentales del psicoanálisis(empírico, guestáltico-organísmico, genético, topográfico, di-námico, económico, estructural, adaptativo y psicosocial) einvestiga su posible formalización y axiomatizaci6n y elgrado. de sistematización que hoy han alcanzado. .

Después. son revisadas las críticas más comunes reali-zadas por los epistem610gos al psicoanálisis (y, en concreto,las de M. Bunge), que están marcadas por dos tipos deincorrecciones desde el punto de vista epistemol6gico:

1) El intento de aplicar a una disciplina científica na-ciente las características epistemol6gicas de una ciencia« d »ma ura .

2) El conocimiento superficial y atrasado que muchosepistem610gos tienen del psicoanálisis contemporáneo.

Finalmente el autor señala las tendencias de investiga-ción te6rica y metate6rica fundamentales llevadas adelantehoy por las principales escuelas de psicoanálisis científico.

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