Emoción y sufrimiento

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    Prólogo a la edición digital. 

    Conocí al profesor Wukmir en 1965 y con esa denominación de “profesor” lehe llamado siempre. Por aquel entonces pensaba que mi futuro estaría en laliteratura y nuestra relación comenzó sobre ese supuesto. Él era ya un famosoy conocidísimo autor teatral y novelista con varios premios literarios en suhaber y muy reconocido en su país Yugoeslavia. Pero en España él habíaescrito básicamente obras de psicología. Me pidió si podía corregirle de estilolas galeradas de un libro titulado “Emoción y Sufrimiento”, en prensa poraquel entonces, editado por la Biblioteca Universitaria Labor. Recuerdo sus

     palabras y según me dijo el castellano era un enrevesado idioma que se leresistía (hablaba, y tuve ocasión de comprobarlo, a la perfección cinco

    lenguas).

    De hecho, en la pretendida colaboración, como él la denominó, fue sólo una primera faceta de aprendizaje como alumna de mi parte. Su texto, el quesupuestamente había de corregir, si de algo adolecía era de lenguaje vulgar ode errores referidos tanto a la semántica como a la sintaxis. Pronto me cautivóel contenido de la obra y ese fue el origen de mi motivación para cambiar misexpectativas de futuro. Mi interés por la teoría orectica, despertado entonces,hizo que me interesara y continuase interesada por los estudios de psicología.Esa fue mi gran ventaja.

    Los conocimientos posteriores de los cuales me informé siempre tuvieron elanclaje de un marco teórico sólidamente construido por el profesor. Con la

     psicología de la orientación vital yo entendí el comportamiento del hombre.

    El profesor Wukmir fue además de un maestro de conocimientos, un maestrode vida para mí. Su paciencia y generosidad intelectual orientó e hizo posibleque pasase de alumna a discípula. Aunque él se empeñaba en presentarmecomo colaboradora, siempre me he considerado alumna y deudora de sus

    enseñanzas. Mi gratitud y afecto hacia su persona han marcado mientras vivióy tras su muerte la necesidad de transmitir sus ideas a nuevas generaciones.Entre otras cosas, porque sus conceptos, que él desarrolló con veinticinco añosde adelanto, hoy siguen siendo válidos, pertinentes y en la actualidad es

     posible entenderlos mejor por la evolución de los conocimientos científicos.

    Su gran bagaje intelectual, jurista, biólogo, psicólogo, le hicieron, por otra parte, ligero de equipaje en lo material y así residió en Barcelona más deveinticinco años.

    Sus obras escritas en varias lenguas fueron relevantes sobre todo en su producción científica española. En ellas es donde mejor y más ampliamente

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    vierte sus conocimientos desde el punto de vista de la psicología. Su“Psicología de la Orientación Vital” (Ed. Miracle, 1960); “El Hombre ante simismo” (Ed. Miracle, 1964) y “Emoción y Sufrimiento” (Ed. Labor, 1967),están agotadas desde hace ya muchos años. Los alumnos sólo puedenencontrarlos en bibliotecas públicas y los fondos editoriales no loscontemplaron en posteriores reediciones, siendo esto un obstáculo para sulectura y conocimiento en el momento actual.

    La maravillosa ventana al mundo de las páginas web permiten que seanconsultadas y difundidas. Le doy las gracias al profesor Barrull por habertenido la idea de publicarlas y realizar el trabajo que esto supone.

    Un grupo de profesores universitarios que ayer éramos alumnos de Wukmirdesearíamos que ese futuro ya comenzado encontrara en otros alumnos, como

    nosotros en su día, apoyo a los esfuerzos e innovaciones que sobre la teoríaorectica se han podido desarrollar y que, en suma, sirven para la comprensióny avance de la psicología.

     Pilar González  

    Barcelona, 30 de noviembre de 2000

    Prólogo 

    «La raison, qui n'a jamáis séché une larme.»(La razón que nunca secó una lágrima.) 

    CHATEAUBRIAND

    Tres ideas básicas prevalecen en mi experiencia endoantropológica. Primera:la emoción determina el comportamiento de todos los seres vivos. Segunda: el

     fenómeno del  sufrimiento (patior) es inmanente en cualquier manifestación dela vida y funcionalmente inseparable de ella. Tercera: la conservación dela forma de los seres vivos es la finalidad biósica de su lucha por la

     supervivencia. 

     Las dos primeras no son nuevas. Desde siempre, el arte ha demostrado la

    validez de la tesis sobre la emoción y un gran sistema oriental de pensamiento

    tomó como punto de partida el fenómeno del sufrimiento, al considerarlo

    hecho primordial de la vida. En cambio, la ciencia moderna del hombre

    blanco no ha prestado la debida atención a los fenómenos afectivos y se

    mostró totalmente refractaria a la introducción del sufrimiento entre loshechos dignos de estudio. 

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     Este retraso de la ciencia en lo que concierne al arte y al pensamiento

    orientales coincidió con una larga época de la civilización del hombre blanco

    en la cual sus descubrimientos y su actuación como hacedor activo de lahistoria le alejaron de las -fuentes de su vida interior. Durante todo el tiempo

    de exteriorización digamos tecnológica, este conquistador de los espacios

    vitales antes ha hecho sufrir a los demás que estudiar el sufrimiento sobre sí

    mismo. 

     No es de extrañar, pues, que en la actual gran crisis de su postura vital y ante

    la obligación indispensable de revalorarla, la tarea de elucidar el verdadero

    .papel de la emoción en la motivación del comportamiento avance a tientas, y

    que el sufrimiento sea un término técnico casi desconocido en sus

    diccionarios de la endoantropología. 

     En cuanto a la forma, su noción estaba demasiado tiempo identificada con lanoción de la estructura y ligada por ello a la definición de la «totalidad de las

     partes» para que cediera fácilmente a unos conceptos nuevos, enfocándolos

    como energía superestructural. 

     Estas ideas, aplicadas radicalmente, entran, como es natural, en colisión

    abierta con ciertos sectores racionalistas y amenazan la posición privilegiada

    que la Razón ha conquistado en las interpretaciones tradicionales del

    comportamiento desde que se la otorgaron los sabios griegos. La Razón ha

     sido elevada a la norma absoluta del conocimiento humano y ala ecuación

     suprema de la realidad asequible al hombre; la han aplicado a la experienciaconsciente, considerándola como manantial de la Verdad y arbitro

    todopoderoso entre el bien y el mal. Paradójicamente, se construyeron altares

    en su honor en medio de revoluciones sangrientas como en la francesa. Yhasta se llegó a la creencia de que ella sola, escrita con letra mayúscula,

     permite al hombre el empleo justificado de aquel verbo de síntesis mágica que

    es el verbo ser. Fórmulas axiomáticas tales como Cogito, ergo sum y Esse est percipi parecían asegurar su prestigio para siempre y su culto se mantienecon fervor por sectas neopositivistas y mecanicistas. 

     Pero yo salgo —aún vivo, y por milagro— de dos guerras mundiales. Frente a

    las experiencias que recogí abundantemente en tal laboratorio ya nadie

     puede convencerme de que la Razón tenía algo que ver con ellas, ni que

     pueda ser ella el poder que nos salvará de la tercera que estamos preparando

    con tanta sabiduría tecnológica. Como en todo el resto de la historia humana, serán ciertas emociones negativas y destructivas, tales como miedo y odio, los

    aguijones afectivos de la frustración y de la injusticia y la soberbia de las

     sobrevaloraciones las que otra vez liberarán nuestro asesino potencial. Ytambién es cierto que si alguna industria farmacológica pudiera

     suministrarnos algún miligramo más de compasión, semejante droga podría

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     ser mucho más efectiva para la paz que toneladas de argumentos racionales

    lanzados en su favor. 

     La posición tradicional de la razón en la motivación del comportamiento

    humano es errónea como ciencia y falsa como ética. 

     Lo sabían bien los Eurípides, los Shakespeare, los Dostoievski. Lo empieza a

    entrever también la biología moderna. 

     Explorando la minúscula célula, la biología se percata cada vez más de que

    la orientación vital de todo ser vivo obedece siempre a las mismas leyes fundamentales de supervivencia; tanto en una ameba como en los actos deelevada creación de este ser privilegiado que tiene la audacia de llamarse a sí

    mismo Homo sapiens. Expuesto al riesgo de vivir, incluso el protozoario

    unicelular dispone de criterios innatos y refinados para poder  sentir las diferencias entre lo agradable y lo desagradable, lo útil y lo pernicioso para su existencia; y que mediante el empleo de ciertos esfuerzos

    individuales (patior) puede tender hacia lo agradable-útil y huir de lodesagradable, orientándose soberanamente sin pedir instrucciones a un foro

     superior tal como la razón. Mientras funcionen su sensibilidad y su

     patotropismo pueden sobrevivir y saber cómo comportarse con arreglo a este

     fin tanto el paramecium como el hombre. 

     Aun con la posición cambiada, le quedan a la razón —que ya no se escribe

    con letra mayúscula— una serie de funciones importantísimas al serviciodel  Homo imaginativus. La de descifrador hábil de ciertos mensajesautoritarios y profundos que recibe, aunque no los fabrica; la de un traductor

    experto de signos jeroglíficos de la memoria al lenguaje de las palabras; la

    de un comentarista explicativo del código de instrucciones que surgen del

     subsuelo de la experiencia subjetiva; la de un articulador sutil del sentir y del

     patior cuando surge la necesidad de expresarlos y comunicarlos a los demás.

    Un letrado refinado, un formulador sea del bien o del mal, pero no un

    director de decisiones ni juez autoritario de nuestros actos. 

     Aun con tales reajustes biológicos, han quedado sin la debida exploración laextensión y el dominio de lo afectivo por debajo del razonamiento, articulado

    verbalmente. Tan sólo desde que descubrí —por mi propia cuenta— que la

     función misma del conocimiento y la comprensión también son fenómenos afectivos, emocionales, me atreví a reclamar, ya con plenaconvicción, cierta corrección de aquellas formulas mágicas del  cogito ydel  percipi en Patior, ergo sum y en Esse est sentire.

    Como se ve, tratábase tan sólo de la sustitución de dos palabras. Pero el

    cambio significaría, entre otras cosas, que el hombre no puede actuar ni pensar sin patior y sin sentire.

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     Este libro —como los anteriores referentes a la teoría oréctica de la

    orientación vital— quiere aclarar algo más el sentido de estas dos palabras.  

     El lector no hallará en él matemáticas ni estadísticas, y tampoco referencias a

    la psicología experimental de los computers. Me ocupo exclusivamente de los fenómenos subjetivos y de aquella parte de la personología a la que apenas se

     pueden aplicar las matemáticas actuales; en la que los tests más sutilesresultan fácilmente arbitrarios y todas las maquinillas de medición unos

    instrumentos bárbaros. No tenemos estesiómetros que midieran las

    emociones, ni patómetros que lo hicieran con el sufrimiento. Pero las

    verdades que se buscan aquí también tienen su método de verificación

    experimental: el de la introspección vigilada, de la autognosia honrada. He

     procedido en ello según la buena receta de aquel gran precursor de la personología occidental que es Miguel de Montaigne: 

    Je me suis presenté moy mesme á moy, pour argument et pour subject.

     Muy agradecido a todos los que me proporcionaron sus resultados midiendola curiosidad de las ratas, la furia de los gatos descerebrados, la salivación

    condicionada de los perros, el miedo de los monos ante las madres

    artificiales, los dilemas de los peces entre conservación y procreación, etc.,

     yo me creí apto para servirme a mí mismo de conejo de Indias. Creo que uno

    no puede captar más verdad que la que es capaz de lograr en sí mismo. 

    Abreviaturas 

    a  = acto  O  = orexis 

    AP  = esfuerzo patotrópico  OV  = orientación vital 

    B  = bilanx; sistema oscilatorio del ego  p  = patergia 

    c  = cognición  P  = patior  

    C  = factor exógeno  R   = reacción 

    Cc  = factor exógeno cósmico  S  = estímulo 

    c-e-v-a-t  = secuencia de las fases orécticas  S-V-R   = estímulo-valoración-reacción, esquemadel tropismo 

    Cs  = factor exógeno social  t  = tonus afectivo-reactivo 

    D  = distribución cerebral  TP  = tensión patotrópica 

    DOV  = desorientación vital  U  = utilidad vital 

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    e  = valoración emocional  v  = volición 

    E  = factor endógeno ego  V  = valoración 

    F  = forma  x  = situación interior abierta alcomportamiento 

    FF  = forma de la persona  a  = agon 

    Hf   = factor endógeno de la estructurafilogenética  

    g  = gnosia 

    Ho  = coeficiente ontogenético del ego  gg  = autognosia 

    I  = factor endógeno instinto  G  = conocimiento comprensivo de la realidadinterior  

    ICEHf   = integración de cuatro factores  o  = orectón 

    M  = memoria  S  = sinforia 

    M-id  = memoria de endoideas  s  = simbolia 

    M-re  = memoria de reconocimiento  w  = el resultado de la orexis transmisible aotra célula 

    M-t  = memoria del tonus    = en disminución hacia 

    Primera parte 

    Los elementos de la orientación vital 

    «Todos los seres añoran la felicidad; que tucompasión se extienda, pues, sobre todos ellos.»

    BUDA

    «¡Los hombres, los hombres, esto es lo esencial!»DOSTOIEVSKI

    1. Glosa sobre el método 

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    «Our little systems have their day.»(También llega el día para nuestros pequeños sistemas.) 

    TENNYSON

    1. El hombre desde dentro 

    2. El difícil camino hacia la unidad de la ciencia 3. La lección del organismo sobre el método 4. El inframicroscopio y la personología 5. La importancia de lo subjetivo 

    1. El hombre desde dentro 

    El hombre se puede estudiar por los vestigios que la historia de su especie y

    de sus individuos nos ha dejado: de éstos se ocupan varios sectores de laexoantropología. De los problemas del comportamiento que esta especie y susindividuos presentan en todas las épocas observables, vistos desde dentro,tratan las diversas ramas de la endoantropología. La palabra endo significaaquí que ninguna de ellas puede prescindir de las observaciones que atañen ala vida interior del organismo-persona. Todo lo que influye en elcomportamiento que el ser humano adopta con el fin de sobrevivir interesa,

     pues, a las ciencias endoantropológicas.

    Su vasto objeto es el estudio del Bíos en su totalidad de fenómenos: es, por lotanto, eminentemente biología en el sentido más amplio de la palabra. Pero ennuestra época ningún estudio de la biología puede prescindir de los resultadosa los que las exploraciones del gran contorno cósmico han llegado. Si a pesarde las diferencias que existen entre las ramas cosmológicas y las biológicas dela ciencia la palabra endoantropología parece un distingo necesario, será porel hecho de que a ella le incumben las influencias del factor cósmico tan sólodesde el momento de convertirse éste en estímulos del organismo, desde elinstante en el que componen un elemento de su realidad interior  de vivencias.Las ondas-partículas de la luz pueden ser estudiadas en sus interacciones entre

    las cosas que llamamos muertas, por encima del hombre y de todo lo vivo.Para la endoantropología son relevantes tan sólo desde el punto en que tocan auno de los receptores del organismo, adentrándose en él. En este puntotambién pierden su calidad de objeto y se convierten en un evento interior yaidentificado con el sujeto, son ya una vivencia biósica. Concentrada en elestudio del organismo-persona, la endoantropología quiere saber si el átomo ysus componentes, las energías de toda clase, y los quimismos subyacentes delcomportamiento se mueven según las mismas leyes fuera y dentro del espacioespecífico del organismo y, si no, cuál es la naturaleza de tales correccionescomplementarias.

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    Esta nomenclatura nos parece tener sentido y utilidad también por otrasrazones que creemos justificadas. Los límites de la endoantropología estánmarcados, de un lado, por el evento de la llegada del estímulo a un receptordel organismo (S), y de otro, por el acto del comportamiento, la reaccióncorrespondiente (R). En todo lo que ocurre o pueda ocurrir entre S  y R enla elaboración de un estímulo en acto, lo cual envuelve siempre unamultiplicidad de operaciones, toma parte todo el organismo: la trayectoria delestímulo no se puede interpretar sin tomar en consideración su complejidad  ala vez que su dependencia de la totalidad  del organismo. Tal interdependenciaes ya, afortunadamente, un axioma y representa un acercamiento aconceptos unitarios en las observaciones de la vida interior. Este unitarismocreciente es, sin embargo, un progreso reciente, ya que durante muchos siglosde racionalismo y de abiologismo la gente suponía que esta relación S-R esdiferente en los actos del comportamiento de conservación y de procreación

    respecto de los de creación; que, por lo tanto, existían dos fuentesfundamentales de la estimulación, unos que se solían llamar corporales,somáticos, materiales, etc., y otros inmateriales, espirituales. psíquicos, y queel organismo-persona tenía a su disposición dispositivos diferentes paraelaborarlos. Más aún, que el organismo-persona se dividía entre estas doszonas, admitiéndose tan sólo que ambas podrían tener influencias mutuas,actuando cada una desde sus compartimientos autónomos. Tuvimos que llegara nuestra época para concebir poco a poco que existen unos factores básicosque determinan cualquier  clase de comportamiento, básicos e iguales en todoslos seres vivos y a todos los niveles del organismo, cuyainteracción funcional se precisa tanto si apagamos la sed con un vaso de aguacomo cuando un Goya pinta sus máscaras; que en ambos actos de tandiferente tipo de comportamiento tienen que colaborar el metabolismo de laestructura, los electrolitos alrededor de la membrana celular y muchas otrasfunciones de todo el organismo, para que estos actos, simples o creadores,

     puedan producirse.

    Larga es la historia del devenir unitarista y la discusión sigue aún. Vazigzagueando entre los burdos conceptos que en el organismo ven tan sólo un

    movimiento predeterminado de los fisioquimismos, prescindiendo incluso demirar la refinada morfología de la célula, por un lado, y unos espiritualistasextremos que simplemente rechazan la biología, por otro. Un duro golpe paraambos lados fueron ciertamente los recientes descubrimientos de la atomísticafísica que "espiritualizó" el átomo al desmenuzarlo hasta cantidadesinfinitesimales y tratar de descubrir la antimateria.

    Los puentes hacia la compaginación de tales conceptos y descubrimientosdesde el punto de vista endoantropológico, son cosa de lo futuro. Aun sinellos, y partiendo tan sólo del nivel de la célula, al unitarismo le quedan aún

    muchos problemas por resolver. Entre tantas otras cosas, y en un sentido másrestringido de la palabra, la endoantropología es

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    también personología, cuando estudia esta "más-forma" proyectiva delorganismo que es la persona. Más que en otros sectores, aquí acecha eltradicionalismo dualista somatopsíquico. Todavía se mantiene, por ejemplo, eltérmino psicología[1] aunque nadie ha podido hasta ahora dar ni siquiera unaaproximada definición de la psique. Todo lo que se escribe y practica con estetítulo de general aceptación y con el de su aspecto patológico en la psiquiatría,corre en su abundante creación como una inundación de aguas que han

     perdido su cauce, sin perder por ello el dinamismo del influjo. No solamentecontamos escuelas de "psicología" y de "psiquiatría" por docenas, sino quecasi cada autor presenta un sistema propio.

    Creo que así tiene que ocurrir. Primero, porque el microcontinente interior esinmenso y la ciencia del hombre blanco ha tardado muchos siglos en empezara explorarlo. Segundo, porque ningún sector como el endoantropológico

     puede reflejar con tanta sintomatología la profunda crisis que sacude alhombre blanco desde dentro. Y éste, francamente, rehuye, en general,enfrentarse con la verdad entera, exteriorizándose cada vez más por loscaminos de su tecnología. Por esto pueden seguir floreciendo las cienciasexoantropológicas y la tecnología que no se ocupan de los valores del hombreinterior. Compórtese como quiera, como bestia bélica o como pacifistacompulsivo, puede excavar ciudades sepultadas o lanzarsus Géminis y Luniks sin preguntarse si sus actos tienen sentido y valor ycuáles son éstos. La endoantropología, en cambio, no puede dar un paso sinresponder, tácita o abiertamente, a las preguntas: ¿por qué mata o ama el

    hombre?; ¿cuál es la motivación de tales actos?; ¿cómo se orienta o sedesorienta en la supervivencia?; ¿existe el modo según el cual podría evitarsufrimiento a sí mismo y a los demás?

    Tales cuestiones pertenecían antes a la filosofía y a la religión. Habiéndosedesprendido de la primera y neutralizado hacia la segunda, pero tomando ensus manos la comprensión del hombre, la endoantropología ha asumido laresponsabilidad de ayudarla. Por científica que sea, es eminentementehumanista, es decir, tolerante y desinteresada en el poder.

    Ha tenido la mala suerte de tomar vuelo en un siglo en que el humanismo estáen su mayor crisis. Lo tiene que sentir esta ciencia también dentro de su

     propia órbita. No obstante, puede ser una buena ciencia si no se olvida de queha nacido para ayudar al hombre y no para aumentar la soberbia delsupuesto Homo sapiens, convertido en el Homo furia. 

    Este no parará con sus cohetes. Pero tampoco existe razón alguna de que poreso cesen las humildes labores que, intentando disminuir el miedo y el odio,visan al Homo clemens también por las vías de la ciencia.

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    Si las demás ciencias pueden prescindir del estudio del sufrimiento, que lohagan. La endoantropología, creo, no puede hacerlo porque lo encuentra acada paso: en la célula, en el organismo, en la persona.

    2. El difícil camino hacia la unidad de la ciencia 

    Aun fuera de estos grandes cruces fatales, para los que cabe emplear unlenguaje patético, y fuera de la dispersión de las escuelas, otras dificultadesserias acechan el unitarismo del endoantropólogo. Una de ellas, con efectosmúltiples, proviene de la misma complejidad de los eventos y de las funcionesdel organismo, considerado como un todo, y que confunde la observación másaguda y penetrante. Mas esto es inevitable: nuestro análisis siempre quedará

     por debajo de las maravillas que el trabajo de la incansable Evolución —o sise quiere, de la Gran Creación— nos ofrece. Sin embargo, hay otrosobstáculos evitables.

    Aumentan en todas partes las quejas de que la época no tiene su teoría generalde ciencias y nacieron, para remediar este mal, una nueva filosofía de laciencia y la noción de la complementariedad (Bohr). Esto está bien. Perotampoco tenemos una teoría general de comportamiento en la quecolaborarían los sectores vecinos de la endoantropología. De esto resulta unseparatismo contraproducente entre los sectores y un embrollo tremendo en la

    terminología. Tanto en las obras como en las mesas redondasinterdisciplinarias, los geneticistas, zoólogos, fisiólogos, bioquímicos, biofísicos, personólogos, médicos, etc., hablan los dialectos y no el lenguajecomún del comportamiento. Y no pocas veces se declaran cómodamenteincompetentes para pronunciarse sobre las cuestiones generales y sobre lasnociones básicas del comportamiento. No solamente hay diferencias entre lasdefiniciones sino que muchas veces éstas simplemente no existen. El

     parcelismo ("Parzellenreiterei"), el rehuir las definiciones, los dialectosterminológicos, y la fácil evasión de pensar en toda ocasión en el organismocomo un todo, no pueden contribuir al unitarismo ni a la unidad de losconceptos. Todo un largo capítulo podría escribirse sobre la hybris y elsectarismo de los sectores y no faltan los que de todo este mal incluso hacenvirtud. Así leemos en un simposio: "It is hard to infer what is happening at thecellular level from studies of the whole organism: by exactly the same token itis equally hard to infer anything about behaviour from information onhappenings in individual cells or systems of the CNS". [2] 

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    La teoríaoréctica piensaexactamente locontrario. Lacélulaindividual es el

     prototipo detodoel acontecer  tí

     pico delorganismo ynada ocurre enél que no serefleje en la

    célula. Lo quefundamentalmente ocurre esque ella recibelos estímulos,se excita-emociona para

     podervalorarlos y

     paraconvertirlos,después, enactos decomportamiento con el

     posible fin deque éstos le

    sirvan útilmente para la autoafirmación en la supervivencia. El organismototal, como conjunto de las células-unidades, no hace otra cosa que comunicar

    esta elaboración de célula a célula, de nivel a nivel. Son los mismos  factoresbásicos del comportamiento los que determinan las funciones de laorientación vital en el protozoario unicelular y en la célula individual igualque en la totalidad de un organismo compuesto. Con tal concepto, no es tansólo lícito, sino también obligatorio inferir desde cualquier nivel superior elacontecer inferior, y viceversa, aunque tal obligatoriedad resulte a vecesdifícil por la variedad de los pormenores. Entre los pasos del "intento y error","intento y éxito", "intento y frustración" en el querer-sobrevivir, poderhacerlo, saber hacerlo y del comportamiento que tiende a estos fines a travésde la autorrealización no hay diferencia biósica fundamental, trátese de una

    célula o de todo el organismo. En esta dirección las funciones llamadas

    1. Una fotografía microscópica de las partes de la célula (núcleo yvarias organelas) es una abstracción de la realidad interior sin suinterpretación. Ideas in Modern Biology, Proc. XVI InternationalCongress of Zoology, Nueva York 1965. Ampliación 12000 

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    subconscientes y las conscientes no acusan diferencias de método, solamentede grado. 

     No hay excusa aceptable para que los investigadores en un sector especial dela endoantropología se eximan de la obligación de confesar abiertamente loque piensan sobre nociones tan fundamentales del comportamiento en general.

     No sería difícil establecer una lista estándar del cuestionario con arreglo alcual cada endoantropólogo tendría que dar sus respuestas antes de sentarse acualquier mesa redonda, participar en cualquier congreso, o al final decualquier obra publicada. Un fisiólogo o un bioquímico tendría que darnosentonces sus definiciones sobre lo que es una sensación o representación, unacto, una emoción, una valoración, etc., mientras un personólogo tendría queofrecernos las suyas referentes a las nociones de la energía, receptor químico,catalizador, reflejo, etc., si opera con ellos. Mientras la recepción de un

    estímulo, por ejemplo, signifique dos cosas diferentes en la bioquímica y en la personología, la ciencia se expone al mismo reproche que tan cómodamenteecha en cara a la filosofía: la impureza en la química de las palabras.  

    Aunque sepamos que no hay verdad única, y que las definiciones no son elfuerte del hombre, no es preciso que lleguemos necesariamente a aquel estadode perplejidad que hizo estallar al fino pensador y matemático BertrandRussell en aquella famosa frase: "La matemática podría definirse como laciencia en la cual nunca sabemos de qué hablamos, ni si lo que decimos esverdad". 

    La endoantropología es una ciencia aún demasiado joven para poder permitirse el lujo de tal humor patricio. 

    3. La lección del organismo sobre el método 

    El Homo imaginativus ha logrado cierto privilegio de su capacidad deimaginar que le fue regalada por esa divinidad llamada Evolución para que

     pueda ensanchar por sus propios esfuerzos de creatividad las fronteras de suvaloración consciente. Este poder de valoración progresiva, estaconcienciación potencial abarca también la búsqueda delsentido interpretativo de los acontecimientos interiores, sentido que sobrepasael simple significado de hechos y de efectos inmediatos. En un reflejotendinoso el organismo no necesita una valoración extensa del estímulo, nitiene tiempo para ella. La distancia valorativa (V ) entre la llegada del estímulo(S ) y la reacción ( R) ha sido reducida aquí por la habituación genéricamilenaria mediante ciertos dispositivos, evolutivamente muy antiguos, del

    organismo. Pero lo que es hoy un reflejo puro con valoración inmanente, en loantiguo fue durante mucho tiempo una valoración extensa, asidua y minuciosa

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    del trial and error. Con su principio de "más o menos", la valoración extensaes evolutivamente primaria. El principio del "todo o nada" es posterior, un

     producto de la economía evolutiva, aplicada a los tropismos habitualmenterecurrentes de algunas fibras individuales. Fuera de los casos de reflejo puro,el método de la orientación vital dentro del organismo es el de la valoraciónextensa, del principio del "más o menos", principio posibilista y oscilatorio. Elser vivo sobrevive oscilando entre más o menos posibilidad que le ofrecen lasestadísticas de las situaciones y la capacidad de valorarlas.

     La célula valora según las mismas leyes de la orientación vital en todos los

    niveles del organismo. 

    Esta hipótesis, a la cual volveremos más adelante, engloba también laconclusión de que, en cuanto a este procedimiento valorativo, no existe

    diferencia de naturaleza biológica entre la valoración consciente ysubconsciente. La célula se excita, se emociona para poder hacer frente a laestimulación valorando sus valencias biológicas y procediendo de la mismamanera en cualquier sitio del organismo. Y también los factores con los quetiene que contar en el proceso valorativo son funcionalmente los mismos entodas partes, aunque cuantitativamente siempre variables.

    Si esta hipótesis unitaria es válida como creemos, nos permite, como hemosdicho, la conclusión de que podemos inferir, desde lo conscientementeobservable, la identidad biósica de los eventos subconscientes. Si llamamos a

    las secuencias de los eventos que se producen en la elaboración del estímulodesde su llegada al receptor hasta el acto consumatorio la función dela orexis (oregó, en griego, "acción de tender hacia..."), diremos quela microrexis subconsciente y la macrorexis consciente son grados diferentesde la misma función de la orientación vital. Más aún: que ningún evento deconcienciación puede producirse sin haber sido elaborado subconscientementede antemano por los mismos métodos biósicos.

     Ninguna observación intro o ectrospectiva puede abarcar analíticamente a lavez a todos los causantes de un evento o de un acto de comportamiento. Lacomplejidad y la totalidad implicadas impiden tal posibilidad. Además, elorganismo mismo procura vencer su propia complejidad y las exigencias de latotalidad por la similitud de las funciones, por su convergencia yconcentración, y por otros métodos evolutivos de su economía interior. Enresumen, por una facilitación y simplificación intra e interfuncional de su

     propio trabajo realmente maravillosas. En su observación consciente, intro yectrospectiva, el hombre puede —y está obligado a ello— copiar algunosmétodos de simplificación que le enseña el mismo organismo. Puede, porejemplo, cosentir subjetivamente (y después también copensar) varias cosas a

    la vez y concienciar no tan sólo signos separados sino haces de estímulos y de

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    eventos (coestesia). Como veremos más adelante, la coestesia vital es el eje dela concienciación.

    De cualquier modo, frente a lo concreto del acontecer organísmico, todaobservación del hombre es ya una abstracción y una simplificación dediferentes grados y la científica la que más tiende a ella. Esta capacidad deabstracción nos permite el cosentir (en la intuición) y el copensar (en elrazonamiento articulado). De esta manera podemos también seguircopensando lo referente a la totalidad del organismo, aun cuando nuestraatención inmediata esté concentrada en un evento local, deliberadamenteaislado. Pero aun copensando la totalidad, nunca podemos comprender nadamirando las cosas del Bíos como procesos, sino tan sólocomo funciones. Cualquiera que sea el evento al que observemos, el sentidode lo observable puede convertirse en comprensión y en la verdad tan sólo si

     podemos aplicar a ello el criterio de la utilidad vital que define el concepto dela función: en lo observable tiene que haber un algo que sirva para otro algo.El proceso —simple secuencia de hechos— es una palabra-muleta, ya quetodo nuestro sensorium está esencialmente orientado hacia el poder valorarútilmente, analizar, estimar, interpretar , y ni los hechos pueden ser hechos sinesto. Esta finalidad la ha formulado rotundamente Sherrington para lafisiología, pero todo esto vale también para el resto de la endoantropología.

    Frente a la complejidad y la totalidad del organismo, la comprensióninterpretativa del comportamiento nos impone una simplificación radical. La

    copresencia del "todo" en cualquier sitio del acontecer interior conduce alsistema interpretativo de los factores (vectores, tendencias isofuncionales). Elcopensar del "todo" en sumas de hechos o de eventos es imposible; la

     percepción es, como operación biósica, una síntesis de eventos; suobservación analítica, interpretativa, llega a ser posible a partir del momentoen el que la información se convierte en distingo de factores funcionales quese integran dentro del percepto de observación.

    Sentimos y pensamos en cuantos y en conjuntos. Observamos cosintiendo ycopensando en factores integrantes. Pero estos cuantos y conjuntos biósicosson infinitamente más complicados que los cósmicos. Y la separación de losfactores constantes que componen cada acto del comportamiento y su empleo

     para los fines de análisis científicos es una tarea difícil. Y si bien lasimplificación a base del sistema de factores es indispensable, los escollos detal abstracción son también abundantes. Igual que en las matemáticas, losaxiomas referentes al "todo" se precipitan a veces sobre la realidad de loconcreto; pero distintamente a ellas, los números de la biología carecentotalmente de la virtud de la sencillez.

    Mucha precaución y reservas se recomiendan, pues, en la determinación delos factores al explorar las isovalencias funcionales de las sustancias, las

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    semejanzas y los antagonismos de los eventos biósicos, evitando lasimplificación abusiva y arbitraria sin abandonar por eso los criterios que lavisión de la totalidad impone. Las insuficiencias de la abstracción no debenllevarnos a capitular ante lo inescrutable; pero tampoco pueden ser muletas

     plausibles de simplificación artificial. La Bio-Lógica del organismo, tantasveces subracional, impondrá sus rectificaciones en el copensar factorialrazonante, si la determinación misma de los factores no demuestra demasiadasincongruencias entre la realidad del Bíos y la química de las palabrasanalíticas.

    La precaución es tanto más indicada cuanto menos numerosos son los factores básicos del comportamiento. La teoría oréctica hace su reductio ad factorem de una manera bastante radical, operando tan sólo con cinco — cuatro factores y un cofactor general—. A nuestra teoría le parece abusiva la

    reducción extrema a sólo dos factores, uno exógeno (el contorno) y otroendógeno (el organismo), ya que este último contiene varios factoresevolutivamente constituidos en tendencias separables y autónomas. Por elcontrario, es francamente inoperante el proceder de aquellos autores quecuentan los factores por docenas, sobrepasando algunos de ellos los cincuenta,dejando incluso la puerta abierta a un aumento aún mayor. Creemos, pues,

     poder justificar tanto biósica como semánticamente nuestros cinco factorescomo constantes copresentes en cada acto de comportamiento;autónomamente discernibles, antagonísticos entre sí pero convergentes através de su integración mutua hacia la finalidad de la supervivencia, a la cual

    sirve el comportamiento de los seres vivos.

    Son, cada uno de ellos, supersistemas que abarcan una multitud desubsistemas con estratificación subyacente compleja; son cinco fuentes deldinamismo energético que por la especificidad de sus funciones impiden en elser viviente normal la homogeneización interfuncional  y con esto la entropía yla muerte prematuras.

    Su justificación axiomática reside en la definición que la teoría oréctica da alcomportamiento determinándolo como acción hacia el mantenimiento o eldesarrollo de la forma organísmica entre presiones de los factores exógenos y

    endógenos mediante el esfuerzo individual de todo el organismo empleado en

    la elaboración de estímulos. La visión general de toda esta acción hacia laautoafirmación en la supervivencia corresponde al concepto de que estaautoafirmación nace a raíz de las necesidades individuales tendiendo haciasu satisfacción; de que esta acción siempre depende también delas circunstancias exteriores y se produce dentro de la estructura, típica de laespecie. Toda esta acción tiene una finalidad biósica que consiste en laconservación y el desarrollo de la forma(celular, organísmica, de la persona).

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    El comportamiento resulta interpretable con el concepto de tal copensar denuestros cinco factores y el conjunto de todo el organismo adquiere medianteellos su copresencia en cualquier evento y en todos los niveles. La teoríaoréctica postula que en cada evento observable puede discernirse un factor delas necesidades individuales (ontogénicas), una tendencia hacia su satisfacción

     posible, un momento circunstancial, la presencia de los dispositivosevolutivamente acabados de la estructura (herencia filogenética) y el esfuerzoorganizado hacia el mantenimiento de la forma. La nomenclatura orécticaabrevia estos cinco factores con las etiquetas siguientes:

    del ego ( E ): el sistema de las necesidades individuales;

    del instinto ( I ): el sistema de las energías específicas de la satisfacción posible;

    de la estructura ( Hf ): el sistema de la herencia filogenética de los dispositivosacabados;

    de las circunstancias (C ): el sistema del contorno cósmico y social;

    de la forma ( F ): el sistema de la energía potencial de la convergencia y lainvariancia de funciones.

    Dedicaremos al análisis de estos factores la debida atención más adelante.

    Hablando aquí del método, tenemos que preguntarnos si estos factorescorresponden a la realidad biósica.

    Cabe de vez en cuando apelar al sentido común para la respuesta a tales preguntas. ¿Puede cualquier hombre sentir espontáneamente la existenciaseparada de estos factores? Es evidente que sí. Por lo menos los cuatro

     primeros no necesitan argumentos especiales. Cualquiera siente susnecesidades individuales, los empujes instintivos hacia su satisfacción, laestructura de los órganos y dispositivos, las influencias del factor exógeno,cósmicas o sociales. En cuanto al cofactor general de la forma considerada por

    la teoría oréctica como diferente de la estructura, el sentido común nos pediríaexplicaciones y se las daremos en el curso de este ensayo cuando hablemosdel patotropismo. La tesis de que el Bíos se expresa en formas; que el existir osu mengua dependen del buen estado de la forma no es aún un conocimientoclaro ni por la vía del sentido común, ni por las conclusiones de la morfologíageneral científica. Creemos poder aducir en pro de la validez de tal tesisalgunas razones suficientes en conexión con los fenómenos del esfuerzo y dela tensión mediante los cuales el mando supremo de la forma se manifiesta enla composición de los actos del comportamiento a través de su estimulación

    específica.

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    Las mismas definiciones de los factores no presentan tantas dificultades comosu delimitación en las sutiles redes de lo observable. Será a veces dudoso sialguna sustancia pertenece al factor "instinto" o al factor "ego", etc., ya quelas hay en el organismo que desempeñan un papel múltiple según el lugar queocupen. Pero sin buscarle a cada una su papel factorial, el comportamientolocal y total y la interpretación de las funciones, y hasta de los hechos,empiezan a oscurecerse.

    Entonces nuestras palabras se vuelven mitos, se convierten en palabras- placebo, palabras-saco, como, por ejemplo, el "Id" freudiano. Entonces,estamos expuestos también a quedarnos perplejos ante la ampliación de larealidad interior que nos descubre el ultramicroscopio electrónico, o ellaboratorio fisiológico o bioquímico.

    4. El inframicroscopio y la personología 

    A raíz de los descubrimientos del inframicroscopio, la sencilla célula deRamón y Cajal se ha convertido en todo un microcontinente selvático yenigmático, difícilmente sondeable y mucho más complicado que las lejaníasastronómicas que capta el telescopio. Es una flora exótica de fenómenos, tandensa en, su vegetación que sólo a duras penas podemos orientarnos entre susmaravillas. Estos nuevos descubrimientos ¿pueden hacer ilusorio nuestro

    esquema de simplificación?

    Firmemente creo que no. El esquema factorial del comportamiento rigetambién en estas honduras de la célula entre sus órganos minúsculos. Es más

     bien al revés, el sistema factorial oréctico podría servir también al citólogo para poder orientarse en cuanto a las funciones de los, nuevos hechos. Lacélula no puede comportarse de manera distinta de la del organismo total,hecho de billones de ellas. El sentido interpretativo biológico no cambia: los

     pequeños dispositivos se mueven también dentro del gran marco formado por"necesidad individual - satisfacción - estructura - circunstancias". Y tampoco

     pueden, por supuesto, evadirse del mando supremo de la forma. 

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    Losviejostérminos citopla

     sma,

    núcleo,

    membra

    na

    celular  se estándescom

     poniendo ante lairrupció

    n de losdescubrimientosy ya nosirvensino

     paramarcosglobalesyabreviacionesfrente al"puntillismo"microbiológico.Ahoraestamos

    estudiando el reticulum endoplásmico, los ribosomas, los lisosomas, las centriolas, lasvacuolas, las pinocitosis, la rofeocitocis, la ciclosis, etc. El papel de estosdispositivos es naturalmente aún poco claro, como también el de muchassustancias descubiertas recientemente dentro de las organelas conocidas,como por ejemplo, los ácidos nucleicos. Si la fijación de un hecho nuevo llenade alegría al investigador, la obligación de tener que incorporarlo en un ordende la totalidad y de interpretar su función, no le libera de dilemas y de

     perplejidad. Las viejas teorías o son válidas también para el nuevo hecho o, sino, hay que rectificarlas. Sin teorías interpretativas la ciencia no puede existir. 

    2. Una interpretación de la realidad interior de la célula es una abstracción siel organismo como un todo no se copiensa. (A. Policard,Cellules vivantes etpopulations cellulaires, Masson et Cie, París 1964). (1. Núcleo. 2.Mitocondrias. 3. Retículo endoplásmico. 4. Invaginación de la superficiecelular. 5. Centriolos. 6. Golgi. 7. Microvellosidades de la superficie. 8.Vacuolos. 9. Mitocondria. 10. Ribosomas) 

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    Es muy posible que dentro de poco, y con el impulso de los adelantos en lamicrobiología, neuroquímica y bioatomística, se cambie el punto de partidacelular por la atomomolecular en el nuevo enfoque de las interpretaciones delcomportamiento. Así el lenguaje cambiaría y se diría quizá que elcomportamiento de todo ser vivo está determinado por las instruccionesemitidas por el ADN y transmitidas al resto de la célula por el ARN entreciertas influencias extracelulares. El ADN ejercería el papel del "informador"central en cuanto a las posibilidades de nuestra supervivencia y el mandosupremo en la composición de nuestros actos. La adenina, timina, guanina,citosina adquirirían un papel importantísimo en la interpretación delcomportamiento y la personología se convertiría más o menos en la

     proteinología. 

    Pese a tal visión nueva, el hombre seguiría sintiendo y orientándose

    subjetivamente y pediría a su ciencia que le explicara el porqué de su amar yodiar. También la teoría atomomolecular debería tener sus factores de tipogeneral cuyo alcance fuera palpable en todo el organismo al mando supuestode las nucleínas. Pediríamos explicaciones a esta nueva teoría sobre cómodepende el acto de escribir una novela de los aminoácidos, de igual maneraque hoy pedimos a los fisiólogos que miren el comportamiento por encima o

     por debajo de los detalles de los ciclos de Embden-Meyerhof o de Krebs. 

    Y el nuevo lenguaje tendría que revestirse de más escrupulosidad en elempleo de las palabras de lo que los alegres precursores de tal concepto suelen

    usar hoy día en sus explicaciones nucleinófilas. Nos dicen, por ejemplo, que elADN no fabrica las proteínas protoplásmicas, sino que éstas se construyen enel citoplasma. El ADN tan sólo transmite a los ribosomas sus "instruccionescodadas" para la síntesis proteínica. Pero buscamos en vano el significadosatisfactorio de las palabras instrucción y codaje en los vocabularios de talquímica. No nos puede dejar contentos si se nos dice que los lisosomas son"paquetes" de enzimas destructivos o que las mitocondrias son "responsables"de la fosforilación oxidativa o que el reticulum endoplásmico es un"coordenador" y hasta "conductor" de la excitación. Etcétera. 

    La aclaración vendrá poco a poco, no lo dudamos. Pero no será aclaración sisus definiciones y descripciones no van guiadas por las miradas obligatoriashacia la totalidad. No hay fenómenos ni eventos locales en elorganismo donde todo afecta a todo. Es verdad que el moderno laboratorioarrastra al investigador a hacer sus experimentos con más prisa y a copensar latotalidad tan sólo de pasada. El culto al detalle en la investigación analítica esindispensable, a condición de que el observador no prescinda de la disciplina

     puesta al servicio de la síntesis. Entonces su laboratorio se convierte en unatienda de ultramarinos... El personólogo, en cambio, corre el peligro de ser

    forjador prematuro de la síntesis, de descuidar los detalles verificadores dellaboratorio, de caer en el racionalismo demasiado abstracto de los esquemas,

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    en la geometría del conjunto. Cuando persisten tales tendencias, llega a sercapaz de medir la inteligencia sin preguntarse previamente qué es lo quemide; de fabricar millares de tests "psicométricos", presuntuosos y arbitrarios;de recurrir a la filosofía y a la literatura en vez de confesar su impotencia antela complejidad del organismo o de admitir incluso analogías entre éste y lamáquina. Es verdad que está acosado: los padres le piden que establezca en un

     par de horas la verdadera vocación de su hijo, a quien ellos han podidoobservar de cerca durante años; los tribunales le exigen respuestas de

     peritación sobre la responsabilidad de criminales; y los enfermos en lasclínicas le atosigan con sus manías y esquizofrenias. 

    Sus conceptos del conjunto referentes al organismo-persona no puedenencontrar mejor verificación que la que le ofrece la biología desde susnumerosos sectores. El personólogo cree que cuando dice "persona" habla de

    una realidad compleja y no de una abstracción. Por la introspección puededarse cuenta de que esta verdad sobre la realidad tiene sus equivalenciaszoológicas, químicas, físicas y que explorando los fenómenos de la evoluciónen sus estados de proyección subjetiva que es la persona, no puede prescindirde ellas. Si a la verdad sobre la naturaleza de las cosas de tipoendoantropológico —verdad siempre primero conjeturada, intuida, creída, ydespués adivinada y hasta captada y formulada abstractamente— se añade suconfirmación desde la realidad biósica que podemos clasificar como química,física, energética, etc., vivimos un corto momento de la creacióncomplementaria que nos llena de satisfacción. Esto puede ocurrir a raíz de

    experimentos deliberados y laboriosos, pero, como sabemos, también por lavía de un azar estadístico, sin tales experimentos. Yo había definido, porejemplo, lo que llamamos "instinto", tomado por algunos como una nocióninjustificada, una palabra superflua, un concepto erróneo y aun una realidadinexistente. La realidad química pareció tomar posición en mi favor desde elmomento en que descubrí que la acetilcolina y la noradrenalina en lasterminaciones nerviosas desempeñan exactamente el mismo papel deinductoras inmediatas al comportamiento que yo atribuía a los instintos en lasfunciones de la orexis. Esta conversión del instinto abstracto en "instintinas"

    químicamente más palpables convertía también mi disputa con la realidad enun diálogo comprensivo. La verdad del concepto ha sido confirmada por unainformación adicional de hechos; la semántica de la idea, por la realidad de laexperiencia. La justificación del factor I  en el sistema oréctico ha obtenido asímás probabilidad. 

    El personólogo se aleja cada vez más de la filosofía y busca apoyo en la bioquímica y biofísica, pero los detalles suministrados por estas ciencias no leeximen de la obligación de la síntesis para la cual se impone la simplificacióndel sentido funcional de los pormenores. 

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    5. La importancia de lo subjetivo 

    Concentrando la atención sobre lo afectivo, la teoría oréctica introducetambién cambios y correcciones en la teoría tradicional de conocimiento: lacaptación de la realidad interior y la génesis de la verdad parten en ella delsentir y del estudio de lo subjetivo.

    El hombre es un buscador y averiguador de la verdad subjetiva de una maneramucho más amplia e intensa de lo que el burlón sentido de los proverbios leatribuye. Todo nuestro sensorium tiende hacia una validación de la verdad através de las sensaciones y representaciones, la cognición y la concienciación.La duda de que una mancha verde podría quizá ser azul o violeta le es menosagradable que la seguridad de que es realmente verde. La correspondencianítida entre el agon del estímulo y la gnosia correspondiente, la verdad

    introspectiva sobre la realidad interior es biósicamente preferible a la duda enla valoración. Y todas las verdades del hombre son primero subjetivas y éstasson las que cuentan en su orientación vital. Por esto el estudio de cómo naceen el hombre el conocimiento de su realidad y de su verdad subjetiva esimprescindible para la personología. Y el estudio mismo de este devenir seapoya en primer lugar en la observación subjetiva a base de introspección yanalogía, ya que el hombre vivo no puede ser objeto de las investigaciones delaboratorio tan fácilmente como las cosas muertas. De lo que sentimos,sufrimos o pensamos, nadie puede ser mejor conocedor que nosotros mismos,

     pues si lo deseo averiguar, nadie mejor que yo mismo puede disponer de más

    elementos necesarios para tal verificación. La filosofía atribuye el arte delautoconocimiento a unos privilegiados. La biología, en cambio, ve que todoslos hombres son, quién más quién menos, portadores de esta sabiduría. Y queen su orientación vital el hombre) no hace otra cosa que averiguarsubjetivamente la medida exacta de sus necesidades, la posibilidad de sussatisfacciones, tomando siempre en consideración el impacto de lascircunstancias concretas y las aptitudes de su estructura de dispositivos. Másaún, en cada momento el hombre explora el costo energético que tiene queemplear en el logro de la satisfacción, para que no mengüe la forma de su

    organismo-persona. Si el comportamiento contiene siempre la copresencia delos cinco factores básicos ( I, C, E, Hf, y el cofactor de la forma, F ) también lasecuaciones de su conocimiento deben relacionarse con todos ellos. En cadaverdad nuestra tenemos fundamentalmente por un lado de la ecuaciónlos I , C , E , Hf , y por el otro, un = ± F  (forma). Partiendo de tal punto de vista,nuestra teoría del conocimiento subraya que la lógica formal de la que nosservimos en nuestro lenguaje simbolizado y abstracto, tiene sus raícesinseparables en la biológica subracional y subjetiva, y que las manifestacionesde la razón estriban inevitablemente en las premisas del sentir. Las leyes de lalógica razonante pierden la validez de un código en la medida que ostentan la

    ambición de separar el pensar del sentir.

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    La ciencia "objetiva" rechaza a veces operar con los valores subjetivos porquelo subjetivo, dice, no se puede definir ni medir. En cuanto a la definición, sóloes verdad que la ciencia se ha ocupado poco de este fenómeno y de sudefinición. Si se acercara más al análisis de la emoción, si se fijara en laexistencia del fenómeno y de la función del patior y si lo de la forma noestuviera tan abandonado, lo subjetivo quedaría pronto liberado de este

     prejuicio inadmisible. Lo creemos, pues, definible a base de estas trescomponentes con la condición previa de que se estudien detenidamente. Por loque atañe a la medición, tenemos que preguntarnos: ¿por qué quieren medirlotodo los tecnomaníacos y los manipuladores? Cada hombre puede medir con

     bastante exactitud lo que siente. Cada hombre es potencialmente capaz demedir lo que el otro sufre. Para saber esto, no tiene que ir al laboratorio a finde que un robotillo se lo escupa en fórmulas secas de números. Por suerte, aúndisponemos al menos de este tiempo autónomo y libre. Si una maquinilla

    estesiométrica pudiera marcar en grados de intensidad mi amor o mi odio,¿acaso este dato contribuiría en algo a mi orientación vital? La ciencia tienesus límites de supuesto objetivismo; sus fanáticos experimentadores, un puntoen que caen en la ridiculez. Y su seco lenguaje razonante corre el peligro dereducirse al esquema de abstracción que el Bíos complejo desmiente.

    La sequedad y la desnudez del lenguaje de la ciencia no es de por sí ningunagarantía de la verdad. El buen poeta es tan esclavo de la exactitud como elmatemático. Ambos formulan lo que sienten. Toda verdad es primero unacomprensión emocional; después, una ecuación preverbal; después aún, una

    conclusión interior; y, si la queremos hacer comunicable, es —puede quesea— una abstracción expresada de lo sentido, más o menos exacta. El

     procedimiento es el mismo en la poesía y en las matemáticas porque la lógicaes de origen biósico: el silogismo primario nace del distingo entre loagradable y lo desagradable, medido sobre el criterio de la utilidad vital. Este"hic et nunc" es desagradable, dictaminan en su sentir tanto la ameba como elhombre. Para convertirlo en lo agradable —tal necesidad es obligatoria segúnel mando de la supervivencia— tengo que añadir a ello un comportamientoadecuando x. Lo agradable será, pues, = lo desagradable + la función reactiva

    del comportamiento adecuado. Tal lógica primaria es la matriz de todas laslógicas del ser vivo. Hasta este fondo podemos analizar cualquiera de nuestrasverdades, formuladas o en potencia, interiores o exteriorizadas, poéticas, desentido común o matemáticas, secas o adornadas. Esta lógica rige lavaloración de lo que nos ocurre y su verdad (el valorandum); la del querersobrevivir, es decir, satisfacer las necesidades (el optativum en una situaciónabierta al comportamiento posiblemente adecuado) para llegar aun optimum de lo más o menos agradable entre lo asequible. Sea un actotrivial de orientación cotidiana, la composición de un poema o la búsqueda deuna ecuación matemática, el esquema de tal lógica-matriz, subconsciente o ya

    consciente, está en el fondo de nuestro comportamiento. Ninguna lógicahumana puede liberarse de esta lógica-matriz biósica, subracional y afectiva.

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    Los que niegan su realidad por ser desagradable o la evitan en el conocimientosincero y veraz van hacia la desorientación vital del error sistematizado, haciala locura, o por lo menos hacia aquella situación abierta en la cual, según lamencionada fórmula de Russell, no sabemos de qué hablamos ni si lo quedecimos es verdad. Lo agradable-desagradable son categorías del patior, del

     patotropismo (trope) oscilatorio, posibilista. Nuestra lógica también lo es.

    Todas las verdades humanas tienen su cociente constante de relatividad y deindeterminismo, arraigados en el posibilismo de la existencia y de lasupervivencia. Nuestras valoraciones en cualquier nivel del organismo,nuestras expresiones en cualquier nivel de la abstracción son un tanteo de laexactitud, cierto grado de suficiencia en la orientación, con residuos deinsuficiencia, con bóvedas de autorrealización nunca completamenteterminadas. La evolución a través del individuo deja siempre en nuestras

    vivencias y en sus actos consumatorios un mínimo del ( x -1) deautocorrección proyectable pro futuro. Morimos siempre sin autorrealizarnoscompletamente. También vivimos así. Pero el margen de más-autorrealizacióna través del comportamiento es amplio, la "más-forma" de la persona esgrandemente asequible.

    Su optimum no depende del grado de su abstracción razonante sino de lacualidad de lo sentido, por debajo de él. Valoramos emocionalmente, tanto sila valoración nos conduce a los actos de agresión o de amor, como si nosinduce a expresar en poesías o fórmulas matemáticas las verdades vividas.

    Esto es precisamente lo que la teoría oréctica quiere subrayar en la personología frente al exagerado racionalismo de los conceptos tradicionales.

    La función de la personalización, del devenir autocreador, es una perspectivaabierta para todos los individuos del género Anthropos. Es asequible nosolamente la verdad sobre el género, sino también la verdad sobre uno mismo,

     pero lo es tan sólo para quienes esta endovía representa una necesidadgenuina, un interés, curiosidad y atención a lo que ocurre desde dentro.Podemos sobrevivir más o menos zoicamente, defendiéndonosestratégicamente, procreando con alegría o a gritos, determinados por lasglándulas y autocreándonos muy poco. A la evolución lujosa le basta tambiéneste mínimo. Pero nos deja en libertad —la única que nos brinda— de abrir ennuestro propio seno un taller del autoconocimiento, de valemos de nuestro

     poder imaginativo, que puede conducirnos a más verdad sobre nosotrosmismos. Mediante este arte interior, en progresiva y laboriosa concienciaciónde lo que realmente somos, el continente interior aparece conquistable:

     podemos morir menos desconocidos ante nosotros mismos?

    ¿Vale la pena lanzarse hacia tal conquista?

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    A esta pregunta no hay respuesta general ni colectiva. La autotecné es unasunto puramente personal y la respuesta también lo es. Es, como todo el arte,individualizante, antifalanstérico, antiesquemático, antiestereotípico. Es uncorrectivo a las respuestas colectivas, religiosas, morales, sociales, científicas:la fina rebeldía de la persona, que tiende hacia la cuerda afirmación quijotescadel "Yo sé quién soy".

    La verdad de tal respuesta personal rehuye la abstracción prematura y precipitada. Las pinceladas, cinceladas, versos y matemáticas que nacen ennuestro taller de la personalización rehuyen también la rápida geometríaracional. El dramatismo de esta escena interior se nutre de la dialécticaemocional y de los esfuerzos patotrópicos muy por debajo de la superficieracional. En el subsuelo de la conciencia las mismas leyes y los mismosmétodos biósicos rigen la valoración emocional de la microrexis de la célula-

    organismo que en la macrorexis articulada de la vigilia del organismo- persona. La conciencia completa es un grado de concienciación y deconocimiento, y no una función opuesta al subconsciente. Nada ocurre en elestado de vigilia sin la debida preparación previa en la microrexis. También lacélula tiene su grado de concienciación y de cognición.

    Explorando los aspectos subjetivos de tal enlace fundamental,la orectología —que se dedica a la investigación de los fenómenos afectivosdentro de la endoantropología zoológica y personológica— profesaradicalmente la unidad funcional y la inseparabilidad fenomenológica cuerpo-

    alma, vida-sufrimiento, emoción-razón, consciente-subconsciente, organismo- persona, forma-energía, espacio-tiempo, objeto-sujeto. Ensancha, además, eldominio de lo afectivo dentro del organismo, subrayando que la percepción yla sensación, la representación y la memoria pertenecen a ello. Que existe unacognición subconsciente y que la célula valora. Y que no hay diferencia

     biósica entre la excitación celular y la emoción de nuestro amor y nuestroodio. Insiste también en que el problema de la forma superestructural en la

     biología es urgente e indispensable para la comprensión del comportamiento.

    La personología de nuestro siglo, aun siendo la más reciente entre todas lasciencias, tiene en sus varias escuelas magníficos y profundos representantescuyas exploraciones han logrado gran extensión. No obstante, el virajeoccidental hacia la investigación de la vida interior del hombre cae

     paradójicamente en un siglo en el que la tecnología de su hombre activoalcanza unas alturas paroxismales. Los métodos exoantropológicos de mirar ymedir al hombre desde fuera se infiltran poderosamente entre los métodos dela endoantropología. El confort técnico del hombre blanco aspira hoy a lacomodidad de que un sabio robot le facilite en un cerrar y abrir de ojos eldiagnóstico de sus penas y enfermedades junto con la receta de las píldoras

    correspondientes. En la antesala de tal perspectiva, el perito mismo fabricaasiduamente sus maquinillas y sus tests, precursores de la robotización.

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    Por su lado, la industria farmacéutica se empeña no solamente en la nobletarea de aliviar con sus productos el terrible dolor del canceroso, sino tambiénde anestesiar al hombre frente al planteamiento de sus problemas, y esto antesde que él pueda preguntarse de dónde procede su insomnio, cansancio,irritación. Así se aleja el hombre de sí mismo, su exteriorización se haacentuado considerablemente, por lo menos en una gran parte de la zona delhombre blanco. El vivir desde dentro le resulta ahora aún más obstaculizado

     por otros fenómenos de la exteriorización. La fiebre astronáutica se haapoderado de nosotros, aunque no sepamos qué buscamos exactamente en elcosmos, si el poder o la aniquilación. El valor de la vida humana y laimportancia de la persona se están reduciendo entre las tenazas de lainundación demográfica y las espléndidas perspectivas de los cohetes y gases.Mientras tanto, la ruidosa tecnología de las imperiosas comunicaciones deinformación absorbe nuestro tiempo de intimidad en los hogares. Del resto

    de nuestro tiempo se encarga el impacto de la economía y sussuperorganizaciones. Alienación, reificación, anestesia de la persona;deshumanización de los saturados; impotencia y odio de los hambrientos ynecesitados de la justicia crecen espasmódicamente. Y mientras nos jactamosde las victorias sobre el anofeles y el treponema, la locura del Homo

     furiaaumenta solapadamente y el asesino potencial de nuestro tiempo calculaen millones, sustituyendo en su vocabulario técnico la primitiva

     palabra matar  por la moderna exterminar. 

    ¿La Edad de la Persona?

    El que quiera vivir una vida personocéntrica en estas circunstancias, y ser loque es mediante la autocreación, tiene que hacerlo evidentemente en un alardede humanismo privado a pesar de esta pesadilla tecnológica, por debajo o porencima de la extraña anestesia. El antídoto de la angustia apocalíptica se llamaautognosia. Se ha llamado siempre así. Si no es un remedio omnipotentecontra la locura, tampoco es una droga anestesiante, ni un placebo ilusionista.Sin embargo, este remedio no vale si uno no prepara la dosis adecuada para símismo.

    En esta tarea la personología puede servirle tan sólo de amigo compasivo, node tutor ni de mago.

     Notas:

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    [1] Término que según las recientes investigaciones aparece por primera vezen la obra del filósofo y poeta yugoslavo Marko Marulich (1450-1524), Psychologia de ratione animas humanae. 

    [2] «Es difícil inferir lo que ocurre en el nivel celular a partir de los estudiosreferentes a todo el organismo; y por los mismos indicios es igualmente difícilinferir lo que sea en el comportamiento desde la información referida a losacontecimientos en células individuales o sistemas SNC.» (P. B. DEWSen Monoamines et Système nerveux central. Simposio Bel-Air, Ginebra 1962.)

    2. La emoción 

    «Le sentiment est á l'origine de tout.»(El sentimiento es el origen de todo.) 

    CLAUDE BERNARD1. La incógnita de lo afectivo 2. La orexis básica 3. Las fases orécticas 4. Hacia la definición de lo afectivo 5. El ajuste interfactorial 6. Análisis del sentir  

    1. La incógnita de lo afectivo 

    En su sistema antropocéntrico, Buda emprendió un profundo análisisendoantropológico para salvar al hombre de su sufrimiento terrenal.Recomendó la compasión, y la comprensión del comportamiento humanomediante ella, pero no nos dejó teoría alguna sobre la emoción como tal. Lossabios griegos, enamorados de la Razón y deseosos de encontrar la verdad através de ella, dejaron que sus grandes artistas trágicos se ocuparan de lamotivación emocional y del sufrimiento. El cristianismo teocéntrico explora a

    través de su teología la voluntad y las cualidades de Dios; la biología del pecador le interesaba poco: la verdadera vida empieza después de la muerte.La filosofía de nuestros últimos siglos dejó en sus sistemas poco sitio alanálisis de los sentimientos. Surgían voces que subrayaban su importancia(Hobbes, Hume, Vauvenargues, Spencer, Schopenhauer), pero la teoría delconocimiento en todos estos sistemas conservó su carácter racionalista ymetafísico. Dilthey y James abrieron una brecha en este modo de pensar, perofue un fisiólogo, el gran Claude Bernard, quien inició un cambio radical enello: "El sentimiento está en el origen de todo. El hombre empieza por crearseuna hipótesis que no es más que la expresión de su sentimiento, puesto querazona sobre él". ( Le cahier rouge.) Y tuvimos que esperar hasta los años

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    treinta de nuestro siglo para que dos fisiólogos atribuyeran atrevidamente a lamisma célula la capacidad emocional: Von Monakow y Mourgue supusieronen sus trabajos un germen afectivo en cada célula formulándolo como "un

     sentir de presión y de sufrimiento". Con esto empezó la construcción del puente entre lo que intuyeron unos grandes artistas, tales como Goethe(Gefühl ist alles) o Leonardo, y la biología moderna.

    Cogida entre la filosofía y la fisiología, la ciencia que debía aclarar el problema, la psicología, se muestra todavía lamentablemente confusa sobreeste punto. Hemos llegado a los primeros simposios sobre la emoción; hemosaceptado las sugestiones de la clínica que cada vez más insiste en laimportancia de lo afectivo referente a lo patológico. Pero si el fisiólogo, elmédico o el lector en general quiere consultar al psicólogo sobre lo que.

     piensa de esta noción, quedará bastante insatisfecho de sus respuestas. Más

    que las escasas monografías sobre nuestro tema, son los diccionariosmodernos que reflejan contundentemente el embrollo reinante alrededor deesta definición, y es preciso resumir otra vez aquí lo que dicen sobre ella losdiccionarios más en uso en la actualidad, por ejemplo, los de B. English,Warren, Drever, Piéron [1]. Tan buenos y concienzudos en otros aspectos, eneste punto sensible se nos vuelven misteriosos. Sin tener propiamente culpa deello, son tan sólo reflejo de la situación general de la época.

    El diccionario de B. English, por ejemplo, confiesa honradamente que laorientación en torno a esta noción es en la actualidad sumamente difícil.

    Como para muchos otros, para él también la emoción es un "disturbio", una"alteración aguda" en el comportamiento del hombre, en conexión con"amplios cambios viscerales". La emoción, ¿simplemente un "disturbio", tantola de amor como la de odio? Definida así, es característica de la gente quecree en el poder de la razón y hasta en la llamada "razón pura". Por su parte,Warren considera que puede liberarse de su propia responsabilidad citandonada menos que ocho definiciones de la emoción, diferentes entre sí, por loque sólo contribuye a aumentar la confusión. Aquí encontramos que laemoción es una experiencia o un estado psíquico "acompañado" de

    sentimiento; o que es un "tonus afectivo"; "cambios corporales marcados porun sentimiento"; actividad inspirada por las "situaciones sociales";"predisposiciones sensorio-motrices innatas"; etc. ¡Un perfecto embrollo! Yaen la segunda mitad de nuestro siglo (1952), J. Drever, en su diccionario,dice: "Emoción: Diferentemente descrita y explicada por los psicólogos, perotodos están de acuerdo en que es un estado complejo del organismo,envolviendo cambios corporales de carácter extenso—en la respiración, pulso,secreción glandular, etc.— y, en la parte mental, un estado de excitación o

     perturbación, marcado por fuerte sentimiento [ feeling ], siendo usualmente unimpulso hacia una forma definida de comportamiento". ¿Dice algo a alguien

    la frase estado complejo del organismo? ¿Acaso hay estados en el organismoque no sean complejos? ¿O que no sea un cambio corporal? ¿Cuáles son los

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    factores que toman parte en tal "complejidad"? Sabiendo que las emocionesson diversas, ¿cuáles son los criterios por los que podemos diferenciarlas?¿De qué manera está "marcada" la excitación por un "fuerte feeling "? ¿De quédepende la intensidad de este feeling ? Si acudimos, en el mismo diccionario,al término feeling, lo encontramos definido como "aspecto afectivo de laexperiencia". Y si pedimos al mismo diccionario la respuesta sobre lo que esel afecto o lo afectivo, nos dice: "En su uso moderno, cualquier categoríadel feeling  o de la emoción". Y aquí nos quedamos en un A = A pocoexplicativo: la emoción definida por un feeling , éste por lo afectivo, y loafectivo otra vez por los dos. ¡Un clásico círculo vicioso! Una conclusiónsecundaria y sana que podría obtenerse de tales definiciones —aunque losautores no quieren ir a ella— es que todos estos fenómenos de feeling ,emoción, sentimiento, etcétera, pertenecen al mismo fenómeno biósico, loafectivo en general. Nosotros estaríamos de acuerdo en seguida con tal tesis,

     pero ésta todavía no prevalece en la endoantropología. Otra idea que emanasolapadamente de la definición de Drever —la de que la emoción es un"impulso hacia una forma de comportamiento"— también podría aceptarse sicumpliera con la obligación previa de definir la emoción misma.

    El más completo de los diccionarios de endoantropología que manejamos, elde Piéron (1957), pasa, como los precedentes, por los mismos escollosinterpretativos alrededor de esta noción. La emoción, dice, "esta palabra delenguaje común, se aplica en la psicología a una reacción afectiva deintensidad bastante grande, dependiente de los centros diencefálicos, y que

    engloba normalmente unas manifestaciones de orden vegetativo. Lasemociones fundamentales, fuera de la emoción-shock, comprenden la alegríay la pena (dolor), el miedo y la ira, el amor y el disgusto". La gracia de losdiccionarios consiste en su parquedad y en el esencialismo, pero aquí tenemosla impresión de que el ilustre autor francés quiso salvarse de un problemaincómodo evadiéndose por un atajo. También él sigue la pauta de Drever,determinando la emoción como una "reacción afectiva", pero procura dar un

     paso más, al definir a su vez el afecto mediante el principio del placer-displacer, lo agradable-desagradable. El afecto sería algo que podríamos

    colocar entre estos dos polos, pero sobre este algo no nos dice nada, y es precisamente esto lo que nos interesaría. Si llegamos, hojeando el diccionario,a la palabra placer, encontramos la puerta cerrada. Dice simplemente:"Véase afecto". Allí la definición empieza con decirnos que el afecto es "unestado afectivo": A = A... otra vez.

    Evidentemente, y por muchas razones, esta definición es difícil, si no podemos hacerla mediante los factores que componen el fenómeno afectivo, osi vemos en este fenómeno no una función normal del organismo, sino ya deantemano una disfunción. Kant clasificó las emociones como "enfermedades

    mentales", y hasta Janet, ya en nuestros días, se atrevió a llamar al amor unaenfermedad... Hay emociones que nos estorban; son desagradables el odio, el

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    miedo, la ira, los celos, etc. Pero hay muchas otras que nos son benefactoras:las religiosas, las éticas, las estéticas, etc. Y, sin embargo, también éstas secomponen de los mismos factores, también ellas nacen en las mismas célulasque las anteriores. La constelación interfactorial es la que cambia en ellas y

     por ella las diferenciamos en el sentir subjetivo con mucha facilidad: nosorientan sobre lo que tenemos que hacer a raíz de ellas y, según susinstrucciones, nuestros actos serán también muy distintos. Ni siquiera el odioes una disfunción, sino una orientación, por cierto en una situación difícil; yllamar al amor una enfermedad es francamente una aberración o unadisfunción del observador, por genial que fuere en otras cosas.

    La teoría oréctica considera la función afectiva del organismo-persona comoun modo general de todo lo vivo que le permite la orientación frente a las

     presiones y los riesgos del sobrevivir. Postula además que las expresiones del

    lenguaje común tales como emoción, sentimiento, afecto, etc., apuntan haciael mismo fenómeno afectivo, oréctico, y que este fenómeno surge en todos lossitios del organismo en los que se lleva a cabo una operación de la orientaciónvital, trátese de una célula o de muchas. En todos los sitios, pues, en los que

     podemos palpar o suponer la presencia de los mismos factores básicos y la delcofactor general. Si tal postulado es válido, la extensión de lo afectivo, de looréctico, viene a ser muy general en todos los niveles del organismo.Pertenecen al fenómeno afectivo en primer lugar las grandes categoríasemocionales, analizables también conscientemente por el hombre y para lascuales tanto el lenguaje común como el científico tradicional emplean los

    términos de emoción y sentimiento, tales como el amor, el odio, el miedo o laangustia, la ira, la paz, las emociones de lo bueno, de lo bello, de lo religioso,del éxito o de la frustración, etc. Pero la teoría oréctica reclama para loafectivo también algunas categorías que hasta ahora se han atribuido aldominio de la razón, insistiendo en que, como por ejemplo en la comprensióny en general en toda valoración de situaciones vitales, de cosas y de personas,lo afectivo es lo que predomina y determina la orientación. Esto valeigualmente para la autovaloración que produce los fenómenos orécticos deorgullo o de soberbia, de moderación y de humildad, la indiferencia, la duda,

    el aburrimiento, etc. Viene después la serie de los fenómenos que hemosllamado paraemociones [2]: la atención, la curiosidad, la espera, la simpatía oantipatía, etc. Y la numerosísima categoría de las emociones reactivas, deltonus afectivo-reactivo que representa la serie de nuestras sintonías y distonías(llamadas también "timias"), de nuestras alegrías y penas, del placer y deldisgusto, con sus variaciones de sentirse uno libre u oprimido, inferior oinseguro, solitario o comprendido en la convivencia. Analizandodetalladamente estas categorías en mis obras POV  y HAS [3], hemos podidoencontrar en todas ellas la presencia de nuestros cuatro factores y del cofactorgeneral e intentar la definición de cada una a base de las variaciones de

     posición que dentro del orectón (la unidad de una operación oréctica) tomanestos factores. Y como la orexis de la clase que sea empieza con la llegada de

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    un estímulo a un receptor, el evento oréctico se produce ya en este principio:la sensación misma es un típico evento oréctico no solamente en sus nivelesconscientes sino también en los subconscientes, por los que necesariamentetiene que pasar antes de devenir consciente. Veremos más tarde quelas representaciones (imágenes, signos interiores) surgen de la memoria a raízde unas instrucciones recibidas oportunamente desde el mando oréctico, paraser utilizados en los procesos de la valoración emocional.

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    3. Esquema conceptual clásico de la célula. 1)Dendrita, 2) Núcleo con nucléolo, 3) Grumos de

     Nissl, 4) Red neurofibrilar, 5) Origen de la

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    La lógica bio-lógica del conceptooréctico descansa sobre elconcepto de que toda elaboraciónde un estímulo en el organismo,consciente o subconsciente,

    obedece a las mismas leyes de la orientación vital en cualquier ser viviente;que la orientación vital empieza con la llegada del estímulo a un receptor; queel mecanismo de tal elaboración, a lo largo de integración de los factores yregido por los criterios de la utilidad vital patotrópica, es igual en un

     protozoario como en el hombre, y que la igualdad esencial de estasoperaciones de la orientación vital descansa en el procedimiento oréctico, eldel sentir subjetivo. 

    Con tal extensión radical de lo afectivo sobre toda la elaboración del estímulo,

    la teoría oréctica subraya tan sólo la evidencia de que el organismo no haceotra cosa que elaborar estímulos en cada momento y en todos sus niveles, procurando sobrevivir entre las presiones que le vienen por fuera y por dentro.Que este "procurando sobrevivir" significa la obligación de valorar y que estavaloración, nada mecánica, le cuesta esfuerzos y tensiones para cuya medicióndispone de criterios en el sentir subjetivo. Que las situaciones concretas decada momento, en todos los niveles del organismo, cambian constantementedentro de las grandes líneas filogenéticas de su especie. Que a pesar de lasfuerzas de la gravitación y de la inercia, de la economía evolutiva del hábito yde la habituación, el cambio cuantitativo en las interrelaciones factoriales

    fuerza implacablemente a todo vivo a componer comportamientos deadaptación a la vida siempre precedidos por una adecuada, y a menudotambién por una inadecuada, elaboración afectiva de estímulos. Bajo la visiónoréctica el organismo está en cada momento dividido en una parte que seocupa activamente de tal elaboración concreta y en otra que se está

     preparando para recibir debidamente los estímulos.

    Pero esta generalización de lo afectivo y este hincapié sobre la importanciadel sentir subjetivo contiene también otras implicaciones conceptuales, que

    retan a los tradicionalismos racionalistas. Se apoyan estas implicaciones en elhecho de que la mayor parte de la orientación vital del organismo se liquidasubconscientemente, en la suborexis, y que lo adecuado de la orientaciónconsciente depende directamente de aquélla. Gran parte de la orientaciónconsciente es, en el hombre, preverbal, compuesta de signos y de imágenesinteriores que si bien no tienen nombres en el vocabulario racional, soncompletamente suficientes para guiar su comportamiento. La teoría orécticaimplica no solamente que el pensar del hombre depende de las matricesafectivas de la valoración, sino que la aparente autonomía de la articulaciónrazonadora obedece también al codaje afectivo.

    Pero ante todo, prestemos ahora algo más de atención a los factores orécticos.

    neurita, 6) Núcleo de una célula de Schwann, 7)Cilindro eje con neurofibrillas, 8) Vaina demielina, 9) Estrangulación de Ranvier, 10) Fibranerviosa blanca o gris, 11) Placa motora, 12)Fibra muscular estriada 

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    2. La orexis básica 

    El factor exógeno de las circunstancias (en nuestro sistema interfactorial

    marcado con la letra C  del latín circumstantiae, circonstances, environment,Umwelt, epiechon) es relativamente fácil de definir: todo lo que desde fuerallega al organismo y puede ser objeto de recepción por algún receptorequivale a este factor (ondas, partículas, energía cinética, térmica, eléctrica,química, irradiante, etc.). El número de los receptores conocidos crececonstantemente en la biología animal. Entre los recientes han sidodescubiertos los vibrorreceptores y electrorreceptores en ciertas especies ynada cierra la perspectiva de que un día se descubran también receptores pararecibir mensajes que hoy día aún llamamos parapsicológicos o extrasensorios.

    El factor de las circunstancias (C ) se presenta, pues, como el sistema queinfluye en el comportamiento del organismo por la estimulación fisicoquímica

    de su ambiente cósmico (Cc), de su medio biósico, procedentes de las demásespecies (Cb) o la de su propia especie en su contorno social (Cs). 

    También cada célula dentro del organismo tiene sus circunstancias (varioslíquidos del llamado "medio interno" y las influencias de las demás células).Podemos, por lo tanto, hablar de las circunstancias extracelulares yextraorganísmicas.

    En el esquema interfactorial, el factor C y la autonomía de su estimulación esel más asequible tanto al sentido común de la comprensión como a laobservación científica. Tanto es así que varias teorías del comportamientoreducen el estudio del organismo a sólo dos factores, uno exógeno decualquier contorno y otro cuya unidad es el organismo total, colocado dentrode este contorno. Nosotros no seguimos tal simplificación extrema deldualismo "organismo-contorno" que nos parece un resultado del pensarmecanicista.

    Todas las influencias exógenas C  llegan a los receptores como cantidadesfisicoquímicas. Es el organismo y la orexis que las convierten en cualidades yen su significado biósico.

    Hemos creído sentar con toda seguridad que la dialéctica evolutiva dentro delorganismo consta de, al menos, tres tendencias antagónicas y separables en lasque la evolución está interesada desde sus comienzos. Una de estas tendenciasfundamentales es conservadora y consiste en la estructuración progresiva delos procesos fluentes en órganos de funciones estables y recurrentes, que

     permiten el desarrollo y el mantenimiento de las especies proyectadas ocreadas ya y su continuación por la herencia (la estructura del phylum). La

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    segunda tendencia es la de la ontogénesis, un principio individualizante devariación, que abre paso a la creación progresiva de nuevas especies y a ladiversidad de los individuos dentro del mismo género. La tercera tendencia esuna fuerza energética que obliga a todo lo vivo a la supervivencia forzosa yadaptativa mediante la satisfacción de sus necesidades. Hemos formuladodeliberadamente estas tres tendencias en términos de sentido común fuera dellenguaje corriente de la genética y sin adherirnos a cualquier teoríaevolucionista especial; queremos simplemente decir con ello que estas trestendencias son fácilmente discernibles prima vista en cada acto decomportamiento, y que este concepto sirvió de base para la clasificacióntripartita de los factores endógenos, con los que corresponde ala primeratendencia nuestro factor de la estructura filogenética heredada ( Hf ) , a lasegunda el ego individual ontogenético ( E ) y a la tercera los instintos ( I ).

    La teoría oréctica postula que a cada acto consumatorio de comportamiento precede la integración interfactorial de los factores exógenos y endógenos queempieza con la recepción subconsciente del estímulo.

    Las características generales de los factores orécticos son las siguientes:

    1) cada uno de ellos es funcionalmente autónomo, es decir, se presenta en laintegración factorial por su propia capacidad de estimulación en cuanto a losfines específicos de sus tendencias;

    2) cada uno de ellos está organizado, por debajo del esquema decomportamiento, en sistemas (y sistemas de sistemas) subyacentes de

     procesos y funciones fisicoquímicos.

    3) los factores son antagónicos entre sí; su integración interfactorial exige, encada situación abierta al comportamiento, un ajuste mutuo;

    4) desde el punto de vista del comportamiento normal, los factores no se presentan nunca separadamente; su desajuste integrativo causa anormalidaddel comportamiento y puede conducir a la homogeneización funcional de la

    célula, a la desorientación vital del organismo-persona y a la entropía de loviviente;

    5) los factores no poseen en todo momento la misma cantidadbioenergética, sino que están sometidos a oscilaciones dentro de sus límitesde sistemas subyacentes;

    6) las insuficiencias de un factor en el proceso de integración pueden sersuperadas por los esfuerzos adicionales de otros factores mediante los órgano-mecanismos de autorregulación y deautocorrección de la célula-organismo-

     persona;

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    7) los criterios del ajuste mutuo en la integración interfactorial y de sus posibilidad