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APRENDIENDO TERAPIA FOCALIZADA EN LA EMOCIÓN / Capítulo 7: Empatía y exploración 1 Traducción de Ciro Caro García / Dpto. de Psicología Universidad Pontificia Comillas de Madrid 7 EMPATÍA Y EXPLORACIÓN: EL CORAZÓN DE LA TERAPIA EXPERIENCIAL Y DE PROCESO La empatía no es sólo una destreza terapéutica; es un proceso relacional básico (Bohart y Greenberg, 1997a; Kohut, 1971; Rogers, 1975; Watson, Goldman y Vanaerschot, 1998). En cualquier clase de comunicación interpersonal, hace falta una cierta cantidad de empatía para entender a los otros, incluso en el nivel más superficial. En cualquier caso, existen varios niveles de comprensión y varios tipos de procesos empáticos. Por ejemplo uno puede entender a otra persona sabiendo qué es lo que él o ella quieren decir intelectualmente o aprehendiendo también sus valores, visiones del mundo, metas y objetivos. Cuando menos, , y como señalamos en el capítulo 2, las emociones de la gente revelan la significatividad o el sentido que los eventos poseen para ellas. Por lo tanto, parta ser realmente empático, nuestra comprensión necesita ser informada a través del conocimiento de cómo las cosas afectan al otro emocionalmente. La empatía hacia los otros es también un componente básico de la inteligencia emocional (Goleman, 1996). Es un modo de conocer complejo y multidimensional que implica a los propios sistemas emocionales y cognitivos (Bohart y Greenberg, 1997a). De acuerdo con los teóricos del desarrollo, es una capacidad presente desde el nacimiento, que evoluciona a lo largo del tiempo según maduran los sistemas emocionales y cognitivos de la persona. A comienzos del siglo XX, el psicólogo Edward Titchener tradujo la palabra alemana einfühlung como “empatía”, con el significado de “sentir adentro el modo de sentir de otro” (Bozarth, 1997). El término fue utilizado originalmente por los críticos de arte alemanes para describir los medios por los que era posible llegar al conocimiento de una obra de arte. Comenzada la década de 1940, primero Rogers (1959, 1975) y más tarde Kohut (1971, 1977) fomentaron la empatía como un modo esencial de ser/estar junto a otra persona, que promueve la salud en todas las relaciones de cuidado, incluida la psicoterapia. Tal y como nosotros lo vemos, la empatía es tanto un proceso de cambio fundamental, como un conjunto de tareas terapéuticas específicas. Así, en la primera mitad de este capítulo, discutimos la cuestión de la empatía como un ingrediente activo del cambio. Después elaboramos nuestra descripción de la experiencia interna de los terapeutas acerca de la empatía, iniciada ya en el capítulo 5, con el fin de ayudarles a desarrollar el estado mental necesario para ser verdaderamente empático. A continuación, describimos las variadas formas o pistas que sigue la empatía, y algunos de los micromarcadores que señalan que los clientes están preparados para recibir diferentes formas de empatía por parte del terapeuta. En la segunda parte del capítulo volvemos la atención sobre dos tareas terapéuticas basadas en la empatía, según la estructura presentada en el capítulo 6. La primera de ellas, la exploración empática, es la base de la terapia EP, el punto de arranque del trabajo terapéutico y la tarea a

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APRENDIENDO TERAPIA FOCALIZADA EN LA EMOCIÓN / Capítulo 7: Empatía y exploración

1 Traducción de Ciro Caro García / Dpto. de Psicología – Universidad Pontificia Comillas de Madrid

7 EMPATÍA Y EXPLORACIÓN:

EL CORAZÓN DE LA TERAPIA EXPERIENCIAL Y DE PROCESO

La empatía no es sólo una destreza terapéutica; es un proceso relacional básico (Bohart y Greenberg, 1997a; Kohut, 1971; Rogers, 1975; Watson, Goldman y Vanaerschot, 1998). En cualquier clase de comunicación interpersonal, hace falta una cierta cantidad de empatía para entender a los otros, incluso en el nivel más superficial. En cualquier caso, existen varios niveles de comprensión y varios tipos de procesos empáticos. Por ejemplo uno puede entender a otra persona sabiendo qué es lo que él o ella quieren decir intelectualmente o aprehendiendo también sus valores, visiones del mundo, metas y objetivos. Cuando menos, , y como señalamos en el capítulo 2, las emociones de la gente revelan la significatividad o el sentido que los eventos poseen para ellas. Por lo tanto, parta ser realmente empático, nuestra comprensión necesita ser informada a través del conocimiento de cómo las cosas afectan al otro emocionalmente.

La empatía hacia los otros es también un componente básico de la inteligencia emocional (Goleman, 1996). Es un modo de conocer complejo y multidimensional que implica a los propios sistemas emocionales y cognitivos (Bohart y Greenberg, 1997a). De acuerdo con los teóricos del desarrollo, es una capacidad presente desde el nacimiento, que evoluciona a lo largo del tiempo según maduran los sistemas emocionales y cognitivos de la persona. A comienzos del siglo XX, el psicólogo Edward Titchener tradujo la palabra alemana einfühlung como “empatía”, con el significado de “sentir adentro el modo de sentir de otro” (Bozarth, 1997). El término fue utilizado originalmente por los críticos de arte alemanes para describir los medios por los que era posible llegar al conocimiento de una obra de arte. Comenzada la década de 1940, primero Rogers (1959, 1975) y más tarde Kohut (1971, 1977) fomentaron la empatía como un modo esencial de ser/estar junto a otra persona, que promueve la salud en todas las relaciones de cuidado, incluida la psicoterapia.

Tal y como nosotros lo vemos, la empatía es tanto un proceso de cambio fundamental, como un conjunto de tareas terapéuticas específicas. Así, en la primera mitad de este capítulo, discutimos la cuestión de la empatía como un ingrediente activo del cambio. Después elaboramos nuestra descripción de la experiencia interna de los terapeutas acerca de la empatía, iniciada ya en el capítulo 5, con el fin de ayudarles a desarrollar el estado mental necesario para ser verdaderamente empático. A continuación, describimos las variadas formas o pistas que sigue la empatía, y algunos de los micromarcadores que señalan que los clientes están preparados para recibir diferentes formas de empatía por parte del terapeuta. En la segunda parte del capítulo volvemos la atención sobre dos tareas terapéuticas basadas en la empatía, según la estructura presentada en el capítulo 6. La primera de ellas, la exploración empática, es la base de la terapia EP, el punto de arranque del trabajo terapéutico y la tarea a

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partir de la cual las demás emergen. La segunda tarea basada en la empatía es la afirmación empática de la vulnerabilidad, otra tarea procedente de la tradición centrada en la persona, dirigida a atender la fragilidad y la vergüenza en el cliente.

LA EMPATÍA COMO UN PORCESO DE CAMBIO ACTIVO

La mayor parte de los enfoques terapéuticos consideran a la empatía como la condición de base sobre la que se apoyan las intervenciones activas o los procesos de cambio específicos. No obstante, nosotros vemos la empatía como un ingrediente activo del cambio en terapia y como un proceso clave para ayudar a los clientes a desarrollar una mayor inteligencia emocional. El análisis lingüístico de las respuestas empáticas ha demostrado que funcionan de modo similar a las interpretaciones, las intervenciones paradójicas y las reformulaciones (Elliott, Slatick y Urman, 2001; Watson, 2002). Desde una perspectiva neohumanista, sin embargo, los reflejos empáticos promueven y mantienen, más concretamente, una relación cliente-terapeuta igualitaria y apoyan el sentido de autonomía del cliente. Como ingrediente activo del cambio, la empatía posee tres importantes funciones en la terapia: primero, promueve una alianza de trabajo positiva; segundo, ayuda a describir y deconstruir las cosmovisiones de los clientes así como sus suposiciones; y tercero, como se hizo notar en el capítulo 2, promueve y realza las capacidades del cliente para regular su afecto (Watson, 2002; Watson et al., 1998).

La función interpersonal de la empatía

En su nivel más básico, la empatía ayuda a los clientes a sentirse a salvo. Las respuestas empáticas les ayudan a sentirse escuchados, entendidos y apoyados. Un sentido de seguridad les capacita para concentrarse en sus preocupaciones durante la hora de terapia. Además de para crear un espacio seguro, la empatía del terapeuta es importante para la formación y el mantenimiento de la alianza. Esta empatía es vital para negociar el acuerdo sobre las tareas y las metas de la terapia. Los terapeutas empáticos son capaces de monitorizar las relaciones con sus clientes, así como de modificar sus respuestas si éstos tienen dificultades durante la sesión. Siendo sensibles al impacto de sus intervenciones en los clientes y a la calidad global de la alianza, los terapeutas empáticos se mantienen alerta frente a las rupturas, así como ante los cambios que se producen momento a momento en la relación, ya sea en la sesión o a lo largo del curso de la terapia (Watson et al., 1998).

La función exploratoria y deconstructiva de la empatía

Las respuestas empáticas son esenciales para explorar y construir las cosmovisiones, las construcciones y las suposiciones de los clientes acerca del sí mismo y de los otros. Desde esta perspectiva, un terapeuta empático es para el cliente lo mismo que un traductor en relación a un texto. En una serie de conferencias sobre el texto y las traducciones, el autor italiano Umberto Eco (1998) argumentaba que diferentes bases de conocimiento cultural, histórico y contextual excluyen la correspondencia uno a uno entre los diferentes idiomas. Así, para tener éxito al extraer y traducir los significados implícitos y manifiestos de un texto original, los traductores deben ir más allá de la traducción literal.

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Esta perspectiva ilumina los aspectos hermenéuticos1 de la empatía (Keil, 1996; Watson y Greenberg, 1998). Los terapeutas son vistos como agentes implicados en la tarea de ayudar a los clientes a revelar sus significados e intenciones, justo como los traductores se ocupan de poner de manifiesto las intenciones de un texto. Del mismo modo que los traductores y los lectores pueden darse cuenta y desvelar significados y referencias adicionales más allá de los que el autor era plenamente consciente, también los terapeutas son a veces más conscientes de la complejidad de varios significados en las narrativas de los clientes, y se encuentran así en una buena posición para ayudarles a extraer y hacer visibles esos significados (Watson, 2002).

Los terapeutas pueden ayudar a los clientes a darse cuenta de cosas que éstos conocen sólo de modo implícito, es decir, que conocen en algún nivel, pero no saben que las saben. Si son confirmados por los clientes, estos reflejos pueden iluminar aspectos de su experiencia de los que los ellos han tenido sólo una consciencia borrosa. Las respuestas empáticas pueden, por tanto, ayudar a los clientes en la exploración de su visión del mundo, de modo que llegan a darse cuenta de la subjetividad de sus percepciones y comienzan a formular lo que les sucede de un modo más tentativo; a cambio, este proceso incrementa el rango de sus acciones.

Los terapeutas empáticos realizan otras muchas funciones a medida que exploran y deconstruyen las cosmovisiones idiosincrásicas y pesonales de sus clientes. Las respuestas empáticas llevan a un proceso de significación negociada, de tal manera que una construcción compartida del mundo de los clientes pueda ir emergiendo. Éste es un proceso dialécticamente constructivo (ver capítulo 2 de este volumen), en el cual la conprensión del paciente y del terapeuta evoluciona momento a momento. Respecto a la parte de la empatía que cae del lado de los clientes, Watson et al. (1998) observaron que la deconstrucción y la exploiración empáticas les capacita para ser más flexibles en su construcción de los acontecimientos así como para desarrollar modos de ser más satisfactorios. Por medio de la exploración empática, los clientes pueden ser conscientes de las cosas que dan por supuestas, de sus valores, metas y necesidades, así como de sus percepciones y construcciones sobre el mundo y sobre sí mismos. Una vez puestas de manifiesto, estas últimas pueden a la postre ser examinadas y reevaluadas. Esta perspectiva ilumina el modo en que actúa las capacidades innatas de actualización de los individuos; concibe a los clientes como agentes reflexivos, que son capaces de modificar sus construcciones del mundo, de generar nuevas conductas y modos de actuar, así como de idear nuevas soluciones para sus propios problemas (Bohart y Tallman, 1999; Greenberg, Rice y Elliott, 1993; Rogers, 1951; Watson y Rennie, 1994).

La función reguladora de la emoción de la empatía

La sintonización responsiva del terapeuta a través de la empatía ayuda a los clientes a regular sus emociones y a aprender a consolarse a sí mismos, tanto dentro de la sesión, como a largo plazo. En primer lugar, se produce una tremenda sensación de alivio y comodidad cuando uno se siente plenamente entendido en el momento, incluso cuando se están experienciando emociones dolorosas e intensas. En segundo lugar, ayudando a los clientes a acceder y a procesar sus emociones, los terapeutas les ayudan a aprender a darles contención, a través del acceso reflexivo y la simbolización de éstas en la sesión. Este proceso ayuda a los clientes a hacerse más resilientes emocionalmente, mediante el desarrollo de una mayor consciencia y comprensión de su experiencia emocional, y a través de la expresión de ésta de un modo más funcional y adaptativo (Greenberg, 2002a; Kennedy-Moore y Watson, 1999). En tercer lugar, la experiencia de ser escuchado empáticamente ayuda a los clientes a construir autoesquemas más nutritivos y positivos, y a desarrollar modos de responderse a sí mismos 1 Interpretativos (NT).

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más afirmantes, protectores y consoladores. De esta manera, los clientes son capaces de alterar sus autoesquemas y de llegar a ser más aceptadores y menos tendentes al juicio en relación consigo mismos. A su vez, el desarrollo de una relación con uno mismo más nutritiva y afirmativa es especialmente importante para los clientes que no lograron desarrollar estas actitudes como resultado de la negligencia en el cuidado infantil, los abusos u otras dificultades ambientales (Barrett-Lennard, 1997; Rogers, 1975).

LLEGAR A SER EMPÁTICO: LA EXPERIENCIA INTERNA DEL TERAPEUTA

El terapeuta no puede pretender ser empático repitiendo como una cotorra las palabras del cliente, lo cual tan solo revelará lo poco que éste realmente comprende. La empatía genuina y efectiva debe emanar de la experiencia interna del terapeuta, lo cual no se reduce a una simple colección de conductas que deban ser aprendidas de memoria. En lugar de esto, lo que requiere ser desarrollado a través de la práctica y el trabajo de crecimiento personal es un estado mental o una actitud hacia el proceso experiencial (experiencing) del cliente. En esta sección, describimos la empatía desde este punto de vista, como un punto de partida necesario, a partir de las discusiones sobre la sintonización empática introducida como principio del tratamiento en el capítulo 1, y desarrolladas con mayor extensión como un proceso interno del terapeuta en el capítulo 4.

Desde nuestra perspectiva, la sintonización empática es una experiencia inconfundible, aunque algo difícil de describir, y la sintetizamos de la siguiente manera (Greenberg et al., 1993; Vanaerschot, 1990): para ser verdaderamente empático, el terapeuta primero deja aparte o se libera de las ideas preformadas o de las formulaciones acerca del cliente. Segundo, entra activamente en el mundo interno del cliente y hace contacto con ese mundo. Tercero, el terapeuta resuena con la experiencia del cliente, vivenciándola por sí mismo. Cuarto, selecciona lo que parece ser más crucial, doloroso o conmovedor para el cliente. Y finalmente, se conecta con este aspecto particular de la experiencia del cliente y se lo expresa de vuelta.

Soltar

Los terapeutas verdaderamente empáticos exhiben una gran tolerancia a la ambigüedad mientras ayudan a sus clientes a desplegar sus mundos internos (Rice, 1965, 1974). Cuando escuchan empáticamente, los terapeutas deben abrirse a la experiencia del otro, tanto que llegan a saborearla y absorberla. Necesitan suspender sus propios marcos de valoración, y deben poner cuidado para no buscar cierres demasiado rápido. Para ello es útil cultivar una actitud de "no saber". Algo parecido al poner entre paréntesis en fenomenología: suspendiendo la "actitud natural" de interés en lo que es "realmente cierto" (Wertz, 1983). Esta actitud implica no esperar saber exactamente lo que el cliente está experienciando, sino dejarse sorprender por éste. En la sintonización empática, el terapeuta trata de responder a la percepción de la realidad del cliente en ese momento, más que darle algún tipo de visión externa "correcta" u "objetiva". Para lograrlo, puede encontrar útil dedicar algo de tiempo para prepararse antes de cada sesión, "limpiando" o apartando ideas preformadas, diagnósticos, expectativas, comprensiones anteriores o distracciones personales. Del mismo modo, cuando el cliente introduce un nuevo asunto o faceta de experiencia, el terapeuta intenta despejarse a sí mismo respecto a lo que haya de venir seguidamente.

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Entrando

En ese momento el terapeuta inicia un proceso de intensa escucha,a través del cual trata de entrar en el mundo interno del cliente. Este paso ha sido descrito de diversas maneras, como moverse hacia o sentir uno mismo en el mundo del otro, caminar con los zapatos del otro, y como "dar un paso bajo el tejado de otro" (la metáfora de entrar en la casa de otra persona es el origen de la palabra "understanding"2. Cuando la entrada resulta fácil, se siente como un proceso natural y no forzado de unión o de llegar a quedar inmerso o absorbido. Cuando resulta difícil, se parece más a un proceso activo y deliberado de contactar con el otro, de proyectarse a uno mismo o incluso de hacer una representación3 (Bohart, 1997).

El acceso empático también implica el seguimiento de la experiencia del cliente evolucionando momento a momento, según se desarrolla y cambia dentro de la sesión. Esto requiere que el terapeuta escuche cuidadosamente y responda a los cambios en el humor o en el contenido que manifiesta el cliente. Por ejemplo, dentro de un mismo minuto, la experiencia de un cliente puede moverse de los recuerdos de una rebelión adolescente hasta los temores al rechazo parental, y de ahí a la decepción y la frustración con uno mismo. Más aún, entrar en la experiencia del cliente significa entenderle tanto emocional como cognitivamente (Fiedler, 1950). Requiere que el terapeuta se sumerja en la experiencia del otro para saborearla, olerla y sentirla, de tal modo que pueda captar los matices de significado en las descripciones de los clientes.

Resonando

En lugar de posicionarse de acuerdo o en desacuerdo, resulta mejor para el terapeuta tratar simplemente de sentir la experiencia del cliente. El terapeuta acoge y saborea las intenciones, sentimientos y percepciones del cliente, desarrollando un sentimiento de cómo es ser el cliente en ese momento, pero sin perder el sentido de quién es él mismo, o sin fundirse con la experiencia del otro (Rogers, 1975). Esta experiencia de resonar con la experiencia del cliente es similar a la de cantar en armonía junto a otra persona. Es estar en la misma “longitud de onda” con el cliente, sentir-con o de modo similar, seguir y ajustarse al patrón o a la música del experienciar del cliente.

Los terapeutas implican varias capacidades cognitivo-afectivas en su habilidad para ser empáticos; la más importante de ellas, como subrayó Rogers (1961), es la imaginación. Las historias y las experiencias que los clientes comparten activan la imaginación del terapeuta, y le permiten articular un sentido del panorama de cada cliente. Este proceso de imaginar es alimentado a menudo por el conocimiento tácito del terapeuta, o desarrollado a través de la experiencia de la vida, del saber clínico, de la literatura leída, y de la comprensión general sobre el mundo y su diversidad acumulada. Y no está vinculado a la experiencia personal del terapeuta, sino que puede trascenderla.

Tanto Vanaerschot (1990) como Mahrer (1997) describieron el proceso de escucha empática en términos de la habilidad del terapeuta para enfocar en su propio proceso experiencial mientras escucha al cliente. Sugirieron que los terapeutas actúan como

2 Entendimiento, comprensión (NT).

3 NT: En este contexto, los autores hablan de role playing, entendiendo que las dificultades de entrada exigen a veces hacer cosa con una actitud constructivista y/o evocadora, que "abren la puerta" vivencial, y no tanto de "representación" en un sentido puramente teatral o de pantomima, exento de autenticidad personal.

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experienciadores subrogados para sus clientes, y llegan a vivenciar de un modo muy real y visceral, lo que ellos están experienciando. Así, describen un proceso de resonancia empática, por el cual las descripciones de los clientes acerca de su experiencia, suscitan una sensación corporal en los terapeutas; y es este sentimiento el que provee la base para simbolizar las experiencias de los clientes, las cuales deben ser por supuesto, comprobadas por éstos, y sometidas a revisión si es necesario. (Lo que los terapeutas tienden a reportar, de hecho, es una comprensión corporalmente sentida sobre lo que sintió el cliente, más que algún tipo de copia de sentimientos similares de éste; Greenberg y Rushanski-Rosenberg, 2002).

Buscando y seleccionando

Lo que los clientes experiencian y lo que dicen acerca de su proceso experiencial son siempre cuestiones complejas y cambiantes, que requieren que el terapeuta seleccionen a qué atender. Como si fuera una línea base, este proceso de selección empática normalmente implica sintonizar más fuertemente con las partes del mensaje que parecen más vivas, dolorosas o importantes para el cliente, como son los sentimientos, los límites de la experiencia, y los significados idiosincrásicos. Y lo que es seleccionado varía de acuerdo con el tipo de trabajo que se está llevando a cabo, lo que hace de esto el aspecto de la empatía en el que es más difícil alcanzar un grado de dominio.

De un modo más específico, el terapeuta se puede guiar por las distinciones entre las respuestas de emoción primarias adaptativas y desadaptativas, secundarias reactivas o instrumentales, que fueron descritas en el capítulo 2. Por ejemplo, una cliente hablaba del enfado que sentía hacia su hermana, y la terapeuta sugirió iniciar un trabajo con la tarea de la silla vacía, para favorecer el procesamiento de la experiencia negativa. Después de que la cliente describiera a su hermana sobre la silla vacía, la terapeuta se dio cuenta de que la figura que emergía era la de una patética e indefensa niña abandonada, y elaboró una conjetura empática; en ella proponía que la reacción afectiva nuclear de la cliente, realmente podía ser de tristeza o pena hacia la difícil situación de su hermana, y que la expresión de rabia provenía de una sensación de frustración al verla tan herida y dañada. Cuando la terapeuta reflejó tentativamente su sensación de que la cliente vivía a su hermana como patética y le preguntó si se sentía triste, ésta rompió a llorar inmediatamente, y comenzó a explorar su propia sensación de desesperanza respecto a la situación de su hermana.

En cualquier caso, el telón de fondo de toda respuesta empática es una actitud exploratoria y tentativa, que implica un proceso de autodescubrimiento por parte del cliente, en el cual el terapeuta observa, hace conjeturas y retroalimenta sus propias percepciones, sosteniendo un espejo frente a la experiencia en curso del cliente y momento a momento. El terapeuta debe hacer selecciones de entre toda la información que presenta el cliente, pero al mismo tiempo, los clientes son inequívocamente expertos en su propia experiencia, y poseen la última palabra acerca de lo que es importante o primario.

Captando y Expresando

A veces es difícil entender a los clientes, porque sus experiencias son con frecuencia complejas, con varias capas y sutiles, y a veces confusas, embrolladas o contradictorias. Así, en algunas ocasiones, comprender una experiencia importante pero sutil que el cliente ha estado tratando de comunicar, resulta un trabajo duro, y cuando el terapeuta finalmente lo logra, llega con el alivio de una experiencia de “ajá”, que se siente como un verdadero logro.

Al mismo tiempo, es esencial que el terapeuta exprese su comprensión sobre el cliente. Como hicimos notar en el capítulo 5, los terapeutas pueden comunicar empatía de muy diferentes maneras, no sólo a través de las varias formas de reflejo empático

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exploratorio. El terapeuta puede expresar empatía de un modo no verbal, mostrándose preocupado, concentrándose en el cliente, inclinándose y mirándole directamente, así como regulando conscientemente la cualidad vocal. La voz del terapeuta transmite empatía y comprensión cuando está preocupado, cuando se muestra expresivo o cariñosamente curioso, o cuando utiliza un tono de voz respetuosamente tentativo. A su vez, también es importante que el terapeuta comunique su comprensión simple y claramente, utilizando un lenguaje fresco y evocador (Rice, 1974; Sachse, 1993). También ayuda hablar de modo sucinto, para dar al paciente tiempo a reaccionar, así como revisar en voz alta las comprensiones a las que ha llegado el terapeuta, en respuesta a la retroalimentación del cliente o a la información adicional que pueda surgir. Finalmente, los terapeutas, como los buenos padres y madres, necesitan ser consistentes en la provisión de empatía. Kalfas (1974) encontró que los clientes que reportaron unas puntuaciones más variables sobre empatía, obtuvieron peores resultados que aquellos que valoraron a sus terapeutas como consistentemente empáticos a lo largo del curso de la terapia.

PISTAS DE EMPATÍA Y MICROMARCADORES DEL CLIENTE PARA LA EMPATÍA DEL TERAPEUTA

Es esencial que los terapeutas sean empáticos en todas las ocasiones; además necesitan realizar diagnósticos de proceso continuamente, para determinar cuál es el foco de sus respuestas empáticas momento a momento (Greenberg y Elliott, 1997). Es esta sección describimos varios de los micromarcadores relativos a la empatía, y las correspondientes respuestas del terapeuta. Como indicamos antes, en la discusión sobre “buscar y seleccionar”, siempre y en un momento dado, conviven múltiples niveles o pistas de empatía respecto a la experiencia de un cliente, a las cuales el terapeuta puede atender. Y ésta es la principal razón por la que hay tantos y tan diferentes tipos de respuesta empática (ver el capítulo 4 en este volumen).

Pistas de empatía

Es posible distinguir siete pistas del proceso experiencial del cliente, junto con las correspondientes respuestas empáticas del terapeuta (en cursiva):

Lo principal que el cliente está diciendo; comprensión empática;

Los sentimientos del cliente; reflejo evocador;

Lo que se encuentra en el límite del darse cuenta del cliente; exploración empática;

Cómo es ser como el cliente de modo general; formulación experiencial;

El proceso o la manera en que el cliente se está comunicando; observación de proceso;

Lo que está implícito o se lee entre líneas; conjetura empática;

Lo que el cliente está evitando o minimizando; reenfoque empático.

Así, cada pista requiere un modo de escuchar y de responder, algo diferente. Prácticamente cualquier respuesta del cliente puede ser escuchada según su contenido principal, según la emoción, y según el proceso experiencial que aún no resulta claro; y por tanto, estas formas de respuesta empática son el fundamento del enfoque procesual-

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experiencial (PE) sobre la actividad de respuesta empática, y la base de su estilo de exploración descrito en el capítulo 1.

Los terapeutas deberían ser capaces de desplazar su atención entre diferentes aspectos o pistas del proceso experiencial del cliente. Por ejemplo, es un error escuchar sólo la emoción del cliente, y no prestar nunca atención al tema principal de lo que el cliente está diciendo. De modo similar, si el terapeuta nunca atiende a lo que no está siendo dicho, a lo que está implícito, se encuentra en un estado emergente o se encuentra en el filo del darse cuenta del cliente, se perderá importantes oportunidades de ayudarle a ampliar o a abrir su experiencing. Más aún, si el terapeuta nunca escucha al proceso, a cómo el cliente dice las cosas y a qué clase de proceso experiencial acompaña a ese modo de decir, entonces perderá oportunidades de ayudarle a recapacitar sobre su modo de implicación, y de reflexionar acerca de cómo procesa su experiencia.

Trabajo empático con marcadores específicos del cliente

Expresión de sentimientos dolorosos del cliente, inmediatamente experienciados en la sesión

Normalmente los terapeutas se dan cuenta de los quiebros emocionales en la cualidad vocal de sus clientes en el momento en que están llorando, o expresando rabia o miedo (Rice, Koke, Greenberg y Wagstaff, 1979). Otras señales de que el cliente está en contacto con sus emociones incluyen la descripción de un dolor intenso o el uso de un lenguaje vívido o idiosincrásico. En esas ocasiones, es importante que el terapeuta afirme empáticamente y valide la experiencia de los clientes, ofreciéndoles un lugar seguro para experienciar sus sentimientos abierta y libremente, sin miedo a la censura o sin que les resulte demasiado embarazoso. Éste no es el momento para pedir al cliente que explore sus sentimientos en mayor profundidad, ni de cuestionar su intensidad. En vez de ello, los terapeutas experienciales reconocen abiertamente las expresiones de dolor y vulnerabilidad de sus clientes.

A veces, no obstante, los clientes no se toman el tiempo suficiente para sentarse junto a sus sentimientos fuertes, y corren apresuradamente a la narración de su historia –por ejemplo, hablando entre lágrimas. En esas ocasiones el terapeuta puede interrumpir al cliente amablemente, para enlentecer el proceso de modo deliberado. Así, por ejemplo, un terapeuta podría decir:

Terapeuta: Veo que estás llorando. (Con amabilidad) ¿Podemos quedarnos ahí un minuto? (pausa) ¿Duele cuando hablas acerca de tu padre? Y es tan doloroso recuperar esos recuerdos…

Cliente: (Llorando) Sí.

Esta interrupción da permiso al cliente para admitir y expresar el dolor, y también comienza a articular una importante tarea en terapia PE, como es el atender y procesar la experiencia emocional. Normalmente es cuestión de unas pocas respuestas, y en la medida en que las interrupciones mantienen el foco en el cliente y no tratan de secuestrar la conversación, es poco probable que sean vividas como intrusivas o irrespetuosas (Watson, 2002).

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Descripciones analíticas del sí mismo y de las situaciones

En otras ocasiones, los clientes pueden describirse a sí mismos como si estuvieran observando a una tercera parte (Watson, 2002). Pueden parecer muy racionales, y sus narrativas pueden sonar muy ensayadas. A menudo, lo que el cliente está diciendo parece hermético, como sin costuras, y el terapeuta siente que no hay por dónde entrar, y que no hay lugar para explorar diferentes formas de ver las cosas. En esas ocasiones, los terapeutas pueden ayudar a los clientes a acceder a sus sentimientos y llegar a darse cuenta del impacto y del significado de los eventos que narran, utilizando exploraciones empáticas y reflejos evocadores. Alternativamente, el terapeuta puede tratar de conjeturar de modo empático lo que el cliente está sintiendo, sobre la base de lo que el terapeuta podría sentir en una situación similar, o bien sobre la base de lo que él o ella imaginan que el cliente podría sentir, dado el conocimiento que poseen sobre el cliente en este momento. Tales situaciones también requieren una interrupción respetuosa, así como un trabajo de enseñanza vivencial y el recurso a preguntas de comprobación o de ajuste.

Expresión de suposiciones y evaluaciones críticas irreflexivas

Cuando los clientes son enjuiciadores respecto a sí mismos u otros, o cuando hacen suposiciones sin considerar alternativa alguna, con frecuencia no resulta útil reflejarlo con respuestas de comprensión empática. Más bien, resulta de mayor ayuda calmar al cliente y reenfocarle empáticamente sobre la suposición o evaluación que ha expresado. Por ejemplo, una cliente, muy enfadada con su marido después de que éste perdiera su trabajo, dijo:

Cliente: Es un vago. Se sienta en el sofá todo el día y se niega a hacer nada para cambiar su situación.

Terapeuta: Así que te parece como que se dedica simplemente a estar ahí indolentemente. Tiene que ser muy duro verle ahí tan deprimido y desesperanzado.

Cliente: Sí (pausa). Sí, eso es. Me imagino que me asusta que si reconozco lo hundido que está él, eso pueda tragarme a mí también.

En este diálogo, el terapeuta está ayudando a la paciente a deconstruir lo que está diciendo, para ganar una perspectiva diferente, sin dejar de ofrecerle apoyo.

De modo alternativo, cuando los clientes expresan autocríticas, los terapeutas pueden poner en práctica el trabajo con las dos sillas (ver Cap. 11 en este volumen). El objetivo es, en estos casos, suscitar las reacciones afectivas de los clientes hacia la autocrítica, de tal modo que puedan ser formuladas otras respuestas alternativas, que promuevan la valoración del sí mismo. En todas estas intervenciones, el propósito principal es ayudar a los clientes a generar respuestas emocionales nuevas y diferentes hacia los acontecimientos.

Finalmente, también hay ocasiones en las que resulta útil reflejar los valores de los clientes (“Entonces, lo que es importante para ti aquí, es…”). Este reflejo suele ser útil después de que los clientes hayan simbolizado sus experiencias acerca de la situación, y sus reacciones afectivas hacia ésta. Cuando los clientes examinan cuidadosamente sus valores y suposiciones a la luz de nueva información, es útil para los terapeutas que apoyen este periodo de auto-reflexión con una mezcla de respuestas de comprensión empática y de respuestas de exploración, a la vez que aquellos sopesan el uso y la relevancia de valores importantes o de estándares sociales (véase la discusión sobre la tarea de despliegue evocador sistemático, en el capítulo 10 de este volumen).

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APRENDIENDO TERAPIA FOCALIZADA EN LA EMOCIÓN / Capítulo 7: Empatía y exploración

10 Traducción de Ciro Caro García / Dpto. de Psicología – Universidad Pontificia Comillas de Madrid

EXPLORACIÓN EMPÁTICA GENERAL PARA EXPERIENCIAS PROBLEMÁTICAS RELEVANTES

La empatía no es sólo un proceso de cambio fundamental y un principio guía (ver capítulo 1); también es un conjunto de actitudes o procesos internos del terapeuta, y una colección de respuestas de éste (ver capítulo 5). Pero más aún, aparece como el principal proceso de cambio en dos tareas terapéuticas específicas –exploración empática y afirmación empática- que ocupan el resto de este capítulo.

La primera tarea en el enfoque PE es siempre explorar y elaborar las experiencias de los clientes. El terapeuta comienza cada sesión escuchando y ayudando al cliente a identificar una o más experiencias relevantes vinculadas a su problemática, que puedan ser exploradas. Estas experiencias suelen ser asuntos intensos o preocupantes que atraen fuerte y persistentemente el interés del cliente (Mahrer, 1989), y pueden incluir nuevas experiencias emergentes como pueden ser las correspondientes a cambios recientes. Por lo tanto, la exploración general empática es la tarea a partir de la cual emergen los marcadores de otras tareas, y todos los marcadores de tarea son en cierto modo, formas particulares de experiencia vinculada a la problemática del cliente. Finalmente, la exploración empática es la tarea a la cual vuelven cliente y terapeuta cuando completan el trabajo en una de las otras tareas, y se encuentran procesando los cambios o los propósitos que se han generado a partir de ellas.

En la exploración empática, el terapeuta tarta de facilitar el proceso experiencial del cliente ayudándole a explorar cada esquema de emoción particular, o un dominio mayor de experiencia. ¿Qué queremos decir con “explorar”? La palabra explorar significa “investigar sistemáticamente” o “buscar en o recorrer” algo (como un campo) “con l propósito de descubrir” (American Heritage Electronic Dictionary, 1992, p. 463). Mientras está dentro de un dominio particular o dentro de un esquema de emoción (p. e. el dolor por un abuso), el terapeuta ayuda al cliente a re-experienciar situaciones pasadas, para explorar los límites o partes no claras de la experiencia, y diferenciar y elaborar ésta en categorías separadas. Por lo tanto, explorar el proceso experiencial del cliente es algo parecido a explorar y cartografiar un nuevo territorio.

Los clientes a veces funcionan con esquemas indiferenciados como “espantoso”, “agradable” o “OK”. Con frecuencia se apoyan en un conjunto relativamente limitado de esquemas de emoción, simplemente porque no han tenido la oportunidad de desarrollar un lenguaje más rico o más complejo para describir al sí mismo, estados internos o relaciones. La tarea de exploración empática pretende ayudar a los clientes a llevar adelante algunas formas de actividad exploratoria, que incluyen entre otras, las siguientes:

Volver la atención de los sucesos externos al proceso experiencial interno;

re-experienciar sucesos previos en mayor detalle;

buscar qué es lo que se encuentra en el límite del darse cuenta;

diferenciar o describir experiencias con más detalle; y

elaborar o completar las piezas perdidas de ciertos esquemas de emoción.

La meta general es ayudar a los clientes a desarrollar un mapa de experiencias de sí mismos, del otro y del mundo más rico y complejo; y, haciendo esto, incrementar la flexibilidad y la creatividad de sus respuestas. Alcanzar el estado de resolución es esta tarea equivale a lograr que las experiencias sean entendidas de nuevos modos, más agudos y más diferenciados. Y esto puede llevar varios minutos, o puede requerir una sesión completa o más.

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APRENDIENDO TERAPIA FOCALIZADA EN LA EMOCIÓN / Capítulo 7: Empatía y exploración

11 Traducción de Ciro Caro García / Dpto. de Psicología – Universidad Pontificia Comillas de Madrid

Procesos del cliente y del terapeuta en la exploración empática

En la tarea de exploración empática general, la aproximación habitual del terapeuta es la escucha cuidadosa, la sintonización empática y la exploración sistemática de las diferentes facetas del proceso experiencial del cliente, trayendo al momento la sensación que éste tiene de la situación, y estimulando a la vez su curiosidad y el establecimiento de una distancia reflexiva. Por ejemplo:

Cliente: Me siento muy aplanado.

Terapeuta: Ahá, una especie de muerte por dentro, pero también un poco como "Qué sentido tiene, a nadie le importa."

Cliente: Sí… Eso es. ¿Qué sentido tiene?

Terapeuta: ¿Qué está ocurriendo ahí dentro justo ahora, en este momento?

Cliente: Me siento muy triste y de alguna manera solo, ya sabes. Como si no hubiera nadie a quien realmente le importara lo que siento.

El terapeuta comienza la exploración empática tan pronto como el cliente conecta con algún asunto de importancia personal. Con frecuencia los clientes comienzan las sesiones poniendo al día al terapeuta acerca de cómo les va en general, y acerca de lo que ha sucedido desde la sesión anterior. Aunque los terapeutas PE no suelen preguntar acerca de este relato, los clientes sí suelen usar esa tarea como un modo de entrar con más facilidad dentro de la sesión y de identificar aquello sobre lo que quieren trabajar de un modo más extenso. El siguiente, es otro ejemplo de exploración focalizado en la diferenciación del significado a partir de una descripción verbal condensada (Toukmanian, 1992), perteneciente al comienzo de la sesión 6 del tratamiento de Rebecca:

Terapeuta: Bueno, por dónde andas esta semana? [Pregunta exploratoria]

Rebecca: En realidad no ha pasado nada esta semana. Fue muy tranquila, y yo no he estado... Esto... No eh estado nada "rayada" ¿sabes?

Terapeuta: Nada "rayada"? [Seguimiento empático; trata "rayada" como un posible objeto de exploración]

Rebecca: Como que he… Ya sabes es Halloween. Había mucha gente, gente de la universidad, y mucha gente estaba pedo. (Risa nerviosa)

Terapeuta: "Rayada." ¿Que significa "rayada" para ti? [Pregunta exploratoria]

Rebecca: Quiero decir que sencillamente esperaba haber estado muy tensa, te puedes imaginar…

Terapeuta: Ahá... Ahá…

Rebecca: Ha sido realmente una semana tranquila.

Terapeuta: Incluso aunque tú esperabas haberte encontrado más ansiosa y más tensa. [Reflejo exploratorio]

Rebeca: Correcto, y no lo estuve.

Terapeuta: ¿Y cómo es eso de no haberlo estado? [Pregunta exploratoria]

Rebecca: Estuvo bien. O sea, sí que estuve un poco tensa, pero no realmente tensa. No sé por qué no lo estuve. Pese a todo estuvo bien. Quiero decir que mientras Bruce (su novio) y yo fuimos andando hasta el coche, que estaba a unas cuantas calles de la casa en la que nos estábamos quedando…

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12 Traducción de Ciro Caro García / Dpto. de Psicología – Universidad Pontificia Comillas de Madrid

Terapeuta: Mmm… Mmm…

Cliente: Porque el parkin estaba muy mal… Lo mismo caminamos por allí a las dos de la mañana, porque teníamos que coger algo, y durante todo ese rato no estuve nada ansiosa, ¿sabes? Me refiero a que iba con un chico y a que me podría haber asustado… Él no nos dejaría solas (risas), y bueno, fue muy cuidadoso.

En este pequeño segmento de exploración empática, vemos que la experiencia del cliente de no sentirse "rayada" significa:

No encontrarse tan ansiosa o pensar como ella esperaba,

ser capaz de hacer cosas que ella no es habitualmente capaz de hacer, y

sentirse un poco, pero no demasiado ansiosa, cuando es confrontada con una amenaza percibida como potencial.

Una exploración más avanzada podría haber revelado muchos más aspectos y podría haber implicado la exploración sistemática de los estados contrapuestos de "rayada" y "no rayada."

Fase 1: Confirmación del marcador

Cualquier experiencia que captura la atención del cliente puede llegar a ser un objeto de exploración empática, y puede beneficiarse de actividades exploratorias tales como la redirección de la atención hacia el proceso experiencial interno, la re-experienciación, la búsqueda, la diferenciación, y la elaboración. Tales experiencias poseen las siguientes características:

Interés. El cliente expresa energía, interés o implicación en la experiencia; esto se ve claro en sus palabras y en su actitud, e indica que tiene sentimientos acerca de la experiencia, y que tal experiencia significa algo para él.

Relevancia personal. La experiencia posee alguna relevancia personal directa para el cliente (como algo opuesto a las preocupaciones acerca de la política o de la gente en general).

El estar incompletas. La experiencia es incompleta o está bloqueada de algún modo. Esto es, el cliente la experimenta como algo poderoso, problemático, incompleto, indiferenciado, global, abstracto o tan sólo en términos externos. Consecuentemente, está claro que es necesario algo más que una comprensión empática breve (digamos que de dos o tres turnos de conversación).

Un proceso experiencial relevante para un problema del cliente puede adoptar diferentes formas, incluyendo el reporte sobre un malestar interno o acerca de fuertes reacciones emocionales:

Cliente: (Nerviosamente) Me siento realmente ansioso acerca de mañana (vista en el juzgado para el divorcio).

Cliente: He estado enfermo toda la semana, y eso es algo sobre lo que quiero hablar: de lo culpable que me siento cuando estoy enfermo.

Una experiencia problemática relevante puede incluir también el progreso o la ausencia de malestar, como sucede en este ejemplo de Rebecca (la cliente traumatizada en el Cap. 5, en este volumen):

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13 Traducción de Ciro Caro García / Dpto. de Psicología – Universidad Pontificia Comillas de Madrid

Rebecca: El pasado fin de semana salimos. En realidad no ocurrió nada. Todo estuvo muy tranquilo. Y yo no me encontré para nada rayada, ¿sabes?

Rebecca está tratando de describir su experiencia acerca de la ausencia de malestar, la cual inicialmente describe como "para nada rayada."

Además, las percepciones negativas acerca de uno mismo también pueden convertirse en un foco de exploración:

Rebecca: Hay veces, cuando me siento débil, como una cosa pequeña y débil, no sé…

Esta misma cliente más tarde presentó su miedo relacionado con un trauma sobre el que trabajar más adelante, en forma de un objeto psicológico:

Rebecca: Desde última semana, siento que mi miedo es como una pequeña bola a la que podría atacar, sabes lo que quiero decir, a la que podría dar una buena patada.

Un tipo de objeto de exploración empática diferente pueden ser los otros significativos y los "malos rollos" externos; por ejemplo:

Cliente: Aún estoy tratando de entender a mi hermana. Y sigo sin encontrar respuestas, o al menos ninguna buena respuesta.

En estos ejemplos, parte del trabajo del terapeuta es ayudar al cliente a desplazar su atención hacia la experiencia interna acerca del otro importante o del "mal rollo externo".

En efecto, cualquier experiencia que captura la atención del cliente puede ser el objeto de una exploración empática. Naturalmente, esto incluye una amplia variedad de experiencias, entre ellas las que son dolorosas, desconcertantes, o placenteras; lo que se entiende bien y lo que apenas se entiende; o también lo que se expresa directamente en términos internos ("sentí que...") o indirectamente en un lenguaje externo.

Cuando la experiencia del cliente es relativamente vívida, clara y diferenciada como para partir de ella, el principal trabajo del terapeuta es fácil en cierto modo, y consiste en comprender empáticamente esta experiencia y en ayudar al cliente a hacerla más viva y más clara, más explícita y más detallada. Si la comprensión del cliente acerca de la experiencia ya es bastante completa, entonces éste se moverá pronto hacia algo más. En cualquier caso, cuando la experiencia es incompleta, borrosa, global o expresada sólo en términos externos, entonces la exploración empática es más necesaria.

Fases 2 y 3: Iniciación de la tarea y profundización

La figura 7.1 resume el proceso de resolución de la tarea que puede ocurrir en la exploración empática. En la fase de iniciación cliente y terapeuta identifican una experiencia particular del primero, que parece merecer la pena explorar más. Entonces, ambos comienzan el trabajo de exploración en el que el terapeuta adopta la postura general descrita anteriormente en este capítulo. Él mismo, puede animar al cliente a presentar una descripción inicial de esa experiencia (respuesta de entrada: "Podrías hablarme de…" "Así que lo que sientes es…").

La mayor parte del trabajo de exploración, en cualquier caso, consiste en varias formas de profundización, entre las que se puede distinguir las cinco siguientes: redirección hacía el proceso experiencial interno, re-experienciación, búsqueda de límites de consciencia, diferenciación y elaboración. Estas actividades del cliente pueden ocurrir en varias

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combinaciones o secuencias en cualquiera de las actuaciones del cliente, sin que sea necesario que ocurran todas ellas.

(3) Profundización

(2) Iniciación de la tarea: descripción inicial

(1) Confirmación del marcador: Experiencia relevante para un problema (personal, relevante, incompleta)

Cierre y resolución

(3.a.)

Volver la atención hacia el proceso

experiencial interno

(3.b.)

Reexperienciar (eventos pasados)

(3.c.)

Búsqueda de límites

(confuso, problemático, doloroso, poco claro,

emergente)

(3.d.)

Diferenciar

(especificar aspectos y cualidades)

(3.e.)

Elaborar

Contexto

Emoción

Sensación corporal

Simbolización

Necesidad o tendencia a la acción

(4)

Resolución parcial

(clarificación)

(5)

Resolución más completa

(valoración positiva y apropiación)

(6)

Resolución completa

(alivio y empoderamiento)

Figura 7.1. Modelo de resolución de tarea para la exploración empática general de un proceso experiencial relativo a un problema (los números corresponden a las fases de resolución de la tarea).

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Redirección hacia el proceso experiencial interno

Con frecuencia, los clientes comienzan discutiendo una experiencia que para ellos es personalmente importante en términos exclusivamente externos, perdiéndose algunas veces en largas narrativas acerca de lo que otras personas hicieron. Cuando esto sucede, el terapeuta escucha cuidadosamente para entrar en el mundo experiencial del cliente, e identificar qué es lo más conmovedor o poderoso emocionalmente. Si el cliente está contando una narrativa externa, el terapeuta va en busca de "puertas" que le adentren en la experiencia del cliente, o en busca de indicadores de lo que el éste se encuentra experienciando, lo cual incluye la descripción de fuertes reacciones conductuales hacia los demás, o puntos en los que mucha gente (incluso el terapeuta) podría haber tenido alguna reacción. Siguiendo la investigación de Rennie (1994) acerca de la "pista interna", puede ser útil para el terapeuta darse cuenta de que incluso cuando los clientes se implican en una conversación externa con aparentemente poca emoción, pueden de hecho estar realmente emocionados por dentro. Así, el terapeuta va en busca de las señales no verbales de sentimientos no expresados, llegando incluso a detener al cliente, ya sea para preguntar o para explorar reflexivamente utilizando frases como las siguientes:

Me pregunto, mientras me cuentas esto, ¿qué es lo que estás sintiendo por dentro acerca de eso?

Alguna forma de sentimiento anda revolviéndose por ahí dentro.

¿Por dónde andas tú con todas esas cosas que han estado sucediendo?

Simplemente sintiendo algo en tu cuerpo…

Cuando el cliente continúa hablando externamente, otra estrategia es que el terapeuta trate sencillamente de imaginar la posición experiencial del cliente, desde la que éste está expresándose, y que trate así de capturar una sensación correspondiente a ésta, en forma de conjeturas en paticas como las siguientes:

Así que ahí estás tú, viendo como todo esto gira alrededor, ¿y qué? ¿Sientes simplemente una forma de, no sé, de estar totalmente absorbido por todo ello?

Y es como si toda tu energía estuviera en lo que pasa alrededor de ti, en las cosas que pueden haber ido sucediendo… Es como si todo ese rollo con tu jefe se llevará toda tu atención, y no quedara nada para ninguna otra cosa.

Re-experienciación

La re-experienciación se refiere a la entrada imaginativa del cliente en una experiencia previa, que revive parcialmente. En el proceso el cliente recupera la experiencia pasada en forma de una memoria episódica, para identificar sentimientos y esquemas de emoción, y para obtener la información que podría haber obviado en aquel momento, o que podría haber olvidado. Así, si el cliente comienza en un nivel general o abstracto, el terapeuta puede animarle a re-entrar en la situación externa a través de la imaginación de este modo:

¿Podrías pensar en una ocasión en particular en la que te sentiste de esa manera?

Podrías llevarme a través de ello o sea que ya estarás tú…

Además, el terapeuta puede ayudar al cliente a realzar la re-experiencia acción utilizando la imaginación y el tiempo presente:

Así que estás sentado ahí en el restaurante, está ligeramente iluminado, y…

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Y me imagino que tú estás, podría ser, pensando para ti misma, que todo esto ha sido para nada.

Asumimos que la re-experienciación no es de ningún modo una reproducción exacta de la experiencia original, ni una "invención"; en su lugar, es una síntesis representada de una evocación, y una reconstrucción imaginativa de una experiencia. La re-experienciación es un proceso general en terapia PE, y es entendida como la activación de memorias episódicas. También es importante en otras tareas, entre las que se incluyen el despliegue evocador y la re-narración del trauma (Cap. 10 de este volumen), y el trabajo con la silla vacía (Cap. 12), en las cuales se describe con más detalle.

Búsqueda de límites de consciencia

A medida que la exploración avanza, el terapeuta también anima al cliente a explorar los límites de la experiencia atendiendo a aquello que éste siente en la periferia de su consciencia, pero que aún no puede poner en palabras. En terapia PE, estos límites, "áreas y grises", y ambigüedades son vistos como fuentes potenciales de nueva consciencia. Pueden ser sentidas como poco claras, problemáticas, o desconcertantes; como frescas, incipientes o emergentes; conmovedoras, primarias, o auténticas; futuras o abiertas a la posibilidad; o bien como idiosincrásicas o especiales. En cualquier caso, el terapeuta anima al cliente a prestar atención a estas experiencias, ya que son probablemente fuentes de proceso experiencial nuevo, de descubrimiento y de crecimiento. El terapeuta entonces puede decir:

De modo que la parte que no lo tiene claro muy contigo es…

Y de alguna manera, no puedes llegar y tocarlo, pero es como una especie de sensación de "energía" en tu estómago. ¿Consiguen estas palabras capturar algo de eso?

Creo que lo que simplemente estás empezando a ver, es que en este momento estás de alguna manera enfadada.

Los diversos marcadores de tarea que te escribimos en los capítulos 9 a 12 son ejemplos especiales de experiencias en el límite, e ilustran cómo la exploración empática aporta un "suelo" a partir del cual otras tareas terapéuticas emergen. De ese modo, el focusing es utilizado cuando ese límite es una sensación sentida poco clara; cuando la experiencia es una reacción desconcertante, esto señala que el despliegue evocador puede ser útil; el bloqueo y el sentirse dividido son marcadores del trabajo con las dos sillas; y el trabajo con la silla vacía es utilizado para sentimientos duraderos y no resueltos con un otro significativo. Cuando uno de estos límites específicos emerge en la exploración empática, normalmente indica que el cliente está preparado para trabajar de un modo más focalizado, o sea, de una manera más específica, tal y como se halla indicado por el modelo de resolución asociado con cada marcador.

Diferenciación

Otro tipo importante de actividad exploratoria del cliente supone la diferenciación del proceso experiencial demasiado general o global. La diferenciación es un proceso evolutivo general a través del cual los organismos vivos (y otros sistemas físicos) se desarrollan en pos de mayor complejidad y estructura (Mahoney, 1991; Prigogine & Stengers; Werner, 1948). Típicamente, la diferenciación avanza en la dirección de una complejidad y de una estructura esquemática mayores, por las cuales el cliente desarrolla un repertorio de percepciones,

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significados, sentimientos y acciones posibles más amplio, preciso y matizado. Por ejemplo, un cliente podría decir lo siguiente:

Es difícil decirlo con palabras. No es exactamente "preocupado", es como sI algo me inquietara diciéndome que he olvidado algo importante pero no pudiera pensar de qué se trata.

Ahí es donde está toda la ansiedad. Siento como que no está ni en mi cabeza ni en mi corazón, sino que siento como que está en esta pequeña bola negra en mi estómago.

Estos ejemplos también ilustran cómo la simbolización de lo que una experiencia no es, puede ser un aspecto importante de la diferenciación. El terapeuta puede facilitar la diferenciación de la experiencia de varios modos, utilizando respuestas de comprensión empática y de conjetura empática. Por ejemplo:

OK, así que "enfado" es una palabra demasiado fuerte para lo que sientes. ¿Es más bien como "fastidio"?

Además, la enseñanza experiencial y las preguntas exploratorias pueden ser útiles:

Hay muchos tipos de enfado. El enfado puede ser frío, agudo, o te puede carcomer. ¿Cuál es la cualidad del enfado que estás sintiendo justo ahora?

Elaboración del proceso experiencial

A medida que cliente y explora experiencias personalmente importantes, estas comienzan a completar esquemas de emoción implícitos, añadiendo piezas perdidas. El mapa del esquema de emoción (ver capítulo 2 en este volumen) puede ser utilizado como una guía para esta forma de exploración (Cf. Leijssen, 1996, 1998). Así, según el cliente explora una experiencia, el terapeuta está atento para asegurarse de que todos los elementos principales de un esquema de emoción están presentes: los elementos situacionales-perceptuales (incluyendo la memoria episódica), los elementos corporales-expresivos, los verbales-simbólicos, y los motivacionales-conductuales. Como ya discutimos en el capítulo 2, la pérdida de elementos de un esquema de emoción es una forma de dificultad de procesamiento emocional importante. De tal manera que, cuando el terapeuta se da cuenta de que uno de los siguientes cuatro componentes de un esquema de emoción falta, puede facilitar el proceso preguntando acerca del elemento ausente:

1. Pérdida de contexto o de "proyección": Si el cliente se ha descuidado en referir la experiencia a algún tipo de contexto situacional o histórico, el terapeuta puede preguntar acerca de ello:

¿De qué trata toda esta depresión?

¿De dónde viene este sentimiento en tu experiencia?

¿Qué es lo que no estabas justo entonces?

2. Perdida del proceso experiencial interno-corporal: Si el cliente no ha caracterizado la experiencia en términos internos o corporales, entonces el terapeuta puede preguntar:

¿Cómo se siente eso hay dentro de ti?

¿Dónde lo sientes en tu cuerpo?

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3. Proceso experiencial no simbolizado: Si el cliente ha descrito la experiencia sólo en términos globales ("raro" o "malo") o de ninguna manera lo ha descrito en palabras o a través de metáforas, el terapeuta puede proponerle que lo haga:

¿Cómo lo describirías, o cómo te lo imaginas?

¿Qué te dices a ti misma acerca de eso?

¿Cómo se siente eso de "raro" en tu caso?

4. Necesidades, deseos o tendencias a la acción perdidas: Si el cliente no ha hablado acerca de necesidades o tendencias a la acción asociadas a la experiencia, entonces el terapeuta puede preguntar también acerca de esto:

¿Cómo te gustaría que fuera?

¿Qué es lo que querrías hacer con ello o acerca de ello?

¿Qué es lo que ese sentimiento necesita?

Ayudar a los clientes a elaborar experiencias con los cuatro tipos de elementos pertenecientes a los esquemas de emoción, permite una exploración más completa de la experiencia, lo cual incrementa la probabilidad de que una clarificación o un darse cuenta útiles ocurran, y de que se acceda a los esquemas de emoción importantes, de modo que sean explorados.

Fases 4, 5 y 6: Resolución

En la tarea de exploración empática, el cliente se implica en el proceso exploratorio de redirección hacia el proceso experiencial interno, de re-experienciación, de búsqueda de límites, de diferenciación y de elaboración de dicho proceso, hasta que una de estas tres cosas sucede: a) un marcador claro de alguna otra tarea emerge, b) el cliente logra cierto grado de claridad o comprensión acerca de la experiencia, o c) se rinde y pasa a otra cosa. Como en otras tareas, varios grados de resolución son posibles, los cuales van de la resolución parcial a la completa, tal y como se indica en la tabla 7.1. La resolución parcial (correspondiente a la Fase 4), ocurre cuando el cliente logra cierta clarificación de su experiencia. Esto puede adoptar la forma de un marcador claro para una tarea más específica, el cual dirige al cliente hacia el trabajo preferente en ella. Una resolución más completa (correspondiente a la Fase 5), implica un mayor nivel de consciencia acerca de la experiencia (p. e., saber “de qué trata”) o una nueva comprensión de ella; esto se acompaña habitualmente de una apreciación o apropiación de esa experiencia ("¡Ahora sé de qué va esto!"). Finalmente, la resolución completa (Fase 6) comprende los elementos anteriores, pero está acompañada de una marcada sensación de alivio o de empoderamiento, y del conocimiento de qué es necesario hacer -si es que es necesario- en relación con esa experiencia.

Una vez que el cliente ha alcanzado esa claridad o una nueva comprensión acerca de la experiencia, el terapeuta le ayuda a explorar de igual modo esos movimientos o cambios experienciales, en ocasiones promoviendo el proceso natural de autorreflexión del cliente o el proceso de llevar adelante los cambios que han tenido lugar. Así, el terapeuta podría decir:

Así que ahora lo ves de manera diferente. Ya no está borroso; ahora sabes que se trata de una sensación real de decepción.

Es casi como si te quisieras ir de aquí y decírselo a él; hacerle saber cómo te sientes tú realmente por de lo que está ocurriendo en vuestra relación.

Como con todas las tareas, no obstante, el terapeuta no puede ni debería tratar de forzar al cliente para alcanzar un nivel de resolución para el cual esté no está preparado. En

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lugar de ello, el trabajo del terapeuta es estar atento y en busca de la posible resolución, y hacer las preguntas adecuadas, que ofrecen el cliente oportunidades para desarrollar una resolución mayor -si es que está preparado.

Fase de exploración empática Respuestas del Terapeuta

1. Marcador: El cliente expresa un interés personal en una experiencia que es potente, problematizante, incompleta, indiferenciada, global, abstracta, o expresada tan solo en términos externos.

Escucha y refleja posibles objetivos de exploración empática.

2. Iniciación de la tarea: El cliente identifica una experiencia en particular, como algo que merece ser explorado en más profundidad, y comienza a explorarlo.

Identifica y refleja una experiencia relativa a un problema.

Realiza preguntas exploratorias generales.

3. Profundización: El cliente vuelve la atención hacia el proceso experiencial interno; puede re-experienciar eventos pasados; busca en el límite de la consciencia y diferencia o elabora aspectos del proceso experiencial globales o incompletos.

Facilita la re-experienciación del cliente.

Refleja la experiencia emergente y aún poco clara.

Promueve la diferenciación y elaboración de la experiencia.

4. Resolución parcial: El cliente experimenta cierta clarificación de la experiencia, lo que puede incluir el surgimiento de un marcador de otra tarea (tal como una escisión por conflicto).

Ayuda al cliente a simbolizar la experiencia clarificada.

Propone trabajo a partir del marcador emergente.

5. Resolución más completa: El cliente expresa una sensación de comprensión más completa, de valoración positiva y de apropiación de la experiencia en su riqueza o complejidad propias (“Ahora ya sé de qué va todo esto”).

Ayuda al cliente a simbolizar y a permanecer en la nueva comprensión, apreciación y apropiación de la experiencia.

6. Resolución completa: En adición a lo anterior, el cliente también siente una marcada sensación de alivio, de empoderamiento o de determinación acerca de la experiencia (como saber qué hacer con eso).

Facilita al cliente la exploración y simbolización del cambio en el estado de ánimo o en la sensación de sí mismo.

Tabla 7.1. Proceso de resolución de la Tarea de Exploración Empática General para procesos experienciales relevantes para un problema.

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APRENDIENDO TERAPIA FOCALIZADA EN LA EMOCIÓN / Capítulo 7: Empatía y exploración

20 Traducción de Ciro Caro García / Dpto. de Psicología – Universidad Pontificia Comillas de Madrid

Pendiente de traducir:

AFIRMACIÓN EMPÁTICA DE LA VULNERABILIDAD

Procesos del cliente y del terapeuta en la afirmación empática de la vulnerabilidad

Fase 1: Confirmación del marcador

Fase 2: Profundización inicial

Fase 3: Profundización intensa y momento de “tocar fondo”

Fase 4: Resurgiendo hacia el crecimiento o la esperanza

Fase 5: Reconocimiento/Apreciación

Fase 6: Cambio positivo en el esquema del sí mismo (resolución completa)

PARA APRENDER MÁS ACERCA DE LA EXPLORACIÓN EMPÁTICA GENERAL Y SOBRE LA AFIRMACIÓN EMPÁTICA