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ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ I – Santiago Andrés Gómez “NOS ROBARON LA TIERRA, PERO NO NOS VAN A ROBAR EL AIRE” Por Santiago Andrés Gómez ( publicado originalmente en Revista Kinetoscopio, Vol. 7 – No 40, 1996 [sin especificar mes], pp. 90-99)

ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

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Page 1: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ I –

Santiago Andrés Gómez

“NOS ROBARON LA TIERRA,

PERO NO NOS VAN A ROBAR EL AIRE”

Por Santiago Andrés Gómez (publicado originalmente en

Revista Kinetoscopio, Vol. 7 – No 40, 1996 [sin especificar

mes], pp. 90-99)

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Marta Rodríguez

Desde cuando su viva sensibilidad apenas descubría el

mundo, Marta Rodríguez ha sido una observadora

acompañante de las gentes más humildes de nuestro

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pueblo. Al comenzar su carrera cinematográfica en 1965, el

cine documental recibía un impulso avasallador de cineastas

como Jean Rouch –su maestro– o Joris Ivens, quienes

recorrían el planeta y registraban el omnipresente conflicto

del hombre consigo mismo. Cercanos al oprimido y

cómplices por naturaleza del no escuchado, los

documentalistas de la calle y la montaña retrataron –y

fueron parte de– una época de levantamiento, con una

valentía y una decisión ejemplares; ejemplares, como es

obvio, para un mundo y una época como la nuestra, en la

que el video y el cine se realizan por lo general con

perspectivas de frivolidad olímpica, como un arte gélido y

desentendido de sus propios objetos, que son –que son

siempre– la fuerza de la vida, el abrazo del destino y su

perenne forcejeo. Conversamos al calor de un chocolate

santafereño acerca de esa gambeta inteligente que hace de

los cineastas del tercer mundo seres aguzados. La

convivencia, las cámaras prestadas y el video indígena son

nuestro tema.

Page 4: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

***

INFANCIA Y JUVENTUD: “LAS CONDICIONES EN LAS QUE SE

VIVE AQUÍ”

Santiago Andrés Gómez: Veo en el fondo el afiche de una

película de Raymundo Glayzer y recuerdo su destino, tan

trágico…[1] Pienso en todo lo que ha sido este camino del

cine popular, el cual, por ser tan peligroso para los hombres

de poder, sufre tantas persecuciones, tantos

ahogamientos… Ahora se dice que la izquierda murió y, sea

o no esto verdad, el caso es que todavía existen problemas

tremendos de injusticia y abandono social, más críticos aún,

puesto que lo que impera es un neoliberalismo indiferente,

un capitalismo salvaje, para utilizar los términos de aquella

película de Andrei Kotzel. Me gustaría que nos introdujeras

en lo que fue la lucha del cine popular, sus sueños y sus

realizaciones, todo desde tu experiencia, para llegar a lo

que estás haciendo ahora y a lo que se está haciendo en

toda América Latina con el video comunitario.

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Marta Rodríguez: Yo te podría decir que desde pequeña

conocí la pobreza. Mi padre murió antes de que yo naciera.

Él era sangileño, exportaba café. Mi madre era maestra de

pueblo, campesina pobre. Cuando mi padre muere, mi

madre pierde todo, se lo quita un hermano. Quedamos

entonces en una pobreza grande. Nos toca irnos a vivir a

Subachoque, a una finca en donde nos criamos y vivimos

hasta mis dieciocho años. Quizás este hecho de tener que

asumir desde muy pequeña la pobreza en unas condiciones

casi de miseria, de tener que trabajar, ordeñar vacas,

recoger leña y vivir en un sitio desde donde observaba las

fincas de recreo de las familias adineradas, soportar aquella

ausencia paterna que en mi familia ha sido una constante

porque los hombres se han muerto muy jóvenes, ver cómo

mi madre tenía que hacer frente a todo: a que nos

envenenaran los perros, a que nos corrieran las cercas, con

un revólver ella sola recorriendo la finca por la noche, con

cinco niños chiquitos… Eso y el ser educada en colegios de

monjas, lo cual fue un tiempo perdido en mi vida –eran

monjas a las que ni se permitía entrar a la universidad–, me

Page 6: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

hizo conocer muy de cerca las condiciones en las que se vive

aquí. Lo único bueno es que mi mamá vende la finca y nos

manda a Europa a estudiar, por nuestra cuenta y riesgo… A

los dieciocho años cojo un barco de esos grandes, italianos,

que van con inmigrantes… 26 días en ese barco, con

misioneros, con de todo, esos barcos eran increíbles… Llego

a Barcelona. Quería estudiar filosofía, pero no me dejaron

entrar porque me pedían latín, griego y pues yo… ¡en ese

colegio de monjas! Fui como asistente y aprendí muchas

cosas: historia del arte, muchas cosas… Me saqué un título

de sociología allí, que no significa nada, porque, imagínate,

en la España del franquismo… En el 57 me voy a París a

trabajar y a estudiar francés. Allí encuentro a los curas

obreros, al abate Pierre; trabajo con ellos en un centro de

acogida a obreros españoles que migran a trabajar en las

minas de carbón en Bélgica y a recoger remolacha en

Francia… Además estoy en el país del cine, comienzo a ver

cine documental y también comienzo a saber lo que luego

fue la teología de la liberación, con estos curas obreros, esa

iglesia comprometida, no la de las monjas de mi colegio…

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Camilo Torres en ese momento está en Lovaina estudiando

filosofía[2]. No lo conozco. Me hablan de él. Me dicen que

tiene un grupo de estudiantes. Pero yo tenía que trabajar,

mira: iba a la estación de Austerlitz a las cinco de la mañana

a recibir obreros, estudiaba francés en la Sorbona, cuidaba

niños por la tarde para pagar mi transporte y tenía que

enseñar español para que me dieran el cuarto… Yo

terminaba la jornada agotada. No tenía tiempo sino de

trabajar, porque yo me fui sin beca, sin ayuda de la familia,

sin nada. Mi mamá me dijo: “Si se va, usted se defiende”. Y

me fui.

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CON CAMILO: “APARECE LA SOCIOLOGÍA”

Regreso a Colombia en 1958. Camilo vuelve el mismo año y

llama a un grupo de sociólogos para hacer investigaciones.

Entonces yo me meto ahí y lo conozco. En 1959 se abre en

la Universidad Nacional el primer Departamento de

Sociología de Colombia. Yo entro a estudiar allí –el título de

sociología de la España franquista me parecía una absoluta

mentira– y se hace el libro La violencia en Colombia, de

Orlando Fals Borda, Gustavo Umaña Luna y el cura Guzmán,

que es el primer estudio sociológico de la violencia nacional.

O sea que aparece la sociología en Colombia, lo que es muy

importante. Orlando Fals Borda publica Campesinos de los

Andes y ya hay un movimiento para mirar científicamente la

violencia que se vive en ese momento –es 1959–. Camilo

quería estar en reforma agraria, quería estar en todo y nos

dijo: “Los que quieran se van conmigo al barrio Tunjuelito a

alquilar una casa y a crear un centro comunitario”. Entonces

se crea MUNIPROC, Movimiento Universitario de Promoción

Comunal, formado por sociólogos, arquitectos, abogados,

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psicólogos… Camilo me dice: “Marta, ¿usted qué sabe

hacer?”, yo le digo: “Soy maestra, alfabetizo niños”.

Entonces hacemos una escuelita dominical y me empiezan a

llegar todos estos niños con las manitos fracturadas… Yo me

fijo de dónde vienen y ahí nace Chircales[3]. Decido

estudiar cine, porque digo: “Esta realidad”… Eran imágenes

como del Medioevo. Yo había tenido un novio suizo, Roger

Rickerman… Él decía que era una rata de cineclub. ¡Sabía de

cine…! Me metió mucho en el cine, me regalaba libros,

íbamos a cineclubes, fue la persona que me metió en el

cine, mucho, mucho… Él era muy amigo de Camilo,

trabajaba en Tunjuelito conmigo y hacía planos –esta casa

me la hizo él–, porque Tunjuelito no tenía servicios públicos,

no tenía sardineles, era un barrio de invasión… Y yo veo

esas imágenes de los chircales que no olvido… Sobre todo

los hornos, porque ponían unas rampas de madera y a los

niños, a la edad en que pudieran caminar, los hacían subir

por esa rampa con una cincha en la cabeza para sostener en

la espalda el ladrillo. ¿Tú sabes lo que es ver eso? Había que

mostrar esa realidad. Entonces me quedo en Colombia

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hasta el 61, cuando me voy a París a estudiar cine y

etnología. Porque me salí de sociología en la Nacional: era

mucha estadística, mucha matemática… En cambio estudié

dos años de antropología allí, antes de irme a París. Yo

quería entrar al IDHEC, la Escuela de Altos Estudios

Cinematográficos, pero no me admitieron porque había que

pasar por exámenes dificilísimos y tener una formación de

bachillerato francés. Entonces entro al Museo del Hombre a

sacar mi certificado de etnología y aparece mi maestro, Jean

Rouch.

EN LA PRÓXIMA ENTREGA:

CON ROUCH: "UNA FORMACIÓN PARA EL TERCER

MUNDO";

CON JORGE [SILVA]: "Y COMO ERA LIBRE"...

[1] Raymundo Glayzer, cineasta argentino del Grupo Cine de la Base, desapareció en los primeros días del régimen del General Videla, en 1976. No se sabe nada de su paradero, con excepción de las confesiones que hicieron los militares argentinos sobre lo que hacían con los desaparecidos: los

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torturaban, los lanzaban al mar, los desaparecían. Véase el artículo de Julián David Correa publicado en Kinetoscopio 40.[2] Camilo Torres es una figura esencial en la vida política y social de la Colombia del siglo XX. Sacerdote inquieto y agitado por las injusticias sociales, Torres participó en muchísimas investigaciones, en toda clase de movimientos comunales, hasta que fundó el movimiento político Frente Unido y finalmente decidió, luego de recorrer el país, irse al monte al lado de la guerrilla del ELN, en donde fue abatido en su primer combate, en 1966.[3] Chircal es el lugar donde se moldean y cuecen los ladrillos. En los chircales a los que hace referencia Marta, los obreros trabajaban de una manera muy semejante a la del sistema feudal: vendiendo su fuerza de trabajo por una vivienda y una alimentación sumamente precarias, sin ningún tipo de derechos laborales ni civiles.

Sacado de: http://maderasalvaje.blogspot.com/2013/04/entrevista-amarta-rodriguez-i-nos.html el 16 de abril de 2013

ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ II

“NOS ROBARON LA TIERRA,

PERO NO NOS VAN A ROBAR EL AIRE”

Page 12: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

Por Santiago Andrés Gómez (publicado originalmente en

Revista Kinetoscopio, Vol. 7 – No 40, 1996 [sin especificar

mes], pp. 90-99)

Marta Rodríguez

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CON ROUCH: “UNA FORMACIÓN PARA EL TERCER

MUNDO”

Marta Rodríguez: Mis compañeros son muchos africanos –

lógico, porque África era colonia francesa– y muchos

latinoamericanos. Allí estaban Tomás Pérez Turrent, Paul

Leduc, Néstor Almendros… Y Rouch nos dice: “Les voy a dar

una formación para el Tercer Mundo, porque ustedes se

van a África, a América Latina, en donde no hay industria ni

hay nada. Tienen que empezar de cero”. Entonces nos dan

unas de esas cámaras de Joris Ivens, unas Bell & Howell, nos

dan película, nos enseñan los principios básicos para filmar

y salimos a filmar por París… Teníamos un laboratorio y allí

revelábamos. Un profesor nos daba sonido. Y nos dejaban

una cámara. Yo cogía mi cámara y me iba a filmar. Hice un

documentalito del mercado de las pulgas en París, con

Tomás Pérez Turrent. Yo vivía en la ciudad universitaria al

lado de la Casa de México, donde vivían Paul Leduc y Pérez

Turrent… Y el pintor Toledo, tan famoso ahora en México…

Page 14: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

Íbamos a cine muchísimo: yo al mismo tiempo estudio

etnología, pero de verdad me meto es en el cine.

Entrábamos a la cinemateca todos los días, desde las seis de

la tarde hasta la una de la mañana. Salíamos corriendo a

coger el último metro…

Santiago Andrés Gómez: ¿Qué cine te llamó la atención?

A propósito de Niza (À propos de Nice, Vigo, 1930)

MR: El documental, como por ejemplo Las hurdes, de

Buñuel, A propósito de Niza, de Vigo… Vigo para mí era el

maestro. A propósito de Niza es ya todo un ensayo sobre la

sociología de la imagen. Jean Vigo fue el primero que hizo

Page 15: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

cine social. Y era un poeta. En esa época hubo un encuentro

importante… Yo llego a París en un momento clave. Es 1961

y acaba de tener premio en el Festival de Cannes la película

de Rouch y Morin Crónica de un verano. Arranca el Cinéma-

Vérité. Además comienza un movimiento de cine

latinoamericano muy fuerte. Y en Sestri Levante, un

pueblecito de Italia, unos curas hacen un festival de cine

latinoamericano. Allá nos invitan, yo voy con Santiago

García, que estaba en Europa, y descubro ese movimiento:

veo la primera película de Glauber Rocha, Barravento, veo

el cine de la Revolución Cubana, porque va Alfredo Guevara,

el teórico del ICAIC… Es el primer cine cubano después de la

Revolución… Y veo allá, en Italia, Raíces de piedra, de

Arzuaga, que es, además, una película sobre los chircales…

Entonces imagínate lo que es para mí ver ese cine

colombiano allí y todo ese cine latinoamericano,

comprometido con su cultura… Ver esas imágenes de

Barravento fue para mí algo… algo que no olvido… Y mi

maestro Rouch, junto con el sociólogo Edgar Morin, acaba

de tener ese premio en el Festival de Cannes, junto con

Page 16: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

Hiroshima mon amour. Ellos retoman todas las teorías de

Vertov, del cine-ojo, de la cámara-ojo… Es el Cinéma-

Vérité… Es un movimiento teórico que aparece al mismo

tiempo que la revolución tecnológica: los micrófonos

ligeros, las cámaras ligeras… Godard hace Sin aliento, que

ya es salir a filmar en la calle, Belmondo improvisa… Ya las

cámaras no son esas cosas grandotas que hay que mover

con mucho esfuerzo, no: hay micrófonos ultrasensibles y la

cámara AATON, a la que llamamos “el gato”, porque te la

puedes poner en el hombro, como un gato; es la cámara

ideal para el documental. Y son dos personas, el sonidista y

el camarógrafo, unidos, como decía Rouch, por un cordón

umbilical. Entonces en la UNESCO, en París, hay un gran

encuentro al que llega gente de Nueva York, de Italia, de

Canadá, sobre Cinéma-Vérité… Viene Leacock, quien filmó

ese documental sobre la campaña de Kennedy, Primary.

Llegan los hermanos Maysles; llega Ruspoli, de Italia; llega

Michel Brault, de Canadá, un documentalista excelente que

trabaja con Rouch… Están todos los teóricos… Es una

revolución en el cine. En ese momento llego yo a París,

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fíjate. Un momento definitivo: se quería cuestionar todo. Ya

no era ese cine con grandes actores, con grandes estrellas,

como Les enfants du paradis…

Jean Rouch (1917-2004)

SAG: Era el Neorrealismo con unas posibilidades

tecnológicas mucho más ventajosas.

MR: Era el Neorrealismo con una visión mucho más

revolucionaria e innovadora, como Godard. Yo, al fin, dejé

Page 18: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

mi certificado de etnología a un ladito… Porque era una

etnología muy teórica y que no tocaba lo que a mí más me

interesaba… No tenía que ver nada con América Latina, más

bien con África, porque como los franceses tenían colonias

en África… No se estudiaba la problemática que a mí más

me interesaba, sino una teoría muy esotérica, muy

científica. Y yo nunca he sido por ese lado. Regreso en el 65

y me encuentro con Camilo, quien está de profesor en la

Nacional y lanza su proclama política, frente a la cafetería

de la Nacional… Allí se paró a leer su proclama. Yo estaba

ahí y no tenía cámara en ese momento… para haberlo

filmado… Aunque yo ya estaba filmando: Manuel Zapata

Olivella me había conseguido un puesto en el Distrito para

hacer unas películas sobre recolección de basura. Tuve

entonces una cámara, tuve película y comencé a trabajar

con los barrenderos, me fui a sus barrios a ver cómo

trabajaban, cómo vivían… Y viviendo con ellos, registrando

cómo hacían la recolección de basuras…

CON JORGE: “Y COMO ERA LIBRE”…

Page 19: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

SAG: ¿Terminaste esas películas?

MR: Sí, yo terminé esos documentalitos… Estoy en la

Nacional estudiando antropología –ya que quiero terminar

la carrera–, he entrado a la Alianza Francesa a tomar un

curso de literatura francesa, hacemos un pequeño cineclub

y un día en el que vamos a presentar El Sena encuentra a

París, de Ivens, veo un grupo de muchachos ahí en la

cafetería. Yo me acerco y les digo: “Vengan a ver, que está

Joris Ivens”. Y ahí está Jorge. Jorge me dice: “Marta, yo

también hago cine. Yo hice Los días de papel”. Los días de

papel era una película autobiográfica de Jorge sobre la

infancia, la pobreza, la soledad, el frío, el hambre… Jorge

era de un origen totalmente proletario. Había carecido de

todo, de todo…

SAG: ¿Cómo llegó él a hacer Los días de papel?

Page 20: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

Jorge Silva

MR: Él se unió con Enrique Forero, un amigo igual de pobre

a él… Hicieron cooperativa. En esa época se hacía cine

porque se hacía cooperativa.

SAG: En ese momento él estaba dedicado a la fotografía…

MR: No, en ese momento Jorge estaba dedicado a la

literatura. Eso fue una parte de su vida muy importante.

Estaba escribiendo una novela que se llamaba Un largo viaje

Page 21: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

hacia la noche. A él lo marcó para toda su vida su

experiencia en un amparo de niños… Los corredores

helados, el hambre… Les daban frijoles podridos, o papas

todas gorgojeadas. En la noche hacían los niños hogueritas y

cogían una papita y la calentaban y le daban vuelta; una

hora con la papita, mirándola al fuego, como… como

sacándole el saborcito a algo, ¿no…? Lo que más recuerda él

es haberse separado de la mamá, porque la quería mucho…

Y ella iba a visitarlo y cuando se iba, él sentía la soledad. Él

quería hacer una película sobre eso: el hielo de Bogotá, la

soledad, el hambre que era tenaz, tenaz. El día de Navidad

iba una señora de esas benefactoras y les llevaba dulces,

regalos, no sé, una vaina así… Una vida muy dura. Él venía

de Girardot, tierra caliente, y lo meten en un albergue de

Bogotá. Y la novela se perdió, maldita sea, se perdió. La

amarró con una corbata y la dejó en la casa de un supuesto

tío, un tipo que le daba un cuarto porque le tomó cariño al

verlo siempre leyendo en la Luis Ángel Arango. Jorge se

mantenía leyendo en la Luis Ángel, todo el día. Como no

estudió, decidió leer. Y esa era su vida. Decía: “Para

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mimetizar el hambre, tinto y cigarrillo”. ¡Y era flaquito!

Mejor dicho: él no trabajaba porque su vida era leer o

escribir… Él no tenía un trabajo así como… una oficina, o

algo así, no, no, no. Él no servía para eso. Tomaba fotos. Y

como era libre y no tenía trabajo, yo le dije: “Jorge, camine,

yo tengo un proyecto para hacer una película sobre los

chircales”, y él me dijo: “Nos vamos”. Y nos fuimos cinco

años a los chircales.

EN LA PRÓXIMA ENTREGA,

CHIRCALES: “LLEGAR AL SER HUMANO”,

PLANAS: “NUESTRA REALIDAD TERRIBLE”

Sacado de: http://maderasalvaje.blogspot.com/2013/04/entrevista-marta-rodriguez-ii.html el 16 de abril de 2013.

ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ III

“NOS ROBARON LA TIERRA, PERO

NO NOS VAN A ROBAR EL AIRE”

Page 24: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

Marta Rodríguez: ¿Y cómo empezamos la película?

No había cámara, no había grabadora. Entonces Jorge

entra a trabajar con Hernando Oliveros, un fotógrafo

profesional muy bueno. Él nos presta una cámara de

fotos y empezamos a ir durante unos seis meses a

buscar una familia, a conocer una familia, la familia

Castañeda, a hacer fotos y a hacer un pequeño guión.

Presentamos un proyecto a la Casa de la Cultura, en

donde estaba Santiago García, y yo acudo a un señor

que me había dicho en París: “Marta, cuando quiera

hacer cine dígame, que yo le ayudo”. Con ese apoyo

conseguimos cámara y laboratorios. Ahora, yo había

aprendido con Rouch una metodología... No podíamos

estar allá creando un caos con aparatos que ellos no

conocían. Esos lugares se llamaban “haciendas” y

eran muy controlados. Si tú ibas a entrar tenías que

pedirle permiso a unos terratenientes, los dueños de

todas esas tierras gredosas de las montañas del Sur.

Un periodista amigo me presentó a los dueños.

Hablamos con ellos y nos tocó hacer lo que le toca a

los cineastas de América Latina: uno tiene que

Page 25: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

inventar formas de entrar diciendo mentiras. Yo dije

que era una lingüista, que quería hacer un estudio

lingüístico. Me dieron permiso. Después era necesario

conocer una familia, que la familia nos aceptara, que

supiera por qué estábamos allá, qué estábamos

haciendo... Eran muy vigilados, muy controlados. Su

vida era así: el dueño de la tierra le arrendaba a otro y

este los contrataba a ellos. Había entonces un dueño,

un arrendatario y la familia. Había que manejar todas

esas formas de poder. Yo quería vivir allá pero no

pude. Me iba con Jorge muy temprano, a las ocho de

la mañana. Recogíamos en la 45 la cámara y la

devolvíamos a las seis de la tarde, porque eran

cámaras para filmar cosas oficiales, del gobierno... Y

cuando no había cámara, ¡pues no había! Era una

Bollex 16 mm, muy vieja, no era reflex[1]... Y como yo

había aprendido con cámaras viejas, me sirvió mucho.

Uno corregía: la cámara tenía un visor al ladito y uno

corregía el paralaje, una cosa que me había enseñado

el viejo Rouch, porque él nos daba cámaras de esas

de la Guerra... Jorge había hecho su película con un

Page 26: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

camarógrafo de televisión, lo cual se acostumbraba en

esa época, y me dijo: “Marta, llamemos a un

camarógrafo de la televisión”. Yo dije: “¡Jamás!” Rouch

me había dicho: “La cámara la hace usted, el sonido lo

hace usted, la edición la hace usted... Como van al

Tercer Mundo y allá no hay industria, aprendan a

hacer todo”...

Marta durante la filmación de Chircales (Rodríguez & Silva, 1965-1971)

Como un antropólogo que sigue los principios de

Astruc, la cámara-estilógrafo: tú haces notas con la

cámara, vas recogiendo. ¿Por qué empezamos en

Page 27: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

Chircales? Por la tecnología: cómo se hace el ladrillo,

primero se bota el barro, etc. Eran preguntas que no

molestaban mucho. Al cabo de que nos conocemos

podemos hablar de la vida política, de la vida sexual...

Un periodista suizo vino a entrevistar a Camilo y yo le

compré la grabadora. Con esa grabadora hicimos todo

el sonido. Y nos quedamos cinco años. A mí me dieron

un puesto en la Embajada de Francia, para manejar la

cinemateca. Y me pagaban muy bien. Con esa plata

compraba película: platica que llegaba, película que

compraba, en la televisión, a $ 25 los cien pies. A la

embajada llegaban cintas de radio de ¼ de pulgada y

como con eso no hacían nada, con ellas hice el sonido

de la película. O sea que la Embajada de Francia me

ayudó en todo, casi la produjo. Tenían un moviescope

y ahí la editamos... Fue algo totalmente artesanal. La

primera versión quedó de hora y media. La

presentamos en un festival de cine latinoamericano

que hubo en Mérida, posterior al famoso Festival de

Viña del Mar[2]... Este también fue muy importante, el

Festival de Mérida. Nuestra primera versión duraba

Page 28: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

una hora y media y se llamaba Chircales 68. El sonido

era aparte, en una grabadora... Así la presentamos e

impresionó muchísimo, se habló mucho de ella, de la

metodología... Porque era una forma de hacer

antropología que permitía conocer la realidad en un

nivel muy profundo: convivir cinco años para conocer a

una familia, para conocer al ser humano, no con una

encuesta, ni como el periodista que graba en un día y

cree mostrar la realidad... Es llegar al ser humano, a

las costumbres, a las vivencias... Son muchas cosas

las que uno comparte en cinco años. Luego

regresamos de Mérida y Gustavo Pérez, un cura

amigo de Camilo, monta el ICODES, Instituto

Colombiano de Desarrollo Social, el primer laboratorio

profesional de cine que hubo en Colombia. Allí hay

moviola, hay salas de sonido... Ya no son dos tipos

que saben revelar blanco y negro para un noticiero, ya

es una empresa...

PLANAS: “NUESTRA REALIDAD TERRIBLE”

Page 29: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

Planas, testimonio de un etnocidio (Rodríguez & Silva, 1971)

Yo seguía en la Nacional estudiando antropología y

llega allí Gustavo Pérez con un cura González, que

trabajaba con los indígenas en los Llanos,

denunciando que hay una masacre de indígenas en

los Llanos, que están masacrando y torturando

indígenas... Yo les digo: “Oigan, yo voy a filmar” y ellos

me dicen: “Bueno Marta, salga mañana. Le damos lo

que necesite”. Entonces nos vamos Jorge y yo y

filmamos Planas, testimonio de un etnocidio, que ya

es otra metodología: recorrer en quince días los Llanos

recogiendo testimonios de torturas, desapariciones,

violaciones, niños abaleados. Me encuentro con la

Page 30: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

tortura. Eso cambia mi visión de antropóloga

completamente: a raíz de Planas yo hago una

antropología totalmente distinta. En la Nacional no

estudiábamos lo que sucedía con los indígenas,

estudiábamos Mircea Eliade, Levi-Strauss –yo había

sido alumna de Levi-Strauss en Francia–... No

interesaba nuestra realidad terrible. Y voy a los Llanos

y encuentro indígenas asesinados, torturas brutales,

desapariciones... Me digo: la antropología no puede

ser toda esa teoría ajena... Por eso jamás me gradué,

nunca quise un título: porque mis profesores no decían

nada cuando había una masacre así de terrible. Se

quedaban calladitos. Eran científicos. Es Camilo quien

viene a ser la guía nuestra en toda aquella época. Ya

él está en la vida política, ya existe el Frente Unido. Yo

lo acompañé hasta que se perdió. “¿Dónde está

Camilo?”, preguntaba todo el mundo... Hasta que llegó

el mensaje de las montañas. Jorge me decía: “Marta,

filmemos las giras de Camilo ya”. Pero nadie nos

ayuda, hermano. Nadie nos ayuda. Queríamos

filmarlas. Planas la podemos hacer rapidito porque

Page 31: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

este cura González nos ayuda, con ella ganamos un

premio en Cartagena y con la plata hacemos una

nueva edición de Chircales en ICODES, porque hora

y media en documental es muy largo. Queda de 42

minutos, la dejamos bien acabadita, vamos a un

festival en Alemania Democrática y nos ganamos la

Paloma de Oro... Y el premio de la Federación de la

Crítica... ¡Y empiezan a hablar de esa película...!

También llevamos Planas y también se gana la

Paloma de Oro compartida con Chircales...

Santiago Andrés Gómez: ¿También?

Chircales (Rodríguez & Silva, 1965-1971)

Page 32: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

MR: ¡Sí! El primer premio a Chircales se lo habían

dado en un encuentro de urbanistas aquí en Bogotá. Y

va a Oberhausen y tiene tres premios y va a Finlandia

y tiene premio y va a México y tiene premio y tiene

premio aquí en Colombia y comienzan a reconocer un

trabajo... Y me dicen: “Es un clásico”, “es un clásico”,

todo el mundo en Alemania: “Oiga, es un clásico”... Y

yo digo: “Hermano, ¡si es la primera... y se hizo... con

nada...!” La televisión sueca nos la compra, la pasan

tres veces por petición del público y nosotros ya

podemos comprar una Bollex, una Nagra, un equipo

propio. Y nos quieren producir: “Hagan otro

Chircales”. Todo el mundo: “Hagan otro Chircales”. Y

yo quería hacer Gamines, porque Jorge había vivido

en la calle y conocía muy bien el mundo de los

gamines. Él había dormido en la calle mil veces. Y era

un tema que me apasionaba. Pero llega un señor

llamado Arturo Alape...

EN LA PRÓXIMA ENTREGA,

CAMPESINOS: “UNA TRANSACCIÓN”;

Page 33: ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ, por Santiago Andrés Gómez I

NUESTRA VOZ DE TIERRA: “NO SOLO ES HACER

CINE”...

[1] En una cámara reflex la imagen que se ve por el visor es igual a la que quedará en la cinta, gracias a un juego de espejos, un prisma, que hay adentro de la cámara. En las cámaras que no son reflex, como la que menciona Marta, la imagen que se ve por el visor está corrida varios centímetros, por lo cual la composición de la imagen se hace más difícil.[2] El II Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de Viña del Mar, en 1969, es ya legendario. En él se presentaron películas como Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea, Tres tristes tigres, de Raúl Ruiz, El chacal de Nahueltoro, de Miguel Littín, Antonio das mortes, de Glauber Rocha, La hora de los hornos, de Fernando Solanas y Octavio Gettino, La sangre del cóndor, de Jorge Sanjinés, Lucía, de Humberto Solás, Valparaíso mi amor, de Pedro Chaskel... Como quien dice, los mayores clásicos del cine latinoamericano.

Sacado de: http://maderasalvaje.blogspot.com/2013/04/entrevista-marta-rodriguez-iii.html el 16 de abril de 2013.

ENTREVISTA A MARTA RODRÍGUEZ IV

“NOS ROBARON EL AIRE, PERO NO NOS VAN A ROBAR LA TIERRA”

Por Santiago Andrés Gómez (publicado originalmente en Revista Kinetoscopio, Vol. 7 – No 40, 1996 [sin especificar mes], pp. 90-99)

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 Marta Rodríguez

CAMPESINOS: "UNA TRANSICIÓN"

Marta Rodríguez: Jorge siempre quiso trabajar el tema de la violencia porque cuando él ya estaba aquí en Bogotá le tocó vivir el 9 de abril en la Candelaria, que

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fue tan tenaz... Él quería hacer una película sobre el tema de la violencia. Entonces nos vamos con Álape a filmar Campesinos en la zona del Tequendama, sobre las luchas de los años treinta. Yo quería hacer Gamines, pero hicimos al fin esta que fue como una transición del mundo urbano al rural. Es en los setenta y comienza el movimiento agrario. Hay tomas de tierra en Sucre, tomas de tierra en el Cauca, tomas de tierra en todo el país, porque Carlos Lleras, “El Enano”, el presidente, hizo la ANUC, Asociación Nacional de Usuarios Campesinos y por la radio se decía: “Inscríbase en su vereda en la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos”... Entonces comienza ese movimiento agrario en todo el país. La gente comienza a recuperar la tierra, se crea el CRIC, Consejo Regional Indígena del Cauca... Campesinos muestra cómo fueron las luchas de los años treinta en la hacienda cafetera, en el Tequendama. Los campesinos del Partido Comunista nos piden que hagamos una película testimonial y los viejos, que ya se están muriendo, empiezan a contar historias de cómo lucharon en las haciendas, cómo fueron las ligas campesinas de los años treinta. Y ya es con una persona de afuera que entra al equipo: Arturo Álape. Acabamos Campesinos, que no fue una película así como muy fuerte, fue como una transición, como un ensayo para que Jorge profundizara en su tema de la violencia... Él sigue trabajando con Álape ese tema y al mismo tiempo nos ponemos a filmar por todo el país: que hay un encuentro campesino en Caldas, que hay una toma de tierras en Sucre... Nos

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vamos a Popayán a filmar el nacimiento del CRIC. Hay mucho trabajo con la ANUC. Pero llega una gente muy sectaria, muy rara, a la ANUC, como para acabar con ella. Gente que quería crear una disidencia, enfrentar al grupo. Y un cineasta ahí incomoda mucho –nosotros filmábamos todo–. Nos echan. Nos dicen: “Váyanse. Entreguen los negativos”. Y Jorge les responde: “Un cineasta jamás entrega sus negativos. Adiós”. El movimiento agrario se disuelve por esta gente, los indígenas y los campesinos se separan en un famoso congreso en la Costa, en Tomala, y nos vamos al Cauca y nos quedamos siete años haciendo Nuestra voz de tierra: memoria y futuro.

NUESTRA VOZ DE TIERRA: “NO SOLO ES HACER CINE”...

Nuestra voz de tierra: memoria y futuro (Rodríguez & Silva, 1976-1981)

Nosotros ya nos conocíamos de tanto haber filmado con los indígenas. Lo que queríamos era filmar cómo

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una cultura indígena asume un programa de siete puntos para recuperar su tierra y su historia, volviendo a Quintín Lame, quien luchó en los años treinta. Aquí la metodología es otra, porque los indígenas son una cultura en la que hay un yo colectivo; ya no es una familia sola en un chircal, en donde hay mucho individualismo. Como tenemos que conocer una cultura que no es urbana sino caucana, andina, algo que nosotros no éramos, nos quedamos siete años. Todo lo que filmamos lo ven ellos, de noche. Así, el indígena fue viendo la imagen. Muchos era la primera vez que la veían, muchos.

Santiago Andrés Gómez: ¿Cómo reaccionaban?

MR: La primera reacción es de risa: “Me reconozco, reconozco a mi compadre”. La segunda, porque se veía muchas veces, es de análisis: “Mire, recuperamos esta tierra”... Así se va avanzando. De ahí parte todo lo que estamos haciendo ahora. Esa fue la semilla para que hoy ellos digan: “Compramos cámaras de video y hacemos cine, video”. Nuestra voz de tierra es una de nuestras películas más logradas, con Chircales. Porque para nosotros no solo es hacer cine: uno hacía solidaridad, uno hacía manifestaciones, uno trabajaba y vivía con ellos. Nos metíamos en su mundo mítico. En Chircales era el mundo del migrante boyacense, su concepción mágica de la política, de la religión. “¿Por qué soy liberal? Por la sangre derramada en la guerra”... “¿Por qué soy conservador? Por el manto azul de la Virgen”. La hipótesis de Chircales es de Marx y dice: a un nivel de tecnología muy primitiva,

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como era el de los chircales, corresponde un nivel ideológico igualmente primitivo. El indígena es muy distinto: tiene una tradición de lucha, tiene a la Gaitana, tiene a Quintín Lame, tiene su propia cultura ancestral, su ideología y sus raíces... El indígena ama la tierra. En cambio en los chircales se odiaba el barro, porque era muy agresivo con ellos.

SAG: Para adentrarse en ese mundo simbólico hay que hacer ficción por momentos.

El diablo, en Nuestra voz de tierra: memoria y futuro (Rodríguez & Silva, 1976-1981), con la máscara diseñada

por Pedro Alcántara, del Teatro Experimental de Cali (TEC)

MR: En Chircales no. En Chircales las cosas se dan como son. Pero en el Cauca nos cuentan un mito de la llegada del español. Entonces Jorge y Marta tienen que acudir a la ficción, con actores. Era el mito de la Huecada, que representaba la lucha que se estaba dando en el Cauca en ese momento. Había unas reses y esas reses se perdieron un día... Y dos indígenas

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fueron a buscarlas y encontraron que las tenía el diablo en un corral cercado por rocas, en cuyo portal había un perro. Era un mayordomo con forma de diablo y el diablo es como los terratenientes y los terratenientes son como el diablo y como los carabineros –vemos que el indígena no ha perdido el trauma de la conquista–. El mayordomo tenía extraños espuelines de hierro, como el conquistador y con el perro del conquistador. ¡En ese mito está vivo todo el trauma de la conquista! Cuando lo cuenta, el indígena lo revive. Como tenemos que filmarlo hablamos con los del TEC[1], de Cali, que están en Bogotá presentando La bala de plata, de Enrique Buenaventura. Tienen un uniforme parecidísimo a lo que necesitamos, yo tengo la levita de un tío, Pedro Alcántara hace una máscara, Ricardo Duque hace todo el maquillaje y Fernando Vélez viene a la hacienda y hace el papel de terrateniente. Y los indígenas lo toman como terrateniente. Un día hicimos un sociodrama y Fernando Vélez entró con una pistola que se ponía al cinto y les gritó a los indígenas: “¿Por qué no trabajan?! ¡¿Por qué están ahí aplastados?! ¡Trabajen!” Y ellos le respondieron: “¡¿Y usted por qué no nos paga?! ¡Páguenos!” ¡Y lo arrastraron, le tiraron el cubilete y le dieron una paliza! (Risas) ¡Lo identificaron con el terrateniente...! Ellos nombran un comité para que nos asesore a Jorge y a mí en la hechura de toda la película. Ven cada cosa en la moviola y analizan y deciden. Es un cine popular: “¿No hay cabildo? Hay que filmarlo”. Sin cabildo, que son sus autoridades, no hay película. Ellos se dan cuenta

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de la importancia de la imagen, de que la imagen exista. Llega Turbay al poder y la tortura se generaliza. Comienzan a matar líderes, seguido. Hacemos una película de veinte minutos que nos piden ellos que se llama La voz de los sobrevivientes, para el Tribunal Russell, en homenaje a un gran líder paez que mataron, Benjamín Dindicué, alguien a quien nadie ha olvidado, importantísimo en el Cauca. Los terratenientes contratan pájaros para matar las cabezas de la organización. Al CRIC le hacen una represión tremenda. Hay un foro en Bogotá por los Derechos Humanos, convocado por todas las fuerzas democráticas de Colombia, porque la tortura ya es oficial. El M-19 se roba las armas del Cantón Norte. Nosotros entregamos una copia de la película a los indígenas y ellos la llevan por cada vereda para educar, pero los militares se la quitan diciendo que los hemos mostrado como el diablo, que hemos irrespetado a la Iglesia... Se la quitan con proyector y todo. Nosotros entonces tenemos que darles una segunda copia. Daniel Piñakué y Antonio Palechor, que son futuros videístas indígenas, llevan la película por muchas partes. Palechor compra una cámara beta y empieza a filmar ceremonias, fiestas... El CRIC abrirá un departamento de comunicaciones y Palechor entrará allí. Así comenzará el video indígena en el Cauca.

EN LA PRÓXIMA ENTREGA,

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AMOR MUJERES Y FLORES / NACER DE NUEVO: “UNO ENCUENTRA QUIZÁS MÁS FUERZA EN LA

POESÍA”,MEMORIA VIVA Y EL VIDEO INDÍGENA: “ESA

NECESIDAD DE RECONOCERSE”

Sacado de: http://maderasalvaje.blogspot.com/2013/04/entrevista-marta-rodriguez-iv.html el 18 de abril de 2013.