12
I. Una Teología Bíblica De Evangelización A. Jesús Y La Evangelización 1. JESÚS Y LA BUENA NUEVA [1] “Después que Juan fue entrega- do, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: ‘el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva’ ” (Mc 1:14-15). Esta es la primera imagen que Marcos nos da de Jesús, cuando empieza su ministerio público. Jesús es el que proclama el Evangelio. Al ser Marcos el primer evangelista que escribe un evangelio, esta es la primera imagen bíblica de Jesús en su vida pública. [2] Marcos pinta este retrato inicial de Jesús con el verbo “proclamar” (κηρυσσειν) y el sustantivo “evange- lio” (ευαγγλιον). Ambas palabras son significativas. Cuando Isaías habla del retorno del pueblo de Dios a la Tierra Prometida, termina- do el exilio de Babilonia, el profeta usa la palabra מבשר, es decir, “el que porta buena nueva” (Is 40:9 y 41:27). Cuando el bosqueja el retra- to de ese mensajero, el profeta dice: “Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: ‘Ya reina tu Dios’ ” (Is 52:7). 1 [3] En estos tres lugares, Isaías nos dice que Dios triunfa sobre el mal. Dios rompe el yugo de la opresión. Libera a su pueblo. Establece su reino. Todo esto ocurre a través de la palabra del que hace el anuncio, “el que porta buena nueva.” 2 [4] En el tiempo en que Marcos viene a escribir su evangelio, “el que porta buena nueva” (מבשר), o “el que evangeliza”, viene a ser un tér- mino técnico en el judaísmo palesti- no, para aquel que inagura la era mesiánica. Al describir a Jesús en el preciso comienzo de su evangelio con este lenguaje, Marcos presenta a Jesús como el Mesías portador de la buena nueva que alegra a la humanidad. [5] Cuando Mateo registra la activi- dad de Jesús después de un largo período de tiempo, dice: “Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva…” (Mt 4:23; cf. Mt 9:35). En el evangelio de Lucas, las multitudes de Cafarnaún están tan impresionadas por todos los mila- gros que Jesús hace en su ciudad, que intentan retener a Jesús. A la respuesta de Jesús, “También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva… porque a esto he sido enviado,” Lucas añade esta nota: “E iba predicando por las sina- gogas de Judea” (Lc 4:44). Para Mateo y Lucas, la evangelización, esto es, la proclamación del Evangelio, resume la actividad de Jesús. [6] Lo que impresiona a Mateo, Marcos y Lucas, y que ellos quieren que nos impresione, es el hecho de que todo lo de Jesús: predicación, enseñanza, exorcismos, milagros, actos de compasión y perdón, proclama el Evangelio. La misión de Jesús es la buena nueva. Todo lo que hace para hacer presente el reino de Dios, es evangelización. [7] En la primera visita a Nazaret durante su ministerio público, Jesús expone su misión. Marcos y Mateo registran este hecho en su contexto histórico. Ellos sitúan bien esta visi- ta dentro del ministerio público de Jesús. En cambio Lucas no. El tercer evangelista sitúa deliberadamente este hecho, como el primer relato del ministerio público de Jesús. Para Lucas, el hecho es programático. Eso descubre el significado de todo lo que sigue. [8] Jesús sale renovado de su bautismo en las aguas del Jordán. El Espíritu descendió sobre Él. Ya ha gastado años en preparación. Ha estudiado cuidadosamente las Escrituras del Pueblo Elegido. El ha aprendido de ellas y de su diálogo íntimo con el Padre en oración, cual era su misión a cumplir. Jesús sabe que tiene que cumplir las antiguas profecías. El sabe que el plazo final, el último decreto de Dios, se cumple ahora a través de Él. [9] En la sinagoga de Nazaret, Jesús está delante del pueblo que lo conoce bien, para revelarles lo que ellos no pueden por sí mismos. Deliberadamente abre el pergamino de Isaías, en el pasaje donde el pro- feta, lleno del Espíritu, habla de los últimos días. Lee los dos primeros versículos del capítulo 61: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar Evangelización: Gracia y Vocación + ARTHUR J. SERRATELLI, STD, SSL, DD, OBISPO DE PATERSON

Evangelización: Gracia y Vocación - rcdop.org · Jesús como el Mesías portador de la buena nueva que alegra a la humanidad. [5] Cuando Mateo registra la activi-dad de Jesús después

  • Upload
    vonhan

  • View
    240

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

I. Una TeologíaBíblica De Evangelización

A. Jesús Y LaEvangelización

1. JESÚS Y LA BUENA NUEVA

[1] “Después que Juan fue entrega-do, marchó Jesús a Galilea; yproclamaba la Buena Nueva deDios: ‘el tiempo se ha cumplido y elReino de Dios está cerca; convertíosy creed en la Buena Nueva’ ” (Mc1:14-15). Esta es la primera imagenque Marcos nos da de Jesús, cuandoempieza su ministerio público. Jesúses el que proclama el Evangelio. Alser Marcos el primer evangelista queescribe un evangelio, esta es laprimera imagen bíblica de Jesús ensu vida pública.

[2] Marcos pinta este retrato inicialde Jesús con el verbo “proclamar”(κηρυσσειν) y el sustantivo “evange-lio” (ευαγγλιον). Ambas palabrasson significativas. Cuando Isaíashabla del retorno del pueblo deDios a la Tierra Prometida, termina-do el exilio de Babilonia, el profetausa la palabra מבשר, es decir, “elque porta buena nueva” (Is 40:9 y41:27). Cuando el bosqueja el retra-to de ese mensajero, el profeta dice:“Qué hermosos son sobre losmontes los pies del mensajero queanuncia la paz, que trae buenasnuevas, que anuncia salvación, quedice a Sión: ‘Ya reina tu Dios’ ” (Is52:7). 1

[3] En estos tres lugares, Isaías nosdice que Dios triunfa sobre el mal.Dios rompe el yugo de la opresión.Libera a su pueblo. Establece sureino. Todo esto ocurre a través de

la palabra del que hace el anuncio,“el que porta buena nueva.” 2

[4] En el tiempo en que Marcosviene a escribir su evangelio, “el queporta buena nueva” (מבשר), o “elque evangeliza”, viene a ser un tér-mino técnico en el judaísmo palesti-no, para aquel que inagura la eramesiánica. Al describir a Jesús en elpreciso comienzo de su evangeliocon este lenguaje, Marcos presenta aJesús como el Mesías portador de labuena nueva que alegra a lahumanidad.

[5] Cuando Mateo registra la activi-dad de Jesús después de un largoperíodo de tiempo, dice: “RecorríaJesús toda Galilea, enseñando ensus sinagogas, proclamando laBuena Nueva…” (Mt 4:23; cf. Mt9:35). En el evangelio de Lucas, lasmultitudes de Cafarnaún están tanimpresionadas por todos los mila-gros que Jesús hace en su ciudad,que intentan retener a Jesús. A larespuesta de Jesús, “También a otrasciudades tengo que anunciar laBuena Nueva… porque a esto hesido enviado,” Lucas añade estanota: “E iba predicando por las sina-gogas de Judea” (Lc 4:44). ParaMateo y Lucas, la evangelización,esto es, la proclamación delEvangelio, resume la actividad deJesús.

[6] Lo que impresiona a Mateo,Marcos y Lucas, y que ellos quierenque nos impresione, es el hecho deque todo lo de Jesús: predicación,enseñanza, exorcismos, milagros,actos de compasión y perdón,proclama el Evangelio. La misión deJesús es la buena nueva. Todo loque hace para hacer presente elreino de Dios, es evangelización.

[7] En la primera visita a Nazaret

durante su ministerio público, Jesúsexpone su misión. Marcos y Mateoregistran este hecho en su contextohistórico. Ellos sitúan bien esta visi-ta dentro del ministerio público deJesús. En cambio Lucas no. El tercerevangelista sitúa deliberadamenteeste hecho, como el primer relatodel ministerio público de Jesús. ParaLucas, el hecho es programático.Eso descubre el significado de todolo que sigue.

[8] Jesús sale renovado de subautismo en las aguas del Jordán.El Espíritu descendió sobre Él. Ya hagastado años en preparación. Haestudiado cuidadosamente lasEscrituras del Pueblo Elegido. El haaprendido de ellas y de su diálogoíntimo con el Padre en oración, cualera su misión a cumplir. Jesús sabeque tiene que cumplir las antiguasprofecías. El sabe que el plazo final,el último decreto de Dios, se cumpleahora a través de Él.

[9] En la sinagoga de Nazaret, Jesúsestá delante del pueblo que loconoce bien, para revelarles lo queellos no pueden por sí mismos.Deliberadamente abre el pergaminode Isaías, en el pasaje donde el pro-feta, lleno del Espíritu, habla de losúltimos días. Lee los dos primerosversículos del capítulo 61: “ElEspíritu del Señor está sobre mí,porque me ha ungido para anunciar

Evangelización: Gracia y Vocación

+ ARTHUR J. SERRATELLI, STD, SSL, DD, OBISPO DE PATERSON

a los pobres la Buena Nueva, me haenviado a proclamar la liberación delos cautivos y la vista a los ciegos,para dar la libertad a los oprimidosy proclamar un año de gracia delSeñor” (Lc 4:18-19). Con muchocuidado, Jesús escoge este pasaje,que habla el lenguaje del Jubileo,porque Él ha venido a cumplir elpropósito del Jubileo.

[10] Cada 50 años, Israel celebra elJubileo. Los heraldos iban por todoel país para anunciar el Jubileo consonido de trompetas. Con su anun-cio, se cancelaban las deudas. Elpaís volvía a ser una familia ances-tral. Las puertas de la prisión seabrían. Los esclavos quedaban libres.Los dispersos volvían a su casa. Losdébiles eran fortalecidos.

[11] Desde un punto de vistaeconómico, el Jubileo balanceaba lasescalas de la justicia. Desde un pun-to de vista sociológico, se restaura-ban los lazos familiares. Pero, lomás importante, desde una perspec-tiva religiosa, el Jubileo sostenía alos ojos de Israel, la gracia de suexistencia.

[12] Los hebreos habían sidoesclavos en Egipto. Dios los sacó deEgipto a la libertad. El los formócomo su propio pueblo escogido. Elles dio la tierra. El la asignó a cadauna de las tribus y sus descendi-entes. En cada Jubileo, la devolu-ción de la tierra a sus propietariosoriginales, le recordaba a Israel quesu verdadera vida era un regalo deDios.

[13] Para Lucas, la primera predi-cación de Jesús en la sinagoga deNazaret, expone el programa de suministerio. Eso también nos muestraun vistazo del mismo conocimientode Jesús, en el puro comienzo de suministerio público. Jesús usa el ver-bo “portar la buena nueva”(ευαγγελιζω) y el verbo “proclamar”o “anunciar,” (κηρσσειν) para hablarde su predicación. Utiliza el lengua-je del Jubileo, porque sabe que supalabra es el toque de trompeta queinagura la nueva era. Su palabracrea y realiza lo que dice. Su predi-cación instala el reino de Dios en la

tierra. Jesús sabe que Él es el profe-ta escatológico.

[14] Los tres evangelios sinópticos,Mateo, Marcos y Lucas, nos mues-tran, por lo tanto, que Jesús vino aevangelizar. Su bautismo en elJordán, lo induce a esta misión.Como dice el mismo Jesús: “ElEspíritu del Señor… me ha ungidopara anunciar la Buena Nueva(ευαγγελιζω; evangelizar)” (Lc4:18). Sin embargo, Jesús no sóloproclama la Buena Nueva, sino quetambién la hace una realidad en lavida de los que aceptan su mensaje,Él es siempre el más grande evange-lizador.

2. JESÚS Y EL REINO DE DIOS

[15] Como el más grande evange-lizador, Jesús predica sobre el reinode Dios. Ninguna otra persona en laEscritura, ni antes ni después deJesús, hizo del reino de Dios, elcorazón de su mensaje. Pero Jesússi lo hizo. De hecho, nadie máspodría hablar del reino como lohace Jesús. 3

[16] El pueblo de Dios esperabaansiosamente la venida del reino.Aunque la monarquía davídica desa-parecía gradualmente en la oscuri-dad, los profetas mantienen viva laesperanza de que un día Dios inter-venga y establezca su reino en latierra. La disposición universal deDios en la tierra, podría llevar aIsrael de regreso a su tierra,incluyendo a los gentiles y llevarlos aadorar un Dios (cf. Mi 4:1-8; Is 52:7-15; So 3:14-20; Ps 47).

[17] Los judíos del tiempo de Jesúsestaban muy familiarizados con elconcepto del reino de Dios. En laliteratura apocalíptica judía, ‘el reinode Dios’ significa la repentina inter-vención de Dios, que termina la his-toria humana tal como la conoce-mos e inaugura un orden nuevo. Enla literatura rabínica, el reino deDios no se esperaba como el finaldel tiempo, sino como una realidadque ya había empezado con la histo-ria humana. Para los rabinos, laobservancia fiel de la Torá, los

introduce en “el aquí y ahora”, elorden de la voluntad divina. En elsiglo primero, los judíos esperabanla venida del reino en su propiavida. 4

[18] Jesús habla directamente deesa expectativa del reino de Dios.Mateo, Marcos y Lucas nos lorecuerdan claramente. Marcos men-ciona el reino de Dios dieciséisveces. Lucas lo menciona treinta ydos veces. Mateo habla del reino deDios solamente tres veces. Sinembargo, habla del reino de los cie-los, treinta veces. Como un judíopiadoso, Mateo prefiere no nombrara Dios. Usa “cielo” como una circun-locución de ‘Dios’. Para Mateo, elreino de Dios y el reino de los cie-los son la misma cosa. Claramentelos tres evangelios sinópticos recuer-dan que el tema del reino de Diospertenecía al ministerio histórico deJesús.

[19] En el Nuevo Testamento, elreino de Dios (η βασιλεια τουθεου) no se refiere a un territoriobajo la autoridad de Dios. Más bien,se refiere al reglamento o ejerciciode la autoridad de Dios sobre lapersona humana y el mundo. ‘Reino’es más un hecho que un lugar. Elreino de Dios consiste en que Dioses rey, que Él revela su presenciacon poder y gloria, con justicia ymisericordia. El reino de Dios es lavenida de Dios en su regulaciónsobre el mundo. Es algo que el mis-mo Dios realiza. Ello no dependedel hombre. Es el hacer de Dios, suacción, su iniciativa. Es un purodon. “A vosotros se os ha dado elmisterio del Reino de Dios” (Mc4:11).

[20] En su predicación, Jesús acen-túa la prioridad de la actividad deDios, para establecer el reino entrenosotros. En las parábolas gemelasdel tesoro escondido y la perla degran valor (Mt 13:44-46), el reinoviene como una sorpresa. Es unregalo inesperado. El hombre bal-bucea sobre el reino. No lo consiguecon su esfuerzo. En la forma en queJesús comienza su predicación, poneel acento en la gracia. Sólo despuésque anuncia que el reino está cerca,

hace el llamado al arrepentimiento(cf. Mc 1:14). Conversión es unaconsecuencia de la presencia deDios en nuestra vida, no un requisi-to previo para ello. Dios actúaprimero. Nosotros respondemos.

[21] Algunas veces, Jesús habla delreino como si no hubiera venidotodavía. Enseña a sus discípulos aorar para que venga el reino (cf. Mt6:10). Los exhorta a buscar el reino,puesto que aún no lo poseen (cf. Lc12:31). Y les promete además que elreino va a llegar en la vida dealgunos de sus discípulos (cf. Mc9:1; Mt 16:28; Lc 9:27).

[22] Otras veces, Jesús habla delreino de Dios como algo que yavino. Cuando cura al hombre poseí-do, dice: “Pero si por el Espíritu deDios expulso yo los demonios, esque ha llegado a vosotros el Reinode Dios” (Mt 12:28; cf. Lc 11:20).Jesús dice que si alguien tiene lahumildad de un niño pequeño “es elmayor en el Reino de los cielos” (Mt18:3). Hasta Juan el Bautista, fue eltiempo de la ley y los profetas. ConJesús, se predica el reino de Dios(cf. Lc 16:16). A través de su pal-abra y sus obras, Jesús introduce elreino de Dios.

[23] El mundo escuchó la predi-cación de Jesús. El mundo miró elrostro de Dios en la compasión deJesús. El mundo oyó el llamado aaceptar el mandamiento del amorde Dios. Pero el mundo lo rechazó.El mundo clavó en la cruz al mayorevangelizador que se haya conocido.

[24] La Cruz es el rechazo del hom-bre a la soberanía de Dios. Es lanegativa de permitir a Dios que nosacoja en el abrazo de su amor. LaCruz es la culminación de todo elrechazo a la predicación de Jesússobre el reino de Dios. Forma untodo con el pecado de cada persona.

[25] La negativa del hombre, nopuede matar el amor del Dios vivo.“No pueden los torrentes apagar elamor, ni los ríos anegarlo” (Ct 8:7).El hombre rechazó a Jesús. Diospuso su sello de aprobación en él.El hombre crucificó a Jesús. Dios

resucitó del sepulcro a JesúsCrucificado. En la pasión, muerte yresurrección de Jesús, Dios entregauna completa expresión de su reinode amor. “Pues de su plenitudhemos recibido todos, y gracia porgracia. Porque la ley fue dada pormedio de Moisés; la gracia y la ver-dad nos han llegado por Jesucristo”(Jn 1:16-17). 5

[26] La resurrección de Jesús es laintervencióon definitiva y escatológi-ca de Dios. La resurrección revelaque la buena nueva proclamada yvivida por Jesús, es la perfectaexpresión del amor y la gracia deDios. La resurrección da un vuelcototal a la historia pecaminosa delhombre. Eso realiza el reino de Diosen nosotros.

[27] En una palabra, el reino deDios, es la llegada de Dios entrenosotros, en Jesús. Es la extensióndel mandamiento del amor en lapersona de su propio hijo muyquerido. En la encarnación de suHijo, Dios establece su mandamientode incondicional amor entrenosotros. Por medo de Jesús resuci-tado, Dios nos presenta su amor. 6

B. Evangelización Y LaIgesia

1. LA IGLESIA Y LA PROCLAMACIÓNDE JESÚS COMO SEÑOR

[28] Jesús predicó el reino. Él loinstauró con su vida, muerte y res-urrección. Aún más, su robustapredicación del reino se desvaneceante la deslumbrante luz de lamañana de pascua. Después de laresurrección, los apóstoles noproclaman más el reino como lohizo Jesús. Ahora ellos proclaman aJesús crucificado y resucitado comoel Señor.

[29] En Pentecostés. Pedro se levan-ta ante la multitud en Jerusalén ydice: “A Jesús de Nazaret, hombreacreditado por Dios ante vosotroscon milagros, prodigios y signos queDios realizó por su medio entrevosotros… a este hombre… vosotrosle matasteis clavándole en la cruz…

pero Dios lo resucitó a la vida” (Hch2:22-24). Pedro concluye su primersermón con una valiente procla-mación: “Dios ha constituido Señory Cristo a ese Jesús a quien vosotroshabéis crucificado” (Hch 2:36). Elapóstol Pablo resume el contenidode este mensaje de la misma forma.“No nos predicamos a nosotros mis-mos, sino a Cristo Jesús comoSeñor” (2 Cor 4:5). Por lo tanto, laobra de evangelización de la Iglesia,empieza y se centra en el Señorresucitado.

[30] Por eso, el Evangelio no essimplemente acerca de Jesucristo. ElEvangelio es Jesucristo. Él es la últi-ma revelación de Dios. Entre lapredicación de Jesús del reino deDios, y la predicación de la Iglesiasobre Jesús, hay una profunda con-tinuidad. Al proclamar a Jesús cruci-ficado como el Señor, la Iglesiaanuncia que el reino ha llegado enuna nueva forma. Durante el minis-terio público de Jesús, Dios introdu-jo su mandamiento por medio delas palabras y hechos de Jesús.Ahora, Dios extiende su man-damiento del amor por medio delSeñor resucitado que derrama sobreel mundo el don del Espíritu Santo.

2. LA IGLESIA Y EL ESPÍRITUSANTO

[31] En los primeros versículos delevangelio de Marcos, Juan elBautista dice a las multitudes en elrío Jordán, que él los bautiza conagua; pero el que viene detrás deél, que es más fuerte que él, bauti-zará con el Espíritu Santo (cf. Mc1:8). En ninguna parte, en todo elevangelio de Marcos, se dice queJesús cumple esta profecía durantesu ministerio público. Sin embargo,Marcos si indica que Jesús cumpleesta profecía en la crucifixión.

[32] Marcos nos dice que, en laCruz, Jesús “lanzando un fuerte gri-to, expiró” (Mc 15:37). Literalmente,Marcos dice: “Jesús, habiendo lanza-do un gran grito, emitió el espíritu.”El evangelista usa la expresión“expiró” (εξεπνευσεν) al momentode la muerte de Jesús.Implícitamente, Marcos conecta la

muerte de Cristo con el don delEspíritu Santo. Este es el momentoen que Jesús cumple la profecía delBautista, sobre Jesús y el EspírituSanto. La Cruz es el bautismo en elEspíritu.

[33] Los otros escritores sinópticos,igualmente, consideran el últimoacto consciente de la muerte deCristo bajo el mismo aspecto. En sumuerte, Jesús no sólo entrega suespíritu humano al Padre. Él da elEspíritu Santo a la Iglesia (cf. Mt25:50; Lc 15:37).

[34] Cuando Dios resucita a Jesúsde la muerte, Dios lo hace “Espírituque da vida” 1 Cor 15:45). Juan lohace muy explícito en su narraciónde la pascua. La noche de la pas-cua, el Señor llega repentinamente asus apóstoles, reunidos con las puer-tas bien cerradas en el Cenáculo.Les dice: “Como el Padre me envió,también yo os envío. Dicho esto,sopló y les dijo: ‘Recibid el EspírituSanto’ ” (Jn 20:22). El da elEspíritu, para que la Iglesia puedacontinuar su misión.

[35] Cuando el Espíritu Santodesciende sobre Maria en laAnunciación, ella concibe y lleva alHijo de Dios dentro de ella. Sigueinmediatamente la Visitación. Elamor interno, impulsa a amar haciafuera. María va donde Isabel. Llevala buena nueva de lo que Dios estárealizando por medio de ella. Estamisión kerigmática, se convierte enla ocasión de una efusión delEspíritu Santo en los dos, Isabel y elbebé que está en su vientre.

[36] Cuando en Pentecostés, elEspíritu desciende sobre la Iglesiacon signos visibles de fuego y vien-to, los apóstoles quedan llenos delEspíritu Santo. Ellos inmediatamentese lanzan a las calles a predicar elEvangelio. Empiezan su misión. Conla venida del Espíritu Santo, laIglesia, como María, se convierte enevangelista. 7

[37] Nacida en Pentecostés, laIglesia nace para evangelizar. Ese essu deber. Esa es la razón de su exis-tencia. “Evangelizar constituye, en

efecto, la dicha y vocación propia dela Iglesia, su identidad más profun-da. Ella existe para evangelizar.” 8Es decir, invitar a otros a oír laBuena Nueva y aceptar a Jesúscomo el Señor, es la dimensión per-manente y vital de la vida de laIglesia. Por su misma naturaleza, laIglesia es misionera. La Iglesia siem-pre está abierta para otros. Ellanunca puede permanecer encerradaen sí misma. A todos, ella lleva laBuena Nueva de que Jesús es elSeñor.

[38] El Espíritu Santo mueve laIglesia a evangelizar. En efecto,‘nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!Sino movido por el Espíritu Santo”(1 Cor 12:3). En Pentecostés, losdiscípulos vienen a entender quetodas las promesas y esperanzas delViejo Testamento, se cumplen ahoraen Cristo. Lo que parecía oscuro,resulta claro. El Espíritu les da unapenetración y entendimiento profun-dos del misterio de la salvación.Ellos saben ahora que la muerte deCristo era parte del eterno plan deDios para salvar al mundo. 9

[39] La muerte de Cristo no fueaccidental. Es el resultado inevitablede los actos y enseñanza de Jesús,que se ofrece a si mismo como elcamino, la verdad y la vida. El mun-do rechazó su reclamo, pero Diosdemostró la verdad de su vida ymisión, resucitándolo de la muerte.La resurrección hace universal todolo que Jesús dijo e hizo. Su vidaresulta salvífica para todo el mundo.

[40] Cristo es el nuevo Adán (cf.Rm 5:12-19). “Él es el Principio, elPrimogénito de entre los muertos,para que sea él el primero en todo,pues Dios tuvo a bien hacer residiren él toda la plenitud, y reconciliarpor él y para él todas las cosas,pacificando, mediante la sangre desu cruz, los seres de la tierra y delos cielos” (Col 1:18-21). Jesús, quenació de la Virgen María, crucifica-do, muerto, sepultado y resucitadode la muerte, es “causa de salvacióneterna para todos los que le obede-cen” (Hb 5:9). Tal como Pedro loproclamó audazmente ante elSanedrín: “Porque no hay bajo el

cielo otro nombre dado a los hom-bres por el que nosotros debamossalvarnos” (Hch 4:12).

[41] Entonces, la obra de evange-lización de la Iglesia, se centra en lapersona misma de Cristo. “No hayevangelización verdadera, mientrasno se anuncie el nombre, la doctri-na, la vida, las promesas, el reino,el misterio del Señor de Nazaret elHijo de Dios.” 10 Cristo es elSalvador de todos. No debemosavergonzarnos de compartir estaBuena Nueva con los demás. 11

[42] El Espíritu que impulso a evan-gelizar a la Iglesia en su primerintento, es el mismo Espíritu querecibimos en el Bautismo,Confirmación, y para algunos, en lasÓrdenes sagradas. El Espíritu nosguía hacia una profunda relacióncon el Padre a través del Hijo.

[43] El Espíritu Santo nos introduceen una comunión de vida con elPadre, el Hijo y el Espíritu Santo.Somos creados de nuevo. Somostransformados, porque nos concedencompartir en Cristo su propia fil-iación (cf. Gal 4:4-7). Resultamossiendo “partícipes de la naturalezadivina” (2 Pt 1:4). Hemos sido ele-vados al dinamismo del amor divi-no, que nos impulsa a compartir losdones de Dios con los demás.

[44] El Espíritu nos permite enten-der mejor el misterio de nuestraredención. El Espíritu Santo, que esel amor, nos incita a compartir laverdad del Evangelio con los demás.“El Espíritu Santo es el agente prin-cipal de la evangelización: Él es elque impulsa a cada uno a anunciarel Evangelio y quien en lo hondo delas conciencias hace aceptar y com-prender la Palabra de salvación.” 12

[45] ¡Qué verdad tan poderosa esesta! ¡Qué consuelo! El EspírituSanto está siempre presente paranosotros en la vida y el trabajo dela Iglesia y en cada una de nuestrasvidas. Es la fuente de nuestrainspiración, el consuelo en nuestraspruebas, y la fortaleza en nuestrosesfuerzos. El Espíritu abre nuestroscorazones a los demás, nos mueve aescuchar sus profundas necesidades,nos favorece con los dones quenecesitamos para atestiguar la ver-dad del Evangelio y guiar a otros ala Iglesia donde encuentran a Cristo.13

II. Base TeológicaPara Una NuevaEvangelización

A. Necesidad de unanueva evangelización

[46] En la cultura contemporánea,hay una necesidad urgente de unanueva evangelización. Vivimos bajola tiranía del secularismo. Lareligión está marginada. La fe sejuzga inaplicable. Los secularistasradicales, sistemáticamente quitanlos símbolos religiosos de los lugarespúblicos. Excluyen la expresión deverdad religiosa de las discusionespúblicas sobre ética, economía ypolítica. Donde ellos triunfan, nosroban el rico patrimonio de nuestraherencia religiosa.

[47] Más aún, vivimos bajo la regladel relativismo. Los relativistassostienen, que ninguna verdadpuede tener una afirmación absolutaen el entendimiento humano. Loque es verdadero para una persona,no es necesariamente verdaderopara otra. Como no admiten queexista una verdad objetiva que pre-ceda a la persona, exaltan la toler-ancia de todas las verdades, aún lasque se contradicen, como una virtudpara salvar la sociedad civil. Enefecto, los relativistas ponen en peli-gro la verdad misma y nos imponenla dictadura del relativismo.

[48] Estas dos fuertes corrientes delsecularismo y relativismo, erosionanla voluntad de muchos creyentespara evangelizar. Algunas personasbien intencionadas, dicen que essuficiente simplemente ayudar aotros, para resultar más fieles a suspropias convicciones religiosas. Noes necesario dar la verdad delEvangelio o la enseñanza de laIglesia. Otros dicen que es suficientemejorar la condición humana, crean-do comunidades de justicia y paz.Ellos lo ven como un apremiantetrabajo de evangelización. Evitan elmandato de mostrar a otros, cómola justicia y la paz encuentran susentido y cumplimiento en elEvangelio de Jesucristo. 14

[49] Sólo con un apropiadoentendimiento de la unidad deCristo y la necesidad de la Iglesiapara salvarnos, podremos contrar-restar las corrientes del secularismoy relativismo. Sólo con una feauténtica, podemos llevar valiente-mente el Evangelio a nuestra culturacontemporánea.

B. La unicidad de Cristocomo revelador

[50] En Cristo, Dios ha revelado lamás profunda verdad sobre sí mis-mo y su plan para salvarnos. 15 EnCristo, Dios ha salido del misteriode su ser y nos ha invitado a cono-cerlo tal como Él es, como Padre,Hijo y Espíritu Santo. Lo que nuncapudimos saber por medio de larazón humana, Dios nos lo revelólibremente en Cristo (cf. Mt 11:27).Cristo es la definitiva y completarevelación de Dios. Como personadivina, él revela el rostro del Padre.Como es igual a nosotros en nuestranaturaleza humana, en todo menosen el pecado, también revela elhombre en sí mismo. Como Palabrade Dios hecha carne, Jesús es la luzque nos trae la verdad sobrenosotros mismos. De hecho, “el mis-terio del hombre sólo se esclareceen el misterio del Verbo encarnado.”16

[51] La revelación dada en Cristo“introduce en la historia un punto

de referencia del cual el hombre nopuede prescindir…” 17 Esa es ladiferencia entonces, entre lo que laIglesia ofrece y lo que otras reli-giones tienen para ofrecer. Las otrasreligiones, “no pocas veces reflejanun destello de aquella Verdad queilumina a todos los hombres. [Perola Iglesia] anuncia y tiene obligaciónde anunciar constantemente aCristo, que es ‘el Camino, la Verdady la Vida’ (Jn 14:6), en quien loshombres encuentran la plenitud dela vida religiosa…” 18 “Esta autor-revelación definitiva de Dios, es elmotivo fundamental por el que laIglesia es misionera por naturaleza.Ella no puede dejar de proclamar elEvangelio, es decir, la plenitud de laverdad que Dios nos ha dado aconocer sobre sí mismo.” 19

[52] Porque Cristo es la última ver-dad sobre nuestra vida y destino,compartimos felices su Evangeliocon los demás. Nunca imponemosnuestras creencias. No. Nosotrosproponemos la fe. Dejamos que losotros abracen el Evangelio con liber-tad. Lo hacemos así, con la convic-ción de que la verdad nos hacelibres (cf. Jn 8:32).

C. La unicidad de Cristocomo Salvador

[53] Cristo es la verdad final deDios. También es el Salvador delmundo. “Nos ha elegido en él antesde la fundación del mundo.Eligiéndonos de antemano para sersus hijos adoptivos por medio deJesucristo… hacer que todo tenga aCristo por cabeza, lo que está en loscielos y lo que está en la tierra’ (Ef1:5.10). Sólo hay un plan de sal-vación.

[54] En el misterio de la encar-nación, pasión, muerte y resurrec-ción de su único y amado Hijo, elPadre ofrece a todos, por medio delEspíritu Santo, el don de la vidaeterna. “Los hombres, pues, nopueden entrar en comunión conDios si no es por medio de Cristo ybajo la acción del Espíritu.” 20“También los que no conocen aCristo, han sido redimidos por él… y

la vocación suprema del hombre enrealidad es una sola, es decir, la div-ina,… el Espíritu Santo ofrece atodos la posibilidad de que se aso-cien a este misterio pascual.” 21 Nohay salvación fuera de Jesucristo. 22

[55] Cuando hablamos de Cristo alos que no lo conocen, o a los queya lo conocen pero no lo siguen,estamos mostrando a otros la formaque Dios estableció para que todosvengan a Él. 23 Nuestra obra deevangelización, guía a otros a ver elverdadero rostro de Dios. Eso les dala oportunidad de entrar más plenae inteligentemente en la amistad ala que Dios nos llama en Cristo. Esodisipa la oscuridad de la ignoranciay permite a otros caminar en la luz.24 Evangelizar es siempre un servi-cio del amor.

D. La necesidad de laIglesia

[56] En su vida pública, Jesús haceque sus discípulos tomen parte de sutrabajo de predicar el reino de Dios.El escogió a los doce, para que loacompañaran siempre. Los envía apredicar en su nombre (cf. Mc 3:13).Él asignó además setenta y dos dis-cípulos para predicar y curar losenfermos. Era tan cercana la aso-ciación de Jesús con aquellos queenvió, que les dijo: “Quien a vosotrosos escucha, a mí me escucha’ (Lc10:16).

[57] Y después de la resurrección,Jesús permanece con sus discípulos.Tal como prometió en la últimaCena (cf. Jn 14:18), envió elEspíritu Santo. Por el don delEspíritu Santo, los une más íntima-mente a Él mismo, moldeándolos ensu Cuerpo, la Iglesia (cf. Rm 12:4-5;1 Cor 12:12-30). La Iglesia es Cristoque es la cabeza, junto con todoslos miembros. Cristo llena la Iglesiacon sus dones, su verdad, con suplenitud. 25 Como enseña S.Agustín: “No hay otro misterio deDios, fuera de Cristo.” 26 La Iglesiaes el Cuerpo Místico de Cristo.

[58] Como Cristo y su Cuerpo sonuno, la Iglesia es necesaria para la

salvación. “Siempre unida de formamisteriosa a Jesucristo el Salvador,la cabeza, y subordinada a Él, ellatiene en el plan divino, una relaciónindispensable en la salvación delgénero humano.” 27 Por medio dela Iglesia, Cristo quiso estar presenteen cada tiempo, en cada lugar, encada cultura. Él es fiel a su prome-sa: “Y he aquí que yo estoy convosotros todos los días hasta el findel mundo” (Mt 28:20).

[59] Resumiendo, el papel de Cristocomo Salvador es “singular y único,sólo propio de él, exclusivo, univer-sal y absoluto. Jesús es, en efecto, elVerbo de Dios hecho hombre para lasalvación de todos.” 28 El mismoCristo crucificado y resucitado, es elmisterio de la salvación. De su costa-do traspasado, continuamente derra-ma el don de su amor divino. Cristo,el Salvador, ha establecido a laIglesia como “sacramento universalde salvación.” 29 Ha hecho de laIglesia el instrumento por el cual seactualiza la vida de Dios en el mun-do. 30 Cristo y la Iglesia no estánseparados en la obra de la salvación.En el plan de salvación de Dios, laIglesia no es algo secundario. Eldinamismo de la evangelización, portanto, siempre se orienta a una ple-na participación en la vida de laIglesia. 31

[60] La Iglesia está abierta a todos.Ninguno está excluido. Cristo envíasus discípulos a todos las naciones.Todos son llamados a la gracia de laredención. Por la predicación delEvangelio, la Iglesia llama a las per-sonas a aceptar la palabra de sal-vación y ser bautizadas. “El que creay sea bautizado, se salvará’ (Mc16:16).

[61] El bautismo hace de la personaun miembro de la Iglesia. Por elbautismo, el creyente muere yresucita con Cristo y comparte sumisma vida (cf. Rm 6:4-5).Entonces, pertenecer a la Iglesia noes formar parte de una institución oestructura. Entrar a la Iglesia esentrar a la communio de la vida div-ina. Como enseña S. Cipriano, laIglesia es “un pueblo hecho uno enla unidad del Padre y el Hijo y el

Espíritu Santo.” 32

[62] En la última Cena, Jesús oró:“Padre, haz que todos sean uno.Como tú, Padre, en mí y yo en ti,para que el mundo crea que tú mehas enviado” (Jn 17:21). Entonces,la misión de evangelizar de laIglesia, encuentra su origen en lacommunio de vida divina del Padre,el Hijo y el Espíritu Santo. La mis-ión de la Iglesia, que brota de estacomunión, logra su objetivo cuandolos que oyen la Palabra, entran enla Iglesia y comparten su vida div-ina. Missio y communio no sepueden separar. En una palabra,invitar a otros a conocer a Cristo,significa abrirles la puerta paraentrar en la Iglesia. 33

E. La misión deevangelizar

[63] Evangelizar es la misión deproclamar a Jesús como Salvador detodos. Significa llevar el Evangelio atodos los pueblos y en todas lassituaciones. La evangelización estádirigida a los que nunca han oído elEvangelio; a los que lo han oído,pero han dejado de escucharlo; y atodos los que buscan la verdad.Evangelizar no es un programa niuna iniciativa. Evangelizar es unaforma de ser iglesia. 34

[64] Evangelizar tiene un efecto pos-itivo en la cultura. Al proclamar laPalabra de Dios a los corazones delos creyentes y no creyentes, laIglesia instruye a los que escuchansobre la verdad, la justicia y la cari-dad. Ella ilumina sus conciencias conlas normas de la moral. Los incita aponer estas normas en acción. Así, alcambiar los criterios por los cuales lasociedad juzga sus valores, la Iglesiainfluye en la cultura para el bien.Donde se predica y abraza elEvangelio, la dignidad de la personahumana se eleva; se respeta la santi-dad de la vida; se aprecia la vida dela familia; y, se transforman losasuntos económicos y las relacionespolíticas, en medios que producenjusticia y paz.

[65] Como miembros de la Iglesia,

predicamos la persona misma deCristo. Entonces, nuestro esfuerzotendrá éxito sólo cuando nosotrosmismos hayamos encontrado alSeñor. Toda evangelización pre-supone que nos hemos convertido yque vivimos una relación íntima ypersonal con el Señor. Lo que elmundo de hoy necesita, es no sóloquien hable de Jesús, sino quienhaga real su verdad con el testimo-nio de su vida. 35

[66] El apóstol Andrés demuestracómo guiar a otros a Jesús con nue-stro propio testimonio. Después deque Juan Bautista señaló a Jesúscomo Mesías, Andrés, que era dis-cípulo de Juan, lo dejó y siguió aJesús. Al día siguiente, “éste encuen-tra primeramente a su hermano,[Pedro], y le dice: ‘hemos encontra-do al Mesías’ ” (Jn 1:41). ComoAndrés, cuando nuestros corazónesse llenan de alegría porqueseguimos a Jesús, espontáneamentey sin temor, invitamos a otros aseguir a Jesús. 36

[67] Además, el seguimiento deJesús, no puede hacerse fuera de laIglesia. Hoy, algunos renuncian alpapel de la Iglesia en la salvación.Otros lo ignoran. Otros lo niegan.Cristo mismo fundó la Iglesia.Pertenecer a Cristo es pertenecer ala Iglesia. Por tanto, necesitamosuna fuerte conciencia de nuestrarelación con la Iglesia, para podercumplir el mandato de Cristo deevangelizar.

[68] Trágicamente, durante siglos,las diferencias teológicas, la corrup-ción y el orgullo humano, han frag-mentado la Iglesia que Cristo fundó.Sin embargo, la Iglesia de Cristo“permanece en la Iglesia católica,gobernada por el sucesor de Pedro y

por los Obispos en comunión conél.” 37 Algunos temen afirmar estaverdad, por temor a aparecer intol-erantes. Al contrario, necesitamosaceptar esta verdad con toda humil-dad. Esta verdad no es una fuentede orgullo, sino un impulso para lamisión.

[69] Como católicos, respetamos lalibertad religiosa de los demás.También reconocemos que nuestra fecatólica, es un tesoro para compartir,no para esconderlo tímidamente. Sercatólico “no debe de ninguna man-era hacernos indiferentes ante la ver-dad y el bien. Más aún, la propiacaridad impulsa a los seguidores deCristo a proclamar a todos la verdadque salva. 38 No puedes amar aCristo sin amar a la Iglesia.

III. Praxis de laEvangelización

A. El mandato constantede evangelizar

[70] La Iglesia ha alcanzado suidentidad, por el amor del DiosTrino. Así como Dios es amor y acti-vamente empeñado en guiarnoshacia Él, así mismo la Iglesia seenriquece invitando a otros a entraren el misterio de salvación. Desdecuando en Pentecostés, tres mil seconvirtieron y entraron a la Iglesia,la evangelización permanece en unadimensión esencial de nuestra vidacomo Iglesia. Estamos llamados asalir del modelo de mantenimiento,hacia la misión. Estamos llamados acrecer. Una iglesia que no crece, semuere.

[71] Por eso, en la Iglesia particularde Paterson, cada parroquia tieneque comprometerse en un esfuerzoconstante de evangelización. A lasparroquias se les ha dejado escogersu propio plan, para realizar laevangelización. Para facilitar esto,cada pastor o administrador, debenombrar una persona, que coordinelos esfuerzos de toda la parroquia.

[72] El director de la evangelización

parroquial, debe formar un equipode fieles parroquianos, para ayudara la parroquia a cumplir su misiónde evangelización. El director de laevangelización parroquial, debe serun miembro permanente de toda laadministración y de las reunionesdel consejo parroquial. De esta for-ma, la evangelización mantiene unadimensión fundamental en todos losministerios parroquiales. Como elmandato de evangelizar es del mis-mo Señor, podemos decir con Pablo:“Ay de mí si no predico elEvangelio” (1 Cor 9:16).

B. Propuestas deevangelización

[73] Como hay personas muy difer-entes en la Iglesia, así también haymuy diferentes formas de realizar lamisión de evangelización. Algunaspersonas se esfuerzan en introducira otros indirectamente en la verdaddel Evangelio. Escuchan al otro.Entran en diálogo. Buscan puntosde contacto entre lo que entiendenlos otros y las verdades de la fe.Otras personas asumen un acer-camiento más directo. Anuncian laverdad. La explican. Discuten susrazonamientos. Confrontandescaradamente los pecados de lasociedad moderna e intentandemostrar cómo el Evangelio es elremedio. 39

[74] Evangelizar no es comunicar unaideología. Es el esfuerzo para llevar aalguien a un encuentro personal conel Señor resucitado. La proclamacióndel Evangelio, apunta al corazón ytambién al entendimiento. Por eso,cada acercamiento, debe empezar yterminar con un profundo respeto dela conciencia y buena voluntad delotro. Ninguna propuesta es, a priori,mejor que otra.

C. Características de unaauténticaevangelización

[75] Inmediatamente después delrelato de la primera conversión enPentecostés, Lucas reúne fragmentosdispersos de la tradición, para for-

mar un mosaico de la Iglesia deJerusalén. Dice: “Se mantenían con-stantes en la enseñanza de los após-toles, en la comunión, en la fraccióndel pan y en las oraciones” (Hch2:42). Este retrato de la Iglesia, sug-iere cuatro aspectos esenciales o car-acterísticas, de la evangelización dela Iglesia en cada lugar y en cadaépoca. Por eso, una cuidadosa mira-da a esta imagen, puede ofrecernoshoy, formas para evangelizar.

1. FIDELIDAD A LA TRADICIÓNAPOSTÓLICA

[76] La primera característica de laIglesia de Jerusalén, es la fidelidad“a la enseñanza de los apóstoles.”La Iglesia, nacida de la enseñanzade los apóstoles, crece por medio dela fidelidad a su enseñanza.

[77] En Pentecostés, Pedro fue elprimer apóstol en lanzar la misiónevangelizadora de la Iglesia. Lucasda un interesante detalle en el reg-istro de este primer esfuerzomisionero. Dice: “Entonces Pedro,presentándose con los Once, levantóla voz y les dijo” (Hch 2:14). Lafrase “con los Once” está llena designificado. Pedro no habla por símismo. El manifiesta la fe de todoslos apóstoles. Predica la fe de laIglesia. Lucas permanentementehace esta observación en muchos delos discurso de Pedro. Pedro normal-mente incluye a los otros, quehablan con y a través de sus pal-abras (cf. Hch 3:12. 15; 4:9; 5:32).Escogido por Cristo para liderar laIglesia, lo hace en unión del colegioapostólico.

[78] He aquí una característicaesencial de la evangelización. Con eltrabajo de llevar a Cristo a losdemás, les ofrecemos la fe de laIglesia. No hacemos ningún servicioen que reduzcamos o eliminemoselementos de la enseñanza de laIglesia, que son difíciles para elmundo actual. No son simplementenuestros pensamientos, nuestrascreencias personales y nuestrosintereses, los que compartimos conlos demás. Unida a Pedro, la Iglesiatuvo éxito en su primer esfuerzo de

predicar el Evangelio. Hoy, unida aPedro en la persona del Santo Padrey al colegio de los Obispos, estamosllamados a permanecer fieles a todala verdad del Evangelio, que se nostransmite por medio de la Iglesia.

[79] Por eso, estamos para hacernuestra parte, de poner ante losdemás la riqueza de nuestra fecatólica. Nuestro conocimiento de laSagrada Escritura, nuestra adhesióna la tradición, nuestra vida sacra-mental, en especial la Eucaristía y lareconciliación; nuestra unión con elSanto Padre, nuestra enseñanzasocial, nuestro compromiso con lospobres y nuestra devoción a los san-tos, especialmente a nuestra santísi-ma Madre: esta es nuestra herenciaespiritual y litúrgica, que necesita-mos compartir con los demás.

a. Necesidad de evangelizar a los nocreyentes.

[80] La evangelización, que es fiel ala enseñanza de los apóstoles, sehace de dos maneras. Primero,proclamamos el Evangelio a los nocreyentes. Dios presenta a todo elmundo, su oferta de salvación enCristo. Nosotros debemos extendernuestra asistencia a los que noconocen al Señor. Evangelizar alcan-za su mejor momento, cuando pre-sentamos a los demás la oportu-nidad de creer y experimentar lasalvación, ganada para nosotros enCristo.

[81] Cada uno de nosotros, tiene supapel en esta obra. Por su posicióndentro de la Iglesia, los sacerdotes,diáconos y religiosos, tienen un papeldestacado en la celosa proclamaciónde la fe a aquellos que están porfuera. 40 Los laicos tienen su espe-cial y apropiado papel. Llamados avivir dentro del mundo “se hacenvaliosos pregoneros de la fe y de lascosas que esperamos.” 41

[82] Los laicos evangelizan dentrode las circunstancias ordinarias dela vida. Hoy, los laicos están involu-crados en muchos y necesarios min-isterios de la Iglesia. Pero, esto nodisminuye el imperativo del aposto-

lado de los laicos en el mundo. Porsu vocación como cristianos, loslaicos están llamados a llevar el cris-tianismo a los lugares comerciales.Ellos hacen presente la palabra delEvangelio en la esfera temporal, conel testimonio de su vida y así, trans-forman el mundo. En medio de susnegocios temporales, los laicos sonel fermento del Evangelio. De esaforma, cooperan en el crecimientodel reino de Dios en el mundo. 42

b. Necesidad de reevangelizar a loscatólicos

[83] Muchos católicos no asistenmás a la Eucaristía dominical, nifrecuentan el sacramento de la peni-tencia, ni se casan por la Iglesia, nise unen a las obras de caridad de laIglesia. Algunos deciden deliberada-mente apartarse, porque no están deacuerdo con una enseñanza determi-nada. Algunos han sido lastimadospor los que representan a la Iglesia.Otros, ven la realidad de pecado enla Iglesia, y se apartan. Hay otrosque, simplemente se han descarria-do debido al trabajo o a la falta deatención en su relación con elSeñor.

[84] Por tanto, aparte de predicar elEvangelio a los no creyentes y a losque buscan la verdad, estamos lla-mados a extender la mano a loscatólicos que se han alejado de lapráctica de la fe. Cada uno denosotros debe hacer un esfuerzoconsciente y personal para volver aencender la fe en otros, especial-mente en nuestra propia familia yentre nuestros amigos. Debemosescuchar las razones de su ausencia.Debemos reconocer su bondadintrínseca y su apertura hacia elSeñor. Al escuchar sus historias, nopodemos avergonzarnos de invitarlosa la casa a la que pertenecen, pueslos amamos. Los jóvenes, pueden serlos mejores evangelizadores, cuandocomparten su fe católica con suscompañeros.

[85] En algunos casos, una simpleinvitación, una palabra que lesaclare que están equivocados, puedevolver a despertar en ellos el deseo

de regresar. En otros casos, serequiere un largo y más pacientedialogo. Como el padre del hijopródigo en la parábola de Jesús,debemos dejar la comodidad quenos rodea, para encontrar a los quehan dejado la casa del Padre.Debemos apresurarnos a recibirloscon los brazos abiertos y darles labienvenida, con corazón desbordadode alegría.

[86] Fuera de predicar el Evangelioa los que nunca lo han oído, o losque lo han oído pero no lo vivenmás, evangelizar incluye también lacatequesis para los que practican lafe. Ambas, la formación de losjóvenes y la formación permanentede los adultos, son formas esencialespara “mantener la fe en la enseñan-za de los apóstoles.” Muchos católi-cos no saben ni entienden la fe, tanbien como podrían. No han sidoplenamente catequizados. Además,con el desarrollo de la medicina,biología y la tecnología, surgencuestionamientos nuevos, que nece-sitan una respuesta actual, coher-ente con el Evangelio. 43

[87] Las homilías y sermones, pro-gramas de educación religiosa, cate-quesis familiar, escuelas católicas,retiros parroquiales, días derecogimiento; conferencias sobre laEscritura, teología, liturgia y moral,continúan la tradición apostólica, enuna forma adaptada a nuestro tiem-po. Cada parroquia, por tanto, debeofrecer estas oportunidades a susfeligreses. Donde sea conveniente,las parroquias deben colaborar enestas obras. Así, pueden servir efec-tivamente a sus gentes, y fomentarel sentido de Iglesia entre los límitesparroquiales.

2. FIDELIDAD A LA COMUNIDAD

[88] La segunda característica de laimagen que Lucas da de la Iglesiade Jerusalén, es la fidelidad “a lacomunión (κοινώνια).” Comunidad,o communio, es el efecto visible delEspíritu de Pentecostés. De todos losdistintos grupos de gente, de cadalengua y raza, el Espíritu Santo for-ma un cuerpo (cf. Rm 12:6-8 y 1

Cor 12:4-30). Communio es la ver-dadera naturaleza de la Iglesia.Como un pueblo preparado paraentrar en la divina comunión devida con el Dios Trino, la Iglesia serealiza a sí misma en el compartiruna vida, tanto espiritual como tem-poral.

[89] En su Evangelio, Lucas cuentala historia de Zaqueo. Cuando Jesússe invita a sí mismo a la casa delpecador, Zaqueo queda tan con-movido con el amor del Señor, queinmediatamente reforma su propiavida. El responde con desenfrenadagenerosidad. Da la mitad de supropiedad a los pobres y devuelvecuatro veces más, si algo ha tomadoinjustamente de otro (cf. Lc 19:1-10). Como los que se sentaron conJesús a la mesa, somos llamados aextender la comunión con otros pormedio de nuestras posesiones mate-riales.

[90] Lucas nos da esta nota históri-camente ideal sobre la comunidadde Jerusalén: “Todos los creyentesestaban de acuerdo y tenían todo encomún; vendían sus posesiones ysus bienes y lo repartían entretodos, según la necesidad de cadauno…compartían el alimento conalegría y generosidad” (Hch 2:44-46). Esta nota nos enseña que,cuando estamos unidos a Jesús,compartimos lo que tenemos. SuEspíritu Santo disipa las inclina-ciones egoístas y las caídas de nues-tra naturaleza humana. Su Espírituhace que nuestro corazón golpeecon la misma “generosidad de nue-stro Señor Jesucristo, el cual, siendorico, por vosotros se hizo pobre afin de enriqueceros con su pobreza”(2 Cor 8:9).

[91] La vida cristiana es siempreuna vida compartida con otros. Poreso, una parroquia es mucho másque un lugar donde la gente viene adescargar su obligación de adorar yluego desaparece. La parroquia esuna red de relaciones en el Señor.Es un lugar de amistad sincera ypreocupaciones mutuas. Por eso,cada parroquia resulta más efectivapara evangelizar, cuando los fielesforman una verdadera comunidad.

[92] Compartir los bienes materialescon los necesitados, construyecomunidad, o communio, de unamanera muy notoria. Tender hospi-talidad y una cálida bienvenida enla iglesia; mayordomía en el com-partir el tiempo, talentos y tesoro;pequeñas comunidades dentro de laparroquia; participación en los even-tos sociales y proyectos de caridad;servir en los diferentes ministerios,en especial en el ministerio de losjóvenes: todo esto construye lacomunión de fe y hace más fácilque otros encuentren a Cristo en laIglesia.

3. FIDELIDAD A LA FRACCIÓN DELPAN

[93] El tercer aspecto de la imagende Lucas sobre la Iglesia deJerusalén, es la fidelidad “a la frac-ción del pan.” No cabe duda queestos primeros cristianos siguieron elejemplo del mismo Jesús.Frecuentemente en su ministeriopúblico, Jesús se encontró a lamesa, al mismo tiempo con amigosy adversarios.

[94] Como un maestro respetable,se esperaba que Jesús guardara sudistancia de los pecadores. ¡Él no lohizo! Sus enemigos se quejaban:“Éste acoge a los pecadores y comecon ellos” (Lc 15:2). Jesús vino atender un puente entre lo santo y loprofano. Vino a llamar a lospecadores y darles su puesto con losjustos en el reino. Lo hizo compar-tiendo una comida con ellos. Jesúsutilizó la mesa comunitaria paraevangelizar.

[95] Cualquier comida donde Jesúsestá presente, se convierte en unaocasión de auténtica comunidad. Sinembargo, “la fracción del pan” hechaen su memoria, nos hace presente aJesús en el misterio de su muerte yresurrección. En la Eucaristía, noshacemos uno con Cristo en la últimaCena, uno con Él en el Calvario yuno con Él en la mañana de pascua.Al compartir su Cuerpo y su Sangre,nos convertimos en uno con losdemás (cf. 1 Cor 10:15-17). LaIglesia es lo más fiel a si misma,

cuando celebra la Eucaristía. Dehecho, la Eucaristía hace la Iglesia.44 La Eucaristía también, conducehacia la evangelización, que con-struye la Iglesia en fe y en amor. Laaparición del Señor resucitado a losdos discípulos en el camino deEmaús, lo clarifica.

[96] El primer domingo de pascua,dos discípulos viajan de Jerusalén aEmaús. Están tristes por la muertede Jesús. De repente se encuentrancaminando con Jesús sin premed-itación. El Señor resucitado, pacien-temente explica las Escrituras quehablan de su muerte y resurrec-ción. A cada paso, los discípulossalen de las tinieblas a la luz, de ladesesperación a la esperanza. Suscorazones arden dentro de ellos,cuando Jesús aclara la palabra.Luego, cuando se sientan a la mesacon el Señor y parte el pan, final-mente lo reconocen. Aunque desa-parece inmediatamente de su vista,su fe les asegura que realmenteestá con ellos como el Señor resuci-tado. Se apresuran con alegríahacia Jerusalén, para compartir labuena noticia con los demás. Suexperiencia eucarística en elcamino de Emaús los pone en lajornada de la evangelización.

[97] Como los dos discípulos en elcamino de Emaús, los que son unocon el Señor resucitado, al compar-tir su Cuerpo y su Sangre, hacenpartícipes a otros de la buena noti-cia de su presencia. La communioinduce a la missio. Así como, la mis-ión conduce a la communio. Los queaceptan al Señor, vienen a ser unocon el Señor en su Cuerpo, laIglesia. De hecho, evangelizarencuentra su carácter definitivo enla Eucaristía, que hace real la comu-nión de la vida divina que es laIglesia. Communio y missio no sepueden separar. La Eucaristía y laevangelización se llevan muy bien.45

[98] Por eso, la vida de la parro-quia, hay que vivirla de tal maneraque, la Eucaristía sea el punto cen-tral, especialmente los días delSeñor. Hay que animar a los fieles,para que asistan a la Misa lo más

frecuente posible. De esta forma, losfieles pueden compartir más fácil-mente el regalo del amor divino.Cada parroquia debe proporcionar lacelebración diaria de la Eucaristía.En aquellas parroquias donde estono sea posible, los fieles pueden serorientados hacia las parroquias veci-nas. No está permitido en estadiócesis, reemplazar la Misa diariacon la distribución de la comunión.No se puede hacer nada que dismin-uya la singularidad de la Eucaristía,como nuestra participación en elsacrificio de la Cruz, como cima yfuente de la vida de la Iglesia.

[99] Al fomentar la communio, lossacerdotes y diáconos deben recono-cer su papel propio y especial. Ellosson uno con todos los fieles por elbautismo. Sin embargo, están sepa-rados para servir a los demás, poruna consagración especial delEspíritu Santo en su ordenación.

[100] Los diáconos tienen el privile-gio especial de proclamar elEvangelio. Su propia y sólidapreparación para predicar, hacemucho para edificar la comunidad.La buena predicación se centra enCristo, como Maestro y Redentor. Lapalabra del predicador, atestigua laplenitud de la fe de la Iglesia, asícomo también la fe del predicador.El pueblo de Dios tiene el derechode oír la Palabra de Dios predicadade tal forma, que la puedan enten-der. Por medio de las homilías y ser-mones, alcanzan un reconocimientomás completo del misterio de la sal-vación. Predicar lo que está bienpreparado y doctrinalmente bienfundamentado, es un indispensablemedio de evangelización. Aún más,los diáconos, igual que los sacer-dotes, hacen evidente la palabra quepredican, por medio de sus obras decaridad.

[101] El ministerio de los sacer-dotes, que empieza con la procla-mación evangélica, deriva su podery fuerza del sacrificio de Cristo.Todos sus empeños se orientan auna meta, a saber, que “todo elpueblo redimido y la congregaciónde los santos ofrezca a Dios un sac-rificio universal por medio del Gran

Sacerdote, que se ofreció a sí mismopor nosotros en la pasión, para quefuéramos el cuerpo de tan sublimecabeza.” 46

[102] A todo sacerdote se le da elgran privilegio de celebrar laEucaristía, en virtud de su orde-nación. El sacerdote preside laEucaristía in persona Christi. El sac-erdote es el servidor de la liturgia.El es el administrador encargado deun don que no es propiamente suyo.

[103] Por eso, todo sacerdote tienela obligación de celebrar la liturgiade una manera que de testimoniode la fe hacia la santidad del dondado a la Iglesia por el Señor. Eltiene que ser fiel a las normas de laIglesia en la liturgia, para así estaral servicio de la Communio, no sólopor la comunidad que directamentehace parte en la celebración, sinotambién por toda la Iglesia. LaEucaristía “es algo demasiadogrande para que alguien pueda per-mitirse tratarlo a su arbitrio person-al, lo que no respetaría ni su carác-ter sagrado ni su dimensión univer-sal.” 47 El íntimo amor y devocióndel sacerdote por la Eucaristía, ver-daderamente ayudan a los fieles acrecer en su apreció de este granmisterio.

4. FIDELIDAD A LA ORACIÓN

[104] La cuarta característica de laIglesia de Jerusalén es la fidelidad“a las oraciones.” Estos primeroscristianos atesoraron su fe en elSeñor resucitado, como el cumplim-iento de las promesas y esperanzasde su herencia judía. “Acudían diari-amente al Templo con perseveran-cia” (Hch 2:46; cf. Lc 24:53). Sereunían también en sus casas paraalabar a Dios.

[105] Jesús mismo enseñó a orar asus discípulos. Cuando vieron oran-do a Jesús, le pidieron que lesenseñara a orar. El respondióenseñándoles el Padrenuestro (cf. Lc11:1-4). También los instruyó con laparábola del juez injusto y la moles-ta e importuna viuda. Les inculcó“que era preciso orar siempre sindesfallecer” (Lc 18:1). En tiempo dela Didaché, el catecismo del sigloprimero, los cristianos rezaban elPadrenuestro tres veces al día, enlugar del Shemoneh Ezreh, las diecio-cho bendiciones de la oración judía,que se rezaban por la mañana, porla tarde y en la noche. 48

[106] Desde su mismo comienzo, laIglesia ha sido una Iglesia orante. Elprimer acto de la Iglesia después dela Ascensión, es la oración común.“Todos ellos perseveraban en laoración, con un mismo espíritu, encompañía de algunas mujeres, y deMaría la madre de Jesús, y de sushermanos” (Hch 1:14).

[107] Los discípulos esperan el donprometido del Espíritu Santo. Ellosno se precipitan a la obra de evan-gelización. Sólo después de que seles otorga el Espíritu Santo enPentecostés, empiezan la misión dela Iglesia. Puesto que la evange-lización depende del Espíritu Santo,los primeros discípulos empiezantodo su trabajo, abriéndose a laguía, inspiración y poder delEspíritu.

[108] Como la Iglesia crece, aumen-ta la tensión entre los discípulos delengua aramea y los de lengua grie-ga. Los apóstoles oran al Espíritu

Santo. Después de orar, ordenan alos primeros diáconos de la Iglesia(cf. Hch 6:1-70). Cuando los após-toles se enteran que los samaritanoshan recibido el Evangelio, Pedro yJuan van a Samaría. Ellos oran y losnuevos convertidos reciben elEspíritu Santo (Hch 8:14-17).

[109] La apertura de la Iglesia a losgentiles, es también obra del EspírituSanto y la oración. Cuando pedroestaba en oración al mediodía en elviejo puerto de la ciudad de Jope,recibe una revelación que lo conducea bautizar al centurión romanoCornelio. Es el Espíritu que lleva aPedro a tomar la decisión de recibira Cornelio y otros gentiles en laIglesia (Hch 10). Ni Pedro ni Pablo,ni el elocuente predicador Apolo,realizaron el crecimiento de laIglesia. Dios lo hizo (cf. 1 Cor 3:5-9). Por esta razón, la oración debeanteceder y acompañar cada trabajodel Evangelio. Toda la evange-lización depende de la oración.

[110] Como enseña S. JuanCrisóstomo: “no hay nada másvalioso que orar a Dios y conversarcon El como compañeros.” 49 Laoración constante permite que Diosactúe con nosotros. La oración nosconvierte en instrumentos que orien-tan a otros hacia Cristo en suIglesia. La oración abre nuestrocorazón al Espíritu Santo, que es elalma de toda evangelización.

[111] Al final de la carta a los efe-sios, Pablo nos exhorta, “siempre enoración y súplica, orando en todaocasión en el Espíritu, velando jun-tos con perseverancia…” (Ef 6:18-19). La oración intercesora pro-mueve el crecimiento del reino deDios en la tierra. Al final de la cartaa los colosenses, Pablo propone aEpafras como un ejemplo para todosnosotros. Nos dice que “es un siervode Cristo Jesús, que lucha siempre afavor vuestro en sus oraciones” (Col4:12).

[112] Por eso, como parte de laobra de evangelización, toda parro-quia debe animar a sus fieles, a orarpor la misión de la Iglesia, especial-mente por las vocaciones a la vida

matrimonial, a la vida consagrada,al diaconado y al sacerdocio. Unaparroquia saludable tiene una vidafuerte de oración como comunidad,fuera de la liturgia. Pequeñasreuniones para orar; grupos deoración de hombres y mujeres; lalectio divina; devociones especialesa nuestra santísima Madre como elrosario; otras devociones popularescomo las novenas, el Vía crucis, lacorona de la Divina Misericordia:son formas que hacen real laoración de la parroquia. Es de ines-timable valor, la adoración alSantísimo Sacra mento. Donde laEucaristía es apreciada y adorada,crece la parroquia y florecen lasvocaciones.

IV. La Vocacion y laGracia de laEvangelización

[113] Los esfuerzos por evangelizarhoy, son nuestra voluntad deresponder al mandato del Señor:“Id, pues, y haced discípulos a todaslas gentes bautizándolas en el nom-bre del Padre y del Hijo y delEspíritu Santo, y enseñándoles aguardar todo lo que yo os he man-dado. Y he aquí que yo estaré convosotros todos los días hasta el findel mundo” (Mt 28:19-20). Elmandato de Cristo no permite unafría indiferencia con la obra de laevangelización.

[114] Dios quiere que todos se sal-ven. El desea que todos lleguen aconocer la verdad revelada enJesucristo (cf. 1 Tim 2:3-4). Hadado al mundo la Iglesia como elsigno y sacramento de salvación. Elha dejado abiertas sus puertas, paraque todo el mundo entre. En virtuddel don de la fe y la vida divinadados en los sacramentos, todos loscatólicos estamos llamados a invitara otros a que entren en la comu-nidad o communio de la Iglesia,donde ‘por él, unos y otros tenemoslibre acceso al Padre en un mismoEspíritu” (Ef 2:18).

[115] “Ningún creyente en Cristo,ninguna institución de la Iglesiapuede eludir este deber supremo:anunciar a Cristo a todos los pueb-los.” 50 Su Evangelio es la palabraque salva. Su Evangelio es la verdarque nos hace libres. Evangelizar esla gracia y vocación de la Iglesiauniversal.

Que la intercesión de la SantísimaVirgen María que trajo a Jesús,Palabra de vida al mundo, haga queel Espíritu Santo avive en todos losclérigos, religiosos y fieles de laIglesia de Paterson, una pasión porla nueva evangelización en nuestrosdías.

Dada en el Centro pastoral de la Iglesia de Paterson,

En la solemnidad de Pentecostés,Mayo 11 del 2008.

Notas finales

1. Gerhard Friedrich, ευαγγελιζομαι,Theological Dictionary of the NewTestament, vol. 2, edited by GerhardKittel, pp. 714-719.

2. Gerhard Friedrich, κηρυξ, TheologicalDictionary of the New Testament, Vol 3,edited by Gerhard Kittel, pp. 700-702.

3. Robert J. Hater, “Distinctive Qualitiesof Catholic Evangelization,” The NewCatholic Evangelization, edited byKenneth Boyack, (Mahwah: PaulistPress, 1992), pp. 17-18.

4. Lucien Legrand, “Good News of theKingdom or Good News of JesusChrist?,” Studia Missionalia, 46 (1997),pp. 21-215.

5. Avery Dulles, S.J., “The Church andthe Kingdom: A Study of theirRelationship in Scripture, Tradition,

and Evangelization,” Letter and Spirit,3 (2007), pp. 23-27.

6. Legrand, ibid., pp. 218-219.

7. Earl Muller, “The Holy Spirit, thePrincipal Agent of Evangelization,”Studia Missionalia, 48 (1999), pp. 140-142.

8. Evangelii Nuntiandi, 14.

9. Avery Dulles, S.J., “John Paul II andthe New Evangelization, StudiaMissionalia,” 48 (1999), pp. 168-169.

10. Evangelii Nuntiandi, 22.

11. Cardinal Francis Arinze, “The Unicityof Proclamation in a World ofReligious and Cultural Plurality,”Mission and Evangelization, edited byMichael Hayes (London: Burns andOates, 2004), pp.41-42.

12. Evangelii Nuntiandi, 75; cf. also Go andMake Disciples (United StatesConference of Catholic Bishops, June,2002), 65-69

13. Muller, ibid., pp. 132-133.

14. cf. Congregation for the Doctrine ofthe Faith, Doctrinal Note on SomeAspects of Evangelization, December 3,2007, 3.

15. cf. Dei Verbum, 2.

16. Gaudium et Spes, 22.

17. Fides et Ratio, 14.

18. Nostra Aetate, 2.

19. Redemptoris Missio, 5.

20. Dominus Iesus, 12.

21. Gaudium et Spes. 22.

22. cf. Angelo Scola, “The Event of JesusChrist Today,” Communio 21 (Winter,1994), pp. 577-587.

23. Redemptoris Missio, 5.

24. cf. Doctrinal Note on Some Aspects ofEvangelization, 7.

25. cf. Lumen Gentium, 7.

26. St. Augustine, Epistle 187, 11. 34.

27. Doctrinal Note on Some Aspects ofEvangelization, 16.

28. Dominus Iesus, 15.

29. Lumen Gentium, 48.

30. cf. Lumen Gentium, 2 and 9.

31. cf. Evangelii Nuntiandi, 23. cf. alsoRoch Kereszty, “Why a new evange-lization? A study of its theologicalrationale,” Communio 21 (Winter,1994), pp. 602-606.

32. St. Cyprian, De oratione Dominica, 23.

33. Father Rivers, CSP, “Eucharist andEvangelization: Two Sides of OneReality,” Origins 35, 11 (August 18,2005), p. 189.

34. Ibid.

35. Pope John Paul II, Ad limina Visit ofthe Bishops of Southern Germany,December 4, 1992.

36. Margaret Nutting Ralph, “JesusEncounters the Curious,” The BibleToday, January-February 2005, pp. 23-24.

37. Lumen Gentium, 8.

38. Gaudium et Spes, 28; cf. also DoctrinalNote on Some Aspects of Evangelization,10.

39. Tony Krisak, “Evangelizing in an ActiveWay,” Catechumenate, July 2005, pp.20-24.

40. cf. Presbyterorum Ordinis, 4; Ad Gentes29, 30.

41. Lumen Gentium, 35.

42. Apostolicam Actuositatem, 2.

43. Cardinal Dulles, S.J., “Models ofEvangelization,” Origins 31 (May 17,2007), p. 9; cf. also Go and MakeDisciples, 23.

44. Paul McPartlan, “The Eucharist, theChurch and Evangelization: TheInfluence of Henri de Lubac,”Communio 23 (Winter, 1996), p. 780.

45. Bishop Michael Putney, “Evangelizationin Australia,” The Australian CatholicRecord (January, 2007), vol. 84, no. 1,p. 81. Cf. also Rivers, ibid., p. 190.

46. Presbyterorum Ordinis, 2.

47. Ecclesia de Eucharistia, 52.

48. cf. Didache, 8, 3.

49. St. John Chrysostom, Homily 6 onPrayer.

50. Redemptoris Missio, 3.