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Gerardo Necoechea Gracia | Patricia Pensado Leglise compiladores Voltear el mundo de cabeza Historias de militancia de izquierda en América latina

Gerardo Necoechea Gracia y Patricia Pensado Leglise

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Gerardo Necoechea Gracia | Patricia Pensado Leglisecompiladores

Voltear el mundo de cabeza

Historias de militancia de izquierda en América latina

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COLECCIÓN EN DEFENSA DE LA HISTORIADirigida por Pablo Pozzi

Gerardo Necoechea Gracia y Patricia Pensado Leglise (compiladores)Voltear el mundo de cabeza. Historias de militancia de izquierda enAmérica latina. 1a ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2011.352 p. 23x15 cmISBN 978-950-793-092-81. Historia Latinoamericana. I. Leglise, Patricia II. TítuloCDD 980Fecha de catalogación: 21/01/2010

©2009, Gerardo Necoechea Gracia y Patricia Pensado Leglise©Diseño y armado de interior: Alberto Moyano, hecho con LATEX 2ε©2011, Ediciones Imago MundiDistribución: Av. Entre Ríos 1055, local 36, CABAemail: [email protected]: www.imagomundi.com.ar

Hecho el depósito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina. Tirada de esta edición: 1000 ejemplares

Este libro se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2011 en los ta-lleres gráficos CARYDE EDITARE, Udaondo 2646, Lanús Oeste, Provinciade Buenos Aires, República Argentina. Ninguna parte de esta publicación,incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trans-mitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico,mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo porescrito del editor.

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Índice general

Introducción 1

Destacada militante de la lucha sandinista: «la Guardia Somocista nonos tiraba caramelos». Jilma Romero Arrechavala 15

Proletaria y guerrillera. Jilma Romero Arrechavala 49

Avelino Ganzer: un militante político en La Amazonia. Marieta deMoraes Ferreira y Alexandre Fortes 91

Benedita da Silva: mujer, negra y favelada. Marieta de MoraesFerreira y Alexandre Fortes 129

«Lo que yo viví»: la guerrilla en Tucumán. Pablo Pozzi 161

«En función de la nueva generación», una mujer del ERP. Pablo Pozzi 201

Edna, la de los comunistas armados. Gerardo Necoechea Gracia 231

Adolfo, un intelectual de izquierda. Patricia Pensado Leglise 257

Conclusión: voltear el mundo de cabeza. 283

Cronología 309

Siglas 327

Autores 331

Bibliografía 335

Índices 338

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Introducción

Acercarse a las experiencias de vida de participantes de la izquierdalatinoamericana – durante la segunda mitad del siglo veinte – es impor-tante, entre otras razones, para poder ir «reconstruyendo» la influenciaque este pensamiento político-social ha ejercido. Si ahora, por ejemplo, esposible hablar de una mayor igualdad en las relaciones político socialesesto ha sido posible, sin duda alguna, debido a las diversas acciones desujetos quienes, armados de aspiraciones y visiones igualitarias, han encon-trado en el pensamiento de izquierda la savia necesaria para reflexionar ycontribuir a transformar un «orden» opresivo y desigual.

Compartir ciertas experiencias fue el punto de encuentro de un grupode profesores investigadores latinoamericanos (Nicaragua, Brasil, Argenti-na y México) quienes nos propusimos juntar una serie de voces que trans-mitieran las experiencias personales de militantes políticos, en sus diversasexpresiones, buscando resaltar la complejidad del entramado existencialde sujetos que establecieron compromisos diversos con organizaciones ymovimientos.

La idea para el presente libro surgió de la inquietud, expresada en variasconversaciones, por colaborar y explorar las posibilidades de comparaciónen la historia oral. Tuvimos una primera reunión para elaborar la ideadurante el Segundo Encuentro Latinoamericano de Historia Oral, en laciudad de Panamá. Posteriormente, en 2007, en segunda sesión, en laCiudad de México y ya con los materiales de entrevista, acordamos los cri-terios para la edición; en ese año sostuvimos una reunión parcial en BuenosAires. Finalmente, en Guadalajara, en septiembre de 2008, acordamos losúltimos detalles. En esas reuniones, al igual que en frecuente correspon-dencia, discutimos y examinamos las varias versiones de la introducción yla conclusión, ambas en consecuencia de autoría colectiva.

Las historias de vida en este libro plantean el origen y desarrollo de lapraxis de los entrevistados en las organizaciones políticas que correspon-dían al universo de la izquierda en los países mencionados y durante losaños sesenta, setenta y ochenta. Reflejan así una variada gama de corrien-tes, en ocasiones con puntos de vista no solo diferentes sino irreconciliables,pero con la característica de compartir un ideario socialista.

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Las entrevistas y los proyectos

Este texto contiene entrevistas que forman parte de diferentes proyectosacadémicos que se han realizado en Nicaragua, Brasil, Argentina y México.

En relación con la experiencia nicaragüense, uno de los dos testimonioses parte de una serie de entrevistas que se realizaron después del triunfo dela Revolución sandinista y que, para este proyecto, se actualizó buscandocontrastar las visiones de la misma persona mediando un lapso de treintaaños. Cabe mencionar que en ambos casos las entrevistadas ocuparoncargos públicos importantes durante los años ochenta.

En cuanto a las entrevistas de Brasil y Argentina se trata de proyectosque buscan no solo reconstruir la historia de los partidos políticos de los Tra-bajadores (PT) y el Revolucionario de los Trabajadores (PRT), sino también,conocer el origen social de sus bases y su arraigo entre los trabajadores delcampo y la ciudad.

En el caso de las entrevistas que se realizaron en México estas siguieronlos objetivos del proyecto que da origen a este libro y que en sus iniciosse propuso explicar la militancia como una forma de vida, más allá de lafiliación partidista o el activismo social, durante los últimos años de lossesenta y setenta, años caracterizados por el surgimiento de importantesmovimientos sociales.

Cabe mencionar, asimismo que, entre las virtudes y amplias posibili-dades de investigación que ofrecen las entrevistas de historia oral, está laposibilidad de poder ser varias veces trabajadas como fuentes válidas parainvestigaciones posteriores (como se da testimonio en este libro).

La izquierda en la historia escrita

Si bien el interés tanto por los estudios acerca de las revoluciones lati-noamericanas como sobre los movimientos obreros y campesinos del sigloXX,1 ha estado presente entre varios investigadores, no se ha profundizadoen la participación de la izquierda que, en algunos casos, llegó a ocupar unlugar central en algunos de los movimientos. De suerte que la influenciade corrientes como el socialismo, el trotskismo o el maoísmo se pierde enla narración de la historia de las luchas obreras y campesinas. Los partidoscomunistas son «olvidados» y su relevancia, tanto entre los intelectualescomo en el movimiento obrero y campesino se minimiza, dando por resul-tado que la actuación de la «nueva izquierda» quede reducida a memoriasestudiantiles individuales apareciendo solo como un subproducto de laradicalización experimentada en la década del sesenta e influenciada porla Revolución Cubana.

1. Como ejemplo citamos los volúmenes de las distintas obras que se editana partir de 1977, bajo la coordinación de Pablo González Casanova y escritas porhistoriadores y cientistas sociales latinoamericanos.

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Sin embargo, el siglo XX latinoamericano se caracterizó por una rela-ción dinámica y dialéctica entre la izquierda y los movimientos sociales,intelectuales y culturales, por lo que una cantidad significativa de hechosllegan a resultar incomprensibles sin profundizar en este tema.

Quizá, buena parte del problema ha estribado en definir qué es la «iz-quierda». La heterogeneidad de organizaciones y teorías, un sinnúmero dedisputas y competencias, han contribuido a que sus integrantes tiendan adefinir el término en formas por demás restrictivas, donde cada grupo seatribuye el derecho a definir pertenencias, inclusiones y exclusiones. Es poresta razón que en este trabajo queremos dar voz a una «izquierda» inclu-yente, conformada por individuos que militaron tanto en organizacionespolíticas como sociales y quienes se ubican como parte de la izquierda y seplantean el socialismo como fin.

Esto significa que, desde el punto de vista de este estudio, ser de «iz-quierda» no es sinónimo de marxismo-leninismo o de una práctica militantedeterminada. En la izquierda han coexistido múltiples tendencias (refor-mista, clasista, evolucionista, revolucionaria, guerrillera, insurreccional,anarquista, populista, marxista); así, ser «de izquierda» es un proceso queimplica cambios históricos y personales, individuos y organizaciones quelo fueron en un momento, pueden dejar de serlo o viceversa influencia-dos, quizá, por los cambios experimentados de acuerdo con coyunturasnacionales e internacionales.

Periodización histórica de la izquierda

Tratar de establecer una periodización del desarrollo histórico de laizquierda latinoamericana es una tarea necesariamente imprecisa, pero nopor ello significa que no sea imprescindible. Para los fines de esta inves-tigación se consideran tres etapas: orígenes, «vieja izquierda», y «nuevaizquierda». Es en este marco donde se sitúan los testimonios de las historiasde vida que recuperamos.

Los «orígenes» se ubican entre 1880 y 1920; período caracterizadopor el desarrollo de muy variadas tendencias anarquistas y socialistas.Asimismo el desarrollo de la Revolución rusa, su fase inicial y el períodode la postrevolución tuvieron un efecto importante tanto en las formas deorganización de los trabajadores y campesinos, como en el plano cultural yen el imaginario social. Fue una época fundamental para la estructuraciónde los primeros sindicatos (por oficio), las federaciones campesinas y lasagrupaciones autodefinidas como revolucionarias.

Los primeros izquierdistas resultaron ser canales importantes para ladifusión de las ideas de clase y contestatarias que se expresaban en di-ferentes medios escritos, así como en obras de arte y una serie de redesculturales. Sus ideas básicamente tenían origen en tradiciones y culturasdecimonónicas – liberalismo, radicalismo artesanal, indigenismo y sobreun cristianismo latinoamericano – y buscaban dotar al pensamiento de

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izquierda de una nueva significación, construir una «estructura de senti-miento» que, posteriormente, se convirtió en un «sentido común» y en uncomportamiento «correcto», incluso entre aquellos que no compartían elideario izquierdista y contestatario. Estas estructuras intuitivas se con-virtieron en el nexo (y la base) para el resurgimiento de la izquierda delperíodo siguiente.

En este período también se va conformando una imagen del militantede izquierda, con resignificaciones y expresiones propias (dependiendotanto de la cultura nacional como de los procesos históricos particulares),percepción que en el imaginario popular adquiere diferentes nombres(«zurdos», «buenos muchachos» como son conocidos en el Cono Sur). Enla mayoría de los casos se trata de percepciones que aluden a sujetos másbien alejados de la vida cotidiana del trabajador, personas que «llegan» almovimiento, con concepciones propias (en terminología sureña, se tratade «descolgados», «baja línea» y «siempre te dicen qué tenés que hacer»), yque si bien ante el trabajador medio se trata de personas honestas, com-bativas y leales, los izquierdistas no son considerados totalmente comopertenecientes (o surgidos) del mismo medio.

En este punto conviene destacar el hecho de que si bien las burocracias(sindicales y campesinas) han mantenido como parte central de sus argu-mentos en contra de los militantes de izquierda acusaciones como la de seragentes «extranjerizantes», no velar por los intereses de los trabajadores, ode que sus acciones responden a fines oscuros, las descalificaciones no alu-den a comportamientos éticos indebidos (lo cual, por otra parte, no implicaque no existan sujetos que participen en organizaciones de izquierda quesean deshonestos). Hecho que pareciera ayudar a entender que más allá deeste discurso, la distancia entre los militantes de izquierda y los trabajado-res, tiene que ver más con la diferencia – en diferentes períodos históricos –entre discursos y acciones de los propios militantes (de hecho, algunosmilitantes de izquierda son calificados, entre sectores de trabajadores, deforma bastante crítica).

Quizá esta falta de congruencia – entre el hacer y el decir – ayude acomprender por qué en aquellos lugares donde el militante «salvaba estadistancia», la izquierda lograba ganarse el respeto de los trabajadores einclusive llegar a dirigir ciertos sectores.2 Lo dicho no ignora, por supuesto,el hecho cierto de que por una parte, la represión estatal y patronal, y porotra, tanto el sectarismo y las luchas internas que derivaban en disputasbizantinas, como la agitación que sustituía el trabajo cotidiano, llegaran aser causas contribuyentes del alejamiento de la izquierda del conjunto delas clases populares.

2. En numerosas ocasiones, cuando la izquierda logró dirigir sectores de laclase obrera, fue sobre todo a partir de la calidad del militante izquierdista y nodebido a pautas programáticas o ideológicas. Ejemplos de esto serían dirigentescomo Agustín Tosco y Rubens Íscaro en Argentina, Luis Recabarren en Chile, oFarabundo Martí en El Salvador.

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El segundo momento (a partir de la década del treinta), está influen-ciado en buena medida por el quiebre de los modelos exportadores tras lacrisis mundial de 1929, época sucedida por un período que, genéricamente,podría ser denominado «comunista». Tanto la represión ejercida contralos anarquistas, como la cooptación por los distintos partidos socialistas, lainfluencia de la Internacional Comunista en los partidos comunistas lati-noamericanos y los cambios en la producción – en particular el desarrollode concentraciones obreras que dejaron atrás la hasta entonces incipien-te manufactura – contribuyeron para que en los años treinta se diera elcrecimiento de lo que hoy se conoce como «vieja izquierda».

Esta izquierda es impulsada y hegemonizada por los partidos comu-nistas y llegó a protagonizar numerosas luchas sociales en el continente,como la columna de Luis Carlos Prestes en Brasil, el levantamiento comu-nista de Farabundo Martí en El Salvador, el Frente Popular de MarmadukeGrove en Chile y los soviets cubanos. Esta izquierda comunista y socialistaheredó, incorporó y dio nuevo significado a parte del imaginario y a lasprácticas del período anterior, dando surgimiento a lo que hoy en día seentienden como conceptos de clase y revolucionarios, cambio que tambiéninfluyó en el mundo cultural e intelectual y tuvo expresiones, por ejemplo,en las actividades políticas3 de pintores como Diego Rivera, David AlfaroSiqueiros, Xavier Guerrero y Antonio Berni; poetas como Pablo Neruda yRaúl González Tuñón; escritores como Jorge Amado, o pensadores comoJosé Carlos Mariátegui, por mencionar solo algunos nombres.

Así, debido a la conflictividad social, gestada a partir del crecimientode la organización sindical y protagonizada mayoritariamente por comu-nistas, se empezaron a presentar obstáculos no solo a la acumulación decapital sino que incluso en varios países latinoamericanos, parecía estar elcapitalismo bajo amenaza, de suerte que las reformas emprendidas por losgrupos en el poder para enfrentar la situación (calificadas en su momentocomo populistas), contribuyeron al surgimiento de estados de bienestarsocial (promotores del desarrollo del mercado interno), y a la ampliaciónde los derechos cívicos elementales (como el sufragio), lo que dio paso a lagestación de lo que se ha denominado democracia de masas.

En este contexto es posible afirmar que si bien el contacto con la izquier-da tuvo un efecto importante sobre pensadores populistas y nacionalistas,también lo es que el pensamiento de izquierda se vio influenciado por estos.Personajes del trotskismo (como Jorge Abelardo Ramos o Liborio Justo)y del «comunismo» (como Vicente Lombardo Toledano) fueron, paulati-

3. Entre las que destaca en 1925, la formación de la Liga Antiimperialista delas Américas cuyo alcance principal fue formar una red continental (incluyendola representación de Estados Unidos) de pensadores y activistas progresistas ycomunistas como Julio Antonio Mella y Víctor Raúl Haya de la Torre, y en 1929, laConfederación Sindical Latinoamericana (CSLA) con sede en Montevideo, Uruguay,véase Daniela Spencer. Los primeros tropiezos de la Internacional Comunista enMéxico. México DF: CIESAS, 2009, 225 y 271.

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namente, acercándose a posiciones cada vez más nacionalistas. Inclusive,en el caso del Partido Comunista, según algunas interpretaciones, estafue una de las razones, además de su postura reformista, que permitió elsurgimiento de tendencias y luego de fracciones maoístas en la década delsesenta.

La estructura de acumulación dio origen a nuevos desarrollos, incluyen-do el crecimiento de los procesos de industrialización, el pleno empleo yuna mejor – aunque insuficiente – redistribución del ingreso, la ampliacióndel sistema educativo básico y un mayor acceso a estudios universitariospolíticas que, en conjunto, no solo lograron concitar el consenso de ampliossectores de la población sino que también, de manera paralela, favorecie-ron procesos de politización entre la juventud, las clases obrera, campesinay media, que a la par que apoyaban las reformas y conquistas del Estado debienestar, pretendían profundizarlas y extenderlas, lo cual en un contextointernacional marcado por la guerra fría, resultaba «amenazador» para losgobiernos (estadounidense y latinoamericanos).4

En este marco, en donde si bien había ciertas mejorías económicas ysociales, también se mantenían férreos controles políticos, así como el «te-mor» de que grupos izquierdistas pudieran eventualmente representar «unpeligro» para los poderes establecidos, razón por la cual ante las moviliza-ciones sociales registradas durante los años sesenta, y setenta estas fueronreprimidas (en su mayoría) por los gobiernos para mantener el control,políticas que favorecieron el surgimiento de dictaduras en varios países delcontinente.

A partir de los sesenta emergió lo que hemos denominado el tercerperíodo, el de «la nueva izquierda», el cual encontró sus orígenes tanto enescisiones de los partidos comunistas y grupos trotskistas como en la pre-sencia del maoísmo. Rupturas que se combinaron con grupos provenientesde movimientos populistas y nacionalistas, contribuyendo a gestar un pa-norama orgánico difícil de sistematizar. Esta izquierda se vio fuertementeinfluida tanto por el ejemplo de la Revolución Cubana (y la figura del CheGuevara) como por la guerra de Vietnam, acontecimientos que generarondentro del pensamiento de izquierda fuertes e importantes discusiones,básicamente en torno a tres ejes: el carácter de la revolución latinoameri-cana, las vías de la revolución, y el sujeto de la revolución que, en síntesis,

4. Los gobiernos de los países latinoamericanos, desde la constitución de la Or-ganización de Estados Americanos (1948), aprobaron en la Declaración de Caracasla resolución de aceptar que: «El dominio o el control de las instituciones políticasde cualquier Estado americano por el movimiento comunista internacional, sig-nificaría la existencia del sistema político de una potencia extracontinental a estehemisferio, eso equivaldría a una amenaza para la soberanía y la independenciapolítica de los Estados Americanos, pondría en duda la paz en América y reclamaríaconsultas para tomar las medidas apropiadas en concordancia con el presente trata-do». Véase Arturo Gálvez Valega. Sistema Interamericano de Defensa. Barranquilla:Ediciones Uninorte, 2002, p. 136.

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implicaban debates en torno al carácter de la revolución (socialista y anti-imperialista o popular y antiimperialista); la vía a seguir (lucha armada oformas de acumulación de fuerzas denominadas «pacíficas»); así como laidentificación del sujeto revolucionario (la clase obrera o el campesinadojunto con sectores de la «burguesía nacional» y de los pobres de la ciudad yel campo).

Si bien en los períodos anteriores la izquierda contó con grupos deadherentes en todos los sectores sociales, no fue sino hasta los años sesentacuando una generación se «lanza» por el camino de la revolución social,etapa caracterizada, en buena medida, por el desarrollo de las luchas detrabajadores que exigían «recuperar sus organizaciones laborales, abrircauces a la democracia y a la movilización de las masas, plantear un pro-grama y hacerse cargo de la nación».5 Así como también por el surgimientode grupos guerrilleros (hay ciertamente varios antecedentes de levanta-mientos armados en América latina, remontándose hasta la época colonial,pero muy pocos llegaron a plantearse una revolución social).

En los movimientos guerrilleros latinoamericanos del siglo XX se dis-tinguen tres momentos; el primero, que puede ser denominado foquista(aproximadamente entre 1959 y 1969) caracterizado por la influenciaguevarista tal como se plasmó en la obra de Régis Debray ¿Revolución enla revolución?;6 incluye organizaciones como la Acción Libertadora Na-cional (ALN) de Carlos Marighella y el Movimiento Revolucionario 8 deOctubre (MR-8) en Brasil, las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional(FALN) de Venezuela, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia(FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, la AlianzaPopular Revolucionaria Americana Rebelde (APRA Rebelde) luego llama-do Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Perú, Uturuncosy el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) en Argentina, Grupo PopularGuerrillero (GPG) en México, las Fuerzas Armadas Revolucionarias deGuatemala (FARG), y los sandinistas (en su primera etapa) en Nicaragua.Si bien la mayoría fueron rápidamente reprimidos, algunos de ellos comolas FARC, el ELN y los sandinistas evolucionaron para constituirse, luego dederrotas iniciales, en complejas organizaciones político-militares haciendola transición al segundo período.

Durante los años setenta muchos grupos desarrollaron una combina-ción de lucha armada junto con trabajo de masas – legal e ilegal – ; fue elcaso de organizaciones que tenían acceso a ciertos espacios en la prensa,vinculadas con algunas agrupaciones sindicales, estudiantiles y campesinasy que, inclusive, en algunos casos, lograron tener representantes parlamen-

5. Francisco Martínez de la Vega y col. Clase obrera, nación y nacionalismo.Textos en homenaje a Rafael Galván. México DF: Ed. El Caballito, 1985, p. 83.

6. Régis Debray. ¿Revolución en la revolución? La Habana: Casa de las Américas,1967.

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tarios, a diferencia del primer período, y donde la mayoría de los grupos seimplicó con luchas urbanas (sin excluir el campo).7

Y si bien, salvo algunas excepciones, los distintos gobiernos y dicta-duras fueron exitosos en reprimir a la guerrilla y al movimiento socialradicalizado (entre 1960 y 1990), no lograron gestar un nuevo consensoen torno a sus políticas neoliberales (desmontar los beneficios socialesy las estructuras económicas del Estado de bienestar) para insertar a lasnaciones latinoamericanas en una economía transnacionalizada. De he-cho, es posible afirmar que las derrotas de la izquierda sentaron las basespara una cuarta etapa en la cronología, que se inicia en 1989, con la crisisdel socialismo real (la fragmentación de la URSS y la desintegración delllamado bloque socialista de Europa del Este) y con la recomposición dela faz mundial (política, geográfica, militar, económica, financiera) queimplicó que muchos de los grupos izquierdistas (incluidos los guerrilleros)se volcaran al trabajo de masas y a la lucha electoral; es el caso de gruposcomo el de los Tupamaros (Uruguay), el Partido Revolucionario de losTrabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo y Montoneros (Argenti-na), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Chile), además de gruposcentroamericanos y mexicanos que desarrollaron o apoyaron a partidos yorganizaciones de centro-izquierda como el Frente Sandinista de Libera-ción Nacional (Nicaragua), el Partido de los Trabajadores (Brasil), Partidode la Revolución Democrática (México) y Libres del Sur (Argentina), asícomo los que se incorporaron a movimientos populares de origen militarcomo el chavismo (Venezuela).

Algunos estudiosos de la izquierda latinoamericana como Barry Carr ySteve Ellner,8 consideran que las dictaduras militares de la década del seten-ta fueron las experiencias nacionales que más influenciaron a la izquierdaactual. Esta situación convenció «a muchos izquierdistas que la democraciaformal que habían menospreciado era una verdadera conquista que valíala pena defender a toda costa para poder construir».9 No obstante, segúnEllner, la izquierda entró en la década del noventa considerablemente des-orientada y carente de opciones válidas, que se combinó con el surgimiento

7. Algunos ejemplos de estas organizaciones fueron: el Movimiento de Libe-ración Nacional (MLN)-Tupamaros de Uruguay, el Partido Revolucionario de losTrabajadores (PRT)-Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y los Montoneros deArgentina, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua, laFuerzas Populares de Liberación (FPL), Farabundo Martí de El Salvador, el PartidoRevolucionario de los Trabajadores (PRT)-Ejército de Liberación Nacional (ELN)de Bolivia y el M-19 de Colombia. Algunos fueron exterminados (la guerrilla argen-tina), otros hicieron la transición a la política electoral dejando la lucha armada(M-19, FPL Farabundo Martí, Tupamaros).

8. Barry Carr y Steve Ellner. The Latin American Left. From the Fall of Allendeto Perestroika. Latin American Perspectives Series 11. Colorado: Westview Press,1993.

9. Ibíd., p. 2.

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de nuevos movimientos sociales, que «prefiguran un nuevo tipo de demo-cracia»,10 cuyas principales características son la autonomía de la sociedadcivil y la participación desde la base. Sin embargo, estos movimientos noaportan al fortalecimiento de la izquierda, aunque contribuyen a la culturapolítica enseñándole a la gente la «importancia del accionar colectivo».11

De acuerdo con estos puntos de vista es posible decir que uno de los resulta-dos de estos cambios tiene que ver con la distancia de ciertas posiciones declase por parte de la izquierda y un mayor énfasis por parte de sus teóricosen nuevas formas de democracia y participación, así como en la posesiónde los medios de producción.

Por otra parte cabe señalar que en cada época surgieron activistas ymilitantes con características propias.12 Durante cada período las organi-zaciones y grupos de izquierda estuvieron integrados por miembros cuyosorígenes y experiencias históricas – si bien distintas – compartían elemen-tos culturales (una estructura de sentimiento) que se traducían en lenguaje,simbolismo y prácticas con fuertes elementos en común mismas que, noobstante la represión, fueron madurando y transmitiéndose oralmenteentre generaciones.

De acuerdo con algunas de las entrevistas que se presentan en estevolumen, un elemento clave es la percepción, experiencia y expectativa delo que se ha dado en llamar la generación que madura en los años sesentay comienzos de los setenta que, paradójicamente, resulta ser la principalbeneficiaria de las reformas instauradas por el Estado de bienestar socialy el populismo. En esas décadas la militancia nace en los intersticios dela relación dialéctica entre un mundo que surgía y otro que estaba des-apareciendo; en muchos casos la sociedad latinoamericana de esos añosexpresaba los acelerados cambios del proceso de modernización econó-mica. Los efectos del populismo y el desarrollismo se manifestaban en uncampesinado y una clase obrera más organizados y mejor económicamente,gracias a lo cual hijos de campesinos, trabajadores y empleados pudieronhacer estudios universitarios, lo que implicó un «desclasamiento haciaarriba» lo cual, empero, no les impedía ver (en buena medida debido a lasherramientas conceptuales adquiridas) un mundo lleno de injusticias.

Era «un mundo en erupción» que debía ser modificado porque era esen-cialmente opresivo e injusto, que presentaba caminos «cerrados» para laparticipación política por lo que muchos se lanzaron, por distintas vías, ala revolución. Aunque muchos padres y para la mayoría de los trabajado-res latinoamericanos de la década del sesenta, si bien era un mundo conprofundas desigualdades, no dejaban de reconocer que había cambios yque podían profundizarse siguiendo vías pacíficas; lejos de considerar que

10. Ibíd., p. 11.11. Ibíd., p. 12.12. Por activista se entiende aquel individuo que se desempeña principalmente

en la organización social, y se diferencia del militante en que este último tiene lapolítica como eje primordial de su actividad asumiendo el compromiso partidario.

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fuera un problema propio del capitalismo el sistema ofrecía posibilidadespara mejorar, ¿acaso no podían ir más jóvenes (entre otros, sus hijos) ala universidad?, ¿acaso no era esa la lección dejada tanto por Cárdenas,Vargas y Perón como por Frondizi, Frei y Kubitchek?, ¿acaso el obrero fabrilno podía aspirar a tener coche, casa o establecer un taller propio? Estavisión partía del reconocimiento de que el problema radicaba en que unsector minoritario, pero poderoso, impedía ahondar en el camino de lasreformas.

En cambio para sectores de la nueva generación el problema era sistémi-co y no político, visiones que, no obstante, no fueron obstáculo para que enciertos momentos fuera posible la participación conjunta en importantesmovilizaciones populares (en pos de reformas y no de la revolución) pero,cuando las diferencias se fueron agudizando (había que arriesgar unasdemandas para obtener otras) y de cara a la represión ejercida por el poder,los revolucionarios se quedaron solos.

No está de más tener presente que muchos de esos jóvenes estabansacudidos por la realidad latinoamericana (marcada por profundas de-sigualdades económicas, políticas y sociales) y, al mismo tiempo, desilu-sionados con el populismo y el desarrollismo por lo que fueron receptivosa los planteamientos de lucha armada. Algunos intentaron primero lasvías institucionales de protesta, pero se encontraron con una represióndespiadada y el rechazo a cualquier reforma.

Muchos de esos jóvenes, quienes conformaron en buena medida lamilitancia entre 1960 y 1980, si bien procedían de todos los sectores so-ciales (dada la composición social latinoamericana), un buen número deellos eran hijos de campesinos, obreros y empleados (a menudo han sidocaracterizados como «estudiantes», tanto por el estado como por la acade-mia, categoría poco precisa porque, en términos generales, se utiliza comosinónimo de «joven, sin empleo, de clase media»).

Además, las características que presentó la industrialización en la re-gión durante las décadas del sesenta y setenta, contribuyeron al predo-minio de las tendencias radicales debido al crecimiento y presencia delmovimiento obrero. Por ejemplo, en algunos países (Brasil, México y Nica-ragua) se tendió un fuerte vínculo con comunidades campesinas (debido alorigen de muchos de los nuevos trabajadores), también contribuyeron lascada vez más frecuentes migraciones (campo-ciudad) resultado, también,de los procesos de crisis e industrialización de los años treinta y cuarenta(vínculo que, por cierto, no debe ser subestimado y que amerita un es-tudio aparte, ya que contribuye – entre otros elementos como puede serel papel jugado por los maestros rurales – a seguir la pista a la difusiónde ideas de izquierda y revolucionarias en las comunidades campesinaslatinoamericanas de los setenta).

Este proceso de politización tocó también a ciertos sectores religiosos;sacerdotes obreros, miembros de comunidades de base tercermundistas,grupos sionistas socialistas y misioneros protestantes que se incorporaron

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a las corrientes de izquierda. Radicalizados o no, los sectores populareslatinoamericanos encuentran, por lo general, resonancias que les permitenidentificarse, en mayor o menor medida, con los criterios sostenidos (noen todos los casos practicados) por la izquierda. Esta es una de las razonesque permite explicar porqué a pesar de las represiones, persecuciones yenfrentamientos con distintos gobiernos latinoamericanos, la izquierda halogrado sobrevivir (ciertamente minimizada) en los movimientos sociales.

La izquierda en la historia oral

En los últimos años la historia oral se ha revelado de suma utilidadpara el estudio de la trayectoria de la militancia latinoamericana de lasegunda mitad del siglo XX13 puesto que en las fuentes escritas existeescasa información de índole cualitativa sobre su participación política ysocial, su vida cotidiana y sobre aspectos subjetivos de sus experiencias.Gracias a los testimonios es posible acceder a una realidad que no estáescrita; en este sentido, y en la medida en que cada investigación se planteeuna historia «desde abajo», y no solo de los dirigentes o de las instituciones,la entrevista surge como una fuente de indudable riqueza histórica quepasa por un proceso de confrontación con la fuente escrita.

Ejemplos de esto son los estudios de Alfredo Molano sobre las FARC,14

de Sebastián Leiva sobre el MIR,15 de Alejandro Peñaloza16 y de Veróni-ca Oikión y María Eugenia García Ugarte17 sobre distintos movimientosarmados mexicanos, de Elizabeth Ferreira sobre mujeres guerrilleras enBrasil,18 de Rolando Álvarez sobre la clandestinidad del Partido Comunis-ta de Chile,19 de José Luis Rénique sobre los presos políticos de Sendero

13. Existe una gran cantidad de trabajos sobre la militancia de izquierda, entrelos cuales se destacan los estudios de Víctor Hugo Acuña Ortega sobre los zapateroscomunistas de Costa Rica y el de Mariana Mastrángelo sobre los comunistas de SanFrancisco de Córdoba en 1929.

14. Alfredo Molano. «Melisa, una mujer de las FARC». En: Taller: (1998).15. Sebastián Leiva. «Teoría y práctica del poder popular: los caso del MIR en

Chile y el PRT-ERP en Argentina». Mimeo. 2006.16. Alejandro Peñaloza. La lucha de la esperanza: historia del MAR (1965-1971).

México DF: ENAH, 2004.17. Verónica Oikión y María Eugenia García Ugarte. Movimientos armados en

México, siglo XX. 3 vols. México: CIESAS-El Colegio de Michoacán, 2006.18. Elizabeth Xavier Ferreira. Mulheres, militancia e memoria. Río de Janeiro:

Fundación Getulio Vargas, 1996.19. Rolando Álvarez. Desde las sombras. Una historia de la clandestinidad comu-

nista (1973-1980). Santiago: LOM Ediciones, 2003.

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12

Luminoso,20 de Pablo Pozzi,21 Gabriel Rot22 y Ernesto Salas23 entre otrosmuchos.

En este sentido, el propósito de este trabajo colectivo es contribuir aesos estudios y testimonios. Las historias de vida que presentamos estándedicadas a la militancia en la izquierda, entendiéndola como la praxisque conduce al sujeto a participar en movimientos que significan proyectoscolectivos de las clases subalternas. Las historias no necesariamente coinci-den en tiempo y espacio, ni tampoco en las vías que cada quien eligió paradesempeñar su propia praxis, pero convergen y dan cuenta de una época enque para algunos el sentido de la existencia estaba profundamente vincula-do con la necesidad de cambiar un orden de cosas existente que resultaba,para todo aquel que quisiera verlo, en desigualdades brutales y carenciasprofundas, con vías poco transitables para la participación política, siste-mas opresivos apoyados en instituciones poco flexibles y caducas que, enconjunto, y de cara a procesos de cambio operados en algunas sociedades,permitían plantearse que la lucha por el socialismo era un opción posible(o la única) para transformar a la sociedad.

El trabajo en este libro (junto con el análisis de lo hecho previamen-te) nos permitió constatar que de estos estudios emerge un abanico decuestiones sumamente sugerentes acerca de la historia de América latina,entre ellas la contribución del pensamiento de la izquierda a la lucha por lademocracia y el socialismo en la segunda mitad del siglo XX, así como suparticipación en las transformaciones políticas y sociales vigentes en lascuatro sociedades latinoamericanas donde se ubica nuestro estudio.

También, el trabajo nos permite señalar que la trayectoria de la izquier-da (aportaciones, obstáculos; avances y retrocesos) lejos de ser un injerto,ha sido producto de procesos históricos nacionales y continentales cuyascaracterísticas si bien es cierto han dependido de ciertas coordenadas nacio-nales, es innegable que contiene aspectos comunes (si bien determinadoshistórica y geográficamente y resumidos, de alguna manera, en la conocidafrase «tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos» que expresa unacaracterística particular de las naciones latinoamericanas).

Las historias de vida, además de ser relatos de un acontecer particular,también contribuyen a ir hilvanando (desde un punto de vista analítico)testimonios de la sociedad en que se vive. Desde la dimensión personales posible reconstruir experiencias analíticas o conceptuales, en donde el

20. José Luis Rénique. La voluntad encarcelada. Las luminosas trincheras decombate de Sendero Luminoso del Perú. Lima: IEP, 2003.

21. Pablo Pozzi. El PRT-ERP. La guerrilla marxista. Buenos Aires: Imago Mundi,2004.

22. Gabriel Rot. Los orígenes perdidos de la guerrilla en la Argentina. BuenosAires: El Cielo por Asalto, 2000.

23. Ernesto Salas. Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista. Buenos Aires:Biblos, 2003.

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Introducción 13

esfuerzo personal se engarza con el esfuerzo colectivo; la primera narradesde el yo, la segunda desde la primera persona pero en plural (nosotros).

En el caso concreto de esta investigación, acceder a la subjetividad de laexperiencia personal y dar a conocer la forma en que de manera individualse asume un compromiso político, contribuye al análisis de las condicionesque llevan a que algunos movimientos sociales alcancen arraigo. Así comotambién a entender cómo la militancia misma los «constituyó» en sujetossociales que construyeron nuevos significados para ciertos símbolos cul-turales. Militancia política que, por cierto, ha cambiado sustancialmente,entre otros motivos porque antes se buscaban trascender los intersticiospolíticos para plantearse también los personales.

Por otra parte, estas historias exponen experiencias disímiles, perodesde un mismo horizonte de expectativas, cobijadas bajo la óptica debuscar la transformación social de regímenes que han mantenido cotos depoder, privilegios, apoyando sus proyectos de modernización (y sobrevi-vencia misma) en la dominación, control y sobre explotación de las clasestrabajadoras.

Aunque distintas sean las formas y los compromisos con los que nuestrosentrevistados asumieron la militancia política, quizá sea posible distinguirtres unidades básicas: la primera, representada por Olga, Gladys, Héc-tor, Silvia y Edna, quienes eligieron transitar del movimiento popular a laclandestinidad de la organización político militar. La guerrilla en Américalatina durante esa coyuntura se presentó en algunos casos como fenómenolocal, pero también logró alcances continentales y abarcó a todos los secto-res sociales. Además, en el caso de los dos primeros testimonios, se tratade mujeres que se vinculan con una lucha armada exitosa, situación quese revela en sus testimonios. Mientras que en los casos de Héctor, Silviay Edna, sus narraciones están permeadas por la derrota de sus proyectospolíticos, por la persecución política y la tortura.

El segundo grupo está integrado por Benedita y Avelino, quienes endependencia de su pertenencia de clase desarrollan su conciencia políticadesde la exclusión social; participando primero en organizaciones socialespara después militar en el Partido de los Trabajadores de Brasil, destacán-dose por su liderazgo social y llegando a ocupar – en la administracióndel presidente Luiz Inácio «Lula» da Silva – importantes cargos en la vidapública.

En el tercero ubicamos a Adolfo Sánchez Rebolledo, intelectual deizquierda, solidario con todos los movimientos internacionales de libera-ción nacional, antiimperialistas y antidictatoriales, contribuyendo con sutrabajo escrito y editorial a difundir el marxismo y, al mismo tiempo, parti-cipando en organizaciones sociales y militando en partidos de izquierda.

Se trata, en suma, de historias de vida que son parte de una experienciacomún latinoamericana que, en nuestra opinión, merece ser revaloradapara que pueda contribuir a orientar los cambios presentes y futuros (sindemérito de rescatar las particularidades y tradiciones políticas de cada

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contexto nacional); historias de vida que han sido (y son), al lado de unbuen número de hombres y mujeres, sujetos activos de las luchas sociales ypolíticas de nuestras naciones por alcanzar condiciones de vida socialmentejustas y políticamente democráticas y plurales.

Para finalizar, solo nos resta agradecer en primer lugar el apoyo del Con-sejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) al aprobar este proyectode apoyo complementario a investigadores en proceso de consolidacióny concedernos tres becas para estudiantes de licenciatura, María FabiolaArias Chávez, Mariana Miranda Reyes y Gabriel Ramos Carrasco, quienescumplieron con creces su compromiso de finalizar sus trabajos para pre-sentar sus exámenes de grado en Estudios Latinoamericanos y en Historia,en la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Escuela Nacionalde Antropología e Historia. Por otra parte, el Instituto de InvestigacionesDr. José María Luis Mora y la Dirección de Estudios Históricos del InstitutoNacional de Antropología e Historia financiaron la reunión en la Ciudad deMéxico; gracias en particular a Ruth Arboleyda, Luis Jáuregui, ConcepciónMartínez y Ana Galván. Agradecemos también al Departamento de His-toria de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, a la FundaciónPerseo Abramo de Brasil, al Centro de Pesquisa e Documentação de Histó-ria Contemporânea da Fundação Getulio Vargas, la Universidad de BuenosAires y el Programa de Historia Oral de Argentina, todos ellos por alentarla participación interinstitucional en el trabajo colectivo de la investigacióny en particular a este proyecto de historia oral. Gracias a Wendy Botello,Marigela Pensado, Jorge Carrera, Jacinto Barrera, Elisa Servín, Alejandrode la Torre, Ana Ribera, Luis Alfredo Lobato y Carolina Centeno.

Por último quisiéramos agradecer a Olga, Gladys, Avelino, Benedita,Héctor, Silvia, Edna y Adolfo, quienes aceptaron compartir con nosotrossus recuerdos, sus silencios, sus aspiraciones por lograr sociedades másigualitarias y justas, sus valores, sus amores, materiales que constituyenla experiencia del individuo y que le da sentido a la existencia humana.Coincidimos con Pablo cuando en su presentación menciona «yo queríaentender, entenderme y entendernos». Ese fue el desafío y el mayor logroque cada uno de nosotros obtuvo al escribir este libro, que apenas sugiereel inicio de un trabajo colectivo que comprenda la complejidad del universode las corrientes de izquierda en su quehacer político, social y cultural,desde la reflexión de las experiencias individuales en contextos nacionaleshacia la dimensión histórica latinoamericana en el siglo veinte.

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Índice de autores

Abers, Rebecca, 293, 335Alberti, Verena, 293, 335Álvarez, Rolando, 11, 338Alonso, Jorge, 292, 335Arias, Pilar, 287, 303, 335

Bartra, Armando, 247, 290, 335Berlin, Ira, 336Billington, James H., 303, 335

Campos, Martha B. Cahuich,292, 335

Camín, Héctor Aguilar, 284, 335Canin, Eric, 292, 335Carr, Barry, 8, 9, 234, 289, 335Castañeda, Jorge, 286, 287, 289,

290, 292, 335Castellanos, Laura, 247, 254,

286, 290, 335Castro Gomes, Ángela de, 293,

335Chakrabarty, Dipesh, 307, 336Chartier, Roger, 300, 301, 336

Debray, Regis, 287, 336Debray, Régis, 7, 336Defoe, Daniel, 231, 336

Ellner, Steve, 8, 9, 335

Faler, Paul, 299, 336Ferreira, Elizabeth Xavier, 11,

336

Fortes, Alexandre, 97, 107–109,111, 112, 114, 115,139, 145, 156, 337

Gideon, Jasmine, 293, 336Gorki, Máximo, 63, 336Gott, Richard, 287, 336Guevara, Ernesto, 290, 336Gutman, Herbert George, 300,

336

Hemingway, Ernest, 55, 336Hewitt, W. E., 292, 336Hobsbawm, Eric, 286, 336Huberman, Leo, 288, 336

Issacs, Jorge, 231, 336

Kampwirth, Karen, 283, 284,336

Katz, Friedrich, 284, 336Keen, Benjamin, 283, 284, 336

Lafeber, Walter, 306, 336Lecuona, Renato Ravelo, 290,

336Leiva, Sebastián, 11, 337

Magne, Marcelo, 106, 337Martínez, María Guadalupe, 246,

337Marx, Karl, 184, 337Meyer, Lorenzo, 284, 335Millon, Robert P., 238, 337

Page 24: Gerardo Necoechea Gracia y Patricia Pensado Leglise

340 Índices

Modonesi, Massimo, 293, 337Molano, Alfredo, 11, 337Moraes, Clodomir, 290, 337Moraes Ferreira, Marieta de, 97,

107–109, 111, 112,114, 115, 139, 145,156, 337

Najlis, Ximena Antillon, 291, 337Nateras, Arturo Martínez, 246,

337Nikitin, P., 179, 337

Ochoa, Fernando Pineda, 247,337

Oikión, Verónica, 11, 337

Pandolfi, Dulce Chaves, 293, 335Peñaloza, Alejandro, 11, 337Plis-Sterenberg, Gustavo, 287,

289, 337Poniatowska, Elena, 233, 235,

337Pozzi, Pablo, 12, 286, 337

Revueltas, José, 234, 337Ricœur, Paul, 305, 337Rodríguez, Adriana, 238, 337Romero, José Luis, 301, 338Rot, Gabriel, 12, 338Rénique, José Luis, 12, 338

Salas, Ernesto, 12, 338Schneider, Alejandro, 289, 338Shumaher, Schuma, 138, 338Smith, Steven Kent, 303, 338Spencer, Daniela, 5, 338Stavenhagen, Rodolfo, 337Suárez, Eduardo, 246, 338Sweezy, Paul, 288, 336

Thompson, Edward, 298–300,338

Ugarte, María Eugenia García,11, 337

Valega, Arturo Gálvez, 6, 338Vega, Francisco Martínez de la, 7,

338Vital Brazil, Érico, 138, 338

Wallerstein, Immanuel, 286, 338Wasserman, Mark, 283, 284, 336Williams, Raymond, 300, 338Wolf, Eric, 290, 338

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Índice toponímico

Abaganca, 85Acre, 94, 127África, 66, 138, 146, 148, 314,

315Altagracia, 18, 36Altamira, 97, 99, 101Alto Leblon, 142Angola, 148Argentina, VI, 1, 2, 4, 7, 8, 14,

161, 162, 196, 201,204, 221, 283, 284,286, 289, 291, 293,309–322, 331–333

Babilonia, 136, 141Bahía de Campos, 156Bellavista, 164Belterra, 102, 108, 119, 120Belém, 91, 95, 115, 120, 135,

136, 317Benevides, 120Bijao Norte, 75Bijao Sur, 75Bolivia, 8, 219, 268, 315Brasilia, 110, 112, 121, 145, 146,

148, 159Buenos Aires, VI, 1, 14, 162, 174,

195, 202, 217, 220,221, 223, 226–228,315, 319, 332

Carazo, 38Catamarca, 163, 167, 179, 186,

187

Ceilândia, 147Chaparral, 80Chapeu Mangueira, 129Checoslovaquia, 270Chiapas, 277Chichigalpa, 60Chile, 4, 5, 8, 11, 76, 77, 151,

219, 284, 306Chinandega, 36, 38, 82–84, 87Coahuila, 254Copacabana, 135, 143, 152Corea, 240, 314Corinto, 87Costa Rica, 11, 21, 26, 38, 51, 69Cuapa, 53Cuba, 16, 26, 28, 31, 37, 38, 69,

72, 187, 262, 263Cuernavaca, 16Córdoba, 11, 167, 187, 194,

204–207, 210, 211,216, 317, 320

Diadema, 151Diriomo, 36

El Rama, 67El Sauce, 17España, 72, 260Estados Unidos, 5, 12, 35, 136,

239, 276, 277,283–285, 291, 299,305, 306, 309, 332

Estelí, 36–38

Page 26: Gerardo Necoechea Gracia y Patricia Pensado Leglise

342 Índices

Gran Caimán, 28Granada, 28, 75, 306Guatemala, 7, 17, 26, 38, 80,

261, 262, 284, 306,328

Haití, 148Honduras, 18, 36–38, 312

Iraí, 91, 92Itaituba, 96, 97, 100Italia, 92

Jinotega, 32, 68Juigalpa, 50, 53, 55, 63, 64, 66,

67, 69, 70

La Amazonia, 121La Habana, 65, 66, 70, 108, 263,

314, 319Leningrado, 72León, 15, 17, 20, 22, 36, 38, 46,

49, 50, 56, 60–62, 64,82–88

Liberia, 51Linha Gaúcha, 103

Managua, 15, 16, 19, 22, 38, 50,61, 68–70, 81–83, 309,323, 331

Marabá, 113Masaya, 17, 26, 28, 36, 38, 75,

82, 322Matagalpa, 28, 29, 31, 32, 36,

38, 46, 60, 68, 81, 315Mato Grosso, 94, 102, 127Mendoza, 221Miami, 155Minas Gerais, 104, 116, 130Monimbó, 82Monterrey, 231, 233, 234, 236,

238–240, 242–249,252, 290, 291, 305,318

Morelia, 258Morelos, 257, 258, 266, 290

Moscú, 49, 67–73, 288México, 1, 2, 7, 8, 10, 14, 16, 24,

38, 67, 69, 70, 105,175, 202, 226, 231,233, 234, 237, 238,244–247, 255, 258,259, 261, 265, 268,270–276, 283–286,288–293, 307,310–314, 316–324,333

Namibia, 148Nicaragua, 1, 2, 7, 8, 10, 14–16,

18, 20, 24, 32, 34, 40,42–44, 49, 50, 55, 56,70–73, 77, 79, 283,284, 286, 291–294,303, 306, 309, 311,312, 315–323,327–331

Niquinohomo, 17Nueva York, 70, 155Nuevo León, 231, 233, 234, 242,

244, 247, 254, 318

Palo Solo, 55Panamá, 1, 16, 38, 72, 306Pancasán, 15, 29, 60, 80, 315Pantasma, 75Paraná, 92, 95, 104Pará, 91, 92, 110, 113, 114, 119,

121, 167, 325Pernambuco, 108, 111Peñitas, 87Polvón, 82, 85, 86Poneloya, 49, 87Porto Alegre, 92, 95Praga, 70Praia do Pinto, 129Praia Grande, 111, 115, 324Puerto Cortés, 18Puerto Rico, 262

Raití, 80Rivas, 30, 38

Page 27: Gerardo Necoechea Gracia y Patricia Pensado Leglise

Índice toponímico 343

Rosario, 59, 176, 235Rurópolis, 101–103, 107, 119,

120, 301Río Coco, 80Río de Janeiro, 114, 125, 129,

130, 134–136, 138,140, 142–144, 148,150–153, 155, 156,158, 304, 312, 331,332

Salta, 182Saltillo, 251, 252San Antonio, 82, 84, 86, 103,

239, 240, 294San Francisco, 11, 202–204, 206,

207, 211, 215–217,294

Santa Catarina, 93, 95Santarém, 91, 102, 104, 105,

107, 111, 115, 116,119, 120, 302

Sao Paulo, 145, 329Sao Tomé, 148Stalingrado, 72Suiza, 70, 92Sutiaba, 83São Bernardo, 111, 115

Tamaulipas, 254Tegucigalpa, 18Tenente Portela, 94, 95, 112Tijuca, 142Tocantins, 94, 113, 121, 328Torreón, 252Transamazónica, 91–95, 97, 99,

101, 103, 104, 107,108, 111, 112, 115,118

Trulio, 85Trunca, 75Tucumán, 161, 162, 165, 167,

174, 175, 177, 184,188, 195, 196, 198,287, 311

San José, 304Taco Ralo, 316Tafí del Valle, 163

Tuma-La Dalia, 29

URSS, 8, 72, 198, 264

Venezuela, 7, 8Vietnam, 6, 44, 161, 239, 240,

248, 253, 266, 290Vila da Palha, 102