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LA HUMANIDAD NUEVA Ensayo de Cristología Volumen I José Ignacio González Faus a  edición 16 de noviembre de 2015 http://es.slideshare.net/franciscomunoyerrogonzalez/gonzalez-faus-jose-i gnacio-la-humanidad-nueva-ensayo-de-cristologia-i?from_action=save

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    LA HUMANIDAD

    NUEVA

    Ensayo de Cristologa

    Volumen I

    Jos Ignacio Gonzlez Faus

    a

    edicin

    EAPSA HEC HO S Y DICH OS M ENSA Jt-RO

    RAZN Y FE "SAL TERRAE"

    16 de noviembre de 2015

    http://es.slideshare.net/franciscomunoyerrogonzalez/gonzalez-faus-jose-ignacio-la-humanidad-nueva-ensayo-de-cristologia-i?from_action=save

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    SUMARIO

    VOLUMEN I

    Pgs.

    Confteor

    I N T R O D U C C I N

    EL

    PROBLEMA

    DEL CONOCIMIENTO DE JESS

    Captulo I. La cuestin del "Jess histrico" y el "Cristo de

    la fe" . 1 7

    Historia de la cuestin.El fondo teolgico del pro

    blema.Balance.

    PARTE PRIMERA

    CR1STOLOGIA BBLICA

    Seccin I. Teologa de los m isterios de la vida de Jess

    II. La pretensin de Jess. Lectura "histrica" de la

    vida de Jess 57

    Jess y la Ley.Jess ,y el Tem plo.Jess y los

    m arginados Jess y Dios. (Apnd ice: los m ilagros de Jess).

    III. M uerte y Resuireccin 123

    El fracaso de la pretensin de Jess.La mueite

    segn las Escrituras muerte del Profeta, muerte del

    Jus to, m uerte del Siervo La irrupcin de lo Esca-

    toldgico.La Resurreccin como utopa humana

    (Apndice. el retraso de la Parusa y su significacin

    teolgica).

    IV. Lectura "teolgica" de la vida de Jess 181

    Las tentaciones de Jess como destruccin de la

    imagen religiosa de Dios.La Transfiguracin como

    "negacin de la negacin".El tema de la knosis

    Encarnacin e historia

    Seccin II. Reflexin de la Iglesia primitiva

    V. La lealidad del Hom bre Nuevo. Jess, Adn defi

    nitivo . .

    239

    Jess Segundo Adn.Jess Hijo del Hombre.

    (Apndice: La problemtica exegtica relativa al

    Hijo del Hombre).

    VI. La vigencia del Hom bre Nuevo pata nosotios 271

    Jess Seor. Jess Prim ognito Jess Recapitula

    cin y Plenitud.

    VII.

    La Hum anidad Nueva como revelacin de Dios

    339Jess Palabra.Jess El Hijo.(Apndice a la sec

    cin II: el problema de los ttulos cnstolgicos).

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    VOLUMEN II

    PARTE SEGUNDA

    L A D O G M T I C A C R I S T O L O & C A

    Secc in I . Hac ia la s n te s i s patr s t ica

    Pgs

    C a p i t u l o V I I I

    Las primeras reflexiones sistemticas

    375

    P l a n t e a m i e n t o d e l os p r o b l e m a s L a c n s t o lo g i a d e

    san Jus t ino Iren eo de Ly on (Ap nd ice un tex to

    cn s to l g i co d e T e r tu l i an o )

    I X

    Los datos de la dogmtica cnstologwa

    417

    E l cam in o h a s t a N icea A p o l in a r y san D m as o

    E f es o y C a l ced o n ia A p n d ice s a C a l ced o n ia

    X Sentido y constantes teolgicas de la historia de la

    Crtstologia

    4(>5

    L a p r o b l e m t i c a D i o s - h o m b r e E l n t e r e s s o t e n o -

    lo g i co L a f o r m a d i a l c t i ca d e l p r o g r e s o

    X I

    Significado y valor de los dogm as cristotogicos para

    nosotros

    4S*>

    El con subs lan c ia l de Nicea La c on de na de l apo l i -

    n a r i s m o L as f o r m u la s d e E f e s o y C a l ced o n ia

    E l p r o b l e m a d e l a s " d o s " v o l u n t a d e s ( A p n d i c e

    el problema de la sens ib i l idad de Cr is to)

    Secc in I I .

    La rup tura de la s n tes is

    X I I

    La separacin entre Cnstologia y Soteriologia

    519

    El in te nto de san 'A nse lm o y su inf lu jo C ri t icas

    a l a exp l icac in anse lmia na El lengua je de l Nu e

    v o T e s t a m e n t o E l e m e n t o s p a r a u n a e x p l i c a c i n

    de la redencin

    X I I I

    Inveisin de perspectivas en la Edad Media

    567

    El n te res doc t r ina l a l margen de l in te rs so teno-

    log ico La s n tes is de T o m as e l

    instrumentum

    comunctum ( A p n d ice S o b r e a lg u n as cu es t io n es

    de la cn s to lo g ia esco ls t ica l a "p er s on a l ida d" de

    Cr i s to , e l su je to de l a Encarnac in , e l mot ivo de

    la Encarnac in , l a c ienc ia de Cr i s to )

    X I V La reaccin cnstolgica de Lulero 605

    L a t e o l o g a p a r a a p r o v e c h a r L a c n s t o l o g i a d e

    in te rcambio y su repercus in en la p rob lemt ica

    D i o s - h o m b r e C o n c l u s i n

    C O N C L U S I N

    E S B O Z O S I S T E M T I C O

    X V Las grandes lineas de la sntesis cnstolgica 625

    L a cu s to lo g i a co m o ca t eg o r a e s t r u c tu r a d o r a d e l a

    r ea li d ad L a r ea l id ad co m o ab s o lu to L a r ea l id ad

    co m o m a ld i c i n L a r ea l id ad co m o p r o m es a

    Apndice Tesis cnstologicas

    661

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    CONFTEOR. .

    Por mi grandsima culpa." Por el desafuero y la audacia

    de intentar escribir una Cnstologa.

    Los clsicos grecolatmos tenan unos magnficos proverbios

    para justificar sus fracasos. Ahora, tras el cansancio y la sa

    turacin que siguen al remate de una obra larga, absorbente y

    de elaboracin lenta, sera reconfortante uncirle un prlogo

    que glosara el antiguo adagio

    -

    in magms volwsse satis est

    O evocar la fbula de Faetonte, que quiso conducir el carro

    del sol y estuvo a punto de quemar la tierra, pero que, al me

    nos, "cay por haberse atrevido a algo serio"

    Quien tenga una panormica slo mediana del estado ac

    tual de la teologa, sabr que es una audacia desmesurada el

    intentar una obra sistemtica, cuando cada captulo requerira

    un especialista para l solo. Puede que haya consideraciones

    pedaggicas o exigencias de reflexin personal capaces de jus

    tificar esa audacia Pero al menos parece honrado dejar cons

    tancia de ella: esta no es una obra "cientfica" o de investi

    gacin aunque haya intentado ser seria. El material exegetico

    o histrico que utiliza es, en muchos casos, de segunda mano

    Slo intentan ser de primera mano las respuestas que con l

    se confeccionan a una sene de cuestiones.

    El especialista sentir comprensiblemente la tentacin de

    intervenir. Y lo trgico es que la sentir all mismo donde el

    profano o el simple interesado quizs sienta ya la tentacin de

    abandonar. Esta era la segunda gran dificultad de la obra. Du

    rante su redaccin he puesto empeo en no olvidar el consejo

    que una persona amiga me dio en una sobremesa, exactamente

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    una cosa que la podamos leer nosotros." El empeo probable

    mente ha fracasado. Al final se acaba hablando de "los libe

    rales", aun a riesgo de dar la impresin de que ste es un li

    bro sobre las elecciones inglesas y no un libro de teologa.

    O se navega entre expresiones latinas y griegas, que han de

    ser traducidas, pero que, a 4a hora de la verdad, son insustitui

    bles porque una vez traducidas ya significan otra cosa. La jerga

    teolgica resulta invencible. Y quizs se hubiese hecho ms

    cmoda la lectura suprimiendo todas las referencias. Pero un

    spray de erudicin y una cierta agresividad bibliogrfica ayu

    dan a vencer la inseguridad.

    Mea culpa.

    Y el lector har bien

    si no les hace demasiado caso...

    Por si todo eso fuera poco, se repiten algunas cosas ya di

    chas por el autor en otras ocasiones. Y la repeticin pasa por

    ser Un signo de caducidad... Pero la obra, que ha nacido a

    partir de apuntes de clases, deba ser fiel a] posible inters

    sistemtico del lector y del estudiante de teologa, a quien se

    favorece suministrando totalidades de material y no imponin

    dole una dispersin excesiva.

    Esto nos lleva a decir tambin una palabra sobre el mto

    do. La obra intenta seguir un mtodo preferentemente hist

    rico. El autor est cpnvencido de que las pocas llamadas de

    crisis son pocas en que se impone estudiar mucho la historia,

    interrogarla y aprender de ella. Pero esto es precisamente lo

    que no se suele hacer en pocas de crisis, porque stas se ca

    racterizan por una desconfianza radical hacia el pasado que se

    derrumba y por una prdida del crdito y autoridad de la tra

    dicin. Y esta desconfianza la acrecientan hoy muchos ancia

    nos venerables, que suelen identificar a la tradicin con el

    mundo catnp, con los felices aos veinte o con la poca de su

    abuelita la pobre qu trajes llevaba. Y van recomendando a

    gritos a los "depravados curas jvenes" una fidelidad a la Tradicin que, en realidad, es fidelidad al siglo pasado o, a lo

    sumo,

    en los ms cultos de ellos, fidelidad a la Contrarreforma.

    Este libro trata de escuchar a la tradicin bblica y patrstica,

    y cree haber aprendido mucho de ellas. Pero se acaba delibe

    radamente con la Reforma. Luego de sta vinieron la Contra

    rreforma y la Modernidad. La Contrarreforma apenas pudo

    crear tradicin porque casi slo era defensiva, y hoy se liqui

    da. Y la Modernidad pertenece a nuestro presente, desde el

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    que leemos, ms que al pasado que leemos. La tenemos muy

    en cuenta: pero no para si tuarla del lado del objeto a estudiar

    o del interlocutor al que se interroga, sino ms bien de parte

    del sujeto que estudia y pregunta. Por eso no se l leva, tem

    t icamente hablando, ningn cap tulo .

    Usar un mtodo histrico no significa estudiar la historia

    por simple curiosidad de erudito. Cuando el autor comenz a

    ensear , hace pocos aos, era la poca en que se abandonaba

    el sistema de las tesis escolsticas y en que el posit ivismo teo

    lgico pareca la gran panacea. El gran mtodo haba de ser

    exponer la Bibl ia y los Santos Padres. Hasta que un buen da,

    al acabar uno de los primeros cursos, un alumno, que hoy corre

    por algn lugar de Amrica Lat ina sorteando dictaduras de

    derechas, se permit i la s iguiente cr t ica: "Nos has expuesto

    lo que crey san Pablo, y lo que crey san Justino y lo que

    creyeron los cr is t ianos de antes. Podas habernos dicho tam

    bin qu es lo que hemos de creer los crist ianos de hoy." Era

    muy fci l dar una respuesta escapista y verdadera: uno no

    tiene la asistencia del Espri tu Santo para eso. Pero, sin em

    bargo, la cr t ica tena buena parte de razn y haba puesto el

    dedo en la l laga. Por ello conviene advertir que el pasado no

    va a ser ledo en esta obra de manera aspt icamente neutral

    o s implemente erudi ta . Est le do " interesadamente" , y no hay

    recato en confesarlo: porque es grande el inters en responder

    a aquella cuestin, con fidelidad al ayer y con lealtad al hoy.

    Se ha intentado hasta el mximo el leerlo con objet ividad.

    Pero sabiendo que no existen ms objet ividades que las pose

    das por sujetos; los cuales preguntan y sufren y progresan, in

    terpretan, necesitan y dan. Y por ello, mal que bien, al leer se

    interroga, se subraya, se selecciona, se aprende y se intenta

    sacar, del en-s del ayer, el para-nosotros del hoy.

    Finalmente, es obligado confesar tambin que la obra in

    tenta ser de eso que se l lama Teologa Sistemtica o Dogmti

    ca. Hace un esfuerzo por dejar de lado todas las cuestiones

    que ,

    en una divisin clsica de los tratados, se l lamaran de

    Teologa Fundamental o , ms ranciamente , "de Chr is to Le

    gato": fundamentacin cr t ica de la pretensin de Jess, de

    su Resurreccin o de la confesin de su Filiacin Divina. Este

    proceder viene impuesto por la presencia de esta obra en una

    coleccin de t ratados teolgicos. Las cuest iones aludidas han

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    quedado asignadas a otro lugar en la citada coleccin. Se ha

    hecho un esfuerzo por respetar la divisin de tareas y por no

    pisar terreno ajeno. El lo no siempre era posible, porque todo

    el mundo es t de acuerdo en qua la divis in ent re Fundamen

    tal y Sistemtica es bastante imperfecta, y en que ambas se

    entre te jen mutuamente . Pero s i no se ha conseguido tampoco

    es demasiado grave. En fin de cuentas, el orden de los factores

    no al tera el producto. . . con tal que se siga mult ipl icando, claro.

    J. I. G. F.

    marzo 1974

    N O T A A L A S E G U N D A E D I C I N

    La necesidad que me plantean los edi tores de una reim

    presin lo ms rpida posible, impide una serie de correccio

    nes y reelaboraciones. Pero creo que la obra las necesita hoy

    por estos dos motivos: porque al cabo de ao y medio de

    haberla escri to es uno ms consciente de sus puntos dbiles,

    y porque es te lapso de t iempo se ha caracter izado precisa

    mente por la aparicin de grandes Cristologas (Kasper , Schi-

    Uebeeckx, O. Gonzlez, Bouyer.. .) .

    Aludir a " la inesperada buena acogida" que ha encontra

    do la primera edicin podra sonar a propaganda camuflada,

    si no fuese ms bien testimonio de una realidad bien seria y

    exigente y de la que no cabe presumir demasiado: la terr i

    ble pobreza teolgica de nuestro catol icismo autosat isfecho de

    antao, y la necesidad alarmante y perentoria en que se de

    baten los pocos espaoles que todava conservan algn inte

    rs por la fe en Jess, en demanda de unas respuestas para

    las que nuestra Iglesia carece hasta de preparacin remota.

    Pensando en nuest ros es tudiantes de teologa no puedo menos

    de aadir : ojal que esta ancdota intrascendente de la re

    edicin de un l ibro pesado y largo sirva para ayudarles a

    creer en la fecundidad de esa semilla que se pudre en la

    tierra del estudio lento y a largo plazo, tras la utopa de una

    verdad que slo sirve a sus esclavos.

    J. I. G. F.

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    INTRODUCCIN

    El problema del conocimiento de Jess

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    Ya antes de empezar, la Cristologa se enfrenta con una

    objecin que no puede reh uir: es posible conocer a Jess de

    Nazaret?

    Este problema ha de abordarse. Y no simplemente por ra

    zones eruditas o pedaggicas, ni por afn de totalidad siste

    mtica. Es un problema con el que nuestra poca se ha encon

    trado, y que pone en juego a la Cristologa mism a: si no es

    posible conocer a Jess, qu tipo de reflexin podr hacer la

    comunidad creyente sobre El? Se puede argir que se trata de

    un seudoproblema, o de un problema paralizante

    1

    ; se puede

    hacer de la necesidad virtud y decir que no necesitamos al

    1

    Esta objecin viene precisamente de las cristiandades ms revolu

    cionarias, como es el caso de buena parte de Amrica Latina, y se inser

    ta en el marco de una crtica despiadada a la concepcin occidental de

    la ciencia, la cual ha sido domesticada por el sistema en beneficio pro

    pio y privada de su "capacidad de sospecha" ("Marx fue llamado un

    maestro en sospechas"); y al tomar como criterio de verdad lo verifica-

    ble, termina siempre en una canonizacin del status quo. Cf. vg. J. P. M I

    RANDA, Marx y la Biblia (Sigeme, 1971), pp. 279-82; 296-310; 318 etc.

    En contra de lo que parece, esta objecin no es nueva. Ya a fines del

    siglo pasado, un autor tan poco sospechoso de hacer apologtica como

    P. J. PROUDHON, acusaba a toda la crtica histrica sobre Jess de ser

    "abstracta y unidimensional": "tras haber rechazado las profecas, los

    milagros, las apariciones, tras haber puesto en el escaparate las contra

    dicciones de los historiadores, tras haber invocado el mito y la supers

    ticin, no ha hecho sino hacer ms densas las tinieblas, no ha producido

    ni una chispa de luz. El Fundador sigue desconocido". Jsus et les origi

    nen de la revolution. Pars 1896.

    Y modernamente, mil imgenes de Jess van apareciendo en los di

    versos grupos contestatarios o comprometidos, a travs de lo que se ha

    llamado "la exgesis salvaje" para contraponerla a la exgesis "neutral"

    y supuestamente asptica de los cientficos. Y lo interesante es que alguno de stos ha empezado a reconocer que quizs es en dichos grupos

    donde, por lo menos, se plantean los verdaderos problemas. Cf. lo que

    decimos ms adelante en la nota 30.

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    Jess del pasado para la Cristologa

    2

    . Pero, aun en estos ca

    sos,

    tales posturas debern justificarse; y ello equivaldr a en

    frentarse con nuestro problema.

    El hecho es que casi no poseemos

    documentos

    sobre Jess.

    Los Evangelios no son, en realidad, documentos: slo posee

    mos

    testimonios

    de fe en El

    3

    . Obras, por tanto, de hombres

    que no estaban interesados en narrar unos hechos desnudos,

    sino en el significado que haban descubierto en ellos. Sern

    tiles para quienes acepten aquel significado que los primeros

    testigos predicaban. Pero sigue en pie la pregun ta: no debe

    ra haber, para nosotros, un acceso puramente neutral a los

    hechos, que nos permita recorrer el mismo proceso que siguie

    ron los primeros testigos: desde los hechos a su significacin?

    Abordar con plenitud el problema histrico de Jess exigi

    ra todo el espacio y todo el tiempo de que disponemos. Por

    otro lado, la literatura sobre l es abundantsima e incesante;

    y sta no intenta ser una obra ms sobre el problema histrico

    de Jess, sino un .tratado de Cristologa. Sin embargo, aunque

    slo podemos abordar el problema en cuanto somos deudores

    de l y en cuanto nos condiciona, pensamos que no se trata

    simplemente de un problema previo a la Cristologa y que

    deba ser abordado slo por la llamada Cristologa Fundamen

    tal. Al revs: una mirada ms profunda a l har que nos en

    contremos introducidos en el corazn mismo de la Cristologa.

    3

    Generalizando quizs en exceso podramos decir que mientras la

    objecin anterior es tpica de ambientes catlicos radicales, sta repro

    duce una actitud del radicalismo protestante. As insinuamos una proble

    mtica relativa a la relacin entre Cristo y el mundo, que volveremos a

    encontrar en el captulo XIV.

    3

    Para los escasos documentos no cristianos como el clebre de T

    cito,

    el de Suetonio o el del Talmud puede consultarse W. TRILLINQ,

    Jess

    y loi problemas de su historicidad. Herder, 1970, pp. 60-72.

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    CAPTULO PRIMERO

    LA CU ESTIN DEL JESS HISTRICO

    Y EL CRISTO DE LA FE

    Para dar a este problema su verdadera dimensin teolgica,

    no nos interesa tanto el contenido o el rostro concreto que

    presenta hoy la cuest in del Jess histrico, sino ms bien su

    sentido y su significacin de conjunto. Por esta razn, vamos

    a acceder a ella no a travs de los trminos concretos en que

    se plantea hoy, sino a travs de su propia historia.

    1. HIST OR IA DE LA CUESTIN

    Se seala el ao 1778 como fecha del nacimiento de este

    problema. Hermann Samuel Reimarus (1694-1768), profesor de

    lenguas orientales en Hamburgo, dej al morir una serie de

    manuscri tos inditos que, diez aos ms tarde, seran publica

    dos por su discpulo G. E. Lessing. El ltimo de ellos se t i tu

    laba La intencin de Jess y sus discpulos

    4

    . Este escri to haba

    de hacer famoso a su autor y desatar un proceso que todava

    no ha concluido ni quizs acabar nunca.

    Reimarus sostiene que el Jess que existi realmente en

    Nazaret y el Cristo que predican los Evangelios no son lo

    mismo: el primero fue un mesas pol t ico que fracas (expre

    sin de este fracaso es la cuarta palabra de la cruz). El resto

    lo hicieron sus discpulos en un a especie de ve ng an za: t ran s

    formaron este fracaso y a su maestro con ello.

    4

    Existe una reciente reimpresin inglesa: The goal of Jess and his

    disciples, Brill, Leiden 1970.

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    No se sabe si las notas de Reimarus iban destinadas a la

    luz pblica. Estn escritas con fuerza, con innegable resenti

    miento y con una gran agudeza crtica (muchos de sus argu

    mentos no han sido superados por la crtica posterior, dotada

    de muchos ms medios de investigacin). "El mundo no esta

    ba preparado por nada, para una obra tan violenta como la de

    Reimarus", escribir ms tarde A. Schweitzer. Inmediatamen

    te surgieron tomas de posicin contrarias y muy acerbas. Pero,

    como suele ocurrir tantas veces, conforme se rechazaban las

    conclusiones de Reimarus, se van aceptando inconscientemente

    muchas de sus dudas o de sus presupuestos, y una pregunta

    comienza a roer secretamente los nimos: fueron realmentelo mismo el Jess de la historia y el Cristo que es objeto de

    la fe? As naci el problema cuya historia vamos a resear.

    Primera etapa: La investigacin sobre la vida de Jess.

    La aparicin del problema planteado por Reimarus coincide

    prcticamente con la aparicin de la historia como ciencia. Por

    ello no es nada extrao el que inconscientemente se piense que

    la naciente ciencia histrica podr ayudar a responder a la pre

    gunta de Reimarus. As nace toda una corriente de investiga

    cin que tratar de descubrir quin haba sido en realidad Je

    ss de Nazaret. En ella caben derechas e izquierdas, conser

    vadores y demoledores, contradictores de Reimarus y conti

    nuadores de sus tesis. Pero todos coinciden en el clebre grito

    de guerra: zurck zum Menschen Jesu

    5

    ; y en el mismo afn

    de encontrar al verdadero Jess para ponerlo a salvo: a sal

    vo de los ataques de Reimaruscreen unosy a salvo de la

    crcel en que lo tiene metido el dogma y que es la que dio

    pie a los ataques citadoscreen todos. Esta es la corriente

    de la teologa liberal, que llena prcticamente todo el siglo xix.

    Al cabo de un siglo, el balance de este esfuerzo ilusionado

    no

    puede ser ms desalentador: en nombre de la ciencia han

    aparecido las imgenes ms variadas y ms opuestas de Jess:

    el humanista, el esteta, el romntico, el moralista, el socialis

    ta... Lo que un cientfico cree poder garantizar, lo niega otro.

    Parece que cada poca o situacin falsea la imagen de Jess

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    de acuerdo con ella misma. Y al final, la pluralidad de "im

    genes cientficas" del mismo Jess va haciendo que germine la

    duda sobre la posibilidad del intento.

    En estos momentos (hacia fines del siglo pasado) tienen lu

    gar algunos sucesos que van a dar el folpe de gracia a toda

    esta corriente:

    Mencionemos entre estos sucesos:

    a) La aparicin de la llamada Escuela escatologica (1863-

    1914): J. W eiss, A. Schweitzer, A . Loisy y especialm ente del

    libro del primero de ellos: La Predicacin de Jess sobre el Reino

    de Dios (1892). Esta escuela demuestra lo absurdo de la preten

    sin de buscar una imagen humana de Jess; se carga as lo que

    de algn modo haba sido comn a todos los intentos anteriores.

    Para la Escuela escatologica, lo decisivo de la figura de Jess ha

    ba sido el anuncio del Reino de Dios, que implica el fin de los

    tiempos (hasta el punto de que el propio Jess crey que el fin

    del mundo estaba prximo).

    b) En 1901 aparece la famosa obra de W. Wrede (1859-

    1906):

    El secreto mesinico en los Evangelios.

    Prescindiendo delvalor de la obra, sigue en pie la tesis del autor de que el evan

    gelio de Marcos no es una obra espontnea e ingenua, sino un

    libro muy construido teolgicamente. Pero con ello desaparece

    la fuente que los liberales consideraban como histricamente ms

    segura: Marcos, por comparacin con los otros tres, daba la

    impresin de ser mucho ms primitivo y ms cercano a los he

    chos. Pero ahora resulta que Marcos tampoco es simple docu

    mento, sino testimonio de fe.

    c)

    En este estado de cosas, ya no es de extraa r que la

    Intro

    duccin a los tres primeros evangelios, que publicar J. Well-

    hausen en Berln, en 1905, establezca la tesis de que es imposible

    conocer a Jess independientemente de la imagen que de El se hizo

    la fe. Esto supone que se le cierran todos 'os caminos a la inves

    tigacin liberal: Jess est tan empotrado en su crcel que es

    imposible extraerle de ella.

    Por eso, y visto ahora con la distancia que dan los aos,

    resulta perfectamente lgico el que en 1906 publique A. Schweit

    zer la famosa Historia de la investigacin sobre la vida de Je

    ss, que hoy est considerada como la partida de defuncin

    del movimiento liberal. Schweitzer procede de este movimien

    to,

    est incluso convencido de la necesidad de su intento, pero,

    tras el paso por las tesis de la escuela escatologica, su obra

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    resulta ms bien una amarga constatacin de fracaso. Vale la

    pena escucharle:

    "A la investigacin sobre la vida de Jess le ha ocurrido una

    cosa curiosa Naci con el nimo de encontrar al Jess histrico

    > crey que podra restituirlo a nuestro tiempo como El tue

    como maestro

    y

    salvador Desato

    los

    lazos

    que le

    ligaban desde

    hacia siglos a la rocade la doctrinade la Iglesia, y se alegro cuan

    do su figura volvi a cobrar movimiento y vida mientras pareca

    que

    el

    Jess histrico

    se le

    acercaba Pero este Jess

    no se de

    tuvo, sino que paso de largo por nuestra poca y volvi a la

    suya

    Se

    perdi

    en las

    sombras

    de la

    antigedad

    y hoy nos

    aparece tal como se presento en el lago a aquellos hombres que

    no saban quien

    era

    como

    el

    Desconocido

    e

    Innominado

    que

    dice Sigeme"

    6

    Ya no puede extraar el que, aos despus, A. Harnack

    intitule asi su tesis de habilitacin en Berln: Vita Iesu scribi

    nequit

    7

    .

    Este ttulo resulta terrible si se piensa que es el ba

    lance de todo un esfuerzo ilusionado y enorme

    8

    . Schweitzer

    dejo la teologa y marcho al frica a trabajar entre los lepro

    sos. Y puede que con ello diese su mejor leccin de teologa

    Segunda etapa: La reaccin fidesta de M. Kahler (1835-

    1912)

    Pero la historia nunca se detiene aunque se detengan los

    hombres Slo ocurre que no avanza de manera lineal, recta,

    sino de manera dialctica, pendular, a travs de reacciones que

    van al extremo opuesto y encuentran all, en la olvidada ver

    dad de la anttesis, la fuerza con que sobrevivir a la liquidacin

    6

    A

    SCHWEITZER,

    Geschichte der Leben-Jesu-Forscliung, Siebenstern,

    Hamburg 1966, pp 620630

    7

    "Es

    imposible escribir

    la

    vida

    de

    Jess

    "

    8

    Como balance de la etapa liberal, suele sealarse esta doble tesis

    a) La esencia del cristianismo no es la dogmtica histrica sobre Cris

    to,

    sino

    el

    mensaje histricamente trado

    por

    Jess

    del

    "valor infinito"

    del alma humana y de la paternidad de Dios (A Harnack) Y b) no hay

    linea divisoria entre el cristianismo primitivo y su mundo religioso am

    biental

    La segunda tesis est hoy superada en cuanto al simplismo con que

    la afirmaba

    la

    teologa liberal

    En la

    primera

    hay una

    intuicin vlida

    Pero la predicacin cristiana solo afirma eso a partir de la irrupcin de

    la Escatologia y, por tanto, a travs del hecho de que el predicador

    Jess pasa

    a ser el

    predicado

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    de la tesis. Y de hecho, cuando la corriente liberal daba los

    ltimos pasos de su carrera, ya estaba en marcha a su lado el

    movimiento que haba de tomarle el relevo.

    Generalmente, se seala como fecha de nacimiento de esta

    reaccin el ao 1892, ao en que Martin Khler pronunci su

    famosa conferencia

    Der sogenncm te historische Jess und der

    geschichtliche, biblische Christus, que de momento no tuvo

    demasiada resonancia, y que despus ha sido mil veces citada

    y reimpresa.

    El simple ttulo, por las contraposiciones que contiene(Jess

    Christus; sogennante biblische; historisch geschicht-

    lich),

    es suficientemente expresivo de la actitud de Kahler:

    Jess

    (el hombre que vivi en Nazaret) pertenece a la

    asi lla

    mada historiografa;

    pero

    Cristo

    (lo que la

    Biblia

    confiesa de

    Jess) constituye la verdadera historia

    9

    . El ataque de Kahler

    se dirige en realidad contra los presupuestos de la investiga

    cin que le ha precedido: ella no puede aspirar ms que a dar

    nos unos hechos, pretendidamente desnudos, cientficamente

    probados en su desnudez, pero o en su verdadera realidad.

    Pues la verdadera realidad de estos hechos la constituye su

    significado, y ste es inaccesible a la investigacin histrica.

    Esta podr decirme que un hombre muri en cruz hace mil

    novecientos aos. Pero que en aquella muerte "Dios reconci

    liara al mundo consigo" (2 Cor 5, 19), eso slo me lo dice la

    palabra de la comunidad de fe: la Biblia.

    En consecuencia, Kahler tiene por intil toda la investiga

    cin histrica. Su fe en Jess se fundamenta a s misma de

    ' La distincin que se hace entre los dos vocablos con que la len

    gua alemana designa a la historia

    (Historie

    y

    Geschichte),

    y que es cl

    sica en algunos filsofos alemanes, resulta muy difcil de traducir al

    castellano En este caso hem os optado po r hab lar de historiografa e

    historia. Para comprender la distincin puede ayudarnos parar mientes

    en el dob le sentido de la expresin castellana "hacer h istoria " Significa

    hacer una investigacin cientfica sobre hechos pasados (lo que corres

    pondera a lo histonsch), y significa tambin realizar cosas que abren

    un futuro, que son significantes para el futuro, etc (que correspondera a

    lo geschichtlich)

    En cuanto al titulo de la conferencia de Kahler, para no quitarle su

    fuerza quizs podra traducirse as- El Jess que llaman histrico, y el

    Cristo de la verdadera historia el bblico.

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    manera totalmente fidesta

    10

    . Los "esfuerzos de los telogos li

    berales por recobrar la verdadera fe en Jess desde la ciencia

    histrica, desconocen lo que Pablo considera fundamental en

    la predicacin y en la fe: que Dios no ha querido valerse de

    "las persuasivas palabras de la sabidura humana" (1 Cor 2, 4).

    La investigacin liberal no ha fracasado por casualidad: tena

    que fracasar necesariamente porque los Evangelios slo pueden

    ser proclamacin de la cruz ("historias de la pasin con una

    introduccin detallada" segn la clebre frase acuada por

    Khler). El Cristo que en ellos encontramos es el nico acce

    sible y el nico de importancia para el hombre.

    Tercera etapa: Bultmann y la Historia de las formas.

    Bultmann es uno de los mayores telogos de nuestro siglo,

    pero ahora slo nos interesa por el papel que le toca jugar en

    la historia que estamos narrando: personifica una nueva acti

    tud que slo puede entenderse a partir de las dos etapas anti

    tticas que hemos comentado. Bultmann est condicionado por

    ellas y trata de ser una superacin de ambas. Sus presupuestos

    pueden esquematizarse as;

    a)

    desde el punto de vista

    histrico

    la tarea de la investigacin sobre la vida de Jess es estpida,

    puesto que faltan fuentes;

    b)

    desde el punto de vista teolgico

    es innecesaria: pues la fe no tiene que ver con lo que Jess

    hizo o dijo (en la historia) sino con lo que afirma la predica

    cin que obr Dios a partir de l (y fuera de la historia); y

    c)

    desde un punto de vista

    exegtico

    tampoco cabe abordar los

    Evangelios como documentos cuyo grado de veracidad haya

    que dilucidar y comprobar, pues no son documentos unitarios,

    sino un conjunto de unidades de la predicacin primera, fruto

    de una tradicin viva y obra de una comunidad creyente:

    "En el principio exista la predicacin" es la frase de M. Di-

    10

    "Slo hay un puntoescribe Pannenbergen el que KaMer tenga

    razn: que la reconstruccin histrica de la figura y de la predicacin

    de Jess est obligada a explicar cmo, a partir del fracaso de Jess,

    pudo nacer la predicacin primera del Cristo. La afirmacin de una opo

    sicin entre Jess y el primitivo Kerygma cristiano sobre l, es insatis-

    factoria precisamente desde el punto de vista histrico. La continuidad

    entre ambos tiene que resultar comprensible. Es, por tanto, posible pasar

    ms all de la predicacin de los apstoles hasta el mismo Jess hist

    rico. Y adems es necesario." (Fundamentos de Cristologa, Sigeme,

    Salamanca 1974, p. 32).

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    behus que sirve para explicar el nuevo mtodo exegtico que

    ahora aparece: si slo podemos llegar a la predicacin primera,

    la tarea de la exgesis no puede ser ms que hacer la historia

    de esa predicacin. Por tanto, no se trata de reencontrar al

    Jess real, que es inaccesible y que no interesa, sino de encon

    trar esas unidades primeras independientes

    (formas)

    para sa

    carlas del texto y situarlas en el contexto vital en que nacie

    ron, y as poder entenderlas Este es el famoso m todo llama

    do de historia de las formas (o unidades primeras).

    De este modo, frente al ya citado zuruck zum Menschen

    lesu de los telogos liberales, aparece ahora un nuevo grito de

    guerra: zuruck zum Kerygma

    n

    . El mensaje lo absorbe todo

    y Jess se convierte en una figura totalmente irrelevante: in

    cluso,

    propiamente, no pertenece al cristianismo sino al judais

    mo.

    La relevancia la tiene el mensaje paulino del perdn de los

    pecados y la llamada a una nueva existencia que a propsito

    de Jess se nos predica. En esa predicacin del kerygma, Dios

    vuelve a interpelarme a m, ofreciendo su perdn y llamndo

    me a una existencia nueva

    12

    . Es evidente que de esta forma

    11

    "iA trs A por el m en saje '"

    12

    J JEREMAS (op cit en nota 14, p 17), ca ne atun za asi a esta po

    sicin "la Revelacin no es un hecho histnco N o la encontram os

    como un acontecimiento perteneciente a la histona; no puede delimitarse

    y circunscnbirse a los aos 1-30 de nuestra era, sino que tiene lugar

    cada vez que el kerygma es pred icado En el acontecimiento de la fe

    es donde ocurre la R evelacin" Y al hacer esta descnpcin, con la que

    polemizara el texto que citamos en nota 14, remite a G EBEJLING Die

    Geschichthchkeit der Kirche und ihrer Verkundigung ais theologische

    Problem, Mohr, Tubingen 1954, pp 59 ss

    Pero esta referencia a Ebehng nos parece desafortunada y ambigua

    La intencin de Ebehng cuando escnbe que la Revelacin no es un his-

    orisches Faktum (op c \t , 59), es con traponer esta frase, dialectvcamente,

    a la anterior que acaba de negar la Revelacin tampoco es una "'doc-

    tnna revelada" que se contenga en un libro, el cual lleva este sello devehculo de la Revelacin gracias al m ilagro de la inspiracin Tam poc o

    es la Revelacincontinua Ebehngun acontecimiento histnco que

    lleve el sello de su carcter "suprahistonco" gracias a algo milagroso

    Sino que, aun teniendo una dimensin doctnnal y una dimensin hist

    rica, la Revelacin no hace que la Biblia y la historia de Jess sean, a

    los ojos del historiador, distintas de todo el resto de la historia y de la

    literatura, y queden fuera de su mbito de competencia El carcter re-

    velatono de la Esentura y la historia de Jess no es accesible a la pura

    historiografa la Revelacin es revelacin

    in abscondito

    Y por eso,adems de Biblia e historia, implica un tercer elemento en que tambin

    acta Dios la fe que brota cuando el hom bre, puesto en contacto con

  • 7/25/2019 Gonzalez Faus Jose Ignacio. La Humanidad Nueva Ensayo De Cristologia (Vol. 1).pdf

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    se hace posible desmitificar el Evangelio para quedarnos con

    su esencia.

    Cuarta etapa: La "nueva bsqueda" del Jess histrico

    (1956).

    Como si la sntesis de Bultmann fuera una sntesis inesta

    ble, el hecho es que se va a romper en cada uno de los frentes

    en que la hemos presentado.

    Desde el punto de vista teolgico se realizar una crtica

    del presupuesto fidesta de Kahler y Bultmann (aqu juega un

    papel la tmida entrada en escena de la exgesis catlica; pero

    esta crtica es detectable tambin en una cristologa protestan

    te como la de W. Pannenberg): si la fe ha de afirmar lo con

    trario de lo que la historia dice, la esquizofrenia o el absentis

    mo del creyente sern inevitables

    13

    . Y sobre "todo, se realiza

    una crtica de la concepcin que tiene Bultmann del kerygma:

    lo que importa en el cristianismo no es la pura predicacin

    sino aquello que ha hecho posible la predicacin

    14

    .

    Desde el punto de vista exegtico debe consignarse la en-

    ambas, descubre como pecadores todos sus intentos de justificacin por

    las propias obras y en ese descubrimiento de la propia pecaminosidad

    queda desarbolado y halla su propia justificacin solo en la aceptacin

    creyente de la justificacin que Dios le da en Cristo

    13

    "Si la fe en

    Cristo

    no

    quiere caer

    en el

    nesgo

    de

    apoyarse

    en si

    misma y a la vez agotarse en una reflexin esotrica sobre la estructura

    de la propia comprensin de si, necesita poder dar informacin de quin

    era Jess, quin es el Resucitado y qu es lo que aporta la experiencia

    de E como Seor" P STUHLMACHER,

    Kritische Marginahen zum gegen-

    wartigen Stand der Fiage nach Jess en Fides et Comunicatw Fests-

    chrift M. Doerne, Vandenhoeck, Gottingen 1970,p 341.

    14

    "Lo que est en juegoescribe J

    JEREMASen

    nuestra protesta

    contra esa nivelacin de Evangelio y Kerygma, es el concepto mismo de

    revelacin Segn

    los

    testigos

    del

    Nuevo Testamento,

    la

    Revelacin

    de

    Dios es la Palabra hecha carne y solo El. La predicacin de la Iglesia

    pnmera, por el contrario, slo es el testimonio de esa Revelacin, susci

    tado por el Espritu Si se me permite una formulacin exagerada

    -

    Re

    velacin

    no es una

    cosa

    que

    sucede todos

    los

    domingos

    de 10 a 11 El

    Glgota no est en todas partes, sino que solohay un Glgota que est

    a las puertas de Jerusaln La doctrina de la revelatio continua es una

    doctrina gnstica errnea

    No la

    predicacin

    de la

    Iglesia,

    ya

    desde

    el

    comienzo,

    no es la

    Revelacin sino

    el

    camino hacia ella.

    Al

    menos

    as

    entendi Pablo

    la

    tarea

    del

    Kerygma, cuando resume

    el

    contenido

    de sus

    prdicas en Galacia con la frase, "pon er ante los ojos al Cristo cruci

    ficado". El significado central del Jess histrico En el volumen en co-

  • 7/25/2019 Gonzalez Faus Jose Ignacio. La Humanidad Nueva Ensayo De Cristologia (Vol. 1).pdf

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    trada en escena de la exgesis sajona

    15

    . La historia de las for

    m as no tuv o dem asiad o bu en a acogida en el .mundo sajn, que

    se muestra posit ivista y escptico, frente a lo que considera

    como precipi tadas construcciones germanas. Prescindiendo aqu

    de las tpicas ironas del humor ingls (como la ya famosa -de

    que resul taba un mtodo muy apto para demostrar que la rei

    na Victoria no haba existido), se objeta que el mtodo da a la

    primit iva comunidad un poder creador enorme e insl i to, que

    no puede conciliarse con la imagen que las mismas fuentes dan

    de esa comunidad (la cual, lejos de ser una especie de masa

    annima y en t rance, aparece como muy unida bajo los aps

    t o l e s :

    cf. Hch 2, 42). Esta l nea se continuar despus con la

    aparicin de la

    Historia de la Redaccin

    y con lo que dire

    mos de la exgesis escandinava, o de los aspectos sociolgicos

    de la Tradicin.

    La reaccin teolgica y exegtica t iene su repercusin en

    el campo histrico. Y aunque todo t iene lugar de manera muy

    abigarrada y muy poco sistematizable, el hecho es que hacia

    los aos cincuenta asistimos a una especie de frente unido, en

    el que los mejores discpulos de Bultmann parecen levantarse

    contra el maestro y, aunque con mil prudencias y mil t i tubeos,

    van declarando que s que podemos saber algo de Jess, y que

    este algo, por poco que sea, no carece en absoluto de inters

    16

    .

    Y as , tras el escepticismo de comienzos de siglo, aparece aho

    ra un nuevo intersrelat ivo y maduradopor el Jess his

    trico. Su caracterst ica es que se trata de un inters contrario

    al de los l iberales: un inters, si se quiere, ms bien "conser

    vador", no heterodoxo sino ortodoxo, no para l iberar a Jess

    del dogma sino para devolverlo a l. El resultado es la flora

    cin de l ibros sobre Jess que tuvo lugar a partir de 1956: ya

    no tratan de ser, con la ingenuidad liberal , "vidas de Jess".

    laboracin: Der historische Jess und der kerygmatische Christus. Evan-

    gelische Veslagsanstalt, Berln 1962, p. 25.

    15

    Vase vg. la obra de V.

    TAYLOR,

    The formation of the Gospel

    Tradition. Macmillan, Londres 1933.

    16

    P .

    ALTHAUS,

    Der sogennante Kerygma und der historische Jcsui.

    Bertelsmann, Gtersloh 1958; E.

    KASEMANN,

    Das Problem des historischen

    Jess, ZTK 51 (1954) 125-53; E.

    FUCHS,

    Die Frage nach dem historischen

    Jesus,

    ibd.,

    53 (1956) 210-29; G.

    EBELING,

    Die Frage nach dem historischen

    esus und das Problem der Christologie, ibd. 56 (1959) 14-30. Todos estof

    autores han completado su posicin en escritos posteriores.

  • 7/25/2019 Gonzalez Faus Jose Ignacio. La Humanidad Nueva Ensayo De Cristologia (Vol. 1).pdf

    20/354

    Y en este sent ido permanece en pie la af irmacin de Harnack:

    no es posible escribir la vida de Jess. Pero s que intentan

    ser esbozos sobre la figura de Jess, su personalidad, sus ac

    t i tudes, etc. Desiguales en valor , estn emparentados al menos

    por una gran proximidad cronolgica

    1 7

    . J . Robinson acua la

    expresin "nueva bsqueda del Jess histrico" para dar carta

    de ciudadana a este cambio de la s i tuacin.

    Conforme la investigacin histrica crea pisar terreno fir

    me,

    se i rn elaborando tambin unos cr i ter ios de historicidad

    que ya no nos toca exponer a nosotros

    18

    . En cambio s que

    debemos subrayar un rasgo comn a casi todos estos autores

    y que, de alguna manera, viene a consti tuir el balance de toda

    esta larga historia: el descubrimiento de lo que se ha l lamado

    la "singular pretensin de poder" del hombre Jess. Existe una

    sene de conductas , palabras y act i tudes , que per tenecen indis

    cut iblemente al Jess de la historia; y todas el las revelan una

    inaudita concepcin de su misin y de sus posibi l idades (y de

    las posibi l idades del hombre, aadiremos nosotros)

    1 9

    . Tene

    mos un moderado acceso al hombr Jess, a t ravs de su con-

    17

    G

    BORNKAMM, Jess von Nazaret,

    Kohlhammer, Stuttgart 1936

    R FULLER, The mission and achievement of Jess, SCM, Londres 1954

    W GRUNDMANN, Die Geschichle Jesu Chrisi Evang Verlagsanstalt, Ber

    ln 1956 E STAUFFER,

    Jess, Geslal und Geschichle,

    A, Francke, Bern

    1957 V

    TAYLOR,

    The lije and mimstry of Jess,

    Macmillan, Londres 1954

    Muy po co despus realiza el balance de esta nueva situacin J VI R O

    BINSON A new quest of histarical Jess, SCM, Londres 1959

    , s

    Sobre los c te nos de historicidad cf N

    PERRIN, Rediscovenng the

    teaching of Jess, SCM, Londres 1967, pp 15-53, I DE LAPOTTERIF,CO

    me unpostcre oggi problema del Ges stonco

    7

    , en Civ Cat 120

    (1969,

    JI), 447-63, y J JEREMAS,

    Kennzeichen der psmima vox Jesu

    En Abba Studien zur neu Theologie und Zeitgeschwhte, Vandenhoeck,

    Gottingen 1966, pp 145-52 Estos criterios son de innegable utilidad, perono ira mal completarlos con esta observacin ms global de M

    DIBELIUS

    "La discusin sobre si una frase aislada es 'autntica' resulta a menudo ago

    tado ra p or qu e las razones en pro o en con tra no son definitivas Por lo

    general, el historiador har bien en atender al conjunto de la tradicin,

    y no construir mucho sobre una sola palabra, caso de que se aparte de

    las dems tradiciones " Jess, W. de Gruyter, Berln 1960, p 21

    " Escribe JEREMAS resum iendo este proceso "C uan do, protegidos con

    los medios de la investigacin moderna, llegamos a Jess, tropezamos

    siempre con el mismo resultado: una pretensin de grandeza nica e irre

    petible que rompe los lmites del Antiguo Testamento y del judaismo y que

    no es ms que la pretensin y exigencia de fe ante la que nos sita el

    kerygma "

    Op. cit.

    (en nota 14), p. 23.

  • 7/25/2019 Gonzalez Faus Jose Ignacio. La Humanidad Nueva Ensayo De Cristologia (Vol. 1).pdf

    21/354

    ducta, sus actitudes y el significado de su predicacin. Vale

    la pena notar cmo con ello la interpelacin que Bultmann

    pona como acaecida en la predicacin del kerygma se traslada

    ahora radicalmente a la

    persona

    de Jess.

    Los ltimos aos.

    As como es posible distinguir las cuatro etapas previas con

    una cierta dosis de exactitud, en cambio lo ocurrido en los lti

    mos quince aos es demasiado denso y demasiado cercano como

    para que podamos intentar ninguna clasificacin. La teologa de

    bera empearse en no perder ni volver a olvidar ninguna de las

    adquisiciones definitivas de las etap as anter iores Pero esto es

    tremendamente difcil para el espritu humano, condicionado como

    vive por la particularidad de su circunstancia La unilaterahdad

    de las reacciones y el vigor de las verdades redescubiertas impi

    den m uchas veces la totalidad Y de hecho, quizs hoy estemos

    entrando insensiblemente en un nuevo- y peligroso mo m ento de

    confianza teolgica en la ciencia, actitud que pareci definitiva

    mente superada tras la amarga experiencia liberal.

    Pero todo juicio global es p

    r

    em aturo Lo nico que podemos

    hacer es enumerar algunos factores que se han producido lti

    mamente y que parecen llamados a incidir, quizs con cierta es-

    pectaculandad, sobre el problema que nos ocupa

    1. El m s imp ortan te parece ser la aparicin de la que lla

    maramos exgesis escandinava, representada principalmente por

    las obras de H Rie senfe ld

    20

    y B Gerhardson

    2 1

    Esta corriente

    He aqu, entre muchos otros, un par de ejemplos concretos de esa

    pretensin:

    "La conducta de Jess es la de un hombre que se atreve a actuar en

    lugar de Dios atrayendo a si a los pecadores El que lee la parbo la

    del hijo prdigo, que pertenece al estrato ms antiguo de la tradicin,

    y tiene en cuenta que con ella pretende Jess justificar su comida con

    los publcanos y pecadores describiendo la incomprensible bondad per-

    donadora de Dios, se encuentra situado otra vez ante la pretensin de

    Jess de actuar como representante y plenipotenciario de Dios", E

    FUCHS,

    op cit. (en nota 16), pp 210-19

    "Aquel que solamente reconozca el hechoque yo no veo cmo pue

    de negarsede que la voz Abba es una psissima vox Jesu, se encuentra

    yasi entiende rectamente esta palabra y no la tnvializacolocado fren

    te a la pretensin de supremaca de Jess Este es el hecho nico del

    que las tuentes dan testimonio ha aparec ido un hom bre y los que oyeron

    su mensaje estaban ciertos de or la palabra de Dios" (J JEREMAS, op. cu,

    pp 23-24).

    a o

    H

    RIESENFELD,

    The Gospel Tradition and its begtnnings, \

    R

    Mowbray, Londres 1957.

    21

    B. GERHARDSON, Memory and Manuscript. Oral tradnwn and writ-

  • 7/25/2019 Gonzalez Faus Jose Ignacio. La Humanidad Nueva Ensayo De Cristologia (Vol. 1).pdf

    22/354

    quizs puede enmarcarse en un movimiento mucho ms amplio

    de vuelta al judaismo (en vez del helenismo) como clave de lec

    tura del Nuevo Testamento. Lo caracterstico de los escandinavos

    ha sido un estudio muy minucioso de la tradicin oral juda y sus

    formas de transmisin. La historia de las formasarguyenno

    ha sabido ver que la tradicin evanglica es una tradicin SKI ge-

    neris, que no tiene punto de comparacin ms que con un tipo de

    tradicin juda (el que origin los comentarios llamados "Tradicin

    de los Padres"). Se trata de una tradicin que no est en manos

    de cualquier miembro de la comunidad, sino slo de algunos

    cualificados para ello. No basta conocerla: hay que tener el

    oficio

    de transmitirla y son muy pocos los que lo tienen (cosa

    que coincide con la misin de los apstoles)22. Riesenfeld sostie

    ne que se dan dos tipos de tradicin: la llamada tradicin misio

    nera (ms libre e interpretadora) y la tradicin recitadora (trans

    misora) que es la que ms influy en la labor transmisora de los

    apstoles. Podemos, pues, determinar qu es lo que predicaron

    los apstoles. Y de la enseanza de los apstoles podemos, por el

    mismo camino, pasar a Jess. Este debi ensear segn los m

    todos nemotcnicos de los rabinos.

    La importancia de esta corriente es innegable23. Sus autores

    parecen andar sobre seguro en lo que toca a la tradicin rabnica.

    La pregunta que queda es hasta qu punto influye dicha tradi-

    ten Iransmison in rabinic Judaism and early christianity, E. T. E. Shar-

    pe, Copenhague 1961.

    22

    A modo de ejemplo vase el texto que aduce Gerhardson sobre

    las formas de aprender y la seriedad con que se previenen las negli

    gencias: en varios pasajes del Talmud en los que un estudiante consulta

    a su maestro o a algn responsable de la tradicin, se nos dice a pro

    psito de la respuesta: "y la aprendi de l cuarenta veces y se le hizo

    tan familiar como si la llevara en el bolsillo" (Op. cit., p. 119). Y con

    tra los simples olvidos: "a todo aquel que olvide una sola palabra de

    esta enseanza, la Escritura se lo tendr en cuenta como si hubiese ol

    vidado su propia alma" (Op. cit., p. 168).

    23

    Esta corriente fue valorada as por la revista Concilium en un n

    mero dedicado a la Cristologa:

    "Durante algunos aos, especialistas escandinavos y de otros paises

    han investigado las tcnicas que han servido para preservar- y transm itir

    la tradicin en los ambientes rabnicos y judos. Las tradiciones sobre

    Jess que contiene el Nuevo Testamento afirman estos investigadores

    se preservaron y transmitieron de formas semejantes. En este sentido sus

    conclusiones distan mucho de las conseguidas por la crtica de las for

    mas. La magistral obra de B. GERHARDSON sobre la materia, publicada

    hace slo unos aos, representa el ms poderoso desafo a que ha debido

    hacer frente la crtica de las formas. Las conclusiones ms interesantes

    de GERHARDSON se refieren a la fiel preservacin de la tora oral por opo

    sicin a la tora escritael texto bblicocuya pureza fue custodiada

    con extremo cuidado. Al estudiar la tora oral, GERHARDSON define pri

    mero las categoras de exposicin oficial... y demuestra cmo no slo

  • 7/25/2019 Gonzalez Faus Jose Ignacio. La Humanidad Nueva Ensayo De Cristologia (Vol. 1).pdf

    23/354

    cin en la formacin de los Evangelios. Y quizs hay que decir

    que no tanto como ellos pretenden, dada la espera escatolgica

    inminente en que vive la comunidad; pero s que influy ms de

    lo que pensaba la Historia de las Formas

    i 4

    .

    La innegable diver

    sidad teolgica de los distintos evangelios, hace ver que no se

    los puede reducir a productos de una transmisin mecnica y

    neutra. Y, hoy por hoy, resultan exageradas las afirmaciones de

    que Jess determin ya los grandes rasgos de lo que haba que

    transmitir, o de que Juan es histricamente fidedigno cuando re

    produce meditaciones de Jess en la intimidad con los suyos

    2.

    A una conclusin cercana a la de los escandinavos, ha

    llegado G. Theissen por camino diverso: el de la sociologa.

    Theissen no se ha preocupado slo por la transmisin del texto,

    sino por la conducta y las condiciones sociolgicas que la hacen

    posible. Y cree ver en ellas la posibilidad de un acceso a Jess,

    que no encontraba la Historia de las Formas. "El radicalismo

    tico de las palabras de Jess hace que sean intiles para regular

    una conducta cotidiana. Y esto agudiza el pro blem a: quin pudo

    transmitir esas palabras oralmente, durante ms de treinta aos?,

    quin pudo tomarlas en serio?" Al socilogo, que analiza las

    conductas, le resulta imposible aceptar que palabras de un radi

    calismo como las de Le 14, 26 ("si alguien no aborrece a su padre y su madre y su mujer y sus hijos... no puede ser mi discpulo")

    hayan nacido y se hayan transmitido en una comunidad que

    ciertamente no las practicaba. De este tipo de datos concluye el

    autor la existencia de unos "radicalistas peregrinos", verdaderos

    rganos de transmisin de la tradicin primera

    2 5

    .

    la tradicin bsica, sino tambin la explicacin y discusin que naci en

    torno a ella fue conservada con fidelidad escrupulosa, tanto si fue el

    mismo rabb o sus discpulos inmediatos o generaciones posteriores, que

    se enfrentaban con problemas nuevos, quien determin qu elementos

    de sus palabras o acciones era esencial retener." J.

    BOURKE

    en Conc. n

    mero 11 (1966) p. 38.

    2 1

    En este sentido nos parece muy imp ortante el intento del exegeta

    de la Alemania Oriental H.

    SCHURMANN

    quien, valindose de la Historia

    de las Formas, ha intentado rastrear una transmisin de palabras de

    Jess ya ante de la muerte de ste. Die vorsterliche Anftinge der Lo-

    gien Tradition. Versuch eines formgeschichtlichen Zugangs zum Leben

    Jesu, en la obra colectiva citada en la no ta 14, pp . 342-370. A hora bien ,

    con este intento se da en realidad una superacin parcial de la Historia de

    las Formas: En el principio ya no est soto la predicacin; sino que esta

    mos ante otro principio ms semejante a la tradicin oral juda de que

    hablan los escandinavos. Y la Historia de las Formas ya no da su paso

    atrs hacia el kerygma, sino hasta la vida de Jess.

    25

    Cf. G.

    THEISSEN,

    "Wanderradikalismus. Literatursoziologische As-

    pekte der berlieferung von Worten Jesu in Urchristentum", en Zeits-

    chrift fr Theologie und Kirche,

    70 (1973)

    245-71.

    No ha habido todava

    tiempo suficiente para constatar la aceptacin de las ideas de G.

    THEIS

    SEN,

    las cuales es posible que abran algn camino nuevo. En una lnea

  • 7/25/2019 Gonzalez Faus Jose Ignacio. La Humanidad Nueva Ensayo De Cristologia (Vol. 1).pdf

    24/354

    3 En los ltimos aos hemos asistido a una floracin de

    libros sobre Jess, procedentes de autores judos

    26

    Aparte un

    comprensible mteres por regaar a Jess para el judaismo, y por

    liberar a su raza de toda complicidad en el asesinato del rabino

    de Nazaret, vanos de estos autores coinciden en una macallada

    desconfianza ante los presupuestos de la Historia de las Formas,

    a la que acusan de falta de comprensin de la realidad y de lamentalidad judia No cabe excluir el que, en un futuro no muy

    remoto, el dialogo con el judaismo moderno proporcione puntos

    de mira privilegiados, para abordar la realidad de los Evangelios

    4 M erece mencin especial la reciente obra de J Roloff

    27

    que ha puesto de relieve un detalle bien aceptado por la critica

    el verdadero papel, el verdadero contexto vital (Sitz un Leben)

    de muchas pericopas evanglicas en la comunidad primitiva, no

    paralela, cabria pensar en la utilidad de una aplicacin del mtodo de

    la Historia de las Formas a los evangelios apcrifos, donde sin duda

    existen ejemplos mucho ms puros de unidades o formas nacidas en el

    seno de una comunidad La comparac in de estas unidades con algunas

    narraciones evanglicas parece poner de relieve que estas ultimas no re

    sultan "popularmente satisfactorias" y con ello, que es difcil explicar

    su origen tal cual exclusivamente en la com unidad Asi vg la falta

    de concrecin de algunas narraciones evanglicas parece ser lo contra-

    n o de un a forma annim a en los apcrifos se precisa que el hom bre

    de la mano seca (Me 3, 1 ss) era un albail que haba ganado su vida

    con sus m anos y las necesitaba para traba jar , que la hemorroisa se lla

    maba Vernica, etc Frente a este comprensible afn de concrecin, la

    critica debera explicar la insatisfactona indeterminacin de algunas na

    rraciones evanglicas

    26

    He aqu algunos ejemplos, adem s de la obra ya antigua de

    J

    KLAUSNER

    (Jess of Nazareh His Ufe, time and teaching

    George

    Alien, Londres 1925) J

    CARMICHAEL,

    Leben und Tod des Jess von Na

    zareh, Munchen 1965,

    SCHALOM BEN CHORIM,

    Bruder Jess, Der Nazare-

    ner in udischer Swht List, Munchen 1967 Del mismo Jess in Juden-

    um Brockhaus, W uppertal 1970, D

    FLUSSER,

    Jess in Sebszeugnissen

    und Bilddokumenen

    dargestellf,

    Rowohlt, Ham burg 1968,

    GEZA VER

    MES,

    Jess he ew,

    Collins, Londres 1973

    Un autor tambin judio, tras un labonoso intento de retraduccin

    de los Evangelios al hebreo, que le ha llevado a una nueva teora sobre

    el origen de los sinpticos, basada en las relaciones de su lenguaje con

    el heb reo , se atreve a escn bir esta conclusin tan dura "todo esto (es

    decir la narra tiva de los Evangelios) es perfectamen te biografa hebrea

    vlida N o hay necesidad de disculpar a los Evangelios prese ntndo los

    como predicacin prolongada Eso es exactamente lo que no son"

    R L

    LINDSEY,

    A new approach o he synoplic gospels

    Dugith Pu-

    blishers, Jerusalem 1971, p 15 Tales afirmaciones son francamente du

    ras y cuesta aceptarlas, pero quizs sena simple chovinismo occidental,

    si desautonzramos a sus autores pensando que no podemos aprender

    nada de ellos

    aT

    Das Kerygm a und der irdische Jess Hisonsche M oive ir den

    Jesus-Erzahlungen der Evangelien Vandenhoeck, Gottingen 1970.

  • 7/25/2019 Gonzalez Faus Jose Ignacio. La Humanidad Nueva Ensayo De Cristologia (Vol. 1).pdf

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    es,

    como pensara Bultmann, el resolver discusiones o problemas

    nacidos en el seno de la comunidad, sino el dar una explicacin

    histrica y facilitar una comprensin histrica del escndalo de

    la ejecucin de Jess y de cmo su camino haba de terminar

    a l l

    2 8

    . Escenas como las del sbado, del Templo, etc., cobran un

    gran relieve dentro de este marco; y quizs quepa establecer un

    nuevo criterio de autenticidad en la explicacin del conflicto Je

    ss-fariseos. . Se trata de una intuicin que pareca flotar en el

    ambiente, puesto que poco antes el exegeta de Regensburg F. Muss-

    ner haba aplicado un criterio parecido a los milagros de Jess,

    creyendo poder encontrar los ipsissima faca lesu all donde se

    daba un frente antifariseo

    2

    *.

    Cabra ci tar otros datos, pero no podemos perdernos en

    los detal les del anlisis . Es hora ya de retomar, para tratar

    de entenderla, esa historia cuyas etapas hemos venido siguien

    do. La que empez con un grito i luso y eufrico (vamos a sa

    berlo todo sobre Jess ); se encontr con una negativa deseo-

    razonadora (ya lo sabemos todo sobre Jess, al menos lo que

    hemos de saber); logr sobrevivir gracias a la resignacin bult-

    maniana

    (no necesitamos saber nada de Jess)

    y se ha ido le

    vantando desde ah para constatar t midamente, pero con ms

    madurez, que podemos saber algo de Jess. Historia que qui

    zs, hacia el ao 1968, a pa rtir de las rev ueltas d e la juv en tud

    que se aparta del existencial ismo y busca un compromiso so

    cial radical, ha entrado en una fase nueva cuyo slogan podra

    se r :

    necesitamos saber algo de Jess;

    con tal que se entienda

    esta frase no como una decisin de manipular la ciencia de

    acuerdo con nuestros deseos, sino como una constatacin de

    que el Jess terreno no es irrelevante para la vida de fe y para

    la teologa (en contra de Bultmann) y, por tanto, como un nue

    vo inters por la pregunta sobre el Jess de la historia

    30

    .

    28

    Es por lo dems muy comprensible, que tras una primera expli

    cacin teolgica (la muerte de Jess como querida por Dios, conforme

    a las Escrituras etc.) esto resultara todava insuficiente y~se~pase a ex

    plicar cmo los hechos mismos en su red causal, haban de levar a

    esa muerte.

    29

    Cf. F.

    MUSSNER,

    Los milagros de Jess, Verbo Divino, Estella

    1970.

    En contra de la argum entacin de M ussner, R.

    PESCH,

    /

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    2. EL FONDO TEOLGICO INEXPLICITADO DEL

    PROBLEMA

    Cuando el problema que hemos tratado de resear se abor

    da de manera inmediatista, perdindose en la sene de argu

    mentaciones positivas y en la necesidad de resolver cuestiones

    concretas, el telogo puede quedarse con la seguridad inex-

    presa de que se trata pura y simplemente de un problema de

    ciencia histrica, de un problema, por tanto, que es previo a

    la teologa, aun cuando quizs sea necesario para ella. Acaso

    no fue el nacimiento de la historiografa lo que de hecho plan

    te con urgencia y con empuje el problema del Jess histri

    co? No son argumentos de ciencia histrica los argumentos

    que se barajan en l?

    Pero una visin que sea, a la vez, menos aislante y menos

    aislada (es decir: que no desligue el problema de la totalidad

    de la vida y de la obra de quienes lo abordaron, y que trate

    de contemplarlo en su conjunto y no en momentos o pasos

    concretos), descubre inmediatamente que no se trataba de un

    por A Schweitzer a los intentos de llegar al Jess histrico, y tras la

    liquidacin definitiva de las esperanzas llevada a cabo por Bultmann

    (definitiva porque se converta en principio teolgico), ha vuelto a sur

    gir con vitalidad impresionante la bsqueda de imgenes concretas de

    Jess a travs de la llamada "exgesis salvaje" es decir: no realizada

    por tcnicos competentes. Roloff

    ve en la

    aparicin

    de

    esas exegesissalvajes

    una

    muestra clara

    de que las

    verdaderas preguntas

    no

    estaban

    en la crtica histrica y, por eso, han sido recogidas por todos esos

    grupos. Por ello avisa a la crtica histrica del peligro seno de dege

    nerar en "escolstica", es decir "una pseudociencia que se agota en

    su propia tradicin, y lo mide todo segn se adapte o no a los cnones

    metdicos

    que le han

    sido dados"

    (p. 564).

    Nue stro auto r cree,

    no

    obs

    tante,que, sin volver a caer en el positivismo teolgico de los liberales,

    es posible afrontar las preguntas de esa "exgesis salvaje", y que hoy

    la exgesis cientfica cuenta

    con

    bazas suficientes para ello como

    son

    cierta desescatologizacion

    del

    mensaje

    de

    Jess

    que se

    manifiesta

    vg en

    la originalidad de su lenguaje , da tos suficientes so bre su conducta, y

    la superacin de la imagen individualista de Jess Cf J ROLOFF, Auf

    der Suche nach emem neuen Jesusbd,

    en

    Theol Lit Zeitung

    98 (1973)

    561-72

    En este contexto es inevitable evocar los esfuerzos actuales por de

    limitar la relacin exacta de Jess con los zelotes, el movimiento gue

    rrillero de su tiempo Aunque en seguida se han dejado sentir los pe

    ligros

    que

    tanto tema Bultmann

    de una

    sustitucin

    del

    kerygma

    por

    la historiografa, parece comosi el queJess (no) hubiese sido zelote,vi

    decide sobre la (ilegitimidad de la guerrilla

  • 7/25/2019 Gonzalez Faus Jose Ignacio. La Humanidad Nueva Ensayo De Cristologia (Vol. 1).pdf

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    simple problema de ciencia histrica, sino que en su fondo

    estaba debat indose inconscientemente un problema teolgico

    est r ic to

    31

    . En el siglo xix y en Occidente ocurra a sus prota

    gonistas lo mismo que ellos echaban en cara a los autores de

    los Evangelios: el objeto de su investigacin no era neutral

    para el los. Creyentes o incrdulos, el tema que trataban po

    sea una especial relacin con sus vidas, de la que no se po

    dan desligar. As como no haba sido posible escribir docu

    mentos neutrales sobre Jess, no era posible para el los abor

    dar el problema histrico de Jess como cualquier otro: como

    si se tratase de la amante misteriosa de Ovidio, o de la part i

    cipacin de Alfonso VI en la muerte de su hermano. Lo que

    la filosofa ha hecho notar tantas veces: que las

    afirmaciones

    humanas estn condicionadas por

    posiciones

    previas, volva a

    cumplirse en ellos y de manera privilegiada

    32

    .

    Esto har que el problema de fondo en la historia que he

    mos narrado no sea un simple problema histrico, sino una

    cuestin teolgica. Por esoms que por una simple coinci

    dencia temticala cuestin del Jess histrico tiene su lugar

    propio en el seno de la teologa. En ella late toda una proble

    mtica que es mucho ms honda y ms vi tal para el telogo

    que los simples resultados de la historiografa. Y las posturas

    31

    Cf. para lo que sigue R

    SLENCZKA,

    Geschichthchkeit und Person

    Jesu Chnsti. Studien zur chnsfologischen Problematik der historischen

    Jesusfrage, Vandenhoeck, Gottingen 1967.

    32

    Con ello no queremos decir que las afirmaciones humanas siempre

    sean falsas y de ninguna manera capten la realidad, pero si que nunca

    consiguen una total identificacin con ella, porque la realidad que cap

    tan est siempre mediada po r el sujeto El conocimiento pu ro , aquel

    que de ninguna manera estuviese mediado por el sujeto, que se interpo

    ne como pantalla y se lee o se busca asimismo en el objeto, sera aquel

    en que el sujeto fuese el amor puro, el puro

    gape

    n necesidad de recurrir a que la comunidad

    las introdujera posteriormente en las frases citadas, para identificar a Jess

    con el Hijo del Hombre. Vase lo que diremos en el apndice

    21

    En Qumrn se encontraron fragmentos del Henoch etope, pero no

    de esos captulos.

  • 7/25/2019 Gonzalez Faus Jose Ignacio. La Humanidad Nueva Ensayo De Cristologia (Vol. 1).pdf

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    dido hasta el fin, cuando vendr a juzgar al mundo, para li

    berarle y reinar sobre l. En ocasiones parece identificrsele con

    el Mesas (vg., 48, 10 y 52, 4). El rasgo de su preexistencia a

    la creacin sera la mayor novedad que explcita Henoch con

    respecto a Esdras, si no existiera la sospecha de su proce

    dencia de mano cristiana (vase cap. 37 a 71, especialmen

    te 46-47).

    En resumen, tres rasgos antitticos nos parece que carac

    terizaran a la figura judaica del Hijo del Hombre.

    a) Se trata de un personaje que es a la vez humano y tras

    cendente. Su figura es claramente una figura humana, pero

    sin embargo aparece en el celo, de junto a Dios, y su carcter

    escatolgico es claro.

    b) Se trata de una figura que es, a la vez, personal y co

    lectiva. Los apcrifos insisten ms en el primer aspecto, mien

    tras Daniel haba subrayado ms el segundo. Esto ha derivado

    tambin en una polmica exegtica: mientras T. Manson opta

    exclusivamente por la interpretacin colectiva, reduciendo el

    Hijo del Hombre a una expresin ideal que equivale al Reino

    o al Pueblo de Dios

    22

    , F. Hahn no admite para el trmino (en

    los Evangelios) ms que un significado individual

    23

    . Por qu

    no mantener la ambigedad? Con ella se insertara el ttulo

    en un proceso bblico que va desde el resto de Israel (que re

    presenta a todo el pueblo) hasta el Siervo o el "y" de que

    hablan muchos salmos (quizs tambin Rom 7) y que por de

    bajo de su figura individual tiene una clara resonancia colecti

    va (todo el pueblo, o la humanidad toda). El hecho de qu2

    nuestro liberalismo occidental e individualista se atasque ante

    estas concepciones, no debe llevarnos a introducir nuestros es

    quemas mentales en la mentalidad juda. Pues precisamente

    esta concepcin juda es la que permitir luego a Pablo, en las

    Cartas de la Cautividad, establecer la idea de la Iglesia como

    Cuerpo de Cristo o de Cristo como Cabeza del cosmos, im

    genes ambas que tienen una significacin mucho ms estricta

    que la de una simple metfora de tipo moral, vlida para toda

    22

    The Teaching of Jess, Cam bridge 1935, p. 227.

    *' Christologische Hoheitstitel, pp. 18 ss.

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    agrupacin de personas. Se trata de esa especie de universal-

    concreto que solemos llamar el Cristo total y que estaba ya

    prefigurado en la comunidad del Jess terreno con sus disc

    pulos.

    c)

    Finalmente, el Hijo del Hom bre tiene una clara rela

    cin con la historia, que tambin es ambivalente. Por un lado

    empalma con ella, juzgndola y condenndola en cuanto es, en

    su totalidad, historia de opresin, y alimentando una esperanza

    liberadora de carcter poltico (en el sentido etimolgico del

    trmino). Por otro lado se trata de una esperanza que corona

    a la historia y procede claramente de fuera de ella.

    No puede negarse que estos tres significados cuadran con

    la figura del Hijo del Hombre que presentan los Evangelios

    24

    ,

    y nos permiten ver en este ttulo una nueva formaaunque

    quizs ms oscura y menos explcitade expresar la visin de

    Jess como el Hombre Nuevo. La pregunta que queda en pie

    es si se trata de una expresin nueva y distinta, o si ya el Se

    gundo Adn no era ms que una traduccin del ttulo de Hijo

    del Hombre a un ambiente diverso. Pues tambin aqu encon

    tramos la paradoja de antes: a una figura Trascendente se la

    denomina simplemente hombre.

    El Segundo Adn y el Hijo del Hombre.

    Sobre la relacin entre estas tres figuras: el Segundo Adn,

    el Hombre Prototipo y el Hijo del Hombre, no existen posi

    ciones unnimes entre los exegetas. Nosotros hemos intentado

    hablar de manera que puedan seguir en alto las espadas. Una

    relacin inmediata entre las especulaciones sobre el Hombre

    Prototipo

    (Urmensch)

    y el Hijo del Hombre, tal como parece

    aceptarla E. Bloch

    25

    , pensamos que tiene muy pocas posibili

    dades de ser real. La nica posibilidad de emparentarlos a

    24

    El Hijo del Hombre es, a la vez, terreno y trascedente, vendr al fin

    de la Historia (Me 13) y puede equivaler al Reino (cf. Me 9, 1 con Mt 16,

    28). Pero los Evangelios aaden algo ms al vincular el Hijo del Hombre al

    Jess terreno y a la pasin. Cf. sobre esto el apndice al presente cap

    tulo.

    2 5

    Atheismus im Chrstentum,

    p. 207. Bloch acepta adems que la de

    signacin proviene de Jess mismo.

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    ambos sera a travs de la presencia de ambos en la reflexin

    paulina sobre el Segundo Adn. Ya hemos visto el probable

    influjo del

    Urmensch

    en ella. F alta aad ir qu e tam bi n, segn

    algunos exegetas, est presente en Pablo la teologa del Hijo

    del Hombre. Pablo, en efecto, no parece desconocer esta teo

    loga, y en algunos momentos interpreta la frase del Salmo 8, 5,

    ya comentada por nosotros, como si fuera una teologa del

    Hijo del Hombre, valindose para ello del verso que sigue a

    continuacin en el Salmo: "pusiste todas las cosas bajo sus

    pies" (cf. adems de 1 Cor 15, 27, Fil 3, 21 y Ef 1, 22)

    2 6

    . El

    que en 1 C or 15, Pa blo parezca ab an do nar el t tulo se explica

    ra perfectamente por el pblico al que se dirige y a quien la

    expresin Hijo del Hombre no poda decir le nada

    2 7

    .

    Pero con todo esto quizs no salimos del terreno de las hi

    ptesis coherentes. Por eso nos l imitaremos a sealar las coin

    cidencias

    temticas

    que se dan entre ambos t tulos (Segundo

    Adn e Hijo del hombre) sin entrar en la cuestin de si , en

    realidad, son una simple traduccin uno del otro.

    En primer lugar , Pablo ha convert ido al Hombre Protot ipo

    en escatolgico: no apareci primero el hombre espir i tual ,

    sino el terreno (1 Cor 15, 46). A la vez ya notamos en los Ap

    crifos veterotestamentarios una cierta tendencia a afirmar la

    preexistencia del Hijo del Hombre. Esta tendencia se consu

    ma en el Apocalipsis, que vuelve a presentar una visin como

    la de Daniel , l lamando al Hijo del Hombre primero y l t imo

    (cf. Apoc 1, 13.17; 2, 8) y principio de la creacin de Dios

    (ibd. 3, 14). De este modo la posibil idad de un acercamiento

    estar a dada por ambas par tes : e l Hombre Protot ipo ya no

    sera Adn, s ino ese mister ioso ser "guardado por el Alt s imo

    durante mucho t iempo" (IV Esdras 13, 26) que ha de apare

    cer al final de la historia.

    Otra posibi l idad de acercamiento entre ambos t tulos la

    ofrece el matiz de universalidad que implican ambos. Ya no

    tamos la susti tucin del Hijo del Hombre en Daniel por el

    Pueblo del Alt s imo. Este mismo matiz est presupuesto en

    26

    J. JEREMAS

    (Neut, Theol.,

    p. 252), cree que tambin se habla del

    Hijo del Hom bre en 1 Tim 2, 6 que, para l es una traduccin al m undo

    griego de Me 10, 45. Vase lo dicho en la nota 24 del cap. III, p. 133.

    27

    Cf. O. CULLMANN,

    Christologie des neuen Testamentes,

    pp. 169 ss.

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    el Segundo Adn paulino, puesto que slo a partir de l pue

    de Pablo dejar sentada la universalidad del pecado del primer

    Adn. Pablo no atribuye al primer hombre una representacin

    obvia e indiscutible del gnero humano como la que se sacaba

    de la manga la teologa postridentina. Si todos pudieron pecar

    en Adn, fue porque ste "era tipo del Adn futuro" en el cual

    realmente estn incluidos todos.

    Todo esto explicara a las mil maravillas el significado apa

    rentemente extrao de este ttulo de Hijo del Hombre, que

    slo quiere decir "hombre", y que podra estar traducido en

    Rom 5, 15 y 1 Cor 15, 21 ("por un hombre la resurreccin de

    los muertos"). Explicara tambin la predileccin que el propio

    Jess, o la comunidad primera, tuvo por este ttulo enigm

    tico: se tratara de un ttulo que expresa la divinidad y la tras

    cendencia de Jess ("hombre del cielo"), pero

    la expresa en su

    misma humanidad, la expresa llamndole Hombre. Cierra as

    el proceso de comprensin al que alude la frase de L. Boff ya

    citada: "tan humano slo puede ser Dios mismo", y que, con

    imgenes bblicas, ha hallado expresin en Jn 1, 51: el puente

    entre cielo y tierra ya no es un lugar o una escala de Jacob,

    sino la persona de Jess como Hijo del Hombre. Su existen

    cia significa que "los cielos se han abierto" (1, 51). Esta in

    tuicin es fundamental para la Cristologa.

    Se aclara tambin, de esta manera, la misteriosa misin que

    Juan asigna constantemente al Hijo del Hombre: "le dio po

    testad de juzgar

    porque

    es hijo de hombre" (5, 27)

    28

    . La mi

    sin del juicio, que tambin aparece recogida en Mt 25, 31 ss,

    donde el Hijo del Hombre es quien viene a juzgar. El juicio

    del Hijo del Hombre quiere decir que el hombre no es juz

    gado por la aplicacin de un cdigo exterior a l, sino por su

    humanidad o inhumanidad, por su relacin con la Plenitud

    del ser humano y con la Humanidad Nueva. Por eso Juan re

    pite tantas veces y de tantas maneras que el juicio est dado

    ya con Jess; el cual es la norma porque es El Hombre. Por

    eso,

    a los escritos joanneos no les quedar ya ms que afirmar

    (a costa de ganarse la sospecha de sectarios) que en la acepta-

    2

    * Aunque sin artculo en este caso, de modo que no parece estar usa

    do como ttulo.

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    cin o no aceptacin de Jess se decide la suerte de todo hom

    bre

    2 9

    .

    Pero no hay ah un problema de confesionalidades ex

    plcitas o implcitas, sino que, si al hombre se le juzga por su

    ser o no ser hombre, se le mide necesariamente con Jess.

    Pues el ser-hombre del hombre no es ms que su identificacin

    con Jess.

    Conclusin.

    Esta ltima observacin nos confirma la observacin ante

    riormente apuntada sobre el "contenido" de la Escatologa:

    lo que ha de llegar en la Escatologa (el Hijo del Hombre) es

    precisamente la Plenitud del Hombre (el Segundo Adn). Esta

    plenitud define al proceso creador como un proceso honuni-

    zador, en marcha a travs de la historia: el proceso hacia el

    vir perfectus

    (Ef 4, 13) antes citado

    30

    . Este proceso se va dan

    do en la misma Biblia y no resistimos a la tentacin de pre

    sentar la descripcin que hace de l el viejo Bloch comentan

    do el texto citado de Efesios:

    "Estas son las dimensiones de un mundo nuevo. No las del mun

    do viejo, el mundo de un Yahv inaccesible y separado de todo lo.

    humano, del cual poda decir uno de los amigos de Job: 'est ms

    alto que los cielos y ms profundo que los infiern os; qu le vas

    a ha ce r? ' (Job 11, 8). Precisamente a este misntropo agnstico le

    responde el autor de la carta a los Efesios, a partir de la fe en el

    hombre total, y de sus dimensiones adecuadamente humanas, tal

    como aparecen por Cristo y en Cristo: 'que podis comprender

    cul es la am plitud y la ex tensin y la a ltura y la profund idad . '

    As de extraordinario es lo que se piensa en esta carta del hombre,

    o mejor de su misterio: viene de muy atrs, y llega hasta muy

    adelante" 31.

    29

    Cf. 1 Jn 2, 22 ss.; 4, 3.

    30

    La dialctica de si se trata de un proceso intrahistrico y en qu

    forma, o si se trata de una libertad libre de la historia y para la historia,

    es la misma dialctica clsica entre gracia y libertad, y no necesitamos

    entretenernos en ella ahora, Basta con indicar que la teologa antigua, des

    pus de tantas discusiones, lleg a comprender que no haba de concebir

    la gracia como una merma de la libertad, sino como una posibilitacin de

    sta.

    31

    Atheismus im Christentum, p. 297.

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    Bblicamente hablando, la tesis de que Jess es El Hombre

    vale independientemente de la identidad entre el Segundo Adn

    y el Hijo del Hombre, e incluso independientemente de que

    pueda invocar o no, en su favor, la figura del Hijo del Hom

    bre.

    Si es posible realizar estos acercamientos, las cosas se en

    samblan maravillosamente.

    La tesis no significa que Jess es "verdaderamente hom

    bre"

    en el sentido de la dogmtica posterior: pues de esta

    manera se define a Jess por una "verdad" humana distinta

    de El y abstracta. Aqu se trata, al revs, de que Cristo es la

    verdad del hombre, la humanidad autntica, el Adn mentado

    en Gen 1. Esto supone que el ser del hombre no se nos revela

    a travs de una especulacin o de un concepto universal aris

    totlico, sino en una mirada a Jess. Esto sita al cristianismo

    como "distinto de toda religin y de todo humanismo: de

    toda religin porque lo que est en su centro no es Dios sino

    el hombre. Y de todo humanismo porque la razn de esa cen-

    trahdad del hombre no radica en el hombre mismo, sino slo

    en Dios"

    32

    . Cristologa es antropologa.. Y si toda teologa es

    cristologa, podemos concluir que toda teologa es antropolo

    ga. Aunque no se trate de la antropologa que se ejercita en

    Gen 3, 5, sino en la knosis y Resurreccin de Jess, en que

    aparece la

    humanitas et benigmtas

    de Dios (Tito 3, 4 y 2, 5).

    Apndice

    La problemtica exegtica relativa al Hijo del Hom

    bre

    En pocas cuestiones se manifiesta con mas claridad que en la

    del Hijo del Hombre, la grandeza y la servidumbre de la exgesis

    bblica La grandeza porque los dato s obtenidos son tan con tun

    dentes y tan significativos que uno no puede menos de sentir que

    tiene al alcance de la mano los hechos perdidos del pasado Y la

    servidumbre porque, a pesar de todo, el significado de estos datos

    no se entrega inequvocamente, y todos ellos no han conducido mas

    que a una multiplicidad de interpretaciones y una atomizacin de

    resultados tan desoladora como el paso de Atila

    Ante esta situacin se hace imprescindible comenzar reprodu

    ciendo todos los datos que parecen seguros e imprescindibles para

    cualquier conato de interpretacin Creo que podem os integrarlos

    en cinco captulos

    32

    Cf nuestro ar ticulo

    "Que significa creer en Jess?", en Razn

    y Fe

    oct (1972), p 161

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    1 La designacin de Jess como Hijo del H om bre debi de

    desaparecer muy pronto puesto que, fuera de la lapidacin de Esteban

    (Hch 7, 56) no se la encuentra en ningn documento del Nuevo

    Testamento distinto de los Evangelios Cu ando em pieza a irse

    escribiendo el Nuevo Testam ento, el titulo ya no est en uso o

    ha sido abandonado o ha sido sustituido por algn otro (en ambos

    casos,

    probablemente porque no era inteligible en el mundo griego)

    Se considera que el ttulo debi de ser usado por la primera comuni

    dad palestina, que traslada al Resucitado la visin de un Hijo del

    Hombre escondido en los cielos, esperando su venida definitiva a

    la tierra En cuanto se am plia la com unidad, el ttulo cae en desuso

    Precisamente por eso, resulta significativa su inesperada reapa

    ricin en los Evangelios y en cantidad realmente abrum ado ra Tra s

    los Sinpticos, vuelve a desaparecer el titulo, para volver a reapa

    recer en el otro docum ento con forma biogrfica el Evangelio

    de Juan.

    2 El titulo slo aparece en labios de Jess Lo encon tramos

    en los Sinpticos 69 veces (que, eliminando paralelos pueden redu

    cirse a 38) y en san Juan 13 Fuera de estos casos, y con la excep

    cin citada de la lapidacin de Esteban, nunca se encuentra en la

    bios de nad ie ms ni de los apstoles, ni de interlocutores de Jess,

    ni en profesiones de fe

    3

    3 Coincidencia tan abrumadora no puede

    menos de ser intencionada, y ha de tener alguna razn concreta

    3 4

    33

    "Lo maravilloso es que en los cuatro Evangelios, el ttulo slo apa

    rezca en boca de Jess En este pun to la tradicin ha sido consecuente

    hasta el fondo El titulo de Hijo del Hom bre no aparece en ninguna pro

    fesin de fe del cristianismo primitivo Nunca es usado com o atributo

    o predicado En ningn pasaje n arrativo de los Evangelios, ni en ningunaoracin, es designado Jess com o Hijo del H om bre Nun ca lo usan los

    Evangelios en palabras de otros sobre Jess Y sn embargo est slida

    mente anclado a las palabras de Jess

    Como se explica que la comunidad que prescinde muy pronto del

    titulo de Hijo del Hombre y que ni siquiera lo usa en las profesiones de

    fe, lo transmita sin embargo en las palabras de Jess y adems como ni

    ca autodesignacion de Este' ', que multiplique los testimonios pero, sin

    embargo, manteniendo severamente la limitacin de su uso a las palabras

    de Jess '' Solo existe un a respuesta el titulo estaba desde los inicios

    mismos enraizado en la transmisin de las pa labras de Jess Po r ello era

    sacrosanto, y nadie se hubiese atrevido a quitarlo de all" J JEREMAS

    Neulestamenthche Theologie, p 254

    3 1

    Un a constancia parecida se observa respecto de otros ttulos el de

    profeta caracteriza e