HALBWACHS- Espacio y Memoria Colectiva

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    ESPACIO Y M EMO RIACOLECTIVAMaurice Halbwachs

    EI Grupo en su Espacio: La Influencia dei Medio Ambiente FisicoAugusto Comte dijo que el equilibrio mental se debe, primero yprimordialmente, al hecho de que los objetos fisicos con los quetenemos contacto diario cambian muy poco o nada y de esa maneranos proporcionan una imagen de permanencia y estabilidad. Estosobjetos nos dan una sensacion de orden y tranquilidad, como si setratara de una sociedad silenciosa e inmovil, que no se preocupa pornuestras propias inquietudes y caiiibios de humor. En realidad, unagran parte de la enfermedad mental se acompana de una ruptura decontacto entre el pensamiento y las cosas, como quien dice, unaincapacidad p ara reconocer los objetos hasta ese momento familiares,de manera que la victima se encue ntra en un medio ambiente fluidoyextrano,ycarente totalmente de puntos de referencia conocidos.Que nuestras imagenes habituales del mundo exterior son in-separables de nuestra propia persona es tan cierto que esa ruptura nose limita a los enfermos mentales. Nosotros mismos podemos ex-perimentar un periodo de incertidumbre similar al de ellos, como sihubieramos dejado atras nuestra personalidad completa; esto sucedecuando nos vemos obligadbs a cambiarnos a nuevos ambientes ytodavia no nos hemos ad aptado a ellos.

    ' . Tradu cci6n del Dr. Javier C. Bravo Magafla. (Lingui'sta Invcstigador del C enlro deInvestigaciones en Humanidades, Universidad de Colinia.) del capi'tulo cuarto deCollcclivc memo ry M aurice Halbwachs. Haip er & Row, New York, 1980.

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    Maurice HalbwachsSetrata de algomdsaM de la mera incomodidad qu e acompanaauncambio de hdbitos motores. iPor queseencarinaunapersona conciertos objetos? cPorqu6quisiera que nunca cambiarany quesiemprepud iera n estar con 61. Dejem os, por el mom ento, cu alquierconsideraci6n de conveniencia o d e estdtica. Nuestro m edio ambientetiene nuestra huella y la de otros. Nuestra casa su mobiliario, suarreglo general, su decoraci6n nos recuerda a la familiayamigos aquienes con frecuencia vemos en ese espacio.Sivivimossolos, esa regi6n del espacio quenosrodea permanen-temente refleja no meramente lo que nos distingue de los demiis.Nuestros gustosydeseos, evidentes en la selecci6nyarreglo de estosobjetos, se explicanengran medida porloslazos que nos unenavariosgrupos. Lo unico que podemos decir es que las cosas son parte de lasociedad. Sin embargo, mobiliario, cuadros, utensilios y adornostambidn circulan dentro del grupo: son motivo de evaluaciones ycomparaciones, revelan nuevas tendencias en la m oda y los gustos ynos recuerda n viejas costumbresydistinciones sociales. En una tiendade a ntiguedades, las varias epocasyclases de una sociedad se enca ranen la desbalagada colecci6n de pertenencias caseras. Uno natural-mentesepregunta quienpodrShaber sido el duerio de un cierto sill6n,tapiz, plato u otros objetos necesarios. Simultdneamente (esb^sicamente lo mismo), piensa uno en el mundo que puederecon ocers e en estas cosas, como si el estilo del mobiliario, ladecoraci6n y arreglo fueran un lenguaje que debe interpretarse. Laimagen que B alzac nos pinta de una habitaci6n familiar, o de la casade un avaro, o que Dickens hace del estudio de un notario publico, yasugiere el tipo o categoria social de los seres humanos que viven enesos espacios.No se trata de una mera armonia y congruencia fisica entre ellugaryla persona. M^sbien,cada objeto, propiamente colocado en elconjunto, nos recuerda una manera de vida comun a muchos in-dividuos. El anSlisis de sus varias facetas es como la disecci6n de unpensamiento com puesto con las contribuciones de muchos grupos. Enverdad, las formas de los objetos ambientales ciertamente poseen esesignificado. Est^n a nuestro alrededor como una sociedad muda einm6vil. Aunque no hablan, los entendemos porque tienen un sig-nificado ficil de inte rpretar.Y s61oest^n inm6viles en apariencia, p ueslas preferenciasylos h^bitos cambian; por ejemplo, ciiando nos can-

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    Espacioymem oria...samos de un mueble o de una habitaci6n, el objeto mismo pareceenvejecer.Es cierto que la impresi6n de inmovilidad en verdad pe rman ecepor periodos m^s bien largos, un hecho que se explica tanto por elcar^cter inerte d e los objetos fisicos como po r la relativa estabilidadde algunos grupos sociales. Seria exagerado decir que los cambios delugar y las alteraciones mayores al mobiliario marcan etapas delahistoria familiar; sin em bargo, la permane nciayapariencia interior deuna casa imponen sobre el grupo una imagen reconfortante de supropia continuidad. Aiios de rutina se han deslizado a trav6s de unmarco tan uniforme q ue hace dificil poder distinguir entre un aiio yelque le sigue. Nos parece dudoso que haya pasado tanto tiempoyquehayamos cambiado tanto.El grupo no s61o transforma el espacio en el cual ha sido inser-tado, sino que tambi6n cedeyse adapta a su medio ambiente fisico, yacaba ence rrado en el espacio que61mismo ha construido. La imagenque el grupo tiene del ambiente que lo rodeayde su estable relaci6ncon ese ambiente, es fundamental para la idea qu e el grupo se formadeSImismo,ypenetra cada elemento de su conciencia, m oderandoygobernand o su evolucion.Esta imagen acerca de los objetos ambientales, finalmente par-ticipa de su inercia. Es el grupo no el individuo aislado, sino elindividuocomom iembro del grupo elque es ti sujetodeesta maneraa la naturaleza materialyel que participa de su inmovilidad. Aun quepueda pensarse de otra manera, la raz6n por la que los miembros deun grupo permanecen unidos, aun despu6s de dispersarse y de noencontrar en su nuevo ambiente fisico nada que les recuerd e el hogarque han dejado, es qu e piensan en el viejo hogarysu arreglo general.Aun despu6s de que los monjes y monjas de Port Royal fueronexpulsados, en realidad nada cambio en tanto que el edificio de laabadia estuvo en su lugarylos que tenian su remem branza no habfanmuerto.De esta manera entendemos por qu6 las imdgenes que nosformamos de nuestro espacio son tan importantes para la memoriacolectiva. El lugar fisico qu e un grupo ocupa no es como un pizarr6nen el quepodamos escribir yborrar avoluntad.No hayninguna imagende un pizarr6n que pueda recordarloque unavezestuvo escrito en61.Al pizarr6n no le importa en lo absoluto lo que estuvo escrito en61,yse le puede agregar cuaiquier cosa con libertad.

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    Pero el lugaryel grupo, cada uno ha recibido la huella del otro.Por lo tanto cada etapa del desarroUo del grupo puede traducirse at6rminos espaciales,yel lugar de residencia del grupo no es miis queel crucero donde coinciden todas esas fases. Cada aspecto, cadadetalle de este lugar, tiene un significado inteligible solamente a losmiembros del grupo, puesto que cada porci6n de su espacio cor-respond e a variosydiferentes aspectos de la estructurayla vida de susociedad, por lo m enos de lo que es m^s estable en ella. Por supuestoquelossucesos extraordinarios tambi6n tienen cabida en este espacio,porque ocasionan enelgrupo una conciencia m^s aguda de su pasadoy su presente, y porquelos lazos que lounenallugar fisico ganan mayorclaridad en el momento mismo de su destrucci6n. Pero un sucesorealmente Lmportante siempre produce alteraci6n en la relaci6n delgrupo con su lugar. La familia como grupo puede cambiar de tam ano,por muerte o matrimonio, o puede cambiar de lugar por mayor enri-quecimiento o empobrecimiento, oporque el padre es transferido aotro lugar o cambia de ocupaci6n. A partir de ahi, ni el grupo ni lamemoria colectiva permanecen igual, como tampoco ha permanecidoel mismo am biente fisico.La Ciudady sus RocasLos distritos de la ciudad,ylas casas dentro de los distritos, tienen unlugar tan fijo como cualquier Srbol, roca, loma o campo. Por eso, elgrupo urbano no tiene sensaci6n decambio en tanto las casas y losedificios permanezcan iguales.Hay pocas formaciones sociales que al mismo tiempo tenganmayor estabilidadymejor garantia de permanencia. ParisyRoma,po rejemplo, parecen haber pasad o por los siglos sin romper la con-tinuidad de la vida, a pesar de guerras, revolucionesygrandes crisis.La naci6n puede ser proclive hacia los m is violentos alzamientos. Elciudadanosale,lee las noticiasy semezcla con grupos que discuten loque haocurrido. Losj6venesdeben defenderlasfronteras apresurad a-mente. El gobierno impone fuertes impuestos que hay que pagar.Algunos habitantes atacan a otrosyse da la lucha politica que rever-bera en todo el pais. Pero todos estos problemas suceden dentro de unespacio conocido que p arece no ser afectado en lo mas minimo.6No podri ser que el contraste entre las imperturbables rocasyestosdisturbios sealo queconvencea la gente deque, despu6s de todo.14

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    muchedumbre o diseminada en un intento de evitarse los unos a losotros, se encuentran atrapados en la corriente de la calle, y tienen laapariencia de un num ero dado de particulas materiales que, en grupocompacto o en movimiento,obedecen leyes de naturaleza inerte. Suapar ente insensibilidad es injustamente condenada por nosotroscomosise tratara de una indiferencia natural, pues aun si nos insulta,momentSneamentenos calma y nos estabiliza. La mejor manera deentender la influencia que el ambiente ffsico de las ciudades ejercesobre grupos que lentamente se han adaptado a61,esobservar ciertasdreas de unan[ietr6polimoderna, por ejemplo,laspartesmSsantiguas,o las secciones relativamente aisladas que constituyen pequ enos m un-dos encerra dos en si mismos, en dond e los habitantes viven muy cercade sus trabajos, o hasta las callesybulevares de las partes mas nuevasde la ciudad, principalmente hab itadas por obreros,ydonde una grancantidad de comercio humano acontece en los lugares de habitaci6n,y las relaciones de la calle y el vecindario se m ultiplican. Pero en laspartes m^s pequenas de la ciudad, fuera de la corriente de la vidamoderna,oen ciudades orientales (enlasquelavida todavia se muevea un paso como el que nue stras ciudades tenian hace cienodoscientosaiios) es en don de las tradiciones locales se mantienen mSs estables.Alli, el grupo urbano realmente constituye (en otros lugares solo lohace en parte) un cuerpo social con subdivisionesyuna estructura qu ereprodu ce la configuracion fisica de la ciudad que lo rodea.

    La diferenciacion en una ciudad surge de una diversidad defuncionesycostumbres. Mientras queelgrupo evoluciona, la aparien-cia externa de la ciudad cambia mis lentamente. Los hdbitosrelacionados con un lugar fisico especffico resisten las fuerzas quetienden a cambiarlos. Esta resistencia es el mejor indicador del gradoen el cual la mem oria colectiva de estos grupos se basa en imdgenesespaciales. Las ciudades en verdad se transforman en el curso de lahistoria.Distritos enteros pueden quedar en ruinas despu6s del sitio,ocupaci6n o pillaje de un ejdrcito invasor. Grandes incendios arrasandreas completas. Las casas viejas se d eterioran. Las calles que algunavez habitaron los ricos cambian de apariencia cuando los pobres lasocupan. Las obras publicas y la construcci6n de nuevos caminosrequieren demucha demolici6nyconstrucci6n segun planes superim-puestos unos sobre los otros. Los suburbios que crecen en la periferiason anexados. El centro de la ciudad se cambia de lugar. Aunque los16

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    Maurice HalbwachsEn contraste, el grupo no se contenta con Iademostraci6n de suinfelicidad, o con una m omentdnea explosi6n de mdignaci6n y protes-ta;se resiste con toda la fuerza de sustradiciones,yestositiene efecto.Trata de recuperar su pasado equilibro en medio de las nuevas cir-cunstancias,ytriunfa parcialmente. Se esfuerza por afirmarse o refor-marse en un distritooen una calle queya noest asu disposici6n, peroque alguna vez fue suya.Po rmuchotiempo,lasviejas familias a ristocraticas ylosantiguospatriarcas urbanos no abandonaron de buena gana los distritos endonde habian residido desde tiempo inmemorial. A pesar de su cre-ciente aislamiento, se rehusaban acambiarse alosnuevos vecindariosde los ricos, con sus anchas calles, sus cercanos parq ues, sus espaciosabiertos, su estilo modernista y su actividad. Los pobres tambidn seoponen, a veces agresivamente, al dislocamiento y, aun sometidos,dejan detrSs una gran parte de si mismos. Detras d e la nueva fachada,yen los alrededores de las avenidas en donde se alinean las casas ricasrecidn construidas, la vida publica del ciudadano comun y corrientedel pasado, se refugia en los paseos, callejonesyandadores,s61oparaceder gradualmente deahi esas pequenas islas del pasado que nossorprende encontrar en medio de distritos modernos. En distritostotalmente remodelados, contrariamente a nuestras expectativas,vemos que, despuds de un tiempo, reaparecen casas de recreaci6n,pequenos teatros, cambistas no oficiales, y tiendas de arti'culos desegunda mano. E sto es especialmente verdadero en lo que se refiere aciertas artesan ias, pequeiios negocios y actividades similares que yahan pasado de moda y no se ajustan a la moderna ciudad. Estasactividades reciben su impulso del pasado y desaparecerianrSpidamente si se les quitara de sus lugares tradicionales. Ciertospequeiios negocios tienen buena clientela porque, desde tiempo in-mem orial, han estado en lugares que llaman la atencion publica. Hayviejos hoteles, que datan del tiempo de las diligencias, que continuanen uso simplemente porque se encuentran en un lugar memorable.Todas estas rutinas y vestigios del pasado requieren un ciertoautomatismo colectivo que las explique, una rigidez duradera en elpensamiento de ciertas relaciones entre el hombre de negocios y sucliente. Estos grupos se adaptan lentamente,yen muchas circunstan-cias demuestran una extraordinaria capacidad para la no adaptaci6n.Ya hace mucho tiempo que definieron sus fronterasysus reaccionesante configuraciones especificas del medio ambiente fisico. Las

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    paredes sobre las que han construido sus tiendas, el marco materialquelasrodea,ylos techos que lesdanabrigo sehan convertido en part eintegral del grupo. Perder su lugaren el pequen o espacio de una calle,oa lasombradealguna pequena pa redotemplo, seria perd erelapoyode la tradici6n que los recomienday lesda su unica raz6n p ara existir.Por eso podemos entender por qu6 los vestigios de edificios o callesdemolidos permanecen durante mucho tiempo, aunque solo sea bajola forma del nombre tradicional de una calle o lugar, o en el letreroque identifica a una tienda.Grupos sin base espacial aparente: Legates,Economicos y Religiosos

    Los grupos que hemos discutido hasta ahora est^n naturalmente co-nectados a un cierto lugar porque la proximidad espacial ha creadorelaciones sociales entre sus miembros. De aqui que una familia ogrupo familiar pueda ser defmida d esde afuera como un conjunto depersonas que viven en la misma casa o d epartam ento comodice elcenso, bajo el mismo techo . Los habitantes de un pueblo o distritoforman una pequena sociedad por su contiguidad en la misma area.No hay necesidad de decir qu e esa no es la unica condici6n nec esariapara la existencia de tales grupos, aunque sea obvia y esencial. Dehecho, esta condicion es menos importante para la vasta mayoria deformaciones sociales que, al enfatizar caracteristicas distintas a la dela residencia, tienden a separar la gente del espacio. Los lazos deparentesco comprenden algo mSs que la mera habitaci6n bajo elmisnio techo, y la sociedad urbana es algo m^s que una masa deindividuos que viven unos junto a los otros.

    Las relaciones legalessebasan en el hecho de quelosindividuostienen derechos y la capacidad de contraer obligaciones inde-pendientemente de su Iocaci6n fisica (por lo menos en el mundooccidental). Los grupos econ6micos se basan en posiciones deproduccion, no de espacio, en la diversidad de ocupaciones, tipos deremuneracionydistribucion de articulos de consumo. Desde el pu ntode vista economico, se define y se compara segun caracteristicaspersonalesyno de lugar. Esto es todavi'a mas verdadero para gruposreligiosos. Estos grupos establecen lazos invisibles entresusmiembrosyenfatizan el hombre interno. Cada uno de estos grupos se sobreponesobre otros grupos localizados. De hec ho, se subdividen segun reglas19

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    serie de acciones legalesysituaciones que una simple imagen de estatierra,como se lepresenta aunextrano,nocontendria, pero quelesonsobrepuestas en la m emoria legal del grupo cam pesino.Estos recuerdosorememoranzas estdn conectados con diferen-tes partes de la tierra. Se refuerzan mutuam ente porqu e las porcionesde tierra con las que se relacionan son contiguas.Yse preservan en elpensamiento del grupo porque se fundan sobre la tierra, porque laimagen de la tierra persiste fuera de ellosypuede ser recapturada encualquier momento. De hecho, toda transacci6nycompromiso en elcampo involucra a la tierra. Pero en la ciudad, la ley cubre otrasmaterias por medio de otros marcos materiales. Aqui tambidn elnotario publico o subastador, al manejar los intereses de una personaollevara caboensulugar una transferenciadederechos, tienelascosasmateriales como consideraci6n norm al. Una vez que el cliente sale desu oficina o la subasta termina, estos objetos p ueden salir de esa dreaynunca mds ser vistos; pero el notario publico record ar^ la prop iedadque ha vendido, o arreglado como dote o legado. El subastadorrecordarS el precio excepcional ofrecido por un a pieza de mobiliariouobra de arte queyanunca mis v eri,yaque am bas pertenecen al tipode objetos enlosque el constantemente piensay veen su trabajo. Paraservicios de transacci6n y operaciones de intercambio bancario obursStil la situaci6n es diferente. El trabajo de un obrero, lashabilidades de un oficinista, las preocupaciones de un medico o elconsejo de un abogado , no son objetos que ocupen una Iocaci6nespacial definida. Nuncasituamosenunlugar creditosydeudas, ti'tulosde propied ades, o derechos de au tor. Este es el mundo del dineroydelas transaccionesfinancieras en el que los objetos especiTicos que secompran y se venden no son lo importante, sino la capacidad decompraryvender cualquiercosa.Sin embargo,losservicios se presta ny lastareas se ejecutan,ysu valor para el que los adquiere de pend e deque se realicen en una oficina o fSbrica especifica. Un secretariosindical, o un mediador laboral, que pase por una Mbricaose imagineel lugar d e su Iocaci6n, tiene una imagen de ella que s61o es parte deun marcoespacialmds extenso quecomprende todaslas Mbricas cuyosobreros y gerentes le conciernen. Este marco le permite recordarvarias clases de contratos de pagayconflictos relacionados con ellos,asi como las leyes, reglamentosycostumbres (del lugar o prop ias deesa ocupacion) q ue defmen la situacionylos respectivos derechos detrabajadoresypatrones.

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    Las actividades fmancieras y bancarias se situan dentro delmarco espacial de las instituciones a donde debemos ir a firmar losdocumentos y depositar o retirar fondos. Claro que la imagen de unbanco evocas61ounas cuantas actividades especificas,omas bien, unasecuencia de procedimientos queseentienden vagamente. Peroesoeslo que de ordinario ocupa ese tipo de memoria que apenas toca elpasado . E l notario publico, el alcalde, el subastador, el li'der sindicalyel mediador laboral han sido escogidos como ejempio porque sumemoria tiene que adquirir el mds grande alcance y la mas grandeclaridad para las relaciones legales y acciones relacionadas con susocupaciones.Ellos representan el foco de una memoria que en si misma escolectiva y que se extiende sobre cada grupo involucrado con eseparticular asunto legal. Mostrar q ue esta mem oria, para aquellos que

    mejor la encarnan, se basa en una imagen de un cierto lugar, pruebaque lo mismo es verdad p ara todos los miembros. Varios objetosysuarreglo espacial tienen significados relacionados con los derechos yobligaciones conectados con ellos, y los miembros del grupo estdncontenidos dentro de un mundo de relaciones legales que se formaronen el pasado pero que estdn continuamente presentes para ellos. Unrazonamiento similar se aplica a muchos otros tipos de grupos. Porejempio, nuestra necesidad de ir al campo para darnos cuenta d e queuna granja es al mismo tiempo un lugar de habitaci6nytrabajo, no esmayor que la de caminar las calles de una ciudad antigua y leer losletreros que dicen Calle de los Talab arteros o Calle de losPlateros , para recordar un tiempo cuando las ocupaciones seagrupaban por lugar. En la sociedad moderna, la casa y el lugar detrabajo estdn claramente separados. El equipoyel personal que hacelas tareas se juntan diariamente en las fabricas, oficinasycomercios.Es claro que estos pequenos agrupamientos comerciales se formansobre una base espacial. Similarmente, en las ciudades grandes, losdistritos se distinguen por la predominancia de una cierta ocupaci6no industria o por grados variables de pobreza o riqueza. Estasvariaciones sociales son obvias para el observador informal, y casicualquier parte del paisaje urbanoUevala huella de una clase social uotra. De la misma manera, las religiones se arraigan en la tierra nosolamente porqueloshombres y grupos debanvivir en ella,sinoporquela comunidad de creyenjes distribuye sus mas ricas ideas e imagenesportodo elespacio. Existenlugaressagradosy otros puntosque evocan

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    Espacio ymemoria...recuerdos religiosos, asi como lugares profanos habitados por losenemigos de Dios, que pueden hasta ser maldecidos y en donde losojos y los oidos debe n cerra rse. En n uestros dias, en un viejo tem plo oconvento, sin poner atenci6n caminamos sobre ldpidas que indicantumbas, y ni siquiera intentamos descifrar las inscripciones grabad assobre las losas que com ponen el piso o las pared es. Esas inscripcionesestaban constantemente frente a los ojos de aqu611os que adoraban enese templo o que pertenecian a aquel convento. El espacio (juerodeaba al creyente estaba penetrado de significado religiose poraquellas lSpidas funerales, tanto como por altares, estatuas y piiiturasde los Santos. Nuestra fabricada concepcion de la manera en que sumemoria arreglaba los recuerdos de las ceremonias y oraciones y detodas las acciones y pensamientos que componen la vida devota seri'abastante inexacta si ignoraramos el hecho de que cada uno de esosrecuerdos encuentra su lugar en una locacion especifica.La Insercion de la Memoria Colectiva en el EsparioDe esta manera, toda memoria colectiva se desariolla dentro de unmarco espacial. Ahora bien, el espacio es una realidad perdurable:dado q ue nuestras im presiones vuelan una detrSs de la otra,yno dejannada en la mente, s61o podemos entender c6mo recapturamos elpasad o si entendem os c6m o, de hecho, 6ste es conservadopor nuest rome dio ambien te fisico. Nue stra atencion d ebe volverse hacia el espacioel espacio que ocu pamos, en el que viajamos, al que tenem os accesocontinuo, o podem os encualquier momento reconstruir en pensam ien-to e imaginaci6n . Nuestro pens amiento d ebe enfccarse en el espaciosi es que queremo s que tal o cual categoria de recuerd o reaparezc a.

    Au nqu e podria concederse q ue todo grupo y toda clase deactividad colectiva estin ligados a un lugar o segmento de lugarespecifico, tambidn podria decirse que este hecho por si mismo esinsuficiente para explicar c6mo la imagen de un lugar evoca pen-samientos acerca de una actividad del grupo que estd asociada con eselugar. Au nqu e cada imagen mental en verdad tiene un marco , no hayninguna relaci6n estricta y necesaria entre los dos; el marco no p uedeevocar la imagen. U na objecion asi, seri'a vdlida si el tdrmino esp aciose refiriera solam ente al espacio fisico esto es, a la totalidad deformas y colores que percibimos a nuestro alrededor. oPero es asicomo originalmente tenemos experiencia directa del espacio? cEs asi3

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    como normalmente percibimos nuestro medio ambiente social? Esdificil saber qu6 exactamente seri'a el espacio para una personagenuinamente aislada que nunca hubiera pertenecido a ningunasociedad. Podemos especular sobre que condiciones son necesariaspara poder percibir solo las cualidades fisicas y sensoriales de losobjetos: debemos despojar a los objetos de muchas relaciones queirrumpen en nuestro pensamiento y que corresponden a un num erodado de diferentes puntos de vista. Esto es, debemos disociarnos decualquier grupo qu e establezca ciertas relaciones entre objetosyquelos considere desde puntos de vista dados. Ademis, s61o podriamostener 6xito si adoptamos la actitud de otro grupo, quizes el de losfisicos, si decimos poner nuestra atenci6ns61oen ciertas propiedadesabstractas de la materia; o el de los artistas, si nos concentramos en lalfneay el juegode luzysombra de figurasypaisajes. Ya de vuelta entierra firme, a la entrada del parque recreativo; o en medio delmovimiento callejero despues de visitar una galeria de arte, todaviasentimos ese impulso denuestra asociaci6n conelgrupode lospintorescuando tratam os de ver las cosas, no como realmente son, sino comoaparecen cuando tratamos de reproducir una imagen de ellas. Dehecho, no hay nada mfc artificial. Por supuesto, los recuerdos oremem oranzas de inter6s paraotrosgruposnopueden encontrar lugarque los prese rve en el espacio del cientiTicoodel pintor, dado que eseespacio se construye mediante la eliminaci6n de cualquier otroespacio. Pero esto no prueba que estos otros espacios sean menosreales que los del cientifico o pintor.Espacios legates y Memoria LegalEl espacio legal no es un mero contorno vacio que simplementesimbolice un indefinido m undo posible de relaciones legales en tre loshombres.Si asifuera,nopodria ser que una parte de61pudiera evocaruna relaci6n especificayno otra cualquiera.Consfderese la ley de la propiedad, que es b^sica para el pen-samiento legal y un posible modelo y punto de partida para ladefinici6n de cualquier otra obligaci6n. Esta ley es el resultado dehaber adoptado una actitud duradera hacia cierta porci6n de tierra uobjeto fisico. Mientras que la tierra es algo fijo ylos objetos fisicos, sino fijos, por lo menos retienen sus propiedades y apariencia de talsuerte que en ambos casos su identidad a traves del tiempo esta4

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    asegurada, los seres humanos pueden cambiar de lugar tanto como d einclinaciones, capacidad oesfuerzo. Una personaogrupo de personass61oadquieren de rechos de propiedad cuando su sociedad conc ede laexistencia de una relaci6n permanente entre ellos y un objeto, unarelaci6n tan inmediatacomo elobjeto m ismo. Esta convenci6n violentala realidad natural, pueslosindividuos cambiandecontinuo. Cualquierprincipio que se invoque como base de derechos de propiedad, s61ogana aceptaci6n si la memoria colectiva garantiza su aplicaci6n.Supongamos queyofuera la primera person a que oc upara o limpiarauna cierta porci6n de terreno, o que una cierta posesi6n fuera resul-tado demipropio trabajo.Sino podemos retroceder en el tiempo,ysise presenta una disputa acerca de la situaci6n original que pudieradebilitar mis derechos, c6mo podria verificarse el estado original amenos que el grupo mantuviera una memoria de 61.Pero el recuerdomismo que garantiza la permanencia de esa situaci6n estd basado enla permanencia del espacio, o por lo menos en la permanencia de laactitud adoptad a por el grupo hacia esa parte del espacio. Las cosas,ylos signosysimbolos que la sociedad lesfijayque siempre estan ensus pensamientos al enfocar el mundo externo, deben considerarsecomo una totalidad.Estos signos no sonexternosa lascosas,ni serelacionanconellasartificial o arbitrariamente. La Carta Magna, escrita despuds de laconquista de In glaterra, registr6 en el papel n o la divisi6n d e la tierra ,sino el poder que se ejercia sobre ella porlosvarios barones a quiene sles era asignada. De la misma manera, en el caso de un registro de lapropieda d u o tro certificado legal que recuerd e la existencia de algunderecho de propiedad,lasociedadno soloestablece una relaci6n entrelaimagendeun lugar y un documento,sino queconsidera queeselugarya estS ligado a esa persona que lo ha cercado o bardeado, que haresidido ahi continuamenteolo ha cultivado para su propio beneficio.Todas las cosas de este tipo pueden ser Uamadas espacio legalunespacio permanente (porlo menosdentrode ciertoslimites de tiem po)que permite que la memoria colectiva recobre en cualquier momentoel recuerdo de los derechos legales de que se trate. El pensamientoque se refiere a los derechos d e las personas sobre las cosas considerano s61o larelaci6n hombre cosas,sinoque consideraalhom bre mismopermanentey sincambio. Por supuesto, en una comunidad cam pesinalos derechos registrados en la notaria publica o ante un tribunaljudicial, est^n claramente relacionados con personas especiTicas. Pe ro

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    elpensamiento,hasta dondeseenfocaen elaspectolegal de loshechos,preserva a la persona s61o en sus caracteristicas relevantes comoposeedor de un derecho reconocido o en disputa, como propietario,usufructuario, heredero,yasi sucesivamente.Mientras que una persona normalmente cambia de un mom entoa otro, como entidad legal nunca lo hace. La ley habla mucho de voluntades por ejempio, acerca de la voluntad de las partes in-volucradas pero este tdrmino se refiere s61o a las intenciones queresultan del car^cter legal de la persona,yse considera lo mismo paracada persona legal;yesa voluntad permanec e sin cambio en tanto lasituacion legal no sea alterada. E sta tendencia a no tomar encu enta lascaracteristicas individuates cuando se consideran los derechos de unapersona, explica dos ejemplos de ficci6n congruentes con la men-talidad legal. Cuando una persona muereydeja un heredero natural,sedice que la muerte toma la vida estoes,que todo continua comosi no hubiera habido interrupcion en el ejercicio de los derechos, sinouna continuidad entre las personas del heredero y del propietariofallecido.Otro ejempio.Seconsidera que varios individuos que se asocianpara adquirirymanejar ciertas posesiones, forman un grupo que tienepersonalidad legal inalterada en tanto el contrato de asociaci6n per-manezca, aun cuando cada uno de los m iembros originatessehaya idoy haya sido reemplazado por alguien mas. De aqui que digamos queuna persona perdura porque las cosas perduran ,y losprocedimientoslegales referentes a una voluntad pueden seguir por muchos afios, yse puede lograrunjuicio definitivo solo cuando los anos asignados ala vida humana hayan tran scurrido. La m emoria de la sociedad legalno fallar^ mientras las cosas mismas permanezcan. Sin em bargo, losderechos de propiedad se ejercitan no solo sobre la tierra u objetosespeciTicos. Enlasociedad moderna,lariqueza li'quidaseha incremen-tado y (antes que permanecer estacionaria en lugar o forma) circulacontinuamente sin Uamarnos la atenci6n. Todo se reduce a com-promisos contraidos entre prestamistasoacreedoresydeudores. Peroel objeto del contrato no ocupa un lugar fijo, pues pe rtenece al dineroo a la deuda, esto es,a signos abstractos. Ademds, hay otros c ontratosque no necesitan referirse a cosas sino que le otorgan a una partederecho sobre los servicios, actosyaun la ausencia de derecho s de laotra parte.

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    Vemos Otra vez que, donde las relaciones se establecen sola-mente entre personas y las cosas ya no tienen parte en el asunto, elespacio pareceria haber salido del cuadro. Sin embargo, cada co ntrato,aun si no hay propiedades involucradas, pone a dos partes en unasituacion que se considera inalterada en tanto el contrato sea vdlido.Aqu i tenemos otro ejemplo de ficcion que la sociedad introduceyqu econsidera qu e las dos partes estan mutuam ente obligadas una vez quelas cl^usulas del contrato se definen. Pero es imposible que la es-tabilidad d e los individuosy lapermanen cia de sus recfprocas actitudesno fueran expre sados en forma material o no tom aran forma en elespacio. En todo momento, cada parte debe saber d6nde encontrar ala otra, asi como los limites de sus respectivos poderes conres pecto alotro. La forma mas extrema de po der de una persona so bre otra fue laley que en un tiempo concedia la posesion de esclavos. En verdad, unesclavo solo era una persona reducida acosa. No habfa contrato entreamo y esclavo, y la ley de la propiedad trataba a este como cualquierotra propiedad. A pesar de todo, los esclavos segui'an siendo hombresy, al reves que las cosas, podi'an perjudicar los derech os d e sus amos sireclamaban su libertad p or m edio de docum entos falsos, si huian o sesuicidaban. Por eso, el esclavo tenia un estado legal, aunque este solole daba obligaciones y no derechos. En los hogares de antano, losalojamientos d e los esclavos estaban separad os d e los del amo, a d ond es61o teni'an acce so c uan do se les llamaba.

    Esta division del espacio en dos areas era suficiente para per-petuaren las conciencias de amos y esclavos la imagen de poderilimitado de uno sobre el otro. Fuera del espacio de su am o, elesclavopodia olvidar su condici6n servil, pero al entrar a ese espacio una vezmas se daba cuenta de que era esclavo. Era como si el cruzar eseumbral lo transpo rtara a una region del espacio en donde los recuerdosmismos de su sujecion hubieran sido preserv ados . Ni la esclavitud osi de eso hablamos, la servidumbreni las diferentes clases socialesde noble, villano, etc.; estan ya con nos otros. Ah ora solo ace ptam os lasobligaciones que nosotros mismos hemos contrai 'do. Sin embargo,considerese un obrero o un oficinista a quien se llama a la oficina desu jefe, o un deu dor que en trara a una casa comercial o banc o del cualhubiera recibido un prdstamo con la intencion de negociar un plazomas largo o aun la de pedir un p restam o mayor. Qu izas ya se les olvid6el servicio o el dinero que d eben. P ero alli lo recuerdan, y de repen tese encuentran en una situacion de subordinacion, po rque la residencia

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    o lugar habitual del patr6n o acreedor, para ellos representa una zonaactiva, un foco desdeelcual irradianlosderechosypoderes de alguienque,dentro de ciertos limites, tiene la libertad de afectarlos.Las circunstancias y significado del con trato firmado, parecenser reconstituidosyevocados de nuevo en su memoria al tiempo queentranen esazonao seacercana esefoco.Por supuesto,estosejemplosson excepcionales. Una persona p uedemuybien encontrarse con otraen un posicion d e superioridad y de subordinaci6n al mismo tiempo.De esa m anera, Mr. Smith, quenopertenece a la nobleza, puede tenercomo deudor a un caballero de la clase alta, pero no atreverse areclamar lo que por derecho es suyo. Lo esencial aqui es que todocontrato especifica,obienellugar en donde debe ser ejecutado,obienel de residencia de cada parte, de manera que el acreedor sabe dondeencontrar al deudor y este sabe la fuente de las instrucciones querecibe. Ademas, estas zonas en las que una persona se siente superiory otro subordinado, en realidad se reduce a un area localizada porejempio, el lugar en donde cada p arteviveo los limites de la Kbricade manera que tan pronto como una persona entra a la fibrica o alnegocio, siente la presion de los derechos que otro tiene sobre 6\ Aveces, esta presi6n se extiende aun mSs lejos, y el deudor insolvente,en peligro de aprehensi6n, no puede ni siquiera atreverse a salir a lacalle. Pero en este punto se involucran laley yla violaci6n de la ley, nos61o un contrato entre dos individuos. Comunmente, pensamos ennuestra obligaciones con respecto a las leyes del orden publico s61ocuando las violamos o intentamos violarlas. En esos casos, casi no haylugar en el espacio ocupado por la sociedad qu e hizo esas leyes en elqueno nossintamos mal,como sitemi6ramos la represi6no lacensura.Pero aun cuando nos encontremos dentro de la ley, el pensamientolegal est5 ahi, extendido sobre el suelo. Los antiguos nunca sepa raronla imagen de la ciudad del recue rdo de susleyes.Aun hoy dia, cuandoviajamos al extranjero, tenemos una sensaci6n muy clara de haberpasado de una zona legal a otra, pues la linea que las separa estdfisicamente marcada en el suelo.Espacio EconomicoLavidaeconomica relacionaal hombre con losbienes materiales, perode manera distinta al ejercicio de los derechos de propieda d o de lasobligaciones contraidas por contratos relativos a cosas. Dejamos el28

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    mundo legal para entrar al del valor. Aunq ue am bos difieren grande -mente del fisico, podemos muy bien alejarnos m^s de 6ste cuandoevaluamos objetos que cuando, de com6n acuerdo con nuestros con-gdneres, decidimos el alcancey loslimites de nuestros derechos sobreel mundo material.Sin embargo, hablamos de precios, no de valores, porque,despu6s de todo, con ellos funcionamos. Los precios les son puestos alas cosas como si fueran etiquetas, pues no hay relacidn entre laapariencia ffsica deunobjeto ysuprecio. Seria distintosi elprecio queuna persona pagara o estuviera dispuesta a pagar por alguna cosarespondiera a su deseo o necesidad de ella. Igualmente, seria distintosi elprecio pedido m idieraeldolor y sacrificiodeentregarsupertenen-cia, 0 bien el de trabajar para reemplazarla. En ninguna de estassituaciones tendria caso hablar de mem oria economica; cada personaevaluaria los objetos en relaci6n con sus necesidades m omentaneas yel penoso trabajo de producirlos o de ser privado de ellos. Pero 6steno esel caso. En lugar de ellos, sabemos quela genteevalualosobjetos las satisfacciones que les dan , tanto como el esfuerzoytrabajo querepresentan segun su precio; y los precios se establecen fuera denosotros, en nuestro grupo econ6mico.Ahora bien, para darle precio a un objeto, una persona debetener alguna referencia a la opini6n reinante ensugrupo con respectoa la utilidadyla cantidad de trabajo que ese objeto requ iere. Pero estaopini6n, en su estado presente, se explica primordialmente por suestado a nterior, es decir, el precio de hoy, segun el precio de ayer. Lavida econ6mica, por lo tanto, se basa en la memoria de los preciosanteriores, y por lo menos, del ultimo precio. Compradores y ven-dedores osea, miembros de un grupo los toman como punto dereferencia. Pero esa memoria se sobrepone a los objetos inmediatospor una serie de decretos sociales. Ahora bien, centonces puede lamera aparienciayposici6n espacial de e stos objetos ser suficiente paraevocar tales remem branzas?Losprecios son numeros que representan medidas. M ientras losnumeros correspondientes a las propiedades fisicas est^n, en ciertomodo, en los objetos (dado que pue den ser redescubiertos por mediode la observacion y la medicion), aqui en el mundo econ6mico, losobjetos adquieren valors61odesde el m omento en que les es asignadoun precio. Por lo tanto, este precio no tiene relacion con la aparienciao propiedades fisicas del objeto. tComo podria la imagen de los

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    objetos evocar el recuerdo de su precio esdecir, una cantidad dedinero si el objeto se nos presentara como aparece en el espaciofisico, y porlotanto, separado de toda coneccioncon la vidadel grupo?Precisamente porque los precios son resultado de opinionessociales que depe ndendelpensamiento grupal ynodelaspropiedadesfisicas de los objetos, el lugar en donde se forman y transmiten estasopiniones respecto al valor de las cosas escapaz de servir de base a lamemoria econ6mica, en lugar del espacio ocupado por los objetos. Enotras palabras, en el pensamiento colectivo, ciertas partes del espacioson diferenciadas de todas las demSs para que sirvan como lugaresordinarios de reuni6n para los grupos, cuya funcion es la de reco rdarpara ellos mismosypara otros grupos los precios de varios productos.La m emoria de las actividades de intercambioyel valor de los objetos o sea, el contenido total de la memoria del grupo economiconormalmente es evocada dentro del marco espacial que estos lugaresforman.Simiand habl6 una vez de un pastor m ontaii6s que, habidndolevendido una jarra de lechea unviajero,nosabia cu^nto cobrarle, y porlo tanto le pregunto: 6Cuanto le hubieran cobrado en la ciudad? .Igualmente, los campesinos que venden huevosymantequilla decidensus precios segun el ultimo precio del mercado. Tal memoria, enprimery mSsim portante lugar, se refierea unperiodomuycercano eneltiempo,igualque casi todoslasremembranzas surgidas del mercadoo de la opini6n econ6mica. En verdad, si dejamos ap arte los aspectost6cnicos de la produccion (con los cuales no estoy lidiando en estosmomentos), se encontrara que las condiciones de la comprayventa,de los precios y salarios se encuentran en contunua fluctuaci6n. Enninguna otra esfera las ultimas remembranzas desvanecen mas r^pidaycompletamente las anteriores.Por supuesto, el ritmo de la vida econ6mica pu ede variar. Cuan-do losprocedimientos de manufactura cambiabanmuylentamente, enlos tiempos de las asociaciones de artesanosyde la pequena industria,comp radores y vendedores conocian largos periodos de estabilidad delospreciosyestaban sujetoss61o acambios men ores. Pero la situaci6ncambio cuando la tecnologia y las necesidades se transformaronsimultdneamente en un sistema econ6mico competitivo que seextendio hasta las fronteras del pai'symas alia. El sistema de precios,mucho mas complejo que antes, experimenta grandes fluctuacionesqueseextiendende unaregionoindustriaaotra.Comocontinuamente3

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    Espacio y memoria...tienen que reajustarse a las nuevas condiciones de equilibrio, com-pradores y vendedores olvidan sus viejos habitos, intenciones y ex-periencias. Simplemente considerense aquellos periodos de inflacionr^pida, cuando el valor de la moneda se derrumba y los preciosaumentan sin interrupcionydebemos fijar en nuestras m entes nuevosvalores de un dfa para otro,yhasta de la manana para la tarde.Drist icas diferencias como 6stas son tambidn observables en unmomento o dentro de un periodo dado, entre las distintas esferas dela vida econ6mica. Los cam pesinos van al mercado o a la ciudad muyde vez en cuando, y muy bien pueden imaginarse que los precios nohan cambiado desde la ultima vez. Viven de la memoria de preciosanteriores. Ese no es el caso en aquellos ambientes en los que loscontactos entreclientes ycomerciantesson masfrecuentes. Particular-mente, en esos circulos de mayoristas y minoristas que compran nos61o para su propio consumo, o venden no solo para d isponer de susproductos, sino que compran y venden como intermediarios entreconsumidoresy productores, la memoria economica debe tomar encuentayfijaras relaciones mas recientesylos precios.Esto es todaviamilscierto cuando se trata de la bolsa de valores,en dondelosprecios delosdocum entos cambian no solo de dia en di'a,sino de hora en hora durante la Jornada, ya que todas las fuerzascapaces de alterar la opini6n de com pradoresyvendedores se sienteninmediatamenteydado q ue la unica manera de adivinar o predecir elprecio futuro es la de comprar al precio presente. Al alejarse d e estoscirculos de lamSsintensa actividad bu rs^til, la mem oria econ6mica sevuelve m^s lenta, toma como base un pasado m is antiguo, y se situaatrSs delpresente. Sonloscomerciantes quienesledannuevosimpetusyla renovaci6n de sus fuerzas.Entonces, los comerciantes les ensenan y les recuerdan a susclientes los precios actuales. Los compradores participan como talesen la vida y memoria del grupo economico solo al entrar los circulossociales mercantiles o cuando recuerdan contactos previos. Encer-rados enla familia, y separado sde lascorrientesde cambio comoestin,6hay alguna otra manera de enterarse del valor de los bienes y deevaluar en t6rminos de dineroloque usan? Examinemos mi s de cercaa estos grupos de com erciantes que,comoyahe dicho, forman la partemds activa de la sociedad econ6mica da do q ue entre ellos se generanyse conservan valores economicos.

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    Congregados en puestos en el mercad o,oalineados a lo largo deUna calle comercial, pudieran al principio estar en oposicion uno conel otro m^s bien que juntos en una especie de conciencia comiin. Susrelaciones son con los clientes. Como vendedores, se disocian de losotros vendedores, a quienes, como comp etidores, pretenden ignorar oquienes,simplemente, vendenotrasmercancias. Aun cuandonotienenconiunicaci6n directa, todos ellos son agentes de una unica funcioncolectiva. Todos tienen una mentalidad parecida, muestran actitudestipicas y obedecen una misma 6tica ocupacional. Aunque son com-petidores, adquieren conciencia de su solidaridad, cuando se trata d emantener el nivel de los preciosycargdrselo al consumidor. Y lo masimportante de todo, estdn ligadosagrupos de m ayoristas,ypor mediode ellos, alasbolsas o mercados de cambio comerciales asi comoaloscirculosbanquerosy a losnegocios en grande (bigbusiness), que sonla parte de la sociedad economica en quienes se concentra la mSsabundante informacion, en quienes inmediatamente se reflejan lasrepercusiones de los tratos comerciales,yquienes tienen el papel mdsefectivo en la determinaci6n de los precios.Losnegocios en grande sonelorgano regulador medianteelcualtodos los comerciantes estdn ligados uno con el otro, dado que lasventas de cada comerciante de ellos afectanlasreacciones del negocioen grande, y, a su vez, obedecen sus impulsos. De esta manera, losminoristas representan el contorno y los limites de una sociedadecon6mica cuyo centro y coraz6n son el mercado cambiario y loscirculos banqueros, mientras que el contacto entre estos polos semantiene por medio de los agentes viajeros, los corredores y lasagencias informativasy publicitarias.El cliente consumidor no esta incluido en este conjunto deactividades. El mostrador del comerciante es como una cortina queimpide que el cliente se asome a esas areas en donde se deciden losprecios. Esto es m^s que metafora. Veremos que, de esta manera, elgrupo de comerciantes se encuentra inmovilizado y fijo en ciertoslugares a laesperadelcliente, porques61o asipuedecumplirsufunci6nen la sociedad econdmica. A hora veamos las cosas desde el pun to devista del consumidor. Como ya se dijo, los clientes pueden aprende r aevaluar las m ercancias solo si los comerciantes les dan a conocer losprecios. Porlotanto, deben acudiralcomerciante, pueselintercambiotiene como condicion necesaria que el cliente sepa en donde puedeencontrarlo. (Por lo menos, ese es el caso general, aunque debemos3

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    Espacioymem oria...recordar al vendedor de puerta en puerta, una excepcidn que s61oconfirma la regla, como verem os). En consecuencia, los comerciantesesperan en sus tiendas a los clientes.No s61o el comerdante, sino tambidn la mercancfa, espera alcliente. La frase anterior es no la doble expresidn del mismo acon-tecimiento,sinola dedos hechosdistintos que deben ser consideradossimult^neamente porque cada uno de ellos, tanto como la relaci6nentre ellos, entra en la representaci6n econ6mica del espacio. Enefecto, como la mercancfa espera esdecir, permanece en el mismolugar, el comerciante se ve forzado a esperar o sea, a conservar imprecio fijo (por lo menos durante el tiempo qu e tarde una sola venta).Al consumidor se le alienta para que haga su compra segun esacondici6n, porque recibe la impresi6n de que estd pagando lo que 61considera ser el precio propio del objeto, como si el precio fueraresultado de la naturaleza misma del objeto, mis bien que el preciodeterminado por un complejo juego de valoraciones en cambio con-stante. Claro qu e su impresi6n es falsa po rque el precio se le asigna ala cosa de la misma manera que se le pone una etiqueta a cualquierarticulo especifico, pues el precio est^ cambiando constantemente,peroelobjetono.Aun cuando el cliente pueda regatea r, creyendo quede esa manera estd tomando en cuenta cualquier elementoficticioenla determinaci6n de los precios, en realidad sigue convencido de queexiste un precio verdadero que corresponde al valor del objeto.Durante el regateo, o bien elcomerciante est^ tratando de esconderese precio verdaderoy el clienteest^tratandodehacer queloreconoz-ca,obienestSdeclarandoelprecio verdaderoy elcliente estd tratan dode hacer que lo olvide. El comerciante se esfuerza para persuadir alcliente de que el objeto se vende a su propio precio y para evitar darla impresi6n de que ese precio viene de fuera y no esti en el objetomismo. Pero se las maneja para establecer s61ogradualmente unprecio fijo para un objeto, al ofrecerlo al mismo precio durante uncierto tiempo, qu e es variable.Cualquiera que compre muebles, ropa o aun articulos de usoinmediato,muybien pue de imaginarse que esa mercancfa conserva suvalor, medido segun el precio pagado al comerciante, duran te todo eltiempo que se use. Una creencia asf, con frecuencia es err6nea, p uessitrataraderemplazarla, o revenderla, inmediatamenteoalgun tiempodespu6s, se encontrarS con que el precio ha cambiado. El com pradorvive de viejas remembranzas. Los recuerdos del comerciante en

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    relaci6n con los precios son m^s recientes porque como le vende amucha gen te, tiene a su disposicidnydebe reordenarsusarticulos conmayor celeridad que la que cualquier comprador necesitara paravolverle acomprar cualquier articulo. Sin embargo, su relaci6n con sumayorista es la misma en la que su cliente se encuentra conrespecto a61. Por eso, los precios al menudeo cambian mds lentamente que losprecios al por mayor. Este es, entonces, el papel del minorista: debeestabilizarlosprecios el tiempo suficiente para pe rmitir que los clien-tescompren.Supapel ess61ouna aplicaci6n particular de una funci6nque toda la sociedad cumple.Aunquetodocambia continuamente,lasociedaddebepersuadira sus miembros de que no estd cambiando, por lo menos en ciertosaspectosyduranteunciertoperiodo.Delamisma m anera,lasociedadde comerciantes debe persuadir a sus clientes de que los precios no

    cambian, por lo menos durante el tiempo necesarios para que 6stosdecidan.S61otiene 6xito con la condici6n de q ue se estabiliceyse fijeo quede en cierto lugara la espera de clientes. En otras palabra, losprecios pueden fijarse en la memoria de los compradoresy aun en lade los vendedores, s61o si ambos piensan simult^neamente en loslugares de venta tanto como en la mercancia misma. El grupoecon6mico no puede extender su memoria, o proyectar susremembranzas de los precios hasta un pasado suficientemente dis-tante, a menos que perdure osea,que p ermanezca sin cambio en losmismos lugares. Los miembros del grupo reestablecen el mundo devalores para los que estos lugares sirven de marco continuo, por elprocedim iento de resituarse a si mismos, de hecho o de pen samiento,en los lugares de venta.Espacio Religioso

    Los grupos religiosos pueden evocar ciertos recuerdos al ver lugaresespecificos, edificios u objetos. Esto no debe sorprend ernos, pues laseparaci6n bdsica en trelosagradoy loprofano quetalesgrupos hacen,se realiza materialmente en el espacio. El creyente que entra a untemplo, cementeriouotro lugar consagrado sabe que ahi recobrar^ unestado mental que ha experimentado muchas veces.Junto con sus corrcligionarios reestablecera, adem^s de su com-unidad visible, un pensamiento comun y un recuerdo que se form6 ymantuvo ahi a traves de las 6pocas. Por supue sto, muchos de los fieles34

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    viven virtuosamente en elmundo secular, en ocupaciones norelacionadas con lo religioso y en contextos sociales que tienenprop6sitos bastante diferentes; y nunca olvidan relacionar a Dios,tanto como les sea posible, su pensamiento y accidn. La religi6npene tr6 la ciudad antigua,yen sociedades muy antiguas China,po rejemplo casi ninguna cirea escap6 a la influencia de las fuerzassobrenaturales. Sin embargo, el tamaiio y el numero de los espaciosdedicados a la religi6n o habitualmente ocupados por comunidadesreligiosas, declina a medida que las actividades mayores de la vidasocial se separan del dominio de la religi6n. Para el puro toda s lascosas son puras ,y nohay ningun lugar tan profano como pa ra qu e uncristiano no pueda evocar a Dios ahi. Sin embargo, los fieles ex-perimentan la necesidad de congregarse periodicamente en edificiosy lugares cohsagradosa lasantidad.Entrar auntemplono essuficientepara h acernos evocar de manera detallada y precisa nuestrasrelacionescon elgrupo que tiene creencias similares. Pero cuando nosreunimos en un lugar de adoraci6n, nos encontramos nosotros mismosen esa disposici6n mental que es comun a todos los adorad ores ahireunidos yesto es algoquetiene queverno con sucesos en simismos,sinocon una ciertaycomun inclinaci6n de pensamientoysensibilidad.Esto ciertamente proporciona labase ycontenidomSsimportantes dela memoria religiosa colectiva. No hay duda de que son las dreasconsagradas las que preservan esa memoria, pues tan pronto comovolvemos a ellas, la recobramos. Hasta podemos imaginarnos que lamemoria del grupo perdura de la misma manera que los edificios enlos que supuestamente se alberga, y que a trav6s de los tiempos hahabido una solaycontinua corriente de pensam iento religioso bajo lostechos de esos lugares sagrados. Cierto, a veces, el templo esta vacio,las puertas cerradas con Have, y las paredes encierran solamenteobjetosinertes.En esos momentos el grupo se dispersa, pero perduray permanececomo hasido;cuandose vuelve areunirno hayraz6n parapensar que pueda haber cambiadooaun dejado deexistir acondici6nde que los fieles pasen por el tem plo, lo miren d e lejos, o escuchen suscampanas; o de que puedan retener en la mente o evocar fdcilmentela imagen de las reunionesy lasceremonias en las que han participa dotras esas parede s. Por otro lado, 6c6mo pueden estar seguros de quesussentimientos religiososnohan cambiadoy son hoy loque eran ayer,de que para esos sentimientos no hay distincion entre pasado y

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    presente,amenos quelapermanenciamismadel lugar fi'sico sea la quelo garantice?Un grupo religioso, m s que ningun o tro, necesita el apoyo dealgunos objetos, de una parte dura dera delarealidad, porqueelgrupoproclama su inmutabilidad mientras que todas las otras institucionesycostumbres son modificadas, cuando ideasyexperiencias se transfor-man. A diferencia de otros grupos que se satisfacen con persuadir asus miembros de que las reglas y disposiciones permanecen igualdurante un periodo limitado, el grupo religioso no puede reconocerque hoy es diferente de lo que era en el principio, o que lo se ri en elfuturo. Dado queelmundo del pensamientoy elsentimientonopuedeproporcionar la necesaria estabilidad, el grupo debe garantizar suequilibrio por medio de objetos fisicos en espacios especiTicos.Eltemplo no es solamente un lugar en el que los fieles se congregan, unespacio cerrado , protegido de las influencias de lo profano. En p rimerlugar, su apariencia lo distingue de cualquier o tro lugar de reuni6n ocentr o de vida colectiva. Su arreglo fisico refleja necesid adesdevocionalesyse inspira en las tradicionesypensamientos del gruporeligioso. Pormotivo de que susdiferentes parte s estan arregladas paradiferentes clases de adoradores,yporque los sacramentos esencialesy formas principales de devoci6n estdn especialmente adaptados alugares particulares, la distribuci6n del espacio del tem plo exige quelos miembros tengan una cierta distribuci6n fisicaypostura corporalal mismo tiempo que graba profundamente en sus mentes imSgenesque sefijanyse hacen inmutables, tales como los rituales, oracionesydogmas.Las pr^cticas religiosas sin duda requieren que ciertas areas deun templo sean separadas del resto. El pensamiento grupal requiereestos focos de atencion lugares para proyectar, como quien dice,una porci6n mayor de susustancia. Luego, los sacerdotes tienen con-ocimiento de las tradiciones, de manera que, para ellos, cada detalledel arreglo interior tiene significadoycorresponde a una orientaci6nparticular del pen samiento religioso, mientras que la masade los fielesgeneralmente solo obtiene una impresion de misterio apartir de esasimagenes materiales. De ahi que, en los templos antiguos enJerusaI6n, por ejemplo no todos losfieleseran admitidosen lasSreasmas sagradas, el santuarioyel L ugar Santi'simo.Un templo es como un libro cuyos caracteres impresos soninteligibles solo para la minoria. Cuando el grupo asiste a los servicios36

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    y recibe instrucci6n dentro de esos edificios, sus pensamientos sonprofundamente moldeados por estos objetos fisicos. Como encu entraimdgenes de D ios, los ap6stolesylos santos por todas partes,ycomoest rodeado de luz, ornamentosyvestiduras eclesidsticas, el feligrdscoloca dentro de ese m arco las cosas sagradas, el cieloylas verdadestrascendentales del dogma. Por eso la religi6n se expresa en formassimb61icas que se despliegan y toman cohe rencia en el espacio. Estacondici6n, y s61o 6sta, garantiza su existencia continua. Por eso losaltares de los dioses antiguos deben ser derrumbados, y sus templosdestruidos,si sequiere borrar por completode lamem oriadelhombrelas remembranzas de una forma de adoraci6nmSsprimitiva. Desper-digadosydistantes desussantuarios, los fieles d e esas formas antiguasselamentan de su estadoysienten quesusdioses los han aban donado ,mientras que cada vez que un nuevo templo se levanta, el gruporeligioso siente que crece y se vuelve cada vez mis fuerte. Pero todareligi6n tiene su historia. O mejor dicho, hay una memoria religiosacompuesta por tradiciones que van hasta sucesos con frecuenciaacaecidos en el pasado remotoyque sucedieron en lugares concretos.Puede ser dificil evocar el evento si no lo asociamos con el lugar. Sinembargo, en la mayoria de los casos, conocemos ese lugar no porq uelohayamosvisto sinoporque sabemos que existeypodria ser visto. Decualquier modo, su existencia estd garantizada por el testimonio detestigos.Por eso hay una geografia o topografia religiosa. Los Cruzados,alUegar a Jerusaldn para retom arlatierrasanta,no secontentaron conlocalizar los lugares en d onde, segun la tradici6n, se habi'an desa rrol-ladolosprincipales sucesos narradosen losevangelios.Confrecuenciaencontraron, mds o menos arbitrariamente, varios detalles de la vidade Cristo o de la iglesia cristiana primitiva, guiados s61o por vestigiospoco confiables y, a falta de ellos, por inspiraci6n m omentdnea. C onla venida de nuevos peregrinos a orar en estos lugares, se fueronelaborando nuevas tradiciones. Hoy es dificil dis tinguir lasremembranzas de lugares que van hasta los primeros siglos de la eracristiana de las de todo lo demSs que la imaginaci6n religiosa les haagregado de sde enton ces. Claro que la Iocalizaci6n de esos lugares seacepta por fe, pues ninguna tenialagarantia de una tradici6n suficien-teme nte antigua y continua. Lo que es mds, varias tradiciones fueronasignadas a los mismos lugares al mismo tiempo. Por ejemplo,sabemos que mis de una de esas remembranzas estaba equivocada en

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    Maurice Halbwachscuanto a la locaHzaci6n del H uerto de los Olivos,yque al Monte Si6nse le cambi6 de un lugar a otro. Sabemos que unos recuerdos hanllamado a otros, o a l rev6s, han sido repartidos por ejemplo, el d elarrepentimiento de Pedro ha sido separado de la negaci6n y se hafijado en otro lugar.Si la Iglesia y los fieles toleran estas variaciones y contradic-ciones, 6no es 6sa la evidencia de que la memoria religiosa necesitaimaginarse lugares para poder evocarlos sucesos conectadosconellos?Por supuesto, no todos los creyentes pueden ir en peregrinaci6n aJerusal6n y contemplar con sus propios ojos los lugares santos. Pe roes suficiente imagin^rselos y saber que continuan ahi, y sobre estoultimonohayduda.Ademds (dejamos delado elpapel que la creenciaen los lugares sagradoshajugado en la historia del cristianismo y deotras religiones), hay en el espacio religioso algo excepcional: ya queDios estd en todo lugar, toda Srea puede participar del carSctersagradodeestoslugaresprivilegiadosendon de una vez 61semanifestd.Lo unico que los fieles necesitan es desear conmemorar colectiva-mente, en un lugar dado, algun acto o aspecto personal de Dios; esoessuficiente p ara q ueesasconmemoraciones sean conectadas con eselugar, logrando que los recuerdos mismos puedan ser recobrados.Como ya hemos visto, cualquier templo puede funcionar de esamanera.La crucifixi6n no s6lo tom6 lugar en el G61gota, sino que ocur reen dondequiera que adoremos la cruz, y Jesucristo no s61o tuvocomuni6n con sus discipulos en el ceniculo, sino la tiene en donde-quiera que se celebre la m isa y los fieles reciban la eucaristia. O trosejemplos podrfan incluirlascapillas consagradas a laVirgen,ap6stolesy santos, asi como los muchos lugares que tienen reliquias antiguas,aguas milagrosas o sepulcros en los que algun milagro ha ocurrido.Por supuesto, los lugares conmemorativos son mas numerososen JerusaI6n, Palestina y Galilea, ya que en su suelo estS escrita unacompleta historia evangelfstica. Estas regiones estfin doblemente con-sagradas, no s61o por la voluntadyla fe de generaciones sucesivas deperegrinos sino tambidn porque se cree que aqui, en el tiempo deCristo, uno podri'a haber visto todo lo que se narra en los librossagrados. Sin embargo,yaque el significado invisibleyeterno de estoshechos es de importancia primordial, cualquier lugar puede servir entanto se ado pten las mismas actitudes osea, en tanto que la cruzylos santuarios tan prom inentes en el teatro hist6rico de los evangelios38

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    Espacio y. memoria...

    hayan sido reproducidos en forma material. Asi fue como naci6 ladevoci6n al viacrucis, como si el creyente, al recrear a tan largadistancia de Jerusal6n los episodios de la via dolorosa, se co locara enla situaci6n de volvera vivirinternamente, de la misma manera que losperegrinos lo hacen, los episodios sucesivos de la pasi6n de nuestroSeiior. De cualquier modo, el fin que se persigue es el mismo. Lasociedad religiosa debe persuadirsea simisma de quenoha cambiado,aun cuando todo a su alrededor se est6 transformando. Lo logra s61orecobrando los lugares o reconstruyendo a su alrededor una imagen(por lo menos simb61ica) de aquellos lugares en los que se origin6.Como los lugares participan de la estabilidad de las cosas materialesmismas,unprocedim iento similarescondici6n primariade lamemoriamisma: el pensamiento colectivo del grupo de creyentes tiene la mejoroportunidad de inmovilizarse a si mismo y de adquirir caracteresdurad eros, cuando se concentra en algunos lugares, se encierra dentrode sus prop ios limitesyamolda su caracter al de ellos.Resumen

    Para resumir nuestra anteriordiscusi6n,podemos decir quelamayoriade los grupos nos61o aquellos que son p roducto de la distribuci6nfi'sica de sus miembros dentro de los limites de una ciudad, casa odepartam ento, sino muchos otros tipos tambidn graban su forma dealguna manera en el suelo mismo y rescatan sus recuerdos o remem-branzas colectivas dentro del marco espacial asi definido.En otras p alabras, hay tantas maneras de represen tar el espaciocomo hay grupos que lo hagan. Podemos enfocar nuestra atenci6n enlos limites de la propiedad, tales como los derechos asociados condiversas partes de la tierra,ydistinguir entreloslugares ocupados poramo y esclavo, seiior y vasallo, noble y plebeyo, acreedor y deudor,como zonas activa y pasiva respectivamente, de las cuales irrad ian ysobre las cuales se les conceden o cancelan derecho s a las personas.Tambidn podemos hacer algunas consideraciones sobre elespacio de las mercancias u objetos econ6micos, es decir, los queadquieren valor s61o cuando se ponen a la venta en la tienda o elmercado osea, en el li'mite que separa el grupo econ6m ico de losvendedores coneldesusclientes. Encontram os otravezque, aqui, unaparte del espacio se distingue del resto asaber, el lugar en dond e la

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    Maurice Haibwachsparte m^s activa de la sociedad interesada en las mercancias normal-mente reside e im prime sus huellas.Finalmente, podemos sermuy sensiblesa la separaci6n entre loslugares sagrados y profanos que es d e importancia capital en la con-ciencia religiosa pueshay ciertas ^e a s que los fieles han escogido,que les son prohibidas a todos los dem^s, y en donde encuentrantanto abrigo como apoyo parasustradiciones. De ahi que cada gruposeccione el espacio para componer, sea definitivamente o segun unm6todo prestablecido, un marco espacial fisico dentro del cual cap-turar y recapturar sus remembranzas. Ahora, cerremos los ojos y,volvi6ndonosanuestro propio interior, regresemos hastael mdsIejanopunto de tiempo del cual nuestra memoria todavia guarde clarosrecuerdos de escenas y de gente. Nunca pero nunca salimos de unmarco espacial. Nos encontramos, no dentro de un espacio indeter-minado, sino mas bien en areas que conocemos o podriamosf^cilmente localizar, ya que todavia pertenecen a nuestro presenteentorno material. H ehechograndes esfuerzos para borra r ese contor-no espacial y asi poder tener por si mismos los sentimientos y sen-saciones entonces experimentados y el pensamiento que entoncespens6. Las sensacionesyreflejos, com o cualquier otr o suceso, tienenque ser resituados en algun lugar en dondeyohe resididooporelcualhepasadoyque todaviaexista.Esforcdmonos por ir todavia m^s atr^s.Cuando llegamos a ese mom ento enel cual somosincapaces de evocarlugares, siquiera de manera confusa, tambidn hemos Uegado a lasregiones de nuestro pasado que son inaccesibles a nuestra memoria.Po rlotanto,es falso qu e recordemo ss61otransport^ndonos fuera delespacio. En verdad, los hechos son al contrario: es la sola imagenespacial la que, por raz6n de su estabilidad, nos da la ilusi6n de nohaber cambiado atraves del tiempo y lade poder recapturarelpasadoen el presente. Pe ro 6sa esladefinici6n de mem oria .S61o elespacioes suficientemente estable como para perdura r sin envejecer o pe rderninguna de sus partes.

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