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TEMA IX DISGREGACIÓN DEL IMPERIO CAROLINGIO. LAS SEGUNDAS INVASIONES LA SUCESIÓN DE CARLOMAGNO Y LAS DEBILIDADES POLÍTICO ADMINISTRATIVAS DEL IMPERIO. EL GOBIERNO DE LUIS DEL PIADOSO (840-846). EL PAPEL DE LA IGLESIA Y LA NOBLEZA. EL TRATADO DE VERDÚN La degradación del poder imperial con Luis el Piadoso, o Ludovico Pío, hijo de Carlomagno, no se debe tan sólo a que no tenía el empuje ni la fortaleza guerrera de su padre, aunque sí una gran capacidad intelectual y fe religiosa, sino que el equilibrio político interior se debilitaba al limitarse a conservar lo que ya estaba conquistado. Sólo el alto clero tenía conciencia suficiente de lo que significaba la unidad imperial de la Res Publica Cristiana e intentó llevar el concepto a sus últimas consecuencias valiéndose de su influencia sobre el monarca. Por una parte se reforzó la administración central, con los consecuentes malentendidos con las regiones, y se puso excesivo empeño en mostrar los fundamentos religiosos de la legitimidad imperial y el influjo de los sacerdotes sobre el rey. Se dañó en muchas ocasiones la imagen del emperador al someterlo a humillaciones públicas contrarias al prestigio inherente a su cargo. Los obispos absorbieron mucha cuota de poder político. Pero el problema más grave fue que Luis tuvo que afrontar por primera vez en la dinastía el efectivo reparto de la herencia entre varios hijos. La cuestión sucesoria envenenó su reinado y provocó la aparición de grupos de presión. Todos estos problemas no surgieron a la vez, sino que el reinado comenzó con buenos propósitos y, bajo la influencia de Benito de Aniano, se completó la reforma eclesiástica y se determinaron los criterios sucesorios. Lotario, el primogénito, empezó a actuar como asociado a su padre en Italia y los otros hijos recibirían el título de reyes y gobiernos secundarios: en Baviera para Luis y en Aquitania para Pipino. La situación se empieza a modificar a partir del año 821, con el triunfo del “partido imperialista”, que implanta a través de Lotario el control imperial sobre el territorio de los Estados Pontificios y exige que cada nuevo Papa jure lealtad al emperador. Por otra parte humilla a Luis al obligarle a aceptar la penitencia pública impuesta por los obispos. María Isabel Espiñeira Castelos 1

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TEMA IXDISGREGACIÓN DEL IMPERIO CAROLINGIO. LAS SEGUNDAS INVASIONES

LA SUCESIÓN DE CARLOMAGNO Y LAS DEBILIDADES POLÍTICO ADMINISTRATIVAS DEL IMPERIO. EL GOBIERNO DE LUIS DEL PIADOSO (840-846). EL PAPEL DE LA IGLESIA Y LA NOBLEZA. EL TRATADO DE VERDÚN

La degradación del poder imperial con Luis el Piadoso, o Ludovico Pío, hijo de Carlomagno, no se debe tan sólo a que no tenía el empuje ni la fortaleza guerrera de su padre, aunque sí una gran capacidad intelectual y fe religiosa, sino que el equilibrio político interior se debilitaba al limitarse a conservar lo que ya estaba conquistado. Sólo el alto clero tenía conciencia suficiente de lo que significaba la unidad imperial de la Res Publica Cristiana e intentó llevar el concepto a sus últimas consecuencias valiéndose de su influencia sobre el monarca. Por una parte se reforzó la administración central, con los consecuentes malentendidos con las regiones, y se puso excesivo empeño en mostrar los fundamentos religiosos de la legitimidad imperial y el influjo de los

sacerdotes sobre el rey. Se dañó en muchas ocasiones la imagen del emperador al someterlo a humillaciones públicas contrarias al prestigio inherente a su cargo. Los obispos absorbieron mucha cuota de poder político. Pero el problema más grave fue que Luis tuvo que afrontar por primera vez en la dinastía el efectivo reparto de la herencia entre varios hijos. La cuestión sucesoria envenenó su reinado y provocó la aparición de grupos de presión. Todos estos problemas no surgieron a la vez, sino que el reinado comenzó con buenos propósitos y, bajo la influencia de Benito de Aniano, se completó la reforma eclesiástica y se determinaron los criterios sucesorios. Lotario, el primogénito, empezó a actuar como asociado a su padre en Italia y los otros hijos recibirían el título de reyes y gobiernos secundarios: en Baviera para Luis y en Aquitania para Pipino. La situación se empieza a modificar a partir del año 821, con el triunfo del “partido imperialista”, que implanta a través de Lotario el control imperial sobre el territorio de los Estados Pontificios y exige que cada nuevo Papa jure lealtad al emperador. Por otra parte humilla a Luis al obligarle a aceptar la penitencia pública impuesta por los obispos.

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En el año 823 nace Carlos, hijo del segundo matrimonio del emperador con Judith de Baviera y hay un primer intento de modificar la partición de la herencia. Judith consigue desplazar del poder a los consejeros imperialistas, que se reagrupan en torno a Lotario, y logra la modificación de la herencia imperial con la formación de un nuevo lote de territorios (Alamania, Retia, Alsacia y parte de Borgoña) que sería atribuido a Carlos.

A partir del año 830 se suceden revueltas de los hijos mayores contra su padre y entre ellos. El emperador fue obligado a abandonar su puesto en 833 y el acto tuvo el apoyo de los obispos, que le acusaron de incapacidad, aunque Luis recuperó el trono un año más tarde. Pipino muere en el año 839 y resulta favorecido en el reparto Carlos, el hijo menor.

A la muerte del emperador la discordia continúa entre Lotario, Luis, Carlos y Pipino de Aquitania, el hijo del hermano difunto. Los intentos de Lotario de imponer la titularidad imperial fracasaron y Carlos y Luis, llamado ya el Germánico, se asociaron y recibieron fidelidad de sus seguidores mediante el pacto colectivo llamado Juramento de Estrasburgo.

Los hermanos acordaron un reparto equitativo de los poderes, tierras y rentas del imperio en tres porciones, a las que se añadían respectivamente Baviera, Italia y Aquitania. Lotario conservaría el título imperial y las dos capitales políticas, Aquisgrán y Roma, quedaban en su sector, pero ello no implicaba una supremacía absoluta. Éste es el resultado del TRATADO DE VERDÚN.

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Luis el GermánicoLotario I Carlos el Calvo

Los tres hijos mayores de Ludovico Pío I

En el trazado de fronteras se respetaron los límites administrativos de los condados y hasta cierto punto se tuvieron en cuenta diversidades étnicas y lingüisticas.

La división en grandes franjas era para que cada rey conservase parte del solar originario de los francos, pero también para que no hubiera diferencias entre un núcleo central y otros marginales. De aquella forma la Lotaringia no podía prevalecer sobre los otros reinos.

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CARLOS EL CALVO

LOTARIO

LUIS EL GERMÁNICO

EL IMPERIO DE LOTARIO Y SU DESINTEGRACIÓN (843-875). EL REINO FRANCO DE CARLOS EL CALVO (843-877). LUIS EL GERMÁNICO Y LA FRANCIA ORIENTAL (843-876). LOS ÚLTIMOS INTENTOS DE ORGANIZAR EL REINO: CARLOS EL GORDO Y ARNULFO DE CARINTIA. LOS NUEVOS REINOS Y LAS DINASTÍAS REGIONALES

A los elementos internos de desintegración que ya venían de tiempo atrás se une ahora el impacto de las segundas invasiones, que obligaron a un aumento del poder defensivo, lo cual conllevó también un incremento de poder de las aristocracias locales que dirigían la milicia. Los avances del futuro orden feudo-vasallático y la contractualización de los deberes y derechos políticos fueron de rápido avance en el reino de Lotario y de Carlos. Se difumina la noción de supremacía imperial y fidelidad de los súbditos. En el reino de Luis, con estructuras sociales más cercanas a las germánicas, se mantienen mejor las primitivas formas de poder de la realeza. Pero en todos los casos se empobrecen los patrimonios reales para sufragar los gastos de la guerra y de la administración, al tiempo que la aristocracia se enriquece y algunos cargos administrativos pasan a ser ocupados indefinidamente por condes que toman para sí las rentas. Los grandes propietarios dominan por completo al campesinado. Las guerras y revueltas en regiones con particularidades étnicas como Aquitania, Borgoña, Italia y Bretaña, así como la actitud de la Iglesia (que teóricamente apoya al rey, pero en la práctica le priva de su contenido), contribuyeron a acelerar el proceso. El alto clero en el reinado de Carlos el Calvo manifiesta sus aspiraciones a través de la colección conocida como Falsos Isidorianos: libre elección de los obispos, inmunidad e inviolabilidad del patrimonio de la Iglesia, fuero eclesiástico, independencia de cada obispo en su diócesis, primado de Roma. Más tarde Nicolás I ya formula la idea de que el poder imperial emana del Papa, que le asigna sus misiones específicas para la defensa de la Cristiandad. El partido clerical adquiere fuerza en los reinos de Carlos y Lotario, y en Alemania esta doctrina no penetrará hasta bien entrado el siglo X. Lotario se limita a ejercer su autoridad imperial bajo la tutela del papado.

Cuando muere Lotario en el año 855 sus dominios se reparten entre sus tres hijos:

Luis II obtiene Italia y el título imperial. Carlos se queda con la Borgoña y, a su muerte, ésta es repartida entre los

dos hermanos supervivientes Lotario II se hace cargo de Lorena y, al morir sus tíos supervivientes,

Carlos el Calvo y Luis el Germánico se reparten entre sí Lorena por el Tratado de Mersen, mientras Luis II se anexiona Borgoña.

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En Francia occidental, Carlos el Calvo tropieza con la rebeldía de los bretones y de los aquitanos, agrupados en torno a Pipino II. Los gastos de estas guerras obligan al rey a ceder casi todos sus poderes a una aristocracia que hace hereditarios sus beneficios. A partir del año 860, intenta concentrar los mandos militares en áreas homogéneas, lo cual favorece la paz interior.

El reino de Luis el Germánico presenta como inconveniente que tiene poca población y es incompleta su explotación agraria y la red urbana, además de contar con un peligro fronterizo, que son los daneses, eslavos y húngaros. Como ventajas, presenta una gran homogeneidad étnica y lingüística, puesto que todos los habitantes son teutones y aceptan el dominio de la realeza y no conocen las transformaciones políticas de la doctrina eclesiástica ni los lazos del feudalismo y el vasallaje. Luis vincula el futuro de la dinastía a la diversidad de su reino, pues atribuye a sus hijos lotes hereditarios coherentes y los desposa con mujeres de las respectivas aristocracias.

Luis II de Italia muere en el año 875 y su tío Carlos el Calvo, de acuerdo con el Papa, recoge la herencia y con ella el título imperial. Cuando al año siguiente fallece, Luis el Germánico reparte así su reino:

Deja Baviera a Carlomán. Franconia, Turingia y Sajonia a Luis III. Suabia a Carlos el Gordo.

Aunque Carlos el Calvo intenta apropiarse de la parte de Lorena que su difunto hermano tenía a través del tratado de Mersen, fracasa, y su sobrino Carlomán se hace coronar rey de Italia, alegando derechos que Luis II le había dado en vida. La Baja Borgoña o reino de Provenza pasa ese mismo año al dominio de Bosón de Vienne, yerno de Luis II.

Las muertes prematuras del hijo y los nietos de Carlos el Calvo provocan el colapso del reino y en el año 880, por el Tratado de Ribermont, Luis III recibe de sus parientes franceses la parte occidental de Lorena. Después de su muerte, el poder regio se unifica en la figura de Carlos el Gordo, que había recibido el título imperial en 881. Carlos el Calvo fracasa ante los vikingos en las costas atlánticas francesas, es obligado a abdicar en 887 y muere al año siguiente. En el año 880 la crisis toca fondo y aunque el título imperial sobrevive hasta el 924 ya no significa apenas nada.

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El territorio se ha dividido en media docena de monarquías electivas, con titulares de estirpe carolingia o no, dentro de las cuales el poder se consolida en “principados”. En 887, Arnulfo, hijo de Carlomán, fue elegido rey por los pueblos de la Francia oriental, pero reconoce a Lorena como territorio independiente, y Eudes, conde de París, es elegido rey de la Francia Occidental. Berenguer de Friul toma la corona de Italia y Rodolfo de Welf ocupa el trono de la Alta Borgoña, mientras Luis Bosón se hace cargo de la Baja Borgoña.

En resumen:

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1) De los 18 vástagos conocidos de Carlomagno, sólo los habidos con Hildegarda eran legítimos, por lo que solamente entre ellos repartió sus Estados (806). Muertos Pipino y Carlos, aquella disposición quedó nula de hecho y heredó la totalidad de su Imperio, excepción hecha de Italia, que dejó a Bernardo, hijo de Pipino, su hijo Luis, llamado después el Pío, en virtud de un testamento otorgado en 811 y transcrito por Eginardo en la biografía que escribió de su soberano, en el que dispuso pingües donaciones a favor de las metrópolis eclesiásticas de sus reinos. Lotario, el hijo mayor de Luis, fue proclamado por su padre emperador y asociado al mando, mientras sus dos hijos menores (Pipino y Luis) habían de contentarse con recibir a título de herencia dos reinos subordinados: Aquitania y Baviera. Aquello era una revolución en la or­ganización del Estado, una tentativa para resucitar en Occidente los olvidados principios del derecho romano. Tal fue la Ordinatio Imperii redactada en 817, que de haberse seguido habría impedido al feudalismo pasar del plano social al plano político. Pero una serie de circunstancias, fortuitas las unas y lógicas las demás, impidieron que madurase la idea. Ello comenzó primero con la revuelta del conde Bernardo, nieto de Carlomagno, en Italia, que se veía convertido en vasallo de Lotario sin querer serlo. La revuelta fue vencida y Bernardo hecho prisionero y condenado a perder los ojos. El príncipe no pudo resistir el suplicio y murió.

2) Más adelante, las discrepancias sobre este reparto produjeron sendas guerras civiles. En 843, vencido Lotario, por el tratado de Verdún reconoció a sus hermanos Carlos el Calvo y Luis el Germánico la posesión respectiva de Francia y Alemania, mientras él se reservaba una faja de terreno entre el mar del Norte e Italia: la Lotaringia.

3) Este corredor desapareció a su muerte y, en 870, Carlos de Francia y Luis de Alemania se repartieron parte de la Lotaringia, mientras aparecían los reinos de Borgoña y de Italia.

4) Esta situación, con modificaciones favorables a Alemania, se estabiliza en 888, cuando después de la deposición y muerte de Carlos el Simple, puede hablarse de verdadera extinción del que fue el poderoso Imperio carolingio.

Desmembramiento del imperio y sus causas / El Tratado de Verdún

La unidad del Imperio no duró mucho. Apenas treinta años después de la muerte de Carlomagno, sus nietos se repartieron, por el Tratado de Verdún (843), los territorios imperiales. Algunas causas de la división del imperio fueron:

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1) En primer lugar, su vasta extensión territorial, no compensada por la existencia de buenas vías de comunicación como aquellas que sirvieron a Roma para consolidar la unión de sus provincias.

2) En segundo lugar, la diversidad de razas y de costumbres de las poblaciones integrantes del Imperio, que no podía esfumarse en el curso de una sola generación. Entre los habitantes de la Galia, de Italia y Germania no existía, en efecto, otro vínculo de identidad que su común religión cristiana. En cuanto a la unidad de administración establecida por el Imperio, fue efímera y superficial, porque los condes, después de la muerte de Carlomagno, tendieron a transformarse en gobernadores hereditarios de sus provincias, de modo que, en lugar de actuar como agentes imperiales unificadores, fueron agentes estimuladores del localismo.

3) En tercer término, colaboró también la supervivencia de la costumbre franca de dividir los territorios del estado entre los hijos del monarca.

4) A esas causas de orden interno cabe agregar un hecho externo: las nuevas invasiones de bárbaros paganos que, en los siglos IX y X, agitaron continua­mente la Europa carolingia.

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Ha nacido a partir de ahora un equilibrio de poderes distinto y son más ya que los títulos regios, los llamados “principados territoriales”, los que tienen el poder. Al frente suelen estar magnates con títulos ducales que se sitúan a la cabeza de la aristocracia regional aunque no niegan el reconocimiento debido al rey mediante el

homenaje de vasallaje. De entre los reinos surgidos de las ruinas de la antigua Lotaringia, el que conservó el nombre fue Lorena, constante campo de enfrentamiento entre Francia y Alemania. Los reyes de las dos Borgoñas, o mejor de Borgoña y Provenza, tuvieron que hacer frente a numerosos problemas por su situación estratégica y a menudo se vieron involucrados en problemas de la política italiana. En Italia, la monarquía era un juguete en manos de los aristócratas. El título de rey de Italia estuvo en manos de Berenguer de Friul hasta su muerte, pero con situaciones difíciles, pues Guido de Spoleto se alzó contra él en el año 891 y después el papa consigue que el territorio pase a manos de Arnulfo, rey de Alemania. A su muerte, el título se le otorga a Luis de Provenza y en el año 915 el mismo Berenguer consigue la corona imperial. Cuando éste muere en el año 924, el título queda vacante durante decenios. Rodolfo II de Borgoña ha de ceder el reino a Hugo de Arlés, que era regente de Provenza y asocia a la corona italiana en 931 a su hijo Lotario. Rodolfo y Hugo pactan sobre la futura unión de las dos Borgoñas pero se mete por medio Otón I de Alemania y la suerte de estos reinos queda vinculada a la influencia alemana. Hugo de Arlés continuó como rey de Italia y después de él su hijo Lotario pero siempre influenciados por los alemanes.

El Papado también atraviesa momentos complicados. Cuando muere Formoso I se suceden diez papas en ocho años, sujetos a las intrigas de la aristocracia romana y a partir de 904 el poder está en manos de Teofilacto. Por los mismos años, Francia se disgregaba en principados y en 888 es elegido rey el primer Capeto, Eudes, aunque la

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Luis de ultramar y Carlos I el Simple

oposición aristocrática apoya a un carolingio, Carlos el Simple, que fue rey entre 898-922. Era tiempo también de principados autónomos, puesto que Roberto, hermano de Eudes, gobernaba Neustria y diversos condados entre el Sena y el Loira. Las infructuosas empresas de Carlos el Simple en Lorena hicieron que la nobleza jugase de nuevo a favor de los Capeto, pues Roberto se alzó en armas y fue coronado rey en 922, sucediéndolo su yerno Raúl de Borgoña: en 936 los nobles eligen a Luis de Ultramar, pero el verdadero dueño de la situación era Hugo, hijo de Roberto, duque de Francia desde 943. En Alemania, durante los reinados de Arnulfo y Luis el Niño habían arreciado los ataques húngaros mientras se consolidaban los poderes ducales hereditarios. Si bien los ducados eran una base sólida de poder, sus titulares eran recientes. La efectividad del título de rey era una consecuencia inevitable. En 911 fue rey Conrado, el primero que intentó una alianza con los obispos para frenar el poder de los demás duques. Cuando murió, envió las insignias reales a Enrique, duque de Sajonia, que fue elegido después de él. Con Enrique I empieza una obra de restauración de la monarquía autoritaria en Alemania, que es la más fuerte de la época y culminará con su hijo Otón I.ORÍGENES Y CAUSAS DE LAS SEGUNDAS INVASIONES: DANESES Y NORUEGOS. VAREGOS

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La rama nórdica de los germanos, es decir, daneses, suecos y noruegos, en el siglo VIII y aprovechando su tradición marinera, se pondrán en contacto con el mundo europeo. Los daneses poseían una agricultura más desarrollada y el control de la navegación en los estrechos bálticos. Noruega vivía de la pesca y la ganadería de montaña trashumante, con pocos recursos agrícolas, y Suecia se fragmentaba en pequeños núcleos políticos donde había una minoría social rica beneficiaria del dominio naval sueco sobre el Báltico.

El estudio de la organización de los escandinavos es interesante para explicar la súbita expansión que experimentaron en la época vikinga. Eran sociedades organizadas al modelo germano protohistórico: su modo más simple era la familia amplia, con clientes, libertos y esclavos, todos bajo la potestad del patriarca o BONDI que administra el patrimonio rural, dirige el culto religioso y manda la guerra y la paz. Forma con los cabezas de otras familias el consejo o THING donde se administra justicia y se asesora al REY, que es de linaje sagrado y ejerce de sacerdote, así como funciones judiciales y militares. Se rodea de un séquito de jóvenes guerreros y las decisiones de poder están sobre todo en manos de las mejores familias. Sólo en Noruega nace algún tipo de aristocracia propietaria de tierras. No hay que buscar las causas de la expansión en cambios climáticos o de superpoblación, ni tampoco que los escandinavos fueran grandes conocedores del mundo, porque desde el siglo V el aislamiento había sido la tónica principal. Pero en el siglo VIII mejoran las técnicas de investigación y esto es el toque que necesitaban para romper el aislamiento. Se adapta la quilla y el mástil central con vela cuadrada a los barcos escandinavos, que además se impulsaban con remos y el resultado es un navío de poco calado, pero con gran capacidad de maniobra y muy estable. Varias fueron las motivaciones de las expediciones vikingas:

Fenómenos de reorganización política que arrojan un saldo de descontentos y ambiciosos que buscan nuevas tierras.

Afán de aventuras. Prestigio bélico. Reflejo defensivo frente a los carolingios.

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DRAKKAR OSEBERG

Las expediciones escandinavas son las más espectaculares de las llamadas segundas invasiones. Conviene aclarar algunos términos: la palabra viking significa expedición lejana, y vikingo era el hombre de la bahía o bien pirata, aunque en el mundo franco siempre se les llamó hombres del norte, y ellos mismos emplean estos términos cuando llaman a Escocia la Tierra del Sur. En Al-Andalus se les llamaría machus, o adoradores del fuego y en el mundo eslavo se les conoce como varegos. Los daneses solían formar unas flotas más fuertes, mientras que los noruegos actuaban en grupos más reducidos.

Aunque en bastantes viajes hubo hombres de los tres pueblos, se puede distinguir entre zonas de influencia:

Los noruegos exploran en general el Atlántico Norte, ocupan las Shetland y las Orcadas, después Islandia y Groenlandia, y acaso Terranova y América (Vindland). Pero también descienden hacia las Hébridas, Escocia e Irlanda: Llegan incluso al golfo de Vizcaya, costas españolas y la Toscana.

Los daneses buscan especialmente botín y sólo en una fase tardía se asientan, a veces en el Báltico y en Irlanda, y sobre todo en Inglaterra.

Los suecos actúan en el Báltico, y las rutas terrestres a partir del Mar Negro, o por el Volga hasta el Caspio.

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La primera gran época de la expansión escandinava se despliega desde finales del siglo VIII hasta los primeros decenios del siglo X. Desde el año 835 al 840 las incursiones vikingas en la Europa atlántica se hacen más osadas y los escandinavos empiezan a remontar el curso de los ríos, asolando extensas áreas para obtener un cuantioso botín, mientras que practican una política de terror en las poblaciones, en especial contra clérigos y monjes. También hay que decir que la política de defensa de los carolingios era más bien pobre hasta que pasó a manos de poderes territoriales, pues los reyes solían echar en el olvido la construcción de fuertes.Uno de los vikingos más famosos en ese tiempo fue Ragnar Lodbrok, cuyos hijos llegaron a conquistar Londres. A partir de ese momento, los nórdicos empiezan a ser más racionales en sus agresiones, combinando el pillaje con el cobro de tributos a cambio de treguas. En el año 860, cuando ya habían llegado a Asturias e incluso a las cercanías de Sevilla, saquean dos ciudades italianas que confunden con Roma y Pisa. En el último cuarto del siglo IX intentan consolidar sus posiciones: el botín era más escaso y las posibilidades de obtener áreas bien pobladas y colonizarlas se hacían más atractivas.

En Irlanda, los invasores empiezan a mezclarse con la población, aunque se quedan en los enclaves costeros. En Inglaterra, consolidan su amplio territorio con un reino sujeto a la “ley de los daneses”, cuya capital fijan en York. Su rey, Guthrum, se convierte al Catolicismo y hace llegar daneses para colonizar el territorio, como se demuestra todavía hoy en la toponimia. Este reino establece algunos principios de estabilidad y organización institucional. En la batalla del año 878 Alfredo el Grande había salvado a Wessex y a la misma Inglaterra anglosajona. Su obra de restauración del patrimonio cultural de los anglos así lo demuestra y sus sucesores recuperan casi

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todo el dominio del Danelag (reino de York). La sumisión de los daneses en la isla es un hecho a partir de la batalla de Brunamburgh en el año 937.

Los asentamientos fijos en Francia se produjeron algo más tarde. Los normandos del Sena dominaban la región y Rollón obtuvo de Carlos el Simple el título de Duque de Normandía a cambio de ser su vasallo y convertirse al cristianismo. La dinastía ducal normanda supo integrar bien su mando militar sobre los descendientes de los vikingos y la convivencia entre francos, normandos y grupos bretones resultó satisfactoria. El cambio de piratas en conquistadores y gobernantes, aunque menos conocido, también se observó en las rutas varegas del este europeo. Los suecos entraron en contacto con Bizancio e intentaron asediar Constantinopla en 860. Establecieron también relaciones con jázaros y musulmanes de Tabaristán. Se puede suponer una tendencia a la consolidación política de las poblaciones eslavas en los centros preurbanos que iban naciendo, sobre todo a lo largo de las vías fluviales. Los varegos participaron en la cristalización política y la aceleraron, introduciendo en el proceso numerosas influencias y principios de organización entre la población autóctona. Consiguieron el control de las ciudades-estado y también ellos mismos se fueron eslavizando.

En el siglo IX el mítico Rurik unifica la Rusia del Norte y luego su hijo Oleg el Sabio conquista la parte Sur, haciendo de Kiev la capital. Los progresos del cristianismo ortodoxos crecen y con ellos la influencia bizantina, transmitida también a través de los escandinavos, que forman la “guardia varega” del basileus desde comienzos de siglo.

Consecuencias de las invasiones:

Están puestas las bases para una expansión de las áreas culturales y neohistóricas de la Europa occidental y la parte bizantina.

Es importante el avance en el proceso de cristianización. Vikingos y varegos han actuado como fermento de transformación política. Se han abierto nuevos horizontes comerciales y nuevas rutas. Han actuado no sólo como conquistadores militares, sino también como

colonos y en algunos casos como administradores.

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Rurik fue un jefe escandinavo que invocó la unión de las tribus rivales en torno a Nóvgorod, en el año 862. El término Rossija o Rusia, que significa el “país de los rus”, procede del pueblo escandinavo varangiano o rus.

Como parte negativa, destacaremos que sus saqueos y destrucciones arrasaron parte del patrimonio cultural y artístico en la Europa atlántica y fueron un factor importante en el proceso de desintegración del imperio occidental.ESLAVOS. HÚNGAROS O MAGIARES Y SARRACENOS

En la zona danubiana del imperio carolingio los eslavos se hacen sedentarios, sobre todo en Carintia, Moravia y Bohemia. Quedan sujetos a un protectorado bávaro y a influjos evangelizadores. En un primer momento, Bohemia y Moravia reconocen la supremacía franca y siguen organizadas en tribus al mando de duques (la principal era la de los checos). Los moravos había conseguido su unidad política y el cristianismo había penetrado en el país de la mano de monjes irlandeses y francos. En este momento se solicita al emperador bizantino, Miguel III, el envío de

sacerdotes ortodoxos y la respuesta es la misión de los hermanos Cirilo y Metodio, que crean el llamado ALFABETO CIRÍLICO para los textos evangélicos. La obra misionera de los dos hermanos fue obstaculizada por el clero bávaro, aunque Roma la protegió por un tiempo. Después de muertos los dos hermanos, sus discípulos fueron expulsados por influencia del clero occidental, pero su huella quedó entre los búlgaros y más adelante en las regiones serbia y rusa.

A finales del siglo IX, Moravia alcanza su apogeo político al conquistar Eslovaquia,

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Bohemia y Panonia, pero al morir Svatopluk, que había estado al mando en todo momento, la gran Moravia se desintegra: Panonia vuelve al dominio franco, Bohemia reconoce el poder de Arnulfo y la misma Moravia sufre ataques de diferentes frentes. Se conocen mal las circunstancias sociales y políticas del momento, pero parece que desde el s. VII se habían desarrollado actividades agrícolas y ganaderas en el marco de comunidades rurales, con utilización de la técnica del hierro y la cerámica. El régimen tribal, a cuyo frente hay aristócratas guerreros, sustituye al de familias amplias. Las relaciones mercantiles con el exterior debieron de ser un fundamento importante en la coherencia morava. Se exportaban esclavos, pieles y cera y se importaban productos de lujo de las zonas franca y bizantina.

Los húngaros entran en contacto con tribus turcas y con sus usos de vida nómada. A partir del año 889, bajo el mando de Arpad, marchan a la actual Moldavia huyendo de la presión de los pechenegos y durante algún tiempo luchan contra los búlgaros al servicio del emperador bizantino; también Arnulfo les emplea en ocasiones contra Moravia. Una nueva migración les lleva a la llanura de Panonia y desde allí lanzan ataques contra otros países. Varias expediciones tuvieron como objetivo Bizancio y se sabe que destruyeron Moravia y mandaron numerosas expediciones contra tierras alemanas, especialmente Baviera. Saquean también Champagne y la Toscana. A veces los magiares pactan con los pueblos que pretenden atacar, porque en Italia se presentan como auxiliares de Berenguer. Enrique I de Sajonia y Otón I vencerían a los húngaros, quienes con sus ataques buscaban riquezas y esclavos para compensar los problemas económicos que sufrían. Sus medios de combate, a caballo con arcos, espadas y lanzas, acompañados de carretas para el abastecimiento, facilitaban la movilidad de sus expediciones. La sedentarización de los húngaros proporcionaría a Europa occidental un escudo para posteriores oleadas de otros pueblos de las estepas.

De los eslavos occidentales se sabe poco. Los límites de su territorio se habían fijado en el siglo VI cuando alcanzan el Báltico oriental y la línea del Elba y Bohemia. Aquí, después de la supremacía de los moravos, se convierte en ducado durante el siglo X, bajo el influjo alemán y el linaje de los Premyslidas, que gobierna Praga y la parte central del país se hace fuerte, aunque son vasallos de los reyes alemanes. En el sur gobierna el linaje de los Slavnik, aunque dependen de Praga. Hay un auge preurbano y el país se cristianiza por obra de misioneros enviados desde Ratisbona. Los pueblos eslavos wendos eran ya conocidos en la época carolingia y tenían una economía basada en la agricultura, el bosque y la pesca. Un siglo después de que los carolingios intentasen su cristianización lo consiguen los alemanes de la casa de Sajonia, a veces utilizando métodos violentos. La organización social y política de Polonia en los siglos VIII y IX se fundamenta en comunidades rurales en las que se integran varias familias y cada grupo de comunidades compone un distrito. Hay muchos puntos

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fortificados con núcleos preurbanos en los que reside la aristocracia local. Se empieza a dar importancia al comercio y la artesanía.Los musulmanes se habían instalado en el Mediterráneo occidental y desde allí ocupan el Magreb y Al Andalus. En las montañas de Asturias nace un conato de rebeldía y se vence a los musulmanes en el año 722 en la batalla de Covadonga, lo cual sirve para afianzar en el trono a Pelayo, que había sido espatario de la corte visigoda.

Fue decisiva la época Alfonso I y en tiempos de Alfonso II se produjo un avance en la consolidación del reino, que abarcaba ya desde la Galicia del Miño, el Bierzo y los altos valles leoneses hasta Álava. El rey contó con el apoyo de la Iglesia después de la separación de ésta de la obediencia a Toledo y con el prestigio de haberse hallado en Compostela la tumba del apóstol Santiago. Alfonso II estableció su corte en Oviedo y consolidó la vinculación del trono a la familia de los descendientes de Pelayo. El enfrentamiento con el Islam, usurpador de la realeza goda de la que Alfonso se consideraba heredero, se convirtió en el objetivo político principal. Se afianzaban los

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Don Pelayo fue guardia real en la corte de Don Rodrigo. Que su hermana entrara a formar parte del harén de Munuza sería determinante en su rebelión. Llevó sus tropas y su pequeña corte ambulante a las montañas cántabras. Tras 18 años de guerra logró consolidar un pequeño reino cristiano español.

límites del reino mediante la construcción de torres y puntos fortificados y se repoblaban territorios con la inmigración de cristianos mozárabes de Al Andalus.Las luchas internas que se padecieron en el sur de la península en la segunda mitad del siglo IX detuvieron los ataques al norte e impulsaron un proceso de colonización sobre tierras ganadas en los reinados de Ordoño I y Alfonso III. En conjunto, se llegó a la línea del Duero y al territorio del futuro Portugal, y se fundaron o repoblaron plazas como Coimbra, Oporto, León, Astorga, Zamora, Toro, Burgos y Osma, entre otras. Junto a las tareas de repoblación dirigidas por los reyes, los aristócratas o los monasterios, destaca la iniciativa de pequeños grupos que se apropian de territorios y los explotan por el régimen de presura. Con la expansión también se acentúan las diferencias regionales internas del reino que acabarían ocasionando escisiones. Galicia tuvo reyes propios en algunos momentos y Castilla, unificada por el conde Fernán González, sería condado hereditario e independiente desde mediados de siglo. Pero la principal preocupación de los herederos de Alfonso III sería defenderse de los ataques islámicos, reanudados tras la pacificación de Al Andalus por Abderramán III, creador del califato de Córdoba.

Desde Carlomagno, los carolingios quisieron conseguir una frontera pirenaica segura y con ese deseo se vincula la aparición en esta zona de conatos de resistencia al Islam. Los poderes locales a principios del siglo IX eran los Arista, dominadores de Pamplona y en buenas relaciones con los hispanomusulmanes del valle del Ebro. Las mejores relaciones con el reino de León y la debilitación islámica en el Ebro, más

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avanzado ya el siglo, permitieron la consolidación de la dinastía de Sancho Garcés, que se abrió paso hasta La Rioja y creó una estructura política de tipo occidental con el apoyo de los poderes eclesiásticos de San Millán de la Cogolla y San Martín de Abelda. El nacimiento de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza en los valles del Pirineo central también tuvo relación con los carolingios. En Jaca y Sirena se forma el poder condal de Aznar Galindo, que ocupan el valle del Gállego y aunque el condado se incorporó al reino de Pamplona, conservó su identidad humana y económica. Los condados de lo que se llamaría en el siglo XII la Cataluña Vieja surgieron por impulsos de la política fronteriza de Carlomagno, que incorporó a sus dominios Gerona y Barcelona y estimuló la población del territorio por descendientes de hispanos emigrados a Aquitania y Septimania. A finales del siglo IX se deterioraba el dominio político de los carolingios a favor de los condes indígenas, que hacen hereditarios sus cargos: Desde el año 874 Vifredo el Velloso comenzó a unir en su mano todos los condados, que repartió entre sus hijos a su muerte. Nacía un país independiente de hecho, aunque todavía no sería efectiva su desvinculación con el reino franco.

A comienzos del siglo IX hay abundantes golpes de mano musulmanes y enfrentamientos navales con flotas carolingias en el Mediterráneo. Los piratas islámicos parten de sus bases en la costa norteafricana o en la española y aprovechan el aislamiento de las islas Baleares, Córcega o Cerdeña. Hay también desembarcos en Sicilia y Creta. En el sur de Italia, grupos de mercenarios musulmanes actúan a sueldo de señores cristianos, apoyándolos en sus luchas internas, y llegan a saquear Ostia y los arrabales de Roma, pero la reacción del rey carolingio Luis II fue suficiente para alejar el peligro durante un tiempo. La presencia bizantina fue garantía contra las incursiones sarracenas en el sur. Los griegos ocuparon Bari y Tarento y atacaron a las bandas que operaban en Campania y Calabria, pero los actos de piratería continuaron durante el siglo X a partir de las bases de Salerno, Nápoles y Génova. En Provenza, la piratería musulmana empieza alrededor del año 840, cuando Marsella y Arlés son atacadas varias veces. Hacia el año 890 un grupo de andalusíes estableció una base fija en el condado de Frejus que dominaba los pasos de los Alpes occidentales hasta que los condes provenzales y piamonteses tomaron cartas en el asunto.

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