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    Isaac Deutscher

    Rusia despus deStalin

    Escrito: Original en ingls:Russia After Stalin,1953.Traduccin (del ingls): M.A. Gonzlez (1972)Esta edicin: Marxists Internet Archive, deciembrede 2012.

    Digitalizacin: Martin Fahlgren, 2012.

    ndice

    Prefacio Primera parte: Balance de una era

    1. Introduccin 2. Del leninismo al stalinismo

    3. Marxismo y magia primitiva

    4. El legado del stalinismo I. Asuntosinternos

    5. El Legado del Stalinismo II. Asuntosexteriores

    Segunda parte: Rusia en transicin

    6. El clima moral

    7. Malenkof

    8. Una era de reformas?

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    9. El futuro: poltica exterior

    10. El futuro: poltica interna

    PrefacioEl libro que ahora pongo en manos del lector ha tenido

    una peculiar historia. Comenc a escribirlo a mediados demarzo de 1953, a los pocos das de morir Stalin. Intentresumir a grandes rasgos la era de Stalin y deducir del

    compendio algn pronstico. Termin el captulopreliminar con la prediccin de que en Rusia estaba apunto de iniciarse una ruptura con la era stalinista. Igualpronstico sostuve en un artculo escrito para elManchester Guardian pocas horas antes de la muerte deStalin. Mis amigos, entre ellos algunos eminentesestudiosos de los asuntos soviticos, manifestaronvisiblemente su escepticismo.

    Al terminar los primeros captulos ya se habanproducido en Mosc ciertos cambios iniciales. El gobiernode Malenkof decret una amnista y purific el aire delltimo y venenoso escndalo del stalinismo: la supuestaconspiracin de los mdicos del Kremlin. Debo admitirque no esperaba que mis predicciones llegaran a hacerserealidades tan pronto. Haba pensado en plazos de meses yaos, no de das y semanas. Este dato motiva cierta falta de

    uniformidad estilstica en el libro. En sus comienzos tratla posible evolucin en futuro; posteriormente tuve que

    pasar a emplear el presente e incluso el pasado en lanarracin. No he pretendido eliminar esas diferencias. Unhistoriador que se apresura al lugar donde pasado, presentey futuro se funden, y trata de descubrir el escenario se

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    arriesga mucho, no slo a nivel de estilo; y difcilmentepodr describir la escena a menos que se entregue a unabuena dosis de pensamiento en voz alta.

    No obstante, mi principal objetivo ha sido ofrecer unainterpretacin de un cambio histrico de trascendencia,interpretacin basada en los hechos y en el anlisis de lastendencias fundamentales que operan en la sociedadsovitica. Los actuales acontecimientos, he tratado deverlos en funcin de su desarrollo a largo plazo, as comoel bosquejo de futuras orientaciones. Tan slo de estaforma es posible, desde mi punto de vista, encontrar unahebra que atraviese el laberinto de la historia

    contempornea y el caos de los acontecimientosaparentemente desconectados entre s.

    He contado con la ayuda de mi esposa. Y ningn tipo deagradecimiento hara justicia a su aportacin de inacabable

    paciencia, comprensin y espritu crtico. Tambin estoyen deuda con Miss Elizabeth Brommer por sus mltiples yexcelentes sugerencias de estilo.

    Doy las gracias a los directores del ManchesterGuardian, The Times, The Reporter (Nueva York) que tanamablemente me han permitido reproducir ciertos pasajesde mis artculos publicados en sus pginas.

    Coulsdon, Surrey 20 de abril 1953

    I. D.

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    Primera parte:

    Balance de unaera

    1. IntroduccinAl morir Stalin, todo el mundo, consciente o

    inconscientemente, rindi homenaje al personaje muerto ya la leyenda que flotaba sobre su fretro. Ante los ojos desus partidarios reluci ms que Moiss para los judos

    bblicos, porque de Stalin pensaban sus seguidores que loshaba conducido hasta la Tierra Prometida. La granmayora de sus enemigos, que vean en l la encarnacindel Mal, tambin rindieron su homenaje a Stalin al definirsu marcha como momento histrico trascendental, atestadode incalculables consecuencias. De cuntas figuras

    universales se puede afirmar esto con elevado grado deconviccin en el da de su muerte?

    Involuntariamente uno recuerda los versos de Shelley

    Cmo no doblan por su muerte a muerto?

    Y vives todava Madre Tierra?

    Tus viejos dedos te los calentabas

    sobre las brasas fras y cubiertas

    de su encendido espritu, cuando huy.

    De qu te res, madre, si l ha muerto?

    Evidentemente, son contados los personajes histricosque han tenido una influencia comparable en la vida y

    pensamiento de sus coetneos. En un mundo inestable, en

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    una poca de violentos conflictos y cataclismos, dondetantos dictadores, gobernantes, regmenes, gobiernos y

    partidos, unos tras otros, se alzaron y en corto plazo detiempo se vinieron abajo en ruina, Stalin, en solitario,

    gobern un vasto pas durante cerca de treinta aos. Biense poda vanagloriar de ser el gobernante mejor establecidode su poca y de que su gobierno fuera el ms estable delmundo.

    Aunque, a lo largo de su gobierno, los orculos fueronprediciendo casi constantemente su inminente cada. Entreellos haba hombres de gran sagacidad y vala, no todoseran necios. En realidad, Stalin haba establecido su trono

    en un volcn que peridicamente sufra profundasconvulsiones; entre la caliente lava, el fuego y el humo dela Revolucin Rusa. Los observadores esperaban que conel estruendo de cada explosin, y una vez disipado elhumo, no quedara rastro de Stalin. Pero Stalin apareci entodas las ocasiones en su antiguo puesto, inclume, y en

    posicin ms predominante y aterradora que antes; y a suspies los cuerpos destrozados de sus enemigos y amigos. No

    pareca sino el semidis del volcn.

    Toda una generacin rusa tom el sol en su gloria ytembl en sus sombras. Y, en los quince ltimos aos de suvida, no slo Rusia, sino el mundo entero. La fantasa

    popular le vea rigiendo los destinos de la humanidad consus propias manos.

    Cmo el hijo de un pobre remendn georgiano, un

    hambriento alumno del Seminario de Teologa de Tiflis, unhombre tan gris y sombro exteriormente, alcanz alturascasi mticas fascinando siempre al estudioso de los asuntosmortales?

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    No es de extraarse, pues, que tras su muerte lahumanidad se interrogue por el vaco dejado, para bien o

    para mal, y si ste se llenar.

    Tambin hay aquellos, y este escritor es uno de ellos,que no coinciden con la visin de la historia de Carlyle, y,en consecuencia, no creen en los hroes mticos y lossemidioses. Sin deseo alguno de empequeecer al hombre,es posible pensar que mucha de la grandeza que le rodefue una de esas mltiples ilusiones pticas que lascircunstancias, y la sed humana de ilusiones, combinan

    para crear y perpetuar figuras histricas duraderas. Sepuede sostener que la mayor grandeza de Stalin reflej la

    magnitud de los eventos y la inmensidad de los procesossociales subyacentes a su carrera.

    Aquellos que opten por este modo de ver preferirnacercarse al semidis con serenidad, escudriar sus rasgosautnticos, desnudarle de sus prendas olmpicas yestablecer su legtima estatura.

    No se pretende en esta ocasin seguir de cerca la vida deStalin, esto ya ha sido realizado por el escritor en otraocasin.[1] Pero s resultara apropiado intentar obtener un

    balance de su obra. Y es con toda certeza en ese balancedonde hay que buscar contestacin a los interrogantes

    planteados por la muerte de Stalin.

    No puede haber ni habr cambio alguno en la UninSovitica ni en el movimiento comunista en general,

    afirman ahora los stalinistas, confiados en que lossucesores de Stalin llevarn adelante su obra. Stalin hamuerto, viva el stalinismo! fue el grito que retumbdesde Mosc ante el fretro descubierto de Stalin.

    Tras haber intentado durante tanto tiempo convencernosde que Stalin era el mayor genio de la historia, el Marx y el

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    Lenin de su tiempo, los stalinistas, repentinamente, aunquecon discrecin, promueven el clsico argumento marxistade que los individuos no cuentan en la historia, ya que tanslo son agentes y representantes de fuerzas ms extensas,

    de las clases sociales que son la autntica fuerza motriz dela historia. Los soviticos, nos dicen, han encontrado ya sunuevo representante, intrprete y dirigente, que hablar porvoz de Stalin, como ste lo hizo por voz de Lenin.

    En este razonamiento, el culto a Stalin fue una proezapropagandstica y una burla. En verdad, la leyenda deStalin ha sido algo ms que eso. Pero no importa cun bajosea el nivel de opinin que se acepte del asunto, las

    afirmaciones de que la muerte de Stalin no acarrearcambios en la Unin Sovitica son poco convincentes,como veremos ms adelante. Por ahora tan slo esnecesario tener en cuenta el grado de necedad en quecolocan a la Unin Sovitica los supuestos partidarios delmaterialismo dialctico por encima de toda ley histrica.

    Todo el mundo est sujeto al cambio dialctico. No hay

    nada esttico. Por todas partes braman la lucha deelementos antagnicos que forman la esencia del cambio.Todo deviene y perece. Tan slo en las fronteras de losdominios stalinistas se niega el paso a la dialctica,aparentemente, bajo la sospecha de actividadesantisoviticas. En la Rusia stalinista no hay ni podr haberelementos antagonistas, contradicciones, procesos deautnticos cambios y transformaciones, slo la armoniosaevolucin y perfeccin de la sociedad.

    Pero la Unin Sovitica no permanece ajena a las leyesgenerales del desarrollo a que est sujeto el resto de este

    perturbado mundo. Ms o menos, y a pesar de ciertasapariencias que indican lo contrario, estas leyes han estadooperando en la Rusia sovitica con mayor intensidad y a

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    mayor escala que en cualquier otro lugar. La simple muertedel ms poderoso gobernante es posible que no altere lafortuna de un pas, pero puede actuar como catalizador de

    procesos de transformacin latentes y que han estado

    operando desde hace tiempo. Cul es la naturaleza real deesos procesos? Y, actuar la muerte de Stalin decatalizador? Este es el principal motivo de nuestraindagacin.

    El anticomunista que ha estado bajo de hipnosis de laleyenda de Stalin, en su forma negativa, tambin nosasegura que no se producir cambio alguno en Rusia. Seenfrenta a la inmutable fachada del rgimen stalinista y

    concluye que tras ella todo ha quedado congelado en lainalterabilidad. Slo ve la simplista imagen de un pueblosin voluntad y desamparado, 200 millones (800 si seconsideran todos los pases comunistas) de seresintimidados por el cetro de hierro del tirano.

    A aquellos que sustentan esta opinin tan ingenua nuncase les ocurre plantearse cmo es posible que naciones que

    en nuestro siglo han dado pruebas de su templerevolucionario hayan pasado a ser tan dciles yparalizadas. Cmo es posible que los rusos, tras un siglode lanzar bombas a sus ministros y gobernantes, asediarcon revlver a su zares, realizar tres revoluciones en lasdos primeras dcadas del siglo, luchar tan elevado nmerode guerras civiles y llenar el mundo con el clamor de susvoces; cmo esos mismos rusos han pasado a ser arcillaen las manos de unos cuantos hombres en el Kremlin? O

    cmo puede suceder que los chinos, que tambin se hanquitado de encima dinastas, conquistadores, regmenesrepublicanos y parecan incapaces de estabilizarse

    polticamente, han llegado a aceptar a Mao Tse Tung y sehan resignado a la rigurosa disciplina que les ha impuesto?

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    A un nivel ms refinado, se puede sostener esteargumento afirmando que nuestra poca ha trado nuevastcnicas de gobierno, que permiten a un dirigentetotalitario transformar la nacin ms turbulenta y rebelde

    en su juguete. Los modernos medios de propaganda demasas, las todopoderosas redes de espionaje, el poder delEstado como patrn, y el terror de los campos deconcentracin as se desarrolla el argumento aseguran la estabilidad de cualquier gobierno totalitario.Tal gobierno, continuando con el razonamiento, tan slo

    puede ser derribado desde fuera, por una derrota militarcomo en los casos de Hitler y Mussolini. De ser correctotodo lo anteriormente expuesto, la muerte de Stalin es unincidente carente de importancia, la descomunal mquinatotalitaria continuar trabajando de igual forma que lohaba hecho antes. Toda una generacin sovitica ha vividoya en la pesadilla de Orwell 1948, y as continuar portiempo indefinido.

    Resulta difcil refutar la validez de este argumento. Pordesgracia, la experiencia contempornea ha proporcionado

    demasiadas pruebas en su favor. Pero el argumentotambin tiene sus grandes defectos. Los que abundan en ltienden a pensar en la sociedad rusa primitiva, de la dcada20 y comienzos de la 30, y en la China actual encondiciones slo aplicables a una nacin occidentalaltamente industrializada y organizada.

    En la Rusia del periodo mencionado, aos de formaciny consolidacin del rgimen stalinista, el Estado no era

    todava el todopoderoso patrn, como tampoco lo es en laChina actual. La referencia al mass media de la propagandatotalitaria es menos vlida an. En la gran mayora de lasaldeas y ciudades rusas, durante la primera poca delstalinismo, incluso hasta la mitad de su era, los aparatos deradio no recitaban propaganda por el simple motivo de que

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    no los haba en nmero suficiente. Ni los hay por elmomento en China. En una nacin primitiva, en granmedida analfabeta, la influencia de otro medio de

    propaganda de masas: el peridico, es realmente inefectiva.

    El 75% de la poblacin rusa no lea el peridico cuandoStalin estaba afianzando su rgimen totalitario. Ni en laactualidad leen el peridico la gran mayora de los chinos.

    Todo lo que se puede decir sobre los mass media es queen una nacin culta son de importancia vital para cualquieraspirante al poder; y que en un rgimen totalitarioestablecido se emplean para evitar o aminorar la formacinde opiniones independientes. Incluso en este caso su papel

    es secundario, el xito o fracaso de la propaganda de masasdepende de un elevado nmero de factores, no slo en elmedio de propaganda. Lo mismo se puede decir de losinstrumentos del terror poltico, que no operan en el vaco.La efectividad de su aplicacin est condicionada por lanaturaleza del material sobre el que operan, y en la moral

    poltica del pas que puede facilitar, obstruir e inclusollegar a paralizar la mquina del terror.

    Aquellos que hablan de la omnipotencia de la mquinatotalitaria adoptan una visin de la sociedad irreal y

    particularmente superficial, una concepcin mecnica quedifcilmente se ajusta a escritores que normalmentedesprecian el materialismo sociolgico del marxismo. Tanslo ven un aspecto de la sociedad: la mecnica del poder

    poltico. Como norma suelen ignorar los aspectoseconmicos, sociales, culturales, psicopticos y morales en

    la vida de una nacin. Si bien son estos factores los quecondicionan en buena medida la efectividad de la mecnicagubernativa. Es sobre estos factores sobre los que debemosfijar nuestra atencin, si deseamos conocer su influencia enel stalinismo despus de Stalin. De esta forma se podr verque fue la peculiar paradoja del stalinismo, que con una

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    mano luchaba afanosamente para perpetuar su dominiosobre las mentes y cuerpos del pueblo ruso y con la otra,con igual rudeza y pertinacia, destrua los propiosrequisitos previos de su autoperpetuacin. Con otras

    palabras, Stalin ha hecho mucho, tanto en sentido negativocomo positivo, para asegurar que el stalinismo no puedasobrevivirle por mucho tiempo.

    Durante las semanas previas y posteriores a la muerte deStalin, los peridicos estaban repletos de especulacionessobre las rivalidades secretas en el interior del Kremlin, lasinnumerables conjeturas en las que por un momento se

    pensaba que Beria intentaba eliminar a Malenkof y

    Molotof, luego Malenkof y Beria pretendan quitar de enmedio a Molotof, y en otras versiones Bulganin y Beria

    preparaban un golpe contra los dems.

    Alguna chispa haba tras esta humareda periodstica. Notodo iba sobre ruedas dentro del Kremlin durante lasltimas semanas de vida de Stalin, como en cierta medidaindican las informaciones sobre el complot de los mdicos

    para asesinar a ciertas personalidades del rgimen. Desdela muerte de Stalin se ha afirmado con frecuencia que elautntico gobierno de la URSS lo ejerce un triunvirato, aotro organismo colegiado similar al triunvirato Stalin-Zinovief-Kamenef que asumi el poder al morir Lenin.

    Es posible que se repita la historia de tal forma que losacontecimientos que siguieron a la muerte de Leninvuelvan a producirse ahora?

    La Rusia de 1953 es muy diferente a la de 1924. Lasrealidades del poder, la estructura social, los hbitos

    polticos, el clima moral, todo ha cambiado hasta lmitespoco menos que irreconocibles, a pesar de que todavaflotan por la Plaza Roja los fantasmas de 1924. Peroexisten ciertos indicios de que no pasar mucho tiempo

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    hasta que el sucesor de Stalin intente ahuyentar hasta esosfantasmas. Y al parecer ya ha comenzado la caza.

    Quin es Malenkof? Qu promete a Rusia y al mundo

    su ascensin?

    En estas pginas se intentar describir su carrera ycarcter. Lo cual no ser fcil, ya que hasta muyrecientemente la carrera de Malenkof se desarroll tras lasimpenetrables oficinas de Stalin. Pero se conoce losuficiente para proporcionar ciertos indicios sobre la

    personalidad de Malenkof y la poltica que posiblementeprosiga; y desde su toma del poder ha proporcionado ms

    detalles, algunos con mayor significado del queinicialmente poda parecer.

    De qu forma representar Malenkof su papel? Estodepende menos de l mismo que del escenario sobre el quetiene que actuar, de las fuerzas de fondo, y del grado dedesarrollo de la trama en el momento de su entrada. Unavez ms hay que observar la totalidad del escenario a fin deacercarse al personaje principal y ver dnde se encuentracon relacin a la herencia que le dej Stalin.

    Resulta tentador hablar del stalinismo extensamente yolvidar que no fue un fenmeno esttico, inmutable. Por elcontrario, atraves varias fases diferentes, cada una de ellascon sus caractersticas propias. Mantuvo bajo su soberanavarias generaciones soviticas. Exteriormente, estasgeneraciones pueden haber parecido idnticas, todas han

    cado en el culto a Stalin, y todas ellas parecen habersecomportado de igual forma. Pero las enseanzas, losslogans y mitos del stalinismo se han reflejado, en lasmentes de cada grupo de edad de forma muy diferente, yaque cada uno ha crecido en diferentes condiciones sociales.

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    Ahora estamos siendo testigos de un crucial cambio degeneraciones. La vieja guardia stalinista se retiragradualmente. Cules son las perspectivas de los quevienen a reemplazarla? Hasta qu punto pueden haber

    desarrollado nuevas ideas y aspiraciones? Dnde estsituado Malenkof con relacin a las generaciones enrelevo?

    En el stalinismo, la revolucin rusa se fundi con lastradiciones ms ancianas, como se ha sealado en otrolugar.[2] Por tanto parece correcto buscar posibles

    precedentes aplicables a este caso, tanto en la historia delas revoluciones modernas como en el pasado de Rusia.

    Nosotros slo conocemos una muestra significativa deun dictador revolucionario-republicano que intentase legarsu gigantesco poder y autoridad a un herederodeterminado. En la Inglaterra del siglo XVII, OliverCromwell pretendi dejar en herencia la revolucinPuritana y el Protectorado a su hijo Richard. Sin embargo,al poco tiempo de morir Cromwell, sus soldados

    expulsaron al heredero, restauraron a los Estuardos yaclamaron la vuelta de Carlos II, al menos con igualintensidad que haban aplaudido la ejecucin de Carlos I.Cabe la posibilidad de que Malenkof sea el Richard deStalin?

    En la historia de Rusia estn las memorias de lo quesucedi tras la muerte de Ivn el Terrible y Pedro elGrande, los dos zares con quien frecuentemente se ha

    comparado a Stalin. En ambos casos, el poder de Rusiacreci y sus perspectivas sufrieron profundos cambios,muchas de las cuales sobrevivinieron a sus iniciadores einfluyeron acusadamente la posteridad. Aunque despus decada uno de estos zares el poder ruso se entanc. Hay

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    alguna razn para considerar que pueda suceder algosimilar de nuevo?

    Tambin se puede evocar otro precedente ruso. Bajo

    Nicols I, el Zar de Hierro, Rusia pareci congelarse en latirana de su gobernante y en la inmovilidad. De esta formala observaron los estudiosos occidentales. Aunque bajo lasuperficie estaba operando una serie de influjos que

    propiciaron el cambio. Slo unos aos despus del reinadode Nicols I, su sucesor, Alejandro II, emancip a lossiervos, campesinos rusos y polacos, e introdujo ciertonmero de reformas casi liberales.

    No hay duda de que cualquier precedente puede resultardesatinado en la situacin actual. Los paralelos obtenidosde la historia rusa estn relacionados con regmenes que nofueron revolucionarios ni en origen ni en carcter, a pesarde las abrumadoras reformas llevadas a cabo por susdirigentes. Las analogas con otras revoluciones seinvalidan por la diferente naturaleza de la revolucin rusa,y por el hecho de que ninguna revolucin anterior, ni la

    francesa en su fase napolenica, se extendi por el globohasta el extremo de la que ahora vive el stalinismo. Adnde se dirige, pues, la revolucin rusa cuando est a

    punto de finalizar su cuarta dcada de existencia?

    stas son las preguntas a contestar. Pero quiz se hayacomentado lo suficiente como para pronosticar la respuestageneral: resulta difcil de admitir que el inmediato sucesorde Stalin ser tan slo su continuador. Sin duda alguna,

    pretender aparentar que tan slo es eso, como Stalinafirm ser el mero continuador de Lenin. En efecto, elstalinismo fue una continuacin del leninismo, pero slo enalgunos aspectos, en otros represent una distanciacinradical del mismo. Hay motivos para pensar que, acontezcalo que acontezca en Rusia ahora, slo en parte ser una

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    continuacin del stalinismo, si bien en ciertos aspectosmarcar una ruptura con la era stalinista.

    2. Del leninismo alstalinismo

    El pronstico de una ruptura inmediata con la erastalinista desespera a los escpticos: Evidentemente, estslanzando un juicio arrebatado, afirman. En qu podras

    basarlo? En la sola muerte de Stalin en marzo de 1953?

    No slo en este accidente. De Stalin, uno slo puededecir lo que el gran pensador ruso Jorge Plejanof,refirindose a las figuras histricas: Debido a lascualidades especficas de sus inteligencias y caracteres, las

    personalidades influyentes pueden alterarlas caractersticas singulares de los acontecimientos de

    algunas de sus consecuencias especiales, pero no puedenalterar su desarrollo general, que est determinado porotras fuerzas.

    Y es el desarrollo general de la vida soviticacontempornea el que se ha estado preparando para laruptura con la era de Stalin, y la muerte de Stalin y susconsecuencias slo pueden influir caractersticassingulares del proceso.

    La prediccin es menos arrebatada de lo que en principiopueda parecer cuando se aade que la ruptura con la era deStalin es muy posible que se asemeje a la acontecidacuando el stalinismo se desembaraz de la era leninista del

    bolchevismo.

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    El stalinismo surgi del leninismo, conservando algunosde sus aspectos y desechando otros. Continu con latradicin leninista, pero tambin continu con una aguda einconfesada oposicin al mismo. Cualquiera que sea la

    tendencia predominante en Rusia en el futuro prximo, loms probable es que adopte igual actitud dual hacia elstalinismo, conservando alguno de sus aspectos,modificando otros y descartando de forma apacible otros.

    Desde hace tiempo se aprecia una crisis latente delstalinismo. Todo lo que puede motivar la muerte de Stalines que esta crisis salga a la superficie, total o parcialmente,y reforzar la necesidad de una solucin. Stalin, al igual que

    Lenin antes, muri en una encrucijada de la historiabolchevique.

    Para comprender la naturaleza de esta encrucijada, quizresulte til revisar el camino recorrido por Rusia en las tresltimas dcadas, y el punto de partida: la transicin delleninismo al stalinismo. La herencia de la era staliniana yla actitud de Rusia con respecto a ella podrn verse en

    perspectiva de esta forma.En los das de la enfermedad y muerte de Lenin

    (19221924), el bolchevismo estaba en la agona de unaprofunda crisis, que se agrav por la muerte de Lenin, peroque en ningn caso estuvo motivada por su desaparicin.La revolucin rusa no poda ya continuar por el caminoque la haba conducido Lenin. Si Lenin hubiera vivido mstiempo, difcilmente hubiera podido dirigirla por la misma

    senda. Se habra visto obligado a cambiar de rumbo, en unau otra direccin; su muerte aceler el cambio.

    La crisis bolchevique que coincidi con la muerte deLenin afect la poltica interna y externa del bolchevismo,y por supuesto todo su clima moral.

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    Lenin haba desarrollado su pensamiento en la viejaescuela marxista que comenz a existir en la Europaoccidental, cuando los pases de esta zona estaban a lacabeza del desarrollo industrial. Las ideas marxistas de la

    revolucin proletaria, la dictadura del proletariado y elmodo de operar de una economa socialista eran hiptesisde trabajo destinadas a sociedades capitalistas altamenteindustrializadas, civilizadas y organizadas, con una claseobrera industrial muy desarrollada. En opinin de la casitotalidad de los marxistas rusos primitivos, esas ideas notenan aplicacin prctica inmediata en Rusia. Hasta muytarde, la primera guerra mundial, Lenin se neg a fomentarcualquier pensamiento sobre la revolucin socialista enRusia en un futuro previsible.

    Muy poco antes de 1917 cambi de parecer y lleg aconsiderar que la revolucin rusa no slo debera eliminarel Imperio y lo que quedaba de feudalismo como hastael momento haba pensado , sino el subdesarrolladocapitalismo ruso.

    Durante un siglo completo, Rusia estuvo preada por larevolucin, pero el movimiento revolucionario estuvodirigido por una inteligencia que apenas contaba conseguidores entre las grandes clases de la nacin. Con laentrada del nuevo siglo y a partir de entonces, la claseobrera rusa, joven y pequea numricamente, pero muyactiva polticamente, pas a ser el motor de la revolucin.Los obreros no podan contentarse con eliminar al Zar y ala clase acomodada rural a quienes slo estaban

    enfrentados indirectamente. Vieron en los industrialescapitalistas sus enemigos inmediatos, y en una situacinrevolucionaria estaban destinados a desembocar en laexpropiacin y eliminacin de los ltimos. Sin embargo,esto marcara el comienzo de una revolucin socialista,conducente al establecimiento de una economa

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    nacionalizada y planificada. Tal era la posicin de Lenin alestallar la revolucin de 1917.

    Pero aun as, Lenin (y su partido) estaba convencido de

    que los recursos industriales de Rusia y el nivel general decivilizacin eran muy inadecuados para el establecimientodel socialismo. De este modo Lenin desarroll la idea deuna revolucin social en Rusia, y l mismo dirigi larevolucin al mismo tiempo que reconoca que de resultarvictorioso el movimiento no llegara a conseguir el finltimo en Rusia.

    sta fue una contradiccin fundamental en su posicin,

    busc solventarla al tratar la revolucin rusa como elprimer eslabn de un levantamiento internacional, cuyo ejelo vea de acuerdo con la tradicin marxista en los

    pases industriales de la Europa occidental.

    La revolucin rusa fue por tanto, en opinin de Lenin, unfenmeno ruso no autosuficiente, y las posibilidades delfuturo concierto socialista no dependan de los inadecuadosrecursos de la sola Rusia. La industria, tecnologa ycivilizacin occidental suministraran las bases y elementosdel socialismo; y Rusia, elevada industrial y culturalmentecon ayuda de los estados revolucionarios de occidente,

    participara en la experiencia y los beneficios de un ordensocialista internacional.

    Esto no era una mera elaboracin terica. Era todo elcontenido emocional del bolchevismo en 1917, y despus

    se centr en la expectacin de una revolucin en occidentems o menos inminente. Lenin y sus compaeros no fueronlos autores originales del pronstico de inminente cada delcapitalismo occidental. Ni por un momento imaginaron queseran ellos los que podan llevarlo a cabo. Toda unageneracin de europeos, especialmente alemanessocialdemcratas, haba crecido en la creencia de que el

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    capitalismo haba agotado sus das en el oeste. KarlKautsky, el inspector intelectual de aquella generacin, elhombre de quien Lenin se consider modesto discpulohasta 1914, haba razonado sobre el asunto desde

    comienzos de siglo.

    Pero la mayora de los marxistas de la Europa occidentalconsideraban sus propias predicciones cualrepresentaciones ritualistas, algo parecido a una variacinsocialista del tema cristiano del juicio final. En laInternacional Socialista anterior a 1914, los futurosdirigentes de la revolucin rusa eran los miembros del casinico partido que crea con pasin y celo en la llegada

    inmediata de la revolucin internacional. En esta creenciaarriesgaron los bolcheviques sus acciones... y sus cabezas.

    La muerte de Lenin coincidi con una crisis en estecredo. Desde 1918 hasta 1923, es decir, la posguerra del

    primer conflicto mundial, el fermento revolucionario quehaba prendido en Europa conservaba an la llama de talcredo. Pero el viejo orden, con ligeras reformas, logr

    sobrevivir en Europa, y para 1924 se haba apaciguado. Larevolucin rusa permanecera aislada por tiempoindefinido. Los supuestos bolcheviques fueron refutados

    por los acontecimientos y la Rusia bolchevique no tuvootra alternativa que adaptarse a su aislamiento.

    El dilema a que esto dio motivo fue el meollo de la luchaentre Stalin y Trotski. Utilizando trminos ahora deactualidad, el bolchevismo tuvo que optar entre seguir

    arriesgando su futuro en la liberacin, es decir, en laautoemancipacin de las clases obreras extranjeras, o sideba contener el capitalismo en las fronteras de laUnin Sovitica. La poltica de liberacin pareca haberagotado sus posibilidades: las clases obreras de los otros

    pases no estaban listas ni deseaban derribar el capitalismo.

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    La poltica sovitica se desplaz lenta peroirresistiblemente hacia la contencin, lo que implic unarevisin radical de los supuestos y actitudes leninistas.

    Queda en el aire conocer si Lenin hubiera sido capaz dellevar a cabo tal revisin, que habra estado en totaldesacuerdo con sus hbitos intelectuales y credofundamental. Muy raramente, si es que ha ocurrido algunavez, el iniciador de un gran movimiento revolucionario haabandonado las ideas y principios que abrigaba cuandostos han chocado con la realidad inmediata o que quedandesbordados por los acontecimientos. La revolucin rusa serecoga en su concha nacional, y Lenin, internacionalista

    par excellence, no hubiera podido seguir tal retraccin. Seacomo fuere, la gran mayora de sus amigos y susdiscpulos, aquellos que junto a l haban dirigido laRevolucin de Octubre y haban levantado el Estadosovitico, se encontraron en desacuerdo con el nuevorumbo del bolchevismo.

    Lenin muri en el momento en que la historia le haba

    sobrepasado. Su enfermedad y muerte le salvaron de laamarga necesidad de enfrentarse a un dilema que hubieraencontrado insoluble.

    La crisis que haca frente el leninismo en su polticainterna no era menos profunda y grave. Tambin en estecaso el partido de Lenin se encontraba en una encrucijada,mientras l permaneca en su lecho de muerte.

    El bolchevismo haba proclamado la dictadura delproletariado en Rusia; pero al mismo tiempo formul taldictadura como una democracia proletaria; en otras

    palabras, Lenin haba negado claramente y sin inhibicinalguna toda libertad poltica a las antiguas clasesdominantes y sus partidos. Su gobierno, al igual quecualquier otro gobierno revolucionario anterior, reclam el

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    derecho a eliminar a todos aquellos que hicieron todo loposible, con las armas en la mano, para restaurar el ordenantiguo. ste era el significado de dictadura del

    proletariado.

    Pero el leninismo se comprometi en 1917 yposteriormente a respetar, guardar, promover y extender entodas las direcciones posibles la libertad poltica de lasclases obreras, que deberan haber sido los autnticos amosdel nuevo Estado. ste era el significado de democracia

    proletaria, que debera haber complementado, o mejor,formado las bases de la dictadura.

    Sin embargo, durante la guerra civil, y an ms despus,las libertades polticas de las clases obreras fueronrecortadas gradualmente y en gran parte destruidas. No esste el lugar para explicar y analizar este fenmeno.[3] Resulta suficiente afirmar que hacia el final de la eraleninista la dictadura se expresaba en nombre del

    proletariado, pero tan slo haba sobrevivido un residuo dedemocracia proletaria. Los bolcheviques haban puesto

    fuera de la ley a todos los partidos rivales, incluidos losmencheviques y los anarquistas, que tenan el grueso desus seguidores entre los obreros, y los social-revolucionarios, cuyo apoyo vena de los campesinos.

    Es totalmente cierto que esos partidos, debido a susactitudes antirrevolucionarias, haban perdido gran parte ola totalidad del apoyo obrero. Pero en una democracia

    proletaria, como inicialmente concibieron los

    bolcheviques, esos partidos deberan haber podidocontinuar compitiendo con los bolcheviques por lainfluencia dentro de las masas. No se les permiti.

    Lenin nunca elabor un principio de partido nico, sibien hacia el final de su vida el rgimen sovitico habapasado a tal sistema. La abolicin de la democracia

    http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn3http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn3
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    proletaria no poda dejar impasible al mismo partidobolchevique, que en esos momentos proceda a larestriccin de la libertad de expresin dentro de sus filas.

    El rumbo tomado diriga desde una democraciaproletaria a una autocracia portavoz del proletariado.

    La idea de democracia proletaria haba arraigadoprofundamente en el partido hasta este momento. Cada unade las restricciones en la democracia proletaria propuestas

    por Lenin era una medida de emergencia, una vez superadala situacin se cancelaran. Durante la guerra civil pusofuera de la ley a los mencheviques, los social

    revolucionarios y otros grupos minoritarios;posteriormente les permiti salir a la luz y renovar susactividades, y finalmente volvi a lanzarlos a laclandestinidad. En el partido bolchevique, la democraciainterna sobrevivi la guerra civil, pero poco despuscomenz a desaparecer. Las emergencias se sucedieron, ylas medidas restrictivas que inicialmente se tomaron demodo eventual pasaron a ser fijas.

    La direccin que estaba tomando el rgimen inquietabaprofundamente a amplios sectores del partido bolchevique.Hacia el final de la era leninista el partido estaba divididocon respecto a este principio. Algunos de sus dirigentes ymiembros en general clamaron por un regreso a lademocracia proletaria, aunque muy pocos fueron los quellegaron tan lejos como solicitar la renovacin de libertades

    polticas a los enemigos derrotados en la revolucin. Otros

    hicieron todo lo posible por detenerse a mitad de lacorriente que arrastraba hacia una autocracia cuasi-socialista. Y otros, por convencimiento, intereses

    particulares o ambos casos, promovieron el rumbo tomadoafirmando que la restauracin de libertades polticashundira la revolucin, y que su seguridad resida en su

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    mayor grado de poder en la cumbre, en el Comit Central,en el Politbur, y finalmente en las manos de un solodirigente. El bolchevismo estaba desgarrado entre sudemocrtico pasado y su nada democrtico futuro.

    La posicin de Lenin en esta controversia fue realmentedifcil. Haba sido el responsable de las medidasrestrictivas de la libertad de expresin, incluso paraaquellos que haban apoyado la revolucin, y a la vez habasido el portavoz de la democracia proletaria. Intent lograrun equilibrio entre la dictadura y la democracia. l mismono dirigi el partido con un cetro de hierro. Lo domin conla clara evidencia de su autoridad intelectual y moral. En

    todos los congresos del partido que presidi fue atacadoabiertamente, frecuentemente por oponentes de graninfluencia. En ocasiones perdi votaciones, y en estoscasos o se someti a la mayora o intent revocar ladecisin por medios constitucionales.

    En sus ltimos aos, Lenin batall para detener a mitadde camino el rumbo hacia una autocracia a partir de la

    democracia proletaria. Pero la tendencia demostr ser msfuerte, ya no se poda detener, dejar que volviese al estadoanterior por s sola. En nada qued demostrado esto deforma ms patente que en la historia del testamento deLenin. Lenin recomendaba en l a sus seguidores quedestituyesen a Stalin del puesto de Secretario General del

    partido, dado que ya haba almacenado demasiado poderen sus manos y estaba haciendo un uso brutal del mismo.El consejo de Lenin qued sin efecto. Sus sucesores lo

    ignoraron y apartaron, al mismo tiempo que iniciaban unculto casi religioso al Lenin muerto.

    Si Lenin hubiera vivido ms tiempo no hubiera podidozafarse indefinidamente del dilema, ya que el sesgotomado le hubiera abrumado o esquivado. Hubiera tenido

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    que poner de acuerdo sus ideas con una restauracinpaulatina de la democracia proletaria, o en favor de laautocracia, en cuyo caso l mismo tendra que haber sido elautcrata. En otras palabras, hubiera tenido que hacer lo

    que hizo Trotski o lo que hizo Stalin. En cierta medidaambos personajes se fundan en la personalidad de Lenin, yresulta cuando menos dudoso que le hubiera sido posibledesdoblarse en un Trotski o en un Stalin sin desintegrar su

    personalidad total.

    As pues, vemos de nuevo como la muerte de un grandirigente coincidi con un momento de crucial agitacin,que conducira a su partido desde su senda acostumbrada a

    un cataclismo, tanto en sus perspectivas como en su climamoral, y a reagrupar a su grupo dirigente. El accidente dela muerte de Lenin en 1924 se puede considerar comoalgo relativo, parafraseando a Plejanof. Ocurri en el

    punto de interseccin de acontecimientos inevitables.

    De esta forma se alz Stalin al poder. Stalin, ms queningn otro dirigente bolchevique, estaba decidido a

    solventar la crisis del bolchevismo de forma definitiva, sintener que volver indebidamente al punto de partida de lastradiciones del partido, sin entregarse a escrpulos tericoso debilidades humanas. El que hiciera un culto delleninismo no contradice esta afirmacin. Solamente poreste procedimiento pudo reducir a la inoperancia einocuidad el leninismo en la prctica poltica. La tradicinleninista haba dominado el partido con tanta fuerza que lanica forma de alejarse de tal tradicin fue presentar

    incluso la ruptura como un acto de devocin.

    En un aspecto fundamental Stalin continu la obra deLenin. Hizo cuanto pudo para preservar el Estado fundado

    por Lenin y para incrementar su podero. Tambinconserv y y ms tarde expandi las industrias

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    nacionalizadas o administradas por el Estado, en las quelos bolcheviques vieron la estructura bsica de su nuevasociedad. Estos importantes lazos de continuidad entre elleninismo y el stalinismo nunca se cortaron.

    Pero cuando Stalin tom bajo su direccin el Estado, steestaba en tal condicin que tan slo se poda preservarreformndolo polticamente hasta alcanzar una forma casidiametralmente opuesta. En teora poda devenir en unademocracia proletaria o en una autocracia. En realidad lanica va abierta era la que diriga a la autocracia.

    El rgimen bolchevique no poda volver a sus orgenes

    democrticos, debido a que no poda contar con suficienteapoyo democrtico para garantizar su supervivencia. Traslas guerras civiles, con su legado de destruccin, pobreza yhambre, haba un descontento muy agudizado en las clasesque haban apoyado a los bolcheviques a ganarlas para queestos confiaran en su apoyo. En los aos subsiguientes,cuando la reconstruccin econmica estaba en marcha y elgrupo dirigente hubiera encontrado mayor apoyo popular,

    los miembros estaban anclados en mtodos pocodemocrticos de gobierno y tenan a gala persistir en taleshbitos. A cualquier gobierno o partido le resulta ms fcilalejarse mil kilmetros de un principio democrtico queregresar un solo metro al mismo principio, esto esasomtico.

    Stalin no fue propenso a retroceder un solo milmetro. Seidentific de todo corazn y sin reserva alguna con el

    desarrollo hacia una autocracia. Pas a ser un principalpromotor y beneficiario. Sin extraviarse remolde elEstado leninista hasta que adquiri una configuracinnueva, autoritaria y burocrtica.

    Y tuvo menos escrpulos al romper con los presupuestosdel internacionalismo revolucionario leninista.

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    Durante el perodo leninista haba ostentado, como casitodos los bolcheviques, la opinin de que la revolucinrusa no poda ser autosuficiente y de que su futuro estabacondicionado al avance de la revolucin mundial. Repiti

    esto con gran nfasis incluso al poco de morir Lenin, ymanifest que el socialismo no se poda construir en unsolo pas aislado, especialmente en uno tan retrasadocomo Rusia.

    Pero, incluso cuando reiteraba este axioma leninista,para l la revolucin mundial era una idea ilusoria. Larealidad inmediata en que estaba inmerso por completo y ala que responda con forma real era la revolucin rusa. Los

    otros dirigentes del partido haban vivido exiliados enoccidente muchos aos y estaban impresionados por elaparentemente poderoso movimiento marxista. Por estarazn podan argumentar con sinceridad que el comunismointernacional haba reivindicado primero Rusia, o que losintereses de la Rusia sovitica deban subordinarse a los dela revolucin mundial. Para Stalin, estos razonamientoseran poco menos que aberraciones mentales de emigrados

    sobre los que occidente haba ejercido su sortilegiomgico, privndoles de todo sentido de la realidad.

    Instintivamente adopt una actitud de autodedicacin yautosuficiencia nacional. Para muchos bolcheviques larevolucin mundial haba pasado a ser en 1924 unlamentable mito, mientras que la construccin delsocialismo en Rusia fue la experiencia atractiva y exigentede su generacin. A pesar de todos sus homenajes verbales

    al internacionalismo leninista, Stalin pas a ser el portavozde este sentimiento. El fue quien elev el sagrado egosmode la revolucin rusa a principio supremo ste era elautntico significado de su idea del socialismo de un solo

    pas . Estaba decidido a hacer del sagrado egosmo delnico Estado proletario mundial la idea gua del

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    comunismo internacional. All donde los intereses delcomunismo extranjero chocaban, o parecan chocar con losde la Unin Sovitica, sacrific al comunismo extranjero.

    Hacia mediados de la dcada 20 el bolchevismo habaresuelto virtualmente su dilema de liberacin versuscontencin en favor de la contencin. No se permita alcapitalismo mundial traspasar las fronteras de la UninSovitica. Pero la Unin Sovitica no se iba a pasar sinaprovechar la menor oportunidad de entendimiento concualquier gobierno burgus, incluso si tal entendimientosolamente se obtena al precio de traicionar alcomunisma extranjero. Tanto los regmenes fascistas, las

    democracias burguesas y las reaccionarias dictadurasorientales, todos eran buenos, o malos, en el tira y aflojacomercial y diplomtico.

    La Internacional Comunista, que todava reclamabaorgullosa ser la vanguardia de la revolucin mundial, pasa ser la retaguardia de la diplomacia stalinista. Se emplecomo instrumento de presin sovitica sobre los gobiernos

    capitalistas ms que como un movimiento militante enlucha por el desmantelamiento de los mismos.

    Socialismo en un solo pas fue, efectivamente, lafrmula por la que el bolchevismo, bajo la direccin deStalin, insinu su presteza a la autocontencin a un mundoque de todas formas estaba presto a comprenderlo. De estemodo lo comprendieron los estadistas occidentales; y lagran mayora aplaudi la victoria de Stalin sobre Trotski,

    en quien vean la odiosa encarnacin de todas lasaspiraciones revolucionarias mundiales del temprano

    bolchevismo. (Poco esperaban esos estadistas que algnda se veran amenazados por una revolucin fomentada

    por la punta de las bayonetas de los ejrcitos de Stalin).

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    Mientras el bolchevismo crey y esper en que susalvacin ltima vendra de fuera, en cierta medida

    permaneci por encima de su medio ambiente ruso. No sesinti dependiente de este medio ambiente solo. Poda

    permitirse expresar su desprecio por el retraso nativo,por la perspectiva semiasitica de Rusia y su pasadozarista, y nadie aire tal desprecio con mayor frecuencia ymenor inhibicin que Lenin. Durante los primeros aos delrgimen sovitico, los dirigentes bolcheviques tenan elsentimiento de ser marxistas in partibus infidelium,revolucionarios de la Europa occidental actuando contra unmedio no estrictamente oriental y que temporalmentelimitaba su libertad de movimientos e intentaba imponer sutirana sobre ellos. Tan slo la revolucin en occidente

    poda liberarles de tal tirana; y que estaba a punto derealizarlo estaba fuera de toda duda.

    Tan pronto como el bolchevismo se retirideolgicamente a su concha nacional, esta actitud resultinsostenible. El partido de la revolucin tena quedescender a su medio ambiente semiasitico. Tena que

    soltar amarras de las tradiciones marxistas especficamenteoccidentales. Tena que permanecer abierto a la lenta pero

    persistente infiltracin del retraso y barbarismo nativo, auna pesar de que luchaba por eliminar ese barbarismo y eseretraso.

    El reajuste se inici en la primera poca de la erastalinista, y se produjo en todos los campos de actividad:en el mtodo de gobierno, en el enfoque de los problemas

    culturales y docentes, en las relaciones con el resto delmundo, en el estilo de las negociaciones diplomticas, etc.La infiltracin fue in crescendo a lo largo de la erastaliniana hasta alcanzar su grotesca culminacin al finalde la misma.

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    Esto no significa que el bolchevismo sucumbiese a sumedio ambiente original. Por el contrario, durante la mayor

    parte de la era stalinista el bolchevismo mantuvo unaespecie de guerra contra l: industrializacin,

    colectivizacin y modernizacin en general. En ciertamedida el bolchevismo ha occidentalizado la estructuraesencial de la sociedad rusa. Pero slo lo poda hacerorientalizndose l mismo. Esta interpenetracin detecnologa moderna y socialista marxista con el barbarismoruso dio forma a la era stalinista.

    Poco antes de morir, Lenin tuvo una premonicin sobreel curso de los futuros acontecimientos. Evoc el familiar

    fenmeno histrico de una nacin que ha conquistado aotra superior culturalmente, y finalmente terminasucumbiendo ante los modelos polticos y culturales de losconquistados. Algo parecido puede suceder en la lucha declases, razonaba Lenin: una clase oprimida e ignorante

    puede demoler a una clase dirigente muy superiorculturalmente, y despus, la clase vencida puede imponersus modelos a las fuerzas revolucionarias victoriosas. En

    un destello de genial perspicacia, Lenin vio la imagen desus discpulos, los antiguos revolucionarios profesionalesadoptando los mtodos de gobierno y los modelos decomportamiento de los zares, los boyardos feudales, y lavieja burocracia. Lenin previno a sus seguidores contraestos peligros, pero en cierta medida tambin l losfoment. Aleg, por ejemplo, que a fin de preparar a Rusia

    para el socialismo industrial, tecnolgica y docentemente,el bolchevismo deba eliminar de Rusia el barbarismo con

    mtodos brbaros, como haba hecho en su poca Pedro elGrande.

    Esta obiter dictum, una de las muchas y en ocasionescontradictorias sentencias de Lenin, pas a ser el principiogua de Stalin. El no tena ningn escrpulo ante los

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    mtodos brbaros que tanto paralizaban a Lenin y a otrosdirigentes bolcheviques, y no titubeaba al proclamar que laeliminacin del barbarismo por mtodos brbaros no eranlos prolegmenos del socialismo, sino el socialismo.

    Para resumir: el trnsito del leninismo al stalinismoconsisti en el abandono de la tradicin revolucionariainternacionalista en favor del sagrado egosmo de la Rusiasovitica; en la supresin de la fidelidad original del

    bolchevismo a la democracia proletaria en favor de unsistema de gobierno autocrtico. El aislamiento de larevolucin rusa di como resultado su autoaislamientomental y su adaptacin poltica y espiritual a las

    tradiciones primordiales rusas. El stalinismo represent laamalgama del marxismo de la Europa occidental con el

    barbarismo ruso.

    Permtasenos hacer una breve disgresin histrica.

    Hemos visto que el comunismo marxista tiene su cunaen el Occidente industrial. Lo han amamantado unafilosofa occidental (Hegel), una economa polticaoccidental (Ricardo), y las ideas de los socialistas utpicosoccidentales (Saint-Simon, Fourier, Owen). El marxismoreclama la articulacin terica y el expresar lasaspiraciones revolucionarias de los obreros industrialesoccidentales. Durante muchas dcadas hizo lo posible porconvertir y conquistar occidente por medio de los esfuerzosde las clases obreras occidentales. Con el cambio de sigloya haban surgido por toda Europa occidental movimientos

    obreros que desfilaban con banderas marxistas y jurabansolemnemente emplear la primera oportunidad pararealizar la revolucin proletaria.

    Aunque este xito aparente del marxismo era falso. Msde cien aos despus de que elManifiesto Comunista sehubiera escuchado por todos los rincones del globo, ni una

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    solarevolucin proletaria ha triunfado en Occidente. Ni un solointento total de tal revolucin se ha producido enOccidente, intento respaldado autnticamente por la

    mayora de las clases obreras, con la excepcin de lacomuna de Pars, derrotada en 1871.

    Por el contrario, el marxismo se ha desplazado hacia elEste; y gracias a los esfuerzos de la intelligentsia y unaclase obrera joven y reducida numricamente haconquistado naciones campesinas primitivas, de las que nose esperaba respuesta alguna y a quienes no se considerabacapaces de iniciar un orden socialista. A mediados de este

    siglo, el marxismo en cierto sentido ha sido desplazado deOccidente y naturalizado en Rusia y China. Donde hasobrevivido como movimiento de masas en Occidente,Francia e Italia, ha sido en su forma orientalizada, yexiste como un gran reflejo de la metamorfosis rusa delmarxismo.

    En Oriente el marxismo ha absorvido las tradiciones del

    zarismo y de la ortodoxia griega. Ha llegado a tranformarsetanto, que Occidente casi se ha olvidado de que es supropio producto y ha pasado a tratarlo como si se tratase deuna extica religin oriental.[4]

    En la versin stalinista predominante, el marxismo hallegado muy cerca de dejar de entender a Occidente, y hallegado a ser incomprensible para Occidente. Tan

    profundos han resultado los desplazamientos y

    transformaciones de los mayores movimientosrevolucionarios de nuestra poca.

    Un paralelo sorprendente se puede encontrar en lafortuna de la cristiandad primitiva, que comenz a existircomo hereja judaica, como una de las sectas extremasde la Sinagoga, totalmente impregnada en carcter con la

    http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn4http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn4
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    antigua tradicin bblica, y encaminada a convertir a sucredo a los judos fundamentalmente. Si bien no le fuedado al cristianismo convertir al pueblo de cuyo seno vieneel Dios-Hombre y sus Apstoles. Por el contrario, el

    cristianismo se traslad a un desintegrador mundo pagano,cuya mente no estaba dominada ya por los viejos dioses,donde Jpiter haba dejado de hacer temblar a los hombresy Neptuno era incapaz de sacudir los mares.

    Fue en los templos de las deidades grecorromanas dondehizo sus conquistas el cristianismo; comenz a airear laatmsfera de los templos, a absorber y asimilar mitos

    paganos, smbolos y creencias. Lleg a dominar su nuevo

    ambiente al mismo tiempo que se adaptaba a l. Dej deser una hereja juda, dej de vivir de las memoriasnazarenas del antiguo testamento y de la tradicin oral

    juda. Dej de comprender a los judos y pas a serincomprensible para los judos. De la religin judaica delos oprimidos pas a ser la religin de los csares romanos.Pero al convertir a los csares tambin se convirti alcesarismo, hasta que la Santa Sede pas a ser una corte

    imperial, y hasta que los hbitos jerrquicos del ImperioRomano pasaron a ser sus cnones eclesisticos.

    En el cristianismo esta evolucin dur siglos, en elbolchevismo dcadas. Si Lenin fue el san Pablo delmarxismo, que sali a traplantar el movimiento de sumedio ambiente genuino a nuevas tierras, Stalin fueConstantino el Grande. Para ser exactos, l no fue primerempezador que abraz el marxismo, pero s el primer

    revolucionario marxista que lleg a ser el primer dirigenteautcrata de un vasto imperio.

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    3. Marxismo y

    magia primitivaPlejanof, a quien ya hemos citado con anterioridad,escribi que si las circunstancias histricas crean lanecesidad de que se ejecute cierta funcin poltica, tambin

    proporcionan el rgano capaz de ejecutarlo. Si lanecesidad de la funcin est profundamente enraizada enlas condiciones de una poca, sta con toda seguridad darno slo uno, sino varios individuos con las mentes,

    caracteres y voluntades necesarias para realizar la funcin.Como norma, las circunstancias slo permiten uno, o a loms unos cuantos, de un grupo de potenciales dirigentes

    pasar a primera lnea, y de esta forma slo guarda datos desus competencias y proezas. El que un individuo hayallenado el puesto del actual dirigente impide a los otrosdirigentes potenciales descubrirse, estn condenados a

    permanecer en la oscuridad.

    Plejanof no slo aplica esta teora a la poltica. Razona,por ejemplo, que si Leonardo da Vinci no hubiera vividopara crear sus obras maestras, esto no hubiera alterado latendencia artstica global del renacimiento, ya que elmovimiento dimanaba de las condiciones sociales y delclima intelectual-moral de la poca. Tan slo lascaractersticas individuales de este movimiento hubieransido diferentes. Lo mismo se puede decir de los grandes

    descubrimientos cientficos que llevan el nombre de unsolo hombre. Tales descubrimientos son el resultado de ungrado de desarrollo que cierta rama de la ciencia haalcanzado en un momento determinado, y es poco ms omenos un asunto de suerte qu individuo lo efecta.Frecuentemente sucede que diversos cientficos hacen un

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    descubrimiento simultneamente y sin aparente relacinentre ellos.

    Pero volviendo a la historia poltica: si cierto general

    Bonaparte hubiese muerto en una batalla antes de quehubiera tenido tiempo de ser Primer Cnsul y Emperadorde la Francia revolucionaria, otro general hubiera llenadosu puesto con el mismo efecto esencialmente. Por aquellapoca en Francia haba varios dirigentes militares capacesde ello. La ascensin de Bonaparte impidi a aquellos

    potenciales napoleones llegar a serlo. El rgano capaz deejecutar una uncin histrica exista y por tanto no podaduplicarse. Esa funcin consisti en proporcionar un

    gobierno autoritario aunque revolucionario el mando deuna buena espada a una nacin que habaexperimentado y abandonado la democracia republicano-

    plebeya de los jacobinos, pero que an se negaba a apoyarla restauracin del orden prerrevolucionario. Elrazonamiento de Plejanof ha dado lugar a una fuertecontroversia, en la que no vamos a entrar ahora. Basta consealar que, entre los marxistas que aceptan las lneas

    argumentales de Plejanof, ha habido numerosasdesviaciones de las mismas.

    Trotski, en suHistoria de la revolucin rusa, intentconseguir un equilibrio entre la filosofa marxista generalde la historia, que considera las fuerzas colectivas de lasclases y grupos sociales como agentes decisivos decualquier proceso histrico, y su propia opinin de que el

    papel de Lenin en la revolucin rusa fue nico, es decir,

    que ninguno otro dirigente bolchevique hubiera estadocapacitado para ejecutarla. No obstante. Trotski sedesvi an ms de la clsica cita de Plejanof. En unacarta particular a un viejo amigo bolchevique, que escribidesde su exilio en Alma Ata, manifest clara y llanamente:Sabes que sin Lenin no se hubiera ganado la Revolucin

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    de Octubre.[5] As pues, mientras en sus escritospublicados intent ajustar su opinin personal del papeldesempeado por Lenin con la teora de Plejanof, en

    privado parece haber tomado una actitud diametralmente

    opuesta.

    La historia de la carrera de Stalin parece calculada pararesolver la controversia en favor de Plejanof.

    Difcilmente hubieran considerado a Stalin cualquiera desus compaeros, contemporneos o rivales, apropiado paradesempear el papel que ejecutara. Ante ellos apareca sinlas dotes que posee un gran dirigentes, bolchevique o no.

    Su poder surgi completamente por sorpresa. Trotskiescribi de Stalin que se haba desprendido de una muralladel Kremlin cual fantasma para suceder a Lenin. Estaopinin la compartieron Zinovief, Kamenef, Rycof,Tomski y Bujarin, y tambin la casi totalidad de losdirigentes de partidos comunistas fuera de Rusia.[6] Tanslo Lenin fue ms perceptible en su valoracin delhombre, ya que si bien aconsej a sus sucesores que

    destituyeran a Stalin del puesto de Secretario General,defini a Trotski y a Stalin como los dos hombres mscapaces del Comit Central.

    Por qu entonces casi todo el que haba conocido aStalin, antes y durante su ascensin, se equivoc de formatan clara sobre sus posibilidades?

    El tpico dirigente bolchevique de la era leninista era

    generalmente un terico marxista, estratega poltico,escriba con fluidez y era un orador efectivo, adems deposeer ciertas dotes de organizador. Stalin no contaba paranada como terico.[7] Y hacia el final de su vida era mstctico que estratega en poltica: demostr su dominio de lamaniobra a corto plazo mucho mejor que la concepcin alargo plazo, aunque su genio tctico compens de forma

    http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn5http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn6http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn7http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn5http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn6http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn7
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    ms que suficiente sus debilidades de estratega. Comoorador o escritor era totalmente inefectivo y pesado. Tanslo se destac en la poca de Lenin como un dotadoorganizador. Por tanto, sus contemporneos y rivales

    tenan razones para pensar que era incapaz de suceder aLenin.

    Este error radica en la suposicin de que la Rusiabolchevique postleninista necesitaba el tipo de direccinque haba mantenido Lenin y que sus compaeros mscercanos hubieran podido aportar, individual ocolectivamente. Juzgaron errneamente las variantescircunstancias y las nuevas nececidades del momento; en

    consecuencia fueron incapaces de ver que el hombreincapaz de desempear el puesto de dirigente en una fasede la revolucin poda estar perfectamente preparado paradesempear dicho puesto en la fase siguiente.

    Conocemos que entre esas variantes circunstancias, lasms importantes quiz fuesen el aislamiento poltico de laRusia bolchevique en el mundo y el autoaislamiento

    mental. El aislamiento no fue motivado por Stalin, fue unaconsecuencia de los acontecimientos que precedieron a suascensin. El recogi simplemente una situacin dada a laque se avino y en la que estuvo libre interiormente deactuar en su estructura, y en consecuencia sali adelante.La gran mayora de sus rivales estaban irreconciliados conel aislamiento ruso, eran incapaces de superar sus hbitosmentales internacionalistas, y no estaban dispuestos afiguras polticas totalmente incrustadas en el marco del

    aislacionismo. Adems, estaban totalmente enemistadoscon la realidad fundamental de la nueva poca que losanulaba.

    Lo mismo puede decirse de Stalin en su actitud frente asus rivales sobre el dilema democracia proletaria

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    autocracia, el otro factor trascendental de la transicin delleninismo al stalinismo. No fue Stalin quien destruy lademocracia proletaria de la primera fase de la revolucin.Antes de 1923-24 se haba marchitado. Stalin, a lo peor,

    solamente le dio el coup de grce.

    Con todo, sus rivales no podan desprenderse de sushbitos democrticos. Interiormente no estabanreconciliados con la evidencia de que luchando por laconservacin de su revolucin, el bolchevismo haba

    privado a las clases obreras de su libertad de expresinpoltica. Estaban enredados en la madeja de sus propiosescrpulos, sentimientos y dudas. Volvan la mirada al

    pasado con vehemencia hacia los principios democrticosde la revolucin. Stalin no hizo nada de esto, y por tanto, si

    bien ellos no estaban capacitados para actuar con eficaciaen la nueva estructura, antidemocrtica del Estado

    bolchevique, l s lo estaba. A ellos les aplast estaestructura, mientras que Stalin pas a construir a sualrededor su propio sistema autocrtico de gobierno.[8]

    La tendencia de la poca encontr en Stalin su rgano.Si no hubiera sido Stalin hubiera sido cualquier otro.

    Una opinin similar referida a otras figuras histricaspodra parecer inadmisible, en el caso de Stalin parecetotalmente convincente.

    Cuando se afirma que la tendencia global delRenacimiento no hubiera sido diferente de no existir

    Leonardo da Vinci, y que a lo sumo hubieran sidodiferentes algunas de las caractersticas individuales,inmediatamente se piensa en La Ultima Cena y MonaLisa y uno se pregunta: no hubiera sido en realidaddiferente la tendencia?, fue la aportacin de Leonardo (ode Miguel Angel) simplemente una de sus caractersticasindividuales?

    http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn8http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn8
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    Cuando uno escucha que otro general francs del perododel Directorio podra haber ocupado el puesto de

    Napolen, uno no puede por menos de rememoriar elmagnetismo personal de Napolen, su lucidez intelectual y

    aire romntico, y se pregunta en qu medida lascaractersticas individuales de Napolen influyeron en latendencia global de los acontecimientos.

    Cuando se contempla el carcter gris de Stalin, casittrico, se es ms dado a verle como vehculo de las fuerzasannimas que operan en el medio ambiente. Aparece comola misma encarnacin del anonimato, anonimato que seelev hasta la cima del poder y la fama e incluso all

    permaneci fiel consigo mismo, totalmente impersonal ypor tanto extremadamente engaoso.

    Cuando se revisa la historia de las luchas entre Stalin yTrotski a la sola luz de los dones individuales, la victoriade Stalin sobre su rival parece inexplicable. Stalin no

    posea un solo don que no poseyese Trotski en igual omayor grado, adems, Trotski posea eminentes dotes

    intelectuales de las cuales careca Stalin. No fue ningunaexageracin de Lenin, gran conocedor de hombres, definira Trotski como dirigente bolchevique ms capaz.

    Se comenta con frecuencia que Trotski no posea laaptitud organizadora de Stalin. Nadie que haya estudiado lahistoria del Ejrcito Rojo puede mantener con seriedad talaserto. Si es que se puede acreditar a alguien tal triunfo,esa persona es Trotski. El fue el organizador del Ejrcito.

    Lo cre de la nada, despus del vaco dejado por elhundimiento y disolucin del viejo ejrcito. Y para llenareste vaco con un nuevo ejrcito se necesitaba un sentidode la organizacin y administracin muy superior alnecesario para obtener los mejores resultados de un ejrcitoya organizado. Una vez que estuvo constituido el Ejrcito

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    Rojo, raramente se encontr una autoridad militar, rusa oextranjera, bolchevique o de otros partidos contrarios, queno describiese la hazaa de Trotski como realmentenapolenica.[9]

    Tambin se comenta que Stalin fue superior a Trotskicomo poltico' tctico. Y de nuevo basta con estudiar en lasfuentes originales las maniobras tcticas llevadas a cabo

    por Trotski en las vsperas de la Revolucin de Octubre ydurante la misma para llegar a la conclusin de que esincorrecta la afirmacin. Como dirigente destacado de lainsurreccin bolchevique, Trotski casi en solitario Leninestaba escondido calm e hipnotiz a los enemigos del

    partido bolchevique hasta alcanzar un estado de acusadainactividad, e incluso complicidad. Gan la insurreccinsin apenas disparar un tiro: sus enemigos ms hostiles noelevan el nmero de vctimas a ms de diez.

    Por el contrario, Stalin no dej huella alguna como grantctico durante 1917, y como bien se puede apreciar en lasActas del Comit Central del Partido Bolchevique, no

    present ninguna idea tctica en todo el ao.Aunque s es verdad que en su lucha contra Stalin,

    Trotski fue siempre inferior tcticamente.

    Por lo cual se debe plantear la siguiente pregunta: Porqu Troski, el genio tctico de 1917, pas a ser superado

    por Stalin en el perodo 1924-27? Y, qu hizo a Stalin,indiferente a la tctica en 1917, el maestro de los aos

    posteriores?

    La respuesta se puede encontrar en las diferentescondiciones generales de los dos perodos, y comoconsecuencia de ello Trotski y no Stalin se encontraba ensu elemento en 1917, y a la inversa unos aos despus.

    http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn9http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm#ftn9
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    Stalin estaba totalmente encajado para desempear supapel, no mera o principalmente por su gran genioorganizador y tctico. Su medio ambiente, su experiencia yformacin mental lo haban preparado para dirigir el

    bolchevismo en su ruptura con los principios democrticosy a lo largo de las dcadas de aislamiento yautoaislamiento. Para la funcin de tal direccin l fue elms perfecto rgano.

    Haba vivido siempre en Rusia, y la mayor parte de losaos en sus nativos Cucasos, en la frontera entre Europa yAsia, donde haba permanecido totalmente aislado de lasinfluencias directas del marxismo de la Europa occidental.

    sta fue su gran debilidad ante el perodo leninista, cuandoel bolchevismo aventuraba su futuro a la revolucin enOccidente. Pero sta fue la fuente de su extraordinariafuerza cuando la revolucin se retir o comenz a retirarsea su concha nacional. l, que apenas haba mirado nuncams all de la misma, encontr pocas o ninguna dificultada la hora de divorciar el bolchevismo de la perspectivamarxista occidental.

    Sus rivales, al igual que Lenin, haban vivido exiliados oemigrados en Alemania, Francia y otros pases europeos.En ellos haban escuchado durante muchos aos y con granentusiasmo los discursos de Jaures y Bebel, los profetas yavanzados del socialismo francs y alemn. Recogieron lasenseanzas de Kautski y Guesde, los ms destacadosintrpretes del marxismo. Pudieron ver y admirar lacantidad de peridicos y revistas socialistas, que se

    publicaban abiertamente y lean por millones, mientras losrevolucionarios rusos tan slo podan sacar unas cuantashojas clandestinas, que con grave riesgo ellos mismoslograban escamotear dentro de Rusia. Admiraron con

    pasmo la fuerza parlamentaria v las instituciones poltico-docentes de los marxistas occidentales, las gigantescas

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    Uniones, las poderosas y abiertamente conducidashuelgas, las manifestaciones del Primero de Mayo.etctera, etctera. Estaban anonadados ante el poderodel marxismo europeo.

    Despus vino el gran hundimiento de 1914, cuando apesar de las innumerables confesiones de antimilitarismo einternacionalismo, el poder de los partidos occidentales fueaparejado a las mquinas de guerra de los gobiernos

    beligerantes. Pero todava los emigrados rusos seguancreyendo en la inherente conciencia de clase y poder del

    proletariado occidental que superara esta traicin y susconsecuencias. Incluso varios aos despus de ser los

    dirigentes de Rusia les cost trabajo abandonar estacreencia.

    Stalin no tena ninguno de sus entusiasmos e ilusiones.Nunca se haba sentado a los pies de Jaures, Bebel, Kautskiy Guesde. Nunca tuvo la impresin de la aparente fortalezadel movimiento marxista en Occidente de primera mano.Incluso durante la poca leninista, cuando l tambin

    manifestada su esperanza en la propagacin de larevolucin, meramente adoptaba el lenguaje usual entre losbolcheviques del momento. Cuando desapareci esaesperanza. su equilibrio interno no sufri alteracin alguna.Al contrario de lo que pensaron muchos viejos

    bolcheviques, l no consider en ningn momento que larevolucin rusa y sus ejecutores estaban suspensos de unhilo. Tan temprano como en 1918 ya haba manifestado sufro escepticismo sobre los movimientos revolucionarios

    del Oeste, y motiv la censura de Lenin. Paradgicamente,la ignorancia de Occidente le llev a apreciar de formamucho ms realista su potencialidad revolucionaria que aotros dirigentes bolcheviques. incluido Lenin, que laconsiguieron tras muchos aos de observacin directa ydetenidos estudios.

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    La orientacin democrtica de los primeros dirigentesbolcheviques fue tambin, en cierto grado, acorde con latradicin marxista de Occidente. Bajo el zarismo, el

    bolchevismo nudo existir y operar clandestinamente.

    Cualquier movimiento clandestino, si quiere ser efectivo.debe ser dirigido. en mayor o menor grado,autoritariamente. Debe ser muy disciplinado. organizado

    jerrquicamente y controlado centralmente. Casi todos losmovimientos revolucionarios rusos (y todos losmovimientos de resistencia a los nazis en la Europaocupada durante 1940-45) se caracterizaron por talesrasgos. Los jefes de cualquier partido clandestino debenexaltar la idea de disciplina estricta y recia direccin, basesen las que se apoya la supervivencia de tal partido. En supoca, Lenin exalt el principio de una direccin fuerte contodo el nfasis y la reiteracin que le eran caractersticas.

    Pero ni la organizacin bolchevique clandestina de losdas zaristas fue el organismo monoltico que present laleyenda stalinista.

    Los emigrados bolcheviques tenan ante sus ojos losejemplos de las organizaciones obreras occidentales, en lasque el libre debate abundaba y se observaban las normasdemocrticas con gran cuidado, incluso si suceda quealgunas de aquellas organizaciones estuviesenefectivamente, controladas por malvolos comits dedireccin. El emisario bolchevique que con pasaporte falsoviajaba entre la Europa occidental y Rusia, se vea envueltofrecuentemente entre los rasgos democrticos de los

    partidos occidentales y el autoritarismo clandestino delsuyo. Y soaba con el da en que su partido pudiera salir ala luz, debatir sus problemas con toda libertad, adoptarnormas democrticas y elegir libremente a sus dirigentes.Siempre que el Partido Bolchevique sali a la luz, aunqueslo fuera por breves momentos, como en 1905, Lenin

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    imbuy la democracia en l. Y desde 1917 a 1920 lademocracia interna floreci en todos los niveles del PartidoBolchevique.

    Los rasgos polticos de Stalin estaban formados por elbolchevismo clandestino solamente. l haba sido uno deesos rigurosos miembros de comit que haba guardadocon todo celo la organizacin bolchevique de la infiltracinde elementos intrusos y agentes provocadores. En unaorganizacin clandestina, la base no puede elegirlibremente a sus dirigentes y con frecuencia no puedenllegar a conocerlos. No es de extraarse, pues, que loshombres de comit sientan la amenaza de quiebra y el

    peligro de blanco para la polica poltica al menor intentode democratizacin.

    Esta perspectiva del viejo dirigente clandestinoperdurara durante toda la vida de Stalin. Consideraba losdebates y polmicas a que se entreg el partido entre 1917y 1920 una prdida de tiempo y un deterioro de la fuerza yeficacia, segn afirm posteriormente. Evidentemente, l

    tambin tuvo que hablar, por respeto a los cnones, sobrela necesidad de democracia en el interior del Partido. Peronunca lleg a comprender que la autntica libertad decrtica y el contraste de opiniones en pblico pudiesen serun fermento creador capaz de mantener vivo y fuerte elideal de un partido.

    Una vez llegado al poder, traslad los hbitos delbolchevismo clandestino a extremos grotescos dentro del

    Estado Sovitico en la vida de toda nacin, en la que, detodas formas, los estmulos democrticos se habanatrofiado.

    Finalmente, Stalin estaba poco menos que predestinadopara ser el principal portavoz del bolchevismo cuando steestaba asimilando las formas de vida rusas y la ttrica

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    herencia del pasado zarista. En tal herencia la ortodoxiagriega era un factor principal. Stalin la haba absorbidodurante su juventud, al igual que otros muchosrevolucionarios rusos especialmente en el Cucaso, en

    que haba recibido su educacin en un seminario ortodoxo.Aunque cualquier revolucionario educado durante su

    juventud para sacerdote no debiera conservarnecesariamente el molde mental adquirido. Pero Stalin loconserv en grado extremo.

    Antes de que impusiera las formas y modos de laortodoxia griega en el Partido Bolchevique, stos se habanimpuesto en su propia mente sobre el marxismo y el

    atesmo. Present la frmula marxista-leninista con lainflexin de voz y en ocasiones jerga de la ortodoxiagriega, que haca sonar estas frmulas menos raras a lasatrasadas masas rusas. Y, evidentemente, hizo aparecerel bolchevismo como una nueva emanacin del viejo eindefinible espritu de la Iglesia, antes de rehabilitar laIglesia por razones de conveniencia.

    Resulta suficiente, como ejemplo, leer el famosojuramento de fidelidad a Lenin, esa extraa letana queenton tras la muerte de Lenin y en la que comenzaba cadainvocacin con el estribillo: Te juramos, camaradaLenin, para sentir de cerca, casi fsicamente, el ex alumnode los monjes, preparado para dar sermones y rezar en losfunerales, emergiendo en el discpulo de Lenin ydominando al marxista.

    Esto solamente es el ejemplo ms asombroso de laamalgama marxismo-ortodoxia griega que fuecaracterstico de Stalin y del stalinismo. Incluso en susescritos ms elaborados, y hasta en su ltimo ensayosobreLos Problemas Econmicos del Socialismo en laURSS, Stalin proporcion a sus argumentos un sesgo

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    escolstico inimitable, como si hubiera estado tratando dela interpretacin teolgica del dogma y no de las realidadesdel poder poltico y la vida social.

    Si la tendencia de la revolucin rusa derrotaba hacia unaautodedicacin nacional, una autocracia y ortodoxia cuasieclesistica, entonces Stalin era su agente perfecto. Peroestas frmulas polticas, correctas en s mismas, no hanllegado a calar en las fuentes psicolgicas ms internas delstalinismo, que se deben buscar muy por debajo de laconciencia poltica, en la imaginacin e instintos de un

    pueblo primitivo.

    La Rusia de comienzos y mediados de la dcada 20 seencontraba en un estado de civilizacin bajsimo. La mayor

    parte de la poblacin estaba formada pormujiks descalzosy analfabetos que cultivaban sus pequeas parcelas conarados de madera. Haba tambin tribus montaesas delCucaso y los pastores nmadas y seminmadas de las

    provincias asiticas, sumergidos en formas de vida todavams arcicas.

    El peso de estos elementos fue muy grande. Es obvioque en los acontecimientos de 1917 los obreros industrialesde Petrogrado (Leningrado) y Mosc fueron los agentes

    principales, pero su ascensin poltica se acab con ladisminucin de la revolucin y con la dispersin fsicade la clase obrera metropolitana durante las guerras civiles.Durante los aos de Stalin, uno de los rasgos msdefinitorios fue la toma de nuevas fuerzas de la Rusia rural

    y las zonas asiticas y semifronterizas con Asia.

    Gran parte del pensamiento y de las concepciones de laRusia rural estaban todava por debajo de la ortodoxiagriega o de cualquier pensamiento religioso organizado.Estaba sumergida en la magia primitiva de una sociedadrudimentaria. Conocemos a travs de los investigadores de

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    fases anteriores de la civilizacin, y de los freudianos,cuantos lastres de magia primitiva se pueden localizar enlas concepciones y comportamientos de naciones modernasy relativamente educadas. Pero tambin conocemos que la

    magia primitiva expresa la impotencia humana ante lasfuerzas de la naturaleza que todava no ha aprendido acontrolar; y que, en general, la tecnologa y organizacinmodernas son sus enemigos ms encarnizados. Al nivel dela tecnologa del arado de madera suele florecer la magia

    primitiva.

    Bajo Lenin, el bolchevismo se haba habituado a buscarla razn, el ejercicio de las facultades, el enriquecido idea-

    limo de los obreros industriales conscientes de su clase.Hablaba el idioma de la razn incluso cuando se diriga alos mujiks. Pero una vez que el bolchevismo dej deconfiar en la revolucin de occidente, una vez que haba

    perdido el sentido de autosuperacin sobre el medioambiente nativo, que se dio perfecta cuenta de que tan slo

    poda retrotraerse dentro de ese medio ambiente, comenza descender al nivel de la magia primitiva y a dirigirse al

    pueblo en el lenguaje de esta magia.

    En Stalin el mundo de la magia primitiva estaba msvivo an que la tradicin ortodoxa griega. En su nativaGeorgia haban perdurado hasta sus das las formas de vidatribales, con sus totems y tabs. El Cucaso ha sido puntode unin de las mitologas griegas y orientales, que tantohan impregnado el folklore y la poesa verncula.Conocemos, incluso a travs de biografas soviticas, el

    enorme grado de influencia que ejercicieron sobre lamentalidad del joven Stalin; segn innumerables pruebas,su aguada emocionalidad y sensibilidad para la leyendafolklrica le acompaaron hasta el final de sus das. Muyrecientemente, Budu Svanidze, sobrino de Stalin, nos hamanifestado cun arraigados estaban en Stalin los tabs de

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    las tribus georgianas en sus aos maduros.Incidentalmente, el seor Svanidze, que fue uno de loscortesanos de su to y que contina siendo admirador suyo,relata el asunto con orgullo de tribu ms que con cualquier

    intencin de menoscabar la grandeza de Stalin.

    Hace hincapi en que Stalin estaba completamentedominado por las tradiciones georgianas de las venganzasde sangre. Relata un incidente prerrevolucionario en el queStalin se neg a cantar cierta cancin en presencia de doscamaradas georgianos porque la cancin haca referencia auna venganza de sangre en la que antepasados de los dosmiembros del partido haban participado como enemigos.

    Cuando alguien coment que esos escrupulos eranridculos y que los dos georgianos ya no eran un par desalvajes de la montaa o prncipes feudales, sinocompaeros del mismo partido revolucionario, Stalinreplic: No importa. Los georgianos tenemos nuestrocdigo de diente por diente, ojo por ojo y vida por vida; laley de los Khevsures que nos obliga a tomar venganza.Revolucionarios o no, camaradas o no, la ley sigue

    pesando sobre nosotros. Ningn georgiano olvida unaofensa o un insulto personal, a su familia o antepasados.Nunca!

    El seor Svanidze contina diciendo que durante lasgrandes purgas de 1936-38 Stalin se vio influido de nuevo

    por las tradiciones de la tribu Khevsures, que proporcionlas costumbres ms elementales de los georgianos, perofundamentalmente la de la venganza. Mientras Stalin

    preparaba la decisin de iniciar las purgas, se fue a lasoledad de Crimea, pero se llev a su sobrino para tener asu lado una vez ms de acuerdo con la costumbreelemental georgiana un hombre de su tribu antes deembarcarse en la venganza de sangre.

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    Resulta difcil rechazar todo esto y tomarlo porhabladuras triviales, como uno puede estar predispuesto ahacer, si se considera la cantidad de magia primitiva queStalin personalmente introdujo en el bolchevismo.

    El hito ms caracterstico del Mosc stalinista, y porsupuesto de toda la Rusia stalinista, fue el mausoleo aLenin en la Plaza Roja, a la que interminables colas decampesinos rusos y visitantes de los ms remotos puntosasiticos de la URSS hicieron su peregrinaje paracontemplar la momia del fundador del bolchevismo. Elmausoleo se elev a pesar de las protestas de Krupskaya, laviuda de Lenin, y de otros miembros del Comit Central.

    Para los viejos bolcheviques su solo aspecto era una ofensaa su dignidad y, pensaban ellos, un insulto a la madurez del

    pueblo sovitico. El mausoleo fue el monumento que seerigi la magia primitiva en el mismo corazn de larevolucin rusa, el poste totmico y santuario delstalinismo. Tuvo su fascinacin para el pueblo sovitico yfue durante cerca de treinta aos su lugar de peregrinaje.(Y el juramento de lealtad de Stalin al Lenin muerto tuvo

    todos los matices de un funeral al desaparecido jefe de latribu.)

    Bajo Stalin, la historia del bolchevismo tuvo queescribirse de nuevo con expresiones de hechicera y magia,con Lenin y Stalin como los principales totems.

    En el culto tribal no hay pecado ms grave que ofenderal totem; de esta forma, durante el culto a Stalin, cualquiera

    que en algn momento hubiera estado en desacuerdo ohubiera tenido una disputa con Lenin era culpable desacrilegio. (Por supuesto que Stalin era un cnico a esterespecto. El conoca perfectamente todas las controversiashabidas en el Partido, y l mismo haba tenido susdesacuerdos con Lenin. Pero sta era la forma en que deba

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    presentarse la historia del partido como nica va paraasegurar su propia impunidad de crticas y ataques.)

    Los adversarios de Stalin, Bujarin y otros, tuvieron que

    ser acusados de intentar asesinar al totem ancestral, pecadofundamental en la magia primitiva. Y se les inculp noslo de haber intentado asesinar a Stalin, sino tambin aLenin; la acusacin se les hizo veinte aos despus delsupuesto intento. Es totalmente imposible explicar laatmsfera de los juicios de las purgas, con susinnumerables acusaciones, sus increbles confesiones ytodas las violentsimas maldiciones lanzadas por losfiscales contra los acusados, cualesquiera que fueran las

    plausibles explicaciones polticas, a menos que se recurra ala magia primitiva.

    Y, qu era el mismo Stalin? el remoto e inaccesiblegobernante, el Sol que proporciona la Vida, el Padre de losdoscientos millones de ciudadanos soviticos, sino el totema quien la tribu considera su antepasado y con quien todossus miembros deben sentirse en relacin personal ntima.

    Para el culto de Stalin fue esencial algo parecido a latransmigracin de las almas polticas de los grandesdirigentes: Lenin fue el Marx de su poca, Stalin fue elLenin de su poca. Este asunto dimana tambin de lasms profundas entraas de las concepciones primitivas.

    En los ltimos aos, todo el mundo qued desconcertadoante la irracional campaa dirigida a persuadir al pueblo

    sovitico de que los rusos, y ellos por s solos, haban sidolos descubridores de todas las ideas trascendentales de latcnica moderna. La campaa es posible que haya sidodictada por la fra conveniencia poltica, por el deseo deelevar la autoconfianza rusa en el conflicto con Occidente.Por sus consecuciones, la campaa ha sido nica singnero de dudas. Casi todas las naciones occidentales han

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    pasado por perodos de autoadulacin patriotera paraaumentar su propia confianza. Pero la grotesca formaadoptada por la autoadulacin en Rusia supera cualquierexperiencia reciente de patrioterismo. Se remonta a la

    poca en que la tribu cultivaba el credo en sus propiospoderes misteriosos que la situaba por encima de lasdems.

    De igual forma, el miedo a la contaminacin porcontacto con el Oeste, infundido en