JAN VAN EYCK: OBRAS MÁS REPRESENTATIVAS. PÁG. 210. EXAMEN 09/10.

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Además de su exquisita técnica, su imaginación compositiva o su capacidad para el retrato, destaca por la complejidad intelectual de sus obras, donde usa un lenguaje de símbolos y metáforas.

EL POLÍPTICO DEL CORDERO (1432) es la primera obra en la que aparece su firma, comenzada por su hermano. Con el políptico cerrado, en los extremos de la parte baja, están las figuras arrodilladas de los donantes; en la zona media se presenta la Anunciación, y sobre ésta los profetas Zacarías y Miqueas y las sibilas Eritrea y Cumana. Al abrirlo, destaca en la zona baja, la Adoración del Cordero. La escena se desarrolla en un magnífico paisaje, con grupos de personajes en torno al Cordero Místico y a la Fuente de la Vida; la zona alta está presidida por la Deesis, con Cristo Juez entre María y Bautista. A los lados, grupos de ángeles cantan y tocan instrumentos, y en los extremos destacan por su naturalismo Adán y Eva.

EL MATRIMONIO ARNOLFINI es un retrato de boda de uno de los miembros de esta familia de mercaderes y hombres de negocios. Pone de manifiesto su capacidad para jugar con elementos simbólicos y significados ocultos. El cuadro es una representación simbólica del sacramento del matrimonio. La escena discurre en el interior de la cámara nupcial. El esposo coge con su mano izquierda la mano de la dama, mientras levanta la derecha en actitud solemne. Un espejo en el fondo revela la presencia de dos personajes más. Sobre el espejo el pintor escribió: “Jan Van Eyck estaba allí”, fórmula que alude más a su condición de testigo que a la de pintor. Objetos y detalles fortalecen esta interpretación: un perro identificado con la fidelidad; la fruta que alude al estado de inocencia antes de la caída del hombre; la estatua de Santa Margarita, patrona del parto; los pies descalzos simbolizan el vínculo sagrado con el hogar o el marco del espejo decorado con escenas de la pasión.

Sus retratos se caracterizan por su extremado naturalismo: jamás mejora el modelo ni toma posición ante él. Así destacan obras como EL HOMBRE DEL TURBANTE ROJO (1433), y el RETRATO DEL CARDENAL ALBERGATI (1431). La misma precisión que en el retrato la encontramos en LA VIRGEN DEL CANÓNIGO GEORG VAN DER PAELE (1434-36). La escena se desarrolla en el coro de la iglesia de San Donaciano de Brujas, donde el canónigo se arrodilla para ser recomendado a la virgen por San Jorge y San Donacino. Destaca la calidad de las telas, brocados y sedas, plasmados con un brillo y plasticidad inimitables. La escena alude a la redención (Adán y Eva; Caín y Abel; Sansón con el león y el sacrificio de Isaac).

LA VIRGEN DEL CANCILLER ROLIN (1435) es el exponente más claro de este tipo de retrato inserto en una escena religiosa; el cuadro fue encargado por éste canciller, conocido por ser muy duro en el gobierno de Felipe el Bueno. El canciller está orando cuando se le aparece la Virgen con el Niño, coronada con un ángel. La representación es de una osadía sin precedentes: lo mundano y lo divino se mezclan sin que exista una disminución del tamaño del donante. Los detalles escultóricos permiten dotar de significado a la imagen. En el friso se representa la expulsión del paraíso, Caín

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y Abel, la embriagadez de Noé y el Diluvio, motivos que aluden a la llegada del redentor. Fuera se observa un magnífico paisaje; en el jardín dos figuras contemplan el mundo a su alrededor.