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Jesus Nuestro Amor Eucaristico INDICE Acerca Del Autor Prefacio Capitulo 1, O Divina Eucaristía Capitulo 2, Jesús Para Mi Capitulo 3 - Jesús En Mi Capitulo 4 - Jesús Conmigo Capitulo 5 - El que nos da a Jesús Capitulo 6 - El Pan que nos da Nuestra Madre Celestial Capitulo 7 - Oraciones ante el Santísimo Sacramento Jesus Nuestro Amor Eucaristico Por el Padre Stefano Manelli, O.F.M. Conv., S.T.D. El Padre Stefano Manelli ha sido sacerdote como por veintiocho años. Como por diez años el fué Superior del Convento "Casa Mariana", la cual el fundó. Esta comunidad religiosa, inspirada por San Maximiliano Kolbe en su idea de la "Cuidad de la Inmaculada" trata de seguir cada vez más apegadamente, los ideales y reglas de San Francisco de Asis. Las facilidades para imprimir y la estacíon de radio de la "Casa Maríana" del Padre Manelli, contínua expandiéndose, y son usados exclusivamente para conocer y amar mas a Jesús y a María, para ser amados. Bajo la direccion del Padre Manelli, la Casa Mariana se extendio mas lejos, al comenzar otra Casa de María en Las Filipinas. En 1982, el Padre Manelli fue elegido Provincial de los Franciscanos Conventuales en Napoles. El Padre Manelli, quien es Doctor en Teología Sagrada, es muy bien conocido en Italia. Su libro: "Jesús, nuestro Amor Eucarístico" ha sido editado por lo menos cinco veces en Italia, y mas de 100,000 copias han sido impresas. Aún cuando algunas de sus otras obras han sido publicadas en otras partes en Inglés, ésta es la primera vez que este trabajo sólido y devoto se publica en Norte América. Padre Manelli tuvo mucho gusto en darnos permiso para

Jesús, Nuestro Amor Eucarístico

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Jesús, Nuestro Amor Eucarístico

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  • Jesus Nuestro Amor Eucaristico

    INDICE

    Acerca Del Autor

    Prefacio

    Capitulo 1, O Divina Eucarista

    Capitulo 2, Jess Para Mi

    Capitulo 3 - Jess En Mi

    Capitulo 4 - Jess Conmigo

    Capitulo 5 - El que nos da a Jess

    Capitulo 6 - El Pan que nos da Nuestra Madre Celestial

    Capitulo 7 - Oraciones ante el Santsimo Sacramento

    Jesus Nuestro Amor Eucaristico

    Por el Padre Stefano Manelli, O.F.M. Conv., S.T.D.

    El Padre Stefano Manelli ha sido sacerdote como por veintiocho aos. Como

    por diez aos el fu Superior del Convento "Casa Mariana", la cual el fund.

    Esta comunidad religiosa, inspirada por San Maximiliano Kolbe en su idea de

    la "Cuidad de la Inmaculada" trata de seguir cada vez ms apegadamente, los

    ideales y reglas de San Francisco de Asis.

    Las facilidades para imprimir y la estacon de radio de la "Casa Marana" del

    Padre Manelli, contnua expandindose, y son usados exclusivamente para

    conocer y amar mas a Jess y a Mara, para ser amados. Bajo la direccion del

    Padre Manelli, la Casa Mariana se extendio mas lejos, al comenzar otra Casa

    de Mara en Las Filipinas. En 1982, el Padre Manelli fue elegido Provincial de

    los Franciscanos Conventuales en Napoles.

    El Padre Manelli, quien es Doctor en Teologa Sagrada, es muy bien conocido

    en Italia. Su libro: "Jess, nuestro Amor Eucarstico" ha sido editado por lo

    menos cinco veces en Italia, y mas de 100,000 copias han sido impresas.

    An cuando algunas de sus otras obras han sido publicadas en otras partes en

    Ingls, sta es la primera vez que este trabajo slido y devoto se publica en

    Norte Amrica. Padre Manelli tuvo mucho gusto en darnos permiso para

  • publicar su libro en Ingls, ya que espera poder llegar a mas almas a travs de

    este medio masivo, para traerlas por Mara, al dulce yugo de Cristo. A

    nosotros nos da mucha felicidad el publicar y distribuir este libro.

    A todos los que deseen saber y amar mas al Amor Divino de nuestro

    Eucaristico Jess, los invitamos a que lean este tan poderoso y edificante.

    Prefacio

    "La devocion a la Eucarista," dijo San Pio X, Papa de la Eucarista, "es lo

    mas noble, porque tiene a Dios como objeto; es la mas provechoso para la

    salvacion, porque nos da al Autor de la Gracia; es la mas dulce, ya que

    Nuestro Seor es dulzura en Si mismo."

    La devocin a la Eucarista, junto con la devocin a Nuestra Madre Santsima,

    es una devocin del Paraso, porque es la devocin que los Angeles y los

    Santos del Cielo tambien tienn. "Hay una escuela en el Cielo," sola decir la

    mstica Santa Gemma Galgani, "y ah lo nico que se tiene que aprender es

    cmo amar. La escuela est en el Cenculo; el Maestro es Jess; la materia

    que se ensea es Su Cuerpo y Su Sangre."

    La Eucarista es Amor en S misma, idntica a Jess. Por esa razn, es el

    Sacramento del Amor, el Sacramento que rebosa con Caridad.

    Verdaderamente contiene a Jess, viviente y verdadero ... el Dios Quien es

    "Amor," (Juan 4:8), y Quien nos am "haste el final." (Juan 13:1)

    Todas las expresiones de amor, aun las ms altas y las ms profundas, se

    verifican en la Eucarista. De ese modo, es un Amor que ha sido crucificado,

    un Amor que une, un Amor que adora, un Amor que contempla, un Amor que

    ora, un Amor que satisface deliciosamente.

    Jess Eucarstico es un Amor crucificado en el Santsimo Sacrificio de la

    Misa, en la cual El renueva Su inmolacin par nosotros. En la Comunin

    Sacramental y Espiritual, El es un Amor que une, hacindose El, Uno con la

    persona que Lo recibe. El es un Amor que adora en el Santo Tabernaculo, en

    donde El esta presente como un holocausto de adoracin al Padre. El es un

    Amor contemplativo, en su encuentro con las almas de los que desean estar "a

    sus pies", como Maria de Betania. (Luc. 10:39). El es Amor que ora "viviendo

    siempre para interceder por nosotros" ante el Padre. (Heb. 7:25). El es un

    Amor que satisface deliciosamente, en el regocijo celestial de la unon nupcial

    con sus esposas favoritas, (vrgenes de ambos sexos): a quienes El atrae a S,

  • en Amor exclusivo, del mismo modo que atrajo a San Juan Evangelista, el

    Apstol vrgen, y el nico que "se recost sobre Su pecho" en el Cenculo.

    (Juan 21:20)

    "El ser posedo por Jess y poseerlo ... ese es el verdadero Reino de Amor,"

    escribi San Pedro Julan Eymard. La Eucarista logra este "perfecto Reino de

    Amor" en todos los que son puros de corazn y se acercan al Santo

    Tabernculo a unirse con Jess en la Hostia, con humildad y amor. En la

    Eucarista, Jess se sacrifica por nosotros, se da a nosotros, permanece entre

    nosotros con humildad y amor infinitos.

    "Para Uno en tan privilegiada posicion, el rebajarse tanto es una maravilla que

    causa asombro," exclamo el Padre Serfico, San Francisco. "Qu sublime

    humildad y qu humilde sublimidad, que el Seor del Universo, el Divino

    Hijo Dios, se haya subajado tanto, al grado de esconders bajo la apariencia de

    pan para nuestra salvacin! Contemplad hermanos mos, el modo tan humilde

    de Dios. Por tal motivo, no se consideren ustedes que son algo por ustedes,

    para que puedan ser enteramente aceptables a El, quien se da completamente

    por ustedes."

    Y San Alfonso de Ligorio agrega con su ternura afectuosa usual: ''Jess Mio!

    que designio tan amoroso fu este Santo Sacramento ... el que T te

    escondieras bajo la apariencia de pan para poder ser amado y para estar a la

    disposicin de que pueda visitar cualquiera que Te desee."

    Ojal que en nuestros afectos hacia el Santsimo Sacramento, exista siempre

    un pequeo recordatorio del sacerdote quien cada da nos da a Jess, y

    recordemos tambin a la Santsima Virgen Mara, Madre de Jess nuestro

    Dios, y a todos los sacerdotes; ya que la Eucarista, Nuestra Seora y el

    sacerdote, son inseparables, igual que Jess, Mara y San Juan Evangelista

    fueron inseparables en el Calvario.

    Aprendamos todo esto en la escuela de los Santos. Ellos vivieron de una

    manera que fu ardiente y sublime, como verdaderos serafines de Amor por la

    Eucarista. Son stos quienes, como lo declara Vaticano II (Lumen Gentium,

    n. 50), son "el camino ms seguro" hacia el Dios de Amor Eucarstico.

  • Capitulo 1

    O Divina Eucaristia

    Jess Eucarstico Est Entre Nosotros

    Cuando San Juan Vianney lleg a la villita insignificante de Ars, alguien le

    dijo con amargura: "Aqu no hay nada que hacer!", y el Santo le replic: "Por

    lo tanto, hay mucho por hacer."

    E inmediatamente comenz a actuar. Qu fu lo que hizo? Se levantaba a las

    2:00 de la maana e iba a orar cerca del altar en la Iglesia obscura. Recitaba el

    Oficio Divino, haca su meditacin y se preparaba para la Santa Misa.

    Despus del Santo Sacrificio de la Misa, haca su Accin de Gracias y

    permaneca en oracin hasta el medioda. Siempre permaneca en oracon a

    rodillado en el piso sin soporte alguno, con el Rosario entre sus dedos y sus

    ojos fijos en el Tabernaculo.

    Las cosas siguieron as por un corto tiempo.

    Pero entonces ... tuvo que empezar a cambiar su horario; y las cosas llegaron a

    tal punto, que se requiri un cambio completo en su programa. Jess

    Eucarstico y la Santsima Virgen Mara, atrajeron poco a poco almas a esa

    pobre parroquia, hasta el punto de que la Iglesia no parecia bastante grande

    para contener la multitud, y el Confesionario del Santo Curato se vi inundado

    con hileras interminables de penitentes. El santo cura se vi obligado a

    escuchar confesiones por 10, 15 y hasta 18 horas diarias. Cmo fue que se

    logro tal transformacin? Esta habia sido una Iglesia pobre, con un altar sin

    usarse por mucho tiempo, un Tabernculo vaco, un confesionario anticuado,

    y un sacerdote de poco talento, sin medios para hacer nada. Como pudieron

    estas cosas sufrir un cambio tan asombroso en esa villita obscura?

    Podemos hacer la misma pregunta estos das, refirindonos a San Juan

    Rotundo, un pueblo en Gargano, Italia. Hasta hace unas pocas dcadas, era un

    lugar obscuro, ignorado entre los despeaderos escabrosos de un promontorio.

    Hoy da, San Giovanni Rotunda es un centro de vida espiritual y cultural, y su

    reputacin es internacional. Tambien aqu hubo un fraile emfermzo y poco

    prometedor, un Convento antiguo y malgastado, una Iglesia descuidada y un

  • Tabernculo siempre abandonado en el que este pobre fraile se acababa entre

    sus dedos las cuentas del Rosario, en una recitacion incansable.

    Cmo se realiz el cambio? Qu fu lo que caus la maravillosa

    transformacin que vino a Ars y a San Giovanni Rotunda, al grado que cientos

    de miles y quiza millones de personas, han ido ah de todas partes del mundo?

    Slo Dios pudo lograr tales transformaciones, usando segn Su manera, "y

    aun lo que no es, para destruir lo que es." (1 Cor. 1:28) Todo se debe a El, al

    poder divino e infinito de la Eucarista, a la gran fuerza de atraccin que

    irradia de todo Tabernculo, y que irradi de los Tabernculos de Ars y San

    Giovanni Rotundo, y que toc a las almas por medio del ministerio de esos

    dos sacerdotes, verdaderos "Ministros del Tabernculo y Distribuidores de los

    misterios de Dios." (1 Cor. 4:1)

    Preguntemos: Qu es la Eucarista? Es Dios entre nosotros. Es Nuestro Seor

    Jesucristo presente en los Tabernculos de nuestras Iglesias, con Su Cuerpo,

    Sangre, Alma y Divinidad. Es Jess oculto bajo las especies de pan, pero real

    y fsicamente presente en la Hostia consagrada, de modo que El vive en medio

    de nosotros, trabaja en nosotros y para nosotros y est a nuestra disposicin.

    Jess Eucarstico es el verdadero Emmanuel, "Dios con nosotros." (Mateo

    1:23)

    "La Fe de la Iglesia nos dice el Papa Po XII es sta: Que es Uno y el mismo,

    el Verbo de Dios y el Hijo de Mara, quien sufri en la Cruz, quien est

    presente en la Eucarista, y quien reina en el Cielo."

    Jess Eucarstico est aqu, con nosotros, como un hermano, como un amigo,

    como el esposo de nuestras almas. El desea venir a nosotros, ser nuestro

    alimento para la vida eterna, nuestro amor, nuestro sosten. El quiere hacernos

    parte de su Cuerpo Mstico en el que El nos pueda redimir y salvar, y as,

    llevarnos al Reino de los Cielos para hacernos partcipes de la felicidad eterna

    de amor.

    Con la Eucarista, Dios hos ha dado verdaderamente todo. San Agustn

    exclam: "An cuando Dios es Todopoderoso, es incapaz de dar ms; an

    cuando es Sabidura Suprema, no sabe cmo dar ms; aun cuando es

    inmensamente rico, no tiene ms que dar."

    A la Eucarista entonces debemos ir. A Jess debemos volver; a Jess, quien

    desea darse a nosotros a fin de hacernos suyos convirtindonos "como

  • Dioses." "Jess, Alimento de las almas fuertes, - deca Sta. Gemma Galgani, -

    fortalceme, purifcame, hazme como Dios." Recibamos la Eucarista con un

    corazn puro y ardiente. As es como lo han hecho los Santos. No debiera ser

    muy difcil para nosotros familiarizarnos con este misterio inefable. El

    estudio, meditacin y refleccin sobre la Eucarista, debe ocupar un lugar muy

    importante en nuestro programa diario. Ser el momento ms rico en

    bendiciones en nuestro da.

    Conocer, Amar, Vivir La Eucaristia.

    A fin de explorar cuando menos algo de la inmensa riqueza que se reserva en

    el Misterio de la Eucarista, vamos a tomar un ejercicio que usa a la vez y

    constantemente la mente, el corazn y la voluntad.

    Primero, usa la mente. Aqu uno medita en la Eucarista de una manera atenta

    y ordenada. Esto se puede hacer con libros que nos inspiren a descubrir

    personalmente y a meditar profundamente en este Misterio de Amor.

    Un folleto sencillo pero rico en su contenido, es "Visitas al Sacratsimo

    Sacramento y a la Santsima Virgen Mara", de San Alfonso M. de Liguori.

    Tambin se pueden obtener dos folletos preciosos por San Pedro Julin

    Eymard intitulados: "La Presencia Real", y "Sagrada Comunin".

    Podramos sobre todo aprender de la escuela de San Pedro Julian Eymard,

    quien fu inigualable Apstol de la Eucarista. Su vocacin y misin era la de

    llevar Cristianos a la Eucarista. Cuando fund la Congregacin de Sacerdotes

    del Santsimo Sacramento, l ofreci su vida por el Reino Eucaristco de

    Jess. En ese tiempo, el escribi estas palabras ardientes: "Querido Jess, aqu

    est mi vida. Heme dispuesto a comer piedras y a morir abandonado, con tal

    de poder erigirte un trono y darte una familia de amigos, una nacin de

    adoradores."

    Si tan slo conociramos el regalo de Dios quien es amor y quien se da a

    nosotros como un Regalo lleno de Amor! "La Eucarista, - deca San Bernardo

    - es ese amor que sobrepasa todos los amores en el Cielo y en la tierra." Y

    Santo Toms de Aquino escribi: "La Eucarista es el Sacramento de Amor:

    significa Amor, produce Amor."

    Un da, un prncipe Arabe, Abd-ed-Kader, al pasar por las calles de Marsella

    con un oficial Francs, se encontr con un Sacerdote que llevaba los Sagrados

  • Viticos a un hombre moribundo. El oficial Francs se detuvo, se descubri la

    cabeza y se arrodill. Su amigo le pregunt la razn de esa ceremonia.

    "Rindo adoracin a mi Dios, a quien el sacerdote lleva a un enfermo," replic

    el oficial.

    "Cmo es posible, - dijo el principe, - que t creas que Dios, quien es tan

    grande, se haga tan chiquito y permita que se le lleve an a las casas de los

    pobres? Nosotros los Mahometanos tenemos una idea mucho ms grande de

    Dios."

    El oficial respondi: "Eso se debe a que ustedes slo tienen una idea de la

    grandeza de Dios; porque ustedes no conocen Su Amor."

    Para confirmar sto, San Pedro Eymard declara: "La Eucarista es la prueba

    suprema del amor de Jess. Despus de sto no existe nada, ms que el Cielo

    mismo." Sin embargo, cuntos cristianos no conocemos la vasta extensin del

    amor contenido en la Eucarista.

    Segundo. - Para explorar la riqueza de la Eucarista, usamos el corazn. Si

    todo Cristiano ha de amar a Jesucristo, ("si algn hombre no ama a Nuestro

    Seor Jesucristo, que sea condenado.") (1 Cor. 16:22). El amor por la

    Eucarista debe brotar del corazn y estar siempre vivo en todos nosotros.

    Ahora bien, an el amor necesita ejercitarse. El corazn necesita ejercitarse

    para amar a Dios verdadero, para desear al Autor de la Vida. (Actos 3:15)

    La Sagrada Comunin representa el punto ms excelso en este ejercicio de

    amor, cuyas llamas consumidoras unen el corazn de una criatura y Jess. Sta.

    Gemma Galgani poda exclamar respecto a sto: "No puedo ms evitar el

    pensamiento de que en el maravilloso designio de Su Amor, Jess se hace a S

    mismo perceptible, y se muestra a la ms insignificante de las criaturas en

    todo el esplendor de Su Corazn." Y qu podemos decir acerca de los ejer

    cicios del corazn de Santa Gemma, quien deseaba ser una "tienda de amor"

    en que pudiera hospedar por siempre a Jess con ella? Ella deseaba tener un

    lugarcito en el Ciborio, para poder estar siempre con Jess. La Santa pedi

    llegar a ser una bola ardiente de amor par Jess.

    Cuando Santa Teresa del Nio Jess estaba seriamente enferma, se arrastraba

    con gran esfuerzo a la Iglesia para recibir a Jess. Una maana, despus de la

    Sagrada Comunin, estaba exhausta en su celda. Una de las monjas le hizo

    notar que no deba esforzarse tanto. La Santa replic; "Oh, que son estos

  • sufrimientos en comparacin con una Sagrada Comunin?" Su queja dulce

    consista en que no poda recibir la Sagrada Comunin a diario. (En esos

    tiempos no era permitido). Ardientemente suplicaba a Jess: "Permanece

    dentro de m, igual que permaneces en el Tabernculo. No retires nunca Tu

    presencia de tu Pequea Anfitriona."

    Cuando Santa Margarita Mara Alacoque abandon el mundo para

    consagrarse a Dios en el Convento, hizo un voto privado y lo firm con su

    sangre: "Todo por la Eucarista; nada por m." Es intil tratar de describir el

    amor abrazador de la Santa por la Eucarista. Cuando no poda recibir la

    Sagrada Comunin, se deshaca en ardientes expresiones de amor tales como

    estas:

    "Deseo tanto recibir la Sagrada Comunin, que si tuviera que caminar

    descalza por un sendero de fuego a fin de obternerla, lo hara con indecible

    gozo."

    Santa Catalina de Siena deca seguido a su Confesor: "Padre, tengo hambre;

    por el amor de Dios, dle a esta alma su alimento, su Seor en la Eucarista."

    Y otra de sus confidencias: "Cuando no puedo recibir a mi Seor, voy a la

    Iglesia, y ah volteo a verlo, y lo veo de nuevo ... y esto me satisface."

    A esto llamamos "Ejercicios del Corazn."

    Tercero. - Para encontrar las riquezas de la Eucarista, uno debe-ejercitar la

    voluntad. Uno debe hacer esto trayendo las lecciones divinas de la Eucarista

    dentro de su vida. De que servira descubrir el valor infinito de la Eucarista

    segn meditamos sobre ella y buscamos amarla a la hora de la Comunin, si

    no procedemos entonces a vivirla?

    La Eucarista nos ensea un amor que va ms all de todo lo que se puede

    decir. Ensea un sacrificio propio total, y una leccin inigualable de humildad

    y aniquilamiento propio. Ensea paciencia y dedicacin sin restricciones.

    Pero que es lo que sacamos de todo sto? Ciertamente que deberamos

    lograr algo! Podemos continuar indiferentes y hacer nada cuando Jess nos

    ha amado tanto y an nos ama con esta gran generosidad hasta el final? (Juan

    13:1)

    Si nos sentimos frgiles, necesitamos acudir a El, para hablarle y no dudar en

    pedirle Su ayuda y sostn, pues El es el mismo quien dijo: "Sin M, ustedes no

    pueden hacer nada." (Juan 15:5) En primer lugar, vayamos frente a El: "Venid

  • a M ... y Yo los refrescar." (Mat. 11:28) Visitmoslo a menudo, entrando a

    una Iglesia siempre que podamos y pasando un ratito ante el Tabernculo, y

    poniendo tanto nuestro corazn cerca de EI y nuestro cuerpo ante el Suyo! Los

    santos estuvieron siempre ansiosos de visitar a Jess en el Santsimo

    Sacramento, de hacer Horas Santas de Adoracin, Comuniones Espirituales,

    oraciones, jaculartorias y actos tiernos de amor que salen del corazn. Canto

    beneficio sacaron ellos de sto, y cuntos beneficios nos pasaron.

    Un dia en Turn, un amigo que era compaero de la Universidad, pregunt a

    Pedro Jorge Frassati: "Vamos a tomarnos un aperitivo." Pedro Jorge

    aprovech la ocasin y replico, indicand a su amigo la cercana Iglesia de

    Santo Domingo: "Pero, por supuesto, vamos a tomarlo en ese caf." Entrando

    a la Iglesia, rezaron por un momento cerca al Tabernculo; luego se acercaron

    a la caja de las ofrendas y Pedro Jorge dijo; "Aqu est el aperitivo." Y de los

    bolsillos de los dos jvenes, salieron limosnas para los pobres!

    Pensando acerca de la Eucarista durante un sermn, San Juan Crisstomo

    pregunt una ocasin: "Cmo podemos hacer de nuestros cuerpos una

    Hostia?" Y l mismo replic: "No permitan que sus ojos vean cosas malas, y

    habrn ofrecido una sacrificio; no permitan que sus lenguas ofrezcan palabras

    inadecuadas, y habrn hecho una ofrenda; no permitan que sus manos cometan

    pecado, y habrn ofrecido un holocausto."

    Nada ms recuerden los ojos de Santa Colette, - siempre bajos y recogidos en

    dulce modestia. Por que? Una vez ella di la respuesta: "Mis ojos, los he

    llenado con Jess, sobre quien los he fijado a la hora de la Elevacin de la

    Hostia durante la Misa, y no deseo reemplazarlo con ninguna otra imagen."

    Pensemos en la edificacin y reserva de los Santos al hablar, usando con

    exactitud la lengua que ha sido consagrada por el contacto con el Cuerpo de

    Jess. Recuerden las buenas obras que las almas, llenas de amor por la

    Eucarista, han realizado, porque Jess comunic Sus propios sentimientos de

    amor a todos los hermanos, especialmente a los ms necesitados. No

    podemos tambin nosotros ejercitar as nuestra voluntad? Aprendamos de los

    Santos y comencemos a continuar sus buenas obras.

    Jess "me ha amado y se ha sacrificado por m." (Gal. 2:20)

  • Capitulo 2

    Jesus Para Mi.

    La Santa Misa es el Sacrificio de la Cruz. La Santa Misa diaria. Participacin activa y fructfera. La Santa Misa y las Almas en el Purgatorio.

    La Santa Misa Es El Sacrificio De La Cruz.

    Slamente en el Cielo comprenderemos la divina maravilla que es la Santa

    Misa. No importa cunto nos esforcemos y no importa qu tan santos e

    inspirados seamos, no podemos sino tartamudear en esta obra divina que

    trasciende a los hombres y a los Angeles.

    Un da se le haba preguntado al Padre Pio de Pietrelcina: "Padre, por favor

    explquenos la Santa Misa." "Hijos mos, - replic el Padre Pio, como puedo

    yo explicrselas? La Misa es infinita como Jess ... pregntenle a un Angel lo

    que es la Misa, y El les contestar en verdad: 'yo entiendo lo que es y por qu

    se ofrece, mas sin embargo, no puedo entender cunto valor tiene.' Un Angel,

    mil Angeles, todo el Cielo, saben esto y piensan as."

    San Alfonso de Liguori vino a firmar: "El mismo Dios no puede hacer una

    accin ms sagrada y ms grande que la celebracin de una Santa Misa." Por

    qu? Porque la Santa Misa es, se puede decir, la sntesis; porque la Santa Misa

    se puede decir que suma la Encarnacin y Redencin, y contiene el

    Nacimiento, Pasin y Muerte de Jess, misterios que Dios realiz por causa

    nuestra. El Segundo Concilio Vaticano ensea: "Durante la ltima Cena, la

    noche en la que fu traicionado, Jess inici el Sacrificio Eucarstico a travs

    de los siglos hasta Su regreso." (Concilio Sacrosanto, La Constitucin de la

    Liturgia, n.47) Santo Toms de Aquino, en un pasaje inspirado escribo: "La

    celebracin de la Santa Misa tiene tanto valor como la muerte de Jess en la

    Cruz."

    Por esta razn, San Francisco de Ass dijo: "El hombre debera temblar, el

    mundo debera vibrar, el Cielo entero debera conmoverse profundamente

    cuando el Hijo de Dios aparece sobre el altar en las manos del sacerdote."

  • En verdad, puesto que renueva el Sacrificio de la Pasin y Muerte de Jess, la

    Santa Misa, aun tomada por s sola, es lo bastante grande para detener la

    Justicia Divina. Santa Teresa de Jess les deca a sus hijas: "Sin la Santa

    Misa, que sera de nosotros? Todos aqu abajo pereceramos ya que

    nicamente eso puede detener el brazo de Dios. Sin ella, ciertamente que la

    Iglesia no durara y el mundo estara perdido sin remedio." "Sera ms fcil

    que el mundo sobreviviera sin el sol, que sin la Santa Misa," deca el Padre

    Pio de Peltrecina, siguiendo a San Leonardo de Port Maurice, quien dijo: "Yo

    creo que si no existiera la Misa, el mundo ya se hubiera hundido en el abismo,

    por el peso de su iniquidad. La Misa es el soporte poderoso que lo sostiene."

    Son maravillosos los efectos que cada Sacrificio de la Misa produce en las

    almas de los que participan de ella. Nos obtiene el dolor y el perdn de los

    pecados; disminuye la pena temporal merecida por ellos; debilita la influencia

    de Satans y los impulsos indomables de la carne; reforza los lazos de nuestra

    unin con el Cuerpo de Cristo; nos proteje del peligro y los desastres; reduce

    el castigo del Purgatorio; nos obtiene un grado mayor de gloria en el Cielo.

    San Lorenzo Justino dijo que: "Ninguna lengua humana puede ennumerar los

    favores que se co-relacionan al Sacrificio de la Misa. El pecador se reconcilia

    con Dios; el hombre justo se hace an ms recto; los pecados son borrados; los

    vicios eliminados; la virtud y el mrito crecen, y las estratagemas del demonio

    son frustradas."

    Por eso San Leonardo de Port Maurice no se cansaba de exhortar a las

    multitudes que lo escuchaban: "Oh gente engaada, qu estn haciendo? Por

    qu no se apresuran a las Iglesias a oir tantas Misas como puedan? Por qu

    no imitan a Los Angeles, quienes cuando se celebra una Misa, bajan en

    escuadrones desde el Paraso, y se estacionan alrededor de nuestros altares en

    adoracin, para interceder por nosotros?"

    Si es verdad que todos nosotros tenemos necesidad de Gracias, para esta vida

    y para la prxima, nada nos las puede obtener de Dios tanto como la Santa

    Misa. San Felipe Neri sola decir: "Con oraciones pedimos Gracia a Dios; en

    la Santa Misa comprometemos a Dios a que nos las conceda." La oracin

    ofrecida durante la Santa Misa, entreteje todo nuestro sacerdocio, el

    sacerdocio ministerial, an aparte del sacerdote particular en al altar, y el

    sacerdocio comn de todos los fieles. En la Santa Misa, nuestra oraciones se

    unen a la oracin de agona de Jess, al sacrificarse El mismo por nosotros. De

    una manera especial durante la Consagracin, que es el corazn de la Misa, la

    oracin de todos nosotros se convierte tamben en la oracin de Jess,

  • presente entre nosotros. Los dos Mementos del Canon Romano, durante los

    cuales se recuerda a los vivos y a los muertos, son momentos preciosos para

    que nosotros presentemos nuestras peticiones. As mismo, en esos momentos

    supremos cuando Jess sufre Su Pasin y Muerte en las manos del sacerdote,

    podemos rogar por nuestras propias necesidades, y podemos encomendar tanto

    a nuestros seres queridos vivos, como a los que se nos han muerto, Sepamos

    aprovechar esto. Los Santos estimaron esto muy importante, y cuando se

    encomendaban a las oraciones de los sacerdotes, pedan que se les recordara

    sobre todo durante el Canon.

    Ser particularmente a la hora de nuestra muerte cuando las Misas que omos

    devotamente, nos traern nuestro ms grande consuelo y esperanza, y una

    Misa oda por nosotros durante nuestra vida, nos traer ms rditos que las

    muchas odas por otros en nuestra memoria despus de muertos.

    Nuestro Seor le dijo a Santa Gertrudes: "Puedes estar segura que referente a

    alguien quien asisti a la Santa Misa devotamente, Yo le mandar tantos de

    Mis Santos a que lo consuelen y lo protejan durante los ltimos momentos de

    su vida, como Misas haya odo bien."

    "Qu consuelo!", tena razn de decir el Santo Cura de Ars: "Si supiramos el

    valor del Santo Sacrificio de la Misa, qu esfuerzo tan grande haramos por

    asistir a ella." Y San Pedro Julin Eymard exhortaba: "Sepan, oh Cristianos,

    que la Misa es el acto de religin ms sagrado. No pueden hacer otra cosa para

    glorificar ms a Dios, ni para mayor provecho de su alma, que asistir a Misa

    devotamente, y tan a menudo como sea posible."

    Por esta rzon, consideremonos atortunados cadavez que tengamos la

    oportunidad de asistir a la Santa Misa; y a fin de no perder la oportunidad, no

    debemos nunca detenernos porque signifique algn sacrificio, especialmente

    los domingos y das de fiesta.

    Recordemos a Santa Mara Goretti, quien para ir a Misa Dominical, viajaba a

    pie una jornada de 15 millas para ir y regresar a casa. Pensemos en Santina

    Campana, quien iba a Misa aun cuando tena fiebre. Pensemos en San

    Maximiliano M. Kolbe, quien ofreca la Santa Misa cuando su salud estaba en

    tan lastimoso estado, que uno de sus hermanos religiosos tena que sostenerlo

    en el altar para evitar que cayera. Y cuantas veces el Padre Pio de Pieltrecina

    celebr la Santa Misa an cuando le sangraban las manos y arda en fiebre!

  • En nuestras propias vidas diarias, nosotros debiramos poner la Santa Misa

    delante de cualquier otra cosa buena; pues como dice San Bernardo: "Uno

    obtiene ms mrito asistiendo a una Santa Misa con devocin, que repartiendo

    todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo en peregrinacin." Y

    no puede ser de otro modo, pues nada en el mundo puede tener el valor

    infinito de una Santa Misa.

    Debiramos preferir la Santa Misa sobre cualquier diversion que slo nos hace

    perder el tiempo y no nos trae ninguna ganancia a nuestras almas. San Luis

    IX, Rey de Francia, asista a varias Misas todos los das. Un ministro del

    gobierno se quej, sugirindole que debera dedicar ese tiempo a las cosas del

    reino. El santo Rey le hizo notar: "Si me gasto lo doble de ese tiempo en

    diversiones como la cacera, nadie debiera tener ninguna objecin."

    Seamos generosos y hagamos sacrificios voluntarios a fin de no perder tan

    gran beneficio. San Agustn deca a sus Cristianos: "Todos los pasos que uno

    da al ir a or una Santa Misa, son contados por un Angel, y entonces uno

    recibir de Dios una gran recompensa en esta vida, y en la eternidad." El Cura

    de Ars agrega: "Que feliz es ese Angel de la Guarda que acompana al lma

    cuando va a Misa."

    La Santa Misa Diaria.

    Una vez que uno se da cuenta del valor infinito de la Santa Misa, no se

    sorprende del ardor de los Santos y su cuidado de asistir a Misa a diario, y aun

    ms a menudo de ser posible.

    San Agustn nos dej esta alabanza de su madre Santa Mnica: "Ella no dej

    pasar un da sin estar presente en el Divino Sacrificio ante Tu Altar, Oh Dios."

    San Francisco de Ass asista usualmente a dos Misas cada da; y cuando

    estaba enfermo, le peda a un fraile sacerdote que celebrara la Santa Misa para

    l, en su celda, a fin de no quedarse sin la Santa Misa.

    Cada maana, despus de celebrar la Santa Misa, Santo Toms de Aquino

    ayudaba en otras como accin de gracias.

    El pastorcillo San Pascual Baylon, no poda ir a la Iglesia para asistir a todas

    las Misas que hubiera deseado, porque tena que llevar a pastar a las ovejas.

    As pues, cada vez que oa las campanas de la Iglesia dar la llamada a Misa, se

    arrodillaba en el pasto entre las ovejas, frente a una cruz de madera que l

  • haba hecho, y de esa manera poda aunque fuera de lejos, seguir al sacerdote

    en el ofrecimiento del Sacrificio Divino. Qu Santo tan amante, verdadero

    Serafn de amor hacia la Eucarista. Sobre su lecho de muerte, oy la campana

    para la Misa, y sac fuerza para susurrar a sus hermanos: "Soy feliz al unir al

    Sacrificio de Jess, el sacrificio de mi pobre vida." Y muri a la hora de la

    Consagracin de la Santa Misa.

    Santa Margarita, Reina de Escocia y madre de ocho hijos, iba a Misa todos los

    das y llevaba con ella a sus hijos, y con maternal cario les enseaba a

    atesorar el misalito que haba adornado con piedras preciosas.

    Procuremos atender a nuestros asuntos de tal manera que no nos falte tiempo

    para asistir a la Santa Misa. No digamos que estamos tan ocupados con

    nuestros quehaceres, de modo que Jess nos pueda recordar: "Martha, Martha,

    t te preocupas por muchas cosas, pero slo una es necesaria." (Luc. 10:41-42)

    Cuando uno realmente quiere, encuentra tiempo para asistir a Misa sin dejar

    de atender a sus obligaciones. San Jos de Cotolengo recomendaba la Misa

    diaria para todos ... para maestras, enfermeras, trabajadores, doctores, padres

    ... y a los que objetaban no tener tiempo, les replicaba frmemente: "Malos

    Manejos! Mala economa de tiempo!" Y deca la verdad. Si tan slo

    apreciaramos el valor infinito de la Santa Misa, estaramos muy deseosos de

    asistir, y trataramos por todos los medios de encontrar tiempo necesario.

    Cuando San Carlos de Sezze viajaba por Roma buscando ayuda para su

    comunidad, se tomaba el tiempo para hacer visitas a la Iglesia y asistir a Misas

    adicionales. Fu al momento de la elevacin de la Hostia en una de estas

    Misas, que recibo en su corazn el dardo de amor.

    Todas las maanas, San Francisco de Paula iba a la Iglesia y permanecia ah

    para asistir a todas las Misas que se celebraban diario. San Juan Berchmans,

    San Alfonso Rodriguez y San Gerardo Majella, acostumbraban ayudar tantas

    Misas como podan. (Lo hacan con tanta devocon y edificacin, que atraan a

    muchos fieles a la Iglesia.)

    El venerable Francisco del Nio Jess, un Carmelita, ayudaba diez Misas

    diarias. Cuando suceda que haba una menos que ayudar, deca: "Hoy no he

    tenido mi desayuno completo." Y qu podemos decir del Padre Pio de

    Pieltrecina? El Padre Pio asista a muchas Misas diarias, y participaba en

    ellas recitando muchos Rosarios! El Santo Cura de Ars no se equivocaba al

    decir: "La Misa es la devocin de los Santos."

  • Lo mismo se puede decir del amor que los Santos Sacerdotes han sentido al

    celebrar la Misa. Era para ellos un sufrimiento terrible el no poder celebrar la

    Misa. "Cuando oigan que yo no puedo ya celebrar la Misa, cuntenme como

    muerto," dijo San Francisco Javier Bianchi a sus hermanos religiosos.

    San Juan de la Cruz dijo bien claro que el sufrimiento ms grande que tuvo

    durante su ordala en la prisin, fu el no poder celebrar la Misa ni recibir la

    Santa Comunin por nueve meses consecutivos.

    Ni obstculos ni dificultades contaban para los Santos al arreglar sus asuntos

    con el fin de no perderse un acto tan excelente. Por ejemplo, un da en las

    calles de Npoles, San Alfonso de Liguori experiment unos dolores muy

    agudos en el abdomen. El religioso que le acompaaba, lo urga a que se

    detuviera a tomar un sedante. Pero el Santo an no celebraba Misa, y su

    respuesta inmediata fu: "Mi querido hermano, yo caminara diez millas en

    esta condicin con el fin de no perder el ofrecer la Santa Misa." Y su dolor no

    lo haca romper el ayuno eucarstico, el cual en ese tiempo era obligatorio

    desde la media noche anterior. Esper a que el dolor menguara un poco, y

    luego continu su camino a la Iglesia.

    El Capuchn San Lorenzo de Brindisi, se encontraba en un pueblo de herejes.

    Puesto que este pueblo no contaba con una Iglesia Catlica, camin 40 millas

    para llegar a una Capilla a cargo de catlicos en la cual pudo celebrar la Santa

    Misa.

    En una ocasin, San Francisco de Sales estaba en una ciudad Protestante, y

    para celebrar Misa tena que ir todas las maanas antes de despuntar el alba a

    una Iglesia Catlica que estaba al otro lado de un ro muy ancho. Durante las

    lluvias de verano, el ro creci ms de lo usual y se llev el puentecito por

    sobre el cual el Santo cruzaba. Mas San Francisco no se descorazon. Tir un

    gran madero en el lugar donde el puente haba estado, y as continu cruzando

    el ro. Sin embargo, debido a la nieve y al hiel durante el invierno, haba el

    serio peligro de resbalarse y caer al agua. Entonces el Santo pens en un

    procedimiento por el cual, ponindose a horcadillas en el madero, y

    maniobrando a travs de l a gatas, poda cruzar, con el fin de no perderse el

    celebrar la Santa Misa.

    No podremos lograr ponderar lo suficiente sobre ese Misterio sin descripcin,

    La Santa Misa, la cual reproduce sobre nuestros altares el Sacrificio del

    Calvario. Tampoco podremos nunca sentir demasiada devocin por esta

    maravilla suprema del Amor Divino.

  • "La Santa Misa, - escribo San Buenaventura, - es una obra de Dios en la que

    presenta a nuestra vista todo el amor que nos tiene; en cierto modo es la

    sntesis, la suma de todos los beneficios con que nos ha favorecido."

    Participacion Activa Y Fructifera. -

    La grandeza infinita de la Santa Misa nos debera hacer capaces para entender

    la necesidad de tomar parte atenta y devotamente en el Sacrificio de Jess.

    Adoracin, amor y arrepentimiento, deberan ser nuestros sentimiento

    predominantes.

    En una refleccion muy conmovedora, citada forzosamente por el Vaticano II,

    el Papa Pio XII present las disposiciones con las que uno debera participar

    en la Santa Misa; esto es, debera ser con las disposiciones que el Divino

    Redentor tuvo cuando se sacrific a S mismo ... el mismo espritu de

    sumisin humilde ... esto es, de adoracin, amor, alabanza y accin de gracias

    a la gran majestad de Dios ..., de modo que reproduzcamos en nosotros

    mismos la condicin de victima, la auto-negacin que sigue a la enseanza de

    el Evangelio, por la cual por nuestro propio acuerdo hacemos el voluntario

    sacrificio de penitencia, dolor y expiacin por nuestros pecados.

    La verdadera participacin activa en la Santa Misa, es lo que nos convierte en

    vctimas inmoladas como Jess, y logra "reproducir en nosotros los razgos

    marcados de dolor, el sufrir como Jess" (Po XII), permitiendonos "el

    compartir en Sus sufrimientos" al hacernos "conformes a Su Muerte." (Fil.

    3:10) Todo lo dems es nicamente ceremonia liturgica, simplemente re-

    vestimiento. San Gregorio el Grande enseaba: "El sacrificio del altar ser a

    nuestro favor verdaderamente aceptable como nuestro sacrificio a Dios,

    cuando nos presentamos como vctimas." Reflexionando en esta doctrina, en

    las primeras comunidades cristianas, los fieles acostumbraban marchar en

    garbo penitencial, cantando la letana de los Santos, en procesin hacia el altar

    para la celebracin de la Santa Misa, con el Papa presidiendo. Si nosotros

    vamos a Misa con este espritu, deberamos hacer nuestros los sentimientos

    que expres el Apstol Santo Toms cuando dijo: "Vamos pues tambin

    nosotros, para morir con El." (Juan 11:16)

    Cuando Santa Margarita Mara Alacoque asista a la Santa Misa, al voltear

    hacia el altar, nunca dejaba de mirar al Crucifijo y las velas encendidas. Por

    qu? Lo haca para imprimir en su mente y su corazn, dos cosas: El Crucifijo

    le recordaba lo que Jess haba hecho por ella; las velas encendidas le

  • recordaban lo que ella deba hacer por Jess, es decir, sacrificarse y

    consumirse por El y por las almas.

    El mejor ejemplo de participacin en el Santo Sacrificio se nos da al pie de la

    Cruz por la Santisima Virgen Mara, San Juan Evangelista y Santa Mara

    Magdalena, con las santas mujeres. (Juan 19:25) Asistir a Misa es muy

    parecido a estar en el Calvario.

    San Andrs Avellino sola conmoverse hasta las lgrimas al decir: "No

    podemos separar la Sagrada Eucarista de la Pasin de Jess."

    Un da, un hijo espiritual pregunt al Padre Pio de Pieltrecina: "Padre, como

    debemos participar en la Santa Misa?'' El Padre Pio le replic: "Igual que

    Nuestra Seora, San Juan y las mujeres piadosas lo hicieron en el Calvario,

    amandolo y compadeciendose de El."

    En el misal de uno de sus hijos espirituales, el Padre Pio escribi: "Al asistir a

    la Santa Misa, concntrate intensamente en el tremendo misterio que se

    desarrolla frente a tus ojos, el cual es la Redencon y la reconciliacin de tu

    alma con Dios." En otra ocasin le preguntaron: "Padre, por qu llora tanto

    durante la Misa?" "Hija ma, - replic el Padre Pio, - qu son esas pocus

    lgrimas comparadas con lo que sucede en el altar? Debera haber torrentes

    de lgrimas!" Y an en otra ocasin alguien le dijo: "Padre, cunto debe usted

    sufrir parado sobre sus pies sangrantes por las llagas, durante todo el tiempo

    de la Misa!" El Padre Pio replic: "Durante la misa, yo no estoy parado, estoy

    colgando." Qu respuesta! Las pocas palabras "estoy colgando", expresan con

    gran fuerza lo que es ser "crucificado con Cristo" de lo cual nos habla San

    Pablo (Gal. 2:19), y que distingue la verdadera y completa participacin en la

    Misa, de la participacin vana, acadmica, an al punto de ser slo una

    ruidosa, externa, participacin verbal. Santa Bernardette Soubirous habl bien

    cuando dijo al sacerdote recin ordenado: "Recuerde que el sacerdote en el

    altar, es siempre Jesucristo sobre la Cruz." San Pedro de Alcntara se vesta

    para la Santa Misa como si estuviera a punto de subir al Calvario, porque

    todas las vestimentas sacerdotales hacen referencia a la Pasin y Muerte de

    Jess; el Alba, recuerda la tnica blanca que Herodes hizo que Jess usara a

    fin de burlarse de El como de loco; el Sngulo, recuerda los latigazos que

    dieron a Jess; la Estola, recuerda la soga con que ataron a Jess; la "tonsura",

    recuerda la coronacin de expinas; la Casulla con el emblema del signo de la

    Cruz, nos recuerda la Cruz sobre los hombros Jess.

  • Los que han asistido a una misa celebrada por el Padre Pio, recuerdan aqullas

    lgrimas abrazadoras suyas; recuerdan su peticin estricta de que los presentes

    participen en la Santa Misa de rodillas; recuerdan el sufrimiento extrujante

    que espontneamente se mostraba en la cara del Padre Pio cuando

    pronunciaba con gran esfuerzo las palabras de la Consagracin; recuerdan el

    fervor de la oracin en silencio de los fieles que llenaban la Iglesia mientras

    que el Padre Pio, silenciosamente, rezaba varios Rosarios por ms de una

    hora.

    Pero la participacin sufriente del Padre Pio a la Santa Misa, es la misma de

    los Santos. Las lgrimas del Padre Pio, eran como aquellas de San Francisco

    de Asis, (las cuales en ocasiones se volvian sangrantes); como aquellas de San

    Vicente Ferrer, de San Ignacio, de San Felipe Neri, de San Lorenzo de

    Brindisi, (quien a veces empapaba con sus lgrimas hasta siete pauelos); de

    Santa Veronica Juliani, de San Jos de Cupertino, de San Alfonso, de Santa

    Gemma Galgani ... Ms, despus de todo, cmo es posible permancer

    indiferente ante la Crucificcin y Muerte de Jess? Ciertamente que nosotros

    no seremos como los Apostoles que se durmieron en Getsemani, y mucho

    menos seremos comolos soldados, indiferentes de los espasmos atroces de

    Jess, quien mora! (Y sin embargo esta es la impresin angustiosa que

    experimentamos cuando vemos la segn llamada Misa en Rock, celebrada al

    ritmo de guitarras que tocan tonadas baratas y profanas, con mujeres vestidas

    indecentemente y jvenes en los ms extraos atavios ... Seor, perdonalos!")

    Fijemonos en la Santsima Virgen y en los Santos. Imitmoslos. Unicamente

    emulndolos, iremos por el camino verdadero, el camino que ha "complacido

    a Dios" (1 Cor. 1:21).

    La Santa Misa Y Las Almas En El Purgatorio.-

    Una vez que hayamos dejado este mundo, no habr nada que deseemos tanto

    como la celebracin de la Santa Misa por nuestras Almas. El Santo Sacrificio

    del Altar es la oracin de interceson mas poderosa, ya que sobrepasa a todas

    las oracines, todas las penitencias y todas las buenas obras. Tampoco ser

    difcil para nosotros entender que si recordamos que el Sacrificio de la Misa es

    el mismo Sacrificio de Jess, el cual El ofreci en la Cruz, y que ahora ofrec

    El sobre el altar con su valor expiatorio infinito. Jess inmolado, es la Vctima

    verdadera de "Propiciacin por nuestros pecados" (Juan 2:2) y Su Sangre

    Divina es derramada "para la remisin de los pecados" (Mat. 26:28). Nada

  • absolutamente puede igualar a la Santa Misa, y los frutos beneficiales del

    Sacrificio, se pueden extender a un numero de almas ilimitado.

    En una ocasin, durante la celebracin de la Santa Misa en la Iglesia de San

    Pablo en las Tres Fuentes en Roma, San Bernardo vi una escalera

    interminable que iba al Cielo. Muchsimos Angeles suban y bajaban por ella,

    llevando del Purgatorio al Paraso, las almas liberadas por el Sacrificio de

    Jess, renovado por los sacerdotes sobre los altares de todo el mundo.

    As pues, a la muerte de uno de nuestros familiares, tengamos mucho ms

    cuidado de mandar celebrar y asistir a la Santa Misa por l, que por las flores

    y las ropas de luto y las procesiones funerales ...

    Se cuentan y se recuentan muchas apariciones de almas quienes estando

    siendo purificadas en el Purgatorio, han venido a suplicar al Padre Pio que

    ofreciera Santas Misas por sus intenciones, a fin que ellas pudieran salir del

    Purgatorio. Un da, l celebr la Santa Misa por el padre de uno de sus

    heramanos Franciscanos. Al final del Santo Sacrificio, el Padre Pio dijo a su

    hermano: "Esta Maana, el alma de tu padre ha entrado en el Cielo." El

    hermano se puso muy feliz al escuchar eso, pero dijo al Padre Pio: "Pero,

    Padre, mi buen padre falleci hace 32 aos." "Hijo mo," - le replic el Padre

    Pio, - "delante de Dios, se tiene que pagar por todo." Y es la Santa Misa la que

    obtiene para nosotros un precio de valor infinito: El Cuerpo y la Sangre de

    Jess, el "Cordero Inmaculado" (Apoc. 5:12).

    Un da durante un sermn, el Santo Cura de Ars dijo un ejemplo de un

    sacerdote que al celebrar una Misa por su amigo muerto, despus de la

    Consagracin or de la manera siguiente: "Eterno y Santo Padre, vamos

    haciendo un cambio. Tu posees el alma de mi amigo en el Purgatorio; yo

    tengo el Cuerpo de Tu Hijo en mis manos. Librame Tu a mi amigo, y yo Te

    ofrezco a Tu Hijo, con todos los mritos de Su Pasin y Muerte."

    Recordemos: Todas las oraciones y buenas obras que se ofrecen por un alma,

    son buenas y recomendables, pero cuando podamos, pidamos que se celebren

    Santas Misas, (expecialmente las Treinta Misas Gregorianas), por las almas de

    nuestros queridos difuntos.

    En la vida del Venerable Enrique Suso, leemos que cuando era joven haba

    hecho este trato con un hermano de su orden religiosa: "Cualquiera de

    nosotros que sobreviva al otro, tratemos de apresurar la gloria del que haya

    pasado a la eternidad, con la celebracin de una Santa Misa cada semana." El

  • compaero del Bendito Enrique muri primero en un territorio de misiones. El

    Venerable Enrique record su promesa por un tiempo, y entonces, puesto que

    se vio obligado a celebrar Misas por otros, substituy la Misa semanal que

    haba prometido a su amigo con oracines y penitencias. Mas su amigo se le

    apareci y le recrimin: "Tus oracines y tus penitencias no son suficientes

    para m. Yo necesito la Sangre de Jess;" "porque es con la Sangre de Jess

    que pagamos las deudas de nuestros pecados" (Col. 1:14).

    Asi mismo, el gran San Gernimo ha escrito que "por cada Misa devotamente

    celebrada, muchas almas dejan el Purgatorio y vuelan al Cielo." Lo msmo se

    puede decir por las Santas Misas que se oyen devotamente. Santa Maria

    Magdalena de Pazzi, la bien conocida mstica Carmelita, tena la costumbre de

    ofrecer mentalmente la Sangre de Jess con el propsito de liberar almas en el

    Purgatorio, y en un xtasis, Jess le mostr que en realidad, muchas Animas

    del Purgatorio eran liberadas por el ofrecimiento de Su Preciosa Sangre. Y no

    puede ser de otra manera, porque segn ensea Santo Toms de Aquinos, una

    sla gota de la Sangre de Jesus con su valor infinito, podra salvar al Universo

    completo de todas las ofensas.

    Oremos pues por las Almas Benditas en el Purgatorio, y liberemoslas de sus

    sufrimientos, mandando celebrar y asistiendo a muchas Santas Misas. "Todas

    las buenas obras, tomadas juntas, - deca el Santo Cura de Ars, no pueden

    tener el valor de una Santa Misa, porque aqullas son obras de los hombres,

    mientras que la Santa Misa, es el trabajo de Dios."

    Capitulo 3

    Jesus En Mi.

    "Quien come Mi Carne y bebe Mi Sangre, vive en M, y Yo en l". (Juan 6:57)

    Sagrada Comunin: Jess es mo. La pureza del alma necesaria para la Sagrada Comunion. Sagrada Comunion con Mara. Accion de Gracias despus de la Sagrada Comunin. El Pan del fuerte y Vatico para el Cielo. A Diario con El. Comunin Espiritual.

  • Sagrada Comunin: Jess es mo.

    En la Sagrada Comunin, Jess se da a m y se hace mo, Todo mo, en Su

    Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. As pues, un da Santa Gemma Galgani

    dijo cndidamente a Jess: "Yo soy Tu duea."

    Con la Comunin, Jess entra en mi corazon y permanece corporalmente

    Presente en m, por tanto tiempo como las especies (las apariencias) de pan

    duran; es decir, por aproximadamente 15 minutos. Durante este tiempo, los

    Santos Padres nos ensean que los Angeles me rodean, y continuan amando y

    adorando a Jess sin interrupcin. "Cuando Jess est corporalmente presente

    en nosotros, los Angeles nos rodean como una Guardia de Amor," escribi

    San Bernardo.

    Quiz pensamos muy poco acerca de la sublimidad de toda Sagrada

    Comunin, y sin embargo, San Pio X dijo que "si los Angeles pudieran sentir

    envidia, nos envidiaran por la Sagrada Comunin." Y Santa Magdalena Sofa

    Barat, defini la Sagrada Comunin como "Paraso sobre la tierra."

    Todos los Santos han comprendido por experiencia, la maravilla Divina del

    encuentro y unin con Jess en la Eucarista. Ellos comprendieron que una

    Sagrada Comunin devota, significa el ser posedos por El, y poseerlo. "El que

    come M Carne y bebe M Sangre, vive en Mi y Yo en l." (Juan 6:57) Una

    ocasin Santa Gemma Galgani escribo: "Ya es de noche, la maana se acerca

    y entonces Jess se posesionara de m y yo lo poseer a El." No es posible

    tener una unin de amor ms profunda y ms total: El en m y yo en El; el uno

    en el otro. Que ms podemos desear?

    "Ustedes envidian, - deca San Juan Crisstomo, - "la oportunidad de la mujer

    que toc las vestimentas de Jess, de la mujer pecadora que lav Sus pies con

    sus lgrimas, de las mujeres de Galilea que tuvieron la felicidad de seguirlo en

    sus peregrinaciones, de los Apstoles y discpulos que conversaron con El

    familiarmente, de la gente de esos tiempos, quienes escucharon las palabras de

    Gracia y Salvacin de Sus propios labios. Ustedes llaman felices a aquellos

    que Lo miraron ... mas, vengan ustedes al altar, y Lo podrn ver, Lo podrn

    tocar, le podrn dar besos santos, Lo podrn lavar con sus lgrimas, Le podrn

    llevar con ustedes igual que Mara Santsima."

  • Por esta razn, los Santos han deseado y suspirado por la Sagrada Comunin

    con un amor ardiente; por ejemplo, San Francisco de Ass, Santa Catarina de

    Siena, San Pascual Baylon, Santa Vernica, San Gerardo, Santa Margarita

    Mara Alacoque, Santo Domingo Savio, Santa Gemma Galgani ... no tiene

    caso seguir, porque uno necesitara realmente listar a todos los Santos.

    Por ejemplo, sucedi una noche a Santa Catarina de Genoa, que soaba que al

    da siguiente no podra recibir la Sagrada Comunin. El dolor que ella

    experiment fu tan grande, que llor incesantemente, y cuando despert la

    maana siguiente, encontr que su cara estaba toda mojada por las lagrimas

    que derram en el sueo.

    Santa Teresa del Nio Jess, escribi un Poemita Eucarstico: "Deseos junto al

    Tabernculo," en el cual, entre otras cosas hermosas, deca: "Yo quisiera ser el

    caliz, en el cual yo pudiera adorar la Sangre Divina. Puedo sin embargo en el

    Santo Sacrificio, recogerla en m cada maana. Por tal motivo, mi alma es ms

    apreciada por Jess, es ms preciosa que vasijas de oro." Y cual no fu la

    felicidad de esta Santa anglica, cuando durante una epidemia, se le concedi

    recibir Comunin diaria?

    Santa Gemma Galgani, fu puesta a prueba un da por su confesor, quien le

    prohibi recibir la Sagrada Comunin. "Oh, Padre, Padre,- le escribi a su

    director espiritual.- hoy fu a la Confesin, y el confesor ha dicho que yo debo

    de abstenerme de recibir a Jess. Oh, Padre mo, mi pluma no quiere escribir

    ms, mi mano me tiembla fuertemente ... Lloro." Santa querida!

    Verdaderamente un Serafn ardiendo de amor por la Eucarista.

    Similarmente, San Gerardo Majella debido a un reporte falso y envidioso del

    cual no quizo defenderse, fu castigado privndosele de la Sagrada Comunin.

    El sufrimiento del Santo fu tal, que un da rehus ir a ayudar en la Santa Misa

    a un sacerdote que estaba visitando, "porque- dijo- al mirar a Jess en la

    Hostia en las manos del sacerdote, no podr resistir el tomar por la fuerza la

    Hostia de sus manos." Qu deseo consuma a este Santo maravilloso! Y que

    reproche para nosotros qu, quiz, podramos recibir con facilidad la Sagrada

    Comunin a diario, y no lo hacemos. Eso es una seal de que carecemos de lo

    ms esencial: Amor. Y quiz estamos tan enamorados de placeres terrestres

    que ya no podemos apreciar las delicias celestials de unin con Jess en la

    Hostia. "Criatura, como puedes tu sentir la fragancia del Paraso que se

    difunde del Tabernculo?" preguntaba San Felipe a un hombre joven

    enamorado de los placeres carnales, de bailes y diversiones. Los gozos de la

  • Eucarista y la satisfaccin de los sentidos, "se oponen uno al otro" (Gal. 5:17)

    y el "hombre sensual no percibe estas cosas que son del Espritu de Dios" (1

    Cor. 2:14). Esta es sabidura que viene de Dios.

    San Felipe Neri amaba tanto la Eucarista, que an cuando estuvo gravemente

    enfermo reciba la Sagrada Comunin a diario, y si no le traan a Jess muy

    tempranito en la maana, se trastornaba mucho y no encontraba reposo de

    ningun modo. "Mi deseo de recibir a Jess es tanto,- exclamaba,- que no

    puedo encontrar paz mientras espero." Lo mismo sucedi en nuestros tiempos

    con el Padre Pio de Pieltrecina, y nicamente la obediencia poda hacerlo

    esperar hasta las 4 o 5 a.m. para celebrar Misa. Verdaderamente, el amor de

    Dios es un "Fuego Devorador." (Deut. 4:24)

    Cuando Jess es mo, la Iglesia entera se exalta; la Iglesia en el cielo, en el

    Purgatorio y la Iglesia en la tierra. Quien puede expresar el gozo de los

    Angeles y de los Santos a cada Sagrada Comunin que se recibe devotamente?

    Un nuevo torrente de amor llega al Paraso, y causa que los Espritus Benditos

    Vibren, cada vez que una criatura se une a Jess para poseerlo, y ser posedo

    por El. Una Sagrada Comunin es de muchsimo ms valor que un xtasis,

    una visin o un rapto. La Sagrada Comunin transporta todo el Paraso para

    dentro de mi corazn!

    Para las Animas del Purgatorio pues, la Sagrada Comunin constituye el

    regalo personal ms querido que de nosotros puedan recibir. Quien puede

    decir a qu grado las Sagradas Comunines les ayudan para su liberacin? Un

    da, Santa Mara Magdalena de Pazzi tuvo una aparicin de su padre difunto, y

    este le dijo que a fin de que el pudiera dejar el Purgatorio, se necesitaban

    ciento siete Sagradas Comunines Y de hecho, cuando se ofrecio la ultima de

    las ciento siete Sagradas Comunines por su alma, la Santa vo a su padre

    ascender a los Cielos.

    San Buenaventura se convirti en un apstol de esta verdad, y se refiri a ella

    con tonos vibrantes: "Oh Cristianos, desean ustedes probar su verdadero

    amor hacia sus seres queridos que se han ido? Desean mandarles su ms

    preciosa ayuda y la Llave Dorada del Cielo? Reciban a menudo la Sagrada

    Comunin por el reposo de sus almas."

    Finalmente, reflexionemos que en la Sagrada Comunin no slo nos une a

    Jess, sino tambin a todos los miembros del Cuerpo Mstico de Cristo, ms

    queridas por nuestros corazones. Es en la Sagrada Comunin donde captamos

    totalmente las palabras de Jess: "Yo en ellos ... para que tengan unin

  • perfecta" (Juan 17:23). La Eucarista nos hace uno, an entre nosotros, Sus

    miembros, "uno todos en Jesus" como lo dice San Pablo (Gal. 3:28). La

    Sagrada Comunin, es verdaderamente puro amor, por Dios y por el prjimo.

    Es la "Fiesta de Amor" verdaderamente, segn dijo Santa Gemma Galgani. Y

    en esta "Fiesta del Amor", el alma enamorada se puede regocijar, cantando

    con San Juan de la Cruz: "Mios son los Cielos, y ma es la tierra. Mos son los

    hombres; los Justos son mos y los pecadores son mos. Los Angeles son mos,

    y tambien la Madre de Dios; todas las cosas son mas. El mismo Dios es mo y

    para m, porque Cristo es mo, y todo para m."

    La pureza del alma necesaria para la Sagrada Comunion.

    Que hay que decir acerca de la gran pureza de alma con que los Santos se

    acercaron a recibir el pan de los Angeles? Sabemos que ellos tenan gran

    delicadeza de conciencia, verdaderamente anglica. Conocedores de su propia

    miseria, trataban de presentarse ante Jess "santos e inmaculados", (Efe. 1:4)

    repitiendo con el Publicano: "Oh Dios, ten misericordia de m, que soy un

    pecador" (Luc. 18:13), y despus de haber recurrido con gran cuidado a

    limpiarse en la Confesin.

    Cuando San Gernimo, al fin de su vida le trajeron los Santos Viticos, el

    Santo se postr sobre el suelo en adoracin, y fu escuchado que repeta con

    humildad profunda las palabras de Santa Isabel, y aquellas de San Pedro:

    ''Cmo es sto, que mi Senor venga a m. Alejate de m, pues yo soy un

    hombre pecador, oh Dios'' (Luc 5:8). Y cuantas veces se vi tentada la

    anglica y serfica Santa Gemma de no recibir la Sagrada Comunin, porque

    se consideraba que no era ella nada ms que "una pila de estircol"?

    El Padre Pio de Pieltrecina, acostumbraba a repetir con trepidacin a sus

    hermanos: "Dios mira manchones an en los Angeles. Que tanto no mirar en

    m!" Por esta razn, era muy diligente en hacer sus Confesiones

    Sacramentales.

    "Oh, si pudieramos comprender quin es ese Dios a Quien recibimos en la

    Sagrada Comunin, entonces s, que pureza de corazn traeramos ante El,"

    exclamaba Santa Mara Magdalena de Pazzi.

    Por esta razn, San Hugo, Santo Tomas de Aquino, San Francisco de Sales,

    San Ignacio, San Carlos Borromeo, San Francisco Borgia, San Luis Bertrand,

    San Jos Cupertino, San Leonardo de Port Maurice y muchos otros santos,

    iban a confesarse todos los das antes de celebrar la Santa Misa.

  • San Camilo de Lellis nunca celebr la Santa Misa sin confesarse primero, ya

    que el quera cuando menos "desempolvar" su alma. Una vez, al atardecer en

    una plaza publica de Lovorno, y antes de despedirse de un sacerdote de su

    misma orden religiosa, considerando que no tendra tiempo de confesarse a la

    maana siguiente antes de su Misa, paus un momento, se quit el sombrero,

    hizo el signo de la Cruz, y se confeso ah mismo, en la plaza pblica, ante su

    hermano.

    As mismo, San Alfonso, San Jos Cafasso, San Juan Bosco, San Pio X y

    Padre Pio de Pieltrecina, iban a Confesin muy a menudo. Y por qu razn

    quizo San Pio X bajar la edad para la Primera comunin a los 7 aos, sino

    para permitir que Jess entrara a los corazones inocentes de los nios, que son

    tan similares a los ngeles. Y por qu se deleitaba tanto el Padre Pio cuando

    le traan criaturas de cinco aos de edad quienes estaban ya bien preparados

    para recibir su Primera Sagrada Comunin?

    Los Santos aplicaron a la perfeccin la directiva del Espritu Santo: "Que cada

    uno se examine primero, y entonces que coma del Pan y beb del Cliz;

    porque el que come y bebe indignamente, come y bebe su propia

    condenacin" (1 Cor. 11:28-29).

    El examinarse a s mismos, arrepentirse, acusarse en la Confeson, y pedir a

    Dios perdn, y de esta manera aun diariamente beneficiarse con el Sacramento

    de la Confeson, era algo natural para los santos. Que afortunados eran ellos,

    al ser capaces de tanto! Los frutos de santificacin eran constantes y

    abundantes por la pureza de sus almas con que cada Santo recibia dentro de s

    a Jess, "el Trigo de los elegidos," (Zac. 9:17) era como la "buena tierra ... en

    donde da fruto la perseverancia" (Luc. 8:15).

    San Antonio Mara Claret ilustra este hecho muy bien: "Cuando vamos a la

    Sagrada Comunin, todos nosotros recibimos al mismos Seor Jess, mas no

    todos reciben las mismas Gracias, ni tampoco los mismos efectos se producen

    en todos. Esto se debe a nuestra mayor o menor disposicin. Para explicar

    esto, tomar un ejemplo de la naturaleza. Consideren el proceso de injertar:

    entre ms similar es una planta a la otra, se logra mejor el injerto. De la misma

    manera, entre mas parecido hay entre el que va a Comunin y Jess, mucho

    mejor sern los frutos de la Sagrada Comunin." El Sacramento de la

    Confesin es en realidad un medio excelente por el cual se restablece la

    similaridad entre el alma y Jess.

  • Por esta razn, San Francisco de Sales enseaba a sus hijos espirituales:

    "Vayan a la Confesin con humildad y devocin ... si es posible, cada vez que

    vayan a recibir la Sagrada Comunin, aun cuando no sientan en su conciencia

    ningn remordimiento de pecado mortal."

    Referente a esto, es bueno recordar la enseanza de la Iglesia. La Sagrada

    Comunin debe ser recibida unicamento cuando uno est en la Gracia de Dios.

    Por tal motivo, cuando uno ha cometido un pecado mortal, an cuando nos

    hayamos arrepentido de l y tengamos un gran deseo de recibir la Sagrada

    Comunin, es necesario e indispensable confesarse primero, antes de recibir

    la Sagrada Comunin, de otra manera, uno comete un gravsimo pecado de

    sacrilegio, por el cual Jess dijo a Santa Brgida: "NO EXISTE EN LA TIERRA CASTIGO QUE SEA BASTANTE GRANDE PARA CASTIGARLO

    SUFICIENTEMENTE!"

    San Ambrosio dijo que las personas que cometen este sacrilegio, "vienen a la

    Iglesia con pocos pecados, y se alejan cargados con muchos." San Cirilo

    escribi algo an ms duro: "Los que reciben una Comunin sacrlega, reciben

    a Satans y a Jesucristo dentro de sus corazones - a Satans, para permitirle

    reinar, y a Jesucristo para ofrecerlo en sacrificio como Vctima para Satans."

    El Catecismo del Concilio de Trento (De Euc., v.i) declara as: "Como de

    todos los Sagrados Misterios ... ninguno se puede comparar con la Eucarista,

    as tambin no hay mayor castigo por ningun crimen por el cual podamos

    temer a Dios, que por el sacrlego e irreligioso uso por los fieles de eso que ...

    contiene al mismo Autor y Origen de Santidad."

    En su defecto, una Confesion hecha antes de recibir la Sagrada Comunin con

    el propsito de presentar a un alma que an en estado de Gracia pueda quedar

    ms hermosa y ms pura, es algo muy precioso, aunque no sea requerido. Es

    precioso porque reviste al alma con una "tnica matrimonial" an ms

    hermosa (cf. Mat. 22:12) con la que pueda participar en la mesa con los

    Angeles. Por esta razn, las almas ms concientes han hecho siempre el ms

    frecuente uso (por lo menos una vez a la semana) de la limpieza sacramental

    de la absolucin, an de pecados veniales. Si ustedes desean gran pureza de

    alma con el fin de recibir a Jess, ninguna pureza brilla ms que la que se

    obtiene cuando hacemos una buena confesin, donde la limpiadora Sangre de

    Jess deja el alma arrepentida, divinamente brillante y hermosa. "El alma que

    recibe la Sangre Divina se vuelve hermosa, como si estuviera vestida con la

    prenda ms preciosa, y se presenta tan radiante que si la pudiramos ver,

    estaramos tentados a adorarla," declaro Santa Mara Magdelena de Pazzi.

  • Sagrada Comunion con Mara. -

    Oh, cunto le gusta a Jess el ser recibido por un alma que se ha limpiado y

    vestido con Su sangre Divina! Y que afectuoso deleite le causa cuando tal

    alma es una virgen casta! Puesto que "la Eucarista vino del Paraso de la

    Virginidad" (a saber, Mara), dijo San Alberto el Grande; y nuestro Seor

    Eucarstico no encuentra ese paraso a excepcin de en la virtud. Nadie puede

    repetir, tan bien como una virgen, con la esposa del cantar de los Cantares en

    cada Sagrada comunin: "Todo mo es mi verdadero Amor, y yo soy toda

    Suya; ... El va a pacer entre las azucenas ... Regresa, Amor de mi corazn"

    (Cant. 2:16-17).

    Una manera digna de alabanza de prepararse para la Sagrada Comunin, es el

    invocar a la Inmaculada Virgen Mara, contar con Ella para que nos capacite

    para recibir a Jess con su humildad, Su pureza y Su amor - pidiendole que

    mejor sea Ella quien venga a recibirlo en nosotros. Esta practica piadosa es

    muy recomendada por los Santos, en particular por San Luis Grignon de

    Montfort, San Pedro Eymard, San Alfonso de Liguori, y San Maximiliano

    Mara Kolbe. "La mejor preparacin para la Sagrada comunin, es la que se

    hace con Mara", escribi San Pedro Eymard. Una ilustracin deliciosa es

    dada por Santa Teresa de Lisieux, pintando su alma como una niita de tres o

    cuatro aos de edad, cuyo pelo y vestido desordenados la hacan sentirse

    avergonzada de presentarse ante el riel del altar a recibir a Jess. Sin embargo,

    apela a la Santa Madre, "e inmediatamente,- escribe la Santa,- la Virgen Mara

    ocpase en m. Rpidamente reemplaza mi vestido sucio, recoje mi pelo con

    un listoncito hermoso, y le agrega una simple flor ... Esto es suficiente para

    hacerme atrativa, y me permite tomar mi lugar sin bochorno alguno en el

    banquete de los Angeles."

    Tratemos este mtodo de preparacin. No seremos desilusionados. Podremos

    decir lo que Santa Gemma exclam en xtasis: "Qu hermoso es el recibir la

    Sagrada Comunin con la madre del Paraso!"

    Accion de Gracias despus de la Sagrada Comunin.

    El tiempo de Accin de Gracias despus de la Sagrada comunin, es el

    momento ms ideal para intercambiar ntimamente Amor con Jess. Dejemos

    que sea un amor de entrega total, correspondiendo al Amor de Jess tan

    completamente, que ya no sean dos, sino uno por decir as, en cuerpo y alma.

    Que sea un amor que vivifique y una,- El en m y yo en El, para que seamos

    consumidos en la singularidad y unidad de Su Amor.

  • ''T eres mi amada presa, igual que yo soy el objeto de Tu caridad inmensa,"

    deca tiernamente Santa Gemma a Jess.

    San Juan escribi: "Benditos son los invitados a la Mesa del Banquete Nupcial

    del Cordero" (Apoc. 19:9). En verdad, en la Comunin Eucarstica recibida

    correctamente, el alma realiza una virginal unin celestial, un amor nupcial

    por el esposo, Jess, a Quien el alma puede decir con el entusiasmo ms tierno

    de la Esposa del Cantar de los Cantares: "Bseme El con los besos de Su

    boca!" (Cant. 1:1)

    La Accin de Gracias es una probadita, aqu en la tierra, del amor que

    experimentaremos en el Paraso. De hecho, como amaremos a Jess en el

    Cielo sino siendo uno con El eternamente? Querido Jess, Dulce Jess, Oh,

    como debera agradecerte por cada Sagrada Comunin que me concedes!

    Acaso no tena Santa Gemma una buena razn para decir que en el Paraso,

    ella te estara ms agradecida por la Eucarista, ms que por cualquier otra

    cosa? Qu milagro tan grande de amor el estar unido tan completamente

    Contigo, Oh Jess!

    Agua, levadura, cera.

    San Cirilo de Alejandra, Padre de la Iglesia, usaba tres ilustraciones para

    mostrar la unin de amor con Jess en la Sagrada Comunin: "Quien recibe

    Comunin, es hecho Santo y Divino en cuerpo y alma, del mismo modo que el

    agua puesta sobre el fuego, hierve. ... La Comunin obra como la levadura que

    se mezcia con la harina, hacindola levantarse ... Igual que derritiendo dos

    velas juntas se obtiene una sola pieza de cera, as yo creo que uno que recibe

    la Carne y Sangre de Jess, se funde con El por esta Comunin, y el alma

    descubre que uno esta en Cristo, y Cristo esta en uno."

    Por esta razn, Santa Gemma Galgani hablaba maravillada de asombro acerca

    de la Unin Eucarstica entre: "Jess, quien lo es todo, y Gemma quien no es

    nada." En extasis exclamaba: "Qu gran dulzura hay, Oh Jess, en la

    Comunin! Yo deseo vivir en Tu abrazo, y morir en Tu abrazo." Y el Beato

    Contardo Ferrini, escribio: "!Oh, Sagrada Comunin! Alturas indescifrables

    que el espritu alcanza! Qu cosa tiene el mundo que iguale estos gozos

    puros, celestiales, estos sabores de Gloria Eterna?"

    Existe en la Sagrada Comunin otro valor que ha merecido nuestras

    reflexiones, y es en referencia a la Santsima Trinidad. Un da, Santa Mara

    Margarita de Pazzi estaba arrodillada con los brazos cruzados, entre las

  • Novicias, despus de la Comunin. Elev sus ojos en direccion al Cielo, y

    dijo: "Oh Hermanas, si tan slo pudiramos comprender el hecho de que

    mientras que las Especies Eucarsticas permanecen dentro de nosotros, Jess

    est ah, trabajando en nosotros, inseparablemente del Padre y del Espritu

    Santo, y por lo tanto, toda la Santa Trinidad esta ah ..." No pudo terminar de

    hablar, porque se qued perdida en el xtasis.

    Permanecer por lo menos Quince minutos.

    Los Santos escogieron, siempre que fuera posible, evitar poner lmite al

    tiempo para la Accin de Gracias despus de la Comunin, el cual debiera

    durar cuando menos una media hora. Santa Teresa de Jess deci a sus Hijas:

    "Detengmonos con Jess amantemente, y no desperdiciemos la hora que

    sigue a la Sagrada Comunin. Ese es un momento ideal para tratar con Dios,

    poner frente a El los asuntos que conciernen a nuestras almas ... Puesto que

    sabemos que Jess permanece en nosotros hasta que nuestro calor natural

    disuelve las cualidades del pan, deberamos tener mucho cuidado de no perder

    esta oportunidad tan hermosa de tratar con El, y poner nuestras necesidades

    frente a El."

    San Francisco de Ass, Santa Juliana Falconieri, Santa Catalina, San Pascual,

    Santa Vernica, San Jos Cupertino, Santa Gemma, y muchos otros,

    acostumbraban casi siempre caer en un xtasis de amor inmediatamente

    despus de la Sagrada Comunin. En cuanto a la duracin, solamente los

    Angeles medan el tiempo. Igualmente Santa Teresa de Avila casi siempre

    caa en xtasis inmediatamente despus de recibir la Sagrada Comunin, y

    algunas veces era necesario acarrear su cuerpo del Comulgatorio.

    San Juan de Avila, San Ignacio de Loyola, y San Luis Gonzaga,

    acostumbraban hacer su Accin de Gracia sobre sus rodillas por dos horas.

    Santa Mara Magdalena de Pazzi deseaba que continuara sin interrupcion. Era

    necesario obligarla a que tomara algo de alimento. "Los minutos que siguen a

    la Comunin,- deca la Santa- son los ms preciosos que tenemos en nuestras

    vidas. Son los minutos ms propicios de parte nuestra para tratar con Dios, y

    de Su parte, para comunicarnos Su Amor."

    San Luis Grignon de Montfort, acostumbraba permanecer en Accin de

    Gracias despus de la Santa Misa, por lo menos media hora, y no permita que

    ninguna preocupacin o compromiso, pudiera privarlo de ello. El decia: "Yo

    no cambiara esta hora de Accin de Gracias, ni siquiera por una hora en el

    Paraso."

  • Hagamos entonces las siguientes resoluciones: Que organizaremos de tal

    manera nuestro tiempo, que permaneceremos en Accin de Gracias despus

    de la Sagrada Comunin, por lo menos 15 minutos; y ms an, resolvamos no

    permitir nada que nos impida tomar este tiempo para Accin de Gracias. Estos

    minutos en los que Jess est fsicamente presente en nuestras almas y dentro

    de nuestros cuerpos, son minutos celestiales que por ningn motivo

    debiramos desperdiciar.

    San Felipe y las velas.

    El Apstol San Pablo escribi: "Glorifiquen a Dios en su cuerpo." (1 Cor.

    6:20) No hay ningn otro tiempo en el cual stas palabras, tomadas

    literalmente, se puedan aplicar tan bien, como durante el tiempo que sigue

    inmediatamente despus de recibir la Sagrada Comunin. Que insensibilidad

    pues, es la de alguien, de recibir la Sagrada Comunin y abandonar la Iglesia

    tan pronto como termina la Misa, o inmediatamente despues de recibir a

    Nuestro Seor! Podemos recordar el ejemplo de Felipe Neri, quin tenia dos

    Aclitos con velas encendidas y los mand a acompaar a un hombre que

    haba dejado la Iglesia inmediatamente despues de la Comunion. Que

    hermosa leccin! Aunque fuera por buena educacin si no hay otra razn,

    cuando una persona recibe a un invitado, se detiene y le presta su atencin y se

    interesa en l. Si este invitado es Jess, entonces deberemos tener razn de

    sentirnos doloridos de que Su presencia corprea en nosotros, apenas si dura

    quince minutos o un poquito ms. En vista de esto, San Jos Cottolengo

    acostumbraba a presenciar cuando se hacan y horneaban las hostias para la

    Misa y la Comunin. A la Hermana que tenia esta tarea asignada, el le daba la

    siguiente instruccion: "Haz las hostias mas gruesas, a fin de que yo pueda

    gozar de mi Jess por mucho tiempo. No quiero que se disuelvan rpidamente

    las Sagradas Especies."

    No estaremos quiz obrando contrario al ejemplo que nos han dado los

    Santos, cuando pensamos que nuestro perodo de Accin de Gracias es muy

    largo, y a lo mejor nos sentimos impacientes por darlo por terminado? Mas,

    Oh, cmo debemos tener cuidado en esto! Porque si es verdad que en toda

    Comunin, "Jess nos re-paga cien veces por la hospitalidad que le

    mostramos," segun declara Santa Teresa de Jess, entonces tambin es sabia

    verdad que deberemos responder cien veces por negligencia a esta

    hospitalidad. Un amigo Capuchn del Padre Pio de Pieltrecina, cuenta que un

    da fu a confesarse con el Fraile Santo, y entre otras cosas, le confes haber

    omitido su Accin de Gracias despus de la Santa Misa, porque, -dijo-, un

  • ministerio se lo impidi. Mientras que el Padre Pio fu complaciente al juzgar

    las otras faltas, cuando oyo confesar la omisin, se puso mucho mas serio, y

    con una mirada fuerte, le dijo firmemente: "Tengamos cuidado de que nuestra

    incapacidad, no sea nicamente el carecer de disposicin. Yo siempre tengo

    que hacer mi Accin de Gracias; de lo contrario, me cuesta muy caro."

    Dediquemos a este asunto una consideracin seria y atenta. Cuando se trata de

    algo tan precioso como sta Accin de Gracias, tomemos de corazn la

    amonestacin del Espritu Santo: "No te prives de un buen da; y del buen don

    no dejes perder ninguna parte." (Ecle. 14:14)

    Accin de Gracias con Nuestra Seora.

    Hay una belleza especial en una Accin de Gracias que se hace en compana

    de Miara, en honor de su Anunciacin. Inmediatamente despus de la

    Comunin, llevamos a Jess dentro de nuestras almas y nuestros cuerpos,

    igual que la Santsima Virgen Mara cuando recibi el mensaje del Angel. No

    podremos encontrar un modo mejor de adorar y amar a Jess en esos

    momentos, que haciendo que nuestras disposiciones estn de acuerdo con las

    de la Madre de Dios, haciendo nuestros los mismos sentimientos de adoracin

    y amor que Ella tuvo hacia su Divino Hijo Jess, enclaustrado dentro de Su

    Corazn Inmaculado. Para lograr esto, puede ser de mucha ayuda el recitar

    rneditativamente los Misterios Gozosos del Santo Rosario. Probmoslo. No

    podemos dejarnos de beneficiar al unirnos de esta manera con Nuestra Seora,

    con el fin de amar a Jess con su Corazn Celestial.

    El Pan del fuerte y Vatico para el Cielo.

    No debiera ser necesario el decir que para todos, Cristo en la Eucarista es el

    verdadero PAN PARA FORTALECERLOS. Es el alimento que hace hroes a los

    hombres, que sostiene a los martires, y que trae a las almas fortaleza y paz en

    su ltima agona.

    En la Eucarista, Jess nos repite, a nosotros quienes sufrimos y gemimos en

    este valle de lgrimas, esta afectuosa invitacin: "Venid a M, todos los

    agobiados y los cargados, y Yo os har descansar." (Mat. 11:28). Pues

    verdaderamente que: "Milicia es la vida del hombre sobre la tierra." (Job 7:1).

    Lo que es ms, los seguidores de Jess "sufrirn persecucin" (cf. 2 Tim. 3:12;

    Mat. 5:10); y es verdad que aquellos que son de Cristo, "han crucificado la

    carne con las pasiones y las concupiscencias" (Gal. 5:24) y que nosotros

  • debemos vivir como muertos "con Cristo a los elementos del mundo" (Col.

    2:20).

    Tambin es verdad que con Jess "todo lo puedo en Aquel que me conforta"

    (Fil. 4:13), pues Jess es "Todo" (cf. Juan 1:3; Col. 1:17). En la Sagrada

    Comunin, El se hace "Todo mo.'' Entonces puedo decir con la sierva de

    Dios, Luisa M. Claret de la Touche, "Que puedo temer? El, quien sostiene al

    mundo, est en m. La Sangre de un Dios circula por mis venas: No temas Oh

    alma ma. El Seor del Universo te ha tomado en Sus brazos, y quiere que

    descanses en El."

    Por eso San Vicente de Paul poda preguntar a sus misioneros: "Habiendo

    recibido a Jess en sus corazones, puede algun sacrificio serles imposible?" Y

    San Vicente Ferrer, durante los dos aos que tuvo que sufrir en la prisin

    como vctima de la persecusin, abundaba excedidamente de alegra durante

    todas sus tribulaciones (cf. 2 Cor. 7:4), pues l se las arreglaba para poder

    celebrar a diario la Santa Misa, a pesar de sus cadenas y grilletes, en la

    obscuridad de su calabozo. La misma fortaleza y alegra mostraba Santa Juana

    de Arco, cuando se le permiti recibir la Sagrada Eucarista antes de ser

    ejecutada al poste. Cuando Jess entr a su obscura prisin, la Santa cay de

    rodillas, y, arrastrando sus cadenas, recibo a Jess y se perdi absorta en

    oracin. Tan pronto que fue ordenada caminar hacia el patbulo, se levant y

    sin interrumpir su oracion camino hacia su muerte. Procedi hasta la estaca y

    muri entre las llamas, siempre en unin con Jess, Quien permaneci en su

    alma y en ese cuerpo al ser sacrificado.

    Fortaleza de los Mrtires.

    Toda la historia de los mrtires, desde San Esteban, el protomartir, y San

    Tarciso, el martir anglico, hasta los mrtires ms recientes, es una historia de

    fortaleza super-humana, la que la Eucarista reviste sobre los que hacen batalla

    contra el demonio y contra todos los poderes infernales que operan en el

    mundo (cf. 1 Ped. 5:9).

    Recordemos tambin el consuelo celestial y el auxilio que la Sagrada

    Comunion trae a los enfermos, y no solamente a sus almas, sino tamben a sus

    cuerpos que en ocasiones recuperan la salud maravillosamente. Por ejemplo,

    suceda a Santa Lidwina y a Alejandrina de Costa, que durante todo el tiempo

    que las Especies Sagradas permanecan en sus cuerpos, cesaban

    maravillosamente sus terribles sufrimientos fsicos. Los mismo suceda San

    Lorenzo de Brindisi y a San Pedro Claver, que todos los dolores de las

  • enfermedades tan serias que los venan atormentando, cesaban cuando ellos

    celebraban la Santa Misa.

    Cuiden primero de sus almas.

    Pero la ms consoladora de todas, es la ltima Sagrada Comunion del

    cristiano, la cual es llamada Vitico, es decir: Alimento para el viaje de esta

    vida a la otra. Oh, que importancia tan grande le dieron los Santos a que se

    recibiera con bastante tiempo y con la mejor de las disposiciones.

    Cuando Santo Domingo Savio fu enviado a casa por su grave enfermedad, el

    mdico tena buenas esperanzas de que se recuperara. Ms el joven santo

    llam a su padre y le dijo: "Padre, sera muy bueno que yo tratara con el

    Mdico Celestial. Deseo confesarme y recibir la Sagrada Comunin."

    Cuando la salud decayente de San Antonio Claret empez a causar seria

    alarma, se llam a dos mdicos para consulta. Al notar sto, el santo

    comprendi la gravedad de su enfermedad, y dijo: "Comprendo, pero primero

    debemos preocuparnos por el alma, y despus por el cuerpo." Y pidi recibir

    inmediatamente los Sacramentos. Despus de hacer esto, envi por los

    medicos y les dijo: "Ahora hagan lo que ustedes gusten."

    Primero el alma, y despus el cuerpo. Es posible que nosotros no apreciemos

    esto? A veces pensamos tan poco, que nos preocupamos demasiado por llamar

    al doctor para que atienda al enfermo, y le damos rodeos para llamar al

    sacerdote hasta el timo momento, cuando el paciente est ya quiz tan ido,

    que no tiene conciencia de que recibe el Sacramento, y a veces ya ni los puede

    recibir. Oh, que tontos, que necios somos! Como podemos escapar a que se

    nos pidan cuentas, si por no llamar al sacerdote a tiempo, ponemos en peligro

    la salvacin del alma del moribundo, y lo privamos del soporte y gran ayuda

    que podra recibir en sus ltimos momentos?

    La Eucarista es la mayor garanta de la promesa de vida verdadera para el

    cristiano que habita en esta pobre tierra de exilio. "Nuestros cuerpos, escribi

    San Gregorio de Nyassa, cuando se unen al Cuerpo de Cristo, obtienen el

    principio de la inmortalidad, porque se unen a la inmortalidad."

    Cuando la corta vida del cuerpo est fallando, miramos a Jess, quien es la

    Vida Eterna. El es dado a nosotros en la Sagrada Comunin para que sea la

    Vida verdadera y duradera para nuestras almas inmortales, y para que sea la

    Resurreccin de nuestros cuerpos mortales. "El que come Mi Cuerpo y bebe

  • Mi Sangre, tendr la vida eterna" (Juan 6:55); "El que come este Pan, vivira

    por siempre" (Juan 6:59), porque "Yo soy la Resurreccin y la Vida" (Juan

    11:25).

    Ah, que Gracia tan grande son los Santos Viticos! Cuando el Santo Cura de

    Ars estaba muriendo y oy el timbre de la campana que anunciaba la llegada

    del Santo Vitico, se conmovi hasta las lgrimas y dijo: "Cmo podemos no

    llorar, cuando Jess viene a nosotros por ultima vez, con tanto amor?"

    S, Jess en la Santa Eucarista, es Amor que se ha convertido en alimento

    mo, mi fortaleza, mi vida, el ansia de mi corazn. Cada vez que Le recibo, ya

    sea durante mi vida o a la hora de mi muerte, se hace El mo para hacerme

    Suyo. S, El es todo mo, y yo soy todo Suyo; el uno en el otro, el uno

    perteneciendo al otro. (cf. Juan 6:57) Esto es la plenitud de Amor para el alma

    y para el cuerpo, en la tierra y en el Cielo.

    A Diario Con El.-

    Jess est en el Tabernculo por causa ma. El es el alimento de mi alma. "Mi

    Carne es alimento verdadero, y Mi Sangre es bebida de verdad" (Juan 6:56).

    Si yo quiero nutrirme espiritualmente y estar completamente lleno de vida,

    debo de recibirlo. "En verdad, en verdad Yo les digo, a menos que coman la

    Carne del Hijo del hombre y beban Su Sangre, no tendrn vida en ustedes"

    (Juan 6:54). San Agustn nos informa que la gente catlica de su dicesis en

    Africa, llamaban a la Eucarista con la palabra Vida. Cuando iban a la Sagrada

    Comunin, decan: "Vamos a la Vida". Qu manera tan maravillosa de

    expresarla!

    Para conservar mis energas y poderes sobrenaturales,- mi vida sobrenatural-

    en buena salud, debo de nutrirlos. La Sagrada Eucarista es exactamente lo que

    se necesita para esto, pues ella es "El Pan de vida" (Juan 6:35), el "Pan que ha

    bajado del Cielo" (Juan 6:59), que nos confiere, nos surte, preserva y aumenta

    las energas espirituales del alma. San Pedro J. Eymard se aventur a decir:

    "La Comunin es tan necesaria para sostener nuestra vitalidad Cristiana, como

    la Vision de Dios es necesaria para que los Angeles mantengan su vida de

    gloria."

    Todos los das debera yo de nutrir mi alma, igual que todos los das alimento

    a mi cuerpo a fin de darle vitalidad fsica. San Agustn nos ensea: "La

    Eucarista es un Pan diario que tomanos como remedio para la debilidad de

    que sufrimos a diario." Y San Pedro J. Eymard agrega: "Jess ha preparado no

  • slo una hostia, sino Una para cada da de nuestra vida. Las Hostias para

    nosotros ya estan listas. No nos perdamos ni Una sola de Ellas."

    Jess es esa Hostia, esa Vctima de amor, Quien es tan dulce y saludable para

    el alma que movi a Santa Gemma Galgani a decir: "Siento una gran

    necesidad de ser fortalecida de nuevo por ese alimento tan Dulce que Jess me

    ofrece. Esta afectuosa terapia que Jess me da cada maana, me desengarrota

    y atrae hacia El todo el afecto que hay en mi corazn."

    Para los Santos, la Comunin diaria llena una necesidad imperiosa, para Vida

    y Amor, correspondiente al divino deseo de Jess de darse a toda alma para

    ser su Vida y su Amor. No deberamos olvidar que el Jueves Santo era el da

    por el que Jess "esperaba". (cf. Luc. 22:15). Por eso el Santo Cura de Ars

    deca enfticamente: "Toda Hostia Consagrada est hecha para consumirse

    con amor en un corazn humano." Y Santa Teresa de Lisieux escribi a otra

    hermana: "No es con el fin de ocupar un ciborio dorado que Jess viene todos

    los das desde el Cielo, sino que es para encontrar otro cielo, es decir, nuestras

    almas, en las que El se pueda deleitar,'' y cuando un alma bien capacitada para

    recibirlo no quiere hacerlo, "Jess llora." "Por consiguiente," contina Santa

    Teresa "cuando l diablo no puede entrar con el pecado a una alma, el desea

    que ese santuario permanezca cuando menos desocupado, sin Dueo, y bien

    separado de la Sagrada Comunin." Debera ser bien evidente, que aqu

    estamos confrontando una trampa del diablo; pues nicamente el diablo puede

    tener inters en conservarnos alejados de Jess. Debemos pues estar en

    guardia. Debemos tratar, no caer vctimas de los engaos de Satans.

    "Esforcmonos por no perdernos una Sagrada Comunin," nos aconseja Santa

    Margarita Mara Alacoque; "Apenas si podemos causar a nuestro enemigo el

    diablo una mayor alegra, que cuando nos alejamos de Jess, Quien suprime el

    poder que el enemigo tiene sobre nosotros."

    La Comunin diaria es un constante manantial de amor, de fortaleza, de luz,

    de alegra, de valor, de toda virtud y todo bien. "Si alguno tiene sed, venga a

    Mi y beba," (Juan 7:37). Slo El es la "Fuente de agua brotante para la Vida

    Eterna" (Juan 4:14). Cmo puede haber alguien que estando en estado de

    Gracia Santificante no desee, o se le haga dificil ir a esta Divina "Mesa del

    Seor"? (1 Cor. 10:21)

    El gran Senor Canciller de Inglaterra, Santo Toms Moro, quien muri como

    martir por resistirse al Cisma, acostumbraba asistir a Misa todas las maanas y

    recibir la Sagrada Comunin. Algunos amigos trataban de disuadirlo,

  • dicindole que esta costumbre no era viable para un secular comprometido tan

    pesadamente en asuntos de estado. "Ustedes me presentan todas sus raznes, y

    eso me convence ms y ms de que yo debo recibir la Sagrada Comunin a

    diario, les dijo. Mis distracciones son numerosas, y con Jess aprendo a

    concentrarme. Las ocasiones de ofender a Dios son frecuentes, y yo recibo

    todos los das de El, la fortaleza de hurlas. Necesito luz y prudencia para

    manejar asuntos tan difciles, y todos los das yo consulto con Jess en la

    Sa