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La Construcción del Estado Liberal (1833-1868) 2014-2015

La Construcción del Estado Liberal (1833-1868)

Fernando VII pretendió que su hija alcanzara el poder incluso a costa de crear una fractura social que alcanzaría el siglo XX. La pequeña reina no alcanzaría la plenitud en las funciones de gobierno hasta después de haberse sucedido dos regencias: la primera a cargo de su madre María Cristina de Nápoles (1833-1840) y la segunda en manos del general Espartero (1840-1843), tras lo cual se abriría su reinado en la práctica. Reinado complejo y difícil de desarrollar por su enorme dinamismo político, que también supone el impulso definitivo en España del Régimen Liberal.

EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868): LAS REGENCIAS (1833-1843) Y EL PROBLEMA CARLISTA (1833-1840)

Fernando VII, en un intento de mantener su propia línea dinástica, dejó a su hija, María Isabel, el trono; con su madre María Cristina ejerció como regente; abriendo el gobierno a los liberales y suponiendo el principio del fin del absolutismo como estilo gubernativo.

Los gobiernos de la Regencia de María Cristina (1833-1840)La Reina Gobernadora1 comenzó a manejar el poder de forma absoluta

mientras trataba de acercarse a los liberales más moderados y de esta manera conseguir el mayor número de apoyos para su hija, Isabel II, todavía menor de edad.

En sus primeros momentos contó con Cea Bermúdez, representante de un absolutismo ilustrado y reformista, que dirigió un gobierno con un programa de contemporización política, dónde destacamos las siguientes reformas:

a) La división provincial realizada por Javier de Burgos en el recién creado Ministerio de Fomento (1833)

b) El fortalecimiento del régimen centralista frente a la disgregación territorial provocada por el carlismo

Pero su autoritarismo no encuadraba bien dentro de las pretensiones de equilibrio político de María Cristina; y sus acciones represivas desembocaron en una serie de protestas generalizadas por todo el territorio isabelino2 imponiéndose un cambio de gobierno que devolviera el orden.

1 Así se conocía a la reina María Cristina2 No hay que olvidar que España estaba atravesando un enfrentamiento armado entre Carlistas (seguidores de Carlos María Isidro) e Isabelinos (partidarios de Isabel II, también llamados Cristinos por la Reina Regente) que explicaremos más adelante.

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Se eligió al veterano líder liberal moderado Martínez de la Rosa que permitía un juego más eficaz para dirigir un gabinete equilibrado y reformador que permitiera mantener la trama de compromisos entre realistas reformadores y liberales moderados. La tarea más destacable fue la promulgación del Estatuto Real de 1834. Contrapuesta a la Constitución de 1812, este nuevo marco legislativo permite un juego político restringido, basado en el principio que la Soberanía (el poder) es Real, es decir, pertenece a la Monarquía.

Se caracteriza por:

Se redacta bajo el modelo de “Carta Otorgada”3. Reconoce una soberanía compartida entre las Cortes (cedida por la Monarquía)

y la Monarquía Las Cortes se dividen en dos cámaras (sistema bicameral): Cortes (elegida por

sufragio censitario muy restrictivo) y Senado. Las Cortes no tienen iniciativa legislativa (salvo para aprobar nuevos

impuestos), contando sólo con el derecho de petición (de leyes) al Rey. Se reconoce una tímida libertad de prensa.

Pero la aplicación del Estatuto Real no fue posible por la incompetencia gubernativa y la guerra carlista, haciendo fracasar el proyecto de Martínez de la Rosa y le obligó a abandonar el gobierno en 1834.

Tras su caída, fue sucedido por el Conde de Toreno , en un ambiente dónde las opiniones absolutistas y liberales progresistas se radicalizaron. Desacertadas acciones contra las propiedades de la Iglesia como contra la Compañía de Jesús no llevaron más que a facilitar el acercamiento de masas de población al bando del pretendiente carlista; mientras que el liberalismo más exaltado, que fue especialmente violento en Barcelona (quema de Iglesias en 1835), se fue extendiendo por todo el país.

Los liberales más radicales se organizaron en Juntas4, que ilegalizadas, se radicalizaron aún más. De ahí al levantamiento militar sólo hubo un paso. El 16 de agosto de 1835, a través de una milicia alzada en armas en Madrid, la Reina Gobernadora recibe una serie de peticiones entre las cuáles se encontraba un nuevo gobierno, lo que dejaba al Conde de Toreno muy poca maniobra política y provocó su caída el 14 de septiembre de 1835.

Fue sucedido por Juan Álvarez Mendizábal, ministro de Hacienda con Toreno. Calificado como el mayor seguidor de Jeremy Bentham y de su utilitarismo5, 3 Marco jurídico articulado no consensuado por una Asamblea Constituyente sino dado desde el Poder (desde la Monarquía).4 Como en la Guerra de Independencia para “preservar” la integridad del País y la Corona (de Isabel II).5 Utilitarismo (del latín, utilis, 'útil'), en el ámbito de la ética, la doctrina según la cual lo que es útil es bueno, y por lo tanto, el valor ético de la conducta está determinado por el carácter práctico de sus resultados. El término utilitarismo se aplica con mayor propiedad al planteamiento que sostiene que el

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Mendizábal reabsorbió las fuerzas centrífugas de las Juntas y orientó su gobierno para restablecer la situación. Para ello contó con unos poderes extraordinarios arrancados de las Cortes, que convirtieron el gobierno en una “dictadura” encubierta que permitió a Mendizábal trabajar por la reorganización administrativa y de la vida pública y social en tres líneas de acción:

Medidas hacendísticas y de restablecimiento del crédito del Estado, en parte continuando la línea de saneamiento iniciada por su predecesor, el Conde de Toreno, con el fin de incrementar la Hacienda Real.

Medidas de desamortización eclesiástica. Promulgó una Desamortización Eclesiástica (1836), que sacaba de a subasta pública propiedad de la Iglesia expropiadas previamente: edificios, legados eclesiásticos, bienes de manos muertas, etc…; con los siguientes objetivos:

Crear un nuevo recurso económico para las arcas del Estado. Incentivar el mercado inmobiliario español. Crear una clase media propietaria para cambiar la estructura de la propiedad

española y cercana a los intereses liberales.

Pero los objetivos se vieron superados por los problemas generados:

Gastos para la supervivencia de los monjes desenclaustrados. Aparición de un nuevo gasto debido a un nuevo servicio de beneficencia estatal

para un buen número de pobres que cuidaban las órdenes religiosas. El escaso ingreso producido por la falta de demandantes de estas propiedades

(que los compraban por debajo de su valor). Tampoco se cambió la estructura de la propiedad en España, dónde los grandes

terratenientes se hicieron con los terrenos suficientes para redondear las superficies de sus parcelas.

Reforma de la movilización y gastos militares. Llamó a una quinta de 100.000 hombres de los que consiguió la mitad ya que muchos eludían el llamamiento, por lo que Mendizábal legalizó las exenciones al alistamiento mediante dinero; una forma liberal de repartir la obligación en la defensa nacional, que sufragaba gastos a base de admitir redenciones del servicio militar mediante el pago en metálico.

objetivo supremo de la acción moral es el logro de la mayor felicidad para el más amplio número de personas. Este objetivo fue también considerado como fin de toda legislación y como criterio último de toda institución social. En general, la teoría utilitarista de la ética se opone a otras doctrinas éticas en las que algún sentido interno o facultad, a menudo denominada conciencia, actúa como árbitro absoluto de lo correcto y lo incorrecto. El utilitarismo está asimismo en desacuerdo con la opinión que afirma que las distinciones morales dependen de la voluntad de Dios y que el placer que proporciona un acto al individuo que lo lleva a cabo es la prueba decisiva del bien y del mal.

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Pero las acciones de Mendizábal quedaron encalladas cuando, en 15 de mayo de 1836, la Reina Gobernadora se negó a sustituir la cúpula militar a petición del ministerio de la Guerra. Todo fue interpretado como una retirada de confianza al gobierno y al propio Mendizábal, cuyas medidas eran demasiado progresistas; y al poco tiempo, la Reina Gobernadora decidió por sustituirlo por un liberal más moderado.

El elegido fue Francisco Javier de Istúriz, que no contaba con los apoyos suficientes y disolvió las Cortes, inaugurando una práctica frecuente en el constitucionalismo español del siglo XIX6. Cuando en el Real Sitio de La Granja (en la localidad segoviana de San Ildefonso), donde estaban reunidas las Cortes recién elegidas, la Guardia Real dirigida por los sargentos se sublevó el 12 de agosto de 1837 pidiendo la restitución de la Constitución de 1812. La Regente se vio obligada a acceder, Istúriz fue destituido y la sublevación de los Sargentos de la Granja, terminó con el Estatuto Real de 1834 y posibilitó el establecimiento de una nueva Constitución (la de 1837).

Aunque recuperaba el concepto de Soberanía Nacional, suponía un retroceso político frente a la Constitución de 1812, dónde destacamos:

La Soberanía volvía a ser nacional Amplio abanico de derechos y libertades pero organizados por normas y

fórmulas restrictivas Nuevo derecho procesal: defiende el ámbito jurídico común, la presunción de

inocencia, las garantías procesales y la acción de la justicia. La Nación se considera católica y se obliga a mantener el culto católico

(recompensa frente a la desamortización de Mendizábal). Existen dos cámaras, que son elegidas por sufragio restringido de 250.000

hombres El Senado debía ser renovado en sus 3/5 partes en cada legislatura

La inestable situación entre 1837 y 1840 con gobiernos sucesivos e intentos de levantamientos recurrentes, se vio agravado cuando se trató de llevar adelante la creación de una nueva ley de municipal que recortaba enormemente el poder de los ayuntamientos, lo que provocó un estallido de violencia ante el cual la Reina Gobernadora no pudo reaccionar (1840), quedándole sólo la carta de utilizar al prestigioso general Espartero, que a pesar de ser llamado por María Cristina para sofocar los principios de revuelta provincial que habían surgido en toda España, el general se negó a tomar represalias contra aquellos. La Reina Gobernadora no estaba dispuesta a ceder otra vez ante la presión provincial-liberal y decidió dimitir, dejando la presidencia del Consejo de Regencia en manos de Espartero.6 Esta acción era propia de aquellos gobiernos que pretendían obtener un Parlamento favorable a sus intereses, y que habitualmente surgía tras una votación un tanto particular….

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La Regencia de Espartero (1840-1843)Cuando Espartero accedió la Regencia, era un militar muy popular y aclamado

por su determinante actuación al final de la guerra carlista. Llegó al poder dejándose llevar por los levantamientos provinciales-liberales contra María Cristina, pero manifestó una falta de iniciativa política que caracterizó su Regencia7. Desde su puesto Espartero se encontró con un problema de difícil solución, puesto que debía mantener el orden precisamente contra aquellos que lo habían encumbrado. En esta difícil disyuntiva entre ayudar a aquellos que le llevaron al poder o bien mantener el orden dentro del Estado, reprimiendo aquellos movimientos liberales radicales; su posición se debilitó muy rápidamente.

La opción tomada por el mantenimiento del orden que le llevó al bombardeo y represión contra la ciudad de Barcelona después del levantamiento de 1842, aumentó significativamente su descrédito. La situación en la que se encontró Espartero hizo posible que se uniesen contra él los liberales moderados y progresistas; y el 20 de mayo de 1843, Salustiano Olózaga pronunció el grito que ponía en marcha la revolución de 1843: “¡Dios salve el país!¡Dios salve a la Reina!”. Espartero fue depuesto y desposeído de todos sus títulos y honores y condecoraciones. Así se iniciaba el periodo de mayoría de edad de Isabel II

La Primera Guerra Carlista (1833-1839/1840)La llamada “Reina Gobernadora” comenzó a regir los destinos de los españoles

y proteger la legitimidad de Isabel II (todavía menor de edad) ante las pretensiones de su cuñado, el infante don Carlos, que desde su destierro de Portugal se proclamó Rey de España en octubre de 1833, acto que fue secundado en otros lugares de la Península iniciándose una rebelión generalizada en lugares como el País Vasco, Navarra, Levante y el norte de Aragón. Arranca así el movimiento Carlista.

Podemos definir el Carlismo como un fenómeno político y social que arranca desde finales del reinado de Fernando VII, y que tras diversas transformaciones, alcanza finales del siglo XX, cuyo origen es un movimiento complejo, resultante de una alianza entre una parte del clero, el proletariado rural y el artesanado urbano, que de diferentes maneras se veían afectados por la implantación del Liberalismo como forma de gobierno. Este movimiento tendrá claramente varias vertientes:

1. Vertiente social : El Carlismo fue considerado por muchos como la solución ante las novedades que suponía el régimen socio-económico liberal, y que afectaban negativamente tanto al campesinado como al pequeño artesano empeorando sus condiciones de vida (porque no estaban dispuestos a incorporarse a una sociedad y una economía liberal)

2. Vertiente religiosa : La Iglesia se sentía perjudicada desde el poder político ya que la actuación de éste perjudicaba claramente su poder económico y social

7 Su lema era: “Hágase según voluntad popular”.

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3. Vertiente territorial : La explosión del territorialismo (como defensa de su identidad) dentro de los antiguos territorios de la Corona de Aragón8, País Vasco y Navarra, para la defensa de los fueros (privilegios territoriales) como elementos de rebeldía frente al centralismo liberal identificado con Castilla9.

4. Vertiente dinástica : Aprovechando la situación que se daba en España, Carlos María Isidro pretendía reclamar el trono de España, con el apoyo de los grupos mencionados y argumentando la "ilegalidad" de la Pragmática Sanción.

Además de esto, el Carlismo agudizó las divisiones sociales o políticas de los españoles, diferencias que volverían a aparecer durante todo el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX en cualquier conflicto nacional o civil.

Dimensiones del conflicto. La iniciativa corrió del bando carlista aunque su ejército no superaría los 100.000 hombres, mientras que el ejército isabelino llegaría a movilizar hasta 500.000 soldados, lo que supone que más del 4 % de la población española se encontraba en armas10. También cuando nos referimos a las bajas sufridas por los contendientes, los datos nos ofrecen de nuevo cifras importantes, ya que estamos hablando de entre 150.000 y 200.000 muertos en un período de 7 años11.

Ámbito geográfico. Los principales lugares que encabezaron la rebelión, coinciden con territorios de identidad histórica, y a pesar que el sentimiento favorable al pretendiente se encontró muy extendido por toda España hay que señalar que sólo los territorios del País Vasco, Navarra, Levante y Aragón12, se convirtieron en auténticos focos rebeldes, y de aquí los carlistas pudieron sumar su primeras fuerzas de choque militar que pudieran enfrentarse al enorme ejército isabelino.

El conflicto se desarrollo en diferentes fases:

Levantamiento inicial (1833). A la muerte de Fernando VII se desmantelaron muchos complots que buscaban apoyar al hermano del difunto rey como pretendiente al trono español, en contra de lo dispuesto en relación a su sucesión. El desmantelamiento de estos planes no permitió a los carlistas hacerse desde el inicio de la contienda con una fuerza choque importante puesto que aquellos militares partidarios de don Carlos tenían mandos militares liberales o realistas moderados (no favorables a Carlos Mª Isidro). Tan sólo en el País Vasco la existencia de los voluntarios realistas13 que no 8 No hay que olvidar los Decretos de Nueva Planta de Felipe V en los territorios de la Corona de Aragón9 El principio de Igualdad entre los españoles ponía en tela de juicio los privilegios de los territorios vascos-navarros.10 Estaremos hablando de una población de 13-14 millones de habitantes según el INE en 183211 Dato comparable con el caso de la Guerra Civil española de 1936-1939 dónde murieron (sin contar las represalias en las retaguardias y tras la guerra) aproximadamente unos 120.000 individuos, y que podemos hacer equivalente por la menor potencia de las armas pero la mayor duración del conflicto.12 No debemos olvidar las partidas guerrilleras carlistas que se encontraban en las dos Castillas que se encontraban bajo el mando indiscutible del cura Merino.13 El “Ejército de la Fe” que había participado en la Restauración absolutista de Fernando VII tras el Trienio Liberal (1820-1823) colaborando con las fuerzas del Duque de Angulema.

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dependían de ningún mando militar, sino de autoridades civiles, permitió a don Carlos contar con una fuerza inicial de choque.

Organización y encuadramiento militar (1834-1835). A largo de este período se fueron concentrando efectivos en ambos bandos, siendo destacable a la acción organizativa de coronel Tomás de Zumalacárregui en el bando carlista. Sus victorias iniciales sobre el ejército isabelino permitieron una expansión militar carlista en la práctica totalidad del territorio norte peninsular salvo las capitales. Pero la muerte del caudillo carlista con ocasión del sitio de Bilbao, 25 de junio de 1835, dejó la causa del pretendiente sin su cerebro militar.

Proyección expedicionaria (1836-1837). A partir del verano de 1835, el predominio carlista se expresó en la realización de incursiones armadas por el Norte y hacia Castilla la Mancha y Madrid, rompiendo el escenario geográfico de la guerra. Este giro expansivo y de repentina presencia del carlismo en las regiones no habituales se realizó a través de pequeñas columnas, bien pertrechadas, muy móviles, cuyo fin eran alcanzar zonas dónde se pudiera facilitar el alzamiento a favor de don Carlos y de paso enlazar sus territorios base. A pesar de estos esfuerzos carlistas, la guerra se estancó con éxitos y fracasos para ambos bandos.

División interna y momento final (1838-1839/1840) . Dentro de campo carlista empezaron un fenómeno de tensión y luchas de facciones y corrientes, algo que hasta el momento sólo se había dado dentro del bando isabelino. La escisión interna tuvo su primer desenlace con el nombramiento Rafael Maroto al mando de las tropas carlistas, como imposición de los líderes moderados carlistas a fin de llegar a un acuerdo con los militares liberales para que terminara con el conflicto. La división irreparable del carlismo ocurrió más de medio año después, en febrero de 1839, con la lucha abierta de sectores carlistas. El efecto final de aquellos sucesos fue una aceleración del descontento interno y una desmoralización en las unidades carlistas del área navarra-vascongada; lo que facilitó los contactos de Espartero (general liberal) con Maroto. Con el respaldo de sus Estados Mayores, Maroto y Espartero llegaron a un acuerdo, el C onvenio de Vergara , el 31 de agosto de 1839 .

A pesar de que el grueso de las tropas carlistas aceptó el alto el fuego, el final del conflicto no llegó hasta 1840, por la empeñada resistencia de Ramón Cabrera en el Maestrazgo durante casi un año más.

Sin embargo, la derrota militar del carlismo no supuso su extinción y, a lo largo del siglo XIX, reapareció como expresión del tradicionalismo y el pensamiento reaccionario. Así como veremos más adelante, entre 1846 y 1849 se dio un segundo conflicto carlista circunscrito a Cataluña (que está explicado más adelante), y entre 1872 y 1876, período de la tercera guerra carlista que puso definitivamente fin a este tipo de movimientos.

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EL REINADO DE ISABEL II: LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)De la mano del Partido Moderado, a partir de 1844 y durante una década, se

consolidó un liberalismo muy restrictivo (sólo una minoría de ciudadanos tenía derechos políticos); al tiempo que se fue generando un caciquismo que empezó a tejer sus redes a partir de 1844 y serviría de base para la política española durante buena parte del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX,

El nuevo sistema se plasmó en la conservadora Constitución de 1845. El hombre fuerte del periodo, el general Ramón María Narváez, consiguió evitar en 1848 la oleada revolucionaria extendida por gran parte de Europa, en buena medida, más por la falta de una estructura social afín que por las medidas de dureza adoptadas. Al final de esta fase también destaca la labor del “tecnócrata”14 Juan Bravo Murillo, quien llevó a cabo una amplia labor administrativa y hacendística.

Desde el punto de vista ideológico, durante este período, se trató de conjugar las ideas de orden y libertad llevándolo al extremo desde el inicio de las Cortes de 1844, reforzando el concepto de orden, frente al de autoritarismo lo que podría desembocar en revueltas y levantamientos; y relacionándolo con la libertad (sin orden no hay libertad), lo que permitía y justificaba la persecución de los opositores progresistas siempre que amenazaran el orden establecido. Incluso sirvió para evitar el contagio de los focos “infectados” del “síndrome” revolucionario de 1848, dejar aquellos levantamientos en simples algaradas callejeras, que trataron de ser manejadas en coalición por carlistas, republicanos e incluso liberales progresistas en desacuerdo con el gobierno moderado.

Bajo esta premisa, los moderados se mantuvieron en el poder durante una década, además de contar con la fuerza de la oligarquía caciquil (configurada en buena medida en este periodo) y el apoyo de la Corona. Su actuación gubernativa se puede agrupar en 4 vertientes:

Vertiente política. Se caracterizó por un cambio dentro de la base del poder político, plasmada en una nueva Constitución (la de 1845), que con un fin claramente partidista (favorable al partido moderado), tenía los siguientes puntos más significativos:

La Soberanía dejaba de ser nacional, para ser compartida por las Cortes y la Corona.

Se mantiene la libertad de prensa muy controlada (leyes de Glez. Bravo – 1843 y Narváez – 1845).

Se mantiene el ámbito jurídico común. El Estado se define como confesional.

14 He usado el término tecnócrata para referirme a Juan Bravo Murillo, porque es un referente lejano de los ministros tecnócratas del Franquismo, aunque sin la carga ideológica que éstos tenían. Sobre todo tiene la intención de indicar la presencia en el gobierno de especialistas en las áreas ministeriales asignadas.

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Reducción del espectro de votantes a 100.000 individuos (sufragio censitario) El Senado no tiene límites, y los senadores son por nombramiento real y

vitalicio.

A parte de la Constitución de 1845, cabe destacar la organización administrativa y territorial del Estado. La división provincial de Javier de Burgos seguía vigente, pero se dotó a las provincias de entidad política poniendo a su frente a un gobernador civil, en nombre del rey se encargaban de elegir a los alcaldes de los municipios mayores de 2000 habitantes (los alcaldes se daban por designación real). Y finalmente nos encontramos con la Milicia Nacional transformada en el Cuerpo de la Guardia Civil, una organización civil muy militarizada, creada por el duque de Ahumada en 1845, que dependía del ministerio de Guerra y cuya función fundamental era mantener el orden dentro del mundo rural.

Vertiente educativa. Aquí debemos destacar dos elementos:

La secularización de la enseñanza La realización de unos planes de estudio unificados que establecían dos ciclos:

las escuelas primarias, dónde debían acceder la mayoría del pueblo; y unos centros de secundaria, para las clases medias (ley de José Pidal de 1845). Este será el primer paso hacia la ley Moyano de 1857 dónde se declaró la obligatoriedad de la enseñanza.

Vertiente administrativa. Se trató alcanzar una burocracia moderna y eficiente, y que no dependiese de la simpatía del funcionariado al gobierno en el poder en ese momento. Por ello se trató que el funcionario realizase un concurso de méritos. Desde la Ley de funcionarios se trata de establecer los mínimos para la entrada en la Administración, y estableció, asimismo, los diversos pasos y méritos requeribles para los ascensos, dónde los méritos y la antigüedad debían ser los elementos para su juicio. A pesar de ello seguiremos viendo importantes discontinuidades dentro de la Administración, dónde los funcionarios podían perder su emplo debido a un cambio de gobierno, dando lugar a la figura del cesante, elemento muy característico de la sociedad española del siglo XIX.

Vertiente hacendística. La Ley de Reforma Fiscal de Alejandro Mon y Ramón de Santillán de 1845 tenía como objetivo prioritario acabar con el déficit secular del Estado. Para ello crearon el siguiente sistema de Impuestos, abandonando el sistema fiscal proveniente del Antiguo Régimen de forma definitiva:

Reforma fiscal de 1845

de Mon y Santillán

Imp. Directos

De Producción: Contribución sobre las rentas de bienes inmuebles y la

producción de cultivos y ganado. Impuestos sobre la producción de bienes industriales y la

circulación comercial de éstos.

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Además de estas reformas, los moderados realizaron una importante acción política en otros campos como el de las relaciones exteriores, en especial con el Vaticano con el cual se firmó el Concordato de 1851.

Merece la pena destacar el gobierno del “tecnócrata” Juan Bravo Murillo, que entre 1851 y 1853 realizó una importante serie de obras públicas, entre las cuales destaca el impulso a la mejora de las comunicaciones (tanto en carretera como en tren), así como la canalización de aguas hacia la capital desde el río Lozoya a través del Canal de Castilla (hoy en día conocido como Canal de Isabel II).

Antes de la finalización de este período hubo una nueva intentona carlista15.

15 En conocida como Segunda Guerra Carlista o guerra dels Matiners (1846-1849) . Las expectativas frustradas de unión dinástica matrimonial entre Isabel II y el Conde de Montemolín, Carlos VI en la genealogía carlista, detrás de cuya hipotética alianza se situaban conocidos valedores como el filósofo Jaime Balmes o el marqués de Viluma, allanó de nuevo el camino a la irracionalidad de la fuerza. Desde el otoño de 1846 se detectaron escaramuzas inconexas de partidas autónomas levantadas en armas por diversos puntos de la geografía catalana (Rocacorva, Manlleu), escenario exclusivo de este nuevo despliegue bélico y presumible origen del nombre de “madrugadores” (matiners), con que la historiografía ha bautizado a sus principales protagonistas. La actividad de las partidas en acciones guerrilleras prosiguió durante 1847 a las órdenes de jefes experimentados (Ros de Eroles, Benet Tristany, Castells, Marçal), logrando incrementar sus efectivos de cuatro a diez mil hombres a raíz del retorno a Cataluña del irredento Cabrera, apodado el ”tigre del Maestrazgo”. Al frente de las huestes isabelinas se sucedía un rosario de jefes y capitanes generales (Bretón, Lacy, Gutiérrez de la Concha, Fernández de Córdova), en un continuo trasiego por las líneas de combate que ponía de relieve la incapacidad del ejército para pacificar el acotado conflicto. La incorporación de elementos progresistas y republicanos a las filas carlistas, al hilo del impacto de las oleadas revolucionarias europeas de 1848, complicó aún más su tipificación interna y específica resolución. La abortada venida a España desde Londres del conde de Montemolín en la primavera de 1849 acabó por disolver los reductos carlistas, que optaron al igual que Ramón Cabrera por su traslado a Francia, sin quedar rastro de ellos en Cataluña a la altura de mayo de 1849.

Imp. Indirectos

Personal: Contribución por rentas del trabajo per cápita

Podemos encontrar varios tipos: Sobre la circulación de bienes (de todas clases, salvo

de primera necesidad) Sobre el precio de los productos de primera necesidad

(CONSUMOS)

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EL REINADO DE ISABEL II: EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856) Y LA VUELTA AL MODERANTISMO (1856-1868). EL TERRITORIO DE CASTILLA-LA MANCHA CON ISABEL II

Bienio Progresista (1854-1856)A pesar de los intentos desde el gobierno de Bravo Murillo por sostener una

sociedad inestable económica y políticamente, la oposición fue ganando adeptos, al tiempo que el gobierno se volvía más represivo. Y dado que el sistema censitario no iba a permitir que los progresistas volvieran al poder, una vez más recurrieron al alzamiento armado para retomarlo.

Y eso precisamente fue a través de la Vicalvarada (30 de junio de 1854) , pronunciamiento militar que se transformó en una escaramuza bélica producida en la entonces localidad madrileña, ahora distrito municipal, de Vicálvaro (España). Leopoldo O'Donnell encabezó el pronunciamiento; pero el encuentro militar de Vicálvaro resultó indeciso. Para hacer triunfar el levantamiento se trata de politizar el movimiento con el Manifiesto de Manzanares 16 ampliando sus objetivos y extendiéndolo socialmente por el país por medio de juntas revolucionarias y la milicia nacional. Esta confluencia militar, política y social, llamada exageradamente la “revolución de 1854”, trajo el gobierno de los progresistas, con Baldomero Espartero en la jefatura del gobierno y O'Donnell en el Ministerio de Guerra, iniciándose así el Bienio Progresista (1854-1856).

Con Espartero en el poder, la presencia de O’Donnell supone una “cuña” moderada que matiza este período de gobierno. Esto también permite la división del período entre una primera parte progresista y una segunda moderada. Entre las primeras medidas del gobierno destacó la restauración de los principios constitucionales de 1837, que se retocaron en la Constitución de 185617. Al tiempo se modificaba de nuevo la ley electoral que ampliaba el censo de electores hasta un número aproximado a 700.000 ciudadanos al tiempo que acababa con el control de las alcaldías por parte de la Corona y los gobernadores civiles

16 Manifiesto de Manzanares, proclama publicada el 7 de julio de 1854 en el Cuartel General de Manzanares (Madrid), que dio paso al periodo de la historia española conocido como 'Bienio Progresista' (1854-1856). Fue firmado por el general Leopoldo O´Donnell y había sido redactado por Antonio Cánovas del Castillo. Sobre una base ideológica moderada, el Manifiesto recogía algunas reivindicaciones progresistas: defendía la conservación del trono, pedía la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, la mejora de la ley electoral y de imprenta, la reducción de la centralización y el desarrollo de la milicia nacional. El manifiesto justificó ideológicamente el pronunciamiento de Vicálvaro (la denominada Vicalvarada), en el que el general O´Donnel se enfrentó a las tropas gubernamentales. La victoria de los sublevados, además de una amplia movilización de grupos progresistas, consiguió que Isabel II entregara el poder a Baldomero Espartero, quien lo compartirá con O'Donnell, dando paso al Bienio Progresista.17 Que se denominó Constitución “nonata” de 1856, puesto que nunca entró en vigor.

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También se plantea una nueva Desamortización impulsada por Pascual Madoz (1855), que no sólo afectó a terrenos eclesiásticos sino que alcanzó a bienes y propios comunales, lo que agravó aún más situación del campo español, puesto que permitió el mayor enriquecimiento de aquellos más tenían y la “quiebra” tanto de ayuntamientos como de pequeños campesinos, ya que dependían de los arrendamientos de estos terrenos para poder completar sus ingresos.

Otro elemento de importancia dentro de este período fue la Ley General de Ferrocarriles (1856). El Estado optó por dotar al país de una buena infraestructura que facilitara el despegue económico, y con ese fin los progresistas permitieron que muchas firmas de capital extranjero, construyeran tramos por toda España a cambio de eliminar el arancel para cualquier producto relacionado con la construcción del ferrocarril. Estas empresas obtuvieron grandes beneficios, gracias a la especulación del terreno facilitada por la progresiva desamortización de Pascual Madoz, al tiempo que daban salida a sus producciones industriales.

La última medida importante de este período fue la Ley de Sociedades Crediticias (1856) que promovió el sector bancario privado español además de crear el Banco de España a partir del Banco de San Fernando.

La difícil convivencia del gobierno se vio agravada por el estallido de la huelga de Barcelona de 1855 y las sucesivas hambrunas que se habían dado en toda España desde el año anterior. Las discrepancias llegaron a su momento máximo cuando, tras un levantamiento popular en Madrid, O’Donnell proclama la Constitución de 1845, aparta del gobierno a Espartero, y facilita el regreso de los moderados durante un espacio corto de tiempo de dos años (1856-1858) a cuya cabeza de pondrá a Narváez.

Bienio Conservador (1856-1858)Tras la caída de Espartero y su sustitución por el moderado Narváez, devolvió el

poder a los moderados durante un espacio corto de dos años (que se conoce como Bienio Conservador – 1856-1858), de dónde podemos destacar dos elementos:

a. La difícil situación política existente, dónde no se dio continuidad a ningún gabinete.

b. La aparición de una serie de iniciativas importantes que tendrán su repercusión durante la última etapa del reinado de Isabel II: La realización de una Comisión Estadística que nos permite conocer y

estudiar la situación de los españoles en 1857. La Ley Moyano de Instrucción Pública (1857) La Ley Nocedal de Prensa (1857).

La crisis económica que estalló en 1857 y las revueltas campesinas en Andalucía de ese mismo año fueron las consecuencias de la caída de Narváez, lo que permitió

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abrir la última etapa de gobierno del reinado de Isabel II, el gobierno de la Unión Liberal (1858-1868) 18 , dirigida por el propio O’Donnell a la cabeza de su partido, la Unión Liberal, a la sazón una combinación de descontentos de moderados y progresistas concentrados alrededor de la figura de O’Donnell19.

Podemos afirmar sin duda que esta etapa tiene dos fases: 1858-1863 - Gobierno largo de O’Donnell; y 1863-1868 - Gobierno unionista-liberal sin O’Donnell.

El gobierno largo de O’Donnell (1858-1863)El gabinete se haya formado por los elementos menos radicales de moderados

y progresistas, lo que permite siempre tener la personalidad indicada para maniobrar en cualquier elección, y por ello recibirán el apelativo de “resellados”. O’Donnell no planteó la realización de ningún texto constitucional (proclamó la Constitución moderada de 1845), pero realizó una política práctica en muchos aspectos que podemos resumir en 5 puntos:

Reforma de la asfixiante administración liberal. Reforma de la ley de prensa, que abrió la puerta a mayor libertad de expresión Sigue desamortizando las tierras comunales, con el fin de seguir aumentando

los ingresos del Estado. Apoya una política de desarrollo industrial dentro del país al tiempo que

fomenta la política de desarrollo cultural. Política exterior muy activa:

o Expedición a la Conchinchinao Intervención en Marruecos (1859-1860) que llevaron a las victorias de

Wad-Ras y Tetuán (1860).o Expedición conjunta con Gran Bretaña y Francia a México para reclamar

la deuda contraída por el gobierno mexicano, que se negaba a pagar, pero que no se convirtió en una intervención efectiva, con la que únicamente siguió Francia adelante.

o Expedición contra Chile y Perú (1863-1866).

Gobierno unionista-liberal sin O’DonnellLos escasos beneficios de la política de O’Donnell, a pesar de contar con un

pequeño repunte económico al inicio de su gobierno, no fueron suficientes para mantener al viejo general, que fue retirado en 1863 por la Reina, iniciándose una segunda etapa de gobierno unionista-moderado que tampoco pudo contener la crisis que se avecinaba sobre la monarquía isabelina.

18 También llamada Década Unionista19 Para una mayor aclaración véase el anexo de los Partidos Políticos de Isabel II al inicio de la segunda parte del Tema

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La última etapa del reinado de Isabel II (1864-1868) fue de clara descomposición política. Junto a la crisis económica, aparecieron reiteradas sequías y problemas de adaptación de una economía que no había comenzado su desarrollo verdadero. Los nuevos grupos sociales en ascenso: clases medias, movimiento obrero, mundo universitario exigían un cambio en profundidad.

En 1865, un artículo de Castelar (republicano) contra la Reina (“El Rasgo”) ocasiona su detención; desencadenando motines impulsados por estudiantes y apoyados por los progresistas; que fueron duramente reprimidos en la llamada “Noche de San Daniel”20 .

En 1866, el general Prim coordinó esfuerzos de militares y civiles progresistas y demócratas para organizar un pronunciamiento, provocando el fallido levantamiento de sargentos del cuartel de San Gil en Madrid; que fue reprimido de forma muy dura. A pesar del anterior fracaso, la actividad golpista continuó con la preparación de un nuevo pronunciamiento, que se inició en agosto de 1866 con la firma del pacto de Ostende (1866) 21 ; aunque la revolución no se concretó hasta 1868.

La respuesta del régimen no fue otra que resistir mediante la fuerza. En el último momento, con Luis González Bravo, el régimen rozó el sistema dictatorial. El final llegó con la incruenta batalla de Alcolea (1868) 22 , que abrió las puertas de la

20 Se denomina Noche de San Daniel o Noche del Matadero a la del 10 de abril de 1865 en la que la Guardia Civil y unidades del Ejército reprimieron de forma sangrienta a los estudiantes de la Universidad Central de Madrid (actualmente Universidad Complutense de Madrid) que realizaban una serenata en la Puerta del Sol de apoyo a su rector, Juan Manuel Montalbán, depuesto por orden gubernamental al no haber destituido a varios catedráticos —como Castelar y Salmerón— por sus posiciones contrarias al planteamiento ideológico oficial establecida por el gobierno de Narváez.21 Pacto de Ostende, compromiso establecido por representantes del Partido Progresista y del Partido Demócrata con el fin de lograr el derrocamiento de la reina española Isabel II, cuyo acuerdo fue adoptado el 16 de agosto de 1866 en la ciudad belga de Ostende. Se pretendía, además, la elección mediante sufragio universal masculino de una asamblea constituyente que decidiera sobre la forma de gobierno, creándose para el seguimiento del Pacto un centro revolucionario permanente que se estableció en la también ciudad belga de Bruselas, bajo la presidencia de Juan Prim y Prats, su principal inspirador y promotor. Los firmantes del acuerdo fueron, en su mayoría, los emigrados anti-isabelinos residentes en las principales ciudades europeas, quienes habían logrado el respaldo de los desterrados políticos en las islas Canarias. Dado que se pretendía sustituir el régimen sustentado por el Partido Moderado y por la propia Reina, se intentó lograr atraer a los miembros de la Unión Liberal, lo cual consiguieron en vísperas del propio triunfo de la revolución de 1868 con el conocido como Pacto de Bruselas, firmado el 30 de junio de 186722 La Batalla de Alcolea tuvo lugar el 28 de septiembre de 1868 en la localidad española de Alcolea (Córdoba), y que puso punto final a la crisis del sistema moderado, que había estado en el poder durante el reinado de Isabel II, y contra el que se habían unido progresistas y demócratas en el Pacto de Ostende. Las Juntas Revolucionarias actuaron paralelamente a una conspiración militar iniciada con el pronunciamiento del brigadier Juan Bautista Topete. El general Francisco Serrano, duque de la Torre, al frente del ejército revolucionario, se enfrentó a las tropas realistas dirigidas por Manuel Pavía y Lacy, marqués de Novaliches, junto al puente sobre el Guadalquivir en Alcolea. Después de la victoria, los sublevados se dirigieron a Madrid. El efecto de la batalla fue inmediato. El jefe del gobierno, general don José Gutierrez de la Concha se retiró y una Junta revolucionaria se encargó del gobierno. La familia

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Revolución de 1868, la cual supuso el destronamiento definitivo de Isabel II, quien en 1870 abdicó en su hijo Alfonso XII para favorecer la vuelta de la monarquía Borbónica a España. Isabel II murió en 1904 en París, ciudad donde vivió desde su derrocamiento.

Castilla la Mancha bajo el Reinado de Isabel IICastilla La Mancha como región sufre un fuerte despoblamiento desde el siglo

XVII (como todo el centro peninsular a excepción de Madrid), que provoca que su desarrollo posterior sea escaso, a pesar de los intentos de Carlos III de reactivar su economía con la creación de Reales Fábricas, sigue siendo una región pobre, cuya principal fuente de riqueza es la actividad agropecuaria. Es cierto que desde la llegada al poder los liberales, el impacto socioeconómico se hace notar con la aparición de iniciativas que pretenden romper con el modelo de Antiguo Régimen (desaparición del Honrado Concejo de la Mesta, extinción de la Santa Hermandad en Ciudad Real, Toledo y Talavera en 1836), o la incorporación al modelo liberal con la realización de desamortizaciones y la creación de infraestructuras al amparo de la Ley General de Ferrocarriles, la línea de Madrid con el Mediterráneo dejó estaciones en Alcázar de San Juan, Albacete y Chinchilla, siendo la de Alcázar de San Juan el principal nudo de distribuidor entre Andalucía y Alicante desde 1855; y a través de los términos de Campo de Criptana, Pedro Muñoz y Socuéllamos el ferrocarril llega a Albacete.

A nivel político también se vio afectada por la Primera Guerra Carlista entre 1838 (los carlistas al mando de García después de vencer la resistencia de Argamasilla, Almodóvar del Campo, Puertollano y El Viso, se encaminan a Ciudad Real) y 1839 (el coronel Palacios invade La Alcarria y llega a Guadalajara y al mando de Arnau invaden y saquean las provincias de Cuenca y Albacete), aunque sin duda el hecho regional más relevante fue la firma del Pacto Federal Manchego en 1869, que se puede considerar el primer intento de constituir una realidad jurídica propia y diferenciada relacionada con el minoritario movimiento federalista.

En plena efervescencia política causada por la Revolución de 1868, en septiembre de 1869, los delegados del Partido Republicano Federal de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo, entre los que estaban destacados líderes locales del federalismo como José María Villamar (Alcázar de San Juan) o Juan Molero (Ciudad Real), firman en Alcázar de San Juan el Pacto Federal Manchego. Sin embargo, los representantes del federalismo de estas provincias, junto con los de Madrid y Guadalajara, habían firmado en junio del mismo año el Pacto Federal Castellano, mostrando la dualidad que ha existido entre este regionalismo y el castellanismo.

real salió de San Sebastián hacia Francia: había triunfado la denominada Revolución de 1868, que iniciaba el periodo conocido como Sexenio Democrático (1868-1874).

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La fórmula federal volvió a reactivarse con motivo de la proclamación de la Primera República, momento en el que los cuadros republicanos se pusieron a trabajar para organizar sus bases y trabajar en pos de la consolidación del nuevo sistema. Así consta la reunión que con tales fines tuvieron algunos miembros de la Junta Federal a principios de marzo de 1873. Entonces decidieron formar una suerte de comisión permanente con residencia en Alcázar de San Juan. El brusco fin de la Primera República acabó con las propuestas federalistas.