La Leccion de Eugene Ionesco

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  • 7/29/2019 La Leccion de Eugene Ionesco

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    LA LECCION

    PERSONAJES

    EL PROFESOR, 50 a 60 aos. Marcel Cuvelier.

    LA JOVEN ALUMNA, 18 aos. Rosette Zuchelli.

    LA SIRVIENTA, 45 a 50 aos. Claude Mansard

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    DECORACIN

    El gabinete de trabajo, que sirve tambin de comedor, del viejo profesor. A la izquierda de la

    escena una puerta que da a las escaleras del edificio; en el fondo, a la derecha de la escena, otra

    puerta que lleva a un pasillo del departamento. En el fondo, un poco a la izquierda, una ventana,

    no muy grande, con cortinas sencillas; en el borde exterior de la ventana, macetas de floresvulgares. Se ven, a lo lejos, casas bajas con tejados rojos: la pequea ciudad. El cielo es de un color

    azul grisceo. A la derecha, un aparador rstico. La mesa sirve tambin como escritorio; se halla en

    medio de la habitacin. Tres sillas alrededor de la mesa, otras dos a ambos lados de la ventana, el

    papel de las paredes claro y algunos anaqueles con libros. Al levantarse el teln, el escenario est

    vaco y sigue as durante bastante tiempo. Luego se oye la campanilla de la puerta de entrada.

    Se oye la:

    Voz DE LA SIRVIENTA (entre bastidores). S. Inmediatamente.

    En seguida aparecen en escena LA SIRVIENTA, que ha bajado corriendo las escaleras. Es robusta;

    de 45 a 50 aos, coloradota y lleva toca de campesina. Entra como un vendaval, hace que la puertagolpee tras ella, se enjuga las manos en el delantal mientras se oye sonar por segunda vez lacampanilla.

    LA SIRVIENTA. Paciencia, ya voy. (Abre la puerta. Aparece la JOVEN. ALUMNA, de 18 .aos.Delantal blanco, pequeo cuello blanco, carpeta bajo el brazo.) Buenos das, seorita.

    LA ALUMNA. Buenos das, seora. El profesor est en casa?

    LA SIRVIENTA. Es para la leccin?

    LA ALUMNA. S, seora.

    LA SIRVIENTA.

    Le espera. Sintese un momento mientras voy aavisarle.

    LA ALUMNA. Gracias, seora.

    Su sienta junto a la mesa, de cara al pblico; a su izquierda queda la puerta de entrada; ella da laespalda a la otra puerta, por la que siempre, apresuradamente, sale

    LA SIRVIENTA, quien llama:

    LA SIRVIENTA. Seor, haga el favor de bajar. Ha llegado su alumna.

    VOZ DEL PROFESOR (un poco alfeicada). Gracias. Ya bajo... dentro de dos minutos.

    La SIRVIENTA sale; la ALUMNA, con las piernas recogidas y la carpeta en las rodillas, esperagraciosamente; lanza una o dos miradas a la habitacin, los muebles y tambin al techo; despussaca de la carpeta un cuaderno, que ojea, y se detiene ms tiempo en una pgina, tanto pararepasar la leccin como para lanzar una ltima ojeada a sus deberes. Parece una muchacha corts,bien educada, pero muy vivaz, alegre y dinmica.

    Tieneuna sonrisa fresca en los labios. Durante el drama que se va a representar disminuirprogresivamente el ritmo vivo de sus movimientos, ir abandonando su apostura, dejar de

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    mostrarse alegre y sonriente para ponerse cada vez ms triste y taciturna. Muy animadaal principio, se mostrar cada vez ms fatigada y soolienta. Hacia el final del drama su rostrodeber expresar claramente un abatimientonervioso, su manera de hablar lo dejar ver, su lengua se har pastosa, las palabras acudirn condificultad a su memoria y saldrn de su boca tambin con dificultad; parecer vagamenteparalizada, con un comienzo de afasia. Voluntariamente al principio, hasta parecer casi agresiva,se har cada vez mes pasiva, hasta no ser ms que un objeto blando e inerte, al parecerinanimado, entre las manos del profesor, hasta el puntode que cuando ste llegue a hacer el gesto final, la ALUMNA no reaccionar; insensibilizada,carecer ya de reflejos; slo sus ojos, en un rostro inmvil, expresarn un asombro y un terrorindecibles. El paso deun comportamiento al otro se deber hacer, por supuesto,insensiblemente. El PROFESOR entra. Es un viejecito de barbita blanca. Lleva binculos, y vistebirrete negro, larga blusa negra de maestro de escuela, pantalones y zapatos negros, cuello postizoblanco y corbata negra. Excesivamente corts, muy tmido, con la voz amortiguada por la timidez,muy correcto, muy profesor. Se frota constantemente las manos; de vez en cuando tiene un brillolbrico en los ojos, rpidamentereprimido. Durante el transcurso del drama, su timidez desaparecer progresivamente, insensiblem

    ente; los fulgores lbricos de sus ojosterminarn convirtindose en una llama devoradora,ininterrumpida. De aspecto ms que inofensivo al comienzo de la accin,el PROFESOR semostrar cada vez ms seguro de s mismo, nervioso, agresivo,dominante, hastahacer lo que quiere con su alumna, convertida entre sus manos en una pobre cosa. Evidentementela voz del PROFESOR deber transformarse tambin, de dbil y alfeicada, en una voz cada vezms fuerte y, al final, extremadamente potente, retumbante, sonora como un clarn, en tanto quela voz de la ALUMNA se har casi inaudible, de muy clara y bien timbrada que habr sido alcomienzo del drama. En las primeras escenas el PROFESOR tartamudear, muy ligeramente,quizs.

    EL PROFESOR. Buenos das, seorita... Usted es... usted es, verdad, la nueva alumna?

    LA ALUMNA (se vuelve vivamente, con mucha desenvoltura, como muchacha mundana; luego selevanta, avanza hacia el PROFESOR y le tiende la mano). S, seor. Buenos das, seor. Como ve,he venido a la hora. No he querido retrasarme.

    EL PROFESOR. Est bien, seorita. Gracias, pero no tena queapresurarse. No s cmo disculparme por haberla hecho esperar... Terminaba justamente... de...Me disculpo... Usted me perdonar...

    LA ALUMNA. No es necesario, seor. Nada malo hay en ello, seor.

    EL PROFESOR

    . Mis excusas... Le ha costado encontrar la casa?

    LA ALUMNA. De ningn modo. Adems he preguntado. Aqu le conocen todos.

    EL PROFESOR. Hace ya treinta aos que vivo en esta ciudad. Usted no lleva en ella muchotiempo. Qu le parece?

    LA ALUMNA. No me desagrada ni mucho menos. Es una ciudad linda, agradable, con unhermoso parque, un colegio, un obispo, buenas tiendas, calles, avenidas...

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    EL PROFESOR. As es, seorita. Sin embargo, preferira vivir en otra parte: en Pars, o por lomenos en Burdeos.

    LA ALUMNA. Le gusta Burdeos?

    EL PROFESOR. No lo s. No lo conozco.

    LA ALUMNA. Pero conoce Pars?

    EL PROFESOR. Tampoco, seorita, pero, si usted me permite, podra decirme si Pars es lacapital de... la seorita?

    LA ALUMNA (busca durante un instante y luego contesta, feliz por saberlo) Pars es la capital...de Francia...

    EL PROFESOR. As es, seorita. Bravo, muy bien, perfecto! Le felicito. Usted conoce su geografanacional al dedillo. Sus capitales.

    LA ALUMNA. Oh!, no las conozco todas todava, seor; no es tan fcil, me cuesta aprenderlas.

    EL PROFESOR Oh, ya las aprender... Valor, seorita... Hay que tener paciencia... poco a poco...Ver usted cmo las aprender... Hoy hace buen tiempo... o ms bien no tan bueno. .. Oh, s, apesar de todo... En fin, no hace un tiempo demasiado malo, y eso es lo principal... No llueve, ninieva.

    LA ALUMNA. Eso sera sorprendente, pues estamos en verano.

    EL PROFESOR. Disclpeme, seorita, yo iba a decrselo... pero usted sabe que se puede esperartodo.

    LA ALUMNA. Evidentemente, seor.

    EL PROFESOR. En este mundo, seorita, no podemos estar seguros de nada.

    LA ALUMNA. La nieve cae en el invierno. El invierno es una de las cuatro estaciones. Las otrastres son... son... la pri...

    EL PROFESOR. S?

    LA ALUMNA. ...mavera, y luego el verano... y... y...

    EL PROFESOR. Comienza como otomana, seorita.

    LA ALUMNA. Ah, s, el otoo!

    EL PROFESOR. Eso es, seorita. Muy bien contestado, perfecto. Estoyconvencido de que usted ser una buena alumna. Progresar. Esinteligente, me parece instruida y tiene buena memoria.

    LA ALUMNA. Conozco mis estaciones, verdad, seor?

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    EL PROFESOR. Claro que s, seorita... o casi. Pero ya llegar. De todos modos, ya est bien.Usted llegar a conocer todas sus estaciones con los ojos cerrados, como yo.

    LA ALUMNA. Es difcil.

    EL PROFESOR. Oh, no! Basta con un pequeo esfuerzo y buena

    voluntad, seorita. Ya ver. Eso llegar, est segura.

    LAALUMNA. Cmo lo deseara, seor! Estoy tan sedienta deinstruccin! Tambin mis padres desean que profundice misconocimientos. Quieren que me especialice. Creen que una simple culturageneral, aunque sea slida, no basta en nuestra poca.

    EL PROFESOR. Sus padres, seorita, tienen completa razn. Usted debe llevar adelante susestudios. Le pido que me disculpe por decrselo, pero eso es necesario. La vida contempornea seha hecho muy compleja.

    LA ALUMNA. Y muy complicada. Mis padres son bastante ricos, en

    esotengo suerte. Podrn ayudarme a trabajar, a hacer estudios muysuperiores.

    EL PROFESOR. Y usted podra presentarse...

    LA ALUMNA. Lo ms pronto posible, en el primer concurso de doctorado. Se realiza, dentro detres semanas.

    EL PROFESOR. Ha hecho ya su bachillerato, si me permite la pregunta?

    LA ALUMNA. Si, seor, soy bachiller en ciencias y bachiller en letras.

    ELPROFESOR. Oh! Est usted muy adelantada, incluso demasiadoadelantada para su edad. Y en qu

    quiere doctorarse: en cienciasmateriales o filosofa normal?

    LA ALUMNA. Mis padres desearan, si usted cree que eso es posible en tan poco tiempo, queobtenga el doctorado total.

    EL PROFESOR. El doctorado total?... Es usted muy valiente, seorita, y le felicito sinceramente.Procuraremos, seorita, hacer todo lo que podamos. Por otra parte, usted sabe ya mucho, a pesarde ser tan joven.

    LA ALUMNA. Oh, seor!

    EL PROFESOR. Entonces, si usted me lo permite, y le ruego que me disculpe, le dir que hay que

    ponerse a trabajar. Apenas tenemos tiempo que perder.

    LA ALUMNA. Al contrario, seor, yo tambin lo deseo. E incluso se lo ruego.

    EL PROFESOR. Entonces, puedo rogarle que se siente?... Ah... Me permite, seorita, si no veen ello inconveniente, que me siente frente a usted?

    LA ALUMNA. Por supuesto, seor. Se lo ruego.

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    EL PROFESOR. Muchas gracias, seorita. (Se sientan a la mesa, eluno frente al otro, de perfil a la sala.) Ya est. Tiene sus libros, sus cuadernos?

    LA ALUMNA (sacando cuadernos y libros de m carpeta). S, seor. Por supuesto, tengo aqu todolo necesario.

    EL PROFESOR. Muy bien, seorita. Perfecto. Entonces, si eso no le molesta, podemoscomenzar?

    LA ALUMNA. S, seor, estoy a su disposicin.

    EL PROFESOR. A mi disposicin? (Fulgor en los ojos rpidamente extinguido y un gesto quereprime.) Oh, seorita, soy yo quien est a su disposicin. No soy sino su servidor.

    LA ALUMNA. Oh, seor!

    EL PROFESOR. Si usted quiere... entonces... nosotros... nosotros... yo... yo comenzar haciendoun examen sumario de sus conocimientos pasados y presentes, a fin de despejar el camino futuro...Bueno. Cmo va su percepcin de la pluralidad?

    LA ALUMNA. Es bastante vaga... confusa.

    EL PROFESOR. Bueno. Vamos a ver eso. Se frota las manos. Entra la SIRVIENTA, lo que pareceirritar al PROFESOR; se dirige al aparador y busca, algo, demorndose.

    EL PROFESOR. Veamos, seorita. Quiere que hagamos un poco de aritmtica, si no tieneinconveniente?

    LA ALUMNA. S por cierto, seor. En verdad, no deseo otra cosa.

    EL PROFESOR. Es una ciencia bastante nueva, una ciencia moderna; hablando propiamente, es

    ms bien un mtodo que una ciencia... Es tambin una teraputica. (A la SIRVIENTA.) Mara, noha terminado an?

    LA SIRVIENTA. S, seor. Ya he encontrado el plato y me voy.

    EL PROFESOR. Dse prisa. Vaya a su cocina, por favor.

    LA SIRVIENTA. S, seor. Ya voy.

    Falsa salida de la SIRVIENTA.

    LA SIRVIENTA. Disclpeme, seor, pero tenga cuidado. Le recomiendo la calma.

    EL PROFESOR. Es usted ridcula, Mara. No se preocupe.

    LA SIRVIENTA. Siempre se dice eso.

    EL PROFESOR. No admito sus insinuaciones. S perfectamente cmo debo conducirme. Soybastante viejo para eso.

    LA SIRVIENTA. Precisamente, seor. Hara mejor si no comenzase por la aritmtica con laseorita. La aritmtica fatiga, enerva.

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    EL PROFESOR. Ms a mi edad. Pero quin la mete en lo que no le importa? Este es asunto mo.Y lo conozco. Su lugar no est aqu.

    LA SIRVIENTA. Est bien, seor. No dir que no le he advertido.

    EL PROFESOR. Mara, no necesito sus consejos.

    LASIRVIENTA. Hgase la voluntad del seor. Sale.

    EL PROFESOR. Perdneme, seorita, por esta estpida interrupcin...Disculpe a esa mujer. Temeconstantemente que me fatigue. Vela por mi salud.

    LA ALUMNA. Oh, todo est disculpado, seor! Eso prueba que le es leal y que le estima. Lasbuenas sirvientas son raras.

    EL PROFESOR. Pero exagera. Su temor es estpido. Volvamos a nuestras matemticas.

    LA ALUMNA. Le sigo, seor.

    EL PROFESOR (ingenioso). Pero sin levantarse de la silla.

    LA ALUMNA (que aprecia el chiste). Como usted, seor.

    EL PROFESOR. Bueno. Aritmticos un poco.

    LA ALUMNA. Con mucho gusto, seor.

    EL PROFESOR. No le molesta decirme...?

    LA ALUMNA. De ningn modo, seor, contine.

    EL PROFESOR. Cuntos son uno y uno?

    LA ALUMNA. Uno y uno son dos.

    EL PROFESOR (admirado por la sabidura de la alumna). Oh, muy bien!Me parece muy adelantada en sus estudios. Obtendr fcilmente sudoctorado total, seorita.

    LA ALUMNA. Lo celebro, tanto ms porque es usted quien lo dice.

    EL PROFESOR. Sigamos adelante: cuntos son dos y uno?

    LA ALUMNA. Tres.

    EL PROFESOR. Tres y uno?

    LA ALUMNA. Cuatro.

    EL PROFESOR. Cuatro y uno?

    LA ALUMNA. Cinco.

    EL PROFESOR. Cinco y uno?

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    LA ALUMNA. Seis.

    EL PROFESOR. Seis y uno?

    LA ALUMNA. Siete.

    EL PROFESOR. Siete y uno?LA ALUMNA. Ocho.

    EL PROFESOR. Siete y uno?

    LA ALUMNA. Ocho...bis.

    EL PROFESOR. Muy buena respuesta. Siete y uno?

    LA ALUMNA. Ocho... triplicado.

    EL PROFESOR. Perfecto. Excelente. Siete y uno?

    LA ALUMNA. Ocho... cuadruplicado. Y a veces nueve.

    EL PROFESOR. Magnfica! Es usted magnfica! Es usted exquisita! Le felicito calurosamente,seorita. No merece la pena de continuar. En lo que respecta a la suma es usted magistral. Veamosla resta. Dgame solamente, si no est agotada, cuntos son cuatro menos tres.

    LA ALUMNA. Cuatro menos tres?... Cuatro menos tres?

    EL PROFESOR. S. Quiero decir: quite tres de cuatro.

    LA ALUMNA. Eso da... siete?

    EL PROFESOR. 'Perdneme si me veo obligado a contradecirle. Cuatro menos tres no dan siete.Usted se confunde: cuatro ms tres son siete, pero cuatro menos tres no son siete... Ahora no setrata de sumar, sino de restar.

    LA ALUMNA (se esfuerza por comprender) S... s...

    EL PROFESOR. Cuatro menos tres son: Cunto?... Cunto?

    LA ALUMNA. Cuatro?

    EL PROFESOR. No, seorita, no es eso.

    LA ALUMNA. Entonces, tres.

    EL PROFESOR. Tampoco, seorita... Perdneme, pero debo decrselo: noes sa la respuesta...Disclpeme.

    LA ALUMNA. Cuatro menos tres... Cuatro menos tres... Cuatro menos tres? No son diez?

    EL PROFESOR. No, ciertamente, no lo son, seorita. Pero adems no se trata de adivinar, sino derazonar. Procuremos deducirlo juntos. Quiere usted contar?

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    LA ALUMNA. S, seor. Uno... dos... tres...

    EL PROFESOR. Sabe usted contar bien? Hasta cuntos sabe usted contar?

    LA ALUMNA. Puedo contar... hasta el infinito.

    EL PROFESOR. Eso es imposible, seorita.LA ALUMNA. Entonces, digamos hasta diecisis.

    EL PROFESOR. Eso basta! Hay que saber l imitarse. Cuente, pues, por favor, se lo ruego.

    LA ALUMNA. Uno... dos... y despus de dos, vienen tres... cuatro...

    EL PROFESOR. Detngase, seorita. Qu nmero es mayor: el tres o el cuatro?

    LA ALUMNA. Es?... El tres o el cuatro? Cul es mayor? El mayor de tres o cuatro? En qusentido el mayor?

    EL PROFESOR. Hay nmeros ms pequeos y nmeros ms grandes. En los nmeros msgrandes hay ms unidades que en los pequeos...

    LA ALUMNA. Que en los nmeros pequeos?

    EL PROFESOR. A menos que los pequeos tengan unidades menores. Si son muy pequeas, esposible que haya ms unidades en los nmeros pequeos que .en los grandes... si se trata de otrasunidades.

    LA ALUMNA. En ese caso, los nmeros pequeos pueden ser mayores que los grandes?

    EL PROFESOR. Dejemos eso. Nos llevara mucho ms lejos. Sepa nicamente que no slo haynmeros. Hay tambin dimensiones, sumas, grupos, montones, montones de cosas tales como las

    ciruelas, los coches, las ocas, los pepinos, etctera. Supongamos simplemente para facilitar nuestrotrabajo que no tenemos ms que nmeros iguales: los mayores sern los que tengan msunidades, iguales.

    LA ALUMNA. El que tenga ms ser el ms grande? Ah, comprendo, seor! Usted identifica lacalidad con la cantidad.

    EL PROFESOR. Eso es demasiado terico, seorita, demasiado terico. No tiene por qupreocuparse de ello. Tomemos nuestro ejemplo yrazonemossobre ese caso concreto. Dejemos para ms tarde las conclusionesgenerales. Tenemosel nmero cuatro y el nmero tres, cada uno de ellos con un nmero igual de unidades. Qunmero ser mayor, el nmero ms pequeo o el nmero ms grande?

    LA ALUMNA. Disclpeme, seor. Qu entiende usted por el nmeromayor? El menos pequeoque el otro?

    El PROFESOR. Eso es, seorita. Perfecto! Me ha comprendido muy bien.

    LA ALUMNA. Entonces, es el cuatro,

    EL PROFESOR. Qu es el cuatro? Mayor o menor que el tres?

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    LA ALUMNA. Menor..., no, mayor.

    EL PROFESOR. Excelente respuesta. Cuntas unidades hay entre tres y cuatro? O entre cuatroy tres, si usted prefiere?

    LA ALUMNA. No hay unidades, seor, entre tres y cuatro. El cuatro viene inmediatamente

    despus del tres, pero no hay nada absolutamente entre el tres y el cuatro!

    EL PROFESOR. Me he explicado mal. La culpa es ma, sin duda. No he sido bastante claro.

    LA ALUMNA. No, seor, la culpa es ma.

    EL PROFESOR. Escuche. He aqu tres fsforos. Y aqu otro ms, en total cuatro. Ahora observebien; usted tiene cuatro, yo retiro uno, cuntos le quedan? No se ven los fsforos ni ninguno de losobjetos de que habla. El PROFESOR se levantar de la mesa y escribir en una pizarra inexistentecon una tiza inexistente, etctera.

    LA ALUMNA. Cinco. Si tres y uno hacen cuatro, cuatro y uno hacen cinco.

    EL PROFESOR. No es eso, no es eso en modo alguno. Usted tiende siempre a sumar. Perotambin hay que restar. No slo es necesario integrar, tambin hay que desintegrar. Eso es la vida.Eso es la filosofa. Eso es la ciencia. Eso son el progreso y la civilizacin.

    LA ALUMNA. S, seor.

    EL PROFESOR. Volvamos a nuestros fsforos. Tengo cuatro de ellos. Como usted ve, son cuatro.Quito uno, y ya slo quedan...

    LA ALUMNA. No s cuntos, seor.

    EL PROFESOR. Vamos, reflexione. Admito que no es fcil, pero usted es lo bastante culta para

    que pueda hacer el esfuerzo intelectual necesario y llegue a comprender. Entonces?

    LA ALUMNA. No llego a comprenderlo, seor. No lo s, seor.

    EL PROFESOR. Tomemos ejemplos ms sencillos. Si usted tuviese dos narices y yo le arrancaseuna, cuntas le quedaran?

    LA ALUMNA. Ninguna.

    EL PROFESOR. Cmo ninguna?

    LA ALUMNA. S, precisamente porque usted no me ha arrancado ninguna es por lo que tengouna ahora. Si usted me la hubiese arrancado, ya no la tendra.

    EL PROFESOR. No ha comprendido mi ejemplo. Suponga que no tiene ms que una oreja.

    LA ALUMNA. S. Y despus?

    EL PROFESOR. Yo le agrego otra. Cuntas tendr entonces?

    LA ALUMNA. Dos.

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    EL PROFESOR. Est bien. Y si le agrego otra ms, cuntas tendr?

    LA ALUMNA. Tres orejas.

    EL PROFESOR. Le quito una. Cuntas orejas le quedan?

    LA ALUMNA. Dos.EL PROFESOR. Muy bien. Le quito otra ms. Cuntas le quedan? LA ALUMNA. Dos.

    EL PROFESOR. No. Usted tiene dos, yo le quito una, le como una, cuntas le quedan?

    LA ALUMNA. Dos.

    EL PROFESOR. Le como una... una...

    LA ALUMNA. Dos.

    EL PROFESOR. Una!

    LA ALUMNA. Dos!

    EL PROFESOR. Una!

    LA ALUMNA. Dos!

    EL PROFESOR. Una!

    LA ALUMNA. Dos!

    EL PROFESOR. Una!

    LA ALUMNA. Dos!

    EL PROFESOR. Una!

    LA ALUMNA. Dos!

    EL PROFESOR. No, no. No es eso. El ejemplo no es... no es convincente. Esccheme.

    LA ALUMNA. Le escucho, seor.

    EL PROFESOR. Usted tiene... usted tiene... usted tiene...

    LA ALUMNA. Diez dedos!

    EL PROFESOR. Como usted quiera. Perfecto. Usted tiene, pues, diez dedos.

    LA ALUMNA. S, seor.

    EL PROFESOR. Cuntos tendra si tuviese cinco?

    LA ALUMNA. Diez, seor.

    EL PROFESOR. No es as!

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    LA ALUMNA. S, seor.

    EL PROFESOR. Le digo que no!

    LA ALUMNA. Usted acaba de decirme que tengo diez.

    EL PROFESOR. Le he dicho tambin, inmediatamente despus, que tena usted cinco!LA ALUMNA. Pero no tengo cinco, tengo diez!

    EL PROFESOR. Procedamos de otra manera... Limitmonos a los nmeros de uno a cinco para lasubstraccin... Preste atencin, seorita y va a verlo. Voy a hacer que comprenda. (El PROFESOR sepone a escribir en una pizarra negra imaginaria. La acerca a la ALUMNA, que se vuelve paramirarla.) Vea, seorita. (Hace como que dibuja en la pizarra un palito y que escribe debajo la cifra1; luego dos palitos, bajo los que escribe la cifra 2; luego tres palitos, bajo los que escribe la cifra 3;y por fin cuatro palitos, bajo los que escribe la cifra 4)Ve usted, seorita?

    LA ALUMNA. S, seor.

    EL PROFESOR. Son palitos, seorita, palitos. Aqu hay un palito, aqu dos palitos, aqu trespalitos, y luego cuatro palitos, cinco palitos. Un palito, dos palitos, tres palitos, cuatro palitos, cincopalitos son nmeros. Cuando se cuenta los palitos cada palito es una unidad, seorita... Quacabo de decir?

    LA ALUMNA. "Una unidad, seorita. Qu acabo de decir?".

    EL PROFESOR. O cifras! O nmeros! Uno, dos, tres, cuatro, cinco, son elementos de lanumeracin, seorita.

    LA ALUMNA (vacilando) S, seor. Elementos, cifras, que son palitos, unidades y nmeros.

    EL PROFESOR. Al mismo tiempo... Es decir que, en definitiva, toda la aritmtica est en eso.

    LA ALUMNA. S, seor. Bien, seor. Gracias, seor.

    EL PROFESOR. Entonces, cuente, por favor, valindose de esos elementos.... Sume y reste

    LA ALUMNA (como para, imprimirlo en su, memoria). Los palitos son cifras y los nmerosunidades?

    EL PROFESOR. Hum... Pase. Y entonces?

    LA ALUMNA. Se puede restar dos unidades de tres unidades, pero se puede restar dos dos detres tres? Y dos cifras de cuatro nmeros? Y tres nmeros de una unidad?

    EL PROFESOR. No, seorita.

    LA ALUMNA. Por qu, seor?

    EL PROFESOR. Porque no, seorita.

    LA ALUMNA. Y por qu no si los unos son los otros?

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    EL PROFESOR. Es as, seorita. Eso no se explica. Eso se comprende mediante un razonamientomatemtico interior. Se lo tiene o no se lo tiene.

    LA ALUMNA. Tanto peor!

    EL PROFESOR. Esccheme, seorita: si no llega a comprender pro-fundamente estos principios,

    estos arquetipos aritmticos, nunca llegar a realizar correctamente un trabajo de politcnico. Ytodava menos se podr hacer cargo de un curso en la Escuela politcnica... ni en la maternalsuperior. Reconozco que no es fcil, que se trata de algo muy, muy abstracto, evidentemente,pero cmo podra usted llegar, antes de haber conocido bien los elementos esenciales, a calcularmentalmente cuntos son y esto es lo ms fcil para un ingeniero corrientecuntosson, por ejemplo, tres mil setecientos cincuenta y cinco millonesnovecientos noventa y ochomil doscientos cincuenta y uno, multiplicados por cinco mil ciento sesenta y dos millonestrescientos tres mil quinientos ocho?

    LA ALUMNA (muy rpidamente). Son diecinueve trillones trescientos noventa mil billones dosmil ochocientos cuarenta y cuatro mil doscientos diecinueve millones ciento sesenta y cuatro milquinientos ocho.

    EL PROFESOR (asombrado). No. Creo que no es as. Son diecinueve trillones trescientos noventamil billones dos mil ochocientos cuarenta y cuatro mil doscientos diecinueve millones cientosesenta y cuatro mil quinientos nueve.

    LA ALUMNA. No, quinientos ocho.

    EL PROFESOR (cada vez ms asombrado, calcula mentalmente). S... tiene usted razn... elresultado es... (Farfulla ininteligiblemente.)Trillones, billones, millones, millares... (Claramente.)ciento sesenta y cuatro mil quinientos ocho.(Estupefacto.)Pero cmo lo sabe usted si no conocelos principios del razonamiento aritmtico?

    LA ALUMNA. Es sencillo. Como no puedo confiar en mi razonamiento, me he aprendido dememoria todos los resultados posibles de todas las multiplicaciones posibles.

    EL PROFESOR. Es extraordinario... Sin embargo, me permitir que leconfiese que eso no me satisface, seorita, y no le felicito. En matemticas, y en la aritmtica muyespecialmente, lo que cuenta pues en aritmtica hay que contar siempre lo que cuenta es,sobre todo, la comprensin. Usted deba haber obtenido ese resultado, lo mismoquecualquier otro, mediante un razonamiento matemtico inductivo ydeductivo al mismo tiempo.Las matemticas son enemigas encarnizadas de la memoria, excelente por lo dems, pero nefastaaritmticamente hablando... Por lo tanto, no estoy satisfecho... eso no marcha, de ningn modo.

    LA ALUMNA (desconsolada). No, seor.

    EL PROFESOR. Dejemos eso por el momento. Pasemos a otro gnero de ejercicios.

    LA ALUMNA. S, seor.

    LA SIRVIENTA (entrando). Hum, hum, seor...!

    EL PROFESOR (que no oye). Es lstima, seorita, que est tan pocoadelantada en matemticasespeciales...

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    LA SIRVIENTA (tirndole de la manga). Seor! Seor!

    EL PROFESOR. Temo que no se pueda presentar al examen para eldoctorado total.

    LA ALUMNA. S, seor, es lstima.EL PROFESOR. A menos que usted... (A la SIRVIENTA.) Pero djeme, Mara! Por qu se meteen esto? A la cocina! A su vajilla! Vyase! Vyase!(A la ALUMNA.) Procuraremos prepararlapara que apruebe por lo menos el doctorado parcial.

    LA SIRVIENTA. Seor! Seor! Le tira de la manga.

    EL PROFESOR (a laSIRVIENTA). Pero djeme en paz! Vyase! Qu significa esto?(A laALUMNA.) Tengo que ensearle, si quiere usted verdaderamente presentarse para eldoctorado parcial...

    LA ALUMNA. S, seor.

    EL PROFESOR. ...los elementos de la lingstica y de la filologacomparada...

    LA SIRVIENTA. No, seor, no! No es necesario!

    EL PROFESOR. Mara, usted exagera!

    LA SIRVIENTA. Seor, sobre todo nada de filologa. La filologa lleva a lo peor...

    LA ALUMNA (asombrada). A lo peor? (Sonriendo, un poco tontamente.)Vaya un lance!

    EL PROFESOR (a la SIRVIENTA). Esto es demasiado! Salga!

    LA SIRVIENTA. Est bien, seor, est bien. Pero no dir que no le he advertido! La filologa llevaa lo peor!

    EL PROFESOR. Soy mayor de edad, Mara!

    LA ALUMNA. S, seor.

    LA SIRVIENTA. Sea lo que quiera! Sale.

    ELPROFESOR. Continuemos, seorita.

    LA ALUMNA. S, seor.

    EL PROFESOR. Le ruego que escuche con la mayor atencin mi curso, enteramente preparado...

    LA ALUMNA. S, seor.

    EL PROFESOR. ... gracias al cual, en quince minutos, podr usted adquirir los principiosfundamentales de la filologa lingstica y comparada de las lenguas neo-espaolas.

    LA ALUMNA. S, seor, oh! Aplaude.

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    EL PROFESOR (con autoridad). Silencio! Qu significa eso?

    LA ALUMNA. Perdn, seor. Lentamente, la ALUMNA vuelve a poner las manos en la mesa.

    EL PROFESOR. Silencio! (Se levanta, se pasea por la habitacin, con las manos a la espalda; devez en cuando se detiene en el centro de la habitacin o junto a la ALUMNA y apoya sus palabrascon un gesto de la mano; perora, sin exagerar; la ALUMNA le sigue con la miraday a vecesencuentra cierta dificultad para hacerlo, pues debe volver mucho lacabeza; una o dosveces, no ms, se vuelve por completo.) As pues, seorita, el espaol es la lengua madre de la quehan nacido todas las lenguas neo-espaolas; el espaol, el latn, el italiano, nuestro francs,el portugus, el rumano, el sardo o Sardanpalo, el espaol y el neo-espaol, y tambin, enalgunos de sus aspectos, el turco mismo, que sin embargo se acerca ms al griego, lo que esenteramente lgico, pues Turqua es vecina de Grecia y Grecia est ms cerca de Turqua que ustedy yo. Esto no es sino una ilustracin ms de una ley lingstica muy importante, segn la cual lageografa y la filologa son hermanas gemelas... Puede tomar nota, seorita.

    LA ALUMNA (con voz apagada). S, seor.

    EL PROFESOR. Lo que distingue a las lenguas neo-espaolas entre s y a sus idiomas de los otrosgrupos lingsticos, tales como el grupo de laslenguas austracas y neo-austracas o habsbrgicas, as como de losgrupos esperantista, helvtico, monegasco, suizo,andorrano, vasco, y pelota, como asimismo de los grupos de las lenguas diplomtica y tcnica, loque las distingue, digo, es su llamativa semejanza que hace difcil distinguirlas a las unas de lasotras. Me refiero a las lenguas neo-espaolas entre s, a las que se llega a distinguir, no obstante,gracias a suscaracteres distintivos, pruebas absolutamente indiscutibles delextraordinario parecidoque hace indiscutible su comunidad de origen,yque, al mismo tiempo, las diferencia profundamente, mediante elmantenimiento de los rasgosdistintivos de que acabo de hablar.

    LA ALUMNA. Oooh! S, seor!

    EL PROFESOR. Pero no nos demoremos en las generalidades...

    LA ALUMNA (lamentndolo, desilusionada). Oh, seor!

    EL PROFESOR. Eso parece interesarle. Tanto mejor, tanto mejor.

    LA ALUMNA. Oh, s, seor!

    EL PROFESOR. No se preocupe, seorita. Volveremos a ello luego... a menos que no lo hagamos.Quin podra decirlo?

    LA ALUMNA (encantada, a, pesar de iodo). Oh, s, seor!

    EL PROFESOR. Todo idioma, seorita, spalo y recurdelo hasta la hora de su muerte...

    LA ALUMNA. Oh, s, seor, hasta la hora de mi muerte!... S, seor.

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    EL PROFESOR. Y ste es tambin un principio fundamental, todoidiomano es, en resumidas cuentas, sino un lenguaje, lo que implicanecesariamente que secompone de sonidos o...

    LA ALUMNA. Fonemas.

    EL PROFESOR. Iba a decrselo. Por lo tanto, no ostente sus conocimientos. Escuche, ms bien.

    LA ALUMNA. Bien, seor. S, seor.

    EL PROFESOR. Los sonidos, seorita, deben ser cogidos al vuelo por las alas para que no caiganen odos sordos. En consecuencia, cuando usted se decide a articular, se recomienda que, en lamedida de lo posible, levante muy alto el cuello y el mentn y se ponga de puntillas. As, vea...

    LA ALUMNA. S, seor.

    EL PROFESOR. Cllese. Qudese sentada y no interrumpa... Y que emtalos sonidos muyagudamente y con toda la fuerza de sus pulmones asociada a la de sus cuerdas vocales. As,observe: "Mariposa", "Eureka, Trafalgar", "papi, pap". De esta manera, los sonidos, llenos conun aire clido ms ligero que el aire circundante, revolotearn, revolotearn sin correr el peligro decaer en los odos sordos, que son los verdaderos abismos, las tumbas de las sonoridades. Si ustedemite muchos sonidos a una velocidad acelerada, esos sonidos se agarrarn los unos a los otrosautomticamente, formando as slabas, palabras, en rigor frases, es decir, agrupaciones ms omenos importantes, reuniones puramenteirracionalesde sonidos, desprovistos de todo sentido, pero precisamente por esocapacesde mantenerse sin peligro en una altura elevada en el aire. Solas, caen las palabras cargadas designificado, pesadas a causa de sus sentidos, y terminan siempre sucumbiendo, desmoronndose...

    LA ALUMNA. ... en los odos sordos.

    EL PROFESOR. As es, pero no interrumpa. Y en la peor confusin. O estallando como globos. Aspues, seorita (La ALUMNA parece sufrir de pronto.) Qu le pasa?

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas, seor.

    EL PROFESOR. Eso no tiene importancia. No vamos a detenernos por tan poco. Continuemos...

    LA ALUMNA (que parece sufrir cada vez ms). S, seor.

    EL PROFESOR. Llamo de paso su atencin sobre las consonantes que cambian de naturaleza enlas conjunciones. Las / se convierten en ese caso en v, las d en t, las g en k j viceversa, como en losejemplos que le sealo: tres horas, los nios, el gallo con vino, la edad nueva, he aqu la noche".

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas.

    EL PROFESOR. Continuemos.

    LA ALUMNA. S.

    EL PROFESOR. Resumamos: para aprender a pronunciar hacen falo ensardanpali, ni enrumano, ni en neo espaol, ni siquiera en oriental: boca, bocacalle, embocar, siguen siendo la

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    misma palabra, invariablemente con la misma raz, el mismo sufijo, el mismo prefijo, en todas laslenguas enumeradas. Y lo mismo sucede con todas las palabras.

    LA ALUMNA. En todas las lenguas esas palabras quieren decir lo mismo? Me duelen las muelas.

    EL PROFESOR. Absolutamente. Por lo dems, es una nocin ms bien que una palabra. De todas

    maneras, usted tiene siempre el mismo significado, la misma composicin, la misma estructurasonora no slo para esa palabra, sino para todas las palabras concebibles, en todos los idiomas.Pues una misma idea se expresa mediante una sola y misma palabra, y sus sinnimos, en todos lospases. Deje, por lo tanto, sus muelas.

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas. S, s y s!

    EL PROFESOR. Bien, continuemos. Le digo que continuemos... Cmodice usted, por ejemplo, enespaol: las rosas de mi abuela son tan amarillas como mi abuelo que era asitico?

    LA ALUMNA. Me duelen, me duelen, me duelen las muelas.

    EL PROFESOR. Continuemos, continuemos. Dgalo de todos modos!

    LA ALUMNA. En espaol?

    EL PROFESOR. En espaol.

    LA ALUMNA. Que diga en espaol: Las rosas de mi abuela son . . ?

    EL PROFESOR. Tan amarillas como mi abuelo, que era asitico.

    LA ALUMNA. Pues bien, en espaol se dir, segn creo: las rosas de mi... cmo se dice abuelaen espaol?

    EL PROFESOR. En espaol? Abuela.

    LA ALUMNA. Las rosas de mi abuela son tan... amarillas... En espaol se dice amarillas?

    EL PROFESOR. S, evidentemente.

    LA ALUMNA. Son tan amarillas como mi abuelo cuando se enojaba.

    EL PROFESOR. No... Que era a...

    LA ALUMNA. ... sitico... Me duelen las muelas.

    EL PROFESOR. Eso es.

    LA ALUMNA. Me duelen...

    EL PROFESOR. ...las muelas. Tanto peor. Continuemos! Ahora traduzca la misma frase alespaol, y luego al neo-espaol.

    LA ALUMNA. En espaol ser: las rosas de mi abuela son tan amarillas como mi abuelo, que eraasitico.

    EL PROFESOR. No. Est mal.

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    LA ALUMNA. Y en neo-espaol: las rosas de mi abuela son tan amarillas como mi abuelo, queera asitico.

    EL PROFESOR. Est mal. Est mal. Est mal. Ha invertido usted las cosas. Ha tomado el espaolpor neo-espaol, y el neo-espaol por espaol... No, es todo lo contrario.

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas. Usted me embrolla.

    EL PROFESOR. Es usted quien me embrolla. Est atenta y tome nota. Yo le dir la frase enespaol, luego en neo-espaol y por fin en latn. Usted la repetir despus de m. Atencin, pues lassemejanzas son grandes. Son semejanzas idnticas. Escuche y sgame bien.

    LA ALUMNA. Me duelen...

    EL PROFESOR. ...las muelas...

    LA ALUMNA. Continuemos... Ah!

    EL PROFESOR. ...en espaol: las rosas de mi abuela son tan amarillas como mi abuelo, que era

    asitico; en latn: las rosas de mi abuela son tanamarillas como mi abuelo, que era asitico. Advierte usted lasdiferencias? Traduzca eso... alrumano.

    LA ALUMNA. Las... Cmo se dice rosas en rumano?

    EL PROFESOR. "Rosas".

    LA ALUMNA. No es "rosas"? Ah, cmo me duelen las muelas!

    EL PROFESOR. Pero no, no, puesto que "rosas" es la traduccin oriental dela palabra francesa "rosas", en espaol "rosas". Comprende? Ensardanpali "rosas".

    LA ALUMNA. Disclpeme, seor, pero... Oh, cmo me duelen lasmuelas!... No advierto ladiferencia.

    EL PROFESOR. Sin embargo, es muy sencillo! Muy sencillo! Con lacondicin de poseer una experiencia, una experiencia tcnica y una prctica de esas lenguasdiversas, tan diversas aunque no presentan sino caractersticas enteramente idnticas. Voy atratar de darle una clave...

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas.

    EL PROFESOR. Lo que diferencia a esos idiomas no son las palabras, que son absolutamente lasmismas, ni la estructura de la frase, que es igual en todo, ni la entonacin, que no ofrecediferencias, ni el ritmo del lenguaje...Lo que las diferencia... Me escucha usted?

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas.

    EL PROFESOR. Me escucha usted, seorita? Ah, nos vamos a enojar!

    LA ALUMNA. Me fastidia usted, seor! Me duelen las muelas!

    EL PROFESOR. En nombre de un perro de lanas! Esccheme!

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    LA ALUMNA. Pues bien... s... s... contine.

    EL PROFESOR. Lo que las diferencia a unas de otras, por una parte, y de la espaola, con una e

    muda, su madre, por otra parte... es...

    LA ALUMNA (haciendo muecas). Qu es?EL PROFESOR. Es una cosa inefable. Una cosa inefable que slo se llega a advertir al cabo demucho tiempo, con mucha dificultad y tras una larga experiencia.

    LA ALUMNA. Ah!

    EL PROFESOR. S, seorita. No le puedo dar regla alguna. Hay que tener olfato, nada ms. Peropara tenerlo hay que estudiar, estudiar y estudiar.

    LA ALUMNA. Las muelas.

    EL PROFESOR. De todos modos, hay algunos casos concretos en los quelas palabras cambian de

    un idioma a otro..., pero no podemos basar nuestro saber en eso, pues esos casos son, por decirloas, excepcionales.

    LA ALUMNA. Ah, s?... Oh, seor, cmo me duelen las muelas!

    EL PROFESOR. No interrumpa! No me enoje! Si no, no responder ya de m. Deca, pues... Ah,s!, me refera a los casos excepcionales, llamados de distincin fcil..., o de distincin cmoda...,como usted prefiera...Repito, como usted prefiera, pues compruebo que no me escucha...

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas.

    EL PROFESOR. Digo que, en ciertas expresiones de uso corriente, ciertas palabras difierentotalmente de un idioma a otro, de modo que la lengua empleada es, en ese caso, sencillamentems fcil de identificar. Le citar un ejemplo: la expresin neo-espaola clebre en Madrid: "Mipatria es la neo-Espaa" se convierte en italiano en: "Mi patria es...

    LA ALUMNA. La neo-Espaa".

    EL PROFESOR. No. "Mi patria es Italia." Dgame, entonces, por simple deduccin, cmo dirItalia en francs?

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas!

    EL PROFESOR. Es, no obstante, muy sencillo: para la palabra Italiatenemos en francs la palabraFrancia, que es su traduccin exacta. Mi patria es Francia. Y Francia en Oriental se dice Oriente. Mi

    patria es el Oriente. Y Oriente en portugus se dice Portugal. La expresin oriental: Mi patria es elOriente se traduce, por lo tanto, de esta manera en portugus: Mi patria es Portugal! Y asconsecutivamente.

    LA ALUMNA. As es! As es! Me duelen...

    EL PROFESOR. Las muelas! Las muelas! Las muelas!... Se las voy a arrancar! Otro ejemploms. La palabra capital, la capital reviste, segn el idioma que se hable, un sentido diferente. Esdecir que si un espaoldice: Vivo en la capital", la palabra capital no querr decir de modo alguno

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    lo mismo que cuando un portugus dice tambin: "Yo vivo en la capital". Y con mayor razncuando lo dice un francs, un neo-espaol, un rumano, un latino, un sardanpali... Tan luego comooye usted decir, seorita... Seorita, estoy hablando para usted! Mierda, entonces!... Tan luegocomo oye decir: "Vivo en la capital", sabr usted inmediata y fcilmente si se trata de espaol, neo-espaol, de francs, de oriental, de rumano o de latn, pues basta con adivinar cul es la metrpolien la que piensa quien pronuncia la frase... en el momento mismo en que la pronuncia... Pero stosson, pocos ms o menos, los nicos ejemplos concretos que puedo citarle...

    LA ALUMNA. Oh, mis muelas!

    EL PROFESOR. Silencio! O le rompo el crneo!

    LA ALUMNA. Intente hacerlo! Calavera!

    El PROFESOR la ase del puo y se lo retuerce.

    LA ALUMNA (gritando). Ay!

    EL PROFESOR. Entonces, qudese tranquila! Ni una palabra!

    LA ALUMNA (lloriqueando). Las muelas...

    EL PROFESOR. Lo ms..., cmo dir?..., lo ms paradjico... s... sa es la palabra, lo msparadjico es que muchas personas que carecen por completo de instruccin, hablan esosdiferentes idiomas... Me oye? Qu he dicho?

    LA ALUMNA. ... hablan esos diferentes idiomas. Qu he dicho?

    EL PROFESOR. Ha tenido usted suerte!... La gente del pueblo habla el espaol, relleno depalabras neo-espaolas que rio advierten, creyendo que hablan el latn... o bien hablan ellatn, relleno de palabras orientales, creyendo que hablan el rumano... o el espaol, relleno de neo-

    espaol, creyendo que hablan el sardanpali, o el espaol... Me comprende usted?

    LA ALUMNA. S! S! S! S! Qu ms quiere usted?

    EL PROFESOR. Nada de insolencias, jovencita, o ten mucho cuidado! (Muy enojado.) Pero elcolmo, seorita, es que ciertas personas, por ejemplo, en un latn que suponen espaol, dicen:"Sufro de mis dos hgados a la vez" dirigindose a un francs que no sabe una palabra de espaol,pero ste les comprende tan bien como si se tratase de su propio idioma. Y el francs responder,en francs: "Yo tambin, seor, sufro de mis hgados" y se har entender perfectamente por elespaol, quien estar seguro de que le han contestado en un espaol puro y que ambos hablan enespaol, cuando en realidad no hablan en espaol ni en francs, sino en latn a la neo-espaola...Estse quieta, seorita, y no mueva las piernas ni patalee.

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas!

    EL PROFESOR. Cmo es posible que, hablando sin saber qu idioma habla, e incluso creyendoque habla otro, la gente del pueblo se entiende, no obstante, entre s?

    LA ALUMNA. Es lo que me pregunto.

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    EL PROFESOR. Es sencillamente una de las curiosidades inexplicablesdelempirismo grosero del pueblo que no hay que confundir con laexperiencia, una paradoja, undespropsito, una de las rarezas de la naturaleza humana. Es sencillamente, para decirlo todo enuna palabra, el instinto el que interviene en eso.

    LA ALUMNA. Ja, ja!

    EL PROFESOR. En vez de mirar cmo vuelan las moscas mientras yometomo todo este trabajo, hara usted mejor si procurara prestar msatencin. No soy yo quien seva a presentar al examen para eldoctorado...Lo pas ya mucho tiempo..., incluyendo mi doctorado total..., y midiploma supra-total... No comprende que lo hago por su bien?

    LA ALUMNA. Las muelas!

    EL PROFESOR. Mal educada!... Pero eso no seguir as, no seguir, no seguir as!...

    LA ALUMNA. Yo... le... escucho.

    EL PROFESOR. Ah! Le he dicho que para aprender a distinguir todos esos idiomas diferentes nohay nada mejor que la prctica... Procedamos por orden. Voy a 'tratar de ensearle todas lastraducciones de mi cuchillo.

    LA ALUMNA. Como usted quiera... Despus de todo...

    EL PROFESOR (llama a la SIRVIENTA). Mara! Mara!... No viene... Mara! Mara! Cmo eseso, Mara? (Abre la puerta de la derecha.)Sale. La ALUMNA queda sola durante unos instantes,con la mirada perdida en el vaco y como embrutecida.

    EL PROFESOR (con voz chillona, afuera). - Mara! Qu significa esto? Por qu no viene?Cuando yo la llamo, tiene que venir! (Entra, seguido por MARA.) Soy yo quien manda, me oye?

    (Seala a la ALUMNA.) No comprende nada sa! No comprende!

    LA SIRVIENTA. No se ponga en ese estado, seor. Tenga cuidado! Eso lo llevar lejos, lo llevarlejos de todo eso.

    EL PROFESOR. Sabr detenerme a tiempo.

    LA SIRVIENTA. Eso se dice siempre, pero deseara verlo.

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas!

    LA SIRVIENTA. Ya lo ve, eso comienza. Es el sntoma!

    EL PROFESOR. Qu sntoma? Explquese. Qu quiere decir?

    LA ALUMNA (con voz dbil). S, qu quiere decir usted? Me duelen las muelas.

    LA SIRVIENTA. El sntoma final! El gran sntoma!

    EL PROFESOR. Tonteras! Tonteras! Tonteras! (LA SIRVIENTA va a salir.) No se vaya as. La hellamado para que me traiga los cuchillos espaol, neo-espaol, portugus, francs, oriental,rumano, sardanpali, latino y espaol.

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    LA SIRVIENTA (severa). No cuente conmigo. Se va.

    EL PROFESOR (hace gestos, quiere protestar, se contiene, un poco desamparado. De prontorecuerda). Ah! (Se dirige rpidamente al cajn y saca de l un gran cuchillo invisible, o real,segn el gusto del director de escena, y lo blande jubiloso.) He aqu uno, seorita, he aqu uncuchillo. Es lstima que no haya ms que ste, pero trataremos de utilizarlo para todas las lenguas.

    Bastar con que usted pronuncie la palabra cuchillo en todos los idiomas, mirando al objeto, muyde cerca, fijamente, e imaginndose que es el idioma que usted dice.

    LA ALUMNA. Me duelen las muelas!

    EL PROFESOR (casi cantando, melopea). Entonces: diga cu, como cu; chi, como chi; y llo, comollo. Y mire, mire, fjese bien.

    LA ALUMNA. Qu es eso? Francs, italiano, espaol?

    EL PROFESOR. Eso no tiene ya importancia. Eso no le importa. Diga: cu.

    LA ALUMNA. Cu.

    EL PROFESOR. Chi... Mire.

    LA ALUMNA. Chi.

    EL PROFESOR. Llo. Mire. (Blande el cuchillo ante los ojos de LA ALUMNA)

    LA ALUMNA. Lio.

    EL PROFESOR. Siga mirando!

    LA ALUMNA. Ah, no! Vyase a paseo! Estoy harta! Adems me duelen las muelas, me duelenlos pies, me duele la cabeza.

    EL PROFESOR (nervioso). Cuchillo... Mire... Cuchillo... Mire...Cuchillo... Mire...

    LA ALUMNA. Tambin me hace usted dao en los odos. Tiene una voz! Oh, qu voz estridente!

    EL PROFESOR. Diga: cuchillo, cu... chi... llo.

    LA ALUMNA. No! Me duelen los odos, me duele en todas partes.

    EL PROFESOR. Voy a arrancarte las orejas, y as no te dolern los odos, querida!

    LA ALUMNA. Ay! Es usted quien me hace dao...

    EL PROFESOR. Vamos, mire y repita rpidamente: cu...

    LA ALUMNA. Si usted tiene el... cu... cuchillo... (Durante un instante lcida e irnica.) es neo-espaol.

    EL PROFESOR. Si se quiere, s, neo-espaol. Pero apresurmonos, puesnotenemos tiempo... Adems, a qu viene esa pregunta insidiosa? Cmo se permite usted...? LA

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    ALUMNA est cada vez ms fatigada, llorosa, desesperada, al mismo tiempo extasiada yexasperada.

    LA ALUMNA. Ay!

    EL PROFESOR. Repita, mire. (Imita al cuchillo.) Cuchillo... cuchillo...cuchillo...

    LA ALUMNA. Ay, me duele... la cabeza!.... (Se pasa la mano, como en una, caricia, por laspartes del cuerpo que nombra.) Los ojos.

    EL PROFESOR (imitando al cuchillo). Cuchillo... cuchillo... Los dos se han puesto en pie; l sigueblandiendo su cuchillo invisible, casi fuera de s, mientras da, vueltas alrededor de ella en unaespecie de danza salvaje, pero no se debe exagerar y el profesor apenas esbozar los pasos dedanza. La ALUMNA, en pie frente al pblico, se dirige, caminando hacia atrs, a la ventana,enfermiza, lnguida, embrujada.

    EL PROFESOR. Repita, repita: cuchillo... cuchillo... cuchillo

    LA ALUMNA. Me duele... la garganta, cu... ay!... los hombros... lossenos... cuchillo...

    EL PROFESOR. Cuchillo... cuchillo... cuchillo...

    LA ALUMNA. Las caderas... cuchillo... los muslos... cu...

    EL PROFESOR. Pronuncie bien: cuchillo... cuchillo.

    LA ALUMNA. Cuchillo... la garganta...

    EL PROFESOR. Cuchillo... cuchillo...

    LA ALUMNA. Cuchillo..., los hombros..., los brazos, los senos, lascaderas cuchillo... cuchillo...

    EL PROFESOR. Eso es Ahora pronuncia usted bien.

    LA ALUMNA. Cuchillo... mis senos... mi vientre...

    EL PROFESOR (cambiando de voz). Atencin!... No rompa mis baldosas...El cuchillo mata...

    LA ALUMNA (con voz dbil). S, s... el cuchillo mata.

    EL PROFESOR (mata a LA ALUMNA de una cuchillada muy espectacular). Ah! Toma! Ella gritatambin Ah! y luego cae, en una actitud impdica, en una silla que, como por casualidad, seencuentra junto a la ventana. GritanAh! al mismo tiempo el asesino y la vctima. Despus de laprimera cuchillada LA ALUMNA se deja caer en la silla, con las piernas muy separadas pendiendo a

    ambos lados de la silla; EL PROFESOR est enpe frente a ella, dando la espalda al pblico; despus de la primera cuchillada, asesta a LAALUMNA muerta una segunda, de abajo arriba, a continuacin de lo cual ELPROFESOR experimenta un sobresalto muy visible de todo su cuerpo.

    EL PROFESOR (sin aliento, farfullando). Arrastrada!... Bien hecho... Eso me hace bien... Ay, ay,qu cansado estoy!... Me cuesta respirar... Ah! Respira con dificultad; cae en una silla que porsuerte est, a su alcance; se enjuga la frente y murmura palabras incomprensibles; su

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    respiracin se normaliza... Se levanta, mira el cuchillo que tiene en la mano, contempla a lamuchacha y luego, como si despertase.

    EL PROFESOR (presa del pnico). Qu he hecho? Qu me va a suceder ahora? Qu va apasar? Ah la, la! Qu desgracia! Seorita, seorita, levntese! (Se agita, conservando en la manoel cuchillo invisible con el que no sabe qu hacer.) Vamos, seorita, la leccin ha terminado...

    Puede usted irse..., pagar en otra ocasin... Ay, est muerta..., muerta! Ha sidocon mi cuchillo... Est muerta... Es terrible! (Llama a la SIRVIENTA.)Mara! Mara! Venga, miquerida Mara! Ay, ay! (La puerta de la derecha, se entreabre y apareceMARA.) No... No venga. Me he equivocado. No la necesito, Mara... ya no la necesito... Me oye?MARA se acerca, severa, sin decir palabra, y ve el cadver.

    EL PROFESOR (con voz cada vez menos segura). No la necesito, Mara.

    LA SIRVIENTA (sarcstica). Entonces, est usted satisfecho de su alumna? Ha aprovechadobien su leccin?

    EL PROFESOR (oculta el cuchillo a su espalda). S, la leccin ha terminado..., pero ella..., ella

    sigue ah... no quiere irse.

    LA SIRVIENTA (muy dura). En efecto!

    EL PROFESOR (temblando). No he sido yo... No he sido yo... Mara... No...Se lo aseguro No hesido yo, mi pequea Mara...

    LA SIRVIENTA. Quin ha sido, entonces? Quin ha sido? Yo?

    EL PROFESOR. No lo s..., quizs...

    LA SIRVIENTA. O el gato?

    EL PROFESOR. Es posible... No s.

    LA SIRVIENTA. sta es la cuadragsima vez! Y todos los das lo mismo! Y se quedar sinalumnas, lo que estar bien.

    EL PROFESOR (irritado). Yo no tengo la culpa! Ella no quera aprender! Era desobediente! Erauna mala alumna! No quera!

    LA SIRVIENTA. Mentiroso! EL PROFESOR se acerca disimuladamente a la SIRVIENTA, con elcuchillo a la espalda.

    EL PROFESOR. Eso no le importa a usted! (Trata de asestarle una cuchillada formidable, pero la

    SIRVIENTA le ase el puo al vuelo y se lo retuerce. El PROFESOR deja caer a tierra su arma.)Perdn!

    LA SIRVIENTA (abofetea dos veces seguidas al PROFESOR, con ruido y fuerza, y el PROFESOR cae alsuelo de espaldas y lloriquea). Asesino! Cochino! Asqueroso! Quera hacerme eso a m? Yo nosoy una de sus alumnas! (Lo levanta asindolo por el cuello, recoge el birrete, que le pone en lacabeza, mientras l, que teme que lo abofeteen, se protege con el codo como los nios.) Ponga ese

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    cuchillo en su lugar! Vamos! (El PROFESOR va a dejarlo en el cajn del escritorio y vuelve.) Y, sinembargo, yo le advert hace un momento: la aritmtica lleva a la filologa y la filologa al crimen...

    EL PROFESOR. Usted dijo: "a lo peor".

    LA SIRVIENTA. Es lo mismo.

    EL PROFESOR. Yo entend mal. Crea que "Peor" era una ciudad y que usted quera decir que lafilologa llevaba a la ciudad de Peor.

    LA SIRVIENTA. Mentiroso! Viejo zorro! Un sabio como usted noentiende mal el sentido de laspalabras. No me va a engaar.

    EL PROFESOR (solloza). No la he matado intencionadamente.

    LA SIRVIENTA. Al menos lo lamenta?

    EL PROFESOR. Oh, s, Mara, se lo juro!

    LA SIRVIENTA. Me da usted compasin! Es usted una buena persona, a pesar de todo. Tratarde arreglar eso. Pero no vuelva a las andadas. Puede producirle una enfermedad del corazn.

    EL PROFESOR. S, Mara. Qu se va a hacer, entonces?

    LA SIRVIENTA. Se la va a enterrar...al mismo tiempo que a las otrastreinta y nueve... Sern necesarios cuarenta atades... Se llamar alservicio de pompas fnebres y a mi enamorado, el cura Augusto. Se encargarn coronas...

    EL PROFESOR. Oh, Mara, muchas gracias!

    LA SIRVIENTA. Al grano. Ni siquiera vale la pena llamar a Augusto, pues usted mismo es un pococura a sus horas, si ha de creerse el rumor pblico.

    EL PROFESOR. De todos modos, que no sean muy caras las coronas. Ella no ha pagado suleccin.

    LA SIRVIENTA. No se preocupe... Por lo menos cbrala con su delantal. As est indecente.Adems se la van a llevar.

    EL PROFESOR. S, Mara, s. (La cubre.) Hay el peligro de que nos detengan... Imagnese,con cuarenta atades... La gente se asombrar. Y si nos preguntan qu contienen?

    LA SIRVIENTA. No se preocupe tanto. Diremos que estn vacos. Por lo dems, la gente nopreguntar nada, pues ya est habituada.

    EL PROFESOR. Sin embargo...

    LA SIRVIENTA (saca un brazalete con tina insignia, quiz la svstica nazi). Tome. Si tiene miedo,pngase esto y nada tendr que temer. (Le coloca el brazalete.) Se trata de poltica.

    EL PROFESOR. Gracias, mi pequea Mara. As, estoy tranquilo. Es usted una buena muchacha,Mara, muy fiel.

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    LA SIRVIENTA. Vaya! Manos a la obra, seor. Est listo?

    EL PROFESOR. S, mi pequea Mara. (La SIRVIENTA y el PROFESOR toman el cuerpo de lamuchacha, uno por los hombros y el otro por las piernas, y se dirigen hacia la puerta de laderecha.) Cuidado, no le haga dao! Salen. La escena queda vaca durante unos instantes. Se oyellamar a la puerta de la izquierda.

    Voz DE LA SIRVIENTA. Voy en seguida!

    Aparece como al comienzo de la obra y se dirige a la puerta. Vuelve a sonar la campanilla.

    LA SIRVIENTA (aparte). sa tiene mucha prisa! (En voz alta.) Paciencia! (Va a la puerta de laizquierda y la abre.) Buenos das, seorita. Es usted la nueva alumna? Viene para la leccin? Elprofesor la espera. Voy a anunciarle su llegada. Bajar inmediatamente! Pase, pase, seorita!