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LA MERCED – CAMINOS DE LIBERACIÓN

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LA MERCED – CAMINOS DE LIBERACIÓN. Nº 202 • AÑO 42 • 2021 La revista de la Familia Mercedaria desde 1918 Dirección: Mario Alonso Aguado c/ Belisana, 2 • 28043 Madrid. Secretaría y archivo: Leoncio López. [[email protected]] Administración: Serge Ndayisaba. Consejo asesor: J. Ignacio Postigo, José Avilés, Carmen Quirós, Alejandro Robertson, Miguel Ángel Aguado, Simón Rementería, Isabel Prieto, Mony Aguilar. Edita: Provincia Mercedaria de Castilla [www.mercedarios.net] Belisana, 2 • 28043 • Madrid. Teléfono: 91 300 29 72 Diseño y maquetación: Fernando Bernabé Imprime: Gráficas Arias Montano. Depósito Legal: M–40.283–1980 ISSN–1577–5062 Responsable página web: Leoncio López. [www.mercedarios.net/caminosdeliberacion]

[http://www.odemih.com/es/biblioteca– virtual/publicaciones–seriadas]

Esta revista publica cinco números al año, uno de ellos en forma de calendario. Todas las colaboraciones y artículos escritos aquí, son gratuitos y desinteresados. La Merced – Caminos de Liberación no comparte necesariamente las opiniones vertidas en sus artículos. La responsabilidad de los mismos compete única y exclusivamente a sus autores.

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Hola a todos: el tema que se me propone para la refle-xión es como darle forma, a través de la palabra, de lo que, desde dentro de la Merced estoy orando, vivien-do, experimentando y deseando en este tiempo de

pandemia. Creo que al principio pensamos que el STOP inesperado y

generalizado, motivado por el estado de emergencia sanitaria, en cualquier ámbito personal, familiar, comunitario, social, nos ven-dría bien, nos haría mejores personas. Y sí, han sido muchos los gestos desprendidos de personas e instituciones religiosas y civi-les, que nos han invitado a ser mejores mercedarias y merceda-rios. Pero también es verdad que se ha puesto de manifiesto la carencia de unos valores éticos y desde la fe que nos pide dar res-puesta liberadora en las diversas formas de cautividad provocadas por la pandemia. Hoy debemos ser creativas/os en la actualización del carisma en la situación social en la que se dan condiciones degradantes y opuestas al evangelio. La posibilidad de ofrecer ayuda, visitar y redimir debe ser motivo de nuestro empeño y unión. En palabras del Papa Francisco, “la soledad, los miedos, la inseguridad de tantas personas que se sienten abandonas por el sistema” debe ser misión y tarea nuestra.

Se hace necesario compartir el carisma para que la misericor-dia llegue pronto allí donde la vida se está haciendo dura por la falta de recursos, trabajo, soledad, vidas rotas por la pérdida de seres queridos a los que no se ha podido acompañar y despedir. Y aquí no hay excusas para desmarcarnos por la edad, los perfiles personales o comunitarios. Hay tarea para todas/os: orar-visitar-acoger-cuidar-acompañar-compartir. “No se pierde ninguno de los trabajos realizados con amor, no se pierde ninguna de las pre-ocupaciones sinceras por los demás, no se pierde ningún acto de

amor a Dios, no se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia… Una gran nobleza es ser capaz de desatar procesos cuyos frutos serán recogidos por otros, con la esperanza puesta en las fuerzas secretas del bien que se siem-bra” (Fratelli Tutti)

Como Iglesia, tenemos el compromiso con la sociedad de unir al amor la esperanza y desde el diálogo impregnar de fe la reali-dad para que la unidad, la fraternidad, la solidaridad supere al conflicto.

En la encuesta que recientemente nos han solicitado desde CONFER aportaba mi inquietud por reforzar la idea de la Familia Carismática, donde se genere una red de relaciones que permita que las personas, laicas o religiosas, que animamos las obras, podamos mantener el espíritu que hasta ahora ha dado vida a la obra de Merced y Misericordia, regalando libertad con nuestro ser y hacer.

Como Familia Mercedaria debemos unir esfuerzos; tenemos mucho que compartir y repartir en este mundo tan necesitado de nuestro carisma antiguo, siempre nuevo y en continuo camino de liberación.

María de la Merced nos acompaña, nos anima y fortalece. Nuestro barco, con Ella, llegará a puerto seguro.

A FONDO

03La Merced frente a la pandemia.

10 Pandemia: un desafio para la Merced y para la iglesia.

OPINIÓN

04Buena Noticia.

05Pan demos: pandemia y pandemonium.

SOMOS NOTICIA

15 Residencias de ancianos mercedarias.

16 Con Nombre Propio.

17 Infomerced.

NUESTRAS SECCIONES

06La pandemia como desafío ecológico.

07Un mártir para la pandemia.

08 Un Buen Ladrón para La Merced de Madrid.

12 El pan de la traición.

13 Llevado entre 4.

14 Buen esposo y buen padre.

OBRA CARISMÁTICA

18 Creer, Vivir, Convivir. “Traspasando la piel”

EN PORTADA. Como apunta Daniel Innerarity «las crisis sólo enseñan a quien esta-ba en disposición de aprender», y la pandemia es una de las mayores crisis a la que nos enfrentamos los seres humanos en su conjunto. Los interrogantes que plantea Oscar Mate-os en su ensayo «El shock pandémico», van en esta dirección: «¿Qué nos dice la pandemia sobre nosotros mismos, sobre nuestra forma de estar en el planeta, sobre nuestra forma de organizarnos política y económicamente? ¿Qué pone en valor y qué deja en evidencia? ¿Cómo dialoga con los problemas de fondo existentes y qué responde a los interrogantes planteados?» Responder adecuadamente a este desafío es clave para nuestra superviven-cia como sociedad y como seres humanos, y cualquier respuesta debe pasar por el corazón solidario. Los mercedarios y las mercedarias de hoy están «en disposición de aprender» de esta crisis, porque su carisma liberador y su espíritu fraterno los ha ido preparando a lo largo de más de ochocientos años para ello.

s u m a r i o

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La posibilidad de ofrecer ayuda, visitar y redimir debe ser motivo de

nuestro empeño y unión.

Lola Lora–Villar Leonés. Superiora General. Religiosas de la Orden de la Merced.

firma invitada

LA MERCED FRENTE A

LA PANDEMIA

hacia los jueces y abogados de Asia Bibi, que así se llama esta mujer cristia-na, han entorpecido el justo proceso de la justicia. En uno de mis viajes a Paris pude contemplar, con mucho gozo, un gran cartel, muy cerca de Notre Dame pidiendo la libertad para Asia Bibi. Una foto que guardo con especial cariño.

Hoy, escuchando las noticias, he oído que Asia Bibi, por fin, va a ser puesta en libertad y mi alegría ha sido inmensa. También he oído a continuación que ya hay manifestaciones en la calle, organi-zadas por los fanáticos, exigiendo el

leído ejemplos de lo que digo durante este último año. Pone-dlos. Sacadlos a la luz y alimentad vuestros corazones con ellos, esas buenas gentes que nos devuelven a la esperan-za y permiten recobrar la fe en el ser humano. Yo me quedo con el chaval que, a pesar de su minusvalía, se subía todos los días cuatro pisos para dejarles en el umbral de la puerta, con-venientemente desinfectada, la comida a unos ancianos que vivían solos y sin familia. Y como él, miles. Por no hablar de mi amigo Jorge, médico entre los miles de médicos que se alzan enormes en medio de esta crisis con su tiempo y sus sudores EPI, y a quienes quiero hacer homenaje y agradecimiento. Y puestos a hablar de la denostada Iglesia, pongámonos a la cola de las colas del hambre y recuperemos la palabra del año. Pan-demia. Pan demos. Efectivamente. Y no hay más que hablar. Y lo demás son cuentos.

tribuna abierta José Ignacio Postigo

carta blanca Alejandro F. Barrajón

Me he hecho eco en bastantes ocasiones de la situación injusta e inhumana que está sufriendo una mujer cristiana

en Paquistán, encerrada en la cárcel hace ya muchos meses, tan solo por ser cristiana. La acusaron de blasfemia por-que se lavó las manos en una fuente pública donde se lavan muchas mujeres, y eso fue interpretado como una blasfe-mia contra el Islam. El problema de fondo es que ella es cristiana en medio de un mundo hostil hacia el cristianismo, y de que siempre se ha confesado como cris-tiana. Ante la oferta de libertad con la condición de convertirse al Islam, ella respondió con mucha convicción: “Prefie-ro ser cristiana en la cárcel que musulma-na en libertad”. Y esto ha exasperado a no pocos fanáticos musulmanes –que no todos lo son– que han pedido ya en varias ocasiones, incluso con manifesta-ciones públicas, que sea ahorcada.

Muchas instancias internacionales han solicitado reiteradamente su puesta en libertad, pero las presiones de la calle

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ahorcamiento, incluso cuando los jueces han decidido su libertad. Espero que la justicia se imponga y Asia Bibi sea libe-rada, como es de justicia reconocida internacionalmente.

Hace unos años, siendo yo párroco en Madrid, tuve la dicha de conocer per-sonalmente a su esposo y a su hija en una Eucaristía que celebramos por los cristianos perseguidos, dentro de un congreso de reflexión sobre el tema que había convocado la organización “Hazte Oír”. Me impresionó ver la firmeza y la fe de su esposo y de su hija en la esperan-za de que algún día su esposa y su madre sería liberada.

Sueño con que llegue este momento de humanidad y esta gran mujer pueda sentir la libertad que le corresponde, como mujer y como cristiana. Porque será un signo de que los derechos humanos comienzan a ver la luz, aunque sea de una manera tan lenta, y tan pun-tual, como en este caso.

¡Bienvenida a la liberad, Asia Bibi, lo celebramos!

Me ceñiré por una vez y sin que sirva de precedente al tema de la revista. Pandemia. Qué original. Estos sabios griegos formaban palabras interesantes: pan (todo) y demos (pueblo). Es más que evidente

que la pandemia ha afectado a todo el pueblo. Y creo sincera-mente que su gestión –al menos en España, pero me temo que en casi todo el orbe– ha sido un auténtico desastre, llevada a cabo por dirigentes amateurs que han hecho oídos sordos a urgentes recomendaciones de la ciencia y la medicina (cuyos representantes han sido los auténticos profesionales de este asunto) en aras de sus intereses venenosamente políticos, multiplicando por cien los efectos mortales del virus y convir-tiendo la tarea en un auténtico pandemónium (= reunión de demonios) o, lo que es lo mismo, un lugar donde reina la con-fusión, el ruido y el griterío, según definición ajustadísima de la R.A.E.

Si no fuera porque cientos de miles de familias –se dice pronto– han sufrido las consecuencias letales del virus de algu-na u otra forma, la labor de estos impresentables que han puesto por encima del bien común sus intereses personales o de partido podría quedar como una anécdota como tantas insu-fribles del retozo político. No hay más que contemplarles en este último mes (marzo del 2021) urdiendo maquinaciones, ávi-dos de venganza, jugueteando con sus escaños en mociones de censura con tus votos, hozando en la basura del poder.

Pero no. Ha sido muy grave y ojalá la justicia, si no la huma-na al menos la divina, incline la balanza, sopese responsabili-dades y separe la paja del grano. O las ovejas de las cabras (cabritos y pillines ellos), evangélicamente hablando. Y aquí quería llegar, que no todo va a ser meterme con el personal (Señor, me cansa la vida). Digo que en medio de la podredum-bre se ha alzado, magnífica, otra pandemia, otro conjunto del pueblo que ha dado de comer y de beber y se ha sentido soli-dario y responsable del bien ajeno. Esta pandemia fraterna, silenciosa y oculta en la mayoría de los casos, anónima como casi todo lo bueno y que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, nos está salvando como pueblo. Por supuesto que tiene nombre y apellidos de personas, hombres y mujeres –ellos y ellas, ja, ja, ja, que no se me enfade Irene, la que ha multiplicado por 79 sus ingresos desde que está en política– que han puesto a disposición del otro lo mejor de sí mismos y nos han salvado de la estulticia y el despropósito, del sinsentido y la desorientación vital en la que nos ha sumergido el virus. Todos habéis visto en primera persona o escuchado y

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OPINIÓN► ◄OPINIÓN

PAN DEMOS: PANDEMIA Y PANDEMONIUM

Sueño con que llegue este momento de

humanidad y esta gran mujer pueda sentir la

libertad que le corresponde

en medio de la podredumbre se ha alzado, magnífica, otra pandemia, otro

conjunto del pueblo que ha dado de comer y de beber y se ha sentido

solidario y responsable del bien ajeno

BUENA NOTICIA

ción y la falta del aire limpio por la tala de árboles; la escasez de agua, los ríos con vertidos químicos, y los océa-nos con los plásticos como alimento de nuestros peces. Esto no es nada comparado con todo el ataque incons-ciente, o interesado, que estamos viviendo y vamos conociendo.

En resumen: la pandemia que sufrimos tiene que ver mucho con la ecología. No sólo contaminamos, sino que, además, destruimos y ocupamos el hábitat de los animales, por lo que ellos pueden contagiarnos y dar ori-gen a más pandemias.

Apostar por la liberación es una lla-mada para toda la humanidad en su conjunto, y para cada uno de nos-otros: ¡actuemos, concienticemos y cuidemos, ayudando así a que esta pandemia se termine y evitando las siguientes!

El papa Francisco habla de la con-versión ecológica (LS, 216-221):

“Vivamos la vocación de ser protec-tores de la obra de Dios… Des-

arrollemos la creatividad para resolver los males

del mundo…” “Sana nuestras vidas para

que seamos protec-tores del mundo” (Oración final)

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crece exponencialmente, por lo que necesitaríamos más tierras, más espacio, más planetas, para mantener el ritmo de producción necesario que satisfaga la demanda y para recibir los desechos que ocasiona, convirtiéndo-se en una de las principales fuentes de contaminación. Ya no sabemos dónde meter tanta basura, como hemos podido ver recientemente en un vertedero, rellenando montes y valles, en el norte de España. No sabemos cómo eliminar los desechos de nuestro consumo: aparatos, coches, chatarra, baterías, plásticos...

Estamos destruyendo la naturale-za, nuestra casa común. Podríamos hacer una larga lista de lo que conoce-mos: incendios, tala de árboles, avi-dez en coger todo lo de valor, hasta tierras fértiles o raras, sin preocuparse por lo que sucederá en el futuro. Y sigue: la contaminación por la polu-

cuando estalló la Guerra Civil, consiguió llegar con un sal-voconducto a Madrid donde fue detenido el 29 de julio de 1936. Unos meses más tarde, el 27 de mayo de 1937 fue liberado, pero no terminaba ahí su martirio. Al contrario, en ese momento comenzaba: la enfermedad, la soledad y el abandono irían minando su vida. El paso por la cárcel, las vejaciones, las humillaciones, el maltrato habían quebran-tado su salud. Solo contaba con la ayuda de una merceda-ria, la madre María Barrenechea. Buen consuelo de cora-zón, pero que no llegó a salvar su vida: antes de que pasa-se un año fue encontrado muerto, el 24 de febrero de 1938, en el sótano de la calle Infantas donde residía. Fue llevado solo al cementerio y, con posterioridad, arrojado al osario común. Las circunstancias de su muerte hoy no nos sue-nan extrañas, no nos son ajenas. Ancianos aislados en pisos o residencias, enfermos en camas de hospital entu-bados sin una mano familiar o amiga que les dé consuelo, fallecidos que no son acompañados en su sepelio. En aquellos días, fueron la persecución y el odio de la fe las causas de la muerte del padre Tizón Boleira; hoy es la pandemia mundial, pero en ambos casos es necesario dar testimonio de Cristo, de su luz, en ambos casos el Señor nos sostiene en la prueba y nos entrega el fuego del Espí-ritu Santo.

La pandemia en la que nos encontramos hiere nues-tro corazón. Todos hemos perdido a alguien, y al dolor de la ausencia, en muchos casos, se ha unido la pena por la distancia y el desconsuelo de los

abrazos que no hemos podido dar para confortar a nues-tros seres queridos. A nuestro lado está el Señor siempre entregándonos la luz de su esperanza. Luz de Cristo reden-tor, muerto y resucitado, que proclama que la muerte no es la palabra última del Padre, sino que lo es la vida en el Espíritu. De esa esperanza, de esa redención, los mártires son testimonio grande: ellos nos muestran de modo emi-nente la realidad profunda del amor de Dios. Un amor que vence la muerte. Por esto, en estos tiempos de oscuridad, ellos nos pueden servir de ayuda e intercesión. Se nos puede argumentar que su muerte violenta, durante la per-secución religiosa, poco tiene que ver con nuestra situa-ción. Sin embargo, el martirio es una realidad compleja que siempre puede arrojar claridad y gracia en medio de la oscuridad.

En concreto, entre nuestros mártires contamos con fray Jesús Tizón Boleira (1895-1938). Un mártir que entregó su vida no ante el pelotón de fusilamiento, sino ante la enfermedad y el abandono causado por la persecución. De origen gallego, conventual en Herencia (Ciudad Real)

UN MÁRTIR PARA LA PANDEMIA

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Un amor que vence la muerte. Por esto, en estos tiempos de oscuridad, ellos nos pueden

servir de ayuda e intercesión.

nuestros mártires José Anido

nuevas cautividades Carmen Quirós

Estamos sufriendo una pande-mia que afecta a toda la humanidad; con ojos merce-darios la vemos como una

nueva cautividad que nos oprime, cau-sándonos dificultades en todos los dominios de nuestra vida y llevando a millones de personas a la muerte en situación de aislamiento y soledad. A pesar de las vacunas, vemos la pan-demia como un peso que ha venido para quedarse; nos ha cambiado la vida y nos preguntamos cómo podre-mos liberarnos de ella.

La pandemia está relacionada con el cambio climático: el gran problema ecológico que también afecta a todo el planeta. El papa Francisco lo explica en su encíclica Laudato Si; a ella me remito y aconsejo su lectura.

Los científicos avisaban desde hace tiempo que si se aceleraba el cambio climático las pandemias serían cada vez más frecuentes y graves debido a que estamos destruyendo los ecosistemas y, por tanto, los anima-les se están acercando más a la especie humana, a nosotros. Estos animales nos pueden transferir sus virus, bacte-rias y demás parásitos.

El consumo huma-no, por otra parte,

Estamos destruyendo la naturaleza, nuestra casa

común.

LA PANDEMIA COMO DESAFÍO ECOLÓGICO

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Templo, capillas, claustros, celdas, refectorio, librería, botica…, de nada fal-taba en ese complejo conventual, y en nada tenía que envidiar a los mejores de la Corte. Sus estancias albergaban verdaderas obras de arte, sobresalien-do por su arquitectura, retablos, imagi-nería, pintura, orfebrería, ornamentos sagrados, rejería, cerámica y otras artes suntuarias. Este espacio sacro fue ele-gido, por parte de la nobleza de Madrid, como lugar de enterramiento. Un mag-nífico legado que sufrió un duro varapa-lo, con la desamortización decretada por el ministro Juan Álvarez Mendizá-bal, en el siglo XIX, hasta llegar a su total desaparición.

Entre las numerosas piezas artísti-cas del convento estaba esta talla de San Dimas. Este santo presidía y reci-bía culto en un retablo-relicario que estaba adosado al testero del crucero del lado del Evangelio; parejo, frente con frente, se alzaba el mausoleo de Don Fernando Cortés Ramírez de Arellano, nieto del Conquistador Hernán Cortés y III Marqués del Valle de Oaxaca, y el de su ilustre esposa Doña Mencía de la Cerda y Bobadilla, hija de los II Condes de Chinchón. Ambos cónyuges aparecían represen-tados en magníficas figuras talladas en alabastro, siguiendo el modelo de monumento funerario real que consa-graron, en el Monasterio de San Loren-zo de El Escorial, los escultores italia-nos León y Pompeo Leoni: manos jun-tas, en actitud orante, y postrados de hinojos. Por fortuna, las dos imágenes se conservan y custodian ahora en el Museo Arqueológico Nacional.

¿De cuándo data la construcción del relicario? Habría que fecharlo entre los años 1635, momento en el que se con-trata el monumento funerario de los marqueses, y el 1659, cuando el pintor

rocambolesco. En el caso del Buen Ladrón, de la Merced de Madrid, la talla fue recogida e inventariada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fer-nando en 1835 y seleccionada, junto a otras muchas piezas de notable mérito artístico, para formar parte del nuevo Museo Nacional de Pintura y Escultura, que se abrió en el desaparecido con-vento de la Trinidad Calzada, y cuyos fondos pasaron posteriormente al Museo del Prado. Sin duda, que debió llamar poderosamente la atención, por su rareza iconográfica, casi única, por su respetable calidad, y por su impo-nente presencia, tamaño algo más grande que al natural (2,62 x 1,10 m.) En el año 1849 ya aparece en un inven-tario de la iglesia de Bailén, había llega-do desde Madrid traído por el XII Duque de Osuna. Hoy está clara su autoría, en tiempos pasados mucho se especuló

sobre el tema: unos la atribuían erróne-amente a Alonso Cano, otros a un dis-cípulo anónimo de Martínez Monta-ñés, e incluso, hubo quien llegó a pen-sar que era una escultura napolitana. En realidad, su autor es Juan Pascual de Mena, nacido en 1707 en el pueblo toledano de Villaseca de la Sagra, cuya parroquia cuenta con una talla suya, de la Virgen de la Merced, que sería inte-resante estudiar, y fallecido en Madrid, en 1784. Escultor representativo de una época de transición, en la cual los modelos más barrocos se habían moderado y refinado, por influencia del rococó francés, imperando en ellos un clasicismo académico, que ya comen-zaba a dar paso a un nuevo estilo inci-piente, el Neoclasicismo. Prueba de lo dicho anteriormente es este San Dimas, una espléndida escultura de bulto redondo, de cuerpo entero, en posición erguida, tallada en madera y policromada. Destaca sobremanera su acentuado contraposto, flexionando ligeramente la pierna derecha, el santo se muestra glorioso después de su resurrección, tras su ascenso al paraíso que le prometió Jesús estando en la cruz: “Hoy estarás conmigo en el paraí-so” (Lc 23, 43). Con su mano izquierda se aferra a una gran cruz en forma de tau, crux commissa, mientras que dirige su derecha al pecho en señal de arre-pentimiento y petición de perdón. El rostro barbado tiene un aire juvenil y expresivo, y su cabellera se muestra en mechones de pelo abigarrado. Su cuer-po semidesnudo posee paño de pure-za, recogido a la altura de la cadera izquierda, mientras que un sudario blanco cuelga arropando la figura por detrás, el pliegue de la tela del lienzo cae de forma natural formando pliegues armónicos. Su anatomía es perfecta y marcada, con pronunciada musculatu-ra. Una imagen magnífica, de una acu-sada majestuosidad y teatralidad. La restauración a la que se ha visto some-tida le ha devuelto su primitivo esplen-dor. Bailén posee una joya.

J. Fernández de Gandía, es contrata-do para decorar el crucero con unas arquitecturas fingidas. Diez años más tarde, en 1669, se redacta una descrip-ción del interior del templo mercedario madrileño, conservada en uno de los manuscritos de la Biblioteca Nacional de España, en ella podemos leer: “como de finísimos jaspes…donde con gran asseo y tan nuevas y diversas reli-quias, repartidas por sus urnas y en medio una imagen ricamente vestida de nuestra señora de la Merced”.

¿Cuándo y por qué la imagen de la Virgen de la Merced fue sustituida por la de San Dimas? Según el historiador y viajero Antonio Ponz, en su obra Viaje de España, el cambio ya estaba hecho en 1776, cuando él visita el con-vento. ¿El motivo de la mudanza de imágenes? El cronista madrileño Anto-nio Capmany, en Origen histórico y eti-mológico de las calles de Madrid, año 1863, refiere que la imagen de San Dimas proviene de “un humilladero de este santo, perteneciente al duque de Monteleón, en donde se veneraba una imagen al natural del mismo y además sus santas reliquias… pero habiéndose secuestrado los bienes al duque, pidió la comunidad de la Merced Calzada la imagen y las reliquias, porque así lo tenía acordado que se hiziera caso de faltar la capilla.” No olvidemos que los duques de Monteleón eran descendien-tes directos de Don Fernando y Doña Mencia, patronos de la capilla Mayor del convento mercedario y, como hemos visto, estaban allí enterrados. De mil amores debieron aceptar los frailes la imagen del Buen Ladrón, a quien veneraban en su liturgia propia cada 24 de abril.

¿Cómo llegó la imagen de San Dimas hasta la parroquia de Bailén, en Jaén? No es fácil responder a este punto. La desamortización del siglo XIX supuso la dispersión y pérdida de gran parte de patrimonio artístico de las Órdenes religiosas. Algunas de sus obras tuvieron un periplo de lo más

el antiguo convento de San José, per-teneciente a los mercedarios descalzos de Valladolid. Allí se alzaba la capilla de las Mercedes, la más espaciosa y principal del templo, con tres retablos, al centro el dedicado a la Virgen mer-cedaria; al lado de la epístola, el de Santa Eulalia, y al lado del evangelio, el Buen Ladrón. Estos dos retablos laterales estaban en simetría, ya que sus respectivas esculturas tenían idén-tico tamaño y ambas estaban repre-sentadas clavadas en una cruz.

La imagen de San Dimas, protago-nista de nuestro artículo, como ya hemos dicho, estuvo primeramente en el convento mercedario madrileño, alza-do en lo que actualmente es la Plaza de Tirso de Molina. Un convento muy cono-cido en la Villa y Corte, llamado también de los Remedios, por venerarse allí una pequeña y milagrosa imagen de la Vir-gen María con esa advocación. La Orden de la Merced fundó en la capital de España en el año 1564, con la auto-rización eclesiástica del arzobispo de Toledo, a cuya jurisdicción pertenecía Madrid. Como sucede en casi todos los comienzos, las obras se inician modes-tamente y a un ritmo más bien lento. En el siglo XVIII los trabajos avanzaron grandemente, pero no sería hasta la siguiente centuria cuando el edificio e iglesia conventual se verían finalizados.

Las devociones, el culto a Cristo, a la Virgen María, en sus diver-sos títulos y advocaciones, y a los santos, en las Órdenes y

congregaciones religiosas corre parejo a su historia y espiritualidad, al fin específico para el que fueron funda-das. Presentamos aquí una talla poco conocida de San Dimas, El Buen Ladrón, que perteneció al antiguo con-vento de mercedarios calzados de Madrid y que por avatares de la historia se custodia en la actualidad en la parroquia de la Encarnación, de Bailén (Jaén). Con una iconografía muy poco habitual, ya que el santo, en lugar de estar crucificado, aparece de pie, glori-ficado, una representación extraña en la tradición del arte cristiano de occi-dente. Es de estilo barroco tardío, y está datada en el siglo XVIII, el siglo de la Ilustración y la razón, el llamado siglo de las luces. Precisamente, a finales de esa centuria cesan las tradi-cionales redenciones de cautivos, momento en el que la Orden de la Mer-ced tiene que redefinir su misión y carisma redentor. En un primer momento, entre otras acciones, los mercedarios se decantaron por asistir a presos condenados a muerte y ajus-ticiados. En ese tiempo surgen en su seno nuevas devociones, nuevos modelos de santidad a los que seguir y a quienes encomendarse, es el caso que nos ocupa: San Dimas, un ladrón ajusticiado, al igual que su compañero Gestas, pero que a diferencia de éste vive una profunda conversión al perca-tarse de que, en medio de la desola-ción del monte Calvario, se alzaba la gloria y la misericordia del mismísimo Salvador del mundo. La devoción al Buen Ladrón se extendió al conjunto de la familia mercedaria, valga como ejemplo otra imagen que se veneró en

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UN BUEN LADRÓN PARA LA MERCED DE MADRID

JAÉN

una espléndida escultura de bulto

redondo, de cuerpo entero, en posición erguida, tallada en

madera y policromada

arte & historia Mario Alonso Aguado

Necesitamos que nuestro ser merce-dario se convierta en caja de resonancia del clamor del pueblo y nuestras acciones ancladas en lo fundamental se articulen como cultura del “cuidado”, de la justicia y de la liberación de los seres humanos. Se nos pide mojarnos y dejar que nuestras manos acojan con cuidado y dignidad los papeles de los “sin papeles”, que nuestras manos tracen proyectos, no utópicos, sino reales. Estamos llamados a poner la mira-da fija en la misericordia para poder ser parábola de fraternidad misericordiosa con los menores desprotegidos, con los adolescentes, con los jóvenes, con la mujer que sufre violencia de género, con los sintecho, con quienes viven el atarde-cer de la vida.

La Iglesia en su condición de Madre y cuidadora está continuamente haciendo llamadas a la fraternidad, a la justicia y a la amistad social, como claramente hemos leído en la Fratelli tutti que el Papa Francisco nos ha regalado. La fra-

Estos días estamos cansados de escuchar que se ha cumplido un año de pandemia mundial, un año tan diferente al que había-

mos planificado. Casi todo lo programado para el año 2020, un año tan prometedor, cargado de proyectos, de reuniones, de congresos e incluso de Capítulos generales y provinciales, quedó desdibujado y las convocatorias fueron prorrogadas o anula-das. A doce meses vista, para algunos el tiempo habrá pasado más deprisa de lo que parece, a otros se les habrá hecho una eter-nidad y para la mayoría habrá supuesto una merma en muchos aspectos de la vida. Lo cierto es que, hasta la fecha, esta pan-demia ha dejado por el camino miles de muertos e importantes secuelas: sanitarias, económicas, familiares, emocionales, sociales, pastorales.

Y en este tiempo podemos preguntar-nos ¿qué ha supuesto el gran reto mundial de la pandemia para La Merced? ¿Cómo ha sido su respuesta? En nuestros entornos, muy diferentes unos de otros, el virus, no sólo el sanitario Covid-19, sino también el virus de la pobreza sigue haciendo estra-gos. ¿Habremos aprendido alguna cosa del tiempo que hemos pasado confinados? Si hacemos un recorrido por esos lemas que nos han acompañado los doce meses y que hemos vivido estigmatizados por su conte-nido, podemos deducir que, cuando una expresión se populariza, es porque esconde algo esencial del espíritu de nuestro tiempo y encontrar el significado profundo debe ayudarnos a rearmarnos interiormente para poder vivir el año 2021 con más serenidad, lucidez y compromiso, lograr, a partir de este nuevo año, un lenguaje que gire en torno a la vida, a la atención, a la presencia evangelizadora, a la misericordia, al con-suelo y a la resiliencia. Debe ayudarnos a tener un lenguaje que nos convoque a cons-truir, desde La Merced, alternativas comu-nitarias y promover presencias desde el cuidado y el acompañamiento.

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ternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad (FT, nº 103). En la Laudato Si, aboga por una “cultura ecológica”, “una mirada distinta, un pen-samiento, una política, un programa edu-cativo, un estilo de vida y una espirituali-dad que conformen una resistencia” ante el avance de la realidad actual. Nos marca pautas.

Y es también el Papa Francisco quien en una de sus homilías de la Semana Santa de 2020 considera la pandemia como “una llamada a la conversión” per-sonal y colectiva. Las reflexiones de la Iglesia durante este período han sido de gran calado, configurando de forma indi-recta, y a veces directa, una conversación global sobre el estado actual de nuestro mundo y sobre su rumbo y devenir. ¿Qué nos dice la pandemia sobre nosotros mis-mos, sobre nuestra forma de estar en el planeta, sobre nuestra forma de organi-zarnos política y económicamente?, ¿qué pone en valor y qué deja en evidencia?

Y personalmente, ¿qué nos ha enseña-do la pandemia? Nos ha enseñado mucho, sin duda, como pocos acontecimientos en estos últimos tiempos. Ha removido, desde luego, todo nuestro suelo creyente y de vocación. No porque no tuviera sen-tido nuestra fe y nuestra vocación ante acontecimientos tan terribles, sino porque nos hemos replanteado muchas cosas. Ha acabado no sólo con la autosuficiencia del mundo, sino también con la nuestra, y hemos reaprendido que somos criaturas y criaturas vulnerables. Tenemos que ser más humildes. Nosotros, nosotras, hom-bres y mujeres de fe, tenemos que asumir la condición de la tierra, entrar en esta condición y no salirnos de ella. El Verbo se hizo carne y se hizo tierra, se hizo humus. Y ese es nuestro lugar.

El virus nos ha dicho que solos, no podemos nada. Todo lo podemos en Dios, porque Él es nuestra roca y nuestro baluarte. Pero lo podemos todos juntos. El virus nos ha enseñado a valorar la fra-

La Merced, en sus diferentes modos: Órdenes, Congregaciones, tanto masculi-nas como femeninas, en los distintos países y continentes donde está, ha sido siempre presencia de misión activa y evangelizado-ra transformando en gesto cercano y con-creto la misericordia, la bondad, la merced de Dios. Llevando esperanza a lugares donde ésta agonizaba. La Merced ha estado dando la mano a migrantes sin papeles, ayudando a jóvenes a integrarse social-mente en una cultura tan diferente a la suya. Ha sido anuncio de la PALABRA que da sentido al ser humano y ha sido denuncia de injusticas.

Sin duda nuestro carisma de caridad redentora y liberadora nos exige tener la mirada fija en el dolor del mundo, por eso hemos asistido de cerca al dolor vivido en nuestras Residencias de personas mayores, provocado por la vulnerabilidad de quienes allí estaban, reforzada por la enfermedad, por el aislamiento de sus seres queridos, por el miedo. Con ellas se ha sufrido la

incertidumbre, el riesgo de la infección vírica, la muerte de seres queridos. Y han sido manos mercedarias junto al personal, responsable y colaborador, quienes han sembrado palabras de confianza, de espe-ranza, de misericordia, de merced.

La Merced en su presencia educativa ha sido diligente, generosa, cercana, corresponsabilizando a los padres y siendo apoyo en su difícil labor de educadores. La Merced es consciente de la preocupante situación que está creando la gran pobreza en los niños y en las familias, una diferen-cia que perdurará muchos años y en algu-nos lugares permanecerá para siempre.

La Merced en su dimensión solidaria y del compartir, a lo largo y ancho de la geo-grafía mercedaria, ha entregado inconta-bles bolsas de comida y de artículos de pri-mera necesidad a personas de la calle, a familias en necesidad, a los que perdieron el trabajo, a los que nunca lo tuvieron, a migrantes, a los sin hogar callejeros..., a los excluidos.

ternidad, la solidaridad, el compartir. Lo que vale sostener a nuestros hermanos, dejar que ellos nos sostengan. Hemos aprendido que entre todos se pueden lograr, si no todo, casi todo. También a nosotros, religiosos y religiosas, nos ense-ña que el nuevo camino lo comenzamos desde el compartir, desde el hacer proyec-tos comunes y desde la intercongregacio-nalidad, o el mundo no entenderá nuestras opciones. Todo con los demás y nada solos.

El virus nos ha pedido que comparta-mos todo lo que somos y tenemos; espe-cialmente bienes humanos y bienes mate-riales. La riqueza que tienen las Congrega-ciones no nos pertenece, pertenece a la Iglesia, y está en función de la Evangeliza-

ción y de la humanización del mundo. El virus nos ha hecho comprender que Dios es amor en gestos concretos de caridad.

Y ahora que iniciamos el camino de la postpandemia, nos preguntamos: ¿servirá esta crisis como aprendizaje para las futu-ras crisis derivadas de la emergencia cli-mática?, ¿llegará la vacuna a las zonas más empobrecidas de nuestro mundo bajo unos criterios justos de reparto?, ¿será la vida el centro de las decisiones individuales y colectivas futuras? Debe quedarnos claro que sin interrupción de la vieja normalidad no puede haber nueva normalidad con sabor a fraternidad y a promesa cumplida. Acelerar su llegada nos compete a los seres humanos, de manera especial a quienes compartimos el sueño de Jesús de Nazaret y, en el caso de La Merced, a quienes, cada día, somos acompañados por la Madre, María, Mujer discípula y comprometida en todo momento con los planes de Dios y el dolor de la humanidad.

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Ana Mª Abadía Superiora Provincial de la Provincia de Madrid, Mercedarias de la Caridad.

ABRIENDO CAMINOS

LA PANDEMIA. UN DESAFIO PARA LA MERCED Y PARA LA IGLESIA

Necesitamos que nuestro ser mercedario se convierta en caja de resonancia del clamor del pueblo.

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DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (Mc 2, 1-12) Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdona-dos». Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?» Pero, al instante, conocien-do Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vues-tros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate, toma tu camilla y anda?" Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados –dice al paralítico–: "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."» Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida». REFLEXIÓN Si algo hemos experimentado en este tiempo de pandemia, es la fuerza que tiene la comunidad que acompaña y se compadece del hermano postrado en una camilla. Son innumerables las personas que se han preocupado por el que tienen al lado. Párate un momento y reflexiona: ¿quién se ha preocupa-do por mí durante el confinamiento? Aunque quizá haya sido yo quien ha levantado la camilla. La fe supera todo límite y el amor lo lleva a su plenitud. Aquellos cuatro que, incansables, abrieron el techo son un claro ejemplo de ello. Piensa por un instante en este detalle que permitirá el desenlace final: "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."

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LLEVADO ENTRE

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Palabra e Imagen Miguel Ángel Aguado / Francisco Alises

página jóven Boli

Escenografía: Una mesa amplia, con vasos rústicos, un pan ácimo grande y una palangana con su jarra a los pies de la mesa, esta mesa estará iluminada con una luz cenital. INT. El personaje de Jesús estará sentado en la mesa a un lado del grupo de discípulos y discípulas, frente al público (evitamos la imagen convencional de estar al centro del grupo de discípulos). Incorporamos a la escena un personaje con la cara pintada completamente de blanco (tipo mimo) represen-tará la presencia de Satanás. Música: Me dice que me ama (Album: JaLeo. Grupo Jaleo. 1996. Apple Music 2017) Jesús: (Mientras comen un poco de pan, mojando en una fuente con aceite) Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar a los guardias del Templo. (Los discípulos y discípulas comienzan a mirarse extrañados entre si, y ante una mirada silenciosa e impasible del Maestro comienzan a preguntarle, al hacerlo se ponen de pie, y Jesús vuelve a pedirle con un gesto que se sienten). Discípulo 1º: ¿Soy yo, Señor? Discípula 1ª: ¿Acaso lo dices por mí, Maestro? Discípulo 2º y discípula 2ª: (Al mismo tiempo) ¿Somos algu-no de nosotros? (Jesús permanece en silencio y con la mirada fija en quien le pregunta) Discípulo 3º: Dinos, Maestro, ¿quién de nosotros será capaz de esa traición? Discípulos y discípulas: ¿Soy yo?, ¿soy yo?, ¿soy yo? Pedro: (Dirigiéndose en privado a Juan) Juan, el Maestro

confía en ti, ¿averigua a quién se refiere? (Juan acepta con la cabeza y se acerca a Jesús yendo por detrás, y le pregunta en privado) Juan: Señor, ¿quién es? (En este momento Jesús toma un poco de pan para mojarlo en la fuente de aceite, pero al mismo tiempo Judas Iscariote sin ninguna actitud intencionada, coincide con el Maestro para untar el pan. Jesús lo mira fijamente). Jesús: El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ése me entregará. (Judas termina comiendo el bocado de pan y Satanás se colo-ca detrás, hablándole al oído. Todos los demás discípulos comienzan a mirarle fijamente con cara de desconcierto). Jesús: El Hijo del Hombre se va, como está escrito de Él; (con voz enérgica) pero ¡ay de aquél por quien este Hombre será entregado! Más le valdría a ese hombre no haber nacido. (Se pone en pie y fija su mirada en Judas, que se retrae en el asiento, asustado y temeroso negando con la cabeza, pero Satanás le levanta ayudándole para hacer frente a la trai-ción). Judas: ¿Soy yo, maestro? Jesús: Tú lo has dicho. Lo que tengas que hacer, hazlo pron-to. (Comienzan los discípulos a discutir entre ellos, intentando comprender el hecho. Se oye el ruido del hablar con sorpresa y desconcierto de todos, Jesús permanece callado ante Judas). Judas: ¡Señor! Yo… (y con la boca abierta sin explicación que dar, es llevado por Satanás de forma violenta). ¡Señor, yo…! (Va repitiendo estas palabras a medida que se aleja con tris-teza, como quien no tiene explicación razonable para tal acción, Satanás ríe a carcajadas mientras tira de Judas, y salen de escena). Jesús: Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre, y Dios ha sido glorificado por Él. Si Dios ha sido glorificado por Él, también Dios lo glorificará por sí, y lo hará pronto. Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús: Adonde yo voy no puedes seguirme por ahora, me seguirás más tarde. Pedro: ¿Por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús: ¿Que darás la vida por mí? (Lo dice con extrañeza y duda) Te aseguro que antes de que cante el gallo, me negarás tres veces. (Pedro se pone de rodillas, diciendo no, insisten-temente con la cabeza). (Jesús se da la vuelta y sale por el fondo, mientras los demás lo miran con extrañeza). Se apagan las luces con la música del inicio de escena).

Escrito el Martes Santo de 2021

EL PAN DE LA TRAICIÓN

EL EVANGELIO A ESCENA

Los libros de la Biblia, y los Evange-lios en particular, fueron escritos para despertar la fe del lector o el oyente de corazón humilde. Su

misión es hacernos conocer y gustar la sal-vación de Dios a través de su amor. Hay otros libros y otros textos que quieren com-plementar esta misión y satisfacer las sanas curiosidades sobre personajes muy queri-dos, pero de los que se habla muy poco. Una vez más quiero dedicar este espacio al esposo de María y padre de Jesús.

El fragmento de más abajo está toma-do de un texto apócrifo de finales del siglo VI: “Historia de José el Carpintero”. Es una narración piadosa ambientada en el monte de los olivos. Jesús se detiene y comienza a contarle a sus discípulos los recuerdos de infancia sobre su padre José. Muchos detalles pueden ser chocantes y distantes a la doctrina oficial, y otros están cargados de ternura y entrañable amor familiar. Acompañemos los últimos momentos de la vida de San José, padre de Jesús y esposo de María:

“Y ocurrió que la muerte de mi padre se acercó, según es ley del hombre. Cuan-do su cuerpo sintió la enfermedad, su ángel le advirtió: En este año morirás…”.

“Viendo a mi padre José, me levanté y fui hacia él, que estaba acostado, y lo hallé turbado de alma y de espíritu. Y le dije: Salud, mi querido padre José, cuya vejez

es a la vez buena y bendita. Él, con gran temor de la muerte, me contestó: ¡Salud infinitas veces, mi hijo querido! He aquí que mi alma se apacigua después de escuchar tu voz.”

“Al hablar así mi padre José, no pude contener las lágrimas, y lloraba viendo que la muerte lo dominaba y oyendo las pala-bras que salían de su boca. En seguida, ¡oh, hermanos míos!, pensé en mi muerte en la cruz para salvar al mundo entero. Y aquella cuyo nombre es suave a la boca de quienes me aman, María, mi madre, se levantó. Y me dijo con una gran tristeza: ¡Ay, querido hijo! ¿Va, pues, a morir aquel cuya vejez es buena y bendita, José, tu padre según la carne? Yo dije: ¡Oh, mi madre querida! ¿Quién de entre todos los hombres no pasará por la muerte? Porque la muerte es la soberana de la humanidad, ¡oh, mi bendita madre! Tú misma morirás como todo nacido. Pero así para José, mi padre, como para ti, la muerte no será una muerte, sino una vida eterna y sin fin. Por-que también yo debo necesariamente morir. Ahora, pues, ¡oh, mi madre querida!, levántate para ir hacia José, el viejo bendi-to, a fin de que sepas el destino que le ven-drá de lo alto.”

“Y ella se levantó. Y, dirigiéndose al lugar en que José estaba acostado, lo encontró cuando los signos de la muerte acababan de manifestarse en él. Yo, ¡oh,

mis amigos!, me senté a su cabecera, y María, mi madre, a sus pies. Él levantó los ojos hacia mi rostro. Y no pudo hablar, porque el momento de la muerte lo domi-naba. Entonces alzó otra vez la vista, y lanzó un gran gemido. Yo sostuve sus manos y sus pies un largo trecho, mien-tras él me miraba…”

“Y volví cerca del cuerpo de mi padre José, que yacía como un cesto. Le bajé los ojos y se los cerré, así como la boca, y quedé contemplándolo. Y dije a la Virgen: Oh María, ¿qué se hicieron los trabajos del oficio que José realizó desde su infancia hasta ahora? Todos han pasado en un solo momento. Es como si no hubiese venido nunca al mundo…”

“Entonces, todos los de la ciudad de Nazaret y de toda la Galilea, al oír el duelo, se reunieron en el lugar en que estábamos, según costumbre de los judíos. Y pasaron todo el día llorando, hasta la hora novena. A la hora novena, hice salir a todos. Vertí agua sobre el cuerpo de mi amado padre José, lo ungí en aceite perfumado, y rogué a mi Padre, que está en los cielos, con las plegarias celestes que escribí con mis pro-pios dedos cuando aún no había encarna-do en la Virgen María. Y, al decir yo amén, muchos ángeles llegaron. Di orden a dos de ellos de extender una vestidura, e hice levantar el cuerpo bendito de mi buen padre José para amortajarlo con ella.”

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arado…, por muchas razones que no son para juzgar. La Merced estuvo.

3º. Suplir, sí, suplir. Los hospitales empezaron a hacer triaje, esto es, cri-bado de clasificación. Los ‘instituciona-lizados’ eran los últimos. Hubo que suplir la hospitalización haciendo de las residencias hospitales de campaña mientras, incluso, desde los medios de comunicación se les ataca. Suplir, que-darse en rehén, como en los antiguos

tiempos. Y luego, cuando pasó la tor-menta, suplir con la bolsa, como los antiguos redentores y pagar el desca-labro económico de medios y perso-nal, pues no se escatimó en nada. Las ‘empresas colaboradoras o gestoras’, sin embargo, pasaron a la Merced la minuta, porque no les cuadraron los números. Y hoy, aunque los medios de comunicación poco o nada dicen de esto, estas necesarias institucio-nes siguen en pie porque la caridad redentora ha hecho el milagro de cua-drar el círculo, a fondo perdido, o a fondo de Cielo.

4º. Transformar. ¿Cómo? Con la fórmula clásica que no parece tener tintes de heroicidad: haciendo de la necesidad virtud. Esto es, transfor-mando la cruz en árbol de vida como consecuencia de la vida en la fe que une las dos orillas y lo transfigura todo desde la perspectiva de Dios. ¡Bendito milagro de la fe!

La Merced ha hecho lo de siem-pre, lo tradicional: sufrir porque ama a los cautivos; visitar, estando en las mazmorras de la cautividad del COVID con los desechados del siste-ma; y redimir, quedándose en rehenes por la salvación del hombre..., desde un barro que es todo menos héroe, pero por su fe, polvo será, mas polvo enamorado.

El COVID-19 ha venido, por si acaso lo habíamos olvidado, a igualarnos, en ese ‘iguali-tarismo’ de seres bípedos e

implumes. El virus no hace acepcio-nes de clases, razas ni países. No obstante, las barreras ante el virus sí que han tenido y tienen ‘clases’. Las residencias de ancianos se convirtie-ron en un desafío dramático, pues en ellas se juntaron ancianidad, debilidad física y convivencia estrecha. En fin, pólvora y fuego. La Merced, en su misericordia, ha tenido y tiene institu-ciones para acoger y cuidar, de alma y cuerpo, a ancianos en su mayoría dependientes. El escudo de la puerta, claro está, no fue freno para el virus y nos tocó como a todos. Pero siendo todo igual, considero que todo ha sido distinto. ¿Qué ha hecho la Merced?rica.

1º. Sufrir, como expresión de la solidaridad más elevada y pura. Para la familia mercedaria (religiosas, reli-giosos y laicos), sobre todo para los que estaban en primera línea, y de manera más hiriente en el primer momento, en lo que se da en llamar erróneamente primera ola, el miedo, la impotencia y el drama les golpea-ron con su más cruda fiereza. La Mer-ced no veía estadísticas, sino rostros, historias, almas, lágrimas, silencios. Sufrir con es lo que tocó, para no dejar a nadie solo en el Calvario, como hizo María, sin mayores aspa-vientos ni pancartistas sonoridades.

2º. Estar, sí, a pesar del riesgo, superando el miedo con pócimas de amor y responsabilidad. Religiosas (con mucha edad), religiosos, gero-cultores, enfermeras…, estuvieron. Ahí se vio, como el oro en el crisol, como el viernes santo, la misericordia hecha carne de los que no huyeron. A las familias, como bien dijo el Papa, se les brindó la posibilidad y se les pidió auxilio para cortar el fuego del contagio. Muchos fueron los llamados y pocos los que pusieron manos al

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actualidadcon María Ermes Liriano

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LA FURIA DE LAS OLAS Y EL ROMPEOLAS DE LA MERCED

RESIDENCIAS DE ANCIANOS MERCEDARIASEnrique Mora González, O. de M.

La Merced, en su misericordia, ha tenido y tiene instituciones para

acoger y cuidar, de alma y cuerpo, a ancianos en su mayoría dependientes.

n BERNARDITO AUZA El 17 de abril se celebró la festividad de la Beata María Ana de Jesús, terciaria de la Orden de la Merced Descalza y copatrona de Madrid. El Nuncio Apostóli-co en el Reino de España, Monseñor Bernardito Auza, presidió una solemne eucaristía concelebrada en el monasterio de Don Juan de Alarcón, de Religiosas Mercedarias. En este monasterio madri-leño se conserva el cuerpo incorrupto de la Beata mercedaria, expuesto a la vene-ración de los fieles a lo largo de toda la jornada festiva. En la celebración estuvie-ron presentes: mercedarias, mercedarios en sus dos ramas de calzados y descal-zos, sacerdotes de la archidiócesis de Madrid, Caballeros y Damas del Real Capítulo de la Merced, representantes de las principales hermandades y cofradías madrileñas y, especialmente, la Asocia-ción Amigos de María Ana, para los pobres de Madrid, institución que vela por el culto de la Beata, promueve su pro-ceso de canonización, y hace reparto periódico de bolsas de alimentos a los que sufren hambre y pasan más necesi-

dad, especialmente en este tiempo de pandemia. Junto a todos ellos, acudie-ron gentes del pueblo de Madrid, que querían honrar a su copatrona e invocar su protección.

n JOAQUÍN MILLÁN RUBIO La comunidad de religiosos mercedarios de San Ramón, en la comarca catalana de La Segarra, cuenta con un nuevo libro acerca del mercedario San Ramón Nonato, santo que da nombre a esta población de la provincia de Lérida y al monasterio-santuario allí existente. Un gran trabajo de investigación del historia-dor mercedario P. Joaquín Millán Rubio. Treinta años de investigación han dado como resultado 536 páginas divididas en 33 capítulos. El libro lleva por título: “San Ramón y su Santuario. Manifestación del poder de Dios”. En opinión de su autor, el P. Millán, “es un libro de referencia que merecía este lugar, por el hom-bre que supo llevar su nombre y su generosidad por todo el mundo”.

n ALEJANDRO FERNÁNDEZ BARRAJÓN La librería San Pablo, de la céntrica Plaza de Jacinto Benavente, de Madrid, fue el lugar elegido para que el P. Alejandro Fdez. Barrajón –autor sobrada-mente conocido por todos nuestros lectores– presentara y firmara ejemplares de su nuevo libro. Fue el pasado 10 de abril, a lo largo de toda la mañana. El título: Pueblo mío a dónde vas? Y el subtítulo, bastante aclaratorio: “La gran deserción en las filas de la fe católica”. Nueva Economía Social es la editorial que edita esta obra dentro de su colección Religión y sociedad. El P. Alejandro aborda en este libro temas tan candentes como interesantes, y lo hace con gran valentía y total sinceridad. Un desafío interpelante para el cristiano de a pie, y un reto para la Iglesia de hoy. Recomendamos vivamente su lectura. www.nuevaeconomiasocial.com

El pasado 19 de marzo, las monjas mercedarias del monasterio de San José, de Loui (Bizkaia), celebraron especial-mente la festividad de su titular al coincidir con sus 400 años de vida (1621-2021). Con tal motivo, Monseñor Joseba Segura, Obispo Administrador de la Diócesis de Bilbao, celebró una eucaristía de acción de gracias en el templo de aquella comunidad mercedaria. Se da la circunstancia de que el Papa Francisco ha declarado el 2021 como el Año de San José. El Papa reivindica su figura como “Un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida”. En estos cuatro siglos de existencia el monasterio ha ido pasando por diversos momentos y circunstancias, adaptándose en todo momento a los signos de los tiempos. En el año 1621 iniciaron su andadura junto a la ría de Bilbao, viviendo en estricta clausura hasta 1922, año en el que abrieron un pequeño colegio, esta pastoral docente no mermó su vida de oración contemplativa. Ya en 1955, siguiendo las instrucciones del Papa Pío XII, en su constitución apostólica Sponsa Christi (1950), el monasterio-colegio entró a formar parte de la Federación de Monjas Mercedarias de España. Dada la expansión del colegio, que necesitaba de nuevos espacios e instalaciones, las mercedarias abandonaron su anti-guo monasterio de Bilbao en 1970 y se trasladan al lugar de Lañomendi, a medio camino entre Loui y Derio, no lejos del aeropuerto. Las exigencias de las clases del colegio hacían necesario que las religiosas se formaran y tuvieran que salir de la clausura, cada vez más iban abandonando su ser contemplativo. Urgía un discernimiento y reflexión acerca de su modo de vida religiosa, de ahí que, en 1978 trece monjas decidieron vivir en la clausura de su origen, y volvieron a ser monasterio autónomo. Al frente de la nueva comunidad quedó la Madre Gloria Gangoiti Tellaeche (1922-2016), alma carismática de esta restauración. Pronto fundaron nuevas comunidades en España, México, Cuba y Colombia. En la actualidad tratan de federarse con otros monasterios de Mercedarias Descalzas.

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[email protected]

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INFOMERCED˛¸˛¸˛¸connombrepropio

800 AÑOS DE MERCED, SU HUELLA EN EL PATRIMONIO, LA CULTURA Y EL PENSAMIENTO. El año 2018 fue un año grande para la Orden de la Merced, se cumplían 800 años de su fundación, de su presencia en la Iglesia, siendo fieles al espíritu de redención que San Pedro Nolasco, el fundador, legó a sus religiosos. Una efe-méride que se celebró de diferentes for-mas: litúrgicas, culturales, obras caris-máticas, etc. En España se tuvieron diversos congresos, simposios, exposi-ciones y un largo etc. Ahora dos libros recogen las conferencias que se tuvieron en Galicia: Santiago de Compostela y en Cataluña: Barcelona. El primero de ellos lleva por título “Ochocientos años de la Orden de la Merced. Patrimonio, Cultura y Pensa-miento”, está coordinado por Marta Cendón Fernández, Domingo L. Gon-zalez Lopo y Marcelino Agís Villaver-de. Va precedido con una introducción del P. Manuel Pérez Villar, O. de M., Presidente de la Comisión Organizadora de la Orden de la Merced en Galicia, al que siguen catorce estudios, de autores mercedarios y no mercedarios, con inte-resantes temas como la historia merce-

daria, las redenciones de cautivos, el arte, la filosofía, la universidad, etc. La publicación del libro se ha llevado a cabo con la colaboración conjunta de la Comisión Organizadora de los actos conmemorativos del VIII centenario mercedario, que se formó en la Univer-sidad de Santiago de Compostela, Xaco-beo 21 y la Xunta de Galicia. Ha sido editado, con bella presentación, buen papel y fotos a color, por Teófilo Edi-cións www.teofilocomunicacion.com El segundo libro, se titula “800 Años de Huella Mercedaria. Un repaso a la His-toria de la Orden de la Merced” recoge las actas del Simposio Histórico, que hubo en Barcelona, del 8 al 9 de noviem-bre de 2018. Un total de 525 páginas, prologadas por el P. José Juan Galve Ardid, O. de M., Provincial de la Mer-ced de Aragón. Interesantes temas, refe-rentes todos a la Orden mercedaria y su influencia, en la sociedad y en la Iglesia, a la hora de desplegar su misión redento-ra y su aporte cultural en el devenir de estos ocho siglos de historia. Las confe-rencias tuvieron lugar en el Ateneu Uni-versitari Sant Pacià de Barcelona, cola-borando, además del mencionado Ate-neu, los Mercedarios de Aragón, la

Facultad Antoni Gaudi, la Universidad de Barcelona y la Fundación Obra Mer-cedaria. La edición corre a cargo de Letra-me Grupo Editorial www.letrame.com

HOMENAJE UNIVERSITARIO AL P. ALFONSO LÓPEZ QUINTÁS. En Madrid, el pasado 22 de abril, a las 19.00 horas, la Universidad Francisco de Vitoria presentó un nuevo libro homenaje al P. López Quintás. El ilustre mercedario nacido en Santiago de Franza, municipio de Mugardos (A Coruña), en 1928, posee, entre otras distinciones, la de catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Complutense; doctor honoris causa por la Universidad Francisco de Vitoria, Miem-bro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y Fundador del Pro-yecto Formativo “Escuela de Pensamiento y Creatividad”. Entre su vasta obra, compuesta por más de cincuenta libros, y centenares de artículos en revistas científicas, sobresalen los siguientes temas: la necesidad de pensar con rigor, la estética, la ética, el pensa-miento dialógico, la manipulación del len-guaje, la historia de la filosofía, y el poder formativo de la literatura y del arte. Gran especialista en la obra de grandes filóso-

fos como Ortega y Gasset, Eugenio d´Ors o Romano Guardini. El Libro que se presentó lleva por título “Alfonso López Quintás. El mundo como unidad de fuentes de sentido”. Tiene 404 páginas distribuidas en 21 capítulos, uno de ellos escrito en alemán. Forma parte de la Colección Homenajes, que publica la propia universidad que ofrece el homena-je. Ángel Sánchez-Palencia Martí coor-dina este proyecto en el que colaboran colegas y amigos del P. Alfonso. Todos ellos se dan cita para analizar y reflexio-nar acerca del pensamiento y el método lopezquintasiano. Un merecido homenaje que coincide con el nonagésimo tercer aniversario del naci-miento del P. Alfonso y que pone en valor su prolífica vida intelectual y su extensa producción bibliográfica.

400 ANIVERSARIO FUNDACIONAL MERCEDARIAS CONTEMPLATIVAS DE LOUI (BIZKAIA)

La diversidad religiosa que nos enri-quece como sociedad es también ese “tesoro escondido” que la escri-tura nos puede ayudar a encontrar

de forma creativa. Se trata de un don que convive con nosotros, en nuestro día a día y que, más allá de simbologías o doctrinas, nos permite re-conocernos en el otro. El hecho religioso traspasa nuestra piel, aterri-za en nuestra forma de responder a la rea-lidad, a nuestro prójimo, a nuestro sentido en sus preguntas más fundamentales.

Con ese espíritu, desde la Fundación La Merced Migraciones, a través del proyecto SALAM, creamos la exposición “Traspasan-do la piel: diversidad y libertad religiosa en España”, obra de la artista Carolina Caice-do, que ha sido presentada en Madrid y Valladolid. El siguiente paso para abrir hori-zontes lo queremos hacer contigo, a través de los relatos con los que hagamos más visible la diversidad que nos rodea.

La exposición – disponible completa en nuestra web – nos muestra el recorrido que la libertad religiosa ha tenido en nuestro país hasta ser el espacio de convivencia que es en la actualidad. Una religión que ya no se esconde, sino que se ve, cuya diver-sidad dispone de espacios para vivirla en comunidad, a nivel público y privado, ampa-rada en leyes que la protegen y amparan.

Las religiones pueden ser un gran factor de cohesión social y enriquecimiento mutuo. Tus relatos, así como la exposición, son una oportunidad de contribuir a una cul-tura del encuentro, más cerca del abrazo que del prejuicio. Estas imágenes escon-den historias que pueden inspirarte y rega-larte una experiencia que escribir en un relato.

Vivir es convivir, saberse ama-dos y amar. Creer con el corazón y con la cabeza: poner la fe (la confianza) al

servicio del bien común, dar testimo-nio, porque nuestro tiempo –en pala-bras de san Pablo VI- entiende mejor a los testigos que a los maestros y, si entiende a los maestros es porque son testigos. Convencidos de ello, en la Fundación La Merced Migraciones nos empeñamos en la tarea y trabaja-mos para mostrar de qué manera con-creta el hecho religioso forma parte de los cimientos para la construcción de un hogar abierto al mundo. Son palabras que hunden sus raíces en nuestra experiencia cotidiana con los chicos. Es emocionante ver cómo muchos de ellos, que conviven con los Padres Mercedarios en comuni-dad, reconocen hasta qué punto les impresiona poder vivir la fe juntos, desde la diversidad, en diálogo inte-rreligioso fecundo.

Por todo ello, este año hemos que-rido que la segunda edición del Con-curso Literario se vincule al Proyecto SALAM, que trabaja explícitamente la promoción de la convivencia intercul-tural e interreligiosa y la prevención de la intolerancia por motivos religiosos. Queremos nada más (y nada menos) que visibilizar la pluralidad de creen-cias en nuestra sociedad y la mencio-nada contribución del hecho religioso al bien común.

Con el lema general “Creer, vivir, convivir” hemos publicado unas bases en nuestra web (www.lamercedmigra-ciones.org) en las que se invita a par-ticipar con un microrrelato literario, ori-ginal, inédito, no pendiente de resolu-ción en ningún otro concurso y escrito en español. La temática debe abordar de alguna manera la riqueza que apor-ta a nuestra sociedad la diversidad de creencias en un contexto de libertad religiosa y de relaciones intercultura-les, y es obligatorio que el texto inclu-ya la palabra CONVIVIR.

La extensión de los microrrelatos será de un máximo de 300 palabras, deben enviarse al correo electrónico

[email protected] y habrá una modalidad de jóvenes (13-17 años) y una modalidad de adultos (a partir de 18 años). El plazo para presentar textos al concurso finaliza el 11 de junio a las 23:59 y los gana-dores, que obtendrán 250 euros (adultos) y un cuaderno digital (jóve-nes), se harán públicos el 21 de junio.

El tema no puede ser más actual y apasionante: Creer, Vivir, Convivir. En el fondo, se trata de entender que la apertura a Dios, enraizada en la natu-

raleza humana, confiere a las perso-nas plena dignidad, y es garantía del respeto pleno y recíproco entre las personas que, desde la diversidad de creencias y opiniones, son capaces de caminar juntas y de reconocer en este camino un privilegiado camino para la paz. Hay materia para un buen micro-rrelato. Animaos a participar y a pone-ros manos a la obra, que escribir es una de las maneras más profundas que tenemos para abrir nuestros estrechos horizontes y, así, compren-der la vida.

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“TRASPASANDO LA PIEL”

COORDINA: LUIS CALLEJAS Mercedarios de CastillaObra Carismática

Celebración del sacramento del Bautismo en la parroquia de San Pacomio de Gledín, de la Iglesia Ortodoxa Rumana de Madrid.

Celebración del Janmashtami, o nacimiento de Krishna, en el tem-

plo Hare Krishna Nueva Vraja Man-dala, en Brihuega (Guadalajara)

Oración colectiva del Eid-al-Fitr, o fin de Ramadán, en la plaza del Museo Reina Sofía de Madrid

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