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LA TELEPATÍA EN LOS SUEÑOS (NICOLE LAVOINE)
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LA TELEPATÍA EN LOS SUEÑOS NICOLE LAVOINE
Desde la antigüedad hasta nuestros días, el sueño siempre ha intrigado a los
hombres y ha sido tema de numerosas interpretaciones, sobre todo religiosas.
Estas interpretaciones dieron nacimiento a la oniromancia, estudio de los
sueños, hasta la Edad Media.
Fue en el siglo XII cuando ese estudio fue interrumpido en Occidente por la
Inquisición, la cual iba a durar 700 años. Desde los años 1830, el sueño
comenzó a ser estudiado en forma rigurosa y científica por eminentes médicos,
psiquiatras, neurólogos, filósofos, anatomistas y hasta zoólogos tales como
Leuret, Gatriolet, Baillarger, etc.
Nosotros pasamos alrededor de un tercio de nuestra vida durmiendo, lo cual es
muy importante, sabiendo que si bien nuestro cuerpo y nuestros órganos no
están en vigilia, nuestras facultades intelectuales permanecen en actividad. La
diferencia es que es nuestro inconsciente el que está en acción y no nuestro
consciente.
Abordaremos un tema muy particular: la telepatía en los sueños.
¿Qué es la telepatía?
La telepatía es una transmisión directa del pensamiento entre dos seres vivos
que no utilizan ninguna forma de comunicación escrita, oral o gestual. El
pensamiento es una vibración que se transmite por el espacio hasta alcanzar el
objeto de ese pensamiento.
¿Cómo funciona la telepatía?
Las telepatías se dividen en dos categorías distintas: los receptores (o
percucientes), a saber, los que llegan a percibir un mensaje transmitido y los
emisores (o agentes), los que con más facilidad consiguen enviarlo. Ciertos
individuos poseen naturalmente ambas facultades. Esta capacidad es común a
todos los seres humanos, y seguramente ustedes habrán tenido repetidas veces
la oportunidad de hacer la experiencia, sin haber prestado demasiada
atención.
Por ejemplo, piensan en una persona y esta última les llama al minuto
siguiente. La distancia no tiene ninguna incidencia en telepatía. Ésta puede
realizarse tanto entre dos personas que estén en la misma habitación como a
una distancia más o menos importante.
Lo telepático es simultáneo, aunque el receptor no se entere de ello y a veces no
lo comprenda sino más tarde. Además la telepatía puede tener lugar en estado
de vigilia, de sueño, de trance y de hipnosis, y puede ser espontánea o
producida en forma experimental.
La telepatía en el sueño
Fue estudiada, entre otros, por Camille Flammarion, Freud, Jung y más
recientemente por Ullman Montague, Krippner Stanley así como por Vaughan
Alan. Desde los 19 años, Camille Flammarion se entretenía prestando atención
a sus sueños. Los anotaba al despertar, los comentaba y hasta trataba de
explicarlos. Algunos años más tarde, encontró sus escritos y decidió volver a
estudiarlos ampliando su campo de investigación.
Escribió luego una obra titulada Telepatía, videncia y premoniciones en los
sueños. En el caso de la telepatía en los sueños, consignó cierto número de
testimonios recibidos y escrupulosamente estudiados y verificados.
He aquí algunos extractos:
“Durante la noche del 26 de octubre de 1872, me sentí incómodo de repente, y
me acosté a las 9 y media, como una hora antes de lo usual, me dormí casi
enseguida. Tuve entonces un sueño muy intenso, que me produjo una gran
impresión, por lo que lo comenté con mi esposa al despertar. Estaba sentado en
el salón leyendo cerca de una mesa, cuando de repente apareció una anciana,
sentada al otro lado muy cerca de la mesa. No habló ni se movió, pero me miró
fijamente y yo la miré igualmente durante veinte minutos por lo menos. Quedé
muy impresionado por su aspecto; tenía el cabello blanco, las cejas muy negras
y una mirada penetrante. No la reconocí en absoluto y pensé que sería una
extraña. Mi atención fue atraída hacia la puerta que se abrió y, siempre en mi
sueño, entró mi tía. Al ver a la anciana, exclamó muy sorprendida y en tono de
reproche: John, ¿entonces no sabes quién es? Y sin darme tiempo de responder,
agregó: ¡Es tu abuela!
Después de eso, el espíritu que había venido a visitarme se levantó de su silla y
desapareció. Entonces, me desperté. La impresión fue tal que tomé mi libreta y
anoté ese sueño extraño, convencido de que era un presagio de malas noticias.
Sin embargo, pasaron algunos días sin que llegaran. Una tarde, recibí una
carta de mi padre que me anunciaba la muerte súbita de mi abuela, que tuvo
lugar la misma noche de mi sueño y a la misma hora, 10 y media”. M.G.J.
Romanes
En este sueño, puede observarse que el durmiente, a través del sueño, entró en
contacto telepático con su abuela que estaba muriendo. Ésta seguramente
pensó fuertemente en él y la intensidad de su pensamiento se manifestó por ese
sueño que él sintió con fuerza. Es de hacer notar que en su sueño no la
reconoció y que fue su tía quien vino a darle su identidad.
He aquí otro sueño muy significativo de telepatía en el sueño:
“Era el 13 de junio de 1894. Yo vivía en Barbezieux. Tuve un sueño en el que
siempre veía a un empleado de correos y telégrafos, portador de un telegrama.
Al día siguiente y a pesar de mis ocupaciones, la visión de aquel empleado,
papel azul en mano, no abandonó mi pensamiento.
Durante siete días y siete noches consecutivas, esa pesadilla me tiranizó hasta
el punto de que el 20 por la mañana estaba realmente enfermo. Al mediodía, mi
malestar desapareció como por arte de magia y me sentí feliz. Pero a las 3 de la
tarde, me llegó la noticia de la muerte de mi padre, fallecido de un ataque de
apoplejía Vi entonces delante de mí al empleado de correos tal y como me lo
había representado en mi sueño y al que nunca había visto. Ignoraba
absolutamente que mi padre estuviera enfermo y estábamos separados por
una distancia de cien kilómetros”. Ulises Lacaste
Lo que es todavía más significativo en este sueño, es que el primer sueño tuvo
lugar siete días antes de la muerte del padre de Lacaste. Éste vivía lejos y él no
tenía noticias. En este caso, puede pensarse que el padre de Lacaste estaba
enfermo y sabiéndose moribundo, no podía prevenir a su hijo. Probablemente
esa situación le produjo angustia al pensar que no podía volver a ver a su hijo y
su pensamiento estaba dirigido sin cesar hacia él.
Eso explica por qué Lacaste soñó siete días consecutivos con el hombre que
venía a traerle un telegrama. Conscientemente, no sabía que su padre estaba
enfermo, pero inconscientemente, cuando se conocen los lazos afectivos que
unen a los seres que se quieren, su espíritu le enviaba señales que no supo
decodificar.
El doctor Montague Ullman fue director del departamento de psiquiatría del
Maimonide Medical Center de Nueva York donde estableció, en 1961, uno de los
primeros laboratorios del sueño dedicado al estudio experimental de los
ensueños y la telepatía. Estudió numerosos casos y él mismo fue sujeto de
numerosos sueños telepáticos. He aquí un ejemplo de ese estudio:
“Doce sujetos voluntarios pasaron cada uno una noche en el laboratorio. Dos
miembros del personal, un hombre y una mujer, se alternaban como emisores,
tratando de influenciar los sueños de los sujetos por telepatía.
Las imágenes utilizadas eran célebres reproducciones de obras de arte,
escogidas al azar para cada una de las noches, una vez que los sujetos estaban
acostados. Al día siguiente por la mañana, se pedía a los sujetos que
compararan las reminiscencias de sus sueños con la colección entera de obras
de arte, y eligieran la que les pareciera que correspondía mejor a sus sueños,
ordenando las demás reproducciones en orden decreciente de correspondencia.
Tres examinadores externos seguían el mismo procedimiento; pudieron
obtenerse así informaciones estadísticamente significativas a partir de las
clasificaciones efectuadas por una parte por los sujetos, y por otra por las
evaluaciones hechas por los examinadores externos”.
Conclusión:
“Se ve claramente que la tendencia a los éxitos más que a los fracasos no puede
ser atribuida razonablemente al azar. Existe un vínculo de naturaleza
sistemática —es decir no debido al azar— a nivel de la semejanza entre los
sueños y los objetivos”.
La telepatía por el sueño es admitida científicamente, pero siempre es
considerada como una “seudo ciencia” por la comunidad científica.
Desgraciadamente, la noción de existencia del espíritu no es tomada en cuenta.
Es evidente que si se integra esta información y las numerosas facultades
relativas al espíritu, la telepatía aparece como una evidencia y una de las
numerosas capacidades naturales que encierra nuestro espíritu.
Desde el punto de vista del espírita, nuestra naturaleza es ante todo espiritual;
somos individualidades que han vivido antes y que, para evolucionar, seguirán
viviendo después de nuestra presente encarnación. Nuestra naturaleza
espiritual es ante todo comunicante ya sea como encarnada o como espíritu. La
forma natural de comunicación de los espíritus entre ellos es la telepatía, es
directa pues no es traicionada en su expresión por un mundo físico. Es fluida,
vibrante y verdadera, libre de mentira e hipocresía.
Esta facultad perdura más o menos durante nuestra encarnación; sólo que no
le prestamos la atención que merece. Como seres encarnados, nuestro
pensamiento es enmascarado con frecuencia por actitudes, comportamientos y
gestos, toda una forma de expresión que falsea a menudo nuestro verdadero
pensamiento, y que además es interpretado por las personas que reciben la
comunicación. Toda esta pesadez crea un freno, una barrera en nuestra
comunicación y en la transmisión de nuestro pensamiento. Esta facultad
trabajada y desarrollada podría permitir volver a entrar en comunicación con,
por ejemplo, personas en coma o minusválidas. Con frecuencia la telepatía es
preventiva, ya sea en estado de vigilia o en el sueño por el ensueño.
He aquí un testimonio, ciertamente antiguo, pero que ilustra bien todo lo que
acaba de ser desarrollado:
“En 1881, había salido de Francia para ir a Sumatra donde me llamaban unos
amigos. Dejé a mi madre en Francia con una salud no muy buena, aunque no
inquietante, y a una hermana de 20 años, fuertemente afectada por una
enfermedad incurable. La salud de esta última exigía cada año un viaje a las
aguas de Monte-Dore. Asimismo cada año, yo recibía regularmente la noticia
de su partida para esa estación. Ahora bien, en 1884 en la noche del 3 al 4 de
agosto, en un sueño, recibí una carta de mi hermana, informándome que mi
madre había muerto súbitamente en los Pirineos.
Me desperté, muy impresionado por ese sueño, y les hablé de él a dos europeos
que vivían uno conmigo, y el otro en mi vecindad. El recuerdo me perseguía sin
descanso, era una verdadera obsesión, haciéndome desear y temer al mismo
tiempo el recibo del correo que pudiera traerme las noticias correspondientes
al momento de aquel sueño. Llegó por fin, y recibí una carta de mi hermana que
me informaba que el médico la había enviado a Luchon y que mi madre,
afectada por un enfriamiento, no debía su salvación sino a los enérgicos
cuidados del doctor. Éste había declarado, en la noche del 3 de agosto que si mi
madre aún vivía el día siguiente, podía responder por ella, pero que esperaba
el día siguiente para pronunciarse.
Este sueño no fue exacto en el desenlace anunciado: la muerte de mi madre;
pero no es por ello menos notable:
1° - Que el sueño indicaba un peligro que afectaba a mi madre y no a mi
hermana cuya salud preocupaba mucho más a mi espíritu.
2° - Que el sueño mencionaba un balneario diferente de aquel donde iban
generalmente, lo cual resultó perfectamente exacto.
3° - Que si bien el sueño indujo al error en cuanto a la muerte misma, la
inminencia de la muerte existió realmente y el sueño coincidió con esa
inminencia, como lo pude comprobar por las fechas y los detalles que pedí a mi
hermana para comprobar la coincidencia.
Finalmente, ¿no es extraño que un sueño preocupe hasta tal punto al espíritu
que aún lo tenga presente en la memoria después de quince años?”… M.J.
Bouchard
Este sueño demuestra el vínculo telepático que puede existir entre seres que se
quieren, cualquiera sea la distancia que los separa. Observamos aquí, como
muy justamente lo hizo Bouchard, que él estaba muy preocupado por la salud
incurable de su hermana, pero en el sueño, fue esta última quien le advirtió de
la muerte de su madre. Eso puede explicarse por los vínculos afectivos que unen
a un hermano y una hermana, pero también por el hecho de que ella estaba
inquieta por su porvenir si su madre moría. ¿El médico no esperaba para
pronunciarse que su madre hubiera pasado la noche del 3 al 4 de agosto? En
efecto, el hermano era entonces el único pariente que quedaba para ocuparse
de ella, pero estaba muy lejos y eso debió engendrar angustia en ella. Pensó en
él y él percibió su pensamiento.
Cada vez más, el ser humano se interesa por las facultades del espíritu para
aprehender su naturaleza espiritual, no como una quimera, sino como una
realidad. El acceso a las informaciones es más fácil hoy, permitiendo tomar
conocimiento de las investigaciones realizadas en dominios como los nuestros.
Ya se trate del sueño, la telepatía o de cualquier otra función psíquica o
espiritual, más allá de las reservas científicas, se percibe que la gente es cada
vez más sensible a todos estos temas.
LE JOURNAL SPIRITE N° 76 ABRIL 2009