Las Reglas de Seduccion

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    Las ReglasDe La

    Seduccin

    Kathryn Caskie

    Sirven para el amor las reglas de la guerra? Las venerables Letitia y ViolaFeatherton estn decididas a que sus nietas Eliza y Grace encuentren marido. Creen teneren sus manos la herramienta adecuada, un manual de estrategia para cazar marido sinsaber que en realidad se trata de un texto militar que ha llegado a sus manos porequivocacin. Eliza, mientras tanto, tiene sus propios planes. Concentrada slo en sucarrera como artista, ha decidido ayudar al joven y atractivo Magnus MacKinnon aencontrar una heredera con la que casarse para solucionar sus problemas econmicos, acambio de que l acceda a posar como modelo para ella. Mientras las dos ancianas intentanque sus nietas adopten conceptos como: emboscada o tcnicas para atraer al enemigohasta tu propio territorio, Eliza y Magnus descubren que todos sus planes puede que nosean ms que excusas para pasar ms tiempo juntos.

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    Regla 1

    Aquellos cuyas filas estn unidas en la finalidadsaldrn victoriosos.

    Londres, abril de 1814

    Su hermana se estaba paseando con una energa tan implacable por el saln de la casade ciudad de sus tas abuelas en Hanover Square, que Eliza Merriweather se vio obligada amirar detenidamente la alfombra turca por si haba sufrido algn dao.

    Si lo que pretendes es dejar un surco que llegue hasta la madera, Grace, no lo haslogrado. Ser mejor que aceleres el paso.

    Dicho eso, le sonri a travs de las volutas de vapor que suban de su taza de t y sereclin en el sof deliciosamente mullido.

    Grace se detuvo, exhalando un suspiro de exasperacin.Esperar todo lo que haga falta, Eliza. Conseguir tu promesa.Eliza dej en la mesita la taza de porcelana azul y crema y se cruz de brazos.

    Te dije que me comportara. Qu ms quieres pedirme?Que evites hacer el ridculo en toda ocasin, si no jams encontrar un marido, y toda

    esta temporada no habr servido de nada.Eliza se ech a rer.

    Vaya, cmo te pones. Reljate, Grace, o antes que te des cuenta, tendrs tu bonita caracomo una fresa, llena de ronchas rojas.

    Ahogando una exclamacin de horror, Grace busc con la mirada el antiqusimo espejode la pared y angustiada se dio unas palmaditas en las mejillas, como para comprobar si habaalgn indicio de erupciones.

    Cario, sabes que deseo tu felicidad ms que la ma, pero no s cunta pompa soycapaz de soportar.

    Cuando Grace gir la cabeza para mirarla otra vez, se le escap un gemido defrustracin por entre los dientes apretados.

    Si no quieres entrar en vereda por mi bien, piensa en nuestras tas. No puedes hacerlo que piden, al menos durante la temporada? Les debes eso, y mucho ms.

    Nadie les agradece ms que yo su generosidad. Cielos, nos han acogido en su casa.

    No lo he olvidado.Han hecho mucho ms que eso, Eliza dijo Grace, sentndose a su lado. Enviarona nuestra hermana al Colegio de Seoritas de la seora Bellbury. Ni aunque nuestros padressiguieran vivos podramos habernos permitido jams pagarle la educacin a Meredith en esecolegio.

    Eso lo s, peroY nuestras tas han acordado patrocinarnos una temporada a las dos. Lo menos que

    podras hacer sera sonrer en unos cuantos bailes.Eliza se sopl un mechoncito de pelo oscuro para apartrselo de la cara.

    S, podra arreglrmelas para sobrevivir a unos cuantos. Pero para qu? No tengo lamenor intencin de casarme. Ni la ms mnima.

    Pero, ElizaNo, estoy decidida. Una vez que acabe esta infernal temporada me marcho a Italia.

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    No me van a disuadir de estudiar pintura. No. As que te pregunto, para qu van a gastar sudinero nuestras tas Letitia y Viola en vestidos y adornos para m?

    Grace hizo una fuerte espiracin por la nariz, atrayendo nuevamente la atencin deEliza.

    No entiendo qu tienes contra el matrimonio. Yo, personalmente, no logro imaginar

    un estado ms honroso para una mujer.No tengo nada en contra de la dicha conyugal contest Eliza.Si es que eso existe, pens. Jams haba visto una prueba de su existencia. En su casa

    no, muy ciertamente.Se levant y camin hacia la ventana, donde la esperaba un cuadro a medio acabar,

    situado en un caballete de madera. Con sumo cuidado lo cogi. Aspirando el agradable olorde los leos, lade ligeramente la tela hacia la ventana, para que el sol de la tarde iluminara el

    paisaje lleno de sol que estaba pintando.Soy pintora, Grace. Sin dejar la tela, se gir a mirarla. Pero a diferencia de

    nuestra madre, no permitir que este don que Dios me ha dado se marchite y muerasimplemente porque un marido exige toda mi atencin. Mi arte significa muchsimo para m.

    Grace agit las dos manos.Uy, Eliza. No todos los hombres son como padre. Muchos maridos alientan las

    actividades de ocio.Alientan, s. Pero con el matrimonio vienen los hijos. Arque una ceja en gesto

    sardnico. Y ah se van las horas de ocio. Adems, siempre estn las fiestas y los bailes alos que hay que asistir. Y, lgicamente, tambin hay que ocuparse del personal y de la casa

    Basta dijo Grace tapndose los odos. S, una mujer casada tiene muchasresponsabilidades. Pero eso no es motivo para detestar as el matrimonio.

    No detesto el matrimonio, Grace repuso Eliza colocando el cuadro en el caballete. Simplemente no lo elijo para m. Al fin y al cabo, no veo nada malo en seguir los dictadosde mi corazn en lugar de los de la sociedad. Volvi al sof a sentarse a su lado. Adems,no todas las mujeres son tan aventajadas como t para las tareas domsticas y sociales, cario.

    Le dio un fuerte abrazo a su hermana, y sonri cuando los suaves rizos dorados lehicieron cosquillas en la mejilla.

    Grace se solt del abrazo, esforzndose en no sonrer.Eliza volvi a levantarse y fue a ponerse junto al hogar, cuyo fuego ya se estaba

    apagando.Caramba, noto fro el aire. Qu te parece si le pedimos a la seora Penny que nos

    prepare ms t?No voy a renunciar tan fcilmente contest Grace. Tendr tu promesa. Sabes lo

    que significa esta temporada para m. No puedo permitir que me la estropees. Jralo.

    De acuerdo. Eliza se puso la mano sobre el corazn. Juro que har lo que digannuestras tas. Pero una vez que acabe la temporada, tengo otros planes. La mir agrandandolos ojos. Suficiente?

    Tendr que serlo, supongo.Riendo, Eliza estir el brazo, cogi la mano de Grace y la puso de pie. Cogidas del

    brazo, pasaron de largo junto al cordn para llamar y salieron al corredor en direccin alagradable calor de la cocina.

    En la bien provista biblioteca del difunto general, Viola Featherton devolvi el libro depapel color marfil a su estante bajo y enderez la dolorida espalda, sintiendo todos y cada uno

    de sus setenta y cuatro aos.La temporada de las nias tiene que comenzar con buen pie dijo, volvindose a

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    mirar a su rolliza hermana gemela. Qu haremos si no conseguimos encontrar el libro,hermana?

    No te apures! la reprendi Letitia. Lo encontraremos. Simplemente siguebuscando. Te digo que est aqu en alguna parte.

    Viola tena sus dudas. Ya haban sacado veintenas de libros de los estantes, apilndolos

    sobre el escritorio y en el suelo. Apoyando su ligero peso en su bastn de bano, reprimi unamueca, observando a Letitia revisar los estantes que estaban a la altura de los ojos. Noencontraba nada justa esa divisin del trabajo, porque, si no se equivocaba, Letitia no se habaagachado ni una sola vez para sacar un libro, mientras que ella se haba pasado la ltimamedia hora de rodillas. De todos modos, saba que no deba tenerle envidia a Letitia. Despusde todo, era la mayor, por tres minutos en todo caso, y por lo tanto era menos capaz que ellade agacharse. Al menos eso aseguraba Letitia.

    El seor Edgar, el mayordomo de pelo blanco, estaba subido cerca del ltimo peldaode la escalera con ruedas de la biblioteca. Mir hacia abajo, nervioso, y cerr los ojos.

    Letitia puso las manos en sus anchas caderas y lo mir.Abre los ojos, Edgar. No vamos a encontrar jams el libro si sigues con esa tontera.

    Edgar abri un ojo, luego el otro, y se apresur a mirar los lomos de los libros delestante ms alto.

    Lo siento, milady. No veo el libro aqu. Puedo bajar ahora?Viola sonri dulcemente a Edgar, sealando con su bastn un armario que estaba varios

    palmos ms all.Podra sugerir que miraras los estantes de ese armario con puertas de cristal?

    pregunt.El criado se mordi el labio y puso un pie en el peldao de ms abajo. Antes que lograra

    apoyarlo del todo, Letitia cogi la escalera, impaciente y la empuj hacia el armario.Edgar trat de agarrarse del estante para afirmarse, pero err y en su lugar se cogi de

    tres inmensos libros que se vinieron abajo cayendo en sus manos. Se le agrandaron los ojos,se le fue el cuerpo y cay, aterrizando violentamente sobre la alfombra. Dos temblorosastorres de libros se vinieron abajo y cayeron sobre l.

    Edgar! exclam Viola, avanzando hacia l enterrando el bastn en la alfombra.Te has hecho dao?

    El criado hizo un gesto de dolor, pero neg con la cabeza.Deberas tener ms cuidado, Letitia la reprendi Viola, cogiendo un libro color

    carmes del pecho de Edgar y pasndoselo a su hermana. Podras haberlo dejado lesionado.Pero Letitia no le estaba prestando atencin. Algo que vea en el libro pareca tener

    acaparado todo su inters. Baj sus gruesos anteojos a la nariz y dio la vuelta al libro entre lasmanos. Se le iluminaron los legaosos ojos.

    Viola, creo que Edgar lo ha encontrado.Empujando un montn de libros de la mesa de la biblioteca para dejar espacio, coloc ellibro sobre su pulida superficie. Rpidamente pas su regordete dedo por las dos primeras

    pginas y mir a Viola.S! Ha localizado el libro de estrategias de nuestro padre.Mientras Edgar sala de debajo del cerro de libros y empezaba el arduo trabajo de

    devolverlos todos a sus respectivos lugares en los estantes, Viola se afirm en su bastn y fuea ponerse al lado de su hermana.

    Le temblaba la mano de expectacin al sacar sus impertinentes del cajn. Se los acerca los ojos; entornando los prpados baj la cabeza hasta que su pobre vista logr distinguir elttulo en negrita de la primera pgina.

    Caramba, tienes razn, hermana. Es ste! Mir a Letitia, sintiendo curvarse suslabios en una clida sonrisa. Deberamos comenzar esta noche, no te parece?

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    Absolutamente. Ahora mismo, en realidad. Letitia se dio media vuelta. Edgar, vea decirles a nuestras sobrinas nietas que se renan con nosotras en el saln. Inmediatamente.

    Eliza y Grace estaban sentadas en el sof del saln cuando el ruido de los bastones en el

    corredor anunci la llegada de sus tas.Con gran solemnidad, la ta Letitia y la ta Viola fueron a ocupar sus lugares ante lamesita Pembroke, como para hacer un anuncio de enorme importancia.

    La ta Viola se aclar la garganta y empez el discurso:Aos atrs, Letitia y yo estbamos a punto de iniciar nuestra primera temporada

    cuando muri nuestra madre. Durante unos aos, incluso pasado el periodo de luto, pordeferencia al intenso sufrimiento de nuestro padre, no participamos de las festividades de lastemporadas. Nadie nos cortej. Nadie nos hizo una proposicin de matrimonio, pese a la granestimacin de que gozaba el general en la sociedad. Se le escap un triste suspiro.Entonces, muy de repente, se le agitaron los prpados y musit un rpido aviso: El ataque.

    El mentn le golpe el pecho, se le meci el cuerpo adelante y atrs y se le cerraron los

    prpados.Sin siquiera un asomo de preocupacin en su cara redonda, la ta Letitia la gui hasta un

    silln, al que llegaron un segundo antes de que a su hermana se le doblaran las rodillas.Despus, al parecer confiada en que Viola no se iba a caer del silln, se volvi hacia la

    mesa a mirar a Eliza y Grace.Ahora bien, dnde qued? pregunt.Nadie os hizo una proposicin de matrimonio supli Eliza amablemente, mirando a

    Viola.sta no daba seales de despertar de su ataque. Esos ataques de sueo de su ta eran

    algo corriente y normal en la casa, y aunque siempre la sobresaltaban por lo repentinos queeran, saba que no tena por qu preocuparse. La ta Viola despertara muy pronto, enrgicacomo una potrilla un da de primavera.

    Ah, s dijo la ta Letitia. Cuando pasados unos aos muri nuestro padre,volvimos a participar en las reuniones y fiestas de sociedad. Pero ya pasbamos de la edad

    para casarse y nos pusieron a vestir santos como solteronas. Le cogi una mano a suhermana dormida y se la apret. No os podis imaginar ni la mitad de lo que es la vida deuna solterona. No tener nunca la sensacin de estar en tu propio ambiente. Nunca sentirteamada ni valorada

    Pero tieta interrumpi Eliza, eres libre para tomar tus decisiones. Eresindependiente. Nadie te dice lo que puedes ni lo que no puedes hacer con tu vida

    Y nadie comparte mi cama por la noche. Ningn hijo viene a visitarme. No tengo

    nietos para malcriar. No lo entiendes, Eliza? Le brillaron lgrimas como estrellitas en laspestaas. La vida de una solterona es muy solitaria.La pena que detect en la voz de su ta le produjo un escozor en la parte de atrs de los

    ojos a Eliza. Para ella sera distinto, se dijo. Tena su arte, despus de todo.Se movi la mano de la ta Viola y la cara de la ta Letitia se ilumin con una sonrisa.

    Bien, bien. Mi hermana vuelve con nosotros dijo, dejndole nuevamente la manoapoyada sobre la nudosa rodilla. De lo que se trata continu, mirando a Eliza y luego aGrace es de que no tenemos la menor intencin de permitir que caiga ese mismo destinosobre ninguna de vosotras.

    Con un preciso movimiento de la cabeza, hizo un gesto a Edgar, que atraves la sala ycoloc un grueso libro rojo delante de las ancianas.

    Eliza contempl el polvoriento libro, pensando qu importancia podra tener.Levantndose, se alleg a la mesa Pembroke y pas un dedo por el descolorido ttulo dorado.

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    Las reglas de la seduccin ley en voz alta.Mir a su ta, por si ella le daba ms informacin, pero ella se limit a sonrerle, con

    encantada expectacin.Abri el libro por la mitad y pas rpidamente las pginas, leyendo aqu y all; en las

    pginas no haba otra cosa que tretas y estratagemas. Eso era ms desconcertante an.

    Qu pensaban hacer sus tas con un libro sobre estrategias para la guerra? Levant lacabeza y las mir.No entiendo.La ta Viola levant lentamente la cabeza, luego emiti un bufido y sonri de oreja a

    oreja. Cogi el brazo que le ofreca Letitia y, equilibrndose bien, avanz hasta la mesa ycerr el libro. Dio unos golpecitos con un dedo sobre la cubierta.

    Lee el ttulo, querida.Las reglas de la seduccin. Es un manual, ves?, sobre cmocomprometerse en matrimonio.

    La ta Letitia junt las manos dando una palmada.Con este libro, tenemos todas las estrategias necesarias para encargarnos de que t y

    Grace estis comprometidas en matrimonio al terminar la temporada. Ser como la temporada

    que nunca tuvimos nosotras.Eliza pens un momento, tratando de encontrarle lgica a lo que acababa de or. Pero no

    le vio ninguna lgica. Ninguna en absoluto.Sus tas confundan un libro de estrategia militar por un manual de instrucciones para

    comprometerse en matrimonio.Tieta, este libro esGrace le cogi la mano y de un tirn la volvi a sentar en el sof.

    Acurdate de tu promesa, Eliza.Pero, Grace, no lo entiendes, ese libroNo necesito entender susurr su hermana. No ves lo que significa para ellas?Eliza mir a la ta Viola, que sostena amorosamente el libro entre las manos. Mir a la

    ta Letitia, cuyos ojos estaban brillantes de esperanza.Cerr fuertemente los ojos. Vamos, por el amor de Dios. No poda. No poda decirles la

    verdad. Se les rompera el corazn. Abriendo los ojos, se oblig a sonrer.Este libro es exactamente lo que necesitamos dijo. Qu suerte la nuestra que lo

    hayis recordado.Grace solt el aire que tena retenido.La ta Letitia dio la vuelta a la mesa y fue a besarla en la mejilla.

    Sabamos que a las dos os complacera. Comenzaremos inmediatamente. Edgar, traeel jerez. Esto es una celebracin!

    Eliza y Grace fueron a reunirse con sus tas alrededor de la mesa mientras Edgar serva

    la libacin.Una risita de entusiasmo se escap de los labios de la ta Viola al dejar el libro sobre lamesita. Lo abri, se acerc los impertinentes y enfoc la vista en el ttulo en letras grandes dela pgina. Sin duda sus viejos ojos lograban leer.

    Estrategia uno ley. Aquellos cuyas filas estn unidas en la finalidad saldrnvictoriosos.

    Hemos logrado nuestro primer objetivo declar la ta Letitia. Desde estemomento, estamos unidas en nuestra finalidad: que las dos estis comprometidas al terminarla temporada.

    Muy bien! exclam Grace alegremente, mirando hacia Eliza.Muy bien musit Eliza, mirando horrorizada el libro carmes que estaba entre ellas.

    Qu suerte de locura acababa de aceptar?

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    Regla 2

    Acta antes que l logre percatarse de tu estrategia.

    Sofocando una exclamacin, Eliza sali de la Cmara de la Reina en la Corte de SaintJames y se quit del pelo las ignominiosas plumas blancas que fueron la causa de suvergenza. Ni siquiera en ese momento, de pie en el saln dorado, en medio de las miradashorrorizadas de la alta aristocracia londinense, lograba creer lo que haba hecho.

    Francamente, Eliza, esto lo corona todo dijo Grace, abrindose paso por entre lamuchedumbre a no ms de dos pasos detrs de su hermana. Le estornudaste encima. Learrojaste saliva en la cara a la reina Carlota. Tres veces, nada menos!

    Grace, por favor. No basta mi humillacin?

    Abrindose paso por entre el ondulante tropel de cortesanos, vio la escalera principal yse dirigi a ella de inmediato. En unos momentos estara a salvo dentro del coche de sus tas,

    poniendo la mayor distancia posible entre ella y el maldito palacio.Justo cuando su zapato tocaba el primer peldao, Grace le cogi la mueca y de un tirn

    la llev hacia un lado.Nos has fastidiado a todas replic. Nunca superaremos esta cada. Nunca.No creo que toda la culpa se pueda poner sobre mis hombros contest Eliza.Al mirar ms all de Grace, vio a un pequeo grupo de aristcratas que las estaban

    observando con gran atencin. Alz el mentn. Aunque la temporada acababa de empezar, yala haban eliminado como a una cmo era?, ah, s, como a una marimacho sin remedio.Despus del estornudo de ese da, sin duda esa despectiva evaluacin correra de boca en boca

    por todo el mundo elegante de Londres antes que cayera la noche. S, el incidente fue muyhumillante, pero tena que reconocer que incluso esa pesadilla le vena muy bien a sus fines.

    Cuando Grace tambin capt el escrutinio a que las sometan los mirones, se le acercms, con un claro destello de advertencia en los ojos.

    Eliza exhal un suspiro.No creers, supongo, que estornud adrede.Grace se limit a mirarla, claramente a la espera de una explicacin.

    No es que yo haya pedido llevar estas viles plumas. Sosteniendo las frvolasplumas entre el pulgar y el ndice a la distancia de su brazo, las mir como si estuvieran llenasde gusanos. Sabes cmo me afectan las plumas. Me lloran tanto los ojos que apenas logro

    ver. Sin hacer el menor caso del comentario, Grace abri su abanico de filigrana de madera ylo agit delante de su delicada cara.

    Qu pensar la reina de nosotras, o la alta sociedad, si es por eso? Se correr la voz,lo sabes. Se nos cerrarn las puertas de todos los salones respetables de Londres, estoy segura.

    Vamos, Grace, clmate. Estoy segura de que la reina ya ha olvidado todo el incidente.Eliza levant las plumas culpables a la altura de los ojos, pensativa, hacindolas girar entrelos dedos. Adems, puesto que todas las debutantes llevan estas ridculas plumas blancasdurante la presentacin, francamente dudo que yo haya sido la primera en arrojarle saliva,como has dicho tan delicadamente, a la reina.

    Me temo que te equivocas, Lizzy dijo una voz quejumbrosa.

    Eliza se gir y vio a la regordeta lady Letitia y la cimbrea lady Viola, ataviadas conidnticos vestidos de satn y encaje color lavanda.

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    La ta Letitia estruj nerviosa su pauelo metiendo su figura de nabo entre las dosjvenes.

    S de buena tinta que t eres la muy primera.S? La muy primera? Eliza mir de una ta a la otra. Con todo lo humillante que

    haba sido su presentacin, no estaba dispuesta a tomarse tan en serio un simple estornudo, ni

    tres. Y tampoco deberan hacerlo ellas, decidi. Entonces debo cumplir mi solemne misinde procurar que esta tragedia no le ocurra nunca a otra debutante. Le pedir a la reina,inmediatamente, que prohba todas las plumas de avestruz en la corte.

    Ay, querida exclam la ta Viola, mirando angustiada a la ta Letitia, en busca deayuda. No podemos permitirle que haga eso, hermana.

    Vamos, vamos, Eliza no har nada de eso contest la ta Letitia. Verdad, hija?Ya has causado bastante alboroto por un da, no te parece? Puntu la afirmacinenterrando el ndice en la espalda de Eliza hacindola iniciar el descenso de la escalera. Lareina se ha retirado ya, as que al coche, mis amores. Deprisa.

    Mientras esperaban en el bullicioso y atiborrado vestbulo a que llegara el coche a lapuerta, siguiendo la larga cola, la ta Viola le cogi la mano a Eliza y le dio un tranquilizador

    apretn.No te apures, Eliza. Ya pas todo le dijo en voz baja. Has sido presentada. Y,

    como sabes, querida, la presentacin es el primer paso para hacer un buen matrimonio.Eliza se encogi.

    Si ese tipo de asunto interesa mascull.La ta Letitia chasque la lengua, desaprobadora.

    Te he odo bien? Si ese tipo de asunto interesa?Eliza retir la mano de la de la ta Viola y mir el formidable semblante de Letitia.

    Por favor, no me entiendas mal, tieta. Agradezco vuestros esfuerzos, por Grace. Perono estoy inclinada a encontrar marido. Eso lo sabes.

    La ta Letitia hizo un gesto con la mano como si el comentario hubiera sido un insectoalado que se le iba a posar en la nariz.

    Tonteras, hija. Ahora que ha comenzado la temporada, lo pasars en grande.Suponiendo que sobreviva a este desastre aadi Grace.Eliza pas por alto el comentario de su hermana. En lugar de contestarle, hizo un leve

    gesto de asentimiento a su ta, gesto en que no prometa nada.Seguro que tienes razn. Pero puesto que poseo pocos de los rasgos deseables en una

    esposa, dudo seriamente que se haga alguna peticin de mi mano.Pu, pu dijo la ta Letitia. Eres hermosa e inteligente. Los caballeros harn cola

    para visitarte. Lo vers, Lizzy. Mir de reojo a Viola. Porque tenemos un plan, no?Los viejos ojos de la ta Viola brillaron de entusiasmo.

    S que lo tenemos, hermana.Un plan? Ay, no, pretendan usar el libro de estrategias, no? Eliza se estremeci alpensarlo. Consternada, comprob que ese ligero movimiento le produca picor en la nariz.Estaba a punto de Ay, Dios, no otra vez. Ah no.

    Aaa-chs!Ante ese mojado estornudo, la ta Letitia mir a Eliza a la cara, con los ojos

    entrecerrados.Ah, vamos, por el amor de Dios, dame esas plumas. Le quit las plumas, se las

    pas a Viola, y a Eliza le puso un pauelo en la mano. Ocpate de tu nariz, Lizzy. La tienesmojada como un cachorro.

    Un instante despus, entr en el vestbulo su lacayo, con su librea Featherton color

    lavanda, cmo no, para anunciar la llegada del coche.La ta Letitia agit los brazos con gran energa, instando a avanzar a las jvenes por

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    entre la multitud, como si fueran un par de ovejas particularmente bobas.Deseosa de abandonar el escenario de su metedura de pata, Eliza ech a andar hacia la

    puerta, y de pronto not que no llevaba el pauelo de la ta Letitia. Gir la cabeza y vio elpauelo de blonda aplastado en el suelo ms atrs; se volvi y se agach a recogerlo.

    Eliza, date prisa la llam Grace desde la puerta.

    Voy.Se enderez y gir sobre los talones para dirigirse a la puerta, y choc con una especiede pared azul. Sinti una punzada de dolor que se le extendi por toda la cara.

    Y ahora qu? Abri los ojos acuosos y comprob que tena la nariz aplastada contraalgo que pareca ser un botn de latn. Trat de ver con quin haba chocado, pero estabademasiado cerca. Oscilando en los tacones, dio un paso atrs.

    Unas manos firmes le cogieron los hombros, sujetndola.Eliza levant la cabeza. El botn perteneca aun chaleco de seda dorada, y el chaleco a

    un hombre muy alto. Subi ms la mirada hasta que por fin se encontr mirando la cara de uncaballero. Trag saliva.

    La estaban mirando unos ojos claros, brillantes como mercurio. Mientras se maravillaba

    de su color azul plateado, vio en ellos el dbil reflejo de su cara acorazonada y sus grandesojos color cereza. Caracoles! Era como mirarse en dos espejitos.

    Tupidas ondas de pelo negro como el bano, recogido atrs en una anticuada coleta,daban nfasis a los fuertes rasgos cincelados del hombre. Baj la mirada por la mandbula, porla sombra azulada de la barba naciente justo bajo la superficie de su piel ligeramente

    bronceada.Su cuerpo tambin estaba bien definido, y sugera aos de actividad fsica.Y s que era alto, sobrepasaba fcilmente en una cabeza a cualquier otro hombre

    presente en el vestbulo. Cmo era posible que no lo hubiera visto antes?Dio medio paso atrs. Tal como ella, ese hombre no estaba en su elemento en el palacio

    Ah, s que era elegante. Su sastre lo serva bien, proveyndolo con ropa formal de primersimacalidad. Pero por algn motivo, su figura musculosa pareca reida con las perfectas costurasde su ropa.

    No, no era un caballero fino y pulido el que tena delante. Haba una especie detosquedad en l, una masculinidad que casi poda paladear.

    Le ruego me disculpe, seorita. Se siente mal?La voz grave, con sonido arrastrado y entonacin melosa, que insinuaba brezo de las

    Highlands y remotos pramos iluminados por la luna, canturre por todo su ser, fascinndolatanto que se qued muda.

    l apart las manos de sus hombros, bajndolas por los brazos hasta las manosenguantadas y all entrelaz los dedos con los de ella un momento y luego se las solt.

    Un placentero hormigueo le subi desde las yemas de los dedos, aguzando sus sentidoshasta la misma raz del pelo.Eliza?Una mano suave le toc el codo, sobresaltndola. Gir la cabeza y vio a Grace a su lado.

    Un fuerte aroma a lavanda le asalt los sentidos y comprendi que sus tas tambin se habanvuelto y estaban a su derecha.

    Te perdimos en la multitud de la puerta. Te encuentras bien, hija? le pregunt lata Letitia.

    El huesudo codo de la ta Viola se enterr en el gordo costado de Letitia, atrayendoatencin hacia el apuesto caballero.

    Ah, caramba cloque entonces. Yo dira que s.

    Eliza sinti subir el calor a las mejillas, pero a pesar de su azoramiento, encontr su voz.Estoy bien dijo.

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    El caballero sonri.Me alegra or eso.Eliza sinti retumbar el corazn en los odos.

    Eh Porras! Sernate, Eliza. Repentinamente su mano subi como movida porvoluntad propia y con el pauelo de su ta le limpi el botn del chaleco. Di algo. Le ruego

    me disculpe. Espero no haberle manchado el botn.Ah, eso fue ingenioso.l le cogi la mano, detenindosela, y su contacto le produjo un estremecimiento que le

    subi hasta el brazo.Slo es un trocito de metal, seorita.Un muy extrao revoloteo de nerviosismo se apoder de Eliza. Baj la mano con el

    pauelo y lo mir por entre las pestaas, obsequindolo con una tmida sonrisa.Disculpe a mi sobrina, por favor, amable seor dijo la ta Letitia, acercndose al

    caballero y bajando la voz a un tono confidencial. Ver, acaba de ser presentada a la reina yme temo que todava est algo conmovida por la experiencia.

    El caballero arque una ceja.

    S, creo recordar su muy memorable presentacin. La seorita ElizabethMerriweather, creo.

    A Eliza le ardieron an ms las mejillas. Sin saber qu otra cosa hacer, flexion lasrodillas y se inclin en una profunda reverencia. Cspita, estaba actuando como bueno,como una de esas cabezas de chorlito emplumadas que atiborraban el palacio. Qu le

    pasaba?Perdonen mi impertinencia dijo el caballero. Permtanme presentarme. Soy

    Magnus MacKinnon. Hizo un mal gesto y procur enmendarse en la siguiente respiracin: O ms bien lord Somerton. Se inclin ante ellas en una profunda reverencia.

    Pues claro terci la ta Viola. El quinto conde de Somerton, para ser exactos.Lo que quiere decir mi hermana, lord Somerton explic la ta Letitia, es que nos

    presentaron brevemente en la velada musical de los Harper la semana pasada.El conde sonri.

    Es un honor para m que me recuerden.La ta Letitia abri su abanico y lo agit.

    Cmo podramos no recordarle, milord?Mir a ambos lados de l con ojos de halcn y al no ver a ninguna mujer cerca, se

    apresur a presentarle a Eliza y Grace.Eliza hizo una mueca para sus adentros. Un noble. Igual podra haber hecho oscilar un

    brillante anillo de compromiso delante de las narices de sus casamenteras tas. Slo cabaesperar que ya estuviera comprometido con otra, si no, no habra manera de refrenar a Letitia

    y Viola.Esa idea acababa de pasar por su mente cuando Grace se meti un rizo rubio detrs de laoreja y se lanz al ataque.

    Milord, su esposa tambin est en la corte hoy?El conde enarc las cejas ante la nada sutil pregunta de Grace.

    No estoy casado.Entonces, ha venido con su prometida? solt Eliza antes de lograr evitarlo.Lord Somerton curv una comisura de la boca, divertido.

    No estoy comprometido con nadie, seorita Merriweather, si es eso lo que le interesasaber.

    Humillada por su torpeza, Eliza desvi la mirada.

    Sin perder un instante, Grace se recogi la falda para que la orilla no tocara el suelo y semeti entre ellos.

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    Por desgracia, su estado civil no le importa nada a mi hermana. Porque, ver, Eliza notiene el menor inters en el matrimonio. A m, en cambio

    Eliza se atragant ante el descarado comentario de su hermana. Mir hacia la puerta delpalacio, y habra salido corriendo hasta el coche si la ta Letitia no le hubiera cogido el brazoen ese mismo instante.

    Discretamente se solt el brazo de la mano de Letitia, pero no qued libre. Losentusiastas susurros de sus tas le dijeron que ya estaban planeando la forma de ponerle unanillo en el dedo.

    Una debutante no interesada en el matrimonio? pregunt lord Somerton, sus ojosclaros fijos en los de Eliza.

    Mi hermana tiene planes ms grandiosos para su vida, sabe? contest Grace, sinmolestarse en disimular el sarcasmo. Piensa convertirse en una gran pintora.

    No le preste atencin, lord Somerton se apresur a decir la ta Letitia. La aficina pintar de Eliza no es otra cosa que una tonta distraccin.

    Es mucho ms que una distraccin terci la ta Viola, con su delgadas cejasfruncidas por la afirmacin de su hermana. Nuestra Eliza es una muy experta retratista.

    Una pintora no interesada en el matrimonio dijo el conde moviendo lentamente lacabeza. Me entristece muchsimo esta noticia, seorita Merriweather.

    Entristece? pregunt Eliza.Pues s. Porque, ver apareci un muy evidente guio en sus ojos, es mi firme

    ilusin encontrar esposa durante esta temporada.Conque nos estamos divirtiendo, eh?, pens ella.

    Ah, s?Y he de confesar que en el instante mismo en que la vi mi corazn se puso

    ciegamente a su servicio.Se le ensanch la sonrisa al levantarle la mano y ponerla contra su ancho pecho.A Eliza se le levant una comisura de los labios.

    De veras?Och, s dijo l, volvindose hacia las tas, como esperando su reaccin al juego.Las tas se estaban mirando a los ojos, agitando traviesamente las cejas, sus mejillas con

    exceso de colorete redondeadas en sagaces sonrisas. Presa de primera clase.Ay, Dios, pens Eliza. A l se le haba pasado la mano en esa tontera. Y ahora las

    casamenteras estaban listas para el ataque. Tena que decir algo, hacer algo, encontrar lamanera de cambiar el tema.

    Lord Somerton sabore su nombre en la lengua como un dulce de azcar. Nonos hemos conocido antes, estoy segura, pero su ttulo no me es del todo desconocido.

    El conde le solt la mano y por un escaso segundo se le oscurecieron los ojos. Era

    improbable que alguien lo hubiera notado, pero ella capt el sutil cambio.Mi hermano llevaba el ttulo antes que yo explic. Haba desaparecido toda lasimpata de su voz, a pesar del intento que hizo de moderar el tono. Sola venir a Londres.Tal vez usted le conoci.

    Amilanada por esa seca respuesta, Eliza trat de esbozar una sonrisa tranquilizadora,con la esperanza de apaciguarlo.

    Lo siento, milord. Eh no sabra decirlo. Pero claro, he conocido a tantas personasdurante mi corta estancia en Londres.

    Comprendo dijo lord Somerton. La voz se le haba suavizado en menos de unlatido.

    Una repentina conmocin fuera, seguida por gritos quejndose de la posicin del coche

    de ciudad de las Featherton, puso rpido fin a la incmoda conversacin.Lord Somerton gorje la ta Letitia. Ha sido un enorme placer volver a verle.

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    Le tendi la mano y l se la cogi cortsmente.El placer ha sido todo mo dijo, inclinndose sobre la mano.La ta Letitia se ruboriz profusamente y le sali una risita por entre sus vibrantes labios

    pintados de rojo.Avanzando gracias a un empujn de su hermana, la ta Viola puso tambin su frgil

    mano delante del conde.Tal vez volvamos a vernos le dijo riendo.Yo dira que sa es casi una certeza contest lord Somerton.Despus hizo una inclinacin a Grace y, dndoles la espalda a las tres, le cogi la mano

    a Eliza.Se inclin hasta casi tocarle el guante y luego, mientras se enderezaba, le hizo un guio.

    Un guio! Y en la corte, nada menos.Eliza arque una ceja reprobadora, pero l se limit a sonrer, y volvi a girarse hacia

    las ancianas tas.Buen da, seoras dijo, muy corts, como si no hubiera ocurrido nada.Pero, claro, por lo que saban su hermana y sus tas, nada haba ocurrido.

    Buen da, lord Somerton gorjearon alegremente las dos ancianas, sentimiento delque se hizo eco Grace, cuando iban saliendo para subir al coche.

    Cuando ya estaba sentada en el vehculo, Eliza acerc la cara a la ventanilla y observociosamente a lord Somerton mientras ste suba a su coche de ciudad y se perda de vista.

    Pero cuando se estaba acomodando en el asiento comprendi su error. Sus tas la habanestado observando y estaban todo lo complacidas que podan estar, sus labios curvados entraviesas y maliciosas sonrisas.

    No estoy interesada en lord Somerton les dijo.Lo que t digas, Eliza repuso la ta Letitia.Entonces las dos ancianas se cubrieron las bocas con las manos enguantadas y se

    echaron a rer.Eliza mir hacia el techo, poniendo los ojos en blanco. Vaya, porras! Todo estaba muy

    claro. Haba empezado la campaa casamentera de sus tas abuelas, y haban marcado a lordSomerton, el cielo lo amparara, como a su principal objetivo.

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    Regla 3

    Srvete de guas locales para sacar el mejorpartido del terreno.

    Decenas y decenas de velas de cera de abeja parpadeaban arriba y desde los espejos debrillantes marcos dorados, creando un mgico resplandor mbar en el saln de baile de losGreymont.

    Si bien varias fiestas y veladas musicales ya haban inaugurado la nueva temporada, lafiesta de esa noche era especial; era el primer baile de sociedad, una ocasin suprema, a la queasistan todos los miembros de la alta sociedad, entre ellos el nuevo conde de Somerton, cuyottulo, vea con gran disgusto l, pareca quedarse pegado en los labios de todas las jovencitas

    debutantes.Oye, Somerton le dijo su to, William Pender, moviendo su calva cabeza hacia la

    rutilante multitud, ests causando una enorme impresin en las damas esta noche.Exhalando un suspiro de desinters, Magnus mir a las risueas seoritas que rondaban

    cada vez ms cerca.Cspita, estoy a punto de que me salten encima. Lo nico que me faltaba.Pender se aclar la garganta.

    En realidad, eso es exactamente lo que te hace falta, y es el motivo de que te hayainstado a venir a Londres. Debes cazar una esposa rica antes que acabe la temporada, y laciudad est a rebosar de candidatas. Apunt su nariz moteada de rojo hacia un grupo dedamas que estaba cerca. Mira ah, por ejemplo.

    De mala gana, Magnus mir hacia el grupo. Ocho jovencitas, acompaadas porvigilantes seoras mayores, se giraron a mirarlo entusiasmadas.

    Pender se le acerc ms.Slo les falta babear. Apostara a que dos tercios de ellas se pelearan en esa misma

    pista de baile por tener la oportunidad de casarse con un conde. Lo nico que tienes que haceres elegir una y tus problemas econmicos estarn resueltos.

    Magnus sinti rgidos los labios, pero se las arregl para esbozar una incmoda sonrisa.Con todo lo que me divertira ver pelear a las debutantes, seor, es posible que mi

    necesidad de casarme ya no sea tan urgente, digamos?Pender slo se haba mojado los labios con su bebida cuando baj bruscamente la copa.

    Qu dices? Crea que el destino de Somerton estaba colocado bajo el martillo de unsubastador.Tienes razn, to. Pero no estoy sin recursos. Hace unos meses, aprovech los fondos

    que quedaron a mi disposicin para comprar la mayor parte de las acciones de un negocio detransporte martimo. Lambeth lo organiz todo. Lleva el transporte martimo en la sangre. Su

    padre posea un buen barco en su tiempo, lo sabas?La desilusin le endureci los rasgos a su to.

    Debera haberlo imaginado logr decir, con la voz trmula. Jugarte lo poco quetienes, igual que tu hermano.

    No he dicho nada de juego repuso Magnus entre dientes, con el entrecejo fruncido. He hecho una inversin.

    Eso es juego, lo mismo dijo el anciano. Y hete aqu que yo te crea mejor. Perono, parece que ests cortado por el mismo patrn, como tu padre y tu hermano.

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    Magnus desvi la cara para aplastar su creciente ira, pero Pender le cogi el hombro ylo oblig a mirarlo a la cara.

    Y s, saba que el padre de Lambeth posea unos cuantos barcos. Demonios, haceunos aos todo Londres se enter de que hundi su barco para reclamar el dinero del seguro.La has fastidiado, muchacho. Te has asociado con un tramposo.

    Lambeth es un buen hombre, to. Le he confiado mi vida y jams me ha fallado contest Magnus, aplastando las ardientes brasas de su furia.Pender movi la cabeza, disgustado.

    Es que no entiendes que dependo de ti para vivir? Y no soy el nico Escchame,hijo, no puedes perder la fortuna de Somerton. Tienes una responsabilidad para con la familia.Es hora de que lo comprendas y hagas lo que es necesario para conservar nuestra fuente desustento: casarte.

    No lo entiendes, to? No se trata del dinero ni de ese montn de piedras que losMacKinnon llaman casa. Es la tierra, la tierra de la que dependen trescientas almas para vivir.Ellos son el motivo de que yo est aqu; el motivo de que Somerton no deba perderse.

    Pender hizo una larga y lenta respiracin.

    Condenada estupidez la que hicieron tu padre y tu hermano: anular la vinculacin alttulo para poder vender trozos de Somerton siempre que les vena bien a sus vacos bolsillos.

    Coincido contigo, fue estpido y egosta. Pero ya est hecho, y yo soy la pobre almaen que ha recado la carga de intentar salvar lo que mis parientes se empearon tanto endestrozar.

    No te envidio, Somerton, ni un poquito. Se le tensaron y ondularon los msculosde la mandbula, y estuvo en silencio un buen rato. Finalmente apunt su afilada nariz haciaMagnus. Pero si ests decidido a jugar esa desaconsejable mano, por lo menos hazlo demodo inteligente. Apoyando el codo en el costado, movi la flaca mano abarcando el salnde baile lleno de jovencitas recin presentadas en sociedad. Protege tu jugada.

    Magnus sinti acalorada la cara. sa era su vida, condenacin. Su problema. l lollevara a su manera.

    Ten la seguridad, to dijo, pasado un momento, de que no estoy por encima decasarme con una dote para salvar Somerton. Pero eso slo lo har como un ltimo recurso.

    Las cejas de Pender se juntaron y revolotearon hacia arriba.Te he dado mi consejo, hijo. Espero que lo sigas.O no. Magnus hizo un evasivo gesto de asentimiento. Era un consejo prudente, casarse

    por dinero. Menos arriesgado, sin duda. Pero l haba invertido casi todo lo que tena en elbarco The Promise, y esperara hasta ver el resultado de su inversin en transporte martimo.

    Para poner fin a la conversacin, se gir a mirar a los bailarines, que giraron en crculo,se cruzaron y volvieron a colocarse en dos perfectas filas mientras la orquesta tocaba las

    ltimas notas.Hasta el ltimo de ellos se vea muy planchado, pulido y almidonado, en ropa y enporte. Qu rara encontraba a esa gente.

    Vamos, si ni siquiera sabra empezar a buscar una esposa entre las damas de laaristocracia, y mucho menos una rica. Era un escocs, despus de todo, no un gazmoolondinense. S, se haba educado en Inglaterra, saba imitar los modales de la alta sociedadcuando le convena, pero las agrestes Highlands hacan latir su corazn y corran densas porsus venas.

    Acababa de terminar la contradanza cuando en la distancia vio salir de la pista a unajoven, su semblante algo oculto por su abanico de encaje, acompaada por un caballeroextraordinariamente elegante.

    La vio sacar una tarjeta con bordes rojos del bolsillo del vestido y entregrseladisimuladamente a su pareja de baile. El caballero ley la tarjeta y luego mir boquiabierto a

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    la joven, que se dio media vuelta y se alej de la pista.Normalmente no le habra interesado esa extraa ocurrencia, pero le interes porque la

    joven lo estaba mirando a l. La observ reunirse con un animado grupo de seoras queformaban una media luna, de espaldas a l, y estaban conversando con su estimada anfitriona.

    Estaba a punto de desviar la mirada cuando la atrevida seorita se gir y, mirando por

    encima de su abanico, recorri su figura de la cabeza a los pies.Qu diantres? Ya tena toda su atencin.Desconcertado, la observ mientras ella suba lentamente la mirada por su cuerpo,

    excitndolo. Muchacha pcara. Una sonrisa irnica le levant las comisuras de los labios.En el espacio de un respiro, se encontraron sus miradas, dndole que pensar. En ese

    instante casi se convenci de que conoca esos ojos. Bah, muy improbable; slo llevaba unaspocas semanas en Londres. De todos modos encontraba algo extraamente conocido en ellos.Inclin la cabeza, saludndola.

    Cuando la joven se dio cuenta de que l la estaba observando, se redondearon susgrandes ojos oscuros y peg un salto, sobresaltada, como si le hubieran arrojado un jarro deagua fra.

    Magnus estir los labios, satisfecho. Bien servida ests, mi atrevida muchachita. Ahorabaja el abanico y djame ver quin eres.

    Como para desafiarlo, la jovencita subi ms an el abanico, ocultando totalmente sucara. Entonces, recogindose con una mano la falda del vestido de tul blanco y azul, se gir yle dio la espalda.

    Vamos, es que esa descarada damita acababa de lanzarle un reto? Se gir hacia su to.Qu sabes de esa muchacha? le pregunt, haciendo un gesto hacia su ardiente

    admiradora de haca un momento.A Pender se le alegr la cara.

    Me alegra or que has aceptado mi consejo. Levant su monculo y pase lamirada por el saln. Cul es la muchacha que te ha captado la atencin?

    Es imposible verle la cara desde aqu, pero est justo a la derecha de nuestraanfitriona, lady Greymont.

    Ah, s dijo Pender, observndola con el monculo.A Magnus se le elev el nimo.

    O sea, que la conoces?En realidad, no. Pero no me cabe duda de que nuestra anfitriona puede arreglar una

    presentacin si lo desearas.Creo que lo deseo contest Magnus. Aunque slo fuera para aliviar su creciente

    aburrimiento.Al alzar su to las cejas, su monculo se desprendi al instante del pliegue carnoso de

    debajo del ojo, cay sobre su solapa y qued oscilando en su cadenilla de oro, marcando losinstantes que transcurriran hasta que lograra captar la atencin de la anfitriona.Entonces fue cuando Magnus vio que tres caballeros que estaban cerca tenan en sus

    manos tarjetas con borde rojo iguales a las que la joven entregara a su pareja de baile. Diounos dos pasos, acercndose ms a ellos, con la esperanza de que su conversacin arrojara luzsobre la identidad de la misteriosa mujer.

    Quin se cree que es? oy decir a uno de los hombres, lo que indujo a los otrosdos a mirar nuevamente, incrdulos, sus tarjetas.

    Es una rareza, eso seguro contest el ms bajo de los tres. Voluntariosa tambin.Tiene las curvas de una diosa, pero las bolas de un hombre.

    Di lo que quieras dijo el tercero. Reconozco que podra no ser del tipo para

    casarse, pero sospecho que sera una entusiasta compaera de cama para algn afortunado.Mrale esa exuberante boca.

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    Los tres se rieron maliciosos, manifestando su acuerdo, hasta que notaron la presenciade Magnus cerca de ellos. Entonces, como si esa hubiera sido la seal, se metieron las tarjetasen sus bolsillos.

    Ah, estupendo dijo Pender en ese momento. Lady Greymont viene hacianosotros.

    Magnus enderez la espalda para esperar a la anfitriona. Tena que saber quin era lamujer capaz de inspirar esa conversacin.Al cabo de unos instantes, lady Greymont lleg a ese extremo del saln y salud a

    Magnus y a su to. Pero antes que Magnus pudiera pedirle que le presentara a la animosajoven del otro lado de la pista, lady Greymont le hizo una peticin:

    Lord Somerton, sencillamente debo presentarle a una de las mujeres ms cultas einteligentes que he conocido. Me hace el favor de seguirme?

    Muy ciertamente repuso Magnus y, titubeante, le ofreci el brazo.Lady Greymont se ech a rer ante el titubeo.

    No tiene por qu preocuparse. La seorita Merriweather es tolerablemente bonita, selo aseguro.

    A Magnus el corazn le golpe las costillas.No se referir a la seorita Eliza Merriweather?An no se la han presentado, verdad?Slo informalmente.De momento. No poda creer en su buena suerte, y pens en la cascada de chiripas que

    tenan que haber ocurrido para reunirlos una vez ms.Lady Greymont lo mir ceuda.

    Ay, Dios, y yo que esperaba ser la que le presentara a su futura esposa.Futura esposa? Magnus mir entonces a su to y sonri divertido. To, no me

    habas dicho que la actividad casamentera fuera un deporte tan competitivo en la ciudad.Lady Greymont se ech a rer y le dio un codazo juguetn.

    Caramba, no ha estado mucho tiempo en Londres, verdad? La actividadcasamentera, milord, es el deporte de la temporada.

    A Eliza se le encogieron las entraas cuando vio a lady Greymont conduciendo a lordSomerton y a un caballero mayor directamente hacia ellas.

    Uy, tieta, no lo has hecho.Pues claro que lo hice, Lizzy reconoci la ta Letitia, golpeteando el suelo con su

    bastn, entusiasmada.Nerviosa, Eliza lo observ avanzar y avanzar, su ardiente mirada clavada en ella. Sinti

    brotar gotitas de sudor en la lnea del pelo y entre los pechos. Agit el abanico delante de sucara, tratando de recuperar la serenidad.Os dije que no tengo ningn inters en lord Somerton.La ta Letitia se ri.

    Sabemos lo que dijiste, querida, pero mi hermana y yo vimos cmo os mirabais en elvestbulo del palacio. Esto es un matrimonio por amor en preparacin si alguna vez hemosvisto uno.

    Un matrimonio glorioso, seguro aadi la ta Viola. El truco est, lgicamente,en lograr que lord Somerton se d cuenta. De ah la necesidad de recurrir a la estrategia tres.

    Eliza se gir a mirarlas.La estrategia tres? pregunt, recelosa. Por el rabillo del ojo vio que lord Somerton

    ya estaba bastante cerca.La estrategia tres dijo la ta Letitia, asintiendo dice claramente que hay que

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    servirse de guas locales para sacar el mejor partido del terreno.Y lady Greymont es nuestra anfitriona aadi la ta Viola. Ella es nuestraGua local termin Eliza.Exactamente. La ta Letitia se le acerc ms para susurrarle. Usando esta

    estrategia podras ganarles el premio a las dems damitas.

    Y el premio es? pregunt Eliza. Veinte pasos, quinceVamos, lord Somerton, por supuesto susurr su ta.Por supuesto repiti Eliza, elevando la mirada al cielo y pidiendo una intervencin

    divina.

    Magnus tena curvados los labios en una sonrisa de placer mientras lady Greymont lollevaba justamente hacia la debutante cuya poco delicada mirada lo haba intrigado slo unmomento antes: Eliza Merriweather.

    Seorita Merriweather, ests llena de sorpresas.Unos ojos grandes, castao dorados, asomaban por el borde superior del abanico que

    estaba agitando, mirndolo sin pestaear mientras l se acercaba.Alarg los pasos, obligando a lady Greymont a casi trotar simplemente para continuar a

    su lado.Caramba, s que es un muchacho impaciente brome la anfitriona, mientras

    disminua rpidamente la distancia que los separaba de la seorita Merriweather y su familia.Cmo puedo estar menos que impaciente, mi querida seora? Usted misma ha dicho

    que me espera mi futura esposa.Lady Greymont se ri entre varios cortos jadeos para inspirar un poco de aire, y por fin

    llegaron al ntimo crculo de damas que estaban en animada conversacin. All lo present,una vez ms, a las hermanas ancianas.

    Despus indic a Eliza con un gesto.Me permite presentarle a? Se interrumpi, todava sin aliento por el trote a lo

    largo del saln de baile. Ponindose una mano en el pecho, hizo una profunda inspiracin.Magnus aprovech la momentnea interrupcin de la anfitriona para volverse hacia la

    jovencita que en ese momento tena la cara escondida detrs de su abanico.La legendaria seorita Merriweather, supongo?Eliza Merriweather baj lentamente el abanico y se inclin en una educada reverencia.

    Milord.En los labios de l se form una sonrisa no planeada, a la que ella, ante su enorme

    sorpresa, le correspondi. Entonces ella se ruboriz, mascull algo entre dientes y se apresura desviar la mirada.

    Me parece consigui decir lady Greymont que forman una hermosa pareja, aque s?Ah, s, s convino la ta flaca como un junco, Viola, dndole un codazo a su

    hermana. Muy hermosa.Magnus le cogi la mano a Eliza y se inclin hasta casi tocrsela. Not que se le

    calentaba la palma por la estimulacin del contacto de esos dedos enguantados. Qu pequeay frgil se le vea la mano en la de l. Mientras su mirada le recorra la esbelta figura,enderez su corpachn de seis pies y una mano, sintindose repentinamente ms grande y msfuerte que nunca.

    Al mirar por detrs de ella vio que la orquesta se estaba preparando para tocar.Empezaban a reunirse bailarines en la pista. sa era su oportunidad para separar a la seorita

    Merriweather de sus tas.Si no lo tiene comprometido ya, seorita Merriweather, me concedera este baile?

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    Entonces Eliza lo mir y entrecerr los ojos.Me parece que debo declinar, lord Somerton. Me siento eh algo fatigada.Tonteras gorje la ta Letitia, dndole un disimulado empujn. Mi sobrina se

    sentir honrada de bailar con usted, lord Somerton.La otra ta, Viola, le cogi el brazo a l y lo acerc ms a la seorita Merriweather.

    Eliza es novata en la alta sociedad, sabe?, y sigue siendo tan tmida como una flor deprimavera.Magnus enarc una ceja mirando a la deslumbrante jovencita cuyos ojos despedan

    chispas. Tmida no era una palabra que l empleara para describirla. Le ofreci el brazo.Vamos?Ella vacil otro momento y finalmente, de mala gana, coloc la mano enguantada sobre

    su antebrazo.A Magnus se le hinch el pecho al sentir su contacto. Reflexion sobre esa extraa

    sensacin de euforia. Tal vez casarse con una dote no sera tan desagradable, despus de todo,no, si dicha dote vena en un paquete tan delicioso como la seorita Merriweather.

    Mientras bailaban por la pista al ritmo de la msica, Magnus observ el notable cambio

    que se haba producido en la apariencia de Eliza desde su primer encuentro. Su cara, ya nosonrojada por los estornudos, era un delicado valo marfileo enmarcado por cabellos negrosrecogidos en una masa de lustrosos bucles en lo alto de la cabeza.

    Cuando ella lo mir, record lo enrojecidos que tena los ojos cuando la vio en elpalacio. En ese momento casi no poda apartar la vista de la interesante mezcla de castao ydorado de esos ojos que lo miraban. Se le aceler el pulso.

    Todos los ojos estn sobre usted esta noche, seorita Merriweather le dijo, mientrasella daba una vuelta en crculo alrededor de l, bandolo en su delicado aroma a lavanda.Parece que ha cautivado a la alta sociedad.

    Eso, milord, sinceramente lo dudo repuso ella, mirndolo al fondo de los ojoscuando l le cogi la mano para avanzar a su lado.

    Not que a ella le temblaba la mano, y la observ desviar la vista para mirar, nerviosa, alos dems bailarines que llenaban la pista de baile. Pero luego pareci relajarse.

    Nadie me est mirando, milord. Ms bien, siendo el nuevo conde de Somerton, todoslos ojos estn sobre usted esta noche.

    Magnus se ri suavemente.Aunque tengo mis dudas de que todos los ojos estn sobre m, s s de un par que lo

    estaban.Eliza alz el mentn, desafiante.

    Se refiere a m, milord?La vi mirndome por detrs de su abanico.

    Ella arque las cejas, interrogante.Quiere decir que mi detenida observacin fue indecorosa?Magnus le levant la mano, guindola en una vuelta alrededor de l.

    No se preocupe, seorita Merriweather, no me molest en absoluto.Eliza lo mir ceuda, y esa pausa la hizo quedar rezagada en la danza. Se le tieron de

    rosa las mejillas. Se apresur a ponerse al paso de los dems.Al llegar al octavo comps qued nuevamente al lado de Magnus y coloc la mano

    sobre la de l.Est muy equivocado en su suposicin, milord. Soy artista. Pintora. Los pintores

    observan a los seres vivos para inspirar su arte.Tiene razn dijo l. Su hermana dijo que es usted pintora. Se mordi el labio

    para impedir que se le formara una sonrisa. Ahora lo entiendo. O sea, que simplementeestaba calculando cmo podra verme yo sin mi ropa, para un cuadro clsico, tal vez?

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    Pero su broma no dio en el blanco. Ella no pareci en absoluto escandalizada.No, simplemente estaba observando su postura militar contest. La cual

    encontr rara, ya que estaba segura de que usted se present como conde.Caramba, s que tiene buena percepcin, seorita Merriweather. No hace mucho que

    regres de la Pennsula.

    S? Le mir la piel de alrededor de los ojos y, como si de pronto le encontrarasentido a algo, aadi: Comprendo.Magnus asinti.

    Acababa de regresar a Escocia cuando recib la noticia de la muerte de mi hermano.Ella baj los ojos de tupidas pestaas.

    Mis disculpas, milord. Lamento muchsimo su prdida.l inclin la cabeza, en conformidad.Como si hubiera percibido su cambio de humor por la mencin de su hermano, ella

    tom el asunto en sus manos.Pero no ms conversacin sobre cosas tristes se apresur a decir. Esto es un

    baile, despus de todo.

    Acto seguido coloc la mano en la de l y dio dos vueltas completas, cuando era slouna la que requera esa determinada danza.

    Entonces se ri y su risa son como campanillas, y nuevamente lo dej embobado.Magnus sinti un agradable estremecimiento por toda la piel y se le elev el nimo. Qutena esa muchacha que lo hechizaba as?

    Cuando la seorita Merriweather volvi a quedar de cara a l, l le cogi la mano ydetuvo su movimiento.

    Ella inclin la cabeza y luego lo mir a los ojos. Y continuaron mirndose a los ojos unmomento tal vez demasiado largo.

    Gracias, seorita Merriweather.Gracias? pregunt ella, con el pecho agitado, tratando de recuperar el aliento.Bueno, por el baile. Se acab la msica.Le solt la mano y le hizo un gesto hacia la silenciosa orquesta. Curiosamente, al

    instante lament no sentir ya la mano de ella en la de l.Ella se ri, azorada.

    Pues s dijo.Sus ojos chispeaban de vitalidad, y l comprendi qu diferente era de todas las mujeres

    que haba conocido. Aunque slo haba estado unos cuantos minutos en su compaa, ya loafectaba como ninguna otra mujer. Tal vez no sera tan difcil, pens entonces, encontrar unaesposa conveniente, de su eleccin. La mir y sonri. No, no sera nada difcil.

    Le apetecera dar una respetable vuelta conmigo por el saln? Estoy seguro de que

    sus tas estaran de acuerdo.Sin duda repuso Eliza, desviando la mirada hacia las dos ancianas que estabancharlando con dos jovencitos. Entonces suspir, por lo menos un suspiro fue lo que crey orl. Lo mir nuevamente, esbozando una sonrisa para l. Ser un placer para m dar unavuelta con usted. Al fin y al cabo, en el instante en que vuelva ah simplemente reanudarn su

    juego casamentero.Cuando iban pasando cerca de las tas, Magnus les hizo una inclinacin con la cabeza, y

    ellas agitaron sus abanicos entusiastas, hacindolo sentir como un nio en un tiovivo.Casamentero ha dicho?Lamentablemente, s. Estn empeadas en verme comprometida antes que termine la

    temporada.

    Perdneme, seorita Merriweather, pero creo recordar que su hermana dijo que ustedno tena la menor intencin de casarse.

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    Tiene razn, milord. Por desgracia, mis tas piensan que mi pintura es una diversinfrvola con que ocupo el tiempo hasta que ellas me aseguren un marido. No obstante, yoconsidero mi arte por encima de todo lo dems, y no tengo la menor intencin de renunciar amis aspiraciones como pintora para casarme. De ah la necesidad de stas

    Meti la mano en el bolsillo oculto de su falda y sac varias tarjetas con bordes rojos.

    Le pas una a l. Deca:Gracias por no visitar a la seorita Merriweather.Magnus levant la vista de la tarjeta y se encontr ante la orgullosa sonrisa de ella.

    No comprendo.No? Es muy sencillo. Le quit la tarjeta y se la guard en el bolsillo. Las

    necesito para repeler a posibles pretendientes.Sus tas no saben de sus tarjetas, supongo.Noo, por supuesto que no. He sido muy discreta a la hora de distribuirlas. No soy tan

    ingenua para creer que no se enterarn, aunque cuando lo descubran es probable que ya hayareducido a la mitad a los posibles pretendientes, o en ms an.

    Magnus se la qued mirando, pensando qu rara era.

    Por qu est tan armada en contra del matrimonio, muchacha? sa no es la posturanormal de una mujer de su posicin.

    Bueno, seor, la ma no es la posicin normal. En sus ojos brillaron unaschispitas de luz. Ver, si logro mantenerme sin compromiso durante una sola temporadaobligatoria, podr reclamar mi herencia y emplearla para financiar mis estudios en elextranjero.

    Magnus arque una ceja, divertido.Es cierto eso?S repuso ella, dirigindole una radiante sonrisa. No necesito casarme para

    recibir el dinero, como tema al principio. Descubr un agujero en el testamento de mi padre.Todo es muy legal, se lo aseguro aadi, orgullosa.

    Magnus curv los labios y continu llevndola lentamente por el permetro del saln.Es usted muy poco convencional, seorita Merriweather.Eliza le correspondi la sonrisa.

    Vamos, gracias, lord Somerton.Cuando iban acercndose a la multitud congregada delante de la orquesta, se amplific

    la sensacin de atiborramiento.Qu multitud hay esta noche coment ella, abriendo su abanico y agitndolo

    delante de la cara. Ojal nuestra anfitriona hubiera hecho ms corta su lista de invitados,para que los asistentes pudieran hacer ms de una sola respiracin.

    Magnus manifest su acuerdo riendo e hizo un gesto hacia las puertas cristaleras que

    daban a la terraza jardn.Salimos a la terraza, tal vez?Eliza mir indecisa hacia sus tas, que estaban al otro lado del saln.Magnus se detuvo.

    Ah, perdone. Necesita una vigilante.Una vigilante? Cielos, no. Lo mir de arriba abajo. Aunque usted es de tipo

    fornido, no? De todos modos, creo que puedo fiarme de usted.Puede? dijo l sonriendo sardnico en el momento en que salan al refrescante

    aire nocturno.Eliza entrecerr los ojos y lo mir traviesa.

    No estar pensando en tenderme una emboscada con una proposicin de matrimonio,

    verdad, lord Somerton?Pues no. No esta noche, en todo caso.

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    Ella sonri.Estupendo. Porque una proposicin de un conde complicara las cosas Mis tas,

    sabe?Despus de dirigirle una rpida sonrisa, camin hasta una parpadeante linterna china de

    papel que colgaba en un extremo de la baranda. La toc con las yemas de los dedos y la hizo

    girar lentamente.No, no necesito ninguna proposicin esta temporada dijo.Magnus reflexion sobre esa declaracin.

    Qu har si le hacen una proposicin?Ella detuvo bruscamente la mano sobre la linterna. Gir sobre sus talones y se acerc a

    l, con pasos cautelosos. Se detuvo a menos de un palmo y lo mir a los ojos, muy seria.Eso simplemente no ocurrir.Por qu no? Mientras bailbamos vi a varios de los elegantes londinenses

    observndola.Nadie har una proposicin. Una vez que se enteren del lastimoso estado de mi dote,

    corrern a cazar palomas en campos ms magnficos.

    Lastimoso estado de su dote? Magnus sinti agudamente la punzada de desilusin. Ellano tena dinero. Pese a las excelentes apariencias, ella no era la posible solucin a su

    problema econmico. Debera haberlo supuesto. Todo haba sido demasiado perfecto. Ella erademasiado perfecta; demasiado fcil cobrarle afecto.

    Se lo cree, verdad? le dijo.Ah, pues s. Ver, mis hermanas y yo no nacimos en la riqueza, como usted. Aunque

    nuestra madre era de buena cuna, mi padre era plebeyo, como nosotras. Pero despus de hacerel luto por nuestros padres, nuestras tas abuelas nos acogieron bondadosamente y nos han

    presentado en sociedad.Magnus la observaba atentamente mientras hablaba. La verdad, era una piedra preciosa

    en bruto. Qu edad tendra? Veintids tal vez? Se vea muy joven, pero daba muestras deuna seguridad de la que carecan gravemente las otras debutantes que haba conocido.

    Ah, s continu ella, puede que nos pongamos los ms hermosos vestidos yllevemos brillantes en el pelo, pero seguimos siendo recin llegadas del campo. Lo mir, seri, y se inclin en una profunda reverencia. As que aqu estoy, mezclndome con la altasociedad con las uas sucias y escasamente un penique a mi nombre. Bueno, aparte de unascuantas libras que he ahorrado para comprar mi pasaje para Italia.

    Magnus aplaudi su actuacin.Es una gran lstima que sea pobre, seorita Merriweather, pero hay quienes podran

    hacerle una proposicin a pesar de su situacin econmica.Cierto suspir ella, pero al apoyar la espalda en la baranda le brillaron

    traviesamente los ojos. Pero con un poco de esfuerzo, creo que puedo conseguir que ningnpretendiente que mis tas consideren digno haga una proposicin.Ningn pretendiente? Si yo estuviera en posicin de hacerlo, seorita Merriweather,

    desafiara ese presuntuoso comentario. Pero, ay de m, mi fortuna tambin est bastantemaltrecha en estos momentos.

    Se gir y, desviando la vista de los arbustos podados en forma de animales, mir el cielonocturno. Eliza fue a ponerse a su lado.

    De veras? No es una amenaza, entonces? Pero por qu no, si me permitepreguntarlo?

    Magnus la mir a los ojos, sus ojos curiosos.Muy bien. No es que la buena sociedad no conozca ya mi situacin. Trag saliva.

    Cuando muri mi hermano, no slo hered el condado sino tambin sus deudas.Ay, Dios. Inocentemente, Eliza le dio unas palmaditas en la manga de la chaqueta y

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    lo mir con sincera compasin.Magnus ech una rpida mirada a su mano sobre el antebrazo y luego,

    inexplicablemente, le mir los labios hmedos. Desvi la vista e hizo una honda inspiracinregeneradora.

    Si no consigo pagar sus deudas antes que termine la temporada, lo habr perdido

    todo, incluida mi casa, Somerton Hall.Ella lo mir con sus grandes ojos compasivos.O sea, que debe casarse bien o perderlo todo.No exactamente, pero podra llegar a eso.Eliza emiti un gemido de frustracin.Ante esa extraa reaccin, Magnus levant la vista y vio que ella ya no tena la atencin

    centrada en l sino en el interior del saln. Se gir a mirar y vio que sus tas los estabanobservando desde detrs de una palmera plantada en una maceta que estaba justo a un lado dela puerta.

    No les haga caso dijo ella; eso es lo que he llegado a decidir. La atencin sloalienta sus travesuras. Se gir y apoy las manos sobre la baranda de mrmol. Vaya par

    ms lastimoso y pobre que somos, milord.Magnus se puso a su lado.

    Lastimoso, en efecto suspir, expulsando el aire hacia la oscuridad. Usted consus tas casamenteras y yo necesitado de una esposa rica. Es una lstima que no podamosayudarnos mutuamente a resolver nuestros problemas.

    Ayudarnos mutuamente?, pens ella. Volvi bruscamente la cabeza hacia l.S ayudarnos mutuamente repiti.Como si estuviera sumida en sus pensamientos, se pas las yemas de los dedos

    enguantados por sus labios rosados, haciendo sentir a Magnus ms deseos an de saborearlos.Sinti un revoloteo en las partes bajas.

    Condenacin. Adnde se iban las buenas brisas fras cuando las necesitaba?Deberamos entrar a reunirnos con las dems dijo, caminando hacia la puerta para

    abrirla.Ella levant un dedo.

    Un momento, por favor. Levant la vista hacia su cara y lo mir detenidamente.Creo que yo podra saber una manera de ayudarnos mutuamente dijo, y sus ojos brillantesde entusiasmo.

    S? Cmo?Una astuta sonrisa se extenda por la cara de ella mientras lo iba alejando de la puerta. Y

    de sus fisgonas tas.Deseo hablar de un trato con usted.

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    Regla 4

    Emplea la distraccin para desviar del verdaderoobjetivo a las fuerzas contrarias.

    Lord Somerton mir a Eliza con expresin evaluadora.Qu tipo de trato?Antes de poder contestar, Eliza oy un repentino chirrido de goznes. Se gir a mirar.

    Las puertas cristaleras que daban a la terraza, que antes estaban algo entreabiertas, estabanabiertas de par en par. Entrecerrando los ojos mir hacia la palmera de la maceta situada msall del umbral y distingui claramente dos pares de ojos celestes pestaeando por entre las

    brillantes hojas. Exhal un suspiro.

    Aqu no susurr cogindole el brazo al conde. Volvamos al saln. Entre lamsica y la conversacin es menos probable que nos oigan.

    Asintiendo receloso, lord Somerton la acompa. Pasaron por las puertas abiertas ydejaron atrs a las dos ancianas, que seguan observndolos por en medio de las verdes hojasde la palmera. Finalmente, entraron en la extensa pista de baile, donde se unieron a muchasotras parejas que estaban esperando que comenzara la msica.

    As tan cerca, a Eliza le result difcil apartar los ojos del lustroso cabello negro de supareja, y no tratar de adivinar las bandas de msculo que desaparecan bajo su chaqueta. Perola pintora que haba en ella ansiaba ver ms. Trag saliva. Vamos, perdicin. Debera pintar suretrato y acabar con eso de una vez por todas. Sacrselo de la cabeza! Entonces tal vezrecuperara la capacidad de pensar con cordura.

    Habl de un trato dijo l, en tono casi impaciente.Ella levant la vista.

    Ah, eh s. Tratando de envolverse en serenidad como si fuera un chal, mirdespreocupadamente hacia la orquesta y se le acerc ms para que nadie pudiera orla.Dadas las circunstancias, me encuentro en urgente necesidad de una distraccin. Unaestratagema, si quiere, que atraiga la atencin de mis tas y las desve de sus actividadescasamenteras.

    Las cejas del conde casi chocaron con la lnea de su pelo.Y quiere que yo sea la distraccin?S.

    Y por qu habra de considerar la posibilidad de hacer ese papel? le pregunt envoz baja.Porque estoy en una posicin nica para ayudarlo.Ayudarme? En qu exactamente?En encontrarle una esposa rica, por supuesto.Lord Somerton agrand los ojos, justo en el momento en que comenzaba la msica.

    Perdi el paso, trastabill y le aplast el zapato izquierdo con su pesado pie.Ella hizo un gesto de dolor, pero continu con el ofrecimiento mientras bailaban.

    Siendo yo una debutante, podr investigar posibles candidatas para un matrimoniocon usted.

    Al or eso, lord Somerton le cogi el brazo con su firme mano, la sac rpidamente de la

    pista de baile y la llev hasta la mesa con bebidas, por el lado de la ponchera, donde la detuvosobre el suelo mojado.

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    Qu quiere decir exactamente? le pregunt. Aunque sus ojos estaban serios, suboca sonrea placenteramente, por si algunos de los invitados los estuvieran mirando.

    Es muy sencillo, en realidad repuso ella, aceptando el vaso de limonada que l leofreca. Me enterar de qu jovencita es la ms amable, que tenga al mismo tiempo elsemblante y la bolsa ms convenientes para un hombre de su posicin.

    Lord Somerton sopes las palabras.Interesante idea.Si lo desea, llegar al extremo de hacerme amiga de ella para descubrir la suma

    exacta de su dote.l arque una ceja.

    Lo duda? pregunt ella, alzando el mentn. Las damas muchas veces noscomunicamos informacin que los hombres consideran muy privada para comentar. Leaseguro, lord Somerton, que jams se sabr tanto de la familia de una posible novia como atravs de m. Sonri radiante. Acepte este trato conmigo y juntos podremos salvarSomerton.

    Es una propuesta muy interesante, seorita Merriweather.

    Eliza retuvo el aliento, esperando su respuesta. Pasaron lentamente los segundos.Demasiado lentos. Por qu no contestaba?

    Lo nico que tena que hacer l era fingir inters en ella y sus tas no tendran ningunanecesidad de bombardearla con posibles pretendientes. No se haba posicionado bien? Noera esa la solucin perfecta para los dos? Estaba claro que no.

    Tena que ocurrrsele algo ms. Tena que ablandarle el orgullo. Entonces se le ocurrila solucin perfecta para los dos.

    Pintar su retrato aadi.Mi retrato? repiti l, frotndose el oscuro comienzo de la barba en el mentn.Crey detectar una insinuacin de curiosidad en su voz?

    Soy muy buena pintora dijo, orgullosa. Observ su reaccin. A juzgar por laexpresin de su cara ridculamente hermosa, estaba rumiando el ofrecimiento. No me cabeduda de que sus herederos desearn tener un retrato del quinto conde, del hombre que salvSomerton para las generaciones futuras.

    l emiti una risita seca.Ya me ha calado, eh? Vaya si no es usted inteligente.S, milord dijo ella alzando la cara y mirndolo sonriente. Vamos, tiene que

    comprender que pasar un tiempo conmigo le beneficiara de otras maneras tambin. Mirealrededor. Cuento por lo menos seis mams vidas de matrimonio listas para arrojarle a sushijas en el instante en que yo me aleje de su lado.

    El conde pase la vista por el saln.

    Casi, casi a punto. Eliza decidi echarle otras cuantas migajas.Pero d a conocer sus atenciones hacia m y corrern a ponerse en el camino de algnotro soltero con ttulo, hasta que usted est dispuesto a elegir una esposa, claro.

    Lord Somerton hizo una honda inspiracin por la nariz y expuls lentamente el airepaseando nuevamente la mirada por el saln de baile. Finalmente se volvi hacia ella.

    Aunque estoy seguro de que vivir para lamentarlo, seorita Merriweather, aceptoeste trato suyo.

    Maravilloso! exclam ella, en voz ms alta de lo que habra querido.Posar para usted como su sumiso pretendiente, y ustedInvestigar posibles esposas para usted interrumpi ella, tan impaciente por

    empezar que no pudo dejarlo terminar, y pintar su retrato, verdad?

    S concedi l.Eliza peg unos saltitos de alegra con las puntas de los pies. Pintar y fisgonear le

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    mantendra ocupada la mente, hasta que llegara a su fin la egregia temporada.Con la aceptacin de l de ese trato, su futuro y sus pensamientos volveran a

    pertenecerle una vez ms.

    Ya avanzada la maana siguiente, Eliza estaba sentada a la mesa removiendo con lacucharilla el humeante t que le sirviera la seora Penny.Mir el reloj de pared del rincn. Ya eran las once de la maana. Se desmoron en la

    silla. Slo haca cinco horas que haba regresado del baile de los Greymont.Jams sobrevivira a esa temporada.Aparte de la seora Penny y el escaso personal de la casa Featherton, al parecer era la

    primera en levantarse. Eso lo haba hecho principalmente por costumbre, porque si lo hubierapensado, seguro que se habra quedado en la cama hasta bien pasadas las campanadas delmedioda, para ponerse al da con el sueo como una buena debutante.

    Pero cansada como estaba, el da ya contena una fabulosa promesa. Gracias a su tratocon lord Somerton, era el primer da de esa ridcula temporada en que no tendra que

    preocuparse de las maquinaciones casamenteras militares de sus tas.S, despus de ver a un atento lord Somerton a su lado esa noche, sus tas creeran que la

    proposicin de matrimonio del conde llegara a su debido tiempo. Vamos, si incluso podradejar caer unas pocas veladas insinuaciones sobre su inters para fomentar esa creencia.

    Se apoy en el respaldo de la silla y sonri. Ningn pretendiente indeseado; ningunaestratagema de ese deplorable libro de estrategias militares. Bueno, su herencia y su pasaje

    para Italia ya eran prcticamente suyas.Ahora sus tas tendran que dedicarse a encontrarle un joven a su querida hermana

    Grace. Se ri con perverso placer ante la perspectiva.Apareci la seora Penny a su espalda con la tetera lista para servirle t.

    Bbase se y le servir otro. Sus tas me ordenaron que la mantuviera despabiladacomo fuera esta maana.

    Eliza enarc una ceja, interrogante.Mantenerme despabilada? Y eso por qu? El resto de la familia sigue durmiendo.Las seoras, no llevan de pie una hora o ms explic la seora Penny. Estn

    trabajando en un proyecto en la biblioteca.S?Eliza no tena la menor duda de cul poda ser ese proyecto. Estaba absolutamente

    segura de que estaban estudiando un cierto libro de piel roja, preparndose para otra ingeniosamaniobra.

    Tendra que ocuparse de esconder ese odioso libro de sus tas, y de Grace. No le hara

    ningn bien a su hermana enterarse de la verdadera finalidad de ese libro de estrategias nienderezar las equivocadas artimaas de sus tas.Despus de acabar su desayuno de carnes fiambres y fruta, se dirigi a la biblioteca,

    donde encontr, cmo no, a sus tas Letitia y Viola. Tal como esperaba, las encontrinclinadas sobre el libroLas reglas de la seduccin, con sus impertinentes en mano.

    Buenos das las salud sonriente.Eliza! Me alegra que por fin te hayas levantado dijo la ta Viola, alzando la vista

    del libro. Sintate, por favor. No tenemos mucho tiempo.No tenemos mucho tiempo? pregunt Eliza, sentndose sin mucho

    convencimiento en una silla con cojn.Para hablar de la estrategia cuatro explic la ta Letitia.

    Eliza baj el mentn hasta el pecho y cerr los ojos.La estrategia cuatro? mascull.

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    Pues s repuso la ta Letitia. No juegues con nosotras, Lizzy. Sabemos que yaconoces la estrategia cuatro.

    Eliza no tena la menor idea de qu hablaban.S? pregunt.Cra tramposa dijo la ta Letitia, con una maliciosa sonrisa en los labios. Tienes

    que haberle echado una mirada al siguiente captulo.Eliza se levant de la silla.Me parece que yo no heLa ta Letitia la silenci levantando la palma. Se puso los impertinentes ante los ojos y

    ley en voz alta el ttulo en negritas.Estrategia cuatro: emplea la distraccin para desviar del verdadero objetivo a las

    fuerzas contrarias.Eliza se dej caer nerviosa en la silla.

    Dis-distraccin?La ta Viola se le acerc a ponerle una mano en el hombro.

    Tu ofrecimiento anoche de pintar el retrato de lord Somerton fue sencillamente

    inspirado.Qu? Eliza intent levantarse, pero la firme mano de su ta la mantuvo en su lugar

    . Sa-sabis lo de mi of-ofrecimiento?La ta Letitia solt una risita.

    Vamos, no creeras que lord Somerton te iba a visitar sin pedirnos permiso, verdad?Eliza la mir fijamente. O sea que l ya haba pedido permiso? Vamos, si slo haban

    cerrado el trato esa pasada noche.Debo decirte, Eliza, lo absolutamente brillante de tu parte que fue idear ese plan

    dijo la ta Viola, con una alegra clarsima, sin disfraz, en la cara.Plan? pregunt ella.Seguro que l no les habra explicado el trato, no?

    Vamos, el de pintar su retrato. La ta Letitia levant el libro de estrategias y loapoy amorosamente en sus amplios pechos. S que eres una seorita innovadora. Ahoralord Somerton tendr que visitarte con frecuencia para posar.

    Qu mejor manera de evitar que su seora visite a otras damitas dijo la ta Violaenterrndole un nudoso dedo en el brazo por cada palabra.

    Eliza se friccion el brazo en el lugar de los pinchazos y mir fijamente a la ta Viola.Bueno, la verdad era que no se le haba ocurrido que ese pequeo trato obligara a lordSomerton a pasar una buena cantidad de tiempo con ella fuera de las fiestas de latemporada; tendra que visitarla incluso entre sesin y sesin para su retrato. Se le aceler elcorazn.

    Aunque eso no sera del todo malo. Porque la obligada compaa del conde la librarade que la arrastraran de familia en familia y de casa en casa como una polvorienta carreta decarbn.

    De hecho, cuanto ms lo pensaba ms le gustaba la idea de pasar el tiempo con lordSomerton. Era un hombre inteligente e ingenioso; desafiaba su intelecto y la haca rer, lo cualera ms de lo que poda decir de cualquiera de los otros aburridos solteros que haba conocidoen Londres.

    Adems, aunque eso no lo reconocera jams ante nadie, si estuviera buscando unmarido, que no lo estaba haciendo de ninguna manera, el conde toscamente apuesto podra serel tipo exacto de hombre al que intentara conquistar.

    Cielos! exclam la ta Letitia, mirando el reloj del otro lado del corredor. Haba

    perdido totalmente la nocin del tiempo. Lord Somerton no tardar en llegar.A Eliza se le eriz el vello de la nuca.

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    Lord Somerton va a venir aqu? Hoy?S, querida contest la ta Viola.Al or ruido de cascos de caballo en la calle, Viola fue a mirar por la ventana. Despus

    se devolvi a toda prisa y empez a arreglarle enrgicamente los abundantes rizos a Eliza.Creo que no tendrs tiempo de recogerte el pelo.

    Eliza se levant y se dirigi a la puerta.Le pedir ayuda a Jenny. Tiene manos muy giles.Pero no es lo bastante rpida dijo la ta Viola. Lord Somerton acaba de llegar.A Eliza le pareci que el mundo se detena un momento. El repetido golpe de la aldaba

    en la puerta reson como los disparos de un can en el cavernoso vestbulo.Qu? Ya est aqu? Se pase por la alfombra, golpetendose los labios con las

    yemas de los dedos. Por favor, decidle a Edgar que recibir a lord Somerton en el patio.Con las palmas se alis las diminutas arruguitas de su vestido de maana y con los

    dedos se puso en su lugar algunos rizos errantes. Despus se dio media vuelta para salir de labiblioteca. Cuando estaba a punto de llegar a la puerta, se gir.

    Voy a necesitar mi bloc de dibujo, lpices No, un momento. Carboncillo. Bah, qu

    lata. Parece que no logro pensar derecho. Apret fuertemente las manos en dos puos,tratando de serenarse. Por favor, decidle a Edgar que me traiga todos mis tiles de dibujo.Gracias.

    Era un gesto enfurruado el que estaba viendo?Magnus observ a la joven que estaba de pie en el centro del patio bordeado de rosales

    con los ojos entrecerrados y las manos en dos puos.Mil perdones dijo, no estoy en Hanover Square diecisiete? Esperaba

    encontrarme con la seorita Merriweather, la encantadora jovencita con la que tuve el placerde bailar anoche.

    Vamos, basta, Somerton buf Eliza. Sabe muy bien por qu estoy molesta.Por mi honor que no lo s.No me gustan las sorpresas. Camin hasta un rosal, arranc varios ptalos rojo

    sangre de una rosa recin abierta, los aplast entre las manos y los lanz por el aire hacia elpavimento de ladrillos. Cuando mis tas me informaron, hace slo un momento, de que lordSomerton vendra a posar para su retrato, me sorprend muchsimo.

    Y eso por qu? Usted accedi a pintar mi retrato.S, claro que s, pero cuando me enter de que mis tas saban lo del retrato, pens qu

    ms podran saber. Dio largos pasos por el patio y se plant ante l a mirarlo a la cara.Les dijo algo ms?

    Se refiere a nuestro trato?Por supuesto exclam ella levantando las manos, a nuestro trato.Magnus capt un rpido movimiento en las ventanas de arriba y dio un paso hacia ella.

    Le cogi la mano y se inclin a depositar un rpido beso sobre sus largos y delgados dedos.La sinti estremecerse.

    Sus tas nos estn observando desde una ventana de arriba susurr.Ah, comprendo dijo ella en voz baja, y se apresur a esbozar una recatada sonrisa

    . De cul ventana?Muy buen efecto coment l y mir hacia las dos ancianas vestidas en color

    lavanda que los estaban mirando descaradamente. Estn en la ventana de la primera planta,detrs de usted.

    Eliza se ech a rer como si se sintiera muy divertida. Cogindole el brazo lo llev asentarse en un pequeo banco situado a la sombra del roble del centro del patio.

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    Creo que aqu no nos pueden ver dijo, aplanando las palmas en la falda. Ahora,me har el favor de decirme cunto saben?

    Me crees tonto, Eliza? Nuestro trato no tendra ningn sentido si tus tas lo supieran.Entonces vio que ella lo estaba mirando fijamente, pestaeando como una autmata.

    Pas una mano por delante de su cara.

    Te sientes mal?Ella le apart la mano.Estoy bien. Simplemente me ha sorprendido su familiaridad para tutearme y tratarme

    por mi nombre de pila.Caramba, s que es rara, eh? No le da ninguna importancia a examinar la figura de

    un hombre como si fuera una fruta, y sin embargo se espanta por mi inocente tuteo.Eliza trag saliva.

    Bueno, no le he dado permiso para tratarme con tanta familiaridad.Magnus sonri.

    Le ruego me disculpe, seorita Merriweather. Puedo tutearla?Ella lo mir recelosa.

    Supongo que estara bien. Pero solamente en privado, eso s, no delante de otros.Tengo que pensar en la reputacin de mi familia.

    Magnus arque una ceja.S, por supuesto. Mir hacia la ventana por entre el verde follaje, y se ech a rer

    por lo que vio. Me parece que tus tas son muy ingeniosas.Eliza lo mir interrogante. l hizo un gesto hacia la ventana por entre las hojas nuevas.

    Ella mir. Dos gemelos de teatro estaban apuntados hacia ellos.Emitiendo un gemido, Eliza apoy la frente en la mano.

    Le pido disculpas dijo, levantando lentamente la cabeza.Magnus se ri y salud con la mano a las tas Letitia y Viola. En lugar de correr hacia

    una habitacin interior, como podra esperarse de cualquier persona a la que sorprendieranespiando, las dos ancianas agitaron las manos hacia l, felices.

    No hay necesidad de pedir disculpas dijo. Son muy entretenidas.Se abri la nica puerta que daba al patio y entr el criado con un enorme bloc y una

    caja de madera y lo dej todo en la mesa de jardn. Despus que sali el criado, Eliza, sindecir palabra, fij una hoja en un tablero que sac de la caja y distribuy lpices y barras decarboncillo sobre la mesa. Se sent en la silla a un lado y mir a Magnus.

    Podra sentarse ah le dijo, indicndole la silla de hierro de jardn del otro lado dela mesa. Venga, rpido. No pierda el tiempo.

    No tena idea de que querra comenzar tan pronto.Ella se qued inmvil y lo mir a los ojos.

    No? Cre que para eso haba venido. Gire un poco la cabeza hacia la derecha. Eso es.Ahora levante ligeramente el mentn.Erizado por la orden, l se movi inquieto.Eliza plant las manos en las suaves curvas de sus caderas.

    Qu pasa ahora? No est acostumbrado a recibir rdenes de una mujer?No. No estoy acostumbrado a aceptar rdenes de casi nadie.Ah, comprendo, mi general brome ella.Teniente coronel enmend l.Eliza apret los labios cogindolos con los dientes para no sonrer.

    No importa. Aunque no soy oficial comisionado, mientras usted est sentado en esasilla, yo estoy al mando.

    Acto seguido, con la cara sin expresin, cogi una barra de carboncillo y la puso consumo cuidado sobre el papel.

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  • 8/22/2019 Las Reglas de Seduccion

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    Kathryn Caskie Las reglas de la seduccin

    Magnus se ech a rer ante ese juego. Jams dejaba de divertirlo.Con la mano izquierda, ella cruz dos pinceles largos y los puso a la distancia del brazo

    apuntndolo a l. Cerr un ojo y luego puso la improvisada cruz delante del papel y comenza dibujar con rpidos y largos trazos.

    Acaba de guiarme un ojo? pregunt Magnus.

    No repuso ella, al parecer sin entender su lamentable intento de frivolidad.Lo mir ceuda, aunque una leve insinuacin de sonrisa le curvaba los labios.Puedo preguntarle qu est haciendo?Ella volvi a poner los pinceles cruzados frente a l.

    Estoy esbozando sus rasgos. Necesito hacer unos cuantos estudios antes de pintar. Nohable.

    Cunto tiempo llevar esto?Eliza expuls el aire y baj los pinceles.

    Los esbozos? O pintar su retrato?El retrato.Bueno, lord Somerton, eso va a depender de usted.

    De m?S, y de cuntas veces interrumpa mi trabajo.A Magnus se le levantaron las comisuras de los labios. Le importaba un rbano el

    retrato. Ella poda estar haciendo palotes, por lo que a l respectaba. No, sencillamentedisfrutaba de la refrescante compaa de Eliza y de su capacidad para hacerlo olvidar sus

    problemas monetarios, aun cuando fuera por un rato.Sin tener nada en qu ocupar el tiempo, mientras ella estudiaba todos los detalles de su

    cara y cuerpo para el retrato, l se permiti hacer un gratificante estudio propio.Los cabellos, negros y suavemente rizados, le caan sueltos alrededor de los hombros,

    formando una seductora cascada de sedosas ondas en la espalda. Se imagin esos brillantescabellos deslizndose por su piel desnuda y tuvo que tragarse un placentero suspiro. Diantres,era una beldad, de cara y de cuerpo, desde su largo y blanco cuello, pechos altos y cinturaestrecha, que podra abarcar con las manos, hasta la delicada forma de sus tobillos.

    Entenda muy bien cmo Eliza podra desviar de su camino a cualquier hombre a pesarde su reputacin no muy perfecta. La llaman la diablilla de Hanover Square, le susurr una

    bien intencionada seora en el baile de los Greymont. Pero eso slo la haca ms interesantepara l.

    Jams haba logrado adherirse a las rgidas reglas y rebuscados modales de la altasociedad. No lo logr cuando su padre lo envi a estudiar a Eton, donde sus instructoresconsideraban su sagrado deber para con el Reino quitarle a golpes su naturaleza campechanay su acento escocs. Tampoco lo logr en el ejrcito, donde peridicamente su impulsividad

    formaba olitas en las almidonadas filas de su regimiento.Una lstima que Eliza no le conviniera a su bolsillo. Si tuviera dinero, le ira muy bien.Levant la vista a sus ojos. No le ira nada bien que ella detectara su culpable complacencia.

    Pero en ese momento ella estaba totalmente absorta en su trabajo.Le contem