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El Autor No es Rafael Delgado un Fachmann, un espacia- ;ta en alguna de las Ciencias del Hombre. Tampoco :etende serlo. Pero ello no quita mérito alguno a la tmensa labor que significó acopiar durante muchos ios de estudio y de viajes, y ello por su propia lenta y aún con sacrificios, la suma de información lle este libro ofrece hoy, tanto en su contexto, co- to por concepto de las ilustraciones que lo acoinpa- an, acerca de los grabados en rocas hechos por ar- 'fices de antiguos pueblos desaparecidos •. Tema que mto interés comenzó a despertar ya en el siglo pa- tdo, y que sigue ameritando cada vez más nuevas tvestigaciones arqueológicas, con el objeto de que ventualmente la Arqueología pueda contar con la información como para llegar a conclu- L?nes científicas más seguras, e ir así aclarando las wersas hipótesis planteadas hasta ahora, algunas rmy controvertidas, sobre esas manifestaciones gráfi- as del hombre prehistórico. Y no es este el único caso de un no especialista •rofesional que produce una obra significativa para 1 mejor conocimiento de una materia científica. En 1 siglo pasado, así como ya entrada la actual centu- 9

Los Petroglifos Venezolanos_Rafael Delgado

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Libro sobre nuestra identidad gráfica Veneezolana.

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  • El Autor

    No es Rafael Delgado un Fachmann, un espacia-;ta en alguna de las Ciencias del Hombre. Tampoco :etende serlo. Pero ello no quita mrito alguno a la tmensa labor que signific acopiar durante muchos ios de estudio y de viajes, y ello por su propia lenta y an con sacrificios, la suma de informacin lle este libro ofrece hoy, tanto en su contexto, co-to por concepto de las ilustraciones que lo acoinpa-an, acerca de los grabados en rocas hechos por ar-'fices de antiguos pueblos desaparecidos . Tema que mto inters comenz a despertar ya en el siglo pa-tdo, y que sigue ameritando cada vez ms nuevas tvestigaciones arqueolgicas, con el objeto de que ventualmente la Arqueologa pueda contar con la ~ficiente informacin como para llegar a conclu-L?nes cientficas ms seguras, e ir as aclarando las wersas hiptesis planteadas hasta ahora, algunas rmy controvertidas, sobre esas manifestaciones grfi-as del hombre prehistrico.

    Y no es este el nico caso de un no especialista rofesional que produce una obra significativa para 1 mejor conocimiento de una materia cientfica. En 1 siglo pasado, as como ya entrada la actual centu-

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  • fotografa de un glifo que no han visto directamen-te, suelen deformarlo; as, a la tercera o cuarta ver-sin, el glifo es diferente del original. A eso debo aadir que la fotografa, si no est bien hecha, tam-bin deforma el glifo. El afn de acumular datos sm ser fieles a las fue n-tes, o valindose de fuentes que ya en s no son fie-les, es la causa de muchos errores que ocasionan grandes problemas al verdadero investigador, quien acaba por desorientarse, si no puede visitar el lugar donde est el glifo. Algunos autores de trabajos sobre glifos colocan in-genuamente los dibujos en posiciones falsas, boca abajo o acostados, lo que hace que se deformen las imgenes, deformando el trabajo cientfico. A continuacin cito algunos de los errores y defor-maciones ms corrientes, no con espritu de reproche sino con el deseo de evitar mistificaciones. Si hasta hoy los litoglifos no han sido un poderoso auxiliar para el conocimiento de la prehistoria de Amrica, no es de extraar que lo sean ms adelante. Nadie pens durante siglos que podan tener importancia esas hachas de piedra que se encontraban en muchos lugares en Europa, y que algunos g~ardaban supo-niendo que eran piedras de rayo, es decir cadas del cielo por arte de birlibirloque. A doce kilmetros de la poblacin de Campo Elas, antes llamada Caura, en el Estado Yaracuy, hay una aldea y en el lugar de ella llamado Cerro de las Le-tras hay un litoglifo; anteriormente haba dos, pero

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    el ms bello y complejo se lo llev en un camin un ciudadano y se desconoce su paradero. En la ilustra-cin 25, parte superior, se reproduce el dibujo que fue publicado en uno de sus libros por el investiga- '. dor Sal Padilla, tomado del que fue publicado en el diario El Nacional por Gerardo Daz. En la parte inferior est el dibujo hecho por m en 1972, copia- ., ... do exactamente del grabado. Para confirmar la au- :~:~ tenticidad de mi dibujo, publico en la ilustracin 26 r -~ la fotograf a que hice del glifo. En el lugar llamado Los Tamarindos, en el distrito Girardot del Estado Aragu~, fue sealado por Rafael Requena un bello glifo de las siguientes caracters-ticas: tres crculos con punto en el centro, cuatro dobles crculos concntricos con punto tambin en el centro, tres crculos concntricos y algunas for-mas algo rectangulares que semejan las hojas de una ~ flor, includas algunas lneas radiales; uno de los crculos concntricos sirve de centro a la figura. En -la ilustracin 27, en el dibujo ms grande, reproduz- .. co la versin de Jos Mara Cruxent, tomada de la de Requena; en el dibujo ms pequeo de la misma ilustracin 27 est el dibujo publicado por Sal Pa-dilla del. mismo glifo, que sita en La Urbana, Esta-do Bolvar. En la ilustracin 28 muestro la fotogra-fa de dicho glifo. El mismo glifo en la versin de Lisandro Alvarado, fielmente reproducido por Padi-lla, en la ilustracin 29. En Samariapo, en el ro Atures, a dieciseis kilo-metros de Puerto Ayacucho , en en Territorio A mazo-

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  • del cuerpo de los animales es diferente; en fin, el crculo en Tavera ha perdido los rayos y se ha con-vertido en tres crculos concntricos con una cruz en el centro, totalmente diferente del de Padilla, que est hecho con formas geomtricas que se en-cuentran en otros glifos de Venezuela. Uno de los glifos ms interesantes de las estribacio-nes de la cordillera de la Costa est en las inmedia-ciones de Camatagua, Estado Aragua, a una hora de distancia a pie de la poblacin; en una gran roca que forma un acantilado como cortado a cincel , que alcanza veinte metros de altura en ciertas par-tes; en lugares a ms de diez metros de altura hay glifos pintados con almagre u xido de hierro, rojos. Tambin hay grupos de grabados pintados a menos altura, con extraas figuras antropomorfas. Lo que le da ms inters a esos grabados es que estn he-chos con una tcnica especial, ms propia de las An-tillas que de los pases continentales de Amrica del Sur: no tiene lneas continuas, sino pequeas inci-siones, que solamente desde lejos dan la sensacin de una lnea continua. La primera persona que dio datos sobre estos glifos fue Ramn Mar;:t Felip, quien public dos dibujos que ilustraban el texto que escribi para La Voz Pa-rroquial de San Casimiro de Giripa correspondiente al 17 de enero de 1926. Dada su inocencia, he pre-ferido no publicar el texto. Naturalmente, esos gra-bados han sido poco vistos, pero la versin del pnmero que escribi sobre ellos ha sido adulterada

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    notablemente por Tavera Acosta. Para demostrarlo publico en la ilustracin 38, en la parte superior, los dibujos publicados por Tavera Acosta; copiapos, al parecer, de los de Felip. En la parte inferior est la versin, tomada del natural, de Felip, correspon-diente al dibujo de la parte superior derecha de la misma ilustracin 38. Vuelvo a insistir en la necesidad q~ . hacer las copias exactas de los glifos, o si no abstenerse de publicar-las. Hay pocos investigadores de campo y, por el contra-rio, pocos glifos que no estn en el campo.

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  • ... .

    llustraci6n 3l

    llustraci6n 32

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  • Ilustracin 37 llustrac, ton 3S

    122 123

  • en verdad. El sentido de eternidad de esos huecos hace pensar en tumbas secundarias. En fin, la zona tiene variedad de restos arqueol-gicos, pero no es rica en glifos; sin embargo, los que hay son de un inters especial, sobre todo los ms frecuentes, las representaciones esquemticas de ca-bezas, de! una sobriedad y una belleza sin par. Es incaldulable el nmero de formas de cabeza de los glifos venezolanos; por eso es uno de los rasgos que ms informacin nos pueden dar respecto a los grupos humanos que los hicieron y a sus correras por el pas. El ser primitivo, s1 JUega, es rara vez; y sus juegos son siempre intencionales, es decir experimentales. El azar no existe en la vida del primitivo, slo el accidente. No es por azar que una cabeza de glifo sea r~donda y otra sea triangular. Cada forma es producto de un estudio cuidadoso, de un concepto definido. Aunque desconozco el significado de cada forma, existe. Lo ms probable es que no lleguemos nunca a saber por qu la hacan triangular, redonda, cuadrada; a cambio de no saber lo que expresaban, podemos saber con relativa facilidad de donde llega-ron, a donde fueron, con quienes convivieron. El es-tudio de los litoglifos es una ciencia auxiliar de la arqueologa. si no es una parte muy importante de ella. Las industrias contemporneas de los glifos, aparte de la alfarera, eran muy perecederas; en su mayor parte han desaparecido; la arqueologa vene-zolana se ha nutrido generalmente de tumbas Y ba-

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    sureros.

    Los glifos han sido menospreciados hasta ahora, co-mo en .general en todas partes. Hubo una poca, a comlenzos de siglo, en Europa, en que la. bs-queda de litoglifos era una moda y las m d e . . o , o as pa-san. as1 mnguna mvestigacin a escala nacional y muy pocas locales se han hecho. Los glifos han sido aband?nados antes de que comenzaran a dar .fruto supomndoles estriles; y precisamente estn eno~ de contenido histrico. He visto un gran nmero de glifos representando ca-be~as humanas reproducidos en fotografa y en di~ buj, para hacer una somera clasificacin a ttulo de ensay~ Y ejemplo, usando solamente un poco del ~atenal de q~e disp?ngo y aportando algunas de las 1deas q~e s_era~ mot1vo de otro libro. He simplifica-do aqul ml metodo al mximo. He aprovechado a-ra compararlas con las de Aguirre algu b ' Pd d't 1 , nas ca ezas e

    1 erent~s ugares del Estado Carabobo. He :,eumdo diez cabezas de glifos de Aguirre (ilus-tracln 62) y las h 1 d , . e co oca o comenzando por las mas_ sencillas, de izquierda a derecha y de 'b ahaJo. arn a La primera fio-

    1 -oura es muy mteresante: por estar ln-

    comp t d' 1 l e a, nos m lea e procedimiento seguid e grabador. Est apenas comenzada El ~ dpor empez su irahaJ 1 1' . gra a or f . 0 por a 1nea que representa la

    l ~ente; segmdamente hizo la nariz y sigui con 1 lnea de la f t a .

    0 ren, e, para suspender enseguida el traba-

    J , porque habla cometido un error irreparable, un

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  • error de proporcin: la nariz era ridculamente cor-ta. Por tratarse de un modelo parecido a la figura siete, de nariz y frente unidas, aquella ensanchada en la punta para interpretar las fosas nasales, el error no poda resolverse simplemente, alargando la nariz. La nica solucin era abandonar el dibujo em-pezado y as lo hizo el grabador, hacindolo de nuevo. Esta figura inconclusa nos explica ms de lo aparente; nos proporciona dos datos importantes del procedimiento empleado: que se comenzaba a gra-bar por la parte superior de la lnea de la cabeza y que no se haca un dibujo previo sobre la roca. De haber habido un dibujo previo, no se hubiera equi-vocado el grabador. El hecho de trabajar sin dibujo previo, a su vez, nos informa de uno de estos dos detalles: o que esa forma de arte era tan primitiva que no se conoca el sistema de hacer un dibujo previo o que ese tipo de cabezas era tan corriente por entonces, que ya no precisaban la gua del dibu-jo, llegados, los grabadores a un amaneramiento co-mo el de los pintores bizantinos de frescos. Personal-mente, creo ms verosmil el segundo caso ya que esa obra corresponde al perodo Sinttico, en sus comienzos, cuando ya se haban eliminado muchos detalles ornamentales. La segunda cabeza tambin est inconclusa; a no ser que se haya roto posterior-mente, lo que es muy probable, ya que el gneis de esa regin es demasiado blando. Esta c.abeza es muy interesante por ser atpica en Aguirre; la frente tpi-ca es ancha y aplastada y ese ejemplar tiene estrecha

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    y redonda la frente, es decir se opone al modelo ge-neral. Corresponde a un crneo dolicocfalo '

    . . . l , mas ?nmit.lVo que os tpicos que representan los dibu-JOS, siempre braquicfalos. La tercera cabeza y la

    c~arta, son l~s ms corrientes en Aguirre: de una ad-mira~le sencillez. La nariz est unida a la frente y los OJOS son dos puntos redondos. Las figuras quinta y sexta son una variedad, en ms anchura de las terce~a y cuarta; la sptima tiene detalles es~~ciales, los. OJOS pegados a la lnea circundante y la parte in-fenor de la cara ms ancha que la superior. La octa-va, nove.na y dcima figuras estn cubiertas de pin-tura facial; la octava, adems, es redonda lo que es a t pico en la regin. ' Concretando: ~as, caras de Aguirre corresponden a personas ~r~qmcefalas, en general, son simples y ca-recen, cas1 siempre, de boca; tienen la nariz unida a la frente dos p t 1 ' 1 , un os por OJOS, y e ova o facial es an-cho y la frente baja; en ocasiones se pintaban, pero no con rayas como era corriente entre los indios si-no d h . ' con gran es mane as que les desfiguraban la cara faor completo .. ~,a mayora de ellas pertenece a un S .Ps~ ~e tra.x;sicion e~tre el perodo Realista II y el

    mtetlco; mas ya en este que en aqul. No

    . existen en este complejo cabezas cuadradas ni tnangulares. Qu. irradiacin tuvo este complejo de caras de Agume? Hasta que lmites se extendi? Voy a

    ~o~parar este complejo con otros del Estado Cara-o o, para no extenderme demasiado.

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  • 1 ~ .......

    ~ ~ ~ ... -~

    .:~

    El complejo ms cercano a este es el de Chirgua. All hay mayor variedad de cabezas que en Aguirre, aunque no abundan. Hay un tipo, raro en Vene-zuela, que encontr en dos lugares. El primer glifo (ilustracin 63) tiene la nariz unida a las cejas, los ojos cuadrados y un corto trazo horizontal como boca. Carece tasi por completo de frente y el valo de la cabeza es un tringulo issceles, los catetos por vara. La otra figura (ilustracin 64) es mucho ms antigua; tambin de forma triangular, en el tringulo tiene incisos dos puntos, que son los ojos, y una raya que es la nariz. Tambin hay una impre-sionante cara cuadrada, de un perodo arcaico (ilus-_:~ tracin 65), con dos huecos para los ojos; su surco

    ~: es rudimentario y muy ancho. ; Tres caras ms (ilustraciones 66, 6 7 y 68) son del

    tipo de las de Aguirre, la nariz unida a la frente. La primera tiene enormes ojos y la boca casi unida a la nariz; la segunda, los ojos casi tocando a la frente, y

    ,,J la tercera es muy simple, la ll).ea exterior oval, pero los ojos muy grandes y en medio de la cara. Estas figuras pertenecen a dos perodos, uno arcaico y otro contemporneo del ms antiguo de Aguirre. En las cercanas de Valencia hay unas caras rudi-mentarias, cuadradas y con la nariz unida a la fre n-te, con ojos pequeos como los de Aguirre y no sal-tones como los de Chirgua. En Virigima, donde est el mayor conjunto de glifos de Venezuela, hay una gran variedad ae tipos de ca-ra. Entre los ms generales eleg veinte para cotejar-

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    los con ~os de ~guirre. A simple vista se nota la pro-funda diferencia entre un grupo y otro. Es induda-ble que fueron hecho por pueblos muy diferentes; unos_ pertene~en al perodo Realista I y otros al Reahsta II, siendo los ms modernos coetneos de los ms antiguos de Aguirre. Del perodo Realista I

    (ilus,traci~n . 69) son l~s figuras primera y segunda de la h~ea ltima del dibujo, la que tiene dos ... objetos parecidos a antenas sobre la cabeza, y la siguiente con dos apndices, tambin sobre la cabeza, como dos orejas de animal. La ltima Hgura, llorando, del mismo perodo, es de gran belleza. La originalidad y variedad de cabezas de Vigirima es notable; es indudable que algunos arquetipos son de creacin local. El primer grupo de Vigirima no pudo tener contacto alguno con los dos superpuestos de Aguirre; y el segundo apenas la tuvo, ya que en una gran variedad de casos como hay, solamente uno, el segundo de la primera lnea del dibujo, tiene la na-riz unida a la frente, lo que es t pico en Aguirre. La mayora de las figuras de Vigirima son de cabeza re-donda; claramente se comprende que todava no le daban importancia all a la forma del crneo que en las figuras redondas es simblica y no est e~tudiada en lo ms mnimo; en Aguirre el estudio de la for-ma es notable. No quiero insistir en este estudio comparativo po-d' ' na aprovechar los contrastes espectaculares que

    ofrecen estas caras con otras, tan enigmticas como

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    , ..

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    Ilustracin 62

    Ilustracin 6 1

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  • llustraci6n 63

    llustraci6n 64

    232 233

  • El intercambio de conceptos grficos entre las gran-des y las pequeas Antillas, y entre todas ellas y las costas continentales del Caribe, al menos en lo que respecta a Venezuela, no es todo lo intenso que se-ra de esperar. Los litoglifos del rtorte de V ehezuela, que son los ms cercanos al Caribe, apenas estn emparentados con l.os de Colombia y las Antillas; solamente algunos grupos bien determinados por m, del sur de Venezuela, es decir de debajo del curso del Orinoco, tienen relacin directa, aunque no sean contemporneos de ellos, con los de las Guayanas; as como con otros grupos, especficamente el del Guri, Esta~o Bolvar, tienen reladn indudable con algunos grupos del Brasil, relacin de efecto secun-dario de una causa primaria. Publico seguidamente algunas reproducciqpes de gli-fos del rea del Caribe, para que se vea q}le no se parecen a los de Venezuela. Ilustracin 116: Glifo de Remedios, provincia ..de Chiriqu, Panam. Ilustracin 117 : Figura de construccin compleja, prcticamente irreconocible y supuestamente abs-tracta, de la cueva de Ambrosio, en Cuba.

    Ilustracin 118: Dibujo superior; cercanas del ro Mono, provincia de Panam, Panam; dibujo central: supuesto altar ceremonial en la provincia de V e ragua, Panam, dibujo inferior: del rea del Volcn, provin-cia de Chiriqu, Panam.

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    Ilustracin 119: Dibujos del valle del Ro negro, Brasil, tomados de glifos.

    Ilustracin 12 O: Dibujos de las mrgenes del ro Vaupes, Brasil, tomados de glifos.

    Ilustracin 121: Notable glifo de EUA., de un ba-rroquismo desconocido de Venezuela.

    Ilustracin 122: Supuesto dios de la tempestad de los indios dakota, representado en un glifo de EUA.

    Ilustracin 123: Parte de un glifo de Oklahoma, USA.

    Ilustracin 124: Glifos de Pensilvania, EUA. sin ningn parecido con los de Venezuela.

    Ilustracin 125: Una interesante figura de un glifo de Surinam.

    Ilustracin 126: Glifo del ro Potara, Suriman, es-quemtico y bello.

    El templo de Sechn

    Entre las poblaciones de Casma y Chimbote, en el norte del Per, y sepultado lo mismo que dichas po-blaciones destruidas por el terremoto de 1970, est en el templo a medio construir de Sechn, upa de las ms bellas secuenci!ls de glifos de Amca. La obra data de hace ms de tres mil quinientos aos; fue comenzada durante el perodo llamado Formativo del Per, a la falda de una montaa en

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    1

  • ....

    Ilustraci6n 116 llustrac, IOn ll?

    320 321

  • Ilustraci6n llB llustraci6n 119

    322 323

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    . APJJZ ~~ Jfl,~ ~i'f ~ ~~~~

    1Justraci6n 120

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    llustraci6n 121

  • Ilustraci6n 122 Ilustraci6n 12 3

    326 327

  • .. ~ .

    Ilustracin 124 Ilustracin 125

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  • VI INTRODUCCION A MI METODO Y

    CLASIFICACION

    .... '

    Motilones y yucpa

    Durante mucho tiempo se crey que la serrana de Perij estaba habitada por upa sola nacin india: .los muy salvajes motilones. Cada vez que un grupo de empleados de una compa-a de petrleo que prospectaba en aquella zona zu-liana, o que uno de los frailes capuchinos que ha-ban sentado all sus reales para el llamado rescate del indio, era atacado a flechazos, se acusaba de la agresin a los motilones enfurecidos. La fama hizo de los motilones los ms terribles indios de V ene-zuela, aunque los mismos indios, son pacficos en Colombia. Hace unos aos se entr directamente en contacto con los motilones y se descubri que no solan ser solamente los motilones enfurecidos los agresores, sino tambin, los yucpa caribes, otro gru-po indio diferente, que habita precisamente entre los motilones. El motiln ahora llamado bar y el yucpa son dos grupos tnicos muy diferentes; el primero chibcha, el segundo caribe, aunque son vecinos, que ms bien po-

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  • dran catalogars~ de opuestos: el yucpa es fumador , bebedor, pelen, haragn, romo de inteligencia; el motiln no fuma, es abstemio, no pelea, es trabaja-dor y agudo de inteligencia. Ese error del que fue-ron vctimas los motilones, dur hasta hace unos aos. Cunros errores similares habrn en los tex-f~~ tos de los cronistas? ,, < Basta un ejemplo comparativo para establecer la di-

    ~;; ferencia de inteligencia entre el motiln y el yucpa: ~~;~: durante un viaje por toda la regin motilona, vi el

    territorio yucpa remedos de aviones hechos con tro-zos de palo, en fugares despoblados. Me explicaron que haban sido hechos por los yucpa que haban

    '"J estado trabajando en haciendas ganaderas o en Mara-caibo y haban visto aviones verdaderos. Los hacan con unos palos y dejaban en el campo esperando que volaran por sus propios medios. Cuando pas ~ por delante de uno de esos simulacros con dos moti-

    lones, estos se rieron a carcajadas del supuesto arte-. facto y de los yucpas, sus tontos constructores ...

    Los motilones de Venezuela fueron rodeados, desde los primeros aos de la colonia, por lo menos de un anillo de gente yucpa; estos yucpa han estado en contacto, poco amistoso en verdad, por un lado con los motilones y, por otro, con los espaoles primero y los criollos despus; y sin embargo los motilones, los ms aislados, son sealadamente los- ms inteli-gentes de los dos. Las pocas nias motilonas que es-tudian en el colegio del Tukuku suelen ser las pri-meras en las clases en las que son mayoritarias las

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    nmas yucpa. Esa situacin contradice la lgica gene-ral que se le aplica a los indios sistemticamente. Tal vez los motilones fueron reculando poco a poco, ante la invasin de otros pueblos, hasta quedar arrinconados en el lugar donde estn, pero en vez de degenerar conservaron algo de su propia cultura. Hay una prueba clara de que la mayora de los in-dios de Venezuela no estn donde estuvieron, es de-cir, perdieron sus zonas privilegiadas y tradici~nales: el hecho de que todos ellos, al menos todos los que hemos visto, no se han acostumbrado an a los mos-quitos. Para ellos, que matan .. mosquitos y se rascan continuamente, las defensas naturales no actan co-mo deberan y la vacuna natural de ser picados con-tinuamente no acta tampoco, como si no hubieran podido asimilar algo que no tenan en otra poca, la plaga de los mosquitos. Los indios de Venezuela desconocen totalmente el significado, la antigedad y la historia de los litogli-fos. No se conserva ni la ms remota tradicin oral, acerca de ellos. Siempre que se les pregunta por los existentes en la regin de su habitat, donde viven hace centurias, niegan tener de ellos el menor cono-cimiento. La tradicin, en general, se ha perdido; a pesar de la fantasa y buena voluntad de muchos in-vestigadores, poca tradicin religiosa les queda, poca tradicin en general. Conservan el empleo de ciertas tcnicas para la fabricacin de los objetos que son de uso y necesidad cotidianos, desde la vivienda has-ta las armas de caza, pesca y guerra. Tal vez los mis-

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  • mos yanomani, mal ll amados waicas, no saben si-guiera por qu se comen. las cenizas de sus muertos, a pesar de lo mucho que han divagado sobre ello los viaJeros. En general, los indios se alejan de los glifos, al en-contrarlos en su camino, h aciendo un rodeo; algu-nos, simplemente, vuelven la cara a otro lado para evitar un supuesto aojo, una influencia malfica y mgica. Qu pensar de ese doble hecho de no saber de los glifos, pero temerles? Lo ms probable es que esos indios procedan de otras regiones y que cuando lle-garon a las que ocupan ya estaban hechos los glifos; eran indios transculturados, con su propia tradicin perdida. El miedo, como ya expliqu anteriormente, creo que es la consecuencia del desprecio de los frai-les de la conquista y la colonia, por todo lo hecho por los indios, atribuido casi siempre a que no lo comprendan, al demonio ; miedo que transmitieron a los indios.

    El mito de la magia

    Se ha especulado mucho sobre el origen de los gli-fos, atribuyndolos como casi todas las manifesta-ciones de la prehistoria a fines mgicorreligiosos, mgicocinegticos y otros tipos de magia. Debo in-sistir en este tema porque es, a mi parecer, el cau-sante de errores sucesivos en la interpretacin de la prehistoria desde comienzo de este siglo. En esa

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    poca comenzaron las bsquedas de Henri Breuil y otros investigadores en Francia y Espaa, aprove-chando los hallazgos casuales de cuevas con pinturas y grabados rupestres. Breuil cre un concepto sico-lgico del hombre de las cavernas: era un hombre que viva rodeado de actos mgicos. Creo que ese concepto se exager incontroladamente. Un da se har una revisin de la prehistoria europea, segn la cual se ha hecho ms o menos las de los otros conti-nentes, y estoy seguro de que se descubrir que to-do es muy convencional, muy literario. Ha habido en todo un poco de improvizacin, incuso en la es-tratigrafa. Los mtodos modernos, y estov seguro de ~ue los prehistoriadores lo saben pero 1~ callan, daran grandes sorpresas que obligarn a la reforma total de teoras y textos. ~n es_t~ . ~r~bajo trato ~e alejarme por completo de

    e preJUICIO de la magia del hombre primitivo; por-que de no hacerlo tendra que dar por mgicas to-das 1 r d 1 as mamrestactones e os litoglifos, lo que me parece falso. El hombre es un animal visual, su ojo el ms perfec-to ,de la tierra, desarrollado en una proporcin que esta muy p . d 'd l or encima e sus otros sentt os corpora-es; los d ' 'L t emas mamaeros se desarrollaron en otra orma, para convertirse en animales olfativos mien-

    tras el , d 1 h b . . ' ' 1 . craneo e om re ha tdo cedtendole espacio a OJo q 't' d 1 1 les ha' w an ose o a a nanz, en los dems anima-

    b pasado exactamente lo contrario; as, el hom-re es un . 1 ul 1 amma oc ar y os dems mamferos son

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    . .. .

  • animales olfativos. Es una diferencia profunda que no tenemos bastante en cuenta. As, para el perro, que no ve los colores, el olor es otra forma de co-lor, inapreciable e inconcebible para el hombre. Los grandes mamferos, que no viven en manada, tienen un habitat fijo que es el principal y, general-mente, otros habitats secundarios de recurso, a lo su-mo dos o tres; en estos se refugian en caso de inva-sin, simple ataque o destruccin del habitat princi-pal. Pues bien, un caso similar existe entre los indios panare del Cuchivero. Hace ms de veinte aos visit en la localidad llamada Las Vegas a varios grupos de indios que tenan, como otros cariboides, segn he sabido despus, habitats secundarios; por aquellos das, un grupo estaba en guerra con otro y con fre-;:uencia vi transportar tiles en general y armas a un habitat secunda;io; el transporte lo hacan las muje-res, mientras los hombres untaban de curare sus ar-mas ecin hechas.

    La marca del habitat

    Los mamferos tienen una manera especial de hacer respetar su propia vivienda por los otros animales; la marcan, la individualizan, dejando en ella -animales olfativos- su olor sui generis, ntimo, que ser reco-nocido por los otros animales que se acerquen : el olor de su propia bosta y de su propio orn. Para ello, defecan y orinan en varios lugares, formando

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    as murallas de olor entre los cuales encierran su morada. El hombre primitivo tambin deba sealar, personalizar su habitat, para evitar encuentros desa-gradables con otros seres de su misma especie. Pero como hombre -animal visual- con una seal visible no oliente. Porque al estar l mismo en posesin d~ un olfato rudimentario, pero de una vista excelente, pensaba que los otros seres eran iguales a l. Conse-cuentemente, pens en hacer en su habitat una mar-ca visual. Lo ms probable es que hiciera una marca en los troncos de los rboles; y digo que haba rbo-les donde viva por dos razones: primera que tena que estar cerca de una corriente de agua, para be-ber, lugar por consiguiente frtil; segunda, porque los rboles le servan de muralla para ocultarlo, en parte al menos. Cuando comprendi que los rboles eran muy perecederos, que las heridas de la corteza ca~biaban y ascendan, debi utilizar piedras como senales. Una seal visible, pero todava impersonal,

    que .quera decir algo as como: "Cuidado, aqu hay algmen que lleg antes; no te quedes t". Lo mis-mo, aunque en otro idioma, que la bosta y el orn del len 1 El 1 . . Y e tlgre. amma , con mehos ms sim-fles Y naturales, haba logrado personalizar mejor el s~gar, porque sus olores son personales; el hombre f1~ ha~a logrado sealar que all viva alguien, no

    51110 simplemente un hombre. A. la larga, el hombre debi preocuparse porque su marca fuera personal, nica, inconfundible; o tal vez

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  • no lleg a tanto el hombre aislado sino cuando ya form parte de un grupo de familias, de un clan, de una horda al menos. Entonces la seal ltica fue manchada con pigmento vegetal, con un signo espe-cial de la colectividad: una raya, una cruz, un pun-to, algo sencillo, pero ms personal que un simple corte en la corteza del rbol. En Venezuela abunda el hierro, y por consiguiente el xido de hierro, del que se hace un tinte mineral rojo bastante consisten-te; y tambin abunda el achiote, tinte vegetal del mismo color. Lamentablemente, las lluvias, el sol y la fuerza elica arrancaban el pigmento. Un da sur-gi un sistema mejor, una nueva tcnica, que en Ve-nezuela lo ms probable es que fuera importada del Brasil o de Colombia: labrar la piedra antes de pin-tarla, y pintar despus solamente el surco; ese surco, hecho con otra piedra era para ellos prcticamente eterno; la pintura del surco duraba mucho ms y cuando se perda simplemente se renovaba. Hab a nacido el litoglifo pintado como seal, pero esa tcnica tena un buen porvenir por delante; no iba a quedar reducida a poner la marca -el nombre casi-del poblado o de la zona de resistencia del grupo; iba a ser aprovechada con otros fines ms amplios. Por lo pronto, y como indicador dentro mismo del grupo, se us una marca relativamente pequea para sealar el habitat particular del jefe; ms tarde, cuando surgi el culto a los muertos, sirvi de estela fnebre. Por extensin se debi llegar a marcar con glifos los lugares donde se renda culto a las divini-

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    dades ms o menos rudimentarias, a las fuerzas me-teortica, a los animales benficos o malficos con-vertidos en mitos, tabes y totemes, a los jefes con-vertidos en hroes y tal vez en dioses ... Concretndome a Venezuela, parto de una base: al parecer, segn los pocos datos aportados sobre todo por los cronistas de primera mano, y a la falta de restos de culturas monumentales, esta regin f)l.e ha-bitada por grupos de baja cultura, muy infedor a otros contemporneos suyos de otras regiones de Amrica, incluso cercanas. Pero esos grupos de baja cultura eran indudablemente muy superiores a los is-lotes tnicos agnicos que existen en la actualidad, transculturados, aculturados, vacos, de su acervo ancestral. inclu dos los ritos, los cnticos y, sobre todo, las danzas, ya que las pocas costumbres ritua-les que les quedan no son ms que repeticiones sin contenido ni significado, de actos que tuvieron un valor espiritual en otros tiempos. Como dije antes, los yanomami se comen ritualmente las cenizas de sus muertos con una especie de sopa de banano, pe-ro lo ms probable es que no sepan ya exactamente el significado del rito. Y cuando hablan de ello lo deben hacer como tantos otros pueblos venidos a menos, en cuanto a la tradicin: sencillamente han inventado, un sentido objetivo del acto, diferente del que tuvo en un principio.

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  • Ritos de cazadores

    A cualquier hebreo que se le pregunte por qu no come carne de cerdo, repetir lo que la Biblia le ha hecho saber directa o indirectamente: que hay ani-males impuros por la forma de su pezua, como el cerdo. Pero nunca dir que ese tab es una conse-cuencia de un totem de cazadores de jabales ... Muchos pueblos indios de Am~rica perdieron su cul-tura espiritual; otros, incluso, parte de la material; aquella con todo lo esotrico de su contenido, aplas-tadas por invasores como los aztecas y los incas y, finalmente, los europeos. Esta ltima invasin fue la ms desastrosa, porque dur muchas centurias y arras todo lo indio. Lo ms selecto de los vencidos muri con las armas en la mano; grupos enormes se transculturaron huyendo a regiones inhspitas de la selva donde murieron o degeneraron en el aislamien-to, agotados en una lucha cotidiana y titnica para sobrevivir; como siempre en esos casos, lo peor so-brevivi. Qu saben hoy los descendientes de los incas, indios o mestizos, campe sinos o ciudadanos, analfabetos o arquelogos, de las misteriosas protu-berancias de las piedras ciclpeas de las murallas de Sacsahuamn u Ollantaytambo, que no tienen el me-nor sentido material, que son esotricas y mgicas? Qu saben los indios quito de Imbabura, Ecuador, de los imaimanes, esos litoglifos primordiales, redu-cidos a un crculo mgico, con un punto central,

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    que protegan el cuerpo astral del durmiente que viajaba, segn las ms secretas tradiciones? Qu sa-ben los indios paeses de la hidromagia de la Fuente de Lava patas? Se podran hacer docenas de pregun-tas as, todas sin respuesta.

    Ritos sexuales?

    Quin recuerda, entre los hebreos, que la circuri'd-sin, la alianza con Dios lograda mediante esa muti-lacin voluntaria y ms an, por la sangre derrama-da, es originaria del centro de Africa, que tiene su origen en un accidente de guerra y que lleg a Egip-to a travs de los abisinios, para pasar a ser, inven-tando para ello una leyenda, un rito de iniciacin religioso-social? La circuncisin, en su origen africano, pudo tambin no ser un rito de guerra surgido de un accidente b-lico. Pudo tambin ser el smbolo de una venganza, que nos recuerda por similitud la tragedia de Elosa y Abelardo. Las mutilaciones de guerra pueden ser de diferentes partes del cuerpo: un ojo o los dos, con muy diferentes consecuencias; una mano o las dos; un brazo entero, los dos brazos; un pie, dos, uqa pierna entera; las dos. Sin embargo, la castra-cin es rara como accidente de guerra, pero es la venganza tpica. Slo conozco el caso de algunas tri-bus del sur de Abisinia que a los abisinios que gue-rrean contra ellos les cortan, una vez hechos prisio-neros, los testculos con los dientes. Ms que rito de

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  • guerra es venganza, a la manera de la ley del talin, contra 1os violadores, traidores, etc. Es muy posible que el primer circunciso, de cuya mutilacin naci el rito mtico, fuera castigado por un delito sexual.

    La gota de agua

    Hace unos aos asist a la misa que celebr un fraile capuchino misionero en un poblado motiln, a la orilla del ro Intermedio, al lado de la frontera co-lombiana-venezolana. Un grupo de motilones, sobre todo mujeres y nios, asista al rito; hablaban, se rascaban, los nios jugaban y miraban por debajo de los hbitos del religoso. Una vez terminada la misa, el sacerdote impasible les explic en un motiln no muy completo, el misterio de la Trinidad, misterio que a los catlicos les resulta tan difcil de com-prender, que acaban por aceptarlo sin razonamiento, como un dogma. Se ayudaba con gestos de las ma-no : les afirmaba que Dios estaba arriba (sealaba al techo de la choza) y que bajaba, bajaba (mova rpi-damente los dedos ndice y medio, los otros pega-dos a la palma de la mano, bajando al mismo tiem-po, lentamente, el brazo) y se converta en tres se-res (aqu mostraba, el pulgar y el meique pegados a la palma de la mano, tres dedos); tres, s, padre, hijo y espritu santo, pero sin dejar de ser (final-mente, levantaba la mano con slo el ndice exten-dido) un solo Dios verdadero ... Extraado de que aquel erudito quisiera incrustar el misterio de la T ri-

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    nidad en la mente de los motilones, que m s1quiera saban espaol, le pregunt si esperaba ser compren-dido . Sonri, no neg y dijo que a fuerza de repetir-lo l y de escucharlo los otros, algo les quedara dentro a los indios... Lo conoca bien y no poda dudar de su buena fe. Aquello era tan anacrnico que pareca una escena de comienzo del Siglo XV. Ahora el recuerdo de aquella escena inslita me ha hecho comprender algo: que los frailes de la con-quista espaola de Amrica saban bien lo que ha-can, levantando templos sobre las ruinas de los in-dios, para canalizar. sus ideas y aprovechar la rutina de sus peregrinaciones. Llevndolos a los mismos si-tios habituales y repitiendo retahilas acabaron por imponer su religin, antes, incluso, de que pudieran comprenderla; y lo que es ms difcil, que olvidaran por completo sus propias religiones vernculas, secu-lares y tal vez milenarias. No comprendieron, pero aceptaron, y acabaron por repetir como un eco lo que oyeron. Los sobrevivientes de aquella hecatom-be espiritual, son incapaces de recordar ni siquiera el nombre de sus dioses. Es por eso que, son muy importantes, para el estu-dio de los litoglifos, los datos aportados por los cro-nistas y viajeros que estuvieron en contacto con los nativos de los primeros tiempos del establecimiento de los espaoles y los alemanes en el pas. Muchos de ellos, casi todos indirectamente, pueden aportar algo al conocimiento de los litoglifos. Por ejemplo, detalles como estos: los tamanaco respetaban las

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    ..

  • culebr.as de agua (en la zona de esos indios hay ~n glifo serpentiforma de 30 metros de largo); los m-dios chaima crean que una culebra llamada por ellos "madre del agua", habitaba en cada fuente de ro; los cumanagoto tenan al sapo por dios de las aguas, por lo que los conservaban en sus campos, y cuando haba una sequa, que crean causada por los sapos, los azotaban para castigarlos. Crean tam-bin que los muertos iban a las lagunas para ser tra-gados por enormes serpiente.s y ser tran~portados en el interior de ellas, a una tierra maravillosa, donde vivan una segunda existencia, sin ten~r otra co~a que hacer que bailar y beber. El cromsta Antomo Cauln cuenta en su Historia de la Nueva Anda-luca que los indios d~ la regin de Rionegro, cuan-do vean en el campo una culebra, regresaban a su casa y se quedaban sin salir de ella el resto del. da, por creerla malfica y vaticinadora de algn acciden-te grave. al Los datos aportados por la pintura facial y carpo~ en general, son muy importantes; a; como las . pm-turas parietales. Los piaroa sacan a~n de l.a hoj~ de la chica o parisa, unas pelotas de unte roJO s~bi~o, que cambalachean por otros objetos con los mdws de las cabeceras del Orinoco. Para hacer la pasta de esa pintura usan caraa, cierta resina aromtica. Tambin hacen rollos de madera que recuerdan e~

    1 ald o o Ir cierto modo los sellos de os e eos para Impnm el cuneiforme en los ladrillos blandos; en esos rollos hacen por incisin dibujos que recubren de pintura,

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    para luego pasrselos por el cuerpo hacindolos ro-dar sobre la piel. Esos dibujos suelen ser cuadrilon-gos, en forma de zigzag, de greca, de losange, de crculos concntricos, etc., segn afirma Gaspar Mar-cano.

    Los maipure, que habitaban entre San Fernando de Apure y el ro Meta, dibujaban meandros, caimanes, monos y cierta danta de factura torpe. Una vieja oto- " . maca del alto Orinoco, se haca pintar en la espalda . un enrejado negro con un punto en cada cuadrado, sobre fondo rojo; motivo que tambin existe en ties-tos otomacos y en algunos glifos de aquella regin. Los materiales que todava son ms usados como colorante son el xido de hierro y el manganeso, pa-ra el color rojo, el espern para el ocre, el amarillo y tambin cierto raj, el carame para el negro, para barniz se usaba la resina de algarroba. La tradicin oral, la nica de los pueblos analfabe-tos, se han perdido en todas partes. Se repiten ritos Y palabras que son apenas letanas sin valor cultural alguno. Hay que descartar la posibilidad de que nos llegue an alguna nueva informacin del mundo antiguo de los indios y de sus manifestaciones, incluidos los gli-fos. Se ha hablado demasiado de una prehistoria vi-~iente que en estos pases coexiste con nuestra civi-hzacin; se afirma que a pocos kilmetros de nues-t~o mundo de fin del Siglo XX hay tribus prehist-ncas; es un error. Esos supuestos indios antiguos, es decir herederos de una cultura ltica, representantes

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  • del paleoindio venezolano, son culturas regresivas que no representan nada, ni la prehistoria ni siquiera la continuacin de sus antepasados cercanos, son restos tnicos, el final de una agona que se inici en el Siglo XVI, si no la comenzaron ya antes los caribes. Los indios de Venezuela, excluidos los guajiros tbastante asimilados, pero que en poder de una tra-dicin hasta cierto punto importante y extensa, no saben mucho de su pasado) desconocen todo lo que les antecedi en su mismo mundo; nadie sabe quines, por qu y para qu fueron hechos los geo-glifos, los litoglifos, las calzadas. Qu metodos debemos emplear para estudiar los li-toglifos? Es preciso obrar con la mxima cautela, para no confundir, como lo hizo el serfico Heinrich Schlie-man un huevo de ave con una piedra preciosa ...

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    VII MI METODO Y CLASIFICACION

    Los tamanaco le llaman al litoglifo, como es sabido, "tepu-mereme", piedra pintada; los caribe en gene-ral, "timeri", pintura; los baniba del alto Orinoco, "ippaianata", piedra pintada. Fue Lisandro Al varado quien reuni esos nombres. Jos Mara Cruxent re-

    . cogi otros nombres, pero actuales: monifato, en el bajo Orinoco; letrero, en el centro-norte del pas; mueco, en el oriente. Comencemos por donde debieran comenzar todos los investigadores, aunque hasta ahora nadie lo ha hecho: por la cantidad de litoglifos que hay en el pas.

    Cantidad

    Usando el sistema de ir de lo ms sencillo a los ms complicado, empiezo por un simple recuento de los litoglifos de Venezuela. Algunas regiones no he po-dido visitarlas, teniendo que atenerme a la informa-cin, siempre confusa y casi siempre de segunda ma-no, que he podido recoger. Se necesitan aos de es-fuerzo y un equipo organizado para hacer una cata-logacin de visu.

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  • Con las limitaciones que supone contar con la opi-nin ajena, creo poder hacer el primer clculo exis-tente sobre esta manifestacin antigua: en Venezue-la hay un mnimo de 1.000 piedras grabadas, que contienen un total de alrededor de 5.000 glifos en unas 200 estaciones. A menos que se encuentre en el territorio Amazonas o en la parte oriental del Estado Bolvar alguna agru-pacin de glifos importantsima, algn cerro de ro-cas fragmentadas que contenga litoglifos, a la mane-ra de Vigirima, Estado Carabobo, pero en mayor cantidad, creo que mis clculos son ciertos y estn muy aproximados a la verdad. Si la distribucin fuera homognea, lo que est muy lejos de la realidad, corresponderan 200 kilmet.r~s cuadrados por litoglifo; en realidad, una proporcwn 'nfima. Aparte de las calzadas prehispnicas, probablamente obra de una cultura chibchoide descendida de los Ande\ empujada por otras olas del interior de C~lombia en expansin territorial, calzadas que est_an desapareciendo, situadas entre las ltimas estribaclO-nes de los Andes y el ro Apure, paralelas a los cau-ces de los afluentes del Apure de la margen izquier-da; aparte tambin del geoglifo de Chirgua, de las murallas ciclpeas de Vigirima, de algunas pinturas rupestres y restos de cermica y ltica de entierros Y basureros, los litoglifos son lo que queda, como tra-za importante de las culturas desaparecidas y de~~neradas de Venezuela. Muchos de los tmulos aru-

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    ciales que existan hasta comienzo de este siglo, fue-ron sistemticamente volados con dinamita por al-gn buscador de tesoros disfrazado de cientfico.

    Antigedad

    Hecho el clculo cuantitativo de los litoglifos de V e-nezuela, se me presenta un problema mayor: el de su distribucin en el espacio y en el tiempo. Deje-mos el espacio para despus y comencemos por el tiempo. La primera pregunta que se hace cualquiera al llegar a este punto es si los glifos son anteriores a la cer-mica o contemporneos de ella. En general, la cer-mica de Amrica se supone que comenz en el mile-nio 1 antes de Nuestra Era, es decir hace unos 3.000 aos. Repitamos la frmula general que se ha establecido para la cronologa de Amrica, aunque algo simplifi-cada para no intoxicar al lector, y con las reservas propias de toda teora redondeada tranquilamente en el despacho del investigador.

    De hace 20.000 aos a hace 7.000 aos, poca paleoindia dividida en dos perodos, preltico y ltico, ambos correspon-diendo a recolectores naturales y de tres tipos sucesivos (y simultneos en ciertas regiones) de cazadores; uso de armas de contacto, de semicontacto y

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    .. ~ .

  • De

    de distancia (lanza corta, lanza larga y arco y flechas).

    hace 7.000 aos a hace 3.000 aos, poca mesoindia; compuesta tambin de re-colectores naturales, cada vez en ma-yor aumento, y de cazado~es ~ di~~ancia, cada vez en creciente d1smmue1on.

    De hace 3.000 aos a hace 450 aos, poca in-dia dividida en cuatro perodos: 1) Co~formativo. 2) Formativo. 3) Clsi-co. 4) Neoclsico; compuesta suc:s~vamente de cazadores recolectores ltme-rantes y de cazadores agricultores; am-bos grupos usaron tiles de cermica y algunos, adems, lo fabricaban.

    Despus de hecho el cuadro histrico, creo necesario aclarar que al parecer esta cronologa est basada en un error qumico. Como es bien sabido, se apoya en los exmenes de materia orgnica encontrada en las estaciones arqueolgicas y hechos con el sistema del carbono 14, ese medidor radiactivo que se tuvo u~ tiempo por una panacea y ahora resulta un reloJ descompuesto. Se ha confirmado que su faculta~ de sealar las fechas ha sido anulada; tambin el mo-cente carbono 14 ha sido vctima de las bombas atmicas. Desde el 15 de julio de 1945, da en que estall la primera bomba atmica en Alamogordo,

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    EUA., las sucesivas explosiones atmicas han pertur-bado intensamente el equilibrio de los istopos ra-diactivos del carbono 14 de la atmsfera. Desde esa fecha fatal, animales, plantas y minerales contene-mos mucho ms carbono 14 del que solamos con-tener; y, consecuentemente, las fechas registradas por ese procedimiento, para los perodos arqueol~g~cos, sobre materias orgnicas, han reculado verug.~nosamente ms all de la realidad. Con satisfaccin inocente de los investigadores. El placer de estirar hacia atrs la prehistoria americana ha sido generosa-mente estimulado por ese error craso del alterado carbono 14. Todo lo hecho en cuanto a cronologa americana est por recomenzar: lamentablemente, los especialistas no han tenido la noble actitud cien-tfica de sacar a los profanos del error. Dejando el error de~ la prehistoria americana donde est, tengo que usar esa supuesta cronologa como base; de hacer otra no tendra un punto de refe-rencia en relacin con los otros trabajos que se ha-cen en Amrica, para poder incluir a los indios ame-ricanos que hicieron esos glifos, dentro del cuadro histrico tradicional. As, tendr que fechar sobre esos tres perodos histricos la historia de los glifos venezolanos. Cmo se puede calcular la edad de un glifo? No conozco otro procedimiento que estudiar el desgaste sufrido por la piedra y el grabado en un perodo de-terminado de tiempo y, sobre esa base, calcular el tiempo que hace que fue hecho el glifo.

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  • diferentes lugares y pos1c1ones, sin intervencin del hombre, es intil buscarle un sentido intencional a la orientacin de los litoglifos. Conozco solamente un caso de orientacin voluntaria, pero no se trata de un litoglifo sino del nico geoglifo conocido en Venezuela, el del valle de Chirgua, Estado Carabobo, sobre la ladera de un monte, elegido sin duda el lu-gar para que pudiera ser visible desde la entrada del valle.

    Tcnicas y sistemas

    Hay algunos litoglifos que parecen haber sido he-chos sin dibujo previo, su tosquedad as lo indica. Sin embargo, es algo excepcional, pues casi todos fueron seguramente dibujados sobre la roca y su fo r-ma fue corregida varias veces hasta que parecieron bien para ser comenzados. La perfeccin de los crculos, la rectitud de algunas lneas no dejan duda sobre esa preparacin tcnica. Al parecer eran dibu-jados con alguna materia blanca, que los haca des-tacarse ms sobre el gris, gris verdoso o gris azulado de la roca; corregido y aprobado por el dibujante o quien lo mandaba hacer, el grabador comenzaba su trabajo, desbastando la piedra por el sistema de per-cusin, usando una piedra de punta afilada, de ma-teria muy dura, alguna variedad de cuarzo, que ha-ba sido afilada por abrasin contra otra materia al menos tan dura como ella. Tal vez tuvieron punzo-nes y martillos lticos. Lo ms probable es que sea-

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    laran ligeramente el surco o que hicieran primero pequeos hoyos para unirlos despus, y por abrasin fueran haciendo el surco ms profundo usando ,para ello una herramienta de otr forma; la mica y otros silicatos blancos que se desprenderan a veces de la piedra serviran, mezclados con arena fina mojada, de abrasivo. El fondo del surco no siempre presenta el mismo aspecto; en algunos glifos, ... el corte es casi en forma de C, en otros de casi U, en ambos casos sin ngulos, redondeados los lados y el fondo; esos son los tipos ms simples, la tcnica ms fcil; otros, posteriores a estos, de mayor tcnica, tienen dos n-gulos rectos en el lugar de la interseccin de las pa-redes con el fondo; trabajo que exiga cierta pacien-cia especial y mucha precisin y prctica; hay un tercer procedimiento que consiste en ensanchar el fondo haciendo que se extienda lateralmente, por debajo de los cortes verticales de los lados; trabajo especial, poco frecuente, que parece la consecuencia de un agudo sentido de observacin y un rudimenta-rio sentido artstico, ya que produce efectos pticos especiales cuando la luz solar es casi rasante; la som-bra del surco se alarga en tal forma que parece ste mucho mayor de lo que es en realidad; ese efecto visual es cambiante, a medida que el sol asciende, y llega a desaparecer a cierta hora, haciendo prctica-mente invisible el glifo. Es muy probable que las ho-ras en que el glifo es ms visible, poco despus del amanecer y poco antes del anochecer, fueran las aprovechadas para ciertos ritos.

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  • En la mayora de los glifos, el fondo fue cuidadosa-mente alisado. En algunos glifos se vaci una parte, para darle una anchura grande a ciertas partes que deberan tener un inters especial; al quedar cncavas, los efectos cambiantes de la luz tambin son importantes. La tcnica del bajorrelieve fue empleada, pero pocas

    . .. veces, sin embargo hay algunos glifos as, que estn . bien conservados. En ellos tambin el juego de la

    luz es importante. Hay horas en que son muy visi-. . bies y horas en que apenas lo son. Hay una teora, que me parece demasiado cientfica,

    que se le atribuye a los grabadores de glifos. Se su-pone que terminado el trabajo de hacer el dibujo previo, se regaba este con la savia de algunas plantas

    . . euforbiceas, una savia silicoltica producida por esas plantas que precisamente se encuentran en las

    ... rocas, plantas de abundante ltex. Ese lquido corro-'.~ sivo haca de mordiente; cuando la piedra estaba lo

    suficientemente corroda, de forma que todo el di-bujo se haba convertido en un surco, de una pro-fundidad deseada, se limpiaba cuidadosamente la piedra, para quitarle todo el ltex, tal vez con pua-dos de hierba; el trabajo estaba prcticamente he-cho; no faltaba ms que el retoque final. Por la forma del acabado se puede suponer la herramienta usada, roma o angular. El usar el abra-sivo citado, arena mojada, es seguro, ya que todava los indios de ciertas regiones- del Territorio Amazo-nas hacen cuentas de collares lticos simplemente ta-

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    ladrando la piedra con la punta aguzada de un palo, hacindolo girar rapidsimamente entre las palmas de la mano, echando sobre el taladro arena m?jada; esas cuentas tienen hasta tres milmetros de dime-tro y son comenzadas por los dos lados de la piedra, hasta que se unen en el centro los dos orificios; el . .. largo del taladro es de dos a tres centmetros. El Ll ::;:) surco suele ser de uno a dos cen~fmetros de pro- \!:' fundidad y de uno a tres centmetros de anchura. t;:

    '::\ Entre los euforbiceos que se dan con ms frecuen- C..:> e:

    cia en Venezuela estn la amapola, el llamado vul-garmente papagayo y varias ipecacuanas. ; En algunos glifos se notan todava las trazas del tra- :'.E bajo de desgaste hecho con un lito; en algunas he ...., podido confirmar que saltaron astillas de la roca por la violencia del impacto o por tratarse simplemente td de mica y otras materias blandas que formaban ve- '-tas. Ese detalle prueba que no fue hecho el surco '2 _ .. con un corrosivo. Hay divisin de opiniones acerca de si estaban los glifos originariamente pintados. Hay pruebas de que algunos lo estaban, pues han conservado el pigmen-to, siempre, claro est, en casos especiales, por estar por alguna causa protegidos. El nico dato que he recogido en los cronistas, es que les llamaban a los glifos piedras o rocas pintadas; tal vez no tenan en su lengua la traduccin de grabado, pero tendran la de cortado, hendido, sealado, marcado, que hubie-ran podido usar para referirse a los glifos sin pintu-ra. Lo ms probable es que todos, al menos en una

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    o -CQ :;

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    poca tarda, estuvieran pintados. Los tamanaco del Cuchivero les llamaban "tepu-mereme", piedra pin-tada; los caribe, especialmente los de la regin de Roraima, "timeri", pintura; los baniva del Guaina, "ippaianata", piedra pintada. Adems, hay cerros con glifos cuyo nombre recuerda lo que hay en ellos: Cerro Pintado, cerca del Atures, que tiene un glifo ofidiomorfo de treinta metros de largo; Piedra Pintada, en el Estado Bolvar tambin; Cerro Pinta-do, cerca de Vigirima, en el Estado Carabobo; Piedra Pintada, cerca del cao Chiratari, en el Estado Bol-var; todos ellos tienen glifos. En el Museo de Ciencias Naturales de Caracas hay un glifo con restos de pintura; en Camatagua, Estado Aragua, un mural. Los indios de toda Venezuela, por una u otra ra-zn -rito, defensa contra los insectos, adorno, sig-no tribal- se pintaban el rostro, el cuerpo o todo ello; algunos, adems, las extremidades. Todos ellos conocen an pigmentos vegetales y minerales. Sien-do los glifos obras especialmente hechas para ser vis-tas, es natural que las hicieran lo ms visibles posi-ble; y pintarlas les daba mucha visibilidad. Lo ms probable es que estuvieran pintados de blanco, de rojo, de negro y de combinaciones de estos colores. El efecto de un glifo coloreado es verdaderamente notable. Basta ver uno pintado para que todos los dems pierdan mucho de su valor al sedes compara-dos. Los antiguos viajeros hablaban de piedras pinta-das, en las regiones del sur del pas, que visitaron.

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    Hay glifos que son a manera de ensayo de tcnicas. Las figuras antropomorfas, en algunos lugares, tie-nen los ojos hechos con grandes huecos, que cu,ando los ilumina el sol resultan monstruosos; es indudable la representacin de calaveras. Entre los bajorrelieves que hay en Venezuela, que son muy pocos, hay uno que encontr en la orilla izquierda del ro San Este-ban, no solamente desconocido pa~.a. los investiga-dores sino para la gen te de la regin, en el Estado Carabobo. No creo que pasen de media docena los conocidos en todo el pas; el de San Esteban est en una roca grantica y han tenido que rebajar una gran superficie para hacerlo; tiene la forma de un tridente. El fondo de los glifos est generalmente pulimenta-do por frotamiento, pero tambin los hay con el fondo irregular, toscamente hecho; y hay algunos, muy interesantes, que fueron abandonados a medio hacer.

    Estilos y secuencias

    Los litoglifos de Venezuela tienen en general, el sur-co muy ancho y profundo con una excepcin de los del conjunto del Guri, poco profundos. Se pueden clasificar en dos grupos, los dos grupos que ya establec, para no caer en las minucias que

    n~ aportan nada y hacen de los estudios arqueol-glcos un aburrimiento.

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  • Los del ~ur del Orinoco suelen ser de gran tamao, comparados con los del norte. Los del sur del Orinoco, grandes, suelen ser esque-mticos hasta tal extremo que errneamente se les califica de abstractos. Es imposible para la mente del primitivo la idea abstracta para un litoglifo; en el primitivo todo es objetivo, todo tiene un fin de-terminado y claro; y un litoglifo abstracto, en el du-doso caso de poderlo concebir siquiera, no tendra el menor objeto. Todos los glifos sin excepcin re-presentan animales, plantas o cosas. Todo ello propio del mundo indio, de lo que se encuentra en su pro-pio mundo selvtico. En los glifos del sur predomina el retrato esquemtico, antropo y zoomorfo. Es muy curioso, e indicador de un estilo diferente de grabar, de un concepto diferente del grabado, que

    en el sur no haya apenas caras humanas aisladas, mientras que en el norte abundan; y aqu cabe una importante apreciacin; a pesar de ser ms esquem-

    tico~ los grabados del sur, son ms evolucionados los del norte. Hagamos una ligera comparacin, para confirmarlo; una cara de un glifo del sur se compo-ne de un crculo, un trazo que parte de la frente, del crculo, para indicar la nariz, dos puntos para los ojos y un tercer punto para la boca. Eso es to-do, comprende cinco trazos. Pues bien, una figura en-tera de las corrientes en el norte suele componerse de ocho a doce lneas; aparentemente, es ms sinttica la del sur, pero en realidad es ms compleja. Ade-ms, el concepto de sntesis en este caso no se redu-

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    ce a trazar lo ms indispensable de la figura sino a hacer solamente de la figura lo ms importante; y lo ms importante, lo ms perso~al de la figura huma-na es la cara; pues bien, en el norte se lleg a eso, el retrato de cabeza, mientras que en el sur solamente se sola representar al hombre con todo su cuerpo ; no se tena consciencia de poder representar al hom-bre con una pequea parte de l, sino entero. En el sur, a medida que se va hacia Guyana, los gli-fos son ms grandes de tamao, porque las piedras donde estn grabados tambin han sido elegidas en-tre las ms grandes; y ms esquemticos, por lo que la lnea recta y la ligeramente curva se imponen. Hay una tendencia al gigantismo lograda precisamen-te no por ser ms grandes las figuras sino por su concepto, que hace que por pequeo que sea el gra-bado d la sensacin de grande a causa de sus pro-porciones y simplificaciones. Es un estilo tpico de esa regin suroeste de Venezuela, rectangular, esque-mtico y de cierta grandiosidad y gigantismo. Inevi-tablemente hay que aceptar que ese estilo lleg de Guyana, donde ya se haba establecido y tal vez for-mado mucho antes. Cuando se comparan las figuras antropomorfas de esa regin y las del Estado Falcn, se comprende que los pueblos que hicieron unas y otras no tenan entre s la menor relacin humana .. . Es preciso mirar y remirar muchas veces los glifos para poder darles todo el valor que tienen; los deta-lles ms simples no se ven con frecuencia hasta des-pus de largos exmenes. A veces, en las caras de los

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    -.t>~8A o ;:: ... ..,.,

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  • glifos del norte se llega a una depuracin tal que los ms esquemticos glifos del sur parecen barrocos, comparados con esas caras. La tipologa, dentro de cada estilo, es muy variada: personas, animales, plantas, algn que otro objeto etnogrfico; todo ello pudiendo ser reducido a es-quemas y a figuras geomtricas. Frecuentemente se oye decir que los grabados gigan-tescos hechos en grandes acantilados de las orillas de los ros del sur, a alturas que hacen dudar de que los grabadores pudieran hacer su trabajo, son obra de grabadores de la poca en que el agua del ro te-na la superficie al nivel de donde est el glifo. Mu-chos viajeros afirman que los indios de la regin lo suponen as y por eso debe ser verdad. Los indios s pueden afirmarlo, nosotros no, porque no debemos confundir pocas prehistricas con pocas geol-gicas ... Se ha atribuido a los glifos esquemticos del sur un sentido absurdo, ser una especie de escritura mne-motcnica; para serlo se necesitara que abundaran las secuencias, lo que no solamente no abunda sino que es casi desconocido en el sur de Venezuela, y en el norte es raro encontrar alguna. Se ha dicho que muchos glifos son a manera de t-temes; en todo caso podran ser algunos simples re-presentaciones de ttemes, a lo sumo. Para completar es~a pequea resea hago una catalo-gacin general, que puede servir de gua para otras ms minuciosas.

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    (A).Estilos del sur de Orinoco: ( 1) Estilo del Guri; caracterizado por el sur-

    co poco profundo y marcado por la figu-ra y a la vez tosquedad del trazado y por la originalidad de la expresin, sin duda , de origen brasileo. Superpuesto a este estilo hay otro, posterior, decadente, transitorio, propio de un pueblo sin tr.~-. dicin que fue absorbido rpidamente por el que hizo los glifos del estilo Guri.

    (2) Estilo de la regin del Cuchivero; de sur-co de profundidad corriente, de figuras mltiples y variadas; contemporneo del estilo de la regin de Chirgua, en el nor-te, tal vez obra de grabadores del sur que llegaron a establecerse en esa orilla iz-quierda del Orinoco, por algn tiempo.

    (3) Estilo de la isla Mara Auxiliadora; de gran inters por la sensualidad de sus lneas, por la seguridad del trazado, por la gran variedad de motivos zoomorfos.

    ( 4) Estilo de la zona sudeste; esquemtico, rectilneo y de tendencia al gigantismo, sin duda de origen Guyans.

    (B) Estilos del norte del Orinoco: (1) Estilo de la regin de Chirgua; realista y

    original, con abundancia de figuras humanas. Dos estratos visibles superpuestos de po-cas diferentes.

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  • (2) Estilo de la regin de Falcn; muy varia-do, de gran sentido artstico para la esti-lizacin de tipo cubista de la figura hu-mana; de lejana influencia colombiana.

    ( 3) Estilo de Vigirima; parecido al de Chir-gua de la primera poca, pero anterior a l. Tosco y realista.

    Los litoglifos de Venezuela son pobres en secuen-cias. En general, no solan llenar las piedras de glifos sino que hacan uno o dos en cada una; por ello se han encontrado tantos superpuestos, porque la nue-va ola de emigrantes aprovechaba las piedras ya usa-das por sus antecesores; as, de una manera un poco improvisada, irregular, se fueron llenando muchas piedras, en las que claramente he podido distinguir a veces hasta tres superposiciones de glifos de diferen-tes estilos y perodos; este hecho hace muy compli-cado el estudio de los grabados. En otros casos procedieron de otra forma, ms inte-ligente, como por ejemplo en la llamada Piedra de Capuchinos, cerca de Caicara del Orinoco, Estado Bolvar. All comenzaron por hacer una figura prin-cipal y, precisamente, no central, alrededor de la cual se agruparon otras figuras secundarias. Secuencias? La ms importante conocida apenas por los investigadores es la de Aguirre, en el Estado Carabobo, caso que estudiaremos detenidamente en otro captulo posterior. En general, raramente hay secuencias que se puedan

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    seguir fcilmente; y en los casos en que parece tra-tarse de una secuencia, el dibujo es tan barroco que no he podido descifrarlo lo suficiente para conocer el tema tratado. Precisamente por esta falta de se-cuencias creo que la suposicin de que muchos glifos son refatos, me parece exagerada si no errnea. No conozco ms que un caso, el de la Cueva de Chi-chiriviche, Estado Falcn, en el que se cuenta real-mente un suceso, una batalla; pero de una manera especial, mostrando los crneos de los vencidos, de-capitados.

    Objetiv.os

    Los glifos fueron hechos con fines muy variados. Al comienzo fueron pocos, pero a medida que se des-cubran sus propiedades de resistencia a los elemen-tos de la naturaleza y su gran efecto visual, se fue-ron aprovechando para usos diferentes. Cito a conti-nuacin los que me ha parecido encontrar.

    1.- Como marca de propiedad de un lugar o regin por parte de una persona o un grupo humano.

    2.- Como marca de propiedad, ya dentro de un gru-po, de un personaje importante de l.

    3- Como lmite de comarca de un grupo lingsti-

    co compuesto de varias tribus. 4- Como monumento funerario.

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  • 5.- Como monumento religioso. 6.- Como relato de un hecho histrico, al menos en

    un caso especial.

    7.- Para contar hechos sexuales, que es el uso ms general que atribuyo a los glifos.

    Clasificacin cronolgica

    He diferenciado cinco tipos principales de litoglifos de Venezuela. Muchas veces he encontrado en una sola piedra va-rios tipos de glifos, lo que supone que se han suce-dido los grupos en la regin y los grabadores de ellos. 1 En algunos casos, el grupo invasor o simplemente ocupante, pudo aportar nuevas tcnicas y los glifos cambiaron de estilo y concepto o bien reformaron en parte el estilo anterior o no lo influyeron. Las diferencias no siempre son visibles. Los grabadores que permanecan mucho tiempo ais-lados, sin contacto con los de otros grupos, llega-ban, al cabo de un cierto tiempo, a amanerarse de tal forma que todo aporte personal quedaba anula-do, reducindose todo a un equipo de copistas que repetan; degenerndolo a veces, lo hecho por sus antecesores. Esos amaneramientos hacen a veces pensar que son contemporneos, glifos que son d~ dos perodos diferentes, porque un estilo ha contl-

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    nuado durante dos o ms generaciones. Los estilos se reconocen a veces por detalles, ms que por el conjunto de la factura; por la profundidad del surco, por su anchura, por el terminado, con o sin reto'que, del fondo del surco; como tambin por el tamao, la forma, el tema. Despus de una bsqueda, mu-chas. veces interrumpida, de ms de veinte aos, he llegado a clasificar cinco perodos jmportantes; y aunque podra clasificar unos subpeiodos interme-dios, prefiero atenerme, por ahora, a lo que he con-firmado mejor. No pretendo haber hecho un traba-jo completo, pero s un trabajo sistemtico y bsico, para los que hagan estudios posteriormente; que no tendrn, al menos, que partir de cero, como yo. Siempre por el sistema de ir de lo ms sencillo a lo ms complicado, aunque despus, en otra vuelta del espiral, se caiga en lo ms sencillo nuevamente, para repetir a un nivel superior (o inferior, a veces) la misma experiencia, he establecido estos perodos de los litoglifos venezolanos~ (A) Perodo Realista I (Epoca inicial de factura tor-

    pe y simple) (B) Perodo Realista II (Epoca secundaria, sin otro

    aporte que la purificacin y supresin de torpezas; de factura hbil, bella y simple).

    (C) Perodo Sinttico (Epoca de supresin casi total de lo ornamental; artstica y mental).

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  • (D) Perodo Seudoabstracto (Epoca tendiente a una sntesis que parece irreal, pero que es de concepto intelectual).

    (E) Perodo Barroco (Decadente y confuso, conser-vando el concepto seudoabstracto del pero-do anterior, pero tendiente a lo ornamental y ftil).

    (Antes de llegar a esta sntesis de clasificacin pens en utilizar los trminos que estn de moda actual-mente en la arqueologa americana -horizonte, pre-formativo, el sufijo oide usado a troche y moche-que son la jerga, que, como todas ellas, trata de dar-le un carcter secreto, muy medieval, a la profesin, ocultando a veces mucho, incluso ignorancia. Me pa-reci mejor que habiendo empezado a cero mi tra-bajo no tena razn alguna para usar modismos de un dudoso gusto literario, que no aportaban nada; he aqu por qu no uso la jerga en cuestin).

    . Todas las manifestaciones creadoras del hombre han partido de lo sencillo a lo complicado; despus de todo, es lo natural, porque es el mismo principio de la naturaleza, a la que pertenecemos ms de lo que suponemos. Sealo, a ttulo de ejemplo prctico, algunos de los detalles que he aprovechado para hacer la clasifica-cin.

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    Temas:

    Cara: he encontrado muchos tipos, bien defini-dos: triangulares, cuadrados, redondos, que me han ido llevando de la mano del foco de creacin inicial, al total de las zonas de dis-persin; partiendo siempre de la base de que donde est la mayor agrupacin de figuras " de un mismo tema y factura es de donde parti el concepto, para irse despus exten-diendo; as, se puede conocer el camino (a veces varios) seguido por ese pueblo o las zo-nas por donde se fue extendiendo. Las cabe-zas triangulares, por ejemplo, son a t picas. Siempre corresponden a una intrusin foras-tera entre los grabadores.

    Nariz: cada pueblo la representa, aunque sea sintticamente, a su manera; se puede estu-diar la formacin y dispersin de un grupo, del centro norte del pas siguiendo los cami-nos por donde se extienden los glifos con esa tpica nariz, un apndice formado por una sola lnea que parte de la lnea circun-dante de la cabeza, precisamente de la su-puesta frente.

    Mscara: hay grupos que les pusieron mscara o antifaz a las caras representadas; hechas probablemente con pintura negra. El efecto

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    es fantstico y la facilidad que da ese siste-ma para buscar la extensin del estilo es grande.

    Dedos: los dedos humanos son muy caracters-ticos de cada perodo, tanto por la cantidad de ellos, como por su forma y posicin. La cantidad de dedos de las figuras puede variar de tres a seis; de seis son las menos de las manos, de tres las ms. Es frecuente el gra-badb de cuatro dedos; cinco no es frecuent e.

    Cuerpo: el cuerpo se encuentra a veces sinteti-zado hasta lo mximo, reducido a una sim-ple raya vertical que parte de la cabeza y termina cnvertida en el pene; raramente las figuras estn vestidas aunque con frecuencia llevan adornos propios del rango a que perte-necen; el sombrero o diadema con plumas es relativamente corriente.

    Ojos: hay diferentes tipos de ojos, desde un punto a un crculo, o varios pero no es uno de los detalles mis importantes a menos que lleven antifaz pintado. '

    Boca: hay varios tipos, muy caractersticos de ciertos grupos; puede ser desde un simple punto hasta una elipse, pasando_ por una ra-ya, un crculo, etc.

    Parto: el parto ha sido representado con gran maestra en dos lugares: uno de la zona nor-te y otro de la zona sur, como tratar espe-cialmente en otro captulo; no solamente se ve a la parturienta cuando el neonato saca la cabeza del tero, sino que a veces est aso-ciado en el dibujo el padre, el engendrador del nio; y ese hombre est repres.~ntado con el sexo erecto, mostrando as su inter-vencin directa en el nacimiento del nio.

    Movimientos: son muy importantes los movi-mientos de los cuerpos ; a veces indican, con un mnimo detalle, pasos de danza.

    Simbologa

    Hay smbolos que se repiten en regiones muy apar-tadas entre s, indicando largos viajes de algunos grupos. Tienen gran inters para las clasificaciones cronolgicas. Precisamente gracias a ellos he podido descubrir la correspondencia en el tiempo de algu-nos glifos; cuando uno de esos signos se ha exten-dido por una regin y ha sido grabado junto con otros, se puede deducir que esos otros glifos son contemporneos y un poco posteriores a los que tambin acompaan al signo en cuestin, en el lugar donde se supone que comenz la dispersin. Un ligero estudio de un signo servir de ejemplo, se-guidamente.

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  • He elegido un signo de los ms simples de Vene-zuela, para estudiar su trayectoria por el pas. A pe-sar de ser sencillo es tan caracterstico, que es fc il de encontrar en medio de un conjunto de glifos; co-rresponde a la ilustracin 54 colocada al final de es-te captulo VII. En 1928, el viajero Flix Cardona Puig vio un glifo en la orilla izquierda del ro Carrao, afluente del Caron que forma las impresionantes cataratas de Canaima; el glifo est cerca de la llamada Boca Acann, Estado Bolvar. Este signo sugiere letras, ya sea dos ce, la de la izquierda invertida, ya sea una hache a la que le falta el trazo horizontal. Este signo, cuyo significado desconozco, es algo as como una huella que seala a los buenos sabuesos, el camino seguido por un grupo humano de migracin. Es preciso revisar cientos de glifos para encontrarlo de nuevo, en el mismo Estado Bolvar, en el pobla-do la Candelaria, a poca distancia de Ciudad Bolvar (ilustracin S S). All est, pero unidas en una sus dos partes separadas y coronado el conjunto con una lnea que en el extremo superior se abre en tres, a la manera de muchas representaciones digitales es-quemticas. De nuevo se encuentra, esta vez a dos kilmetros de la confluencia del Orinoco y el Vichada, en el cerro "Pirari-ame", en el Territorio Amazonas. Es una va-riacin; las dos partes separadas estn unidas por dos trazos horizontales, paralelos, las volutas muy retorcidas (ilustracin 56) dndole a la figura un

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    sentido barroco; el mismo signo aparece en otro gli-fo del grupo, formando parte de otra figura tres ve-ces representada. En fin, en el mismo Territorio Amazonas se repite en la orilla delro Guaina, don-de fue visto por el viajero Carlos Alama Ibarra y ci-tado en sus obras por Bartolom Tavera Acosta y Ral Padilla (ilustracin S 7). Cotejando los cuatro glifos he sacado varias con- . clusiones: slo en dos lugares se repite idu"~' ticamente, en el Territorio Amazonas y el Estado Bo-lvar, a una distancia uno de otro de muchos cente-nares de kilmetros, es decir donde habitaban gru-pos diferentes simultneamente, lo que hace com-prender que no fueron hechos al mismo tiempo. Por su identidad, no se puede pensar en una coinci-dencia; el estilo es el mismo, la proporcin, el siste-ma de fabricacin, todo. En los otros dos lugares, tambin en el Territorio Amazonas y en el Estado Bolvar, hay variaciones del tema, transformaciones del signo; ambas ms modernas que las otras dos; y, de las dos, la de Can-delaria la ms moderna. Sin duda, la forma lleg del sur y fue exactamente reproducida por un grabador contemporneo o en la ms pura tradicin del que hizo el signo en la orilla del Guaina o a la orilla del ro Carrao. La importancia que tena el signo se de-duce de haber sido aprovechado despus para formar parte de otros signos. Los signos estn situados en forma que los puebl's que los hicieron podan tener contacto fcilmente por medio de los monxilos,

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  • que ep. algunos casos tambin sirve para descubir po-sibles errores. Este mtodo personal me ha dado resultados nota-bles, por lo que he preferido ponerlo a la disposi-cin de todos los estudiosos. Sin embargo, tengo que hacer una advertencia; no es suficiente reunir fotografas o dibujos de litoglifos y extenderlos so-bre la mesa de despacho para estudiarlos; sin el tra-bajo de campo los errores que se cometen son tan-tos que no hay mtodo que d resultados suficientes para ser tenido en consideracin por perfecto que sea ... Los sistemas que se han ensayado para descifrar los glifos han estado errados desde su base. Se ha queri-do encontrar una llave cualquiera sin conocer la ce-rradura. Se ha generalizado buscando una imagen de nuestra mente en la mente del hombre primitivo. Se ha dicho que un hacha simboliza la guerra; una ra-xa, un camino; una viviend;, un pueblo o una fami-lia al menos; pero los ideogramas nuestros no son los de ellos; ni siquiera los de un pueblo primitivo son iguales a los de otro. Cada grupo humano primitivo tena sus representa-ciones pictricas, glficas, especiales, aunque algunas podan coincidir, por su sencillez y precisin en va-rios pueblos sin relacin alguna entre ellos. Veamos el caso de la cruz. Se la mostr a un indio panare Y movi los brazos en forma tal que me hizo com-prender que era un pjaro volando; sin embargo, los frailes de las primeras misiones, cuando vieron cruces

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    en Amrica cayeron en xtasis, evocando a los san-tos y santas que haban venido de Europa a estas tierras, para anunciar la religin catlica y difundirla por todo el continente. Una representacin cualquiera, un signo que hoy nos parece enigmtico, misterioso y, lo que es peor todava, mgico, pudo originarse en un hecho co-rriente, en una circunstancia cualquiera de la histo- .... ria local de un grupo humano; un hombre importan-te mordido por una serpiente, muerto, puede ser re-cordado grabando una serpiente donde muri; des-pus se le atribuyen poderes mgicos a esa represen-tacin, se la hace smbolo de la vida, del infinito, de la feminidad o de las aguas. Desconociendo el grupo autor de los glifos, no podemos comprender los gli-fos. Cada grupo fue creando sus propios ideogramas, sus posibles sistemas mnemotcnicos; y ms an, ca-da grupo tratara de evitar que fueran comprendidos por los otros grupos ... De todos modos, el mtodo a seguir es olvidar la bsqueda del significado de los glifos y estudiar su distribucin, que es la de los grupos que los hicie-ron.

    En cada pas hay algo tpico, en cada grupo primiti-vo tambin deba haberlo; a travs de los glifos hay que encontrarlo; esa es en realidad una llave, una base de clasificacin. Un mismo concepto artstico, al ser transplantado de una regin a otra, de una sel-

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  • va a un d~sietto, por ejemplo, cambia; de barroco que fue puede hacerse simple, esquemtico, influido el grabador por el medio ambiente geogrfico de su propio habitat. Todo es aprovechable, hasta un error cometido por el grabador, que se puede repetir en otro glifo distante, diferente, pero que es una verda-dera marca de fbrica. El estudio de los glifos es difcil y poco vistoso. Se adelanta lentamente y sin hallazgos espectaculares, al menos aparentemente.

    Clasificacin electrnica Sera muy importante para el estudio de la prehisto-ria de Venezuela en general y en particulr para el de sus litoglifos que, una vez reunidos los ms posibles datos fueran confiados a una mquina electrnica, de manera de poder hacer despus las ms complejas preguntas a la calculadora, para conseguir un sistema completo de clasificacin, poderoso auxiliar de la in-vestigacin. En otros casos y en otros pases se han hecho im-portantsimos trabajos de clasificacin electrnica en un momento, lo que a un investigador le costara una vida entera contestar. Un ejemplo: supongamos que se le da a la mqui~a la mxima informacin posible sobre la forma y dls-tribucin de cabezas humanas en los glifos; sealan-do los lugares donde estn, los tipos de cabeza ( cua-drada, redonda, etc.), los tamaos ... La mquina r-

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    pidamente precisara todas las estadsticas posibles de las cabezas de los glifos venezolanos. Y se sabra cules son las zonas en que se encuentran ms for-mas de un tipo determinado , etc. Despus, se le podra informar acerca de los tipos de parturientas que hay en los glifos; y mezclar la informacin de cabezas y parturientas, para saber la relacin de cantidad, localidad, etc., que los relacio-na.

    A cada hallazgo en glifos se ira informando a la mquina. Los estudios ulteriores que se podran ha-cer seran incalculables ...

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