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NO.2 COMICS. ARTE. LUZ. Andrea Bravo Diana londoño Felipe Obando noviembre 2015. cOSTA rICA Matora oscar espinoza yuly brenes mona zúñiga rmp

Luminaria #2

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Luminaria es un punto donde confluyen los comics, el arte y la luz, inspirando y motivando a sus lectores. Siete autores, seis obras distintas, y un solo deseo por comunicar lo que desde el fondo siente cada uno.

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NO.2

COMICS. ARTE. LUZ.

Andrea Bravo

Dianalondoño

FelipeObando

noviembre 2015. cOSTA rICA

Matora oscarespinoza

yulybrenes

monazúñiga

rmp

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Luminaria empieza a moverse. Luminaria empieza a caminar, a crecer. Puede que tambaleante y frágil, pero decidido: las narraciones de todo tipo empiezan a tomar parte en este proyecto y es eso para lo que trabajamos, para darle una oportunidad, por pequeña que esta sea, a todo aquel que quiera darse a conocer junto con nosotros.

En esta ocasión, hay como siempre, gran variedad temática, desde historias de acción, hasta otros de profundo contenido introspectivo, con lo cual queremos demostrar que sí hay con qué y con quiénes trabajar, y que lo único que falta es el espacio, vamos poco a poco, aún con un público pequeño, pero valioso.

Espero que esto siga creciendo, pues ya se nos han acercado varios autores a pedirnos un espacio en Luminaria, y que lamentablemente han tenido que quedar fuera por ahora, pero que incluiremos en la siguiente ocasión.

Muchas gracias a todos nuestros autores, pero principalmente a nuestros lectores, ¡hasta la próxima!

Felipe Obando.

ContenidosEDITORIAL

ARTISTAS ¿Quién es Luminaria?

NO TOMORROWRMP

MANIFIESTO LUMINARIA

EL NUEVO MUNDOYuly Brenes

Esa fue la última noche que me miróMona Zúñiga - Diana Londoño

EL CASTILLOFelipe Obando

NEGROAndrea Bravo

LA SEMILLAMatora

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ARTISTAS

ÓSCAR ESPINOZA ANDREA BRAVO FELIPE OBANDO

RMPMATORA

DIANA LONDOÑO

YULY BRENES

CRÉDITOS

¿Quién es Luminaria?

“Escoge un trabajo que te guste, y no tendrás que

trabajar ni un solo día de tu vida”

Confucio

“El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho” Jorge Luis Borges

“Mientras el tímido reflexiona, el valiente va, triunfa y vuelve”

Proverbio griego

“Duda de todo. Encuentra tu propia luz”

Buda Siddhartha Gautamá

“Nunca tuve un color favorito”

“Todo pasa por una razón” “Ah, todos soñamos con los ojos abiertos que volamos por

los cielos.”Tite Kubo- Bleach tomo 9

LUMINARIA #2

EDICIÓN: Felipe Obando

DISEÑO GRÁFICO:Oscar EspinozaFelipe ObandoAndrea Bravo

DIAGRAMACIÓN:Felipe Obando

ILUSTRACIÓN DE PORTADA:Diana Loncoño

CONTACTO:www.facebook.com/proyecto.luminariaemail: [email protected]

COLABORADORES:Andrea Bravo, Felipe Obando, Diana Londoño, Matora, Mona Zúñiga, Óscar Espinoza, Yuly Brenes.

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MANIFIESTO LUMINARIA: Luminaria busca la expresión genuina de cada individuo, siendo esta su esencia más clara.

Luminaria busca generar a partir de esta expresión un cambio progresista en la sociedad (entiéndase este progreso en un ámbito social, ecológico y espiritual; y no necesariamente progreso material).

Luminaria está en búsqueda de la verdad propia del individuo, siendo esta verdad nunca dogmática, permitiendo siempre la crítica y el diálogo.

Luminaria apoya la igualdad en el desarrollo pleno de toda persona sin importar género, sexualidad, raza, religión, etc.

Luminaria no está alineada a ningún pensamiento político.

Luminaria busca ser una luz de felicidad auténtica en medio del vacío y la oscuridad.

Luminaria pretende ser un faro para artistas independientes en su búsqueda por su propia publicación

Luminaria es un foro de discusión y mutuo apoyo de todos sus miembros, que comparten sus conocimientos y también lo crean.

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Esa fue la últimanoche que me miró

escribe MONA ZÚÑIGAiIustra DIANA LONDOÑO

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la semillaescribe MATORAilustra OSCAR ESPINOZA

Los indicios decían otras cosas. Las señales claramente marcaban un camino alterno; pero este bobo camino hermoso era falso.

Dos torres de arena bajo un cielo totalmente azul cobalto, sin nubes, se conectaban entre sí por medio de un teleférico. Carmen llevaba a sus excompañeros del colegio de la primera a la segunda torre. Esto, porque todos los chicos y las chicas querían dejar ya a la gris arena de la torre primera y estar rodeados de la arena blanca de la torre segunda; querían en alegría seguir andando por las diferentes e infinitas edificaciones humanas. De este modo, Carmen, con su espíritu voluntarioso, ayudaba a todos a cruzar. Sin embargo, una figura muy borrosa y oscura se alzó y la miró fijamente. Esos ojos encendidos, pero tristes, penetraron profundamente en ella haciéndole sentir un peso en su alma y una alerta primitiva en su pellejo. Se despertó del extraño sueño junto a una insinuación mañanera de la melancolía nocturna.

Ella dormía en su propio cuarto sola.

Era una habitación sencilla y pequeña, aunque con una gran ventana que permitiría entrar gran cantidad de luz si no fuera por la costumbre de Carmen de dejar las cortinas siempre cerradas. Esas cortinas, un regalo de su abuela en silla de ruedas, eran azules con una especie de arabesco blanco. Estas dejaban entrar una leve luz a la habitación que llenaba de tonos celestes y fríos a todas las chucherías del cuarto. Esa mañana, ella se encontraba, como siempre ha dormido, bajo su cobija roja en posición fetal abrazando un pequeño almohadón. Al despertar se quedó en esa posición un gran rato, casi sin pensar, sintiendo la pesadez etérea de las mañanas, saboreando el extraño sueño que había tenido. Era parecida a una yuca enterrada en la tierra fría de un terreno baldío de algún pueblo.

Hubiera seguido en su pequeño trance de princesa de los sueños, de no ser por los gritos de su mamá:

-¡Son larvas, son larvas!-Al oír esto, Carmen empezó el

proceso de incorporación a la vida. Estiró su largo y débil cuerpo. Sintió el

placer de mover los dedos de los pies individualmente como arpegiando las cuerdas de una guitarra. Sentó su figura un poco jorobada tan solo para ver el piso gris por un rato. Lavó su pecosa y delicada cara blanca en el lavamanos. Deslizó su mano de trapo sobre la baranda de las escaleras para llegar a la cocina, cruzarla y salir al patio. Ahí se encontró a su mamá viendo preocupada al perro de la casa, el cual miraba a la nada con sus grandes ojos negros entre su pelaje blanco. En el hocico rojizo del animal habían varios cascarones marrones con larvas dentro alimentándose y reproduciéndose; todo gracias al calor y la epidermis. La madre estuvo limpiando al perro con un cepillo de dientes, arrastrando a los parásitos hacía el desagüe. Decía la madre -Pobre perro.-

Carmen escuchaba el silencio y tomaba un desayuno apagado en esa cocina blanca y esterilizada. Meditaba acerca de la gran cantidad de seres vivos en el mundo, de como estos se atravesaban entre sí para coexistir en esa estructura llamaba «competencia».

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Caminó Carmen hacía la universidad con una gran sonrisa y euforia. Sentía el viento acariciar su frente y pelo por la velocidad en que iba. Sus pasos eran grandes y firmes. La maraña de asuntos del sueño, del perro y de la mañana ya se había borrado por algunos instantes; lo que importaba en ese momento era la energía, la energía de la intensión. Durante la clase de cuatro horas miró por la ventana. Ahí veía como la luz atravesaba las hojas de un jacaranda. Se detenía en cada hoja para diferenciarlas de las otras según el tono de verde que poseían. Dentro del mundo de Carmen, había tanta maravilla en ese árbol con toda su diversidad en tantos niveles.

Ya fuera de clases, sintió una

pequeña perturbación en la realidad. Vio todo más púrpura de lo normal. Pensó en la posibilidad de vivir bajo el agua; pensó también en la posibilidad de que el cielo era agua y más allá del cielo de agua habían otras tierras y otros aires, y luego más agua, y así, en un ciclo infinito. Se entretuvo ella en estos pensamientos, pero una sensación fuerte los interrumpió. Era un pesar gigantesco que generaban los grandes árboles, los enormes edificios y la gran cantidad de gente. Miró en círculos hacia todos los elementos de esa realidad perturbada, de esa realidad gigante. Se estremeció ante tanta información del medio. Solo quedó huir.

Corría Carmen pelando los dientes hacía su casa pero al pasar por el

parque donde jugaba de niña se detuvo. Ahí se encontraban sus dos amigos Ángela y Homero de la mano mirándola enternecidos. Un aurea de luz los cubría y dijeron:

-Lo indescifrable carece de una potencia para la voluntad.-

Al terminar la oración se transmutaron en una bola de rayas blancas y negras la cual flotaba pasiva en el espacio del parque de la niñez. Cálidamente, con la sonrisa más sincera, tomo Carmen a la bola flotante y la abrazó. Se acostó como siempre había dormido, bajo su cobija de tierra en posición fetal abrazando una pequeña bola de ilusiones. Era una semilla enterrada en ese parque de los juegos oxidados.

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no tomorrowpor: RMP

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¡Continuará enLuminaria #3!

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EL CASTILLOescribe FELIPE OBANDOilustra OSCAR ESPINOZA

No sé si he perdido la cordura o si en realidad comprobé que las entrañas de la Tierra ocultan las más blasfemas entidades que, para bien o para mal, por algún motivo la humanidad ha olvidado. Tampoco sé si lo correcto sea escribir esto, o si sea un error y deba detenerme y quemarlo, pero necesito anotarlo, necesito sacarlo de mí. Postrado en esta cama quiero que mis sucesores sepan qué me sucedió aquella noche, qué vi, o qué creí ver.

Hace 10 años vagaba desorientado por una fría noche entre una ciudad que no deseo nombrar, para evitar que los curiosos busquen verificar lo que relato. Entre las oscuras callejuelas sobresalían algunas vitrinas con objetos del más burdo orden, mas al avanzar un poco más, hallé un callejón que atrajo mi atención de manera sublime, vi en el fondo una luz. Ingresé en el callejón y avancé, hasta llegar al umbral de una tienda en cuyo frontispicio se leía: “Antigüedades Winston e Hijo”. Desde afuera, el lugar se veía viejo y descuidado, como si no hubiese nada adentro, pero por una vitrina se veían objetos extraños, algunos amorfos, otros de apariencia antediluviana, todos desconocidos para mí. Ingresé al lugar.

El anticuario, Winston, supuse, me invitó a revisar su colección. Recorrí la pequeña tienda durante algún rato en silencio, y ante mis ojos desfiló una cantidad abrumadora de artefactos,

ornamentos, dispositivos y máquinas de orígenes ignorados por mí, y me atrevo a asumir que por Winston también. Sea como fuere, hubo un objeto cuya apariencia atrapó mi atención. Sobre una mesa, bajo unos pergaminos, yacía, como si hubiese querido ser escondido, un extraño libro con cubiertas de cuero y extraños ornamentos. Lo abrí y vi algunos párrafos en una extraña lengua que no supe interpretar, no pude siquiera suponer su origen pues no logré identificarlos como orientales u occidentales. Supuse que tendría un alto precio, pero mi interés por él crecía conforme iba pasando las páginas, e iba encontrando párrafos extensos, listas inentendibles e ilustraciones y diagramas de la más enigmática naturaleza, que me llevaban a pensar en alguna clase de tratado astronómico. Pregunté por él. El anticuario pareció sorprenderse cuando me vio con tal libro en las manos, respondió no sabía demasiado del libro, que lo había obtenido en una tierra lejana de Europa, cerca de los Cárpatos, y que a pesar de que le había costado mucho obtenerlo, no había podido leerlo, y a nadie le había interesado comprarlo, por lo que me lo vendería a un muy bajo precio, así que se lo compré y me retiré a mi casa. Me preguntaba por qué vendía tan barato un objeto que desconocía: podía costar mucho dinero si se lo llevara a algún versado en el tema, tal vez en alguna

universidad cercana.Llegué a mi casa a eso de las 11

de la noche, exhausto pues había vagado por mucho tiempo y no había cenado. No quise hacerlo, solo quería dormir; así que dejé el libro sobre mi escritorio, cerca de mi cama y me recosté. No supe más hasta que, según supe luego, cuatro horas después, me desperté al escuchar unos vidrios romperse y algunos pasos súbitos, que iban en todas direcciones dentro de mi habitación. Para cuando tuve el valor de levantarme a ver qué sucedía, solo pude ver una ventana rota, vidrios en el piso y un desorden en mi casa. Instintivamente miré al escritorio buscando el libro y éste no estaba, me acerqué a la ventana y miré una sombra que se alejaba rápidamente. Sigo sin saber por qué, pero salí corriendo, tratando de no ser detectado. Seguí a la sombra por algunas cuadras hasta que llegamos a una sombría biblioteca a la cual la sombra ingresó por la parte de atrás. A partir de aquí tuve más cuidado: ingresé por la parte trasera y vi unas escaleras que descendían precipitadamente, llegué luego a un salón con estanterías repletas de antiguos libros, frágiles y empolvados, como si el sitio no hubiera sido visitado en años, continué. Llegué a la puerta de un salón donde había unas diez personas con capucha y túnicas, formadas en círculo alrededor de un objeto semejante a un cubo de color oscuro tal vez de un

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metro de alto, todos los congregados miraban hacia abajo silenciosos, casi melancólicos. Enigmática era la figura cúbica, evidentemente no había sido labrado por la madre naturaleza, pero me negaba a pensar que los aberrantes grabados que en sus caras poseía habían sido colocados ahí por mano humana. Parecía muy antiguo.

Me quedé mirando desde la puerta, que por mi bien, yacía a una distancia prudente como para no llamar la atención al asomarme desde ella, y procurando no ser visto, miré como inició aquello. Uno de ellos sacó de su túnica un libro, mi libro, y empezó a leer en un dialecto extraño, era una fonética casi animalesca, con sonidos guturales y nasales repetidos y cortantes, que empezaron a inquietarme. Pronto todos los reunidos empezaron a repetir los sonidos, y en ese momento miré el cubo oscuro, y cómo de entre sus ranuras, emanaba un extraño vapor

grisáceo que se empezó a densificar. El recinto quedó completamente lleno por el extraño vapor y apenas veía a las personas del lugar. Dentro de mi cabeza creí escuchar que alguien hablaba, era un sonido como el dialecto de antes, animalesco, pero creí entender lo que decía: “Quitaos vuestras vestiduras” Todos los presentes se quitaron las capuchas y túnicas y quedaron desnudos. Descubrí entonces que la mayoría eran varones, había una mujer nada más. Mientras tanto, del cubo emergió una silueta grande y robusta, difusa para mis ojos por la densa capa de vapor, pero muy clara para los congregados, según supuse, que extendió lo que me pareció un par de alas. Hubo un silencio sepulcral solamente acompañado por una respiración intensa y violenta. Creí escuchar algo más: “Este sitio no es adecuado. Hacedlo de nuevo en el Castillo. Construidlo primero”

Decidí irme, era demasiado para mí.

Salí corriendo y me fui a casa. Jamás volví al lugar. Unos días después regresé al anticuario y me topé con que lo habían asaltado, el anticuario había fallecido y su hijo también, ambos apuñalados, pero del lugar nada había sido extraído. De regreso a casa pasé por lo que hasta hace unos días había sido un terreno vacío, se había iniciado la construcción de un edificio frente a mi casa. Pregunté a los obreros y resultó que la construcción era dirigida por un croata. Mi corazón se oprimió al saber que su arquitecto, un español, había llamado al edificio “El Castillo de los Caídos”. Recordé con vivacidad la escena bajo la biblioteca, con los encapuchados y la bestia emergiendo del cubo, rugiendo “El Castillo”, “El Castillo”.

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el nuevo mundopor YULY BRENES

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Todo el tiempo lo mismo

¡Luis,Mirá!

¿Fuego?

Las alarmasestán sonando...

bumbum

bumbum

bum?

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Voy apreguntarle a él si

sabe algo

disculpa...

¿Qué están haciendo aquíafuera?

¿No han escuchado que espeligroso?

todos están yendo a laiglesia a buscar refugio.Algo está cayendo delcielo, pero nadie sabe

qué es

¿A la Iglesia? Sí, es seguro yahí van a dar más

información

deberíamos irallí, entonces...

No esseguroaquí

Tenés razón.Tenemos que irnos antes

de que el fuegose propague

Vamos, mi niña.No hay nada que temer,

Tranquila.

Algo grave estápasando, si las alarmas

de la ciudad estánactivadas

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Voy apreguntarle a él si

sabe algo

disculpa...

¿Qué están haciendo aquíafuera?

¿No han escuchado que espeligroso?

todos están yendo a laiglesia a buscar refugio.Algo está cayendo delcielo, pero nadie sabe

qué es

¿A la Iglesia? Sí, es seguro yahí van a dar más

información

deberíamos irallí, entonces...

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42¡¿Qué estápasando?!

¡mi casa se quemó!

¿Por qué estamosaquí?

¡nadie nosdice nada!

hay mucha gente

acá estamosa salvo

tranquila, todo está bien

¿Qué es eso?¡Las ventanasse rompen!

¡se fuela luz!

¿Quéocurre?

¿oyeron eso?

shhh...

todo estará bien, ¿verdad?

crackcrack

mami...

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mami...

tengo miedo

continuará ...

¡¿Qué estápasando?!

¡mi casa se quemó!

¿Por qué estamosaquí?

¡nadie nosdice nada!

hay mucha gente

acá estamosa salvo

tranquila, todo está bien

¿Qué es eso?¡Las ventanasse rompen!

¡se fuela luz!

¿Quéocurre?

¿oyeron eso?

shhh...

todo estará bien, ¿verdad?

crackcrack

mami...

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NEGROpor ANDREA BRAVO

Lejos de la entrada, veo la burocrática fila para ingresar. Hospitales. Los labios de la gente alrededor parecen dormirse, desaparecen: callan y tiemblan. Cuando el silencio se adueña de un espacio, ni la más elocuente nota armónica se anima en emerger. Entro a la fila.

Treinta minutos de espera. El guarda de seguridad nota las ilógicas reglas para ingresar, o en otras palabras: descubre a la política disparatada. “Siga la barra amarilla, luego suba al segundo piso. Cama ochenta y tres.” Caminé. Junto a la sombra de mi hermano y la mía, nos acompañó la timidez de los faros de luz ubicados a lo lejos. Eran las seis y diez de la tarde. La barra amarilla parecía nunca acabar; intentó desviarnos de las energías dominantes de un hospital oculto y sencillo. Se comenzaron a separar muros, y las puertas iniciaban su desfile arquitectónico. Muros viejos color crema, lozas blancas y rosa pastel, alarmas de emergencia. No

hay ventanas. Las escaleras: laberintos sin fecha de extensión. Infinidad inquietante. La luz desaparece. Mi hermano sugiere subir los escalones primero. Nuestras sombras nos abandonan, un indicio de que su portal de proyección desaparece. Oscuridad, de nuevo entra Silencio.“No deberías subir”, dijo mi hermano. Estando en esas escaleras, llenas de luz negruzca, recordé ese chisporroteo de mi piel conectándose con algún espacio. Mi pelo se congelaba, y mis ojos desaparecen para darle paso a mi poder energético dentro del ambiente. Casi que sin querer, me convierto en índigo. Aura.

Las escaleras desaparecieron. Mi cabeza, mi cuerpo y casi que toda yo se hicieron pequeñas y mis manos comenzaron a percibir. “Este lugar no me gusta. No es por acá. Vámonos”, dije. Mi hermano, ya investigando arriba de donde me encontraba, reaccionó: “¿Qué sentís?”

“No quiero subir. Nada más vámonos.”

Mis ojos casi se nublaron, pero ellos ya estaban bastante rotos. Mis pies bajando las gradas, temblaban y se pisaban entre sí, una caída era la última de mis suertes. Supe que las lozas ya no eran las mismas lozas. Las paredes color crema ya no saldrían de mi cabeza, cuerpo: de mi piel. Mi mente controlaría por siempre las escaleras de cualquier lugar, y cuando menos lo pensara me sensibilizarían de nuevo. Mi hermano bajó y me vio quedita en el pasillo. Tomé una foto .Las fotografías no dicen mucho en algunas ocasiones, en otras veces dicen tanto que dan ganas de agarrar dicha imagen y abrazarla como si se tratara de una persona.

Caminamos, buscando algunas escaleras que nos hicieran salir de ese lugar. “Esto es un sótano, las escaleras de los pisos son aquellas”- dije. Mi hermano caminaba tranquilo, mientras yo me sujetaba a mí misma intentando darme calma. Darnos calma. ¿Nadie nunca

“Sentí lo que sentimos cuando alguien muere: La congoja, ya inútil, de que nada nos hubiera costado haber sido mas buenos. El hombre olvida que es un muerto que conversa con muertos.”

-There are more Things, Jorge Luis Borges.

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se dio calma a sí mismo? ¿No? Las escaleras continuaron, esta vez porque los ascensores rotulaban un “Ascensor de elementos tóxicos”. Ese instante me perturbó, en el sentido de que los rótulos de advertencia siempre causan una intriga, una sensación de algo siniestro y en un hospital es casi que pensar en negro: en la nada. Cuando al fin encontramos el pasillo, y las escaleras indicadas, me quedé de pie por un momento antes de buscar el número de cama:

Gente llorando, gente sentada, gente de pie, gente con batas, gente con sacos para agudizar sensaciones: gente con gente. Pasillos llenos de máquinas, coches con cenas gestuales, aparatos médicos colgando: hospital. Enfermeras discutiendo, doctoras con tacones, doctoras con tennis, doctoras con gabachas blancas, doctoras con vestido, doctoras con pantalones: imagen. Paredes sin pintar, paredes claras, paredes pastel, paredes con luz, paredes sin luz, paredes: ambiente.

Mis pies quizás exageraron, mis manos tal vez se debilitaron, mi energía quizás se agotó: pero sentí. Las posibilidades extremas de percepción existen.

Cuando camino dentro de algún lugar cargado de Todo, termino sintiéndolo todo. Cuando salgo de un lugar cargado de Nada, me quedo con la cantidad de nada que encontré. No es por ser hospital, no es por ser un pasillo oscuro, no es por ser una gran cantidad de escaleras con oscuridad, no es porque me den miedo los doctores y la medicina, no es porque me asusten las clínicas: es porque soy yo, y porque mi energía simplemente sabe sentir. Mucho.

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2015Costa Rica