Soy dix-leso? por Papelucho

Marcela Paz

1975, MARCELA PAZ Inscripcin N 42.428, Santiago de Chile.

SUCESIN ESTER HUNEEUS SALAS (Hernando de Aguirre 1643, depto, 141, Santiago de Chile)

Derechos de edicin reservados para Chile por Editorial Universitaria, S.A. Mara Luisa Santander 0447. Fax: 56-2-2099455 Santiago de Chile.

ISBN 956-11-1196-9 Texto compuesto en tipografa Palatino 12114

Se termin de imprimir esta TRIGSIMA QUINTA EDICIN, de 10.000 ejemplares, en los talleres de PROSA S.A., Av. Vicua Mackenna 1870, Santiago de Chile, en diciembre de 2001.

CUBIERTA: Ilustracin de Marta Carrasca Bertrand.

ILUSTRACIONES: Marta Carrasco Bertrand, inspiradas en los dibujos de Marcela Claro Huneeus.

DECLARADO MATERIAL DIDCTICO COMPLEMENTARIO DE LA EDUCACIN CHILENA TA LA ENSEANZA DE LA ASIGNATURA DE CASTELLANO A NIVEL DF SECUNDO CICLO DE EGB, SEGN RESOLUCIN Nu 05/480 DFL 17 DE MAYO DE 1995, DF.I. MINISTERIO DE EDUCACIN.

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Al salir de clase me llam la Srta. Brigitte y me entreg una carta.

-Papelucho, dale esta carta a tu mam. Maana me traes este sobre firmado por ella. Entendiste?

-Claro que entend -le dije- y tambin le puedo traer ms sobres si no tiene.

-No -dijo ella con cara de odio-. Quiero este sobre firmado.

Me lo ech al bolsn y me vine pensando en que seguro que ella quera felicitar a mi mam por su hijo. Para qu otra cosa podra escribirle? Me senta como liviano por dentro, con esto de que la mam de uno tenga un hijo tan choro que soy yo. As que llegando le entregu la carta y mientras ella lea yo me qued esperando el abrazo o cosa por el estilo.

Pero nada.

Mam lea y lea y su cara se iba poniendo arrugativa y sulfurosa.

Por fin termin y me qued mirando sin hablar. Sus ojos parecan dos metralletas mellizas. Yo me re, siempre esperando alguna cosa.

-Anda a jugar -me dijo sin abrazarme y tampoco me dijo: "Anda a hacer tus tareas" como otras veces. Algo raro pasaba.

Al otro da, cuando yo iba saliendo, me ataj:

-Hoy no vas al colegio. Te voy a llevar al mdico -me dijo.

-De qu estoy enfermo? -pregunt-. No me duele ninguna cosa ni tengo pintas por ningn lado. Apenitas las costras de mis rodillas...

Era mejor no alegar. Total me ligaban vacaciones sorpresosas.

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Y en la tarde fuimos al doctor. Era un seor bastante preguntn, que se haca el simptico por fuera, pero se notaba que era chueco por dentro.

Me martill las costras y otras cuestiones con un martillito lindo. Y mientras hablaba y hablaba con la mam se martillaba su otra mano. Yo pensaba qu pasara si en vez de su mano gorda se martillara el tremendo grano que tena en la nariz? Pero apenitas se lo rasc y sigui dale que dale hablando de "este nio".

Trat de entender lo que decan, y casi lo entend. No estoy bien seguro si la cosa es que soy superdotado o viceversa. Menos mal que adems parece que soy dix-leso, que es algo muy choriflai y como distinto. Y tampoco me importa mucho ser as.

En todo caso con este asunto, el pap y la mam hablan y hablan de m, van al colegio a ver a mi profe y vuelven furiondos con ella y siguen alega que te alega. Total el pap dice que sera bueno que la Srta. Brigitte fuera a ver a su doctor porque es una ertica y calumnienta.

De todos modos yo tengo mi enfermedad propia y nadie me la quita.

Pero en la noche, me desvel. Porque claro, en el da a uno le gusta ser enfermo y en la noche no. As que me fui donde mi pap que roncaba frente a la TV y le apret la nariz porque es el nico modo de despertarlo. Y antes de que se enfureciera, le dije:

-Pap, te compadezco de tener un hijo enfermo.

-Gracias! No te preocupes... -y otra vez cerr los ojos.

-Quiero saber si mi enfermedad se pega -le remec bien el brazo.

-No. De ninguna manera... abri los ojos y me mir turnio.

-Entonces por qu no voy al colegio?

-Es mejor que descanses unos das.

-Eso quiere decir que no necesito estudiar ms? No volver al colegio?

Me estaba dando cototo de no volver en jams de los jamases y perder para siempre mi chicle del escritorio, mi gusano de seda y el membrillo que tengo madurando.

-Volvers apenas te mejores -dijo el pap consolativo.

-Cmo voy a mejorarme si no me dan remedios? Me van a operar?

-No, no, no. Ni operacin ni remedios. Puramente unas clases de atencin.

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-Clases de atencin? No entiendo...

-Eso! -clam electronizado-. T no entiendes algunas cosas simples. Con unas pocas clases te mejoras -y me palmeteaba todo entero.

-Me mejoro de qu?

-De lo que tienes, claro...

No se atrevi a decirme el nombre de mi enfermedad. Pero yo s que es dix-leso. La mitad de la palabra lo dice y la otra mitad?

Me volv a la cama. No haba entendido nada de lo que me dijo el pap. Esa es mi enfermedad. Soy dix-leso y me voy a mejorar. Ahora que lo s, ms vale dormir.

A lo mejor despierto sano.

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Me despert con esa cuestin de felicidad como de que maana es mi cumpleaos. Y como no era, me acord de que estaba enfermo. Pero sin remedios. Y tambin sin colegio ni tareas...

Por fin poda hacer mis inventos urgentes, antes de que los hiciera otro. En el colegio no hay tiempo, as que con estas vacaciones enfermosas me iban a resultar.

Pesqu mi diario y me trep en el peral donde nadie molesta. Y anot todo antes que se me olvide.

Invento 1. La churrasquera jugosa. Ahora que no hay carne podra ser la solucin mundial. Funciona en un helicptero a bajo vuelo que al pasar por un potrero donde hay vacas se da vuelta de carnero y con sus hlices le saca una tajadita a cada vaca. La vaca ni se da cuenta y al otro da est sana. As no muere jams el animal. Automticamente cae la carne sobre el motor caliente, se achurrasca y el copiloto la mete en el pan.

Invento 2. Zapatos electrnicos. Tienen tres velocidades y sirven en vez de micro o bicicleta. Es pura cuestin de un alambrito de contacto en el taln del zapato y dos pilas en el bolsillo. Ms o menos como los aparatos que usaban antes los sordos. Es un invento barato y fcil.

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Invento 3. Aspirador ventilante. No lo alcanzo a inventar hoy. Es algn aparato que le quite de la cabeza a los papas ancianos sus pensamientos problemosos. Funcionando tres minutos a mil revoluciones les quitara la arruga de la frente y los dejara listos para contestar las preguntas que uno hace. Y con cinco minutos les daran ganas de jugar o cosa por el estilo.

Ahora cuando vuelva al colegio, no voy a tener ms que una cosa en qu pensar, o sea podr estudiar y or lo que dice la profe.

Resulta que cuando baj del peral, ya haban almorzado y apenitas me dio mi almuerzo, la Domi se larg porque le tocaba salida, y me qued rotundamente solo.

No porque uno es dix-leso se ha de aburrir. Uno se aguanta un rato haciendo inventos, pero tambin se cansa. Y como uno no es ni guagua ni viejo no se entretiene mirando moverse las hojitas de los rboles o viendo pasar los autos...

Cuando uno est solo no hay ms que dos alternativas: o lo pasa uno astronuticamente bien, o se aburre. Y si lo pasa astronuticamente bien hay dos alternativas: o lo sigue pasando mejor o se friega.

Porque estar en la misma gozadura es igual que aburrirse.

Pero lo malo es que si uno trata de pasarlo mejor, entonces lo pasa peor. As que es mejor tratar de pasarlo peor y como lo est pasando un poco mal, lo pasa mejor. Porque total no puede pasarlo peor...

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Jtjntonces me sent en la vereda a esperar "algo". Dios siempre tiene lstima de los lateados, pens. Y resulta que en ese mismo momento vi un Peugeot blanco con dos chascones que no podan hacerlo partir.

Y me acerqu a mirar.

Haban abierto el cap y le metan dedo a cada cosa.

-Qu quers, cara'e chicle mascao? -me dijo uno.

-Lo que le falta es bencina -dije, por decir algo.

Los chascones se miraron. Olieron el motor y se secretearon.

-Tenis un tarro? -pregunt uno.

-Hay bomba bencinera cerca? -pregunt el otro .

-Tres cuadras para all y dos a la izquierda. Pero no tengo tarro ni puedo salir porque estoy enfermo -contest definitivamente.

Se miraron y se secretearon de nuevo.

-Podras cuidar el auto mientras vamos a buscar bencina?

Me abrieron la puerta y me sent al volante. Ellos partieron peleando. Yo los mir alejarse bien contento porque podra entretenerme harto jugando a ser taxista.

Pero no dur mucho. Por la esquina apareci el carabinero que cuida a una senadora y se acerc con harto disimulo. De repente se qued perpetuo, mir mi taxi con cara maquiavlica y sac una libreta. Aparecieron sus dientes en violenta sonrisa y se plant detrs y ah qued para siempre.

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Yo lo miraba por el espejito retro no se cuanto, esperando...

Se acerc con frecuencia modulada y me mir de hipo en hipo.

-Es tuyo el cacharro? -pregunt sin soltar su libreta.

-Ojal -contest sonrisoso.

-De alguien de tu familia?

-Fro, fro... -dije jugando al Tugar. Pero a este carabinero no le gust la broma y abri la puerta del auto y se sent a mi lado.

-Dame las llaves! -orden muy seco.

-Es que no las tengo...

-Veamos el padrn.

-Vemoslo -contest registrando la guantera y demases. l me miraba con malos pensamientos. De repente se le acab la paciencia.

-Explcame lo que haces en un auto que no es tuyo.

-Jugaba a que era taxi y tena que llegar a Pudahuel a todo chancho...

-De quin es el auto?

-No tengo la mayor idea. Unos gallos no podan hacerlo partir y yo les dije que no tena bencina, porque no tena ni olor...

-A ver si me das sus nombres.

-Eran dos lolos chascones y rotundamente desconocidos.

-Eres un loro bien amaestrado -dijo-. Sabes de algn telfono cerca?

Le mostr mi casa. Se sac el quepis y se rasc la cabeza. Tena algn problema. Se acerc a la puerta de calle, volvi al auto, otra vez a la puerta y volvi donde m.

-Si es tu casa, llama a tu papi -dijo.

-En primer lugar no tengo papi, sino pap y en segundo, sali y en tercero, no hay nadie.

Otra vez se levant el quepis y se rasc. Se puso violentoso.

-Ven conmigo al telfono -dijo tomndome del brazo, as como llevndome preso.

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Entramos.

Cuando uno entra en mi casa llevado por carabinero, ella se ve distinta. Casi desconocida. El telfono era annimo. Marc un nmero y no son ocupado.

Con voz de "mvil 3" dijo:

-Aqu sargento Bentez. Ubicado el Peugeot robado anoche. Mande gra y refuerzos. S. Hay un detenido -y dio mi direccin.

Entonces no ms me cay la teja y mis piernas se pusieron electrnicas. Pero qued frenado, y tragando saliva.

-Oiga -le dije- va a detener a los chascones?

-Por supuesto. Y si no aparecen ellos, te vienes t conmigo...

Mi saliva estaba espesa, pero me la tragu otra vez.

-Tienen que volver. Cmo van a dejar perderse un Peugeot blanco?

Me mir igual que el doctor, as, harto rato. Creo que se dio cuenta que soy dix-leso. Entonces trat de convencerlo de lo contrario.

-Yo les di la direccin de una bomba bencinera bien lejos -le expliqu-. Quera que se demoraran para poder jugar al taxista. Claro que apenitas se fueron lleg usted y... -trat de sonrer.

Otra vez se levant el quepis y se rasc la cabeza y me mir perpetuo. Por fin dijo:

-Puedes jugar al taxista ah en el auto, por si vienen. Yo espero aqu en tu casa para que no me vean.

Me fui feliz al Peugeot, pero al subir, pens que cuando uno es dix-leso hace leseras, as que hice lo contrario. Volv donde el sargento.

-Usted puede esperar en la puerta -le dije-. Yo no tengo confianza en nadie.

En vez de enojarse se ri.

Apenitas me haba instalado en el volante cuando son la sirena del patrulla. El sargento apareci ipso flatus y le indic al patrulla que torciera por la calle del lado. Chirriaron frenos y la gra que traa a la rastra por poco se viene encima. Pero no se vean de mi auto. El sargento torci tambin por la esquina para conversar con ellos. Yo esperaba.

Ya me quedaba poco rato para seguir jugando, as que me imagin que yo era los chascones y arrancaba de mis perseguidores a mil por hora. Pero se me cruzaban ideas raras. "Los chascones no han vuelto -me deca-. Es sea de que vieron al carabinero y no volvern. Qu va a pasar entonces?".

-He credo en tu palabra -dijo una voz a mi lado-. Seguiremos esperando a que vuelvan los ladrones del auto. No te muevas del volante... -dijo el sargento y desapareci por la esquina.

Ya no me resultaba mi juego. Tena tentaciones de largarme. No me gustaba ser cebo, ni siquiera para ladrones de auto.

"No te pongas nervioso" -me dije-. "Total, si hay que esperar pnele tinca al juego..." y me obedec. Enganch primera y le tirone botones y cosas con furor. Dio un brinco el auto y parti.

Apenitas le alcanc a hacer un quite a una citroneta, cuando me vi alcanzado por el patrulla.

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Fren tan fuerte que se me enganch una oreja en el embrague. Cost bastante sacarme del enredo. Todo se volvi pesadilla y confusin. La gra enganch al Peugeot y lo levant de la cola. El sargento cerr de golpe la puerta de mi casa y se instal en el volante del patrulla. Me hicieron sentarme a su lado y un teniente a mi otro lado.

Ni vala la pena preguntar si me llevaban preso. Y me caa remal porque la otra vez me aburr rotundamente. Trat de pensar que por lo menos iba en patrulla con gra y Peugeot robado, y eso era un poco choro.

Y fue mi ltimo pensamiento, cuando...

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Por suerte Dios hizo el son contradictorio de esta vida y pasa al revs de lo que uno cree que va a pasar. La cosa es pensar en algo que no le gusta, y entonces fijo que resulta algo choriflai. Por eso segu pensando en la comisara y hasta en el calabozo, cuando zzazz! prum! chuzaz!

Chocamos.

Unos brincos, la cataclptica sonajera de latas, la polvareda y eso de no saber ms lujuriosamente nada...

Bueno, en vez de ir a dar a la comisara, fui a dar a la posta central.

Cuando abr un ojo mi teniente Albornoz chorreaba sangre en la cara y yo no chorreaba ninguna cosa. Todo se volva enfermeros, algodones, camillas en carrusel y viceversa. Olores y enmascarados que a uno lo dejaban esterilizado y sin moverse jams.

Ah me qued tan quieto como don Pedro de Valdivia, pero sin caballo.

Uno est como estatua pero sigue chocando y chocando de memoria, igual que un disco pegado. Hasta que por fin se le acaba la cuerda a la cabeza y poco a poco se empieza a preocupar de otras cuestiones y se acuerda del Peugeot blanco, de la cara que pondra el pap con su hijo desaparecido, de la Domi que no tena llave para entrar, de los chascones y su tarro con bencina, etc. Y entonces tambin me acord de mi enfermedad y me dio el tremendo susto que con el choque se me hubiera sanado. Qu iba a hacer sano cuando me resultaba mejor estar dix-leso?

Ya no estaba en el Quiro no s cunto, sino que en un cuarto chico con puras dos camillas: la ma y la de mi teniente Albornoz. Una luz roja y suave oscureca el blanco de las cosas. No haba nadie cuidndonos.

Baj de la camilla altiplana y me acerqu a la de mi teniente. El suelo era medio blando y poco firme pero la camilla estaba cerca y no me ca.

-Hola teniente! -le dije para animarlo.

No entend su saludo porque su voz era algodonosa y sala debajo de un cerro de dem. Por si quera agua le ech un vaso encima de los algodones y se la tom sin moverse. Apenitas caba en la camilla porque sobraba por todos lados. Pens que le dola la cabeza, busqu su gorra y se la puse para sujetarle los remecidos sesos. Entonces movi la mano y se destap un ojo.

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-Parece que chocamos -le dije alegremente.

-Hum -respondi siempre algodonoso.

-Sera bueno salir de aqu no cree? Estamos igual que secuestrados... Le gustara que lo lleve a tomar aire?

Se destap el otro ojo y me lo gui picaronamente.

Comprend.

Abr bien la puerta y enganch primera empujando la camilla. Aunque era tan grandote mi teniente, rodaban suavecitas las ruedas por el pasillo rojo y antes de que alguien nos viera corr hacia un ascensor. Apret el botn y la puerta se abri rotundamente. Cabamos al pelo. Mir el tablero con nmeros y pensando en la salida, apret el que tena una S en vez de nmero.

Bajamos como un chifle ni s cuntos pisos, pero por fin llegamos, con un buen salto que hizo abrirse la puerta y antes de que se cerrara saqu la camilla con teniente y todo.

Igual que arriba, tambin era todo rojo, un rojo con ruidos y aires calientes, pestaeteos y pitos marcianos. Tneles por aqu, tneles por all como meterse por dentro de las ramas de un rbol. Pero ni una sola flecha ni letrero ni puerta que dijera salida.

Corra con mi carricoche arrancando del calor zumbn: un tnel daba a otro entre tripas de gigante. Todo era annimo, potente, sulfuroso, desconocido. Me chorreaba la traspiracin y la gorra de mi teniente se iba poniendo oscura y goteadora. Zumbaban las calderas diablicas rugiendo su olor de submarino. Arrancaba de un tnel y me meta en el otro...

Pens que estaba aturdido todava o quienz me haba muerto y sin querer estaba en el propio infierno...

Mir a todos lados, pero no vi al diablo. Un infierno sin diablo no resulta...

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Mis piernas sudorosas temblequeaban y empec a tener miedo de tener miedo. A lo peor bamos a reventar de calor mi teniente y yo... Quienz si nos estbamos derritiendo como las velas.

Me afirm en la muralla para destemblar mis piernas y ech atrs la cabeza violentse. Sent un dolor redondo en la cabeza y al tocarlo descubr que haba apretado un botn en la pared. El suelo dio un tiritn con remezones y comenz a elevarse conmigo y mi teniente. Una puerta de reja sali de ninguna parte. Subamos y subamos y seguamos subiendo. Llegaramos al cielo ahora? Yo no tena muchas ganas de estar muerto...

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Y llegamos por fin.

Una mano invisible abri perpetua la reja y un chorro de aire nos sac con camilla y todo al "ms all". Ya no me preocupaba el asunto de estar muerto; por lo menos se no era el infierno y se poda respirar.

Haba estrellas y tambin haba luz. Uno tiene que acostumbrarse a la otra vida...

Mi teniente tir lejos los algodones de su cara, levant la cabeza y mir a todos lados. Su nariz se haba inflado y estaba roja y churumblica y creo que le dola tremendo, aunque no se quejaba.

-Dnde estamos? -pregunt con cara de recin nacido.

En vez de m, contest un ruido tremendo de alas acercndose...

Me dio carne de pollo pensar que era verdad y venan los ngeles a buscarnos. Yo no haba alcanzado a ser bueno de veras y ya no tena tiempo.

El ruido de alas retumbaba en las tripas y pareca cubrir el cielo entero. Yo me met debajo de la camilla, sin pensarlo.

Poco a poco se aquietaron las alas y en vez de ngeles un zancudo gigante se par en el suelo. Se abri una puerta y saltaron a tierra dos astronautas cualesquiera. Miraron a todos lados y sin decir palabra pescaron la camilla y conmigo debajo nos metieron al pjaro gigante.

El ruido de alas atron de nuevo y sent que se despegaba el suelo...

Ahora s que tena cortocircuito en los sesos.

Si habamos llegado al cielo dnde bamos ahora?

No me atreva a preguntarles si eran ngeles malos o eran buenos. Mi teniente me haba pescado la mano, pero se haca el muerto. El ruido de alas paternal y revoltoso no nos dejaba hablar y a m me daba tilimbre llegar al otro mundo sin alguien conocido. A Dios no le tena ningn miedo, pero tampoco lo conoca de vista. Y tambin seguro que haba cola con los montones de guerras, incendios, terremotos y muertos de este mundo. Cuntos aos durara la cola para entrar?

Mientras sacaba la cuenta se call el ruido de alas. Par en seco y tambin se par mi corazn.

Habamos llegado!

El silencio perpetuo era peor que el ruido. Yo estaba muerto por primera vez y le tena vergenza al ms all desconocido. Me habra gustado que estuviera conmigo por lo menos la Domi...

El silencio era atroz. O son sordos los muertos?

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Justo entonces se revolvieron las alas un momento. Y otra vez el silencio. Pana de batera? pens y entonces me cay la teja: no era un portangeles sino apenas un helicptero. Y mi teniente y yo estbamos vivos!

Yo creo que habamos resucitado, que es como nacer. Total uno llora de la pura alegra.

Alguien trat de nuevo de dar vueltas las alas. Se oyeron garabatos y se abri una puerta. Dos gallos saltaron fuera. Era noche y haba luz de luna. Vi alejarse sus sombras por el infinito.

-Qu te pasa? -o una voz a mi lado. Era mi teniente sentado en camilla y con los pies en el suelo.

-Cre que estbamos muertos -hip-. Dnde estamos?

-Ya lo averiguaremos...

Trat de levantarse pero cay sentado en la camilla. Tena la cara un poco rara en la oscuridad.

-Estamos secuestrados? -pregunt.

-Podra ser. Es millonario tu padre?

-Ni siquiera jubilado... -dije desprecioso.

-Claro! Ahora recuerdo. T eres ladrn de automviles.

-No, seor! -clam furiondo-. Yo estaba cuidando un auto, que es distinto. Y no porque Ud. es teniente me va a insultar. Soy muy rabioso.

Mis manos se apretaron con ganas de apuetearlo, pero el teniente estaba herido y con la nariz fallecida. Le di una mirada terrorista y nada ms.

-Qu haremos? -trat de levantarse otra vez y se qued afirmado en su camilla.

-Si Ud. no sabe, menos lo s yo. Porque lo que yo pienso fijo que es equivocado. No ve que soy dix-leso?

-Y eso qu es?

-Una cuestin especial.

-Eres chistoso?

-Ah es donde est lo malo: creen que soy chistoso cuando hablo en serio.

Nos miramos en la oscuridad.

-Me parece que tu enfermedad no es del cuerpo -dijo.

-Oiga, mi cabeza es de mi cuerpo y no porque yo pienso ms ligero que mi carrocera voy a ser leso. Dix quiere decir no en otro idioma. Ud. me entiende no?

-S -dijo pensaroso-, y creo que vale la pena que tratemos de dormir. Nos han pasado muchas cosas, estoy machucado y es plena noche...

Se recost otra vez en la camilla y yo me acomod en un rincn entre unos sacos bastan te duros...

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Una sirena de buque me sac de mi sueo. Ese sueo tremendo en que ramos nufragos en el fondo del mar, un mar muerto, yo creo. Aunque el submarino hundido no se mova, resoplaba su sirena angustiosa pidiendo socorro.

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Abr los ojos y vi que era da claro. Sin mar rugente ni pulpos terroristas. Poco a poco el submarino se convirti en el viejo helicptero desfallecido y su motor tormentoso eran los puros ronquidos de mi teniente.

Pero otra vez sonaba la sirena de buque en alta mar...

Mir afuera. Por la ventana empaada asomaban unos tremendos ojos maquiavlicos, estupidizados de odio. No pestaeaban jams.

Salt y me levant. Remec a mi teniente.

-Hay un monstruo marciano! -clam triunfante-. Nos espa!

-Qu? -su cara hinchada no estaba an despierta.

-Ah! -le apunt todo entero tartamudo-. Dispare, por favor!

Mi teniente busc su metralleta, pero no la tena. Se la habran robado. Ahora l era un cualquiera, tan tarado como yo, pero con menos susto.

Se acerc al ventanal y entonces solt una risotada churumblica. No se haba redo nunca antes, as que me tilimbr.

-Qu qu qu pasa? -segua tartamudo.

-Es una vaca -contest calmante.

-Una vaca? Una vaca marina? -yo estaba todava enredado en mi sueo.

-Estamos en un potrero... Aterrizamos anoche no te acuerdas?

Claro, ahora me acordaba. Y tambin me convenca de que lo otro era sueo. Uno no tiene confianza en lo que piensa cuando dicen que es dix-leso.

Cuando se pasa el susto, viene el hambre. Mis tripas sulfurosas sonaron como trompetas del juicio final.

-De lo que me acuerdo es que hace tiempo que no como -clam furiondo.

-Tambin yo estoy muerto de hambre -dijo el teni. Pero en los helicpteros hay siempre una sanguchera...

Me acord de mi invento y chorreando jugos sabrosos de esperanza me largu a escarbar en los rincones. Haba una sanguchera, pero uno sabe que los piratas areos siempre disfrazan sus cosas, as que la despreci. Haba una bomba de fabricacin cocinera que ola a queso y arrollado, y pens al tiro que ah estaba lo bueno. La tom, la ol y me chorrearon los jugos hasta el cogote. Y me largu tenebroso a escarbar la sanguchera disfrazada.

Justo cuando haba pescado el resortito abridor, una mano inmensa me arrebat el tesoro y antes que pudiera defenderlo, mi teniente Albornoz lo disparaba lejos por la ventanilla de la vaca curiosa.

Habramos quedado atmicos si no lo hubiera hecho...

Volamos por el cielo revueltos con cuestiones sulfurosas, repuestos y bujas que no se encuentran ni en el mercado ms negro. Vi pasar la gorra de mi teniente, vi a Dios de pasadita pero El no me reconoci. Vi tambin lo chico que es el mundo cuando uno lo mira desde el cielo.

13

Pero bajamos. Yo vena montado en mi teniente, agarrado a su cogote y aterrizamos bastante lejos de la fogata, que se haba convertido el maldito helicptero. Llamas y humo y explosioncitas volcnicas seguan disparando repuestos y dejando la crema. El pasto arda por aqu y por all, y entonces me acord de la pobre vaca.

Pero apenitas haba pensado en ella la divis corriendo a todo chancho por la llanura. Se haba salvado! Aunque encontr ah cerca uno de sus cachos...

Con el humo y los olores reventosos se haba pasado el hambre. Me desmont del teniente y los dos apretamos a correr para alejarnos del fuego.

No habamos corrido mucho cuando se oy otro estallido ms rotundo y vol la hlice gigante, neumticos y fierros retorcidos como cachirulos.

A la vaca le haba cado de collar un neumtico y sus ojos miraban con envidia la mano con que yo haba recogido su cacho. Sent como un mandato y corr donde ella y con saliva le pegu su cacho. Yo saba que los injertos pegan bien cuando estn frescos. Y as supe que voy a ser doctor porque sent por dentro algo como radiante. Tambin la vaca me tom ese amor de ''muchas gracias" que le toman a uno los animales cuando uno los entiende.

Y no tengo que estudiar demasiado porque ser famoso a los quince aos. Hay tantos animales en los que puedo hacer prctica y hasta puedo pegarle las patas a las moscas cojas, que son muchas.

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Con la cuestin de lo agradecida que estaba la vaca, aprovech para sacarle leche en un tubo. Mi teniente chupaba la punta del tubo y se serva as su buen desayuno. Y yo me serv el mo con la ayuda de mi teni.

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Nos habamos hecho tremendamente amigos y nos contbamos cosas de la vida y hasta secretos. Hay que ver lo entretenida que es la vida de un teniente de treinta aos enteros.

Caminbamos por aqu y por all esperando que se acabara el incendio, porque mi teni deca que bien vala la pena registrar las cenizas para encontrar alguna pista de los piratas que nos secuestraron.

-Total no nos hicieron nada -dije yo-. Para qu nos traeran aqu?

-Por equivocacin -explic mi teni-. Algo les fall en su programa o "alguien" se adelant y cambi las cosas...

-Ese alguien soy yo?

-Naturalmente. Quin te mandaba subirme a la terraza de emergencia de la posta central?

-As que Ud. se dio cuenta de todo lo que pas. Yo lo crea aturdido.

-Aturdido a medias. Pero no tena fuerza para hablarte... -dijo.

-Entonces Ud. cree que iban a secuestrar a otro?

-Por supuesto! Estaba todo arreglado. Como el secuestrado no les habl, decidieron dejarnos abandonados. Se estaban enredando demasiado...

Qued pensaroso. Pero entretanto se haba apagado el incendio y hasta el humo. Nadie haba venido a curiosear el incendio. ramos dueos de las ruinas y sus valiosos fierros retorcidos.

-La escabadura fue larga. Haba muchas metralletas chuecas y mi teni iba diciendo: "Hum!" cada vez que apartaba una. Tirbamos a un montn lo que poda servir, y entre ellas mi teniente casi no pudo tirar una marmicoc repesada y negrita de humo. Al tirarla se abri ex-plosionosa y vomit una cuestin como crema espesa amarilla y brillante.

-Lo encontramos! clam glorioso y me sujet fuertemente, porque se me iban las manos a probar lo que me pareca una mermelada.

-Es oro! Pero est fundido y caliente -su voz, era de padre eterno-. Tenemos que esperar hasta que se enfre -y me sigui sujetando.

-Hemos hallado un tesoro? -pregunt.

-Ms bien un problema -dijo con voz funeral.

-El oro siempre sirve -trat de soltarme-. Cul es el problema?

-El problema es pillar a los ladrones y devolver el oro a su dueo. Como t ves la marmicoc guardaba oro que derriti el fuego. Pero los que lo haban guardado ah van a venir por l. No se atrevieron a sacarlo anoche, por no despertarnos...

-Total es un tesoro ajeno... Podemos dejarlo tirado -dije aburrido.

-Un carabinero tiene obligaciones, Papelucho -dijo mi teni abotonando su chaqueta y ponindose duro. Pero le doli algo al enderezarse.

15

Yo tambin me puse duro. Un teniente necesita alguien a quien mandar. Apret mis talones y me achat las manos en el pop.

-Mande mi teniente! -dije esperando rdenes.

-Descansa! Ya te dir mi plan cuando lo tenga pensado...

Y se sent, en una piedra. Poco a poco se le iba deshinchando la nariz. Yo y la vaca lo mirbamos y veamos unas pocas ideas que le hacan cosquillas sin convertirse en "plan". El sol subi hasta arriba y comenz a bajar.

-Ya! -dijo de repente y se levant poco a poco.

Yo tambin me levant y lo segu.

Nos acercamos al problema, o sea a la olla con su oro derretido y l lo levant limpiecito en sus manos. Era una cuestin como "brazo de reina" medio chueco para un lado pero brillante que dolan los ojos. Se haba puesto duro como piedra.

-Tendremos que esconder nuestro "problema" hasta llegar donde el juez.

Entonces se sac los pantalones y yo mir a otro lado, con respeto. Qu ira a hacer desnudo? O se estara volviendo un poco loco?

Lo aguait con disimulo y vi que se haba sacado la camisa. La estaba haciendo tiras, lo que se llama tiras, largas, raras... Qu dira su seora cuando viera esa camisa? Nunca ms la podra componer.

Fue aadiendo las tiras, hizo un rollo con ellas y entonces tom la cuestin de oro y se la empez a probar por todos lados: primero en la rodilla, despus debajo de ella, en la pantorrilla, en la cintura...

"Pobre esposa del teniente con su marido loco" -pens yo.

Y dale con ajustarse el tesoro en cada parte del cuerpo. Despus volvi a probarlo detrs de la rodilla y comenz a vendarlo firme con las tiras de la camisa. Qued como enyesado, con la pierna bien tiesa y mucho ms gorda. Apenitas le entr la pierna del pantaln. Yo lo miraba sin preguntarle nada.

Ensay de caminar y cojeaba bastante. Pero por fin pudo dar unos pasos ms ligero y se ri. Yo me alegr por su seora, porque entend lo que l estaba haciendo.

Levant la marmicoc y le prob la tapa.

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-Ahora echaremos aqu lo ms pesado que encontremos -dijo y comenz a elegir los repuestos que caban en la olla. Cuando apenas se la poda, la cerr y fue a dejarla entre las ruinas quemadas, medio escondida.

-El ladrn vendr luego a buscarla -dijo sonrisoso-. Le estamos poniendo una trampa igual que a un ratn y si viene, lo pillaremos igual que al ratn...

Era chora la idea y me re de gusto por m, por la seora del teni y por la genial trampa.

-Ahora -dijo- tenemos que fabricarnos algn arma para defendernos cuando llegue el momento. A ver cul de los dos discurre mejor.

-Es un concurso? -pregunt.

-Es ms que eso. Nos va la vida si no sabemos cmo defendernos.

Y los dos nos sentamos en el pasto a pensar...

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No s lo que estara pensando mi teni. S puramente lo que pensaba yo.

-Las metralletas estn chuecas y cachirulientas. No sirven -me deca-. La bomba ya estall. No hay flechas ni lanzas. No hay ni siquiera escopetas...

Haba que inventar algo, y eso es lo que cuesta. Cada vez que se me ocurra un invento, ya estaba inventado y tampoco haba materiales para fabricar lo que inventaron otros. Yo me estaba gastando los sesos por las puras...

As que me dio por acordarme de la mam lacrimgena, de la Ji que me hace los mandados, de la Domi que soluciona todo y hasta de Javier, que es fregado. Ahora me hacan falta.

Yo s que en estos tiempos hay nios hurfanos porque los padres se divorcean o cosa por el estilo y tambin hay otros que se huerfanean solos. Lo que pasa es que uno no elige a sus papas ni a sus hermanos. Bueno, tampoco se elige uno. Esos nios no se acostumbran en sus casas. Pero yo s. Aunque algunas veces me senta infeliz, nunca fui desgraciado. Porque los desgraciados son los que no se la pueden, o sea que se latean.

Y yo no me he lateado en jams de los jamases ni me voy a latear tampoco.

-Qu te pasa Papelucho? -mi teniente adivin mis pensamientos-. No vas a concursar?

Remec la cabeza en no.

-No hay que desanimarse. Soy yo el que tengo que defender aqu. Creo que nos conviene hacer un rancho antes de que sea de noche y vigilaremos por turno para pillar al ratn. Mientras yo duermo t tienes que estar despierto y avisarme si ves venir a alguien...

-Y qu saco con avisarle si no tiene con qu defenderse?

-Hay maneras, aun sin armas. Para eso tenemos la cabeza.

Yo pens que si l crea defenderse a cabezazos adems de machucada que tena la cara, iba a quedar como un pur. Pero no dije nada, con la cuestin de mi enfermedad, prefiero callar.

Empez a separar fierros largos y chuecos y eligi uno para abrir hoyos en el suelo. Yo iba clavando los fierros; l estiraba latas y las iba amarrando ms o menos y el refugio

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iba apareciendo poco a poco. Yo creo que los hijos Albornoz deben ser muy felices de tener un pap genio. Porque el rancho result hasta con una ventanita con mira telescpica y apilamos dentro fierros picudos como lanzas y otros raros que nos serviran casi como armadura metlica. A m me estaba haciendo agua la boca porque llegara luego el asalto.

De repente me mostr una cuestin rara, gorda y pesada.

-Esta -me dijo- es nuestra bomba de hidrgeno. Cuando la vea el ratn, arrancar como el mismo diablo.

Yo prefer quedarme sin saber si lo deca de verdad o de mentira. Lo sabra cuando llegara el ladrn-ratn.

Nos tomamos otro tubo de leche cada uno y entonces me orden mi teni.

-Ahora te acomodas para dormir. Has trabajado bastante y tienes que descansar para estar bien despierto cuando te toque el turno de vigilar.

Me acomod en el suelo, en un rincn del rancho y al tiro me dorm.

Despert con un calor tremendo. Haba sol, era otra vez de da y las murallas del rancho estaban muy calientes. Mi teniente roncaba...

La vaca guardaespaldas no se vea por ningn lado. Haba desaparecido.

Me di un feroz estirn y con mi largo bostezo, se despert el teniente.

-Qu pas? -pregunt-. Por qu no me despert cuando me tocaba el turno?

-Fue intil remecerte y sacudirte -dijo bostezando y estirndose ms fuerte que yo-. Debo haberme dormido remecindote...

-No hay desayuno -le dije-. Desapareci la vaca.

Mi teniente se levant de un brinco, se aplast con la mano un "Ay!" que le sali de la boca, y cojeando se fue al montn donde dej escondida la olla maldita.

Desde lejos o sus garabatos.

-Vino el ratn y nos fall la trampa. Se llev la olla!

-Total, se acab el problema -clam yo bien contento-. Ahora podemos volver y no preocuparnos ms.

Pero mi teni tiene un carcter de Urquieta y puso cara taimada. Clav la vista en el suelo y se qued paralelo. De repente se agach y larg otro garabato.

-Esta maldita pierna -dijo como excusa, sobndose "el problema" que tena vendado en ella. Pero hay huellas! -y toc el pasto negro-. Huellas frescas que no son tuyas ni mas. Son distintas. Ven y mira...

Haba miles de huellas del ratn. Eran ms chicas que el zapato de mi teni y ms grandes que las mas. Se notaban claritas en el pasto quemado. Unas iban y otras volvan del lugar donde l haba dejado la olla misteriosa.

-Lo encontraremos! -mi teni se haba puesto radiante otra vez. Ya no le importaba que nos quedramos sin desayuno ni vaca-. Seguiremos la huella y pillaremos al ratn.

Tuve que tragarme mi hambre. Y entonces comenz el largo camino. El rastreo, lo llamaba l. Mis tripas sonaban sulfurosas y mi hambre se retorca nauseabundo. Pero rastreaba con l. -Aqu hay huellas de la vaca -descubr de repente-. Van detrasito de las del ladrn...

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-Obvio -dijo mi teni. . -Ud. sabe el nombre del ladrn? -pregunt.

-Naturalmente que no. Por qu? , -Me pareci que nombr a alguien -prefer cambiar de tema-. Usted es muy valiente porque busca al ladrn y no viene armado...

-Pero traigo mi bomba -mostr un tumor en el pecho y sigui su camino cojeando y traspirando.

Yo lo segua medio aturdido por la sonajera ambiental de mis tripas. Por eso ni me di cuenta cuando llegamos a un grupo de arbolitos. Estbamos en lo alto de una loma y por fin, all abajo, se divisaba un rancho. Y cerca de l nada menos que la vaca chueca y perversa. Pero me alegr verla. Tendramos desayuno? Era lo ms importante para m.

-Ah lo tenemos! -mi teni par en seco y enganch primera, casi sin cojear-. Adelante! -orden.

Me puse duro igual que l y camin a su lado, contando mis largos pasos. Me vena la idea que podran ser los ltimos. Al llegar a la vaca, mi teni sigui de largo, derecho al rancho. Yo habra querido saludarla y perdonarla si me daba su leche...

Pero mi teni avanz hasta la puerta y se desaboton la chaqueta. Quera que se le viera la bomba de hidrgeno.

Golpe. Mi corazn golpe ms fuerte que l. Se abri la puerta...

-Buenos das! -dijo abriendo una lola medio hippie-. Pasaron buena noche, aunque era dura la cama... -ri con miles de dientes. Yo los vi dormir cuando fui a buscar mi vaca...

Mi teni y yo le miramos con violencia los pies. Tena unas chalas idnticas a las huellas.

-Buenos das -contest seco mi teniente.

-Les ofrezco una taza de desayuno? Tuvieron mucha suerte al no matarse en un accidente areo..., pero estn machucados -y mir sonrisosa la nariz de mi jefe. Pero sigui hablando-. Mi marido vio caer el aparato y fue a dar el aviso al pueblo, pero no vuelve todava porque queda muy lejos.

Entramos. Mis tripas se alegraron porque haba olorcto de comida. Mi teni segua duro y antiptico, con los ojos clavados en la marmicoc que estaba en la cocina.

Ella adivin sus malos pensamientos y dijo:

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-Me la traje de recuerdo -mostr la olla maldita- porque a nadie le sirve y cuando llegan los jueces no dejan tocar nada.

Ofreci sillas y se afan calentando leche y pan. Sonrea todo el tiempo. Mi teni se sac la gorra y se sec el sudor. Y no se aboton la chaqueta. Yo estaba tilimbroso y trataba de decirle que se le vea la bomba.

-As que su marido vio caer el avin -dijo mi teni tal como si creyera sus mentiras.

-Lo vio caer y quemarse -nos estaba sirviendo un caf con leche y un pan caballo de rico-. Fue tempranito al pueblo a caballo a dar cuenta y entonces ech de menos la vaca y sal a buscarla. Y me traje la olla. Ustedes dorman como dos angelitos.

Aunque era mentirosa la lola yo le tena confianza, pero mi teni no. Quin tendra la razn?

---

Pas un rato, y otro rato ms, mucho ms...

Nos servimos dos desayunos mientras la lola se afanaba ordenando el rancho. Era un rancho distinto, con sof y cojines de colores, con 'posters' en la muralla y unos rifles, colgando por ah y hasta un mueble tapado con una manta de mil colores. Era como de revista y no de campo chileno. La lola estaba medio nerviosa y a cada rato se asomaba fuera a mirar si vena su marido.

Mi te aprovech una de sus salidas y le sac las balas a los rifles. Se las ech al bolsillo y aprovechando otra salida de la lola destap la olla y la tap de nuevo. Se sent.

-Ni se divisa Manuel -dijo la lola entrando. -Cunto demora ir a caballo al pueblo? -pregunt mi te.

-El caballo estaba manco; le faltaba una herradura. Lo menos un da si se ha ido al tranco. Pero all lo habr herrado y entonces al galope, sus tres horas.

Mi teniente estaba tratando de conversar. Yo s que no le crea nada a la lola. Yo tambin trat. -En qu trabaja l? -pregunt. -En la tierra, por supuesto -ri la lola. -Pero no hay herramientas y todo est tan limpio -alegu. Me pareci que mi teni me daba un pisotn. Pero no estaba seguro.

-Es cazador? -pregunt mostrando los rifles.

-Claro! -dijo mi teni. Cazar es el deporte campesino. Todo tranquilo y sin problemas se comen ricas trtolas y perdices... -y me plant una mirada con recado. El recado deca: "T te callas!" y me quit las ganas de hablar.

Y de repente, se abri la puerta y entr un cabro, chico y feo como yo. La lola peg un brinco, lo tom de un brazo, lo sac para afuera y cerr la puerta. De dnde habra salido ese chiquillo?

Mi teni aprovech que no estaba la lola y lo segu. Por un rincn de la cortina que haba en la ventana, la miramos. Ella le quitaba al chiquillo un papelito escrito y lo lea. En el mismo papel escriba algo y se lo daba al cabro que arrancaba corriendo... 5>

Elctricamente nos sentamos mi teni y yo, justo antes de que entrara la lola. Pero mi teni me alcanz a decir: "Qudate mudo y no preguntes nada!".

-Un recado -dijo la lola sonrisosa-. Nunca falta un chiquillo que viene a pedir algo por aqu.

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-Lstima que le quitemos su tiempo nosotros! -dijo mi teni-. Por favor haga como si no estuviramos... Debamos irnos, pero no sabiendo el camino y andando a pie no llegaramos nunca.

A la lola se le alumbr la cara.

-Eso mismo pens yo -dijo- y con el recadero le mand decir al vecino que se trajera su tractor para llevarlos. Vendr luego porque no est tan lejos. Mientras tanto voy a ordear la vaca que ya es hora.

Sac un balde, lo enjuag y me dijo al salir:

-Te gusta la leche al pie de la vaca? Te la dar tibiecita.

Y se fue.

Apenitas haba salido, mi teni comenz a levantar los cojines del sof-cama y sac de debajo una tremenda pistola. Vio si estaba cargada, le quit el seguro y se la ech en su cartuchera. Debajo de otro cojn sac una caja de balas y las fue poniendo en su cinturn. l es como adivino porque sabe dnde encontrar cada cosa.

-Puedo hablar ahora? -le pregunt en secreto.

-S -dijo con voz seca, pero uno vea que estaba pensando en otra cosa.

-Son ellos los ladrones, o sea el ratn?

-Creo que s... -se acerc al mueblecito, levant la manta y descubri una puerta. Haba ollas surtidas... Destap una y dijo: "Ahem!" y la tap de nuevo. Cerr la puerta del mueble y estir la manta.

-Creo que vamos a tener que defendernos -dijo-. Ese tractor de buena voluntad es alguien que viene a ayudar a esta lola a librarse de nosotros. Tratar que las cosas se arreglen por las buenas, pero si hay baleo, t te tiras al suelo y te haces el muerto hasta que yo te llame. Entendiste Papelucho?

-Entendido -contest-, pero a m me parece...

-Alcanc a decir eso no ms cuando se oy el motor del jeep, su frenada y apareci en la puerta un gallo con la lola sin balde y sin leche. Mi teni y yo nos levantamos y saludamos al hombre con un "Hola!", a lo amigo.

Nos sentamos de nuevo y bla bla bla por aqu y bla bla bla por all. Que el accidente, que la muerte, que la suerte, que el avin y dale con la mentira. Yo me morda las uas para no decir nada. ,

-Los llevaremos al pueblo -dijo el lolo chascn-. Lo atendern en la posta primero y luego en la comisara. Tienen telfono y radio.

Puede comunicarse con sus jefes y dar cuenta del accidente. Seguramente lo vendrn a bus car.

-Siento darles tanta molestia -dijo mi teni levantndose y arreglando su cinturn con balas y pistola. Creo que ah estuvo lo malo. Vi como le brillaron los ojos a la lola y con ellos le mand recado al lolo. l tambin mir el cinturn amenazante. Pero slo dijo:

-Nos sirves un vasito de vino antes de partir, mija -y mostr una copa.

Entonces todo fue electrnico y relmpago.

La lola se dio vuelta para tomar la botella de tinto y en vez de eso encaon a mi teni con el rifle. Casi al mismo tiempo el lolo descolg el otro y le afirm el can en la espalda a mi teniente. Yo esperaba tranquilo igual que mi teni.

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-Manos arriba! -orden el lolo y la lola acerc ms su escopeta. Pero mi teni ni se atilimbr siquiera. Me pesc de una oreja y me entreg la bomba. Su otra mano tapando su pistola. Yo me preparaba para tirarme al suelo y hacerme el muerto, pero esperaba el baleo.

La lola apret el gatillo y no sali el disparo.

Entonces me acord de que los rifles estaban descargados. Me re de gusto mientras el lolo retaba a la lola:

-Quita el seguro, imbcil! -le gritaba apretando su gatillo. Pero nada! Larg unos garabatos. Mi teni sac entonces su pistola y le apunt a los dos lolos. Fue todo como un chifle: se sali de la pista y los oblig a juntarse en marcha atrs, en la puerta. Se iran a arrancar?

-Tiren sus armas al suelo y levanten las manos! -la voz de mi teniente era de general de batalla en alta mar. Los gallos obedecieron y yo recog los rifles. Los lolos topaban al techo con sus manos.

-Ahora salgan caminando hacia atrs! -manduque mi teni y los hizo salir del rancho. Sin dejar de apuntarles sac del jeep unos cordeles y les amarr atrs las manos.

-Dnde estn las llaves del jeep? T, Papelucho, echa los rifles al jeep.

Obedec, mientras la lola escupa las llaves que tena en la boca.

-Toma la bomba, Papelucho, y tenia en alto para dispararla cuando te lo ordene. Sube al auto...

-A su orden mi teniente! -dije hincndome en el asiento con la bomba levantada y mirando hacia atrs. Yo pensaba que los lolos-ladrones eran harto idiotas de creer que era bomba esa cuestin cualquiera que yo tena en la mano.

Pero el teniente hizo partir el jeep y con voz de trueno grit:

-chense al suelo los dos! -y obedecieron al tiro.

Con mi brazo en alto amenazndolos con la porquera de bomba, parti el jeep a todo chifle y por poco me caigo.

Lo ltimo que vi fue la vaca con su leche tibia que se acercaba a los lolos todava tirados en el suelo.

---

Ibamos siguiendo la huella que dej el jeep, cuando apareci un camino.

-No voy a seguir esta huella porque iremos a dar donde est la banda -contest mi teni a mi pregunta de puro pensamiento. Es bastante adivino.

i-Nos vamos al pueblo, por ahora... Puedes sentarte y dejar la bomba.

-La dej. Pero mi brazo se haba quedado perpetuo y sus lagartos duros no se podan doblar nunca jams.

Bajo un arbolito, de repente fren. Ipso flatus volv a tomar la bomba.

-Voy a sacarme "el problema" -dijo mi teni levantndose el pantaln y quitndose la venda-. Me aprieta demasiado...

Poco a poco apareci el brazo de reina de oro y tambin su pierna morada inflada como salchicha gigante. Tir al suelo del jeep el famoso tesoro y comenz a masajearse la rodilla, la canilla, la pantorrilla, etc. A medida que se masajeaba ms

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gorda y ms roja se le iba poniendo. Al pobre teni le dola caballo, se le notaba en la cara.

Ech al suelo las piernas y trat de pararse, pero se sent al tiro. Sigui hacindole empeo, pero se caa sentado electrnicamente.

-Como que siga tan acalambrado, tendrs que manejar t -me dijo-; no me obedecen los msculos.

Mir a todos lados y por fin dijo:

-Bjate y sube por mi lado. Yo me corro y t tomas el volante. Yo te dirigir.

Me dio como una risa en mi dentror manejar de verdad era choriflai!

Se corri l a mi asiento con la pierna ms tiesa que un garrote. Yo me sent al volante y part con un feroz salto, como una citroneta. Yo tena harta prctica de chofer en autos parados, pero no andando... Lo malo era que apenitas vea. Porque los jeep estn un poco mal hechos y uno ve el camino de lejos y todo lo que es cielo, pero queda tapado lo de cerca. Y entonces, sin querer le enchufaba en los hoyos y dale brinco y brinco, saltando los dos a un tiempo. Era un camino sin locomocin ni semforos ni siquiera autos en pana ni perros reventados. Un camino solitario.

Mi teni se baj el pantaln y se dej en paz la pierna y trat de ayudarme a sujetar el volante que bailaba con nosotros de un lado a otro. Pero su cara se iba poniendo rara, como plida y medio fallecida. Y solt el volante.

Lo mir. Se haba echado atrs y pareca de funcin. Me asust al verlo y aceler bien a fondo. Consolndome me deca: Mi teniente Albornoz no se queda muerto as no ms. Estar un poquito desmayado solamente.

Y no lo mir nunca ms, sino que me segu discurseando que un teniente de tanto aguantar un dolor se puede desmayar por un rato, etc., hasta que por fin apareci el pueblo con su calle larga. Solt el acelerador y fren un poco. Haba perros por ah y una plaza con su parroquia y todo. Y justo ah se me par el motor. Saqu las llaves y de un salto me baj.

Entr a la iglesia corriendo. No haba nadie. Empuj una puerta y apareci un patio con su curita leyendo en una silla.

-Seor cura -le dije a mil por hora-. Venga antes de que se muera!

Me mir por encima del anteojo con unos ojitos turbios lacrimgenos.

-Qu me dices? Quin eres t? Qu quieres?

Le expliqu bien confundido y creo que lo aturd. Se agarr una oreja y con la otra mano me pesc del brazo y me acerc a l.

-Soy sordo -dijo sonriendo-. No te o nada. Traes alguna buena nueva?

Agarr vuelo y haciendo corneta con las manos le grit:

-Mala nueva! Psima! venga conmigo antes de que se muera mi teni...

Se sac los lentes, los dobl y guard en un estuche con esa calmita atroz que tienen los curas.

-Vamos a ver. Voy contigo. Qu pasa?

Con la misma calmita tironendolo yo, llegamos al jeep por fin. Al ver esa cara tan grande y tan plida por fin se asust, le tom el pulso y comenz a contar igual que en el box.

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-Anda a la cocina y pdele a mi hermana una taza de caf.

Corr. Tambin mis piernas estaban desmayadas con la fuerza que hice en los pedales del jeep, y claro, me ca. Me levant para caerme de nuevo y me chorreaba la sangre por las rodillas.

La dej correr por si me convidaban a m tambin un poco de caf. Porque tena el cuerpo aquilatado y lagarteado.

La hermana del cura era el doble de vieja que l, pero no sorda y harto acelerada para calentar caf, darme un poco y llevar una taza al jeep. Por cucharaditas se lo ech en la boca a mi teni que se chorreaba igual que la Ji cuando era chica. Pero por fin trag y poco a poco fue abriendo los ojos.

En un minuto se haba pelado la plaza y toda su gente haca redondela al jeep: niitos, perros, bicicletas, manicero, seoras con guagua y hasta un carabinero.

Ipso flatus se convirti en general, despej la cancha y enchuf al cura con preguntas. Pero l na' que ver, segua contando el pulso de mi teni que haba vuelto a cerrar los ojos.

Alguien me apunt a m:

-Ese mocoso vena manejando! -dijo acusndome con odio.

-l lo mat. Ah estn las armas -dijo otro.

-Soy testigo de que ese cabro vena manejando y no tiene documentos -grit otro con voz de enemigo.

El carabinero sac libreta y apunt el nombre y direccin del testigo. Yo me empec a sentir un verdadero asesino. Si todos me acusaban por qu no iba a tener culpa? Trat de pensar en otra cosa y no me result. Entonces sent la mano que me apretaba el brazo, mientras el carabinero volva a enchufar al cura con preguntas. Pero l no oa ni po. Yo pens que hasta un asesino se poda confesar con l... Pero de repente el cura solt el pulso de mi teniente:

-El pulso est bueno, firme y regular -dijo al carabinero. Creo que es una simple fatiga.

-Es mdico usted o cura? En todo caso quiero su informe.

El cura se ri y yo tambin porque yo saba que no haba odo nada. El carabinero sac una cuestin y me puso una pulsera de hippie con cadena y todo.

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-Vamos a la comisara -orden-. Dame las lia ves del jeep...

Las busqu, pero no las tena. Dnde se habran perdido?

-No las tengo, pero las tena... -dije. El carabinero se puso otra pulsera amarrada a la ma. -Es malo ser mentiroso -dijo-; tendrs que encontrarlas.

-No es mentira -alegaba yo con romadizo a chorro mientras recorramos la iglesia, el patio y la cocina. No aparecan. Entonces me acord de San Antonio y le rec en mi dentror: -No quiero que me crean mentiroso! -le dije-. Aparceme las llaves. Qu te cuesta?

Volv al auto con el carabinero bastante furiondo.

-Hay telfono aqu? -preguntaba a los curiosos. El cura ya no serva para dar noticias.

Fue entonces cuando una mam mirona plant el grito:

-Se me ahoga la nia!

Era una cabrita gorda y crespa, y del mismo color que la pierna de mi teni.

El carabinero la levant y la tom de los pies, patas arriba y la sacudi como si fuera alcanca. Y ella, como si fuera alcanca, vomit y entre otras cosas tambin las llaves del jeep. Se llev su buen reto por comellaves y se fue.

El carabinero me hizo trepar al jeep y sentarme entre l y mi teni. Pero lo malo es que l no saba manejar y dale brinco y ms brinco y el motor se le paraba. Entre tanto salto se despert mi teni y poco a poco se desesmay y le volvi el color.

-Papelucho! -me dijo con voz suave-. Ests bien? Qu pas?

-No mucho -alcanc a decir, cuando el carabinero por fin parti y dijo:

-Ya est en buenas manos mi teniente. Vamos a la comisara donde lo atendern bien.

El carabinero ya no pareca odiarme sino que me pregunt: -Es tu pap el teniente?

Y me dieron tentaciones de mentir y decirle que s, puramente por ver su cara. Pero contest: "Casi, porque en este momento es igual que si fuera...".

En la comisara nos trataron como reyes y a mi teni lo ayudaron entre dos a entrar y lo sentaron en un silln con frazada y todo. Nos dieron rico almuerzo y fruta y hasta un trago de cerveza. La cara de mi teni se volvi la de antes, o sea con la pura nariz machucada y lo dems muy bien.

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-Quiero hacer la denuncia -dijo al comisario con voz bien entera.

-Yo har el informe -contest muy ronco el comisario y se larg a escribir en un librte tremendo de grande. Era como un dictado de colegio y resultaba harto entretenido or toda la historia desde que chocamos con gra y todo. Lo nico distinto era que "el problema", o sea el pan de oro, se llamaba prueba N I, el revlver era la N 2 y la escopeta y el rifle la 3 y la 4. Me arrepent de haberle pegado el cacho a la vaca porque habra sido la prueba N 5.

-Es urgente ir a ese rancho con refuerzos y detener a los de la banda -dijo mi teni cuando acab de dictar.

-Papelucho puede servirnos de gua -dijo el comisario-. Mi teniente no est como para otro viaje.

Me sent liviano con esto que tuvieran confianza en m. Me habra gustado tocar una trompeta o algo as.

-Eres capaz de guiarnos? -me preguntaron-. No tienes miedo? -y me dieron un chicle.

-Soy capaz de guiarlos -dije bien serio- y tampoco tengo mi, mi, mi -hasta ah no ms llegu porque el chicle se me peg para siempre entre los dientes.

---

Una camioneta verde con dos rifles cruzados pintados en la puerta, nos esperaba. Atrs subieron cuatro carabineros armados y adelante dos jefes, y entre ellos me hicieron sentarme a m.

-T sers el monitor -me dijo mi teniente Albornoz al despedirse-. T conoces el camino y las huellas del jeep en que vinimos. Buena suerte!

No me cay muy bien lo de monitor, porque ni tengo la mayor idea lo que es, pero creo que mi teni no me estara insultando, as que dije "s" con la cabeza.

Y partimos. Este sargento manejaba caballo, pero conversaban poco.

El camino era largo, pero menos solo que al venir, porque nos cruzamos con un entierro con tres coronas y un tractor. Pero yo me mora de ganas de preguntar cosas y averiguar de asaltos, de huellas vegitales, de espionaje y demases. Y no me atreva por no parecer leso.

Cuando llegamos al arbolito con la frenada del jeep, reconoc el camino porque me acordaba de la cantora rota que estaba ah tirada. Y al pasarla yo vena aquilatado del brazo con la bomba y mi teni adivino, en ese mismo momento me dijo que dejara la bomba y me sentara. Y ah mismo estaba el desvo por el que habamos salido al camino.

Yo miraba el camino con violencia para no perder la huella. Porque a cada rato me daba la cuestin de que "a lo mejor te vas por otro con tu famosa dix-lesa". Y me discuta conmigo cataclpticamente. Fue entonces cuando divisamos la humareda.

-Parece un incendio -dijo el jefe-. No es tiempo de quemar rastrojo...

-Es el rancho! -chill yo-. Est ardiendo telescpicamente. Esta es la huella en el pasto...

Mi sargento aceler a todo rin y me ca sentado encima del jefe.

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El humo empez a llegar todo lacrimgeno y a medida que nos acercbamos el calor de las llamas nos haca toser. Volaban las cenizas. Las llamas se agrandaban y viceversa.

Cuando nos acercamos quedaban puros palos ardiendo, trapos luminosos que volaban y muchas manchas de pasto que ardan humildemente.

Con palas y otras cosas botamos los pedazos de tableros quemantes y aplastamos las llamitas que ardan por aqu y por all. No me gust mucho ser bombero. Prefiero seguir haciendo injertos de cachos, colas, patas y demases. Tener mi posta central propia de primeros auxilios para sanar los perros atropellados en las calles. El equipo trabajaba apagando y escarbando, hurgueteando entre las cenizas y los palos quemados. No encontraban nada importante. Algunas porqueras las recogan y echaban en una caja. Yo ayudaba y me quem ocho dedos por recoger cartuchos de bala y otro asunto que le interes al sargento.

-Tenemos varios rastros -dijo el jefe-. Cada vez me convenzo ms de que son los "Tenebrosos". Aunque se hayan escapado no deben estar muy lejos... Quemaron el rancho con bencina y llevo muestras. Los alcanzaremos!

De la vaca quedaba puramente su huellabosta. Cmo se la llevaran tan ligero? -Ud. dice que los Tenebrosos no estn lejos -dije al jefe-. Pero se han ido en camin, porque llevaron la vaca -y le mostr la bosta. l se qued pensaroso.

-Tienes razn. Hay que buscar su huella...

Y buscamos. Pero estaba tan quemado el pasto y tan pisoteado por nosotros que nos cost encontrar una marca lejos, andando al revs del pueblo. No haba camino, y huellas saltadas entre pasto quemado, cenizas, etc. Pero s que haba hoyos y el asunto era spero y mata-autos, con piedras, lomas, lomitas, acequias y agujeros.

De repente descubr que era el mismo camino que habamos hecho a pie con mi teniente al dejar el helicptero. Y en ese mismo instante un neumtico se revent nauseabundo. Y anduvimos caramboleando un poco. Pero el equipo cambi la rueda de un chifle y seguimos, brincando harto choreados.

-Si logramos pillar a los Tenebrosos, te vas a hacer famoso, Papelucho -dijo el Sargento.

-Me gustara pillarlos -dije-, sera harto penca... Pero no me gusta ser famoso, porque me carga que me pongan coronas y cuestiones en la tele.

En ese momento divisamos nuestro refugio de latas y casi al tiro lo poco que quedaba del helicptero reventado. Aceleramos...

Saltamos todos a tierra y empez el registro de fierros y cuestiones. Todo muy ligero; iban echando algunas cosas en sus famosas cajitas.

-La placa del motor -dijo mi jefe guardando una cuestioncita-. Y ahora adelante! Hay que darles alcance antes de que se escapen.

Como relmpago treparnos de nuevo a la camioneta y seguimos el baile a todo chifle. Sonaban los amortiguadores como peascazos. Y por fin divisamos all lejos un camin.

-Atencin! Alto! -orden el jefe-. A tierra y protegerse!

De un brinco estbamos todos de guatita en el suelo, cada uno con su carabina o metralleta. Yo tena casco no ms. Pero como gusanos, nos bamos acercando. Ligerito nos dimos cuenta que estaba slo el camin y tampoco se vea la vaca.

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El jefe se levant y avanz rpido con su metralleta. Nosotros lo seguimos. Nada por aqu, nada por ac! Ni luces de los Tenebrosos.

Nos abrimos en fila ancha buscando cualquier cosa. Yo fui el primero en encontrar el cacho de la vaca.

-Han sacrificado un animal! -dijo un carabinero mostrando algo. El jefe me pesc del brazo y me dej perpetuo. El carabinero que descubri el sacrificio iba arrastrando la mano por el pasto y la mostraba roja. Todos se acercaron, menos mi jefe y yo.

-jAqu hay huellas de un helicptero! -dijo uno.

-Manchas de aceite... Una llave grip... -dijo otro mostrando algo.

Mi jefe mir al cielo y yo tambin. All lejos divisamos el moscardn que se alejaba. No se oa ya el ruido de sus alas. Cada vez se vea ms chico. Un puntito y desapareci.

-Se nos escaparon de nuevo! -dijo el jefe enojado, pero sin soltarme el brazo.

-Hay pistas de que arrastraron el animal hasta el helicptero -dijo otro.

-Claro! No iban a dejarlo atrs -dijo el sargento-. Lo sacrificaron para llevrselo!

-Era la vaca... -dije. Yo no s por qu tena pena-. Duele que lo sacrifiquen a uno? -pregunt, y nadie me contest.

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-Nada? -mi teniente Albornoz sali a recibirnos. Se le haba achicado tanto la nariz que casi no lo reconoc.

-Se nos escaparon otra vez! Volaron el rancho que todava arda cuando llegamos. Pero dejaron bastantes rastros... -mostr las cajas-. Partieron en otro helicptero y abandonaron un camin. Se les qued en l un trasmisor.

-Caramba! No tienen problemas de dinero esos sinvergenzas!

Entramos. En una mesa fueron poniendo las "pruebas" y explicando. Apareci el libro grande y comenz el anoto. Uno se chorea un poco de or lo que acaba de pasar y ms porque no hay misterio; es como ver dos veces la misma pelcula. As que me puse a pensar en mi mam, en la Domi y hasta en la Ji, as como cototiento. Y entonces mi chori-amigo-adivino que oye lo que yo pienso, se me acerc y me dijo:

-Papelucho, t debes querer comunicarte con tu casa. Dame el nmero y pedir la comunicacin.

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Eso me reajust y me puso radiante. Pero me dur poco porque dieron la comunicacin al tiro y cuando o la voz de mi mam no s por qu qued mudo.

-Papelucho, mi lindo! -all lejos su voz era congojosa y con hipo-. Gracias a Dios de orte!

Yo trataba de tragarme el cototo pero estaba tan duro, que no haba caso. Mi teniente Albornoz adivin otra vez y tom el fono:

-Seora -dijo-. Llama el teniente Albornoz para decirle que Papelucho est perfectamente. Se ha emocionado un poco al orla pero ya vuelve al fono. Tendr mucho que contarle maana, cuando se lo llevemos. No es posible esta noche porque estamos un poco lejos. Quiero felicitarla por su hijo que se ha portado muy hombre y muy valiente.

Me pas el fono a m y pude hablar con cada uno. Todos me queran mucho por telfono. "Ojal que les dure" -pensaba yo cuando o al propio Javier que se despeda con un "chato hermano".

Esa noche com en el comedor de los uniformados y aloj en un catre de verdadera campaa. Junto con acostarme me dorm y ni tuve tiempo de soar.

A la maana siguiente tuvieron que despertarme y apenitas me lav la cara porque estaban tomando desayuno. Y junto con terminar tuve que despedirme de los amigos, porque era hora de partir. Haban lavado el furgn y estaba brillante y me hicieron sentarme entre mi teni y el sargento que manejaba.

-Aqu va algo para el camino -el jefe me entreg un paquetito con rico olor de arrollado y tambin un cinturn de cuero con una hebilla chora.

-Eso va de recuerdo -dijo. Chitas que aprietan fuerte la mano al despedirse; se me quedaron esterilizados los dedos un buen rato, y a uno le da congoja irse y dejar atrs la pesquisa de los Tenebrosos. Uno le toma cario al trabajo de pillar ladrones y ms que todo cuando esos ladrones son un poco de uno. Y me acordaba de la lola, de la vaca y su leche, del refugio que hicimos esa noche en el potrero. Partimos.

-Aunque no los pillamos -deca mi teni al sargento- pudimos comprobar que no se trata de una banda cualquiera. Son una verdadera mafia. Mira que no drseles nada el quemar un refugio bien equipado, ni perder un helicptero... No les falta otro para reponerlo al tiro. Esa barra de oro que dejaron olvidada, es un pelo de la cola. Sepa Dios lo que ya haban bajado antes!

-El oro era un pelo de la cola? -pregunt.

-Es un modo de decir, Papelucho. Aqu llevamos una pulsera con brillantes y esmeraldas que se qued enredada en los flecos de una bufanda, en el potrero y la placa del motor del helicptero. Son pistas que ayudarn a identificar a los maosos y a dar una idea de lo que han robado.

-El cacho de la vaca era tambin una pista -alegu rencoroso.

-Tambin viene el cacho de la vaca -contest.

-Pero ella est sacrificada... Estar muerta?

-Preguntas muchas cosas, Papelucho.

-Es que yo quiero ayudar y no me gustara que pillaran a los Tenebrosos sin m.

-Estaremos en contacto contigo. Es posible que tengas que declarar porque yo estuve inconsciente un buen rato y t no. Tambin t conociste a los que robaron el auto que son seguramente de la mafia. Te llamaremos.

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-Ojal sea luego, antes de que se me olviden sus caras.

El camino era largo y poca la conversa, pero al pasar por un pueblo nos paramos a tomar un refresco y a estirar las piernas. La de mi teni todava le cojeaba del problema, pero su nariz se haba achicado rotundamente. El dueo de la fuente de soda tena una perra que le colgaban las mamaderas bastante desinfladas y un montn de perritos chicos oledores.

-Vende los perros? -le pregunt al seor, y a mi teni le dije: -Yo creo que sera harta ayuda para la pista un perro policial...

-Te regalo uno -dijo el dueo-. Ya estn buenos para destetarlos. Elige!

Ya lo tena elegido, porque l me eligi a m y me olorosaba los zapatos moviendo su colita. Cuando lo tom en brazos me langete la cara entera.

-Es policial? -le pregunt al seor.

-Bastante -dijo riendo con dos puros dientes-. Aunque puede ser de la polica secreta...

Para probarlo le di a oler un billete, pero como es tan chico se lo comi de un tirn.

-Hay que ensearlo -dije confundido.

-Y dejarlo crecer... -dijo el dueo.

-De verdad puede crecer en mi casa? Es mo?

Dijo s con la cabeza y riendo. Mi teni la mir en los ojos y me dijo:

-Elegiste una perra Papelucho...

-Ella me eligi a m -alegu-. No hay mujeres policas?

En todo caso ahora es ma y se llama Tenebrosa.

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La Tenebrosa es de carcter investigoso y va a resultar ms penca.

Hay que ver cmo hurgueteaba todo el camino y lo haca ms corto, revolvindola todo el tiempo. Pero cuando bamos en lo mejor, son la radio sola:

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-B trece, B trece, B trece, llamando a L 7...

Me resalt. Y sujet a la Tenebrosa. Mi teni tom una cuestioncita del auto: L7, L7, L7, recibe llamado B trece, paso -dijo con voz naval.

-Dme ubicacin -dijo la voz.

-L siete llamando a B trece desde Panamericana kilmetro ciento setenta y dos. Paso.

-Siga ruta a Santiago. Tome desvo en Nos y espere rdenes. Avise llegada. Paso.

-L siete recibi conforme y tomar desvo. Nos avisando.

-Conforme.

Un clic y mi teni coloc la cuestioncita en su hoyo propio.

-Pareciera que nos esperan novedades -le dijo al jefe.

-Ya era tiempo. Estos gallos nos llevan poca delantera, ahora. No llevamos seis meses siguiendo la pista?

-Lo menos -dijo mi teni.

-Y no se aburren de seguirlos? -pregunt.

-Al revs, se pone interesante la pesquisa.

(La Tenebrosa me enterr un diente en la mano y no poda sacarlo, y mientras tanto a m me fue volviendo la cuestin de pensar-columpio. O sea que mientras me repercutan las ganas de seguir en la pista de los Tenebrosos tambin me bajaban las dem inflamables de ver a mi mam, pap, Ji, Domi, etc. As que dale con pensar en mi casa y el olor de sopaipillas y dale para el otro lado con los hippies del Peugeot, el cacho de la vaca y sus huellas. Porque con mi Tenebrosa propia que olorosea mundial, era seguro pillarlos. Y no todos los das tiene uno perpetuidad de poder pillar una mafia. Y dale otra vez con que "madre no hay ms que una", etctera.

Ya me estaba choreando con el columpio cuando mi teni tom otra vez el micrfono:

-L siete llamando a B trece, L siete llamando a B trece -sopl adentro.

Ipso flatus zumb la otra voz:

-B trece a L siete, paso.

-L siete entra al desvo Nos Panamericana, paso.

-Conforme L siete. Ubiqese a 300 mts. entrando en corraln. Confirme.

-Ubicarme en corraln a 300 mts. conforme.

Paso.

-A quinientos metros sureste la hostera El Pequen. Debe ir no acompaado y sin arma visible. Una bebida mientras observa a los del mesn. Aqu va el retrato hablado y se larg con el tal retrato bien hablado y difcil de entender. Irn refuerzos al corraln. D una sea a su compaero y entretanto gane tiempo en la hostera. Hay indecentes que estn ah ms de un Tenebroso. Paso.

-Perfectamente escuchado. En este momento entramos en un corraln y avanzar a pie siguiendo instrucciones, Albornoz a sus rdenes (clic).

Y entramos en el corraln. Nos bajamos los cuatro. Haba ah una vara con dos caballos amarrados, sin silla pero con riendas. Nadie ms.

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-Mi sea ser un disparo y luego tres. Si ellos disparan primero, van los tres mos son impertinencia. Ustedes me rodean con refuerzos...

El jefe me dio una mirada un poco mortal. Pero mi teni le contest de palabra:

-Papelucho y su Tenebrosa irn con el refuerzo, pero atrs, en la parte blindada del coche. Sabe actuar y no correr peligro.

-A su orden mi teniente -contest el jefe y mientras se iba mi amigo-adivino fuimos con la Tenebrosa a hacerle cario a los caballos. A m, igual que a ella, me encanta su olor, hasta el de su bosta. Y esos ojos que ven tambin lo de atrs, y sus dientes enormes que hacen jugoso el pasto cuando lo mascan.

En fin que estbamos bien entretenidos, montando a la Tenebrosa en el overo y yo al anca, cuando se abri el portn y lleg el refuerzo. Era como un ejrcito enterito. Todos me saludaron y tambin a mi perra policial. El jefe se apart a hablar con uno y en ese mismo momento se oy un disparo. Mi jefe qued atmico, yo tambin/ todo orejas y atencin. Esperaba la sea de los tres disparos... y slo entonces me di cuenta que m Tenebrosa no estaba.

La divis all lejos, corriendo a todo chancho en un potrero. Part tras ella/ pero se meti entre los choclos y yo detrs.

Entonces sent los tres disparos.

Y casi me viene otra vez el pensamiento columpio: que mi Tenebrosa o que se van todos y me quedo solo con ella para siempre. Pero no alcanz a venirme porque al tiro pens: La Tenebrosa no tiene ms que a m en el mundo. Es ma y mejor me pierdo con ella que dejarla sola.

As que segu corriendo entre las matas.

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Eran duras, claveteadoras algunas. A mi perra le era fcil correr entre los brotes sin hojas, pero a m me costaba. Ms que todo porque ni la vea...

Sent pasar el furgn con todo su ejrcito, pero segu corriendo. Al fin y al cabo bamos en la misma direccin y en cualquier momento nos encontraramos en la hostera El Pequen.

Me chorreaba el calor, pero segua corriendo a tropezones y rasguones.

Haba dos alternativas: o pillaba yo a mi Tenebrosa o mi Tenebrosa pillaba a los de la mafia. Las dos eran buenas, as que adelante.

Se oyeron ms disparos, pero a m qu!

De repente pas una bala cerquita y dej el humito entre las matas.

Me tir al suelo, por siaca y comenc a avanzar de guata, como en la guerra. Pero mucho ms difcil, porque hay que ver lo que es cada mata de choclo, y adems que no hay guerra.

Ahora haba silencio...

Un silencio nauseabundo, despistador, sin balas.

Me qued pensaroso ah echado, esperando. Acezaba y tena puntada, pero mucha congoja de no hallar a mi perra. Yo podra volver al corraln por mis huellas propias de maz quebrado, pero sin Tenebrosa. Eso jams!

Quienz si ella me encontrara a m con su olfato y mi olor.

Esperara otro poco por si vena, pero si se me pasaba la puntada y la acezadura. Y tal vez me dorm...

Ajip! Zizizip Toe!

Yo era un satlite telecomunicador espacial trasmitiendo desde mucho ms lejos que el sol, cuando despert. "Alguien" me haba roto la comunicacin.

Ese "alguien" era la propia Tenebrosa, que me lengeteaba y morda chacotera.

La pesqu de una pata y la ret bien retada, mirndola en los ojos:

-T eres perra policial -le dije- y has credo que estamos jugueteando. Hubo baleo y te pudieron matar. No te castigo porque los castigos le caen mal a uno y tampoco te amenazo, que es peor. No ms te digo que eres tara...

Con ella en mis brazos bien apretada me volv por mis huellas vegetales y llegu al corraln cuando bajaba el sol. Yo tena ms hambre que una leona.

En el corraln estaba el furgn pelado. Ni luces del "refuerzo" de mi teni ni nada. Los caballos tambin se haban ido. Puramente el furgn con harta tierra, los neumticos desinflados y los vidrios molidos...

-Aqu estuvieron los Tenebrosos -pens buscando huellas y hacindole oler a mi perra las vlvulas de las ruedas. Ella era un poco culpable de que la mafia se hubiera aprovechado, as que me met con ella a registrar la cabina y dems cosas. Haban arrancado el coso trasmisor.

De repente, ms sudoroso que yo, apareci un carabinero llenito de tierra.

-Fregaste la emboscada! -me dijo secndose la cara de su tierra.

-Yo?

-Por supuesto que t...

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-Yo no fui. Tena que buscar a mi perrita perdida. Si a Ud. se le pierde un hijo lo abandona?

-Seguramente que no, pero a una perra...

-Qu pas en la hostera?

-Tuve que quedarme aqu para ubicarte y ponerte a salvo.

-Y cmo no me alcanz? Ud. tiene las piernas mucho ms largas que las mas...

-Tambin t tienes las piernas ms largas que tu perra...

-Verdad -dije cataclptico-. Y qu hacemos ahora? Si fregamos la emboscada tenemos que desfregarla, pero cmo?

-Otra vez nos llevan la delantera. T ves que estuvieron aqu y destrozaron el furgn. Aprovecharon que t andabas entre los choclos y por eso no podan dispararles...

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Con hambre y todo me sent debajo de un rbol a pensar y cargar las pilas de mi cerebro senta como desparramado y tembleque igual que la tele cuando se descompone Las ideas geniales no alcanzaban a enchufar Para no desesperarme, rec en mi dentror Y me aclar un poco el pensamiento.

-Si los ladrones arrancaron por los choclos, igual que yo, andan a pie. Y estuvieron aqui y asaltaron el furgn, no pueden andar muy lejos...

Justo que haba pensado esto cuando sent caer algo a mis pies.

Vi que era una llave y no la toqu. Me dije:

-Los rboles dan fruta, pero no llaves... En este rbol est trepado un Tenebroso. Dios me est ayudando y en vez de idea genial me manda a m uno de la mafia. Tengo que hacerme el que no veo la llave.

Pero la miraba perpetuo, mientras mi perra dorma gentilmente.

Tena tremendas tentaciones de agarrar esa llave y ms tentaciones de mirar arriba, al rbol y saber de una vez. Pero me sujetaba. De repente me di cuenta que el del rbol poda estar mirndome y qu pensara si me vea paralelo?

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Entonces me rasqu la cabeza y trat de mover un poco el cuerpo. Pero lo tena frenado. Tal como si todo ardiera a mi rededor, me daba miedo menearme. As que segu rascando mi cabeza, firme la mirada en la llave para que no desapareciera.

O crujir las ramas arriba y me palpitaron las orejas. Pero segu rascando mi cabeza porque eso me ayudaba a cargar mis bateras y tambin echaba los demonios que me tentaban de mirar al escondido y fregar todo.

Si llegaba luego mi teni, estbamos salvados. Yo me podra parar y decirle que el "ratn" estaba en la trampa. Pero mi teni no llegaba y el carabinero que cuidaba el corraln se haba ido a la puerta a mirar el camino.

Empez a oscurecer y me baj la tinca que el mafioso del rbol le iba a disparar a mi teni antes de que l tuviera tiempo de sacar su pistola. As que no pens ms y despert a mi Tenebrosa para sacarla de la zona del peligro y corr a la entrada del corraln en el mismo momento en que llegaba el refuerzo con teniente y todo.

-Tengo al ratn-ladrn! -le dije a mi teni, pero a mi perra le dio por ladrar y no me oa. Le amordac el hocico con la mano y le volv a decir:

-Est trepado en ese rbol, tengo pruebas... -pero mi teni no me pona atencin y daba rdenes, examinaba el furgn destrozado y se preparaba a partir con el refuerzo. Cuando iban a meterme con ellos, me arranqu para ir a recoger la llave. Un carabinero me pesc de un brazo con un: "Dos veces no te escapas" y no quiso orme, ni me dej dar un paso. Me trep al camin blindado y partimos como chifle. Yo me puse a llorar de desesperacin...

-Qu te pasa? -me pregunt alguien-. Tienes a tu perra...

-No me me me hip hip -tartamude con hipo- dejaron decirle a mi teni que ah estaba el ratn...

-Ya habr tiempo despus para decrselo. Estamos apurados -contest y yo segu con hipo.

Habamos salido del corraln a mil por hora y aceleraban a fondo. Yo tambin lloraba a fondo mi desesperacin. Mi teni iba adelante con el que manejaba y no se daba cuenta de nada. Trasmita para el mundo por el micrfono... Se alejaba cada vez ms de la verdadera pista, a toda velocidad. Mi Tenebrosa olfate la cosa y se puso a ladrar con violencia. Mi teni se dio vuelta hacia nosotros tapando con la mano su coso trasmisor.

-Hazla callar, Papelucho! -me orden. Era el momento de decirle, pero yo a mi teni le obedeca ipso flatus y le apret el hocico a mi perra. Pero aprovech de pararme y acercarme a la oreja de mi teni.

-Tengo que decirle algo importante! chill y me sentaron de nuevo.

Cuando par por fin de trasmitir, se volvi a m:

-Ahora puedes hablar, Papelucho -dijo.

-Ya ni vale la pena -dije-. Nadie ha querido orme. Pero el mafioso estaba trepado en ese rbol donde estuve sentado...

-Lo viste? -me pregunt.

-Se le cay una llave mientras yo estaba ah sentado. Los rboles no dan llaves, sino fruta.

-A ver esa llave -dijo pasando la mano.

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-No la tengo. Yo no quise recogerla, ni siquiera moverme para que l no se diera cuenta que lo estaba cuidando hasta que usted llegara.

-Viste caer la llave? Ests seguro?

-Salvajemente seguro -contest-. Vamos a buscarla!

Pero l movi la cabeza.

-La llave no interesa -dijo- y ya le hemos dado tiempo para bajar del rbol. Se habr metido otra vez en el maizal.

Pero hizo parar el camin blindado y dio unas rdenes. Se bajaron unos cuantos carabineros que se dispersaron por el camino y el campo. Y nosotros seguimos.

-Usted manda mi teniente -dijo el que manejaba-, pero yo no le creera a la imaginacin de un nio.

-Papelucho dice siempre la verdad, y yo le creo. Pero tengo que devolverlo a su familia. Y una vez que lo entregue, vendr a recoger a mi personal y al detenido.

Y a m me dio como flato de la pura alegra: mi teni crea en m y yo dix-leso o no dix-leso haba ayudado a pillar al ratn-ladrn.

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Cuando llegamos a la casa estaba la pura Domi y junto con verme se larg a llorar a chorro y ese romadizo sulfuroso que ni la deja hablar.

-Lo creamos mu mu muerto -tartamudeaba-. Lo de dejaron so solito en la ca ca ca casa y no sup sup supimos ms de l. Mi po po pobrecito! -explicaba.

-Sucedieron muchas cosas -dijo mi teni-, Papelucho les contar. Es todo un hombre, dgale a sus padres-, y se fue con un apretn de mano.

La Domi empez a contarme:

-Fue tremendo. Todita la noche sin dormir y averiguando aqu y all. Hasta sali su foto en la TV... Y viera cmo llorbamos cuando decan:

Cualquier noticia de este nio avisar a esta emisora o al fono y ah se largaba otra vez con su llanto a chorro.

A m tambin casi me da romadizo, pero por suerte lleg la Tenebrosa con un zapato del pap clavado en sus dientes. Los tiene tan filudos que era intil desclavarlo y entre quebrarle un colmillo y romper el zapato... As que aprovech para empezar a ensearle a seguir una pista y la llev al cuarto del pap y le hice oler su ropa y guard el zapato.

Entonces pas lo peor. Se abri la puerta y entr el pap en persona. Quiso abrazarme, pero la Tenebrosa se le tir encima, le enganch sus dientes en el pantaln y no solt nunca ms. El pap la pateaba con violencia, yo trataba de explicarle que lo soltara, la Domi chillaba con parlante propio. Mi perra, confundida, empez a tironear y sin querer le arranc el tremendo pedazo del pantaln casi nuevo.

-Es perra policial y todava no sabe muchas cosas... Pap trate de no pensar en su pantaln, sino que mejor piense en que volvi su hijo perdido.

No mir ms su pierna peluda y pilucha, sino que me revolvi las mechas y me apret carioso.

-Con este guardin ya estars ms seguro-dijo.

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-Es guardiana, pap y se llama Tenebrosa. -Guardiana? T ya debas saber que una perra es problema.

A Ud. le gustan los negocios y una perra es negocio. Se imagina los miles de perritos que podr vender en un ao? Y sin que le cuesten nada...

-S, claro. Por ahora el capital del negocio es mi pantaln. Amrrala antes de que llegue tu madre y tengamos que doblar el capital.

La Domi trajo un plato con leche y huesos, y la Tenebrosa dej a un lado el pedazo de pantaln estropajoso, y se enchuf en su comida. Y apenitas termin, se ech en un saco que le puso la Domi en la cocina y se durmi.

Y no despert ni con la pelotera que se arm cuando lleg la mam con la Ji y unos paquetes de cosas que traan para celebrarme; pollo, pasteles y hasta papas fritas.

Mientras comamos me mostraron el diario en que sala mi foto "Nio desaparecido" y ofreciendo recompensa de encontrarme y todo. La foto no es buena porque sala puramente por delante y yo soy ms conocido por detrs.

-Y a quin le van a dar la recompensa? -pregunt.

Pero nadie me contest porque en ese momento lleg la ta Lala con su marido nuevo que es el ms tremendo come-pollo del mundo. As que al tiro me serv mi buena presa, porque cuando l viene casi nunca me alcanza.

-Y empez la mam a contar mi historia y daba horror de orla porque la iba cambiando entera. Y cuando la contara la ta Lala yo saba que iba a cambiar la de mi mam y as poco a poco iba a resultar na' que ver. Por eso la escrib, y tambin para que no se me olvide antes de que me llamen a declarar.

Pero mientras mi mam hablaba, se haba descolgado una araa del techo y bajaba derechito por su hilo propio pataleando sulfurosa. No s por qu yo la dirig telescpicamente a la cabeza de la ta Lala que era una verdadera torta de pelos brillantes.Y la araa apel directa. La ta Lala qued con su antena conectada al techo mientras la araita se revolcaba trabajando su tela. Yo saba que cuando se diera cuenta iba a armar la tremenda gritera mientras alguien mataba violentoso la pobrecita aracne o la dejaba ciega de uno de sus ocho ojos. As que no le perda sus gestos y apenitas mi ta Lala empez a corcovear su cabeza firmemente amarrada al techo, antes que la asesinaran, di un brinco, le hice jaula con mi mano y le salv la vida al ser ms dbil.

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La ta Lala me mir nauseabunda, su marido nuevo me pesc la oreja/ el pap y la mam pusieron cara de ovnis.

-Disculpe ta Lala, pero usted tena una araa en el pelo. Aqu est -y se la mostr. Fue entonces cuando se desmay.

-Por salvar la araa aturdiste a tu ta! -dijo el marido nuevo.

-No fue eso -la ta Lala abri los ojos-. Ese bicho trae mala suerte -explic con cara plida levantando su torta de pelos.

Yo le iba a decir que ella se cas antes de ver la araa, pero mejor segu comiendo mi postre y me repet.

La gente grande inventa cosas para perdonarse sus metidas de pata, o sea se dix culpan. Por eso yo s lo que quiere decir dix-leso. Y tambin cuando uno tiene tanto sueo ms vale irse a dormir.

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Esa noche se desvel la Tenebrosa, desconoci la casa y le dio por ladrar y despertar a todo el mundo hasta que me encontr y se acomod en mi cama a dormir. Yo ni la sent, pero al da siguiente hasta la Domi la carg con ella.

-Mire lo que encontr en su cama! -me dijo mostrndome una cartera-. Ud. cree que su perra es detective, cuando es puramente ladrona!

-Ella est estudiando para detective -le dije con calma-. Y cuando encuentra algo, lo trae a la oficina...

-La oficina es su cama? ~'

-Por ahora s. Yo soy su jefe. Dnde quieres que lleve lo que encuentra?

-No me gusta trabajar en oficinas. Nunca me gust. Siempre tienen robos en las oficinas. Mejor me voy a una casa sin oficina...

-Oye Domi, se te pelaron los alambres?

-Al que se le pelaron es a Ud. No ve que esa cartera es robada?

-Por qu?

-Porque no es de nadie de esta casa. Es ro-ba-da.

-Si es robada la devolvemos...

-Ve cmo me meti a m? Y a quin se la va a devolver?

-A su duea, claro.

-Y sabe quin es?

-Yo no, pero la Tenebrosa s...

-A ver si le dice quin es!

Es lo malo de la Domi. Es acptica, y no cree en nadie y su vida no tiene tono, o sea es daltona, sin imgenes.

-Mira -le dije y llam a mi perra. Le mostr la cartera y ella crey que bamos a jugar, as que tira aqu y tira all. Le pesqu la cabeza y le habl: -Tenebrosa, vamos a devolver esta cartera, entiendes?

Ella dijo s con la cabeza pero no entendi nada. Pesc la cartera y arranc a todo chancho, estrellndose con la Domi, con el pap, que por suerte se cay sentado, y

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por fin con la puerta de calle. Y ah qued aturdida. Creo que por eso se libr de la pateadura que amenazaba el pap antes de pararse del suelo. Y tambin del odio de la Domi, porque apenas la vio aturdida le tom cario. La Domi es de esa gente que quiere a los que sufren del cuerpo. Yo creo que el da que encuentre un hombre atropellado, ah s que se casa de amor.

La Tenebrosa se desaturdi cuando son el telfono. Era la ta Lala.

-Hola Papelucho! -dijo-. Por casualidad encontraron ah mi bolso?

-Su bolso no, su cartera -contest- y le dir que fue mi perra, as que est un poco hecha tira...

-Hecha tira? Pero que tu Domitila no hace aseo en esa casa? Si la encontr tu perra es sea de que no barren el comedor... chillaba.

-Mi perra se levanta ms temprano que la Domi y recoge... -iba a decir la basura, pero la ta Lala me irrumpi con un discurso atmico y mejor me call. Supongo que su marido nuevo le podr comprar una cartera nueva y se acab el cuento. Recog los pedazos y cuestiones para pintarse y lo guard todo en una caja de zapatos.

-Si viene la ta Lala -le dije a la Domi- le entregas su cartera, y si pregunta por m, dile que llev a tomar aire a mi Tenebrosa. Y partimos.

Para que no se arrancara, le puse mi cinturn en el cogote, pero como soy flaco, le tuve que aadir un palo. Aunque es perra policial, la Tenebrosa se puso coqueta y al poco rato nos seguan diecisiete perros surtidos. Eran todos guerrilleros y se aborrecan. Unos chicos, del porte de un ratn, ni se daban ni cuenta de su porte y dale con discutir a todo mordisco con unos del porte de una vaca. Total era el despiporre. Y se juntaba la gente y ms perros y perros. De por ah sali uno pituco y se meti al montn, por puro revolverla. Pero apareci su duea y arm la gritera refulgente...

De tanto tirar el palo se sali de la amarra de mi Tenebrosa y se larg corriendo a todo chancho y yo detrs. Y entre mis patas los ochenta perros brujurientos...

Hasta ella se asust y fue a refugiarse en una frutera, detrs de las naranjas. El dueo, que vio rodar su montn por toda la calle, encaon una escoba y a palo bien sonado los barri con furor. Parece que al pituco le rompi las costillas, segn gritaba su duea. Y mi Tenebrosa qued bastante nerviosa con su tomada de aire, porque estaba electrnica de corriente y tambin se le estiraban y encogan las patas sin querer, cuando la tom en brazos.

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Hay papes que cuando se les pierde un hijo, le toman un tremendo amor a su vuelta. Pero los mos no son de sos. Son de los que lo ponen a uno en otro colegio. Uno no sabe si es por castigo o en premio de que volvi. La cuestin es que uno se pregunta y n