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Sepembre 2014 Volumen 19, #9 Colección de ideas práccas para ser mejores mayordomos. MAYORDOMIA DEL AMBIENTE Por Jo Ann Davidson, PhD Introducción del Dr. Gordon Bong: Este mes presentamos la segunda parte del tema referente a lo que dice la Biblia acerca de nuestra relación con el ambiente que nos conene y sustenta. MAYORDOMIA DEL AMBIENTE — Parte 2 Las promesas de restaurar el Edén hacen mención explícita de los animales: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la besa domésca andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la erra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Isa. 11: 6-9). En el Nuevo Testamento también encontramos esta “teología de la vida”. Jesús expresa su afecto por los animales, y enfaza el hecho de que Dios ama hasta la criatura más insignificante: “¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios” (Luc. 12:6; v.t. Mat. 10:29). Es como un eco del Salmo 84, que describe cómo los humildes gorriones son bienvenidos en el templo de Dios. Jesús ilustró una importante lección ambiental cuando, después de haber alimentado milagrosamente a millares de personas con la merienda de un niño, mandó recoger cuidadosamente todas las sobras, “para que no se pierda nada” (Juan 6:12). El apóstol Pablo valoraba la La mayordomia es un eslo de vida total. Abarca la salud, el empo, los talentos, el ambiente, las relaciones, la espiritualidad y las finanzas. Distribuido por: Departamento de Mayordomía de la Asociación de Potomac Director: Hugo Chinchay Publicadores: Departamento de Mayordomía de la Unión del Pacífico Director: Gordon Botting Diseño/Asistente editorial: Maricel Felarca Traducción: Publicaciones El Camino porción de la comida del rey” (Dan. 1:15). En la actualidad, el régimen alimentario vegetariano se halla vinculado cada vez más estrechamente con asuntos ambientales. No estamos obligados a resolver el debate relavo al calentamiento global. Nuestra movación en cuidar de la creación es completamente disnta. Hemos elegido vivir acatando los benéficos principios divinos, y cuidando agradecidos el mundo que comparmos con el resto de los seres vivientes. Los movos bíblicos para ser fieles en el cuidado de la creación, fundados en nuestra gratud por el don divino de la vida en todas sus formas, se hallan muy por encima del pensamiento éco ambiental contemporáneo. El cuidado de la creación no nos limita a desempeñarnos como buenos mayordomos, sino que nos impulsa a ser todo lo que Dios nos creó para que fuéramos. En vez de ser antropocéntricos, zoocéntricos o “ambiente-céntricos”, somos Cristocéntricos, es decir “Creador- céntricos”, y entonamos la doxología con el vasto coro de la creación: “¡Alabadle, todas las criaturas de aquí abajo!” “Cuando sanamos la erra, sanamos nosotros mismos” –David Orr Referencias: 1 Pocos enen idea de la violencia y brutalidad que causan a los animales con el fin de sasfacer un régimen carnívoro.“Pensemos en la crueldad hacia los animales que entraña la alimentación con carne, y en su efecto en quienes los matan y en los que son tesgos del trato que reciben. ¡Cuánto contribuye a destruir la ternura con que deberíamos considerar a estos seres creados por Dios! La inteligencia desplegada por muchos animales se aproxima tanto a la de los humanos que es un misterio. Los animales ven y oyen, aman, temen y padecen. Emplean sus órganos con harta más fidelidad que muchos hombres. Manifiestan simpaa y ternura para con sus compañeros que padecen. Muchos animales muestran tener por quienes los cuidan un cariño muy superior al que manifiestan no pocos humanos. Experimentan un apego tal para el hombre, que no desaparece sin gran dolor para ellos. ¿Qué hombre de corazón puede, después de haber cuidado animales doméscos, mirar en sus ojos llenos de confianza y afecto, luego entregarlos con gusto a la cuchilla del carnicero? ¿Cómo podrá devorar su carne como si fuese exquisito bocado?” —Ministerio de curación, pág. 243.

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Page 1: MAYORDOMIA DEL AMIENTE MAYORDOMIA DEL AMIENTE — …

Septiembre 2014

Volumen 19, #9

Colección de ideas prácticas para ser mejores

mayordomos.

MAYORDOMIA DEL AMBIENTE

Por Jo Ann Davidson, PhD

Introducción del Dr. Gordon Botting:

Este mes presentamos la segunda parte del tema referente a lo que dice la Biblia acerca de nuestra relación con el ambiente que nos contiene y sustenta.

MAYORDOMIA DEL AMBIENTE — Parte 2 Las promesas de restaurar el Edén hacen mención explícita de los animales:

“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Isa. 11: 6-9).

En el Nuevo Testamento también encontramos esta “teología de la vida”. Jesús expresa su afecto por los animales, y enfatiza el hecho de que Dios ama hasta la criatura más insignificante: “¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos?

Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios” (Luc. 12:6; v.t. Mat. 10:29). Es como un eco del Salmo 84, que describe cómo los humildes gorriones son bienvenidos en el templo de Dios.

Jesús ilustró una importante lección ambiental cuando, después de haber alimentado milagrosamente a millares de personas con la merienda de un niño, mandó recoger cuidadosamente todas las sobras, “para que no se pierda nada” (Juan 6:12).

El apóstol Pablo valoraba la

La mayordomia es un estilo de vida total. Abarca la salud, el tiempo, los talentos, el ambiente, las relaciones, la espiritualidad y las finanzas.

Distribuido por: Departamento de Mayordomía de la Asociación de Potomac Director: Hugo Chinchay Publicadores: Departamento de Mayordomía de la Unión del Pacífico Director: Gordon Botting Diseño/Asistente editorial: Maricel Felarca Traducción: Publicaciones El Camino

porción de la comida del rey” (Dan. 1:15). En la actualidad, el régimen alimentario vegetariano se halla vinculado cada vez más estrechamente con asuntos ambientales.

No estamos obligados a resolver el debate relativo al calentamiento global. Nuestra motivación en cuidar de la creación es completamente distinta. Hemos elegido vivir acatando los benéficos principios divinos, y cuidando agradecidos el mundo que compartimos con el resto de los seres vivientes. Los motivos bíblicos para ser fieles en el cuidado de la creación, fundados

en nuestra gratitud por el don divino de la vida en todas sus formas, se hallan muy por encima

del pensamiento ético ambiental contemporáneo. El cuidado de la creación no nos limita a desempeñarnos como buenos mayordomos, sino que nos impulsa a ser

todo lo que Dios nos creó para que fuéramos. En vez de ser antropocéntricos, zoocéntricos o “ambiente-céntricos”, somos Cristocéntricos, es decir “Creador-céntricos”, y entonamos la doxología con el vasto coro de la creación: “¡Alabadle, todas las criaturas de aquí abajo!”

“Cuando sanamos la tierra, sanamos nosotros mismos” –David Orr

Referencias: 1 Pocos tienen idea de la violencia y brutalidad que causan a los animales con el fin de satisfacer un régimen carnívoro.“Pensemos en la crueldad hacia los animales que entraña la alimentación con carne, y en su efecto en quienes los matan y en los que son testigos del trato que reciben. ¡Cuánto contribuye a destruir la ternura con que deberíamos considerar a estos seres creados por Dios! La inteligencia desplegada por muchos animales se aproxima tanto a la de los humanos que es un misterio. Los animales ven y oyen, aman, temen y padecen. Emplean sus órganos con harta más fidelidad que muchos hombres. Manifiestan simpatía y ternura para con sus compañeros que padecen. Muchos animales muestran tener por quienes los cuidan un cariño muy superior al que manifiestan no pocos humanos. Experimentan un apego tal para el hombre, que no desaparece sin gran dolor para ellos. ¿Qué hombre de corazón puede, después de haber cuidado animales domésticos, mirar en sus ojos llenos de confianza y afecto, luego entregarlos con gusto a la cuchilla del carnicero? ¿Cómo podrá devorar su carne como si fuese exquisito bocado?” —Ministerio de curación, pág. 243.

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El Menú del Mayordomo

creación: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles. . . todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col. 1:16, 17). Pablo menciona también la futura renovación total del ambiente, reiterando el sentir de muchos en la época del Antiguo Testamento, en cuanto a que todos los seres creados sufren por causa del pecado humano.

“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. . . Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Rom. 8:19-22).

En el último libro de la Sagrada Escritura, el juicio divino se proyecta dramáticamente a una dimensión que abarca el mundo entero. En el capítulo 7 se describen cuatro ángeles “en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había

dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos

de nuestro Dios” (Apoc. 7:1-3).

Aquí se hace mención específica de la tierra, el mar y los árboles, tres grandes ecosistemas que el Creador emplazó para sustentar la

vida: la tierra [el terreno/los alimentos]; el mar [el agua, fundamento de la vida]; los árboles [los “pulmones de la tierra”/producen oxígeno y limpian el aire].

Después que suena la séptima trompeta, en Apocalipsis 11, los 24 ancianos se quejan contra los que han echado a perder la creación, “diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso. . . porque has tomado tu gran poder y has reinado. . . y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra” (Apoc. 11:17, 18). El Apocalipsis concluye con la gloriosa restauración que Dios prometiera anteriormente en el Antiguo Testamento. De ese modo, nos recuerda que la redención trae consigo la renovación de la creación original de Dios. ¡El mundo material participa de la salvación! En la Biblia nunca se describe la redención como una fuga de este

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mundo, sino como el acto de reclamarlo.

La Biblia no nos permite olvidar el alto valor que Dios le asigna a la creación. Los ambientalistas ajenos a la tradición cristiana a menudo no tienen éxito al argumentar en favor de dicho valor. Los materialistas seculares creen que el mundo se mantiene en un proceso de perpetuo desarrollo. Los panteístas arguyen que Dios es eternamente inmanente en este mundo. Los ateos creen que el mundo evolucionó por el azar, a partir de la materia. Los proponentes de la Nueva Era adoran la tierra por considerarla divina. Los budistas y los creyentes en la Ciencia Cristiana creen que el mundo es una ilusión. En contraste, los adventistas creemos que Dios creó este mundo con gran atención a todos sus detalles, y al terminarlo, declaró que todo le había quedado “muy bueno” (Gén. 1:31), y desde entonces ha continuado actuando como un propietario responsable. Los escritores bíblicos exaltan la creación. Al adorar a Dios en su templo, los levitas cantaban: “Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas” (Neh. 9:6). Dios actúa en su creación y a través de ella, “porque en él vivimos, y nos

movemos, y somos” (Hechos 17:28). Solo durante el siglo 20 comenzó el pensamiento ambiental a extenderse lentamente más allá de los asuntos humanos. La creación y la fe cristiana tienen un Dios. Por eso no debiera sorprender que los temas ambientales Éstén engastados en el pensamiento bíblico. Los seres humanos, creados a imagen de Dios, podrían estar revelando el carácter de su Creador en la forma como ellos tratan y cuidan al resto de la creación. Podríamos habernos dedicado a reprocesar los desechos para otros usos (como Dios lo ha hecho siempre), o a transformar la basura orgánica en abono, a cuidar de que no se desperdicie nada de los alimentos (cada comida es un milagro), y especialmente, haber vuelto a la alimentación original libre de violencia que se practicaba en el Edén.1 Isaías nos recuerda por qué será restaurada la alimentación original del Edén: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte;

porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Isa. 11:6-9). Aun en la antigua Babilonia, cuando Daniel y sus compañeros se negaron a comer la

comida del rey, los resultados positivos se dejaron ver muy pronto: “Al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la

“Tratemos de dejar la Tierra mejor de lo que la encontramos al nacer” –Sidney Sheldon