- CABLEMÁGICO 46 / Setiembre 2009 -

TIEMPO de VIAJE

Valle del Mantaro

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En vehículo propio, sin detenerse mucho en la ruta, se llega en menos de cinco horas. En bus toma un poco más de tiempo pero no mucho. Y nos trasladamos a otro mundo

TIEMPO de VIAJE

País de Jauja Un mundo que formó parte de la utopía europea del siglo XV, el país de las maravillas, el país de Jauja. Y que con el tiempo fue

cobrando otro carácter simbólico en el imaginario nacional: el lugar de la sanación. La ciudad de los tísicos, es

el título de un relato de Valdelomar sobre esta ciudad que está bendecida por un clima perfecto pero que a la vez exhibe una extraña desolación, la misma que ha sido trabajada de manera magnífica por el novelista jaujino Edgardo Rivera Martínez, en su novela País de Jauja y en otros relatos, breves.

La ciudad de Jauja es hoy una

clásica pequeña urbe peruana, caótica, chicha a todo meter. Bullanguera y emprendedora pero que paga el precio para poder serlo: su hermosa arquitectura republicana –aquella que corresponde al esplendor de su época sanadora cuando venían a Jauja gentes de Lima y también del mundo entero a recuperarse de la tuberculosis– se muestra semidestruida o abandonada.

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De Lamas aMushuk Lamas

Esta vez, con ese objetivo, nos fuimos a la Región San Martín para hacer un recorrido que reprodujera el que hace tres décadas emprendió un grupo de nativos lamistas en búsqueda de lugares deshabitados en donde poder cazar. Nuestro punto de partida es la ciudad de Tarapoto, siempre bullente, siempre cumbiambera y ahora con

una oferta gastronómica deliciosa, que incluye unos chocolates que llevan como marca

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Menos mal que está por comenzar un proyecto del Gobierno Regional de Junín destinado a recuperar doscientas casonas del centro histórico. Buena idea. La cuestión es que junto a esa acertada medida, hay que saber descubrir a Jauja para que esa recuperación adopte sentido entre sus pobladores y a la vez, atraiga viajeros que aporten valor a lo emprendido.

Buscando la EsenciaJauja nunca será famosa por sus casinos ni sus resorts ni sus malls para hacer compras. En cambio, es y será cálida y creadora, por ejemplo, gracias a sus artesanos, a los talladores de Molinos, un poblado rural hermosísimo distante apenas a quince minutos de la ciudad. Se llama Molinos porque hasta antes de la llegada de la energía eléctrica, allí ofrecían sus servicios los molineros que con sus grandes piedras circulares movidas por agua, volvían harina los granos de cebada y trigo que se cosechaban en el valle.

Don Félix Gonzales es uno de los talladores más reconocidos. Él no se limita a repetir el repertorio de figuras que pide el mercado, más bien crea imágenes mitológicas surgidas de su imaginación, y crea bajo un lema: «deja de trabajar y comienza a trabajar». Don Martín Peña

DataViaje•El hospedaje que

recomendamos se llama Manco Cápac: <www.hostal-mancocapac@com>. Teléfonos: 064 – 361620 o 999749119 <bbonierbale@yahoo.com>.

•A Roman Champenois se le ubica a través de su paisano Bruno Bonierbale. Es muy buen guía de trekking y bicicleta.

•En las afueras de Jauja, hacia Molinos, abre sus puertas desde hace treinta años un ashram para meditación yoga que pertenece a la Gran Fraternidad Universal. Da hospedaje a quienes vienen a meditar en alguna de las 89.000 posiciones existentes en esta disciplina. El guía del ashram se llama Hugo Rodríguez, la paz en persona. Acá se vende un yogurt extraordinario, a cuatro soles el litro.

también es artesano y mientras nos explica que ellos actúan con la madera del aliso, como jugando talla una máscara de huacón (personaje de la tunantada) en menos de diez minutos. Y nos la regala. El aliso crece en las quebradas, que deberían ser reforestadas con la misma especie. Don Juan López talla águilas enormes con las alas desplegadas, gallitos de las rocas, especies amazónicas. Es que hay compradores que se llevan estas piezas para vendérselas a los turistas que bajan hacia la selva central de Chanchamayo.

El Buen PanSecretos de ciudad provinciana: sus panaderías. La «Don Andrés», de la familia Garay Balbín, que tiene más de cien años y produce no menos de siete mil panes al día. Sus joyas de la familia: el pan de huevo y el bollo. La «Doña Toya», con un viejo horno a leña del que salen no sólo panes sino dulces de abuelita: yemitas, alfajores de manjar o de piña, aldabitas, galletitas, todo con diminutivo.

Muy cerca, una bordaduría, en plena actividad porque se acerca una fiesta, una de tantas. Polleras bordadas como las que usan las princesas folclóricas, cuyos precios varían según el trabajo se haga a mano, a máquina o computarizado. El sol está en lo alto, es momento de regresar a nuestro hospedaje para almorzar y hacer

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una siesta hasta con pijama. El hotelito es una delicia. Casona republicana de jardincito y galería con sillas de Viena; de habitaciones que se llenan de luz de día tanto como se oscurecen del todo para el descanso, y que quizás –como todas las casas de Jauja– guarde un tapado. Bruno Bonierbale es nuestro anfitrión, un francés buenísima onda que prepara él mismo el musli y la mermelada de fresas y ruibarbo para el desayuno, y amasa para la pizza, y se sienta con nosotros con un largo café en la terracita de atrás, a charlar observando el huertecito de hierbas aromáticas que surte a la cocina. Gran lugar este pequeño espacio.

Metrópolis XauxaEs otro amigo francés, llamado Roman Champenois quien, con su esposa la jaujina Tatiana Urdanivia, maneja una pequeña empresa de guiado de aventura. Y es que Roman ha caminado

el Capac Ñan entre Colombia y Bolivia, más de 6.000 km con ojotas. Tatiana y Roman se conocieron a la mitad del camino, acá en Jauja, se unieron y continuaron juntos. Roman nos lleva a Tunanmarca, una ciudad xauxa enorme emplazada sobre un cerro que mira de

frente al nevado Huaytapallana, el apu de los xauxa y los huanca. Pero antes, en la ruta en auto, encontramos el paisaje serrano más bello que nos ha tocado en años. Campiña cosechada, color siena; campesinos preparando chuño, construcciones de adobe y tapial. Un pueblito fantasma llamado Antiguo Janjaillo, que en su ruina compone una obra de arte por la armonía de su propia muerte. Y luego, Tunanmarca, enigmática, que quizás albergó a doce mil habitantes. Los xauxa dieron dura resistencia a los incas. Estos dominaron a los locales y permanecieron aquí por setenta años, hasta la llegada de los españoles. Pizarro fundó en Jauja la primera capital del Perú, en 1534. Los incas no dejaron restos arquitectónicos en esta loma toda ocupada, señal de que los xauxa nunca cedieron del todo. Pero eso es el pasado: lo que nos espera es el encanto.

Río Mantaro

Río C

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JAUJA

San Lorenzo

Ricrán

YauliPomacancha

San José de Quero

Paccha

Pancan

Chupaca

Concepción

Junín

YanacochaAco

ChambaraSan Miguel

Yscos

Tiempo de ViajeDomingos, 20:00 (estreno)

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