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POLIEDRO MAG

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Segundo número monográfico de POLIEDRO MAG, revista con sede en Madrid, que nace como un espacio interdisciplinar para el debate sobre la creación intelectual y artística emergente. La revista pretende ser una plataforma que fomente el ensayo crítico y el debate conceptual a través de sinergias entre diferentes ámbitos de producción cultural y en relación con activismos sociales contemporáneos. En esta ocasión creadores(as) de España y México se reúnen bajo una égida: CALLEJONES. Les invitamos a compartir con ellos(as) este viaje de exploración por espacios críticos del pensamiento y la creación actual.

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“I had a flashback of something that never existed”

- Louise Bourgeois.

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IndicePoliedro Mag 002

Créditos:

Dirección y redacción: Susan CamposDiseño y maquetación: Jorge MolineraProducción: INSPIRIARTPortada: Foto - Iván González de León “Capas” (2009)ISSN: 2254-2477

De como adentrarse en el callejón de Huaylas...

Callejones y crisis globales

Residuos germinados

Los Neonatos del callejón

Editorial

Habaneras de ida y vuelta

Equipados para la incertidumbre

¬tendencias

ensayos

Sayak Valencia

Diego Moya

Carla Rogel

Rosa Fraga & Octavio Tarancon,

Esther Garcia,

Rocio Ceron,

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Frente a las crisis actuales, las fuerzas mediáticas e institucionales, gubernamentales o independientes, claman por la precariedad a la que está siendo abandonada la industria creativa. Y digo “industria”, como intento y propósito de “empoderamiento” social, econó-mico y político, por parte de individuos y colectivos dedicados a la creación cultural.

Ante esta continua preocupación, tópico de cada conversación sobre el tema, subsiste, además de la supervivencia profesional de quienes dedican su vida a la creación cultural, la propia producción de sus comunidades, directas e indirectas, abandonadas también, a la vejación de aquel “molinillo de carne” que tan visionariamente Pink Floyd ilustró en The Wall (1982). Han pasado 30 años, y los muros se convierten en callejones. Sin embargo, nuestros invitados, creadores(as) e intelectuales españoles(as) y mexicanos(as), demuestran que las dimensiones de los espacios estrechos, “sin salida”, pueden ser también espacios de Libertad. Los callejones son así re-pensados, subvirtien-do su carga conflictiva. Lugares creados, sus límites no son los muros, si no la posibilidad de imaginar y posibilitar espacios otros capaces de “abrir en canal” su propia condición de “crisis”. Como demuestra nuestra portada, fotografía del artista visual mexicano Iván González de León, los espacios existentes y las barreras que les circundan pueden con-vertirse también en corredores hacia múltiples posibilidades.

EditorialPoliedro Mag 002

CALLEJONES

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El callejón, espacio estrecho entre dos hileras, puede sembrarse con fuerzas que germi-nen en medio de los muros que pretenden recluirles… Los cuatro “ensayos” que, como en el primer número, conforman el core de POLIEDRO MAG 002, son prueba de ello. La poeta mexicana Rocío Cerón y el artista visual Iván González de León; la ensayista mexicana Sayak Valencia y el artista interdisciplinar español MONOPERRO; el escritor español Diego Moya y el fotógrafo español Emac Baquiack, juntos, bajo una égida que nació gracias a una serie fotográfica de Esther García Muñiz, -artista novel que encon-tramos en La Casa de los Jacintos, durante la ruta solidaria de Los artistas del barrio de Lavapiés, en Madrid-, cumplen con este objetivo. De este modo, importantes figuras de las creación emergente de dos países, México y España, se reúnen junto a una voz novel para convertir los callejones profesionales, gremiales y nacionales en hábitat de resisten-cia. Y al conflicto, en oportunidad para la solidaridad.

Siguiendo nuestra propuesta en POLIEDRO MAG 001, sumamos a los cuatro ensayos una sección de “tendencias”, desarrollada en esta ocasión en un espacio sui géneris, La Neomudéjar. La diseñadora Carla Rogel junto a Emac Baquiack, los arquitectos Rosa Fraga y Octavio Tarancón (Hilvan.es), ensayan también sobre callejones, aportando su visión desde la arquitectura y el diseño. Reflexionando sobre la incertidumbre como espacio de creación y resistencia, una vez más se demuestra que las crisis son también oportunidades para el cambio constructivo, y que los profesionales de la cultura son ca-paces de seguir resistiendo y creando a pesar de ellas, inclusive en sus callejones.

Susan Campos Fonseca

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DE

CoMO ADENTRARSE EN EL CALLEJoN

DE HUAYLAS Y SOBREVIVIR A SUS COR-

DILLERAS BLANCA Y NEGRA CON EL SO-

PLO DE UN COMETA EN LA BOCA

“La quemadura del ruido. Alabada sea la nieve que logra calmar su escozor.”René Char

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1.

Masa rosa, fosforescente. Neblina que guarda el primer glaciar. Sa-liva y boca, nacimiento articulado del lenguaje. Balbuceo primero. Precipitación nival. Palabra perdida, arrojada. Manto que libera, es presidio. (¿Qué hay debajo de la lengua? Debajo de la lengua hay un presidio.) Misterio envuelto entre dientes, paredes suaves. Un beso fugaz es el principio del mundo, como el principio epidérmico de Gustave Coubert. Lengua resplandor o veneno de fulgores que recorren la mandíbula. El hielo y su altura que devora. De pronto la enunciación de la palabra aguanieve. Y sugestivamente los prime-ros alisos vocales llegaron. 2.

Escribir con/en nieve, sustentar el mundo, o mejor, redecirlo. Definir en sus líneas y contornos. Sopla sobre mi oído tu nombre de invierno: cúmulo, devoraciones, emblema de hielo que ahoga. Edificar en el susurro un imperio: espacio íntimo donde los reman-sos gélidos de la palabra copo arrojan sal y dulzor. Ácido. Tejidos de historias en urdimbre donde un prisionero revela y agota las palabras hasta él asumirse silencio. Aguanieve, copo, tormenta de aullidos afinando los dientes. Silencio como posibilidad, cueva del habla donde memoria y porvenir enclavan acentos tónicos en ca-llejón sin paso. Temperatura que baja y baja –mordedura. El tiempo será propicio si se adormece la frente.

3.

Atraviesa una espina de extremo a extremo la lengua. Las gotas cadmio que caen sobre el lecho blanquísimo del sacrificio asien-tan ya un sitio donde los dioses residirán. Hiende tu mano, toca la cintura, versión de polvo o residuo de toda altura. La oración sale desde la boca, por ésta misma se relaciona con lo humano. O, de-biera mejor decirse, con la Madre. La madre y su leche. La madre y la boca de un ser que atiende su necesidad básica: alimentarse. Leche y sangre. Primer silabeo. Pulso aquietando tempestades. El profundo suspiro de una mujer amamantando lleva ya todo el hilado del tiempo. Muerte y vida en tono de sangre. El hielo y su hambre inagotable.

4.

Desde la primera cavidad del pulso hasta la violencia y el prisionero (debajo de la lengua hay un presidio), la palabra nevada arroja hacia un salón de mil espejos donde las voces componen una sinfonía. Ecos. Ritmos bucales, de silabeo y silencios. De colmillos dorados y dientes ennegrecidos. De arte dentaria y lenguas atravesadas. De libros que uno come para saber (como San Juan) de la luz negra que vive perpetua en la nieve de los altos picos. De lenguas que callan y conciencias que se aposentan entre los dientes para gua-recerse de lo inevitable. Aguanieve, copo, nevada, permanencia de la astilla, reflejo sordo de cristales de nieve que atizan a la deriva. Fantasmas. Entrecruzamientos. Y el lago congelado murmuraba entonces lo inconsolable.

5.

Guarda para sí el teatro del mundo. Aliento. Guarda una sílaba (el nombre de Dios). En la cabaña, después de la tormenta, la oración sale del alma por la boca –silenciosamente– desde la punta de la lengua, como un punto brillante. Justo en ese pequeño contorno del decir, con el que se acarician los párpados cerrados, la nieve, su constante declinación hacia tierra, nos ilumina (armazón de lava y nieve. interiores en cuyo fondo reside la palabra. mineral que teje la memoria de un signo. letra en que reside el firmamento). Sonido de huesos y vertebras, susurros –persona, en libro blanco. En la molienda vientos gélidos, el secreto que las voces han guardado. Fulgor en la comisura de la boca: aguanieve, copo, nevada, perma-nencia de la astilla, reflejo sordo de cristales de nieve que atizan a la deriva. Balbuceo de viento. Debajo de la lengua hay un presidio.

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La figura del callejón como una articulación doble: por un lado, puede enunciar el momento de crisis económica, social y epistemológica en la que se encuentra el mundo contemporáneo y por el otro, brinda un espacio de agenciamiento desde otras perspectivas para habitar y transformar el mundo.

Palabras clave: crisis, epistemología, agenciamiento, globalización, diferencia colonial.

“Las revoluciones estallan en los callejones sin salida.”Bertolt Brecht.

Callejones y crisis

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Sayak Valencia

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“Estar en un callejón sin salida” es una expresión altamente conocida, -al me-nos en lengua castellana-, designa un estado de desesperación en el cual, por causas externas y/o internas no logra-mos tomar perspectiva y el horizonte de posibilidad desaparece. Dicha fra-se bien podría ser una buena analogía ante las situaciones por las que atra-viesa “el mundo contemporáneo”: crisis económicas, sociales y de representa-ción. Entrecomillo la expresión mundo contemporáneo ya que, con ella busco referirme a los sistemas de dominación económica o lo que, hasta hace algunos años, se conocía como Primer Mundo.

Hago hincapié en esta diferenciación ya que desde la caída de la economía estadounidense en 2008, y sus conse-cuencias devastadoras y previsibles en Europa, que se ven reflejadas en desem-pleo crónico y desmantelamiento del sis-tema de bienestar en países como Gre-cia y España; estas crisis han roto con “la ilusión solipsista de vivir en una his-toria de factura exclusivamente propia” (Žižek:2005:06), y han desenmascarado al sistema de especulación financiera como uno de los mecanismos más insi-diosos con los que cuenta la globalización para precarizarnos tanto a nivel material como existencial. Dejando en claro que la globalización como proyecto económi-co es desvinculante, devastador y gore.

Las crisis bajo las que se vive actualmen-te en el Primer Mundo, tienen sus raíces

en varios factores entre los que se cuen-tan: la transfiguración del capitalismo de sistema económico a construcción cultural, la educación hiperconsumista, el acrecentamiento del desprecio hacia la cultura obrera, campesina y laboral en general; el rechazo a la política y el crecimiento de los desfavorecidos tanto en los cinturones periféricos de las gran-des urbes como en el Tercer Mundo; así como la creciente socialización por el consumo, -como única vía de mantener vínculos sociales-, y al hecho de que “las presiones y las actitudes consumistas no se detienen en las fronteras de la pobre-za y hoy se extienden por todas las ca-pas sociales, incluidas las que viven de la seguridad social” (Lipovetsky:2007:185); además de “la desculpabilización, la tri-vialización [y la heroificación] de la delin-cuencia [tanto] en las zonas sociales de exclusión” (Lipovestsky:2007:184), como a través del bombardeo televisivo, el ocio, la violencia decorativa y el biomercado.

Las crisis europeas nos hablan también de un menosprecio colonialista hacia el Tercer Mundo donde se ha (sobre)vivi-do a las crisis y los saqueos acumula-tivos desde la época colonial, pero cu-yas estrategias de supervivencia no son tomadas en cuenta por los ciudada-nos primermundistas dada la diferen-cia colonial (Mignolo:2003:02), la cual instituye que las únicas estrategias vá-lidas tanto en el ramo del conocimien-to, como de la economía, son aquellas propuestas por el discurso de la mo-

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dernidad occidental, dejando a lxs ciu-dadanxs primermundistas sin salida del bucle de la violencia económica actual.

Dicha violencia es consecuencia direc-ta de la implementación a ultranza del neoliberalismo y la obediencia ciega en la implantación de esas lógicas del dis-curso de progreso en el cual se susten-ta la modernidad occidental, y que han dado como resultado la globalización; convirtiendo el proceso económico y social en una pescadilla que se muerde la cola, y que anuncia de manera dis-tópica que es necesario re-aprender y rescatar otras formas de gestión y digni-ficación del trabajo, de los recursos na-turales, así como otras formas de socia-lización que no se vinculen al consumo.

En este sentido, la figura del callejón cuenta con una función doble: por un lado, puede confinarnos a un espacio desesperante donde “élites voraces y depredadoras nos condenan a perse-verar en la sumisión como mal menor” (Galcerán: 2009:198). Bajo la lógica grandilocuente y espectacularizada en la que vivimos, la estrechez de los calle-jones es casi una incomodidad grosera. Sin embargo, los callejones podría ejem-plificar de forma más fidedigna la manera en que se desarrollan las sociedades hi-perconsumistas, en cuanto a la promesa de grandes avenidas y espacios vivibles, en contraste con la realidad, donde el espacio privado, por lo menos en Euro-

pa, tiende a encogerse, al mismo tiem-po que representa los caminos sin sali-da en los que nos encontramos, dada la precariedad económica y las formas en las que las utopías del progreso, la mo-dernidad y la democracia han fallado. El callejón representa también un espacio mental al cual nos circunscribimos como individuos, y podría entenderse como el lugar epistémico en el que nos encon-tramos globalmente, donde los horizon-tes de sentido y posibilidad se estrechan día con día y al parecer no cuentan con salidas, más allá de perseverar en la obediencia consumista, heteropatriacal y colonialista que mantiene al sistema.

Por otro lado, el callejón se erige como un bastión de un espacio anterior. Otra forma de vivir el espacio y entender el mundo, un vestigio de una red de ca-lles medievales (que apelarían a nuestra memoria histórica), que conviven con la presencia grandilocuente de bulevares y avenidas (como muestras de nues-tra pretendida y ansiada modernidad).

En la semiótica del paisaje que conforman nuestras urbes, los callejones dan noticia de vías alternativas, de re-apropiación de ciertas estructuras espaciales que pue-den traerse al momento contemporáneo para redireccionar la forma en que atrave-samos y somos atravesados por el medio.

En este sentido, la figura del callejón

puede emparentarse también con otra concepción de la espacialidad y de la forma en que ello influye en la creación de otras prácticas de agenciamiento que se dan desde las puertas trase-ras y los callejones que las conectan.

El callejón, por su oscuridad, su es-trechez, su impertinencia de estar, de sobrevivir en un contexto que no fue pensado para él, goza de una leyenda negra que lo emparenta en el imagina-rio cultural —reforzado por el cine y la novela negra—, a escenas de terror, de violencia y de intercambios ilícitos. En este sentido, el callejón podría ser com-parado con la mala prensa que tienen las periferias raciales, culturales, sexua-les, corporales y podría ser entendido también como un hábitat pertinente para estas periferias. Sin embargo, tan-to los callejones como la periferias antes mencionadas, puede ser pensadas no sólo encarnaciones de antiprivilegios, sino como espacios de agenciamiento disidente, donde el callejón se empa-rente con el backdoor de los espacios.

Dicho backdoor, hace referencia a un trabajo de análisis y agenciamiento a contrapelo que se emparenta con todos aquellos sujetos situados en el espacio liminal tercermundizado, no sólo por su pertenencia geopolítica sino por sus di-ferentes variables interseccionales que les sitúan como cuerpos minoritarios. He querido denominar así a esta me-

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todología de acción, dados los referen-tes que se emparentan con la palabra backdoor (puerta trasera), desde los más triviales, que tienen que ver con la entrada o salida no principal, secunda-ria, de un espacio; el espacio no vigila-do con el que cuenta cierto software y crea la entrada propicia para los hackers informáticos, hasta aquellas que tiene referencias colonialistas y de servidum-bre, ya que regularmente lxs empledxs domésticxs salen por la puerta de atrás; o las que tienen que ver con una victoria obtenida por medio de trampas (back-door victory), o con prácticas sexuales que tienen como centro de atención y de placer la estimulación/penetración anal.

Por metodología backdoor entiendo tam-bién al proceso mediante el cual subjeti-vidades limítrofes entran en las vísceras del sistema a través de una vía conside-rada como un lugar de desecho atrave-sando desde el esfínter del cuerpo social, transitando por las vísceras, haciendo un recorrido cuesta arriba que nos indica que éste no será rápido, ni limpio ni bo-nito, pero si inminentemente necesario.

Dándonos noticia de que tanto los es-pacios, como las prácticas y discursos de los sujetos menos apreciados por la modernidad y el progreso, tienen mucho que decir sobre las derivas del mundo del capital y sus interconexiones con la esfera de lo cotidiano, puesto que es en los intersticios de estos mundos relega-

dos, donde emergen desde las reinter-pretaciones de los papeles económicos y la creación de nuevas identidades, hasta sujetos en un multiespectro que va de los endriagos del “capitalismo gore” (Valencia:2010), hasta la creación de subjetividades que no retroalimentan el bucle estático de las fórmulas blan-cas, heterosexuales y masculinistas.

Otras formas de agenciamiento y resis-tencia que no presuponen a “el poder” como un equivalente directo de la violen-cia, si no que complejizan esta relación y le dan la vuelta para observar esta díada desde perspectivas inéditas, perspecti-vas que son capaces de producir e ima-ginar nuevas modalidades del uso del cuerpo, de la economía, del poder y del deseo, así como de sortear los callejo-nes sin salida del proyecto globalizador, a través de la construcción de escaleras epistémicas o de excavación de túneles críticos dentro del sistema, para recobrar el sentido del callejón, que en su versión francesa (alley) designa, un camino por recorrer en lugar de una falta de camino.

Referencias

Galcerán Huguet, Montserrat (2009). Deseo (y) Libertad. Una investigación sobre los presu-puestos de la acción colectiva. Traficantes de Sueños, Madrid.Lipovetsky, Gilles (2007). La felicidad paradóji-ca. Ensayo sobre la sociedad hiperconsumista. Anagrama, Barcelona. Mignolo, Walter (2003). “Las geopolíticas del conocimiento y la colonialidad del poder” entrevistado por Catherine Walsh. En: Polis Revista Académica (on-line) de la Universidad Bolivariana de Chile, Vol. 1, Núm, 4.Valencia Triana, Sayak (2010). Capitalismo Gore. Melusina, Barcelona.Žižek, Slavoj (2005). Bienvenidos al desierto de lo real. Ediciones. Akal, Madrid.

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RESIDUOS

GERMINADOS

Las cuatro fotografías que conforman esta pequeña serie, representan la voz novel de Esther García Muñiz. Realizadas en callejones de Melbourne, Australia, en agosto de 2011, la serie formó parte de una exposición colectiva en La Casa de los Jacintos, durante la 8va convocatoria de Los artistas del barrio de Lavapiés, en Madrid. Allí la descubrimos, y nos impresionó.

Las cuatro fotografías sugieren un recorrido, inclusive, provocaciones cinema-tográficas. La autora nos invita a experimentar la suspensión existencial con-centrada en estos callejones de suburbio, aledaños a una gran ciudad. Hábitat periférico y cuerpo liminal, la mirada de García Muñiz subvierte semióticas del pai-saje urbano, convirtiendo los callejones en lugares cálidos, que invitan al reposo y la contemplación, e incluso esconden puertas...Contrariamente a la “leyenda ne-gra” que, como señala en el ensayo anterior Sayak Valencia, suele acompañar a es-tos espacios, García Muñiz muestra sus cantos silentes (cazados al vuelo de la in-mediatez), mostrandonos cómo los residuos de cotidianidad pueden germinar.

Susan Campos Fonseca

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Esther García Muñiz “sin título”. (2012)

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Conocí a Rubén en el último año de carrera. Por aquella época yo estudiaba Ciencias Exactas. Algo neutral, alejado de paroxismos informales. Estúpidos y

banales temarios ajustados a los planes del dominio. Creo que Rubén también. Coincidimos en algunas clases, seminarios, conferencias. El entonces todavía

desconocido muchacho de pelo desaliñado, camiseta blanca (grunge), melena al uso, pululaba por todos estos actos académicos. Ejercía las funciones de bedel, ayudante, auxiliar, sujeta pantallas, arregla retrovisores… Era un elemento visual

desconcertante. Aparecía siempre en el momento preciso para desaparecer después en el fondo de la sala, dibujado en el contraluz, difuminado en su propio

(callejón).—El callejón de los milagros es un aburrimiento […]

Los neonatos del

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Diego Moya

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La tarde en que Rubén pasó de ser una suerte de holograma a te-ner vida propia e interactuar en mi entorno ambivalente asistíamos a una aburrida conferencia sobre el puñetero origen del Universo. Harto de amaneramientos retórico-linguísticos adaptados a la cien-cia salí a fumarme un cigarillo. Además, el siguiente ponente era un profesor de Lógica con el que había discutido en un par de ocasio-nes y no tenía ganas de verle la jeta. Las jornadas se celebraban en el Paraninfo de la Universidad Colonial del Imperio. Deambulaban por la entrada algunos estudiantes despistados, profesores apura-dos que llegaban tarde y algún que otro antisistema cabreado con no sé qué visita de no sé qué anacrónico organismo de la Unión de Estados Segmentados. Me gustaba contemplarlos en una suerte de ficción a través de los arabescos del humo de mi cigarro, los imaginaba en sangrientas batallas campales, con las capuchas cubriendo sus cabezas, rompiendo marquesinas, escaparates, insulso mobiliario urbano; lanzando molotovs, corriendo, agitando provocando, refugiándose en urbanos (callejones) improvisados.—¿Servirá del algo?—De nada. También fracasó Mayo del 68.Bla, bla, bla, bla… me decía la cínica de mi tía Mercedes, madre de hippie arrepentida. La moderna, le llamaban. Ella, la siempre de-fensora de las libertades humanas, la tolerancia y la dignidad, pasó de colaborar en festivales recaudatorios de la derechona a echar a su propio hijo de casa cuando se enteró de que era gay. Ella, que ni siquiera supo quién fue el padre de F., aparecía en ese momento en la pantalla de mi móvil con desorbitada energía. Le rechacé la llamada. —No tienes derecho a expiación, loca.Sumergido estaba en mis ensoñaciones familiares, con el pitillo a punto de fallecer, cuando noté un leve toque en mi espalda. Un segundo, un giro, y Rubén estaba frente a mí. Joder, ya ni me acor-daba de esa sensación estomacal de la sorpresa ansiada. Parecía un fantasma deformado por el humo residual de mis últimas cala-das. Eso, un fantasma. Como salido de un (callejón) misterioso. (En algunas notas que revisé años después todas las direcciones de sus alias eran callejones teatrales de atrezzo).—Tardé tiempo en descubrir quien era el huésped y quien el alter. Rubén (R.)[…]—Rubén era una exégesis de sí mismo encriptada en su yo visual.Me propuso un paseo, sí. Ahí empezó todo. Me habló de proyec-tos, estudios, cuadernos, Manhattan y no sé qué más.

—Al grano, tío. No me gustan las caminatas. (Mecanismo de auto-defensa).—Existen (poseo, yo, Rubén) unos cómics que me gustaría ense-ñarte.Nos subimos al autobús 155. Según me dijo era el que más cerca nos dejaba de su casa. La parada estaba en una calle transitada al cien por cien por una minoría étnica pendiente de clasificar. Señaló un lugar con su peculiar figura y me dijo que le esperara allí. A su orden entré en una cafetería de aquella Malasaña imaginaria. Era un bareto entre lo moderno y lo post (modernista) habitado por una curiosa mezcla de hipsters arrepentidos y secuaces de histriónicos vendedores de retórica filosófica. Proyectaban, en una enorme pantalla, una cinta erótica en la que un imitador de Luis Antonio recitaba versos entre twinks. Me quedé perplejo.—Jajajajajaja. ¡Qué ironía! Apareció, media hora después, con una enorme carpeta, como la que suelen llevar los estudiantes de arte. Se había cambiado de camiseta. ¿Negra? Sí. Negra. Cul-de-sac.Sus dibujos empezaron a desfilar por la mesa. Eran recreaciones miméticas de un Nueva York Modificado. —La concepción del espacio/libertad reside en la eliminación de los espacios abiertos. Pretendía la recuperación arquitectónica de Manhattan a través de callejones (¿sin salida?). No me atreví con la pregunta. Me dejé llevar. Era su proyecto, su ciudad utópica, a la que un día se mar-charía (el huésped o él) para reclamar las posibilidades que decía no tener aquí.Mutantes, ovnis, extremistas neopunks, ucronías históricas, centros comerciales futuristas, recreaciones más allá de un Blade Runner (remake), y algo que él llamaba la poesía destrozada en formato de réplica alojada en oscuros y amenazantes (callejones). Los poemas (claves) estaban escritos a pie de página de los dibujos, con una letra muy fina y pulcra. Mientras observaba aquel propósito de vida posible recitó algunos versos entre susurros. No pude mirarle a los ojos. ¿El miedo?Nos seguimos viendo durante casi dos años. Me asignó la suer-te de mecenas observador de su imaginarium. La prisión de sus cuadrículas seguía creciendo y creciendo, metamorfoseándose en posibles metáforas de una ciudad, espacio y vida de la que mucho tiempo después me convencí. Hechos probados.Durante los últimos días que pasamos juntos lo observé taciturno, apagado… Después de leer su testamento literario y por la infor-

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mación que me fue llegando de actores y creadores, pude suponer su estado de ánimo como consecuencia directa de sus tormentos. La extrapolación final de ese mundo de papel a su mente fracasó en una catarsis que nadie pudo adivinar. La última vez que nos vimos le pregunté por qué no enviaba su trabajo a alguna editorial. —Ellos no me dejan.No hubo más palabras, ni preguntas ni respuestas. Aquello era ya un monstruo. El fantasma del (callejón), Rubén, se había convertido en un gigante que no cabía en su propia mente, y a su vez, en un observador vigilante, perseverante e inocente…Al día siguiente yo acudí al bareto pero él no.Lagunas, pensamientos esquivos, días neutrales… El tiempo……nos volvimos a encontrar. El siguiente paso fue compartir piso. Quiero pensar que fue una estúpida necesidad de recrear el pasado, lo que nos llevó a vivir en aquella pequeña vivienda de la calle Fuencarral. El hormigón desplazó al huésped y llegó alter. —Run, así me llamo. Los callejones son una metáfora de la huida, aunque nunca encuentres la salida. Me llaman Run y soy un Run, o quizá un Runner. Todo el espacio que ves, todo está preconcebido para designar/fijar los límites de nuestra voluntad.Así le llamé, Run.Run se levantaba todos los días a las 7 a.m. Run siempre volvía al mismo punto de partida, el mismo donde le esperaba el soliloquio musical de nuestra relación. Pero un día dejó de hacerlo. Hubiera sufrido más de la cuenta sino hubiese tenido las respuestas que en un pasado reciente, amenazado por el monosílabo de su voz, localicé inscritas en sus manuscritos privados.Primero: me encontré con aquel cuaderno abandonado al despiste de un ya crónico insomne como Run.Mecanografío/copio de forma compulsiva:#Rubén y yo (no desdoblado) queremos vivir en una República Distópica de acuerdo a la episteme previamente establecida en términos holísticos ##faltatexto##. (Ciberpunk(iana) remite). El callejón como punto de partida nos sitúa a todos en un núcleo neo (ilegible).Segundo ----- En el Domino´s Pizza, la chica: rubia, ojos azules, camiseta punk corta, vaquero negro y bambas rojas nos entregó el Manifiesto de Asociación. Entre otros firmaban: Tao Lin, un repre-sentante de Lem, el fantasma de Wallace, Eggers, Safran Froer, Wray y algunos más sin enumeración posible. Para que no sospe-charan lo guardé en el bolsillo derecho de mi chaqueta.

En el 148 de la 72 el coche negro sin cristales se detuvo delante de mí y alguien me indicó que subiera. A partir de ahí solo recuer-do un paisaje urbano que más tarde describiré cuando el presente suplante al pasado. De ahí el giro de voces y tiempos que desorde-nan la historia.El vehículo se detuvo unas ocho manzanas después. No puedo determinar con exactitud si en sentido down o up(town).—Será un estado de sitio, donde todas las calles se reordenarán en callejones. Expropiaremos por tanto la libertad del espacio de presión, el ágora.Desde mi Kindle abierto intento recrear una ficción terapéutica. Si cierro los ojos: posible error; si los abro: resumen real. Creo es-tar en un callejón. Creo que en algún momento salí de la pizzería, luego llegó el coche, me subí, en algún momento clasificado como experimento llego ella, la chica rubia. La pude ver unos segundos, no más, pues desapareció mezclándose con un grupo de alborota-dores. La seguí, ya perdido entre la muchedumbre.Asediado por el miedo y el estruendoso clamor popular me refugié en una librería. Una vez dentro pregunté por algo de Eggers, en el idioma que fuera, qué más daba.—Lo siento, pero no nos queda ningún ejemplar con esa descrip-ción. Los prohibieron hace unos meses, pero puedes encontrar uno en el cementerio bibliófilo. Creo que tendrás que atravesar El Callejón.Me encogí de hombros mientras ella escribía las señas en un trozo de papel recortado de una libreta.—Al final del la 177. Cuando salgas del suburbio lo verás. Inténtalo. ¿Vale?Le digo: Me vuelvo a mi punto de orientación. Me dice: Lo siento. Le digo: No te preocupes. Me dice: Cuidado con los monstruos. Le digo: ¿Qué monstruos? Me dice: da igual. Estás anticipándote. No leíste lo último. Era un proyecto esquizofrénico.Me voy, digo.Me sitúo en el centro estratégico del (Downtown) y el relato El Pai-saje Urbano, de acuerdo a una estructura lógica: (anoto: he llegado al cementerio… no hay libros, pero sí miedo).se vende se vende se alquila en venta se vende se alquila alquilo traspaso arriendo en liquidación cierro cierre reformas (mentira) vende particular en alquiler fobia ella mira mira perdida él grita ellos gritan ellos discuten denegado lo sentimos venga otro día no podemos cola parados eres cifras moda humo ansiedad correr res-pirar tristeza miedo peligro callejones […] y la chica rubia aparece

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victoriosa, los revolucionarios se han marchado y alguien dice adiós y huye… silencio, calles vacías, fantasmas, moda, grita, corre, piensa, no existes…Sigo tras ella. Entra en una farmacia. Yo detrás.Le despachan: 15 mg. de paroxetina, 20 mg. de diazepam y 5 mg. de Percocet.—Adiós.A Rubén y a R. les encantaba Hinson, Micah P. Hinson. Creo que era lo único que ambos tenían en común. Quizá buscaran en su música una especie de evasión atormentada y autoflaglelante. ¿Quién sabe? Pero esa era la impresión que me daba cuando lo veía tumbado en su cama, en posición fetal, tarareando sus can-ciones.Hinson me ha venido a la memoria porque ella se ha quitado los auriculares de su Ipod para hablar conmigo a la salida de la botica y he podido escuchar unos segundos de una de sus melancólicas composiciones.—Eres un espía inútil. Ven, te llevaré. ¿No me reconoces? Soy la rubia, la de la pizzeria, la de la librería, la rubia con erre (R).El Callejón.Al fondo observé un grupo de mendigos alrededor de un fuego que salía caprichoso de un enorme bidón de queroseno. Ya estábamos muy cerca cuando reconocí su voz. Recitaba aquellos poemas que me descubrió con sus dibujos. Poemas negros. Rubén fue una especie de héroe moderno para mí. Una improvisada y efímera aventura que me ayudó a comprender que nadie está a salvo de nada. En un tablón colgado del muro que convertía la antigua calle en El Callejón, había expuesto sus dibujos. Algunos me resultaban familiares, otros no; debían ser nuevos. Habían improvisado una especie de púlpito con un puñado de palets de madera. Desde allí, como alteza del urbanismo me hizo un gesto para que subiera. Subí, claro. Una vez a su lado me abrazó. —Te los presentaré: El loco, ella, la rubia, Clara, Tomás, Paula, Edgard, Bosman…Clara dibujaba ciudades en un viejo cuaderno.Tomás buscaba estrellas para sus noches.Bosman se afanaba en inventar neologismos para dar nombre a los nuevos callejones.El fuego del bidón, ya casi apagado, simulaba el ocaso de sus vidas…La rubia seguía bailando en la pista del after, ajena a cualquier signo vital.

—Paula es ritmo, pero para el loco eso es algo más, es poesía.—En este Callejón nacimos todos. Aquí nos abandonaron nuestros padres al nacer. Íbamos a ser los figurantes para un proyecto gené-tico, pero la propia vida nos pudo y nos transportó a esta alegoría.Conocí la soledad, el silencio, la música, la misma que retumbó después, entre ácida y libertina, mientras nuestros cuerpos, rendi-dos y amaestrados, resucitaban en un éxtasis creativo en el que las salidas eran enigmas y las entradas precipicios. La poesía que gri-tábamos se recreaba en el eco que nos devolvían aquellas sucias paredes. El olor a humedad, gasolina quemada, roedores, basura y libertad nos colocó en una sesión de hipnosis de la que quizá nunca despertaríamos. Y todo fluía, embargando cada molécula de nuestros cuerpos, flagelándonos… Duele nacer, duele existir, duele ser libre, duele. ¡Pero la creación es el antídoto de todo dolor!, grité.—Vámonos de aquí. No muy lejos. Paula seguiría bailando mientras Rubén me llevaba en volandas por un camino imposible de borrar. —Mientras tú y yo sigamos inventando un mundo sin cuerdos (con cuerdas en las que colgarnos) para nunca volver… guardarás secreto de tus visiones (ficciones).—Ven.Y me enseña su cuaderno: la ciudad ya es perfecta en un mapa repleto de callejones.Edgard llora porque alguien le ha roto su telescopio. La rabia bipo-lar lo disfraza de enemigo neutral. Se arrancará los ojos.Y todos, quizá en un futuro, estaremos muertos, de lo más román-tico.Pero seremos libres, porque habremos convertido la intuición en lógica, la razón en tratado y la palabra en nuestro manifiesto, el Manifiesto de los Neonatos del Callejón.—He construido nuestro hogar y a pesar de ser una metaficción, lo has encontrado.Ruben y R., dicen la verdad. No necesitan cuentos ni palabras, solo mentiras, las mentiras de las que nacieron.Y a pesar de todo, seguimos siendo ficciones, en callejones inven-tados por humanos abandonados.

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Emac Baquiack “sin título”. (2012)

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Madrid-La Habana, nueve días de tra-vesía en barco en tiempos del abuelo gallego. En el lado caliente del Atlántico ralentí caribeño, humedad del 500 %, helados Coppelia fresa/chocolate y olor a puros, puritos, agua estancada y ga-soil. Azul celeste, amarillo guayaba, rojo pasión, miamol. Ay, miamol: los marineros y emigrantes españoles que viajaban a Cuba en el XIX adoptaron las canciones de la Antilla y las mezclaron con folclore patrio inspi-rados en el dolor de las despedidas, la añoranza del mar calmo y la distancia del desamor. No temas, Lola, que eres la preferida y la más hermosa entre las olas. Las idas y venidas transoceánicas completaron un género musical com-puesto por las dos orillas: habaneras de ida y vuelta. En la era-ahora el trayecto Madrid-La Habana se hace en nueve horas. Vi-deoclub a la carta; 10.000 metros de altitud; 950 km/h. Vuela: la magia del mundo a un click. Viaja sin tocar el agua pero empapa la inspiración global. EL MUNDO A UN CLICK. Use with caution.Con la habanera futurista de Blade Runner “He visto cosas que vosotros no

creeríais” empezaría yo a contarle a un marinero de antaño que conozco el bri-llo de la seda de los sari indios, el detalle de la pintura sobre seda de los kimo-nos, el tacto de la seda de Damasco, el primor de los telares turcos, la precisión del encaje de Camariñas, la opulencia de los brocados parisinos, la calidad extrema del algodón egipcio, los relieves de los bordados rusos. Y nunca viajé a Oriente ni a muchos otros lugares.Tampoco soy inmortal pero he conocido los miriñaques renacentistas, las arma-duras medievales, las faldas hawaianas, los corsés barrocos, las capas castella-nas, las enaguas del lejano Oeste, los cancanes del cabaret, las plumas de los Sioux…El arte 2.0 es pura ida y vuelta. Usted está aquí y ahora, en plena facultad del don de la ubicuidad. Use with caution.Las modas ya no se guían por tenden-cias, ahora las aglutinan y las reciclan. Ya no es suficiente reinventar el traje sastre, reinterpretar la esencia del dan-dy, redefinir las líneas geométricas o recuperar el talle clásico de los abrigos marineros. Ahora es cuestión de viajar, de proponer una ideología espaciotem-

poral remotamente próxima. Localizo la esencia de este nuevo con-cepto de moda en la estética gipsy, ese recipiente que alberga estampados, tex-turas, colores y complementos estriden-tes sin armonía aparente. Es el arte de la superposición épica, la combinación creativa, salvaje, sin límites ni complejos de delirio. Como el álbum de fotos de los viajes de toda una vida, desprende un sabor mitológico a nómadas mongoles, gita-nos rumanos, tribus balcánicas, folclore azteca. Es una síntesis de la naturaleza femenina porque en ella caben todas las mujeres: la que camina descalza, la que engendra, la amante y la asilvestrada, la emperatriz, la durmiente. Épica. Caóti-camente bella, como Caótica Ana (Julio Medem): “Aunque me mates dos mil ve-ces, volveré a nacer. No podrás nunca vencerme, porque soy la madre de los hombres buenos. Voy a engendrar un ejército de niños que se harán hombres buenos.”

El aquí y ahora, la mejor nacionalidad.

Habaneras de ida y vuelta

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Busco el sentido bajo la luz de Jordania que ilumina mis pulseras. El reflejo me indica el ca-mino. Padezco una amnesia postraumática ocasionada por un desamor extremo. Mi mente me protege del desamparo y la luz me alumbra. Estoy bien acompañada. No recuerdo haber estado antes en Amman pero avanzo con tanta soltura que calculo que esta es mi casa. En el reflejo de un cristal veo a una zíngara. Soy yo. Me arranco el turbante para descubrir mi pelo. Me acaricio la melena intentando reconocerme. Soy fotosensible, esto es un viacrucis a través del cristal. Alguien me tira de las faldas diciendo واالة. Claro, soy madre, mejor no olvidarlo.

Pashmina de cachemir del zoco de Amman.

Bolso de La Carola modelo “Usted está aquí” www.lacarola.com

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Qué incordio la guerra. Los bombarde-ros sabotean las fiestas y los del frente reclutan a los chicos. Ni siquiera pode-mos bailar entre nosotras porque han requisado los transistores y si cantamos delatamos las casas habitadas. Menos mal que hay tregua a la hora de la sies-ta: recorro el salón de baile esquivando los escombros con mi falda de raso y mis zapatos champagne en medio de un silencio inquietante. Qué mal gusto tuvieron los que destrozaron el salón de baile. ¿A quién molestaban los espejos imperiales con marcos de madera lacra-da bañada en oro? Bestias sin gusto… Cuidado, ahí en frente hay un francotira-dor. No sé si quiere hacerme señas con el reflejo de la mirilla o me está apuntan-do a la frente.

Casquete Nila Taranco www.tocadosnilataranco.com

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Depón, mi amor, depón tu actitud. Guárdate la porra que te queda grande.Si pegas a mis hombres te arranco el corazón,te abro el chaleco,después el canaly te engullo.Te devoro, deponte ante mí.Soy un arma blanca,una diosa cortopunzante.Te miro fuerte y te levanto del suelo.Los pies colgando y el alma despojada.Te vampirizo y te dejo sin tumba.Si te unes a los nuestros te monto en cólera y te acabo al oído.

Falda de Lost People by Antonia Cruz www.lostpeopleshop.com

Peineta y Bolso de La Carola modelo “Pa´lante” www.lacarola.com

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Escogí la puerta equivocada y aparecí en el jardín del infierno. Pinche puntería, carajo. No voy vestida para la ocasión: mi diadema de flores silvestres a lo Lana del Rey y el vestido bordado que me trajo él de Oaxaca desentonan con el gris de las mazmorras. Qué manía tiene la vida con ponerme a prueba. He atravesado laberintos, besado matorrales con alitosis, volado aleteando los omóplatos y todo para nada, mírame. Deambulo por este sótano interminable y no encuentro la salida, tal vez porque no hay; tal vez porque las indicaciones están en hebreo y yo me apunté a latín ¿Ves? Otra cagada.

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Le advertí que leyera atentamente el contrato antes de firmarlo. Suspiro. La cláusula que mencionaba la vigencia del amor decía “larguísimo”. Y usted accedió. Y firmó. Suspiro largo. El incumplimiento de dicho acuerdo contempabla una sanción cruenta. Suspiro de traca. Eso explica que sus tripas estén esparcidas en el cuadro de Néstor.

Quién le manda irse de mi lado. Suspiro agónico. Sí, habría sido más higiénico de-nunciarle por abandono de hogar pero menos desgarrado. Suspiro y final.

Bolso de La Carola modelo “Sonrojo” www.lacarola.com

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Un recorrido por la vinculación que se establece con los espacios industriales abandonados. Más allá de su destrucción y su posible re-utilización como recurso estético o como conte-nedores de nuevos usos, se vislumbran nuevas oportunidades para actuar en estos espacios en ruina.

Palabras clave: industrial, abandonado, contingencia, incertidumbre, reutilización.

Equipados para la

incertidumbre

Rosa Fraga & Octavio Tarancon,

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El desplazamiento de las industrias tra-dicionales supervivientes y de las nuevas empresas al extrarradio, ha transformado el paisaje urbano hacia funciones que se han entendido más rentables y más adecuadas para convivir con otros usos.Esta pérdida de complejidad urbana pone de manifiesto la falta de confianza en la integración de nuevos programas dentro de la trama y los usos urbanos existentes; tendiendo hacia una ciudad genérica y homogénea.Resulta excepcional y hasta desconcertante (des-contextualizada) la presencia de una fábrica en pleno centro de la ciudad, ya que la mayor parte de las antiguas zonas indus-triales urbanas han desaparecido o presen-tan un estado de abandono.El vínculo que se establece con estas áreas industriales abandonadas determina el en-foque de las intervenciones y experiencias en ellas desarrolladas.Esta relación puede ser externa (estructura, fachada, esqueleto) y/o interna (infraes-tructura, programa, proceso). Unas veces participamos como protagonistas y otras como espectadores.

Exploración

Los restos industriales se consideran parte de nuestra identidad cultural y como tales se han convertido en objetos de demanda y consumo. A pesar de haber sido creados bajo la pre-misas de la racionalidad y la eficacia, ahora son admirados por su gran atractivo visual y su monumentalidad.El propio estado de abandono de algunos de estos lugares despierta una enorme fascinación. Esto queda reflejado en los nu-merosos movimientos artísticos, urbanos y

(actualmente) contenidos web que toman como referencia la ruina.Desde la fotografía de ruinas industriales de Gerrit Engel, Industrial Decay Network, Abandonalia o Forbidden-places hasta el movimiento urbex “urban exploration” con colectivos como Cela e Infiltration.El explorador urbano se adentra en estas estructuras abandonadas actuando como espectador ajeno al lugar. Su participación tiene que ver con la investigación de lo des-conocido, con lo transgresor, con lo ilegal, con lo prohibido y el riesgo.La relación que se establece en estas ex-ploraciones nos lleva al ámbito de la memo-ria del lugar, en cómo fue, cómo funcionó en el pasado. Pero también a la estética del abandono, del deterioro; siendo de referen-

cia la película Stalker de Andrei Tarkovski.

Homogeneidad

La ruina y el abandono permanecen en este tipo de áreas hasta que su estado comien-za a ser un problema. En ese momento las asociaciones de vecinos o las instituciones ven urgente y necesario intervenir.La operación más utilizada ha sido la sustitución de los espacios industriales por nuevos usos más rentables y menos pro-blemáticos.En unos casos se ha llevado a cabo la demolición completa de las estructuras en desuso borrando todo vínculo posible con el pasado industrial.

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Emac Baquiack “La neomudejar” (2012)

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En otros se ha protegido la permanencia de algunos elementos singulares (fachadas, estructuras) para introducir en su interior los nuevos usos. Aun a pesar de existir vínculos nostálgicos con lo industrial, para el usua-rio como espectador, éstos son barridos al implantar usos homogéneos con los del entorno.El distrito de Arganzuela en Madrid es un buen ejemplo de esta demolición o re-utili-zación de la gran mayoría de sus edificios industriales en viviendas y usos terciarios, desapareciendo la antigua convivencia y complejidad.

Equipamiento

En otras ocasiones los edificios singulares o con un valor para la memoria colectiva son salvados de la demolición y reclama-

dos por los vecinos para que se conviertan en equipamientos de proximidad (centros culturales, bibliotecas, etc.)Estos equipamientos necesarios y reclama-dos lejos de homogeneizar, enriquecen la trama urbana favoreciendo encuentros co-lectivos en los que el espectador rememora su pasado industrial. En el mismo distrito de Arganzuela pode-mos encontrar la Biblioteca Regional, Mata-dero y Tabacalera.

Divulgación

La recuperación de la memoria industrial también se lleva a cabo a través de la divulgación de los antiguos procesos de fabricación.En este caso se lleva a cabo una re-conversión del espacio en desuso hacia la

temática del museo. Las máquinas entran en funcionamiento sin generar ninguna producción.Al espectador no le es suficiente una imagen que rememore su pasado indus-trial sino que busca conocer y entender un proceso de fabricación ya obsoleto.Este acercamiento a lo industrial encuentra similitudes con la exploración urbex por su carácter contemplativo. La diferencia es que donde había riesgo ahora hay acondiciona-miento, donde había prohibición ahora hay permiso (peaje), donde había transgresión ahora hay turismo, donde había ilegalidad ahora hay institucionalización.El antiguo centro urbano industrial de Tam-pere en Finlandia ha reconvertido sus anti-guas fábricas textiles y del metal en museos y centros comerciales.

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Escenario

La falta de actualización y apoyo a determi-nados usos lleva a la decadencia algunos de estos edificios industriales.Es el caso de algunos mercados de abas-tos donde se han re-modelado y conserva-do las características singulares del edificio que los contenía y aunque aparentemente no se ha realizado un cambio de uso si que se han transformado los procesos para dirigirse al consumo turístico.El proceso de manufactura se pierde, se realiza en un lugar ajeno, convirtiéndose el edificio en un mero escenario de otra época.Al espectador - turista se le presenta un edificio industrial rehabilitado en el que deja de interesar la manufactura, el proceso y prevalece el producto acabado.El Mercado de San Miguel en Madrid es un buen ejemplo de este tipo de actuación.

Proceso

Existen otros proyectos que se alimentan de los procesos y de la infraestructura que han dejado estos espacios industriales, que no conservan sólo su aspecto externo, que no se centran en el aspecto nostálgico de lo que fueron.Se posicionan de una forma pragmática para repensar y encaminar estos procesos industriales para generar nuevos usos.La puesta en marcha de la maquinaria al servicio de estos nuevos usos se suma a la participación del espectador.Ferropolis podía haber sido un museo más al aire libre de máquinas en desuso de la an-tigua mina de lignito, pero apostó por apro-vechar estas infraestructuras como contene-dores de eventos relacionados con el ocio.

Contingencia

Un acercamiento nada nostálgico hacia estas instalaciones en desuso lo encontra-mos en el proyecto no realizado Potteries Thinkbelt (1964-1966) de Cedric Price. En él se reutiliza la antigua red ferroviaria en desuso con un programa educativo y residencial que mezcla (no sustituyen), el programa industrial y de movilidad. La importancia de la propuesta reside en su capacidad para aprovechar el cambio (la crisis de la industria local de porcelana), como generador de nuevas oportunidades (la reforma de las enseñanzas técnicas), y adaptarse a las necesidades futuras.Se acepta la incertidumbre, dando al usua-rio un papel protagonista para decidir la configuración que el proyecto precisa en cada momento hasta su posible desapari-ción.

A lo largo de toda esta exposición, se muestra cómo se puede intervenir más allá de los aspectos externos, más allá de proporcionar un escenario arquitectónico o estructural.Se puede intervenir en los procesos indus-triales en sí aún cuando su producción sea otra y tenga otros destinatarios.Se puede intervenir repensando nuestra relación con el contexto, la memoria y la permanencia; aceptando que su desuso deba llevar consigo su desaparición, supe-rando aspectos nostálgicos. Llegamos a La Neomudéjar.

Espacios y preguntas abiertas

Surgen estas preguntas:

¿Por qué no podemos actualizar nuestra

relación con lo industrial más allá de la restauración-protección?

¿Por qué no podemos incorporar una revisión de los procesos productivos para superar la mirada nostálgica de un pasado inmediato?

¿Por qué no es posible actualizar esos procesos productivos para incorporarlos a la trama urbana?

¿Por qué se sigue confiando en una inte-gración de la industria cuando realmente ha desaparecido?

¿Por qué la industria con sus horarios y desplazamientos no puede enriquecer la diversidad que la ciudad demanda? Llega-mos al callejón.

Referencias

Abandonalia. www.abandonalia.blogspot.com.esCela. www.celatelevision.blogspot.com.esFerropolis. www.ferropolis-online.deForbidden-places. www.forbidden-places.netGerrit Engel. www.gerritengel.comIndustrial Decay Network. www.industrialdecay.blogspot.com.esInfiltration. www.infiltration.orgPrice, Cedric. (2003). Cedric Price: The Square Book, Wiley-Academy, London.

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Emac Baquiack “La Neomudéjar” (2012)

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POLI DRO