Republicanismo y Neo Republicanismo

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    Republicanismo

    y

    neo-republicanismo

    N L RIVERO *

    Universidad Autnoma de Madrid

    RESUMEN. A finales del siglo veinte la

    historiografa acu el concepto de re

    publicanismo para defmir la ideologa

    que haba sustentado la revolucin ame

    ricana. Posteriormente el concepto fue

    apropiado normativamente por la filoso

    fa poltica y se present como una alter

    nativa a la hegemona del liberalismo.

    En el primer caso se seal una conti

    nuidad entre

    la

    tradicin republicana de

    pensamien to poltico y la ideologa

    revolucionaria. En el segundo caso, lo

    que se intent fue una exhumacin de

    temas republicanos para formar una

    nueva ideologa. Denominar a este pro

    yecto ideolgico neo-republicanismo y

    sealar algunas de las dificultades a las

    que se enfrenta.

    Palabras clave

    republicanismo, neo-re

    publicanismo, tradicin republicana, li

    beralismo, ideologa.

    ABSTRACT. At the end of the twentieth

    century american historiography coined

    the term republicanism to define the

    ideology underlying american revolu

    tion. A few years later, the concept was

    normatively apropiated by political phi

    losophy in order to present an alternati

    ve to the dominance of liberalismo In the

    former case the continuity between the

    republican traditionand the revolutio

    nary ideology was stressed. In the latter,

    there was an intent of republican topics

    revival in order to create a new ideo

    logy. 1 will term this project neo-repu

    blicanism and 1 will highlight sorne of

    the difficulties it faces.

    eywords republicanism, neo-republi

    canism, republican tradition, liberalism,

    ideology.

    Hace ms de quince aos Daniel T Rodgers escribi que el republicanismo

    fue una de las historias de xito de los aos ochenta al acuar su concepto

    ms proteico y que, ms all de una moda intelectual, haba significado un

    verdadero cambio de paradigma Rodgers, p. 11

    Estas afirmaciones encen

    didas venan referidas no a la filosofa poltica, sino a la historiografa de la

    revolucin americana. As, la constatacin de un cambio de paradigma haca

    referencia a que la descripcin antes hegemnica que vea la revolucin

    americana como la obra ms acabada del liberalismo poltico lockeano se

    vio primero amenazada,

    y

    despus suplantada, por una nueva descripcin

    que haca del republicanismo el substrato ideolgico esencial que daba

    cuenta.de aquellos hechos.

    [segora

    quiere agradecer a ngel Rivera el haber procurado una gran parte de los trabajos

    consagrados al temadel republicanismo.

    ISEGORIA/33 2005 pp. 517

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    Republicanismo

    y

    neo-republicanismo

    renaci en las ciudades libres italianas para instigar ms tarde las revolucio

    nes inglesa y holandesa

    por ltimo, de momento, producir la revolucin

    americana. De este modo, la etiqueta republicanismo pas a ser un instru

    mento que sirvi para exhumar o reivindicar todo aquello que no haba

    defendido el liberalismo: el compromiso con una vida cvica activa, frente

    a la obsesin liberal con las inmunidades y derechos; el compromiso explci

    to con valores y con la justicia deliberativa, frente a la neutralidad procedi

    mental del liberalismo; la defensa de los fines pblicos, comunes, frente a la

    incapacidad del liberalismo de imaginar la poltica como algo ms que el

    pluralismo de los intereses de los grupos Rodgers, p. 33 . As las cosas, el

    republicanismo pareca apuntar, ms all de una nueva lectura retrospectiva

    de la revolucin americana, hacia un tipo de ideologa crtica alternativa.

    De forma parecida al nacionalismo, que encuentra en el pasado los recur

    sos que le permiten enfrentar el presente, el republicanismo, que comenz su

    historia actual como una discusin historiogrfica, pas a encontrar en la

    historia de las ideas polticas los recursos en los que fundar una concepcin

    normativa que se presenta explcitamente como alternativa contempornea

    al liberalismo. Pocock, sin salir de la historiografa, haba preparado este

    paso en el libro antes citado, al conectar las ideas de Maquiavelo con la

    ideologa revolucionaria americana y su permanencia, pero es Quentin Skin

    ner quien da el paso definitivo. En diversos artculos escritos en los aos

    ochenta, esboza una crtica de la concepcin hobbesiana de la libertad que

    incide en el valor de las alternativas pre-liberales. Estas concepciones r i s t ~

    lizarn en su libro

    Liberty before Liberalism

    de 1998, donde el hasta enton

    ces historiador de las ideas se hace filsofo normativo. As, nos dice que, al

    hablar de la libertad civil, ha corrido el peligro obvio de traicionar en lugar

    de ilustrar los principios en los que baso mi actividad como historiador

    Skinner, p. 101 . Desde entonces proclama el descubrimiento de un tercer

    concepto de libertad anterior al liberalismo. Si no ramos conscientes hasta

    ahora de su existencia es porque se trata de una tradicin silenciada o margi

    nada por el liberalismo y por su insistencia en que slo hay dos conceptos de

    libertad, la negativa y positiva.

    Sin embargo, el autor a quien cabe el mrito de haber convertido el repu

    blicanismo en un programa ideolgico contemporneo es Philip Pettit. En su

    libro

    Republicanism A Theory

    Freedom and Government

    de 1997, se

    hace una reivindicacin del lenguaje normativo de la poltica y de, por tanto,

    su fuerza ideolgica capaz, como en el pasado, de transformar las socieda

    des. Su libro es, deliberadamente, un manifiesto en contra de la dominacin

    y a favor de la libertad que busca entroncar con tradiciones del pasado como

    fuente de inspiracin para los desafos del presente.

    Como seala Pettit, la queja que motiva su libro es la percepcin de que

    en las sociedades contemporneas, las personas estn, en muchas ocasiones,

    a merced de la voluntad arbitraria de otros. Este estar a merced de otros, o

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    ng l iv ro

    incluso la posibilidad de que tal voluntad arbitraria de otros pueda ejercerse,

    es lo que denomina dominacin. Dominacin es lo que sufre la mujer mal

    tratada a merced de su marido que la puede golpear a voluntad; es lo que

    padece el empleado que no se atreve a quejarse ante el jefe por miedo a sus

    abusos; es lo que aflige al cliente de un banco al que se le silencia con la

    amenaza de quitarle todo; es lo que soporta el ciudadano abrumado por el

    funcionario arbitrario Pettit, p 5 . En suma, es frente a esta dominacin

    donde el republicanismo, entendido como discurso de la libertad como no

    dominacin, encuentra su actualidad contempornea.

    Para Pettit, el liberalismo habra definido la libertad exclusivamente

    como no interferencia, pero en todos estos casos los sujetos no son interferi

    dos en su obrar por otros sujetos

    y

    sin embargo, sentimos que no son libres.

    Por tanto, para Pettit, puede darse la falta de libertad en ausencia de interfe

    rencia cuando los sujetos son dependientes, esto es, estn sujetos a una

    voluntad externa. Esto es, que los sujetos dominados no son libres y que la

    libertad implica, para Pettit, la emancipacin de tal subordinacin, de tal

    dependencia

    ibid. .

    Puesto que, se nos dice, el liberalismo carece de respuestas para tales

    casos de falta de libertad, puesto que restringe la libertad a la no i n t r r n ~

    cia, nuestro autor recurrir a unos autores denominados republicanos en bus

    ca de un concepto de libertad que unifique todas nuestras demandas acerca

    e su falta. Los autores a los que encomienda esta inspiracin son,

    principalmente, Cicern, a quien menciona,

    y

    Maquiavelo y Harrington, a

    quienes cita con aprobacin, aunque Pettit es muy consciente de que estos

    autores, cuando hablan de libertad como algo opuesto a dominacin, estn

    demandando esta condicin nicamente para una elite masculina. El neo

    republicanismo de Pettit defender, por el contrario, l universalizacin de

    esta libertad.

    He sealado, siguiendo a Rodgers, que republicanismo es la etiqueta con

    la que la historiografa americana denomin la ideologa que sustentaba la

    revolucin que dio lugar a la fundacin de los Estados Unidos y he reserva

    do neo-republicanismo para el proyecto ideolgico promovido, principal

    mente, por Philip Pettit. Ambos proyectos se vinculan con una tradicin de

    pensamiento poltico denominada republicana. Esta tradicin tiene un canon

    ms o menos difuso, y discutido, pero sus preocupaciones centrales fueron

    la repblica, esto es, el Estado y lo referido a su mantenimiento y las causas

    de su corrupcin. En referencia a su mantenimiento es tpicamente republica

    na la propuesta de un gobierno mixto y tambin, para las repblicas popula

    res, el enfatizar la importancia de que los ciudadanos posean virtudes cvicas.

    No deja de resultar paradjico que la tradicin a la que recurre Pettit

    como inspiracin de su concepto de libertad no tematizara ninguno de los

    problemas a los que quiere responder este autor. Es ms, el concepto de

    libertad como no dominacin que defiende no ocupa ningn lugar promi-

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    nente en tal tradicin ms all del sentido general de la palabra libertad

    como lo contrario de esclavitud. Significado que, por cierto, no fue privativo

    de tradicin alguna, sino que fue el propio de tal palabra en Occidente hasta

    la aparicin de lo que retrospectivamente se ha denominado liberalismo.

    Quiero decir que la tradicin republicana no hace de la libertad su motivo

    central, sino que su tematizacin est subordinada a otros intereses. Adems,

    la libertas de esta tradicin tena un sentido positivo alejado de la ausencia

    de dominacin como libertad negativa que interesa

    ettit

    Millar, p 146 .

    Un ejemplo de que la libertad antes del liberalismo tena este carcter, sin

    necesidad de apelar a la tradicin republicana, puede verse en Sebastin de

    Covarrubias, quien en su Tesoro de la lengua castellana o espaola de 1611,

    nos dice que libertad opnese a la servidumbre o cautividad. Esto es, ser

    libre supone no estar bajo el dominio de otro ni como esclavo ni como p r i ~

    sionero. Adems aade, sin que esto le haga republicano aunque s n t i ~ l i e -

    ral, que la libertad que buscan los herejes de nuestros tiempos y llaman

    libertad de conciencia, es servidumbre de almas y licencia... Sin embargo,

    el significado de la palabra libertad es sensiblemente distinto si atendemos al

    Diccionario de autoridades de la RAE de 1732. All se nos dice que libertad

    es la facultad natural, o libre albedro, que tiene cada uno para hacer o decir

    lo que quiera: menos lo que est prohibido o por fuerza o por derecho.

    Ahora bien, este mismo diccionario retiene algo del viejo significado cuando

    nos dice que esclavos son los siervos y cautivos y no tienen libertad.

    Mas acuerdo

    hay

    sin embargo, en lo que sea tirano. As, en Covarrubias,

    es el que por fuerza o por maa, sin razn y sin derecho, se apodera del

    dominio e imperio de los reinos y repblicas y en el Diccionario de u t o r i d ~

    des de la RAE el seor que gobierna sin justicia y a medida de su voluntad.

    En ambos casos aparece la idea de arbitrariedad de un dominador, quien, por

    cierto, es definido por la RAE como el que seorea sobre siervos.

    La tradicin republicana participaba de este lenguaje de la libertad, cuyo

    origen pudiera conectarse con las tradiciones del derecho romano, porque

    era parte del lenguaje comn y cmo no, la poltica es una actividad m e i ~

    da lingsticamente. Pero, en puridad, sus preocupaciones efectivas

    se

    orga

    nizaban en tomo a un conjunto de ideas bien distintas. Esto

    es, la libertad

    era importante porque es la condicin que corresponda al ciudadano, pero

    esto no haca a la tradicin republicana una ideologa de la emancipacin

    como pudo ocurrir con el liberalismo.

    El republicanismo nace como doctrina poltica con la obra de Aristteles

    y no deja de resultar interesante, en relacin a la libertad como no domina

    cin, que en su olticase haga una elocuente defensa de la naturalidad de

    la esclavitud, de influencia perdurable. Para Aristteles la dominacin del

    amo sobre el esclavo, la dominacin del hombre sobre la mujer, y la domi

    nacin del padre por el hijo son relaciones naturales y no resultado de una

    dominacin arbitraria.

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    ngel Rivera

    El argumento de Aristteles con todo es complejo y poco convincente y

    parece que le apremia zanjarlo cuando al comienzo del captulo VII del libro I

    nos dice que no es lo mismo el poder de un amo que el de un poltico pues-

    to que el del primero se ejerce sobre esclavos y es una monarqua porque en

    las casas slo manda uno y

    el

    segundo por el contrario se ejerce sobre

    hombres libres La libertad es una condicin social que hace radicalmente

    distintos a los hombres Esta diferencia es esencial en cuanto que es natural

    de modo que para Aristteles no es lo mismo el brbaro que el griego el

    hombre que la mujer el ciudadano que el esclavo La poltica tiene como

    mbito propio el espacio pblico de la ciudadana esto es de un reducido

    grupo de varones con una posicin de privilegio

    Pero adems de esta desigualdad natural del gnero humano hay para

    Aristteles otra desigualdad permanente entre los hombres libres El comu-

    nismo de Platn quera poner remedio a esta desigualdad en su

    Repblica

    pero para Aristteles la desigualdad no debe abolirse sino gestionarse A

    continuacin mostrar que el presupuesto de esta desigualdad entre los ciu-

    dadanos explica la originalidad de la propuesta constitucional del gobierno

    mixto propio de la tradicin republicana La desigualdad entre los ciudada-

    nos es la que causa su enfrentamiento en facciones y es este enfrentamiento

    entre facciones la causa de la guerra civil principal foco de corrupcin y

    ruina de las repblicas Obsrvese que estamos hablando ahora de las dife-

    rencias entre ciudadanos de las diferencias dentro de la comunidad poltica

    puesto que las otras las que ataen a esclavos mujeres nios y extranjeros

    son naturales e irrelevantes en este contexto

    Para Aristteles esta desigualdad bsica entre los hombres es la que da

    razn a la diversidad de regmenes polticos As en el captulo del

    libro IV de la olticanos dice que la explicacin de que haya varios reg-

    menes polticos es que hay varias partes en toda ciudad Esas partes son los

    que tienen mucho y los que no tienen nada los que estn armados y los

    desarmados los de un linaje y los de otro los que tienen virtud

    y

    los que no

    la tienen etc Pero en ltimo trmino la diferencia ms importante es la que

    hay entre los ricos y los pobres Puesto que la poltica es el gobierno de los

    hombres libres si este gobierno lo ejerce uno de estos grupos en detrimento

    del otro tendremos distintos regmenes polticos

    s

    decir a cada parte de

    la ciudad le corresponde un rgimen poltico diferenciado

    y

    de la misma

    manera que los vientos importantes son el norte y el sur y los dems deriva-

    ciones los sistemas polticos importantes son la oligarqua y la democracia

    Oligarqua es el mal gobierno de la aristocracia esto es el gobierno de los

    ricos en

    u

    propio inters Democracia por su parte es el mal gobierno de

    los muchos los pobres tambin en

    u

    propio inters

    Aristteles abre el captulo

    X

    del libro IV con una pregunta que se vol-

    ver un lugar comn en la tradicin republicana: cul es el mejor rgimen

    poltico? El prudente Aristteles responder que cada una de las formas

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    Republicanismo

    y

    neo-republicanismo

    puras de gobierno monarqua aristocracia y politeia es adecuada o no

    segn la base social y las condiciones fsicas de cada ciudad. Sin embargo,

    todas ellas acaban por corromperse tomndose, respectivamente, en tirana,

    oligarqua y democracia. Sentada esa cautela, el rgimen mejores, por tanto,

    el intermedio, el mezclado, en el que se conciertan ricos y pobres sobre una

    amplia clase media. y la razn de que sea el mejor es que es el ms alejado

    de la corrupcin a la que tienden todos los estamentos cuando se sirven del

    gobierno para su inters particular. En otras palabras, es el mejor porque es

    el ms estable.

    En suma, la tradicin republicana nace sobre la constatacin de la desi

    gualdad insalvable entre los hombres y busca disear una constitucin que

    evite la corrupcin y la destruccin de la repblica. Esto es importante por

    que la destruccin de la comunidad apareja la prdida de la felicidad y la

    tranquilidad de los ciudadanos, los fines propios de la vida en comn e,

    incluso, la esclavitud si son conquistados. En suma, se trata de controlar los

    efectos desestabilizadores de la desigualdad mediante un sistema constitu

    cional y no de atacar sus causas. Atacar las causas de la desigualdad fue,

    precisamente, el ncleo del socialismo como ideologa.

    En cambio, en la tradicin republicana, el intento de imponer la igualdad

    es algo propio del gobierno desptico de la democracia y causa primera

    de corrupcin poltica y guerra civil. As, Alonso de Castrillo, en su Tracta-

    de Republica de 1521, nos dice, al explicar la violencia social de los

    comunes sobre los nobles, movida no tanto con celo de la justicia como

    con cubdicia del robo, que eran hombres cansados de obedecer que por

    el camino de las novedades [desearon] ser iguales con los mayores y que

    nada es ms poderoso para la perdicin de los hombres, como la igualdad

    Castrillo,

    p

    8 .

    La idea aristotlica del gobierno mixto, como instrumento que permite la

    estabilidad de la repblica frente a la amenaza de la corrupcin derivada de

    las diferencias de condicin entre los ciudadanos, fue vinculada por Polibio

    con la estabilidad, longevidad y grandeza de la repblica romana en el

    libro VI de sus istorias todo tipo de constitucin, simple y construida

    sobre un principio nico, no es estable por el hecho de caer pronto en los

    vicios propios y consecuentes con su naturaleza. Pues, as como para el hie

    rro, la herrumbre, y para la madera, la carcoma y la polilla, son azotes con

    sustanciales, por accin de los cuales estas materias, aunque escapen a todo

    tipo de daos exteriores, son destruidas por los propios agentes que encie

    rran en s, del mismo modo es congnito en cada una de las constituciones

    un vicio que las acompaa: a la realeza el que llamamos forma monrquica,

    a la aristocracia el de la forma oligrquica

    y

    en el caso de la democracia, el

    de la forma del poder salvaje y de la fuerza, vicios en los que se transforman

    con el tiempo, segn acabamos de decir, todos los sistemas enunciados

    L

    VLII.l0.2-6 . Es decir, Polibio .desarrolla de forma muy refinada el argu-

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    ngelRivero

    mento esbozado en la Poltica de Aristteles y afirma que el gobierno exclu

    sivo de uno, de pocos o de muchos de los ciudadanos lleva inscrito el ger

    men de su corrupcin.

    Tres, en cambio, son para Polibio los componentes del gobierno de la

    constitucin romana que explican su

    estabilidad y organizaban cada una de

    las cosas de forma tan equitativa y conveniente que nadie, ni siquiera entre

    los del pas, podra decir, con base alguna, si la constitucin en su conjunto

    era aristocrtica, democrtica o monrquica L.VI.III.l1.11-12 de modo

    que el poder de los cnsules era perfectamente monrquico y real; pero,

    cuando se trataba del poder del senado, ste resultaba aristocrtico; y si se

    miraba l poder del pueblo, ste pareca ser claramente una democracia

    ibid. .

    La estabilidad viene garantizada porque esta constitucin extrae de

    s misma los medios para su propia ayuda. Pues, cuando alguno de sus ele

    mentos pugna por hincharse y dominar ms de lo debido, es evidente que,

    como ninguno de ellos es independiente y la voluntad de cada uno no

    puede apartarse sin ser obstaculizada por los otros, ninguno logra hincharse

    y envanecerse, sino que todos se mantienen en sus posiciones, refrenando

    sus impulsos y temiendo desde el principio el alto de su vecino Polibio

    L.VI.III.18,7-8 .

    As pues, la tradicin republicana se organiza bsicamente sobre la desi

    gualdad: una primera entre los ciudadanos, hombres libres, y el resto de las

    personas, donde la poltica como actividad queda reservada para los prime

    ros. y una segunda desigualdad, en el propio seno de los ciudadanos, que

    los hace mayores o menores en dignidad, en riquezas y en linaje. El diseo

    constitucional de la tradicin republicana intentar articular funcionalmente

    esta desigualdad para salvaguardar la estabilidad de la repblica y ste ser

    su legado ms permanente.

    As, Cicern, en Sobre la Repblica, nos dice, volviendo sobre las tres

    formas puras de gobierno y los peligros de su corrupcin, que aunque cual

    quiera de ellas sirve para mantener aquel vnculo que empez a unir en

    sociedad pblica a los hombres, no es perfecta dertamente, ni ninguna de

    ellas

    u.

    es la mejor, pero s es tolerable, y cada una puede tener ventajas

    sobre las otras. En efecto, un rey justo y sabio, o los principales ciudadanos

    selectos, incluso el mismo pueblo, aunque esto sea lo menos deseable, puede

    ofrecer cierta estabilidad, siempre que no se interfieran injusticias y

    das Cicern, L.I,26,42 Pero aade algo esencial: sin embargo, en los

    reinos, quedan los otros ciudadanos demasiado apartados de toda actividad

    en el derecho y gobierno; en el dominado de los mejores, la muchedumbre

    difcilmente puede participar de la libertad, pues carece de toda potestad

    para el gobierno de la comunidad; y cuando todo lo gobierna el pueblo, aun

    que sea ste justo y moderado, la misma igualdad es injusta, pues no distin

    gue grados de dignidad Cicern, L.I,27,43 .

    El problema no es, pues, quin gobierna, si uno, pocos o muchos, sino la

    potestad absoluta en la que, por corrupcin resultan, degenerando en

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    locura y libertinaje pestfero cada una de las formas puras de gobierno. As

    pues, Cicern concluye que la mejor forma de gobierno sera una cuarta

    que se modera por la combinacin de aquellas otras tres L.I.29,45 y que

    no aprueba ninguna de ellas por separado [sino que] da preferencia a aque

    lla otra en la que se refunden todas L.I.35,54 .

    Sobre la desigualdad entre aquellos que componen el pueblo, los i u d ~

    danos, tampoco tienen dudas sobre su justicia y habla, con cierta reiteracin,

    en el mismo tono que empleara mucho ms tarde el ya citado Castrillo: la

    igualdad

    u.

    a la que aspiran los pueblos sin moderacin, tampoco se pue

    de

    mantener [porque] no pueden menos de atribuir cargos de gobierno a

    ciertas personas, y no deja de haber en ellos una distincin

    de

    personas y

    dignidades; y la que se llama igualdad es muy injusta, porque cuando es una

    misma la dignidad de los superiores y la de los inferiores que componen el

    pueblo, necesariamente esa igualdad resultamuy injusta L.I.34,53 .

    Estas ideas de la tradicin republicana se extendieron con la recuperacin

    de la cultura clsica, que se ha llamado Renacimiento, por toda Europa, de

    modo que, a comienzos del siglo

    XVI,

    Maquiave10 escriba sus is orsi

    infundiendo nueva vitalidad en la vieja tradicin. El florentino, como los

    que le antecedieron, conversa con la tradicin republicana al objeto de

    aprender del ejemplo de Roma. Y de nuevo se nos dice que el gobierno

    puede ser de tres clases: monrquico, aristocrtico y popular, y que los que

    organizan una ciudad deben inclinarse a una de ellas, segn les parezca ms

    oportuno Maquiavelo L.I.2 . Como en los autores citados, se nos concede

    primero el valor de cada forma de gobierno siempre que

    se

    adecue a unas

    circunstancias, pero, de inmediato, aparece el pero republicano. As, tam

    bin en Maquiavelo, quien aade que otros, ms sabios en opinin de

    muchos, opinan que las clases

    de

    gobierno son seis,

    de

    las cuales tres son

    psimas

    y

    las otras tres buenas en s mismas, aunque se corrompen tan fcil

    mente que llegan a resultar perniciosas. Las buenas son las que enumerba

    mos antes, las malas, otras tres que dependen

    de

    ellas y les son tan semejan

    tes

    y

    cercanas, que es fcil pasar de una a otra: porque el principado

    fcilmente

    se

    vuelve tirnico, la aristocracia con facilidad evoluciona en

    o l i ~

    garqua,

    y

    el gobierno popular

    se

    convierte en licencioso sin dificultad. De

    modo que si el organizador de una repblica ordena la ciudad segn uno de

    los regmenes buenos, lo hace para poco tiempo, porque, irremediablemente,

    degenerar en su contrario, por la semejanza que tienen, en este asunto, la

    virtud

    y

    el vicio Maquiavelo L.I.2 . Estas seis formas de gobierno estn

    enlazadas por la generacin y la corrupcin, y ste es el crculo en que

    giran todas las repblicas

    .00 ,

    pero raras veces retoman a las mismas formas

    polticas, porque casi ninguna repblica puede tener una vida tan larga como

    para pasar muchas veces esta serie de mutaciones

    y

    permanecer en pie,

    pues ms probable es que tal repblica, falta de prudencia

    y

    fuerza, se vuel

    va sbdita de algn estado prximo mejor organizado,

    y

    si as no ocurriera

    8EGORfA 33

    2005

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    ngel iver

    un pas podra dar vueltas por tiempo indefinido en la rueda de las formas

    de gobierno Maquiavelo, ibid. . En suma, que si Maquiavelo comienza

    concediendo retricamente algn valor a la monarqua, la aristocracia y la

    democracia, segn las condiciones de su aplicacin, al desarrollar el argu-

    mento acaba por condenar por igual a las formas buenas y las malas, pues

    las virtudes y los vicios de unas y otras se confunden. As aade que las seis

    formas son pestferas, pues las buenas tiene vida muy breve, y las malas

    son de por s perversas. De modo que, conociendo este defecto, los legisla-

    dores prudentes huyen de cada una de estas formas, en estado puro, eligien-

    do un tipo de gobierno que participe de todas, juzgndolo ms firme y ms

    estable, pues as cada poder controla a los otros, y en una misma ciudad se

    mezclan el principado, la aristocracia y el gobierno popular

    ibid. .

    Para Maquiavelo, por tanto, la organizacin de la repblica tiene como

    fin garantizar la estabilidad y la fuerza conjurando los peligros de la corrup-

    cin. La raz de la corrupcin la encuentra Maquiavelo en la mala naturaleza

    de los hombres de modo que quien dispone una repblica y ordena sus

    leyes [debe presuponer] que todos los hombres son malos, y que pondrn en

    prctica perversas sus ideas siempre que se les presente la ocasin de hacer-

    lo libremente Maquiavelo, L.I,3 . Y as nos cuenta que de la suntuosidad y

    la lascivia de los prncipes se engendra la tirana; que la aristocracia acaba

    por anteponer el inters propio a la utilidad comn y que entonces se entrega

    a la avaricia y a la ambicin. Adems considera suyas todas las mujeres y

    acaba por hacer del gobierno de los mejores el gobierno de unos pocos, la

    oligarqua; y que en el gobierno popular el desenfreno hizo que no se respe-

    tara ni a los hombres pblicos ni privados destruyendo este gobierno. En

    suma, que la mala naturaleza del hombre opera de forma distinta pero igual-

    mente corruptora en cada uno de los estamentos que forman la repblica y

    que, en particular, el vicio de la parte popular es el afn de igualdad por

    encima del respeto de los mayores.

    Hay, sin embargo, dos novedades importantes en Maquiavelo. Una, la de

    que la desigualdad entre los ciudadanos y el conflicto que genera, si est

    bien organizado institucionalmente resulta positivo, esto es, que ya no se ve

    como una fatalidad inexcusable, sino que se valora como un bien en s mis-

    mo. Maquiavelo pone como ejemplo que los tumultos entre los nobles y la

    plebe [fueron] la causa principal de la libertad de Roma L.I.4 . Otra, que

    el pueblo es caracterizado en trminos ms positivos de lo que era propio de

    la tradicin republicana, aunque no por su naturaleza, sino por su funcin.

    Francesco Guicciardini, contemporneo de Maquiavelo, afirm que quien

    dice pueblo dice, en verdad, animal necio, lleno de mil errores y de mil

    fusiones, sin gusto, sin complacencia y sin estabilidad, pero, aunque gran-

    des son los defectos y los desrdenes que hay en un rgimen popular ... en

    nuestra ciudad los sabios y los buenos ciudadanos lo aprueban por menos

    malo Guicciardini, pp.

    115 Y

    10 . Pues Maquiavelo, suscribiendo lnea por

    ISEGORAl33 2005

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    Republicanismo y neo-republicanismo

    lnea lo dicho, encuentra, sin embargo, una utilidad funcional al pueblo en la

    preservacin de la estabilidad de la repblica, lo que l denomina una garan

    ta de la libertad: los que organizan prudentemente una repblica, conside

    ran, entre las cosas ms importantes, la institucin de una garanta de la

    libertad, y segn sea ms o menos acertada, durar ms o menos el vivir

    libre. y como en todas las repblicas hay magnates y pueblo, existen dudas

    acerca de en qu manos estara mejor colocada esa vigilancia Maquiavelo,

    L.I.S . Maquiavelo cree que hay que poner como garantes de la libertad, esto

    es, como guardianes de una cosa, a los que tienen menos deseo de usurpar

    la

    ibid

    al comparar a los nobles con los plebeyos, descubre en los pri

    meros un gran deseo de dominar, mientras que los otros slo quieren no

    ser dominados. As pues, si lo que quieren los del pueblo es vivir libres

    teniendo menos poder que los grandes para usurpar la libertad ibid. , la

    garanta ha de quedar depositada en sus manos.

    En resumen, Maquiavelo es un fiel heredero de la tradicin republicana,

    de su realismo poltico y de su doctrina del gobierno mixto como instrumen

    to que, gestionando la desigualdad, garantiza la estabilidad de la repblica.

    Hay en ste, sin embargo, una consideracin ms positiva del problema de

    las facciones. Para la tradicin republicana las diferencias entre los ciudada

    nos eran un presupuesto ineludible y la fuente de la corrupcin poltica. En

    cambio, para Maquiavelo, el conflicto entre las facciones no es nicamente

    amenaza a la estabilidad, sino fuente de libertad. Tambin hay una conside

    racin algo ms positiva del elemento popular y su papel en el sostenimiento

    de la libertad de la repblica.

    A travs de estos ejemplos he querido mostrar la enorme distancia que

    separa a la tradicin republicana de las preocupaciones a las que desea aten

    der Pettit con su n e o ~ r e p u b l i c n i s m o En primer lugar, la tradicin republi

    cana no est formulada como una ideologa poltica, como un programa de

    accin que desea desarrollar una organizacin poltica nueva en torno a un

    sistema de ideas fuerza. Todo lo contrario, la tradicin republicana es realis

    ta y hace de la experiencia poltica la fuente principal de su teora. Tambin

    he querido mostrar que el concepto de libertad de esta tradicin no tiene nin

    gn carcter emancipador, sino que est confinado a la posicin de un grupo

    social de privilegio, los ciudadanos. En el contexto igualitario de las socie

    dades modernas la tradicin republicana cambia necesariamente en algo

    radicalmente distinto. La visin tocquevilliana de la tirana de la mayora,

    del poder ilimitado de lamayora en una sociedad atravesada por el valor de

    la igualdad, pudiera verse como una continuacin de las preocupaciones de

    la tradicin republicana trasladadas a una sociedad contempornea, pero no

    es esto lo que preocupa principalmente a Pettit.

    En suma, si queremos entender el valor de la tradicin republicana, debe

    mos situarla en el contexto en el que formul sus propuestas y que, sacar las

    ideas de contexto, utilizar el pasado para construir el futuro, puede resultar

    un procedimiento inadecuado y confuso.

    ISEGORA/33 2005

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    ngel Rivera

    Fue justamente esto lo que denunci Thomas Hobbes cuando nos cuenta

    que hombres de la mejor condicin fueron educados de tal modo que,

    habiendo ledo en su juventud los libros escritos por hombres famosos de

    las antiguas repblicas de Grecia y Roma relativos a su rgimen poltico y

    hazaas, libros en los que se ensalzaba el gobierno popular con el glorioso

    nombre de libertad y se denigraba la monarqua con el de tirana, dieron

    a

    enamorarse de sus formas de gobierno. Y es de entre ellos de donde sali

    elegida la mayor parte de la Cmara de los Comunes Hobbes, Dilogo I,

    p. 9 y con su elocuencia arrastraron al resto. De modo que de la familiari

    dad con los principios democrticos de Aristteles y Cicern, y enamora

    dos de su elocuencia, dieron en amar sus teoras polticas,

    yeso

    ms y ms,

    hasta que lleg la rebelin

    ibid.

    p.

    60 .

    Llegados a este punto, Hobbes

    sugiere que se tiene que castigar a

    la

    mayora de los que se han educado

    en las universidades [pues] es all donde

    se

    han surtido de argumentos a

    favor de la libertad extrados de las obras de Aristteles, Platn, Sneca y

    de las historias de Roma y Grecia, para sus disputas contra el necesario

    poder de sus soberanos. Por tanto, desespero de que pueda existir paz dura

    dera entre nosotros mientras las universidades no se sometan y dirijan sus

    estudios a asentar eso, es decir, ensear obediencia absoluta a las leyes del

    rey y a los edictos pblicos dados por l bajo el Gran Sello de Inglaterra

    ibid. p. 74 .

    No creo que sacar ideas de contexto merezca ni tanta obediencia ni tanto

    castigo, ni siquiera para las universidades, ni que el nico refugio frente al

    republicanismo sea la monarqua absoluta. Pero s creo que los intereses

    prcticos que enuncia Pettit en su lucha contra la dominacin se atienden

    mal formulando una ideologa en tomo a un concepto de libertad como no

    dominacin. Tales expectativas se parecen demasiado a lo que Isaiah Berlin

    denunci como monismo, el autoengao de pensar que podemos desarrollar

    de forma armnica todos los fines

    de

    los hombres Berlin, pp.

    107-114

    en un proyecto que concluye naturalmente en la visin de una sociedad

    transida de civilidad y confianza Pettit,

    p

    270 .

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